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Acerca de las posibilidades del autoconocimiento.

Filosofía SUA

Teoría del conocimiento

Dra. Elizabeth Valencia Chávez

Gpo. 9051

Sebastián Quezadas García

En el siguiente ensayo me propongo averiguar las posibilidades de un


autoconocimiento, es decir, del estudio del sujeto (el ser). Kant habla del conocimiento
a priori, el cual tiene la característica de ser universal y necesario. Partiré de la idea de
que el “Pienso, luego existo” nos otorga un conocimiento a priori ya que cumple con
las condiciones kantianas de los juicios analíticos. Por lo tanto considero que este
conocimiento es seguro como base. Este ensayo ahondara en las diferentes
posibilidades de construir bajo este cimiento. Es decir, qué tanto más podemos
edi car cuando hablamos del sujeto desde esta cimentación.

Aunque haré un análisis más profundo sobre esto al desarrollar este trabajo, adelanto
que considero que existe una gran diferencia entre los conceptos de yo y ser. Por
ahora principalmente deseo aclarar que el yo es la construcción que el ser hace del
mundo y de sí mismo. El ser, a diferencia del yo, permanece como un observador
inmanente, no cambia. Este trabajo hará claras diferencias entre estos dos conceptos.

En resumen, mi intención con esta investigación es ahondar entre las distintas


maneras en que se ha intentado formular un autoconocimiento y analizar si ha sido
posible o no que este conocimiento sea verdadero.

Asimismo aclaro que, en este trabajo, no ahondaré en diferenciar al sujeto y al ser y los
trataré como conceptos sinónimos. El sujeto al que me referiré se parece mucho al
sujeto cartesiano, con la diferencia de que el sujeto que yo propongo puede pensar,
más no es sus pensamientos. Este sujeto, sinónimo a la de nición de ser que propuse
arriba, es un ente inmanente, fuera de toda posibilidad de cambio y de de nición. De
todas formas ahondaré un poco más en esta distinción más adelante.

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Dicho lo anterior, cada vez que hable del sujeto cartesiano me referiré a un sujeto con
las características ya mencionadas.1

Introducción

Iluminismo, el hombre toma camino hacia su autonomía. Ya no hay nadie ni nada que
obedecer sino a sus propios principios. La razón como guía, el hombre se vuelve
dueño de sí mismo.

Con Descartes se funda un sujeto independiente. Ante un mundo que amenaza con
ser una ilusión, este sujeto solo cuenta con la herramienta de la duda. No sabe qué
percibe pero percibe, no sabe lo que el es pero sabe que es algo.

¿Es esta re exión la que dará lugar a la necesidad por conocerse a sí mismo? Es decir,
quién o qué es.

El espíritu de la ilustración se enamoró de la idea de que el hombre podía acceder a la


verdad. Creó la ciencia para entender el exterior y así predecirlo para eventualmente
controlarlo. El acceso al conocimiento era el acceso a la verdad.

Pero cuando hablamos de conocernos a nosotros mismos, de estudiar al sujeto, ¿nos


estamos re riendo al mismo tipo de conocimiento? Es decir, ¿podemos convertir al
sujeto en objeto de estudio?

En términos kantianos: ¿el sujeto trascendental puede conocer al sujeto


trascendental?

El sujeto cartesiano como conocimiento universal y necesario

Recordemos lo que Kant dice acerca del conocimiento a priori:

“La necesidad y la universalidad estricta son, por tanto, señales seguras de un conocimiento a
priori y son también inseparables una de la otra.”2

Como podemos observar, el sujeto cartesiano, dada su universalidad, cumple con las
condiciones propuestas por Kant acerca del conocimiento apriori.

1Hago este distinción entre mi concepción de sujeto y el cartesiano porque creo que
Descartes no deja bien claro si su sujeto es una cosa pensante o, mas bien, sujeto y
pensamiento se funden en una misma cosa. La de nición que yo propongo de sujeto es aquel
que no es sus pensamientos.
2 Immanuel Kant. (2007). Critica de la razón pura. Buenos Aires: Losada. p. 62
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Podemos decir que nos desenvolvemos en esta realidad como entes contingentes, por
consiguiente, es comprensible que inventemos categorías para estudiarla y
estudiarnos. Pero el hecho de que así nos desenvolvamos no quiere decir que seamos
entes contingentes. La manera de conocernos debe estar en concebirnos como entes
universales y necesarios. Es decir, el sujeto no se mueve, no cambia. El primer ejemplo
que yo pondría sobre esto es el sujeto de Descartes. Podríamos poner, como
conocimiento universal y necesario, que el sujeto duda.

