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TEOLOGÍA I

2. Semana:
Presuposiciones básicas de la teología: 1) Dios existe, 2) Dios se
revela y 3) El hombre puede conocer de Dios.

2.1. Dios existe

La existencia de un Dios personal y moral ha sido el fundamento


de esta pregunta, pues de no existir un Dios moral, no hay un ser
moral contra quien pecar. Tenemos entonces que reformular la
pregunta, no basta con preguntarnos si Dios existe, la pregunta
correcta sería: « ¿Existe Dios?» y si existe « ¿Cuál es ese Dios?». Es
decir: una vez que aceptamos la existencia de Dios, surge un
problema a considerar ¿Cómo es ese Dios? ¿Cuál es su esencia y
atributos?
Tradicionalmente se usan cuatros argumentos básicos para
probar la existencia de Dios: cosmológico (cosmo: creación),
ontológico (ontos: ser), axiológico (axios: juicio) y teológico (telos:
propósito); vocablos técnicos que definimos así: argumento a partir
de la creación, a partir del ser, a partir de la ley moral y a partir del
diseño o propósito1.

2.1.1. Argumento Cosmológico


Este problema ha mantenido ocupados a muchos filósofos desde
la antigüedad. Aristóteles, por ejemplo, define a Dios como la
"suprema causa" y el "motor fundamental del Universo". Para
Aristóteles Dios es un ser necesario, que existe por sí mismo, causa
primera del movimiento y del mundo, eterno, inmaterial, superior a
todo lo sensible, inextenso, indivisible, inmutable, dotado de poder
infinito, inteligencia perfecta y acto puro, sin mezcla alguna de
potencialidad ni de composición.
“Un ser que mueve sin ser movido, ser eterno, esencia pura y
actualidad pura, lo simple es una propiedad del mismo ser; el ser
inmóvil mueve con objeto del amor, y lo que él mueve imprime el
movimiento a todo lo demás. Pero desde el momento que hay un ser
que mueve permaneciendo el inmóvil, aun cuando exista en acto,
este ser no es susceptible de ningún cambio; el ser que imprime este
movimiento es el motor inmóvil. El motor inmóvil es, pues, un ser
necesario, y en tanto que necesario, es el bien. Solo por poco
tiempo podemos gozar la felicidad perfecta, Él la posee eternamente.

1
Norman Geisler, Apologética, (Colombia, Editorial Unilit, 1995), pp 17-30.

2.1
La vida reside en él, porque la acción de la inteligencia es una vida,
y Dios es la actualidad misma de la inteligencia perfecta y eterna. Es
evidente, conforme a lo que acabamos de decir, que hay una esencia
eterna inmóvil y distinta de los objetos sensibles. Queda demostrado
igualmente que esta esencia no puede tener extensión, que no tiene
partes y que es indivisible. Ella mueve, en efecto durante un tiempo
infinito. Y nada que sea finito puede tener una potencia infinita”2.

La idea básica de este argumento es que así como hay un


universo en continuo movimiento de causas y efectos, este debió se
causado por algo más allá de él mismo. Basándose en la ley de la
causalidad, la cual dice: “que todo objeto finito es causado por otro
diferente a él”.
Este argumento asume dos formas distintas. La primera indica
que el universo necesita una causa primera, la segunda, que necesita
otra causa actual para continuar existiendo.
Formulando:
1. Lo causado tiene comienzo, y todo comienzo es causado.
2. El universo tuvo comienzo.
3. Por lo tanto el universo es causado.
4. Todo movimiento es finito. (principio de la no existencia del
móvil perpetuo, segunda ley de la termodinámica).
5. El universo está en movimiento.
6. Por lo tanto el universo tendrá un final.
En Apocalipsis 1:8 el Señor se revela afirmando: “Yo soy el Alfa y la
Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de
venir, el Todopoderoso”.

