PARTE GENERAL
Cátedra C: “Dr. González”
~
Segovia Aldana
Thiago Rosselli
BIBLIOGRAFÍA:
Zaffaroni – Tratado y Manual de Derecho Penal, Parte General.
Bacigalupo – Derecho Penal, Parte General y Lineamientos de la Teoría del Delito.
Núñez – Manual de Derecho Penal, Parte General.
Henaín – Módulos de Derecho Penal.
Jakobs – La imputación objetiva en Derecho Penal.
Roxin – Manual de Derecho Penal, Parte General.
D’Alessio – Código Penal Comentado: Parte General.
García Ramírez – La Corte Penal Internacional.
Creus – Derecho Penal, Parte General.
Soler – Derecho Penal Argentino.
THIAGO ROSSELLI – ALDANA SEGOVIA 2
Poder Punitivo y Derecho Penal
(Zaffaroni)
Por otra parte, la función del derecho penal y la delimitación del poder punitivo
respecto de otras formas de coerción jurídica estatal, chocan con la visión que del
sistema penal impera en el imaginario social. Lo penal comienza recién después
que el sujeto ha sido detenido y el peligro para nosotros ha pasado.
Cada una de las agencias tiene sus propios intereses sectoriales y sus propios
controles de calidad de sus operaciones. Por ello tiene discursos hacia fuera, que
resaltan sus fines manifiestos (oficiales) más nobles, y discursos hacia dentro, que
justifican para sus miembros la disparidad entre sus fines manifiestos y lo que
realmente hacen (fines latentes).
Hay que tener en cuenta que hay dos figuras ideales de estado o modelos puros:
el estado (liberal democrático) de derecho y el estado de policía (totalitario,
autoritario). En el estado de derecho ideal todos estaríamos sometidos por igual
ante la ley; en el estado de policía ideal todos estaríamos sometidos a la voluntad
de los que mandan.
Podemos trazar una idea de derecho penal, diciendo que es la rama del saber
jurídico que, mediante la interpretación de leyes penales, propone a los jueces un
sistema orientador de decisiones que contiene y reduce el poder punitivo, para
impulsar el progreso del estado constitucional de derecho.
El sistema orientador que le propone a los jueces, debe tener por objeto conocer y
reducir el poder punitivo. La función mas obvia de los jueces penales y del
derecho penal es la contención del poder punitivo. Sin la contención jurídica
(penal), el poder punitivo quedaría librado al puro impulso de las agencia
ejecutivas y política y, por ende, desaparecería el estado de derecho y la república
misma. La contención y reducción del poder punitivo, planificada para uso judicial
por el derecho penal impulsa el progreso del estado de derecho. El volumen de
Cabe aclarar que actualmente tiende a considerarse que también las “medidas”
integran la coerción penal, surge entonces, entre algunos autores, la preferencia
por la denominación “derecho criminal”, por considerar que la de “derecho penal”
es bastante estrecha, pues pasaría por alto las medidas distintas de la pena. Otros
autores prefieren seguir utilizando la expresión “derecho penal”, porque, aun
considerando que las medidas de seguridad, educación y mejoramiento, tengan
naturaleza penal, debe seguirse reconociendo que la principal manifestación de la
coerción penal es la pena que, según Zaffaroni, es también la única en sentido
estricto.
La ley penal es un acto de poder político, mientras que el saber o ciencia del
Derecho Penal, es un saber jurídico, es el discurso de los penalistas, quienes
vierten tales discursos en libros de derecho penal.
Entonces, podemos decir que el derecho penal es el discurso del saber jurídico
que, como todo saber o ciencia, se ocupa de un cierto ámbito de cosas o entes
del mundo. Ese ámbito son las leyes penales, que se distinguen de las restantes
por habilitar la imposición de penas.
Pero ¿qué distingue al Derecho Penal de las demás ramas del derecho? La
respuesta es: la coerción penal. El derecho penal provee a la seguridad jurídica
mediante la coerción penal.
La seguridad jurídica es buscada por todo el orden jurídico, pero el derecho penal
se diferencia de las demás ramas porque lo hace por medio de la coerción penal,
que se manifiesta con la pena.
Si bien la coerción penal a veces cumple los deseos irracionales de los integrantes
del grupo social, pues satisface sus ansias reivindicativas, el derecho penal, como
parte del orden jurídico, no puede renunciar al objeto educador que siempre ha
cumplido en nuestra tradición cultural. No puede basarse en mecanismos
irracionales, sino que debe procurar hacer conscientes esos mecanismos y
manejar los problemas a nivel racional. Si la retribución sólo se impone por
factores irracionales, la pena misma es una inmoralidad.
La pena:
El tema de las consecuencias jurídicas propias del derecho penal se puede
caracterizar como la teorización en esta rama del derecho de dos puntos de vista:
La Escuela Clásica concebía los poderes penales del Estado de una manera más
estrecha que la Escuela Positiva. La idea de “defensa social” permitía a esta última
justificar la intervención del Estado con el poder penal, allí donde los clásicos
carecían de posibilidad para hacerlo.
Desde hace más de dos mil años se ha intentado responder a la pregunta por la
naturaleza de la pena con un gran número de puntos de vista. Estas respuestas
han sido formuladas como teorías de la pena, entendiéndose la expresión “teoría”
en sentido amplio, porque en realidad no se trata de teorías, sino de principios o
axiomas legitimantes, cuya función en la ciencia del derecho penal es la de limitar
el poder punitivo.
La aplicación de la pena es, para Kant, una necesidad ética, una exigencia de la
justicia, un imperativo categórico, por tanto, los posibles efectos preventivos que
se pretendan atribuir a la pena son artificiales y ajenos a su esencia. La pena no es
concebida como un instrumento para la consecución de otros fines, distintos, que
no sean la justicia o el mantenimiento del derecho.
Así, la dignidad del hombre impide, precisamente, que éste sea utilizado con fines
de utilidad social, como una cosa, ya que el hombre “es un fin en sí mismo” y no
un instrumento en beneficio de la sociedad.
Respecto del sistema para apreciar las penas y establecer su justicia, en cuanto
cualidad y cantidad del castigo, Kant critica el sistema basado en el principio de la
igualdad y adopta el sistema talional, en virtud del cual se acepta incluso la pena
de muerte como legítima retribución para el caso que corresponda.
Para remarcar más aún el sentido que la pena de muerte tiene en su sistema
filosófico, Kant señala a continuación su famosísimo ejemplo de la isla, tantas
veces citado en contextos distintos, según el cual, "aun cuando se disolviera la
sociedad civil con el consentimiento de todos sus miembros (por ejemplo,
decidiera disgregarse y diseminarse por todo el mundo el pueblo que vive en una
isla), antes tendría que ser ejecutado hasta el último asesino que se encuentre en
la cárcel, para que cada cual reciba lo que merecen sus actos y el homicidio no
recaiga sobre el pueblo que no ha exigido este castigo: porque puede
considerársele como cómplice de esta violación pública de la justicia".
Hegel
Tiene origen científico en Anselm Von Feuerbach, que parte de la idea del ser
humano como ente racional, que siempre hace un cálculo de costos y beneficios
antes de realizar una determinada acción (por ejemplo, delinquir), por ello es
necesario que ese potencial delincuente sepa que como consecuencia de sus
actos obtendrá una insatisfacción (pena) mayor a la insatisfacción de no haber
cometido el hecho delictivo.
Según esta teoría, así como alguien hace un cálculo antes de hacer una operación
comercial, se supone que consultaría un código penal antes de cometer algún
crimen, para saber cuánto le costará.
Críticas:
Se reconoce que el poder punitivo hace “mal” al autor, pero se afirma que este mal
debe entenderse como parte de un proceso comunicativo (o ideológico, porque
impone la creencia de que la pena es un bien para la estabilidad social o del
derecho).
El delito sería una suerte de mala propaganda para el sistema, y la pena sería la
forma en que el sistema hace su publicidad neutralizante, o sea que las agencias
del sistema se irían convirtiendo en agencias publicitarias de lo que es necesario
hacer creer para que una sociedad basada en el conflicto no cambie.
Esta teoría se apoya en datos reales (en comparación con la Prevención General
Negativa). Una persona sería criminalizada porque de ese modo tranquiliza la
opinión pública. No ignora (dicha teoría) completamente la realidad social: la pena
no sirve pero debe hacerse creer que si lo hace para el bien de la sociedad y la
sociedad cree esto como resultado de un perjuicio intimidatorio.
Uno de los defensores de esta teoría fue Günter Jakobs, quien definió a la
prevención general positiva como el ejercicio en el reconocimiento de la norma,
que se divide en un triple aspecto: ejercicio de la confianza en la norma, ejercicio
de la fidelidad en el derecho, y ejercicio en la aceptación de las consecuencias.
La sociedad SON las normas, una sociedad sin normas no es una sociedad, y
dentro de la sociedad uno puede orientarse de dos maneras:
Críticas:
Conforme a esto, Liszt propone un tratamiento para “curar” a los diferentes tipos
de delincuentes. Los métodos eran los siguientes:
Críticas:
Crítica:
Teorías de la Unión
Estas teorías tratan de combinar los principios legitimantes de las teorías
absolutas y de las relativas en una teoría unificadora. Por lo tanto, se trata de
teorías que procuran justificar la pena en su capacidad para reprimir (retribución)
y prevenir (protección) al mismo tiempo.
Los valores justicia y utilidad que en las teorías absolutas resultan excluyentes y
en las relativas son contempladas sólo a través de la preponderancia de la utilidad
(social), resultan unidos en las “teorías” de la unión.
Sin embargo, no es posible decidirse por una de estas teorías pues sus
argumentos provienen de campos que no resultan comparables. En cambio,
explica Roxin: “El derecho penal se enfrenta al individuo de tres maneras:
amenazando, imponiendo y ejecutando penas; y esas tres esferas de actividad
estatal necesitan de justificación cada una por separado".
Hay una relación concreta entre estas dos ciencias, que deriva de la necesaria
adaptación del derecho penal a los preceptos del derecho constitucional, dado el
principio de supremacía constitucional, establecido en el Art. 31 C.N.
1. Art. 67, Inc. 11: faculta al congreso de la Nación dictar el código penal. El
contenido de esta disposición se encuentra controvertido en cuando al
alcance de la potestad legislativa en materia contravencional, que para
algunos la tendría la Nación y la ejercerían las provincias en razón de que
el Congreso Nacional no ha hecho uso de esa facultad; para otros, se
trataría de una materia que se han reservado las provincias conforme al
Art. 104 constitucional. Zaffaroni entiende que la posición correcta es la
primera, pues al tiempo en que fue sancionada la CN, las contravenciones
penales integraban los códigos penales de la legislación comparada.
2. Art. 18: declara “abolidos para siempre la pena de muerte por causas
políticas, toda especie de tormentos y los azotes”. Estas son limitaciones
de política penal en cuanto a los medios que puede arbitrar para promover
la seguridad jurídica dentro de nuestro sistema.
3. Art. 17: establece que “la confiscación de bienes queda borrada para
siempre del código penal argentino”. Por confiscación de bienes se
entiende a la confiscación general de bienes y no a la medida prevista en el
Art. 23 del código penal.
4. Disposiciones constitucionales referidas a delitos en particular.
Art. 15: “Todo contrato de compra y venta de personas es un crimen
del que serán responsables los que lo celebrasen, y el escribano o
funcionario que lo autorice”.
Art. 22: “Toda fuerza armada o reunión de personas que se
atribuyan los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste,
comete delito de sedición”.
Art. 29: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional, ni las
legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades
extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles
No existe, en realidad, aquel derecho subjetivo de punir, sino que existe un poder
de punir por parte del estado, que necesita una contención y una reducción.
Legalidad formal.
La única ley penal es la ley formal, emitida por los órganos políticos habilitados
por la Constitución. En esto consiste el principio de legalidad.
1. La ley debe ser escrita: la única fuente del derecho penal es la ley penal,
entendida en sentido material (Código Penal) y formal (sancionada por los
medios previstos en la Constitución). Quedan excluidas las disposiciones
administrativas, las cuales no pueden ser tenidas en cuenta como “ley
penal”. La sanción de la materia penal está reservada al Congreso.
2. La ley debe ser previa: el comportamiento considerado como delictivo y la
sanción penal deben estar previstos de antemano en una ley penal. Se
prohíbe la aplicación de leyes posteriores al hecho (ex post facto) salvo que
las mismas sean beneficiosas para el reo.
3. La ley debe ser estricta: estricto apego del juez a la ley penal. El juez no
puede crear tipos penales o “crear derecho” a fin de condenar a un sujeto.
Se prohíbe la analogía in malam partem (en contra del inculpado), pero se
permite la analogía in buona partem (en favor del inculpado).
Leyes Penales en Blanco: Son aquellas leyes que reconocen y especifican, cual es
la acción prohibida determinada por otra ley, cuando esta se limita a establecer
una conminación.
Se afirma que la ley penal en blanco tiene vigencia independiente de la norma que
la completa, como resultado de la “teoría de las normas de Binding”, quien
afirmaba que el tipo de estas leyes no repite la definición de la conducta
prohibida por la norma, sino que por el contrario es un blanco cuyo contenido lo
dará la norma.
Las únicas leyes penales en blanco cuya constitucionalidad es tolerable son las
leyes en blanco impropias, aquellas que reenvían a otra norma emanada de la
misma fuente. Este reenvío puede ser interno, cuando es a otra disposición de la
misma ley, o externo, cuando es a otra ley de igual jerarquía que la penal. Ej. Ley
de estupefacientes y ley de tenencia.
Los jueces deben exigir siempre la máxima precisión legal, pero cuando los
legisladores establecen una escala penal muy amplia, o cuando remiten a
conceptos vagos de dudosa precisión, el juez tiene dos opciones:
Para elegir entre uno u otro camino, el juez se basa en el postulado de prudencia,
según el cual una ley debe ser declarada inconstitucional cuando no exista
ninguna interpretación que la haga compatible con la CN. Pero en materia penal
este postulado tiene valor relativo, porque los casos de violación de la legalidad
estricta son producto de la irresponsabilidad legislativa y, siendo esta un vicio, las
agencias jurídicas deben exigir su corrección.
La ley penal más benigna no solo es la que establece pena menor, pues puede
tratarse de la creación de una nueva causa de justificación, de inculpabilidad, o
puede provenir también de otras circunstancias como el menor tiempo de
prescripción, una distinta clase de pena, la provation, la libertad condicional, etc.
Los efectos de la ley más benigna operan de pleno derecho.
Los límites temporales que se toman en cuenta en el Art. 2 del Código Penal para
determinar cuál es la ley más benigna y los constitucionales para prohibir la
retroactividad más gravosa, son los de la comisión del hecho y de la extinción de
la condena.
Ultractividad de la ley más benigna: significa que una ley tiene vigencia después
de su derogación tácita o expresa siempre que sea en beneficio del imputado.
Principio de Lesividad.
En el Art. 19 de la CN se establece límites materiales al poder punitivo del estado
en general, estableciendo que las acciones privadas de los hombres que de
ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero,
están solo reservadas a dios y exentas de la autoridad de los magistrados. Así, el
estado no puede establecer una moral, y en lugar de ello, debe garantizar un
ámbito de libertad moral. Además, las penas no pueden recaer sobre acciones que
son ejercicio de esa libertad.
Así, no se legitima la pena como retribución, pues sigue siendo una intervención
selectiva del poder que se limita a suspender el conflicto sin resolverlo.
Simplemente se afirma que el derecho penal debe escoger entre irracionalidades,
para impedir el paso de las de mayor importancia. Esto obliga a jerarquizar las
lesiones y a establecer un grado de mínima coherencia entre las magnitudes de
penas asociadas a cada conflicto criminalizado, por lo que no se podría tolerar,
por ejemplo, que las lesiones a la propiedad tengan mayor pena que las lesiones a
la vida.
Principio de Humanidad.
El principio de racionalidad republicana se vincula con el de humanidad o de
prescripción de la crueldad, reforzado en el Art. 18 de la CN con la prohibición de
la pena de azotes y de toda forma de tormento, y consagrado expresamente a
través del Art. 75 Inc. 22, con la prohibición de la tortura y de las penas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes.
Por lo menos hay tres principios de limitación material que las agencias jurídicas
debieran oponer a las políticas:
PRINCIPIO DE CULPABILIDAD:
En relación al principio de culpabilidad deben determinarse dos aspectos
esenciales:
A. Alcances de su contenido;
B. Jerarquía normativa de su reconocimiento en el ordenamiento positivo.
Alcances de su contenido.
Con respecto al contenido del principio, puede decirse que predomina en doctrina
la concepción que exige para la aplicación de una pena, ciertos presupuestos sin
1. Por aplicarse pena sin que se den las condiciones que permitan formular al
autor un reproche por lo que hizo.
2. Cuando, si bien era posible la formulación del reproche, la sanción no
guarda una cierta proporcionalidad con la magnitud del ilícito cometido
(proporcionalidad de la pena).
Para ello, será necesario -por una parte- que exista una ley que en forma clara y
precisa delimite el comportamiento prohibido y la pena que corresponderá a su
autor (exigencia de ley previa al hecho). Por tal razón la pretensión de aplicar
retroactivamente una ley penal más gravosa o incriminante lesiona el principio de
culpabilidad.
De todas formas, aun cuando existiera una ley previa al hecho que individualice la
acción prohibida y la pena correspondiente, la comprensión de la criminalidad
podrá faltar por alguna de estas razones:
Esta es la diferencia que existe entre un derecho penal de acto -como el nuestro-
y un derecho penal de autor -consecuencia del positivismo criminológico- en
virtud del cual se castigan personalidades criminales y no hechos delictivos. Una
somera lectura del código penal y de las leyes especiales es suficiente para
advertir que los distintos tipos penales captan comportamientos delictivos que se
consideran disvaliosos y no personalidades criminales: los distintos delitos
(homicidio, lesiones, hurto, robo, violación, injuria, etc.) parten siempre de la base
de un autor que ha realizado alguna de tales acciones y la pena que está prevista
tiene relación con la gravedad del hecho (derecho penal de acto) y no con la
peligrosidad del autor (derecho penal de autor). En verdad un derecho penal de
raigambre positivista no establecería penas para los delincuentes, en razón de
que se los considera sujetos anormales que realizan tales hechos por la patología
que padecen. Por ello, en lugar de pena lo que se establece en un derecho penal
de autor son medidas de seguridad, que nada tienen que ver con la magnitud del
injusto cometido -el cual es sólo un síntoma de una personalidad delictiva- sino
con las necesidades de contención del autor, a quien consideran un sujeto
peligroso al que hay que contener o curar, según los casos, a través de las
medidas de seguridad. En este esquema -que afortunadamente no es el seguido
por nuestro ordenamiento positivo- la duración de la medida está vinculada a la
mayor o menor peligrosidad del autor, entendiendo por peligrosidad un
Si tomamos en cuenta las distinciones entre ambos “derechos” resulta claro que
las disposiciones de nuestro Código Penal, cuya naturaleza es problemática son
disposiciones procesales, ninguna disposición constitucional dice que las
provincias se han reservado todas las facultades legislativas procesales, es decir,
que la retención de la potestad legislativa procesal tiene lugar en la medida en
que no afecte el principio de igualdad ante la ley. Por ende, tales disposiciones a
pesar de ser procesales las legisla el congreso nacional en el Código Penal, y no
son inconstitucionales.
Hay dos aspectos esenciales que tienen que ver con el derecho contravencional y
que son objeto de controversias:
Por otra parte, muchas de las garantías procesales con jerarquía constitucional
tendrían plena vigencia en el ámbito contravencional. Así, por citar sólo las más
importantes: nadie podría ser obligado a declarar contra sí mismo en un proceso
contravencional; derecho a un debido proceso legal e inviolabilidad de la defensa
en juicio, derecho a recurrir el fallo ante un juez o tribunal superior, etc.
El otro aspecto controvertido tiene que ver con la fuente de producción del
derecho contravencional existiendo al menos dos posiciones encontradas: quienes
entienden que corresponde al Congreso de la Nación dictar un código
contravencional para todo el país, por ser una facultad delegada por las
provincias; por el contrario, están quienes reconocen esta facultad a las
legislaturas provinciales y concejos municipales.
La primera vertiente, que abarca los aspectos internacionales del Derecho penal,
supone un desarrollo creciente de ciertos espacios del Derecho punitivo, que
trasciende fronteras nacionales y proyecta sus pretensiones más allá de éstas. Se
trata de llevar a buen término la lucha contra la impunidad y asegurarse de que
no haya lugar en la tierra que pueda servir de abrigo a los delincuentes. En
consecuencia, vienen al caso los medios de colaboración persecutoria entre los
Estados, que se integran sobre todo con reglas y tareas de carácter procesal:
colaboración investigadora, extradición, transferencia de procesos, etcétera.
Esto significa que son las propias normas internacionales las que describen las
conductas punibles y fijan las penas consecuentes, que no provienen de la
legislación nacional ni se subordinan a las jurisdicciones estatales.
Esta exigencia solo llevó a frustraciones judiciales, pues el ex káiser, que debía
ser juzgado por un tribunal de cinco magistrados designados por Francia, Gran
Bretaña, Estados Unidos, Italia y Japón, se refugió en Holanda, y este país negó la
extradición solicitada. La negativa se fundó en que el delito imputado al ex káiser
Así se abre paso al conocido fallo del Tribunal de Núremberg, de 1946 contra
diecinueve criminales de guerra, varios de ellos condenados a pena de muerte.
Aquí se asienta el siguiente principio: “Los crímenes contra el derecho
internacional son cometidos por los hombres, no por entidades abstractas, y sólo
mediante el castigo de los individuos que cometen tales crímenes pueden hacerse
cumplir las disposiciones del Derecho Internacional”. Basándose en este tribunal,
el Tribunal de Tokio también emitió sentencia contra veintiocho inculpados.
Es evidente que están vinculados los Estados partes en la convención, que han
pactado libre y soberanamente y que aceptan la competencia de la Corte Penal
Internacional respecto a los crímenes sujetos a la competencia material de ésta.
Puede intervenir:
Derecho aplicable
En primer término, la Corte debe atenerse a las disposiciones del Estatuto.
En segundo término, la Corte debe aplicar los tratados, principios y normas del
derecho internacional, “incluidos los principios establecidos del derecho
internacional de los conflictos armados”.