Este sujeto cartesiano es universal porque podemos aducirle un conocimiento que no


es contingente. Este conocimiento nos dice que el sujeto es consciente de que es
algo, esa sería su única certeza.

La manera de de nir, por ejemplo, un triángulo como conocimiento universal porque la


suma de sus ángulos siempre va a medir 180º nos permite edi car, a partir de esa
tesis, un conocimiento. En este caso sería el conocimiento matemático. Pero,
hablando del autoconocimiento o del conocimiento del ser, ¿qué podríamos edi car
considerando que lo único que sabemos del sujeto es que este es consciente de que
es algo?

El ser y el yo de Schopenhauer.

Partiendo de la tesis del “pienso, luego existo”, podría alegarse que el sujeto, al ser
una cosa que duda (o piensa) es contingente, ya que el movimiento de sus
pensamientos es evidencia de cambio. Pero aquí hay que hacer una distinción: hay
una diferencia entre el ente que piensa y sus pensamientos, es decir, no son lo mismo.
Para que exista evidencia de que el pensamiento se mueve tiene que haber un testigo
que perciba ese movimiento entre los pensamientos. En las correspondencia entre
Descartes y Burman esto se explica así:

"Pero ¿cómo puedes ser consciente, si ser consciente es pensar? Pues para pensar que eres
consciente, pasas a otro pensamiento, y de este modo no piensas ya en la cosa que pensabas
antes, y entonces no eres consciente de que piensas, sino de haber pensado.”3

Vemos entonces que hay una clara división entre aquel que piensa y sus
pensamientos.

Dicho lo anterior no podríamos considerar la objeción de que el sujeto es contingente


por el movimiento de sus pensamientos. Concluimos entonces que el conocimiento
del sujeto consistiría en un conocimiento universal y necesario.

3 Descartes. (2011). Meditaciones Metafísicas y otros textos. Madrid: Gredos. p. 130


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¿Que autoconocimiento podríamos edi car a partir de este único conocimiento que
tenemos acerca del sujeto?

Para ahondar en la pregunta anterior me gustaría citar un fragmento de El mundo


como voluntad y como representación:

“…toda la experiencia es solamente conocimiento del fenómeno y no de la cosa en sí: de ahí


que sus leyes no tengan validez para ella. Lo dicho se extiende incluso a nuestro propio yo, al
que solo conocemos como fenómeno y no en lo que pueda ser en sí mismo.”4

Vemos aquí otro tipo de diferenciación entre el yo y, como dice el autor lo que este
pueda ser en sí mismo. Creo que el yo sería la construcción que el ser hace de sí, más
no el ser mismo.

Párrafos atrás mencioné que se puede hacer una clara distinción entre el pensador y lo
pensado. Misma que se puede hacer entre el ser y su edi cación (a la que llamamos
yo)
Esta analogía podemos verla descrita también en el texto de Schopenhauer. Él dirá:

“Las cosas de este mundo que nuestros sentidos perciben no tienen un verdadero ser: siempre
devienen, pero nunca son: solo tienen un ser relativo, no existen en su conjunto más que en y a
través de sus relaciones reciprocas”5

Claramente podemos percibir que las cosas cambian. Internamente podemos también
observar cómo nuestra concepción del mundo también cambia. Así como en la
analogía de lo pensado y el pensador, podemos notar que tanto nuestro mundo interno
como el externo cambian porque nosotros no cambiamos. Es decir, el sujeto no esta
en devenir, por eso puede darse cuenta del cambio.

Schopenhauer aclara que sus tesis pueden aplicarse al propio yo. El yo, en este caso,
sería el fenómeno. El autor dirá que todo conocimiento es conocimiento del fenómeno
y no de la cosa en sí. Entonces, si hablar de autoconocimiento es hablar del estudio
del yo (porque hasta este punto no sabemos que otro conocimiento podemos edi car
sobre el ser) entonces todo el autoconocimiento que se ha desarrollado se torna
endeble. Es decir, hemos estudiado el fenómeno, más no la cosa en sí.

Y si hemos estudiado al fenómeno, por tanto, hemos estudiado a aquello que siempre
está en devenir, no a aquello que no cambia, es decir, no a un conocimiento universal y
necesario. Schopenhauer apunta:

4 A. Schopenhauer. (2005). El mundo como voluntad y representación. Madrid: Trotta. p. 225


5 Loc. Cit.
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“…pues solo de lo que es en y por sí mismo, y siempre de la misma manera puede darse un
conocimiento tal.”6

Retomando al sujeto cartesiano, el conocimiento que Descartes hace de este es


siempre el mismo, no cambia. Por eso considero que puede tomarse como un
conocimiento a priori. O sea, universal y necesario.

