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REIVINDICACION

Expediente de Casación 221


Registro Oficial 191 de 16-oct.-2003
Estado: Vigente

En el juicio ordinario (Recurso de Casación) Nro. 39-2003 que, por reivindicación de un predio, sigue
Luis Alberto Lozada Masaquiza en contra de los doctores Luis Hernán Nogales Zapata y Mónica del
Rosario Molina Espinoza, se ha dictado lo siguiente:

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


PRIMERA SALA DE LO CIVIL Y MERCANTIL

Quito, 29 de julio de 2003; las 09h30.

VISTOS: Los doctores Luis Hernán Nogales Zapata y Mónica del Rosario Molina Espinoza deducen
recurso de casación contra la sentencia dictada por la Segunda Sala de la Corte Superior del
Tungurahua, en el juicio reivindicatorio seguido en su contra por Luis Alberto Lozada Masaquiza, por
medio de su procurador judicial doctor Silvio Fernando Dávalos. Aducen que en la sentencia se han
transgredido los artículos 953, 958, 962, 972, 973 y 1033 del Código Civil y el artículo 119 del Código
de Procedimiento Civil. Fundamentan el recurso en la causal primera del artículo 3 de la Ley de
Casación. Por concedido el recurso sube a la Corte Suprema de Justicia y se radica la competencia,
por el sorteo de ley, en esta Primera Sala de lo Civil y Mercantil, la que en providencia de 7 de
febrero de 2003, lo acepte a trámite. Concluida la sustanciación, atento el estado de la causa, para
resolver se considera:

PRIMERO.- El principal cargo formulado por los recurrentes, apoyados en la causal primera del
artículo 3 de la Ley de Casación, es el de que en la sentencia se ha violado el artículo 953 del
Código Civil, además de los artículos 717, 958, 962 y 1733 del mismo código. En su fundamentación
expresan en forma reiterada que ellos se encuentran en posesión del predio cuya reivindicación se
demanda en virtud de ser sus propietarios legítimos y consiguientemente, no se han dado los
elementos esenciales previstos en el artículo mencionado para que proceda la reivindicación o
acción de dominio. Acerca de este cargo se hacen las siguientes consideraciones.

SEGUNDO.- El artículo 953 del Código Civil dispone: "La reivindicación o acción de dominio es la
que tiene el dueño de una cosa singular, de que no está en posesión, para que el poseedor de ella
sea condenado a restituirla". De acuerdo con la norma transcrita, en la acción reivindicatoria se
entabla la contienda judicial entre estas dos partes: Por un lado, el titular del derecho de dominio
sobre una cosa corporal determinada y singular y por otro lado, y enfrentándose a él, una persona
que mantiene dicha cosa bajo su inmediata subordinación de hecho, ejerciendo actos de posesión
de ella. Lo común, en la acción reivindicatoria, es que el actor propietario que no está en posesión
del predio demande al poseedor que, no obstante no ser propietario, mantiene el poder de hecho
sobre la cosa a reivindicarse. Pero suelen haber casos en que el demandado poseedor también
alega que es titular del derecho de dominio. Este Sala ha dicho al respecto: "En este enfrentamiento,
para decidir la acción reivindicatoria propuesta, al juzgador le toca determinar cuál de los títulos (el
que ostenta el actor o el que ostenta el demandado) es el de mayor jerarquía jurídica." (Resolución
Nro. 341-2000 de 6 de septiembre de 2000, Registro Oficial 203 de 14 de noviembre del mismo año,
publicada en la Gaceta Judicial Serie XVII, Nro. 4). Ciertamente que pueden los dos títulos ser
válidos porque cada uno de ellos reúna los requisitos de fondo y de forma prescritos por la ley, lo
cual no obste para que uno de ellos sea ineficaz; en efecto, esto es lo que ocurre en el caso de la
venta de cosa ajena ya que, como lo señala la sentencia antes citada, "a) la venta es válida, según lo
que dispone el artículo 1781 del Código Civil; b) pero esta validez no perjudica los derechos del
dueño de la cosa, mientras no se extingan por el transcurso del tiempo, según advierte la misma
disposición legal; y c) toda vez que nade puede dar más de lo que tiene, de conformidad con lo
prevenido en el inciso primero del artículo 717 del Código Civil, si el vendedor no es dueño, la