Finalmente, son aplicables también los principios generales del derecho derivados
“del derecho interno de los sistemas jurídicos del mundo, incluido, cuando
proceda, el derecho interno de los Estados que normalmente ejercerían
jurisdicción sobre el crimen, siempre que estos principios no sean incompatibles
con el presente Estatuto ni con el derecho internacional ni las normas y principios
internacionalmente reconocidos”.
Imprescriptibilidad
Se enuncia en términos absolutos la ineficacia de esta causa regular de extinción
de la pretensión penal y de la potestad ejecutiva, lo cual implica la conveniencia
de ajustar las leyes nacionales a la norma internacional para evitar cuestiones a
propósito del régimen de subsidiariedad y complementariedad.
Elemento de intencionalidad
La disposición genérica resuelve que habrá responsabilidad y procederá, en su
caso, la sanción del inculpado “únicamente si éste actúa con intención y
conocimiento de los elementos materiales del crimen”. La intención se analiza en
dos vertientes: la conducta y la consecuencia. Actúa intencionalmente en relación
a una conducta quien se propone a incurrir en ella; y en relación a una
consecuencia quien se propone a causarla o es consciente de que se producirá en
el curso normal de los acontecimientos.
Dichas fuentes, en Argentina se hallan limitadas por el Art. 18 CN, en la parte que
dice: “Ningún habitante de la nación puede ser penado sin juicio previo fundado
en el anterior al hecho del proceso”. Esta disposición consagra el llamado
principio de legalidad penal.
La ley es pues, por imperio de los Arts. 18 y 19, la única fuente de conocimiento
de la legislación penal.
Por ley puede entenderse un concepto estricto o formal (ley en este sentido es la
que emana de un parlamento, sea el congreso de la nación o de las legislaturas
provinciales) o bien un concepto amplio o material (en éste sentido ley es toda
disposición normativa de carácter general, que emana de un parlamento, del
poder ejecutivo, de los municipios).
El jurista o investigador tiene que tratar de agotar la totalidad de los datos para
poder explicitar un área de la realidad que forma parte de un ámbito mayor como
cualquier saber.
En nuestro sistema penal vigente, la única fuente del derecho penal (o la única
fuente inmediata, si se acepta esa clasificación) es la ley en sentido material.
Otras fuentes.
La costumbre
La costumbre no es “fuente del derecho penal”, o bien, puede admitirse que tiene
sólo carácter de fuente “mediata”, en caso de aceptarse esta clasificación. Esta
posición asignada a la costumbre tiene vigencia para todo el derecho, en función
de lo dispuesto por el Art. 17 del Código Civil, al que no hay motivo alguno para
negarle vigencia respecto del Derecho Penal, sino que por el contrario, cobra
De allí que la disposición del Art. 17 del Código Civil sea perfectamente aplicable
a la legislación penal: “Los usos y costumbres no pueden crear derechos sino
cuando las leyes se refieran a ellos o en situaciones no regladas legalmente”.
La jurisprudencia
Tampoco la jurisprudencia es “fuente” del derecho penal en sentido estricto,
aunque se trate de jurisprudencia plenaria, la jurisprudencia plenaria no puede ser
fuente del derecho, porque se dirigiría a particulares, sin que nadie le exija llenar
los requisitos de la ley, es decir, sin la publicidad requerida.
No obstante, una cosa es tener en cuenta estos principios para interpretar la ley, y
otra bien distinta es pretender pasar por sobre el principio de legalidad llevando
como estandarte estos principios.
En el primer sentido, tienen plena vigencia para el derecho penal, pues sería
absurdo pretender que la ley penal no debe interpretarse de acuerdo con los
“principios generales del derecho”. En el segundo sentido, estos principios no
pueden esgrimirse como argumentos para arrasar el principio de legalidad,
puesto que éste es, precisamente, una clara derivación de los mismos principios
generales de nuestro derecho penal, impuesto por la seguridad jurídica.
El celo por evitar la extensión de la ley penal hizo afirmar a algunos clásicos que
ella no debía ser interpretada. Ello en parte se explica a partir de que el libre
arbitrio judicial y la aplicación de analogía eran, hasta el siglo XVIII, expresiones
del ejercicio de la soberanía sin límites.
Métodos
Es una obviedad que quien pretende ofrecer a las agencias jurídicas un sistema de
decisiones, quiere algo más que la simple no contradicción de las decisiones. Esas
decisiones no contradictorias deben dirigirse coherentemente a cierto resultado
de poder (político), que en nuestro caso la misma ley señala que es “el
fortalecimiento del estado constitucional de derecho”.
Interpretación sistemática
Busca el sentido de la ley a partir de su ubicación (es importante para determinar
el bien jurídico protegido que por lo general se expresa en el título o capítulo
donde está legislado) y la relación con otros preceptos legales, teniendo en cuenta
la necesaria coherencia que debe tener el ordenamiento jurídico (deber ser),
aunque en ocasiones el legislador se muestra contradictorio, los términos legales
no pueden interpretarse de modo aislado sino en forma conjunta y armoniosa con
el resto de las normas en juego.
Este método puede tener tanto una función integradora como correctiva; la
primera por cuanto, frecuentemente, se puede extraer el contenido significativo
de un concepto a partir del contexto y la correctiva en tanto al conglobar las
normas se define su verdadero alcance.
Interpretación teleológica
Este método de interpretación atiende a la finalidad perseguida por la norma (idea
griega de “telos” que significa finalidad). Objeto o núcleo de la ley penal (razón de
ser de la misma), lo constituye “un fin”, este fin es la tutela de un bien jurídico
(elemento teleológico).
Analogía, según Roxin, es trasladar una regla jurídica a otro caso no regulado en
la ley por la vía del argumento de la semejanza entre supuestos.
Por ello, fueron necesarias dos cosas: la primera, absolver a los acusados por falta
de ley previa, y la segunda, sancionar una ley que previera expresamente ese
hecho. No obstante, el art. 171 del Código, puede a su vez crear problemas con
respecto a la analogía, porque la figura exige que el cadáver sea sustraído para
hacerse pagar su devolución. ¿Qué ocurrirá si el cadáver es simplemente sustraído
y nada se exige? Resulta evidente que para este hecho, no se podrá aplicar el
art.171, sin hacer analogía. ¿Será que la sustracción de un cadáver conduce al
hurto? Podría entenderse que ello es posible, porque se trata de una cosa, y
entonces la sustracción conduciría al hurto. Pero, ¿a quién pertenece en propiedad
un cadáver? ¿Quién es el dueño? ¿No es cierto que el hurto exige que la cosa sea
ajena, que por ello tenga dueño y reconozca entonces, la propiedad en otro? Todo
esto, ¿ocurre con los cadáveres?
Del caso expuesto cabe colegir, a la luz del principio de legalidad y la prohibición
de analogía, que por más que pueda encuadrarse el supuesto en el sentido o en el
espíritu de una formulación legal determinada, ésta subsunción no puede violar
nunca el sentido literal posible de los términos gramaticales redactados en la ley.
Con otro giro, todo lo que excede este sentido literal posible es analogía e
infringe el principio de legalidad en la medida que sea contra reo.
El poder punitivo:
- Muestra una constante vocación de continuidad o totalidad.
Parte del derecho público. Es una rama del derecho público y, puede ser
considerado también un apéndice del derecho constitucional, ya que halla en éste
sus primeros y más importantes fundamentos.
Represivo de la pulsión del estado de policía. El derecho penal debe operar como
dique para represar el poder punitivo del estado. El carácter represivo contiene las
pulsiones irracionales de las personas que operan el poder punitivo del estado.
Normativo. Pero no por estar constituido por normas ni por ocuparse solo del
deber ser y desentenderse del ser, sino, simplemente, porque es un saber que
tiene por objeto el estudio de normas (porque se ocupa de normas). Así como la
biología se ocupa de los seres vivos y la botánica de las plantas, el derecho se
ocupa de normas.
El poder punitivo:
La norma penal
Concepción tradicional. Las leyes penales, según se ha entendido
tradicionalmente, contienen dos partes: el precepto y la sanción. El precepto
prohíbe o manda algún comportamiento y la sanción se prevé para el
incumplimiento del mismo.
“La pena puede dictarse sólo porque la acción descrita en la ley y la cometida por
el ladrón se superponen conceptualmente. El delincuente no contraviene la ley
penal, según la cual se lo sanciona; por lo contrario, para que se lo pueda
sancionar, el delincuente tendrá que haber obrado en consonancia, de acuerdo,
con la primera parte de esa ley”.
Mientras la norma que prohíbe el hurto dice: “No debes apoderarte de cosas
muebles ajenas”, la ley penal reza, por ejemplo, “El que se apodere de una cosa
mueble ajena será sancionado de tal forma”.
Esta teoría concibe la norma jurídica como un imperativo o como una orden. La
orden como tal, y por lo tanto la norma, resulta ser conceptualmente
independiente de la amenaza de la sanción. La sanción, por lo tanto, no es un
Concepción orientada a las teorías de la unión. En una postura más cercana a las
teorías de la unión, la función del derecho es garantizar una convivencia
exteriormente ordenada; las normas del derecho, por lo tanto, son “normas
objetivas de valoración”, juicios sobre determinados sucesos y estados desde el
punto de vista del derecho.
Ley penal
Como indica Núñez, se entiende por ley "el total organismo jurídico que regula la
imputación y sus consecuencias a un caso concreto", aspecto que significa que en
el artículo 2° del Código Penal la expresión ley no se puede concebir en el sentido
de ley formalmente penal, sino que el concepto se extiende a todas aquellas
disposiciones que vienen a integrarse, completándolo u otorgándole contenido
jurídico, al tipo penal como figura, incluyendo la de la determinación de la
sanción, sea por aplicación del principio de plenitud organizada del sistema
jurídico general, sea por remisiones expresas o implícitas de la misma ley penal,
así como a todas las que en el caso habilitan el ejercicio del ius puniendo que
permite la aplicación efectiva de la sanción.
Las leyes penales, de acuerdo con Bacigalupo, contienen dos partes: el precepto y
la sanción. El precepto prohíbe o manda algún comportamiento y la sanción se
prevé para el incumplimiento del mismo, agregando Zaffaroni que la ley penal
señala un ámbito dentro del cual el sistema penal del que forma parte puede
seleccionar y criminalizar personas.
Principio de territorialidad;
Principio real o de defensa;
Principio de la nacionalidad o de la personalidad (que puede ser activa o
pasiva);
Principio de la universalidad.
A. Principio de la territorialidad.
Esta aclaración, con ser cierta, no es suficiente para terminar con las dificultades
de interpretación del principio, debido a que no hay acuerdo sobre qué se
entiende por lugar de comisión del delito. Los problemas surgen cuando se
produce una separación espacial entre el lugar de realización de la acción delictiva
(que pertenece a un estado) y el lugar en que se produce el resultado del delito
(que corresponde a otro estado diferente). A esta situación se la denomina
“delitos a distancia”.
Como se ve, dilucidar la cuestión resulta esencial para saber cuál es la ley
aplicable al caso ya que, conforme al principio de territorialidad, deberá ser
aquella que rija en el estado en cuyo territorio se cometió la infracción. Pero es el
caso que, para algunos, lugar de comisión es aquél en el que se llevó a cabo la
acción delictiva, mientras que otros, por el contrario, consideran como lugar de
comisión al territorio en que se produjo el resultado típico. Esta situación puede
generar, según los casos, diferentes situaciones que se conocen con el nombre de
“conflicto positivo de leyes” y “conflicto negativo de leyes”.
La situación podría ser aún más compleja. Imaginemos que el delincuente huye
antes de ser descubierto, a un tercer estado (que no es ni aquél en que se llevó a
cabo la acción delictiva ni donde se produjo la muerte). En tal caso, cada uno de
los estados que se considere con derecho a aplicar su ley penal, debería solicitar
al estado en cuyo territorio se encuentre el delincuente que le conceda su
extradición su juzgamiento. Por una parte, el estado requerido considerará la
entrega en base al propio concepto que tenga del lugar de comisión, pero a su
vez pueden surgir complicaciones tiene tratado de ex-tradición sólo con uno de
ellos y con el otro no. La situación más problemática se dará si justamente no lo
tiene con aquél en cuyo territorio -conforme al criterio que tenga el estado
requerido-se habría “cometido” el delito.
Para evitar esta situación, se ha creado un sub principio (llamado así porque sirve
para solucionar un problema de interpretación del principio de territorialidad)
denominado de “ubicuidad”.
El sub principio de ubicuidad es también útil para resolver algunos problemas que
presentan los llamados “delitos en tránsito”. Se da esta denominación a aquellos
delitos en los que su proceso ejecutivo se realiza recorriendo varias jurisdicciones
diferentes mientras ese proceso se desarrolla.
Ejemplos:
Debe quedar en claro que, con los mencionados principios, sólo se trata de
determinar qué estado podrá aplicar su ley penal al caso. Pero si el sujeto al que
se pretende juzgar se encuentra dentro del territorio de otro estado, no se puede
avasallar su soberanía ingresando con pretensión de detener al criminal. Lo que
corresponde hacer es solicitar su extradición. El estado requirente será quien
pretenda aplicar su ley al infractor; el estado requerido será aquél a quien se
solicita su colaboración para la detención del delincuente y su posterior entrega al
estado que pidió la extradición.
En el inciso 1 del transcripto art.1 del código penal argentino, aparecen consa-
grados dos principios:
1) Puede ser que la ley penal vigente al momento de cometerse el hecho haya
sido reemplazada por otra ley, en cuyo caso, la ley aplicable se determina
en función de las siguientes consideraciones:
“Si con posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una
pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.”
En este caso, si esa nueva ley es más benigna, debe aplicarse retroactivamente,
cediendo el principio de la cosa juzgada en aras de tal solución.
Hasta aquí, las reglas que rigen la sucesión de leyes en el tiempo. Corresponde
ahora precisar los parámetros en base a los cuales se determinan en qué casos
una ley se considera más benigna que otra.
En primer lugar, al hablar de ley, y siendo que, normalmente ésta se integra con
precepto (tipo penal) y sanción, la mayor benignidad puede ser la consecuencia de
una modificación de cualquiera de ellos. Así, no sólo es más favorable la ley que
establece pena menor o menos grave. También lo es, obviamente, aquella que por
alguna razón no contempla a la acción que se debe juzgar dentro de su materia
de prohibición, es decir no la considera delictiva.
No siempre una ley penal está compuesta por un tipo penal y su correspondiente
pena.
Numerosas disposiciones jurídico-penales, como por ejemplo, todas las del Libro
Primero del Código Penal (arts. 1 a 78), al no contemplar a los delitos en
particular, no responden a esta estructura. Sin embargo, estas disposiciones
también inciden de manera determinante en la mayor o menor gravedad de una
ley penal.
Si, por ejemplo, la ley “A” resulta ser la más benigna para uno de los autores,
mientras que es la ley “ B” la más favorable para el otro autor, siendo más
ventajosa la ley “C” para el tercero de los intervinientes en el hecho, la solución
Por tal razón, luego de definir en base a los criterios expuestos cuáles la ley más
benigna, ésta deberá aplicarse integralmente sin que puedan reemplazarse
ninguna de sus disposiciones por las de alguna de las otras leyes. Esto es siempre
así, con una única excepción: las atinentes al cómputo de la prisión preventiva.
Volviendo al análisis del artículo 3 del C.P., el mismo impone al juez el deber de
seleccionar entre todas las leyes que han tenido vigencia en el tiempo -desde que
se ejecutó el hecho y hasta el momento en que perdure algún efecto jurídico de la
condena- aquél cómputo de la prisión preventiva que sea más favorable para el
procesado, aunque esta disposición esté contemplada en una ley distinta de la
que se consideró -en los otros aspectos, claro está- como la más beneficiosa para
el sujeto. En esta situación el juez no se estaría convirtiendo en legislador al
aplicar a un mismo sujeto disposiciones correspondientes a cuerpos legales
diferentes, debido a que es la propia ley la que establece este procedimiento a
seguir.
Ejemplo: Si un sujeto cometió un delito durante la vigencia del actual código penal
y luego se modificara integralmente por un nuevo código, el que resulta aplicable
por ser el más favorable para el sujeto, se deberán, no obstante, considerar las
disposiciones en algún efecto jurídico de la sentencia condenatoria, que abarca el
registro de la misma en el correspondiente organismo estatal, el cómputo de sus
efectos para obtener cualquier beneficio o incluso las dificultades materia de
prisión preventiva del código derogado si el cómputo que éste establece es más
beneficioso para el procesado; en todo lo demás regirían las previsiones de la
nueva ley.
Se suele afirmar que estas leyes implican una derogación implícita del principio de
aplicación de la ley penal más benigna, argumentando que, de lo contrario,
carecerían prácticamente de efecto, pues al ser siempre estas leyes más gravosas,
y teniendo consideración la duración de los procesos penales en los que la
sentencia se dicta frecuentemente varios meses, o en algunos casos años,
después de la fecha en que se cometió el hecho, ello llevaría a que todos los
ilícitos cometidos en los últimos tiempos de vigencia de la ley -temporaria o
transitoria- se terminarían resolviendo en base a la nueva legislación la cual al ser
más benigna, se debería aplicar retroactivamente en base a lo dispuesto por el
art. 2 del C.P. Por ello, para evitar la pérdida de eficacia, se sostiene el carácter
ultraactivo de estas leyes.
La cuestión central pasa por una toma de posición respecto a si disposiciones que
limitan los alcances de la prohibición, justificación, o punibilidad son susceptibles
de restricción mediante una interpretación teleológica o, por el contrario debe
estarse a su literalidad.
Este criterio no es antojadizo sino que tiene que ver con la razón de ser del
instituto y con la función que se asigna a la pena. Silva Sánchez lo explica muy
claramente: “...Resulta innegable que esta postura tiene argumentos en su favor,
si se atiende exclusivamente a la ‘función’ de la institución de la retroactividad de
la ley más favorable.
Para concluir, como ejemplo hay dos casos resueltos por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación: Ellos son el caso “Santoro” y el caso “Frigorífico Yaguané”.
El caso del Frigorífico Yaguané, presenta aspectos interesantes que merecen ser
analizados. Se trataba de una sanción aplicada por la Junta Nacional de Carnes
por violación del horario establecido para el faenamiento, por el P.E. en uso de las
facultades otorgadas por el art. 3 del decreto ley 19.095/71 durante el período de
veda al consumo de carne vacuna. El faenamiento sólo podía comenzar a las 20
horas del día de veda, siendo que la imputada inició esas labores a las 18 horas.
Como con posterioridad se modificó el horario autorizando la faena desde las 15
horas, la recurrente solicitó que se aplicara al caso el principio de la ley más
benigna pues, conforme con la nueva disposición (autorización de faenamiento
desde las 15 horas), la conducta realizada había sido desincriminada (ya no era
ilícito faenar a las 18 horas).
No obstante, hay dos excepciones de carácter funcional que vienen impuestas por
el derecho constitucional y por el derecho internacional y son, como se ha visto, la
indemnidad de que gozan las opiniones parlamentarias y la inmunidad de
jurisdicción que en el derecho penal argentino tienen los ministros, embajadores
y jefes de Estados extranjeros.
Inmunidad diplomática
En la actualidad, la inmunidad diplomática se encuentra regulada por la
Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas. Esta Convención reconoce
que las “inmunidades y privilegios se conceden no en beneficio de las personas,
sino con el fin de garantizar el desempeño eficaz de las funciones de las misiones
diplomáticas en calidad de representantes de los Estados”. Otras disposiciones
contenidas en esta Convención son las siguientes:
“La persona del agente diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna
forma de retención o arresto. El Estado receptor lo tratará con el debido respeto y
adoptará todas las medidas adecuadas para impedir cualquiera tentado contra su
personas, su libertad o su dignidad”.
Casos.
A su vez, el Art. 70 prevé que los diputados y senadores contra los que se
promueva querella no podrán ser procesados si previamente la respectiva Cámara
no los suspende en sus funciones por dos tercios de los votos.
El presidente argentino
No goza de impunidad penal alguna. Solo que su sometimiento a los tribunales
está condicionado por un juicio político ante el Senado. Es claro que estas
disposiciones de naturaleza procesal solo se refieren al presidente constitucional,
es decir, al designado en la forma prevista en la Constitución.
Ante las dificultades que presentaba una ley penal prácticamente inexistente, el
proyecto Tejedor fue sancionado por varias provincias y en 1881 el Congreso lo
sanciono como ley local de la Capital. Córdoba, por su parte, sanciono el proyecto
de Villegas, García y Ugarriza.
El proyecto de 1891
En 1885 se había sancionado en Francia la segunda ley de deportación cuyo
objetivo no eran los delincuentes condenados por delitos graves sino los
indisciplinados. Esta ley fue copiada por el proyecto de 1891, que mantenía
también la pena de muerte. Este proyecto fue elaborado por Rodolfo Rivarola,
Nicolás Matienzo y Norberto Piñero. El proyecto de 1891 fue el primero que
proponía unificar la legislación penal. Tuvo la virtud de combinar la racionalidad y
el sentido liberal del código Tejedor con otros textos adelantados de la época.
El Proyecto de 1906
En 1904 el poder ejecutivo designo una comisión integrada por seis miembros:
tres profesores de Derecho Penal (Rivarola, Piñero, Gacitúa), un juez (Saavedra) y
un abogado ex jefe de policía (Beazley). El proyecto que elevo la comisión en 1906
fue remitido al Congreso, pero no fue tratado. Introducía la condena y la libertad
condicional y, al igual que el proyecto de 1891, proponía unificar la legislación
penal siguiendo en general su línea y mejorándola.
Como evaluación general del código vigente puede afirmarse que, además de
abolir la pena de muerte y de introducir la condenación y la libertad
condicionales, supo escapar a la influencia positivista del ambiente, siendo
escueto y racional. Tiene el mérito de haber sido el primer código que unifico la
legislación penal, antes escindida entre la ley 49 y el código de 1886. Con su
sobriedad el código de 1921 posibilito el desarrollo de la dogmática jurídica.
La reforma que culminó en el vigente código penal de 1921 no fue coronada por
la sanción de la legislación complementaria: no se sancionó un código procesal
penal acorde al nuevo texto ni tampoco la consiguiente ley de ejecución.
El siglo XVII es importante para la historia del derecho penal porque se produce su
secularización. Adquiere el carácter de derecho de policía, rigurosamente
ordenancista. El pensamiento de lo Iluministas como Wolf, y los enciclopedistas
Diderot se destaca por su reacción contra la crueldad de las penas, como las
persecuciones religiosas y la represión de la hechicería.
