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En primer lugar cabe aclarar que la identidad es un término aporético.

Este término
(aporía) surge del griego ἄπορον con el significado de sin camino, o camino sin salida,
es decir difícil de entender y de poner en práctica o de representar. Así creemos que la
aporía es algo imposible de realizar o como una dificultad lógica insuperable de un
razonamiento o de su conclusión.

Ahora bien, identidad es un concepto aporético, en tanto que es necesario y a la vez


imposible de representar precisa y definitivamente, algo que caracteriza temporal como
históricamente a un sujeto, ya que no se puede hablar en términos definidos de una vez.
Es necesario aclarar que la identidad es necesario porque necesitamos de una que nos
identifique, que nos dé un lugar, una posición, y que a su vez nos permita nombrarnos
para distinguirnos de los demás. Además, es necesario porque estoy pensando mi
identidad y porque mi identidad está-siendo, es decir que nos constituimos
constantemente. En cuanto a imposible porque no se la puede representar, solo se puede
hablar de ella como tal, pero para hablar de la identidad en necesario referirnos con el
término de identificación – (es un
proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una
propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre
el modelo de éste) - concepto que nos ayudará a entender mejor el proceso de
construcción identitaria.

Hay que mencionar, además el recorrido histórico del concepto de identidad dado por la
filosofía. Con respecto a la filosofía antigua, para estos primeros filósofos solo estaba la
idea del SER. La identidad tenía un único significado a la luz de su raíz etimológica -
latina- indetitas, es decir igual a uno mismo y era utilizada para hablar de las
características, cualidades, atributos propios de un objeto o del hombre. Por lo tanto era
un ser estático, invariable, y por lo tanto definitiva.

Parménides pensaba que el ser es o no es. Para él lo que es permanece (no cambia)
porque si cambiase dejaría de ser (no es). Entonces el ser, para este filósofo, es único y
permanece inmutable. Por su parte, para Platón estaba en el mundo de las ideas donde
existe el verdadero ser de las cosas. El mundo sensible (mundo de las ideas) es una
copia, una imitación del ser, para Platón el ser permanece inmutable, eterno en el
mundo inteligible. Y Aristóteles sostenía que el ser es de lo que es accidentalmente o de
lo que es en sí. Esto quiere decir que el ser tiene muchos sentidos, muchas formas, pero
formas que participan de una y primera que las unifica. Esta filosofía antigua
consideraba que definir las señas de identidad, les permitiría llegar a saber “lo que
somos”. Sin embargo, en la modernidad hay un cambio de paradigma es decir que
aparece un impacto sobre un yo que en la antigüedad no aparecía, un yo (conciencia) y
que tare como consecuencia buscar un fundamento para todas las ciencias que es el
fundamento por el conocimiento y se inicia con Descartes.

La filosofía moderna se va a centrar por la respuesta del conocimiento a través de la


