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Universidad Autónom de

Baja California Sur


Micorrizas

Agroecología

Raul Alonso Carranza Acevedo

Ingienería en Agronomía

Turno Vespertino Semestre III

Grupo A

Rubén Lugo

La Paz Baja California Sur

Índice:
Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

Crecimiento de micorrizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Descubrimiento de la micorriza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 y 4

Tipos de micorrizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 y 6

Clasificación de las micorrizas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 y 8

Aplicación de las micorrizas vesículo-asculates (MVA) en agricultura . . 8 y 9

Utilización y efectividad de las micorrizas vesículo - arbusculares . . . . . . 9 y 10

Asociaciones de los hongos MVA con plantas utilizadas en la alimentación del

ganado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10, 11, 12, 13 y 14

Efectos de la asociación Micorrizal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

Inoculación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14, 15 y 16

¿Cuándo inocular con HMA? y ¿Qué es HMA? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16


Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Fuente bibliografíca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Página 1.
Introducción:
Las micorrizas (del griego myces, hongo y rhiza, raíz) representan la asociación entre

algunos hongos y las raíces de las plantas que actúan como fertilizantes, mejorando la

producción agrícola.

La tierra contiene vida, y son, precisamente, los organismos que en ella habitan los que

hacen posible su fertilidad natural. Entre ellos existe un tipo de hongo formador de

“micorrizas” que envuelve las raíces de las plantas y las penetra de forma intracelular

para formar un sistema de interconexión subterránea entre las raíces de la misma o de

diferente especie de planta.


Esta red permite, bajo ciertas condiciones, un libre flujo de nutrimentos hacia las

plantas hospederas y entre las raíces de las plantas interconectadas, así es como la

micorriza establece una gran unión bajo el suelo ofreciendo diversos beneficios en

términos de sobrevivencia y funcionamiento.


Las investigaciones realizadas por el INIFAP sobre el uso de micorrizas como

biofertilizante en plantas de maíz, sugieren que el uso de microorganismos benéficos o

“biofertilizantes microbianos” son una opción para que el productor incremente su

productividad, mejore la nutrición de sus cultivos, reduzca costos de producción y

disminuya la contaminación en suelos, así como en mantos freáticos por el uso de

fertilizantes químicos.

Las micorrizas se suman a las acciones sustentables que se emplean en el sector

productor de alimentos para fortalecerlo, consolidarlo y avanzar hacia la autosuficiencia

alimentaria.
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, (28 de agosto de 2020).

Página 2.
Crecimiento de microrrizas:
Juega un papel muy importante. En apariencia, las raíces segregan

azúcares,aminoácidos y otras sustancias orgánicas utilizadas por los hongos.


En contrapartida, parece ser que éstos convierten los minerales del suelo y materiales

en descomposición en formas asimilables para las raíces. Las investigaciones apuntan a

que los hongos facilitan asimismo la captación de agua. También se cree que las

micorrizas son puentes por los que fosfatos y glúcidos pasan de una planta a otra.
Senasa: Biol 1382 Res 558-2014

Descubrimiento de la micorriza:

En 1831 Vittadini publicó sus observaciones sobre la manera en que diferentes

especies de trufas (hon-gos comestibles de gran importancia económicaen Europa, que

pertenecen a los géneros Elaphomyces y Tuber; reino Fungi, clase Ascomycetes), se

asociabancon las raíces de algunas especies de encinos (Quercus sp.) y otras plantas

vasculares. En 1840 Hartig ilustróclaramente lo que hoy conocemos como una ectomi-

corriza, y en 1841 Tulasne y Tulasne describieron cómolas hifas (filamentos tubulares

que son la base estruc-tural de los hongos) del hongo Elaphomyces


se asociana las pequeñas raíces secundarias de ciertos árboles, en-volviéndolas

completamente. Sin embargo, todas estas observaciones fueron interpretadas como

una formade parasitismo, pues aún no se tenía idea alguna delproceso ni su función.
En 1842 Vittadini citó nueva-mente esta asociación, pero ahora mencionó que

estaspequeñas raíces eran nutridas por las hifas del hongo Elaphomyces.

Posteriormente se presentaron algunosreportes más detallados como los de Hartig

(1851),Boudier (1876), Reess (1880) y Gibelli (1882) (cita-dos por García y López,

2002), que confirman que des-de esa época se realizaron las primeras observaciones

demicorrizas y, aunque aún no se acuñaba el término, yaempezaba a formarse cierta

idea del sentido de estaasociación.A principios de la década de 1880, al

distinguidopatólogo forestal alemán A. B. Frank se le encomendóla difícil tarea de

realizar un estudio que lo llevara aencontrar la manera de incrementar la producción de


trufas en los bosques de Prusia (hoy en Alemania).Desafortunadamente para quienes

gustan de las trufas,el profesor Frank no tuvo éxito en la misión, aunquepor otro lado

realizó una importante aportación al des-cribir correctamente por primera vez la

estructuraesencial y el funcionamiento de la interesante relaciónentre “una especie de

hongo y la raíz de un árbol”,la cual denominó mykorhiza, que en griego significa“hongo-

raíz”. Cabe destacar que el hongo asociado noes patógeno; es decir, no causa daño a

la raíz.

