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Del modo en que Nuestra Señora de Castellanos inspiró uno de

los palacios más bellos del islam.


Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (13/07/2015)

La leyenda de Mota del Marqués que hoy recogemos, es poco conocida aunque su relato sea
absolutamente cierto; habiendo múltiples testimonios históricos que rememoran los hechos a continuación
descritos. Unas circunstancias que sucedieron sobre el año 940; hace más de un milenio, pese a lo que su
recuerdo pervive en la Historia y en el mundo legendario.

SOBRE ESTAS LINEAS: Retrato imaginario de Abderramán III, el más insigne entre los califas de
Córdoba y uno de los más destacados monarcas que han gobernado nuestras tierras hispanas.
Entre los años 929 y el 961 ostentó un poder casi absoluto, con un dominio sobre la Península que tan
solo conocería la Casa de Austria; logrando un equilibrio altamente benéfico para muchos. Tras las derrotas
sufridas en Castilla se preocupó por hacer de sí mismo un hombre culto, amante de la ciencia, las
artes y las letras. Comprometiéndose con el mundo espiritual después de múltiples desgracias e
infortunios, bajo su mandato. Atento a los problemas de gobierno; dícese que vivía apesadumbrado
por al cargo que debía ejercer. Aquella tristeza enfermiza parece que comenzó a azotarle tras una
enorme derrota militar a las puertas de Mota del Marqués; aunque su melancolía patológica se
acrecentó años después -sufriendo crisis depresivas que le llevaron a vivir tan solo para mejorar su palacio
de Medina Al Zahara y para ampliar su Corte de científicos, músicos, artistas y estudiosos-. Tal era su
desdicha que antes de morir Abderramán redactó unas frases (que a continuación recogemos) donde
determinó cuántas jornadas había logrado ser feliz en toda su vida. Escribiendo: -“He reinado más de
cincuenta años, en victoria o en la paz. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por
mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No
existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado diligentemente los
días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: El total, suman catorce. ¡Humano, no cifres tus
anhelos en el mundo terreno!”.

El dibujo imaginado que recogemos de Aderramán III, es del conocido caricaturista del siglo XIX,
Ortego; cuya obra como pintor costumbrista e historicista nada tiene que envidiar a los artistas coetáneos.
Pese a ello, vivió infinidad de penurias y jamás fue reconocido; ya que tal como dijo Abderramán III, la
felicidad es un don que tan solo otorga el cielo y nunca el mundo terreno. De tal modo, Francisco Ortego no
logró fama, ni menos vivir cómodamente; en su caso debido a las ideas políticas que manifestaba.
Terminando por huir de España (junto a su numerosa prole) a cuenta de su discutido republicanismo.
Aunque -en verdad- fue perseguido porque le había granjeado enormes enemigos su mordacidad; habida
cuenta que se vio obligado a dibujar chistes para diversos periódicos de la época, en los que debía
extremar su crítica -para atraer lectores hacia esos diarios que le daban el único trabajo remunerado que
encontró-.

IMAGEN ABAJO: Mapa de las fronteras del Califato de Córdoba durante el siglo X (en tiempos de
Abderramán y sus sucesores más directos). En Rojo, marcada la linea fronteriza en tiempos del rey
Omeya tras ser vencido en Simancas en el 939 (donde perdió una gran parte de su territorio, llegando la
franja cristiana hasta el Guadarrama). En azul, las ampliaciones que se llevaron a cabo después, con
las campañas de Almanzor (caudillo de los nietos de Abderramán), quien recuperó a fines del siglo X
gran parte de la antigua frontera califal. Con un círculo rojo, se señalan las principales ciudades con
asedio o participación militar en este siglo; junto a ellas, aparecen Toledo y Córdoba con un círculo
azul. En color verde, la campaña de Abderramán en el 932; señalando el punto en el que Fernán
González le cerró el paso (junto a Osma, poco antes de que los árabes llegaran a su fortaleza y refugio en
Gormaz). En linea morada la campaña de Abderramán en el 939 cuando quiere vengar sus anteriores
derrotas y afrentas: Primeramente sube a Zaragoza para subyugar ese reino que se le había
sublevado. Tras ello, se dirige hacia el Duero y espera frente a Simancas que los cristianos se retiren;
pese a la superioridad numérica de su ejército, es vencido en esas tierras vallisoletanas y se ve
obligado a huir (abandonando sus ropas militares y hasta sus enseres más sagrados, para salvar la vida).
1) EL GRAN CALIFA Y SUS PRIMERAS DERROTAS:

Aquel al que muchos textos cristianos denominaban “Almanzor” (1) ; confundiéndolo con el caudillo
árabe que medio siglo después lucho por los mismos dominios de Castilla. En verdad era Abd-el-Rahmán y
fue el tercer monarca cordobés de aquel nombre; aunque el primero en declararse califa -como gran
Omeya que llegaría a gobernar nuestras tierras de España-. Proclamó su imperio independiente de
Damasco al ser el descendiente más directo de Mahoma; cuya familia tuvo refugiarse en Al-Andalus
siglo y medio antes de que él naciera. Viniendo sus antecesores -llamados Omeyas- desde la antigua
Siria; buscando primero refugio en el Magreb y poco después en la vieja Hispania; logrando alcanzar lo que
hoy llamamos Andalucía. Siendo allí donde en 756 su tatarabuelo -Abderramán I- logró ser reconocido
como emir, para fundar un reino distinto al de Damasco.

Así fue como unos ciento cincuenta años después de esa gesta, el descendiente más directo de aquel que
vino desde Siria, llegó a proclamarse califa en Córdoba, atreviéndose a crear un reino propio.
Gobernando bajo ese nombre de Abderramán (el tercero) logra que su “imperio” islámico fuera ajeno
al de las tierras de Bagdad. Durante los primeros veinte años de su mandato vivió enormes victorias;
promoviendo además grandes avances culturales y científicos. En el terreno militar, amplió sus
fronteras hasta tierras de Navarra, obligando a pactar con él a reyes y nobles cristianos, sin tregua ni
otra posible alianza. De tal modo, en el 932, tras sufrir varias revueltas de mozárabes (cristianos que
habitaban en sus dominios) decidió definitivamente tener como aliados -o súbditos- a varios monarcas
católicos. Comenzando por subyugar a los de Pamplona; sometiendo en su viaje hacia aquella zona del
Norte, a los de Zaragoza, un emirato al que fustigó con gran dureza. Más tarde y tras obligar pactar
Abderramán a los reyes de Navarra, regresó con sus ejércitos por tierras de Álava y Logroño.
Aunque allí le esperaba un intrépido rey llamado Ramiro, quien confiado por anteriores victorias, se
atrevió a cortar el paso a los musulmanes en las inmediaciones de Osma (2) . Nadie esperaba que
este hecho fuera a marcar la Historia y todos creyeron que se trataría de una escaramuza más; aunque el
devenir de los hechos y las consecuencias de aquel choque entre el Omeya y el rey de León tuvo
consecuencias inimaginables.

Con desconfianza y extrañeza recibieron los de Abderramán la aparición de aquel monarca cristiano
cerrando su camino, poco antes de llegar a la frontera con sus tierras (tras el paso de Gormaz). Pues
aquel que recientemente había recibido el trono de León era tenido por un extraño enemigo de los
cordobeses; desconociendo los del califa qué estrategias militares utilizaba y qué intereses le movían.
Principalmente al haber aprovechado durante el año anterior (de 931) las revueltas surgidas en Toledo
contra el gobierno musulmán. Mandando inmediatamente aquel Ramiro II ayuda a los insurrectos
toledanos; unos rebeldes que pese al apoyo de los cristianos del Norte, meses después fueron
aplastados. Aunque los de León no desaprovecharon la crisis que se vivía en la zona central de la
Península, por desestabilizar al reino de Córdoba; logrando atacarles en varios flancos y consiguiendo
finalmente la conquista de Madrid -en ese mismo 932- (3) . Una increíble victoria para un rey proclamado
tan solo veinte meses antes y que tomó la pequeña villa de Magerit sin gran sufrimiento; todo lo que le dio
confianza para creer que podía hacer frente a Abderramán III.

PARA COMPROBAR LA CAMPAÑA DEL 932 DE ALMANZOR Y EL LUGAR EN LE CORTAN EL PASO


UN AÑO MÁS TARDE (en Osma, junto a su fortaleza de Gormaz); VER MAPA EN SEGUNDA IMAGEN
DEL ARTÍCULO, DONDE PODREMOS COMPRENDER EL RECORRIDO (TRAZADO CON LINEA
VERDE).

IMÁGENES SUPERIORES: Arriba dos fotografías de la preciosa iglesia de Santa Ma. de Melque, a
pocos kilómetros de la ciudad de Toledo; sita en un lugar donde sabemos habitaban cristianos, bajo
el gobierno de los musulmanes. La ermita data de épocas visigodas, habiéndose quedado allí a vivir los
católicos que tras la conquista musulmana de Toledo admitieron el dominio de unos nuevos dueños; por lo
el lugar pasó a llamarse Melque (cuya voz indica "subyugados" en lengua árabe). Dichos cristianos que
continuaron en tierras del islam se denominaban mozárabes; un estilo que guarda la iglesia en
imagen y que pese a datar de tiempos visigodos, tiene trazos posteriores con rasgos árabes (entorno
al siglo X). Por lo que su construcción hemos de suponer se realiza en tiempos en los que había estas
sublevaciones de cristianos toledanos, como la que relatamos en los años de Abderramán III (hacia el 932).

IMÁGENES SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: En primer lugar (arriba), una fotografía de la ermita del
Cristo de la Luz, a la entrada Este de Toledo, por donde se supone que llegó el rey Afonso VI tras
conquistar la ciudad (en el 1085). Cuenta la leyenda que al superar la muralla toledana y cruzar el
primer arco, el caballo del monarca se humilló ante una mezquita en la que se veía una luz. Allí
mandó parar Alfonso VI a su séquito y a los súbditos que entraban triunfalmente en la ciudad, al ver
que su cabalgadura se postraba de rodillas ante ese santuario. Tras ello hizo abrir una fosa donde
procedía la luz que cegaba al caballo y comprobaron que en este lugar se hallaba un Cristo, junto a
un candil que no había cesado de lucir durante los trescientos años que la ciudad fue dominio de los
musulmanes. Por lo que aquel bello edificio fue cambiado de mezquita a iglesia; bajo el nombre de “Cristo
de la Luz” (cuya entrada podemos ver en la primera foto bajo este párrafo).

La siguiente imagen, bajo este párrafo; es la del arco de la antigua muralla, por donde se supone
subió Alfonso VI tras rendir Toledo (situado a unos pocos metros de la iglesia-Mezquita del Cristo de la
Luz). Acerca del interesante templo, sabemos que era ciertamente una ermita cristiana en época
visigoda y que al menos en el año 999 (390 de la Hégira) fue reconvertida en mezquita. Su recuerdo
como antigua iglesia visigoda seguramente dio lugar a la leyenda que narraba como durante
trescientos años mantuvo en el interior un Cristo y una lámpara que nunca cesó de dar luz.
Tras la derrota de Madrid y el levantamiento de Toledo propiciado por los cristianos; Abderramán
decide anualmente atacar el Duero, para amedrentar a los súbditos de reinos enemigos (principalmente a
los asentados junto a la frontera). Pues aquella linea del rio “d´oro” como sabemos, era principal marca
que separaba a católicos de musulmanes. Con esa intención, en el 933 llega hasta tierras de
Castilla. Y el modo en que se sucedieron los hechos lo narra Fray Justo Pérez de Urbel con las palabras
siguientes:"la primavera de 933, Fernán González averigua por sus espías que un gran ejército moro
avanza por el camino de Medinaceli, amenazando las plazas de Osma y San Esteban. Sus
mensajeros vuelan a León, y mientras él resiste el primer choque, Ramiro, consciente del
peligro, llama a todos los hombres en estado de tomar las armas, invoca el nombre del Señor y marcha
al encuentro del enemigo. Empeñose un duro combate ante los muros de Osma, salieron los
defensores en auxilio de los leoneses y el Señor dio la victoria a los cristianos. Muchos de los
soldados de Abd al-Rahman quedaron tendidos en el campo y los prisioneros se contaron por miles".

Fue esta la que se llamó Primera Batalla de Osma; que a jucio de los expertos se debió a que ese punto
geográfico era uno de los flancos principales que protegían el Este del Duero. Evitando esa zona
comprendida entre El Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz, los intentos de penetrar de los
musulmanes. Parando en aquellas colinas que franquean el paso a quienes desde allí se podían dirigir
hacia Castilla, a Álava o a la misma Pamplona. Debido a que esta zona de Soria es un enclave de
encrucijada que une los caminos que van de Aragón a Logroño; de Burgos a Valladolid o Segovia, y de allí
al País Vasco y a la Rioja (incluso posibilitado la subida hacia Navarra a través de Nájera) -ver mapa de
imagen segunda y bajo estas líneas- .
SOBRE ESTAS LINEAS: Mapa de la zona del Duero (Osma-San Esteban). Hemos marcado con
diferentes números y colores, las distintas urbes y puntos geográficos que refiere la leyenda que
hoy tratamos:

1)-. En rojo y con un (1) las fortalezas-ciudades de San Esteban de Gormaz y El Burgo de
Osma (Uxama), que cerraban el paso por el Duero llegando desde tierras califales (internándose por
Medinaceli, Almazán, hasta Gormaz).

2)-. En azul y con (2), los puntos de resistencia en la frontera entre musulmanes y cristianos, que
culminaban en Gormaz; la fortaleza entonces mayor de Europa. Un castillo califal que desde el 912
había sido recuperado por los cristianos. Aunque era un punto de continuos conflictos, que conquista de
nuevo Almanzor y sus seguidores; quienes lo convierten en uno de los enclaves militares más importantes
de la Edad Media. Tras Gormaz, al Sur: Berlanga de Duero que fue uno de los mayores eremitorios
por entonces del Islam y del cristianismo. Alzándose en sus proximidades una de las mezquitas (luego
ermita) más interesantes de la Península; posteriormente cristianizada como San Baudelio de Berlanga.
Bajo este enclave, la famosa Medinaceli, que contenía una gran ciudad árabe junto a la Ocillis hispano
romana (Medina Ocillis). Urbe plenamente dependiente del califato de Córdoba, donde repostaban y
descansaban los musulmanes cuando realizaban sus campañas militares por Castilla (recordemos que en
Medinaceli murió Almanzor y fue punto de paso para Abderramán III, antes de dirigirse a tierras fronterizas).

3)-. En verde, con un (3): Tres marcas de gran curiosidad.


-Primeramente Calatañazor (en árabe “monte del azor”), donde se conserva el refrán que dice “En
Calatañazor Almanzor perdió el tambor”: Señalando como aquel victorioso caudillo enfermó en sus
últimas batallas llevadas a cabo en las cercanías de esta población, debiendo regresar a Medinaceli,
donde murió en el 1002. En mi opinión fue aquí donde los cristianos dieron caza a los ejércitos de
Abderramán que huían de la derrota en Simancas (en el 939) y de ello aquel refrán, pues los castellanos
confundían a Abderramán con Almanzor.
-A la izquierda (Oeste) lugar hasta el que realiza las incursiones Almanzor en aquellos últimos años de
su vida -desde el 999-, llegando hasta Clunia (Coruña del Conde) y poniendo en peligro la zona del
Arlanza. Muy próxima al paso de Carazo y Hacinas; tan cercano al monasterio de San Pedro, donde
se escribe el poema de Fernán González, que confunde las batallas de Abderramán en Osma
(ocurridas entre el 932 y el 934), con estas posteriores de Almazor.
-Finalmente he señalado también en verde el paso por el cual se supone que huyeron los de
Abderramán al verse cercados y vencidos por las huestes de Fernán Gónzalez y el rey Ramiro, en la
contienda de Simancas (año 939). Habiendo sido capturados según los investigadores en el paso de
Riaza -tal como mantienen algunos medievalistas; aunque considero (personalmente) que les cortaron la
retirada en Calatañazor-.

4)-. En rojo y amarillo, con un (4): El camino hacia Carazo y Hacinas, donde el poema sitúa las batallas
(denominándolas de “Facinas y Carazo” en vez de Batallas de Osma y Simancas, tal como en realidad
fueron)

IMAGEN AL LADO: Madrid, Barrio de la Morería;


zona junto a la antigua Muralla, conquistada por primera vez en tiempos de Ramiro II.
ABAJO: Vista general de San Esteban de Gormaz; al fondo su alcazaba-castillo tristemente ya en
ruinas. Como decimos, es este un paso fundamental entre Aragón y Castilla, cerrando la entrada hacia
tierras del Duero a quienes se internaban desde las cercanías de Calatayud o de zonas del Sur y del Ebro
(por el camino de Medinaceli y por los Altos de Lubia o Barahona).

Sigue Fray Justo Pérez de Urbel narrando cómo en la posterior primavera regresa Abderramán hasta
el mismo punto, con el fin de recuperar su honra, tras la anterior derrota en Osma. Sucediendo lo que
describe el fraile con las siguentes palabras: "Al año siguiente, los cordobeses se presentan otra vez
delante de Osma, deseosos de vengar la pasada afrenta. Peor preparados que en 933, los cristianos
optaron por encerrarse en sus fortalezas. El rey Ramiro se encerró en la de Osma, negándose a
aceptar la batalla. Fernán González debió buscar refugio en otro castillo seguro, tal vez el de Lara, o
en el castellar inexpugnable de Carazo, que el poema une a su nombre. Dejando un cuerpo de ejército
encargado de atacar a Osma, Abd al-Rahman marchó hacia el Este, atravesó los pinares de Soria y se
internó en país cristiano. El objetivo principal del califa era el reino de Navarra, como en 924" (4) .

Suponen los medievalistas que en su huida (más que “encierro”) tanto el conde como el rey
retrocedieron hacia la zona de Hacinas; situada al norte -ya en Burgos- y muy próxima a los
monasterios de Silos y Arlanza (donde doscientos años después redactarían el poema de Fernán
González). Debido a ello, se cree que el monje que en el siglo XIII transcribió el texto épico que narra
aquellas batallas entre Abderramán y los cristianos; las localiza en Hacinas y junto a Carazo (no en
Osma y en San Esteban de Gormaz, donde realmente sucedieron). Confundiendo la zona en la que se
refugiaron al ser perseguidos por los sarracenos en la segunda campaña del 934; con aquella otra en la que
lucharon a campo abierto un año antes; donde los musulmanes conocieron una gran derrota. Llamando así
el Poema de Fernán Gónzalez “Batalla de Hacinas” a la que debió denominar “Batalla de Osma”, tal
como en verdad fue. Aunque hemos de considerar que la cercanía de Hacinas y Carazo al
Monasterio de San Pedro de Arlanza (donde fue redactado el texto) hizo que incluso volvieran a
situar las siguientes campañas de Fernán González en ese alto burgalés. Sin mencionar siquiera el
lugar en el que finalmente Abderramán es vencido por las tropas de Ramiro y el conde. Quienes le
derrotaron junto a Valladolid, en el paso de Simancas; a orillas del Pisuerga y donde se une con el Duero
(seis años después de la primera victoria de Osma). Pese a todo; el lugar de luchas y batallas que
mencionará el texto épico de Arlanza, será este de Hacinas.

Tras leer el párrafo anterior, vemos como los clérigos -o el monje- que redactaron el poema, dos siglos
después de que sucedieran los hechos; confundieron la localización. Situando las principales gestas
de Fernán González en las cercanías de sus monasterios y no donde realmente se habían acontecido. Pero
no solo es este, un error en el Poema de Fernán González; pues también hay en sus versos otra grave
confusión, ya que denomina Almanzor a Abderramán. Confundiendo al Califa Omeya que reinó a
comienzos del siglo X, con el caudillo musulmán que dirigió los ejércitos de Al-Ándalus unos
cincuenta años después. Pese a todo, esos “fallos” manifiestos -ya que Fernán González no fue
coetáneo de Almanzor- son totalmente comprensibles; pues el general musulmán realizó diferentes
campañas por tierras de Castilla, en lugares muy cercanos a los que frecuentaba unos decenios
antes Abderramán III. Tanto es así, que en el año 990, Almanzor tomó Osma y en el 993 atacó también
San Esteban de Gormaz; llegando en la campaña siguiente hasta Clunia (Coruña del Conde, ciudad
romana junto a Peñaranda de Duero, poniendo en peligro las tierras del Arlanza). Todo lo que
seguramente confunde el texto de Fernán González; considerando que la gesta de parar a Almanzor
en Hacinas -del año 994-, fue la misma a las victorias del conde en Osma y Simancas contra
Abderramán (sucedidas medio siglo antes). Cuanto decimos, explica el error y la identificación de
Almanzor con Abderramán en el Poema de Fernán González. Debido que las figuras de ambos
guerreros legendarios tienen muchas coincidencias; incluso fonéticas en su nombre.

De tal manera, el poeta refiere las gestas de Fernán Gónzalez, sucedidas en Osma durante el verano del
933; confundiéndolas con otras del año 994. En versos como los que a continuación recogemos (5) .
VII. LA RECONQUISTA DEL CONDE
Toma de Carazo
començo a los moros // muy fuerte guerrear;
movio se con sus gentes, // Caraço fue çercar,
una sierra muy alta, // muy firme castellar.
El conde castellano, // con todos sus varones,
conbatian las torres // a guisa d'infançones,

IMÁGENES SOBRE Y BAJO ESTAS


LINEAS: Dos fotografías del castillo de Osma, junto al Burgo de Osma y en las cercanías de lo que
fuera la Uxama romana. Un punto estratégico principal y un enclave fundamental para evitar las
penetraciones musulmanas desde Aragón, via el Este del Duero.

IMÁGENES BAJO ESTAS LINEAS: En la primera vemos el paso del río Ucero por las cercanías de la
Uxama ibero-romana; poco antes de unirse al Duero. Abajo podemos observar la espectacular iglesia
románica de San Miguel, en San Esteban de Gormaz.
Iglesia románica de San Miguel, en San Esteban de Gormaz.
.

2) LA SUBLEVACIÓN DE ZARAGOZA Y EL ATAQUE DE ABDERRAMÁN:

Sabemos por las crónicas árabes y cristianas, que tras la Batalla de Osma, el triunfal Ramiro decidió
pactar con el emir de Zaragoza, con el fin de “liberarle” de su señor cordobés. Pues Abderramán
acusaba a ese mandatario de ineficaz o de traidor, culpándole de sus derrotas junto al Duero en el
933. Por su parte, muchas eran las revueltas que en la antigua Cesaraugusta se sucedían; por el rechazo
de los zaragozanos hacia los del califato Andalusí. Cuyas hordas repetidamente había llegado hasta esa
ciudad, para aplacar las mencionadas escaramuzas y subyugar a los que se levantaban contra el poder
Omeya. Aprovechado estas circunstancias, los desacuerdos y las inesperadas victorias de los
cristianos -que literalmente se habían burlado del califa y de su poderoso ejército (en Osma)-. El emir de
Zaragoza (Aboyaia) se atrevió a buscar el apoyo de los reyes de León y de Navarra, abandonando a
su señor Aberramán; quien hasta entonces le consideraba un inepto, aunque al verle pactar con el
enemigo pasó a tacharle de verdadero traidor. De tal modo, Ramiro I fue jurado en el 937 como nuevo
soberano del emir, e incluso aplastó con su ejército a los zaragozanos que no le admirían como autoridad
suprema. En esta labor que duró unos dos años (desde el 35 al 37), ayudaron enormemente los de
Pamplona al rey leonés. Convenciendo a Aboyaia de que pactara con los cristianos y mandando desde
Navarra mesnadas que ocuparon los principales castillos de esas tierras junto al Ebro.

Abderramán al verse humillado, engañado y vencido por monarcas tan paupérrimos como astutos;
decide dar un escarmiento a los mandatarios cristianos, reclutando un enorme ejército durante
meses. Para ese fin envió misivas en el 938 a todas sus ciudades, logrando hacerse con unas cien mil
almas que unió a sus huestes y que deseaba lanzar como un solo hombre sobre las tierras que consideraba
de traidores (el condado de Castilla, el reino de León, el de Navarra y el de Zaragoza). Antes de reclutar la
totalidad de los soldados, avanzó con una parte de ellos hacia zonas cercanas a León (ese mismo
verano del 938), pretendiendo atemorizar a los cristianos. Aunque aquellos no se vieron tan
intimidados como él pensaba; pues los católicos se atrevieron pocos meses después a bajar hasta los
dominios califales de Badajoz, donde arrasaron y robaron cuanto pudieron; todo lo que enervó aún más al
cordobés. Así, enfurecido, creyendo que era tan superior como temido entre los enemigos del Norte; armó a
los más de cien mil hombres con los que contaba y en junio del 939 se dirigió desde Córdoba a
Toledo, donde terminó de unir gentes a su enorme ejército. Meses antes había enviado una parte de ese
contingente hacia Zaragoza, que llegó hasta Medinaceli y desde allí alcanzó pronto Calatayud; donde
realizaron su primera razzia, con el fin de dominarla y asustar a todos los sublevados de esas
zonas. Más tarde entró el mismo Califa en Zaragoza, para realizar en esa urbe una terrible represalia;
sometiendo y humillando al traidor emir (junto a los súbditos que se habían atrevido a pactar con Ramiro
y los de Navarra). Poco después fueron conquistando los de Córdoba uno a uno todos los castillos cercanos
a esa ciudad sublevada -en su mayoría ocupados por navarros- y tras ello obligaron al emir (Aboyaia) a
atacar la misma Pamplona. Advirtiéndole que si no asolaba aquellas tierras con las que había pactado,
serían las suyas las destruidas. Obedeciendo el zaragozano, arrasó cuanto pudo, actuando de nuevo
como súbdito de Abderramán y haciendo capitular a su la reina (Toda) que también declaró Navarra
unida al califato cordobés.

ARRIBA: Arriba un Dirham de Abderramán III acuñado entre los años 930 y 940 en que se suceden los
hechos que relatamos.
.

IMÁGENES SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Varias fotografías de


la ermita-mezquita mozárabe de San Baudelio de Berlanga, junto a Berlanga de Duero (agradecemos
a la institución de San Baudelio, nos permita divulgar nuestras imágenes). No sabemos realmente el
origen de este templo, que se supone fue antes una gruta para eremitas, cuyos enterramientos se
hallarían junto a la iglesia y datan del siglo X. Pese a ello, por su aspecto más nos parece que
previamente a dedicarse al culto cristiano, hubo de ser un lugar de peregrinaje y rezos para los
musulmanes, cuya enorme fortaleza de Gormaz se encuentra apenas a unos kilómetros (camino del
Duero). Posteriormente, al conquistar el castillo de Gormaz los católicos (en el 912) quizás
establecieron en ese eremitorio a “hombres santos”: Monjes de origen mozárabe, que hablasen la
lengua y conocieran las costumbres de los musulmanes; comúnmente utilizados para pactar en las
fronteras, ya que lograban evitar que unos y otros atacasen en sus razzias a los campesinos y a las gentes
de bien que por allí habitaban. Las pinturas más importantes de esta ermita de San Baudelio, tristemente
fueron vendidas hace un siglo a Norteamérica; aunque después pudieron ser recuperadas por el Museo de
El Prado, donde actualmente se exhiben. De igual manera, la Fundación Lázaro Galdiano logró comprar la
iglesia-mezquita y donarla al Estado hacia 1950; gracias a lo que comenzó la recuperación de esta joya
mozárabe (que probablemente fue usada en distintas épocas para ambos cultos: El musulmán -tal como
desvela su estilo- y el cristiano, que se hace evidente en su altar y coro).

San Baudelio de Berlanga


ABAJO: Vista general de Berlanga de Duero, donde podemos observar a un lado la enorme fortaleza
que fue castillo y palacio desde época cristiana (tras su Reconquista sobre el 1060), pero que hubo de
ser también un importantísimo enclave árabe -muy cercano a Gormaz-

Siguen las crónicas narrando que en julio del 939 (tras subyugar Zaragoza y Navarra) aquellos
musulmanes recibieron la orden de atacar los dominios de Castilla y de León; viniendo muchos desde
la conquistada Cesaraugusta y llegando los más desde Al-Ándalus (subiendo por Toledo). Unos y otros -que
superaban los cien mil hombres- al mando de Abderramán decidieron reunirse en tierras vallisoletanas,
con el fin de lanzarse hacia Zamora e incluso llegar a las proximidades de Asturias y Galicia (para
sembrar el terror en territorio cristiano). Durante ese tórrido mes de Julio y en su camino hacia el Duero; los
que provenían del Sur iban atacando las poblaciones importantes que hallaban a su paso (Olmedo o Íscar);
mientras los que venían del Este, arrasaban las zonas cercanas a Soria (Berlanga o Almazán). Terminaron
por encontrase todos en las cercanías de unos montes próximos a Valladolid, llamados ya por
entonces de Portillo (en virtud de que era ese lugar un puerto y puerta hacia tierras musulmanas o
fronterizas). La superioridad en hombres del ejército de Abderramán era tal, que nadie tenía duda de
su segura victoria. Además, la fortaleza y preparación de su ejército era tanta, que quizás pensó bastaría
con situarse frente a aquellas colinas vallisoletanas para que los cristianos se rindieran y
pactaran (atemorizados). Pero no fue así y muy por el contrario Ramiro logró reunir allí a sus tropas junto a
las de Fernán González y las del Conde Ansur; mientras fueron llegando hasta las inmediaciones enormes
contingentes de gallegos, asturianos, e incluso navarros (deseando enfrentarse y sin temor alguno).

Los musulmanes eran mayor número e iban mejor armados; de lo que se deducía la batalla apenas duraría
unas horas. Además, en ese escenario previsto por el califa, se produjo un extraño hecho,
ocultándose el Sol durante casi un día a causa de un eclipse (el 19 de julio del 939). En mi opinión fue
este el motivo por el cual Abderramán elegiría esas fechas, seguramente asesorado por sus
astrónomos y sabiendo que en los días en que sus tropas aparecieran por tierras fronterizas con los
cristianos, el Sol dejaría de lucir. Toda una argucia utilizada por diversos generales a lo largo de la
Historia (como hizo Tales de Mileto y fue usada por Colón o Hernán Cortés); que en verdad ganaron
batallas, ante el temor de quienes se retiraban al ver avanzar el enemigo mientras se hacía la noche en
pleno día... . Pese a ello, los de Ramiro ni retrocedieron, ni se asustaron; aunque las crónicas -e incluso
en el Poema de Fernán González- mencionan un hecho que quizás se refiere ese eclipse. Pues en
todas ellas se dice que antes de la batalla se vio sobre el cielo una sierpe (o un dragón)
ensangrentado. Algo que los católicos interpretaron como un signo del maligno, realizado por los
“encantamientos” del Califa y que no temieron (señalando quizás, como los astrónomos podrían haberle
asesorado esas fechas para amedrentar a los rivales). Por cuanto expongo, en mi opinión esa visión del
dragón celeste muy posiblemente nos hable de la mencionada ocultación solar y de la argucia
intentada por Abderramán; para atemorizar a quienes en su incultura creyeran que ese hecho era un
signo divino y nefasto (o de mal agüero). De tal manera, leyendo los versos del Poema de Fernán González
(que recojo al final de este artículo) vemos claramente la imagen de aquella sierpe celeste, quizás como la
sublimación de una realidad histórica; describiendo que los cristianos no se dejaron engañar por ese hecho.
Al estar advertidos o alertados de que el califa y sus huestes iban a aparecer cuando se apagara el Sol. Sin
lograr Abderramán amedrentar así a sus enemigos; que muy posiblemente fueron prevenidos, por
espías o por astrónomos propios.

Por todo cuanto decimos, los musulmanes se vieron obligados a avanzar y a entrar en batalla; pues
los cristianos les esperaban en la margen Sur del Pisuerga, junto a Simancas y a muy pocos
kilómetros de Portillo (el último lugar donde habían parado los más de cien mil hombres al mando del
Cordobés). Los hechos sucedieron el primer día de agosto del 939 y se prolongaron al menos cuatro
jornadas, en las que todos pelearon de forma terrible y sanguinaria. Al cuarto día parece que
Abderramán se vio vencido y huyó junto a muchos de los suyos; el resto se dispersaron, aunque el
califa advirtió que retrocedían porque ya habían cumplido su misión... . El éxodo del rey de Córdoba fue tan
apresurado que las crónicas narran como dejó en Simancas hasta sus ropas militares (cubiertas de oro) y
sus objetos más sagrados, escapando de una muerte casi segura. Por lo demás, en su retiro los
musulmanes siguieron destruyendo pequeños poblados, ante la derrota sufrida y la rabia contenida. En ello
se entretuvieron al retroceder hasta la zona de Ayllón; aunque las crónicas narran como allí les
alcanzaron otros bandos al mando de Fernán González, que saliendo desde Osma les rodearon y
vencieron (haciendo bajas y presos por doquier entre los de Córdoba). Hechos que sitúan los medievalistas
a la altura de Riaza, aunque en mi opinión sucedieron en Calatañazor, junto a sus barrancos y de allí el
refrán que dice “En Calatañazor, Almanzór (Abderramán) perdió el tambor”.
IMÁGENES SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, fotografía del Castillo de Simancas hacia 1920;
en sus inmediaciones se libró la famosa batalla entre Abderramán y los reyes cristianos, desde el 1
al 4 de agosto de 939 (agradecemos al Archivo de la Fundación Joaquín Díaz, nos permita divulgar esta
imagen de su propiedad). Abajo, el Duero a su paso por Tordesillas, donde se une con el Pisuerga;
justo frente a la explanada donde se libró la batalla de Simancas (fotografía tomada en los mismos
meses de verano y en el lugar en que se llevó a cabo esa campaña).
BAJO ESTAS LINEAS: Mapa ampliado con las fronteras y batallas de Abderrámán y Almanzor. Zona de
León y Castilla (de la batalla de Simancas a las campañas de Almanzor).

3) LA VICTORIA DE SIMANCAS; SU MENCIÓN EN LAS CRÓNICAS Y TEXTOS MEDIEVALES:

Como hemos dicho, aquella gran derrota de Abderramán del 939, fue narrada en el Poema de Fernán
Gónzalez englobándola en las “Batallas de Facinas” (Hacinas). Descrita en tres jornadas y donde
asimismo se aparece San Millán, tal como las crónicas mencionan que sucedió en la de
Simancas. Dicha victoria (la primera de enorme importancia frente a Al Andalus) se menciona
también con igual nombre, en otro poema épico intitulado “Votos de Fernán González o Privilegio de
Fernán González concedido al monasterio de San Millán de la Cogolla”. Donde igualmente aparece el
conde, derrotando a los sarracenos en Hacinas con ayuda de San Millán. Una obra que aunque se
pretendió fechar en el 934, después se demostró que en verdad fue escrita en el siglo XIII y quizás en
San Millán de la Cogolla. Por lo tanto, coetánea al Poema de Fernán González y también redactada
doscientos años después de que ocurriesen los hechos (de allí los errores de localización y en los
nombres de los personajes). Otro de los documentos que narra similares acontecimientos es la
“Vida de San Millán” de Gonzalo de Berceo -de misma época que los anteriores-; donde el famoso
escritor de “Los milagros de Nuestra Señora” recoge de forma parecida la batalla y la ayuda del santo Millán
(que antes de Santiago fue patrono de España). Por todo cuanto se expone, hemos de deducir y afirmar
que la famosa Batalla de las Hacinas -reflejada en el poemario de San Pedro de Arlanza, en el de Berceo
y en de San Millán-. Es en verdad la de Simancas y otras anteriores gestas en las que el rey Ramiro
derrotó a los de Córdoba (en Osma, en San Esteban o en las mismas Hacinas y Carazo). De tal
manera, Fray Justo Pérez de Urbel nos relata sobre estas luchas supuestamente llevadas a cabo en
“Facinas”, lo siguiente:
"La historia manifiesta que Abderramen tomó hacia Salamanca, orilla abajo del Tormes con los restos del
ejército, en donde le volvió á atacar y derrotar D. Ramiro. Por otra parte, la batalla de Hacinas que aquí
introduce Llorente es un hecho no reconocido en la historia. De los escritores antiguos no hay ninguno que
haga memoria de semejante batalla, y de los de la edad media que la refieren, hay mucha discordancia en
el tiempo y mucha falsedad en el personaje con quien se verificó. Mariana la pone entre el año 956 y 958;
Garibay y Sandoval en 931, Y Carrillo en 930, años que ni convienen entre sí, ni con el año 938 en que se
verificó la de Simancas, ni con el de 939 en que quiere colocarla Llorente. Un monje anónimo del
Monasterio de San Pedro de Arlanza, a mediados del siglo XIII, escribió en versos alejandrinos el Poema de
Fernán González, en el que dedicaba a la Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el
Poema. Se trata de un canto épico dedicado a exaltar la figura de Fernán González y a la Batalla de
Hacinas, que en las estrofas 389 y 558 figura como Fazinas. Aunque los modernos historiadores consideran
este hecho como legendario, la batalla ha perdurado en la mente de los hacinenses a través de los siglos y,
en los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres evocadores: Campo los Muertos,
Acerón. En 1840, al excavar un ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común que
podrían corresponder a los muertos en la batalla" (6) .