Montesquieu (1689-1755)
Se había ocupado de cuestiones penales en sus Cartas Persas, al criticar las penas
a los suicidas y al sostener la necesidad de atenuar las penas y llegar a una justa
proporción entre ellas y el delito. Pero fue en el “Espíritu de las leyes” donde se
ponen de manifiesto sus ideas esenciales al respecto.
La pena no es hija del capricho del legislador, sino de la naturaleza del delito. Se
opone a la idea de los delitos de hechicería y herejía, porque las leyes no deben
penar más que los hechos. Manifiesta asimismo su oposición a las penas
contrarias a la dignidad humana. En los Estados republicanos es de rigor ajustarse
a la letra de la ley. No se puede acudir a interpretaciones cuando se trata del
honor, de la vida, o de la hacienda de un ciudadano.
Rosseau (1712-1778)
Señaló con toda claridad la naturaleza sancionatoria del derecho penal. En el
Contrato Social expone con toda claridad su posición acerca de la pena. Aunque
en el pacto pueda justificarse la pena de muerte, considera que la frecuencia de
los suplicios es signo de debilidad moral. No hay derecho a hacer morir ni como
ejemplo, sino a aquel que no pueda conservarse sin peligro.
Los soportes ideológicos del derecho penal codificado desde principios del siglo
19 constituyen una redefinición de las relaciones entre los individuos y el Estado.
Se puede afirmar que la base del sistema legal está dada por:
Moralidad y penalidad limitada por la idea del talión constituyen los elementos
fundamentales de la influencia del idealismo alemán.
Los positivistas pusieron en duda ante todo el punto de partida del Idealismo: la
libertad de voluntad. Consecuencia de este cuestionamiento es la nueva
fundamentación de la pena sobre bases deterministas y la propuesta de la
reforma del derecho penal vigente, por parte de la Asociación Internacional de
Criminalistas. Este programa de reforma reforzaba el significado del derecho
penal vigente como “Carta Magna del Delincuente”, es decir, subrayaban la
importancia del principio de legalidad.
De esta manera podían fundamentarse por lo menos tres instituciones que eran
desconocidas en el siglo 19:
Para eso, debe operar selectivamente, filtrando solo las aguas menos sucias y
reduciendo su turbulencia, valiéndose de un complejo sistema de contrapuertas,
que impidan la perforación de cualquiera de ellas y que, para el caso de
producirse, disponga de otras que las reaseguren.
La selectividad del derecho penal sebe ser de signo opuesto a la del poder
punitivo, pues desde la perspectiva de éste debe configurar una
contraselectividad.
La teoría del delito es esa parte de la ciencia del derecho penal que se ocupa de
explicar qué es el delito, cuáles son sus características. Este es un fin
completamente práctico, servirá para averiguar (frente a un caso concreto) si
estamos o no ante un delito.
Así la teoría nos presenta un orden racional para estudiar y analizar el delito.
Para que esa tarea pueda ser llevada a cabo es necesario un procedimiento por el
cual la ley se relaciona con el caso concreto, esto lo hace la teoría, que es un
instrumento para la interpretación de la ley penal y une lo más abstracto (ley) con
lo más concreto (hecho). A través de este proceso de descomposición analítico de
los conceptos y categorías que forman parte de la teoría del delito, podremos
establecer si un hecho llevado a cabo por una persona cualquiera, coincide con el
hecho previsto como delito en la norma penal.
La teoría:
Ante todo, para que esta perturbación pueda ser objeto de respuesta penal debe
ser llevada a cabo por un sujeto responsable. Las perturbaciones graves al orden
social realizadas por autores no responsables no tienen respuesta de pena, sino
de meras medidas de seguridad.
Entonces, el primer elemento del delito será la infracción de una norma. Una
norma es una orden del legislador: “¡no debes matar!”; “¡no debes robar!”, etc.
La extensión que debe darse a este elemento del delito depende de cómo se
conciba la función del derecho penal dentro de la sociedad. Esta función puede
concebirse de dos maneras:
La diferencia entre ambas concepciones puede verse en los casos de las llamadas
tentativas inidóneas (cuando el autor quiere la realización de un delito que no
podrá consumar porque el medio que utiliza o el objeto sobre el que dirige su
acción harán imposible que se produzca el resultado perseguido). Ej: “A” quiere
matar a “B” poniéndole veneno en la sopa, pero sin querer pone azúcar.
La infracción de las normas, además, puede ocurrir de forma voluntaria (el autor
quiere realizar el hecho que infringe la norma) o no voluntaria (el autor no se
comporta con el cuidado exigido para evitar la lesión de bienes jurídicos). En el
primer caso se habla de delitos dolosos y en el segundo de delitos culposos.
Por lo tanto, una perturbación grave del orden social se dará cuando se realice
una acción contraria a una norma y no autorizada, por un autor responsable.
De todas formas, hay una serie de situaciones previstas en las leyes penales en las
que se excluye la responsabilidad del autor de una acción contraria a una norma y
no autorizada, a pesar de que éste hubiera podido motivarse de otra manera. En
tales casos se tiene en cuenta que las consecuencias que habrían derivado para el
autor del cumplimiento de la norma, habrían sido perjudiciales para él, y por ello
Resumiendo, puede afirmarse que la teoría del delito trata de responder tres
preguntas, las dos primeras referidas al hecho, y la tercera relacionada con el
autor de la acción:
Con la palabra "típica", se quiere significar que todos los elementos estructurales
del delito deben ser típicos. Si bien son cuatro los elementos de delito (la acción,
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad), la tipicidad es la que califica o cualifica
los otros elementos. Consecuentemente, la acción debe ser típica, la
Podemos adelantar desde ya, que el delito siempre es acción y con ello arribamos
a diversas conclusiones:
Ej: el que mata a una persona, concreta una acción típica, por encuadrar la misma
en la previsión del art. 79 del C. Penal, "el que matare a otro", presumiéndose
ilícita o antijurídica esa acción. No obstante, puede ser lícita esa acción de matar
si el que causa ese resultado, está amparado en una situación de legítima
defensa, como causal de justificación prevista por la ley (art. 34 inc. 6 ° C. Penal).
En tal caso, este autor del ejemplo no habrá cometido ningún delito, porque su
accionar si bien fue típico en lo material, en la acción de matar, no fue un accionar
antijurídico o contrario a derecho, sino lícito porque la ley lo autorizó a actuar de
esa manera en esa particular circunstancia. Tengamos siempre presente, como ya
lo dijimos, que el delito es siempre una acción antijurídica.
Cabe señalar a su vez, que entre los elementos de delito, existe un orden
estructural lógico. Si no hay acción, porque el acto fue involuntario, por ejemplo,
no hay delito y de nada sirve analizar los otros elementos, como son la
antijuridicidad y la culpabilidad. Por las mismas razones, si la acción es lícita -no
antijurídica-, no corresponde analizar si es culpable. No sería lógico, porque no
puede haber culpabilidad resultante de una acción lícita. El delito supone una
Para los partidarios del sistema unitario el concepto de delito es una infracción
punible. Claro que es así, pero aún no se entiende qué hechos, qué actos, qué
caracteres tiene una infracción punible. Plantea Zaffaroni que estos conceptos
unitarios se agotan en lo formal y que finalmente no son ningún concepto, son
Los otros que abrazaban este sistema, aunque por razones políticas, fueron
un sector del penalismo nacional socialista alemán, la Escuela de Kiel. En esto está
muy claro el mal uso que se puede dar de este tipo de sistema que no
deja abierta, clara la explicación de la teoría; que permita insertar en ella
los principios del derecho penal. Cuando menos esto visto así para un Estado de
Derecho.
Conducta (acción):
Sabemos que los delitos no pueden ser otra cosa que conductas humanas.
Tipicidad:
No habrá delito cuando la conducta de un hombre no se adecue a alguno de los
dispositivos legales.
Técnicamente llamamos tipos a estos elementos de la ley penal que sirven para
individualizar la conducta que se prohíbe con relevancia penal.
Cuando una conducta se adecúa a alguno de los tipos legales, decimos que se
trata de una conducta típica o lo que es lo mismo, que la conducta presenta la
característica de tipicidad.
De este modo, hemos obtenido ya dos caracteres del delito: genérico uno
(conducta) y específico otro (tipicidad), es decir que la conducta típica es una
especie del género conducta.
Antijuridicidad:
En principio, se presume que la acción típica es también antijurídica.
Consecuentemente, para que haya delito, no será suficiente con que la conducta
presente la característica de tipicidad, sino que se requerirá que presente también
un segundo carácter específico: la antijuridicidad.
Culpabilidad:
En la doctrina, se llama a la conducta típica y antijurídica un “injusto penal”,
reconociendo que el injusto penal no es aún delito sino que, para serlo, debe serle
reprochable al autor en razón de que tuvo la posibilidad exigible de actuar de otra
manera. A esta característica de reprochabilidad del injusto al autor es a lo que
denominamos culpabilidad y constituye el tercer carácter específico del delito.
c) Conducta.
La conducta humana (acción u omisión) es la base sobre la cual descansa toda la
estructura del delito. Si no hay acción humana, si no hay conducta, no hay delito.
Una de las principales funciones del concepto de acción es servir de límite o filtro
para seleccionar previamente las acciones que pueden ser relevantes para el
Derecho penal. El concepto de acción ha experimentado una evolución en la que
se han entremezclado puntos de vista filosóficos, político-criminales y
dogmáticos.
Von Liszt define por primera vez el concepto de acción como “la producción,
reconducible a una voluntad humana, de una modificación en el mundo exterior”.
En este concepto, para la modificación causal del mundo exterior debía bastar
cualquier efecto en el mismo, por mínimo que sea. Sin embargo, esta definición
tenía un problema: no podía explicar la omisión.
Von Liszt fórmula más tarde una segunda descripción, diciendo que “acción es
conducta voluntaria hacia el mundo exterior; más exactamente: modificación, es
decir, causación o no evitación de una modificación (de un resultado) del mundo
exterior mediante una conducta voluntaria”.
El objeto de las normas penales es la conducta humana, esto es, “la actividad o
pasividad corporal del hombre sometida a la capacidad de dirección final de la
voluntad”. En otras palabras: un comportamiento voluntario dirigido hacia un fin.
Esta conducta puede ser una acción (el ejercicio efectivo de actividad final), o la
omisión de una acción (el no ejercicio de una actividad final posible).
Solo pueden ser acciones con relevancia penal las que perturban el orden social.
Para que una acción tenga relevancia social requiere, necesariamente, ser
entendida finalísticamente. Si lo social se caracteriza por el interaccionar psíquico,
creemos que es claro que cuando dos individuos que se conocen, pasan uno al
lado del otro sin dirigirse la palabra, no sabemos si hubo o no interaccionar
psíquico.
De toda forma, quedando claro que el resultado y el nexo causal no forman parte
de la acción pero la acompañan en forma irrescindible, y que los tres conceptos se
pueden abarcar en el de “pragma”, lo cierto es que la causalidad y el resultado en
forma pre-típica no son un problema del derecho penal.
Así, en el caso del homicidio, lo que interesa investigar a nuestra ciencia es que el
tipo (Art. 79), para considerar prohibida una conducta como típica de homicidio,
requiere que como termino de una relación causal iniciada por la exteriorización
de la conducta homicida del autor, se haya producido el resultado de muerte de la
víctima. La causalidad y el resultado en un ser (como integrantes del pragma) no
son un problema jurídico sino físico.
Los tipos culposos son los que prohíben conducta atendiendo a la forma de
seleccionar los medios para obtener el fin, y no en razón del fin mismo. Queda
claro que también aquí el tipo prohíbe una conducta final, solo que en lugar de
prohibirla por el fin, lo hace por la forma defectuosa en que ese fin se procura.
Tan final es la conducta que prohíbe el tipo activo como la que prohíbe el tipo
omisivo. La circunstancia de que uno selecciones lo prohibido describiéndolo y el
otro lo haga por comparación con la descripción de lo debido, no altera para nada
la estructura óntico-ontológica de las conductas que prohíben.
Modalidades de la conducta
1) ACCIÓN:
Comisión: la acción quebranta un no hacer.
Omisión: la acción quebranta un hacer.
Elementos de la acción
1. ELEMENTO SUBJETIVO DE LA ACCION: LA VOLUNTAD
Caracteres de la acción
Humanidad: debe ser llevada a cabo única y exclusivamente por un
hombre, dado que solo éste es sujeto de derecho.
Externa: la acción debe exteriorizarse y no pertenecer al campo psíquico
del sujeto. Principio de reserva.
Episodio concreto y determinado: el acto debe ser concreto y se debe
reprimir por la ley penal.
Los supuestos en que no hay voluntad pese a participar un hombre son los
siguientes:
Por fuerza física irresistible deben entenderse aquellos supuestos en que opera
sobre el hombre una fuerza de tal entidad que le hace intervenir como una mera
masa mecánica.
En ningún momento debe confundirse la fuerza física irresistible con los casos de
la segunda parte del mismo inc. 2 del Art. 34 CP: “el que obrare violentado por…
amenazas de sufrir un mal grave e inminente.”
Ejemplos prácticos:
No son los que se llevan a cabo por falta de atención, porque esos si configuran
acción, porque se podrían haber previsto. Ej. Tirar un cigarrillo y producir un
incendio.
Involuntabilidad.
Concepto y delimitación.
La Involuntabilidad es la incapacidad psíquica de conducta, es decir, el estadio en
que se encuentra el que no es psíquicamente capaz de voluntad.
La Involuntabilidad procurada.
El sujeto que se procura un estado de incapacidad psíquica de conducta realiza
una conducta (la de procurarse ese estado), que puede ser típica, según las
circunstancias. Así, el señalero que toma un fuerte narcótico para dormirse y no
hacer las señales, para provocar de este modo en desastre, se vale de sí mismo en
estado de ausencia de conducta. En estos casos la conducta de procurarse la
incapacidad causa directamente el resultado lesivo, pues el individuo se vale de su
cuerpo como si fuese una maquinaria, ya que una vez en ese estado solo hay
causalidad. Las soluciones son las mismas que para los casos de sujetos que se
colocan bajo los efectos de una fuerza física irresistible.
Estado de inconsciencia.
La conciencia es el resultado de la actividad de las funciones mentales. No es una
facultad (como la memoria, la atención, la senso-percepción, el juicio crítico,
etc.), sino el resultado del funcionamiento de estas facultades.
a) Tipicidad.
La finalidad práctica de la teoría del tipo penal consiste en permitir establecer que
la acción realizada es la acción prohibida por la norma y sancionada con pena por
la ley. Para ello la teoría del tipo procede descomponiendo cada uno de los
elementos que integran la descripción.
Los delitos especiales pueden ser propios o impropios. Se los llama propios
cuando la característica especial del autor es el fundamento de la punibilidad (ej:
el prevaricato); la acción solo es delito si la realiza el sujeto específico. Por el
contrario, son delitos especiales impropios cuando la característica especial del
autor no es el fundamento de la punibilidad, sino una circunstancia que agrava o
atenúa la pena (Ej: el parricidio. Todos pueden cometer un homicidio, pero si la
acción de matar es realizada por un ascendiente, descendiente o cónyuge de la
víctima, el hecho será más grave).
En tanto que los elementos descriptivos son los que predominan en los tipos, a
estos elementos que aparecen eventualmente en los mismos se los denomina
elementos normativos de los tipos penales.
Para una posición (que actualmente casi no se sostiene) la tipicidad no indica nada
acerca de la antijuridicidad, solo constituye un inevitable paso analítico previo a
su averiguación, pero no existe ningún género de relación entre ambas
categorías. El tipo es neutro, cumple una función meramente formal y por
consiguiente, la tipicidad penal no indicaría ningún desvalor.
Las ideas de Beling respondían a una teoría donde había un injusto objetivo y una
culpabilidad subjetiva.
La antípoda del tipo avalorado. Se considera que la tipicidad es la ratio essendi (la
razón de ser) de la antijuridicidad.
Para evitar que los errores vencibles sobre supuestos fácticos de prohibición se
resuelvan como casos de culpa, se hace necesario distinguir diferentes conceptos
de tipo (tipo garantía, tipo de error, tipo sistemático).
Crítica de Welzel: para esta teoría da lo mismo matar a un ser humano que a una
mosca. ¿Por qué? Porque si uno mata un ser humano esta conducta ya está
desvalorada por una norma que prohíbe matar, luego sólo de modo excepcional
puede autorizar un comportamiento de semejante gravedad, en cambio matar una
mosca es una conducta que no es contraria a ninguna norma.
Para la teoría de los elementos negativos del tipo en los dos casos la conducta no
es típica, si yo mato una mosca la conducta no es típica porque no se da el
aspecto positivo, que prohíbe un comportamiento de matar a otro, pero si yo
mato a una persona en legítima defensa, tampoco es típica, porque si bien se da
el aspecto positivo, no se da el aspecto negativo, porque existe una causa de
justificación.
Sin embargo, en 1991, Roxín dejó de adherir a la estructura bipartita del delito
basada en la teoría de los elementos negativos del tipo fundándose en que: no
obstante los beneficios que ofrece la estructura bipartita edificada sobre el tipo
global de injusto, hay razones de mayor peso para preferir el tipo delictivo como
una categoría autónoma frente a la antijuridicidad, pues cada uno de tales
estratos analíticos “tienen especiales funciones político-criminales, que corren el
riesgo de echarse a perder si no se las tiene en cuenta también a efectos
sistemáticos”.
Para Roxín, el tipo y la antijuridicidad son -cada uno de ellos- una categoría
propia del delito porque son divergentes desde varios puntos de vista valorativos:
el primero como tipo delictivo cerrado y jurídico-penalmente específico y la
segunda como causa de justificación en general, cuyo alcance se extiende más
allá del Derecho Penal y estructurada conforme a principios de orden social
(ponderación de bienes y autoprotección); el uno como objeto de aplicación del
principio de legalidad y la otra como lugar de desarrollo y plasmación de criterios
La anti-normatividad.
El tipo se gesta por el interés del legislador en proteger un bien jurídico,
enunciando una norma para tutelarlo, la que se manifiesta en un tipo que le
agrega la tutela penal. La conducta que se adecue a un tipo penal será
necesariamente contraria a la norma que esta antepuesta al tipo legal y afectara el
bien jurídico tutelado.
Lo primero que vemos es el tipo penal (“aquél que matare a otro…”), detrás del
tipo vemos a la norma (“no matarás”) y a través de ella llegamos al bien jurídico
tutelado (la vida humana).
Por ello, si una conducta es típica esto supone que es adecuada a un tipo penal,
contraria a la norma y, por lo tanto, se entiende que afecta a un bien jurídico.
El “ente” que el orden jurídico tutela contra ciertas conductas que le afectan no es
la cosa en sí misma, sino la relación de disponibilidad del titular con la cosa.
Dicho en otras palabras más simples: los bienes jurídicos son los derechos que
Uno de los caminos que sigue la ley para agravar o atenuar delitos es el que
hemos expuesto, es decir, atendiendo al mayor o menor grado de intensidad de
afectación al bien jurídico.
Otro de los caminos, que no debe confundirse con este, es agravar o atenuar el
delito en rabón de una mayor o menor culpabilidad.
Básicos o fundamentales.
Por la intensidad de afectación
al bien jurídico Calificados agravados.
Simples
Por el número de bienes jurídicos
Complejos
Resultado
Pura actividad
Omisión propia
Omisión impropia
Según la finalidad que tuvo el autor al violar el tipo:
Según el grado de afectación que tenga el bien jurídico tutelado. El bien puede ser
afectado por:
Delitos de resultado.
El tipo, tanto de un delito doloso como de uno culposo, adopta dos estructuras
diversas según se trate de delitos de resultado (que producen una lesión o el
peligro de la misma) o de actividad o predominante actividad (que se agotan en el
movimiento corporal del autor).
Delitos de resultado.
En otras palabras, todos los delitos importan, en principio, una lesión inmaterial
(la del bien jurídico); solo un número determinado de ellos requiere una lesión
material (la del objeto de la acción).
Delitos de peligro.
Los tipos dolosos activos configuran el grueso de los tipos penales, es decir, la
técnica legislativa a que más frecuentemente se acude para prohibir conductas
con relevancia penal.
El tipo doloso activo tiene dos aspectos: uno objetivo y otro subjetivo, es decir
que la ley, mediante el tipo, individualiza conductas atendiendo a circunstancias
que se dan en el mundo exterior y a circunstancias que están dadas en lo interno,
en el psiquismo del autor.
Las respuestas a este problema han variado en los últimos años. El punto de vista
clásico afirmaba que un resultado era el producto de la acción cuando ambos
estaban unidos por una relación de causalidad.
El hecho de que todas las condiciones sean esenciales para el resultado y que
todas tengan el mismo valor hace creer que cualquier conducta es causa, es decir
que a cualquiera que introduzca alguna de todas las condiciones le sería
imputable el hecho.
La causalidad como categoría del ser es un proceso ciego, una cadena de causas y
efectos. “Toda condición que no puede ser mentalmente suprimida sin que con
ello desaparezca el efecto, es causa” (Welzel). Si mentalmente suprimimos el
pecado original, desaparecen todos los delitos; si suponemos que nunca hubiesen
engendrado un hijo el padre y la madre del homicida, desaparecería el resultado
muerte; si no hubiese habido hotel no se hubiese podido cometer adulterio en él.
Esta es la teoría que se conoce como de la conditio sine quo non y es la única que
responde a la realidad, al ser de la causalidad como proceso físico.
Como éste resultaba bastante caro, en 1973, unos industriales del sector pidieron
a la Administración que les autorizara sustituir el ricino por aceites minerales
nafténicos, por Azul de Ceres o por aceite de anilina, un producto tóxico, pero
más barato que el ricino. El Laboratorio Central de Aduanas informó que no veía
inconvenientes en el cambio. Los nuevos desnaturalizantes, indicó, podían
identificarse fácilmente y hacían al aceite de colza inapropiado para la
alimentación. A uno de estos industriales se le ocurrió invertir el proceso de
desnaturalización y vender luego a buen precio el aceite resultante como
comestible, pero algo -oscuramente relacionado con los procesos de refino o de
almacenamiento y transporte del aceite desnaturalizado- falló, cientos de
personas murieron y miles quedaron gravemente afectadas. Nunca llegó a
probarse la causalidad: solo se presumió a partir de indicios. Una Sentencia penal
CONCAUSA:
Además de la causa, hay otras externas independientes de la acción del autor. Por
lo tanto al existir estas causas la responsabilidad del autor se ve disminuida en
proporción a la influencia de este acontecimiento independiente de su obrar.