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compraventa aunque válida será ineficaz para que opere la tradición. De lo antes expuesto se
concluye que, en el juicio reivindicatorio, siempre el actor ha de probar la titularidad del dominio a su
favor, y el Juez está en el deber de examinar la validez y la eficacia de los títulos que presente; con
mayor razón, si el demandado alega también ser dueño y presenta títulos, hipótesis en la que el
juzgador ha de proceder a estudiar los títulos de uno y otro para dictaminar acerca de su validez y
establecer cuál de ellos fue eficaz para producir la tradición a favor de su titular; para lo cual
examinará no solamente el título inmediato sino los anteriores hasta remontarse por lo menos a
quince años que es el tiempo necesario para que opere la usucapión o prescripción extraordinaria
adquisitiva de dominio, siempre que el bien haya sido prescriptible, advirtiéndose que en los casos
en que "la prescripción se invoca por un sujeto que legítimamente ha adquirido el dominio por modos
derivativos, en realidad actúa como medio de prueba y no como modo de adquirir; este último papel
lo desempeña la tradición o la sucesión por causa de muerte, según los casos" ya que si se prueba
que se ha poseído, por si mismo o por sus causantes, durante el tiempo exigido para prescribir, se
habrá demostrado en forma absoluta el derecho de dominio (Arturo Alessandri R. y Manuel
Somarriva U, Derecho Civil, Los Bienes y los Derechos Reales, t. II, Imprenta Universal, Santiago,
1987, p. 825); si los títulos de actor y de demandado arrancan de un mismo causante, se aplicará el
artículo 1784 del Código Civil; si los títulos emanan de autores diferentes y se remontan a más de
quince años, se preferirá a aquel que se halle en posesión del bien (ibídem p. 829): si ninguno
alcanza a los quince años, "la fecha de los títulos respectivos no cuenta, porque nada dice que el
causante que otorgó el titulo más antiguo haya sido el verdadero dueño; las presunciones que
pueden inferirse de los títulos en combate se neutralizan, pues son de igual valor" (ibídem, p. 828).".
2) Aunque nuestro sistema civil admite la venta de cosa ajena, hay que realizar algunas precisiones
en torno a este tema para su mejor comprensión: a) Si bien nuestro ordenamiento jurídico ha
admitido como válida la venta de cosa ajena, ello sin embargo no equivale a admitir la validez de
enajenación de cosa ajena. La venta de cosa ajena vale, en efecto, pues produce obligaciones entre
las partes. Sin embargo, es indispensable tener siempre presente la diferencia que existe entre título
y modo. En el caso de la compraventa, la permuta, la donación u cualquier otro negocio jurídico
translaticio del dominio, se requiere, a más de la validez de este contrato, para que se pueda
transferir el dominio a favor de quien lo adquiere en virtud de ese negocio jurídico, que se produzca
la tradición de la cosa, y para que la tradición sea eficaz, se requiere necesariamente que quien
enajena la cosa sea dueño de ella. Así, el artículo 717 del Código Civil señala claramente: "Si el
tradente no es verdadero dueño de la cosa que se entrega por él o a su nombre, no se adquieren por
medio de la tradición otros derechos que los transmisibles del mismo tradente sobre la cosa
entregada. Pero si el tradente adquiere después el dominio, se entenderá haberse éste transferido
desde el momento de la tradición"; b) Ocurre con frecuencia que la venta de cosa ajena se produce
cuando una persona vende separadamente una misma cosa a favor de dos personas. Ahora bien,
aunque la venta de cosa ajena es válida, ello no significa que sea apta para producir la enajenación
de la cosa a favor de las dos personas a quienes se ha vendido separadamente por un mismo
vendedor; en efecto, el artículo 1784 del Código Civil prevé varias hipótesis: que se haya realizado la
entrega a uno de ellos el cual haya entrado en posesión, en cuyo caso éste preferirá al otro; que se
haya entregado la cosa a los dos, evento en el cual será preferido el que haya entrado en posesión
en primer lugar; que la cosa vendida no se haya entregado a ninguno, en cuyo caso prevalecerá el
título más antiguo. Por lo tanto, en la venta de inmuebles, si uno de los compradores ha alcanzado la
inscripción de su titulo en el pertinente registro, la tradición del dominio habrá operado en su favor y
el otro comprador habrá adquirido cosa ajena, con las consecuencias jurídicas que se derivan del
caso. El maestro ecuatoriano Juan Larrea Holguín al respecto advierte: "La venta de cosa ajena
adquiere especial relieve en los casos de doble venta por parte de un mismo vendedor. Estos
eventos se producen con alguna frecuencia y naturalmente, si el vendedor dejó de ser propietario
después de la primera venta, en la segunda está disponiendo de cosa ajena. La cuestión se reduce a
saber si realmente se pierde la propiedad por la compraventa y cuándo se la pierde. Ya hemos dicho
que el contrato simplemente produce obligaciones. la de transferir la propiedad es la principal
obligación del vendedor, y normalmente se cumple con la entrega o tradición de la cosa, que puede
incluso coincidir con el momento de la celebración del contrato; esto es lo que habitualmente sucede
con los inmuebles, que una vez concertado su precio se entregan al comprador; y en el caso de los
inmuebles, la tradición se efectúa por la inscripción de la escritura de venta en el Registro de la
Propiedad, sin que sea necesaria la entrega material, física, del inmueble, que puede hacerse

