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Resumen de Lógica y
Argumentación -Filosofía II
UNIDAD I: Problemáticas sobre el conocimiento
La Teoría del Conocimiento -también llamada Gnoseología- es una disciplina que pretende
explicar filosóficamente el conocimiento humano. Si bien desde los inicios de la filosofía
diversos pensadores intentaron explicar el conocimiento humano, su alcance y su esencia, se
puede decir que recién en la Edad Moderna comienza propiamente como disciplina filosófica
independiente.
Es muy importante conocer estas teorías porque son las que influyen más directamente en el
desarrollo de la ciencia moderna. Tanto el racionalismo como el empirismo marcarán el
entorno filosófico en el cual se desarrollarán.
Para empezar a tratar acerca del conocimiento es posible realizar un análisis fenomenológico
del mismo. El objetivo es comprender “lo que ocurre” cuando se conoce, antes de abordar
cualquier teoría al respecto. Es decir, a partir de una rigurosa observación, se intenta describir,
explicar e interpretar el fenómeno del conocimiento.
Ahora bien, aquí aparece un tercer elemento que es la imagen, aludiendo al término mental a
través del cual el sujeto conoce al objeto. Quien se ve determinado en este proceso de
conocimiento es el sujeto, sin embargo, quien recibe la determinación no es directamente el
sujeto, sino la imagen del objeto. La imagen es en definitiva “el instrumento mediante el cual la
conciencia cognoscente aprehende su objeto”.
IMAGEN
Una vez realizado el análisis fenomenológico se puede profundizar la reflexión del co-
nocimiento planteando tres problemas:
Cuando el planteo es acerca del origen del conocimiento, la pregunta gira en torno a la fuente
del conocimiento; el objetivo es saber de dónde proviene el conocimiento: de los sentidos, de
la razón o quizás de ambos.
Por último, se puede preguntar qué es lo que se conoce, es decir, cuál es la esencia del
conocimiento. Aquí se reflexiona si realmente el sujeto se conduce receptivamente en el
conocimiento o si lo hace activa y espontáneamente; es decir, si el sujeto es quien se ve
determinado en el acto de conocer, o si simplemente él es quien construye su objeto de
conocimiento.
Dogmatismo
Se entiende por dogmatismo una actitud intelectual para la cual “no existe todavía el problema
del conocimiento”. No toma conciencia aun del hecho que el conocimiento constituye una
relación entre un sujeto y un objeto y que entre ambos hay una distancia. Existe una total
confianza en la razón en su capacidad de conocer la realidad.
“El dogmatismo es la posición primera y más antigua tanto psicológica como históricamente”.
En este sentido, se puede observar en los niños cierto dogmatismo, pues no pusieron aún en
tela de juicio la posibilidad de conocer; para ellos no cabe duda que lo que se conoce es de la
manera en que se lo percibe. Históricamente se encuentran a los presocráticos (considerados
los primeros filósofos) como autores dogmáticos.
Existen diferentes tipos de dogmatismo, tales como el dogmatismo ético, metafísico, religioso.
Escepticismo
Al igual que el dogmatismo, puede existir escepticismo en diversos aspectos del saber y en
diferentes momentos de la vida. En los períodos de escepticismo, es donde se produce un
mayor crecimiento histórico y personal, siempre y cuando se entienda como una actitud de
desconfianza ante lo conocido o establecido, que moviliza la duda y estimula la búsqueda de la
verdad. Cuando el sujeto se instala en el escepticismo, convirtiéndose éste en radical,
inmoviliza la conciencia e imposibilita el juicio.
Desde un escepticismo radical, se afirma que es imposible llegar a conocer la verdad con
certeza, por ende, hay que suspender el juicio, abstenerse de juzgar. Sin embargo, la afirmación
del escéptico radical ya constituye en sí misma una verdad que se enuncia como cierta,
cayendo de esta manera en una contradicción. Esta postura radical, termina anulándose a sí
misma. Esta perspectiva radical es sostenida sobre todo en la antigüedad por Pirrón de Elis
(360-270).
En el caso de los sofistas (Edad Antigua), el escepticismo que sostienen no es radical sino
probabilista, al cual se puede llamar relativismo. El relativismo considera que no es posible
conocer verdades absolutas y objetivas, pero sí verdades probables.
Por otro lado, autores empiristas como David Hume sostendrán un escepticismo metafísico.
Criticismo
Sería posible, por supuesto, una postura crítica intermedia, que, si bien comparte con el
dogmatismo la capacidad humana de conocer, analiza críticamente, poniendo en tela de juicio
todo conocimiento determinado, con el objetivo de alcanzar la verdad.
Racionalismo
Entre los autores racionalistas que se pueden encontrar cabe mencionar a Platón. Este autor
plantea la famosa teoría de los dos mundos, donde describe la existencia de una realidad
sensible, que está en un constante cambio, que posee un carácter apariencial. A esta realidad
la denomina Mundo Sensible o Mundo de las Sombras. Por otro lado, se encuentra una
realidad inmutable y permanente donde se encuentran las ideas de todas las cosas; a este
mundo lo denomina de las Ideas.
Según este autor, el alma humana se encuentra originariamente en el Mundo de las Ideas
contemplando la verdadera realidad de las cosas. Pero que Según Platón el alma cae del
Mundo de las Ideas al Mundo Sensible (a causa de una culpa originaria) quedando encerrada
en un cuerpo. En este Mundo Sensible el hombre conoce indirectamente las ideas a través de
una reminiscencia, o sea un recuerdo. En este proceso, las realidades del mundo sensible
funcionarán como un estímulo que le permite recordar la verdadera idea que una vez conoció
mientras estuvo en el Mundo de las Ideas.
Es posible apreciar que en Platón el objeto sensible, al cual se accede a través de mis sentidos,
no constituye objeto de conocimiento sino, simplemente, un estímulo que me permite
recordar mi verdadero objeto de conocimiento que es la idea. Se ve claramente cómo prioriza
la razón sobre la experiencia sensible.
Se puede encontrar otro representante del racionalismo en San Agustín. Este autor coloca las
ideas en el pensamiento de Dios. El conocimiento se produce cuando el espíritu humano es
iluminado por Dios.
Empirismo
Desde la perspectiva empirista “no hay ningún patrimonio a priori de razón” Los conocimientos
provienen exclusivamente de la experiencia. En esta teoría se parte de los hechos y se niega la
existencia de ideas innatas. Se considera que no hay nada en el entendimiento que no
provenga de la experiencia.
Los empiristas provienen en general del ámbito de las ciencias naturales y por lo general
reconocen una doble experiencia, interna y externa. Por ejemplo, John Locke diferencia una
experiencia interna (reflexión), constituida por las diferentes actividades de nuestra propia
mente y una externa (sensación), de donde se origina el mayor número de ideas que tenemos.