Página 3.
Es importante reconocer que la micorriza no es só-lo el hongo, como generalmente se

cree, y muchomenos es algo estático; es más bien un proceso intere-sante en el cual

se conforma una estructura que per-mite el mutuo intercambio de agua y nutrimentos

me-diante la interacción de ciertas partes especializadas deal menos dos individuos

(planta y hongo). Al igual quemuchas otras interacciones entre especies, es

resultadode una larga historia evolutiva. Por otro lado, duranteeste proceso se pueden

presentar toda una gama deniveles de “beneficio” para cada una de las

partes,dependiendo de las condiciones en que se establezcala interacción.


Podemos considerar entonces que bajociertas condiciones (ambientales, fisiológicas o

gené-ticas) ambas partes se “benefician” (+ / +). Pero si lascondiciones son diferentes,

puede ser “beneficiada”sólo una de las partes involucradas (+ / –), por lo quepara el

hongo o la planta en algún momento la in-teracción puede representar más un “costo”


que un “beneficio”, lo que puede provocar la pérdida de la interacción.Considerando

todo lo antes mencionado, podemosproponer la siguiente definición general para mico-

rriza:“proceso ecológico –resultado de una historiaevolutiva–caracterizado por una

interacción en la quelas hifas de al menos una especie de hongo y las raíces

secundarias de una o más plantas conforman una es-tructura a través de la cual se

realiza un intercambiode agua, nutrimentos y reguladores del crecimiento”.De manera

general, durante este proceso las hifas delhongo actúan como una extensión de la raíz,

aumen-tando su superficie de exploración en el sustrato, lo que concede a la planta

mayor oportunidad de absorber agua y minerales esenciales. Por otro lado, la plan-ta

proporciona al hongo carbohidratos (nutrimentos), resultado de su actividad

fotosintética, y un ambiente estable para las hifas.


Se ha propuesto que este mecanismo de asociaciónapareció en nuestro planeta hace

aproximadamente 400 millones de años (en el periodo Silúrico), coincidiendo con la

aparición de las primeras plantas terrestres (musgos, helechos, equisetos, licopodios),

por loque también se ha sugerido que la micorriza pudo serun factor importante en la

invasión de la Tierra porlas plantas, al favorecer la supervivencia de aquellasque

presentaban la interacción.Aunque es difícil probar esta hipótesis, reciente-mente se

encontraron fósiles de esporas de hongosformadores de micorriza; dichas esporas

tienen unaantigüedad estimada en 460 millones de años (perio-do Ordovícico).

También se han encontrado plantasvasculares primitivas de los géneros


Rhynia, Asteroxylon y Psilophyton de principios del Devónico (hace 300 millones de

años), con estructuras que parecen correspon-der a lo que hoy conocemos como
endomicorriza.

Por otro lado, se sugiere que los hongos basidiomicetosaparecieron en el Mesozoico

tardío; es decir, hace sólo 80 millones de años, época en la que también apare-cieron

las pináceas, uno de los grupos de plantas queforman micorriza como una asociación

casi obligadacon basidiomicetos.


Antonio Andrade-Torres, (Octubre-Diciembre 2010).

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Tipos de micorrizas:
Las plantas terrestres en su mayoría presentan micorrizas, y lo más probable es
que las restantes desciendan de plantas micorrizadas que han perdido

secundariamente esta característica. En el caso de los hongos, la mayor parte de


las 5000 especies identificadas en las micorrizas pertenece a la división
Basidiomycota, mientras que en casos más excepcionales se observan
integrantes de Ascomycota. La tercera división que se ha observado formando
micorrizas es Glomeromycota, un grupo que, de hecho, sólo se conoce en
asociación micorrizógena y cuyos integrantes mueren cuando se les priva de la
presencia de raíces.
Ing. Víctor Manuel Vacacela Quizhpe, (¿....?).

Se creen que hay 6 tipos de microrrizas que se dividen en dos grupos: las

endomicorrizas y las ecotmicorrizas. A su vez podemos tener plantas que forman

relaciones con hongos que presentan ambos grupos, conocidas como las

ectendomicorrizas.

Las ectomicorrizas se caracterizan por establecerse entre las separaciones de la célula

cortical de su hospedero mediante hifas formando unared de Hartigy un manto en el

exterior de la raíz (Andrade-Torres, 2010).


Esta relación es formada por organismos pertenecen al filo Basidiomicota o

Ascomicotes y altamente predominante en zonas templadas. No obstante, estudios

recientes han descubierto su localización en bosques tropicales (Corrales et al., 2018).


