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Para crear bienes y servicios, todas las organizaciones realizan tres funciones básicas,
necesarias no sólo para producir sino también para la supervivencia de la propia entidad y que dan lugar
a la existencia de estructuras internas (departamentos o subsistemas). Dichas funciones son:
c) Producción/Operaciones. Las empresas ofrecen bienes o servicios que son de interés para
otras personas u organizaciones (clientes). Este subsistema tiene como objetivo producir esos bienes del
modo más eficiente posible y con una calidad determinada que satisfaga las expectativas de los
compradores.
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2) Utilidad de lugar. Consiste en llevar el bien al lugar más adecuado para que el cliente
pueda adquirirlo.
3) Utilidad de tiempo. El bien deber ser puesto a disposición del cliente en el momento
adecuado.
5) Utilidad de propiedad. Implica transferir la propiedad del bien para permitir que el
cliente disponga del mismo de la forma que estime conveniente.
Si bien la Dirección de Operaciones, como tal, existe desde los inicios de la revolución industrial,
la consideración científica de la disciplina es mucho más reciente. Para comprender este hecho es
conveniente conocer los principales hechos que han tenido una especial relevancia en la historia de
nuestra disciplina.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (SIGLO XVIII): A lo largo de la historia siempre han existido procesos
productivos; sin embargo, los métodos de producción que hoy conocemos no aparecen hasta la
revolución industrial, que surge en Inglaterra a comienzos del siglo XVIII. La aparición de la máquina de
vapor, inventada por James Watt en1764, facilitó enormemente la creación de fábricas donde se
concentraba un elevado número de trabajadores. Esta concentración de trabajadores fue la que dio lugar
a la necesidad de organizar el proceso de fabricación para maximizar los resultados obtenidos.
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Con Adam Smith en 1776 se descubre las ventajas de la división del trabajo y la especialización,
lo que permitió incrementos de productividad al descomponer el proceso de producción en tareas simples
y asignarlas a diferentes trabajadores a lo largo de la línea de producción. Aunque suele citarse como la
primera gran aportación al campo de las operaciones a Eli Whitney (1798) al popularizar el uso de partes
intercambiables, la estandarización de elementos y un eficaz control de calidad en la fabricación de
mosquetes para el gobierno estadounidense.
ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA DEL TRABAJO (SIGLO XX): a finales del siglo XIX principios del XX,
Frederick W. Taylor publica sus estudios sobre la administración científica del trabajo, siendo el primero,
junto a Gantt y el matrimonio Gilbreth, en estudiar de manera científica la mejor forma de realizar el
trabajo.
PRODUCCIÓN EN SERIE (AÑOS 20-30): cabe destacar a Henry Ford, que consiguió el liderazgo en la
fabricación de automóviles combinando partes estandarizadas en líneas de montaje, en las que se
movían los materiales y productos pero no los operarios, con el consiguiente impacto en la productividad
que supuso pasar de un tiempo de montaje del chasis de los coches de 12'5 horas a tan sólo 93 minutos.
ESCUELA DE LAS RELACIONES HUMANAS (AÑOS 20-30): Los estudios de Elton Mayo, más
conocidos como los estudios de Hawthorne, identificaron la importancia de distintas variables físicas,
económicas y sociales en la conducta y actitudes del personal ante el trabajo.
INVESTIGACIÓN OPERATIVA (AÑOS 40): La segunda guerra mundial, con sus complejos problemas
de logística y diseño de sistemas de armamento, supuso un notable impulso al desarrollo de la
Investigación Operativa, que implicó el desarrollo de muchas herramientas cuantitativas que se utilizan
actualmente en la dirección de operaciones: programación lineal, grafos PERT/CPM, modelos de
pronósticos, etc., facilitando la toma de decisiones de los directores de operaciones que pasaron de un
modelo basado en la intuición por otros basados en modelos matemáticos que permiten resolver
problemas con un elevado número de variables y restricciones, identificando soluciones óptimas al
problema planteado, con lo cual se incrementó la eficacia de los procesos de toma de decisiones.
