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Chalo TULIÁN

Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar


Revista El Federal – octubre de 2014

Chalo Tulián
San Juan, 1947
Es un gran escultor, no sólo reconocido en Mendoza, sino en Buenos Aires, América
Latina, Europa y Canadá. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Gran Premio de
Honor del Salón Nacional.

Se siente escultor “desde la cuna”: “me veo de niño no sólo jugando con los juguetes que
construía yo mismo sino imaginando fantasías interminables y monumentales sólo
alimentadas por elementos que tenía a la vista: un tarrito, una cajita, un adobe... Es
exactamente lo que hago ahora, en el deambular por mi casa-taller. No sólo voy a cortar,
clavar o soldar, lo que mas hago es, desde la inmovilidad absoluta y en silencio pleno,
imaginar y fantasear. Ahora sé que eso es ser escultor: tener la capacidad de pensar
libremente y construir o deconstruir objetos que inventen nuevas ideas, nuevas imágenes
y nuevos sueños”, reflexiona.

Juan Carlos “Chalo” Tulián nació el 11 de junio de 1947en San Juan. Allí empezó a
estudiar ingeniería química, primero y arquitectura después. Pero a los 22 años, buscando
un cambio se radicó en Mendoza e ingresó a la facultad de Artes de la Universidad
Nacional de Cuyo. Recuerda a sus maestros Ángel Oliveros, del cual aprendió simplemente
al verlo pintar y le indicó el camino del disfrute de la vida y a Pepe Carrieri, que le señaló
la dirección del raciocinio, el método y la organización del pensamiento. También reconoce
la inspiración de “cientos de seres invisibles que rondan permanentemente y bailan a mi
alrededor, recordándome que alguna vez me emocionaron con su bondad, o con su
inteligencia o con su belleza.”

No pudo terminar la carrera, ya que lo expulsaron en 1976, tras el golpe militar. Perseguido
y acosado constantemente, decidieron con su mujer, la artista Estela Labiano, ir a vivir a
México. Se radicaron en Puebla, donde ambos trabajaron como docentes y Chalo definió su
inclinación por la escultura, primero en yeso y luego en madera, material predilecto con el
que sigue creando en la actualidad.

En 1987 regresaron a la Argentina, donde Chalo continúa trabajando en su casa-taller de El


Challao, en las afueras de la ciudad de Mendoza. Disfruta compartir la vida con sus hijos,
con quienes tiene una muy linda relación de colegas: el varón es músico, la mujer cineasta.
Curiosamente pocas veces vende sus obras: “Yo no hago mi producción para vender.
Además no son piezas muy comerciales. Muchas veces son muy agresivas. Las formas,
los tamaños y hasta los nombres no son muy vendibles”, confiesa. Pero sí las expone
periódicamente en importantes centros culturales, recibiendo los elogios y respeto del
público y la crítica.

Sus obras son grandes, potentes y de una gran fuerza expresiva. Realizadas con madera
tallada y ensamblada, a veces incorpora también metales soldados. Se asemejan, quizá, a
mesas, muebles o misteriosos instrumentos. Otras parecen estar vivas, como su “Mesa
carnívora”.

El artista señala que tienen como constante la relación de la tierra y el cosmos. De


formación católica, desde hace años se declara ateo, pero lleva en su interior, como todos
en cierta manera, las nociones de Cielo e Infierno. “Me parece que sólo el arte, en
cualquier manifestación, nos muestra la interminable dimensión de la naturaleza”, dice.

“Interrogatorio de campaña”
Madera tallada, ensamblada y hierro soldado y niquelado
90 x 100 x 100
2011

“La caldera del diablo”


Madera tallada y ensamblada
90 x 50 x 200 cm
2011

“La mesa carnívora”


Madera tallada y ensamblada
100 x 60 x 60 cm
2013

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