Fortaleza califal de Gormaz


SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Diferentes imágenes de la fortaleza califal de Gormaz. En estas
vemos sus extensas murallas, sus vistas hacia el Valle del Duero desde lo alto de su alcazaba (que
alcanzan kilómetros de distancIa). Gormaz había pasado a manos cristianas en el año 912, aunque fue
continuo motivo de luchas entre ambos bandos. Volvió a ser reconquistado por el sucesor de Abderramán,
quien lo convierte en una enorme fortaleza casi inexpugnable. Siguió siendo centro de conflictos entre
musulmanes y cristianos, hasta que lo toma definitivamente Fernando I (en el 1060); llegando poco después
a nombrar señor de Gormaz a El Cid (Rodrigo Díaz de Vivar, ya en tiempos de Alfonso VI) . Si observamos
el mapa anterior (unas imágenes más arriba), observaremos que esta fortaleza de Gormaz cortaba el
paso entre Medinaceli y el Duero; que subía por Rello (o por los Altos de Barahona) y llegaba hasta
Berlanga, donde como recordaremos se situaba un eremitorio (dedicado a San Baudelio). Mezquita y
después ermita en la que con toda seguridad se refugiaban los “hombres buenos” de la época, quienes
comúnmente intentaban mediar para que “unos y otros” no entrasen en batalla (o no dañaran a la
población).

.
Gormaz

IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Fotografía superior, de nuevo la vista desde el arco califal de Gormaz,
aunque en este caso se observa además la iglesia mozárabe que se levantó a las faldas de esta
enorme base militar musulmana. Como decimos, a mi juicio estas iglesias mozárabes situadas en las
fronteras tendrían como misión mediar e intentar que los soldados no llevasen las guerras a las
gentes de bien; interponiendo hombres santos (sacerdotes o eremitas) que cuando aparecieran los
ejércitos hablasen con “unos y otros” para evitar que atacasen a la población. De ello, la figura del
mozárabe (cristiano que vivía en tierras musulmanas y que comprendía ambos idiomas y a las dos
facciones) era fundamental; tanto que se considera al mismo Cid Campeador una figura mozárabe, por lo
que en ocasiones luchó en el bando de cristianos, pero en muchas otras para los musulmanes.
.
Gormaz; vistas desde la fortaleza y abajo su iglesia mozárabe.

Abajo, un dirham de Abderramán III, acuñado hacia el 940, hallado en Gormaz.


Por su parte, acerca de los hechos ya referidos en Simancas nos dirá el mismo autor (basándose en otros
investigadores que cotejaron las crónicas árabes y castellanas):

“Abd al-Rahman III decidió organizar una campaña decisiva contra los Reinos de León y Navarra y acabar
una vez con la audacia de los Cristianos del Norte, que no abandonaban su actitud hostil al Estado
cordobés y parecían poco dispuestos a reconocer la supremacía y el poder político y militar del Califa
(…) Parece que junto al Monarca leonés se encontraba en aquella ocasión la propia Reina Toda de
Navarra, y desde luego, allí estaban los condes castellanos Fernán González y Assur Fernández e incluso
el musulmán rebelde al Califa Umayya ben Ishaq al-Qurashí, que se había puesto al servicio de Ramiro II
(…) El primero de Agosto Comenzada la batalla entre Cordobeses y Cristianos con ligera ventaja inicial para
las tropas de Abd al-Rahman III, pronto el vigoroso ataque del ejército de Ramiro II empezó a hacer difícil la
situación de los `Caldeos´, como llamaban los cronistas cristianos a los Musulmanes, y éstos sufrieron una
gran derrota cerca de las murallas de Simancas. Se vieron forzados a una fuga tan precipitada que el
mismo Califa tuvo que abandonar sobre el campo su cota de mallas de oro y el precioso ejemplar del
Corán, que siempre llevaba consigo (…)

A marchas forzadas tuvo el Califa que regresar a Córdoba con los restos de su ejército, y, descontento con
la conducta de sus oficiales en el combate, ordenó que fuesen crucificados muchos de ellos como traidores
al Islam. Así terminó la orgullosa `campaña de la omnipotencia´; Abu Yahya de Zaragoza fue hecho
prisionero por Ramiro II y el Califa ya no se aventuró en lo sucesivo a exponer su persona a los Del Duero
al Tormes riesgos de las batallas y no volvió a mandar personalmente ejércitos (…) En el 940, la gran
victoria cristiana de Simancas hizo, sin duda, posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés,
y la frontera del Duero, que desde hacía algunos años se extendía desde Osma hasta Zamora y la raya de
Portugal para avanzar luego hasta el Mondego, se adelantó ahora y llegó al río Tormes” (7) .

Sobre la retirada de los musulmanes y la huida a toda prisa también recogen los textos como
muchos de aquellos que escapaban, fueron cercados cortándoles los cristianos la retreta.
Apresándoles los de Fernán Gónzalez que salieron para ese fin desde Osma (al saber que intentaban
regresar los musulmanes a tierras califales). Considerando algunos investigadores que ello sucedió
junto al lugar de Riaza (tal como antes mencionábamos). Describiendo esos hechos Pérez de Urbel con
las siguientes palabras:

“Lévi-Provençal cree que la derrota definitiva del ejército de Abd al-Rahman III tuvo por escenario las
proximidades de Simancas, y que, por consiguiente, no se consumó en una segunda batalla, en la que los
Cristianos, a muchas leguas de Simancas, habrían diezmado a los Musulmanes fugitivos, y que el cronista
Sampiro sitúa en la “urbe de Alisan Llega” (identificada por Dozy con un lugar de este nombre en la
provincia de Salamanca). Para Lévi-Provençal, Sampiro confundió “Alhandega” (en árabe, ‘Madinat al-
jandaq” = la ciudad del foso) con un foso defensivo (al-jandaq) construído por los Cristianos en las
cercanías de Simancas y en el que, según lbn al-jatih, cayeron los Musulmanes perseguidos por los
guerreros asturleoneses. Pero esta tesis de Lévi-Provençal no tiene en cuenta -en opinión de Sánchez
Albornoz, que amablemente me expone éste en una carta-, lo extraño que resulta que el ejército de Abd al-
Rahman combatiese con un foso a sus espaldas, ni tampoco el hecho de que los Anales Castellanos
primeros, que son la fuente más cercana a los hechos en cuanto procede del siglo x, hablen claramente de
dos batallas, separadas una de otra por el transcurso de varios días y cuando los Cordobeses proseguían
su fuga; tratando de salir de tierras Cristianos”. (8)
Sobre cuanto refieren y difieren los textos y autores antes mencionados, tan solo querríamos añadir que la
“Alhandega” que indica Lévi-Provençal en Salamanca, existe. A mi juicio se correspondería con Fresno
Alhóndiga, que en verdad está a muy pocos kilómetros, al sur de esta ciudad. Aldea que se halla en un
barranco y de allí su nombre (aunque conociendo bien la zona, no me parece personalmente este un lugar
donde se pudieran refugiar quienes huían hacia sus dominios califales y menos un área donde se pueda
cercar a un gran ejército). Por ello, creo personalmente que si salían desde Osma las huestes de
Fernán González para cortarles la retirada; donde pudieron dar “caza” a los sarracenos que huían en
una zona de barrancos (Alhandega), sería en Calatañazor. Cuyos barrancos son muy pronunciados y
que constituye un paso imprescindible entre Castilla y Zaragoza. Siendo muy fácil cerrar el flanco en
ese lugar, viniendo desde El Burgo de Osma, que dista apenas a unos kilómetros de aquel lugar
denominado en árabe “montaña del azor” (Calat-al-Azor) y donde se supone “perdió Almanzor el
tambor” (caudillo árabe, que como sabemos, confundían la mayoría de los textos cristianos con su
antecesor, Abderramán III).

Calatañazor:
SOBRE ESTAS LINEAS: Dos fotografías de Calatañazor, la población que recuerda las gestas que
mencionamos con el dicho: “En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor”. No sabemos si esta frase
se menciona porque en las cercanías de este lugar denominado “la montaña del Azor” (quizás por
ser el punto de vigía musulmana) alcanzaron los de Fernán González a cuantos huían del Duero en
agosto de 939. O bien porque en el año 1002 enfermó muy cerca de esta población el verdadero Almanzor,
que se retiró a morir a Medinaceli. A mi juicio y conociendo que el poemario medieval confunde a
Abderramán con Almanzor, tan solo observando la situación de Calatañazor (a unos veinte kilómetros de
Osma) y sus enormes barrancos. Creo que es este el lugar de “Alhandega”, donde pudieron cerrar la
retirada a los que huían de la batalla de Simancas, causando grandes destrozos en el ejército califal
(tal como recogen las crónicas que antes vimos). Por cuanto refiero, en mi opinión, se dice que fue en
Calatañazor donde “Almanzor perdió el tambor”, aunque en realidad hubo de ser donde “Abderramán perdió
el Corán”. Tal como manifiesta la Historia que narra como el califa al salir huyendo, durante la batalla de
Simancas, llegó a abandonar sus enseres más sagrados, para salvar su vida.

IMAGEN ARRIBA Y ABAJO: Sobre estas lineas, ermita de Nuestra Señora de Castellanos, a las
afueras de Mota del Marqués. La iglesia que vemos en fotografía fue reconstruida durante el siglo
XVI, partiendo de un culto muy anterior; pues la veneración a esta Virgen es claramente
mozárabe. Acerca de esa ermita, solo sabemos que en aquel lugar de Mota del Marqués (antes llamada
Mota de Toro) hubo una encomienda de los Caballeros Teutones -desde época de Alfonso
X-. Aunque Nuestra Señora de Castellanos hubo de ser muy antigua, existiendo documentos que la
fechan en tiempos de Fernán González, sabiéndose que su veneración llegó con este conde
(seguramente tras la victoria de Simancas).

Abajo, podemos ver la cruz que se tiene como Teotuna (al ser “patada” y de tipo germana); es esta la
única pieza o sillar que recuerda un pasado remotísimo e importante del templo y que se fecha en
tiempos de Alfonso X el sabio. Aunque la ermita a mi juicio debió edificarse hacia el 940; cuando
Fernán González venció a Abderramán y llegaron a la zona gentes venidas desde tierras
lejanas (mozárabes). Muchas de ellas huidas desde Córdoba y Toledo, que pudieron acogerse a los edictos
de repoblación; tras la ampliación de la marca y frontera con los árabes, que después del 939 bajó hasta el
Guadarrama (prácticamente a Madrid; aunque Almanzor, cincuenta años más tarde recuperaría una gran
parte del territorio perdido por Abderramán después de Simancas).

4) LEYENDA DE NUESTRA SEÑORA DE CASTELLANOS:

El hecho más cierto, es que la batalla de Simancas modificó las fronteras del Califato de Córdoba,
reduciéndolas en centenares de kilómetros (al menos durante unos cuarenta años y hasta la llegada de
Almanzor a tierras castellanas). Tanto fue así, que al Oeste de León se bajó “la marca”, desde el Duero
hasta el Tormes; lo que significa que la linea pasó de Zamora a Salamanca, o de Toro a Puente Congosto.
Por su parte, en la zona central la ampliación territorial trasladó la frontera que antes se hallaba en
Simancas, a las cercanías de Segovia. Logrando cambiar la “marca” de Valladolid, por otras situadas en
Sepúlveda y Riaza (junto al Guadarrama). Tan solo quedó la linea de Gormaz y Berlanga, como punto
inestable y zona de conflictos permanentes; cuya gran fortaleza había sido tomada ya por los cristianos en
el 912, pero que fue reconquistada varias veces y domoinada finalmente por el sucesor de Abderramán,
quien lo convierte en una enorme ciudadela casi inexpugnable. Por todo cuanto narramos, se entiende
que después del 939 llegaran a la zona de Simancas multitud de cristianos, huidos de tierras
califales. Gentes llamadas mozárabes, que bajo el dominio de los musulmanes en ocasiones sufrían
hasta la esclavitud; pero que se verían liberados tras la nueva marca (que alcanzaba casi el
Guadarrama). Ello impulsaría a que escapase un gran número de cristianos de Toledo y Zaragoza,
incluso muchos cordobeses; que llegarían hasta el reino de León o al condado de Castilla sabiendo
que tras el Duero ya la vida era estable y tranquila (sin temerse de continuo la aparición y razzias de los
musulmanes). Creándose zonas, como Mota o San Cebrián, habitadas por comunidades mozárabes y
cuya utilidad era enorme; pues conocían hasta el idioma de los súbditos de Córdoba. Estando
adaptados esos mozárabes a las costumbres y maneras de los musulmanes, hablando su lengua; servirían
a los cristianos para dialogar (en caso de tratados) o como espías y estrategas (en el de guerras).

Acerca de Nuestra Señora de Castellanos, históricamente no cabe la menor duda de que llegó a Mota
del Marqués por mano de Fernán González; quien amplió su condado tras aquella victoria en
Simancas, pues hasta entonces el reino de León llegaba hasta más al Sur de Urueña. Por cuanto
hasta el 939 los dominios desde Benavente hasta el Duero, eran del rey leonés; aunque tras la derrota de
Abderramán y con la ampliación de marcas, aquellos nuevos dominios pasarían a ser reclamados
por Fernán González -incluidos en Castilla-. Siendo así, no nos extraña el nombre de la Virgen que
veneraron en Mota; ya que esas tierras que antaño fueron del monarca leones, pasaron finalmente a
ser de los “Castellanos” (después de la victoria en Simancas). Ello hace entender por qué aquel conde
extiende esta advocación después del 939; dejando el mismo Fernán González en Mota del Marqués, el
pendón suyo que mostraba la efigie de María y al que llamaban Señora de Castellanos. Una historia
que perfectamente han recogido varios investigadores (como Fernández-Prieto), quien nos dice
textualmente:

“Don Casimiro Erro Irigoyen, que fue Canónigo Magistral de Zamora, y el historiador zamorano Don
Urcisinio Álvarez Martínez (hace ahora noventa y cinco años) publicaron en la revista Zamora Ilustrada dos
interesantes estudios sobre la iglesia de Nuestra Señora de Castellanos de la Mota, mencionando la
tradición de que ésta en sus orígenes fue un santuario votivo fundado por el Conde Fernán González, por
las victorias conseguidas por éste contra los moros” (9) .

Estas mismas circunstancias podemos leerlas en la obra MEMORIAS HISTÓRICAS DE LA CIUDAD


DE ZAMORA; escrita por Cesáreo Fernández Duro y editada en Madrid en 1872. Quien textualmente
narra como tras haber vencido Fernán González a Abderramán (en este caso; habla de la victoria de Osma
del 933); tuvo el conde que huir hasta Mota. Allí queriendo agradecer a la Virgen su vitoria,
reconstruyó un santuario que los infieles habían destruido a la salida de aquella población. Así,
pidiendo los motanos que el conde les dejase su estandarte, le rogaron que lo ofreciera al templo
antes de regresar a Burgos. Pero no atreviéndose a depositar allí su pendón y dejar a sus soldados sin tan
valiosa insignia; Fernán González mandó hacer una copia que donó al santuario reconstruido por él en
Mota (10) . Una versión de Cesareo Fernández Duro que -como veremos más abajo- resulta en parte
anacrónica o incongruente; pues hemos de suponer que Fernán González entregaría su estandarte
y llegaría a tierras de Mota cuando venció a Abderramán en Simancas (no tras la victoria parcial en
Osma).
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, fotografía de Nuestra Señora de Castellanos tal como se
venera actualmente. Abajo, una procesión de hace casi cien años, el día 4 de septiembre en Mota de
Marqués (festividad de Nuestra Señora de Castelllanos) . Con toda probabilidad la onomástica de
Castellanos fue inicialmente el 4 de agosto, fecha en la que se conmemoraba la huida de
Abderramán y la batalla de Simancas (ganada el 4 de agosto del 939). Posteriormente pudo
trasladarse hasta el 4 de Septiembre la festividad de Castellanos, por motivos agrarios y por
necesidades laborales; pues en agosto todavía se encontraban trabajando los campesinos y las fiestas se
solían celebrar por entonces en Septiembre (al terminar las cosechas y comenzar las lluvias)

Por cuanto hemos analizado, todo obliga a pensar que aquella imagen y veneración a la Señora de los
Castellanos llegaría de manos de Fernán González, tras la victoria de Simancas y no después de la
de Osma. Resultando un tanto absurda la tesis presentada por Cesáreo Fdez. Duro, por la cual el conde se
refugió en Mota del Marqués tras derrotar a Abderramán en Osma. Ya que aquel año de 933 los cristianos
no huyeron de la zona, sino se mantuvieron firmes junto a El Burgo y Uxama, obligando a marcharse a los
del califa. Siendo en la campaña siguiente (del 934) cuando se refugian Fernán González y Ramiro II, para
no enfrentarse al califa; escondiéndose ambos en los castillos de Carazo (junto a Hacinas) o en Osma y San
Esteban (pero no en Mota). Por todo ello tuvo que ser después de la contienda en Simancas, cuando
tras una victoria contra Abderramán, el conde dejó aquel estandarte de la Virgen de Castellanos en
Mota y reconstruyó un santuario, que dedicó a esa advocación. Algo que además explicaría que se
trataba de una marca clara de sus dominios, indicando que aquellas tierras bajo Urueña ya eran
Castilla y no León. De tal modo, se entiende perfectamente los motivos que tenía el referido Fernán
González para traer hasta tierras de Mota la bandera castellana; que se sabe portaban sus soldados.
Ello explicaría no solo el asentamiento en la zona de los Torozos de mozárabes (bajo la protección
de aquella singular Virgen de Castellanos); sino especialmente la de San Cebrián de Mazote. Que
dista apenas cinco kilómetros de Mota y donde sabemos con certeza hubo repoblación de mozárabes
venidos de Toledo o de Córdoba. Todo lo que muestra la iglesia de San Cebrián; una de las más
importantes del arte mozárabe hispano. Demostrando cuanto narramos, el modo en que esta zona norte
del Duero (apenas a unos treinta kilómetros de Simancas) se revitalizó tras la batalla del 939, creándose
allí iglesias y cultos propiamente castellanos, propiciados por Fernán González.

Por todo cuanto hemos deducido y que parece históricamente irrebatible; se comprende que la verdadera
leyenda de la Virgen de Castellanos recuerda que ese era el estandarte llevado por los de Fernán
González en Simancas. Contando el modo en que sucedió la victoria, gracias a aquel pendón. Pues la
leyenda de Nuestra Señora de Castellanos narra que muchos de los que luchaban para el Califa
habían sido reclutados en Zaragoza y Córdoba; y entre ellos, había un gran descontento. Pues
Abderramán llevaba años de campañas, en las que también represaliaba a militares y civiles
musulmanes (junto a sus familias); principalmente tras las distintas derrotas de Osma y las diferentes
revueltas de Calatayud o Zaragoza (repetidas en otros muchos lugares). Debido a la tiranía de los
gobernantes analusíes, se dice que había un enorme malestar entre los que llevaban los cordobeses a
la guerra. Sabiendo aquello los cristianos, se valieron de los mozárabes para debilitar la moral de los
soldados musulmanes; prometiendo a todos los que abandonasen las huestes del califa, que les
darían refugio si se pasaban a sus filas. La señal para desertar y huir hacia terreno de Fernán
González, sería hecha con el estandarte de la Virgen que portaban los del conde. Determinando
que cuando se mostrase esa bandera -frente al ejército sarraceno-; los musulmanes que así quisieran,
podrían soltar las armas y correr hasta alcanzar la otra orilla del Pisuerga (donde les recogerían los
castellanos, para protegerles de los suyos) (11) .

Así fue como se acordó y así sucedió al cuarto día; cuando los cristianos se veían ya vencidos,
momento en que uno de los caballeros del conde se lanzó con el estandarte, para dar la señal a
quienes desearan desertar haca su bando. Aquel que se atrevió a llegar hasta las filas musulmanas con
el referido pendón, fue un caballero que habitaba en Mota y de nombre Villahoz (al proceder su famlia
de aquel pueblo burgalés tan cercano a Hacinas). Cuentan que llegó con el estandarte casi hasta la
tienda del rey musulmán y de ese modo fue como observaron todos la seña que Villahoz
portaba. Extrañados quienes no sabían qué significaba aquello, y al ver un solo hombre con el
pendón de los castellanos, corriendo a toda prisa por su campamento (sin perder nunca esa bandera
bordada con una Virgen). Pronto se sorprendieron los sarracenos, cuando una gran parte de los
suyos soltaron las armas, saliendo en estampida tras Villahoz (metiéndose en el Pisuerga, para
alcanzar la orilla contraria). Fue ese un momento de incertidumbre, donde mientras unos corrían hacia
el lado de los cristianos (desertando); los demás huían, horrorizados y sin comprender lo que
sucedía. El mismo Abderramán entró en pánico y dejó todos sus enseres en la tienda (abandonando
hasta las ropas de oro y los objetos más sagrados); marchando a toda prisa hacia la retaguardia y
sin saber lo que realmente pasaba. Siendo así como se ganó la batalla que de otro modo hubiera
sido imposible vencer, dado que las crónicas narran como los sarracenos superaban los cien mil,
mientras los cristianos solo sumaban una sexta parte de aquellos.

Finalmente, todos unidos hubieron de celebrarlo frente a aquel estandarte (desertores y


vencedores). Así mandó el conde reconstruir un templo derruido por los infieles, a las puertas del
pueblo donde habitaba aquel Villahoz; lugar en el que se estableció la advocación a la Virgen de los
Castellanos. Dejando allí su estandarte sagrado y abriéndose el censo para que cuantos lo desearan,
se quedasen a vivir en aquella zona entre Urueña y el Duero (principalmente en Mota y San
Cebrián). Siendo esta la leyenda verdadera de Nuestra Señora de Castellanos, que recuerda como se
ganó sin mucha sangre ni gran pena, aquella enorme batalla de Simancas; gracias a la astucia de los
mozárabes y al milagro que obró la Virgen del estandarte.

San Cebrián de Mazote


SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Varias fotografías de la iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote,
una de las más importantes de la Europa altomedieval (agradecemos al patronato de San Cebrián nos
permita divulgar las imágenes).
San Cebrián de Mazote

5) SOBRE EL PALACIO DE MEDINA AL ZAHARA Y SU RIO DE PLATA, NACIDO POR LAS


CIRCUNSTANCIAS VIVIDAS EN SIMANCAS Y POR NUESTRA SEÑORA DE CASTELLANOS:

Aquel día, 4 de agosto de 934, huyó Abderramán de tierras del Duero, para nunca más volver; pues
desde ese momento se negó a mandar otra vez a sus ejércitos. No pudiendo asistir ya más a batalla
alguna y negándose a comandar una sola de sus campañas. Tristemente, al regresar a Córdoba la ley
hubo de aplicarse y como tal decidieron dar muerte a todos los lugartenientes musulmanes que
habían sido derrotados en Simancas. Debiendo mandar ejecutar el Califa a la mayoría de sus generales y
los mejores soldados que tenía (muchos de ellos, familiares o amigos suyos desde la infancia). Tras estos
hechos, comenzó Abderramán a sufrir una tremenda tristeza continua, un mal que denominan
melancolía crónica; no pudiendo parar de llorar en ocasiones durante días. Se veía solo y desesperado,
triste y sin poder curarse de aquella vivencia tan dura. Por lo que dedicó sus horas al estudio y al
arte, sin querer saber más de la vida; solo deseando ampliar sus conocimientos o profundizar en su
mundo espiritual. Convirtiéndose por ese motivo en uno de los reyes más cultos y sabios que conoció la
Edad Media.

Por aquella melancolía que sufría, decidió el califa crear el más maravilloso palacio que nadie
soñara. Para lo que fue personalmente completando y decorando las estancias de Medina al Zahara ,
hasta dejar aquel lugar de ensueño pleno de capiteles cubierto de oro y piedras preciosas, cerrado con
puertas de marfil y ébano, o envuelto en los mayores lujos imaginables. Además, la leyenda de la Señora
de Castellanos, narra como en memoria de aquel río Duero donde sufrió la gran derrota (el rio de
oro, como por entonces se conocía); Abderramán mandó hacer dentro de Medina al Zahara un “rio
de plata”. Famoso estanque de mercurio, que los sirvientes movían para crear reflejos sobre la
techumbre y las columnas cargadas de joyas; pareciendo así aquel lugar, el mayor sueño de riquezas
que nadie conoció (pleno de metales y maderas preciosas, donde se engarzaban gemas junto a marfiles y
sedas). Siendo conocido que cuantos embajadores y nobles visitaban ese palacio califal, introducían sus
manos en este “río de plata”, para batirlo y observar el espectáculo de luces sobre los techos y paredes.
Deshaciéndose allí los anillos y las joyas que llevaban aquellos ricos hombres que entraban a Medina Al
Zahara, al derretirse el oro en contacto con el mercurio. Tras ello, los sirvientes del califa recogía cuanto
quedaba líquido bajo aquel enorme estanque y los convertían en nuevas piezas, para seguir decorando las
estancias.

Sobre esta maravilla que construyó en su tristeza Abderramán, escribiría al-Zuhrí: “Su techumbre era
de oro y grueso y puro cristal, lo mismo que sus muros; sus tejas eran de oro y plata. En el centro tenia un
estanque lleno de mercurio y a cada lado del salón se abrían ocho puertas, formadas por arcos de marfil y
ébano que reposaban en columnas de cristal coloreado, de forma que los rayos del sol, al entrar por esas
puertas, se reflejaban en su techumbre y en sus paredes, produciéndose entonces una luz resplandeciente
y cegadora. Cuando al-Nâsir quería asustar a los presentes o recibía la visita de algún embajador, hacía un
gesto a sus esclavos y éstos removían ese mercurio, con lo que el salón se llenaba de
sobrecogedores fulgores semejantes al resplandor del rayo, creando a los que allí se hallaban la impresión
de que el salón giraba en el aire mientras el mercurio seguía en movimiento. Algunos dicen que el salón
giraba para estar enfrentado al sol, siguiendo su curso, mientras que otros afirman que estaba fijo, sin
moverse alrededor del estanque. Ningún otro soberano, ni entre los infieles ni en el Islam, había construido
antes nada parecido, pero a él le fue posible hacerlo por la abundancia de mercurio que allí tenían” (12) . Un
lugar en el que cuando entraban los mensajeros cristianos pronto comprendían que aquel tesoro
arquitectónico había sido inspirado en uno de los lugares más bellos del Mundo: En el rio Duero y por la
advocación de los castellanos.

IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos dibujos míos donde intento recrear los patios de Medina Al
Zahara, con su “rio de plata” en el centro.
6) FINAL: LA LEYENDA DE CASTELLANOS EN EL POEMA DE FERNÁN GÓNZALEZ:

A continuación recogemos y resumimos el texto épico recogiendo los versos que mencionan las
batallas de Osma y de Simancas sucedidas entre el 933 y 39 en tiempos de Ramiro II y Abderramán
(que el poeta sitúa en Hacinas y en tiempos de Fernando y Almanzor) (13) :
.
1-. Sobre la pobreza de Castilla y de cómo los condes hicieron de ella el principal baularte:
Estonçe era Castiella // un pequeño rincon, 171
era de castellanos // Montes d'Oca mojon,
e de la otra parte // Fitero el fondon,
moros tenien Caraço // en aquesta sazon.
Era toda Castiella // solo una alcaldia; 172
maguer que era pobre // e de poca valia,
(...)
d'un alcaldia pobre // fizieron la condado,
tornaron la despues // cabeça de reinado.
2-. Fernán González a sus gentes sobre los castellanos y su Señora María:
Esforçad, castellanos, // non ayades pavor, 222
vençremos los poderes // d'esse rey Almançor,
sacaremos Castiella // de premia e d'error,
el sera el vençido // yo sere el vençedor.
(...)
Amigos, d'una cosa // so yo bien sabidor: 260
ellos seran vençidos, // yo sere vençedor;
en gran afruenta en canpo // sere con Almançor:
vere de castellanos // com' guardan su señor.»
(...)
Quando fueron vençidos // essos pueblos paganos, 273
fueron los vençedores // los pueblos castellanos;
el conde don Fernando // con todos los cristianos
fueron en su alcançe // por cuestas e por llanos.
Rendieron a Dios graçias // e a Santa Maria
VEMOS EN ESTE ÚLTIMO VERSO LA MENCIÓN A LA VIRGEN DE CASTELLANOS
3-. Aparece San Millán para ayudar en la batalla:
Quando ovo don Fernando // todo esto oido, 419
el varon don Millan // a los çielos fue ido:
fue luego de la ermita // el conde espedido,
torno se a Piedrafita // d'onde fuera salido.
4-. VICTORIAS DE HACINAS
SITÚA LA BATALLA EN CARAZO y llama Almanzor a Abderramán III:
Llego a Almançor // luego el apellido, 195
sopo commo avia // a Caraço perdido.
(...)
LLEGADA DE ALMANZOR CON 130.000 hombres
Que venie Almançor con muy fuertes fonsados, 384
con çiento e treinta mill caveros lorigados,
(...)
PRIMERA DERROTA (en Osma)
Quando fue Almançor // la otra vez vençido, 385
con grand pesar que ovo // a Marruecos fue ido
(...)
5-. RECLUTAMIENTO DE UN GRAN EJÉRCITO PARA VENGAR LAS DERROTAS DE ABDERRAMÁN
coido se Almançor // del buen conde vengar,
por amor d'acabar lo // no s' podie dar vagar.
Cordova e Jaen // con toda Andaluzia, 390
Lorca e Cartajena // con toda Almaria,
de muchas otras tierras // que nonbrar non sabria,
ayunto Almançor // muy grand cavalleria.
Quando fueron juntados // començo a venir, 391
bien coido a España // sin falla conquerir,
que el conde castellano // no s' le podrie foir,
(…)
6-. A MI JUICIO EN SIMANCAS, JULIO AGOSTO DE 939:
EL CONDE REZA EN LAS CERCANÍAS DE HACINAS (lugar que debemos identificar junto a
Simancas, quizás en las inmediaciones de Mota o en la propia ermita de Castellanos)
Eran ya en Fazinas // essa gente maldita, 392
todos los castellanos // eran en Piedrafita;
el conde -la su alma // de pena sea quita-
fue se pora San Pedro // a essa su ermita.
Quando fue a la ermita // el conde allegado, 393
demando por su monje, // don Pelayo llamado;
dixeron le por nuevas // que era ya finado,
ocho dias avia // que era soterrado.
Entro en la ermita // con muy grand devoçion, 394
LA MENCIÓN A PIEDRAFITA VEMOS QUE ES UNA LICENCIA POÉTICA, para rimar con "maldita".
ESTA LOCALIDAD AVULENSE ESTABA POR ENTONCES EN TIERRAS MUSULMANAS; SE
ENCUENTRA MUY LEJOS DE SIMANCAS Y MÁS AÚN DE HACINAS. El lugar de rezo de Fernán
Gónzález podemos identificarlo con la ermita de Castellanos en Mota.
(...)
Aparición en sueños de San Pelayo y San Millán
Teniendo su vegilia, // con Dios se razonando, 405
un sueño muy sabroso // al conde fue tomando:
con sus armas guarnido // assi se fue acostando,
la carne adormida, // assi yaze soñando.
Non podria el conde // aun ser adormido, 406
el monje San Pelayo // de suso l' fue venido,
(...)
Millan so yo por nonbre, // Jesucristo me enbia,
durara la batalla // fasta terçero dia.»
(...)
Esta es la razon // que la voz me dezia: 429
"Conde Fernan Gonzalez, // lieva dend', ve tu via,
todo el poder de Africa // e del Andaluzia
vençer lo has en el canpo // d'este terçero dia."
(...)
En aquella ermita // fui yo bien consejado 432
del monje San Pelayo, // siervo de Dios amado,
que por el su consejo // Almançor fue arrancado;
SE OBSERVAN PRODIGIOS EN EL CIELO (que yo identifico con el eclipse del 19 de julio de 939)
Vieron aquella noche // una muy fiera cosa: 468
venia por el aire // una sierpe rabiosa,
dando muy fuertes gritos // la fantasma astrosa,
toda venie sangrienta, // bermeja commo rosa.
Fazia ella senblante // que ferida venia, 469
semejava en los gritos // que el çielo partia,
alunbrava las uestes // el fuego que vertia,
todos ovieron miedo // que quemar los queria.
QUIZÁS ABERRAMÁN PRETENDÍA LLEGAR AL DUERO CON EL ECLIPSE Y ATEMORIZAR A LOS
CRISTIANOS, PARA QUE NO PRESENTASEN BATALLA (a mi juicio les intentaba engañar con esa
argucia):
A los moros tenian // que los venie ayudar 474
ca coidavan sin duda // cristianos espantar;
por tal que los cristianos // se ovieran a tornar,
quisieran en la ueste // algun fuego echar.
(...)
«Los moros, bien sabedes, // se guian por estrellas, 476
non se guian por Dios, // que se guian por ellas;
otro Criador nuevo // han fecho ellos d'ellas,
diz que por ellas veen // muchas de maravellas.
Ha y otros que saben // muchos encantamientos, 477
(...)
Algun moro astroso // que sabe encantar 479
fizo aquel diablo // en sierpe figurar
por amor que podiesse // a vos mal espantar,
con este tal engaño // cuidaron nos torvar.
DURANTE LA TERRIBLE BATALLA QUEDAN MALHERIDOS EL CONDE Y EL REY:
El conde don Fernando, // maguer que mal ferido, 494
antes que el rey entrasse // en todo su sentido,
del conde fue otra vez // el rey muy mal ferido,
fue luego del cavallo // a tierra abatido
LOS DE ABDERRAMÁN HACÍAN GRANDES ESTRAGOS:
Los moros, en todo esto, // en valde non yazian, 504
en los omnes de pie // grand mortandat fazian,
sabed, d'amas las partes // muchos omnes caian,
a los golpes que davan, // las sierras reteñian.
SEGUNDO DÍA DE COMBATE:
tro dia mañana, // los pueblos descreidos 512
estavan en el canpo // con sus armas guarnidos,
dando muy grandes vozes // e grandes alaridos,
los montes e los valles // semejavan movidos.
TERCER DÍA (descripción de la Batalla de Simancas)
Otro dia mañana, // fueron se levantar, 527
vestieron se las armas // por al canpo tornar,
començaron a Dios // de coraçon rogar
FINALMENTE, CUANDO YA ESTABAN LOS CRISTIANOS VENCIDOS APARECE UN EJÉRCITO DE
ÁNIMAS LLEGADAS DEL CIELO QUE LES RESCATA; ATACANDO Y HACIENDO HUIR A
ABDERRAMÁN.
EL REY MUSULMAN EN SU ESCAPADA PERDIÓ HASTA EL AZOR, QUE EL MONARCA CASTELLANO
LUCÍA ORGULLOSO TAL COMO VEMOS EN ESTOS VERSOS QUE NARRAN LA VICTORIA DE LOS
CRISTANOS:
Llevara don Fernando // un mudado açor, 575
non avia en Castiella // otro tal nin mejor,
otrossi un cavallo // que fuera d'Almançor:
avie de todo ello // el rey muy grand sabor
NOTA: TAL COMO HEMOS DESTACADO ANTERIORMENTE, DONDE EL POETA ESCRIBE ALMANZOR
HEMOS DE LEER ABDERRAMÁN III Y DONDE PONE REY FERNANDO, SE HA DE SUSTITUIR POR
RAMIRO II (monarca de Fernán González). Todo ello muestra que el poema describe la batallas de
Osma (primero) y finalmente la de Simancas.
.
IMÁGENES BAJO Y SOBRE ESTAS LINEAS: De nuevo dos dibujos míos en los que pretendo recrear
como era Medina Al Zahara, donde Abderramán se retiró tras su derrota en Simancas.
.

.................................