2.1.2. Argumento ontológico


Como primera cuestión debemos resolver: la existencia
necesaria significa que algo existe y no puede no existir. Cuando
decimos esto de Dios, significa que para Él es imposible no existir.
Esta es la clase más perfecta de existencia porque no puede dejar de
ser.
Este argumento logra demostrar que nuestra idea de Dios debe
incluir la existencia necesaria, pero no comprueba que Dios exista de

2
Aristóteles. Obras selectas: la metafísica, (Madrid: Editorial, Edimat libros, s. a. 2001), pp.
263, 264

2.2
modo real. Demuestra que debemos pensar en Dios como existente
necesariamente; pero no prueba que exista necesariamente.
Formulando:
1. La creación tuvo comienzo.
2. Lo que tiene comienzo debe ser causado.
3. Si la cusa es Dios, lo concebimos como un Ser necesario.
4. Por definición, un ser necesario debe existir sin poder no
existir.
5. Por lo tanto, Dios existe, sin poder no existir.
Cuando Dios le reveló su nombre a Moisés, dijo: «YO SOY EL
QUE SOY», dejando muy en claro que la existencia (el ser) es su
principal atributo (Ex. 3:14).

2.1.3. Argumento axiológico


Debemos plantearnos argumentos basado en el orden moral al
igual que en el orden físico de la creación. Estos postulan que la
causa del universo debe ser moral, además de inteligente.
Formulando:
1. Todos los hombres son consientes de una ley moral objetiva.
2. Las leyes morales suponen un Legislador de ellas.
3. Por lo tanto, debe haber un supremo Legislador moral de la
ley.
Pueden plantearse argumentos similares basados en el orden
moral del universo, más que su orden físico. Pero este argumento
sigue también el principio de la causalidad en un sentido, siendo
estas leyes morales diferentes a las naturales. «Las leyes morales no
describen lo que es, prescriben lo que debe ser». No son
sencillamente una descripción de la manera en que se compartan los
hombres, ni se conocen observando lo que ellos hacen. Las leyes
morales nos dicen, en cambio, lo que los hombres deben hacer,
“hágalo o no”. Así que: todo deber moral procede de más allá del
universo natural. Es decir: trasciende el orden natural, por lo que
requiere una causa trascendente. Es necesario (argumento
ontológico) un supremo Legislador de la ley moral.
En Deuteronomio 4:8 el Señor declara: “Y ¿qué nación grande hay
que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo
pongo hoy delante de vosotros?”.

2.1.4. Argumento Teológico

2.3
Por ser éste nuestro objeto de estudio (propósito: el plan divino
de Dios), lo desarrollaremos en el transcurso del mismo.

2.2. Dios se revela

“¿A quién concederé crédito tocante a las cosas de Dios que a


Dios mismo?”, exclamaba Ambrosio de Milán.
El conocimiento de Dios es posible porque «Dios ha hablado»,
(Hebreos 1:1ss.). Y ha obrado en la historia de los hombres.
La revelación es posible porque el hombre ha sido creado de tal
manera (a su imagen y semejanza) que puede conocer
verdaderamente, aunque no completamente de Dios.
Strong3 afirma que la posibilidad de la revelación se apoya en
una triple base:
1. En la existencia de Dios quien tiene relaciones con el
universo.
2. En la capacidad de la mente humana para conocer de Dios y
ciertas de estas relaciones.
3. En la provisión que Dios mismo ha hecho para establecer
contacto con el hombre, es decir, su auto-revelación.
Cualquier ciencia es posible añade Strong cuando se dan
estas tres condiciones, es decir: la existencia del objeto con el que
trata la ciencia; la capacidad del intelecto humano para conocer el
objeto y la provisión de medios definidos y aptos por medio de los
cuales el objeto entra en contacto con la mente.
«Dios y revelación escribió el Prof. James Orr son ideas
correlativas.» Es imposible concebir a Dios creando al hombre con
capacidad para conocerle y luego no se le revele. De ahí el absurdo
del Deísmo, la peregrina idea de los «ilustrados» del siglo XVIII que
concibieron a Dios como un relojero que luego de haber fabricado su
máquina la pone en movimiento y no se acuerda más de ella.
Recordemos a Isaías 40:3: “Y se manifestará la gloria de Jehová, y
toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha
hablado”.

