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sistema penal.
Bibliografía:
Una reflexión sobre la inseguridad. Juan S. Pegoraro
Pesce Cap. 1 y 2
INSEGURIDAD:
Como dice M. Foucault una política que administra diferencialmente los ilegalismos.
pero el mayor miedo ha radicado en la dificultad de establecer un orden social que evitara la
violencia recíproca inacabable.
La institución –el estado- que representa el orden apela a la amenaza y a la violencia que,
concebida como legítima, es capaz de ejercer “castigos” invocando la defensa del orden
amenazado y el supuesto mandato societal.
Por otra parte el imaginario colectivo concibe que el Derecho Penal y las instituciones que lo
gestionan lo pueden defender de la amenaza del crimen y de la inseguridad.
La actual inseguridad está asentada en una base material distinta a aquella que estaba presente
en otras etapas de la humanidad, y aún en la era del Estado Keynesiano. Es una nueva forma
de inseguridad que no se ha producido por designio divino ni por un espasmo de la naturaleza
ingobernable e irreducible.
por una gestión política que produce efectos inhumanos a todo nivel; esta política ha
expandido los miedos sociales que están presentes en la cotidianeidad como el miedo que
produce la inseguridad en el trabajo, el miedo que produce el desamparo en la salud, en la
educación y en la seguridad social. De tal manera el individuo ha quedado inerme ante
relaciones sociales que no controla y ello ha aumentado sus miedos y su sensación de
inseguridad ante el prójimo (“próximo”, Freud...) y a esto pretende conjurarlo invocando una
poción mágica, un pharmakon: el Derecho Penal, que con violencia supuestamente anula la
violencia (Resta, 1995).
En realidad, como sabemos, es el poder policial el que en los hechos maneja y gestiona la
(in)seguridad ciudadana (Ferrajoli, 1989) y no como se cree esa institución subordinada que
es la justicia. No tanto porque no comparta la visión de la (in)seguridad como la de la policía,
sino que dicho poder carece de capacidad operativa para vigilar, controlar, disciplinar,
normalizar las conductas humanas que es el verdadero objetivo de la dominación social y no
la moral ciudadana.
el miedo y la inseguridad son vividos y sufridos con diferencias apreciables entre las clases
sociales, grupos, comunidades; las clases subalternas no solo sienten la inseguridad social y
política de cara al sometimiento que padecen, sino también la inseguridad intraclase,
fenómeno no nuevo, es cierto, pero que en los últimos 20 años se ha tornado dramático.
Estos son realizados, mayoritariamente, por pobres débiles-vulnerados-desesperados sociales-
(los únicos que son perseguidos penalmente).
La guerra social siempre presente, pero hoy exacerbada, de los poderosos y triunfadores
sobre los derrotados sociales produce víctimas mas o menos inocentes (¿que están en el
medio?) pero la guerra siempre tiene estos “inconvenientes”.
El miedo es una herramienta de dominación. El derecho penal a través de sus normas protege
bienes jurídicos. La vida o la libertad son algunos.
Bien jurídico:
Bien jurídico es el objeto protegido por el sistema penal, como la libertad, la vida, la salud
individual, el medio ambiente, el patrimonio. Son protegidos frente a conductas humanas.
Nace como un planteamiento programático, cuyo objetivo era limitar el poder de definir
conductas criminales del estado a la exclusiva protección de bienes jurídicos. Se buscaba
definirlo de modo que sirviera como instrumento para limitar el poder de definición estatal.
Von Liszt (1888) lo definía como un interés jurídicamente protegido, Welzel (1976) lo
definió como “todo estado social que el derecho quiere resguardar de lesiones”. Son formales
y tautológicas (cosas ya dichas que no aportan nada). Los bienes jurídicos tienen un carácter
dinámico, pues surgen de la base social, y, por consiguiente, están sujetos a discusión
democrática. El derecho con la norma quiere regular comportamientos. Se trata con las
prohibiciones y mandatos, de evitar situaciones lesivas de bienes jurídicos, que las personas
no los lesionen. La lesión de un bien jurídico solo proviene de seres humanos.
En conclusión, los bienes jurídicos considerados materialmente son relaciones sociales
concretas que surgen como síntesis normativa de los procesos interactivos de discusión y
confrontación que tienen lugar dentro de una sociedad democrática.