CITAS:
(1): Así es como le llaman las crónicas e incluso el Poema de Fernán González, que se refiere a Abderramán con el nombre del
Almanzor. Un famoso general cuyo parentesco con el califa se limitaba a que su abuelo paterno era el esposo del médico de
Abderramán III (el visir de Badajoz). Por su parte, Almanzor nace hacia el año 939, cuando Abderramán llevaba decenios reinando y
tan solo ocupó cargos administrativos durante el reinado de aquel primer califa. Pese a ello, la identificación de ambos en las crónicas
o en el Poema de fernán González se debió seguramente al hecho de ser de algún modo coetáneos y sobre todo a la proximidad de
lugares en los que ambos mantuvieron batallas (azotando los dos las orillas del Duero)
(2): Año de 934: Con objeto de acabar con los ataques de los cristianos a la zona Este de Al-Andalus; Abderramán emprendió una
campaña desde Córdoba, llegando primero a Zaragoza, donde hostigó a los ejércitos enemigos. Después siguió hacia Navarra,
obligando a su reina (llamada Toda) a pactar con ellos. Regresando después a Córdoba vía Álava-Burgos, aprovechó para enfrentarse
a Ramiro II que le esperaba e las cercanías de Osma y a quién también derrotó en una pequeña batalla. Trás aquello, se supone que el
Califa destruyó el monasterio de San Pedro de Cardeña e hizo suya la plaza de Clunia (Coruña del Conde, en las inmediaciones, al sur
de Burgos).
(3): Fuente: "El condado de Castilla", de Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, pp. 103-104
(4): "El condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 105
(5): Poema de Fernán González.
Edición digital a partir de la de Ramón Menéndez Pidal, Reliquias de la poesía épica española, M. Rivadeneyra, Madrid, 1951, pp.
34153, y cotejada con la edición crítica de Juan Victorio, Cátedra, Letras Hispanas, Madrid, 1998, 4ª ed. // Liberado en la red por
Saavedra Fajardo
http://www.saavedrafajardo.org/Archivos/LIBROS/Libro0206.pdf
VII // versos 192 ; 193
(6): "El condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
(7): Idem cita anteriores
(8): Sobre la batalla de Simancas, además de la obra citada de Lévi Provençal, vid. R. P. Dozy, Recherches 1 (3.a cd.), págs. 156-170;
M. Gómez Moreno, Anales Castellanos, Discurso de recepción en la Real Academia de 1a historia (Madrid, 1917), Págs. 15 y Ss.; el
mismo, La batalla de Simancas, boletín (le la Sociedad Castellana de Excursiones”, núm. 182 (Valladolid, 1918), 1iits 25-30 //
Histoire de L´ Espagne Musulmane: 2.a ed., tomo 1 (París-Leiden, 1950), págs. 57 y ss., Lévi-Provençal
CITAS TOMADAS DE FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL (idem citas anteriores)
(9): D. Enrique Fernández-Prieto, publicado originalmente en el número 136 ( mayo-junio de 1976) de la Revista Hidalguía, en la
página 379 y siguientes, titulado “Una Encomienda de la Orden de los Caballeros Teutónicos en el Territorio Castellano- Leonés”, sigue
diciendo el texto: Unos hechos que fueron ratificados a su vez por: “Don Jacobo Fitz James Stuart, XVII Duque de Alba, que entre los
títulos que ostentaba también el de XIX Marqués de la Mota; hizo un interesante estudio que fue publicado por la Real Academia de la
Historia en 1948 bajo el título de “Documentos sobre Propiedades de la Orden de los Caballeros Teutónicos en España”, y últimamente
el meritorio trabajo de J.Ferreiro Alemparte, publicado en 1971, titulado “Asentamiento y Extinción de la Orden Teutónica en España”
(10): Ver en el enlace:
https://books.google.es/books?isbn=8497610806
(11): Recogemos algunos pasajes del poema de Fernán González en los que se describe como el conde hacía ver su famoso
estandarte:
La batalla de Lara
Pues que ovo acabada // el conde su razon, 261
e esforçadas sus gentes // commo omne de sazon,
mando a sus conpañas // desbolver su pendon:
firieron en los moros // todos d'un coraçon.
La batalla de La Era Degollada
El ejército castellano se lanza al combate
Metio se por las azes // muy fuerte espoleando, 368
la lança sobre mano // e su pendon alçando:
«¿Donde estas, el buen conde», // assi iva vozes dando,
«¡Sal lidiar aca al canpo!, // ¡cata aqui a don Fernando!».
(12):
SOBRE EL ESTANQUE DE MERCURIO DE MEDINA AZARARA
LUIS MOLINA CSIC, Granada
Al-Qantara XXV, 2 (2004) 329-333
http://al-qantara.revistas.csic.es
(...)
Entre las dependencias que los autores árabes mencionan al describir Medina Azahara se halla un salón en cuyo centro se abría un
estanque lleno de mercurio.
ese salón, que denominan «aUmaylis al-badí\ llamado qasr al-jilàfa», se encontrase realmente en la ciudad palatina y prefieren
localizarlo en el alcázar de Córdoba (....) deducen que las fuentes árabes yerran al situar el salón del estanque de mercurio en Medina
Azahara.
El texto original de al-Zuhrï reza así al describir el salón (...)
En el Dikr se describe el Salón del Califato (en nega las diferencias con respecto a la versión de al-Zuhrí):
Su techumbre era de oro y mármol de grueso volumen y color puro, en sus distintos tonos, lo mismo que sus muros. En el centro
de este salón peregrino (hâdâ al-maylis al-badP) se hallaba la perla única que le regaló el rey de Constantinopla. Las tejas de
este salón eran de oro y plata. En el centro tenía un gran estanque lleno de mercurio y a cada lado del salón se abrían ocho puertas,
formadas por arcos de marfil y ébano con incrustaciones de oro y diversos tipos de piedras preciosas, que reposaban en columnas
de mármol coloreado y cristal de roca (ballür) puro, de forma que los rayos del sol, al entrar por esas puertas, se reflejaban en su
techumbre y en sus paredes, produciéndose entonces una luz cegadora. Cuando el soberano quería asustar a los presentes, hacía un
gesto a uno de sus esclavos y éste removía ese mercurio, con lo que el salón se llenaba de sobrecogedores fulgores semejantes al
resplandor del rayo, creando a los que allí se hallaban la impresión de que el salón giraba mientras el mercurio seguía en movimiento.
Algunos dicen que el salón giraba para estar enfrentado al sol, mientras que otros afirman que estaba fijo alrededor del estanque.
Ningún otro soberano, ni entre los infieles ni en el Islam, había construido antes nada parecido, pero a él le fixe posible hacerlo por la
abundancia de mercurio que allí tenía.
(...)
En conclusión, el salón en el que se ubicaba el estanque de mercurio no llevaba el nombre de Salón Peregrino y, por tanto, no hay
ninguna razón para argumentar, basándose en la suposición de que había un Salón Peregrino en el Alcázar de Córdoba, que el salón
del estanque de mercurio tenía que hallarse en el palacio de la capital en lugar de en Medina Azahara. Las fuentes son claras al
respecto: el estanque de mercurio estaba en una estancia llamada por al-Zuhrï al-Qalbaq
(13): Poema de Fernán González.
Edición digital a partir de la de Ramón Menéndez Pidal, Reliquias de la poesía épica española, M. Rivadeneyra, Madrid, 1951, pp.
34153, y cotejada con la edición crítica de Juan Victorio, Cátedra, Letras Hispanas, Madrid, 1998, 4ª ed. // Liberado en la red por
Saavedra Fajardo
.
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Con motivo de celebrar que este blog ha superado los veintitres mil lectores (más de 23.000 lecturas), aprovechamos incluir
mi música para quienes quieran escucharla.
En primer lugar podremos oir PLÉYADES, sexto movimiento de los doce que tiene mi ballet TARTESSOS, compuesto y terminado
cuanto estaba en La Mili en Sevilla, en 1982 (grabación en semidirecto en Japón 1991). PULSAR SOBRE:
https://www.youtube.com/watch?v=Nw1g-OKTqyQ
.
Tras ello invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también
consta de doce movimientos, compuesta entre 2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta
en Japón, pueden escuchar las tres piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y Luz de Maebashi).
PULSAR SOBRE SUS ENLACES:
https://www.youtube.com/watch?v=NV8uqxKW434
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
https://www.youtube.com/watch?v=oM_vIP7Ryyk
LAS SIETE DONCELLAS DE SANTIBÁÑEZ (de cómo ganaron la
batalla de Simancas, los caballeros de Mota del Marqués).
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (27/07/2017)

IMÁGENES; sobre y bajo estos párrafos: Fotografías de la preciosa iglesia prerrománica Santa
Cristina de Lena -agradecemos a la institución del Principado que la regenta, nos permita divulgar nuestras
imágenes-. Probablemente se fundó desde un eremitorio de época visigoda, que en tiempos de la
Batalla de Covadonga pudo dar cobijo a cristianos. Siendo así, se considera que la cueva de la imagen
bajo estas lineas, probablemente fue el origen de un templo previo dedicado a San Pedro y San
Pablo. Un pequeño altar elevado por los visigodos, pero que sería reedificado durante el reinado Mauregato
(hacia el año 785); aunque un siglo y medio más tarde lo convertirían los arquitectos de Ramiro I, en este
monumento dedicado a Santa Cristina. El estilo de la iglesia recuerda ciertamente a las construcciones
coetáneas de Siria y de Oriente Medio; lo que muestra una síncresis cultural en todo el periodo
“ramirense”. Mestizaje arquitectónico y artístico, que también hubo de ser racial; pues como
sabemos era obligado a los dirigentes cristianos, tomar por esposas a musulmanas enviadas desde
los reinos del Sur. De igual manera que los reyes y mandatarios del islam andalusí, contraían
matrimonio con hijas de monarcas y de nobles católicos -nacidas en los territorios peninsulares del
Norte, no dominados por los musulmanes-.

Tanto fue el mestizaje de esa época, que el rey Mauregato (séptimo monarca de la dinastía astur) se
supone hijo natural de Alfonso I y de una esclava musulmana, llamada Sisalda. Otra teoría haría al
propio Mauregato descediente de andalusíes y católicos, aunque nacido en las Asturias de Astorga
(Astúrica Augusta); donde convivirían unos y otros de forma regular, a mediados del siglo VIII.
Considerándose incluso que el nombre de Mauregato y maragato procedería de los términos latinos
““mauricos” o “mauricato”; cuyo significado según Caro Baroja es el de “aquel vive entre moros” o “a modo
de los musulmanes” (1) . Siendo así, es normal que la Historia narre cómo desde el reinado de aquel
famoso Mauregato (del 783 al 789); se estableció un sistema de tributos en el que los cristianos
debían entregar anualmente cien doncellas a los musulmanes -para mestizar las familias nobles
andalusíes y de ese modo poder gobernar los nuevos dueños de Hispania sobre todos los habitantes
peninsulares-. Dicho “impuesto” fue exigido también a Ramiro II; monarca que -al parecer- logra
liberar a los cristianos de ese deber, tras la batalla de Simancas. Narrando algunas leyendas que
después de haberse concertado la entrega de doncellas en las inmediaciones de aquel lugar
vallisoletano, decidieron no hacerlo, ni menos rendirse ante Aberramán III. Logrando vencerle, pese a
la enorme superioridad del ejército del Califa cordobés; quien llegó hasta el Duero con la intención de
subyugar a los cristianos, dirigiendo a centenares de miles de soldados perfectamente armados.

AL LADO: Fotografía de la pequeña cueva


existente en la montaña de Santa Cristina de Lena y sita bajo ese templo de estilo ramirese. Como
hemos dicho, probablemente esta caverna fue un eremitorio o refugio de los cristianos, anterior a la
batalla de Covadonga.
A) INTRODUCCIÓN; sobre los orígenes de “El pago de las doncellas”:

Hay varias versiones de la leyenda que hoy recogemos; historia que me fue transmitida durante la
infancia y que escuché de niño en Oviedo. Ciudad originaria de mi familia paterna y donde han mantenido
en el recuerdo los hechos que a continuación relatamos. Habiendo muy distintas narraciones sobre unos
mismos sucesos acontecidos entre los siglos VIII y X de nuestra Era. Recogidos en diversos cronicones
que describen similares narraciones, de forma paralela; en los hasta que se conservan los nombres
y apellidos de quienes intervinieron. Siendo de destacar que en la diplomática medieval asturiana y en
otros códices coetáneos o posteriores (como los de Tuy, Ponferrada o Mondoñedo); se mencione esa
misma historia, con pasajes casi iguales. Tratando todos ellos acerca de lo sucedido cuando los
cristianos, subyugados por los reyes musulmanes de la Península; se vieron obligados a pagar
tributo de doncellas. Un impuesto que implicaba la entrega al monarca islámico de bellas jóvenes.
“Costumbre” que en sus inicios parece consistió en un intercambio de mujeres entre uno y otro
bando; con el único fin de crear un mestizaje peninsular. Enviando féminas moras a territorio
cristiano y obligando a casarse con ellas a los caballeros astures. Debiendo a su vez aquellos
católicos entregar un número de mujeres suyas a los sarracenos, para incorporarlas a sus harenes y
así generar entre los musulmanes estirpes mestizas, que les permitieran el reconocimiento de su poder
entre los cristianos.

Los Omeyas fueron un singular ejemplo de aquellos nobles islámicos y mestizos que dominaron la
Península. Reyes de Córdoba y califas independientes de Damasco, cuyas madres comúnmente fueron
de origen Navarro. Tanto era así, que entre los Abderramanes existía la costumbre de teñirse el pelo; al ser
normalmente rubios y de ojos azules. Por lo que debían pintar sus cabellos de negro azabache, con el fin de
no extrañar a sus súbditos; quienes al verse frente a un monarca con rasgos tan “ajenos”, tenían dudas
acerca de sus verdaderos orígenes Omeyas (2) . Otros casos de mestizaje los encontraremos entre los
apellidos comunes de la Hispania ocupada por el islam; sobre todo en Asturias, donde existen
familias y grupos étnicos marcados por aquella mezcla de culturas. Abundando los gentilicios que
aluden a una ascendencia “morisca” y entre cuyas denominaciones destaca la de los Morán. Un nombre
familiar procedente de Gijón y que se considera de tiempos de la Reconquista; surgido a través
del mestizaje entre cristianos y mujeres árabes, al que estaban obligados muchos de los caballeros
asturianos. Para conocer más acerca de aquella obligada costumbre, podemos leer cuanto se relata sobre
el nacimiento del apellido Morán en la cita (3) ; donde los historiadores claramente aluden a estos
matrimonios concertados entre musulmanes y católicos.

Consecuentemente y debido a que fue ese el origen de mi familia -nos llamamos “moranes”-; desde
niño escuché la “leyenda de las doncellas”, como un relato histórico ligado al comienzo de nuestra
propia existencia. Más aún, cuando la otra rama de mis parientes de Oviedo presumían de no haber
entregado a sus hijas, ni haberse mezclado con el invasor (tal como evidentemente habían hecho los
Morán) . Aquella parte distinta de la familia era la de mi abuela paterna, que se llamaba Quirós; y al parecer
fue el suyo uno de los primeros linajes asturianos que se opusieron a intercambiar féminas con los
musulmanes. Por todo ello, parece que había una gran pugna entre unos y otros; sobre todo cuando los
Morán afirmaban que tener sangre musulmana significaba pertenecer a los hombres más cultos de la Alta
Edad Media (pues Asturias por entonces era una simple montaña ocupada por aldeanos). Mientras los de
Quirós presumían de no haberse mezclado, ni menos dejarse subyugar, casándose con mora alguna o
entregando sus hijas al infiel (tal como habrían hecho los Morán).

Aquellas historias fueron despertando mi curiosidad hacia “la leyenda de las doncellas” -como
vulgarmente se conoce-; de la que encontré múltiples versiones medievales, e incluso modernas.
Todos esos relatos narraban -de una forma u otra-, cuanto sucedió entre los años 785 y 939 de
nuestra Era; siglo y medio durante el cual hubo el obligado intercambio de mujeres entre cristianos y
musulmanes. Entrega de féminas que se dice instituyó el rey Mauregato hacia el 785 y que -a mi
juicio- definitivamente abolió Ramiro II, tras la batalla de Simancas. Una lucha encarnizada que libró
Ramiro en el año 939, precisamente por esta causa principal; al no querer entregar más doncellas -ni
subyugarse de ese modo a Abderramán III-. Acerca de ese enfrentamiento en Simancas, ya vimos en
nuestra anterior leyenda el modo en que los cristianos vencieron la contienda (gracias a la Virgen de
Castellanos y a la intervención de caballeros motanos). Hechos que ampliaremos en el artículo de hoy,
donde recogeremos una nueva leyenda que nos han hecho llegar. En la que se narra otra versión del
modo en que se logró ganar aquella famosa batalla de Simancas, al no querer entregar doncellas de
Mota del Marqués.
IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: Dos
fotografías tomadas en el cementerio ovetense de San Salvador. Arriba, el panteón de la familia de mi
abuelo paterno (Luis Gómez-Morán); esculpido por Víctor Hevia en estilo romántico medieval -con
arquetas de tipo asturiano junto a una gran Piedad en mármol-. A la izquierda, el sepulcro del padre y
hermano de mi abuela paterna (Ma. José Cima y Fernández de Quirós) -a su derecha, la tumba de
Manuel Campomanes-. Como ya relaté, parece que los de Quirós presumían de no haber entregado a
sus hijas a los musulmanes y por que ello podían decir: “después de Dios, la casa de Quirós”. Por
su parte los Gómez-Morán se jactaban de descender de los árabes, afirmando que en la Edad Media
los únicos cultos y limpios eran los que tan despectivamente llamaban en Asturias “moros”. Sea
como fuere, debido a esta disparidad de criterios y a la probable ascendencia musulmana de los
“Morán”; desde niño escuché la “leyenda de las doncellas”. Llegando a investigar varias de sus
versiones, hasta encontrar la más destacada y que es la que hoy recogemos: La sucedida en
Simancas en el año 939 con las doncellas de Mota.
B) SOBRE LAS DIFERENTES LEYENDAS DE LAS DONCELLAS:

Para conocer las muy distintas versiones, recogeremos lo que narra acerca de ello la FUNDACIÓN
IGNACIO LARRAMENDI (4) -resumiendo cuanto se ha tratado y escrito acerca de esta
historia-. Sucedidos que inspiraron a Lope de Vega una de sus más importantes comedias: “Las
famosas Asturianas”. Obra escrita en 1612 en un idioma que pretendía imitar la “fabla” o “bable” en
tiempos de Mauregato; donde el Fénix de los Ingenios narra estos hechos, pero transportados al
reinado de Alfonso II. Rey que en este caso consentía la entrega pactada de cien doncellas al año.
Quienes que al verse abandonadas por sus familiares y su ejército; se desnudaban de camino hacia sus
captores, para cubrirse tan solo al llegar ante sus nuevos señores andalusíes (en un acto de rebeldía).
Hecho este que termina por encolerizar a los cristianos, cuando contemplan la escena; quienes no pudiendo
soportar aquella humillación, atacan a los sarracenos, logrando así librarse de aquel tributo. Acerca de todo
ello, la Fundación Ignacio Larramendi, recoge los siguientes datos (que resumimos):

“Las Doncellas de Simancas , como Las Famosas Asturianas, están basadas en la célebre fábula del
tributo de las cien doncellas que se suponía pagado por alguno de los primitivos Reyes de Asturias
a los musulmanes. Este ignominioso cuento, del cual nada supieron los autores de los cronicones de la
Reconquista, apareció por primera vez en el siglo XIII en las obras de D. Lucas de Túy y del arzobispo
D. Rodrigo. Si bien respecto del primero ha de advertirse que refiere el hecho en términos menos crudos,
los cuales quizá admitan una interpretación histórica racional si se concuerda con lo que antes dijo, es a
saber: que el Rey Aurelio había tolerado o fomentado los matrimonios mixtos de cristianas con
musulmanes. La penetrante intuición crítica de Alejandro Herculano le indujo a ver en este mito
tradicional un símbolo de las primeras tendencias de fusión entre las dos sociedades de la
Península a fines del siglo VIII. Según el Cronicón de Sebastián, el mismo Mauregato era hijo de una
sierva, probablemente mora; y por aquí hubo de comenzar la leyenda, cuando la casta guerrera
recobró la supremacía en tiempo de Alfonso el Casto , y triunfó la idea de reacción violenta contra la
conquista sarracena”.

Tras mencionar lo que incluimos en cita (5) , sigue la Fundación Larramendi narrando que: “aunque
generalmente se creyera que el afrentoso tributo había sido anulado en los campos de Albelda por la
vencedora espada de Ramiro I, sobrenaturalmente asistido por la protección del Apóstol. No faltaron
tradiciones locales y genealógicas que atribuyesen a actos de heroísmo particular el haber redimido
aquella afrenta. Algunas de estas tradiciones están fundadas en juegos de palabras y en etimologías
falsas, como todo lo que procede de la seudo ciencia llamada heráldica, y han sido
evidentemente inventadas por los autores de libros de linajes y por los historiadores de pueblos con la
mira de enaltecer ciertos apellidos o ciertos lugares. Braga enumera hasta ocho de estas formas
secundarias de la leyenda, y todavía se le pasó por alto una, que encontraremos en Las Famosas
Asturianas, de Lope. Las que trae son las de Simancas, la de la Vega de Carrión, la de la casa de
Quirós en Asturias, la de peyto bordello o de la casa de los Figueroas en Galicia, a la cual se refiere la
tan traída y llevada canción del Figueiral, figueiredo, que puede proceder del siglo XIV, aunque esté
modernizada en el lenguaje; la de Figueiredo das Donas, en Viseo (...) A los hidalgos o simples burgueses
de todas estas casas y poblaciones se les atribuye, casi con las mismas circunstancias, la honra y prez de
haber libertado a las doncellas”.
Observamos ya aquí como entre las más famosas versiones de la leyenda, están la de Simancas y la
de los Quirós, de Asturias; junto a la de los Figueroa o Figaredo (que como veremos, está
emparentada con las anteriores). Acerca de las distintas leyendas paralelas, escribe la Fundación
Larramendi:
“Ya Ambrosio de Morales (lib. XIII, cap. XIII) recogió tres de estas historias, que pueden dar idea de las
restantes y cotejarse con las dos que más peculiarmente nos interesan:
«Yo tengo por cierto que sucedió en tiempo deste rey Don Bermudo una notable hazaña que cuentan en
Galicia de unos caballeros naturales de aquel Reyno. Cerca de la ciudad de Mondoñedo llaman a un lugar
pequeño Peyto Burdelo, que vale tanto como decir Pecho o tributo de burdel , y dan esta causa del
nombre: Llevando los Moros parte del tributo malvado de las cien doncellas, y pasando por aquel
lugar unos caballeros gallegos, movidos con zelo de verdaderos christianos y con lástima de tan
gran deshonra, salieron a ellos y se las quitaron, venciéndolos, Y por haber sido la pelea en un
campo donde había muchas higueras, como de hecho las hay en aquella tierra, a los caballeros,
comenzaron a llamar Figueroas, y ellos después, con tan honrado sobrenombre, tomaron hojas de aquel
árbol por armas”.

Para completar el relato anterior diremos que en Asturias se narra cómo aquellos Figueroa o
Figaredo no tomaron su nombre del campo de higos en que se llevó a cabo la liberación de las
doncellas. Sino de haber ganado el choque contra los andalusíes al hacerles "la higa" y provocarles,
gritando:
-”Si queréis buenos figos de cristianos,
tomad estos nuestros de las manos”-
Sabemos que aquella “higa” era una señal injuriosa proferida con los dedos y con la cual se significaba el
sexo femenino. Así fue cómo mientras repetían aquella frase, los soldados que insultaban se quitaron los
guantes y comenzaron a realizar gestos obscenos a los enemigos. Poniendo recto su “dedo impúdico”,
haciendo la “figa” y el “falo de manga” -señas que hoy denominamos: “la peineta”, “la higa” y el “corte de
mangas”-. Todo lo que provocó enorme rabia a los sarracenos, que se fueron hacia quienes así les
insultaban, dejando libres a las doncellas. Logrando huir unos y otros, gracias a ello y por conocer
el lugar o sus caminos, mucho mejor que los enemigos. Siendo por esto llamados aquellos
caballeros, los de “figa dedo” (Figaredo) o de “figue ría” (Figueroa).
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías tomadas en Tuy, donde fuimos en busca de archivos
referentes a la leyenda que narramos (recogida por Lucas de Túy en el siglo XIII).Arriba, panorámica de
la ciudad vista desde el fronterizo Portugal; abajo panorámica del Miño y de Tuy, desde los jardines
de la catedral.

Continúa la Fundación Larramendi recogiendo otra versión de la misma leyenda; pasando a narrar
con las siguientes palabras una igual historia sucedida en Carrión de Los Condes y entre los de
Quirós, del siguiente modo:
“Otro hecho milagroso se cuenta en la villa de Carrión, que parece algo a éste. Iban otra vez los
Moros con este malvado tributo por aquella vega, y juntándose algunos toros, con mando de quien
esto puede mandar, dieron con tanta braveza en el esquadrón de los Moros, que los desbarataron y
hicieron huir con terrible pavor. Así quedaron las doncellas desiertas y los toros por su guarda,
hasta que los christianos las llevaron. Alabando después a Nuestro Señor por el insigne milagro y
dándole las gracias por él, edificaron por memoria una Iglesia, llamada agora Nuestra Señora de la Victoria,
que es harto gran testimonio de todo esto” (...) “También los de la casa de Quirós, en Asturias de Oviedo,
tienen por armas cinco cabezas de doncellas, por memorias de otras tantas que los de su linaje libraron de
los Moros, llevándolas por parte deste tributo. «Ellos lo cuentan así», añade el buen
Morales”. Posteriormente pasa a comentar los versos de Gonzalo de Berceo, que narran como el
motivo de aquellas luchas entre Abderramán y Fernán González, nacieron de la situación tan
humillante que les obligaba a pagar “el tributo de las doncellas” (6) .

Finalmente describe la más conocida de todas las versiones; sucedida en Simancas. Un suceso que
se ambienta en tiempos de Abderramán II y de Ramiro I; aunque aquella localización y cronología no
concuerde con hechos históricos. Pues en Simancas no hubo encuentros -ni batallas- entre este rey
de córdoba y el asturleonés. Cuyas fronteras se reducían a zonas de Astorga, llegando hasta La
Rioja; pero nunca a Simancas (donde no se logra situar “la marca” hasta Alfonso III, hacia el año 910). De
tal manera, la "versión oficial" de las doncellas de Simancas situándola en época de Ramiro I; parece que
confundiría La Rioja con el Duero; pues quienes relatan así la leyenda tendrían que remitirse a tiempos de la
victoria cristiana de Clavijo (o de Albelda; ocurrida hacia el 860 junto a Santo Domingo de la Calzada). Por
todo ello, habríamos de considerar que los hechos pudieron producirse en tiempos de Abderramán
III (llamado Almarzor en el poema de Fernán Gonzalez); del que sabemos se situó frente a Simancas,
con cientos de miles de hombres armados, solicitando pagos y pleitesía a los castellanos -
imposiciones entre las que pudo estar el impuesto de doncellas-.

Sobre todo aquello, escribe textualmente la Fundación Larramendi: “El asunto de Las Doncellas de
Simancas está tomado por Lope, directa o indirectamente, de una historia manuscrita que lleva por
título Antigüedades y sucesos memorables sucedidos en esta muy noble y muy antigua villa de
Simancas, por D. Antonio Cabezudo, cura de la parroquia de la misma villa, beneficiado de preste. Año de
1580. El original de este libro no ha parecido hasta ahora, pero sí copias de los siglos XVII y XVIII, con
algunas adiciones, que se atribuyen al presbítero D. Manuel Bachiller” (7) . En este caso se narra cómo al
haber obligado los musulmanes a los pueblos fronterizos o cercanos al Duero, entregar cien
doncellas al año. Transmitieron a la villa de Simancas que debía pagar siete de ellas. Sortearon entre
las hijas de esta población el triste destino y así eligieron a las que tocaba el infortunio de pasar a
nuevos dueños. Las siete mujeres fueron encerradas en una torre, para que no se escaparan; pero en
su celda decidieron automutilarse por no ser admitidas entre los musulmanes. Así desfiguraron sus
caras y hasta cortaron sus manos, quedando mancas las siete; diciendo la leyenda que ello fue el
origen del nuevo nombre que tomo la villa, que desde entonces pasó a llamarse "Simancas". El resto
de mandatarios cristianos, ante lo sucedido y al conocer el fin que se habían dado a sí mismas las
doncellas; se sublevaron contra los cordobeses logrando la gran victoria de Clavijo (que en verdad,
históricamente en este caso es la de Simancas).

Recoge la página de la Fundación Larramendi varios poemas y versiones acerca de este episodio de
doncellas sucedido en Simancas. Entre las que destaca los de Luis Vives, que “en su libro `La Mujer
christiana´, escribió:

«Por librarse de Paganos


Las siete Doncellas francas,
Se cortaron sendas manos,
Y las tienen los christianos
Por sus armas en Simancas.”
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: De nuevo, fotos tomadas en Tuy, donde fuimos en busca de archivos
referentes a la leyenda que narramos. En la imagen de arriba; el autor de estas lineas, en las calles de
la ciudad. Abajo, el claustro de la maravillosa catedral de donde era obispo uno de los glosadores de
la famosa leyenda de las Doncellas (Lucas de Túy, llamado “el Tudense”).
.
Tras ello, la misma fundación nos comenta sobre estas leyendas de pago en doncellas, algunos textos
antiguos; de los que dice: “La Crónica General , según su costumbre, funde ambas narraciones, y da los
últimos toques a la fórmula del tributo. De Aurelio dice simplemente: «Cuenta la estoria que este Rey don
Aurelio nunca huvo batalla con los moros, nin guerras, mas luego en comienzo de su reynado puso con
ellos sus pazes muy fuertes e firmes, e dióles en casamiento mujeres fijasdalgo, que eran christianas.» De
Mauregato: «E este Mauregato, por cuyta de aver paz e amor con los moros, fizo muchas cosas que non
devie contra Dios e contra la sancta ley, ca tomó fijasdalgo, e aun de las otras, e diólas a los moros por
mugeres, e esto non lo fizo él una vez, mas cada año avíe de dar él mugeres christianas a los moros para
fazer con ellas sus voluntades como por renta e por tributo.» Y, finalmente, al tratar de D. Ramiro sigue al
Tudense y al privilegio de los votos, y no al Toledano: «Cuenta la estoria que los moros, luego que sopieron
que el rey don Ramiro reynava, enviáronle a dezir si quería haver paz e amor con ellos, que les diesse cada
año cien donzellas christianas con que casassen e hoviessen su compaña, assí como el rey Mauregato
fiziera en su tiempo: e que las cinquenta fuessen fijasdalgo e las otras cinquenta de cibdadanos...» (8) .

Volviendo a las doncellas de Simancas, sabemos su relato contiene un origen histórico, procediedo
de la entrega de mujeres impuesta desde que Mauregato tomó el trono de Asturias (en el 783 y
gracias a la ayuda de Abderramán I). Tras ello, se considera que ese monarca pactó el famoso pago de
las cien doncellas; aunque este sería el motivo por el cual dos de sus condes le asesinarían, en el
788. Posteriormente, el rey que le sucede (Bermudo) intentaría siempre sustituir aquel pago en
mujeres, por una cantidad de dinero estipulada. El siguiente monarca se niega igualmente a entregar
féminas, tanto que por esa razón declara la guerra a los andalusíes; logrando vencerlos en la batalla de
Lutos. Pese a todo, más de un siglo después y con la llegada del gran Abderramán III -que no dejaba
de aumentar las fronteras del emirato-; los cordobeses parece que vuelven a obligar al rey Ramiro II a
pagar una parte de los impuestos en doncellas. Quedando principalmente sujetos a ello, los pueblos
limítrofes o de frontera (situados junto a Duero). Es así como se recuerda que tocó a Simancas
entregar siete de ellas, quienes para no caer en manos de los sarracenos, se automutilaron; todo lo
que provocó la rebelión de los cristianos. Que finalmente se enfrentaron a Abderramán III en las
lindes del Pisuerga, venciéndole en agosto de 939 -pese a la superioridad numérica y de armamento de
los cordobeses- (9) .

Por cuanto hemos visto, parece que durante las etapas de fuerte dominio andalusí, existió un impuesto -
costumbre irrevocable-, que obligaba a los cristianos entregar mujeres para los harenes de Córdoba.
Asimismo resulta evidente que también algunos católicos debían casarse con musulmanas; para
generar mestizaje y estirpes de doble raigambre. Todo lo que suponía que en los harenes de los reyes
y nobles sarracenos, proliferaban niños de origen cristiano; chicos que hablaban el bajo latín y que por
ello podrían ser admitidos como gobernantes, tanto entre los adeptos y como por los ajenos al
islam. Esto es lo que sucedió con muchos de los Omeyas, que descendían de madres navarras o nacidas
en reinos del Norte hispano; todo lo que no solo lograba que sus hijos hablasen latín y bajo latín (como el
resto de pueblo hispano). Sino, además concedía al niño una verdadera legitimidad para reinar en territorios
de mozárabes. Cristianos sometidos por los musulmanes que admitirían a un monarca o a un emir de este
origen. Pues no solo eran descendientes de los Omeyas, sino también de los reyes cristianos
hispanos. Esta circunstancia que narramos hizo que las mejores familias de la Península se
mezclasen con las dinastías y sagas más importantes árabes que la gobernaron. Unos hechos que
explican por qué la Familia Real española, o los nobles de Aragón y Castilla, están entroncados con los
Omeyas (en especial los de Andalucía; como la casa de Alba o la de MedinaSidonia).
.

IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: Escultura que rememora


la leyenda de “las siete mancas que dieron nombre a Simancas”; cuyo truculento desenlace hace de
este monumento una escena bastante “desagradable”. Pues aun siendo cierto que quizás algunas de las
doncellas entregadas a los musulmanes, pudieran automutilase para no sufrir aquel destino. El hecho, tal
como se narra, es altamente desagradable y carece de base histórica. Ya que Simancas se llamó así
desde tiempos romanos (y prerromanos), al estar allí la “séptima mansión” en la Ruta desde Emerita a
Cesaraugusta -una séptima mansia o posta, en la calzada de Mérida a Zaragoza-. Aquel nombre de
Septimanca, semejante al de Helmántica (10) ; fue convertido con el paso de los años en Simancas. Y
su proximidad fonética a las voces “siete-mancas” se aprovechó para crear esta terrible leyenda. Un
suceso del que hemos encontrado otra versión ambientada en Mota del Marqués; que encaja más
con posibles hechos históricos y describe mejor cuanto pudo suceder en aquellos años, en los que
Abderramán III y Ramiro II se enfrentaron frente a esa ciudad de Simancas.
C) LAS SIETE DONCELLAS DE SANTIBÁÑEZ (de cómo vencieron en Simancas los caballeros de
Mota del Marqués):

1- Recordando lo que sucedió en la batalla de Simancas:

El texto que vamos a seguir -sobre “las doncellas de Mota”- es la continuación de la historia que
recogíamos en nuestra anterior leyenda. Donde contábamos el modo en que se ganó la batalla de
Simancas, gracias a la intervención de los motanos y al pendón que en esta población había
depositado Fernán González. Bandera con la efigie de la Virgen María y que más tarde fue Nuestra
Señora de Castellanos. Debido a ello, recomendamos a quienes lean la presente leyenda, que
previamente conozcan cuanto se narra en la anterior (11) . En la que explicábamos como desde el
año 930 Abderramán venía fustigando los territorios cristianos cercanos al Duero; especialmente
durante los veranos y tras atacar Navarra. A la vuelta de sus luchas contra los vascones, el califa se divertía
en aquellas razzias permanentes sobre lindes castellanas; por lo que el conde Fernán Gónzalez le preparó
una emboscada en Osma, logrando vencerle en el 933. Tras ello, los musulmanes se vengaron, asediando
esta zona cada primavera; con campañas continuas que llevaron a cabo desde el año 934, obligando
retroceder a los de Fernán González.

El poder del califa era tal que en el 937 el rey Leonés Ramiro II se ve obligado a jurar como su
vasallo; llegando a atacar al emir Zaragoza con su ejército, por mandato de Abderramán. Estos acuerdos
y hechos, quizás explicarían una obligada entrega de doncellas a los musulmanes. Una humillante
situación que posiblemente motiva cómo poco después el rey Ramiro llega a pactar con los monarcas
de Navarra; convenciendo también al zaragozano de que se una a su causa contra los de
Córdoba. Aquella inteligente argucia del leonés provocará la ira de Abderramán III, y es entonces
cuando el califa decide dar un escarmiento a los cristianos que le habían engañado. Debido a ello, en
verano del 939 se dirige hacia el Duero con centenares de miles de hombres perfectamente
armados. Su finalidad era atacar las tierras cercanas a Valladolid, para luego llegar hasta Zamora y subir
alcanzando incluso Santiago de Compostela (con el fin de atemorizar a los leoneses). Acerca de lo que
luego sucedió decíamos en nuestra anterior leyenda como: “Terminaron por encontrase todos los
sarracenos en las cercanías de unos montes próximos a Valladolid, llamados ya por entonces de
Portillo (en virtud de que era ese lugar un puerto y puerta hacia tierras de los andalusíes y fronterizas). La
superioridad en hombres del ejército de Abderramán era tal, que nadie tenía duda de su segura
victoria. Además, la fortaleza y preparación de su ejército era tanta, que quizás pensó bastaría con
situarse frente a aquellas colinas vallisoletanas para que los cristianos se rindieran y
pactaran (atemorizados). Pero no fue así y muy por el contrario Ramiro logró reunir allí a sus tropas junto
a las de Fernán González y las del Conde Ansur; mientras fueron llegando hasta las inmediaciones
enormes contingentes de gallegos, asturianos, e incluso navarros (deseando enfrentarse y sin temor
alguno)”.