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después o puede haberse verificado antes. Si alguien vende una cosa a una persona, queda
obligado a transferirle a ésta el dominio, y no parece razonable que después de contraer esta
obligación se vincule nuevamente con un tercero a quien vende nuevamente la misma cosa; pues
esto supone o bien comprometerse a dejar sin valor el primer contrato o bien, a readquirir del primer
comprador la cosa vendida. Ciertamente que estos supuestos son posibles, pero de difícil
realización. Lo más frecuente será que quieN vendió por primera vez la cosa, al hacer la segunda
venta está desconociendo la obligación anteriormente adquirida, está procediendo de mala fe y
procurando perjudicar al que ya adquirió el derecho de llegar a ser propietario. Se agrava esta
situación, si realmente el primer comprador ya es propietario por haber recibido la cosa mediante la
entrega o tradición... La solución de este problema es muy clara en la legislación del Ecuador:
existiendo un justo titulo -como lo es la compraventa-, se transfiere el dominio por el "modo" que es
la tradición, y ésta consiste normalmente en la entrega material de la cosa, aunque puede realizarse
de otras maneras... y en el caso específico de los inmuebles, por la inscripción en el Registro de la
Propiedad. La dificultad práctica puede surgir respecto a la prueba de cual de estos actos fue
anterior o sobre la validez de alguno de ellos. A este propósito, el artículo 1784 dispone: "Si alguno
vende separadamente una misma cosa a dos personas, el comprador que haya entrado en posesión
será preferido al otro. Si ha hecho la entrega a los dos, aquél a quien se haya hecho primero será
preferido. Si no se ha entregado a ninguno, prevalecerá el título más antiguo". Por consiguiente, esta
disposición se encuentra dentro de todo el sistema civil ecuatoriano, por el cual el mero contrato (a
diferencia del sistema francés) no transfiere el dominio. Hay que averiguar cual de los dos
compradores adquirió el dominio, ya que éste excluirá al segundo, quien habrá comprado cosa
ajena..." (Derecho Civil del Ecuador, Tomo XII, Contratos: compraventa, permuta, cesión de
derechos, donación, Guayaquil, Corporación de Estudios y Publicaciones, 2000, pp. 141-142).
Continúa el citado autor: "Respecto de Inmuebles parece más difícil que se produzca una doble
tradición, una doble inscripción de escrituras en el Registro de la Propiedad, puesto que el
Registrador se negará normalmente a realizar una segunda inscripción de venta de un bien raíz del
cual ya no es propietario un individuo, por haberlo vendido anteriormente y haberse inscrito esa
venta. Sin embargo, por error, por oscuridad de la descripción del fundo y sus linderos, o por una
actuación colusoria se puede llegar hasta estos extremos. La duda puede surgir también por acaecer
circunstancias que modifiquen el derecho de propiedad entre el momento de la venta y el de la
inscripción, como la partición de bienes. Una sentencia ha resuelto: "Efectuada con anterioridad a la
partición, la venta de un terreno que forma parte de los bienes de una herencia, la venta se consolidó
con la adjudicación del terreno al vendedor, (fallecido después de la venta) y por éste a sus
herederos; mediante venta posterior hecha por los herederos del vendedor, ellos no pudieron
transmitir al demandante un derecho de propiedad del que carecían, derecho que desde antes que
efectuaren la venta a favor del actor, radicaba en la persona del actual poseedor y demandado, por
la inscripción anterior del título". Coincide sustancialmente con la anterior, esta otra sentencia:
"Cuando se vende separadamente un inmueble a dos personas, a la tradición del dominio y a la
posesión efectiva del derecho de bienes raíces, son aplicables las disposiciones de los artículos 675,
685, 712, 690 y 1808, que se refieren a la propiedad inscrita y a la posesión regular, cuando el título
es traslaticio de dominio. Nadie puede adquirir más derechos que los que el tradente hubiese tenido,
al tenor del Art. 671 del Código Civil, cuando él no es verdadero dueño de la cosa que se entrega por
él o a su nombre. Al agregar la posesión de una serie no interrumpida de antecesores, como lo ha
hecho el demandante, se responsabiliza de las mismas cualidades y vicios con que éstos la
tuvieron"... (op. cit., p. 143-144). Finalmente, dice: "Afianzada la venta de una propiedad por la
inscripción legal del título de compraventa, no se admite una segunda inscripción, que despojaría al
primer comprador; si se produce por error o de mala fe, una segunda inscripción, ésta no es válida..."
(op. cit,, p. 147); c) Por lo tanto, se recapitulará diciendo que, si bien la venta de cosa ajena no es de
suyo nula, sin embargo, es ineficaz para producir la tradición de la cosa a favor del comprador de
cosa ajena; que si un mismo vendedor celebra contratos de venta con personas diferentes respecto
de una misma cosa, ha de aplicarse lo dispuesto en el artículo 1784 para determinar a favor de quién
se producirá el traspaso del dominio de este bien; que inscrito el primer título, no podrán inscribirse
otro u otros; que si bien este supuesto es de difícil realización, porque normalmente el Registrador de
la Propiedad, en cumplimiento de sus atribuciones y deberes, ha de verificar necesariamente la
historia de dominio del inmueble y deberá negar la segunda inscripción, ya que no deberá inscribir un
título que no ha sido otorgado por el verdadero dueño de la cosa, pero si de hecho se llega a