Se ha estimado que aproximadamente un 10% de las especies de plantas a nivel

mundial forman esta asociación (Smith and Reed, 2001).


Especialmente especies perteneciente a la familia de Pinaceae, Fagaceaey

Betulaceae, así como a diversas especies de Salicaceae, Tiliaceae,Rosaceae,

Leguminosae y Juglandaceae (Andrade-Torres, 2010).


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A diferencia de las ectomicorrizas, las endomicorrizas se caracterizan por penetrar las células

corticales de las plantas formando así una relación “interna”. Se ha descubierto que esta relación

esta relacionada con aproximadamente un 90% de plantas a nivel mundial (Smith and Reed,

2001), es decir se puede encontrar en una variedad de lugares y hospederos. Científicos dividen

las endomicorrizass en 3 grupos: micorrizas de orquídea, micorrizas ericoides, y micorrizas

arbusculares. Las micorrizas de orquideda como lo dice la palabra se diferencias de otros tipos de

micorrizas al estar relacionados con principalmente con orquídeas. Estos hongos pertenecientes al

filo Basidiomicota penetran las células corticales de la raíz formando una relación interna con la

planta (Andrade-Torres, 2010).


Al contrario, las micorrizas ericoides están formadas por hongos pertenecientes al filo

Ascomiceto, aunque también se han visto en miembros del filo Basidiomicota, y mayormente

forman una relación con los brezos, plantas pertenecientes a la familia Ericaceae. Las micorrizas

arbusculares se caracterizan por una relación de hongos pertenecientes al filo Glomeromicota con

una planta en la cual la celula cortical de la raíz es penetrada formando una estructura conocida

como arbúsculoslos cuales se conectan con el ambiente exterior en este caso las esporas del suelo.

Aquí es donde ocurre el intercambio de nutrientes entre la planta y el hongo.


Imagina que estas enfermo y necesitas buscar una receta en la farmacia. A pesar de que tienes la

opción de bajarte y entrar a la farmacia, decides pasar por el servicarro o la ventanilla de

autoservicio. Pones la receta en la ventanilla y en pocos minutos el farmacéutico de envía tus

medicamentos. Lo mismo ocurre en estas relaciones. El tubo gigante que conecta el interior de a

farmacia con el exterior, en este caso tu automóvil, representan las hifas que conectan el interior

de la raíz con el suelo, mientras que la ventanilla donde recibes tus medicamentos representan los

arbúsculos. Lo mismo ocurre con los diferentes tipos de micorrizas con ciertas diferencias que

las distinguen las unas de las otras.


Por ultimo, dentro de las ectoendomicorrizas se encuentran las micorrizas arbutoide y

monotropoide. Las micorrizas arbutoide forman tubos encaracolados dentro de las células

corticoide de las raíces de miembros de la familia Ericaceae, y usualmente estos organismos

pertenecen al filo Basidiomicota. Mientras que las monotropoides son similares, pero solamente

se forman en plantas de la familia Monotropacea.


ncoloncarrion, (Marzo 8, 2019).

Página 6.
Clasificación de las micorrizas:

Ectomicorrizas: Se caracterizan porque desarrollan una espesa capa de micelio

sobre la zona cortical de las raíces absorbentes de la planta las hifas del hongo no

penetran en el interior de las células de la raíz, si no que se ubican sobre y entre las

separaciones de éstas. Se pueden observar a simple vista. Este tipo de

micorrización predomina entre los árboles de zonas templadas, se producen

principalmente sobre especies forestales y leñosos, siendo especialmente

característico en hayas, robles, eucaliptus y pinos. Los hongos que la forman son

tanto Basidiomycota como Ascomycota.

Endomicorrizas: Los hongos que las producen se caracterizan por colonizar


intracelularmente el córtex radical o sea que no hay manto externo que pueda
verse a simple vista. Las hifas se introducen inicialmente entre las células de la
raíz, pero luego penetran en el interior de éstas, formando vesículas alimenticias y
arbúsculos. Por ello este grupo se las conoce también como micorrizas vesículo-
arbusculares (MVA) los cuales constituyen la simbiosis más extendida sobre el
planeta. Los hongos que la forman pertenecen a la división Glomeromycota y se
dan en todo tipo de plantas, aunque predominan en hierbas y gramíneas.
Abundan en suelos pobres como los de las praderas y estepas, la alta montaña y
las selvas tropicales. En el bosque atlántico aparecen junto a las ectomicorrizas.

Orquidoides o micorrizas de ovillo: Son micorrizas de orquídeas, los cuales


son imprescindibles para su desarrollo y vida juvenil. Una vez que la planta
crece y fotosintetiza, cuando está en la fase adulta generalmente se
independiza del hongo.

