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QUIEBRA DEL REMATE

Serie 9
Gaceta Judicial 2 de 27-mar.-1958
Estado: Vigente

QUIEBRA DEL REMATE


El acreedor demandante ninguna relación tiene con el deudor del precio de la venta, para que los
dos pudiesen liquidar la obligación demandada y cancelarla privadamente, prescindiendo de la vía
procesal, pues el juez no es intermediario a merced del acreedor que declare a su arbitrio el término
de la causa, contra el derecho expresamente reclamado en este proceso por el deudor, atento el
mentado art. 509; 6o. Los jueces de derecho, lo mismo los Provinciales que el Tribunal Supremo,
están llamados a cumplir y hacer cumplir siempre las normas de trámite fijadas por la ley, en las
varias cuestiones sometidas a su autoridad: a prescindir de dichas normas no alcanzaría ni el criterio
de equidad facultado por el art. 1131 del Código de Procedimiento Civil, para casos de sentencias o
autos definitivos, y de ningún modo si mediasen derechos de terceros a quienes amparan los
intereses de la justicia.
Gaceta Judicial. Año LXI. Serie IX. No. 2. Pag. 194
(Quito, 27 de Marzo de 1958)

TERCERA INSTANCIA

VISTOS: En la causa del doctor Guillermo Jaramillo Larrea contra el doctor Manuel Pardo, por cobro
de doscientos mil sucres, cantidad limitada a ciento veinte mil, en concepto de honorarios
profesionales, se ha llegado al remate de una casa del deudor. Concurren dos postores y la
calificación favorece a Carmela Granja de Erazo. Ejecutoriada esa providencia, el Juez Provincial
ordena que la rematante, "bajo las prevenciones legales", deposite ante el juzgado dentro de diez
días, la suma ofrecida al contado, de ciento noventa y cuatro mil setecientos sesenta sucre, aparte
del diez por ciento ya consignado al presentar la postura. Después de dicho término, Carmela Granja
de Erazo consigna solo once mil trescientos un sucres cincuenta centavos, manifestando que esta
cantidad es la diferencia entre lo que debía consignar y lo que ha pagado directamente al acreedor
del doctor Pardo, según liquidación del perito designado al efecto. A su vez el doctor Jaramillo
expresa que la Granja le ha pagado lo que le correspondía por la obligación demandada por el al
doctor Pardo, por una tercería que se le ha cedido y por intereses y costas, pidiendo se archive la
causa, previa concesión del título a la adjudicataria de la casa rematada. Por otra parte, se opone el
doctor Pardo y pide se notifique al otro postor, Carlos A. Borja, de acuerdo con la ley. Acepta ésta
última petición el Juez Provincial y declara la quiebra del remate, por falta de la consignación del
precio, auto que confirma la Primera Sala de la Corte Superior de Quito. Recurren la rematante,
Carmela Granja, y el actor doctor Jaramillo. Para resolver se considera: 1o. El auto del Juzgado
Provincial, confirmado por el Tribunal de apelación, cumple lo previsto y preceptuado por los arts.
507 y 509 del Código de procedimiento Civil. 2o. Se trata de un mero incidente del remate forzoso
cuyo trámite debe cumplirse conforme a lo establecido y reglamentado por la ley. 3o. Al sustanciarse
la vía de apremio, Segundo Martínez D. ha propuesto tercería coadyuvante, por cincuenta y tres mil
doscientos setenta sucres, conforme a dos letras de cambio, créditos cedidos al doctor Jaramillo
Larrea, por valor recibido y "como derechos litigiosos"; de donde se sigue que no ha cambiado la
situación jurídica de la tercería, pues el cesionario del derecho litigioso es de igual condición que el
cedente a quien reemplaza; y el crédito del tercerista solo se agrega al proceso para ser discutido
después del remate, haya o no haya cuestiones de prelación art. 539 del Código citado. 4o. El
remate de bienes del deudor, en el apremio real para el cumplimiento de sus obligaciones, es
verdadera venta, en la cual el dueño de la cosa vendida la entrega por medio del juez, su
representante legal (art. 704 del Código Civil). La primera obligación del comprador es la de pagar el
precio; y para que sea válido el pago, debe hacérselo al Juez, por orden suya, en el propio trámite en
que se verificó la venta, por ley especial, así lo previenen los arts. 1931, 1800, 1632 y 1635 del
Código Civil. Por lo demás, los postores quedan vinculados a los efectos de remate, hasta su
conclusión; 5o. El acreedor demandante ninguna relación tiene con el deudor del precio de la venta,

