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El agnosticismo
I. Raíces kantianas
a) Fideísmo
b) Tradicionalismo
Como reacción a la ilustración pretende que todas las verdades metafísicas, religiosas y
morales han sido reveladas por Dios y transmitidas después por tradición.
Representantes son Joseph de Maistre, Louis de Bonald y Juan Donoso Cortés (siglos XVIII y
XIX).
c) Modernismo
d) Positivismo y neopositivismo
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III. Concilio Vaticano I
“Si alguno dijese que el único y verdadero Dios, Creador y Señor…por las cosas que han sido
creadas…por la luz natural de la razón…sea anatema”.
El Concilio Vaticano I decretó lo que sigue: «Si alguno dijere que la luz natural de la razón
humana es incapaz de conocer con certeza, por medio de las cosas creadas, el único y verdadero
Dios, nuestro Creador y Señor, sea excomulgado» (4). Igualmente: «Si alguno dijere no ser posible
o conveniente que el hombre sea instruido, mediante la revelación divina, sobre Dios y sobre el
culto a él debido, sea excomulgado» (5). Y por último: «Si alguno dijere que la revelación divina no
puede hacerse creíble por signos exteriores, y que, en consecuencia, sólo por la experiencia
individual o por una inspiración privada deben ser movidos los hombres a la fe, sea excomulgado»
(6).
Indicativo: de algún modo, distinto o confuso, termina o apunta a la esencia de las cosas.
Adecuado: el conocimiento capta distintamente los constitutivos esenciales de la cosa
Comprehensivo: Abraza todos los caracteres y constitutivos del ser. Este es exclusivo de
Dios.
De las cosas materiales y de la propia alma tenemos un conocimiento real, positivo, adecuado
y no comprehensivo (exhaustivo).
De Dios tenemos un conocimiento real, positivo, inadecuado y no exhaustivo.
De Dios podemos conocer lo que las creaturas sensibles (y la propia alma) nos manifiestan.
V. Catolicismo y protestantismo
A la concepción tomista de la analogía como itinerario de los dos momentos (la afirmación y la
negación) de nuestro conocimiento de Dios, se opone la concepción protestante tradicional que
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niega a la naturaleza caída toda capacidad positiva para el conocimiento de Dios. Su lema es el
Deus absconditus de Lutero, cuyo origen del nominalismo, más que del neoplatonismo griego y
cristiano, está hoy fuera de duda. “Estos bienes divinos, al ser invisibles, incomprensibles y casi
ocultos, no puede la naturaleza alcanzarlos o amarlos, a no ser que sea elevada por la gracia de
Dios” (Lutero). He aquí el principio del fideísmo absoluto.
Igual suerte, después de los conceptos, han sufrido los “hechos” de la manifestación o
revelación de Dios al hombre: lejos de “quitar el velo”, esconden todavía más a Dios y sus
misterios, los cuales se presentan al conocimiento de la fe como “mito”. A diferencia de Nicolás de
Cusa, que relacionaba al “Dios escondido” de la tradición dionisiana con el “Logos” de san Juan,
frente al cual la creatura profesa la “docta ignorancia”, Lutero termina en el mito porque “separa”,
como quiere su nominalismo, la razón de la fe.