“Así fue como los cordobeses se vieron obligados a avanzar y a entrar en batalla; pues los
cristianos les esperaban en la margen Sur del Pisuerga, junto a Simancas y a muy pocos kilómetros de
Portillo (el último lugar donde habían parado los más de cien mil hombres al mando del Cordobés). Los
hechos sucedieron el primer día de agosto del 939 y se prolongaron al menos cuatro jornadas, en
las que todos pelearon de forma terrible y sanguinaria. Al cuarto día parece que Abderramán se vió
vencido y huyó junto a muchos de los suyos; el resto se dispersaron, aunque el califa advirtió que
retrocedían porque ya habían cumplido su misión... . El éxodo del rey de Córdoba fue tan apresurado que
las crónicas narran como dejó en Simancas hasta sus ropas militares (cubiertas de oro) y sus objetos más
sagrados, escapando de una muerte casi segura. Por lo demás, en su retiro, los sarracenos siguieron
destruyendo pequeños poblados, ante la derrota sufrida y la rabia contenida. En ello se entretuvieron al
retroceder hasta la zona de Ayllón; aunque las crónicas narran como allí les alcanzaron otros bandos
al mando de Fernán González, que saliendo desde Osma les rodearon y vencieron (haciendo bajas y
presos por doquier entre los de Córdoba). Hechos que sitúan los medievalistas a la altura de Riaza, o en las
cercanías de Sepúlveda” -idem SIC cita (11)-.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de la llanura del Pisuerga, frente a Simancas.
Explanada con decenas de hectáreas donde tuvo lugar la famosa batalla en agosto del 939. Allí
también se supone que debía hacerse la entrega de mujeres, al ser un lugar abierto y con amplias vistas;
lo que permitiría realizar tratos e intercambios, evitando toda emboscada.

IMÁGENES, JUNTO Y BAJO ESTAS


LINEAS: Dos vistas del Duero. Arriba, el río a su paso por Tordesillas, y abajo en Toro. En estos
barrancos parece que se produjo la derrota final del ejército de Abderramán, que tuvo que
replegarse como pudo para intentar regresar a Córdoba, buscando abrirse camino hacia
Medinaceli (donde se marcaba la frontera definitiva entre los reinos). De hecho, las crónicas nos hablan de
que tras huir de Simancas y Portillo (como pudieron) intentaron dirigirse a su lugar de origen, escapando de
tierras cercanas al Duero. Aunque durante aquella retirada, cayeron en una enorme emboscada de los
cristianos, en un lugar llamado “el barranco” (en árabe Al-Hóndega). Muchos sitúan esos barrancos en
tierras cercanas a Sepúlveda y Riaza, aunque a mi parecer debiera considerarse Calatañazor como opción
más plausible. Ya que en un intento por llegar hasta Gormaz -la gran fortaleza califal-, quizás pudieron ser
atacados desde Osma y empujados al barranco del “Castillo del Azor” (donde se dice que “Almanzor perdió
el tambor” -recordemos que Amanzor en el poema de Fernán González, es Abderramán III). Pese a todo,
parece que no hubo más derrota que la de Simancas, por lo que aquellos barrancos que refieren las
crónicas se corresponderían con los del Duero y el Pisuerga; en sus orillas desde Toro a Tordesillas
y hasta Valladolid.

Consecuentemente ya decíamos que: “Lévi-Provençal cree que la derrota definitiva del ejército de Abd al-
Rahman III tuvo por escenario las proximidades de Simancas, y que, por consiguiente, no se consumó en
una segunda batalla, en la que los Cristianos, a muchas leguas de allí, habrían diezmado a los musulmanes
fugitivos. Punto que el cronista Sampiro sitúa en la “urbe de Alisan Llega” (identificada por Dozy con un
lugar de este nombre en la provincia de Salamanca). Para Lévi-Provençal, Sampiro confundió “Alhandega”
(en árabe, ‘Madinat al-jandaq” = la ciudad del foso) con un foso defensivo (al-jandaq) construído por los
Cristianos en las cercanías de Simancas y en el que, según lbn al-jatih, cayeron los Musulmanes
perseguidos por los guerreros asturleoneses. Pero esta tesis de Lévi-Provençal no tiene en cuenta -en
opinión de Sánchez Albornoz, que amablemente me expone éste en una carta-, lo extraño que resulta que
el ejército de Abd al-Rahman combatiese con un foso a sus espaldas, ni tampoco el hecho de que los
Anales Castellanos primeros, que son la fuente más cercana a los hechos en cuanto procede del siglo x,
hablen claramente de dos batallas, separadas una de otra por el transcurso de varios días y cuando los
Cordobeses proseguían su fuga; tratando de salir de tierras Cristianos” (12) .
2- EL PAGO DE LAS SIETE DONCELLAS Y LO QUE SUCEDIÓ EN SANTIBÁÑEZ DE MOTA:

El texto tudense que vamos a seguir es sin duda alguna apócrifo (como todos los que refieren esta
leyenda). Pese a ello, cuanto narra parece que describe con una mayor fidelidad que el resto la historia
del pago de las doncellas y los hechos sucedidos en esta zona de Valladolid, durante el verano de
939. Tanto es así, que incluso recoge nombres de algunos protagonistas y de muchas de las poblaciones
que participaron en aquellos sucesos. Por lo demás, hemos de destacar que nos fue dado a conocer por
investigadores que habían leído nuestra anterior leyenda; quienes nos advirtieron de la existencia es
esta interesante versión. Siendo así, agradecemos al Sr. García Cunqueiro que nos hiciera llegar la copia
del ejemplar que la contiene; manuscrito que -según nos dice- se conservaba en su familia y en su casa
solariega de Tuy, al menos desde el siglo XVIII. Consecuentemente, resumiremos cuanto narra esta
“crónica de las doncellas de Santibañez de Mota”; incluyendo en algunos casos partes de este
original escrito a mano. Una obra de unas veinte páginas redactadas en pergamino y que comienza
diciendo:

“Fue otrosí:
que el anno del Sennor novocentios trenta era.
Vino en sí
dal-Rammán el mor, invadiendo nostras terras.
Y queriendo mucho d´or e humildarnos con más guerras.
A Ramiro pidió donnas, com si fuere darle perras.

En Portillo amenasó, do esperaba ofrecellas.


Deciendo que con aquellas, regresaría por Cuéllar,
volviendo a su patria sella, sin facernos cruellas.
Mas quería vellas, pronto com a centellas.
A todas ellas, de Castilla las más bellas.
E las cien, pidió se fueren doncellas.

Que fue así por noso bien et el dellas,


que el rey obligó a nos, ofrecellas,
contando siete que tien debellas
todo poblo de bien, sin querella.
Puesque nadie quiso reyas
por evitar de infiel su mella.
E dijo el rey que: -Cien donçellas
habían entregarse, al Omeya-”.

Continúa la narración exponiendo que a mediados de aquel año (hacia el mes de julio), Abderramán se
situó sobre una colina a las puertas de Valladolid. Lo que explica su llegada a Portillo; donde
históricamente sabemos que apareció el Califa junto a centenares de miles de hombres armados -en verano
de 939-. Más tarde nos dice el cronicón que envió emisarios a los reyes y nobles cristianos, indicando
que debían cumplimentar todos los impuestos requeridos, incluyendo el pago restablecido de
doncellas. Teniendo la obligación de entregar siete bellas jóvenes cada una de las siguientes
poblaciones:
Simancas -Septimancas-
Tordesillas -Torre de Sila-
San Román de Hornija -Gotoro e Chindasvinto-
Toro -mencionado en el cronicón como Civitas Gotoro-
Tiedra -Amallóbriga-
Wamba -Campo de Wamba e Recesvinto-
Mota del Marqués -Santibañez de Mota- (13).

Advirtiendo el rey musulmán, que las cuarenta y nueve doncellas se pedían a esas siete poblaciones
por su marcado origen y raigambre goda; todos pueblos altamente emparentados con los reyes visigodos
y con las costumbres cristiano romanas. Además exigía Abderramán, otras cuarenta y nueve mujeres
jóvenes nacidas en la villa de Valladolid; y dos más, emparentadas con el rey Ramiro, para
desposarse él mismo con aquellas. Un total de cien “donnas bellas”, que debían entregarse en la llanura
de Simancas antes del primero de agosto; so pena de ser atacados “allende el Duero” si no se cumplían
esos mandatos del califa.
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de Simancas. Arriba, el interior de la preciosa villa que
vivió la famosa batalla del año 939. Abajo, el barranco sobre el Pisuerga, visto desde sus empinadas
calles (mirando hacia el Naciente). Al fondo de la fotografía se distinguen los montes al Sur de
Valladolid, donde se eleva en primer lugar Portillo -que hemos marcado con una flecha-. Observando
esta segunda imagen podemos entender las vistas sobre toda la llanura vallisoletana que tenía el ejército
cordobés; pudiendo vigilar perfectamente desde el alto de Portillo, las cercanías de la actual ciudad de Toro.
Esta enorme llanura es la que a mi juicio dio nombre a la capital castellano-leonesa; cuya etimología
considero que nace del las voces romanas que significaban “Valle de la Meseta” y que en la Edad Media se
diría “Valle Tolit” -del latín Vallis Toletum- (14) .
Al lado: Casas y calles en la preciosa villa de
Simancas.

SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de la llanura entre Portillo Valladolid y Tordesillas. Arriba,
la vista general tomada desde el llano, antes de subir al alto de Portillo. Abajo, una vista a medio
camino en la subida. Se divisan, al fondo y en el centro, Valladolid; un poco más a la izquierda Simancas y
Tordesillas.
llanura entre Portillo Valladolid y Tordesillas

3- SOBRE LA ELECCIÓN DE LAS DONCELLAS A ENTREGAR:

Sigue el texto de Tuy narrando cómo quedó muy afligido Ramiro II tras aquella misiva de
Abderramán; al saber que habían llegado a Portillo centenares de miles de sarracenos perfectamente
armados. Mandando el rey cristiano reunirse con sus nobles y gobernantes más cercanos; les advirtió de
las consecuencias finales que habían tenido las luchas que mantuvieron contra los de Córdoba -durante
seis años-. Lo que motivó el enfado del Califa, que sintiéndose humillado, había llegado hasta
Valladolid con la intención de aniquilarles. Tras lograr Abderramán dirigir y reunir uno de los ejércitos
más poderosos nunca recordados. Por lo que dos cientos mil hombres permanecían a la espera de una sola
orden, para cruzar aquel río con el fin de acabar con todo ser viviente y con cualquier edificio que
encontrasen en tierras cristianas. Atemorizados, decidieron los nobles castellanos junto a su monarca,
claudicar para concertar el envío de cuantas doncellas pedían los sarracenos. Admitiendo también las
cantidades de dinero que les exigían, como impuestos de vasallaje al califa. Con el fin de pagar cuanto les
imponían, emitieron un bando para recaudar los fondos necesarios a entregar; en el que asimismo se
ordenaba sortear las doncellas nacidas en los lugares marcados por los sarracenos.

Fue así como se pasó al sorteo de aquellas infelices, de las cuales la historia recuerda los nombres
de las siete de Simancas. Asimismo el texto de Tuy que vamos resumiendo, contiene también los
nombres, patronímicos y hasta las familias de las que salieron en Mota del Marqués (en ese tiempo
llamado Santibáñez de Mota). Mencionando incluso el modo en el que se eligieron las muchachas.
Relatando que para hacerlo, fueron repartidos trozos de cerámicas rotas en aquellas casas del pueblo
donde había doncellas. Para que todos los padres con hijas en edad casadera metieran en una gran tinaja
esas lozas partidas, tras haberle hecho una marca o escribir en ellas el nombre de cada “candidata”.
Completado todo aquello, dice el manuscrito de Tuy, que un diácono regía ese triste acto, quien rezó un
Padrenuestro antes de comenzar. Finalmente fue sacando una a una, las siete piezas; entre todas las que
habían metido en la tina -con la marca o señal de cada doncella-. Produciéndose un gran algarabío y unos
enormes lamentos, cada vez que mencionaban la siguiente desafortunada, cuyo destino era ser entregada.
Habiendo terminado esa terrible escena, finalmente quedaron todos los habitantes del pueblo
desolados; añadiendo el texto tudense (que seguimos) el nombre y las familias de estas siete doncellas
elegidas. Recordando a las siguientes:

Primero dice que salió el “ostracon” de dos hermanas que habían escrito su nombre juntas. Eran las
hijas de un hombre muy justo, llamado Alonso. La mayor, mujer de gran carácter y rebeldía; por ello
conocida entre los de Santibañez como “La Rebel”. Mientras la segunda era famosa por su enorme
piedad y belleza, de la que sabemos quiso ser clarisa; aunque un caballero de Zamora la sedujo y
finalmente salió del convento con la intención de casarse con aquel al que todos apodaban “Macho”
-por su gran valor; pero que en realidad tuvo por nombre Indalecio Doménico-. Tratándose ese
soldado de un infanzón nacido en tierras de Villalcampo, capaz de levantar las mejores mesnadas y de
intervenir en las más peligrosas lides. Por todo lo que más tarde sería persona principal para lograr liberar a
las doncellas.

Junto a estas dos hermanas, salió también elegida la hija de un hombre de leyes y fueros, defensor de
los derechos de aquellas gentes del medioevo y al que por sus continuas victorias ante jueces y
alguaciles, apodábanle: “el Victórico soldadus”. Cuya primogénita, llamada Marcia, era bella y muy
tímida; al haber sido cuidada con esmero por su familia materna, a los que decían “lares y dioses del
cerro”. La cuarta y quinta doncellas nominadas, dice el texto de Tuy que también eran dos
hermanas; hijas de un famosísimo posadero de Santibañez, mencionado como Rey Wamba, al
descender su familia de aquel monarca godo. Finalmente, las dos últimas pertenecían a la casa de
un famoso judío que vivía en la actual calle de Platerías y cuyo nombre y apellido hebreo sabemos
era Levy Azamel; aunque fue conocido entre los cristianos como Ludovico San Joseph. Sobre este
judío habla en numerosas ocasiones el manuscrito que tratamos, narrando que estaba casado con la hija
de un “físico” de nombre Hernán, conocido como experto en crear pócimas curativas, por lo que el
texto “tudense” se refiere curiosamente a ella como:

“la filla de Henán y Martí.


En la Gloria,
todo cura, sine fin:
La cura de alquím,
lo cura de victoria”.

Continúa el texto hablando de aquellas dos últimas doncellas elegidas, diciendo que una de ellas era
la hija de estos Azamel (ó Ludovicos); dueña de gran belleza y cuyo nombre fue Adriana -tal y como
describe el manuscrito-. Finalmente narra que la última en salir para tal triste fin, fue una joven
extranjera traída por el hijo de aquel Levy de allende los mares, para contraer nupcias. Pero antes de
que llegaran a casarse, echaron su nombre a “esa tina que otorgaba aquel destino” y tristemente fue
también una de las que se propugnaron para entregar a los sarracenos. Diciéndose además que al ser
extranjera y saber de las cocinas más extrañas, conociendo tanto las artes de asar; seguramente sería
alguna de las que más valorarían los andaliusíes (tan doctos en las artes culinarias de las carnes no
porcinas).
IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: Narra el texto que
seguimos, que los califales solicitaron doncellas de siete poblaciones muy ligadas al mundo
visigodo. En la fotografía superior podemos ver un edificio en ruinas, junto a la iglesia de San
Román de Hornija; cuyos capiteles son de origen visigodo -esperamos que este edificio pueda ser
recuperado en breve, pues a día de hoy se encuentra aun en peor situación-. Asimismo, en las imágenes
de abajo, recogemos una casa de Villalonso (muy cercana a Tiedra) que en su fachada luce una
columna y dos capiteles de igual tipo.

Abajo: Detalle de la misma casa sita en Villalonso, donde podemos observar el estilo visigodo y
romano de la columna que sujeta su soportal.

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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Otra vez, dos vistas tomadas desde el alto de Portillo, donde se
situó Abderramán III. En ellas se observa como su arco de visión abarca decenas de kilómetros a la
redonda sobre la llanura vallisoletana. Arriba vemos en el horizonte: Valladolid, Simancas y Tordesillas
(llegando a observarse a nuestra izquierda más allá de Toro). Abajo,a nuestra derecha en el horizonte, el
campo de Tordesillas hasta los barrancos de San Román y Toro; al final a la izquierda, zonas de
Zamora capital.

4- SOBRE LA HUIDA DE MUCHAS DONCELLAS Y DE LA CONJURA QUE EL SABIO LEVY PROMOVIÓ


EN SU CASA, PARA LOGRAR SALVARLAS:

Sigue el texto tudense narrando cómo después de aquel sorteo, muchos de los habitantes de
Santibañez se negaron a entregar a sus hijas. Por lo que siendo aquel envío de doncellas, mandato
real que todos debían cumplir; decidieron cambiar su destino, sin que ajenos a ellos supieran
nada sobre esos planes. Fue así como de forma secreta se reunieron en la casa del judío Levy
Azamel (Ludovico San Joseph) cuantos desearon conformar la conjura que tenía por fin no entregar a
esas siete jóvenes de Santibañez. Así fueron uniéndose a aquel contubernio secreto quienes se
propusieron no abandonar jamás a las doncellas; entre los que el manuscrito de Tuy dice que estaban:

El matrimonio Levy y su hijo, llamado “Ludovico el Chico”; quien deseaba poner todos los medios
para salvar de aquel destino a la amada que él mismo había traído de tierras tan lejanas para
desposarse. A ellos se sumó un ricohombre de aquella villa, llamado Josefo Antonino, hijo de
Sancho y de Fernanda; famoso por su bondad y por las caras prendas que vestía. Quien no tuvo
reparo “en ofrecer todos sus dineros” para ayudar a la causa. Llegaron asimismo para unirse a tan digno
fin, gentes venidas desde Helmántica; entre las que destacaba un caballero conocido como el Franco
Garavís, procer de origen galo casado con la hija Esther del Conde Gonzalo. Quienes siendo
extranjeros y viviendo en tierras tan lejanas, lograron que huyeran muchas de las doncellas. Subiendo
en sus carros a las dos de la casa de Levy (que trasladaron hasta la Germania y a tierras francesas);
llevándose también a la hija del famoso hombre de leyes, llamada Marcia -del Victorico
Soldadus-. Finalmente se llegaron hasta esa conjura un matrimonio venido de zonas cercanas a San
Cebrían y de origen mozárabe: Ella se hacía llamar Socobunda de Martín (alias la Mozárabe) y su
esposo -que fe mandatario entre los cordobeses- era el famoso Jushuf de Alonso, fillo de Lope. Ambos
hablaban el árabe; pero Socobunda llegaba a escribirlo a la perfección. Por lo que cuando pudieron
hacerse con documentos del ejército califal parado en Portillo; gracias a la ayuda de ella lograron saber
muchas de las intenciones y órdenes. Por tal motivo -anota el manuscrito tudense- “ como Socobunda
traducía aquellos textos en idioma de los cordobeses, pasaron a llamarla `nuestro socorro
´” (cambiando así su verdadero nombre).

ARRIBA Y ABAJO: Imágenes de Simancas. En la foto superior podemos ver el famoso castillo que
alberga el “archivo histórico”. En la de abajo, el claustro de la iglesia, recientemente restaurado.

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JUNTO A ESTAS LINEAS: Exterior de la iglesia de Simancas
(torre del campanario de estilo románico); este colosal monumento ha sido recuperado hace unos años,
con gran acierto. Su parecido en dimensiones y estructura con la Iglesia de San Martín, en Mota del
Marqués; nos habla del florecimiento de esa zona en tiempos de Carlos V. Por su parte, el templo de
Simancas conserva aún en su interior un retablo original, junto a obras de gran valor -agradecemos a su
párroco la gran amabilidad con la que nos atendió al visitarlo-.

Finalmente entraron a participar en esta conjura los padres de las dos doncellas Rey Wamba, junto a
unos compadres suyos. También posaderos, cuya venta con postas estaba muy próxima a la del
Wamba. Esos otros venteros se llamaban Aquilianos y procedían de Tordesillas; siendo famosos
porque sus hijos trabajaban como mayorales, cazadores y guiadores de reses bravas. Una profesión
que por entonces se tenía en gran estima; sobre todo en los Montes Gotoros (hoy Torozos), que estaban en
aquellos siglos plenos de uros salvajes y de toros asilvestrados -a más de poblados con cebros y otras
especies hoy desaparecidas-. Fueron así las dos familias de posaderos a hablar con los de Levy y con
el infanzón zamorano que lideraba el movimiento -al que por su valor todos llamaban “Macho”-.
Manifestando su intención de participar en el salvamento de las doncellas. Y cuando el caballero de
Zamora les preguntó qué idea tenían por hacer, salieron los Auquilianos narrando lo que había
sucedido en Carrión de los Condes, durante una entrega de muchachas. Momento en que algunos
mozos lanzaron toros bravos contra los que venían a raptarlas; obligándoles a huir (no habiendo
vuelto por esa zona más enemigos a pedir “donnas”) (15) . Así que lo mismo podrían hacer desde
Tordesillas o en Simancas; bajando muchos toros contra el ejército de los “abderramanes”, con un puente
hecho con barcazas que rápidamente abrieran en el Duero.

Fue en ese momento cuando el infanzón apodado Macho comenzó a narrar una interesante historia,
recordando que en su lugar de origen -un pueblo zamorano llamado Villalcampo-, había muchas
esculturitas de toros en piedra. Efigies que se consideraban de la buena suerte y que aparecían en un
llano próximo -llamado el llano de Santiago-. Un teso que se denominaba así porque un día por allí
vinieron los sarracenos y al ver aquellas rocas con forma de bueyes, no quisieron acercarse al
pueblo; pareciendo todo ello, un milagro del apóstol. Pues al observar muchos toricos de granito, salieron
los cordobeses de la zona que se llama Carbajosa, diciendo que por allí podían abundar reses
salvajes; de lo que preferían no adentrarse en esos bosques de carbajos. Así, que desde entonces, las
gentes de Villalcampo tomaron cuantas piedras de estas encontraban, para ponerlas en sus
casas; llamando al campo del que las sacaban, el llano “de Santiago” porque les protegía de los
andalusíes. Colocando esas esculturas con toros en lugares preferentes, como las entradas o las
murallas; con el fin de que si se acercaban enemigos, temieran que por el pueblo abundasen uros
silvestres y prefirieran no entrar (pensando que era zona de peligro). Siendo así, sabía este infanzón de
Zamora, que haciendo frente con toros a los sarracenos, estos se verían muy amedrentados (15b) .
Al terminar ese discurso, quedaron todos asombrados de aquellas ideas y se propuso reunirse con el
resto de miembros de la conjura, para explicarles este nuevo ardid pensado (con el que sino liberaban
las doncellas, al menos sí podrían derrotar a muchos de los sarracenos).

JUNTO A ESTAS LINEAS: Torito ibérico en el alféizar de una ventana en Villalcampo,


Zamora (agradecemos al ayuntamiento de esta población nos permita divulgar la imagen). Estas
esculturas de época prerromana, normalmente hechas en granito; fueron obra de las etnias
celtibéricas que ocuparon el centro de la Península (principalmente de los vettones). En Villalcampo,
tal como narra el manuscrito tudense, había un enorme castro -en el llano de Santiago-; yacimiento
que tristemente se destruye a mediados del siglo XX para construir una presa y una carretera.
Previamente al expolio, sacaron cuanto pudieron y a la mayor brevedad (antes que la maquinaria
terminase con el castro). Se obtuvieron al menos cuatro esculturas de toritos o verracos, junto a
importante material epigráfico y más de sesenta estelas prerromanas. Muchos de estos restos pasaron a
colocarse en las fachadas del pueblo o en el interior de casas y en lugares preferentes (como la iglesia etc).

Continuando con el texto que resumimos, aquí aporta un dato de suma importancia; pues históricamente
sabemos que los hispanos, desde tiempos inmemoriales y hasta la Edad Moderna; cuando
encontraban estas esculturas ibéricas de toros, tenían por costumbre situarlas en puntos de vital
importancia para las urbes. Destacando así aquellas que todavía podemos ver en las murallas de
Ávila o de Segovia y en otras tantas poblaciones donde esos mojones abundan (Coca, San Martín de
Valdeiglesias, Oropesa, Cáceres, Zamora etc). Muchas fueron colocadas en las murallas o las entradas
de la ciudad, pero se han cambiado de lugar posteriormente (como sucede con el verraco de Toro, el de
Ciudad Rodrigo y otros tantos). Aunque en el siglo XVII, ante el avance de epidemias, el Santo Oficio
decidió que esas enfermedades se mandaban por Dios porque las gentes de Castilla, Extremadura y
León seguían venerando a esos toritos de granito. Decidiendo entonces tirar muchos a los ríos,
convertirlos en utensilios (como bancadas) o simplemente, machacarlos.

Muy importantes son las ideas que desde aquí podemos obtener, sabiendo que el carácter apotropáico de
estos verracos en piedra procedería al servír inicialmente como elemento disuasivo o de
defensa. Utilizados de un modo semejante al que los griegos usaban las “Hermas” junto a los caminos;
mojones pétreos que colocaban para señalar la vía, pero también para avisar que aquellas tierras tenían
dueño y que no se podía salir de la linde trazada. De estas Hermas nació Hermes, el protector de los
caminos y de los comerciantes que transitaban por aquellas carreras. Siendo así, hemos de considerar
que los toros ibéricos de piedra, también se colocarían en los campos para demarcar que las tierras
tenían un dueño. Además, avisando de que por allí merodeaba ganado y reses bravas (uros o
verracos); con el fin de que los extraños no pasaran de estos mojones a los que darían forma de
animales peligrosos, para disuadir a los visitantes no deseados. Todo cuanto el manuscrito de Tuy
narra, explicaría el carácter mágico que los pobladores de la Meseta otorgaron a estas esculturas,
tanto como su significado inicial. Además hace patente que desde tiempos ancestrarles, los iberos
-y luego los hispanos- se defendían usando toros; un hecho que nos lleva a entender por qué nunca
acabaron con el uro salvaje que poblaba los montes peninsulares (descastándolos, tal como sucedió
en el resto de Europa).

ABAJO: Esculturas ibéricas prerromanas, anteriores al siglo IV a.C.. En la foto vemos los famosos
“toros de guisando”, sitos en El Tiemblo -provincia de Ávila- y en los límites con la de Madrid (junto a
San Martín de Valdeiglesias). Según las últimas investigaciones de profesores como Alicia
Cantó (15c) ; se cree que estos “mojones” demarcaban el territoorio vettón, separándolo de la linea
con los carpetanos (en una frontera Norte Sur, entre San Martín y La Puebla de Montalbán, llegando a
Melque y etc -lugares donde también han aparecido toros de granito-).
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5- LA JURA Y CONJURA DE LOS TOROS:

Continúa el cronicón de Tuy relatando este quinto episodio, del que dice textualmente como “fue una
verdadera jura, más que conjura”. Al ser idea promovida por un enorme grupo de valientes motanos; que en
un comienzo se mantuvo en secreto, pero que finalmente aceptarían y conocerían casi todos. De tal
manera, nos describe el manuscrito lo que sucedió entre aquellos vecinos y amigos de los lugares
que estaban obligados a pagar doncellas; quienes se pusieron a buscar reses salvajes. Y conociendo
bien dónde abundaban los toros bravos; se dispusieron a juntar manadas de esos a los que llamaban uros.
Guiando y guardando vacadas con cautela junto a ciudades del Pisuerga o del Duero; con el fin de
echarlas contra el enemigo que pedía sus doncellas.

Así fue como durante esas semanas de julio de 939, muchos motanos -al mando del zamorano
“Macho”- recogieron puntas de bóvidos salvajes, preparándolos para aquel menester. Algo para lo que
no hubieron de hacer gran esfuerzo, ya que los montes que les rodeaban estaban plenos de ellos. Puesto
que las reses salvajes se cuidaban especialmente en las zonas que antaño habían sido villas de recreo
de los reyes visigodos. Como sucedía en el campo de Wamba (16) , en las cercanías de la actual villa
de Toro y San Román de Hornija, o en el cazadero real llamado hoy La Santa Espina. Tierras que
habían sido fincas privadas del monarca Chindasvinto (Toro y San Román) o de su hijo Recesvinto y del
sucesor de este -el rey Wamba-. Quienes habían tenido sus villas de recreo en los campos de Toro, Wamba
y en los Montes Torozos; antes llamados “Gotoros” al ser esos lugares propiedad de los reyes góticos (17) .
Siendo así, en aquellas “posesiones góticas” abundaban por doquier los uros salvajes; quizás porque
los monarcas visigodos los usasen para la guerra, tal como habían hecho los primeros reyes de la
Península -en tiempos romanos y prerromanos- (18) . Pues como sabemos, el mismo Amílkar Barca
murió en Elche de la Sierra (Helike); en un ataque que los jefes iberos lanzaron contra el ejército
cartaginés, perpetrado con una manada de reses -emboladas y atadas a carros con fuego-. Un hecho
que vivió y vio de niño su hijo Aníbal. Quien decenios después -cuando asedió Italia- al verse rodeado y sin
salida en el Paso de Falerno (junto a Roma), llamó a mercenarios iberos para que estos tomasen ganado de
las montañas colindantes y les atasen fuego a los pitones. Echando las vacadas así emboladas contra el
ejército romano; que se vio obligado a huir y a dejar escapar a Aníbal del cerco al que le habían sometido en
aquel “campo falernino” (19) .

ARRIBA Y AL LADO: Imágenes de toros


ibéricos. Los últimos estudios sobre estas esculturas prerromanas indican que seguramente se
usaban como “mojones”, para señalar fronteras o territorios. Demarcando -a mi juicio- zonas de las
que no se debía pasar; para indicar al ajeno a ellas la posibilidad de encontrarse con ganado salvaje
suelto, tras aquel toro en piedra (20). Arriba, otra escultura del mismo tipo; pero en este caso
representando un verraco y sita junto a la iglesia de Torralba de Oropesa (Toledo). Al lado, la famosa
escultura ibérica aparecida en la ciudad de Toro (Zamora). Actualmente se encuentra colocada en una de
las rotondas de entrada a la urbe, aunque antaño estaba junto a las murallas. Algunos expertos creen que
esa escultura es la que daría nombre a Toro, aunque sabemos que aquella denominación es muy
moderna, no apareciendo la villa así mencionada hasta las crónicas de Alfonso VI (en época del Cid).
Puesto que antes se referirán a ella comúnmente, como Campo o Civitas Gotorum -ciudad, campo de
los Godos-.
Continúa recogiendo el manuscrito tudense como pronto los de Santibañez y sus pueblos aliados,
habían juntado al menos dos mil cabezas de ganado bravo. Todos ellos tomados en las cercanías de
Wamba, en las de Mota y en San Román. Tras ello, quienes sabían conducirlos, fueron guiándolos y
guardándolos en fincas con cercados próximos al Duero y a sus afluentes en la zona -del Pisuerga al
Hornija y al Bajoz-. Más tarde aquellos caballeros de Mota decidieron ir a hablar con el conde Fernán
Gónzalez, para proponerle su ardid de tirarlos contra el ejército de Abderramán. Asi fue como a fines
de julio de este año 939, el conde les recibió en su cuartel a orillas del Duero; donde vigilaba de un
inminente ataque sarraceno desde la margen contraria. Los aguerridos motanos y sus aliados de
poblaciones obligadas a pagar doncellas, comunicaron al comandante castellano que no querían
entregar a sus hijas. Pues podrían enfrentarse a los enemigos, por muchos que fueran; ya que tenían
guardadas unas dos mil reses bravas y otras tantas mansas, que podrían lanzar contra
aquellos ejércitos amenazantes -apostados frente a Valladolid-. Bastando montar rápidamente varias
pasarelas sobre el cauce; para guiar luego a las bestias hacia ellas, con el fin de que las vacadas
alcanzasen el otro lado del río (sembrando así el pánico entre las hordas sarracenas). Asombrado
Fernán Gónzalez de la gran idea y del potencial bélico que le presentaban, les comunicó que presto
iría a hablar con el rey Ramiro; quien junto a los nobles más ancianos, se guarecía y aguardaba sucesos
en zonas próximas a Benavente (a una jornada del frente del Duero).

Así tardó el conde castellano apenas dos días en ir y venir, llegando pronto con la respuesta del rey.
Narrando el cronicón de Tuy, que el monarca al saber que las gentes de Santibáñez (de Mota) y sus
compadres de otros pueblos, habían preparado millares de reses bravas -junto a otras tantas
mansas- con la intención de lanzarlas contra el enemigo. Anuló el pago de impuestos acordado y
mandó entrar en batalla. Afirmando que aquellos toros le aseguraban que sino lograba un triunfo, al menos
sí podría evitar que los musulmanes pasaran al otro lado del Duero y del Pisuerga (al temer encontrarse allí
con más manadas de bravos). Ello ocurrió en los últimos días del mes de julio del 939; y fue entonces
cuando enviaron emisarios al califa, comunicando que ni se rendían a su vasallaje, ni menos les
pagarían el tributo de doncellas -siquiera enviarían una parte el dinero estipulado como impuestos-.
Ofreciendo los cristianos tan solo un acuerdo: El de que los cordobeses regresaran a sus tierras y que si así
lo hacían, ellos respetarían la marcha (sin cortarles el camino de vuelta, ni atacarles en su retirada). Todo lo
que leyó Abderramán III sin dar crédito a cuanto en la misiva se contenía; pensando que los
cristianos estaban locos. Pues era evidente que con la superioridad de hombres y de armas que él
tenía, aquella batalla de Simancas iba a ser una “parada militar” más que un choque entre dos
ejércitos.

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ARRIBA Y AL LADO: Imágenes de toros bravos
en San Román de Hornija, donde aún se crían algunas de las ganaderías más importantes de
Castilla.

ABAJO: Vista del Duero, desde Castro Nuño (con su iglesia románica y el río en la zona baja). En las
inmediaciones del campo que vemos en fotografía, parece que se produjo el último choque entre los
de Abderramán -que intentaban cruzar el río- y las manadas de toros que los cristianos les lanzaron. Esta
población es muy aficionada a la tauromaquia, además celebra uno de los encierros más extraños
de España. Bajando las reses por cuestas en las que se resbalan y caen junto a los corredores.
Posiblemente aquel extraño recorrido de sus encierros quiera rememorar la gesta del año 939;
cuando las gentes de la zona -mandadas por caballeros motanos- lanzaron por los barrancos y río abajo a
cientos de toros contra el ejército de Abderramán III.
6- SOBRE LO QUE EN VERDAD SUCEDIÓ EN LA BATALLA DE SIMANCAS Y DE CÓMO ESTA SE
GANÓ CON UN ARDID; CAMBIANDO TOROS POR DONCELLAS:

El manuscrito de Tuy que vamos resumiendo -“La leyenda de las doncellas de Santibáñez”- contiene este
episodio como último “capítulo”; concediéndole una intitulación tan extensa como explicativa. Ya que en
esta parte final se narrará ciertamente el modo en que vencieron los castellanos en Simancas;
usando tan solo un “engaño” -ardid militar-, sirviéndose de toros. De tal manera comienza este
“título sexto” describiendo las órdenes finales que dieron los comandantes del rey Ramiro y de
Fernán Gónzalez. Al saber que los de Mota y sus gentes cercanas tenían millares de toros bravos (y
otros tantos mansos); preparados para bajarlos al Duero, con la intención de echarlos sobre el ejército
musulmán.