pregunta ¿qué puedo conocer? ¿Qué no puedo conocer? Descartes sostiene que lo único
que puedo conocer es mi conciencia. Para él, el cuerpo es lo más difícil de conocer
porque hay límites que nos imponen los sentidos. Descartes hace algo muy interesante,
pone en duda todo lo que la filosofía clásica venía haciendo o creando (conceptos, ideas,
etc.) y trata de explicar la realidad a través de la vía de la duda. Aplicando un método
científico a la filosofía. Es por eso que el padre de la modernidad propone tres vías de
conocimiento. El hombre puede conocer por los sentidos (son los que otorgan un
conocimiento, es decir que a través de este se puede captar la realidad de las cosas)
también puede conocer a través de la razón (no puedo ver pero a través de los sentidos
pero lo compruebo a través de la razón, es decir que lo puedo pensar) y en tercer lugar
por la vía dogmática (idea de Dios – me aporta un conocimiento de que Dios existe, que
me creó y que creó el mundo). Es por eso que va a decir que es más fácil conocer la
conciencia porque mientras pienso existo. De manera semejante aparece Kant. Y se
podría decir que es el más importante de la modernidad. Kant cree que sí se puede
conocer las cosas del mundo pero también con cierto límite, aquí está de acuerdo con
Descartes, los sentidos nos engañan. Kant resalta que cuando se conoce lo hago en el
tiempo y en el espacio como ser humano. Pero el hombre no es solo eso sino que es un
sujeto trascendental que tiene libertad y que puede decidir. El hombre puede conocer el
mundo porque tiene esa posibilidad de conocer pero hay cosas que no puede conocer de
sí mismo y tampoco del mundo (fenómeno - lo que está en el espacio y tiempo;
noúmeno aquello que no está en el espacio ni en el tiempo). Cabe aclarar que lo que no
aparece en el espacio y en el tiempo no significa que no exista sino que el hombre no
puede conocer. Kant acepta la crítica de Hum pero no su solución. Por esta misma línea
Leibniz, matemático, postula que si dos objetos son idénticos, tienen exactamente las
mismas propiedades - principio de identidad matemático.

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Ya casi al final de la modernidad aparece una crítica a estas cuestiones, una filosofía
que plantea la que la pregunta filosófica no es por el conocimiento, que no tiene nada
que ver con conocer el mundo sino que tiene que ver con el conocerse a sí mismo
(existencialismo). Por lo tanto los filósofos del siglo XIX van a plantear que el
problema de la filosofía moderna y antigua fue de que se han olvidado de los dioses
porque llevaron todo a la razón y todo lo que ellos plantearon que no se puede conocer,
no puede existir. Con esta crítica a la filosofía aparece la cuestión de la identidad. Así
mismo teniendo en cuanta a Kant que el hombre puede conocer pero no puedo conocer
todo porque hay algo que se le escapa, le abre la puerta a los contemporáneos. Nietzsche
dirige todo su pensamiento a la destrucción de la metafísica del ser, de las identidades
universales, de ahí la aporía del término identidad. El ser para este filósofo es solo
cuerpo sensible. Para este se ha dejado de lado el cuerpo, el deseo, la voluntad, la vida,
cosa que en la modernidad no aparecía. Para Heidegger además de ser cuerpo, el
hombre también es lenguaje y ser. El ser es un desein, es decir, aquello que él puede ser
y tal cual es su posibilidad. Esto significa que a diferencia de los entes no humanos, el
hombre es lo que él en cada caso, es proyecto de sí mismo; tarea de su propia
realización, el hombre es cambiante, está siendo constantemente. Sin embargo para este
filósofo la modernidad se ha olvidado del ser, porque el ser es un ser para la muerte – un
devenir.

En cambio, Freud toma ese problema, del que nos hemos referido en el texto, y dice que
hay una parte que se llama identificación que nos da adscripción para distinguirnos de
los demás (sujetos, grupos, instituciones, familias, etc.) y decir qué es lo que somos y lo
que no somos. El término identificación nos sirve, también, para pensar la identidad. 
Por otro lado se puede observar que en Lacan la identificación se desprende a partir de
la imagen reflejada del medio ambiente, es decir que la identificación se produce de
forma simbólico cuando el sujeto asume la imagen reflejada de su exterior, la imita y se
constituye como tal a través de la imagen imitada, pero resignificada. En otras palabras,
no se puede conocer todo de la persona porque se está en un campo simbólico.

La historia permitió no solo poner en cuestión el significado del concepto identidad sino
que hicieron que se le fueran asignando diversos matices, significados a dicha término.
Entonces no es posible hablar de “identidad” para hacer referencia a las características
universales del ser, o para definir al hombre como inamovible e inmutable. Hoy

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sabemos que el ser es-tá - siendo, es decir que el sujeto se constituye constantemente,
que adquiere o deja y se constituye por diversos polos identitarios y eso es lo que
constituye en lo que es.

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