Existen para este autor ideas simples y complejas. “El pensamiento no agrega ningún nuevo
elemento, sino que se limita a unir unos con otros los distintos datos de la experiencia”.
Otro autor empirista es David Hume, el cual diferencia las impresiones e ideas. La diferencia
entre ambas radica en la mayor vivacidad que caracteriza a la impresión. Así, no es lo mismo
poner la mano en el fuego y quemarse que recordar el dolor que sentí cuando puse la mano en
el fuego y me quemé. Para él, “las impresiones poseen un grado mayor de fuerza y vivacidad y
comprenden todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones: las ideas en cambio son las
débiles imágenes que las impresiones dejan en el pensar y razonar”.
Cabe mencionar además a John Stuart Mill (1806-1873), quien da un paso más respecto de
Locke y Hume “reduciendo también el conocimiento matemático a la experiencia, como única
base del conocimiento”.
este sentido, por ejemplo, Hume critica la idea de una Ética Normativa, pues considera que la
idea de un deber ser al que se refiere la norma, es incognoscible.
Posturas intermedias
En cambio, el intelectualista considera que los sentidos son las puertas y ventanas por las
cuales ingresa el conocimiento al sujeto. De esta forma, las ideas son obtenidas de la
experiencia, a través de un proceso de abstracción. La abstracción es, según Aristóteles, un
proceso connatural de la inteligencia humana que permite captar un concepto universal a
partir de la experiencia sensible.
La postura apriorista representada por Kant considera que hay en el sujeto factores a priori, es
decir, independientes de la experiencia. Estos factores, son en realidad formas a priori que
reciben su contenido de la experiencia y entre ambos se construye el objeto de conocimiento.
“Los factores a priori semejan en cierto sentido recipientes vacíos, que la experiencia llena con
contenidos concretos”.
El apriorismo sostiene que el sujeto construye el objeto de conocimiento con dos elementos
fundamentales: las formas a priori que no provienen de la experiencia. sino que son parte
constitutivas del sujeto y las sensaciones provenientes de la experiencia sensible.
Más allá de las diversas posturas dentro del realismo, todas sostienen que existe una realidad
objetiva independiente de mi conciencia y mi voluntad y que esta realidad existe, aunque yo no
la conozca. Por otro lado, el sujeto tiene la capacidad de conocer la realidad, de aproximarse a
ella. Para poner un ejemplo se puede decir que desde una postura realista el valor no es una
realidad que uno inventa o construye, sino una realidad con la que uno se encuentra.
Idealismo
Esta postura sostiene que no hay cosas reales independientes de la conciencia. “Ahora bien,
suprimidas las cosas reales, solo quedan dos clases de objetos, los de conciencia (las
representaciones, los sentimientos, etc.) y los ideales (los objetos de la lógica y la matemática),
el idealismo ha de considerar los pretendidos objetos reales como objetos de conciencia o
como objetos ideales”.
Por otro lado, se encuentra el idealismo objetivo o lógico, el cual considera que el contenido de
la conciencia “no es un complejo de procesos psicológicos, sino una suma de pensamientos, de
juicios”.
Este conocimiento que se realiza por medio de los sentidos y está dirigida hacia objetos que
son materiales, se realiza en un momento y lugar determinados, con respeto a materiales se
refiere a todo aquello que pueda ser captado por cualquiera de los sentidos. Entonces un olor
o un sabor o un sonido son objetos materiales porque son percibidos por los sentidos. Si no
tuvieran esta condición no podrían ser conocidos o captados sensiblemente.
Por lo tanto, todo lo que nos rodea es factible de que lo conozcamos sensiblemente. Toda la
realidad circundante es conocida por alguno de los sentidos, sea que intervenga un solo
sentido para conocerlo (se trataría de un objeto o sensible propio) o de que intervengan en
forma simultánea dos o más sentidos (sensible común).
Por ejemplo, cuando tenemos en nuestras manos un libro, éste se trata de un objeto o sensible
común pues el mismo es posible de ser conocido mediante la acción de dos o más sentidos, es
común a varios sentidos; en este caso intervienen el tacto y la vista para conocerlo.
Características.
De acuerdo con la constitución esencial del hombre (un ser corpóreo- espiritual y por lo tanto
partícipe de dos dimensiones: material y espiritual) ello permite sostener que el hombre tiene
un tipo de conocimiento que es sensible e intelectual. Todos los animales poseen el
conocimiento sensible, porque todos poseen los llamados sentidos; pero en el caso del
hombre (animal racional), posee además del conocimiento sensible, el conocimiento
intelectual (o intelección).
a.- Los sensibles constituyen el objeto de los sentidos, es lo que los sentidos van a conocer. Los
sensibles constituyen todo el universo material que nos rodea. Entre los innumerables objetos
que sentimos, éstos se pueden distinguir entre: objeto propio y objeto común.
El objeto propio o sensible propio es el que sólo es perceptible por un sentido (por ejemplo,
los sonidos, la música sólo los percibe el sentido del oído). El objeto o sensible común, es
aquella cosa que es captada por dos o más sentidos. Por ejemplo, el movimiento, es captado
por el sentido del tacto, de la vista.
b.- Los sentidos son una facultad por medio de la cual se conoce algo (los sensibles). La función
de ellos consiste en poner al ser vivo en relación con el medio físico en el que tiene que vivir, y
tiene que adaptarse. Todos los sentidos concurren a este fin. Es una potencia pasiva, en el
sentido de que comienza a funcionar cuando es impresionada por algo, por alguna cosa.
El sentido es una potencia pasiva: el sentido entra en actividad solamente si es movido, es
decir, estimulado desde el exterior.
El hombre está frente a todas las cosas que nos rodean (denominados “sensibles”). Frente a
ellas se realiza la acción del conocimiento (“sensación”) por medio de las facultades que posee
(los “sentidos”).
Los sentidos externos para poder realizar su acción necesitan de la presencia de algo externo
que los impacte y de ese modo comience el proceso del conocimiento. La primera diferencia
que surge con los sentidos internos es que éstos no necesitan de la presencia de las
sensaciones provenientes de los sentidos externos, necesitan de aquello que los sentidos
externos captaron. Los sentidos internos son cuatro: el sentido común, la imaginación, la
estimativa y la memoria sensible.
1.- El sentido común (también llamado conciencia sensible) es el sentido que distingue y une
las distintas sensaciones provenientes de cada uno de los sentidos externos. Es el que
experimenta las diversas sensaciones y las compara; es decir, las recepciona y las distingue
(“sabe”, reconoce cuál proviene de cada sentido), pero uniéndolas a fin de formar nuevamente
ese objeto que se está conociendo.