La necesidad de protección (de la sociedad) debe establecerse libremente en la base social
superando el discurso ideológico (las ideologías de la sociedad) para ver la realidad del objeto
a ser protegido y su compatibilidad con los fundamentos del Estado Social y democrático de
derecho.
El concepto de necesidad humana está asociado al de bien jurídico, como criterio. Los bienes
jurídicos concretos a ser protegidos por el derecho penal han de ser aquellos que están en
función de las condiciones para la satisfacción de esas necesidades. El derecho penal
cumpliría esta tarea en un doble sentido. En un sentido positivo, protegiendo mediante
prohibiciones y mandatos aquellos bienes jurídicos que inciden directamente en la
satisfacción de necesidades. Y en un sentido negativo, no prohibiendo conductas cuyo
objetivo sea la satisfacción de necesidades en el marco legal de un Estado democrático de
estado.
Política Criminal:
Es aquel aspecto del control penal que tiene relación con el poder del Estado para caracterizar
un conflicto social como criminal.
Frente a un conflicto social, el Estado social democrático de derecho debe antes que nada
desarrollar una política social que conduzca a su prevención o solución, o, en último término,
pero solo en último término, optar por definirlo criminal. Por esto no resulta admisible
considerar como aspectos separados el derecho penal y política criminal. Puede haber
diferentes políticas criminales. La definición de una conducta como criminal no puede tener
consecuencias contrarias a las expresadas en normativa constitucional como la
estigmatización o discriminación de personas o grupos de personas. Para el Estado de
bienestar, el objetivo es la obtención del consenso con un sistema de valores. Se ven políticas
de recuperación del individuo, se trata de incorporarlo al consenso de la sociedad. Por eso la
pena tiene la recuperación del infractor como objetivo. En los Estados autoritarios el delito se
considera traidor del jefe de Estado. La política criminal de estos Estados se basa en defender
al Estado frente al delincuente.
La decisión político-criminal de definir un proceso como criminal se plasma en las normas
penales, o sea, lo que se defina como delito por las políticas criminales, se va a reflejar y usar
en las normas penales. La validez de la norma penal viene de la política criminal. Debe haber
una permanente interacción entre la criminología, la política criminal, y el derecho penal.
A través de los tipos penales el Estado informa a la persona con precisión sobre las conductas
que no está dispuesto a tolerar en la solución de sus conflictos.
Se supone que la reacción penal garantiza que otro tipo de reacciones sociales informales,
como la venganza, queden neutralizadas.
Una política criminal democrática implica que la persona no pueda ser objeto de
manipulaciones.
La orientación hacia tal estrategia puede derivar también de los resultados hasta ahora alcanzados,
en el ámbito de las ciencias histórico-sociales y de la criminología crítica, en el análisis de los
sistemas punitivos en sus manifestaciones empíricas, en su organización y en sus funciones reales.
Los principales resultados pueden resumirse en las siguientes proposiciones:
No obstante, el concepto de derechos humanos, continúa siendo el fundamento más adecuado para
la estrategia de la mínima intervención penal y para su articulación programática en el cuadro de
una política alternativa del control social.
El punto de vista interno da lugar a los principios intrasistemáticos que indican los requisitos para la
introducción y el mantenimiento de figuras delictivas en la ley. El punto de vista externo da lugar a
los principios extra sistemáticos que se refieren, en cambio, a criterios políticos y metodológicos
para la descriminalización y para la construcción de los conflictos y de los problemas sociales, en una
forma alternativa a la que ofrece el sistema penal.
Principios intrasistemáticos de la
mínima intervención penal:
1- PRINCIPIOS DE LIMITACIÓN FORMAL
Principio de Reserva de ley o principio de legalidad: El principio de reserva de ley impone
limitar el ejercicio de la función punitiva sólo a las acciones previstas por la ley como delitos:
nulla poena sine lege, nulla poena sine crimine. Esto excluye, particularmente, la posibilidad
de introducir penas en el ámbito de cualquiera de los poderes del Estado que no sea el
legislativo. Los otros principios de limitación formal pueden ser considerados, a su vez, como
especificaciones del principio de legalidad, entendido en sentido amplio.