JIT, CALIDAD TOTAL Y AUTOMATIZACIÓN (AÑOS 80): La década de los ochenta se caracterizó por
la revolución de la gestión de las operaciones impulsada desde Japón con la aparición del sistema JIT
(justo a tiempo) y el TQC (control total de la calidad), que pretenden producir la cantidad que se necesite
en el momento en que se necesite y eliminar las causas de defectos en la producción. Por otra parte,
también la automatización ha tenido grandes efectos en los procesos de fabricación, así, conceptos como
CIM (fabricación integrada por ordenador), CAE (ingeniería asistida por ordenador), FMS (sistemas de
fabricación flexible), robots, etc., han revolucionado la gestión de procesos de producción desde su
aparición.
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representar casi el 60% del PIB (producto interior bruto) en la mayoría de las economías desarrolladas,
lo que ha supuesto nuevos retos y problemas para la Dirección de Operaciones que hasta la fecha no
habían sido tratados.
1. Es la parte de la organización que fabrica los bienes o presta los servicios, empleando el 70%
de la mano de obra de la empresa, el 80% de los activos y la mayoría de los gastos de la
organización.
2. La dirección de operaciones ha comenzado en los últimos años a aplicarse en empresas de
servicios, lo que abre un nuevo campo de acción para los conceptos y métodos empleados de
forma tradicional.
3. Muchos de los conceptos de la Dirección de Operaciones comienzan a aplicarse con éxito en
otras áreas funcionales.
4. La introducción por parte de Skinner (1969) del concepto de estrategia de operaciones sugiere
que una dirección efectiva y eficiente de las operaciones puede incrementar el valor del producto,
convirtiéndose en un factor crítico para el éxito de una organización, porque sobre ella se
fundamentan y desarrollan ventajas competitivas sostenibles.
a) 'Inputs': son los ingredientes necesarios para que las operaciones se lleven a cabo. Pueden
ser tangibles o intangibles.
c) Procesos: los tipos de procesos que podemos encontrar en los sistemas de operaciones son
cinco:
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Esta clasificación de los procesos no es perfecta, pero nos permite complementar nuestra
definición de sistema de operaciones de la siguiente forma: Un sistema de operaciones es un conjunto
de recursos combinados cuya función es la de producir, transportar, intercambiar, almacenar o servir.
En cuanto a los objetivos que persigue la Dirección de la Producción, podríamos indicar que
desde la aparición de la Organización Científica del Trabajo de Taylor a principios del siglo XX, el objetivo
tradicional de la misma ha sido incrementar la productividad del trabajo. La productividad es la forma de
medir la eficiencia de la función de producción, y puede definirse como la relación entre la producción y
la cantidad de recursos consumidos para alcanzarla en un período. Se trata de un concepto de carácter
técnico y no financiero, por lo que debe medirse en unidades físicas. Por tanto, a la hora de mejorar la
productividad caben dos opciones: reducir los inputs mientras los outputs permanecen constantes o
aumentar los outputs mientras los inputs se mantienen constantes. Este objetivo consistiría, por tanto,
en la obtención del máximo 'output' con la utilización del mínimo 'input':
1) El coste: El coste de producir cualquier bien o servicio viene representado por el valor de los
factores sacrificados en su obtención. Como unidad económica la empresa tiene asignada la función
genérica de creación de valor y es precisamente el análisis de los costes el que puede poner de relieve
en qué medida cumple la empresa esta función, al comparar en términos monetarios el valor de lo
producido con el valor de los factores utilizados para ello.
El objetivo coste ha sido el prioritario desde la segunda guerra mundial hasta los años 70, de
manera que aquellas empresas que ofertaban sus productos a precios reducidos, gracias a su reducido
coste de fabricación, lograban las mayores cuotas de mercado. Sin embargo, esta situación cambió
cuando las empresas japonesas comenzaron a centrar su estrategia competitiva en productos de elevada
calidad y en su reducido tiempo de entrega, sin que ello repercutiera significativamente en el coste de
producción.
No obstante, en la actualidad siguen existiendo empresas y segmentos del mercado en los que
el coste se convierte en el factor prioritario. Los productos que se venden en estos segmentos suelen ser
productos primarios no diferenciados (por ejemplo, la leche, el azúcar, el arroz, etc.). Estos segmentos
del mercado suelen ser bastante amplios, por lo que la competencia suele ser muy fuerte y ello conlleva
también un elevado índice de fracasos.