2- La imaginación, su función es la representación de un objeto en su ausencia, es el sentido
que recibe las distintas sensaciones (luego del sentido común) y les saca una copia llamada
“fantasma” o “imagen”.
En este sentido se dan, además, dos funciones que son la conservación y la reproducción de las
imágenes. La conservación es lo que comúnmente se llama memoria; en ella se depositan las
imágenes, se "guarda" la copia o imagen sacada. La reproducción consiste en actualizar, traer al
La inteligencia tiene como objeto el conocer. Este conocimiento supone que previo a él se
desarrolló el conocimiento proveniente de los sentidos. Si éste (el sensible) no se realiza,
tampoco puede realizarse el conocimiento de la inteligencia.
Por lo tanto, el conocer por la inteligencia se realiza a partir de los datos que aportan los
sentidos (es el llamado objeto directo de la inteligencia). Con ellos la inteligencia conoce “algo
más” de lo que los sentidos aportan.
La inteligencia capta algo más que esto. Abstrayendo lo que captó cada sentido y que le
pertenece de modo propio a cada objeto, la inteligencia puede descubrir algo que se puede
aplicar o predicar de todas las cosas. Descubre la esencia de cada cosa, esta esencia es de
características universales, vale para todo objeto.
Por los sentidos se podrá conocer al hombre que se llama Juan, es de tal altura, sus rasgos
físicos son tales: estos datos los conocemos mediante los sentidos. Pero trascendiendo a los
mismos la inteligencia descubre algo que escapa a los sentidos y vale para todo hombre: no es
la altura ni las dimensiones físicas, sino aquello por lo cual es hombre, descubre lo universal en
él, descubre la esencia. Y ésta es tan universal que es aplicable a todos los seres de la misma
especie.
Por eso el objeto de la inteligencia será el conocer lo que va más allá de lo material. De allí que
su objeto es algo espiritual porque ella misma es espiritual.
El modo de conocimiento intelectual es la forma propia que los hombres tenemos de captar la
realidad, o sea, sobre la base de lo que se percibe sensiblemente se realiza esta otra forma de
conocimiento. Esto implica que conocemos sensible e intelectualmente a todas las cosas del
mundo físico que nos rodean.
Por ello es que el conocimiento humano -desde este punto de vista- es superior al
conocimiento animal.
Conocer de esta manera es en cierta manera “apropiarse” de las cosas del mundo. Esta
apropiación significa que esas cosas u objetos forman parte de quien conoce desde ese
momento.
Ello genera en alguna medida lo que se denomina el conocimiento vulgar o natural. Así, lo que
el hombre percibe sensiblemente, es analizado racionalmente por éste, buscando las causas de
las cosas, este es otro punto diferencial con los animales irracionales, ya que mientras éstos no
superan el nivel del conocimiento sensible y por lo tanto no conocen el por qué o la finalidad
de cada una de las cosas, el hombre sí lo hace.
Todo lo que existe en el universo es captado por los sentidos y por la inteligencia. Entonces de
todas las cosas que están presentes el hombre puede tener dos apreciaciones.
En el primer caso la información recogida es por medio de los sentidos: el color del objeto, su
forma, su tamaño, olor, etc. (estas son características particulares propias de cada objeto). En el
segundo caso, la inteligencia busca trascender lo simplemente material para hallar algo que sea
de característica universal y permanente: la esencia de cada una de las cosas.
Por medio de este órgano físico (el cerebro) se realiza el conocimiento intelectual; sin embargo
se debe aclarar que aunque decíamos que es necesaria la presencia del mismo, no obstante no
es totalmente dependiente del mismo (esto puede observarse con claridad pues muchos
animales poseen cerebro o masa encefálica pero no son inteligentes).
Por otro lado, la presencia de este tipo de manifestaciones es la que nos permite apreciar que
no todo lo que el hombre realiza es de características materiales, sino que efectúa acciones
inmateriales o espirituales. Ésta es su esencia: el ser material y espiritual.
La espiritualidad en el hombre no sólo le permite realizar acciones de este tipo, sino que es la
base para características que le son esenciales: la moralidad, la religiosidad, la capacidad
abstractiva. Es decir, es la apertura hacia otra realidad, de la cual no participan todos los seres
que habitan en el universo.
Ésta (la inteligencia) tiene como objeto conocer las cosas, pero de una manera diferente a los
sentidos, trasciende la información que ellos le proporcionan para “buscar algo más”,
totalmente imperceptible a los sentidos. El cual es la esencia.
Por esta definición debemos entender lo siguiente: Todos los seres somos poseedores de una
esencia.
La esencia de los seres no es la misma. Por ejemplo, la esencia del ser humano no es la misma
que la esencia de un perro, ni está la misma que la de un gato.
Captar la esencia o darnos cuenta de ésta no obedece a una percepción sensible sino a una
acción superior, la intelectual. Este es el primer objeto que se capta y se logra mediante la
abstracción, la cual consiste en que, a partir de la imagen sensible formada por los sentidos, se
procede a despojar o dejar de lado todas aquellas características particulares (la forma, el
tamaño, el color, etc.) para que quede solamente lo universal (aquello que valga para todos los
seres que sean idénticos): es la esencia.
El esquema precedente representa la acción del conocimiento humano y cómo en él se realiza
la denominada abstracción. Se debe recordar que es una acción que realiza la inteligencia, pero
partiendo de la imagen sensible y cuyo término (el de la abstracción) es formar el denominado
concepto.
Tanto la imagen como el concepto son elaboraciones: el primero por la imaginación sensible y
el segundo por el entendimiento o intelecto agente. Ambos representan la realidad, pero no
son la realidad, por ello la importancia de la sensación y de la intelección.
Por otro lado, la posesión de la inteligencia permite el desarrollo de otra capacidad que es el
habla. Es decir, por ser inteligentes tenemos la capacidad del habla, de haber desarrollado un
lenguaje.
El lenguaje.
La postura que sostenemos es que el lenguaje, proveniente del pensamiento, es una facultad
exclusivamente humana y se diferencia del lenguaje animal.
Ya que el lenguaje sirve a los animales irracionales para comunicar sus necesidades. En cambio,
en el caso del hombre el lenguaje no sólo comunica necesidades, sino que le permite expresar
su riqueza interior y todas sus manifestaciones: culturales, científicas, religiosas, etc.
El lenguaje animal está basado en un sistema de símbolos para transmitir la información
necesaria. Se trata de un lenguaje icónico. Se pueden marcar las siguientes diferencias entre
ambos tipos de lenguajes:
El lenguaje humano no resulta del instinto, sino que debe ser enseñado. Y allí interviene la
familia en primera instancia, luego el grupo de pares y luego, las instituciones escolares.