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producir, esta segunda inscripción carecerá de validez ya que el segundo título inscrito no será apto
para producir la tradición del bien porque, según lo dispone el artículo 717 del Código Civil, nadie
puede transferir más derechos de los que tiene, y como en esta hipótesis la propiedad se consolidó a
favor de quien alcanzó en primer lugar la inscripción en el Registro de la Propiedad, el vendedor en
el instante de la primera inscripción dejó de ser dueño y mal puede disponer de aquello que no le
pertenece. 3) Lo dicho antes es aplicable a las ventas forzadas, hechas por autoridad de la justicia;
por ello es que el artículo 1818 del Código Civil, al referirse a este caso, se preocupa de establecer
una regla especial si llegare a producirse la evicción de la cosa vendida. Justamente se producirá la
evicción de la cosa vendida por autoridad de la justicia, cuando habiéndose vendido una cosa y
operado tradición válida a favor del comprador, posteriormente se embarga el bien y se lo vende en
pública subaste por obligaciones del vendedor, y el primer comprador y verdadero dueño de la cosa
propone la correspondiente acción reivindicatoria. 4) De la misma manera, todo lo dicho en las líneas
anteriores es aplicable al caso de que se hayan celebrado otros contratos traslaticios de dominio,
como permuta, aportación a sociedad, dación en pago, donación entre vivos, etcétera. Si bien es
cierto que el artículo 1784 del Código Civil se refiere a la compraventa, en virtud de lo que dispone el
artículo 1867 ibídem esa norma es aplicable a la permute y respecto de los otros títulos traslaticios
de dominio, para los efectos de la transferencia de dominio son semejantes a la compraventa, por lo
que esta Sala considera que por analogía es aplicable la regla del artículo 1784 del Código Civil. 5)
Finalmente, respecto de la constitución de hipoteca sobre un bien ajeno, debe señalarse: El artículo
2336 del Código Civil dispone: "La hipoteca deberá, además, ser inscrita en el registro
correspondiente. Sin este requisito, no tendrá valor alguno, ni se contará su fecha sino desde su
inscripción "; el inciso 1 del artículo 2340 del mismo cuerpo legal señala: "No podrá constituir
hipoteca sobre sus bienes, sino la persona que sea capaz de enajenarlos, y con los requisitos
necesarios para la enajenación"; el inciso 10 del artículo 2344 ibídem señala: "La hipoteca no podrá
tener lugar sino sobre bienes raíces que se posean en propiedad o usufructo, o sobre naves". Como
advierte Díaz Garaicoa, una parte de la doctrina sostiene la invalidez de la hipoteca de cosa ajena,
mas para otra parte, en la que se encuentra el propio Díaz Garaicoa siguiendo la posición de Manuel
Somarriva, habrá de distinguirse entre titulo y modo: el contrato hipotecario será válido pero la
inscripción del gravamen carecerá de eficacia; esta tesis se ajuste a nuestro sistema en el que se
admite la validez de la venta de cosa ajena y armoniza con lo que dispone el artículo 2422 inciso 20
del Código Civil que permite adquirir por prescripción los derechos reales, salvo aquellos que están
expresamente exceptuados, y el derecho real de hipoteca no se halla expresamente exceptuado.
(Primo Díaz Garaicoa, La hipoteca en el Código Civil del Ecuador, análisis exegético, Quito, CEP, 2
edición, 1988, p. 98). Por lo tanto, a criterio de esta Sala, a la hipoteca de cosa ajena hade aplicarse
todo lo señalado respecto de la venta de cosa ajena.

TERCERO.- La Segunda Sala de la Corte Superior de Ambato, de acuerdo con la valoración de la


prueba que ha realizado, llega a las siguientes conclusiones sobre los hechos debatidos: "... Ahora
bien revisado el proceso, se desprenden los siguientes hechos: a) La escritura de donación del bien
raíz motivo de esta litis, otorgada por la señora Sofía de Lourdes Lazada Masaquiza que obra de
fojas 2 a 4 de los autos, ha sido celebrada el 25 de octubre de 1986 e inscrita en el Registro de la
Propiedad del cantón Baños el 18 de febrero de 1988, fecha en la que se produjo la tradición del bien
al tenor de. los artículos 705 y 721 del Código Civil; b) La escritura de hipoteca abierta otorgada por
los cónyuges Carlos Rodrigo Muñoz Haro y Sofía de Lourdes Lozada Masaquiza a favor del Banco
de Prestamos sucursal Ambato, se ha celebrado el 17 de mayo de 1993 y se ha inscrito en el
Registro de Hipotecas y Gravámenes y de Prohibición de Enajenar del cantón Baños el 28 de mayo
de 1993, o sea a más de cinco años del instrumento al que se refiere el literal precedente; c) el 15 de
enero de 1997, se le adjudica al doctor Luis Nogales, el bien rematado, fojas 111 vlta. y de fojas 188
a 190 vlta, consta la protocolización en la Notarla Séptima del cantón Ambato con fecha 17 de
febrero de 1997, la diligencia judicial de remate que consta de: informe presentado al señor Juez
Cuarto de lo Civil de Ambato, por el perito señor Patricio Alarcón Egas, en él consta el avalúo
comercial del inmueble y el auto de adjudicación; y, a fojas 191 consta la inscripción en el Registro
de la Propiedad del cantón Baños, de dicha protocolización, de fecha 22 de mayo de 1997, o sea a
los nueve años del instrumento a que se refiere el literal a)". Además en la misma sentencia se deja
en claro que "con los testimonios de los testigos Miguel Angel Miranda de fojas 324, y Mélida
Amparito Robayo Sánchez de fojas 325, justifica que los demandados están en posesión del bien

