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El Federal.

Nota nº 106 Mario Sanzano publica 24 de agosto “Paisajes del alma”

Mario Sanzano, Dean Funes, Córdoba 1960


Considerado el heredero de Fernando Fader, este cordobés muestra con talento y
técnica, el amor por su tierra natal. Se puede disfrutar de su última producción en
Colección Alvear de Zurbarán, Av. Alvear 1658 de 11 a 21 hasta el 9 de Septiembre

Mario Sanzano es sin duda un gran paisajista que vive y trabaja en Córdoba
continuando con la mejor tradición del paisajismo en el Arte de los Argentinos que
fundara hace un siglo atrás Fernando Fader, quien por prescripción medica, se instaló
desde 1916 en aquellas latitudes.
Nació hace 46 años en Dean Funes una pequeña ciudad cordobesa, de origen
ferroviario, nudo vial importante que comunicaba Santa Fe, Tucumán, Jujuy con
Buenos Aires y que queda a unas pocas leguas de Loza Corral. Hijo de Libia Catalina y
Alberto Sanzano, ferroviario por tradición que se desempeñaba como Director de
Cultura de la Municipalidad de Dean Funes y del Teatro Vocacional. En la familia de
Mario hubo varios pintores, entre ellos su tío Farruco Hermidas al que recuerda por ser
quien le regalara los primeros óleos y al que con sorpresa vio pintar con espátula en vez
de pincel. Mario realizó su primera obra a los 13 años y el motivo reflejado en aquel
lienzo fue el frente de la casa de sus padres.
Su temprana vocación por la pintura lo acercó a Martín Santiago, único discípulo de
Fader, que a los 19 años se instaló en aquella ciudad de las sierras para estudiar con el
gran maestro del paisaje argentino.
Con Santiago, Sanzano estudió 15 años, durante los cuales adquirió el oficio de pintor y
el amor por el paisaje pintado a plein-air. Primero guió sus pasos en el secundario donde
daba sus clases de dibujo y luego lo visitaba en su taller, cruzando la calle que lo
separaba de su casa. Siempre recuerda la calidad humana de Martín a quien acompaño
hasta sus últimos días.
Con tan solo 18 años hizo su primera exposición individual en la Sociedad Rural de su
ciudad y luego en 1985 tuvo el honor de exponer con su maestro en la ciudad de
Córdoba. En 1996 llegó a Buenos Aires con dos pinturas y un álbum de fotos de sus
cuadros bajo el brazo, poco después sus obras estaban colgadas en el hall central de un
importante centro comercial. Al año siguiente envió una obra al concurso de la mega-
exposición “Tango” en el Palace de Glace, su obra fue una de las mejores.
Sus cuadros son un verdadero alarde de dominio plástico, elige siempre la naturaleza y
dice: “Lo que mas placer me da es firmar un cuadro al aire libre”, siendo el paisaje
su principal fuente de inspiración su obra refleja la luz calida y placentera de la sierras
cordobesas con paleta de ricos colores, que plasma a fuerza de pinceles y espátulas,
otorgándoles una densidad materica que sin duda Quinquela hubiese festejado.
También ha pintado el itinerario Jesuítico Cordobés: templos, estancias y claustros
realizadas a lo largo de un siglo reflejado el profundo amor por su tierra, los colores de
su geografía y rescatando y dando testimonio de lo mejor del patrimonio natural y
arquitectónico de la provincia.
Para Mario Sanzano su obra es el resultado de treinta años de trabajo constante y refleja
no un instante sino un periodo determinado, describiéndolas como una filmación que
narra una historia acontecida en un periodo de tiempo. Sus sesiones de pintura están
sujetas a la luz natural y elige generalmente la mañana para realizarlas.
Sobre Mario han escrito las principales plumas de la Argentina, entre ellos Rafael
Squirru, poeta escritor y critico de arte decía: “Sanzano es hoy un artista que ha llegado
a la plenitud, sus paisajes nos van revelando una tremenda fuerza y energía, que se
vuelcan con total vigor en sus telas, que por momentos nos trae a la memoria el genio
holandés de Van Gogh”.
Como Fader, Mario Sanzano esta convencido que las pintura es un sentimiento intimo
reflejado en cada tela, entre sus pintores favoritos, Velásquez ocupa un lugar
significativo, al que admira por la insinuación y sugerencia de sus composiciones.
Mario es un gran amigo, un observador, hombre paciente y amante de la poesía que
comparte su vida y pasión con cuatro hijos y una gran mujer.
Su obra posee el sello de lo perdurable y es el resultado es una pintura mayor digna de
ser admirada y a la vez absolutamente disfrutable.

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