Entonces media el ámbito de lo cultural en sentido amplio. Todas las instituciones ayudan a la
transmisión del lenguaje, no es recibido genéticamente, en el caso de los animales, sí. Por ello
el valor de todas estas instituciones para la formación y enseñanza del lenguaje.
El lenguaje animal es icónico, es decir, hay una relación directa y simple entre el signo y el
mensaje, entre lo que se hace con lo que se quiere expresar. Lo que hace el animal con su
cuerpo es para transmitir un mensaje simple, basado en sus necesidades corporales
(alimentarse, protegerse, etc.). En el caso del lenguaje humano, éste no sólo sirve para la
transmisión de sus necesidades sino como medio expresivo de todas sus realizaciones (lo que
hace culturalmente, socialmente, etc.).
Cuántas cosas se puede decir mediante la combinación inteligente de sólo una veintena de
letras del alfabeto.
Cuestión que no sucede en el caso de los animales, que tienen pocos mensajes a transmitir.
En conclusión, no es lo mismo el lenguaje humano que el lenguaje animal. Uno (el lenguaje
animal) tiene una base fisiológica; mientras que el lenguaje humano tiene raíz intelectual o
espiritual. Decimos que son radicalmente diferentes, por cuanto no sólo la base o raíz son
diferentes sino también su contenido, su modo de transmisión y su finalidad son esencialmente
diferentes.
La abstracción.
a. la inteligencia es una potencia pasiva, al principio es como una "tabla rasa" en la que no hay
nada escrito. Esta función Santo Tomás la denomina intelecto posible. Para que el intelecto
posible pase de la potencia al acto, necesita que le sea presentado un objeto inteligible.
Esta es la especie impresa, que proviene de la experiencia sensible, de los sentidos. Lo más
elevado en el plano sensible es el fantasma o la imagen. De este fantasma la inteligencia
obtendrá el concepto. Entonces, la imagen es de orden sensible, permanece en el orden
sensible. Al ser recibida por la inteligencia, recibe el nombre de especie impresa.
b. Para pasar del plano sensible al intelectual, la iniciativa debe provenir de la misma
inteligencia. Se admite entonces, en la inteligencia una función activa: el intelecto agente. Su
papel consiste en hacer al fantasma inteligible, es decir, que la inteligencia lo despoje de todas
sus características individuales o particulares. Realizado esto por medio de la inteligencia, lo
que se obtiene es el verbo mental, el concepto, o especie expresa
Históricamente, este tipo de conocimiento tuvo sus orígenes en Grecia, hacia el siglo VI a.C., en
las colonias jonias de Asia Menor, primero en forma de conocimientos de matemáticas y
astronomía, y luego en forma de cosmologías nuevas que sustituyeron (en sus métodos, pero
no en sus objetivos) a las viejas cosmogonías, tanto griegas y egipcias como babilónicas y
hebreas. A este primer nacimiento se añadió, en el siglo XVII, el segundo y definitivo
surgimiento de la ciencia, gracias a la renovación del modelo astronómico del mundo por obra
de Nicolás Copérnico. Estos autores y quienes siguieron apoyándose en su modelo de
investigar dieron origen a lo que se denominó entonces “ciencia nueva” y posteriormente
“ciencia moderna”, la cual, con la síntesis posterior de la mecánica clásica de Newton, que
supuso su culminación, se constituyó en modelo de conocimiento científico, o de ciencia, para
toda la civilización posterior.
Cuatro son los períodos que suelen destacarse como característicos de la aparición y
constitución histórica de la ciencia:
1) El paso de las primitivas cosmogonías (babilónicas, egipcias, hebreas y griegas) a las nuevas
cosmologías, iniciadas por el pensamiento racional de los jonios del Asia Menor, hecho que
supone el surgimiento de la filosofía en el siglo VI a.C.;
2) la aparición de la tradición geocéntrica y geoestática por obra de Platón y Aristóteles y, sobre
todo, de la astronomía y la física aristotélicas;
3) la crisis y crítica (según algunos, gradual a partir de la Edad Media) de las ideas aristotélicas,
en la denominada revolución científica, a comienzos de la era moderna, con el establecimiento
del paradigma de la mecánica de Newton;
4) Las modificaciones de este mismo paradigma, y por lo mismo, de la mecánica clásica y del
modelo clásico de ciencia, por obra de la teoría de la relatividad especial de Einstein, en
cosmología, y la nueva física cuántica, en lo relativo a la constitución de la materia.
Las características básicas de que goza la ciencia son las mismas que se atribuyen al
conocimiento científico, ya que, en definitiva, el conocimiento científico es el resultado de la
actividad científica y esta es la actividad humana que lo produce.
Una ciencia es una agrupación o conjunto de conocimientos científicos organizados entre sí
sistemáticamente, es decir, ordenados de tal forma que unos se demuestran a partir de otros,
referidos a cierto objeto cuya identificación y cuyos límites dependen de la actividad científica.
Es un conocimiento que busca ser preciso, es decir, lograr claridad mediante la utilización de un
lenguaje propio y apropiado, como así también busca en lo posible medir los fenómenos a los
que se refiere (utilizando diferentes unidades: el gramo, el metro, la caloría, los grados, los
índices económicos, etc.). Asimismo, podemos decir que se trata de una actividad metódica
(recopila datos, contrasta y saca conclusiones) que busca asegurar la seriedad el trabajo
científico. La ciencia, como sistema, es la racionalización de lo real. La ciencia parte de que las
razones de las cosas están en las cosas, y el sabio las arrebata de las cosas por medio de la
abstracción.
Hoy en día es indudable el progreso de la Ciencia. Pero cabe realizarse las siguientes preguntas:
¿todo progreso de la ciencia implica necesariamente un avance en la Humanidad? ¿Puede
haber algo que se considere progreso que de hecho suponga un retroceso en la humanidad del
ser humano?
Hay que tener en cuenta que todo progreso que haga posible la evolución de la humanidad
solo tendrá lugar si se admite la existencia de límites éticos que nos permiten buscar la verdad.
El doble objetivo de la ciencia tiene un carácter ético. Es decir, el objetivo teórico
(conocimiento de la naturaleza en toda su amplitud: la naturaleza propiamente dicha, como así
también quienes habitan en ella) se relaciona con la búsqueda de la verdad y exige una actitud
de objetividad, y el objetivo práctico (dominio controlado de la naturaleza) se relaciona con la
consecución de medios que hacen posible una vida más humana, o sea, con el servicio a la
humanidad.