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para que los dos pudiesen liquidar la obligación demandada y cancelarla privadamente,
prescindiendo de la vía procesal, pues el juez no es intermediario a merced del acreedor que declare
a su arbitrio el término de la causa, contra el derecho expresamente reclamado en este proceso por
el deudor, atento el mentado art. 509; 6o. Los jueces de derecho, lo mismo los Provinciales que el
Tribunal Supremo, están llamados a cumplir y hacer cumplir siempre las normas de trámite fijadas
por la ley, en las varias cuestiones sometidas a su autoridad: a prescindir de dichas normas no
alcanzaría ni el criterio de equidad facultado por el art. 1131 del Código de Procedimiento Civil, para
casos de sentencias o autos definitivos, y de ningún modo si mediasen derechos de terceros a
quienes amparan los intereses de la justicia. En razón de lo expuesto, se confirma, con costas, el
auto que ha venido en grado. Quedan a salvo las acciones que procediesen de la entrega del dinero
de Carmela Granja de Erazo al doctor Guillermo Jaramillo Larrea. En doscientos sucres se fija el
honorario del doctor Bustamante por su trabajo profesional en el incidente. Notifíquese, y, previa
habilitación de fojas, devuélvase".

VOTO SALVADO

(Quito, Marzo 27 de 1958)

VISTOS: El juicio iniciado por el doctor Guillermo Jaramillo Larrea contra el doctor Manuel Pardo
Dueñas, ha venido en grado por el recurso de tercera instancia interpuesto por el demandante y por
la postora Carmela Granja de Erazo, de la resolución dictada por la Primera Sala de la Corte
Superior de Quito, que confirma la pronunciada por el Juez Cuarto Provincial de Pichincha, que
declara la quiebra del remate de la casa que se adjudicó a la referida recurrente. Para resolver, se
considera: 1o. El doctor Jaramillo promovió este enjuiciamiento para el cobro de honorarios
profesionales que le adeudaba el demandado doctor Manuel Pardo Dueñas, por su defensa el juicio
de partición de los bienes dejados por Manuel Pardo Bazán, padre del deudor. En la audiencia de
conciliación, ambas partes convinieron en que el honorario reclamado de doscientos mil sucres, se
reduzca a ciento veinte mil sucres. El Juez Provincial aprobó este convenio en sentencia que se
ejecutorió, por no haber apelado ninguno de los litigantes; 2o. No habiendo satisfecho el demandado
el crédito en referencia, a petición del actor se ordenó y practicó el embargo de la casa del
ejecutado. 3o. A fs. 15 del primer cuaderno, Segundo Martínez D. propone tercería coadyuvante con
dos letras de cambio que acompaña a su petición, giradas ambas el primero de julio de 1955, a
treinta días vista, a la orden del mismo girador, por la suma de tres mil doscientos setenta sucres la
una y cincuenta mil sucres la otra, a cargo del doctor Manuel Pardo Dueñas, quien las aceptó en la
misma fecha de su emisión. Notificados el actor y el demandado con esta tercería, ninguno de ellos
hizo observación; 4o. A fs. 51 del mismo cuaderno, el tercerista endosa dichas letras, por valor
recibido, al doctor Guillermo Jaramillo Larrea, demandante en este juicio, endoso que está
reconocido judicialmente y notificado al deudor, quien no lo impugnó en manera alguna quedando el
doctor Jaramillo como el único acreedor; 5o. El día señalado para que se lleve a cabo el remate de la
casa embargada, solo dos posturas se presentaron, la de Carmela Granja, las cuales calificó el Juez
Provincial en el auto que obra a fs. 36 vta. y 37, en el que aceptó la primera por estimar que era la
mejor; 6o. Habiéndose ejecutoriado esta providencia de calificación de posturas, el Juez Provincial
dictó la resolución que corre a fs. 38, en la que adjudicaba la casa rematada a Carmela Granja,
ordenándole que deposite en el Juzgado, dentro de diez días, contados desde que se ejecutoríe, el
saldo del valor de su oferta en efectivo; 7o. Se practica la liquidación de costas y también del capital
adeudado al doctor Jaramillo como demandante y como endosatario de las dos letras de cambio que
le endoso Segundo Martínez D. Notificadas las partes con estas liquidaciones, el deudor solamente
observó que debía rebajarse el cómputo de intereses de aquellas letras, porque se había aumentado
algunos días. Hecha la rectificación y notificado el deudor, no hizo ninguna observación; 8o. A fs. 51
el doctor Jaramillo presentó un escrito, dentro de diez días de la ejecutoria del auto de adjudicación,
en el cual dice que la postora Carmela Granja de ha pagado el valor íntegro de su crédito, conforme
al la liquidación efectuada en este proceso, por cuyo motivo da por terminado el juicio, expresando
que no tiene ningún reclamó al hacer. A fs. 52 y dentro del mismo término, Carmela Granja
comparece con el objeto de consignación que consta en el recibo de fs. 50, manifestando que con
los ciento ochenta y tres mil cuatrocientos cincuenta y ocho sucres cincuenta centavos que abonó al
doctor Jaramillo y la cantidad que depósito con su postura por el 10% que ordena la ley, completa la