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que están reivindicando; y con las diligencias de inspección judicial que obran de fojas 272 vlta. a
373 y de fojas 352 a 353 e informe pericial de fojas 357 del proceso justifica que está singularizado el
terreno a reivindicarse, aunque el perito en forma nada convincente, trata de no precisar los datos
solicitados por el actor y ordenados por el señor Juez, como era su obligación".

CUARTO.- De los hechos detallados anteriormente se aprecia: a) Que Sofía de Lourdes Lozada
Masaquiza es la que ha transferido el dominio del inmueble al actor Luis Alberto Lozada Masaquiza,
desmembrándolo del de mayor extensión que era de su propiedad, por contrato de donación gratuita
e irrevocable, mediante escritura pública otorgada ante el Notado Público del cantón Baños el 25 de
octubre de 1986, legalmente inscrita en el Registro de la Propiedad del Cantón Baños el 18 de
febrero de 1988; b) Que posteriormente la misma Sofía de Lourdes Lozada Masaquiza
conjuntamente con su cónyuge Carlos Rodrigo Muñoz Haro constituyen hipoteca abierta a favor del
Banco de Préstamos tanto sobre el remanente del inmueble que seguía siendo de propiedad de la
primera nombrada, como sobre el lote que lo desmembró y donó a favor de Luis Alberto Lozada
Masaquiza, mediante escritura pública otorgada en la ciudad de Ambato, ante la Notada Primera del
cantón, el 17 de mayo de 1993, inscrita en el pertinente Registro del cantón Baños el 28 de mayo de
1993; y, c) Que el dominio del bien de Sofía de Lourdes Lozada Masaquiza, incluido el lote que lo
doné a Luis Alberto Lozada Masaquiza, se transfiere a los demandados, mediante venta forzada
realizada por el señor Juez Cuarto de lo Civil de Tungurahua, en la ejecución propuesta por el Banco
de Préstamos contra Sofía de Lourdes Lozada Masaquiza conjuntamente con su cónyuge Carlos
Rodrigo Muñoz Haro, según consta del auto de adjudicación de 15 de enero de 1997 que, una vez
ejecutoriado, se ha protocolizado ante el Notario Séptimo del cantón Ambato el 17 de febrero de
1997 e inscrito el 22 de marzo de 1997 en el Registro de la Propiedad del Cantón Baños.

QUINTO.- Las compraventas forzadas son verdaderos contratos de compraventa con determinadas
modalidades. Entre las ventas forzadas y las ventas voluntarias no hay más diferencia, dentro de la
teoría general del contrato, que en estas últimas el vendedor, por ficción de la ley, es representado
por el Juez, de conformidad con lo que dispone el inciso tercero del artículo 706 del Código Civil, que
dice: "En las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial, a petición de un acreedor, en pública
subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente y el juez su representante legar.

SEXTO.- Ahora bien, en la especie estamos ante un claro ejemplo de venta de. cosa ajena realizada
dentro de un proceso de ejecución de una hipoteca de cosa ajena, ya que previamente Sofía de
Lourdes Lozada Masaquiza había enajenado a favor de Luis Alberto Lozada Masaquiza el pedazo de
terreno que le doné, en virtud de la inscripción en el Registro de la Propiedad realizada el 18 de
febrero de 1988, de la escritura de donación entre vivos que le había otorgado el 25 de octubre de
1986, título traslaticio de dominio idóneo para surtir este efecto porque el bien a la época de su
tradición pertenecía a la donante, por lo que se transfirió la propiedad a favor del primer adquirente, o
sea de Luis Alberto Lozada Masaquiza y aunque posteriormente la donante y su cónyuge
constituyeron sobre este inmueble hipoteca a favor del Banco de Préstamos, mediante escritura
pública inscrita el 28 de mayo de 1993 y como consecuencia del gravamen se lo rematé y adjudicó a
favor de Luis Hernán Nogales Zapata y de Mónica del Rosado Molina Espinoza, adjudicación inscrita
el 22 de marzo de 1997, en realidad en lo que se refiere al lote de propiedad de Luis Alberto Lozada
Masaquiza primero se constituyó hipoteca sobre cosa ajena y posteriormente se vendió cosa ajena y
si bien fue válida la adjudicación, sin embargo no fue idónea para transferir el dominio, porque no
podía enajenarse válidamente la cosa a favor del adjudicatario por no ser de propiedad de la
ejecutada, por lo que el titulo del adjudicatario es ineficaz frente al título del donatario y el de éste, un
titulo de mayor jerarquía.