Ericoides: Son de tipo más sencillo y simple con raíces muy simples e hifas
que penetran en las células para formar ovillos.

Ectendomicorrizas: Presentan características intermedias entre las


Ectomicorrizas y las Endomicorrizas, pues presentan manto externo, como las
ectomicorrizas, pero también penetran en el interior de las células, como las
endomicorrizas y no existen vesículas ni arbúsculos. Este grupo se presenta
tanto en Basidiomycota como Ascomycota y son más abundantes en
angiospermas que en gimnospermas. Su distribución es restringida.

Arbutoides: Presenta un manto externo junto con hifas que penetran a las
células para formar rulos

Ing. Víctor Manuel Vacacela Quizhpe, (¿....?). Página 7.


Monotropoides: La forma de penetración en las células es algo diferente,
diferenciada apenas por la forma de penetración de las hifas a las células
radicales.

En cuanto a las estructuras formadas, al tipo de colonización y a la cantidad de


especies vegetales y fúngicas implicadas, se puede decir que las Micorrizas
Vesículo – Arbusculares (MVA) son las de mayor importancia y las que más
ampliamente se encuentran distribuidas (tanto a nivel geográfico como dentro del
Reino Vegetal).
Ing. Víctor Manuel Vacacela Quizhpe, (¿....?).

Aplicación de las micorrizas vesículo-asculates (MVA) en la agricultura


La labranza y todas aquellas actividades que manipulan los primeros centímetros
del suelo cultivable, producen la ruptura y disgregación del miceli o externo de las
MVA. Debido a que este micelio contribuye sustancialmente en la formación de la
estructura del suelo, su destrucción trae consecuencias indeseables para la
infiltración y demás propiedades físicas del suelo (Miller y Jastrow, 2000).

Por otra parte, la aplicación de fertilizantes químicos en dosis elevadas, además


de los problemas de contaminación que suele provocar, inhibe la actividad de las
MVA. De hecho, su aplicación prolongada (especialmente en monocultivos)
disminuye notablemente la presencia de las MVA en los sistemas agrícolas,
conllevando la pérdida de la diversidad de hongos micorrízicos presentes en el
suelo y la selección de especies de MVA menos mutualistas (Johnson, 1993;
Johnson et al., 1992).

La aplicación de fungicidas y de plaguicidas con fines fitosanitarios también tiene


efectos en las MVA, los cuales no son fácilmente predecibles debido a la
complejidad de interacciones que se establecen en la comunidad de organismos
del suelo (Sieverding, 1991).

La mayoría de las plantas de interés agronómico como el cacao, café, coco,


algodón, cebolla, ajo, yuca, papa, todos los cítricos, todas las leguminosas y gran
parte de los cereales forman MVA. Sin embargo, no todas estas especies,
dependen de la misma manera de las MVA para su crecimiento. Aquellos cultivos
con raíces gruesas y pocos pelos radicales, como por ejemplo el ajo, la cebolla,
las leguminosas y los cítricos, tienden a ser muy dependientes de las micorrizas y
la disminución en la productividad de dichos cultivos puede deberse a un manejo
inadecuado de los insumos que se aplican, los cuales pueden conducir a la muerte
o desaparición de los propágulos de MVA.

Página 8.
Por lo tanto el uso de estos microorganismos edáficos (MVA) en la agricultura
constituye una alternativa promisoria frente a los fertilizantes minerales. Desde el
punto de vista ecológico, la utilización y/o aplicación correcta de estos
microorganismos permite reducir el uso de energía, la degradación del
agroecosistema y las pérdidas de nutrientes de los suelos agrícolas. En adición,
se mantiene la capacidad productiva del sistema, se preservan la biodiversidad y
se contribuye con una producción más estable y sostenida a largo plazo en
equilibrio con el entorno (Hernández, 2000).

En este sentido, la reintroducción y el mantenimiento de las MVA asociadas a los


cultivos agrícolas luce como un objetivo deseable con el fin de mejorar su
rendimiento y productividad.

Utilización y efectividad de las micorrizas vesículo - arbusculares.


La utilización de las micorrizas como biofertilizantes no implica que se pueda dejar
de fertilizar, sino que la fertilización se hace más eficiente y puede disminuirse la
dosis a aplicar desde comúnmente 50 - 80 % y en ocasiones hasta un 100 %. Se
plantea que de las cantidades de fertilizantes aplicadas, sólo se aprovecha un 20
%, y el resto normalmente se filtra o se lixivia sin remedio; con la aplicación de las
micorrizas, puede ser recuperado por las plantas un porcentaje mucho mayor; ya
que un pelo radical, puede poner a disposición de una raicilla, los nutrientes y el
agua que se encuentra hasta 2 mm de la epidermis, las hifas del micelio
extramátrico de las MVA pueden hacerlo hasta 80 mm, lo que representa para la
misma raicilla la posibilidad de explorar un volumen de suelo hasta 40 veces
mayor (Pérez, M. E et al., 2000).