Esta teoría parte de la idea de que el hombre es tanto más poderoso cuanto más
sabe. Por ejemplo Soler nombra algunos puntos a tener en cuenta:
1. Las relaciones que no eran conocidas por nadie cuando la acción tuvo
lugar, quedan excluidas de la acción aún cuando sean causas. Ejemplo: soy
diabético y me inyectan azúcar; no hay homicidio si nadie sabia de mi
enfermedad.
2. Las relaciones conocidas por una categoría de personas constituye acción
para toda esa categoría, pero no para la generalidad.
3. Las acciones conocidas por el imputado son acción solo para él.
4. Todas esas acciones deben ser consideradas con relación a la forma
definitoria del verbo típico.
INSTITUCIONES
(Jakobs) Riesgo permitido
Principio de confianza
Prohibición de regreso
Conformidad de la víctima.
IMPUTACIÓN
OBJETIVA
Esto significa que, a pesar de que exista un nexo de causalidad que una al autor
con el resultado, esto no será suficiente para que el mismo le sea imputable. La
relación de causalidad no es sino el límite mínimo pero no suficiente para atribuir
un resultado. Comprobada la causalidad natural se requiere pasar por los dos
niveles de la teoría de la imputación objetiva:
Como es claro, en los tres casos que hemos analizado se requiere además la
verificación de las circunstancias del tipo que acompañan a la acción.
Por ejemplo: en la violación de domicilio (art. 150 CP), que es un delito de pura
actividad, es preciso que el autor haya entrado en “morada ajena” y que lo haya
hecho “contra la voluntad real o presunta” de quien tenía derecho de “excluirlo”.
Se ha dicho que un derecho penal que abusa en sus tipos de los elementos
normativos, lesiona la seguridad jurídica, pues éstos (por depender de una
valoración) carecerían de la precisión de los elementos descriptivos.
Hay algunas expresiones genéricas que aparecen en las fórmulas legales y que
son verdaderos elementos normativos de los tipos legales, como sucede en la
referencia a la ilegitimidad del apoderamiento en el hurto (art.-162). Este
elemento normativo, implica la necesidad de la cosa consintiendo el
apoderamiento, en cuyo caso no habría hurto por no haber norma violada ni bien
jurídico tutelado. En este caso, el “ilegítimamente” del art. 162 pertenece al tipo
objetivo, al igual que los restantes elementos normativos.
Recordemos que el aspecto subjetivo se integra con todos aquellos elementos que
deben darse en cabeza del autor (o del sujeto respecto al cual se está averiguando
su responsabilidad penal, que bien puede ser un partícipe), independientemente
de que ontológicamente su naturaleza sea física o psíquica.
1. Teoría de la representación:
El factor determinante del comportamiento doloso, está dado, para este criterio,
por la representación que tiene el autor de todos los elementos objetivos del
correspondiente tipo penal al momento de actuar. Es decir que, el dolo se integra
básicamente con elementos cognoscitivos, sin que influya en su configuración, la
actitud subjetiva que adopte el sujeto ante tal representación: Si el sujeto quiere o
se conforma con la producción probable del resultado, o si, por el contrario confía
en que el mismo no se producirá, son aspectos que carecen -para esta posición-
de relevancia para la configuración del dolo.
Esta es la coincidencia mínima que existe entre sus sostenedores. Pero las
diferencias de criterios se patentiza al momento de precisar cuáles son las
chances de producción del resultado que el sujeto debe representarse para
afirmar que actuó con dolo. Al respecto existen al menos tres posiciones.
Según cuál sea el criterio que se adopte en materia de dolo, ello incide en forma
determinante en los límites del accionar culposo. En efecto, de considerarse
requisito indispensable la representación de una probabilidad del suceso típico,
cuando el autor considere que las chances de que se produzca el resultado no son
tan altas (simple posibilidad), tendrá la representación suficiente para el accionar
culposo (culpa con representación) pero no será suficiente para tildar su
comportamiento de doloso. Todo lo contrario habrá de sostenerse en caso en que
se comparta la posición de quienes entienden que basta para el dolo con la
representación de la no improbable producción del suceso típico, pues en tal
caso, la llamada “culpa con representación” quedaría reducida a los su-puestos en
los que el agente considere remota la posibilidad del acontecer típico.
Más allá de estas discrepancias, pude considerarse que, para los sotenedores
de la teoría de la representación, la mayor gravedad del delito doloso respecto al
delito culposo radicaría en el mayor disvalor de acción -el disvalor del resultado
es idéntico en ambos- de quien, representándose el riesgo que su accionar
significa para un bien no se detiene en su realización, desplegando igualmente la
conducta peligrosa. Por contraposición, en el delito culposo el agente causa un
resultado no querido a consecuencia de haber desconocido el peligro que
generaba con su acción o por haberse equivocado sobre la magnitud del riesgo
que provoca o sobre las chances de concreción de tal peligro en lesión.
Ejemplo: Quien conoce los riesgos que genera para la vida de otras personas al
transportar una sustancia explosiva, e igualmente decide continuar con su acción,
Obra con dolo “el que sabe lo que hace conociendo el peligro concreto que genera
con su acción”.
2. Teoría de la voluntad:
Si para la “teoría de la representación” hay dolo cuando el sujeto sabe lo que hace,
para la “teoría de la voluntad” el dolo se configura cuando el sujeto actuante sabe
lo que hace y hace lo que quiere.
Ejemplo: Dos personas salen a recorrer en canoa los Esteros del Ibera en
Corrientes. En determinado momento una de ellas, “X”, cae al agua. Un yacaré se
dirige hacia “X” y cuando está a punto de comerla, su compañero “Z”, que quedó
en la canoa, toma un rifle y apunta al yacaré. “Z” es un muy mal tirador y por la
proximidad en que se encuentran “X” y el yacaré le resulta muy difícil poder
asegurarse de dar en el blanco al efectuar el disparo. “Z” se representa como
Además, “Z” se representó la probable producción del resultado típico (la muerte
de su compañero) a pesar de lo cual, igualmente, llevó a cabo su acción.
Conclusión: “Z” habría actuado con dolo de homicidio.
El dolo es el querer del resultado típico, la voluntad realizadora del tipo objetivo.
Todo querer presupone un conocer.
Aspecto cognoscitivo
Aspecto subjetivo
Aspecto volitivo
En primer lugar, debe ser actual; debe darse en el momento en que el autor
ejecuta la acción. El conocimiento que el autor tuvo antes de realizar la acción y
que luego olvidó no es suficiente a estos fines, como tampoco lo es el que puede
tener con posterioridad a la realización de la acción.
En tercer lugar, cabe señalar que no todos los elementos del tipo deben ser
conocidos con la misma intensidad, ni de la misma manera. Los elementos
descriptivos se conocen por medio de los sentidos; pero los elementos
normativos requieren una valoración. Algunos elementos normativos pueden ser
conocidos de una manera técnico-jurídica o profana. Ej: un cheque o un
documento son conceptos jurídicos y el conocimiento que de ellos tenga un
jurista no necesita ser idéntico al que de ellos tiene un comerciante. En este tipo
de casos, a los fines del problema del conocimiento exigido por el dolo, será
suficiente con el “conocimiento paralelo en la esfera del lego”, es decir, en nuestro
ejemplo, el del comerciante.
El dolo no pasa de ser el querer la realización del tipo objetivo, que surge de la
fórmula legal de la tentativa, y que para nada necesita del conocimiento de la
antijuridicidad ni de su posibilidad.
Dolo directo
En primer lugar puede decirse que el autor ha querido o tenido voluntad para
realizar el tipo cuando esta realización era directamente perseguida por su
voluntad y era la meta de su voluntad. Ej: el autor quiere la muerte de B y dirige
su acción a producirla, es decir, quiere matar a B y lo mata. Cuando la realización
del tipo es la meta del autor estamos en presencia del dolo directo.
Cuando el autor se representa la relación del tipo como necesaria se dará dolo
indirecto o dolo directo de segundo grado o dolo de consecuencias necesarias.
Ej: el que quiere matar a otro poniendo una bomba en su automóvil y se presenta
como necesaria la muerte del acompañante, al que no desea matar; si, producida
la explosión, mueren no solo aquel a quien desea matar, sino también el
acompañante, habrá dolo directo respecto del primero y dolo indirecto respecto
de este último (nótese la diferencia que existe entre tener voluntad de realizar el
tipo y desear su realización).
Dolo eventual
En el dolo directo, el resultado se quiere directamente (como fin o como
consecuencia necesaria del medio querido), y esta forma de querer es diferente
del querer un resultado concomitante cuando se lo acepta como posibilidad: este
es el dolo eventual.
Teoría del asentimiento: una primera posición exige que el autor “haya
aprobado anteriormente la eventual realización del tipo”. Ante la
representación de la posibilidad de realización del tipo el autor debe
haberse dicho “obro porque apruebo el eventual resultado de mi acción”.
Teoría de la probabilidad: afirma la existencia de dolo eventual cuando el
autor se ha representado la eventual realización del tipo no sólo como
posible, sino como probable. Cuanto mayor ha sido la probabilidad con
que el autor se ha representado la realización del tipo, tanto más infundada
De primer grado:
cuando el resultado es querido
directamente como fin.
Directo
De segundo grado:
cuando el resultado es la
Dolo consecuencia necesaria del
medio elegido.
Cuando el sujeto se
representa la posibilidad del
Eventual
resultado concomitante y la
incluye como tal en la voluntad
realizadora
Todos los tipos dolosos exigen una congruencia entre sus aspectos
objetivo y subjetivo.
Hay tipos dolosos en que esta congruencia basta que sea simétrica, es
decir, que el tipo subjetivo contenga solo el querer la realización del tipo
objetivo (dolo).
Hay otros tipos dolosos en que la congruencia es asimétrica, porque exigen
algo más que la simple realización del tipo objetivo (algo más que el dolo).
Son los llamados elementos subjetivos del tipo distintos del dolo.
Conforme a las dos clases de elementos subjetivos que hemos aludido, en que
unos se caracterizan por ser portadores de una intención que va más allá de
obtener el resultado típico, y en que otros se caracterizan por una particular
disposición del ánimo del autor, consideramos que hay tipos que contienen
elementos subjetivos distintos del dolo, que pueden considerarse de tendencia
interna sobrante o trascendente y otros de tendencia interna peculiar.
Los elementos especiales de la autoría se dan junto al dolo en los tipos penales
que requieren que el autor además de haber querido la realización del tipo haya
perseguido con ella una finalidad ulterior (Ej: en el caso del delito de rapto, es
preciso que el autor haya querido la realización del tipo con miras deshonestas; lo
mismo ocurre con el homicidio cometido para preparar, facilitar u ocultar otro
delito).
En consecuencia, el error sobre los elementos del tipo objetivo excluye el dolo, o
dicho de otra forma, el error de tipo excluye el dolo.
El error sobre los elementos del tipo puede recaer sobre un elemento sin el cual
desaparece totalmente la tipicidad (Ej: el autor cree apoderarse de una cosa de su
propiedad) o bien sobre una circunstancia agravante o atenuante (Ej: el autor no
sabe que mata a su padre, aunque quiere matar a otro y por lo tanto tiene dolo de
homicidio; pero este no alcanza a la circunstancia agravante del parentesco).
“A” acciona un arma que cree descargada, “A” cree que le va a matar un ladrón y le
pero está cargada y causa la muerte de “B”. dispara para defenderse. En realidad era su amigo
“B” que estaba bromeando.
Por ejemplo: el autor quiere matar a otro, que no sabe nadar, arrojándolo desde
un puente a un río; la víctima muere, sin embargo, al dar con la cabeza en uno de
los pilares del puente y antes de llegar al agua.
En este caso el desarrollo del hecho que el autor se representó y el que realmente
tuvo lugar no coinciden totalmente. Sin embargo, la divergencia no es esencial y,
por lo tanto, no hay razón para la exclusión del dolo.
Por ejemplo: el autor quiere abofetear a otro, quien para evitar los golpes se
hecha bruscamente hacia atrás, pierde el equilibrio y cae por una ventana
muriendo. El autor se representó aquí una lesión leve y se produjo, en realidad, la
muerte del otro.
En este caso, el desarrollo del suceso es totalmente diferente del que pensó el
autor al obrar y, por lo tanto, deberá admitirse un error sobre el desarrollo del
suceso o un error sobre el nexo causal.
No elimina el dolo.
(Ejemplo: Si un sujeto quiere empujar a otro desde un puente para que muera
ahogado y cuando lo empuja la victima muere porque se fractura el cráneo con
Elimina el dolo.
(Ejemplo: el autor quiere abofetear a otro, quien para evitar los golpes se
hecha bruscamente hacia atrás, pierde el equilibrio y cae por una ventana
muriendo. El autor se representó aquí una lesión leve y se produjo, en
realidad, la muerte del otro. Habrá una desviación esencial del curso causal
que eliminara el dolo).
Error in persona
Objetos equivalentes:
Objetos NO equivalentes:
Es el caso en que una conducta se dirige contra un objeto, pero afecta a otro
objeto, al que no se quería ni se aceptaba la posibilidad de afectar.
Ejemplo: A quiere matar a B, que está sentado junto a C; apunta mal y en lugar de
matar a B, mata a C, a quien no quería matar.
Para este autor sucede lo mismo cuando los objetos son equivalentes, ya que si
alguien dispara contra otro matando a un tercero, tendremos un concurso ideal
de tentativa de homicidio con homicidio culposo. No obstante un sector
doctrinario afirma que en ese caso hay un homicidio doloso consumado, porque
el autor quería matar a un hombre y mató a un hombre (aunque Zaffaroni no está
de acuerdo con esta solución).
A dispara contra B, pero la bala se debía y mata a C desviación del curso causal
y del resultado.
Ejemplo:
Estructura.
Todas las acciones que tipifican los tipos dolosos son concebibles en la comisión
por negligencia, pero sólo algunas están tipificadas.
La comisión culposa del hurto, del robo, de la violación, de la estafa, etc. Son
atípicas. Las viejas legislaciones tipificaban el llamado crimen culpae, penando la
comisión culposa de cualquier delito; hoy casi todas las legislaciones siguen el
mismo criterio de la ley argentina, o sea, el del número cerrado de tipos culposos,
también llamado de “numerus clausus”.
La acción culposa tiene finalidad, pues las acciones sin finalidad no son acciones.
Además, la finalidad no es irrelevante en los tipos culposos, porque si bien no se
individualiza la conducta por la finalidad, es necesario conocer ésta para poder
determinar la tipicidad imprudente. Sin la finalidad no se puede conocer el deber
de cuidado. Si no sabemos qué acción realizaba el agente no podemos
preguntarnos por el deber de cuidado que debe violar la acción.
En tanto que el tipo doloso individualiza la acción prohibida por el fin perseguido
por ella, el tipo culposo lo hace en razón de que la programación de la causalidad,
por violar un deber de cuidado, produce el resultado típico.
Solo son típicas las conductas culposas que así se tipifican en la parte especial y a
ellas hay que recurrir para construir el concepto general de culpa.
Resulta claro que el deber de cuidado debe ser violado por una conducta, porque
es inadmisible que haya procesos causales que violen deberes de cuidado.
Estos casos demuestran que no basta con que la conducta sea violatoria del
deber de cuidado y cause el resultado. La violación del deber de cuidado
deber ser determinante del resultado.
En este mismo sentido, cabe señalar que para que el resultado pueda ser
imputado a la imprudencia de la acción, se requiere una doble exigencia:
Por otro lado, se ha sostenido con razón que en nuestro derecho la cuestión
resulta clara en virtud del uso de la preposición por en el Código Penal (v.gr.
artículos 84, 94, 189, 262, 281 -segundo párrafo-, entre otros, de dicho
ordenamiento legal). Pero, también es cierto que aunque el Código Penal no lo
expresase de esa forma y usara un giro gramatical distinto, la conexión entre
violación del deber de cuidado y el resultado tiene que considerarse implícita,
evitando la confusión entre lo puramente causal y lo normativo.
El principio de confianza
Un aspecto importante de la imputación objetiva del resultado es el llamado
principio de confianza, según el cual no viola el deber de cuidado la acción del
sujeto que confía en que el otro se comportará correctamente, mientras no tenga
razón suficiente para dudar o creer lo contrario. Este principio tiene incidencia
preponderante en el tema de los accidentes de tránsito, en la cooperación con
división de trabajo y respecto de delitos dolosos de otros.
Finalidad
Aspecto subjetivo
Previsibilidad = prever el resultado
Por otra parte en el aspecto cognoscitivo del tipo subjetivo culposo hay un
conocimiento potencial, es decir, una posibilidad de conocimiento, no
requiriéndose un conocimiento efectivo, como sucede en el caso del dolo.
Componentes subjetivos.
El tipo subjetivo culposo se integra en un aspecto conativo y un aspecto
intelectual o cognoscitivo. El aspecto conativo es la voluntad de realizar la
conducta final de que se trate con os medios elegidos, cuya función dentro de la
estructura típica culposa ya hemos visto.
Asentado que el tipo culposo prohíbe una conducta que es tan final como
cualquier otra, cabe precisar que, dada su forma de deslindar la conducta
prohibida, el más importante elemento que debemos tener en cuenta en esta
forma de tipicidad es la violación de un deber de cuidado.
Solo son típicas las conductas culposas que así se tipifican en la parte especial y a
ellas es a las que hay que acudir para tratar de construir el concepto general de
culpa.
La causalidad.
La causalidad en el tipo culposo participa de las mismas penurias que el resultado
pero, por lo demás, sigue siendo un concepto físico al igual que en el tipo doloso.
Tan causal es la conducta del que violo el deber de cuidado como la del que no lo
violo: si el que no violo el deber de cuidado no se hubiese hallado en ese lugar, la
colisión no hubiera tenido lugar.
Critica a la teoría.
Quien injuria a otro sin tener en cuenta que puede tener una reacción violenta,
está obviamente violando un deber de cuidado. Si su conducta violatoria del deber
de cuidado, en cualquiera de estos casos causa una lesión a alguien, tendremos
perfectamente configurada la tipicidad culposa. En consecuencia, hablar de actio
libera in causa culposa no tiene sentido, debiendo reducirse el ámbito de la actio
libera in causa al dolo.
El argumento mecánico.
Se ha argumentado que la culpabilidad no tiene por qué coincidir con el momento
en que se produce el resultado, defendiendo así a la actio libera. Es verdad que si
alguien coloca una bomba de tiempo, poco importa que este ebrio o loco en
momento en que la bomba estalle, pero esto no tiene nada que ver con la actio
libera in causa, porque la acción de colocar una bomba de tiempo es un acto
ejecutivo, una tentativa acabada de homicidio o de otro delito, en tanto que beber
no es un acto de tentativa de homicidio, y tampoco es un acto ejecutivo de
lesiones i una conducta típica de injurias. En tanto que en el caso de la bomba hay
tipicidad, en el otro no la hay, y cuando comienza a haberla, ya no hay
culpabilidad.
Naturaleza de la omisión.
El tipo legal se puede presentar de dos maneras:
Art. 108.- Será reprimido con multa de $ 750 a $ 12.500, el que encontrando perdido o
desamparado a un menor de diez años o a una persona herida o inválida o amenazada de un
peligro cualquiera, omitiere prestarle el auxilio necesario, cuando pudiere hacerlo sin riesgo
personal o no diere aviso inmediatamente a la autoridad.
(Nota: texto con la modificación dispuesta por ley Nº. 24.286)
OMISIONES PRE-TIPICAS
Antes del Tipo, es decir, a nivel de la conducta, no hay omisiones, sino que
todas son acciones. “Omitir” es solo “no hacer” lo que se debe hacer y esto
último nunca puede saberse hasta que no se alcanza la norma, es decir,
hasta que no se llega a la tipicidad. Esto sucede porque la omisión solo
puede ser entendida normativamente.
Esta situación típica está descripta en la ley como presupuesto del deber de actuar
y es, por lo tanto, el primer elemento del tipo de los delitos de omisión. Ej: Art.
108 del Código Penal, que consiste en “encontrar perdido o desamparado a un
Esta disposición legal determina las circunstancias en las que cualquier persona
está obligada a realizar una acción. La comprobación de estas circunstancias es el
primer paso para verificar la tipicidad de una omisión.
El dolo en la omisión.
Por eso, Bacigalupo dice que los tipos que llamamos “delitos impropios de
omisión” no son en realidad variedades de los tipos de omisión propia, sino de los
tipos de comisión, a los que complementan mediante la forma omisiva de “no
evitar el resultado”.
Posición de garante.
Los delitos impropios de omisión son delitos especiales: solo pueden ser
responsabilizados por estos delitos los omitentes que estén en posición de
garante, es decir, que tengan una estrecha vinculación con el bien jurídico
protegido.
También debe tomarse en cuenta que el propio Código Civil impone deberes de
garante a los esposos entre sí, de cuidar y velar unos por otros; deberes de
cuidado y vigilancia de los hijos respecto de sus padres, sin aclarar en cada caso
qué tipo de peligros son los que deben evitarse ni qué tipo de bienes jurídicos
son los que deben protegerse.
Pero ¿qué pasa cuando el contrato contiene un vicio (formal o material) que
acarrea su nulidad? En ese caso, habrá que negar la posición de garante y, de ser
así, también habrá que hacerlo en aquellos contratos que presenten problemas de
Por estas y otras razones que podrían objetarse, las relaciones contractuales no
pueden dar lugar a posiciones de garante; así lo dedujo dese hace mucho tiempo
la doctrina alemana y buena parte de la doctrina española.
Actuar precedente peligroso: se trata de los casos en que el agente ha creado con
su actuar anterior (fortuito o imprudente), un peligro para bienes jurídicos
protegidos por el Derecho penal, peligro que por la posterior omisión se concreta
en un resultado. Respecto de este asunto, la discusión recae sobre dos puntos. El
primero se plantea si la actuación precedente que genera la posición de garante
debe de ser fortuita (lícita) o imprudente (ilícita). En este punto, la doctrina se
divide. Sin embargo, lo más correcto parece, y aquí el segundo de los puntos, que
ni el acto fortuito ni el imprudente deban dar lugar a un delito impropio de
omisión, sino más bien constituir un tipo de omisión pura agravada, al estilo del
delito de omisión de socorro a la propia víctima, para los que sería conveniente la
creación de omisiones puras de garante, más graves que las omisiones puras y
menos graves que los supuestos de comisión por omisión.
Sin embargo, se admite de manera unánime la comisión por omisión en los casos
en que la actuación precedente es dolosa, aunque en realidad la posterior omisión
dolosa es subsumida por la acción precedente, también dolosa, que permite no
recurrir a la figura de la comisión por omisión, sino a un delito comisivo.