SEPTIMO.- El artículo 1784 del Código Civil dice: "Si alguno vende separadamente una misma cosa
a das personas el comprador que haya entrado en posesión será preferido al otro. Si ha hecho la
entrega a los dos, aquél a quien se haya hecho primero será preferido. Si no se ha entregado a
ninguno, prevalecerá el título más antiguo". Si bien es innegable que los que están en posesión del
inmueble son los demandados y no hay la menor referencia de que el actor en algún momento haya
entrado en posesión material del inmueble y que de esa situación haya sido despojado, sin embargo,
el titulo que invocan no ha sido suficiente para consolidar el dominio de la propiedad en disputa a

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favor de los demandados. Por lo que si se estudia la jerarquía de ambos títulos, ha de preferirse a
quien celebró el negocio jurídico que fue apto para producir la tradición y por ende consolidar la
propiedad; aunque el actor no se halla en posesión del bien, es sin embargo su dueño; y a favor de
los segundos adquirentes, demandados en la presente acción reivindicatoria, no se transmitió ningún
derecho, porque a pesar de haberse inscrito a su favor la venta forzada, sin embargo se estuvo
disponiendo de cosa ajena y no fue esta esa venta eficaz para transferirles el dominio de la cosa. Por
lo tanto, el primer adquirente está en todo su derecho de reivindicar el inmueble que es de su
propiedad y el titulo invocado por los demandados es ineficaz frente al suyo; así, la alegación de que
"de esta manera no se toma en cuenta que se ha efectuado legalmente la venta forzosa por decreto
judicial, no teniendo por lo tanto nosotros la culpa de que en la hipoteca se haya inmiscuido la
superficie de terreno materia de la acción reivindicatoria, particular que desconocíamos en absoluto;
por lo que habiéndose perfeccionado debidamente la tradición, la acción reivindicatoria en contra de
los recurrentes no tiene razón de ser...", carece de fundamento por las razones antes señaladas.
Distinta, eso sí, hubiera sido la situación en el caso de que ninguna de las partes hubiese inscrito su
titulo, supuesto en el cual se aplicaría lo que dispone el artículo 1784 del Código Civil. Por lo tanto,
en la sentencia recurrida no se ha interpretado erróneamente el sentido y alcance del artículo 953 del
Código Civil, ni se han infringido, por ende, los artículos 958, 962 y 1733 del Código Civil.

OCTAVO.- Los recurrentes acusan falta de aplicación de los artículos 705 y 706 del Código Civil,
para lo cual argumentan: "los señores Ministros, desestimando de nuestra prueba instrumental
presentada en el proceso de que el bien reivindicado lo adquirimos mediante tradición debidamente
perfeccionada, siendo un modo de adquirir el dominio que se encuentra consagrado en el Art. 705
del Código Civil, disposición legal que por lo tanto SE HA DEJADO DE APLICAR, ni siquiera han
tomado en cuenta lo que determina el inciso tercero del Art. 706 del mismo cuerpo legal, que
establece claramente: "En las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial, a petición de un
acreedor, en pública subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente y el juez su
representante legal", lo cual debe tenerse en cuenta para las responsabilidades legales que puedan
dimanar de tal acto. Justamente en el caso, fue la vendedora María de Lourdes Lozano Masaquiza,
donante de un lote de terreno a favor del actor, quien constituyó la hipoteca abierta a favor del Banco
de Préstamos, sucursal Ambato, y que ocasionara el juicio ejecutivo que llevó al remate en el cual se
me adjudicará el predio dentro de los linderos constantes en el título hipotecario, como de todos los
trámites del juicio ejecutivo cometiéndose de esta manera un error de derecho ya que no se respeta
nuestro título legal de dominio que constituye un derecho adquirido, el mismo que repetimos
permanece absolutamente válido, mientras no haya sentencia judicial que declare su nulidad en la
parte que supuestamente se encuentra inmersa la superficie de terreno materia de la presente
acción reivindicatoria, y consecuentemente también SE HA DEJADO DE APLICAR la regla novena
del Art. 7 del Código Civil que nos dice: "Todo derecho real adquirido según la ley, subsiste bajo el
imperio de otra nueva; pero en cuanto al goce y cargas, y en lo tocante a la extinción prevalecerán
las disposiciones de la ley anterior".". Al respecto, cabe hacer la misma precisión realizada en los
considerandos que preceden: en este caso, la venta forzada y posterior adjudicación a los
demandados no fue eficaz para producir la tradición a favor de ellos, y si bien esta adjudicación se
llegó a inscribir en el Registro de la Propiedad, sin embargo tal inscripción no produjo la transferencia
de dominio del inmueble objeto de esta acción reivindicatoria a favor del rematista fue eficaz, porque
el título no era de por sí apto para producir la tradición, ya que se estaba disponiendo de cosa ajena.
En la especie, no se trata de nulidad del título, o sea de la adjudicación, sino de su ineptitud para
producir la transferencia de dominio. Reiteradamente este Tribunal ha puesto de relieve, en líneas
anteriores así lo ha hecho y en este considerando nuevamente insiste en la diferencia entre la
compraventa y la enajenación de una cosa: un título puede ser válido, pero no apto para producir la
enajenación y por ende la transferencia de dominio a favor del segundo adquirente en este caso, por
lo que el Tribunal de última instancia de modo alguno ha dejado de aplicar las normas sustantivas
que se señalan. Los recurrentes no adquirieron derecho real alguno, por lo tanto la regla 9 del
artículo 7 del Código Civil es inaplicable al caso. Por lo tanto, se rechaza estos cargos por falta de
fundamento.