El beneficio reportado por el uso de las asociaciones micorrízicas vesículo-


arbusculares en el crecimiento de las plantas resulta espectacular, particularmente
en suelos tropicales, deficientes en fósforo (P) asimilable y en donde el potencial
de explotación de éstas es mucho mayor que en regiones de clima templado
(Fredeen et al., 1989; Sieverding, 1991).

Al estudiar la biofertilización como alternativa para la nutrición mineral del tomate


en la etapa de semillero, Medina (1994), logró los mayores incrementos en la
variante que disponía de los requerimientos de NPK más el Azotobacter
chroococcum, aunque fueron inferiores cuando se utilizó el Azospirillum brasilense
o el hongo Glomus manihotis, permitiendo la coinoculación con estos dos últimos
microorganismos la sustitución del 50 % del fertilizante requerido en la etapa de
plantación.

Las investigaciones encaminadas a determinar la efectividad de inocular cepas de


hongos MVA en las diferentes especies vegetales son muy promisorias para el

Página 9.

desarrollo de una agricultura moderna , la cual necesita métodos que conduzcan a


obtener producciones mayores o al menos sostenibles teniendo en cuenta todos
los componentes del agroecosistema. Numerosos son los estudios que a lo largo
de los años, han utilizado los diferentes géneros de Glomales, destacándose el
género Glomus por su eficiencia micorrizógena, su plasticidad ecológica y la
tolerancia a las prácticas agrícolas, aún bajo condiciones adversas .

Asociaciones de los hongos MVA con plantas utilizadas en la alimentación del ganado.

En el ámbito mundial, se reportan múltiples experiencias acerca de los beneficios de las

micorrizas arbusculares en especies frutales, donde frecuentemente se compara el crecimiento de

las plantas micorrízicas con las no micorrízicas; estas diferencias son atribuibles a una mayor

absorción de nutrientes, una producción de hormonas más alta y mayores contenidos de clorofila

(Herrera, 1994).

Estas diferencias se han observado en especies tropicales como Mora excelsa, Prioria copaifera

en el Caribe (Trinidad y Tobago, y Panamá) y en múltiples árboles tropicales de la familia

Fabaceae (Abbot y Robson, 1985).


Otros autores reportan beneficios en especies como la chirimoya (Azcón et al., 1991),

Tamarindus indica, Parkia biglobosa, Sclerocarria birrea, Balanites aegipticae, Adansonia

digitata, Codyla pinnatta, Saba senegalensis, Landolfia heudelotti, Dialium guineensis,

Anacardium occidentale, Afsellia africana y Aphala


seneganensis (Crush, 1974).

Las leguminosas también presentan asociaciones tripartitas con el Rhizobium y las micorrizas

arbusculares, que mejoran el desarrollo de los nódulos y la fijación de nitrógeno, e incrementan el

rendimiento de los cultivos y la eficiencia en el uso de los fertilizantes (Crush, 1974; Powell,

1976; Daft, 1978; Kawall y 5Yamamoto, 1986; Ferrero y Alarcón, 2001).


También al incrementarse la absorción de fósforo por la micorriza se mejora el desarrollo radical

y el crecimiento de la planta, y se acelera la maduración de las cosechas.


Un sistema de inoculación que incluye una mezcla de hongos MVA con rizobios que se adhieren

a las semillas, como las de trébol, alfalfa y otras leguminosas forrajeras, aumenta la tasa de

germinación en el campo, donde una gran proporción de semilla se pierde debido a su pequeño

tamaño (Hernández yHernández, 1996).


En Colombia, la aclimatación, la adaptación y la multiplicación de los cultivos en diversas

condiciones agroecológicas, son las mayores limitantes para la producción sostenible y eficiente.

Andrade-Torres, A. 2010.
Página 10.
Los microorganismos han tenido un gran potencial para contribuir a la solución de múltiples

problemas de la agricultura; dentro de ellos, los biofertilizantes basados en micorrizas

arbusculares son una alternativa para reducir las pérdidas en los procesos de multiplicación de

especies de plantas, y mejorar la aclimatación y la nutrición de los cultivos de importancia actual.


Estas tecnologías tienen aplicación en un gran número de especies, incorporadas a la


producción de semilla de buena calidad, tanto a nivel de vivero como en el manejo de los

materiales micropropagados en el área de la biotecnología vegetal (Azcón et al., 1991).


También en los Estados Unidos se han estudiado varias especies de leguminosas (Lupinus,

Astragalus, Trifolium) que presentan micorrizas vesículo arbusculares con hifas aseptadas, es

decir, sin divisiones o tabiques que separan las células; o micorrizas formadas por hifas septadas

que a menudo forman esclerocios intracelulares (Abbot y Robson, 1985).


