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Julio Suárez Marzal

Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar


Revista El Federal - Enero/ febrero de 2015

Julio Suárez Marzal


Tapalqué, provincia de Buenos Aires, 1906 - 1972
Obras suyas pertenecen a las colecciones de los museos Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú – Casa de Fader”
(San Martín 3651, Luján de Cuyo, Mendoza), Municipal de Bellas Artes de Tandil (Chacabuco 357, 0249-443-2067,
www.mumbat.com) y de Bellas Artes de La Boca “Quinquela Martín”.

Julio Suárez Marzal nació en Tapalqué, en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, el 18 de noviembre de 1906. Su
madre era francesa y su padre gallego.
Se recibió de profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de Buenos Aires. Conoció al pintor Emilio Pettoruti, con
quien compartió el taller y charlas sobre arte, convirtiéndose en buenos amigos.
En 1930 se instaló unos meses en las sierras de Tandil, donde realizó una maravillosa serie sobre el paisaje y el trabajo en
las canteras, que fue expuesta en la Galería Müller de Buenos Aires ese mismo año. Emilio Pettoruti escribió el prólogo
de su exposición, en el cual lo define como un pintor moderno que no reniega del pasado, “ya que de allí viene el impulso
que da forma a las nuevas creaciones. Él, como tantos otros artistas de nuestra generación, ve con criterio razonado que
la evolución nos lleva, insensible y lógicamente, a concebir una expresión donde nuestro sentido de la vida tenga su
equivalencia.”
El éxito es rotundo, la crítica lo elogia e importantes escritores se ocupan de su obra. Julio Díaz Usandivaras destaca la
concepción y ejecución de sus obras, al igual que José León Pagano. Y Ricardo Gutiérrez manifiesta: “es colorista de
visión limpia y tranquila; acuerda con serenidad sus cielos que marcan un dominio de luz sobre el paisaje.”
Siendo ya un artista consagrado, en 1937 le ofrecieron la dirección de la Escuela de Cerámica de la Universidad Nacional
de Cuyo y se radicó en Mendoza. Dedicándole desde entonces a esta ciudad toda su producción pictórica y sus esfuerzos y
conocimientos como docente y hombre de la cultura. Fue profesor en varias escuelas, incluida la Superior de Bellas Artes
de la Universidad Nacional de Cuyo.
El paisaje cordillerano fue, desde entonces, el motivo principal de sus obras, que plasmó con delicado manejo del color,
dibujo ajustado y formas tendientes a la geometrización. “Mis paisajes de alta montaña pertenecen en sí a una parte del
mundo en abstracción. Es una región inhumana, que sólo tiene de humano la reacción del espectador…”, expresó el
artista.
Abordó también la figura humana, con rasgos monumentales. Además de la pintura de caballete, realizó esculturas,
trabajos de investigación y crítica de arte, entre ellos recordamos sus publicaciones “Pettoruti Vanguardista y Clásico” y
“Hacia un arte nacional por la pintura mural”. Realizó importantes obras murales, con la original modalidad de que eran
portátiles, ya que los pintaba sobre grandes módulos transportables que podían exhibirse en diferentes lugares.
En 1951 asumió como director del Museo Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú – Casa de Fader” y fue el
encargado de la mudanza a la nueva sede en la casona de Luján de Cuyo y todas sus reformas. Se ocupó de la
reconstrucción del edificio, diseñar las salas de exposición y los jardines que se convirtieron en un “museo – parque”,
ornamentado con esculturas, bajorrelieves. También adquirió reproducciones de obras del Renacimiento Italiano y
acrecentó el patrimonio del museo con obras originales de artistas argentinos, entre ellas muchas de Fernando Fader.
Falleció el 15 de junio de 1972.

“Vuelta al trabajo”
Óleo sobre lienzo
120 x 110 cm
1936
Colección Museo Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú – Casa de Fader”

“Barrio de Chacras de Coria” (Mendoza)


Óleo sobre lienzo
67 x 73 cm
1938
Colección Museo Provincial de Bellas Artes “Emiliano Guiñazú – Casa de Fader”

“Camino a La Cantera, Cerro Leones” (Tandil)


1930

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