NOVENO.- Se analizará la acusación de que se han violado los artículos 972 y 973 del Código Civil.
Los recurrentes señalan que se han vulnerado estas normas, "por cuanto para el hipotético, pero

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inaceptable caso de cumplirse lo resuelto, debía tomarse en cuenta en todo caso de que somos no
solo poseedores de buena fe sino legítimos propietarias, para los efectos de las prestaciones mutuas
y aceptarse nuestra reconvención que ha sido rechazada sin fundamento alguno por parte de la
Sala.". Al respecto se anata: El Tribunal ad quem, en su resolución señala: "Se rechaza las
reconvenciones por falta de prueba". Por lo tanto, lo pertinente era que los recurrentes ataquen esta
resolución por la causal tercera del artículo 3 de la Ley de Casación, que se refiere a los vicios sobre
las normas legales relativas a la valoración de la prueba y demuestren que la valoración de la prueba
realizada por el Tribunal ad quem ha transgredido determinada disposición legal aplicable a la
valoración de la prueba, o no ha aplicado las reglas de la lógica, la experiencia o la psicología y ha
arribado a conclusiones absurdas o arbitrarias. Pero nada de esto se ha alegado ni demostrado, ya
que el recurso se fundamente exclusivamente en la causal primera del artículo 3 de la Ley de
Casación, y siendo como es el recurso extraordinario de derecho estricto, que se mueve por el
impulso de las partes y en el cual rige el principio dispositivo, consagrado en el artículo 194 de la
Constitución Política de la República, por lo que este cargo no procede.

DECIMO.- Los recurrentes acusan al fallo recurrido de violación de lo que dispone el artículo 1733
del Código Civil, pero este cargo se debe a que confunden entre nulidad del título e ineficacia del
mismo. "La venta de cosa ajena vale ", dice el artículo 1781 del Código Civil, pero inmediatamente
agrega "sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el
transcurso del tiempo", y en esta parte de la norma legal transcrita se está, precisamente,
estableciendo la diferencia entre la validez y la eficacia. Si el vendedor no es dueño, la venta es
ineficaz para producir la transferencia de dominio, y si transcurre el tiempo suficiente para que opere
la prescripción, el comprador adquirirá el dominio no por el modo de la tradición, sino por el de la
prescripción adquisitiva de dominio, que podrá ser la ordinaria si entró en posesión regular porque
hubo justo título y buena fe, o la extraordinaria si tuvo la calidad de poseedor irregular. Por lo tanto,
el cargo carece de fundamento y se lo rechaza.

UNDECIMO.- Los recurrentes alegan que el fallo transgrede lo que dispone el artículo 953 del
Código Civil porque no se ha probado la identidad del predio reivindicado. Esta acusación
corresponde a la causal tercera del artículo 3 de la Ley de Casación, la que no ha sido invocada por
los recurrentes, los que tampoco han alegado ni demostrado que se haya transgredido norma alguna
relativa a la valoración de la prueba, en la aceptación que ha hecho de los informes periciales
practicados en primera instancia, olvidando que en la valoración de la prueba el juzgador de
instancia es soberano, sin que el Tribunal de Casación pueda inmiscuirse en tal actividad, salvo que
se demuestre violación de norma expresa relativa a tal valoración o que la conclusión es absurda o
arbitraria, lo que no ha ocurrido en la especie, por lo que se rechaza este cargo.