En Cuba, el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA) ha llevado a cabo varias

investigaciones en diferentes cultivos de importancia económica como: soya, frijol, guisantes,

maíz, arroz, sorgo, girasol, trigo, algodón, plátano, raíces y tubérculos, hortalizas, posturas de

cafeto, frutales y pastos.


Se ha probado que se obtienen incrementos en los rendimientos entre 15 y 50%, mejor

comportamiento frente a la sequía, mayor aprovechamiento de los nutrientes y disminución de

los fertilizantes, tanto en condiciones de la agricultura familiar en pequeñas extensiones y con

siembra manual, como en la agricultura intensiva, en grandes extensiones y con siembra

mecanizada, lo cual amplía sensiblemente el espectro de acción práctica de la simbiosis


(http://www.inca.edu.cu/productos/pdf/ecomic.pdf, 2008).

En estudios realizados por Ávila et al. (2003) en la Estación Experimental de Pastos y Forrajes

de Sancti Spiritus, se determinó el efecto de las cepas de Bradyrhizobium y micorrizas vesículo

arbusculares en la producción de semillas de kudzú (Pueraria phaseoloides).


En el ensayo se emplearon cinco tratamientos, que consistían en un testigo absoluto,

Bradyrhizobium, micorrizas vesículo arbusculares, Bradyrhizobium más micorrizas vesículo

arbusculares y un control con nitrógeno (25 kg/ha).


Los resultados mostraron un efecto positivo en la producción de semillas cuando las plantas

fueron inoculadas con Bradyrhizobium más micorrizas vesículo-arbusculares (633 y 682 kg/ha

para el primer y segundo año, respectivamente), la cual difirió significativamente del testigo.

La dependencia a estos microorganismos fue notable, ya que siempre


superaron al tratamiento control. La semilla presentó buena calidad y el porcentaje de

germinación fue superior (84%) cuando se coinoculó.

Andrade-Torres, A. 2010.
Página 11.
Tovar (2000), en la sabana de Bogotá, estudió el efecto de la inoculación con Rhizobium

(Sinorhizobium) meliloti GR-4 y el hongo Archaeospora leptoticha, en la fijación simbiótica de

nitrógeno, la absorción de fósforo y el porcentaje de micorrización en alfalfa (Medicago sativa L.

var. Florida 77) en un suelo andept de la serie Bermeo.


La inoculación dual (rizobio-hongo MA) demostró la eficacia de la fertilización biológica,


al incrementar significativamente el efecto del encalado y la fertilización química; el rendimiento

aumentó en 26% y se mejoró el contenido de nitrógeno (32%) y fósforo (28%) en el follaje.


Estos resultados destacan el estímulo de los dos microsimbiontes en el aprovechamiento de la

fertilización química.

La inoculación dual también estimuló la fijación biológica de nitrógeno, al aumentar el

rendimiento (25%) y el contenido de nitrógeno del follaje (22%).


También superó el efecto de la inoculación fúngica, ya que aumentó el rendimiento en 31% y la

cantidad de fósforo absorbido en 34%, lo que demuestra los beneficios de la


simbiosis tripartita alfalfa-rizobio-hongo micorrízico arbuscular.

Howeler et al. (1987), también en Colombia, condujeron experimentos en campo y en

invernadero para evaluar el efecto de las MVA en el crecimiento de varios pastos tropicales; para

ello se empleó un gran número de especies de MVA y se determinó la efectividad en el

incremento de fósforo en los suelos ácidos y con bajos contenidos de P. La efectividad de las

especies de MVA fue altamente variable y dependió del pH y de las aplicaciones de fertilizantes,

así como también de la temperatura del suelo y su humedad.


Glomus manihotis y Entrophospora colombiana fueron las especies más efectivas para los pastos,

en suelos con bajo pH y altos contenidos de N, P y K. A bajos niveles de P, las especies de pastos

dependieron mucho de las micorrizas, pero en los suelos con altos contenidos de P la inoculación

con MVA en varios pastos leguminosos y pasturas, en combinación con aplicaciones de

fosforita, incrementó el crecimiento y el establecimiento temprano.


Por otra parte, en Costa Rica se ha observado que uno de los factores fundamentales para la

restauración de los bosques tropicales a partir de pastizales se debe, por lo general, a la ausencia

o presencia de micorrizas en áreas del bosque; en este sentido, Morales (2008) señala que si en el

bosque existe algún árbol que contenga en sus raíces las micorrizas necesarias, el área será

restaurada más rápidamente de forma natural.


En otras investigaciones, Marschner (1995) reporta que el principal efecto beneficioso de la

micorrización en el crecimiento de la planta hospedera, se debe al incremento en el área

superficial subterránea combinada (raíces y micorrizas) para la adquisición de nutrientes.