La pregunta que surge es acerca de la relación existente entre los valores científicos y los
valores humanos que dan sentido a la vida, y, por ende, allí se habla, entonces de la dimensión
ética en torno a la ciencia.
Una de las corrientes de pensamiento considera que la ciencia es algo independiente a los
factores personales y subjetivos que se asocian con los valores; por tanto, la actividad científica
es una empresa libre de valores. Sin embargo, como actividad humana dirigida hacia objetivos,
debe incluir algún tipo de valores: al menos, aquellos que se refieren a sus objetivos y a los
medios necesarios para alcanzarlos.
Ya sea que se la considere parte de la filosofía o como ciencia de la ciencia, desde ambas
perspectivas resulta ser una disciplina metateórica, puesto que no refiere a un dominio
determinado de la realidad, sino que reflexiona y teoriza sobre el conocimiento mismo. Un
modo generalizado de ver la epistemología, que va desde Aristóteles hasta el presente,
considera centrales las cuestiones relativas a la estructura interna de las teorías. En algunas
orientaciones contemporáneas se ha puesto especial énfasis en cuestiones relativas a las
prácticas científicas y a su contexto, en los aspectos psicológicos, sociológicos e históricos.
1.- “Línea fundadora”. Denominó “línea fundadora” a los primeros epistemólogos modernos y a
sus seguidores. También utilizo la expresión “concepción heredada”, denominación acuñada
por Hilary Putnam. Esta corriente sostiene la ahistoricidad, forzocidad, universalidad,
formalización y neutralidad ética del conocimiento científico. Escuela Anglosajona
Lo que caracteriza a la ciencia es la búsqueda de la verdad, esto significa que cualquier otro fin
estará subordinado a este fin principal que es el acceso al conocimiento.
Para continuar con las características del conocimiento científico vamos a adherirnos a los
enunciados presentados por Esther Díaz quien al respecto considera los siguientes rasgos de la
ciencia:
“I- CLARO Y PRECISO
El conocimiento científico se expresa mediante proposiciones que deben cumplir con ciertos
requisitos, que lo distinguen del conocimiento de la vida cotidiana. El lenguaje debe ser claro y
preciso, sin vaguedades, valoraciones ni ambigüedades.
II- PROVISORIO
Otra característica del conocimiento científico es la provisoriedad (...) Ello corrobora
que el éxito de una teoría no está asegurado a futuro.
III- OBJETIVO
No obstante, se pretende que el conocimiento científico es objetivo, en el sentido de que
obtiene acuerdos intersubjetivos. Sin embargo, según los supuestos teóricos desde los que se
considere, la objetividad existe y vale por sí misma, o es construida y se la debe vigilar.
IV- CONTROLABLE
Las teorías deben someterse a contrastaciones empíricas, siempre y cuando el objeto de
estudio lo permita. De lo contrario, el control se realiza buscando analogías con estados de
cosas similares o construyendo argumentos contundentes.
V- DESCRIPTIVO
Describir significa enunciar los rasgos esenciales de un estado de cosas absteniéndose de
formar juicios de valor.
VIII- VIABLE
Los métodos y los sistemas colaboran en la viabilidad de un proyecto científico. La
X- LOGICAMENTE CONSISTENTE
De este tipo de conocimiento también se espera robustez lógica, esto es, coherencia y
falta de contradicción entre los enunciados de las teorías.
XI- UNIFICADO
Se aspira a que las diferentes disciplinas científicas logren acuerdos de base en cuan- to a sus
objetos de estudios, sus métodos y su simbología para que el conocimiento resulte fértil.
XII- FECUNDO
La fecundidad reside en la capacidad de poder seguir investigando y construyendo a partir de
conclusiones anteriores. Los conocimientos, en interacción con las prácticas, se reproducen y
multiplican. Cada respuesta puede suscitar una nueva pregunta”.
Metodología de la ciencia.
Una teoría científica se forma por abstracciones y conceptos que, respetando ciertas reglas
lógicas, permiten expresar los vínculos existentes entre aquellas observaciones que se
realizaron de los conceptos en cuestión. Una vez construida la teoría, puede ser propuesta
como un principio que permita explicar diferentes fenómenos.
El proceso de construcción de una teoría científica suele comenzar con una hipótesis: un
científico, por sus conocimientos, cree que cierto fenómeno sucede de una determinada forma
y, por lo tanto, se dispone a realizar observaciones regidas por el método científico para
comprobar si su hipótesis es válida o errónea. La sistematización de las observaciones y de los
datos empíricos recolectados, finalmente puede derivar en una teoría científica que explique el
fenómeno analizado.
Esto demuestra que una teoría científica equivale a un conocimiento que fue contrastado de
diversas formas. De esta manera resulta diferente a la idea de teoría que suele emplearse en el
lenguaje cotidiano, donde el concepto se vincula a una suposición.
Un Paradigma es una teoría o modelo explicativo de las realidades físicas. Con el significado de
paradigma científico, se usa hoy en la investigación científica y fue introducido por Thomas
Kuhn (1975) para explicar o los cambios o “revoluciones científicas”. Según Karl Popper, las
teorías mueren cuando se descubre una nueva teoría que falsifica a la anterior, ese sería el
motor del progreso científico. Para Thomas Kuhn el motor es simplemente el “cambio de
paradigma” en la explicación de los fenómenos naturales; la nueva teoría no tiene por qué
falsificar a la anterior, puede ser una alternativa, un nuevo modelo o teoría modelo, un
paradigma nuevo.
científico. Sus preguntas son del tipo siguiente: ¿puede justificarse un enunciado?; en caso
afirmativo ¿de qué modo?; ¿es contrastable?; ¿depende lógica- mente de otros enunciados?;
¿o los contradice quizá? (Popper, Lógica de la Investigación Científica, pp. 30/31).
Estas interrogantes que menciona Popper son del tipo de las que se plantean en el contexto de
justificación o validación. Se trata aquí de “justificar”, de evaluar, de aceptar o rechazar, de
declarar verdadero o falso al resultado a que ha arribado la investigación (hipótesis, ley, teoría,
etc.)
CONTEXTO DE APLICACIÓN
Klimovky propone también reconocer un tercer contexto, que marca diferencias importantes
entre los aspectos propiamente teorético cognitivos del conocimiento científico y sus
aplicaciones. Lo llamaremos contexto de aplicación y será el ámbito adecuado para la discusión
de las aplicaciones del conocimiento científico, su utilidad, su beneficio o perjuicio para la
comunidad o para la especie humana. Cobra particular relevancia reparar en esta distinción en
una época como la nuestra signada por el impresionante desarrollo, con sus luces y sombras,
del proceso científico-tecnológico.