Principio de taxatividad: La pena es aplicable sólo en los casos de realización de tipos de
conducta expresamente previstos por la ley con indicación de sus elementos descriptivos y
normativos. Principio que impide calificar como delito conductas que no se encuentran
definidas como tales por la ley e imponer penas distintas a las previstas en ella. El derecho
penal solo puede castigar hechos exteriores, empíricamente demostrables, si no son
demostrables se está frente a un derecho penal autoritario. Por esto el principio de taxatividad
es una garantía. Se debe describir el delito con objetividad.
Principio de irretroactividad: Éste excluye la aplicación de penas, o de sus equivalentes, y
de cualquier condición que agrave la situación del imputado, que no haya sido prevista por la
ley con anterioridad al hecho, principio que comprende al régimen procesal y de ejecución.
Su función es la de asegurar la previsibilidad de las consecuencias jurídicas negativas del
comportamiento individual. Para Baratta no tiene excepciones, actualmente se admiten ciertas
excepciones en los crímenes de lesa humanidad, aunque, no es una excepción de
irretroactividad como tal, sino una argumentación donde se dice que la persona sabe que lo
que está haciendo está mal incluso si la norma no existe. Es algo que ya preexiste. Para los
delitos comunes, el principio de retroactividad dice que solo se aplica hacia atrás en el tiempo
solo cuando beneficia a la persona al destinatario de la pena.
Principio del primado de la ley penal sustancial: tiene el propósito de asegurar la extensión
de las garantías contenidas en el principio de legalidad a la situación del individuo en cada
uno de los subsistemas en que puede ser subdividido el sistema penal, esto es, frente a la
acción de la policía, dentro del proceso y en la ejecución de la pena. La limitación de los
derechos del individuo, en cada uno de los subsistemas de la administración de la justicia
penal, no puede superar las restricciones previstas taxativamente por la ley penal para los
delitos de que pueda ser sospechado, imputado o condenado. Este principio excluye la
introducción, de hecho, o de derecho, de medidas restrictivas de los derechos del individuo,
en el reglamento y en la práctica de los órganos de policía, del proceso y de la ejecución, que
no sean estrictamente necesarias a los fines de la correcta y segura aplicación de la ley penal
sustancial.
Principio de representación popular: Impone, en el procedimiento de formación de la ley
penal, el respeto de los requisitos mínimos del Estado de derecho, en lo que concierne a la
representatividad de la asamblea legislativa y a su funcionamiento regular; en particular, a la
participación popular en la formación de la voluntad legislativa mediante elecciones libres y
secretas y la libre organización de los partidos y de los movimientos políticos. No proviene
de las teorías liberales, tiene que ver con el proceso de la elaboración de la ley penal que tiene
que ser resultado de un parlamento elegido en elecciones libres y secretas. Se daba
tácitamente, el derecho penal tiene que proteger bienes jurídicos que son el resultado de la
discusión popular. Se daba tácitamente, el derecho penal tiene que proteger bienes jurídicos
que son el resultado de la discusión popular.
Nexo entre el derecho penal mínimo y credibilidad del derecho penal: La incertidumbre jurídica, la
incognoscibilidad y la irracionalidad del derecho penal generadas por la inflación legislativa, han
transformado el derecho penal en una fuente oscura e imprevisible de peligros para cualquier
ciudadano, sustrayéndole su función simbólica de intervención extrema contra las ofensas más
graves y ofreciendo por ello el mejor terreno de cultura a la corrupción y al arbitrio.
Una despenalización seria debería apuntar, antes que la reducción de la tutela penal sólo para los
bienes que consideramos fundamentales, a la reducción de la esfera de los bienes que nos podemos
permitir considerar fundamentales solo a las ofensas, que realísticamente, consideremos pueden ser
juzgados decentemente.
Como castigar; la cárcel como sabemos ha sido una invención moderna; una gran conquista buscada
por el iluminismo humanitario como alternativa a la pena capital, suplicios, penas corporales, picota
pública, y otros horrores del derecho penal premoderno. 200 años después, reducir drásticamente
su duración y transformarla en sanción excepcional, limitada a las ofensas más graves contra los
derechos fundamentales, (como la vida, la integridad personal, y similares) las únicas que justifican
la privación de la libertad personal, que es también un derecho fundamental garantizado. Aunque, la
cárcel, ha sido más que la privación de un tiempo abstracto de libertad.