Página 12
Andrade-Torres, A. 2010.
El efecto beneficioso de las micorrizas es, por lo tanto, de especial importancia para aquellas

plantas que tienen un sistema radical grueso y pobremente ramificado, y simultáneamente

carecen de mecanismos específicos de respuesta radical, como por ejemplo,


las plantas enraizadas en grupos.

Los efectos benéficos de las micorrizas en el crecimiento de la planta hospedera son comúnmente

estimados como dependencia micorrícica, pero en la mayoría de los casos el término respuesta a

la micorrización puede ser más apropiado.


Se plantea que en los pastos con área superficial grande no existe respuesta a la micorrización,

aun a niveles extremadamente bajos de fósforo en el suelo. En contraste, en las leguminosas con

raíces y pelos radicales cortos dicha respuesta es alta.


En investigaciones efectuadas por Ferrero y Alarcón (2001) se halló una relación inversa entre

la longitud del pelo radical y la dependencia a la micorrización, en cinco especies de pastos.


En varias leguminosas esta relación inversa es también indicada en el número de nódulos.


Por otra parte, Marschner (1995) señala que al parecer hay una diferencia típica en la respuesta a

MVA entre los pastos C 3 y C4 . Los pastos C 3 de estación fría tienen sistemas radicales

altamente fibrosos, mientras que los pastos C 4 de estación cálida tienen sistemas radicales más

gruesos.

En los pastos C4 hay un fuerte crecimiento radical, la respuesta es positiva a cualquier

fertilización fosforada o a la inoculación con MVA.


Sin embargo, en estos pastos también existen grandes diferencias entre especies con respecto a la

respuesta a las MVA.


Estos resultados corroboran los obtenidos por Schweiger et al. (1995), quienes también
informaron el efecto positivo de las micorrizas según las especies de pastos.

A través de todos los aspectos analizados, se pudo constatar que la acción del hongo se dirige a

las partes radiculares, donde fomenta un crecimiento y desarrollo más ágil.


Esto permite al cultivo fertilizado con MVA extender sus raíces hacia mayores áreas del terreno

y captar más humedad y nutrientes.


A cambio de ese servicio, la planta ofrece al hongo una parte de los carbohidratos que ella

elabora.

En cuanto a los efectos fisiológicos, se aprecian resultados positivos en el ciclo de crecimiento y

desarrollo de los cultivos. Esto se manifiesta en una calidad biológica superior, en cuanto a

Andrade-Torres, A. 2010.
Página 13.
mayor altura, vigor y área foliar de las plantas. También se incrementan los rendimientos (entre

15 y 50%).

Otra ventaja está en la acción que ejerce sobre las raíces, protegiéndolas contra ciertos hongos

patógenos.

Con relación al efecto económico, el biofertilizante permite ahorrar hasta un 50% del volumen de

los productos químicos necesarios en cada cultivo.


Esto favorece la reducción de los insumos y los costos, e influye en el ejercicio de una

agricultura sostenible y ecológicamente más sana.


En sentido general, se puede aseverar que el uso de las micorrizas origina incrementos en el

crecimiento y en la producción agrícola, además de enriquecer la microbiota y la fauna del suelo

y evitar su degradación.
Andrade-Torres, A. 2010.

Efectos de la asociación Micorrizal:

La amplia red de hifas extraradicales desarrolladas por los HMA se extienden desde la superficie

de la raíz, esto aumenta considerablemente la superficie de absorción de la planta de 100 a 1000

veces, y por tanto su capacidad de absorción.


A medida que las hifas crecen captan y transfieren nutrientes de baja difusión, principalmente P,
Cu, Zn, entre otros, desde la solución del suelo hasta la planta huésped.
Ingeniero Agrónomo, M.Sc., Ph.D. Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia,

(Febrero, 2012).

Inoculación:

Hace referencia al proceso de aplicar un sustrato que contenga estructuras infectivas (esporas,

hifas, raíces infectadas) alrededor del sistema radical de la planta, con el fin de lograr la

colonización de las raíces.


La inoculación micorrizal se facilita en aquellos cultivos que tienen una fase de semillero, vivero

o almacigo.

Además de su papel en la nutrición vegetal, la asociación micorrizal contribuye

significativamente al mejoramiento de la estructura del suelo, incrementa la resistencia de la


planta al estrés hídrico, al ataque de enfermedades y favorece interacciones con otros

microorganismos benéficos.

Página 14.
La inoculación micorrizal ha mejorado el crecimiento de plántulas de diversas especies vegetales

como: aguacate, café, pastos, especies de interés forestal, entre otras.


La calidad del inóculo es determinante para evaluar su efectividad sobre las plántulas; en general,

se considera una inóculo adecuado cuando este contiene al menos 30 propagulos infectivos por g

de suelo.

Comercialmente se exige que hayan 50 propagulos micorrizales infectivos por g


de suelo. El inóculo micorrizal debe estar y mantenerse seco, esto le permite mantener su

viabilidad por varios meses y aún años.