2) La calidad: La definición del concepto de calidad es un problema muy complejo, sin embargo,
las definiciones más aceptadas en la actualidad son las que entienden por calidad los atributos de un
producto o servicio que hacen que el mismo satisfaga las necesidades de los clientes; es decir, que un
producto o servicio es de calidad si el cliente lo considera como tal.
Como resultado de esta preocupación por la calidad, muchas empresas japonesas aumentan su
participación en el mercado norteamericano en esta época gracias a la calidad de sus productos, lo que
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obliga a las empresas occidentales a reaccionar tratando de copiar las prácticas de gestión de
operaciones de sus competidores japoneses. Sin embargo, este énfasis en la calidad no supone que el
coste deje de ser importante, ya que las empresas japonesas demuestran que es posible lograr elevados
niveles de calidad sin que ello suponga un incremento en los costes de fabricación del producto. Desde
entonces, el objetivo calidad ha pasado a jugar un papel central en la estrategia de operaciones de las
principales empresas.
3) El tiempo: La capacidad para dar respuesta inmediata a las demandas de los clientes se
convierte en una fuente básica de ventaja competitiva. El tiempo reúne los requisitos necesarios para ser
considerado una ventaja competitiva: involucra factores claves en el éxito en el mercado y supone una
diferencia sustancial y sostenible con respecto a la competencia. Surge de este modo lo que Stalk y Hout
bautizaron como «competencia basada en el tiempo».
Esta competencia basada en el tiempo, en primer lugar, hace referencia a la velocidad de las
entregas, de forma que las empresas que sean capaces de servir el producto más rápidamente que la
competencia tendrán una notable ventaja en determinados sectores.
Pero, en segundo lugar, adquiere especial relevancia la fiabilidad de las entregas, es decir, el
cumplimiento de los plazos establecidos; no se trata solo de ser más rápidos que la competencia, sino
de cumplir lo prometido a nuestros clientes. Se trata de reducir en lo posible la variabilidad en el tiempo
de entrega.
Por último, el factor tiempo también adquiere un papel relevante en lo referido al tiempo de
desarrollo de nuevos productos o tiempo de mercado (time-to-market), es decir, el tiempo que se tarda
desde que surge la idea de un nuevo producto o servicio hasta que dicho producto llega al mercado. La
rapidez en el desarrollo de nuevos productos adquiere especial relevancia, por ejemplo, en el sector de
la moda.
Las implicaciones estratégicas de esta reducción del tiempo son muy significativas:
b) Incrementos en los precios: los clientes de empresas que compiten en tiempo están dispuestos
a pagar más por sus productos y servicios, tanto por razones subjetivas como estrictamente
económicas.
c) Reducción del riesgo: al comprimir el tiempo, las previsiones se hacen más fiables, con lo que
se reduce el riesgo de fracaso.
No obstante, hemos de señalar que la aparición de esta nueva fuente de ventaja competitiva no
implica dejar de lado las ventajas de las fuentes tradicionales, sino que, antes al contrario, intensifica los
resultados obtenidos con dichas estrategias. Así, una reducción en el tiempo de respuesta a las
necesidades del mercado se traduce en una reducción de costes y afecta al grado de diferenciación del
producto de la empresa pionera en el mercado (mejora de su imagen, carácter innovador, etc.).
a) Flexibilidad de mezcla: capacidad del sistema para satisfacer el mercado con cambios en la
combinación de productos. Para lograr esta flexibilidad de mezcla se hace necesario contar con
tiempos de cambio de maquinaria reducidos.
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b) Flexibilidad de cambio de producto: la capacidad del sistema para cambiar los productos
existentes por nuevos productos. Un elemento importante dentro de esta capacidad es el tiempo
que requiere una organización para desarrollar un nuevo producto y lanzarlo al mercado.
c) Flexibilidad de modificación del sistema: la capacidad del sistema para aceptar modificaciones
y poder procesar productos con cambios menores.
e) Flexibilidad de distribución en planta: capacidad del sistema para ajustar la secuencia de las
máquinas o equipos a través de los cuales se procesa una parte del producto.