2.3. El hombre puede conocer de Dios

3
A Hopkins Strong, Systematic Theology, (Londres, Pickering & Inglis, Ltd., 1958).

2.4
Hemos de recordar, no obstante, que el hecho de que el hombre
no sea capaz de un conocimiento de Dios, a menos que la Divinidad
misma se le haga manifiesta mediante una “revelación especial”, no
significa que sea totalmente incapaz de alcanzar lo que Calvino llamó
“un cierto sentimiento de la divinidad” el cual se nos impone al
contemplar y considerar las maravillas de la creación y a la que
denominamos “revelación General”.
Podemos entones definir que hay dos tipos de revelación: La
revelación general y la especial. (Romanos 1:18-23).
Desde la perspectiva de su contenido, la revelación divina es
tanto indicativa como imperativa, y en ambos sentidos normativa. Las
revelaciones de Dios se hacen siempre en el contexto de una
demanda de confianza en lo que se revela, y de obediencia a lo que
ella determina; vale decir una respuesta que el contenido de esa
revelación determina y rige totalmente. En otras palabras, la
revelación llega al hombre, no como información sin obligación, sino
como regla obligatoria de fe y conducta. La vida del hombre debe
gobernarse, no por antojos y fantasías personales, ni tratando de
adivinar cosas divinas no reveladas (Dt. 29:29), .sino por una
reverente aceptación de lo que Dios le haya dado a conocer, lo cual
debe llevar a un cumplimiento cabal de todos los imperativos que
evidencie contener la revelación.
Deuteronomio 29:29: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová
nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros
hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta
ley”.

Dios informa al hombre acerca de sí mismo: quién es, lo que ha


hecho, está haciendo, y va a hacer, y lo que quiere que haga el
hombre. Así, tomó a Noé, Abraham, y Moisés y les brindó confianza,
contándoles lo que había pensado hacer, y cuál iba a ser el lugar de
ellos en lo que había planeado (Gn. 6:13–21; 12:1ss; 15:13–21;
17:15–21; 18:17ss; Ex. 3:7–22). Además, dio a conocer a Israel las
leyes y promesas de su pacto (Ex. 20–33, etc.; Dt. 4:13s; 28, etc.;
Sal. 78:5ss; 147:19). Reveló sus intenciones a los profetas (Am. 3:7).
Cristo habló a sus discípulos acerca de “todas las cosas que oí de mi
Padre” (Jn. 15:15), y les prometió el Espíritu Santo para que
completara la obra de instruirlos (Jn. 16:12ss). Dios reveló a Pablo el
“misterio” de su propósito eterno en Cristo (Ef. 1:9ss; 3:3–11). Cristo
le reveló a Juan “las cosas que deben suceder pronto” (Ap. 1:1).
Desde este punto de vista, como revelación precisa emanada de Dios
mismo, relativa a sus propósitos y su obra salvífica, Pablo llama al
evangelio “la verdad”, en contraste con el error y la falsedad (2 Ts.

2.5
2:11–13; 2 Ti. 2:18; etc.). De allí el uso de la frase “verdad revelada”
en la teología cristiana para denotar lo que Dios ha dado a conocer a
los hombres acerca de sí mismo.
Esto nos lleva a concluir que el propósito de Dios, aunque es
universal, sólo es accesible por medio de la revelación especial, la
cual es obra del Espíritu de Dios, siendo reservada al reino de fe.
Es decir: si he experimentado un cambio trascendente
(experiencia personal), entonces no puedo negar la existencia de un
propósito trascendente, no dependiente de mi propia naturaleza,
propósito de un Ser supremo legislador (argumento ontológico y
axiológico): Dios.

== 2 Semana ==

2.6

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