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suma de doscientos dieciséis mil cuatrocientos sucres que ofreció de contado por la casa rematada;
9o. A fs. 58 el deudor presenta una solicitud, en la que dice que "de los escritos anteriores se
desprende que la señora Granja ha consignado trescientos un sucres, cincuenta centavos en dinero
efectivo y que además le ha pagado al señor doctor Jaramillo el valor íntegro de su crédito,
incluyendo intereses y costas"; pero que como no ha consignado en el Juzgado el monto de dicho
crédito, pedía que, de conformidad con lo que dispone el art. 509 del Código de Procedimiento Civil,
"se sirva notificar al postor que siga en orden de preferencia o sea al señor Carlos A. Borja para que
consigne en el término de diez días la cantidad por el ofrecida". Proveyendo a esta petición, el juez
expide la providencia que obra a fs. 62 vta. y 63, en la que declara la quiebra del remate y ordena
que se notifique al segundo postor Carlos A. Borja, para que dentro de diez días consigne la cantidad
que ofreció. Habiéndose apelado de esta resolución, el mencionado postor Borja se adhiere al dicho
recurso para que se declare que la rematante Carmela Granja ha pagado su oferta de contado, como
lo expone en sus escritos de fs. 68 y 80, en los cuales Borja sostiene que debe revocarse el auto en
el que se declara la quiebra del remate; 10. No ha habido discusión alguna respecto a la cantidad de
dinero entregada al acreedor, ni por el sobrante que Carmela Granja consignó en el Juzgado para
completar la suma que ofreció de contado, ni en cuanto a las letras de cambio que presentó el
tercerista coadyuvante y que endoso al demandante. La controversia se ha concretado solo a que la
postora pago directamente al acreedor su crédito, intereses y costas, en vez de haber depositado su
valor en el Juzgado; 11. El art. 512 del Código citado dispone que "de la cantidad que se consigne
por el precio de la cosa rematada, se pagará al acreedor inmediatamente su crédito, intereses y
costas, si todavía se debieren". El principal objeto del remate, es el de pagar lo debido al ejecutante,
tan pronto como se consigne el precio de la subasta; y siendo ésta la finalidad de toda acción
ejecutiva sentenciada en favor del acreedor es indudable que se la cumple, si el dinero se entrega
directamente al acreedor en la cantidad que corresponde a su crédito, cuando no hay terceristas
coadyuvantes que aleguen derecho preferente, fundado en título ejecutivo, terceristas que no existen
en este caso, pues el doctor Jaramillo es el único acreedor; 12. De suponerse que la consignación
en el Juzgado, es una formalidad que la ley establece, vendría oportuna la aplicación del precepto
contenido en el art. 1131 del Código citado, que dice: "Los Magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia, en las sentencias y autos con fuerza de sentencia, tendrán la facultad de aplicar el criterio
judicial de equidad en todos aquellos casos en que consideren necesaria dicha aplicación, para que
no queden sacrificados los intereses de la justicia por sólo la falta de formalidades legales". Con
tanto mayor motivo es aplicable esta disposición, cuanto que el mismo demandado, declara en su
escrito de fs. 70 que "el crédito del doctor Jaramillo ha sido en buena hora cancelado en su totalidad
por la señora Granja, no teniendo aquel, por lo mismo, nada que reclamar ni que decir en el presente
juicio". Sostener que el crédito lo ha cancelado la postora y que el acreedor nada tiene que reclamar
ni que decir en el presente juicio, no abona la conducta del deudor que, al mismo tiempo, solicita que
se declare la quiebra del remate realizado por quien ha abonado su deuda. 13. De exigirse al
segundo y último postor, Carlos A. Borja, que consigne,, dentro de diez días, la cantidad que ofreció
de contado, como pidió el demandado y ordenó el Juez Provincial, el deudor no obtendría ninguna
ventaja, al menos que se estime como tal la demora en la prosecución y terminación de la causa;
porque el resultado sería el mismo, en lo relativo a la cantidad fijada como precio de la casa
rematada, puesto que la quiebra del remate consiste en la diferencia de la suma ofrecida por el
primer postor y la prometida en la segunda postura, de conformidad con lo que dispone el art. 510
del Código citado; de tal manera que la cantidad total que se abonaría por la casa subastada, sería
siempre la de doscientos sucres, por ser la mejor oferta, que es igual a la que Carmela Granja pago
en la forma explicada anteriormente. En consecuencia, el deudor, empeñado en que se declare que
Carmela Granja no cumplió su oferta, no consigue otro propósito que el de retardar la determinación
del juicio y causar graves perjuicios a los interesados en que concluya rápida y justamente este
proceso; propósito claramente malicioso que debió denegarse y sancionarse, de acuerdo con lo que
preceptúan los arts. 313 y 314 del Código citado, que lo censura el mismo postor Borja, a quien se
pretende favorecer con la adjudicación de la casa rematada, que el rechaza por considerar ilegal el
procedimiento observado; lo que demuestra, de modo evidente, que la resolución que ha venido en
grado, es injurídica y perjudicial para todos los litigantes; 14. La razón de ser de un juicio iniciado
para el cobro de un crédito, es la negativa del deudor a satisfacerlo, pues no habrá acreedor normal
que promueva un enjuiciamiento contra quien quiere pagar voluntariamente lo que adeuda; y si bien
es verdad que existen casos esporádicos, en los que el acreedor se niega a recibir el valor de su