A la hora de intentar modificar la realidad mediante una acción racional, se debe recurrir a las
pautas generales que gobiernan la estructura de lo real, más allá de los hechos singulares y
aislados. Actuar de otra manera posiblemente nos conduzca a resultados catastróficos.
En este sentido sólo nos importa la concepción de razonamiento propia de la lógica. Es por esto
que el razonamiento considerado desde el punto de vista de la psicología y biología no
importan a pesar de que poseen una gran importancia.
Una definición muy general de razonamiento, que luego iremos afinando, señala que éste es un
conjunto de dos o más proposiciones, una de las cuales –la conclusión– se pretende quede
justificada por las demás, llamadas premisas. Esta pretensión de que la conclusión esté
justificada por las premisas se suele explicitar mediante las expresiones derivativas, que son
términos tales como “por lo tanto”, “por ende”, por consiguiente”, etc. Así, los componentes
del razonamiento son: las premisas, la conclusión y las expresiones derivativas.
Es muy importante establecer (ya que suele prestarse a confusión) que debe distinguirse con
toda claridad los razonamientos o las formas inferenciales de los métodos, fundamentalmente
establecer la diferencia entre razonamiento inductivo y método inductivo y entre razonamiento
deductivo y método hipotético deductivo. Si bien la similitud en los nombres se presta a
equívoco, debe decirse que las formas inferenciales corresponden a estructuras o esquemas
del razonar, en tanto que los métodos corresponden a procedimientos para establecer un
conocimiento fáctico sobre objetos propios, tanto del ámbito de las ciencias sociales como de
las ciencias naturales.
En la estructura del razonamiento se distinguen tres elementos. Por un lado, las proposiciones
de que se parte, una o más, y que se denominan premisas. En algunos casos, las proposiciones
que ofician de premisas están encabezadas por expresiones como “puesto que”, “porque”,
“pues”, “ya que”, “dado que”, “como”, etc. Por otro lado, la proposición a la que se arriba, que
se denomina conclusión. El tercer elemento, que señala la vinculación entre las premisas y la
conclusión, es el relacionante o relación de consecuencia, que puede estar tácito o indicado
por expresiones como “luego”, “por lo tanto”, “en consecuencia”, etc. En lógica se utiliza
habitualmente, para cumplir esta función, un símbolo especial: una barra horizontal u oblicua
que separa las premisas de la conclusión.
Ejemplo:
Premisa 1: No hay político que sea idealista.
Premisa 2: Los ministros del gabinete son políticos.
Relacionante: En consecuencia.
Conclusión: Los ministros que integran el gabinete no son idealistas.
Verdad y validez.
lógica de las premisas. Si es posible deducir la consecuencia a partir de lo que enuncian las
premisas, se establece que el razonamiento es válido; en caso contrario, el razonamiento es
invalido.
Para entender la validez, debemos servirnos de las nociones de “verdadero” y de “falso”. Son
los enunciados los que son verdaderos y falsos, y es su relación lógica la que es válida o no. Es
importante notar que la verdad y la falsedad intervienen aquí sólo como un medio para
determinar la validez. Es decir, no es la lógica quien define si un enunciado es verdadero o no,
pues eso depende de los hechos que esos enunciados describen. Lo que la lógica le interesa es
la conexión, es decir, la relación lógica (válida o invalida) entre los enunciados, no sus
relaciones con los hechos.
La lógica establece que un razonamiento es lógicamente válido siempre y sólo siempre que si
las premisas son verdaderas, la conclusión también debe serlo. O, dicho de otra manera, la
única combinación que la lógica califica como inválida o lógicamente inconsecuente es la que
permite que cuando las premisas son verdaderas, la conclusión pueda ser falsa. La sola
posibilidad de esta combinación indica que el razonamiento considerado es inválido. Los
siguientes ejemplos ilustraran lo expuesto:
RAZONAMIENTO VALIDO
Premisas:
1) Si Mario comió pescado, está descompuesto.
2) Mario comió pescado.
Conclusión:
Mario está descompuesto.
RAZONAMIENTO INVÁLIDO
Premisas:
1) Si Mario comió pescado está descompuesto.
2) Mario está descompuesto.
Conclusión:
Mario comió pescado
En principio, no sabemos quién es Mario, si existe o, en caso de que exista, si comió pescado y
si está descompuesto. Pero, aun ignorando la verdad o la falsedad de todos estos enunciados,
sabemos que la conexión que se establece entre ellos en el primer razonamiento es válida
desde un punto de vista lógico, e inválida en el segundo. ¿Cómo lo sabemos y por qué
podemos afirmarlo con certeza?
Si se da la combinación de valores de verdad que nos interesa, esto es, si la conclusión puede
ser falsa cuando las premisas son verdaderas, sabemos que el razonamiento es inválido; y si, en
cambio, comprobamos que no puede darse esta conclusión falsa a partir de premisas
verdaderas, nos habremos asegurado de que el razonamiento es válido.
Veamos este funcionamiento en los razonamientos del ejemplo. En el que evaluamos como
válido, no es posible que los valores de verdad de sus premisas sean verdaderos cuando su
conclusión es falsa, pues si es verdad que cuando Mario come pescado se descompone, y
sabemos que en esa ocasión comió pescado, entonces estamos obligados a concluir que Mario
se descompuso en esa ocasión.
En la primera premisa de ese razonamiento, debe entenderse que es suficiente que Mario
coma pescado para que se descomponga, entonces, si en una ocasión Mario como pescado
(segunda premisa), debemos concluir que se descompone, pues la primera premisa estableció
una condición suficiente para que Mario se descomponga y la segunda premisa afirma que esa
condición se satisfizo, esto es, que Mario comió pescado.
El segundo razonamiento, a pesar de que puede dar la impresión de ser válido y que
represente un modo muy frecuente de razonar, es inválido, pues es posible que Mario no haya
comido pescado y su descompostura obedezca a otros factores. Sabemos esto porque la
primera premisa de este razonamiento es la misma que la primera del razonamiento anterior, o
sea que fija la condición suficiente que ya comentamos. Pero la segunda premisa afirma la
consecuencia de esa condición, no la condición misma.
Es decir, según ella, Mario está descompuesto, pero eso no nos permite estar seguros de que
comió pescado, pues la primera premisa no dice que sólo al comer pescado Mario se
descompone, sino simplemente que, si come pescado, se descompone. Quizá se descomponga
también cuando come salsa de tomate y en la ocasión del ejemplo comió eso y no pescado.
Existen diversos tipos o formas de razonamiento, cuyas diferencias obedecen a los distintos
modos en que las palabras lógicas pueden relacionarse entre sí. En la primera forma de
razonamiento conocida desde la Antigüedad griega y denominada con la expresión latina
“modus ponens”, que significa “modo que afirma”, se “pone” o afirma el consecuente de un
enunciado condicional a partir de afirmar su antecedente.