Tomando las tesis de anteriores, sobretodo la conversación con Bauman, a la que ya


me he referido, también debemos agregar que el ser no puede ser dos cosas.

Todo intento de autoconocimiento se ha realizado sobre el yo.

Al inicio de este trabajo dijimos que el estudio sobre el sujeto cartesiano parecía
estable porque cumplía con las condiciones que exige Kant, es decir, que sea universal
y necesario. Si de nimos que todo nuestro autoconocimiento se basa en el estudio del
yo, esto quiere decir que no hemos realizado ninguno sobre el ser (a excepción del
realizado por Descartes), objetivo central en este ensayo.

También mencione anteriormente que todo cambio que el sujeto reconozca implica
que este sujeto no es dicho cambio, por eso puede reconocerlo.

Llegados a este punto, así como el ejemplo expuesto de las conversaciones entre
Descartes y Bauman, podemos exponer la idea de que todo lo que percibamos que
cambia en nosotros debemos reconocerlo como algo que no somos. Si notamos que
cambia, si se transforma, es porque no es inherente a lo que realmente es el ser.

Volvemos a la pregunta: ¿que tanto podemos conocer acerca de nosotros mismos si lo


que decimos que conocemos son las construcciones que hacemos del yo, es decir,
sobre algo distinto del ser?

Vemos que este conocimiento no formula leyes de estudio sobre el ser, y este es el
único concepto que hemos propuesto como ‘seguro’ sobre el cual edi car.

El autoconocimiento desde el psicoanálisis

¿Que tanto podríamos decir que estamos de nidos por el yo? Si el yo puede cambiar,

hacer conocimientos sobre este no solo podría estar creando un castillo de naipes sino
que además simplemente no nos dice algo sobre la raíz, es decir, sobre lo que
realmente somos.

6 Loc. Cit.
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El yo no puede ser el ser (o sujeto cartesiano) por la misma razón que argumentamos
desde la introducción por la cual el sujeto pensante no puede ser lo mismo que su
pensamiento. También ya argumentamos que el ser no puede ser dos cosas.

Llegados a este punto quisiera abordar un poco el camino que ha tomado el


psicoanálisis. Este toma, como una de las evidencias para estudiar al yo, los actos
fallidos. Freud los de ne así:

“Son las llamadas operaciones fallidas del hombre, como cuando alguien quiere decir algo y
dice en cambio otra palabra, el desliz verbal, o le ocurre lo mismo escribiendo, sea que pueda
reparar en ello o no. O cuando alguien, en la publicación impresa o en el manuscrito de otro,
lee algo diverso de lo que ahí se dice, el desliz de la lectura; lo mismo si oye falsamente algo
que se le dice, el desliz auditivo.”7

La teoría freudiana construirá un método de estudio a través de estos actos fallidos (y


los sueños del paciente) para ir trayendo lo inconsciente a lo consciente y así provocar
que este se de cuenta de cosas que permanecían ocultas. El proceso psicoanalítico
excavará entre las palabras que arroje el individuo. El analista empujara la
conversación hacia ciertas direcciones que él considere útiles para este proceso.

Hay un cimiento poderoso en la teoría del psicoanálisis, este es, que el analista respeta
todo el tiempo la verdad del paciente. Sueña el mismo sueño que él, entra en su
mundo sin funcionar como una contradicción, sin imponer. La única guía para el
analista esta en la verdad del paciente. Pero, aunque la verdad del paciente debe ser
tomada, en su proceso terapéutico, como lo real, esto no nos dice nada más acerca
del ser.

Cada vez nos acercamos mas a la imposibilidad de construir un conocimiento acerca


de lo que realmente somos.

Hasta ahora, por donde hemos ahondado, vemos que el psicoanálisis crea un estudio
sobre el yo mas no sobre el ser. A estas alturas podríamos preguntar: ¿cómo fundar un
conocimiento cuando nuestro objeto de estudio es prácticamente inde nible?