Caben aquí, en primer término, los deberes que tienen por objeto el cuidado de
personas necesitadas, como, por ejemplo, enfermos, paralíticos, niños, etc.
Asimismo, los deberes de protección de personas que están expuestas a un
determinado riesgo, como es el caso de la protección de los alpinistas por el guía
de montaña.
Resultado típico.
Sin embargo hay que tener en cuenta que en las omisiones lo que resulta causal
del resultado es el omitente mismo. Piénsese, por ejemplo, en el que está al borde
de una piscina y ve a otro en peligro de ahogarse, no obstante lo cual no hace
nada para evitar el resultado. La condición negativa, es decir, la ausencia de una
acción que impida el resultado de muerte se da tanto estando el omitente junto a
la piscina como no estando. Por lo tanto, es posible afirmar que el omitente no es
causal de la omisión, pues estuviera allí o no estuviera, en todo caso se habría
dado la condición negativa “ausencia de acción de salvamento”.
A) Antijuridicidad.
Según la teoría indiciaria, la tipicidad es un indicio de antijuridicidad, pero para
que la conducta sea antijurídica no deben encontrarse causas de justificación
(permisos para infringir normas que son creados por el ordenamiento jurídico).
Concepto de antijuridicidad
La realización del tipo no es suficiente para establecer la ilicitud del
comportamiento. Esta requiere que la realización del tipo no esté especialmente
autorizada, es decir, que sea antijurídica. En otras palabras, la cuestión de la
antijuridicidad no es otra que la de saber si la realización del tipo está o no
amparada por una causa de justificación.
Resumiendo: una conducta es típica si con ella se infringe una norma y será
antijurídica si no está justificada por una causa de justificación.
Pero las leyes no solo contienen normas prohibitivas, porque a veces se hace
necesario reconocer que la realización de la acción antinormativa es,
precisamente, un derecho que no puede negarse al agente como parte de su
ejercicio de libertad social que disuelve el conflicto o, al menos, la pretensión de
injerencia punitiva.
El orden jurídico se compone del orden normativo completado con los preceptos
permisivos. La tipicidad no es más que un indicio de la antijuridicidad, porque con
la primera no tenemos afirmada nada más que la antinormatividad de la conducta.
Sin embargo, un importante sector doctrinal afirma que no basta con comprobar
que no existe ninguna autorización legal (causa de justificación) para afirmar la
antijuridicidad de una conducta. Es necesario que se presenten ciertas
características materiales que permitan catalogarla como tal.
Antijuridicidad e injusto.
Antijuridicidad es la característica que tiene una conducta de ser contraria al
orden jurídico; injusto penal es la conducta que presenta los caracteres de ser
penalmente típica y antijurídica. La antijuridicidad es una característica del
injusto.
a) La agresión ilegítima.
b) La necesidad racional del medio empleado.
- Opinión mayoritaria: sí, se requieren ambos aspectos para que la conducta esté
justificada.
Teoría del fin (Von Litsz): considera justificada a la acción que constituye un
medio adecuado para lograr un fin reconocido por el derecho.
Es difícil señalar un fundamento común para todos los tipos permisivos, aunque la
teoría del “fin” puede ser quizá un indicador: el fin de coexistencia demanda que
a) Agresión ilegítima;
Fundamento.
La legítima defensa tiene su fundamento en la máxima “el derecho no necesita
ceder ante lo ilícito”, o “nadie puede ser obligado a soportar lo injusto”. Pero, no
solo se otorga un derecho de defensa, sino también una facultad de ratificar el
orden jurídico, procediendo el agredido de una manera equivalente a como lo
habría hecho el Estado en defensa de los bienes jurídicos agredidos.
Aspecto objetivo
1) La agresión ilegítima:
Queda claro entonces que, contra ataques que no son conductas sólo cabe el
estado de necesidad.
Cualquier bien jurídico puede ser objeto de una agresión, sin embargo, solo los
bienes personales (y no los colectivos) pueden ser defendidos utilizando la
legítima defensa. Ej: no se admite la defensa frente a la agresión a la patria, a la
esencia de la nacionalidad, etc. Estos casos están excluidos de las disposiciones
de la legítima defensa y solo caben respecto de ellos los medios institucionales
previstos en la constitución.
a) Una conducta,
b) Antijurídica.
c) Para Zaffaroni, además debe ser Intencional.
Por ello, nos dice Bacigalupo: “No habrá agresión antijurídica cuando el “agresor”
obre justificadamente”.
2) Necesidad de la defensa.
La necesidad debe siempre valorarse ex-ante, es decir, desde el punto de vista del
sujeto en el momento en que se defiende: quien dispara sobre el que le apunta se
defiende legítimamente, aunque después se descubra que el agresor le apuntaba
con un arma descargada.
Por ejemplo: una mujer puede repeler un intento de violación con la muerte del
agresor, si no tiene otra forma de evitar el hecho con menores daños. Este es el
sentido con el que debe entenderse la expresión racional. La racionalidad significa
adecuación de la defensa al fin de repeler la agresión.
Como dice Bacigalupo, agredido no está obligado a huir. Solo cuando la agresión
provenga de un inimputable o de un niño estaría obligado a evitar la agresión de
esta manera.
3) La provocación suficiente.
Ejemplo: Sujeto A y B, ambos con arma de fuego, tienen una riña, y cuando el
sujeto A se da la vuelta para marcharse, se gira bruscamente a los pocos metros y
dispara al sujeto B, siendo en ese momento inconsciente de que el sujeto B iba a
dispararle hacer lo mismo, con lo que ha ejecutado una defensa legítima, salvo
por el hecho de que desconocía la existencia de la situación de defensa, con lo
que no cabe causa de justificación.
El fin perseguido por el sujeto no tiene por qué ser la defensa. Aunque será
necesaria la presencia de una voluntad de defensa, vinculada a la consciencia que
exista de la situación defensiva. Así, una vez que el sujeto entre en conocimiento
de la situación de defensa, bastará con que haya voluntad defensiva, no siendo
necesario un ánimo defensivo.
Cabe aclarar que la finalidad de defenderse no tiene por qué ser alcanzada, es
decir que la legitimidad de la defensa no depende del éxito de la misma. Aunque
se fracase y no se evite la agresión, igualmente habrá defensa legítima.
Defensa de terceros
Como es dable observar, la única diferencia que media entre la defensa propia y la
de terceros es respecto de la provocación: en tanto que quien provocó
suficientemente no puede defenderse legítimamente, puede hacerlo un tercero a
condición de que no haya participado en la provocación. La circunstancia de que
el tercero conozca la provocación no le inhabilita para defender legítimamente al
agredido.
Está previsto en el inc. 3 del Art. 34 CP: “El que causare un mal por evitar otro
mayor inminente a que ha sido extraño”. Este artículo limita el estado de
necesidad justificante al caso en que se causa el mal menor para evitar el mayor,
distinguiendo nítidamente esta justificación de la legítima defensa y también del
estado de necesidad exculpante. Esto hace que el homicidio nunca pueda
justificarse por estado de necesidad, desde que no cabe jerarquizar vidas
humanas.
El mal que se quiere evitar puede provenir tanto de una fuerza de la naturaleza
como de una acción humana.
Esta situación solo dará lugar a justificación cuando no haya sido creada por el
titular del interés jurídico amenazado (Art. 34, inc. 3°).
El interés que se salva debe ser de mayor valor que el interés que se sacrifica.
Para la determinación de la mayor jerarquía de los intereses en juego resulta
importante que la situación de necesidad haya sido concebida como una colisión
de intereses o, como lo hacía la opinión tradicional, como una colisión de bienes
jurídicos.
En todo caso, está excluida del estado de necesidad una colisión de intereses en
que la salvación de uno de ellos requiera la lesión de un bien jurídico altamente
personal (por ejemplo: la vida, la integridad corporal, el honor, etcétera).
La necesidad de la acción
La acción por la que se sacrifica el interés de menor jerarquía debe ser necesaria
para la supervivencia del interés que se salva. Si no es necesario sacrificar el bien
que resulta lesionado, no puede admitirse la justificación. La necesidad de la
acción debe juzgarse de la misma manera que en la legítima defensa.
Para que obre la causa de justificación, el autor debe actuar en torno a los límites
que se le han impuesto a su función, no puede excederse.
El acuerdo, con su sola existencia, y aunque no fuese conocido por el autor, deja
atípica la conducta (porque elimina la afectación al bien jurídico). El
consentimiento, por su parte, requiere ser conocido por el autor (porque da lugar
a la causa de justificación y su conocimiento forma parte del aspecto subjetivo del
tipo permisivo).
La falsa suposición del acuerdo puede dar lugar a un error de tipo que elimina el
dolo (en el caso en que la falta de acuerdo es un requisito del tipo objetivo), o a
un error de prohibición (en el supuesto en que la falta de acuerdo determina la
atipicidad conglobante). El consentimiento, al operar como límite a una causa de
justificación, tiene por resultado excluir la antijuridicidad, pero esto para nada
afecta a la tipicidad de la conducta. Su desconocimiento hará que la causa de
justificación no opere, porque faltará el elemento subjetivo de la justificación, o
aspecto subjetivo del tipo permisivo, en tanto que su falsa suposición siempre
dará lugar a un error de prohibición.
El exceso, por lo tanto, solo puede tener relevancia en el caso en el que el autor
no sepa que se excede, es decir, cuando haya obrado con un error respecto de la
necesidad de la acción que realiza. Si el autor se excede sabiendo del exceso no
tendrá derecho a invocar esta circunstancia.
El caso del autor que obra con error sobre la necesidad, por lo tanto, debe
tratarse de acuerdo con las reglas del error sobre la prohibición (distinguiendo,
por consiguiente, entre errores evitables e inevitables), ya que el exceso en el
ejercicio de una causa de justificación es un caso especial dentro de los errores de
prohibición.
Es decir, el inferior sería inimpunible, pero el superior que dio la orden es punible.
La obediencia debida desplazaría la autoría. La coacción proviene de la misma ley,
que coacciona al sujeto a obedecer al superior.
Como es claro, los casos de error del que cumple la orden sobre la obligación de
obedecer se rigen por las reglas del error de prohibición.
El Art. 35 del código penal dice: “El que hubiere excedido los límites impuestos
por la ley, por la autoridad o por la necesidad, será castigado con la pena fijada
para el delito por culpa o imprudencia”.
Esta disposición ha dado lugar a las interpretaciones más dispares. Para unos son
conductas culposas. Para otros son conductas dolosas, solo que sin culpabilidad
disminuida. Para nosotros son conductas dolosas, solo que con un menor
contenido de antijuridicidad, es decir, un injusto menor.
A) La culpabilidad.
Concepto.
La culpabilidad, reprochabilidad o responsabilidad es la reprochabilidad del
injusto al autor. Culpable es, este sentido, aquel que, pudiendo, no se ha
motivado ni por el deber impuesto por la norma ni por la amenaza penal dirigida
contra la infracción a ella.
Ante la conducta incurable puede haber una legítima defensa o cualquier otra
causa de justificación, caben las reparaciones civiles, las sanciones
administrativas, etc. Cuando media una legítima defensa, un estado de necesidad
o cualquier ejercicio legítimo de derecho, la conducta queda justificada para todo
el orden jurídico y ninguna consecuencia puede haber de ella para su autor por
parte de ninguna rama del ordenamiento; pero cuando media una conducta que
solo es inculpable, lo único que se excluye es el reproche jurídico-penal de la
conducta.
Es la relación
Teoría No resuelve el problema de la culpa, el de
psicológica entre la
psicológica la imputabilidad y el de la necesidad inculpante.
conducta y el resultado.
Como
Es Su contenido
contenido no
reprochabilidad, pero heterogéneo coloca al
desvalorado
Teoría conserva los mismo plano al dolo y a
Como
compleja componentes la culpa que reprocha,
presupuesto de la
psicológicos, como el con el reproche que
culpabilidad
dolo. Entendido: hace.
Como
contenido desvalorado
Es Posibilidad de comprensión de la
Teoría
reprochabilidad, que antijuridicidad de la conducta y
normativa.
presupone: Que el ámbito de autodeterminación el
sujeto haya tenido cierta amplitud.
El sistema del derecho penal debe fundarse en la culpabilidad por la comisión del
hecho ilícito, por lo tanto, la culpabilidad será siempre un juicio sobre un hecho
aislado.
La llamada co-culpabilidad.
Todo sujeto actúa en una circunstancia dada y con un ámbito de
autodeterminación también dado. En su personalidad misma hay una contribución
a ese ámbito de autodeterminación puesto que la sociedad nunca tiene la
posibilidad de brindar a todos los hombres las mismas oportunidades. En
consecuencia, hay sujetos que tienen un menor ámbito de autodeterminación
condicionado de esta forma por causas sociales. No será posible poner en la
cuenta del sujeto estas causas sociales y cargarle con ellas a la hora del reproche
de culpabilidad. Suele decirse que aquí hay una co-culpabilidad con la que debe
cargar la sociedad misma. Se pretende que este concepto de co-culpabilidad es
una idea introducida por el derecho penal socialista. Creemos que en nuestro CP
hay una clara aplicación del principio de co-culpabilidad en el Art. 41 CP, cuando
se exige que para graduar la pena se tome en cuenta “la miseria o la dificultad de
ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos”.
Elementos (Requisitos)
La culpabilidad está estructura por tres elementos que se tienen que dar
simultáneamente para que el sujeto sea culpable:
La enfermedad mental.
Dentro de este concepto caben, ante todo, las psicosis en sentido médico, tanto
endógenas (esquizofrenia y manías depresivas) como exógenas (delirium tremens,
psicosis provenientes de tumores o lesiones cerebrales, esclerosis, etc.).
Puede ser patológica o fisiológica. Entre estas últimas entra el sueño. De especial
importancia en esta categoría son la ebriedad y las intoxicaciones con drogas.
La doctrina -desde un voto de Frías Caballero de los años 60- entiende que, en
principio, no pasa el test de culpabilidad quien cuando incurre en delito sufre de
insuficiencia o alteración de sus facultades mentales. Esto abarca tanto al
psicótico o al oligofrénico como al drogadicto y al borracho. No será culpable el
que esté incapacitado (accidentalmente o no) de tal manera que no haya podido
prever el resultado antijurídico que, finalmente, se iba a producir.
Por otro lado, si yo me emborrachara sabiendo que cuando entre en ese estado
voy a cometer un delito, estaría directamente en un tipo doloso. La causa es
dolosa, el autor se emborrachó para hacerlo, y por tanto, el delito es doloso,
aunque cuando lo cometa esté en estado de inimputabilidad.
Esto son las actiones liberae in causa: aquellas en las que el agente no es libre en
el momento del hecho, pero sí en su causa, por lo que la culpabilidad se traslada
al momento previo.
2. Conciencia de antijuridicidad
En la práctica esto significa que no es necesario que el autor haya tenido o podido
tener conocimiento de la especie de pena que amenaza al hecho (por ejemplo:
Ejemplo: el autor ingiere una considerable cantidad de alcohol para darse ánimos,
a fin de cometer una violación, y, cuando realiza la acción típica, está en un
estado grave de perturbación de la conciencia que excluye su capacidad de
motivación; la capacidad relevante debe juzgarse en el momento en que el autor
voluntariamente se puso en el estado de incapacidad de motivación.
El error que recae sobre los elementos que son exigidos en el tipo objetivo es el
error de tipo, que invariablemente excluye la tipicidad dolosa de la conducta.
Cuando el error de tipo es invencible elimina cualquier tipicidad, en tanto que,
cuando es vencible, puede dar lugar a tipicidad culposa, en caso de que los
extremos de la misma estén dados.
Tanto el error de prohibición directo como el indirecto tienen los mismos efectos,
según sean vencibles o invencibles. Si el error es invencible excluirá la
culpabilidad y con ella la responsabilidad penal. Por el contrario, si el error es
evitable, solo cabe la posibilidad de una atenuación de la pena.
La falsa suposición de la
Error que afecta el
existencia de un permiso que la
conocimiento de la
Indirecto: que recae ley no otorga, o en
antijuridicidad, que puede ser
sobre la permisión de la
conducta, y que puede consistir
en La falsa admisión de
una situación de justificación
que no está dada (justificación
putativa).
Elimina la culpabilidad
Si es invencible
y el injusto no llega a ser delito.
Efectos el error de
prohibición, de cualquier clase Reduce la culpabilidad y
que fuere hay delito, pudiéndose solo
Si es vencible
rehuir la pena hasta el mínimo
legal establecido para el delito
de que se trate.
El exceso, por lo tanto, solo puede tener relevancia en el caso en el que el autor
no sepa que se excede, es decir, cuando haya obrado con un error respecto de la
necesidad de la acción que realiza. Si el autor se excede sabiendo del exceso no
tendrá derecho a invocar esta circunstancia.
El caso del autor que obra con error sobre la necesidad, por lo tanto, debe
tratarse de acuerdo con las reglas del error sobre la prohibición (distinguiendo,
por consiguiente, entre errores evitables e inevitables), ya que el exceso en el
ejercicio de una causa de justificación es un caso especial dentro de los errores de
prohibición.
Al error sobre las condiciones objetivas del tipo permisivo, se atribuye en doctrina
diferentes efectos, según se trate de un error vencible o invencible. Actualmente
existe una extendida coincidencia en considerar al error invencible como un
supuesto de error de prohibición, que excluye la culpabilidad. En cambio,
respecto al error vencible sobre los presupuestos fácticos de una causa de
justificación se sostienen distintas posiciones a las que se las conoce como:
“teoría estricta de la culpabilidad”; “teoría limitada de la culpabilidad”; “teoría
Ejemplo: Quien hurta dinero a su hermano creyendo que está exento de pena por
el vínculo de parentesco, cuando en realidad tal exención sólo se da si los
hermanos viviesen juntos (art. 185, inc. 3 del C.P.).
Delito putativo
En el delito putativo, el agente también se halla en un error. Pero el equívoco
consiste en creer que la conducta que realiza está penalmente prohibida, cuando
en realidad no lo está. El delito putativo constituye un “error de prohibición al
revés”.
Ejemplo: Quien comete adulterio pensando que aún tal conducta es delictiva,
comete un delito putativo al hallarse en un error de “prohibición al revés”.
Ejemplo: “A” rompe una vidriera y se lleva prendas de vestir. “A” piensa que su
conducta es configurativa del delito de hurto (art. 162 del C.P.), cuando en
verdad, al haber ejercido fuerza sobre las cosas ha cometido el delito de robo
(art.164 del C.P.).
El derecho penal dentro de sus lineamientos exige de los individuos que conviven
bajo sus reglas un determinado comportamiento, proceder que será posible en
tanto y en cuanto ese sujeto pueda inclinarse a cumplimentar lo dispuesto, aun
cuando puedan ser exigencias difíciles, más no imposibles.
El inc. 2 del Art. 34 del CP requiere que el mal amenazado sea grave e inminente,
sin que exija que sea exactamente igual que el mal que se evita. Lógicamente, no
puede haber una desproporción notoria entre el mal que se evita y el que se
causa, porque en tal caso la magnitud del bien salvado no podrá tomarse en
cuenta para disminuir el injusto cometido.
Por “mal grave” debe entenderse en su relación respecto “al mal causado”, pues
que también se requiere una cierta ponderación de males y también, “grave
conforme a las circunstancia personales del amenazado”, puesto que no cualquier
nimiedad da lugar a una inculpabilidad. En cuanto a la inminencia, debe
entenderse por tal el requerimiento de que el mal pueda producirse en cualquier
momento y en forma tal que no deje posibilidad temporal de arbitrar otra
solución menos lesiva.
Para que esté reducido el injusto y, por ende, sea menor la exigibilidad de
evitarlo, hasta el punto de no alcanzar el umbral mínimo necesario para la
Dentro de nuestro esquema, que se maneja con un concepto personal del injusto,
es admisible que el interpuesto para la comisión de un acto antijurídico actúe
justificadamente. Cuando el obligado actúa justificadamente, el agredido no
podrá defenderse contra el (porque no se admite causa de justificación contra
causa de justificación), pero podrá actuar en estado de necesidad exculpante.
Se resuelven por el
Los casos de coacción
estado de necesidad exculpante
En tanto que cuando el del inc. 2 del Art. 34 CP
mal que se amenaza es
equivalente al que se obliga a
realizar (coacción exculpante) Que además de la
coacción contempla las
necesidades provenientes de
hechos de la naturaleza.
El autor sea inculpable cuando el error sea invencible, porque no habrá podido
comprender la criminalidad de su conducta, puesto que la culpabilidad también
forma parte de la criminalidad y le era imposible reconocer que actuaba
culpablemente. En caso de ser vencible el error, reducirá la exigibilidad, lo que
deberá tomarse en cuenta a los efectos de la pena.
A) El concepto de autoría.
Siempre que hay una concurrencia de personas en un evento, cabe distinguir
entre las que son autores y otras que participan en el mismo, pero que no son
autores.
El Art. 83 pena al “que instigare a otro al suicidio”; el 99, al que “instigare a otro a
provocar o a aceptar un duelo”, y el 209 al que “instigare a cometer un delito”. No
nos dice que es la instigación, pero por la forma en que usa la expresión en la
parte especial deducimos que no altera el concepto semántico de “inducir a
alguien a hacer algo”.
Los efectos de fijar la pena, el CP se limita, en los Art. 45 y 46, a establecer que la
pena del delito se aplicara a los ejecutores, a los determinadores y a los
cooperadores necesarios, en tanto que la escala reducida se aplicara a los
cooperadores no necesarios.
Ejecutores Autores
Determinadores Instigadores
Teoría subjetiva
Para esta teoría, la distinción entre cómplices y partícipes no es posible en el nivel
objetivo, y por ello buscan esta diferenciación en el plano subjetivo.
Los resultados a los que conduce esta teoría son insatisfactorios básicamente
porque la acción típica depende de la exclusiva voluntad del autor y cualquier
aporte objetivo puede ser una acción típica. Así, en el caso del infanticidio, en el
que la madre pide a la hermana que mate al niño ahogándolo, la hermana
resultará cómplice y la madre autora.
Este punto de vista presupone que sólo es posible realizar la acción ejecutiva por
sí mismo: el que se vale de otra persona, por ejemplo, de un demente, para matar
En el caso del médico que con intención de matar al paciente pone una sobredosis
en la jeringa, que entrega a la enfermera para que, ignorante del contenido de la
inyección, la aplique a la víctima, esta teoría se encuentra en un callejón sin
salida.