En los condicionales de la forma “si tal y tal cosa, entonces tal y tal otra” – donde “tal y tal” es
una expresión que utilizamos para indicar cualquier enunciado y “si” y “entonces” son las
palabras lógicas -, se llama “antecedente” del condicional a las expresiones que figuran a la
izquierda de la coma, y se llama “consecuente” del condicional a las expresiones que siguen a
“entonces”. Aquí, “antecedentes” y “consecuente” están usados en un sentido lógico, no
temporal, ya que no es necesario que primero aparezca el antecedente y luego el consecuente
RAZONAMIENTO VALIDO
Premisas
1) Si Mario comió pescado, está descompuesto.
2) Mario no está descompuesto.
Conclusión:
Mario no comió pescado.
Se trata de una forma de razonamiento muy utilizada para expresar la refutación de una
conjetura o suposición hecha a los efectos de dar una explicación o justificar un curso de
acción. En la primera premisa del ejemplo, el antecedente del condicional expresaría la
conjetura de que Mario comió pescado, y el consecuente es la consecuencia esperada si es
verdadera la conjetura. Como la segunda premisa niega ese consecuente, queda refutada la
conjetura inicial.
En la inferencia inmediata se deriva la conclusión sobre la base de una sola premisa. Ejemplo:
todo rueda; luego, la tierra rueda.
Ejemplos:
- Todos los cuerpos tienen peso; la molécula es un cuerpo; por consiguiente, la molécula tiene
peso.
- Si hubieras querido ser sincero, habrías dicho la verdad, o al menos, habrías callado. No dijiste
la verdad. Tampoco guardaste silencio. Luego, no quisiste ser sincero.
Ejemplo:
(proposición A) “Todos los profesores son tímidos”, puede deducirse (proposición I) “Algunas
personas tímidas son profesores”
Todo S es P (A)
---------------------
Algún P es S (I)
Se llama oposición, en sentido amplio, a las relaciones que en cuanto a su verdad y falsedad
guardan entre sí las proposiciones que, teniendo el mismo sujeto y el mismo predicado,
difieren en cuanto a la cualidad, a la cantidad o a la cualidad y cantidad simultáneamente.
A fin de visualizar estas relaciones, se suele disponer estos cuatro tipos de proposiciones en los
vértices de un cuadro, llamado “cuadro de la oposición”, de la siguiente manera.
En resumen:
Subalternante Subalternada
La obversión, también llamada equipolencia, es una inferencia que consiste en deducir de una
proposición categórica mediante el cambio de la cualidad de la proposición y la negación del
término predicado. La premisa se denomina obvertiente y la conclusión se denomina obversa.
En resumen
Razonamiento deductivo.
Razonamiento inductivo.
El esquema de la inducción
Si tengo una gran cantidad de A y todos los A tienen sin excepción la propiedad B, luego
podemos afirmar que todos los A tienen la propiedad B.
Este esquema vacío puede ser llenado con cualquier contenido, como, por ejemplo:
Si he observado una gran cantidad de cuervos y todos los cuervos sin excepción poseen la
propiedad de ser negros, entonces podemos concluir que todos los cuervos son negros.
En la mayoría de los libros de lógica aparece el ejemplo de los cuervos negros o de los cisnes
blancos. En ese sentido no nos hemos mostrado muy originales, pero podemos poner el
contenido que se nos ocurra, porque lo que está en juego es la forma inferencial y no los
contenidos. Estos razonamientos no pertenecen a zoólogos, sino a lógicos. Por eso podemos
usar cuervos, cisnes, letras o cualquier otra cosa. Si verdaderamente estuviéramos
preocupados por los cuervos y su color, si estuviéramos en la función de zoólogos, entonces
estaríamos razonando inductivamente pero dentro de un propósito metodológico, esto es
averiguar cómo es cierta parte de la realidad.
La analogía se conforma a partir de un “sistema de reglas” que permitirán luego otra forma de
razonamiento: la abducción. Esta última tiene una “historia de negaciones”, pero Peirce la
reivindica en su estatus de forma inferencial lógica, autónoma y legítima.
Las inferencias por analogía son tipos de razonamientos que en sus premisas comparan cosas,
hechos o individuos observando sus semejanzas, similitudes o analogías. Si dos o más cosas,
son parecidas en diversos aspectos, se puede concluir que lo son también probablemente en
algún nuevo aspecto no conocido. La estructura de un argumento por analogía podría ser:
El bisabuelo, el abuelo y el padre de Juan todos han tenido ácido úrico alto
El bisabuelo y el padre de Juan han sufrido de gota.
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Es muy probable que siendo la gota una enfermedad hereditaria, Juan tenga gota.
Veamos la relevancia de las propiedades en que se fundamenta la analogía; cuanto más
relevantes son las propiedades más fuertes es la analogía y, por lo mismo, la inferencia.
Diremos que una propiedad (de las premisas) es relevante cuando aumenta la probabilidad de
que exista otra propiedad nueva (la que se induce por analogía en la conclusión).
La abducción, por otro lado, no parte del caso (particular) para luego ir al rasgo (lo común) y
finalmente establecer la regla (el supuesto universal) como en el caso de la inducción ni parte
de la regla, como la deducción, sino que va al caso y obtiene finalmente el rasgo. La abducción
busca en la regla (armada en torno a vivencias y experiencias pasadas, o inventada ad hoc) los
atributos del rasgo, para entonces dictaminar o diagnosticar el caso.
Desde el punto de vista lógico la abducción carece de valor formal dado que de premisas
verdaderas no es seguro obtener una conclusión verdadera (cosa que es requerida para la
validez formal de un razonamiento). Pero es cierto que no existe ni disciplina científica ni
hombre alguno que no se mueva con razonamientos abductivos dado que lo que tenemos
frente a nosotros no son los procesos sino los resultados de esos procesos, que obran como
indicios para considerarlos como caso de una determinada regla aprehendida por nosotros.
Samaja plantea que las cuatro formas de argumento participan de un modo rico y complejo en
la producción de conocimiento.
Silogismo Categórico.
Es un tipo de inferencia mediata que consta de dos premisas y una conclusión; estas contienen
a su vez sólo tres términos o conceptos, cada uno de los cuales aparece solo en dos de los
juicios (en una sola premisa y en la conclusión o en las dos premisas). Los términos son: el
MAYOR, que figura en la conclusión como predicado y en una de las premisas (que se llama
premisa mayor y se escribe en primer lugar) ya sea como sujeto o como predicado, el MENOR,
que figura en ambas premisas, pero no en la conclusión. Según la ubicación del término medio,
encontraremos 4 figuras y según la cualidad (afirmativo o negativo) y la cantidad (universal o
particular) de los juicios que lo componen, encontraremos para cada figura 64 modos, lo que
hace un total de 256 formas distintas, de las cuales sólo algunas son válidas (correctas).