Los mejores resultados con la inoculación micorrizal se obtienen cuando en la solución del suelo

hay una concentración de P de 0.02 mg/L.


Concentraciones muy bajas (0.001-0.005 mg/L) no permiten que haya respuesta a


la inoculación micorrizal, mientras que concentraciones muy altas (~0.2 mg/L) inhiben la

efectividad del hongo y en algunos casos generan efectos negativos del hongo sobre la plantas.

En el caso de las plántulas de pinos (Pinus patula, P. tecunumanii y P. oocarpa), la respuesta a la

inoculación con hongos ectomicorrizales es bastante relevante. Estas


especies de interés forestal necesitan de la presencia de hongos en sus raíces para crecer

satisfactoriamente.

Si la inoculación con los hongos ectomicorrizales (p.e. Amanita muscaria) se puede asegurar un

adecuado crecimiento de la plántula en el vivero y garantizar un buen establecimiento


y desarrollo en el campo.

Cuando las plántulas se trasplantan al campo sin el hongo micorrizal, su crecimiento y desarrollo

es muy lento, hay más vulnerabilidad al ataque de fitopatógenos y, con frecuencia, las plántulas

mueren, lo cual representa una pérdida económica muy alta.


Página 15.
Otra especie de interés forestal es el pino romerón (Nageia rospigliosii), el cual responde muy

bien a la inoculación con hongos endomicorrizales tanto en el crecimiento de la plántula como en

la absorción de P.

Los mejores resultados se observan cuando crece en una sombra moderada y a una

concentración de P moderada en la solución del suelo (0.02 mg/L).


Los efectos de la inoculación micorrizal también se han detectados en pasturas. En varias

gramíneas y leguminosas forrajeras del trópico también se ha detectado la dependencia por la

asociación micorrizal, particularmente en pasto brachiaria.


Ingeniero Agrónomo, M.Sc., Ph.D. Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia,

(Febrero, 2012).

Antes de inocular un suelo es

¿Cuándo inocular con HMA? necesario conocer el


Se recomienda la aplicación de inóculo micorrizal
grado de dependencia

cuando: micorrizal de la especie vegetal



que se requiere cultivar.
—

Las plantas requieren altas cantidades de P. ¿Qué es HMA?


—
Endomicorrizas o

La concentración de P disponible es baja. micorrizas arbusculares:


se constituyen en la

— La población de HMA nativa del suelo es


interacción entre las

escasa, poco agresiva e ineficaz. Como ocurre en


raíces de la mayoría de

suelos erosionados, degradados o contaminados. las especies vegetales


incluyendo muchas

—
especies de plantas de

Se ha realizado un manejo intensivo de


interés agropecuario y

fungicidas. hongos Glomeromycetes,



denominados hongos

—
micorrizo-arbusculares.
La especie vegetal depende de la asociación

micorrizal.

Algunas especies tienen una alta dependencia

micorrizal, mientras que otras tienen baja

dependencia y algunas son independientes de

esta asociación.

Ingeniero Agrónomo, M.Sc., Ph.D. Profesor Asociado de la Universidad Nacional de

Colombia, (Febrero, 2012). Manejo Integral del Suelo y Nutrición Vegetal, Vol. 1 No. 2

Página 16.
Conclusion:

Representan una de las relaciones simbiontes mutualistas más importantes. La

importancia de estas relaciones radica en el hecho de que las plantas hospedadoras

pueden llegar a colonizar ambientes que son relativamente infértiles. Esto les hace

aumentar su área de distribución y abundancia en los ecosistemas.


Además, se sabe que la colonización del ambiente terrestre por parte de las plantas por

tuvo lugar gracias a su relación con ciertos tipos de hongos. Todo esto se puede saber

gracias al estudio de los fósiles vegetales que revelan asociaciones de micorrizas

frecuentes entre los ancestros de las plantas y hongos que conocemos hoy día.

Página 17.
Fuente bibliográfica:

Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural | 28 de agosto de 2020.

https://www.gob.mx/agricultura/articulos/micorriza-una-alternativa-sustentable-de-

produccion (Página 2.)


ncoloncarrion, (Marzo 8, 2019). Tipos de micorrizas, Wixsite.

https://ncoloncarrion.wixsite.com/micorrizasblog/post/typos-de-micorrizas
(página 5 y 6)

Andrade-Torres, A. 2010. Micorrizas: antigua interacción entre plantas y hongos.

Ciencia. 61 (4): 84-90. ISSN: 1405-6550. (Página 3, 4, 10, 11, 12, 13 y 14)

Ingeniero Agrónomo, M.Sc., Ph.D. Profesor Asociado de la Universidad Nacional

de Colombia, (Febrero, 2012). Manejo Integral del Suelo y Nutrición Vegetal, Vol.

1 No. 2 (Página 7, 8 , 9, 15 y 16)

Página 18.

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