En los últimos años, el tiempo necesario para cambiar las maquinarias para producir un lote
distinto se ha reducido de horas a minutos, el tiempo de desarrollo de un producto se ha acortado de años
a meses, etc. Todos estos cambios garantizan una mayor capacidad de adaptación de las instalaciones
a los continuos cambios en la demanda. Esta flexibilidad de la organización tendrá una manifestación
clara en la capacidad de la misma para personalizar su oferta de productos, adaptándola a las
necesidades individuales de cada cliente.
Estos cuatro conceptos (coste, calidad, tiempo y flexibilidad) podrían resumirse como la
satisfacción del cliente, es decir, la dirección de producción/operaciones tiene como función la de crear
bienes y servicios que satisfagan las necesidades y gustos de los clientes, y los objetivos
organizacionales. Este objetivo consiste en procurar bienes o servicios de calidad a un precio competitivo
y en un margen de tiempo razonable (tanto en tiempo de espera como en tiempo de servicio).
Cuando se desea valorar una empresa y conocer su situación respecto a las de la competencia,
cuando se quiere determinar las ventajas que ha producido la aplicación de las inversiones técnicas,
cuando se precisa medir el rendimiento de ciertas instalaciones, etc., es necesario emplear una unidad
de medida que nos permita realizar todo ello, a dicha medida la denominamos productividad.
Por productividad entendemos aquel índice, relación o cociente entre la producción que se
obtiene y la cuantía de los recursos empleados en su consecución. La productividad es, pues, una medida
relativa, es decir, para ser significativa debe compararse con la productividad de un competidor o de otro
período de tiempo.
Esta medida de productividad puede considerarse desde dos puntos de vista, uno parcial en el
que se contempla sólo la intervención de un factor productivo tal como el terreno, las máquinas,
instalaciones y herramientas, las materias primas o la mano de obra. Por ejemplo, podemos encontrarnos
con los siguientes cocientes de productividad parcial:
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Ejemplo: Un productor de tartas de manzanas compra cada día 100 Kg. de manzanas con las
que elabora 24 tartas por cada kg., empleando 300 horas-hombre de trabajo al día. En la actualidad se
está planteando la contratación de un especialista que le permita adquirir manzanas de mayor calidad
con lo cual estima que podrá pasar a producir 26 tartas por cada kg. Sabiendo que el horario del
especialista sería de 8 horas diarias, se desea saber que repercusión tendrá la decisión que pretende
tomar (justificar la respuesta).
Sin embargo, no nos basta con conocer la productividad de un factor, sino que habitualmente nos
interesa conocer la productividad de toda la organización. Surge para ello el concepto de productividad
global, definida como el cociente entre la producción total de la empresa (todos sus producto y servicios)
y la totalidad de los factores empleados en su obtención.
Si denominamos a:
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A partir de estas expresiones podemos determinar el cociente entre la productividad del período
1 y 0 que denominamos índice de productividad global (IPG) y a la variación de la productividad entre los
dos períodos se la conoce como la tasa de productividad global (TPG), es decir:
Por ejemplo: En una empresa se emplean tres factores productivos, que denominaremos A, B
y C, para elaborar los productos X, Y y Z. En la siguiente tabla se recogen las cantidades elaboradas de
los tres productos y las empleadas de los factores productivos en dos años consecutivos:
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Ahora calculamos la productividad en el año 1, pero debemos tener en cuenta que los precios
han de ser constantes, por lo que utilizaremos los precios unitarios del año 0, dando como resultado:
Estos resultados nos permiten inferir que la empresa ha utilizado mejor sus factores productivos
incrementando la productividad en un 8'31%.
Desde el punto de vista de la producción, los factores que se precisan para poner en
funcionamiento los medios que posee la empresa para desarrollar su actividad (personal, capital,
maquinaria y materias primas) son los que deben ser analizados y mejorados para lograr el aumento de
la productividad en la producción. Estos factores pueden ser clasificados en tres grandes grupos:
- Los que actúan en el preciso momento en que se ejecuta cada tarea en particular, los
cuales englobamos bajo la denominación de Estudio del Trabajo.
- Los que actúan antes de ejecutarse cada tarea en particular para conseguir que se
planifique lo mejor posible. Aspectos que quedan recogidos en las técnicas denominadas Estudio
del Operario y Planificación de la Producción.