Tipos de Juicios
Silogismo irregulares
Entimema: significa “lo que ya reside en la mente”. Se trata de lo que está sobreentiendo. Por
eso, el entimema es un tipo de silogismo al que se le ha quitado alguna de las premisas o la
conclusión, por considerarse obvias o implícitas en el enunciado.
Luis es joven, porque no ha cumplido todavía los 35 (explicación). Luego, Luis es propenso a la
amistad.
El término “falacia” proviene del latín fallacia, que quiere decir “artificio, ardid, ilusión,
engaño”. Entonces, se dice de un razonamiento que es falaz cuando genera la ilusión de
consecuencia lógica por medio de ciertos recursos que, según se los interprete, pueden
resultar lógicamente incorrectos.
Un uso diferente del término paradoja es el de “antinomia”. Una antinomia se produce cuando
dos proposiciones son contradictorias entre sí, pero las razones que las apoyan son igualmente
válidas y fundamentadas. Las antinomias fueron un recurso habitual entre los escépticos y los
sofistas para mostrar la inutilidad de la razón del hombre para conocer la verdad.
Un tercer uso de “paradoja” es el que señala como paradójico un conflicto entre criterios de
clasificación. Cuando un elemento no cae dentro de ningún sistema clasificatorio se puede
decir que es un objeto paradójico. En un primer momento, por ejemplo, el ornitorrinco fue un
animal paradójico ya que no entraba, aparentemente, en ninguna clasificación taxonómica
conocida.
En cuarto y último lugar nos encontramos con el significado lógico-semántico del término
paradoja. Una paradoja, en este sentido, se produce cuando una correcta formulación
matemática o lingüística, lógicamente formalizadle, lleva a una contradicción o a la
imposibilidad de que se le atribuya algún valor de verdad. La paradoja del mentiroso es un
típico ejemplo de esta clase de paradoja que se encuentran ya desde la Antigüedad y Edad
Media. Este cuarto tipo de paradoja se puede clasificar a su vez en varias categorías. Quine, sin
ir más lejos, distingue entre “paradojas verídicas” y “paradojas falsidicas”. En las primeras lo
que se propone establecer es verdadero y en la segunda, falso. La distinción entre “paradojas
falsídicas” y falacias es que las falacias pueden conducir tanto a conclusiones verdaderas como
falsas. Otra distinción de las falacias lógico-semánticas es: “paradojas lógicas”, “paradojas
semánticas” y “paradojas de la confirmación”.
Parece ser que la primera formulación de la paradoja del mentiroso tal y como la conocemos
hoy en día se la debemos a Eubúlides de Mileto, de la escuela megárica, que floreció hacia el
350 antes de nuestra era (a Eubúlides se le atribuyen la formulación de otros argumentos
sofísticos y paradojas como el sofisma del cornudo, la paradoja del calvo o la del montón). La
formulación de la paradoja del mentiroso que se le atribuye es la siguiente:
” Si afirmo que estoy mintiendo, ¿miento o digo la verdad?”
Analizando esta frase observamos que:
La paradoja preocupó mucho a los antiguos y la tradición dice que Teofrasto, el discípulo de
Aristóteles, escribió tres libros sobre el tema y que Crisipo de Soli, filósofo estoico del siglo III
a.C., la estudió en numerosos tratados.
Existen formulaciones mucho más sencillas de esta paradoja, por ejemplo: “esta oración es
falsa” o “estoy mintiendo”. También se puede construir esta paradoja de modo que una
afirmación no se refiera directamente a su propio valor de verdad, esto es importante ya que
cuestiona los intentos de resolución de la paradoja a través de la distinción entre lenguaje y
metalenguaje. Un ejemplo de estas construcciones sería las dos frases que vienen a
continuación: “La siguiente oración es cierta. La anterior oración es falsa”.
La solución de Pablo de Venecia tiene que ver con la solución más aceptada hoy en día basada
en la teoría de los lenguajes y metalenguajes. Esta teoría distingue entre un lenguaje, el
metalenguaje de este lenguaje, el metalenguaje de este metalenguaje y así sucesivamente. La
paradoja de la oración “esta frase es mentira” queda eliminada cuando consideramos que “es
verdadera” o “es falsa” no pertenecen al mismo lengua- je en el que está escrito “esta frase es
mentira” sino a su metalenguaje. Por esta razón la paradoja del mentiroso y las paradojas
análogas reciben el nombre de paradojas metalógicas.
El problema de esta solución es que, por un lado, tiene la apariencia de construcción ad hoc
para librar esta paradoja. Se crea un metauniverso para salvar la coherencia lógica de este
universo, pero esta solución es arriesgada (pensemos en la crítica aristotélica al mundo de las
Formas de Platón) y arbitraria. Este metalenguaje es una construcción teórica que es criticada
por muchos lingüistas ya que parece que más que resolver la paradoja la escamotea con esta
construcción “meta”.
Por otro lado, aun cuando esta hipótesis fuera correcta podría servir para disolver la paradoja
de afirmaciones como “miento” pero no para otras formas de la paradoja como las
formulaciones no autoreferenciales de la paradoja del mentiroso o paradojas como la del
barbero que tampoco hacen referencia a sí mismas.
Esta paradoja que parece, en principio, tan intrascendente a efectos prácticos ha tenido
consecuencias importantes en la axiomatización de las matemáticas en el siglo XX. Analizando
los sistemas axiomáticos dependientes del programa de Hilbert, Gödel descubrió que en
cualquier formalización consistente de las matemáticas lo suficientemente amplia para
contener los números naturales Gödel mostró que se puede construir al menos una afirmación
que ni se puede refutar ni demostrar dentro del sistema. De hecho, lo que consiguió Gödel es
construir dentro de un sistema formal una declaración p que enunciaba “esta declaración no se
puede probar”; obviamente, una versión de la paradoja del mentiroso en donde no puede
tener valor de verdad alguno; esto tiene como consecuencia que los proyectos consistentes de
axiomatización de las matemáticas que sean tanto o más complejos como para contener los
números naturales sean incompletos. El primer teorema de Gödel tiene importantes
consecuencias teóricas y prácticas y es, probablemente, uno de los aportes más interesantes a
las matemáticas en el siglo XX.
Demostración y argumentación.
La presentación de un argumento.
El lenguaje jurídico.
El hecho judicial.
La cuestión de la posverdad.
La verdad procesal.