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crédito, con dolosas intenciones, para esos eventos establece la ley, el pago por consignación, que
se realiza "a virtud de la repugnancia o no comparecencia del acreedor a recibir" la cosa que se le
debe, como estatuye el art. 1665 del Código Civil. Si el acreedor está dispuesto a recibir el dinero
que se le adeuda, sería absurdo y ocioso consignarlo en el Juzgado; de donde se deduce fácilmente
que la consignación judicial, solo representa un medio que se utiliza para compeler al acreedor a
recibir la cosa debida, porque se niega a aceptarla; pero si la recibe, sin necesidad de acudir a la
consignación, el acreedor ejerce la facultad que le otorga el art. 1632 del Código citado, según el
cual "para que el pago sea válido, debe hacerse, o al acreedor mismo o a la persona que la ley o el
juez autoriza a recibir por el", siendo el acreedor la primera persona facultada legalmente para recibir
la cosa adeudada; y atento el numeral 1o. del art. 1623 del mismo Código, la obligación se extingue
por el pago efectivo, causa por la cual se extinguió la deuda que contrajo Carmela Granja al
presentar su postura y adjudicársele la casa rematada, puesto que consta en las actuaciones
procesales que dentro del término legal abonó todo el dinero que ofreció de contado; 15. Si se
hubiera resuelto, como debió resolverse, que Carmela Granja pago oportuna y legalmente la suma
total que ofreció en su postura, se habría cumplido el pensamiento del legislador expresado en el art.
512 del Código de Procedimiento Civil, que ordena que con el producto del remate se pague al
acreedor inmediatamente su crédito, intereses y costa; pero como se ha decidido lo contrario, en la
ilegal y exótica providencia recurrida, que declara la quiebra del remate, tanto más errónea, confusa
y extraña, cuanto que el único acreedor confiesa que ha recibido íntegramente el valor de su crédito,
intereses y costas, se deja una profunda huella de desaveniencias, que constituirá un semillero de
pleitos futuros, que debía evitarse en nombre de la justicia y del bienestar social, a fin de no
prolongar el trámite procesal e impedir que se produzca el desquiciamiento institucional y trastornos
incalculables en la vida de los litigantes. Una actitud opuesta a estos objetivos, significa establecer
una modalidad sui géneris, tendiente a que continúe la sustanciación de una causa prácticamente
terminada, para el cobro de un crédito que ya no existe, puesto que el único acreedor declara que se
le ha cancelado en su totalidad. Los grandes, inmanentes y universales postulados de justicia, deben
pesar más, mucho más, en la balanza de las decisiones equitativas, que cualesquiera
interpretaciones que solo contribuyen a desentonar el sistema y espíritu de nuestra legislación
adjetiva civil, expedida y reformada algunas veces con la intención manifiesta de que los
procedimientos ejecutivos tengan efímera duración, y con celeridad se reconozca el derecho y se lo
haga efectivo; 16. El recurso de tercera instancia interpuesto por el acreedor ejecutante y por la
postora Carmela Granja de Erazo, es procedente, de conformidad con lo que disponen los arts. 347
y 472 del Código de citado. Por estos fundamentos, nos separamos de la resolución adoptada por la
mayoría de la Sala y salvamos nuestro voto, en el sentido de que debe revocarse el auto del que se
ha recurrido y disponer que se cumpla lo ordenado en la providencia que adjudicó la casa rematada
a Carmela Granja de Erazo, porque considerando que está pagado dentro del término legal, toda la
cantidad que ofreció de contado en su postura calificada como la mejor por el Juez Provincial.
Agréguese copia de este voto salvado al ejecutorial".