Dominar el hecho quiere decir “haber tenido las riendas en las manos” o haber
podido decidir si se llegaba o no a la consumación, tener el manejo y la dirección
del hecho, etc. El que ha tenido el dominio del hecho en el sentido de haber
tenido su manejo y haberlo llevado a la consumación o en dirección a ella será
autor; el que simplemente ha colaborado sin tener poderes decisorios respecto de
la consumación o disentimiento, es partícipe. Entonces, según la teoría del
dominio del hecho el autor es:
Con base en esta definición podemos afirmar que no sólo es autor quien ejecuta
materialmente el tipo, sino también quien realiza una parte de la ejecución de un
plan conjunto (coautor) e incluso quien no realiza materialmente ningún hecho
típico, pero controla la ejecución que es llevada a cabo por un instrumento al que
utiliza (autor mediato).
En todos los casos es fundamental que el autor haya obrado con dolo; el que obra
sin dolo carece del dominio del hecho. Por lo tanto, el problema de la distinción
entre autores y partícipes sólo se presenta en los delitos dolosos. En los delitos
culposos son autores todos los que infringen el deber de cuidado que caracteriza
lo ilícito del delito culposo.
En los llamados “delicta propia” solo puede ser autor el que tiene los caracteres
que están exigidos al autor en el tipo objetivo. Así, no puede ser autor de cohecho
pasivo el que no sea funcionario público, ni puede cometer prevaricato judicial el
que no sea juez, etc.
Individual.
Como vimos, según la teoría actualmente más aceptada, el autor es quien tiene el
dominio del hecho.
Pero no basta con esta participación según un plan común; se requiere también
una contribución objetiva a la realización del hecho.
En los casos en que el dominio del hecho pueda aparecer compartido por más de
una persona, sin que éstas hayan tenido un plan común habrá autoría accesoria.
Como elemento general, tiene el dominio final del hecho quien dirige a la
totalidad del suceso hacia un fin determinado. Depende además de la posición
relativa del sujeto respecto de los demás participes.
Autor mediato es el que se vale de otro para la realización del tipo. La autoría
mediata presupone el dominio del hecho, como la autoría, y además la posesión
de los demás elementos de la autoría. Esta forma de la autoría no es siempre
aceptada, sea porque se cuestiona su necesidad, sea porque se le formula reparos
desde el punto de vista del principio de la legalidad (estas últimas solo serían
sostenibles si se considerara que la única explicación admisible de la autoría es la
que proporciona la teoría formal-objetiva).
La verdad es que, en tanto que la autoría dolosa se basa en el dominio del hecho,
la culposa en la causación del resultado.
La diferente fundamentación que tiene la autoría dolosa (en el dominio del hecho)
y la culposa (en la causación del resultado) tienen consecuencias harto diferentes
con respecto a la participación: la participación solo es concebible en la autoría
dolosa.
C) Participación. (Bacigalupo)
El CP no limita la punibilidad a los que realizan la acción típica, es decir, a los
autores, sino que contiene prescripciones que permiten sancionar también a los
partícipes.
Resumiendo: todos los que no realizan la acción típica, es decir, que no son
autores, ni coautores, ni autores mediatos, sólo pueden ser responsables si han
determinado al autor a cometer el hecho punible (instigación) o si le han prestado
una ayuda para que lo cometa (complicidad).
Es frecuente que en la teoría se sostenga que autores son los que “toman parte en
la ejecución del hecho”. Sin embargo, es claro que esas expresiones son
demasiado amplias para dar una definición adecuada de los límites entre la
autoría y la participación, pues también los partícipes toman parte en la ejecución
del hecho, dado que todo el que participa debe haber tomado una parte de su
ejecución. Esa “parte” puede consistir en motivar al autor (instigación) o en
ayudarlo (complicidad). En consecuencia, lo que debe delimitar el ámbito de la
Las formas que puede asumir la participación son, entonces, las siguientes:
Formas de Participación
La instigación
Instigador es el que dolosamente determina a otro, en forma directa, a la
comisión de un delito. Instigador es el que crea el dolo en la cabeza del autor, es
decir, el que genera la idea de la comisión dolosa del delito en el autor.
Hay determinación directa cuando el que determina es autor, pero también la hay
cuando el que determina es instigador; pero no hay determinación directa cuando
un sujeto se limita a hacer sutiles sugerencias, sugerimientos ambiguos o medias
palabras.
El medio hemos dicho que debe ser psíquico y directo. Por medio psíquico y
directo no debe entenderse solo la palabra clara y determinante, son que puede
ser cualquier otro medio simbólico: gestos, actitudes, palabra escrita, claves, etc.
El determinador (Zaffaroni)
La figura del determinador, que frecuentemente se confunde con la del instigador,
encierra verdaderos casos de autoría junto con casos de instigación: el que
determina a otro puede ser el autor mediato, pero también determina a otro el
que se vale de quien no realiza conducta, que es la manera más tajante y radical
de determinar. La figura del autor mediato y la del que se vale de quien no realiza
conducta, se encuentran, pues, en la última parte del Art. 45 CP: “los que
hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo”.
En los llamados “delicta propia” solo puede ser autor el que tiene los caracteres
que están exigidos al autor en el tipo objetivo. Así, no puede ser autor de cohecho
Para determinar si la ayuda prestada es de tal naturaleza que sin ella el delito no
habría podido cometerse puede utilizarse la fórmula de la conditio sine qua non:
si se elimina mentalmente la acción del partícipe y el hecho no habría podido
cometerse, estaremos ante una participación necesaria.
Es preciso tener en cuenta que el que presta una colaboración sin la cual el delito
no habría podido cometerse, en determinadas circunstancias, puede tener el
dominio del hecho, pues quien dispone sobre una colaboración decisiva tiene
también una decisión sobre la continuación o no de él. Por ello debe distinguirse
si el aporte sin el cual el delito no habría podido cometerse tuvo lugar antes del
comienzo de la ejecución o después de él.
El que colabora con un aporte sin el cual el delito no podría cometerse después
del comienzo de ejecución, tiene el codominio del hecho y es por lo tanto
coautor. El que presta una ayuda de tal naturaleza antes del codominio del hecho,
consecuentemente, será un cómplice primario o necesario.
del CP):
Partícipe secundario: (art. 46) Quien coopera de cualquier otro modo a (“a”
El exceso de los autores: si los autores se exceden y realizan un hecho más grave
que aquel al que se los instigó o para el cual se les prestó la ayuda o la
colaboración, los instigadores y cómplices no responderán sino por el hecho al
Sintetizando todo nuestro planteo, vemos ahora que los ejecutores son autores,
los determinadores pueden ser autores mediatos, autores del tipo especial de
determinación de otro o instigadores, y los auxiliadores o cooperadores son
cómplices, sean necesarios o simples (primarios y secundarios).
Complicidad y encubrimientos
El principio general es que solo puede haber participación mientras el injusto no
se ha ejecutado; cuando termina la ejecución del injusto, ya no es posible la
participación y solo es posible contemplar la posibilidad de que la conducta
encuadre dentro de algunos de los supuestos típicos de encubrimiento.
47 último párrafo del Código Penal “Si el hecho no se consumase, la pena del
título de la tentativa”.
Aspecto interno:
dependencia del hecho del partícipe respecto del hecho del autor o de los autores.
Esta característica ha sido puesta en tela de juicio por alguna parte de la doctrina
criminal (Ej: Castro, basándose en los arts. 83, 99, 209, 212, 227 bis, 234 277,
antijurídico y culpable;
antijurídico.
hecho permitido por el Derecho aunque sea típico (Ej: matar a otra persona en
caso de que la conducta del autor, que es la conducta principal, eximimos a éste
comisión del hecho delictivo realizado por el autor, con conocimiento y voluntad
quedado descartadas.
Participación y culpabilidad:
No se admite la posibilidad de participar culposamente en un delito doloso.
resultado.
Dentro del "iter criminis" (o sea: en el camino que va desde la idea, hasta la
consumación del delito), es posible distinguir cuatro etapas:
Porque sin acción, no hay delito; y para que haya acción, no bastan los
actos internos (elemento psíquico de la acción), sino que se requiere
también la exteriorización (elemento físico de la acción).
Porque lo anterior está apoyado por la Constitución Nacional, en el art. 19:
"Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al
orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo
reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados".
Sobre los actos preparatorios, Soler dice: "Antes de ejecutar es posible, o a veces,
necesario, realizar otras acciones no ejecutorias, sino preparatorias. Así, el que
piensa robar, prepara antes los instrumentos con los cuales ha de forzar la
puerta; el que piensa falsificar un documento, ensaya antes la imitación de la letra
o estudia la calidad de los reactivos a emplear. He aquí actos preparatorios.
Ninguno de ellos importa comenzar la ejecución del delito; tienen con la
consumación de éste solamente una relación remota, subjetiva y equívoca" (Soler,
T. II, pág. 208, Ed. 1970).
A raíz de que estos actos guardan, con la consumación del delito, una relación
muy remota, y sólo de carácter subjetivo –ya que sólo el autor conoce que sus
preparativos son para consumar el delito–, la ley, por lo general, no los considera
punibles.
En estos casos, la razón por la cual se castiga el acto preparatorio, es que, entre
él y el delito, hay una relación evidente, o sea, una relación inequívoca. Así, por
ejemplo, en el caso del art. 299, si el individuo tenía máquinas destinadas a la
falsificación, resulta inequívoco que pensaba ejecutar la falsificación.
3. Los actos de ejecución. Son aquellos por los cuales el sujeto "comienza la
ejecución" del delito que se ha propuesto consumar; son actos por los
cuales el sujeto –dice Soler– inicia la acción principal en que el delito
consiste. Así, por ejemplo, si en el homicidio, la acción principal consiste
en "matar", el acto de ejecución consistirá en "comenzar a matar".
4. La consumación del delito. Es la última etapa del "iter criminis". Soler dice
que un delito está consumado, cuando se han reunido todos los elementos
o condiciones exigidas por la figura delictiva de que se trate (algunos
autores, denominan "delito perfecto" o "delito agotado", al delito
consumado).
Solo quedan fuera del concepto las llamadas tentativas irreales. En estas el autor
quiere lograr la realización del tipo recurriendo a medios mágicos, supersticiosos,
etc. Ej: el uso de muñecos boodoo para procurar la muerte de alguien.
(Bacigalupo)
El delito se inicia cronológicamente como una idea en la mente del autor, que a
través de un proceso que abarca la concepción (idea criminal), la decisión, la
preparación, la ejecución, la consumación y el agotamiento, llega a afectar el bien
jurídico tutelado en la forma descripta por el tipo. Este proceso o camino, que va
desde la concepción hasta el agotamiento del delito, se llama iter criminis.
No se trata de que la sensación de inseguridad la tengan los demás (lo que sería
afectación de la seguridad jurídica en su aspecto subjetivo, es decir, alarma
social), sino de la sensación de inseguridad que como resultado de la acción que
se percibe como amenazadora pueda tener el titular del bien jurídico.
Aquí debemos aclarar que por la forma de consumación suelen distinguirse los
tipos en instantáneos y permanentes. Se llama delito instantáneo al que tiene solo
un momento consumativo y permanente al que tiene un estado consumativo, es
decir, que la consumación se mantiene en el tiempo, como sucede con el
secuestro. No es el resultado lo que se mantiene, sino la consumación misma. De
cualquier manera, la circunstancia de que estos tipos tengan una prolongación
temporal de la consumación, no les quita que también tengan un momento
consumativo (el momento en que se priva de libertad al secuestrado) a partir del
cual ya está consumado el delito y termina la tentativa.
Teorías negativas
Las teorías negativas son un grupo de opiniones diferentes, que tienen solo una
conclusión común: es imposible determinar cuándo hay un acto de ejecución y
cuando un acto de tentativa. Conforme a estas teorías, la ley no debería distinguir
entre actos ejecutivos y actos de tentativa y punirlos a todos de igual forma.
Criterios objetivos
- Univocidad de los actos de tentativa: según este criterio, cuando los actos
externos son inequívocos, es decir que no pueden considerarse más que dirigidos
a la consumación del delito desde el punto de vista de un tercero observador,
serán actos de tentativa o ejecutivos, en tanto que cuando el tercero observador
no pueda afirmar la inequivocidad, porque los actos sean equívocos y puedan
dirigirse a la consumaron del delito como a la obtención de otro propósito no
criminal, serán actos preparatorios impunes.
Conforme a este criterio la tentativa comienza con la actividad con que el autor,
según su plan delictivo, se aproxima inmediatamente a la realización del plan
delictivo, o también, hay tentativa en toda actividad que, juzgada sobre la base
del plan concreto del autor, se muestra conforme a una natural concepción, como
parte integrante de una acción ejecutiva típica.
D) CLASES DE TENTATIVA
Hay dos clases de tentativa que, en otras legislaciones se distinguen por sus
efectos, pero que en la nuestra aparecen por entero incluidas en la fórmula del
Art. 42 CP:
Tentativa de omisión.
Las reglas y principios que se aplican a la tentativa en los tipos activos, son
también aplicables a los tipos omisivos.
Eso es lo que sucede cuando la madre deja de alimentar al niño para que muera,
porque a medida que transcurre el tiempo aumenta el peligro para la salud y la
vida de la criatura.
Hay tentativa inidónea o tentativa imposible cuando los medios empleados por el
autor son notoriamente inidóneos para causar el resultado.
El error “al revés” del autor consiste en estos casos en suponer que tiene la
calificación de autor necesaria para la comisión del delito.
Los que suponen que este elemento es un elemento del tipo, no dudan en
admitir aquí una tentativa de autor inidóneo, pues el autor ha supuesto
erróneamente que se daba una circunstancia del tipo que en realidad falta.
Su error “al revés” es creerse funcionario. El caso será por lo tanto resuelto,
desde este punto de vista, como una tentativa inidónea, y en consecuencia,
punible.
Bacigalupo: Por el contrario, los que suponen que los elementos de la
autoría no pertenecen al tipo (por lo menos no pertenecen al tipo del error,
aunque puedan pertenecer al tipo de la adecuación), piensan que el autor
no ha supuesto erróneamente un elemento del tipo, es decir, que su
creencia de ser funcionario no es un error de tipo “al revés”, porque el
carácter de funcionario (o de médico, etc.) no pertenece al tipo. Por lo
tanto, aquí no habría tentativa alguna. El error sobre el carácter de
funcionario sería en realidad un error sobre el deber especial que
constituyen los delitos especiales propios. La suposición de infringir un
deber que no se tiene da lugar a un delito putativo, que es impune.
En toda tentativa hay un error del autor acerca de la idoneidad de los medios. La
única diferencia que hay entre la tentativa idónea y la inidónea es que en la
segunda el error es grosero, burdo, grueso, tal como querer envenenar con
azúcar, con medio supersticioso, demoler un edificio con alfileres, envenenar por
medio de una culebra que en realidad es una lombriz grande, etc.
Es verdad que las reglas de individualización de las penas del art. 41 se alteran
respecto de la tentativa inidónea, pero ello obedece a que la falta de peligrosidad
opera aquí como una causal personal de exclusión o disminución de la pena, por
meras razones de política criminal.
E) El desistimiento de la tentativa.
Dice la letra del Art. 43 CP: “El autor que voluntariamente desista de la tentativa
quedará exento de pena.”
Para que haya desistimiento voluntario, este no debe hallarse motivado en:
1. Ninguna acción del sistema penal que ponga en peligro la realización del
plan delictivo.
2. El convencimiento de la imposibilidad de consumarlo.
A) El concurso de delitos
La legislación y la teoría distinguen entre los casos en que una acción realiza más
de un tipo penal y los de varias acciones que realizan más de un tipo penal, o más
de una vez el mismo tipo penal.
Concurso ideal
ÚNICO
Concurso aparente
HECHO
Concurso real
PLURAL
ARTICULO 54.- Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará
solamente la que fijare pena mayor.
Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de reclusión o
prisión.
Si alguna de las penas no fuere divisible, se aplicará ésta únicamente, salvo el caso
en que concurrieren la de prisión perpetua y la de reclusión temporal, en que se
aplicará reclusión perpetua. La inhabilitación y la multa se aplicarán siempre, sin
sujeción a lo dispuesto en el párrafo primero.
ARTÍCULO 57.- A los efectos del artículo anterior, la gravedad relativa de las penas
de diferente naturaleza se determinará por el orden en que se hallan enumeradas en
el artículo 5º.
Cuando por cualquier causa la justicia federal, en autos en que ella haya intervenido,
no pueda aplicar esta regla, lo hará la justicia ordinaria nacional o provincial que
conoció de la infracción penal, según sea el caso.
Sin embargo, el tomar esta posición doctrinaria nos supone también el realizarnos
ciertas interrogantes:
Al darse cuenta de estas dos interrogantes, Núñez afirma que el poder unificador
que le da esta teoría a la acción es tal, que no desaparece ni siquiera cuando el
delincuente había tenido la voluntad determinada de producir todas las
violaciones del derecho; por lo que las consecuencias son graves, pues llevaría a
la injusticia de castigar más benignamente verdaderas situaciones de concurso
real (pluralidad de resultados causados por la acción única finalmente dirigida a
producirlos). Sin embargo se le ha objetado a Núñez confundir acción, que es lo
único que puede penarse, con su resultado cuyo número no necesariamente
coincide con el de aquella y que no puede multiplicarla.
Por eso, la tesis moderna de la unidad de acción tiene en cuenta tanto la finalidad
como la normatividad (tipicidad).
También conductas configuradas por una unidad fisiológica, es decir, por un solo
movimiento, también pueden ser pluralmente típicas: el que arroja una granada
puede dar lugar a homicidio y daños; el que dispara sobre otro y lesiona a un
tercero puede ser autor de homicidio doloso y lesiones culposas, etc.
Lo decisivo para que haya un concurso ideal es que exista una unidad de
conducta con una pluralidad de tipos, pero el concurso ideal no requiere una
simultaneidad ni la misma es decisiva para determinarlo.
El que en el curso de un robo decide matar a la víctima sin ninguna relación con el
robo, sino porque en ese momento descubrió que era un antiguo enemigo, no
incurre en ningún tipo de concurso ideal, porque falta la unidad de conducta.
Ahora, según Creus deben considerarse dos situaciones para determinar cuál es la
pena mayor, estos son:
Por último, vale aclarar la correcta apreciación de Vidal cuando sostiene que el
hecho de aplicarse al caso del concurso ideal una sola pena (la del tipo que prevea
la pena mayor), ello no quiere decir que si un sujeto arroja una bomba y mata a
dos personas y hiere a otras cuatro, que por el solo hecho de tratarse de un
concurso ideal (al que se aplica sólo una pena, la mayor, o sea, la del homicidio =
de 8 a 25 años) uno de los homicidios y las cuatro lesiones queden impunes, sino
que dichas mutaciones del mundo exterior (resultados) deberán tenerse en cuenta
Hay supuestos en los que parece que concurren varios tipos penales, pero que
observados más cercanamente nos permiten percatarnos de que el fenómeno es
aparente, porque en la interpretación adecuada de los tipos la concurrencia
resulta descartada, dado que uno de los tipos excluye al otro o a los otros. Suele
llamase a estos casos “concurso aparente de tipos”.
Hay tres principios que son utilizados para descartar la aplicación de tipos
penales en los casos de concurrencia aparente y que la doctrina admite
pacíficamente. Entonces, para la doctrina, habrá concurso aparente cuando entre
los tipos penales que serían aplicables al caso concreto exista una relación de
especialidad, subsidiariedad o de consunción.
Entonces, conforme al concepto que venimos analizando, cabe concluir en que los
requisitos que deben verificarse para tener por acreditada la existencia del
concurso real son:
Por ello, la diferencia que media entre el concurso real y la reincidencia es que en
esta última ya ha habido sentencia condenatoria cuando el sujeto comete un
nuevo delito; mientras que en el concurso real se juegan simultáneamente varios
delitos sobre ninguno de los cuales recayó sentencia condenatoria.
En este sentido, como se ha dicho, la pena única fija una escala abstracta para
graduar la pena en función de los artículos 40 y 41 del CP., la cual se establece de
la siguiente manera:
En cuanto al mínimo de la escala del concurso real, Creus entiende que debe ser
el mínimo mayor de las escalas penales de los tipos en juego; ello, aunque dicho
mínimo pertenezca a un tipo cuyo máximo de pena sea inferior a los demás (ej., si
un sujeto comete una estafa -de 1 mes a 6 años, art. 172 CP.- y, al ser
aprehendido por la policía constatan que portaba un arma de uso civil sin
autorización legal -de 6 meses a 3 años, art. 189 bis.3º p. del CP.-), la escala
queda compuesta con el mínimo mayor: 6 meses y la suma de los máximos: 9
años.
Unificación de penas
El art. 58 del CP. regula lo que la doctrina ha llamado “unificación de penas”, por
lo que la finalidad de dicha norma -sostiene Núñez- subyace en establecer las
pautas necesarias para poder unificar las penas impuestas en distintas sentencias
a una misma persona, aunque hayan sido dictadas en distintas jurisdicciones (sea
ordinaria -nacional o provincial- o federal).
Según Creus los distintos supuestos contemplados por el Código Penal son los
siguientes:
El delito continuado
Existen algunos tipos penales en los cuales la repetición de las conductas típicas
no implica un concurso real, sino un mayor choque de la conducta típica contra el
derecho, es decir, un mayor contenido de injusto de la conducta.
Por supuesto, esta interpretación racional de los tipos que impide caer en lo
absurdo solo puede operar a partir del análisis de cada tipo penal y,
particularmente, solo en los casos en que la forma de afectación del bien jurídico
admite grados. Cuando el contenido del injusto del hecho es único (Ej: homicidio),
a) La individualización de la pena.
“Consiste en la determinación de las consecuencias jurídicas del hecho punible. Es
una función que le corresponde al juez y que debe cumplirla dentro del marco
que ofrece la legislación”.
Concepto. (Creus)
La individualización (o determinación) de la pena es el acto mediante el cual el
juez fija las consecuencias de un delito. Se trata de un acto complejo, en el cual,
según las disposiciones legales, se debe dar cumplimiento a las diferentes
funciones de la reacción penal estatal frente a la comisión de un hecho punible.
Para ello, y por estar así previsto por nuestra ley penal, el juzgador está obligado
a tomar conocimiento directo – a más de la información relativa a la causa y de las
pruebas del juicio- del delincuente que está juzgando. Tal cual reza el Art. 41 C.P.
en su última parte: “… El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del
sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para
cada caso.”