Son las técnicas incluidas en cada uno de los temas siguientes las que se aplican en todos los
procesos productivos para conseguir aumentar la productividad en la producción.
Por último, en este apartado nos vamos también a referir al trabajo que debe realizar el director
de producción/operaciones de una empresa con la finalidad de mejorar la productividad y la
competitividad de la misma. La teoría clásica de las escuelas de dirección atribuye cuatro áreas de
actividad al director:
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En un entorno competitivo complejo (alta competencia, cambios veloces, etc.) se hace necesario
dirigir estratégicamente a las organizaciones para garantizar no solo su éxito, sino también su propia
supervivencia en el mercado. La dirección estratégica se puede definir como el proceso de análisis,
planificación, ejecución y control de las acciones a acometer en el presente para situar a la organización
en posición adecuada para competir con ventaja en el futuro. En definitiva, la dirección estratégica supone
dar respuesta a las siguientes preguntas antes de acometer una acción: ¿dónde estamos?, ¿dónde
queremos estar? y ¿cómo llegaremos allí?.
Los distintos procesos de planificación estratégica están interrelacionados. Por un lado, los
objetivos y estrategias adoptados en un nivel vendrán determinados por los objetivos y estrategias del
nivel superior. En este sentido, los objetivos de la dirección de operaciones no pueden ser contradictorios
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con los objetivos establecidos por la dirección general de negocio. Por otro lado, los objetivos y
estrategias de cada área funcional deben ser coherentes entre sí. Así, por ejemplo, los objetivos de
producción para los próximos tres años deben ser coherentes con los objetivos de ventas previstos para
ese período. Pero, del mismo modo, los objetivos de ventas deben tener presentes las limitaciones de
capacidad productiva que existan en la organización.
Sin embargo, para poder implantar un plan estratégico de operaciones es necesario concretarlo
en planes (objetivos y acciones) con un horizonte temporal menor. Así, se pueden distinguir hasta cuatro
niveles temporales de planificación de operaciones:
4) Planificación a muy corto plazo, que se limita a determinar objetivos de producción semanales
o diarios.
- Diseñar el producto/servicio.
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- Determinar la distribución en planta más provechosa para alcanzar los objetivos operacionales.
Estas decisiones estratégicas dependerán, entre otros aspectos, de la etapa del ciclo de vida en
que se encuentren los productos comercializados por la organización. Así, Hayes y Wheelwright sugieren
que las características del sistema de producción evolucionan conforme el producto se mueve a lo largo
de las distintas etapas de su ciclo de vida. Por tanto, la estrategia de operaciones debe planificar dicha
modificación de los sistemas productivos a lo largo del ciclo de vida del producto, asignando los recursos
necesarios para que dicho cambio pueda llevarse a cabo. Por otra parte, dichas decisiones estratégicas
dependerán de las fortalezas y debilidades de la organización, del tipo de producto o servicio
comercializado, del tamaño de la organización, etc.
c) Demandas competitivas, debe tener en cuenta los puntos débiles y fuertes de sus
competidores.
d) Y el ciclo de vida de su producto y proceso, en que etapa del ciclo de vida se encuentran sus
productos/mercados y sus procesos/tecnologías.
Esta cadena de abastecimiento incluye a todas las empresas u organizaciones que participan
en la producción, distribución, manipulación, almacenaje y comercialización de un producto y sus
componentes, por lo que los agentes intervinientes son: proveedores, fabricantes, distribuidores,
transportistas y detallistas, conformando las tres partes de la cadena de suministro: Suministro,
Fabricación y Distribución.
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Los puntos críticos que deberemos tener en cuenta en la gestión de cadena de suministro serían
por tanto:
1) Compras: control de la relación con los proveedores y del grado de fiabilidad de las entregas.
Las decisiones que se deben tomar en una cadena de suministro están a tres niveles: estratégico,
planificación y operativo. En el nivel que nos interesa, es decir, el de estrategia o diseño de la cadena de
suministro, la organización decide cómo estructurar la cadena, se toman decisiones acerca de cómo se
distribuirán los recursos y los procesos a largo plazo, pues modificarlas a corto plazo resultaría demasiado
caro, teniendo en cuenta la incertidumbre en las previsiones sobre las condiciones y evolución del
mercado.
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