AUTO

(Quito, Mayo 21 de 1958)

VISTOS: En auto de 27 de marzo último se confirmó la resolución que había ratificado el Tribunal de
segunda instancia, declarando la quiebra del remate de una casa, porque la rematante Carmela
Granja, hoy viuda de Erazo, no consignó el precio sino que lo había pagado directamente al acreedor
doctor Guillermo Jaramillo Larrea, en el juicio ejecutivo contra su deudor doctor Manuel Pardo.
Notificada de dicho fallo la rematante, pide aclaración de esta frase: "quedan a salvo las acciones
que procedieren de la entrega del dinero de Carmela Granja de Erazo al doctor Guillermo Jaramillo
Larrea"; pues "la frase transcrita - observa - no expresa con toda la necesaria claridad la resolución
adoptada por la Sala", si bien, "como era justo - dice - la Sala ha querido dejar a salvo mi derecho
para exigir al señor doctor Jaramillo Larrea la inmediata devolución de mi dinero". Al respecto, cabe
anotar que toda providencia judicial sólo afecta a las partes que controvierten, y sólo sobre el punto
controvertido y resuelto. La frase transcrita, con máxima claridad, únicamente alude a las quejas de
la propia peticionaria, cuando, en su alegato de tercera instancia, decía que ha entregado el precio
del remate al acreedor del ejecutado "creyendo que procedía con arreglo a la ley" y extrañando que

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no valga la entrega de su dinero dado de buena fe. Por tanto, niéguese la aclaración pedida. Sin
costas. Notifíquese.

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