Cada Estado, según su política criminal y sistema penal que adopte, podrá arribar
a la pena del condenado por diversos sistemas, pero existe algo común y
relevante a todos, y es que: primero estará la tarea del legislador, luego la etapa
de la investigación y sentencia definitiva, y finalmente la ejecución de la pena
impuesta.
Zaffaroni, por su parte, nos comenta que suele decirse que hay una etapa legal,
otra judicial y otra administrativa de la individualización de la pena, pero esto no
es del todo exacto, porque en realidad, las actividades judicial y administrativa se
combinan para realizar la voluntad de la ley.
En nuestro CP, entendemos que el criterio general es que la pena debe guardar
cierto grado de relación con la magnitud del injusto y de la culpabilidad, sin
perjuicio de admitir el correctivo de la peligrosidad.
Desde una posición crítica puede afirmarse que esta teoría no pretende corregir
desviaciones sociales que afectan la convivencia en sociedad, sino que
simplemente la sanción se impone porque el delincuente ha quebrantado una
norma.
Esta concepción de los castigos penales propone como fin de la misma desarrollar
una influencia inhibitoria del delito en el autor. Esta finalidad se subdivide en tres
fines de la pena:
Von Liszt afirmaba que sólo la pena necesaria es justa, siendo el castigo necesario
cuando, desde el punto de vista preventivo especial, impide la reincidencia del
autor del delito. Por esa causa, dentro de la prevención especial, la culpabilidad
carece de toda función en la determinación judicial de la pena.
Entre las principales críticas a esta posición se indica que, en pos de una supuesta
"resocialización" no se ponen límites fijos a las penas, ya que el término queda
condicionado a la confirmación de un eventual resultado reeducativo.
Por otra parte, desde el punto de vista preventivo, sería factible proponer la
privación de la libertad de una persona "resocializable" aunque no haya cometido
ningún delito.
Queda dicho que rechazamos de plano las teorías que pretenden que en el Art. 41
CP se hallan solo indicios de peligrosidad, la que pretende que su inciso 1 se
refiere a la cuantificación del injusto y su inciso segundo a la culpabilidad
integrada con la peligrosidad solamente, como también la que afirma que la
peligrosidad es en nuestro sistema solo uno de los índices sino que, por nuestra
La cuantía de lo injusto
En nuestra legislación penal:
Art. 40 prevé: “En las penas divisibles por razón de tiempo o de cantidad,
los tribunales fijarán la condenación de acuerdo con las circunstancias
atenuantes o agravantes particulares de cada caso y de conformidad a las
reglas del artículo siguiente”.
Art. 41: “A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta:
1) La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la
extensión del daño y del peligro causado;
2) La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del
sujeto, la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir,
especialmente la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio
necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado en el hecho,
las reincidencias en que hubiera incurrido y los demás antecedentes y
condiciones personales, así como los vínculos personales, la calidad de las
personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que
demuestren su mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar
conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las
circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso”.
El artículo 41 del C.P. tiene una estructura similar al parágrafo 46 del Código
Penal Alemán, en cuanto en ambas normas se enuncian factores a ser tenidos en
cuenta por el juez al fijar la pena, pero sin predeterminar si ellos agravan o
atenúan, o cuánto valor ha de asignársele. Y si bien nuestra ley no contiene la
afirmación explícita del ilícito culpable como base de la pena, esto ha sido
entendido tradicionalmente así por la doctrina. Ello deriva, por otra parte, de la
estructura general de los tipos penales. La existencia de escalas orientadas a la
gravedad diferenciada de los hechos y el requisito de la culpabilidad, permiten
Por otra parte, las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión revelan ciertas
características personales que deben considerarse no tal como se hallaban en el
momento que tuvo lugar la conducta, sino como se encuentra cuando es
menester aplicar la pena, es decir, condenar, toda vez que este juicio opera a los
efectos de la penalidad y no a los de determinar si hubo delito.
El análisis de los factores que los agravan o atenúan debe ser realizado en forma
amplia, de acuerdo a las representaciones morales de la comunidad en su
conjunto.
Por esta razón, en primera instancia, luego de haber individualizado la figura legal
aplicable al caso, el juez debe valorar qué alcance tuvo la lesión jurídica,
analizando la magnitud y cualidad del daño causado.
En este sentido, algunos autores creerán que es imprescindible realizar una clara
distinción entre el componente de acción y el del resultado. Quienes no acepten
los postulados de una teoría basada en el disvalor de la acción, afirmarán que la
no producción del resultado es una causa legal para atenuar la pena. En esta
misma línea de pensamiento dirán que, los esfuerzos del reo para reparar el daño
La intervención de la víctima
El tema tratado en el punto anterior nos introduce a otro aspecto de la
determinación judicial de la pena que se relaciona con la importancia práctica que
reviste la conducta de la víctima en la materia que nos ocupa.
Así como determinadas conductas de la víctima juegan en contra del autor del
ilícito, otras no deben perjudicarlo. Por ejemplo, la omisión de la disminución del
daño por parte de la víctima debe ser resuelto a través de la teoría de la
imputación objetiva: al autor sólo se le puede reprochar legítimamente la parte
del resultado que le es imputable y que sólo a él le correspondía evitar.
Las circunstancias que agravan o atenúan tipos penales básicos pueden ser útiles
para orientarnos en otros supuestos delictivos en los que existan diferencias
semejantes. Es lógico que, si se sigue esta guía, deberá identificarse previamente
la categoría de delitos que se va a agravar o atenuar.
Pese a que el artículo 45 del Código Penal prevé la misma pena para el partícipe
necesario o primario que para el autor, el ilícito de este último es más grave que
el del partícipe. Por ello, en todos los casos será decisivo analizar el aporte de
cada uno de los intervinientes en el hecho investigado.
La letra del artículo 41 del Código Penal es clara. Al momento de evaluar cuáles
fueron los motivos que impulsaron al autor de un delito a cometerlo debe tomarse
en cuenta la miseria o la dificultad para ganarse el sustento propio o de los suyos.
Al igual que los otros factores enunciados en este inciso, se plantea la cuestión de
si estos factores son relevantes sólo desde el punto de un enfoque de la
prevención especial o si también entran en consideración para determinar, en
cualquier caso, el monto de la pena a aplicar.
La conducta precedente
Deben considerarse los siguientes aspectos:
La regla podría ser formulada de la siguiente manera: desde la óptica del ilícito y
de la culpabilidad, la conducta precedente sólo puede ser considerada en tanto y
en cuanto se refleje en forma directa con el hecho.
Hay reincidencia siempre que el condenado por sentencia firme a pena privativa
de la libertad, dictada por cualquier tribunal del país, cometiere un nuevo delito
El artículo 41 del Código Penal ordena tomar en cuenta las reincidencias en que
hubiere incurrido el autor. La doctrina y la jurisprudencia, por su parte, se han
encargado de sostener que ésta debe ser valorada como agravante. El fundamento
de tal afirmación encuentra apoyo en el artículo 14 del Código Penal que deniega
a los reincidentes la posibilidad de acceder a la libertad condicional.
Unificación De Sentencias
Este instituto se encuentra regulado en la frase: “….cuando se hubieren dictado
dos o más sentencias firmes con violación de dichas reglas”.-
La unificación de sentencias tiene lugar toda vez que una persona haya sido
juzgada conculcando las reglas concursales del art. 55 del C.P.
Las reglas del concurso real establecen que cuando un sujeto deba ser juzgado
por más de un hecho delictivo siendo los mismos independientes entre sí la
escala sancionatoria debe computarse tomando como mínimo el mínimo mayor de
Sin embargo, muchas veces los hechos que han configurado un concurso real son
juzgados en forma independiente en procesos diferentes recayendo diferentes
sentencias y penas lo cual obedece a la estructura federal de nuestra organización
judicial y a las reglas de competencia material en las distintas jurisdicciones
(puede ocurrir que un delito sea competencia provincial y otro federal, que los
hechos hayan sido cometidos en diferente jurisdicción: sea una federal y otra
provincial o dos provincias diferentes o dos Circunscripciones o Distritos
judiciales diversos dentro de una misma provincia, o bien que dentro de un
mismo territorio provincial la competencia material sea diferente: por ej.
correccional e instrucción).-
Además, dispone que en caso de que se vulnere esta regla la unificación deberá
ser practicada por el magistrado que haya pronunciado la pena de mayor
entidad.-
La unificación de penas tiene lugar toda vez que haya sido dictada una condena y
el sujeto deba ser juzgado por un hecho cometido con posterioridad al dictado de
la condena precedente, siempre y cuando la primer pena conserve su vigencia.-
COMPETENCIA
El art. 58 del C.P. regula además la competencia del tribunal que debe realizar las
operaciones de unificación. La norma señala que la pena única, tanto por
unificación de sentencia como de pena debe formularla el órgano jurisdiccional
que imponga la segunda condena.-.
Una vez que ambas sentencias han adquirido firmeza es el tribunal que haya
impuesto la pena mayor quien debe realizar la operación de unificación, y la
misma ya no puede ser realizada de oficio sino a pedido de parte.-
El criterio para determinar cuál de las dos penas es mayor es recurrir a la especie
de pena y dentro de una misma especie la de mayor duración temporal.-
Ocurre que en este caso ambas penas pierden vigencia ya que cede la cosa
juzgada, porque obviamente, al menos, la sentencia precedente debe encontrarse
firme. Esto es en teoría, producto de que cede la cosa juzgada, sin embargo, en
los hechos es difícil que un juez imponga una pena menor a la de la primer
condena o a la que haya pronunciado el tribunal unificante. En efecto, si el
proceso de unificación recae en el juez que dictó la primer condena es difícil
En este caso simplemente se trata de realizar una suerte de cómputo único, por lo
que es obvio que dicha operación se hace tomando la porción de pena que le
resta cumplir auditando al mismo la pena que aún no ha cumplimentado.-
Trámite
Las reglas de unificación del art. 58 del C.P. contienen aspectos sustanciales y
formales ya que determinan quien es el tribunal competente para realizar la
unificación prescribiendo además que dicho órgano debe dictar una sentencia, sin
embargo, no establecen cual es el trámite que se debe adoptar a efectos de la
unificación.-
Aspectos problemáticos
La norma del art. 58 establece que para que la unificación -de pena o sentencia-
proceda es necesario que el ciudadano “…esté cumpliendo pena”, lo cual es
incorrecto; en realidad debe estar vigente la pena aunque el sujeto no
necesariamente la esté cumpliendo ya que en el caso del art. 27 el sujeto no está
cumpliendo pena sino que la misma conserva vigencia por cuatro años aunque
por ej. la misma sea de un año de ejecución condicional, de modo que si a los tres
años comete un nuevo delito no está cumpliendo pena pero se debe unificar la
pena por el procedimiento de acumulación.-
De todos modos es claro que no puede hacerse cumplir a alguien una pena que se
extinguió pero esto no impide que pueda computarse o valorarse la pena
cumplida al momento de individualizar la pena única.-
En realidad esta posibilidad se encuentra vedada por la norma, por lo que una
futura reforma debería modificarse el art. 58 y, estando vigente dicha norma las
partes deberían plantear la inconstitucionalidad del mismo en cuanto veda la
posibilidad de computar la pena extinguida perjudicando al imputado.
Por otra parte, hay una coerción formalmente penal, que abarca a la anterior y la
excede sobradamente, porque se ocupa de todas las medidas que dispone la ley
penal, incluso para los casos en que no hay más que una exterioridad del delito,
como también de otras consecuencias del delito que por su naturaleza no
pertenecen al derecho penal, pero que están tratadas en la ley penal (reparación
del perjuicio).
La punibilidad.
Cuando Beling introdujo el concepto de tipo, también siguió definiendo al delito
como “punible” (delito es, dentro de los que dan esta respuesta, una conducta
típica, antijurídica, culpable y punible).
¿Cuál es la solución correcta? Entendemos, con casi toda la doctrina nacional, que
la punibilidad no es un carácter del delito, sino un resultado de su existencia.
Esto significa que la coerción penal por el delito solo opera dadas ciertas
condiciones, que genéricamente llamamos condiciones de operatividad de la
coerción penal.
La muerte del autor puede operar como causa personal de cancelación de la pena
si se produce después de la sentencia y mientras esta se está ejecutando.
Finalmente, el presupuesto de esta causal es: la muerte del sujeto. Puede tratarse
de la muerte natural o real (art. 103 C.C.), que se produce en el instante en que se
detienen las funciones cardiocirculatorias y respiratorias; o puede tratarse de un
proceso irreversible de muerte cerebral (art. 23 Ley de Trasplante de órganos Nº
24.193).
Así como el perdón del ofendido es una causa personal de cancelación de la pena
cuando tiene lugar después de la sentencia condenatoria, la renuncia del
agraviado extingue la acción penal en los delitos de acción privada.
c) Oblación de la multa:
“El Art. 1 de la ley 23.077 establece la extinción de la acción por delito penado
con multa, en cualquier estado del jurídico por el pago voluntario del máximum
de la multa correspondiente al delito de las indemnizaciones a que hubiere lugar.”
Como bien afirma Carlos Luis Lascano (h): “Lo que se pretende es la liberación de
la sanción informal y estigmatizante que significa el sometimiento a proceso
penal. Es el precio que el ciudadano paga por detener el funcionamiento de la
maquinaria estatal represiva”.
-la reincidencia,
El titulo XI de nuestro CP lleva por rubrica “Del ejercicio de las acciones”. Se refiere
a las acciones procesales, es decir, lo que en derecho procesal penal se llaman
Con esas características huelga decir que la víctima resulta totalmente ajena al
ejercicio de la acción.
Aunque con distinto alcance, también puede aplicarse este fundamento a los
casos del inciso 3° del art. 72 (impedimento de contacto de los hijos menores con
sus padres no convivientes), en cuanto al daño que la ventilación del proceso
puede significar para los hijos menores.
Entonces:
Para el CP argentino prescriben todas las penas, menos los crímenes de lesa
humanidad. Esto es así porque nuestro país ha receptado la Convención de Roma,
que estipula la imprescriptibilidad de estos delitos.
Se diferencian en cuanto, las cuestiones previas deben ser decididas antes del
proceso penal, pero no hace cosa juzgada (ej.: juicio político o jurado de
enjuiciamiento). Mientras las cuestiones prejudiciales no son anteriores, ni
impiden la iniciación o prosecución del proceso penal, pero obstan el dictado de
la sentencia en sede penal hasta tanto exista una resolución en otro juicio, que sí
hace cosa juzgada (ej.: juicio civil de validez o nulidad del matrimonio – proceso
penal por el delito de bigamia).
El Art. 9 de la ley 23.077 establece que en los delitos previstos en los Arts. 226 y
227 bis CP, la prescripción de la acción penal se suspenderá hasta el
restablecimiento del orden constitucional. La disposición resulta lógica, puesto
que en tales tipicidades, cuando la conducta se agota, es decir, que alcanza el fin
ultra-típico propuesto, el poder queda en las manos de los delincuentes y, por
ende, resulta ilógico que estos se beneficien con el resultado del delito que
impide el ejercicio de la acción.
4) Suspensión del juicio a prueba o “probation”: (Art. 76 ter) Esta figura, como se
verá en el punto subsiguiente del programa, fue incorporada en nuestro Código
Penal por la Ley 24.316, y establece que el tribunal según la gravedad del delito,
podrá disponer la suspensión de un juicio penal durante el término de uno a tres
años; durante el cual se suspenderá también la prescripción de la acción penal.
Cabe aclarar que lo único que elimina el indulto es la pena, pero no el delito, que
solo puede ser eliminado por amnistía.
Las causas personales que cancelan la pena, por supuesto que también la
excluyen.
Prescripción de la pena
Su fundamento: La prescripción de la pena representa un límite al poder punitivo
del Estado, dando seguridad jurídica el imputado, resultando entonces, que una
persona no pueda estar condenada de por vida, como tampoco sumergida en
sospecha eterna.
Para el CP argentino prescriben todas las penas, menos los crímenes de lesa
humanidad. Esto es así porque nuestro país ha receptado la Convención de Roma,
que estipula la imprescriptibilidad de estos delitos.
La prescripción por el paso del tiempo sin tener lugar una sentencia condenatoria
da lugar a la afectación a la garantía del plazo razonable.
Sin embargo, las condiciones de punibilidad que aquí veremos constituyen algo
diverso, ya que su naturaleza no es subjetiva como en el caso anterior sino, por el
contrario, objetiva.
Pero luego dicho autor hace algunas concesiones, y concluye afirmando que no
habría ningún problema en admitir estas condiciones en tanto se trate de meros
requisitos de perseguibilidad del delito, es decir, de condiciones procesales de
operatividad de la coerción penal. El riesgo surge al otorgarles carácter de
derecho penal de fondo y extraer de los tipos objetivos ciertos elementos para
trasladarlos a este nivel, sin que puedan ser comprendidos por el conocimiento en
el dolo o por la posibilidad de conocimiento en la culpa.
Sin embargo, si consideramos a estas condiciones como parte integrante del tipo
objetivo, ya que delimitan la tipicidad de un evento y operan restringiendo la
punibilidad en sentido amplio, resulta indiferente que estas circunstancias sean
comprendidas por el dolo o la culpa, constitutivas éstas últimas del tipo subjetivo.
Podrán serlo o no según las particularidades de cada caso.
1) divorcio previo para perseguir el adulterio (art. 74 derogado por ley 24.453),
2) ejercicio de funciones públicas en caso de desacato (art. 244 derogado por ley
24.198), etc.
Las dos primeras son penas que privan de la libertad personal, en tanto que la
multa afecta al patrimonio del penado y la inhabilitación a ciertos derechos del
mismo.
También se hallan las PENAS ACCESORIAS, que son las que se derivan de la
imposición de las principales, sin que sea menester su especial imposición en la
Reclusión
Penas principales Privativas de la libertad Prisión
Patrimoniales Multa
Privativas de derechos Inhabilitación
Inhabilitación absoluta (Art. 12 CP)
Decomiso (Art. 23 CP)
Acabamos de ver que la llamada pena de muerte queda hoy incluida como una
especie de tormento, lo que la excluye de nuestro sistema penal.
Una forma común de pena hasta el siglo pasado era la picota, esta forma de punir
no está expresamente excluida por nuestra CN, creemos que es inconstitucional,
por importar una especie de tormento.
Está proscripta cualquier pena que importe una incapacitación física u orgánica
del sujeto (castración, esterilización, amputaciones, etc.), como cualquier pena
verdaderamente perpetua y cualquier consecuencia perpetua de un delito.
La principal virtud del dualismo, estriba en que estatuye dos reacciones jurídico-
penales que responden a distintos fundamentos y que ambas, son necesarias para
el cumplimiento de los fines del derecho penal. En efecto, cabe manifestar que la
pena, se funda en la culpabilidad y se impone como castigo, mientras que la
medida de seguridad, encuentra fundamento en la peligrosidad del sujeto y
responde a finalidades distintas: en algunos casos serán curativas, en otros
educativas o aún, de mejoramiento.
Educativas y Tutelares:
Previstas para los menores que delinquen y no han cumplido 18 años de edad (ley
22.278); y para las personas que tienen estupefacientes para uso personal y no
dependen de ellos (art. 21, ley 23.737);
De Mejoramiento:
Curativas:
Dicho de otro modo: para Zaffaroni la coerción penal puede ser entendida
en un sentido estricto o material (en el que se reduce a la pena) y en un
sentido amplio o formal (que abarca todas las consecuencias jurídicas del
delito que aparecen reguladas en el texto del código o de las leyes penales,
entrando dentro de éstos la internación del Art. 34).
Prisión Reclusión
Puede reemplazarse por arresto domiciliario en No puede reemplazarse por arresto domiciliario
los casos del Art. 10 CP.
Debe cumplirse durante ocho meses para obtener Debe cumplirse durante un año para obtener la
la libertad condicional por el condenado a tres libertad condicional por el condenado a tres años
años o menos (Art. 13). o menos (Art. 13).
Un día de prisión preventiva se computa por uno Dos días de prisión preventiva se computan por
de prisión (Art. 24). uno de reclusión (Art. 24).
Puede imponerse condicionalmente en los No puede imponerse condicionalmente.
supuestos del Art. 26 CP.
La prisión perpetua se reduce en caso de tentativa La reclusión perpetua se reduce en casos de
(Art. 44) y de complicidad (ara 46) a prisión de tentativa (Art. 44) y de complicidad (Art. 46) por
diez a quince años. reclusión de quince a veinte años.
El mínimo por delito consumado es de quince días El mínimo por delito consumando es de seis
(conminado en el Art. 243). meses (conminada en el Art. 93).
Ella se cumple en los mismos establecimientos penales que para las demás penas
privativas de la libertad, estando todos los internos sometidos al mismo régimen.
El Art. 53 CP dispone que “los condenados con la reclusión accesoria por tiempo
indeterminado deberán cumplirla en establecimientos federales”. En la práctica
esta disposición no se cumple y muchos condenados a esta pena la cumplen en
establecimientos provinciales.
La prisión preventiva se computa igualmente desde la cero hora del día en que el
sujeto fue detenido, calculándose en la forma en que lo establece el Art. 24 CP, es
decir, un día de prisión por cada día de prisión preventiva y un día de reclusión
por cada dos días de prisión preventiva.
La ley 21.931 del 16 de enero de 1979 reformo el ara 77 del CP disponiendo que
la libertad de los penados se opere el día del vencimiento de la pena a las 12
horas en lugar de las 24 horas, que sería la hora de vencimiento. Se trata de una
libertad anticipada que se otorga por razones prácticas, pero no altera los plazos,
ya que la condena se considerara cumplida recién a la medianoche.
C) Sistemas penitenciarios.
Clases.