Siendo así, narra cómo los cristianos decidieron esperar a que Abderramán atacase para hacerle frente
con el ejército al menos durante tres jornadas; hasta que los cordobeses creyeran que los
castellanos flaqueaban; incluso haciéndoles ver que huían de la batalla... . Todo ello con la intención
de que los generales del califa se confiaran y comenzaran a bajar de Portillo; pensando que el triunfo
estaba muy cerca. Acercándose así los sarracenos hasta las orillas de Simancas, con la intención de
cruzar y pasar. Por todo ello, ordenó el rey Ramiro y su conde (Fernán); que no pusieran las pasarelas,
ni dejasen ver los toros al enemigo, hasta que no bajaran todos los mandatarios andalusíes al valle
de Simancas, confiados de su triunfo (sin hacer alarde de las reses hasta tener a los de Abderramán
situados ya en la explanada, pensando en cruzar “la marca”). Siendo solo aquel, el momento de soltar las
manadas bravos hacia ellos; cuando incluso el califa bajase su tienda a las cercanías del río, para
contemplar la victoria. Entonces, las miles de reses salvajes guardadas en corrales junto a las
ciudades de Simancas, Tordesillas y San Román; se gobernarían junto a los mansos, para hacerlas
llegar al otro lado. Guiándolas hacia pasarelas construidas sobre barcazas; ayudados por caballeros y
mayorales que los llevarían hasta el otro lado del cauce y donde les ayudarían a pasarlos quienes supieran
correrlos o dominarlos perfectamente.

Las órdenes mandaban así al ejército castellano, aguantar al menos tres jornadas en batalla, junto a
Simancas; pero tan pronto como bajasen los andalusíes, confiados del triunfo y con la intención de
cruzar el Pisuerga. Se prepararían las barcazas y el paso de los uros; moviendo asimismo pasarelas
en Tordesillas y preparando otras tantas en San Román y en los barrancos de Gotoro (la actual villa
de Toro). Pues estaba claro que los enemigos, al verse atacados por cientos de reses bravas en el
Pisuerga; huirían hacia esas otras explanadas del lado Oeste (las de Tordesillas o Pollos). Pretendiendo
incluso internarse en tierras cristianas subiendo por San Román y asaltando los barrancos toresanos.
ARRIBA, AL LADO Y ABAJO: Imágenes del
interior de la parroquia de San Román de Hornija. Junto a estas lineas, un capitel mozárabe en aquella
preciosa iglesia. En la fotografía inferior, el sepulcro del rey Chindasvinto. Más abajo, los restos de
este monarca y de su mujer, conservados en el mismo templo de San Román de Hornija (al que
agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes).

Todo fue preparado con minuciosidad y en el plazo de muy pocos días, llevando las reses bravas a
escondidas y por las noches hasta corrales construidos en las afueras de esas villas fronterizas con el
ejército de los cordobeses. Asimismo, dispusieron sobre tierra las pasarelas y todo cuanto se
necesitase, para cruzar las vacadas; siempre actuando con cautela y sin que el enemigo se
apercibiera. Por su parte, Fernán Gónzalez envió como mensajero a tierras de Segovia al joven que
conocían en Santibañez como “Ludovico el Chico” (el hijo de Levy). Quien al ser de origen judío
podría alcanzar Cuéllar o Íscar, sin levantar sospechas (haciéndose pasar por comerciante).

Hasta allí logró aquel Ludovico Sant Joseph llevar las órdenes del comandante cristiano, quien
mandaba a los caballeros mozárabes segovianos que también juntasen muchos toros
bravos. Manteniendo en secreto que serían para defenderse y para echarlos también sobre el ejército de
Abderramán, cuando aquellos intentasen retroceder. Pues era sabido que en la retirada, las
mesnadas y los generales medievales cometían las mayores tropelías. Cuando al verse vencidos y de
regreso con las manos vacías, actuaban con total crueldad para vengar su derrota (incluso causando
estragos entre los suyos). Así fue como Ludovico el Chico contactó con algunos de los hijos de los
Aquilianos y con otras gentes originarias de Tordesillas, que vivían en Cuéllar. Advirtiendo de que
debían prepararse para el regreso del califa vencido y humillado; intentando evitar los daños y
vejaciones que aquellos ejércitos hacían a su paso, cuando volvían en loor de una derrota. De tal manera,
logró que en Santa María de Nieva y en Cuéllar le prometiesen algunos mozárabes defenderse del
modo en que “Ludovico el Chico” les aconsejaba. Asegurando que guardarían toros bravos en
cercados preparados junto a los caminos; para dejarlos sueltos en cuanto vieran por allí aparecer al
ejército sarraceno, regresando hacia sus tierras.

ARRIBA Y AL LADO: Imágenes de Toro y de Cuéllar. Foto


superior, los barrancos toresanos por donde cubrirían el flanco bajando manadas de reses bravas;
evitando que los ejércitos de Abderraman III se introdujesen en territorio cristiano (cruzando por allí el
Duero). Al lado, una plaza de Cuéllar; villa en la que Ludovico el Chico encontró el apoyo de “los
Aquilianos” y de gentes de Tordesillas. Quienes le prometieron reunir también reses bravas en cercados
próximos a los caminos, para abrirlos y soltarlos al paso de los ejércitos cordobeses.
ABAJO: Vista de los Montes hoy llamados Torozos, junto a Mota del Marqués. Como dijimos, antaño
estas estribaciones y la ciudad de Toro de denominaban Gotoros; en memoria de los reyes
visigodos que las habían habitado. Desde el siglo X, comenzaron a llamar a la villa, “Toro”; al igual que a
estas colinas las “Torozas”; existiendo una teoría que afirma cómo el nuevo nombre de la ciudad y de los
montes surgió tras la victoria de Simancas y después de haber lanzado desde allí las reses contra las
huestes califales. Sea como fuere, parece indiscutible que el nombre de la villa toresana y el de los montes
Torozos, parten desde una misma raíz. Todo lo que hace pensar que esa denominación se refiere a los uros
salvajes que por allí existían en abundancia (criados en las antiguas fincas de recreo de los reyes
visigodos).
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6º (I) - DEL ENFRENTAMIENTO EN LA VILLA DE SIMANCAS. DÍAS UNO AL CUATRO DE AGOSTO DE


939): (21)

Continúa el manuscrito de Tuy con el relato de este capítulo seis, que comienza en el primero de
Agosto. Cuando las hordas cristianas y las de Abderramán III entran en batalla. Narrando la gran
desproporción que había entre los sarracenos (cientos de miles y bien armados) frente a las gentes
de Fernando Ansúrez, las de Fernán Gónzalez y las del rey Ramiro. Quienes -al parecer- habían
reunido solo decenas de miles, llegados de Asturias, León y las Castillas (incluso de Navarra).
Constituyendo principalmente mesnadas particulares, sin gran organización ni menos coordinación. Por tal
manera, los castellanos resistían frente a las orillas del río como bien podían, tan solo intentando
que no cruzasen sus enemigos al otro lado. Así estuvieron tres días seguidos, parando el paso de
los ejércitos cordobeses; quienes viendo la victoria cercana bajaron todo su contingente hasta la
llanura, situándose frente a Simancas. Así desplegó Abderramán su estrategia de amedrentar al enemigo,
montando miles de tiendas de campaña en las cercanías del Pisuerga. Mostrando que sus batallones
estaban formados por el triple de hombres, quienes obedecían al unísono. Atacando de ese modo el
punto más débil y difícil de proteger de paso hacia Castilla; pues el río en esta zona es poco
profundo y aparece en agosto lleno de vados. Zonas de playa fluviales y bancadas sobre el Pisuerga que
proliferan a mitad del verano; lo que facilitarían ese avance hacia Simancas.

En esta situación, los del rey Ramiro urdieron una estratagema para llegar a colocar pasarelas sobre
el cauce, con el fin de lograr cruzar las primeras vacadas bravas. El plan consistía en fingir una
entrega de doncellas y que les dejaran abrir así un paso; aunque aquel puente realmente serviría
para llevar al otro lado las reses enfurecidas. Para tal fin propusieron elegir siete voluntarios que se
hicieran pasar por doncellas; para que vestidos como ellas, hicieran el ademán de irse hacia los
caifales (aunque antes de llegar al otro lado, deberían saltar para regresar a nado o como
pudieran). La intención era la simular que se rendían y que los de Simancas entregaban sus siete hijas,
para evitar que el ejército cordobés cruzase y les castigase sin piedad. De tal manera, haciendo creer que a
través de este les mandaban las cautivas con los siete hombres vestidos como mujeres y fingiendo “el
pago”; lograrían poner las barcazas y un paso. Luego, aquellos siete valientes deberían hacerse caer al
río, sin pisar la margen contraria, intentando regresar. Todo lo que harían solo cuando vieran entrar
por aquel puente las primeras manadas de toros, dirigidas hacia el ejército enemigo.

Todo ello se acordó en la noche del tercer al cuarto día de agosto y los voluntarios que se
presentaron para tal menester fueron llamados “los siete de Santibáñez de Mota”. De los cuales el
manuscrito tudense recuerda hasta los nombres, mencionando que iban al mando de ese infanzón
llamado “Macho”. Un zamorano asentado en Santibáñez, que lideraba estas operaciones bélicas y cuya
amada había sido también elegida entre las donnas a entregar -la bella novicia de las clarisas, hija del justo
Alonso-.

Recoge el escrito de Tuy que aquellos “siete de Mota” que se atrevieron a vestirse de doncellas para
fingir la entrega de mujeres; fueron los siguientes:

1º-Indalecio Doménico: Apodado “Macho”; comandante de las mesnadas de Santibáñez, pero originario de
Villalcampo, en Zamora.
2º-Ludovico el Chico: Hijo de Levy Azamel (apodado Ludovico Sant Joseph).
3º-Victorico Soldadus: Hombre de leyes, pero que decidió apuntarse a la expedición por gratitud y por
salvar el honor; ya que su hija había salido elegida entra las doncellas a pagar.
4º-El Franco Garavís: Un caballero de origen galo -como ya vimos-, pero que vivía en tierras salmantinas y
por ello era muy docto en manejar bien los toros (además recuerda el manuscrito que la mujer del Franco
Garavís -llamada Esther del Conde Gonzalo- había ayudado a huir a varias doncellas, llevándolas hasta
Francia y a Germania).
5º- Jushuf de Alonso, fillo de Lope y marido de Socobunda: De quienes vimos cómo decía el texto
tudense que eran de origen mozárabe y que hablaban bien aquella lengua de los cordobeses. Por lo que a
ella luego la llamaron “socorro”, por cuanta ayuda prestó traduciendo lo que decían los de Abderramán
durante la batalla de Simancas.
6º- Jonás hijo de Aldgoberto de Martín: Un joven cuyo padre fabricaba los mejores carros y carretas de la
zona; por lo que ofreció sus medios y sus dineros para tal causa (mandando a su primogenito a la
expedición)
7º- Josefo Antonino, hijo de Sancho y de Fernanda: Ricohombre de Santibañez, famoso por su gran
fortuna y que quiso sumarse a la causa, mostrando un enorme valor. Pues era ya persona de edad; aunque
dice el manuscrito que no tuvo ni mostró temor alguno por cruzar la pasarela así vestido, para finalmente
saltar y regresar a nado a Simancas.

Estos fueron “los siete de Mota”, que se atrevieron a vestirse de doncellas para simular una entrega
de mujeres al bando cordobés. Permitiendo así que pusieran un paso con barcazas en Simancas, a
través del comenzaron a lanzar toros contra el enemigo. Tal como se narra en el siguiente epígrafe del
manuscrito de Tuy que analizamos y resumimos a continuación.
.

ARRIBA Y AL LADO: Dos imágenes de Simancas. En foto


superior, vista desde la ciudad del llano y vega del Pisuerga. Al fondo de nuevo Portillo. En la
fotografía se observa la perfecta estrategia militar de Abderramán III al establecerse en este puesto y
solicitar a Ramiro II que le rindiera vasallaje. Al lado: LA CALLE DE LOS VALIENTES; en
Simancas. Calleja que baja hasta el llano del río y donde se recuerda a quienes por allí descendieron para
batirse contra los cordobeses. Hemos de considerar que fue por esta vía por la que bajarían los toros.
ABAJO: Otra imagen de las playas fluviales de Simancas (vistas desde lo alto de la ciudad). En ellas
colocarían las pasarelas para hacer llegar los toros bravos sobre los ejércitos de Abderramán.
Hemos pintado una pasarela imaginada, para observar lo sencillo que sería hacerlas.

6º (II) - DEL PASO DE LOS TOROS EN EL AMANECER DEL DÍA CUARTO:

Continúa el texto que resumimos, explicando cómo el tres de agosto los de Abderráman estaban ya
seguros de que vencerían. Tal fue la confianza del califa; que durante al tercer día de batalla, se
atrevió a establecer su Cuartel General y poner su propia tienda en las cercanías del
Pisuerga. Demostrando así a los castellanos que nada temían, intentando hacerles ver que el paso hacia el
otro margen era inminente (con el fin de que huyeran o se rindiesen). Pero los de Ramiro no
desfallecieron, ni se retiraron; en espera de lanzar los toros que tenían preparados para arrojar
contra los musulmanes. Fue así como se llegó al último día de batalla y en el amanecer de ese cuatro
de agosto, montaron a toda prisa una fuerte pasarela sobre barcazas en el río. Los cordobeses no
daban crédito a aquello que veían hacer sus oponentes; pues colocar allí un puente flotante, suponía
facilitarles el paso hacia Simancas. Asombrados y en espera de lo que sucedía, comenzaron a
prepararse para el ataque, acercándose a las orillas del Pisuerga. Aunque pronto observaron cómo los
castellanos, tras acabar de fijar las barcazas y el paso, iniciaban lo que parecía una entrega de
doncellas. Viendo los del califa que allí solo avanzaban mujeres para cruzar y entregarse; concluyeron
que los cristianos se habían rendido y comenzaban a pagarles con sus hijas. Fue así como los
andalusíes empezaron a gritar y a expresar con gran felicidad que habían logrado la victoria;
esperando ya solo que los castellanos les hicieran llegar las mujeres y el dinero estipulado antes de a
batalla.

Mientras, del lado de Simancas comenzaban a andar sobre el puente flotante los “siete de Mota”
(vestidos de mujeres) junto a la esposa de uno de ellos. La mozárabe Socobunda, que hablaba la
lengua del enemigo y había decidido sumarse algunos metros a esa fingida entrega -con el fin de
escuchar y ver qué hacían los de Abderramán, para dar aviso de cuanto oía-. Así, tan pronto como les
vio a lo lejos proclamar su victoria; la mozárabe se dio la vuelta y regresó para decir con sigilo a los suyos
que los andalusíes -muy confiados-, esperaban tan solo la llegada de sus “falsas” doncellas. Fue entonces
cuando dieron la señal para que soltasen los toros en la parte alta de la ciudad de Simancas. Pero
entonces, los sarracenos que observaban la escena, se extrañaron al ver que una de las mujeres daba
marcha atrás. Al desconfiar de la maniobra mandaron a cien soldados a caballo hacia el puente, con
el fin de recoger a las doncellas y para evitar que nadie más avanzase sobre la pasarela. Fue así,
como al ver venir sobre ellos los cien lanceros moros; aquellos “siete de Mota” decidieron
provocarlos, para que todos se dirigieran hacia la entrada del puente -pues pronto bajarían por allí
los toros-.
.

SOBRE ESTAS LINEAS; A SU LADO Y


ABAJO: Arriba, el Pisuerga frente a Simancas. En esta foto he pintado de nuevo una posible pasarela
imaginada en las zonas de menos profundidad del río; dado que en algunas partes de este tramo,
durante el verano, apenas guarda una distancia de cincuenta metros -de lado a lado-. Pese a ello, hemos
de suponer que durante la Edad Media el cauce sería mayor, pues antaño no se tomaban tantas aguas para
el riego y para uso doméstico. Pues poco antes de Simancas (en Valladolid) se unen el Pisuerga y el
Esgueva; dos afluentes del Duero que confluyen en esta capital castellano-leonesa y que hasta el siglo XVII
la habían convertido en una “pequeña Venecia” -plena de canales y pantanos-. Las moscas y las
condiciones higiénicas necesarias para esa ciudad que se eligió capital del reino en tiempos de Cervantes;
hicieron que se drenaran sus ríos y que se apartasen sus aguas, llevándolas hacia zonas de regadío.
Debido a ello, creemos que el Pisuerga a su paso por Simancas en tiempos de Ramiro II (en el mes de
agosto, cuando está tomada la imagen superior) era mayor de lo que actualmente se observa. Pese a
ello no cabe la menor duda de que es el punto más débil de frontera. Al lado, imagen del Pisuerga en
el punto que se une con el Duero, a muy pocos kilómetros y al Oeste de Simancas.

ABAJO: Mapa de con la zona de la batalla de Simancas. A nuestra derecha hemos marcado Portillo de
Valladolid, hasta donde llega Abderramán en julio de 939; situándose en ese altozano que domina todo el
valle de la meseta. Los cristianos, temerosos y ante un ejército de cientos de miles de hombres, parece
que tuvieron que replegarse; abandonando el llano y subiendo hacia las zonas altas (cercanas a
Simancas o Tordesillas), dejando libre el paso a la altura de Boecillo. Desde allí, y con el Duero
accesible, obligaría califa rendirse a los cristianos; mostrando su enorme fuerza militar desplegada en
aquella llanura que comprende desde Portillo a Valladolid, y de Valladolid a Simancas y Tordesillas (una
gran explanada formada por la vega de los ríos y que mide unas 60.000 hectáreas -habiendo
aproximadamente 20 kilómetros de Portillo a Valladolid; otros 7 desde allí a Simancas y unos 15 más hasta
Tordesillas-).

El manuscrito de Tuy describe que “en aquella falsa entrega de doncellas hubo un momento terrible
cuando los de Mota comenzaron a provocar a los lanceros de Córdoba”; no sabiéndose si los
enemigos alcanzarían a los valientes vestidos de mujeres, antes de que aparecieran las reses. Pues
se habían comprometido a no saltar al río hasta que entrase en la pasarela la primera vacada de
bravos. Pero los toros no llegaban y los “siete de Mota” debían entretener y dilatar la maniobra. Así,
con el deseo de extrañar al enemigo, estando los siete casi en el otro lado; se quitaron las ropas (tal
como hacían en ocasiones las doncellas entregadas, para insultar a sus propias familias cuando las
abandonaban a esa suerte). De ese modo se quedaron todos en taparrabos, no solo para extrañar al
enemigo, sino porque aquello les permitiría lanzarse al río y nadar mejor. Ante aquel gesto, los de
Abderramán pararon sus caballos y tuvieron un momento de duda, sin saber qué hacer,
permaneciendo espectantes. Luego, se apercibieron de que aquello que veían no eran doncellas,
sino hombres; todos con pelos como espinas en sus cuerpos (observando además cómo lo que parecían
pechos, solo era un exceso de grasa y no condición alguna de matrona...). Así entraron en cólera los del
califa, al verse engañados y ordenaron el ataque total, dirigido primero contra aquella pasarela.

Mientras avanzaba el ejército sarraceno hacia ellos, vieron “los siete de Mota” que llegaban por
detrás los toros bravos; muy bien dirigidos por los mozos de Simancas, quienes los corrían a toda prisa
hacia el puente abierto. Pero observando que todavía faltaba algún tiempo para que lo cruzaran, “los
siete” decidieron volver a provocar a los enemigos, intentando que fijasen todo ataque sobre ellos y
para que no cruzasen los andalusíes por otra parte. Con ese fin realizaron lo que se llamaba
entonces “mancas de guerra”; un gesto considerado muy infame y denominando por los griegos
“esquimalizar”, al que los romanos decían “dedo impúdico” (22) . Aquello que gesticulaban “los siete de
Mota” es lo que hoy llamamos “cortes de manga”; acción que al parecer se usaba en la Edad Media
previamente a entrar en batalla y para incitar al enemigo atacar por una zona deseada (23) . De este modo,
en ese trance y espera; todavía tuvieron valor para realizar esa provocación. Aguardando al final de
la pasarela hasta el último instante -en espera de que llegara la vacada salvaje-.

Así, viendo aquella escena todos los suyos que les vigilaban, asomados en las proximidades de
Simancas; comenzaron a reír y a imitar sus gestos. Gritando al unísono entre carcajadas y
“mancadas”:
- “¡En Septimancas, sí “mancas”. En Septimancas; sí “mancas”, sí “mancas”...!”-.

De esta situación vivida justo antes de que los toros llegaran a completar la pasarela y del grito popular
con que todos allí vitoreaban, dice el manuscrito de Tuy que vino el nombre nuevo de Simancas.
Aunque también advierte de que por ser tan “grosera” la escena, la Historia prefirió sublimarla en la
leyenda que contaba cómo siete doncellas se habían cortado las manos; quedando mancas antes de
entregarse a los sarracenos. Todo lo que en verdad hizo de un pasaje divertido, una triste leyenda.
Pues en ciertamente aquella batalla de Simancas se ganó y no hay por qué pensar que hubieran de
abandonar mujeres en aquel destino. Siendo más posible y creíble cuanto el texto tudense nos narra;
contando el modo en que todos gritaban “sí mancas”, sin entregar doncella alguna; mientras hacían al
enemigo aquellos “cortes de manga” -que darían origen al topónimo moderno de la villa-.

SOBRE ESTAS LINEAS: Otro mapa de la zona, describiendo el modo en que atacó Abderramán III
sobre el flanco débil de Simancas, bajando más tarde al llano (marcado en líneas y estrellas
amarillas). En estrellas azules ribeteadas en negro, he marcado los lugares donde pudieron poner
pasarelas sobre el Duero, para echar toros bravos sobre los andalusíes. De tal manera se comprende
que ante el primer choque con las reses salvajes, el ejército de Abderramán intentaría huir hacia el
Oeste y atacar por la margen de Tordesillas (a unos quince kilómetros de Simancas). Donde el Duero
igualmente decrece un poco y donde en verano hay menos distancia entre orillas (pese a conservar un
cauce importante). Allí y frente al actual monasterio tordesillano de Las Claras, soltarían de nuevo reses
salvajes hacia los enemigos, obligándoles a ir más al Oeste -o bien a retroceder-. De tal manera,
quienes no regresaran hacia Portillo y quisieran subir a Castilla cruzando el río, irían esta vez hacia
Pollos; donde otras vez los castellanos echarían hacia el enemigo los todavía famosos toros de San
Román de Hornija. En cuyos campos próximos al Duero aun podemos ver vacadas de morlacos de
lidia. Finalmente, si decidían internarse en tierras cristianas accediendo por los encrespados
barrancos de Toro; desde allí sería igualmente sencillo cortarles el ataque, soltando de nuevo uros
silvestres por las márgenes del Duero.

En el mismo mapa podemos ver la huida de Abderramán III; quien tendría que retroceder hacia
Portillo, para más tarde bajar a Cuéllar, buscando salir hacia tierras de sus dominios -en Gormaz o
Medinaceli-. Por ello, en el camino de avance y retroceso del ejército cordobés, vemos el modo en que le
cortarían la retirada en Cuéllar (lanzándoles también toros) y en el que lo harían a la altura de Santa Ma. De
Nieva; obligándoles a ir hacia el Este. Todo lo que seguramente propiciaría otra tremenda derrota, pues en
las cercanías de Riaza o Sepúlveda pudo atacarles de nuevo Fernán Gónzalez (cuya base estaba en
Osma) y encerrar a parte del contingente andalusí en tierras de Calatañazor. Donde, desde sus
barrancos quizás lograron perpetuar aquella victoria que se recuerda con el dicho que ha quedado en la
zona, y que habla de que “En Calatañazor Almanzor perdió el tambor”. Una frase que sabemos se refiere a
la muerte de Almanzor, ocurrida en las cercanías de Calatañazor; pero que también surge de la batalla de
Simancas, donde en “Al-hendiga” (en los barrancos) fue vencido totalmente el ejército de Abderramán III (al
que el poema de Fernán González confunde con Almanzor). En la cita (24) recogemos de nuevo los versos
de aquel poema que inició la lengua castellana, donde no solo vemos la identificación entre Almanzor y
Abderramán III; sino el modo en que realmente menciona que “Almanzor había perdido el Azor”. Pues se
sabe que al huir de Simancas, Abderramán III tuvo que dejar su tienda entera, abandonando su azor, sus
pertenencias y hasta su cota de malla hecha en oro -tal como describen las crónicas medievales (25) -.
ABAJO: De nuevo, foto del monumento a las doncellas en Simancas. Una triste historia que el
manuscrito tudense que vamos resumiendo interpreta de otro modo. Situando la entrega de
doncellas en tiempos de Ramiro II y de Abderramán III (hacia el 939), y no como se creía hasta ahora.
Aunque quienes hoy mantienen la leyenda viva afirman que el obligado pago de mujeres se produjo
en tiempos de Abderramán II y Ramiro I; a mediados del siglo IX -tal como muestra lo escrito en la
escultura en imagen; donde habla de esos dos reyes-. Confundiendo esta cronología La Rioja con el Duero;
pues si situamos las siete doncellas de Simancas en los años de Ramiro I, tendríamos que remitirnos a
tiempos de las victorias cristianas en Clavijo (o de Albelda; ocurrida hacia el 860 junto a Santo Domingo de
la Calzada). Ya que en durante el reinado de Ramiro I y Abderramán II; la frontera cristiana se reducía
a zonas de Astorga , llegando hasta La Rioja, pero nunca a Simancas (donde pone “la marca” Alfonso
III hacia el 910). Muy por el contrario sabemos que Ramiro II y Abderramán III, fueron quienes
lucharon en Simancas en el 939 y no sus antecesores (de los que tampoco hay rastro histórico de
petición de doncellas). Existiendo varios textos que mencionan cómo Abderramán III intentó cobrar
terribles impuestos a los castellanos, con el fin de humillar a Ramiro II y a sus aliados -posiblemente
reinstituyendo “el pago de doncellas”, olvidado desde tiempos de los astures-.

AL LADO: Cartel de las fiestas de la batalla del Escobar (siglo


X); anunciada por el ayuntamiento de Umbrías (Ávila). Se trata de otra contienda sucedida en
tiempos de Abederramán III y Ramiro II; que ganaron echando reses salvajes contra el enemigo. Esta
victoria se celebra también en el pueblo cacereño de Tornavacas. Municipio cuyo nombre dicen que
nace precisamente del modo en que vencieron a los cordobeses: Tornándoles con vacadas. Esta
forma de lucha contra invasores existió ya en tiempos de los iberos; aunque apenas hay muchas fuentes
clásicas que lo refieran. Parece que se utilizó también asiduamente para repeler a las tropas sarracenas, tal
como recogen numerosos textos y costumbres medievales. Sin lugar a dudas y a mi juicio, este modo de
batallar lanzando reses silvestres, toros embolados o vacas atadas a carros con fuego; dieron
origen al toreo -a caballo y luego a pie-. Una técnica bélica que promovió grandes victorias a los iberos y
a los habitantes autóctonos de la Península, frente a hordas invasoras.

Ello explica la permanencia y la existencia común de ganado salvaje en los campos españoles (para
protegerse o para que no les robasen). Nuestra teoría asimismo nos enseña a entender el valor
social y significado de la tauromaquia. Ya que quienes sabían guiar o torear morlacos, serían
capaces de defender a los ciudadanos de los ataques de extraños. Todo lo que concedería un rango de
militar al que manejaba los astados; algo que asimismo nos lleva a comprender por qué el arte del toreo
comenzó en las maestranzas. Plazas donde se adiestraban caballos y caballistas; en cuyo entrenamiento el
toro parece que jugaba una gran función. Aunque mi teoría sobre el origen de la tauromaquia también
nos serviría para entender la sacralización del toro bravo; ya que aquellos uros serían los
protectores de las gentes del campo. Un hecho que explicaría por qué durante las fiestas patronales
hay que correlos y torearlos. Con el fin de rendir homenaje al totem; pero sobre todo para entrenar a la
juventud y a los militares del pueblo, logrando así la protección y seguridad del lugar.

6º (III) - DE CÓMO SE SUCEDIÓ LA VICTORIA, GRACIAS A LOS TOROS QUE BAJARON POR
PUENTES EN SIMANCAS Y TORDESILLAS:

Regresando al texto de Tuy, este termina narrando el modo en que esos signos obscenos
enfurecieron al enemigo. Quienes oyendo los gritos de “Sí mancas” mientras todos reían realizando
“cortes de mangas”, y viendo a los “siete de Mota” en taparrabos, haciendo tales gestos; se fueron hacia
ellos con intención de aniquilarles. Cargados de rabia, se dirigieron todos hacia la pasarela, sin
darse cuenta que del otro lado ya entraban los toros. Por lo que aquel paso hecho en madera comenzó
a batirse como un barco, pese a que estaba fuertemente reforzado con talanqueras; para que las reses no
pudieran darse la vuelta ni cayeran al río. Así, sobre todos ellos se venía una primera punta de doce
bravos guiados por ocho mansos, que pronto llegaban hasta la margen opuesta del río. Momento en
que “los siete de Mota” saltaron al agua, logrando evitar los morlacos y nadar con facilidad hasta la
otra orilla -gracias al revuelo y a la confusión que las reses produjeron entre las hordas contrarias-.
Pese a todo y ante tal situación, los soldados de Abderramán no llegaban a apercibirse del peligro que
se les venían encima y la mayoría siguieron intentando cruzar el puente, llenos de cólera.

Antes de que los sarracenos llegaran a pisar aquel paso de madera, los primeros toros ya lo habían
superado, alcanzando el otro lado del Pisuerga y atropellando allí a todo el que le ponía frente. El
primer choque entre guerreros califales y las reses, fue terrible; tanto que hizo retirarse de la entrada
de la pasarela a cuantos hasta ella se habían llegado. Retrocediendo casi todos, al verse muchos
malheridos. Pero aquello no había hecho más que comenzar, pues al tiempo bajaban otros doce uros
salvajes, que corridos por los mozos de Simancas y guiados a toda prisa por los caballistas,
volvieron a cruzar; llegando a lado de los sarracenos y volviendo a causarles tremendas bajas. La
misma operación repitió al menos en veinte ocasiones seguidas; y los más de doscientos toros que habían
pasado al campo contrario se vadeaban por doquier y como querían, por esa zona de los cordobeses.
Siendo más feroces cuanto más les dirigían los musulmanes sus saetas y cuanto más venablo les
lanzaban. Atacando bravos y mansos cuanto se moviera de forma enloquecida, en aquel llano donde
se había establecido el ejército y el cuartel de Abderramán.

El califa tomó la decisión de retirarse rápidamente hacia Portillo; para lo que tuvo que huir dejando
en aquel valle cuantas pertenencias había traído. Escapando así Abderramán a toda prisa, logrando tan
solo salvar la vida -ver cita (25) en la que hemos descrito el modo en que recogen las crónicas medievales
este hecho-. Mientras, algunos de sus mejores generales veían atónitos cómo los castellanos colocaban
otras dos pasarelas más y comenzaban a lanzar toros desde aquellos nuevos puentes que habían
situado al Este de villa de Simancas (con la intención de que los cordobeses no se dirigieran hacia
Valladolid). Debido a ello, los sarracenos tocaron retirada del lugar, intentando salvar al máximo sus
huestes; pero ordenaron a sus mejores guerreros ir hacia Tordesillas, con la seguridad de lograr
pasar por allí el Duero y atacar a los castellanos en sus tierras. Aunque los del rey Ramiro ya habían
previsto que los contrarios se dirigirían en esa dirección, por lo que tenían allí preparadas más pasarelas
-escondidas y que no extendieron hasta no ver acercarse al enemigo-. Fue así como al observar que
llegaban los sarracenos a orillas de Tordesillas, colocaron los pasos y volvieron a tirar más toros
hacia ellos. Además, como habían tenido más tiempo y menos que ocultar en esta ocasión; lograron
levantar puentes de madera con tal tamaño, que los caballistas podían guiar ya las manadas de
morlacos casi hasta la misma orilla contraria -regresando los jinetes de inmediato, para hacerse con más
vacadas y echarlas otra vez hacia aquellos-.

SOBRE ESTAS LINEAS Y ABAJO: Dos fotos más de Simancas. Arriba, el alto de la villa, tal como
vemos cuando comenzamos a cruzar el río en la dirección que intentaron hacer los de Abderamán -desde el
puente viejo-. Abajo, vista de la población desde el llano donde se situaron los cordobeses; antes de
acceder a las orillas del Pisuerga.
AL LADO Y ABAJO: El Duero a su paso por
Tordesillas. Junto a estas lineas, la zona después del puente del la vega. Como podemos observar en
esta parte del río se acumulan arenas y la profundidad del Duero es menor; pudiendo ponerse allí pasarelas
en época medieval. En la foto inferior, el puente de bajada a la Vega del Duero, por donde corrían
hasta hace pocos años el famoso Toro de la Vega (seguramente en recuerdo de estos torneos y
luchas en “la marca” durante La Reconquista).

Dice la historia que en total les soltaron más de mil doscientas cabezas de ganado en cada punto;
cien docenas en Tordesillas y otras tantas en Simancas (la mayoría bravas). Todo lo que hicieron
durante una mañana, pues antes de que fuera medio día los cordobeses ya habían huido de las
márgenes del río. Viendo como su zona estaba poblada de bestias feroces, que a todos embestían y a
nada obedecían. Allí perdían las horas para llegar a matar un solo morlaco, que se escapaba entre las
zarzas y los árboles, atropellando a todo el que se pusiera en su camino. Y mientras intentaban acabar a
lanzazos con aquellos invencibles enemigos, los toros derribaban o mataban a los mejores caballos
y a los más fieros caballeros califales. Pues los castellanos hasta habían adiestrado a muchas reses en
“su querencia y resabio”. Ya que días antes de soltarlos, habrían enseñado a las bestias a embestir;
toreando previamente a los astados más grandes, para que aprendieran y desarrollasen en el instinto de
atacar. Porque como es sabido, todo morlaco “resabiado” es doblemente peligroso. Y así fue como
muchos de los que se prepararon para llevarlos hasta los puentes y arrojarlos contra el enemigo. Durante
los días previos, se habían entretenido en rejonearlos e incitarlos al embiste; “llamando torneo” a
ese toreo a caballo” que ejecutaban con enorme maestría los caballeros de las zonas cercanas a
este paso del Duero. En especial los de Santibáñez de Mota, los de Wamba, Tiedra, Toro, San Román
de Hornija, Tordesillas y Simancas -de ello que los sarracenos quisieran humillar a tan valerosos
caballeros, pidiendo la entrega de doncellas en estas poblaciones- (26) .

Los destrozos que iban haciendo aquellas vacadas sobre las huestes califales eran terribles y pese a
ello, los valientes soldados de Abderramán no se rendían ante aquellos miles de uros soltados desde
Tordesillas y Simancas. Muy al contrario, incluso decidieron pasar el Duero por la zona que ellos
llamaba de los Godos (Gotoro; la actual ciudad de Toro) deseando llegar hasta el mismo León y dar
un escarmiento a los reyes cristianos. Así tomaron dirección al Oeste bordeando el Duero, aunque
tras haber avanzado una legua y media (unos diez kilómetros), al llegar al pueblo llamado Pollos, dijeron
algunos andalusíes sentirse ya como gallinas -de allí el nombre de esta población, según dice el manuscrito
de Tuy- (27) . Pues a la altura de este punto próximo a San Román de Hornija y Castronuño; no solo se
encontraron pasarelas por las que les lanzaban reses bravas. Sino vieron todo aquel campo poblado
de vacadas salvajes. Manadas de astados tan bravos como altos y que por allí pacían a sus anchas;
habiendo centenares de morlacos también en el otro lado del río, los que iban manejando muchos
mayorales castellanos, con tanto acierto como virtud.

IMAGEN ARRIBA Y ABAJO: De nuevo, zona de los puentes del Pisuerga en Simancas (foto superior)
y el Duero en Tordesillas (bajo estas lineas). En ambos casos podemos observar que existe frente a
estas ciudades un “paso” fluvial, que permitiría realizar pasarelas, todo lo que sería un elemento de
riesgo en los tiempos de la Reconquista; cuando la marca de frontera se pone por Alfonso III en este
punto (hacia el 910). En tal situación, la defensa con toros hubo de ser la mejor forma de “vigilancia”
de estas márgenes del río. Todo lo que explica la “especial afición” por la tauromaquia y los
encierros en esta zona de la Ribera del Duero.
.
Al LADO Y ABAJO: Otras dos fotografías del río
a su paso por Tordesillas. Junto a estas lineas podemos ver cómo el Duero, antes de llegar a esta ciudad,
contiene un amplio caudal (aunque luego se reduce). En la foto inferior, tenemos la subida al puente de
la Vega, por donde bajaban al toro antaño. En la imagen vemos una señal que indica aquella vía
como perteneciente a una Cañada Real. Caminos de la trashumancia de origen neolítico, que dieron lugar
a las vías de mercado y transporte de ganado durante la Edad del Bronce y del Hierro Peninsular. Pasando
a ser finalmente el trazado de la mayoría de las calzadas romanas. Esas Cañadas Reales se convirtieron en
los posteriores caminos durante la Edad Media (especialmente los de La Mesta), y fueron heredados como
rutas principales ya en la Edad Moderna. Llegando hasta nosotros como el trazados de muchas de las
carreteras, durante el siglo XX (de ello que el eje Tordesillas, sea uno de los más importantes para las vías
de España).
.