DUODECIMO.- Finalmente, los recurrentes acusan violación del artículo 119 del Código de
Procedimiento Civil, por cuanto "la prueba no ha sido valorada en su conjunto, a tal punto que
aplicándose indebidamente las disposiciones legales que citan los señores Magistrados en su fallo,
esto es: Arts. 953, 954, 959, 717, 2430 y 2432 del Código Civil, éstos últimos referentes a la
"prescripción ordinaria adquisitiva de dominio", que no tienen nada que ver con los puntos con los
cuales se trabó esta litis, ya que se trata de una acción reivindicatoria, se acepta esta acción y se
rechazan nuestras excepciones, a pesar de que en el proceso consta que somos legítimos
propietarios y poseedores del bien raíz materia de esta demanda, cometiéndose de esta manera los
errores de derecho en dicho fallo... ". Al respecto se anota: 1) La parte recurrente invoca
exclusivamente la causal primera del artículo 3 de la Ley de Casación, y formula cargos relativos al
sistema de valoración de la prueba. En realidad el artículo 119 del Código de Procedimiento Civil no
es una norma concrete relativa a la manera cómo el Juez de instancia debe realizar la valoración de
la prueba, sino que es una norma que establece un método específico que ha de aplicar el Juez al
realizar la operación mental de la reconstrucción de los fundamentos fácticos antes de subsumirlos
en la hipótesis contenida en la norma legal y deducir la conclusión correspondiente. 2) El artículo 119
del Código de Procedimiento Civil dispone en su primer inciso: "La prueba deberá ser apreciada en
conjunto de acuerdo con las reglas de la sana crítica, sin perjuicio de las solemnidades prescritas en
la ley sustantivo para la existencia o validez de ciertos actos". Las reglas de la sana crítica son reglas
de lógica y de la experiencia humana suministradas por la psicología, la sociología, otras ciencias y

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la técnica, que son las que dan al Juez conocimiento de la vida y de los hombres y le permiten
distinguir lo que es verdadero y lo que es falso. Como se ha señalado antes, este artículo no
contiene, entonces, una regla sobre valoración de la prueba sino un método para que el juzgador
valore la prueba, sin embargo parece más propio que si se considera que no se ha aplicado en
debida forma este método valorativo de la prueba, se invoque la causal tercera del artículo 3 de la
Ley de Casación, aunque exista duda razonable sobre el encasillamiento de este vicio en la causal
correspondiente. Por ello, y conforme lo ha sostenido esta Sala, de existir duda razonable acerca de
la ubicación del vicio en una u otra causal, para efectos del examen en casación se admitirá el
recurso sea que se alegue una u otra causal, por lo que en el presente caso, como se ha invocado la
causal primera, se procederá al análisis del cargo para determinar si existe o no el vicio acusado. El
juzgador de instancia para llegar al convencimiento sobre la verdad o falsedad de las afirmaciones
de las partes concernientes a la existencia de una cosa o a la realidad de un hecho, puede
libremente acoger elementos de prueba aportados por una parte y asimismo, desestimar elementos
de prueba aportados por la otra, todo ello dentro de los cauces que señala la sana crítica, o sea
según las reglas de la lógica, la experiencia y la psicología. El Tribunal de Casación no tiene
atribuciones para rehacer la valoración de la prueba realizada por el Tribunal de instancia ni para
pedirle cuenta del método que ha utilizado para llegar a esa valoración que es una operación
netamente mental, salvo que se alegue y se demuestre que la conclusión a la que llegó el Tribunal
de instancia es absurda o arbitraria. Pero en la especie esto no ha ocurrido, ya que la parte
recurrente no ha acreditado que al acoger los informes periciales se haya violando alguna de las
leyes de la lógica, la experiencia o la psicología, o que la conclusión sea absurda o arbitraria. Por lo
dicho, una vez que tampoco se observa que norma de derecho positivo alguna sobre valoración de
la prueba que haya sido transgredido en la sentencia, no procede el cargo mencionado. 3) La
acusación de que en la sentencia se han resuelto cuestiones que no tienen nada que ver con los
puntos sobre los cuales se trabé esta litis debía realizarse al amparo de la causal cuarta, que prevé
uno de los vicios de incongruencia de la sentencia conocido como ultra petita, lo que tampoco se ha
hecho. No procede, por lo tanto, este cargo. Por las consideraciones que anteceden, la Primera Sala
de lo Civil y Mercantil de la Corte Suprema de Justicia, ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE
DE LA REPUBLICA Y POR AUTORIDAD DE LA LEY, no casa la sentencia dictada por la Segunda
Sala de la Corte Superior de Ambato el 25 de octubre de 2002, dentro del juicio reivindicatorio
seguido por el doctor Silvio Fernando Dávalos, en su calidad de procurador judicial de los cónyuges
Luis Alberto Lazada Masaquiza y Mariana de Jesús Casco Lescano, contra los cónyuges doctor Luis
Nogales Zapara y su cónyuge señora Mónica Molina Espinosa. En cumplimiento de lo que dispone el
artículo 17 reformado de la Ley de Casación, entréguese el monto íntegro de la caución a la parte
actora, perjudicada por la demora. Sin costas. Notifíquese, publíquese y devuélvase.

Fdo.) Dres. Santiago Andrade Ubidia, Galo Galarza Paz y Ernesto Albán Gómez, Ministros Jueces.

Dra. Isabel Garrido Cisneros, Secretaria Relatora.

RAZON: Las copias que anteceden son iguales a sus originales.

Certifico.

Quito, 29 de julio de 2003.

f.) Dra. Isabel Garrido Cisneros, Secretaria Relatora de la Primera Sala de lo Civil y Mercantil de la
Corte Suprema de Justicia.

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