Dentro de la historia de la cárcel podemos establecer tres regímenes
penitenciarios a los que podemos agrupar como tradicionales, entre ellos: el
Aun cuando las primeras cárceles celulares surgen en la península itálica, de las
cuales la más antigua es la Delle Murate en la ciudad de Florencia que data de
1.677, el pensamiento católico vuelve a ser objeto de una reformulación y
ampliación teórica en los Estados Unidos de Norteamérica.-
En correlación con este pensamiento se crea la prisión Walnut Street Jail, que
luego se reformaría para convertirse en la Western Pennsylvania, que reflejaba la
arquitectura benthamiana. Más tarde, y con un régimen de ejecución más riguroso
se establece en 1.821 la Eastern State Penitenciary.-
Las críticas que se pueden realizar al régimen son, que se desconoce la naturaleza
social del hombre; se dificulta el ejercicio del trabajo-taller y del proceso
educativo que requieren indefectiblemente la comunidad humana, viendo
frustrarse los dos pilares del proceso resocializador formal; tiene un alto costo de
infraestructura; es una crueldad que obstaculiza la formal readaptación del reo
pues impone un cruel sufrimiento, lo expone al abatimiento, en el lugar de
tonificar su voluntad, lo enerva; menoscaba la salud psíquica y moral del interno;
no refleja la realidad de la comunidad a la cual el interno deberá reintegrarse a su
egreso y a la que seguramente no se adaptará.-
Propicia corregir leves faltas con el régimen más riguroso de segregación total sin
proponer un régimen abierto y es violatorio del principio constitucional de
inocencia, la imposición en cualquier establecimiento de las cargas del sistema
carcelario.-
Régimen auburniano
El Estado de Nueva York crea una prisión denominada Newgate, con división de
internos por sexo y con estructuras para trabajo grupal en reducido número,
inaugurándose el establecimiento en 1.799.-
Régimen progresivo
Régimen abierto
a) Período de observación;
b) Período de tratamiento;
c) Período de prueba;
PERÍODO DE OBSERVACIÓN
PERÍODO DE TRATAMIENTO
PERÍODO DE PRUEBA
SALIDAS TRANSITORIAS
ARTICULO 16. — Las salidas transitorias, según la duración acordada, el motivo que
las fundamente y el nivel de confianza que se adopte, podrán ser:
I. Por el tiempo:
a) Pena temporal sin la accesoria del artículo 52 del Código Penal: la mitad de la
condena;
b) Penas perpetuas sin la accesoria del artículo 52 del Código Penal: quince (15)
años;
c) Accesoria del artículo 52 del Código Penal, cumplida la pena: tres (3) años.
II. No tener causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente.
III. Poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de ser alcanzado según
el tiempo de internación.
V. En los casos de las personas condenadas por los delitos previstos en los artículos
119, segundo y tercer párrafo, 120, y 125 del Código Penal, antes de adoptar una
decisión, se requerirá un informe del equipo interdisciplinario del juzgado de ejecución
y se notificará a la víctima o su representante legal que será escuchada si desea
hacer alguna manifestación.
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Del sucinto análisis, se observa que la ley 24.660 contempla u verdadero régimen
progresivo (con características particulares) al esquematizar una serie de periodos
sucesivos durante la ejecución de la pena privativa de la libertad, a los cuales se
va accediendo según criterios temporales y subjetivos.
Una norma que quiebra un poco la armonía de esta progresividad está dada por el
artículo 7 de la ley, al prever la posibilidad de que el condenado sea promovido
excepcionalmente a cualquier fase del período de tratamiento que mejor se
adecue a sus condiciones personales, de acuerdo con los resultados de los
Conforme a esta disposición, una condena que estableciese una pena de diez
años y que hubiese comenzado a cumplirse el 15 de enero de 2000, porque el
imputado fue detenido a las 13 horas de ese día, la pena se cumplirá el 15 de
enero del año 2010 o, lo que es lo mismo, a las 0 horas del día 16 de enero de
2010.
La única excepción que hace el código civil es la del Art. 128, en el caso de los
menores que alcanzan su capacidad el día en que cumplieren la mayoría de edad,
es decir, desde las 0 horas de ese día.
La ley de facto 21.931 agregó en el Art. 77 que, aunque los plazos se cuentan
conforme al código civil, la liberación de los condenados a penas privativas de
libertad se efectuará al mediodía del día correspondiente; esto es así porque ser
liberados a la medianoche traía varios problemas a los penados.
ARTICULO 1º-La prisión preventiva no podrá ser superior a dos años. No obstante,
cuando la cantidad de los delitos atribuidos al procesado o la evidente complejidad de
las causas hayan impedido la finalización del proceso en el plazo indicado, ésta
podrá prorrogarse un año más por resolución fundada que deberá comunicarse de
inmediato al tribunal de apelación que correspondiese para su debido contralor.
ARTICULO 3º-El Ministerio Público podrá oponerse a la libertad del imputado cuando
entendiera que existieron de parte de la defensa articulaciones manifiestamente
dilatorias y el tribunal deberá resolver la cuestión dentro del plazo de cinco días.
ARTICULO 6º-El auto que dispuso la libertad será revocado cuando el imputado no
cumpla con las reglas que se le impusieren o no compareciere al llamado del tribunal
sin causa justificada. En todos los casos, previamente, el tribunal fijará un término no
superior a los quince días para que el imputado cumpla con sus obligaciones con el
apercibimiento de revocación.
“5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u
otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá
derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin
perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a
garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.”
Si comete un nuevo delito durante los cuatro primeros años a contar desde
el momento de pronunciamiento de la condenación condicional, “sufrirá la
pena impuesta en la primera condenación, y la que corresponde por el
segundo delito, conforme lo dispuesto sobre acumulación de penas”.
Si el nuevo delito lo comete durante los ocho años subsiguientes a la
condenación condicional, no podrá ser condenado condicionalmente por
este segundo delito.
Si la nueva infracción tiene lugar después de transcurridos ocho años de la
fecha en que se le impuso la condenación condicional y antes de que haya
superado los diez años desde la misma fecha, y ambos delitos fueron
dolosos, tampoco se le podrá imponer condenación condicional, pero, si
uno o ambos delitos fuesen culposos, podrá imponérsele nuevamente la
condenación condicional.
Estos plazos se cuentan desde que queda firme la sentencia en que se condena
condicionalmente. No obstante, el tercer párrafo del Art. 27 del CP dispone que
“en los casos de sentencia recurridas y confirmadas, en cuanto al carácter
condicional de la condena, los plazos se computaran desde la fecha del
pronunciamiento originario”. Con esto se evita que la doble instancia pueda
perjudicar a los condenados.
Régimen legal
Este instituto encuentra su régimen legal en los artículos 26 a 28 del CP.
ARTICULO 26.- En los casos de primera condena a pena de prisión que no exceda
de tres años, será facultad de los tribunales disponer en el mismo pronunciamiento
que se deje en suspenso el cumplimiento de la pena. Esta decisión deberá ser
fundada, bajo sanción de nulidad, en la personalidad moral del condenado, su actitud
posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y
las demás circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente
la privación de libertad. El tribunal requerirá las informaciones pertinentes para formar
criterio, pudiendo las partes aportar también la prueba útil a tal efecto.
Igual facultad tendrán los tribunales en los casos de concurso de delitos si la pena
impuesta al reo no excediese los tres años de prisión.
La suspensión podrá ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha sido
cometido después de haber transcurrido ocho años a partir de la fecha de la primera
condena firme. Este plazo se elevará a diez años, si ambos delitos fueran dolosos.
La suspensión podrá ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha sido
cometido después de haber transcurrido ocho años a partir de la fecha de la
primera condena firme. Este plazo se elevará a diez años, si ambos delitos fueran
dolosos.
Las reglas podrán ser modificadas por el Tribunal según resulte conveniente al caso.
Debe recordarse que estas medidas se orientan hacia una finalidad de prevención
especial positiva, por lo que si el uso de estupefacientes o el abuso de alcohol no
ha tenido vinculación con la comisión del delito por el que se condenó al sujeto, la
imposición de aquéllas resultará una carga incompatible con el principio de
reserva consagrado por el art. 19 de la Constitución Nacional.
--
Las reglas podrán ser modificadas por el Tribunal según resulte conveniente al
caso.
Sin embargo, hoy día parte de la doctrina, entiende que estos plazos no resultan
adecuados y postulan que puede otorgarse una segunda condena de ejecución
condicional antes del plazo de ley.
En tal sentido, se sostiene que podría concederse antes del tiempo de ley de
acuerdo al caso concreto, en especial en aquellos casos donde la condena a recaer
sea de corta duración. Su planteo recae en parte en el fin de la ley de Ejecución
Penal, Ley 24,660 Art. 1 (resocialización del interno), Convención Americana de
Derechos Humanos art 8, y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Art.
10.3. Ya que nuestro ordenamiento adopta como fin de la pena el “Preventivo
Especial”.
La probation encuentra regulada en la ley 24.316, que añadió al Código Penal los
siguientes artículos:
Si el delito o alguno de los delitos que integran el concurso estuviera reprimido con
pena de multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será
condición, además, que se pague el mínimo de la multa correspondiente.
El imputado deberá abandonar en favor del estado, los bienes que presumiblemente
resultarían decomisados en caso que recayera condena.
La suspensión del juicio será dejada sin efecto si con posterioridad se conocieran
circunstancias que modifiquen el máximo de la pena aplicable o la estimación acerca
de la condicionalidad de la ejecución de la posible condena.
Si durante el tiempo fijado por el Tribunal el imputado no comete un delito, repara los
daños en la medida ofrecida y cumple con las reglas de conducta establecidas, se
extinguirá la acción penal. En caso contrario, se llevará a cabo el juicio y si el
imputado fuere absuelto se le devolverán los bienes abandonados en favor del
Estado y la multa pagada, pero no podrá pretender el reintegro de las reparaciones
cumplidas.
Cuando la realización del juicio fuese determinada por la comisión de un nuevo delito,
la pena que se imponga no podrá ser dejada en suspenso.
La suspensión de un juicio a prueba podrá ser concedida por segunda vez si el nuevo
delito ha sido cometido después de haber transcurrido ocho años a partir de la fecha
de expiración del plazo por el cual hubiera sido suspendido el juicio en el proceso
anterior.
¿La probation alcanza a delitos sobre los cuales puede recaer condena
condicional o el máximo de tres años debe entenderse como
abstractamente previsto para el tipo respectivo?
El anteúltimo párrafo del Art. 76 bis excluye del beneficio los delitos reprimidos
con pena de inhabilitación. Este requisito negativo plantea la siguiente situación:
La ley se sancionó y promulgó para que la instancia penal concentre sus recursos
sobre delitos más graves y se decidan rápidamente para cumplir con los tiempos
razonables del proceso impuestos por los tratados internacionales de derechos
humanos y por la constitución.
Sin embargo, la ley pareciera indicar, además, que todos los que pueden ser
inhabilitados no pueden requerir la suspensión del juicio a prueba. Es sencillo
advertir que la presencia de este aspecto en la norma genera un dilema. Esto
ocurre porque (como es apreciable) la inhabilitación tiene una finalidad diferente
que la probation.
Este artículo entonces, nos fija los requisitos de admisibilidad del instituto de las
probation, que institucionalmente comprende los siguientes supuestos:
- Ante el juez con competencia correccional por un solo delito o concurso real,
cuando la pena máxima o la suma de los máximos no supere los tres años de
prisión;
Concepto.
Se trata de una suspensión parcial de la privación de libertad –es decir, del
encierro- que tiene lugar durante un período de prueba que, resultando favorable,
determina la extinción definitiva del resto de la pena privativa de libertad que le
quedaba por cumplir al condenado.
Mediante este método el imputado condenado por un hecho ilícito con sentencia
firme de prisión o reclusión, puede obtener su libertad antes de cumplida la
totalidad de la condena, si registra buen comportamiento durante su detención.
No debe olvidarse que siempre que se hable de libertad condicional, es porque la
persona se encuentra cumpliendo sentencia condenatoria firme privativa de
libertad, es decir, reclusión o prisión.
El cálculo debe efectuarse según nos indica la ley del siguiente modo:
Naturaleza.
Habiendo transcurrido cierta parte de la condena, el penado puede obtener su
libertad condicional, según determinadas normas. Estas son positivas (art. 13
Código Penal) y negativas (art. 14 Código Penal).
Gómez y Soler decían que es: Una ejecución de la pena sin encierro.
El Juez no debe concederla de oficio con la palabra podrán no debe significar que
el Tribunal la puede denegar pese a estar reunidos los requisitos legales, sino que
Es el principio más criticado de la ley vigente, que modifica una expresión todavía
más desafortunada, proveniente de los Arts. 99 y 110 del Código de Tejedor, que
Por reglamentos carcelarios deben entenderse las pautas que determina la ley de
ejecución para la disciplina carcelaria (arts. 79 a 99). En tal sentido, la valoración
es exclusivamente jurisdiccional, es decir, que los organismos administrativos
informan e ilustran con sus informes, pero quien valora la gravedad de las
infracciones es únicamente el tribunal. El cumplimiento regular no significa
óptimo ni ejemplar, sino algo que no sea justamente su antónimo. Tampoco
importa que este comportamiento haya tenido lugar a lo largo de todo el tiempo
del encierro, sino que basta con que lo haya sido durante cierto tiempo
considerable –en relación al de la pena- anterior al pedido. Para el código penal lo
único necesario es que el recluso haya cumplido el encierro sin faltas de disciplina
de inusitada gravedad.
En los casos que hubieran serias dudas sobre la regularidad del cumplimiento de
los reglamentos, el tribunal puede apelar a la prueba del condenado en régimen
de salidas transitorias y semi-detención, pues si éste está previsto para la
revocación de la libertad condicional, con mayor razón podrá echar mano del
mismo cuando sólo existen dudas acerca del cumplimiento de las condiciones.
---
Primer párrafo:
Conforme a la primera hipótesis, la libertad condicional será revocada
cuando le penado cometiere un nuevo delito o violare la obligación de
la residencia. Esta última debe cometerse de modo que no se justifique,
que le sea reprochable y que lo sustraiga o dificulte el control por parte
del patronato. En estos casos no se computará en el término de la pena,
el tiempo que haya durado la libertad, conforme lo dispone la última
parte del párrafo primero del Art. 15, entendiéndose que se trata del
tiempo en que ésta haya durado sin el cumplimiento de esa condición.
La otra consecuencia es que durante el resto del cumplimiento de esa
pena, el condenado no podrá solicitar nuevamente la libertad
Segundo párrafo:
La segunda parte del Art. 15 se refiere a la violación de las demás
condiciones del Art. 14. En estos supuestos, el tribunal podrá
disponer que no se compute en el término de la condena todo o
parte del tiempo que hubiese durado la libertad, hasta que el
condenado cumpliese lo dispuesto en dichos incisos. Además de
fijar una facultad, el criterio para tomar una u otra medida (no
computar todo el período de incumplimiento o solo computar una
parte) o de no aplicarla, no puede ser arbitrario.
o En principio, deberá valorarse si la violación afecta realmente
la ejecución de la pena o es meramente formal; en este último
caso no cabe dejar de computar ese tiempo.
o En segundo término, cuando la violación haya sido relevante
pero temporal, el tribunal no podrá descontar nunca más que
el tiempo de incumplimiento, y según el grado de reproche
que las circunstancias demuestren.
o Pero, en cualquier caso, deberá tener en cuenta también lo
más conveniente para la elevación del nivel de
invulnerabilidad del condenado frente al poder punitivo.
1. Cuatro penas privativas de libertad, siendo una de ellas mayor de tres años;
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de esta
medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista en el
artículo 26.
Por esto, es preferible renunciar a una definición con pretensión universal y apelar
a una delimitación de la cuestión, expresando que la reincidencia –entendida en la
forma tradicional- se ocupa de los problemas de las disposiciones legales que
No dará lugar a reincidencia la pena cumplida por delitos políticos, los previstos
exclusivamente en el Código de Justicia Militar, los amnistiados o los cometidos por
menores de dieciocho años de edad. La pena sufrida no se tendrá en cuenta a los
efectos de la reincidencia cuando desde su cumplimiento hubiera transcurrido un
término igual a aquél por la que fuera impuesta, que nunca excederá de diez ni será
inferior a cinco años.
ARTICULO 51.- Todo ente oficial que lleve registros penales se abstendrá de
informar sobre datos de un proceso terminado por sobreseimiento o sentencia
absolutoria. En ningún caso se informará la existencia de detenciones que no
provengan de la formación de causa, salvo que los informes se requieran para
resolver un hábeas corpus o en causas por delitos de que haya sido víctima el
detenido.
1. Después de transcurridos diez años desde la sentencia (art. 27) para las condenas
condicionales;
2. Después de transcurridos diez años desde su extinción para las demás condenas a
penas privativas de la libertad;
3. Después de transcurridos cinco años desde su extinción para las condenas a pena
de multa o inhabilitación.
4. Cuando declaren la extinción de las penas en los casos previstos por los artículos
65, 68 y 69.
1. Cuatro penas privativas de libertad, siendo una de ellas mayor de tres años;
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de esta
medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista en el
artículo 26.
ARTICULO 53.- En los casos del artículo anterior, transcurridos cinco años del
cumplimiento de la reclusión accesoria, el tribunal que hubiera dictado la última
condena o impuesto la pena única estará facultado para otorgarle la libertad
condicional, previo informe de la autoridad penitenciaria, en las condiciones
compromisorias previstas en el artículo 13, y siempre que el condenado hubiera
mantenido buena conducta, demostrando aptitud y hábito para el trabajo, y demás
actitudes que permitan suponer verosímilmente que no constituirá un peligro para la
sociedad. Transcurridos cinco años de obtenida la libertad condicional el condenado
podrá solicitar su libertad definitiva al tribunal que la concedió, el que decidirá según
sea el resultado obtenido en el período de prueba y previo informe del patronato,
institución o persona digna de confianza, a cuyo cargo haya estado el control de la
actividad del liberado. Los condenados con la reclusión accesoria por tiempo
indeterminado deberán cumplirla en establecimientos federales.
Requisitos
Según nuestra normativa, existen y se exigen condiciones para su aplicabilidad:
2) la existencia de una condena anterior por un delito, sin que haya transcurrido
el plazo del art. 51 del Código Penal;
5) que dicha pena anterior no haya sido cumplida por “delitos políticos”, por
delitos previstos exclusivamente en el Código de Justicia Militar, por delitos
amnistiados o cuando ellos fueron cometidos cuando el autor era menor de
dieciocho años;
Clases de reincidencia
Se distingue, en primer lugar, una reincidencia genérica y una reincidencia
específica.
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de esta
medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista en el artículo 26.
Precisiones conceptuales:
Habitualidad: Delincuente habitual es aquel en el que por la comisión reiterada de
hechos delictivos se ha creado un hábito de delinquir. Se trata de un concepto
criminológico que no hay que confundir con el de reincidente, que es jurídico, ya
que para la habitualidad no se precisa condena alguna, sino basta la repetición de
actos ilícitos. El delincuente habitual puede ser reincidente pero no todo
reincidente es un delincuente habitual.-
No dará lugar a reincidencia la pena cumplida por delitos políticos, los previstos
exclusivamente en el Código de Justicia Militar, los amnistiados o los cometidos por
menores de dieciocho años de edad. La pena sufrida no se tendrá en cuenta a los
efectos de la reincidencia cuando desde su cumplimiento hubiera transcurrido un
término igual a aquél por la que fuera impuesta, que nunca excederá de diez ni será
inferior a cinco años.
ARTICULO 51.- Todo ente oficial que lleve registros penales se abstendrá de
informar sobre datos de un proceso terminado por sobreseimiento o sentencia
absolutoria. En ningún caso se informará la existencia de detenciones que no
provengan de la formación de causa, salvo que los informes se requieran para
resolver un hábeas corpus o en causas por delitos de que haya sido víctima el
detenido.
1. Después de transcurridos diez años desde la sentencia (art. 27) para las condenas
condicionales;
2. Después de transcurridos diez años desde su extinción para las demás condenas a
penas privativas de la libertad;
3. Después de transcurridos cinco años desde su extinción para las condenas a pena
de multa o inhabilitación.
4. Cuando declaren la extinción de las penas en los casos previstos por los artículos
65, 68 y 69.
1. Cuatro penas privativas de libertad, siendo una de ellas mayor de tres años;
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de esta
medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista en el
artículo 26.
ARTICULO 53.- En los casos del artículo anterior, transcurridos cinco años del
cumplimiento de la reclusión accesoria, el tribunal que hubiera dictado la última
condena o impuesto la pena única estará facultado para otorgarle la libertad
condicional, previo informe de la autoridad penitenciaria, en las condiciones
compromisorias previstas en el artículo 13, y siempre que el condenado hubiera
mantenido buena conducta, demostrando aptitud y hábito para el trabajo, y demás
actitudes que permitan suponer verosímilmente que no constituirá un peligro para la
sociedad. Transcurridos cinco años de obtenida la libertad condicional el condenado
podrá solicitar su libertad definitiva al tribunal que la concedió, el que decidirá según
sea el resultado obtenido en el período de prueba y previo informe del patronato,
institución o persona digna de confianza, a cuyo cargo haya estado el control de la
actividad del liberado. Los condenados con la reclusión accesoria por tiempo
indeterminado deberán cumplirla en establecimientos federales.
Requisitos
Según nuestra normativa, existen y se exigen condiciones para su aplicabilidad:
5) que dicha pena anterior no haya sido cumplida por “delitos políticos”, por
delitos previstos exclusivamente en el Código de Justicia Militar, por delitos
amnistiados o cuando ellos fueron cometidos cuando el autor era menor de
dieciocho años;
Clases de reincidencia
Se distingue, en primer lugar, una reincidencia genérica y una reincidencia
específica.
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de esta
medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma prevista en el artículo 26.
Además es más que evidente la repercusión negativa que tiene el hecho de haber
sido alguna vez condenado penalmente a la hora de buscar un trabajo digno, o de
procurar la regularización de la situación migratoria tanto en Argentina como en
el extranjero.
En la práctica muchas veces los Registros Oficiales, sobre todo los que se
encuentran a cargo de las Policías de las Provincias, sigue informando el
antecedente aún mucho tiempo después de cumplidos los plazos establecidos por
esta norma.
Jurisprudencia
“Es cierto que en el artículo 51, inc. 2°, del cuarto párrafo, según el texto de la ley
23.057, se dispone que debe comunicarse al Registro Nacional de Reincidencia el
cómputo de las penas temporales, "sean condicionales o de cumplimiento
efectivo", pero esto parece más un desliz por inadvertencia que el producto de
una decisión elaborada. Basta repasar el funcionamiento institucional del Código
para caer en cuenta de que un cómputo sobre el vencimiento de la pena
condicional es inoperante, puesto que las penas condicionales no vencen,
caducan, extinguiéndose sus efectos si dentro de los 4 años desde la fecha de la
misma no se comete otro delito (art.27)”. (Cam.3°Apel.La Plata, Sala III, Libro
Resoluciones 1985,164).
Por lo que resulta más apropiado en vez de enunciar un concepto, enunciar sus
características, pues aunque persigue una finalidad utilitaria orientada a la
satisfacción del interés común, resulta evidente la dificultad que existe para
distinguirlas de las penas, por cuanto:
Clasificación
Medidas no penales de reclusión. Curativas.