Narra el manuscrito que seguimos, el modo en que los mencionados caballistas castellanos, ayudados
por gentes a pie; conseguían que nunca les embistieran a ellos las reses y que avanzasen hacia el
enemigo. Sabiéndolos manejar con tal acierto, que lograban mandar a esas bestias salvajes pasar al
otro lado, justamente por donde los sarracenos querían hacerlo. Guiando a la perfección el ganado
salvaje hacia los puentes levantados y por las zonas en donde el Duero tenía menor
profundidad (28) . De tal manera, desde Pollos a San Román, los morlacos seguían cruzando el cauce,
precisamente por donde intentaban los cordobeses entrar a Castilla. Por todo ello, los valientes de
Abderramán III ya sentían tanto miedo de pasar al otro lado que “temblaban como pollos” (…) “allende en
Pollos y de allí su nombre” -dice textualmente el manuscrito-. Pues el otro lado del río se veía poblado por
los peligrosos animales que los mayorales y los caballeros manejaban a sus anchas.

Finalmente los cordobeses se retiraron de allí, abandonando el este lugar del Duero frente a San
Román y que por ello fue llamado luego Villafranca (29) . Dirigiéndose de nuevo hacia el Oeste,
bordeando el río; para realizar un último intento de incursión. Pretendiendo penetrar a Castilla subiendo
por los barrancos de Toro (sitos a otra legua y media más -a unos diez kilómetros-), pero antes de que
llegaran a este destino fueron recibidos del mismo modo por las gentes del otro lado del Duero. Así,
viéndose de nuevo rodeados de bestias feroces que no podían dominar ni superar; decidieron
finalmente regresar hacia Portillo, o bien buscar la retirada si no encontraban al califa y a su ejército en
aquel altozano -donde se habían establecido durante todo el mes de julio-. En ello, pronto les llegó un
emisario que les ordenó no ir hacia Portillo, ya que los vallisoletanos habían avanzado hasta ese
punto; advirtiendo que Abderramán iba ya marchando hacia tierras de Segovia, para intentar regresar
desde allí a Córdoba (a través de Gormaz o por Medinaceli).
SOBRE ESTAS LINEAS Y AL LADO: Arriba,
mapa de las incursiones de Abderramán III, del 3 al 4 de agosto de 939 -según el manuscrito de
Tuy-. En verde, el lugar donde se establece durante julio (Portillo), desafiando a los cristianos. En amarillo,
los ataques durante los días 1 al 4. En azul, zonas de rechazo (con toros) y el intento de los soldados
califales por internarse en tierras castellanas, tras ser reprimidos en Simancas. Habiendo procurado pasar
el Duero, primero por Tordesillas y luego por zonas cercanas a Toro -según dicta el manuscrito de Tuy-. En
morado, la retirada de Abderramán, junto a Portillo y la de sus ejércitos, tras la derrota de los barrancos (la
victoria de Fernán Gónzalez en Al-héndiga, en los textos medievales). Junto a estas lineas, un dirham del
califa de Córdoba.
ARRIBA Y AL LADO: En la foto superior, ganado bravo suelto,
tal como pace actualmente en las cercanías del Duero, junto a Castro Nuño (población que vemos al
fondo). Al nuestro lado, cartel de anuncio con las próximas corridas de recortadores en Íscar (muy
cerca de Portillo y de Cuéllar). La tradición de toreo a pie y a caballo debemos remontarla a estas lides
y a las batallas que libraron con ese ardid los íberos (primero) y más tarde los habitantes autóctonos
-durante la Edad Media-. Al parecer, la última referencia existente de una defensa hecha con “hordas de
toros” manejados por población civil; se documenta en las Islas Terceras (situadas junto a las Azores).
Donde los lusitanos que las habitaban se negaban a que los barcos de Felipe II desembarcasen, tras haber
sido elegido aquel monarca rey de Portugal (coronado como Felipe IV, tras la muerte de su sobrino
Sebastián de Avis).
ARRIBA Y AL LADO: Sobre estas lineas, los
campos de Castronuño (población que se observa en el horizonte). Al lado, el Duero desde las zonas
del valle de Castronuño, camino de Pollos.

6º (IV) – DE LA DERROTA DEL REY ANDALUSÍ QUE DEDICÓ EL RESTO DE SU VIDA A LAS ARTES:

Termina narrando el manuscrito tudense el modo en que huyeron del Duero las huestes y el califa.
Unos, retrocediendo directamente desde Simancas, para acompañar y proteger a Abderramán en su
vuelta. Y los demás, tras intentar pasar el río por varios puntos, sin lograrlo. Así se separaron en dos
los ejércitos los cordobeses, en el valle del Pisuerga y una parte se retiró tan pronto como pudo
desde Simancas; dirigiéndose hacia Cuéllar, con la intención de llegar desde allí a Gormaz (la gran
fortaleza califal sobre el Duero). Aunque en las cercanías de esta ciudad segoviana les estaban
esperando los Aquilianos; mozárabes -de procedencia tordesillana- y a quienes ya había advertido
Ludovico el Chico. Por lo que aquellos cristianos que vivían en territorio de condominio árabe, se habían
hecho igualmente con multitud de cabezas de ganado salvaje. Encerrándolos en cercados y colocándolos
en las cercanías de los caminos principales hacia Cuéllar.

Cuenta el cronicón cómo cuando les dieron aviso de que Abderramán y los suyos volvían de regreso
usando las vías próximas a su pueblo; aquellos “alquilianos” comenzaron a soltar secretamente los
uros que habían preparado. De los que se dice eran al menos sesenta docenas (más de seiscientos) y
que dejaron a sus anchas en las proximidades de las vías que iban a cruzar los cordobeses. Luego,
corriéndolos junto a otros mozos de Cuéllar; los fueron llevando hacia los andalusíes. Quienes
inesperadamente se encontraron con estas manadas gobernadas por algunos valientes mozárabes.
Debiendo huir las huestes califales igualmente de la zona, cambiando su rumbo; al pensar que desde allí
también les podrían soltar muchos más toros salvajes.

ABAJO: Vista del castillo de Cuéllar, donde narra la leyenda fue cortada la retirada de los
cordobeses, echando sobre ellos toros bravos. En este pueblo dice el texto de Tuy que se corren los
encierros desde tiempos de la batalla de Simancas, porque se instituyeron como entrenamiento para evitar
que les invadieran; sabiendo los mozos dirigir y lanzar toros contra todo aquel que intentase entrar en la
población. Acerca de la antigüedad de los encierros en Cuéllar ver cita (29b) donde recogemos las
palabras de Juan del Águila, que nos dice como: “En 1215, siendo obispo de Segovia Geraldo, se
realizó un sínodo ya que el episcopado tenía problemas con los laicos y eclesiásticos de algunas
circunscripciones de la diócesis, concretamente con la de Cuéllar, Coca, Sepúlveda y Pedraza. El sínodo
dicta una serie de artículos que regulan la vida y el comportamiento del clero; en concreto el quinto artículo
prohíbe a los clérigos que jueguen a los dados y asistan a juegos de toros”.

Sobre este episodio, añade el texto de Tuy que muchos de aquellos valerosos corredores que dirigieron
los morlacos contra las hordas del califa, fueron apresados y muertos por los enemigos. Quienes en
su rabia de no poder acabar con los uros silvestres, arremetieron y persiguieron a los jóvenes que
los habían guiado hacia ellos. Por todo cuanto escribe el texto tudense, que se instituyeron allí los
encierros, en memoria de aquellos y para honrar a esos valerosos el día de su patrona. Aunque
también comenta, que sobre todo se hacían aquellas corridas, para entrenar a los lugareños a llevar
reses y a gobernarlas. Evitando así que nadie pudiera dañar la ciudad (fuera moro o
cristiano), logrando con ello que no se atrevieran a entrar extraños en Cuéllar; temiendo siempre a los
mozos de ese lugar y al arte que tenían para manejar las más peligrosas reses.

Unos encierros de Cuéllar, de los que sabemos son los más antiguos del territorio y de los que
según comenta el manuscrito que resumo, fueron instituidos en memoria de quienes ayudaron tras
la batalla de Simancas. Pero sobre todo para entrenar a la población, con el fin de que supieran
manejar vacadas silvestres y echarlas contra posibles enemigos. Una fórmula de defensa muy eficaz
por entonces, pero que acabaría con la aparición y difusión de las armas de fuego (tras el siglo XVI y
XVII); cuando los ejércitos tenían ya arcabuces y mosquetes capaces de acabar con un uro de un disparo.
Asimismo sigue el escrito de Tuy narrando como la otra parte del ejército sarraceno, decidía
volverse tan solo dos días más tarde, haciéndolo desde Toro. Intentando regresar a Córdoba
también por Medinaceli o por Gormaz. Aunque al saber del ataque con hordas de toros recibido en
Cuéllar por los que acompañaban a Abderramán; propusieron cambiar la ruta marcada. Así
desistieron en seguir cuanto los emisarios del emir aconsejaban y directamente bajaron hacia Santa
María de Nieva. Pero allí también Ludovico el Chico había puesto en guardia a los mozárabes, para
que no les dejasen entrar. Pues sabiendo que los cordobeses regresarían de seguro vencidos, les advirtió
de que cometerían todas las atrocidades que comúnmente realizaban mientras se retiraban, tras una
derrota. Siendo así, los amigos de ese motano Ludovico Levy, prepararon también muchas docenas de
toros, que guardaron en cercados y que soltaron al ver de lejos al ejército califal. Empujándolos
hacia ellos con silbidos y con el manejo de los mansos; mientras algunos también corrían ante aquellos,
para animar a las reses bravas que se abalanzasen sobre los enemigos. Allí, se vieron obligados los
cordobeses a retroceder y a marchar hacia donde no querían, llegando hasta tierras de Osma. Donde
se sabe que el conde Fernán Gónzalez tenía preparado sus ejércitos, para hacerles caer en la última
trampa y cercarles en el barranco de Calatañazor.

ARRIBA Y AL LADO: Dos escenas taurinas en


el claustro románico de Santa Ma. De Nieva. En la primera (arriba) parece que vemos a un individuo
cazando toros valiéndose de un perro. En la segunda, un hombre se esconde y burla un morlaco,
metiéndose entre los matorrales. Podemos observar cómo tras la enorme res, se representa “el árbol de
la vida”; seguramente simbolizando el poder genésico de este totem; un bóvido salvaje que significaba la
fertilidad, la masculinidad y la valentía.
ABAJO: Suelta de toros en Mota del Marques a comienzos de Septiembre (para celebrar La Patrona).
Narra el texto tudense que tras la llegada de los siete de Santibáñez, instituyeron en esta población
una fiesta para rememorar la victoria en Simancas, lanzando reses bravas contra los enemigos. Aún
se sigue celebrando esa festividad, en fechas próximas al día de la Virgen de Castellanos (hacia el 8 de
Septiembre). En la imagen vemos a varios motanos toreando las vacas, mientras al fondo un japonés que
asistió a las fiestas, ensaya este arte. De ello el gesto de los dos chicos que en primer término, en la
fotografía.

Sigue el texto de Tuy mencionando cómo para los andalusíes las pérdidas de hombres y de armas
fueron inimaginables; hasta el mismo Abderramán estuvo a punto de morir varias veces aquel día
cuarto de batalla. Habiendo peligrado su vida en los encuentros entre hombres y toros, donde los animales
provocaban tal incertidumbre a los soldados; que muchos de ellos preferían correr y desobedecer a sus
mandos, antes que enfrentarse a una manada de estos uros salvajes. Finalmente, el califa logró llegar a
Córdoba y cuando lo hizo vio con sorpresa que algunos de los generales que había mandado hacia
Toro, para a pasar el Duero, estaban ya allí. Pues antes de caer en la trampa de Calatañazor, hubo
quienes lograron zafarse de los ataques en la retaguardia, gracias a unas mujeres que encontraron en
una posada -a mitad de camino; entre Santa Ma. de Nieva y Septembúlica-. Al huir por un lugar llamado
Burgomillodo, donde habitaban unas meretrices que a cambio de dinero, ayudaron a pasar a esos
andalusíes que escapaban de Fernán González. Por ello, la montaña por donde les liberaron se llamó
“Guarradama”; aunque más tarde y por lo grosero del caso, pasaron a decirle este puerto segoviano, el de
“Guadarrama” (29) .

Así fue como Abderramán, no pudiendo soportar aquella derrota, decidió juzgar a estos mandos que
regresaron a Córdoba; entre los que se encontraban sus mejores generales. Y tras ordenar su pronta
ejecución; jamás volvió a ocuparse de guerras, ni quiso pisar un campo de batalla (30) . Sufriendo
desde entonces etapas de melancolía y de enorme tristeza; que se sabe, suplía bebiendo vinos (todo lo que
era considerado una afrenta por muchos de sus súbditos). Pese a ello, consiguió convertirse en uno de
los monarcas más cultos e inteligentes que han gobernado nuestras tierras. Diciendo el manuscrito
de Tuy, que habiendo visto las artes que los cristianos realizaban con los toros, instituyó en Sevilla
un batallón de nobles a caballo; para que practicasen y aprendieran a guerrear con reses bravas, del
mismo modo que había visto hacer en el Duero. Y que de allí nacerían las maestranzas, donde los
caballeros andaluces aprendieron siempre el arte del rejoneo como forma de entrenar para la
guerras. Finalmente, sabemos como cierto, que Abderramán III decidió dedicarse a las artes y a crear
uno de los palacios más bellos que hubo en nuestras tierras: Medina al Zahara. Una maravilla del
arte andalusí que tristemente fue destruida por los cristianos cuando ocuparon Córdoba.
ARRIBA Y AL LADO: Montaje de varias fotos
donde podemos observar lo que se divisa desde al alto de Portillo. Un altozano que permite ver
centenares de miles de hectáreas y vigilar hasta más allá de cien kilómetros a la redonda. Al lado,
cartel con algunos pueblos que rodean y se ven desde Portillo, tal como se exhibe en la torre el su
castillo (agradecemos al ayuntamiento e institución que mantiene el castillo de Portillo, nos permita divulgar
la imagen de este cartel).

El texto tudense termina hablando acerca de los “siete de Mota”, narrando que aquel jefe de las
mesnadas llamado Indalecio Doménico (apodado Macho), finalmente contrajo nupcias con su amada -la
bella novicia de las clarisas-. Del mismo modo, Ludovico el Chico pudo casarse con aquella otra bella
doncella, que había traído de los lejanos mares. Mencionando también que los siete fueron recibidos
como héroes a su regreso de Simancas, tras haber logrando salvar a las mujeres del destino de
entrega a los andalusíes. Instituyéndose así en Santibáñez de Mota una fiesta que se celebra cada
primera semana de septiembre y que consiste en correr toros para rendir memoria de todos ellos.

Narra para finalizar que aquel zamorano al que llamaban Macho (Indalecio Doménico) logró ser
infanzón y que con los galones obtenidos tras la batalla de Simancas regresó a su tierra. Donde pudo
invitar a establecerse en la zona de Santibáñez -bien conquistada y bien protegida- a la órden de
caballeros a la que pertenecía (sin mencionar nombre alguno de institución, que por su antigüedad sería
previa al Temple y a San Juan). Siendo así como llegaron desde Zamora los caballeros que fueron
repoblando este área del Duero, que instituyeron uno de sus principales prioratos en Wamba (31) . Al
estar allí la tumba del rey godo y por verse rodeada de tierras tan ricas como fértiles.

Concluye por último el manuscrito tudense, narrando cómo este zamorano llamado Indalecio
Domenico (Macho) realizó el camino de Santiago para agradecer al apóstol la victoria. Llegando también a
Tuy y regalando al final de la peregrinación una cabeza de toro hecha en piedra, a la primera
parroquia de la ruta jacobéa sita junto a su pueblo. Un presente que hizo a la iglesia de Mombuey
para rememorar los milagrosos toritos del llano de Santiago; donde colgaron esa testa de uro en la
entrada del templo, tal como se hacía en Villalcampo (de donde sabemos era originario Macho). Aunque al
reformar esta iglesia dos siglos más tarde, los caballeros templarios quisieron ponerla en lo más alto, y
por ello ese torico sigue colocado en la torre del campanario de Mombuey. Escribiendo el
manuscrito tudense para terminar, que aquellos mismos caballeros del Temple, también pagaron y
mandaron poner otro capitel -a su imagen y semejanza- en la catedral de Tuy. Entregando a su vez a
esta Seo, una copia del cronicón que hemos leído y resumido.
.

ARRIBA Y AL LADO: Sobre estas lineas, el capitel del


que habla el texto tudense, en el interior de la catedral (agradecemos a la catedral de Tuy nos permita
divulgar la imagen). Al lado, el campanario de Mombuey, con la cabeza de toro de la que habla el
texto.
.

ARRIBA Y AL LADO: Dos fotografías del interior


de la iglesia de Wamba; que fue tumba de Recesvinto y lugar donde se proclamó -y quizás se enterró- el
rey godo de igual nombre (agradecemos a esta parroquia nos permita divulgar nuestras
imágenes). Arriba, una columna en la salida hacia el claustro (hoy destruído), de posible origen
visigodo. Su desgaste y estilo nos hace pensar que pueda ser un resto de la época de los reyes godos. Al
lado, lápida con una cruz de tipo asturiana, fechada en el siglo X (en la época de la batalla de
Simancas). La tipología de esta cruz y su datación hace posible que se colocara en esta iglesia de
Wamba para conmemorar la victoria sobre Abderramán III.
AL LADO Y ABAJO: Otras dos fotos del interior
de la iglesia de Wamba (de nuevo agradecemos a esta parroquia nos permita divulgar nuestras
imágenes).
A la izquierda, un capitel también del siglo X (igualmente en la cabecera de la iglesia); todo lo que
indica que en esta época de la batalla de Simancas hubo reformas y mejoras en el templo.
Abajo, imagen de la espectacular arcada mozárabe en el interior de la iglesia; contemporánea a la
etapa de la que hablamos.

.
D) CONCLUSIONES AL MANUSCRITO DE TUY:

El “cronicón” tudense que hemos recogido y resumido, sin duda alguna es un texto apócrifo y ajeno
a la época de la que nos habla -muy posterior a la datación que desea mostrar-. Aunque al mencionar
hechos como el de la cabeza del toro en Mombuey, o al hablar de los templarios y del capitel de la catedral
de Tuy; desea hacernos ver que el texto fuera una posible compilación de obras perdidas, escritas
por el obispo Lucas (“el tudense”). Cuyos textos sobre el pago de doncellas a los sarracenos
sabemos que datan del siglo XIII. Pero nada hay de coetáneo a Lucas de Tuy, en cuanto este manuscrito
narra. Tanto es así, que yo me atrevería a fecharlo en época romántica, sino fuera porque a mi
entender habría que considerarlo una obra ecléctica muy posterior. Pese a ello, no es un texto que
carezca de interés, ni mucho menos una crónica sin documentación; pues cuanto va relatando está
perfectamente descrito y documentado -cargado de datos y referencias históricas bien concordadas-. Tanto
es así, que a continuación vamos a resumir y a tratar de las aportaciones que este manuscrito de
Tuy pueda ofrecernos -ordenadas conforme cuanto narra- :

a) Acerca del pago de las doncellas en Simancas:

No cabe la menor duda de que los análisis y fechas que aporta son bien ciertos; al situar los hechos
en tiempos de Abderramán III. Pues la leyenda de “Las famosas Asturianas” comúnmente se
ambienta en la época de Abderramán II y Ramiro I; sin fundamento histórico. Al no haber dato alguno
para considerar que estos dos reyes se enfrentasen en Simancas: ni menos, para creer que durante el
mandato del asturleonés, hubo obligación de pago de doncellas. Siendo así, es mucho más lógico pensar
que la historia de las siete hijas de esa villa, parte de la batalla de Simancas. Cuando Abderramán III
se postró en Portillo, con más de doscientos mil hombres bien armados, para amedrentar a los
castellanos. Exigiéndoles pleitesía, junto al pago de todo tipo de tributo, so pena de sufrir una de las
peores razzias que su tierra había conocido. Por todo ello, la ambientación en época de Ramiro II parece
mucho más cierta que la comúnmente fechada en los años de Ramiro I; un rey que ni luchó en aquella
ciudad vallisoletana, ni tenía situada “la marca” más allá del río Órbigo.

Por su parte, la inclusión de otras seis poblaciones también obligadas al pago (además de
Simancas), es consecuencia directa de la leyenda; que narra cómo debían entregarse cien mujeres,
cincuenta con linaje y cincuenta del pueblo. De lo hemos de suponer que siete urbes fronterizas
aportaban esas cuarenta y nueve hijas, a las que se sumarían otras tantas, descendientes de caballeros.
Faltando aún otras dos doncellas, que seguramente se elegirían entre las prole de altas nobles,
emparentadas con la realeza y para ser casadas con mandatarios andalusíes. Con este intercambio de
mujeres, se evitaban guerras y problemas entre ambos bandos; siendo el mestizaje un hecho tan
cierto, que si analizásemos el ADN de cualquier español bien situado en etapa posterior a la
Reconquista, no encontraríamos aquel que no tuviera ancestros cristiano-musulmanes o
judíos. Aunque la Inquisición fomentará posteriormente aquella falsa categoría del “Cristiano Viejo”, para
distinguir a quienes supuestamente no tenían antepasados de otras religiones. Un hecho ciertamente
imposible, en una España que se mezcló más que la Sudamérica poscolombina (donde la gran mayoría
llevan apellidos españoles). Resultando aquella distinción del “cristiano viejo”, similar a la que actualmente
proclaman algunos en este Continente, declarándose “indígenas puros” y precoloniales. Con lo que quieren
diferenciarse muchos en Iberoamérica, para afirmar que son ellos los verdaderos dueños de esa tierra;
mientras todo descendiente de español o europeo, eran simples invasores.
SOBRE Y JUNTO A ESTAS LINEAS: Arriba, dibujo mío de un
capitel del siglo XV; sito en el palacio de los condes de Requena, en la ciudad de Toro. En este se
recrea una corrida de toros. Como podemos observar, a nuestra derecha vemos el morlaco, sobre un
hombre moribundo o corneado; frente a este, otro que lleva un estoque y un gran capote (sujetado por una
mano, a modo de muleta). Tras aquel, un segundo y tercer personaje parece que invitan a un caballero
sobre su montura, para que pase a luchar contra el astado -a nuestra izquierda-. Al lado, portada del
interesantísimo libro de Gonzalo Santonja “Por los albores del toreo a pie”, donde vemos el mismo
capitel (en foto). A continuación tratamos acerca de los comienzos del toreo y de su relación con
estas batallas de iberos e hispanorromanos; que se produjeron hasta en La Reconquista. Pues al
llegar la Edad Moderna y las armas de fuego, ya los astados no resultarían un “arma” eficaz para
defenderse.
b) Acerca del toreo; de su significado y sus comienzos en las batallas con “ejércitos” de uros:

Sin duda alguna, lo más interesante que podemos leer en el texto que hemos analizado, concierne a
los albores del toreo, junto al simbolismo y sentido que pudo tener el rejoneo o el manejo de reses
bravas a pie. Todo lo que se explica desde un punto de vista militar y estratégico; sabiendo que
aquellos que fueran capaces de dominar al toro, podrían usarlo para evitar que extraños entrasen en
su territorio (lanzándolos contra el enemigo, cuando este pretendiera allanar sus tierras). Un tipo de
defensa y de lucha, que personalmente llevo estudiando desde hace más de treinta años -concretamente
desde 1982, cuando hice mi Servicio Militar en Sevilla, donde entretuve mi tiempo libre documentándome
sobre tauromaquia-. Treinta y cinco años durante los que he defendiendo cómo ya se llevarían a cabo este
tipo de batallas en la Creta de la Edad del Bronce; al menos desde el Minóico Protopalacial (después del
1900 a.C.) y sobre todo en el Palacial (tras el siglo XVI a.C.). Etapa a la que pertenecen palacios como los
de Cnossos o Faistos, donde se han hallado multitud de frescos y esculturas que representan a
jóvenes saltando sobre morlacos o jugando con el toro -del mismo modo que hacen hoy en día los
recortadores-.

Estas pinturas y figuras palaciales cretenses -de mediados del segundo milenio a.C.- nos recuerdan
“demasiado” las artes del toreo a pie. Unas escenas de tauromaquia que asimismo podremos ver en
cientos de jarros cerámicos, joyas, sellos, piezas de metal y en infinidad de obras artísticas minóicas,
donde el toro es el protagonista. Siendo la forma y tipología del bos allí representado, casi igual a la
del toro bravo hispano (o de lidia). Todo lo que nos habla -a mi juicio- de cómo posiblemente, aquellos
minóicos que buscaban cobre y estaño en los yacimientos de la Iberia; y que sabemos, arribaron a
nuestras costas durante el segundo milenio a.C.. Quizás enseñaron el arte de la defensa con toros a los
habitantes autóctonos peninsulares, importando incluso su tipo de bos salvaje. Trayendo hasta
nuestras tierras un toro igual al minóico: Musculado, de testa grande pero de alza corta, fuerte y
asilvestrado; pero con una tipo encaste que le capacita para ser toreado y dirigido por el hombre -rasgos
que apenas otros bovinos tienen-. Pudiendo haber sido importado ese bos desde Creta, para criarlo en
Iberia y posteriormente en islas -como las Baleares-. Con el fin de que otros navegantes no
desembarcasen en tierras tan ricas en oro, plata, estaño y cobre; como lo fueron las nuestras hace
tres y cuatro mil años.

Ya que -a mi juicio- el uso de morlacos silvestres para proteger las costas, hubo de ser el más sencillo
sistema de defensa; al menos durante la Edad de Bronce y hasta que no aparecieron los grandes
ejércitos armados con hierro. Un hecho que enseña la razón de los juegos minóicos con el toro; pero
que sobre todo explicaría por qué las ciudades cretenses de esta época no tienen murallas, aunque
están construidas con un urbanismo laberíntico. Un laberinto que -como el de Cnossos o el de
Faistos-, debían recorrer y superar todos los enemigos que desearan entrar en las urbes de Creta así
defendidas. Necesitando salvar y luchar contra los toros soltados por las gentes que habitaban esas urbes
laberínticas; quienes asimismo tendrían mayorales y “toreros” capaces de gobernar y recoger los astados,
cuando el enemigo abandonara la idea de invadir. De tal modo, quienes quisieran atacar a los cretenses,
antes de lograr conquistar los baluartes minóicos; deberían cruzar las diferentes barreras de morlacos que
los lugareños dispondrían (en cercados junto a las playas y costas, en los caminos y dentro de las mismas
ciudades o palacios). Siendo esta mi teoría acerca del origen del toreo en el Egeo y en Iberia. Unos
hechos de los que si duda nos habla el mito del Minotauro con su laberinto; del que tan solo Teseo
logró salir vivo (tras matar al toro de Minos)
SOBRE Y JUNTO A ESTAS LINEAS: Arriba y al
lado, dos ejemplos de “recortes o de toreo a la cretense”. En la foto superior, anillo llamado de
Teseo (micénico, del siglo XV a.C.); hallado en Palka, Atenas -propiedad del Museo Arqueológico de
Atenas; al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Al lado, dibujo mío con un sello de
engaste minóico; donde se representa también una “Taurokathapsia” (tauromaquia en la que se
atrapa y se salta sobre el morlaco -tal como aún hacen los recortadores y los foçados
portugueses-). Este anillo se encuentra en las vitrinas del Museo de Heraklion, y al igual que la cabeza de
toro en bronce con oro que vemos bajo estas lineas, pertenecen al periodo palacial (hacia el siglo
XIV a.C.) -agradecemos al Heraklion Archeological Museum nos permita divulgar nuestra imagen-. La testa
de morlaco cretense en imagen, presenta todas las características del astado español de
lidia: Cornamenta larga y astifina, frente ancha y testud cuadrada, morro corto, orejas pequeñas, morrillo
fuerte y graso, cuello muy musculado (como debía ser el resto de cuerpo, que por la apariencia no parece
tampoco de una res muy alta).

Pero continuando con lo expuesto y sin necesidad de retrotraernos tres o cuatro mil años; una vez
visto que los reyes iberos también usaban este método de batallar (lanzando reses contra el
enemigo). Nos será fácil entender cómo ese tipo de luchas y defensa había permanecido entre los
hispanos. Quienes durante la etapa de paz romana tan solo jugarían con el toro en los coliseos y en
los circos, de un modo semejante como hoy se hace en las plazas. Acerca de los juegos
grecorromanos con el astado tiene varios estudios interesantísmos Cristina Delgado Linacero (32) . Pese a
ello, es mi teoría que en Hispania el bos silvestre no se usó tan solo para la caza o en los
espectáculos circenses -tal como ocurría en Grecia o en Roma-. Pues Iberia no fue del todo un lugar
muy seguro (siquiera después de la conquista romana). Por lo que a mi juicio, conservaban ganado
bravo en las dehesas, mezclado con el manso; para evitar robos y la llegada de cuatreros (que se
sabe era una de las profesiones más apreciadas por los iberos -tanto que Viriato se dedicaba “al noble arte”
de afanar toros-). Por lo que estos iberos -luego hispanos-, tan doctos en robar las vacas como en
guardarlas y guiarlas; debieron desarrollar ya desde los comienzos de su civilización las artes de
guiar, “quebrar” y torear las reses salvajes.

De tal modo se comprende por qué las tierras hispanas permanecieron plenas de bos silvestres, que
no fueron descastadas ni aniquilados, como se hizo en el resto del Mediterráneo. Debido a
ello, siglos más tarde y tras la caída de Roma, siguieron conservándose los uros en los bosques
peninsulares. Sobre todo con la llegada de los visigodos, al ser la caza de estos toros salvajes un
deporte muy amado por los germanos y godos (33) . Así, los del reino visigodo de Toledo se
entretendrían en ese arte cinegético, tan apreciado por sus ancestros. Todo lo que explicaría que la
zona de Toro y los montes Torozos estuviera repleta de ganado asilvestrado o salvaje. Por lo que el
área se llamó primero, monte y ciudad “de los Gotoros” (“góticos”, por las fincas de recreo de los monarcas
visigodos); para más tarde pasar a denominase “de los toros” o “torozos”. Cuando el recuerdo de los
reyes godos que aquí tuvieron sus villas, se sustituiría por el de las manadas de astados que vivían
en esta zona toresana.

Tal como exponemos, parece evidente que la afición a la caza del uro (entre los nobles de la Alta
Edad Media) se iría sustituyendo por la del toreo a pie y a caballo. Algo que sucede cuando se
llevarían los astados hasta cercados y cuando se comenzaron a lidiar reses capturadas, en las
cercanías de las poblaciones. Unos hechos que a mi juicio iniciaron los militares, quienes
sustituirían aquel ejercicio de la caza, por este con el que podían entrenar al equino para la guerra.
Generando unas artes ecuestres de enorme valía, en dónde se debía engañar y matar al morlaco,
frente a la mirada de todos. Un ejercicio que preparaba al caballo para la guerra y adiestraba al caballero
en su montura -tal como vemos en el rejoneo-. De lo que finalmente se pasaría a aprender la
tauromaquia montada en las maestranzas y en los regimientos de caballería (como en la de Valladolid,
donde se amaestraba y luchaba con y contra, las bestias). Pese a todo, el toreo a pie pertenecería al
pueblo; quienes como mayorales, corredores, recortadores y lidiadores ofrecerían a los jinetes un
apoyo inmensurable. Pues las reses bravas solo pueden dirigirse a caballo, en campo abierto; porque al
entrar en las calles, son los mozos y los valientes de a pie los que logran hacerse con ellos.
SOBRE Y JUNTO A ESTAS LINEAS: Arriba, otro
dibujo mío; en este caso representando una misericordia del coro de la catedral de Plasencia (de siglo
XV), donde podemos ver un torero asestando una estocada a un morlaco, ayudado de un gran
capote. Al lado, cartel del año 2013 de las Fiestas de Portillo, con una fotografía antigua. Donde se
observa cómo corrían antaño los encierros, subiendo la manada casi en pleno campo, por la calle calzada
que lleva al altozano. Una escena que, sin lugar a dudas, podría recordarnos las antes descritas en la
leyenda que hemos recogido.

c) Acerca de los toros en la Edad Media: Los estudios de Gonzalo Santonja y Dolores C. Morales y
Muñiz:
.
Todo cuanto exponemos explicaría la sacralización del toro en España; ya que hubo de ser uno de
los mayores totems de ayuda para el pueblo. Quienes pudieron defenderse sin necesitar ejércitos y
valiéndose tan solo de vacadas bien dirigidas. Por lo que durante el tiempo de la Reconquista, el uso
de reses silvestres hubo de ser el método más sencillo y eficaz para atacar o protegerse. Lo que
explica que no haya una fiesta patronal donde no se corra una vaquilla o se toree un buen morlaco.

Sobre ello, desearíamos recoger algunas palabras e ideas de expertos sobre el toreo en el medievo.
Comenzando por Gonzalo Santonja Gómez-Agüero; quien en su precioso libro POR LOS ALBORES
DEL TOREO A PIE (34) refiere:

“las corridas de toros como tal se iniciaron mucho antes de lo que tradicionalmente se han venido datando,
no está equivocada ya que existen evidencias tales como:
-Ya en el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca una emboscada a uno de los
enemigos al trono con un toro bravo, entonces salvaje.
-En un texto de Gonzalo de Berceo, una dueña hace un quite al toro «con la falda del manto»: primer
antecedente del capote.
-Ya a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en testamento a la iglesia de Santa María de Wamba
(Valladolid) «una tercera parte de mis vacas bravas». Se convierte así en el primer ganadero de reses
bravas que conocemos.
-En el Monasterio de Silos, en algunas de sus vigas, ya podemos encontrar escenas con motivos taurinos:
hay hombres a pie enfrentándose a los toros, en una mano lleva un arma y en la otra una tela (s.XIV), es
decir, ya se usan las telas para engañar al toro.
-A comienzos del XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se conocen, en la iglesia de
Pumarejo, junto a Cuéllar.
- En Silos, hay veintidos escenas de juegos taurinos, donde aparece un matatoros a pie, con capote (los
luchadores romanos nunca se planteaban cambiar la embestida de las bestias).
-En la catedral de Plasencia, en la sillería del coro, se puede contemplar una imagen de un hombre
matando a un toro. Y este hombre está cruzándose, como lo entendemos hoy en día. Interesante.
-En la capilla Barbazana de la catedral de Pamplona, un mancornador: quizá, un homenaje a tareas
vaqueras como los herraderos
-Ya en el siglo XV se mataba de frente y por derecho, y cruzándose. Hay representaciones y evidencias de
ello (también en capilla Barbazana de la catedral de Pamplona, sillería de la Universidad de Salamanca y en
el capitel del Palacio de los Condes de Requena; en Toro” .
-En este escena de la sillería de la Universidad de Salamanca, vemos un encierro tradicional; en la Catedral
Nueva, un puyazo, un corredor cogido, la preparación de la suerte suprema, una guardia de lanceros...
-En un capitel del Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una secuencia completa de la corrida,
entre los siglos XV-XVI (se trata de la pieza que presenta en la portada de su libro el autor).
-En el Archivo de Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco certifica la pasión taurina, pese
a las prohibiciones”. -SIC- (35)

Entre las menciones que hemos referido las que a continuación recojo corroborarían cuanto hemos
leído en esta leyenda. Atendiendo a que: “en el siglo X en el reyno de León uno de sus monarcas provoca
una emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro bravo, entonces salvaje” (...) “a mediados del
siglo XII Rodrigo Pelayo deja en testamento a la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera
parte de mis vacas bravas». Se convierte así en el primer ganadero de reses bravas que conocemos” (...) “A
comienzos del XIII, las primeras pinturas taurómacas que hoy se conocen, en la iglesia de Pumarejo, junto a
Cuéllar” (...) “En un capitel del Palacio de los Condes de Requena, en Toro, una secuencia completa de la
corrida, entre los siglos XV-XVI” (...) “En el Archivo de Simancas, un Memorial de Juan López de Velasco
certifica la pasión taurina, pese a las prohibiciones”.

Todo cuanto hemos leído en el libro de Gonzalo Santonja, refiere y ratifica los ataques en el siglo X
perpetrados por reyes cristianos, echando toros sobre los andalusíes. Tanto como la existencia de
ganaderías bravas en Wamba -seguramente en recuerdo de los uros que poblaban los torozos-. El
establecimiento en Cuéllar de los encierros más antiguos; y el hecho de que en la ciudad de Toro ya
se practicase la tauromaquia a pié en la Edad Media. El autor cita finalmente a Simancas y los
escritos que en sus archivos se guardan, entre los que destaca alguno que describe la “pasión
taurina” hispana. Un elenco de datos sobre la España Medieval que recoge mucho de lo visto
anteriormente, en la leyenda transcrita.
IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: Japoneses “toreando” en
las fiestas de Nuestra Señora de Castellanos, en Mota del Marqués. Arriba un pase hecho con el
pañuelo; al lado, Tomoki Ishizeki recibe el aplauso de los motanos tras hacer un recorte.