El ser y el primer motor Aristotelico

Dada toda esta indagación sobre el ser, y solo como comentarios adicionales, me
gustaría redactar algunas re exiones sobre la res extensa y la res cogitans. Descartes
señala:

“Advierto aquí, en primer lugar, que hay gran diferencia entre la mente y el cuerpo, pues el
cuerpo es siempre por naturaleza divisible, mientras que la mente es absolutamente indivisible;

7 Sigmund Freud. (1991). Sigmund Freud Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu. p. 22
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pues cuando la considero, es decir cuando me considero a mí mismo en tanto que soy sólo
una cosa pensante, no puedo distinguir partes en mí, sino que entiendo que yo soy una cosa
completamente unitaria e íntegra.”8

El fragmento anterior describe con claridad la cuestión de que lo que de nimos como
ser (no como yo) es indivisible. El hecho de que no podamos percibirnos en partes
hace que sea complicado (por no decir imposible) estudiarnos como estudiamos los
objetos del mundo exterior. Dado que el sujeto cartesiano no es sus pensamientos, ni
sus percepciones, no es diverso sino unitario. Descartes concluirá que es extraño que
resulte más fácil conocer la res extensa (diversa y compleja) a la res cogitans (simple y
unitaria) Esto ultimo apoya claramente la idea de que nuestro concepto del ser puede
entenderse como un conocimiento universal y necesario.

Esta investigación también me hace pensar en que tal vez no se puede edi car sobre
el ser porque este funciona como una especie de primer motor aristotélico. Nada hubo
antes de él y nada puede alterarlo. Tal vez el ser es el cimiento, la condición para
poder soñar esta existencia, y, por lo mismo, este debe tener características parecidas
al primer motor.

Regresando a Schopenhauer y a lo que el dice de que el yo habita en el mundo


fenomenico, podríamos considerar que el ser habita fuera de este mundo, de la misma
manera que el primer motor, el cual de ne Aristoteles como eterno.
Si el yo es parte del mundo fenomenico, el concepto de ser, de acuerdo a
Schopenhauer, tendría que considerarse desde ese conocimiento inmutable que
verdaderamente puede ser en si mismo. A raíz de las investigaciones de este ultimo y
de Aristoteles me atrevería a considerar al ser como algo eterno. Está fuera del
espacio, del tiempo y la causalidad. Estas son, según Kant, las condiciones de la
experiencia. Podríamos decir, incluso, que el ser está fuera de toda experiencia. La
experiencia le pertenece al yo y tal vez es por eso que solo podemos edi car
conocimiento sobre él, más no sobre el ser. En el caso de Aristoteles el primer motor
está también siempre antes de cualquier experiencia porque este es, por decirlo de
alguna manera, la causa de toda experiencia.

Una objeción que me gustaría hacer es que, aunque el ser tenga características
similares al primer motor, lo único que creo que no habría que considerar es al ser
como causa primera. Es decir, no considero que el ser creó al yo intencionalmente,
sino que simplemente este ultimo se edi ca sobre el primero. Por lo mismo, en
términos Aristotelicos, diría también que el ser no está en acto (que no signi ca que

8 Descartes. Op. Cit. p. 78


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este se encuentre en potencia), simplemente, como ya mencioné, no diría que es una
causa.

Las características que Aristoteles le da al primer motor, y que me interesa señalar, ya


que considero que son las que el ser comparte, son:

- Que es eterno e inmóvil, cosa que observamos cuando Schopenhauer dice que, a
diferencia del ser, el yo si es parte del mundo fenomenico.

- Que está separado de las cosas sensibles, razón por la cual tal vez no podemos
edi car sobre él

- Que carece de partes y que es indivisible, a lo que se re ere Descartes cuando


dice que la Res Cogitans es solo una e indivisible.

- Que es impasible e inalterable. Como habíamos mencionado, la condición para


que el ser se de cuenta de cualquier cambio es que él no cambie. Por lo tanto,
cualquier alteración de la que este pueda ser consciente signi ca que dicha
alteración no le ocurrió a él. Además, desde la visión aristotélica, lo único real, el
fundamento de todo, debe ser inalterable. Recordemos que el primer motor mueve
sin ser movido.

Conclusión

Para Aristoteles el primer motor es un ente pensante. Es importante señalar que en la


concepción que yo propongo del ser el pensamiento no es una condición. El ser puede
pensar, más no es pensamiento.

Dada la anterior investigación nos damos cuenta lo difícil que es edi car sobre ese
conocimiento que fundó Descartes sobre el sujeto y podemos observar que, mas bien,
todo este conocimiento se ha hecho sobre el yo.

Podemos concluir que ser y primer motor se presentan como conceptos bastante
similares. Y también nos damos cuenta de lo complicado que ha sido edi car un
conocimiento sobre el ser, lo que signi caría un autoconocimiento.

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Bibliografía.

- Descartes, Rene, Meditaciones Metafísicas y otros textos, Madrid, Gredos, 2011.

- Kant, Immanuel, Critica de la razón pura, Buenos Aires, Losada, 2007

- Freud, Sigmund, Sigmund Freud Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1991.

- Schopenhauer, Arthur, El mundo como voluntad y representación, Madrid, Trotta,


2005.

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