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TESIS 1.

EL ACCESO AL HECHO RELIGIOSO

A modo de introducción

La experiencia que el hombre tiene de la realidad del mundo y, sobre todo, aquella que realiza de sí mismo, tanto en su
dimensión individual (“yo”) como comunitaria (“yo”-“tú”), respecto de su ser y de su vivir, le remiten a una Ultimidad fundante,
constituyente y posiblitante del propio “yo”, del “tú” y del “mundo”, en la que éstos encuentran su explicación última. La realidad del
“cosmos” y, de manera peculiar, la del hombre, en cuanto creado “a imagen y semejanza de Dios”, poseen un esencial carácter
metafórico, simbólico o “sacramental” en relación a Dios, pudiéndose hablar de una teofanía “cosmológica” y “antropológica”. Por
eso al hombre le es posible, con la luz de su razón, a partir de la estructura epifánica de la realidad creada (fenómeno-noúmeno), un
acceso fenomenológico al Dios invisible, Dios del ser y de la vida, en el que Éste se le muestra como totalmente inmanente y, a la vez,
como totalmente trascendente, por tanto, como Misterio (Dios escondido y latente); en el que el hombre toma conciencia de su
religación a Dios y, por tanto, de él mismo como ser religioso, cuya posibilidad de salvación radica en Dios; en el que la realidad
creada, tanto en su carácter profano (consistencia en sí, autonomía relativa) como en su carácter sagrado (por su relación con lo
divino), se le muestra al hombre en una relación de semejanza en mayor desemejanza respecto a Dios (no en continuidad ontológica
ni en oposición dialéctica); y en el que el hombre descubre, por analogía, propiedades de la divinidad (omnipotencia, absolutez,
eternidad, inconmensurabilidad, etc.).

1. El acceso fenomenológico a la realidad finita en su carácter “sacramental”, al Dios del ser y de la


vida, y al hombre como sujeto constitutivamente religado a Dios.

- El hombre, al abrirse al mundo que lo rodea, descubre que es un ser independiente (ser-en-sí), pero que
no puede darse el ser (ser-por-otro).
- Experimenta la contingencia de su existencia y de la existencia del mundo.
- Pero, además, el hombre se experimenta co-siendo con otros y con el mundo. Por tanto su ser no se
agota en sí mismo.
- Así, el hombre se sabe a sí mismo como religado a un fundamento infundamentado. El hombre es un ser
religado.
- La experiencia de Dios es así experiencia mediada por el ser. Dios está de algún modo abierto al sujeto
cognoscente desde el fenómeno (= el ser tal y como se le aparece al sujeto).
- Pero, además de referir a Dios, ¿puede la realidad manifestar algo de Él?

2. A través de la realidad creada, el hombre descubre por analogía propiedades de la divinidad.

- No se puede predicar el ser de igual forma de Dios que del hombre: Dios es como ser necesario (esencia
= existencia) y el hombre es como ser contingente (esencia ≠ existencia).
- Esto es analogía de proporcionalidad y atribución. Dios es el “analogatum princeps” del cual se predica
propiamente el ser.
- Hay que diferenciar entre:
 Analogía cosmológica: Puntos de referencia: Dios y el mundo. A través de las cosas se llega a Dios.
Es un conocimiento no evidente, capta indirectamente (cf. Rm 1, 19-24).
 Analogía antropológica: Es superior a la anterior. El hombre se abre a la realidad a través de los
otros, descubre un “tú”. Tanto el “yo” como los “tús” han recibido el ser gratuitamente.
+ A. Ética (libertatis): La dinámica de la libertad humana nos desvela una Libertad fundante y
posibilitante.
+ A. Noética (cognitionis): La relación interpersonal nos desvela una Verdad hacia la que tiende la
inteligencia en todo acto de conocimiento.
- Obtenemos así tres notas de Dios: personalidad, libertad y verdad.

3. El hombre como ser religioso cuya salvación radica en Dios.

- Al interrogarse por el sentido, el hombre descubre que el “yo” y el “nosotros” son realidades
paradójicas: están tensionados a la infinitud pero experimenta la propia finitud.
- El hombre ansía la autorrealización plena, pero no se la puede dar.
- Este deseo de plenitud, de salvación, es lo que se llama deseo natural de Dios.
- Para santo Tomás, es imposible que no exista aquello que todo hombre desea de forma natural. Si no, el
hombre sería deseo inútil.

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