Finalmente, también resumiremos cuanto otra experta escribe acerca del toreo en la Edad Media;
aportando Dolores Carmen Morales y Muñiz los siguientes datos (36) :
“Las fiestas con toros en la Edad Media hispana o ibérica – también debe incluirse Portugal- tiene dos
versiones: las fiestas aristocráticas y las populares lo que se denominaba correr toros y de ambas tenemos
ejemplo en el Madrid medieval (...) Los juegos con toros eran muy populares, tanto como
entretenimiento de los pequeños como deporte cinegético de los grandes, y no dejaron de
celebrarse durante toda la época medieval (...) Entonces, la fiesta de los toros distaba mucho de
parecerse a la actual. En la época medieval se alanceaban toros a modo de espectáculo caballeresco
en íntima relación con la caza o con la montería –y más tarde coincidiendo con otros juegos como
los de cañas- pero también como parte del entrenamiento militar. Siempre eran las corridas la
forma preferente de celebrar acontecimientos desde la recepción de embajadores, las victorias sobre
enemigos, las fiestas religiosas, las bodas y bautizos reales, e incluso el festejo de la obtención del título de
doctor.

Argote de Molina en su famoso tratado de la montería del siglo XVI escribía que “correr y montear
toros en coso es costumbre en España de tiempo antiquísimo” . El origen, por lo tanto, es la caza de
un animal, digamos en estado semisalvaje o asilvestrado o simplemente excitado que acomete ante la
agresión. Igual que se cazaban osos o jabalíes, se cazaban toros constituyendo una actividad reservada
exclusivamente a los nobles y descrita, para el caso del vecino Portugal, en tratados de caza. Se
producía esta caza en campo abierto a caballo y con lanza para más tarde evolucionar trasladándose la
actividad a cosos cerrados. De hecho la primera corrida de la que hablan los cronistas medievales
resulta ser una montería. Es el caso del primer espectáculo taurino oicial, esto es, la famosa corrida
de 1144 -Alfonso VII de Castilla- en donde se mataron toros, entre otros animales, dentro de una
montería. (...) Las escenas taurinas son relativamente frecuentes en el arte medieval sobre todo en
las misericordias de las sillerías de los coros de las catedrales – Toledo, Plasencia, Sevilla, Barcelona,
Ciudad Rodrigo o León,- pero también hay escenas taurinas en relieves, retablos, ménsulas y artesonados
cuyas escenas han provocado estudios muy interesantes (Torres Martínez, 1994) especulándose sobre el
origen de las suertes de una corrida actual –con capas o diferentes armas que se asocian a banderillas,
varas o la suerte de mancornar-.

El festejo taurino caballeresco medieval, por lo tanto, podría tener más similitud con una corrida de
rejones que con el espectáculo actual, dado que el toreo de a pie no es medieval aun existiendo la
figura de los matatoros caso de la famosa corrida de toros auspiciada por Carlos II de Navarra, en el siglo
XIV, con dos matatoros, uno cristiano y otro musulmán. Unos personajes por cierto, marginados –
cazadores furtivos, carniceros- cuyo oicio se consideraba infamante básicamente por cobrar, según
se comprueba en algunas disposiciones como las de Alfonso X. Los lidiadores, por el contrario, son
caballeros, y las personas del común actuaban como subalternos rematando el toro lidiado a
caballo. Lo propio era la gratuidad caballeresca. (...) El toreo medieval, por otra parte, era un
espectáculo complejo y costoso que ponía a prueba la capacidad de los organizadores y que sólo
podía producirse oicialmente (...) En el espectáculo también pueden participar otros animales, caso de la
leona que describe la Crónica del Condestable Lucas de Iranzo en el reinado de Enrique IV, o los perros
contra bueyes– generalmente alanos- que describen los cronistas de los Reyes Católicos. Algunos autores
apuntan a que, la utilización de otros animales en la lucha contra toros así como otras prácticas de
la tauromaquia –como la suerte de mancornar- fueron usos introducidos por los musulmanes del
reino nazarí, algo que difícilmente podría aplicarse para otros países europeos caso de Inglaterra (...) Las
corridas eran el medio elegido por parte de las jerarquías sociales el ejercicio de su poder de modo que sus
titulares se sirvieron de la popularidad de las fiestas taurinas para demostrar quien tenía el poder a través
de la fiesta y de sus numerosos símbolos” . -SIC (37) -

A las interesantes palabras de Dolores Carmen Morales y Muñiz querríamos añadir una idea. Como
es la de que quizás los musulmanes “inventaron” aquella otra faceta del toreo, con la lucha de fieras,
como método de defensa. Al no tener toros salvajes en sus tierras, pero poder traer de África leones
y tigres. Pues para ellos sería difícil entrenar -o luchar- con toros, debido a que esta parte Sur de la
Península había sido más romanizada; habiéndose desencastado el ganado bravo que antaño poblaba
Andalucía. Siendo así, hay que reflexionar sobre en el uso que daban los cristianos a los toros
salvajes; que abundaban en la meseta y en otras zonas del Norte, pero de los que en la Edad Media
no habría muchos ejemplares en el área meridional (por efecto de la fuerte romanización). Debido a
ello, sin toros en el Sur, el único remedio para evitar el ataque de morlacos sería lanzar leones contra
las vacadas, para que así unos y otros se enfrentasen. Un método que en la práctica no es eficaz, ya
que mientras los toros se pueden guiar con el uso de mansos, por mayorales o con garrochistas. Nadie es
capaz de gobernar la voluntad de los felinos; que una vez soltados en el campo de batalla, atacarían por
doquier (aunque sobre todo, huirían al verse ensartados y seguidos por los toros). Siendo así, podemos
interpretar esa introducción de la “lucha de fieras” aportada por los nazaríes, como un intento de
contrarrestar a las hordas cristianas armadas de toros, valiéndose ellos de leones y tigres. Algo que
quedaría finalmente en el recuerdo, organizando aquellos combates o cazas, usando felinos.
.

IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: De nuevo, japoneses


“toreando” en las fiestas de Nuestra Señora de Castellanos, en Mota del Marqués. Arriba, un pase de
capote. Al lado, Tomoki y su “cuadrilla” celebran el éxito obtenido en las fiestas, con su “pase del
pañuelico”.

d) Acerca de las fiestas y festejos populares en la zona (El Toro de la Vega y las Dondellas de
Simancas):

Sobre el Toro de la Vega:

Terminaremos estas conclusiones a nuestra leyenda de hoy, comentando algunos de los festejos
que se celebran en la zona de Simancas; fiestas que pudieron quedar como recuerdo de esas luchas
durante la Reconquista. Citando primeramente al famoso Toro de la Vega (hoy ya desaparecido) que
era lanzado y lanceado tras correrlo, mozos y caballistas, desde el centro de Tordesillas hasta la
vega; llegando a la margen contraria del Duero. En ese paso por el puente hasta la playa, se producía
primero “la carrera” (a modo de encierro entre los mozos) para más tarde dejarlo llegar al lado opuesto del
río; donde si el astado no llegaba a la vega antes que los caballistas, estos podían lancearlo. Este era en
resumen el reglamento de la suelta y torneo del Toro de la Vega; un festejo que a mi juicio recuerda las
dos etapas del toreo: Primero en su época más reciente, cuando se lanzaban contra el enemigo las
vacadas; algo que claramente elude esta fiesta de Tordesillas, debido a que el toro sale desde la
ciudad hacia el campo, cruzando el río. Siendo los demás encierros en sentido contrario; con un recorrido
que suele ir desde el exterior hasta la plaza (de toros o al centro del pueblo). En segundo lugar -a mi
entender-, este Toro de Vega rememoraría la caza a caballo de astados, llevándolos hacia un batán,
donde antiguamente les cogían vivos. Cuando al hundirse la res entre las arenas de una laguna o río, las
gentes podían capturarlos (sin peligro). De allí el nombre de “batán” que actualmente damos al lugar donde
se guardan los bravos -antes de llevarlos a la plaza-. En recuerdo de las playas fluviales o de las zonas
encharcadas, hasta las que hacían ir a las vacadas bravas, para que se enfangasen (quedando allí
inmóviles, “batiendo” sus patas, intentando inútilmente salir de esa orilla).

De tal manera, a mi juicio, el sentido inicial del Toro de Vega fue memorizar aquellos morlacos que se
soltaban contra el enemigo; pasándolos al otro lado del Duero y que más tarde habían que
capturar. Pues hemos de pensar que una vez lanzadas las reses hacia el bando enemigo y cuando se
retiraban los que presentaban batalla; aquellos toros peligrosos pacían a sus anchas por el terreno.
Debiendo entonces cazarlas, so pena de que atacasen a las gentes del lugar -o de que incluso volvieran a
cruzar el río, habida cuenta la querencia común de los bravos-. Siendo así, el método más sencillo de
hacerse con esas reses sueltas, era este de obligarlas a ir hacia “batanes” (orillas de agua) donde
sus pezuñas quedaban ancladas en la tierra enfangada.

Por todo ello, creemos que en origen el Toro de Vega consistiría en soltar el morlaco desde el centro
de la villa y llevarlo hacia un batán, en la margen opuesta del Duero. De este modo, dentro de la ciudad
y hasta el final del puente, quienes lo corrían eran los mozos a pie; pero al llegar a lado contrario, los
caballistas se adueñaban del astado. Debiendo lancearlo tan solo si aquel no se dirigía al batán (la
orilla del río), al haber peligro de que se volviera hacia la población o escapase por el campo. Así se
entiende bien el festejo y hasta su reglamento, que tristemente tantas veces no se ha cumplido; pues quizá,
de haberse llevado bien el toro hacia la vega, siempre habría sido indultado y capturado vivo. Con un modo
diferente de celebrarlo (más acorde a lo que eran las capturas de toros antaño) y que hubiera evitado la
tristísima situación por la que ha pasado esta preciosa localidad de Tordesillas. Donde a mi juicio no se
recordó de todo bien el sentido primigenio de aquel Toro de Vega, cambiando el proceso de llevarlo hasta el
batán; por otro, en el que casi siempre la res moría lanceada.
IMÁGENES, ARRIBA Y AL LADO: Dos fotos de la
escultura del Toro de Vega que se conserva en Tordesillas, elevada en el paso por donde se hacía
bajar al morlaco. Arriba, la efigie en bronce elevada sobre la carretera desde la que corrían al toro (al
fondo podemos ver el río Duero y la vega donde lo dirigían). Al lado, detalle de la misma escultura;
cuya basa contiene una placa en la que se representan los lanceros que antaño mataban a la res.

Sobre las fiestas de doncellas en Simancas y de otras celebraciones de la zona:

El 6 de agosto y durante las fiestas del Salvador los de Simancas se siguen nombrando las siete
doncellas. A mi juicio, la fecha elegida puede proceder de aquellos días 5 y 6 de agosto, en los que
conmemorarían la victoria final sobre Abderramán III -quien se vió obligado a huir el 4 de agosto de
939-. Todo lo que explicaría además qué la elección de aquellas “dueñas” se lleve a cabo unos dos
meses antes (en mayo); en un acto que denominan el de “jura de doncellas” y que quizás rememora
el momento en que los de Simancas se planteaban tener que entregar a sus hijas. Ello -a mi entender-
confirmaría que la conmemoración pueda relacionarse con los hechos ya descritos, en la batalla contra
Abderramán III y no en tiempos de Abderramán II (tal como quieren recordar). Declarando la guerra Ramiro
II al califa, para no pagarle más tributos -entre ellos, la obligada entrega de mujeres-. Todo cuanto
narramos además se corroboraría por otra de sus festividades; como es la de petición de ganado.
Celebración que se lleva a cabo unos días más tarde (el 15 de agosto) y en la cual los mozos de
Simancas “piden los toros” para las fiestas. Siendo esta una costumbre poco común y que quizás nos
pueda hablar de usos medievales; refiriendo momentos en que viéndose en peligro los habitantes de
ciertas zonas fronterizas, solicitaban a sus pueblos vecinos que les hicieran llegar toros (para
lanzarlos contra el enemigo o para colocarlos en la vega del Duero -con el fin de que no les invadieran ni
cruzasen los sarracenos al otro lado-).

Finalmente, añadiremos algunas peculiaridades más de este área, como los peligrosos encierros de
Castronuño (antes ya mencionados y también celebrados a mediados de agosto). Donde se corren los
toros por calles empinadas, pero cuesta abajo; quizás con el fin de rememorar esos tiempos en los
que se lanzaban las vacadas bravas contra el enemigo -de la peor y más peligrosa forma-. Puesto que
más lógico sería realizar un recorrido en sentido contrario (subiendo hacia el interior del pueblo); donde los
morlacos además no resbalarían, ni caerían contra las gentes que observan el encierro. Por otra arte y
siguiendo con las poblaciones mencionadas; en Tiedra existe una tradición curiosa que se llama “la
subasta de las corderas”; consistente en que los devotos ofrecen a su patrona ovejas jóvenes, tras
haber pagado por ellas una gran cantidad de dinero. Festejo que se lleva a cabo en fechas iguales
(hacia el 15 de agosto) y que se denomina “el ofrecimiento” -del que no sabemos si pudiera relacionarse el
con la liberación de doncellas, sistituyéndolas por “corderas”-. Para terminar recordaremos de nuevo que
las fiestas de Mota del Marqués son las de Nuestra Señora de Castellanos, cuya fecha es el 8 de
septiembre. Una Virgen que -como vimos- en la anterior leyenda, procede del estandarte que trajo hasta
esta población Fernán Gónzalez. De allí su nombre; pues aquella veneración llegó hasta Mota
cuando comenzaba a nacer Castilla -hacia el referido año 939-.

ABAJO: Mota del Marqués en un atardecer de verano. El camino que vemos en imagen es el de
Santiago, desde Jerusalén (que parte de Murcia o Alicante, para llegar a Toledo y tras ello dirigirse hacia
Compostela a través de Valladolid). Los montes, al fondo, son los Torozos; antaño plenos de toros.

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CITAS Y DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA:
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(1): Según este autor y sobre los maragatos: “hay grandes indicios de que se trata de una antigua unidad social astur con tendencias
muy conservadoras” (entre ellas, la famosa “covada” -por la que el padre sufría los dolores del parto-). A pesar de todo, Caro Baroja les
supone musulmanes, escribiendo: “Si se tiene en cuenta que en latín "maurice" significa a la manera de los moros, y que "mauricus"
significa propio de aquéllos, la base "mauricatus" para el nombre de "maragatos" es legítima, pero ésta querría decir "los que han vivido
o han estado a la manera de los moros".
Julio Caro Baroja; Los pueblos de España, Madrid 1946 (pag 156).
Existe una segunda teoría acerca del etónimo “maragato”, que afirma como aquella voz nace de que esos nacidos en las proximidades
de Astorga eran los que transportaban hasta Madrid el pescado (desde el Norte hasta la capital del reino). De ello, como a los
habitantes de la Corte se les llamaba “Gatos”; a aquellos de la zona de Astorga que les traían los frutos del mar, se les llamó “Mar a
Gatos”. Esta etimología carece de toda base filológica, por tres motivos principales: Primero, porque la voz maragato o Mauregato es
muy anterior a que Madrid existiera como ciudad. En segundo lugar, porque hasta el siglo XVI no fueron llamados “Gatos” a los
madrileños, ni esa ciudad fue declarada como capital del reino (recibiendo el pescado del Norte). En tercer término, porque los
maragatos no se hicieron famosos como “pescateros del reino” hasta bien entrado el siglo XVII.
.
(2): Como ejemplo de este mestizaje diremos que la madre de Abderramán III fue una concubina navarra; que a su vez, la abuela de
Abderramán III era la hija del caudillo de Pamplona, Fortún Garcés. Debido a ello, tenía los ojos azules y el pelo rubio. Se teñía la
barba de negro, para no extrañar a sus soldados; aunque su origen navarro parece que le hacía guardar gran afición al vino; siendo
tachado entre los suyos de impío por su amor a la bebida. Su origen mestizo le convirtió en un rey tolerante con cristianos y judíos, a
los que permitió ocupar numerosos cargos en sus gobiernos.
.
(3): SOBRE LOS MORAN Y SU MESTIZAJE
Ver en Antonio Castejón.
MORÁN
http://www.euskalnet.net/laviana/gen_astures/moran.htm
“Origen según Tirso de Avilés”.
Tirso de Avilés, que vivió en el siglo XVI, decía de los Morán asturianos, en su obra titulada “Armas y Linajes de Asturias”:
Los Moranes en Asturias de Oviedo son mui buenos hijosdalgo, y mui antiguos, especialmente en el Concejo de Xixón, y tienen este
sobrenombre por línea recta del Caballero de Soelmonte, y quieren decir que tomaron este apellido porque el dicho Cavallero de
Soelmonte desciende de un capitán greciano llamado Moranto, descendiente del fundador de la Villa de Xixón, y en la batalla que huvo
en Cobadonga cautivó a una hija de un Rey moro, en la qual huvo algunos hijos y como la madre era mora, se llamaron los hijos y sus
descendientes Moranes. Estos traen por armas los dichos cinco hierros de lanza color de plata corrientes, con sangre, en campo azul,
que antes de la batalla de Cobadonga traía el Cavallero de Soelmonte, de donde dependen. El Blasón se dixo en las de Soelmonte.
También se dice que pintan estos dichos Moranes una águila negra en campo colorado, sobre un yelmo encima de él, sacándole por
arriba: Que debió de ser, que en alguna batalla, esta águila debió quitar el yelmo a algún capitán moro por lo que se venció la batalla.
De estas dos armas podían escoger los de este apellido las que quisiesen, o poner ambas juntas en un escudo como están aquí; y el
blasón del águila con el yelmo es el siguiente:
Es una águila real,
Armas do viven Moranes,
Juntamente con la qual,
Yelmo de grandes hazañas;
En campo lleno de sangre,
Está figurado aquesto,
Por que el águila de presto,
Le sacó con uñas grandes.
Los Moranes de Gijón traen por armas cinco hierros de lanza en campo azul, corrientes en sangre hasta la mitad, y la boca de los
hierros cardenales y dorados, el caballero que estas armas ganó fue Ruy Fernández de Solmonte, hijo de Moranto de Gorgeo, el que
con el Infante don Pelayo quedó fuera, que no cupo en la cueva de Covadonga con dicho Infante y el que venció a los moros en la
batalla que ahí se dio traía antes por armas estos cinco hierros de lanza que en otras batallas había ganado, matando a cinco
enemigos de nuestra fe les quitó las lanzas y trajo de ellas cinco hierros como cosa notable, y en señal de gran misterio están en
campo de azul y los hierros de plata, que es limpieza, señalados con sangre, que representan cómo este caballero mató estos cinco
enemigos y quitó las dichas lanzas, las cuales pintan los Moranes de Gijón, así que estas armas son color sobre metal.
Es de saber que este caballero Ruy Fernández de Solmonte, por dicha batalla de Covadonga, añade a sus armas, más de los cinco
hierros de lanza, un manojo de banderas una luna en cada bandera, asidas de un brazo arremangado, que es el temple de estas
armas, que son las que pintan y hoy traen por armas los descendientes de este caballero, que se llaman de solar y apellido de
Solmonte, y el llamarse Moranes fue que este caballero en aquella batalla gloriosa de Covadonga y en su vencimiento cautivó una hija
de un rey moro de los que hay, se hallaban, en quien tuvo algunos hijos, y por varonía descienden dichos Moranes de este caballero y
de esta hija de este rey, por lo que los apellidaron Moranes, lo cual sucedió todo en la casa de Labandera; mas los hijos que hubo unos
se apellidaron Moranes, y otros Somontes, y otros Moran Labandera, y así los del apellido Solmonte traen por armas el manojo de
banderas con las lunas en cada una y con el brazo arremangado y los Moranes los cinco hierros, como va dicho.
Otros Moranes que son de esta descendencia y se metieron a la tierra adentro pintan, más de los cinco hierros de lanza, un águila en
campo colorado sobre un yelmo sacándola por arriba; este águila en una batalla quitó el yelmo a un capitán moro y se lo dio a uno del
apellido de Moran, por lo cual y por misterio de Dios se venció la batalla. De estas dos armas podrán poner y pintar los de este apellido
las que quisieren o ponerlas todas juntas, que aunque éstas y las de Somonte y Labandera se incorporaron todas en unas, se
dividieron por haber quedado tres hermanos, y el uno de apellido Moran Labandera, otros Moran y otro Solmonte, y cada un edificó su
casa en el Concejo de Gijón.
.
(4): FUNDACIÓN IGNACIO LARRAMENDI
http://www.larramendi.es/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1000&idUnidad=100580&posicion=1
.
(5): “Teófilo de Braga, que ha hecho un ingenioso estudio de esta fábula en el libro que algo pomposamente llamó Epopêas da raça
mosarabe (Porto, 1871, páginas 173-207), comienza por advertir muy rectamente que se trata de una leyenda de origen eclesiástico y
no popular, forjada a imitación de otras análogas. Entre las condiciones de paz impuestas por Cosroes II de Persia al Emperador
Heraclio, se dice que le exigió el tributo anual de mil talentos de plata, mil vestidos de seda, mil caballos y [p. 90] mil doncellas. Esta
tradición oriental del siglo VI es la que fué trasplantada a España, y no de una vez, puesto que los historiadores árabes hablan de una
tregua otorgada por Abderrahmán I en 759 a los cristianos de España, con obligación de pagarle diez mil onzas de oro, diez mil libras
de plata, diez mil caballos y otros tantos mulos, mil lorigas, mil espadas y mil lanzas por año durante un período de cinco. En este
tratado, evidentemente apócrifo e inverosímil, puesto que mal podía haber tales riquezas en tiempo de Don Fruela I en el reducidísimo
reino de Asturias, ni aun en toda la parte de España no sujeta al yugo sarraceno, no se dice nada de las doncellas : éstas se añadieron
posteriormente, aunque en menor número que en el cuento persa, y al fin vino a reducirse a ellas solas el supuesto tributo, cuya
fórmula definitiva dió el falsario autor del diploma del voto de Santiago, infamando de paso, no sólo a Mauregato, sino a casi todos los
primitivos reyes de Asturias: «Fuerunt igitur in antiquis temporibus (circa destructionem Hispaniæ à Sarracenis factam, Rege Roderico
dominante), quidam nostri antecessores pigri, negligentes, desides et inertes christianorum Principes, quorum utique vita nulli fidelium
extat imitanda. Hi (quod relatione non est dignum), ne Sarracenorum infestationibus inquietarentur, constituerunt eis nefandos redditus
de se annuatim persolvendos, centum videlicet puellas excellentissimæ pulchritudinis, quinquaginta de nobilioribus Hispaniæ,
quinquaginta vero de plebe.» . De este modo la fábula del tributo sirvió para apoyar la fábula de Clavijo, y una y otra para cimentar el
generoso privilegio de que la iglesia de Santiago vino disfrutando, aunque no sin litigios y controversias, hasta nuestro propio siglo”.-
SIC IDEM (4) -
.
(6): ”Con esta difusión de tradiciones orales, aunque seguramente tardías, contrasta el silencio de nuestra verdadera poesía popular
sobre tal tributo y tales combates. Sólo la musa erudita y eclesiástica de Berceo se ejercitó en el siglo XIII sobre este argumento,
versificando el apócrifo privilegio de los votos de San Millán que transporta a Fernán González lo que el de Santiago atribuyó a D.
Ramiro:
.
El Rey Abderramán, senoor de los paganos,
Un mortal enemigo de todos los christianos,
Avíe pavor echado por cuestas e por planos,
Non avien nul conseio por exir de sus manos.
.
[p. 93] Mandó a los christianos el que mal sieglo prenda,
Que li diesen cada anno LX duennas en renda,
Las medias del lignaie las medias chus sorrenda (?):
Mal sieglo aya preste que prende tal ofrenda.
Yacie toda Espanna en esta servidumne,
De esti tributo cadanno por costumne,
Fazie aniversarios de mui grand suziedumne;
Mas por quitarse ende non avíe firmedumne.
.
Mucha denna d'alfaya de lignaie derecho
Andavan afontadas sufriendo mucho despecho:
Era muy mal exiemplo, mucho peor el fecho,
Dar christianos a Moros suas duennas por tal pecho.
(Vida de San Millán, estancias 369-374.)” -SIC IDEM (4) -
.
(7): “El cap. VII se titula Historia de las siete doncellas de Simancas, y a la letra dice así:
[p. 94] «CAP. VII.— Historia de las siete doncellas de Simancas.
»Queriendo Abderramán, Rey de Córdoba, exigir el abominable tributo que de cien Doncellas había ofrecido a los Moros Mauregato,
metad nobles y metad del pueblo, y haviendo enviado a ese fin su Embaxador al Rey de Leon Don Ramiro I.º, viendo éste lo apretado
y exausto de su Reyno, i queriendo tomarse tiempo para una valerosa defensa, mandó que por aquel año se repartiesen las cien
Doncellas entre los pueblos de sus dominios. En esta triste situación, tocó a la villa de Simancas el entregar siete Doncellas, si acaso
no eran de las aldeas o pueblos inmediatos. Los Governadores o superiores de la Villa tomaron el nombre de las que estuviesen en
edad de casarse, assí nobles como pleveyas, y poniendo guardas a las Puertas para que no escapase alguna de ellas, hecharon
suertes; y llegada la hora de tal desventura, andava toda la gente como fuera de sí, y tan alterada como si fuera día de Juicio,
temiendo cada uno que tocase la suerte a su Hermana, Hija o Parienta. Acudían a la Iglesia a hacer votos y promesas a Dios, con
muchas lágrimas y sollozos, para que los librase de tal trabajo e infortunio.
»Estava la mayor parte del pueblo presente al sorteo, y quando leyeron los nombres de las que tocó tan infeliz suerte, levantaron los
gritos al cielo, viendo una lástima que no podían remediar. Los Ministros de Justicia llevaron a las pobres Doncellas a quienes tocó la
suerte al Castillo, donde las depositaron, siendo vanos todos los esfuerzos que hicieron sus parientes para defenderlas, siguiendo sus
huellas con alaridos que traspasaban los corazones. Las Doncellas, con la priessa i fuerza que las llevaban, iban a cuerpo, esparcidos
los cavellos al aire, todas desgreñadas, los rostros amarillos y los ojos sangrientos de tanto llorar, dando grandes suspiros, porque el
mucho dolor las tenía anudada la garganta para dar voces, y el pavor las ocupaba los sentidos. Las Madres iban detrás de ellas,
atronando el ayre con voces y lamentos, [p. 95] mostrando tan gran dolor y sentimiento, como si los enemigos entraran y saquearan la
villa. Estuvieron aquella noche encerradas las siete Doncellas en una torre del Castillo, revolviendo cada una en su memoria los
trabajos que tenían a la vista, sin esperanza de remedio, y destituídas de todo consuelo y alivio; pero como los ánimos generosos
suelen en la tribulación estar más ingeniosos y despavilados, subcedió que, siendo una de ellas de más valiente espíritu, y de la que
como tal reconocían sus compañeras, levantándose entre todas, las rogó encarecidamente que la oyesen; y reprimiendo su dolor,
enjugando sus lágrimas y lanzando un suspiro de lo íntimo de su corazón, las dijo con la mayor gravedad estas palabras:
«Ya sabeis, queridas Hermanas, que nuestra desventura nos ha traído a tiempo que no volveremos a ver nuestra amada tierra.
¡Desventurados Padres, que con tanto regalo criasteis buenas hijas para zebo de los Perros Moros; mejor fuera que de Niñas nos
huvierais ahogado en vuestras manos, y no fuéramos a ser despojo de su lascivia, vendidas y vituperadas de los Bárbaros! ¡O Dios
misericordioso, no permitáis que estas desdichadas doncellas sean entregadas a los Hijos de perdición, que nos fuerzen a cumplir sus
torpes deseos y renegar de tu santa ley! ¡No permitáis, Señor, que se pierdan nuestras Almas; volved por nosotras, y ya que no es
lícito quitarnos las vidas con nuestras propias manos, mueve, Señor, la yra de quien sea tu voluntad; que mejor es padecer en breve la
muerte, que no esperar tan largo dolor y tan grande infamia! Tiempo nos queda, Hermanas mías, para llorar este daño, y ahora es
corto para buscar algún remedio: uno havía bueno, que era la muerte; pero ésta ni los Moros nos la darán, ni conviene tomarla por
nuestras manos; y assí lo que me parece es que les quitemos el regalo que apetecen, afeando nuestros rostros, para que assí seamos
de ellos desechadas, que más vale quedar con alguna mancha en nuestra tierra, que ir a las extrañas a padecer tal desventura:
cortémonos las manos y cavellos, y con heridas y sangre desfiguremos nuestros rostros, y assí quedaremos inhábiles y [p. 96]
horrorosas para toda lavor, y creo no será posible que de este modo quieran llevarnos a sus tierras.»
»Aquí, faltándola la voz, cayó desmayada; pero volviendo en su acuerdo, i animándola las demás, que todas aprobaron el precepto,
tomaron unos cuchillos que llevaban consigo, i empezaron a cortarse el pelo, herir los rostros, y cortarse las manos por las muñecas,
de suerte que quedaron mancas, y para ello unas a otras se animaban y consolaban. A los gritos y sollozos, especialmente de una,
que era la más pequeña, despertó el carcelero, el qual, acudiendo a toda prisa al Aposento donde estaban encerradas las halló a todas
con tantas heridas y sangre, que las unas estaban desmayadas, y las otras, penetradas del dolor y sentimiento, no sabían qué hacer,
ni adonde acudir, con que, dejándolas en su lastimoso estado, fué sin detenerse a contar el subceso a los Juezes. El día siguiente, aun
antes de amanecer, ya estaba divulgado por la Villa, acudiendo toda la Gente al Castillo a saber lo que había subcedido: pero llegando
a noticia de los Moros que debían recoger las Doncellas, y viéndolas tan desfiguradas i mancas, no las quisieron recibir ni llevar, por
estar inútiles y de ningún provecho, y digeron a los que gobernaban la Villa que eligiesen otras con toda brevedad. Esta proposición
pareció muy dura a los Magistrados, y assí acordaron que se diese cuenta al Rey, para que mandara lo que debía ejecutarse: y en
efecto, despacharon deputados a León, a donde se hallava el Rey Don Ramiro, al qual y a su corte informaron largamente del
lastimoso lanze subcedido en Simancas.
»Al oírle, dice Luis Vives que, levantándose entre todos un Obispo, dió un suspiro y dijo al Rey y demás circunstantes: «¿Qué hacemos
los Hombres tan sosegados, quando las tiernas Doncellas se ofrecen a la muerte por librarse de tan infame esclavitud, y nos dan
exemplo para que volvamos por su honra y por tan justa causa?» A estas palabras todos respondieron que más querían morir como
cavalleros que sufrir tan grande afrenta como cobardes, y acordaron que todos los Pueblos se pusiesen en armas, y publicada la
guerra, subcedió la memorable Batalla [p. 97] de clavijo, publicada bien a lo largo por todos los Autores antiguos Hespañoles; debiendo
notarse, para nuestro assumpto, que muchos cavalleros llevaban por insignia en esta guerra unas vanderas pequeñas en las lanzas, y
en ellas pintadas siete manos, en señal de las doncellas que se mancaron voluntariamente en Simancas. También llevaban en un
cendal atado a la lanza quinientos sueldos de la moneda que entonces se usaba, porque habiendo ofrecido el Rey Don Bermudo el I.º
el pagar a los Moros 500 sueldos por cada una de las cien Doncellas, que su antecesor Mauregato les ofreció, y negando uno y otro
tributo el Rey Don Ramiro, decían los cavalleros que allí se le llevaban a los Moros, y que vinieran a tomarle de la punta de sus lanzas.
»De esto nació el honor i renombre que se da a los Hidalgos, de solar conocido —digo—, diciéndose en los privilegios: «Os hazemos
hijosdalgo de solar conocido y devengar quinientos sueldos»; como si dijera: os hacemos hijos dalgo para que gozéis la libertad y
nobleza que ganaron aquellos nobles que vengaron el tributo de las cien Doncellas, y los 500 sueldos que se daban por cada una de
ellas; siendo de esta opinión el doctor Montalvo y Peñalosa, en el libro 4.º, era 1360. Las siete Doncellas que se hicieron mancas, es
común tradición de Padres a hijos, que conservaron su virginidad, y se metieron Monjas en el Monasterio de Sta. Olalla, que era
adonde hoy Aniago, y en el que están sepultadas con fama de mucha virtud, haviendo hecho mudar el antiguo nombre de Bureba o
Gureba en el de Septimancas con que nombran a esta villa el Arzobispo D. Rodrigo, Nebrija, Vasseo, Sepúlveda y otros, y del que ha
quedado el de Simancas que hoy tiene. Con el motivo dicho tomó esta villa por armas un castillo en campo azul con una estrella
dorada encima, y por orla siete manos en campo de sangre o encarnado de lo que haze memoria Luis Vives en su libro de La Mujer
christiana, [1] diciendo:
[p. 98] «Por librarse de Paganos
Las siete Doncellas francas,
Se cortaron sendas manos,
Y las tienen los christianos
Por sus armas en Simancas.»
.
»En otro romance viejo se hace memoria de este subceso, y empieza assí:
«En Córdoba Abderramán,
Lleno de gran ufanía...» [1]
»Otro romance hai impreso, que empieza con los versos siguientes:
«El primer Rey que en León
Don Ramiro se llamó,
Al principio tuvo paz,
Y al fin guerra le sobró;
Que Almanzor, Rey Cordovés,
En batalla le venció,
Y le puso en tanto estrecho,
Que grandes parias le dió;
Y en las parias cien doncellas
Dar cada año se obligó;
Las cincuenta hijasdalgo,
Las otras cincuenta no.
El tributo, que era grave,
Mucho tiempo no duró;
Que la villa de Bureva
La su paga defendió
Por no pagar el tributo,
El qual después no pagó,
Que siete Donzellas nobles,
Que para dar escogió,
En la torre de una Puerta
De esta villa acaesció
Que una noche allí encerradas
En llorar se las pasó;
Y al tiempo que amanecía
La una así las habló:
.
[p. 99] «Desventuradas doncellas,
»¿Quién en el mundo pensó
»Que para echar a los Perros
»Estáis vosotras y yo?
»¡Oh! ¡La mayor crueldad!
»Que jamás se vió ni oyó!
»¿Qué corazón hubo humano
»Que tal hizo y permitió?
»¡Más le valiera morir,
»Que aceptar lo que aceptó!
»Cortémonos, pues, las manos;
»La primera seré yo...», etc., etc.
.
»Sigue despues este Romance, que es muy largo, contando todo el subceso y diciendo que por él se nombró la villa Septimancas o
Simancas, dejando el anterior de Bureva...»
Tal es el fundamento tradicional de esta comedia, cuyo interés épico ha reforzado Lope con una intriga de amor interesante y
dramática, en la cual brillan los simpáticos caracteres de Iñigo López, de Nuño de Valdés y de su hermana doña Leonor, la prometida
de Rodrigo. Luchan en el alma de éste el amor y la gratitud que profesa a su generoso enemigo el moro Abdalá, enamorado también
de Leonor por su retrato; y aunque esta competencia no sea nueva en el Teatro de Lope, ni muy ingenioso el medio de prepararla, son
tan nobles los afectos, tan caballeresco el estilo y tan dulce la versificación, que esta parte, episódica y romántica, contrasta de un
modo feliz con el áspero y trágico vigor del desenlace, sin desvirtuar su fuerza”
-SIC IDEM (4) -
.
(8): -SIC IDEM (4) -
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(9): ASÍ NARRA Y DESCRIBE ESTOS HECHOS PILAR MARTÍNEZ FERNÁNDEZ EN:
Simancas, las huellas de su leyenda
http://pilarmartinez1969.blogspot.com.es/2009/07/simancas-las-huellas-de-su-leyenda.html
“el rey Ramiro más guerra sino paz, decidió cumplir con el tributo, más el pago era grave pues no se trataba de dineros ni salarios sino
de cien doncellas de todo su reino cada año.Pero bien es sabido que, una cosa es lo que manda un rey y otra bien distinta lo que debe
acatar su pueblo y he aquí que en esta ocasión, el rey cristiano pese a no querer soliviantar al emir moro ni querer más guerras, habría
de enfrentarse de nuevo a él pues, aunque aceptó, efectivamente, dar tal contribución con cien jóvenes doncellas de todo su reino, no
lo aceptó así la villa de Bureva que al saberse proveedora de tal tributo con sus doncellas, decidió rebelarse y poner fin a tan vil
impuesto. Así pues, es menester contar los hechos tal y cómo acontecieron.
“ A la villa le llegó el requerimiento de siete de sus doncellas, el número de muchachas que en equivalencia les correspondía de las
cien que se requería.Las autoridades lo hicieron saber al pueblo siendo pedidas a tal efecto y para posterior sorteo, hermanas, hijas y
parientas en edad de casamiento.Conocidos los insidiosos deseos del rey moro con sus honrosas doncellas, la aflicción se apoderó de
las gentes y el temor corrió por las calles y casas de Bureva pues en casi todas había una joven doncella que podía, pobre de ella, ser
requerida y sorteada.Para evitar huidas, en las puertas de las casas de jóvenes casaderas, se aposentaron centinelas hasta el día del
sorteo mientras los parientes, padres, madres y hermanos acudían a la iglesia para pedirle a Dios que librara de tan miserable destino
a quien con tanto desvelo guardaban en casa.Pero como a todo requerimiento le llega el momento de cumplir con lo requerido, llegó el
temido día del sorteo y en la plaza todos se reunieron para escuchar de las autoridades los nombres de las siete doncellas.Siete
salieron y siete nombres se escucharon con temor:Leonor, Lucía, Laura, Eva, Isabel, Yolanda y, por último, Inmaculada.Al instante,
lamentos y gritos clamando al cielo de los padres, hermanos y parientes de las siete jóvenes desgraciadas cuyos nombres se
anunciaron en tan aciago momento.Tantas suplicas habían sido vanas. Sin remedio se las llevaban para encerrarlas en la torre del
castillo hasta el día que, al rey moro, le fueran entregadas.Cuentan que iban las doncellas llorosas y desgreñadas, con los ojos
enrojecidos y descompuesto el rostro, mientras las madres iban detrás, gritando y maldiciendo al rey moro por querer quitarles¡ ay de
sus pobres niñas¡, toda su virtud y honra.En la torre del castillo las siete quedan confinadas, suspirando y llorando sin consuelo, hasta
que la mayor, la más gallarda, después de enjugar sus lágrimas, a sus compañeras muy resuelta les dijo:“ Desventuradas doncellas,
quién en el mundo pensó que para echar a los perros estáis vosotras y yo. Más valiera morir que aceptar lo que se aceptó, cortémonos
pues las manos, la primera seré yo”.Cortémonos los cabellos, cortémonos pues las manos, desfiguremos los rostros con la sangre que
manemos.Pongámonos horrorosas y así no querrán llevarnos, no querrán tomar favor si el cuerpo desfiguramos”.De tales palabras, la
leyenda dice que las otras seis doncellas con sendos cuchillos que sacaron se cortaron los cabellos y el rostro desfiguraron, más la
mayor que había hablado, con un golpe firme y certero se cortó una de sus manos.Viendo aquello las otras seis, tampoco vacilaron.
Una a una fueron imitando a la mayor cortándose, todas, una de sus manos. Y cuentan que en la celda de aquella torre, siete gritos de
dolor se escucharon; el de siete doncellas que, con honra y por su honor, mancas se quedaron.Más la cosa no quedó en esta
determinación. El pueblo enseguida supo lo ocurrido con sus jóvenes mujeres y decidió tomar partido al tiempo que, a los moros, de
Bureva les llegaba la noticia que siete doncellas agonizaban mancas por negarse a ser entregadas.El pueblo exaltado estaba decidido
a defender a sus siete doncellas que en el castillo, y con tanta determinación, sus manos habían cortado.A las puertas del castillo,
llegaron los moros dispuestos a llevárselas por la fuerza, más lo que vieron, no les gustó.En la celda encontraron los moros a las siete
doncellas, en estado de agonía, desfiguradas y mancas.Viéndolas así el rey moro dice:“ Si mancas me las dais, mancas no las
quiero”.Y enseguida ordenó a los que gobernaban la elección de otras siete doncellas que sustituyeran a las que se habían quedado
desfiguradas, desgreñadas y mancas.Pero a los que allí gobernaban, este segundo requerimiento les pareció del todo desmesurado y
acordaron dar cuentas al Rey Ramiro no sólo de la nueva exigencia de Abderraman II, sino de lo acontecido en el pueblo con las
doncellas que habían sido requeridas y que, con arrojo habían decido quedarse mancas antes que ser entregadas al rey moro.A tal
cuestión, el rey cristiano en silencio escucha las malas noticias que de Bureva llegan. También lo escucha la corte.Los rostros se
crispan. Se piensa en la venganza. Una voz alta y firme se alza a los presentes:“ Qué hacemos los hombres quietos, cuándo las
tiernas doncellas solas defienden su honra. Solas con gran entereza.Ejemplo nos dan a todos aguerridos caballeros (....), y nos dicen
que por su honra volvamos.”A esto, los caballeros en la corte responden y deciden que han de luchar como nobles por la honra de sus
pueblos y sus mujeres, declarando la guerra a los moros pues por honor mil veces prefieren morir como nobles caballeros que vivir
como cobardes.El rey moro intenta negociar pidiendo los quinientos sueldos que el rey Ramiro II había ofrecido por cada una de las
cien doncellas si no cumplía el acuerdo. Pero el pueblo había hablado por boca y determinación de sus mujeres y al moro negó uno y
otro tributo retándole a que viniera a tomarlo de las puntas de sus lanzas pues no iban a permitir más ni tributos ni amenazas.Se
levantan pues en armas todos los caballeros de pueblos y ciudades y hacía Bureva parten de todos los lugares para defender a sus
doncellas, a las cien de todos los pueblos, a las siete que quedaron mancas por gallardas.
Posteriormente, ya en el 939, 6 de agosto para más reseña en el acontecer de la historia, se libraría la famosa batalla "Del barranco".
Nada obtuvieron los reyes y caudillos moros a partir de aquello, ni doncellas ni tributo. De Simancas salieron huyendo con sus tropas,
dicen que hacía Zamora, más nunca olvidaron los moros que, en Bureva, tanto les humillarán.Cuenta la tradición que, las doncellas
cristianas, a sus casas no regresaron. En un convento de monjas, mancas y vírgenes quedaron.De esta historia curiosa y ejemplar,
Bureva, el pueblo de las Siete Mancas, su nombre por el de Simancas cambió y esta coplilla salió:
“Por librarse de paganoslas siete doncellas mancasse cortaron sendas manosy las tienen los cristianospor sus armas en
Simancas”.
Y así ha sido y así se cuenta. En el escudo de Simancas, siete manos de siete doncellas gallardas, que por honor prefirieron quedarse
mancas que ser, para un rey moro, vulgares esclavas...
Texto libre recreado y entresacado de la “leyenda de las Siete Doncellas de Simancas” de Francisco Javier Alonso Del Pino, del cuál se
incluyen algunos pequeños fragmentos y que se puede leer íntegramente tal y como magistralmente la ha escrito su autor después de
una exhaustiva labor documental”.
.
(10): EL ORIGEN CÉLTICO DEL TOPÓNIMO VALLADOLID. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID 1946-47 (pags 36 a 46) Angel
Montenegro Duque, pag 12. Cita nombres prerromanos, como Septimanca, Helmántica.
.
(11): LA ANTERIOR LEYENDA ES:
Del modo en que Nuestra Señora de Castellanos inspiró uno de los palacios más bellos del islam.
PARA LLEGAR A ELLA PULSAR EL ENLACE:
http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com.es/2015/07/musica-para-celebrar-los-18000-lectores.html
.
(12): Sobre la batalla de Simancas, además de la obra citada de Lévi Provençal, vid. R. P. Dozy, Recherches 1 (3.a cd.), págs. 156-
170; y Manuel Gómez-Moreno, Anales Castellanos, Discurso de recepción en la Real Academia de 1a historia (Madrid, 1917), Págs. 15
y Ss.; el mismo, La batalla de Simancas, boletín (le la Sociedad Castellana de Excursiones”, núm. 182 (Valladolid, 1918), 1iits 25-30 //
Histoire de L´ Espagne Musulmane: 2.a ed., tomo 1 (París-Leiden, 1950), págs. 57 y ss., Lévi-Provençal
CITAS TOMADAS DE FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL (idem citas anteriores)
.
(13): Recogemos al lado de cada población el nombre que le da el cronicón que resumimos. Siendo estos los de:
Septimancas; Torre de Sila; Gotoro e Chindasvinto; Gotoro; Amallóbriga ; Campo de Wamba e Recesvinto y Santibañez de Mota
.
(14): Hace varios años comuniqué por carta a Joaquín Díaz mi teoría sobre el nombre de Valladolid, considerándolo como un topónimo
nacido del bajo latín VALLIS TOLETUM y cuyo significado sería “Valle de la Meseta”. En su contestación, Joaquín Díaz reconocía esta
hipótesis etimológica, como una posibilidad plausible. Por su parte, Angel Montenegro Duque en su separata EL ORIGEN CÉLTICO
DEL TOPÓNIMO VALLADOLID. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID 1946-47 (pags 36 a 46) ; menciona que comúnmente esta palabra
se considera nacida desde diversos radicales, entre los que se destacan los árabes. Creyendo que pudo significar “Valle del Olivo” (Vall
de Olid; ó Vallis Oivetum) o “Valle del califa Olid”. La teoría de Montenegro Duque es que el sufijo “Tolitum” no sería latino sino celta y
se ha de traducir como lugar de aguas, siendo el significado de Vallis Tolitum, “Valle de los manantiales” (Vallis- tol-itum).
.
(15): Recordemos cómo la FUNDACIÓN IGNACIO LARRAMENDI, en su página sobre la leyenda de las doncellas, recogía este
episodio de Carrión de los Condes. Citando a Ambrosio de Morales (XIII, 13), escribiendo literalmente:
“Otro hecho milagroso se cuenta en la villa de Carrión, que parece algo a éste. Iban otra vez los Moros con este malvado
tributo por aquella vega, y juntándose algunos toros, con mando de quien esto puede mandar, dieron con tanta braveza en el
esquadrón de los Moros, que los desbarataron y hicieron huir con terrible pavor. Así quedaron las doncellas desiertas y los
toros por su guarda, hasta que los christianos las llevaron. Alabando despues a Nuestro Señor por el insigne milagro y
dándole las gracias por él, edificaron por memoria una Iglesia, llamada agora Nuestra Señora de la Victoria, que es harto gran
testimonio de todo esto”.
.
(15b): Es un hecho histórico probado, que los iberos se defendían y gerreaban usando toros. Para comprobar las fuentes clásicas que
lo mencionan, ver nuestras citas siguiente: (18) y (19) -más abajo-.
Cuanto narra este párrafo del texto de Tuy, es de sumo interés; pues tal como recogemos en el comentario de las fotos que a
continuación se exponen, es totalmente cierto que los hispanos conservasen esta costumbre de luchar valiéndose de toros; un método
que debieron heredar los visigodos y que permanecería en el saber popular durante la Reconquista. Cuanto aquí se explica acerca de
esos verracos y bueyes en granito que las gentes de la Edad Media recogían en el campo (de los poblados celtibéricos); para ponerlos
en sus ciudades. Enseña que el carácter mágico de aquellas esculturas nunca debió variar. Siendo consideradas desde tiempos de los
íberos un totem protector del grupo. Ello, porque como exponemos, se usarían para delimitar campos y para avisar a extraños de que
esas tierras tenían dueño. Unos amos del territorio que podían arrojar contra el extranjero reses bravas; o que ya los habían soltado
por las inmediaciones. Pues como es sabido, el toro bravo no ataca al mayoral que conoce; siempre que este sepa manejarlo y
conozca sus querencias. Siendo así, se comprende el carácter protector de aquellas esculturas de piedra con toritos, avisando del
dominio de un territorio y de la posibilidad de que el dueño tuviera por allí vacadas silvestres. Algo que haría huir a todo enemigo de la
zona.
.
(15c): LA «PIEDRA ESCRITA» DE DIANA, EN CENICIENTOS (MADRID), Y LA FRONTERA
ORIENTAL DE LUSITANIA ALICIA M. CANTO Universidad Autónoma de Madrid// CuPAUAM21,
1994. pp. 271-296 ///
.
(16): Gonzalo Santoja en su libro, POR LOS ALBORES DEL TOREO A PIÉ (Ed. Everst Madrid 2012) nos dice literalmente (pag 76):
En la segunda mitad del XII, Rodrigo Pelayo deja en testamento a la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera
parte de mis vacas bravas». Es el primer ganadero de reses bravas que conocemos.
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(17): Es un hecho histórico conocido, que los reyes visigodos tuvieron sus fincas de recreo en estas zonas que marcamos.
Especialmente Recesvinto y Wamba, que murieron y fueron enterrados en el pueblo homónimo del último; donde acudían a pasar los
dos largas temporadas. Se ha de suponer que igualmente, Chindasvinto (padre de Recesvinto), tuvo sus fincas y pasó sus días más
felices en el lugar que definitivamente eligió para enterrase: El pueblo llamado hoy San Román de Hornija -en las cercanías de Toro-.
Donde con más de ochenta años contrajo matrimonio con una joven y terminó sus días como monarca. La ciudad capital de aquella
zona de San Román era la actual Toro, que por entonces se llamaba “Gotoro”, en memoria de los reyes godos que allí pasaban largas
temporadas. Por su parte el cazadero de la Santa Espina parece ser también un “parque real” de tiempos visigodos. De todo ello son
muestra y testimonio los numerosos hallazgos aparecidos en Tiedra, Villalonso o San Cebrián de Mazote.
.
(18): Para todos aquellos interesados en el significado del toro entre los iberos y en el uso de estos en la guerra, recomendamos leer
algunos de nuestros artículos dedicados al tema. PARA LLEGAR HASTA ELLOS, PULSAR EL ENLACE QUE LES ACOMPAÑA (en
letra azul):
-EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte cuarta: Sentido del encaste y significado del toro bravo en el Mundo
Antiguo (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXXIII). REFLEXIONA SOBRE
EL SIGNIFICADO DEL TORO EN LA CULTURA IBÉRICA. http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post_20.html
-EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte quinta: El toro bravo en la Antigüedad; guardián y arma de guerra (De "Lo
invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXXIV). NARRA COMO LOS IBEROS USABAN
LOS TOROS PARA DEFENDERSE Y EN LA GUERRA, MENCIONANDO TEXTOS HISTÓRICOS QUE RECOGEN ESTE
HECHO. http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post.html
-EL GUARDIÁN SAGRADO DEL GANADO Y SU TOTEM SALVAJE -capítulo sexto de "EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA
IBÉRICA" (Parte LXXV de "Lo invisible en la mitología": "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. Sobre la permanencia
del toro bravo al haberse usado pare la guerra y para evitar los asaltos o robos en el campo y ciudades. EXPONIENDO LA IDEA DE
QUE ESTE ES EL ORIGEN DE LAS CORRIDAS, ENCIERROS Y FIESTAS
POPULARES http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/blog-post.html
-EL HOMBRE-TORO, BOYERO O MAYORAL, GUARDIÁN DEL REBAÑO -de "EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA",
capítulo 7º (Parte LXXVI de "Lo invisible en la mitología": "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. CONTINÚA CON LA
IDEA ANTERIOR, EXPLICANDO EL ORIGEN DE LA VENERACIÓN DEL MAYORAL Y LA FUNCIÓN DE AQUELLOS PARA
DEFENDER REBAÑOS, CIUDADES Y CAMPOS EN LA ANTIGÜEDAD. http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/04/blog-
post.html
.
(19): Recogeremos algunos textos clásicos mencionados en artículos escritos por mí, que demuestran cómo los iberos luchaban
valiéndose de reses a las que normalmente ataban fuego:“Describe Apiano (Guerras Ibéricas; 5) del siguiente modo la muerte de
Amilkar:El general cartaginés..."después de atravesar el Estrecho hasta Iberia iba devastando las tierras de los iberos; aunque no le
habían infligido ningún daño, haciendo de ello una ocasión popicia para él estar ausente de su patria, de emprender nuevas acciones
de guerra y de buscarse el favor popular mediante sobornos (pues todo lo que capturaba lo repartía y una parte lo invertía en sus
propias tropas, para que fueran cómplices mejor dispuestos en la comisión de sus desmanes, otra la enviaba hacia la misma Cartago y
otra más la distribuía entre quienes hacían política en su favor); hasta que los reyezuelos y otros tantos caudillos que se habían alzado
contra él acabaron con su vida de esta forma: Hicieron avanzar carros con maderas, a los que uncieron bueyes y siguieron a los carros
provistos de armas. Cuando los libios les vieron les entró de inmediato la risa, pues no comprendían la estratagema. Pero cuando
estuvieron al alcance, los iberos prendieron fuego a los carros con bueyes y todo, y los lanzaron contra los enemigos y el fuego
-trasladado de un lado a otro- al dispersarse los bueyes, sembró la confusión entre los libios. Y una vez que se hubo roto la formación
de combate, los iberos, cargando a la carrera sobre ellos, acabaron con la vida del propio Barcay de un buen número de los que le
protegían".
“Diodoro Sículo también su Biblioteca de la Historia (XXV, 10, 3 y 4) nos narra la muerte del mencionado general cartaginés cuando el
rey de los orisos llega a una alianza con el resto de jefes iberos para atacar unidos al de Cartago. Escribiendo que ello se sucede en
Hélike, ciudad que se supone en las estribaciones del Júcar y donde acaban con el general Barca aquellos ´monarcas` ibéricos, bajo el
mando de un jefe comunmente denominado Orissón y al que se considera un gobernante de Oretania -tierra turdetana con capital en
Cástulo (actualmente Cazlona, junto a Linares)- . Expresando Diodoro que "cuando Amilcar acampó frente a Helike, envió gran parte
de su ejército y de sus elefantes hacia la urbe de Akra Leuke (una plaza fundada por él mismo), quedándose con el resto frente a
aquella ciudad que sitiaba. El rey de los Orissos pese al peligro, fue a a ayudar a la ciudad cercada para lo que encontró varias
alianzas y amistades entre otros que deseaban ir contra Amilcar; aprovechando para atacarle en su camino. En el transcurso de esta
batalla, el general cartaginés intentó salvar la vida y la de sus amigos, huyendo por una ruta diferente, pero dándole alcance el rey
ibero, se sumergió su su caballo en un gran rio, donde pereció por causa de la corriente. Aunque su hijo y su yerno (Anibal y Asdrúbal
"el bello") lograron salvarse, huyendo hasta Akra Leuke".
“Por último es muy interesante el hecho de que el mismo Aníbal aprendería en Hélike a atacar con toros al enemigo. Estratagema que
como veremos también usó él mismo al verse rodeado en Italia; lo que sucede tan solo diez años después de la muerte de su padre a
manos de Orisson. Poniendo entonces un remedio conocido por haberlo "vivido" en su juventud, saliendo con ello de "apuros" Anibal
cuando se hallaba vigilado y con la retirada cortada frente al enemigo romano, que le cerraba el paso en Falerno. Gargantas en que
había quedado encerrado, de las que huyó gracias a que sus soldados (con la ayuda de mercenarios iberos), atarón más de dos mil
bueyes a carros que con teas en los cuernos, prendieron para avalanzarlos sobre los de Roma. Salvando con ello su ejército de igual
forma que lo hicieron los que mataron a su padre (Amilkar), al que hemos visto que vencieron avalanzando contra sus primeras filas
aquellas bestias cargadas de fuego (haciendo retirarse a quienes les cerraban el paso). Una proeza llevada a cabo por Aníbal que
refiere Polibio de Megalópols del siguiente modo en HISTORIA UNIVERSAL BAJO LA REPUBLICA ROMANA, (III, 26): "La Tala de la
Campania por Aníbal. Estratagema con que engaña a Fabio para salir de esta tierra":
“Aníbal, luego de haber tentado a Fabio y talar toda la Campania, teniendo un inmenso botín, se disponía a levantar el campo. (…)
Fabio descubrió la idea del cartaginés por la que se disponía a salir desde la misma parte por donde había entrado; así que
considerando que la estrechez del terreno era muy acomodada para atacarle, apostó cuatro mil hombres sobre el mismo desfiladero
(...) Él mientras, con la mayor parte del ejército, se colocó sobre una colina que dominaba aquellas gargantas. En cuanto habían
llegado los cartagineses y sentado su campo en el llano al pie de la misma montaña, se prometió el romano quitarles sin peligro el
botín, aprovechando la ventaja del sitio para poner fin a la guerra.(...) Pero Aníbal, intuyendo de las circunstancias que todas estas
medidas se dejaban para el día siguiente, no le dio tiempo ni lugar para ejecutar sus propósitos. Envió así llamar a Asdrúbal, que
mandaba a los gastadores, dándole la comisión para que con toda diligencia recogiera y atase los más haces que pueda de leña seca
y otras materias combustibles, y que entresacados de todo el botín, incluyera los dos mil bueyes más hechos al trabajo y gordos, para
que los situara al frente del campamento. (…) Les mandó que cuando se les diera la señal, hiciera subir a palos y por fuerza los
bueyes hasta llegar a la cumbre; después de lo cual dió la orden para que todos cenasen y se durmieran. Al fin de la tercera vigilia de
la noche sacó sus gastadores mandando atar a las astas de los bueyes los manojos. (…) Después da la señal de prender fuego a
todos los haces y hacer subir y conducir los bueyes a las cumbres. Detrás de éstos colocó a los lanceros, con orden de que ayudasen
hasta un cierto lugar a los que conducían los bueyes.(...) Al mismo tiempo él marchaba a las gargantas y desfiladeros, llevando a la
vanguardia los pesadamente armados; detrás de éstos a la caballería, después el botín y en la retaguardia a los hispanos y galos.
Después de que los romanos que guardaban los desfiladeros advirtieron que se acercaban a las cumbres esas antorchas, persuadidos
a que por allí hacía su marcha Aníbal, abandonaron los puestos y acudieron a las alturas. Ya (entonces) se hallaban próximos a los
bueyes y dudaban aún qué significarían estos fuegos, figurándose y esperando algún mayor infortunio. Apenas llegaron los lanceros,
se originó entre cartagineses y romanos una leve escaramuza; pero los bueyes, que arremetían en medio de unos y otros, hicieron
estar separados a ambos flancos, sobre las cumbres y permanecer quietos hasta que llegase el día; por no acabar de comprender (los
romanos) lo que pasaba. Fabio, ya dudoso con este accidente y seguro de que sería un engaño, "doloso" según la expresión del
poeta; resuelto a no arriesgar un trance ni llegar hasta una acción decisiva -según su primer propósito-, prefirió mantenerse en quietud
dentro de las trincheras, aguardando que llegara el día. Entre tanto, Aníbal, saliéndole la empresa a medida de como había pensado,
pasó sin riesgo el ejército y el botín por los desfiladeros, y siquiera apenas vio desamparados los puestos por los (lanceros) que
guardaban el mal paso. Advirtiendo después al amanecer que sus lanceros eran atacados por los que ocupaban las alturas, destacó
hacia allá un baluarte de hispanos que, viniendo cuerpo a cuerpo, dieron muerte a mil romanos y se incorporaron a poca costa con los
armados a la ligera (así descendieron todos juntos). Fuera ya del territorio de Falerno con esta estratagema y acampado en parte
segura, no pensaba ni discurría más (Anibal) que dónde y cómo estaría en el invierno. Este paso (de Falerno) aterró y consternó todas
las ciudades y pueblos de Italia"
(sic) DE MI ARTÍCULO:
EL FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA. Parte quinta:
El toro bravo en la Antigüedad; guardián y arma de guerra
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/01/blog-post.html
.
(20): A los interesados en el tema de la escultura celtibérica de verracos y toros, recomendamos leer mi artículo:
PUNTOS GEODÉSICOS Y PIEDRAS MEGALÍTICAS: OMPHALOS Y MARCAS DE ORIENTACIÓN PULSANDO:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2015/08/
.
(21): Acerca de la fecha en la que pudo producirse la Batalla de Simancas, y su identificación con otras que tan solo han quedado en el
recuerdo de la épica, sin estar probada su veracidad (como la de Hacinas o Clavijo). Recogíamos las siguientes palabras de Justo
Pérez de Urbel en nuestra anterior entrada:
“Por otra parte, la batalla de Hacinas que aquí introduce Llorente es un hecho no reconocido en la historia. De los escritores antiguos
no hay ninguno que haga memoria de semejante batalla, y de los de la edad media que la refieren, hay mucha discordancia en el
tiempo y mucha falsedad en el personaje con quien se verificó. Mariana la pone entre el año 956 y 958; Garibay y Sandoval en 931, Y
Carrillo en 930, años que ni convienen entre sí, ni con el año 938 en que se verificó la de Simancas, ni con el de 939 en que quiere
colocarla Llorente. Un monje anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza, a mediados del siglo XIII, escribió en versos
alejandrinos el Poema de Fernán González, en el que dedicaba a la Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el
Poema. Se trata de un canto épico dedicado a exaltar la figura de Fernán González y a la Batalla de Hacinas, que en las estrofas 389 y
558 figura como Fazinas. Aunque los modernos historiadores consideran este hecho como legendario, la batalla ha perdurado en la
mente de los hacinenses a través de los siglos y, en los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres evocadores:
Campo los Muertos, Acerón. En 1840, al excavar un ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común que podrían
corresponder a los muertos en la batalla”.
"El condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
.
(22): Sobre este dedo impúdico nos dice la página de internet NIHIL NOVUM SUB SOLE // ANTIQUIETATEM
Digitus impudicus (el dedo impúdico, el dedo obsceno)
http://es.antiquitatem.com/digitus-impudicus-dedo-obsceno-peineta
NIHIL NOVUM SUB SOLE // ANTIQUIETATEM
SIC:
La enciclopedia bizantina del siglo X la Suda explica el término Ἐσκιμάλισεν,eskimalisen, como:
[Significa que él / ella / algo] insulta a otro uniendo el pulgar y el dedo medio y golpeándolo. O significa que le saca el dedo (le hace la
peineta); en sentido estricto se refiere a introducir o insertar el dedo corazón en el culo de un ave . Pero no sólo esto, sino que también
cuando alguien quiere humillar a otro, extiende su dedo medio, dejando el resto juntos, y se lo muestra. Aristófanes en “La Paz, 549”
[escribe]: "[...] y cómo se apagó el que hacía la lanza…”
Luego Erasmo, muchos años después, recogió en sus Adagia el término y nos dice en III,iii 87 (2287):
ΕΣΚΙΜΑΛΙΧΘΑΙ (eskimalichthai se chre) 2287
Ἐσκιμαλίχθαι σε χρή. Con este gesto se expresa un insulto y el mayor desprecio. Para los griegos ἐσκιμαλίσαι (eskimalisai) consiste en
exponer el dedo medio cerrando los otros, para insultar , o en expresar desprecio con el chasquido de los dedos. De donde (leemos)
en Juvenal, a lo que ya nos referimos en otra ocasión,:
le mandaba a la horca y le mostraba el dedo (la uña) medio.
La Suda cita este senario de Aristófanes, que se encuentra en La Paz (ἐν Εἰρήνῃ)
Ὁ δὲ δρεπανουργὸς οὐχ ὁρᾷς ὡς ἤδεται,
Καὶ τὸν δορυξόον οἷον ἐσκιμάλισεν;
Esto es: ¿Acaso no ves cómo gesticula el fabricante de hoces y hace el lancero con el dedo (uña) medio? Pero el que quiera saber qué
significa propiamente ἐσκιμαλίζειν (eskimalisein), prefiero que lo aprenda en la Suda que de mí. Se ha desviado como elegancia y con
sentido proverbial hacia la suerte o laerudición o alguna otra cosa, para expresar rechazo absoluto.
Ἐσκιμαλίχθαι σε χρή. Hoc gestu contumeliam despectumque supremum
significabant. Est enim Graecis ἐσκιμαλίσαι medium digitum ostendere con-
tractis caeteris, ignominiae causa, aut strepitu digitorum significare contemp-
tum. Vnde et apud Iuuenalem, quod alibi retulimus:
Mandaret laqueum mediumque ostenderet vnguem.
Suidas citat ex Aristophane senarium hunc•, extat autem ἐν Εἰρήνῃ:
Ὁ δὲ δρεπανουργὸς οὐχ ὁρᾷς ὡς ἤδεται,
Καὶ τὸν δορυξόον• οἷον ἐσκιμάλισεν; id est
An non vides, vt gestiat falcis faber
Medioque monstret vngue lancearium?
Quid autem proprie significet ἐσκιμαλίζειν, qui scire cupiet, malo e Suida•
discat quam ex me. Elegantius magisque prouerbialiter ad fortunam, ad
eruditionem aut aliud quippiam, quod plane contemnitur, detorquebitur.
La ocasión anterior a la que se refiere Erasmo es el adagio 1367, que es en el que cita el verso que Juvenal tiene en Satira 10, 53;
Juvenal dice que Democrito mandaba a la horca a la fortuna amenazadora y a “tomar por culo” en lenguaje actual.
Le mandaba a la horca y le mostraba el dedo (la uña) medio.
Mandaret laqueum mediumque ostenderet vnguem
Mandare laqueum viene a significar “¡que te ahorquen!
Erasmo también en el adagio siguiente, 1368, nos explica extensamente qué significa “médium ostendere digitum: Asimismo
expresaban el mayor desprecio con el dedo medio levantado.
Medio item digito porrecto supremum contemptum significabant
.
Acerca de estos gestos “esquimalizantes” y su significado, se puede leer mi estudio sobre “La higa” y mis siguientes artículos:
VER MI LIBRO "HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (magia, religión y medicina) "El cuerpo en la tradición", Valladolid 2007 (ed.
fundación Joaquín Díaz).SOBRE EL TEMA SE PUEDE CONSULTAR EN LA RED ALGUNOS ARTÍCULOS MÍOS COMO LOS QUE A
CONTINUACIÓN RELACIONO:
53ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXIV). COMIENZA AQUÍ UN ANÁLISIS SIMBÓLICO DE LAS JOYAS; con sentido mágico hasta nuestros días.
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-8-9.html
54ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS": CONTINUACIÓN. (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de
El Carambolo. Parte XXV). -SIGNIFICADO APOTROPAICO DE LOS ABALORIOS Y COLGANTES QUE SE USABAN Y AÚN
UTILIZAMOS PARA COMBATIR EL MAL FARIO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-7.html
55ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN: Pater Libero (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en
el tesoro de El Carambolo. Parte XXVI). -SENTIDO SEXUAL DE LAS JOYAS QUE PROTEGEN, SU RELACIÓN CON EL MAL DE
OJO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-8.html
56ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". CONTINUACIÓN: Fascinus (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XXVII). -PROTEGERSE DE LA MIRADA Y DE LOS MALES SOCIALES A TRAVÉS DE LAS JOYAS
CON FORMAS OBSCENAS; LA SUERTE UNIDA A UN COLGANTE QUE EVITABA LAS MALAS MIRADAS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-7-8.html
57ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: El Ojo "cónico o en bola" -"alcorciles y bollas"-. (Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXVIII).-VAMOS DESCUBRIENDO EL MUNDO DE LAS JOYAS
EN FORMA DE BULLA O ESFERAS, RELACIONADAS CON EL OJO Y SUS MALES-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/10/1.html
58ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Permanencia del arte egipcio en el mundo ibérico. (Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXIX). -DEMOSTRACIÓN DE LA PERVIVENCIA DE MODELOS
Y SIGNIFICADOS DE TALISMANES Y COLGANTES DURANTE CINCO MIL AÑOS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/10/1-8-9.html
59ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fertilidad; Min o Minu egipcio. -RELACIÓN DEL SEXO Y
LAS ENFERMEDADES VENÉREAS CON EL MAL DE OJO, SU PLASMACIÓN EN LAS JOYAS QUE LO EVITAN- (de Lo invisible en la
mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXX). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-
8.html
60ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto
a Japón-. -VEMOS LA RELACIÓN PLANETARIA DE LA SEXUALIDAD Y SU CONEXIÓN DIRECTA SOBRE EL OJO Y SUS MALES,
PLASMADO EN LOS DIOSES DE LA LUZ-(de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXI). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-9.html
61ª- Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII). -MÁS SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y LA LUZ, TODO
ELLO UNIDO A LOS TALISMANES Y JOYAS QUE ALEJABAN EL MAL DE LAS TINIEBLAS; EL AOJO-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/12/1-6.html
62ª- Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXIII). -PROCEDENCIA DIVINA DE LOS METALES Y SENTIDO SAGRADO DE LAS JOYAS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-6.html
63ª- Mercurio dios del comercio y la prosperidad. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XXXIV). -LOS DIOSES QUE ENVÍAN EL ORO Y LA PROSPERIDAD, RELACIÓN DE LA JOYERÍA CON LOS ASTROS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-9.html
64ª- DE MELKARTE A MERCURIO Y DEL CADUCEO A LA VARA DE OLIVO. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión
en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXV). -EL DIOS DEL COMERCIO DEIDAD DEL ACEITE Y DE LA SIERPE QUE CURA; LA
MEDICINA RELACIONADA CON LOS METALES- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8.html
65ª- FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XXXVI). -DEIDADES DE LA FECUNDIDAD RELACIONADAS CON EL BIEN Y LA PROSPERIDAD; SU
REPRESENTACIÓN A TRAVÉS DE LOS METALES PRECIOSOS; LA CELEBRACIÓN DE SUS FIETAS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8_30.html
66ª- EL DIÓS OJO, QUE TODO LO CURA (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXVII).-SENTIDO CURATIVO VENÉREO DE LA JOYERÍA; TALISMANES QUE PROTEGEN CONTRA EL MAL DE OJO Y LAS
ENFERMEDADES- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-8.html
67ª- EL DIÓS DEL OJO DE LA TIERRA (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte
XXXVIII). -ORIGEN DE LAS RIQUEZAS NACIDAS DEL HADES; EL INTERIOR DE LA TIERRA DADOR DE LA SEMILLA QUE NACE Y
LOS METALES QUE RIGEN EL COMERCIO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9.html
68ª- EL DIOS OJO, ORIGEN DE LUZ Y DE VIDA (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XIL). -LA LUZ RELACIONADA CON LOS PLANETAS Y CON EL BIEN; CONTRAPOSICIÓN CON EL MAL. RITOS DE
FECUNDIDAD DEL DIOS QUE VE, Y DE MUERTE EN LAS TINIEBLAS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-
8_13.html
69ª- ORÍGENES Y SIGNIFICADO DEL CORAZÓN AHIGADO: SU RELACIÓN CON EL AOJO (De: Lo invisible en la mitología, Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XL). -SIGNIFICADO DEL CORAZÓN DEL AMOR. FIGURA ANTIQUÍSIMA
RELACIONADA CON LA JOYERÍA APOTROPAICA POCEDENTE DE LOS TALISMANES EGIPCIOS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_13.html
70ª- EL OJO QUE ES DIOS PORQUÉ TE VE, Y NO PORQUE TÚ LO "BES".-EL DIOS BES Y LOS ABALORIOS FENICIOS; JOYERÍA
CONTEMPORÁNEA AL TESORO DE EL CARAMBOLO- (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XLII). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_22.html
71ª- DE LA FIGA A LA HIGA Y DEL HIGO AL HÍGADO (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XLIII). -SIGNIFICADO APOTROPAICO DE LAS JOYAS EN FORMA REDONDA O DE HIGO, SU RELACIÓN CON
EL MAL DE OJO-. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_25.html
72ª- LA MANO QUE PORTA LA SUERTE CON GESTOS OBSCENOS (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el
tesoro de El Carambolo. Parte XLIV).-FORMAS DE COMBATIR EL AOJO QUE HAN PERVIVIDO HASTA NOSOTROS; UNA
DEMOSTRACIÓN MÁS DE QUE EL DISEÑO DEL TESORO DE EL CARAMBOLO PUEDE SER ANTECEDENTE DIRECTO DE LA
ORFEBRERÍA CHARRA- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/03/1-o-9.html
73ª- HATHOR: LA MANO BELLA QUE PROTEGE (De: Lo invisible en la mitología; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo.
Parte XLV).-ORÍGENES DE LOS TALISMANES Y COLGANTES QUE USAMOS EN NUESTROS DÍAS Y QUE NACIERON CON UN
IGUAL SENTIDO HACE CINCO MIL AÑOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/03/1-9.html
74ª- HATHOR: EL SONIDO DE LA MANO QUE PROTEGE (De "Lo invisible en la mitología"; Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XLVI). -COSTUMBRES DE HOY Y DE ANTAÑO, QUE DEMUESTRAN CÓMO DURENTE MILENIOS SE
CONSERVAN LOS RITUALES DE MAGIA Y EL SIGNIFICADO DE LOS AMULETOS-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/04/1-8.html
75ª- LA PROTECCIÓN CON SONIDO: IDIÓFONOS Y COLLARES COMO SUS INSTRUMENTOS (De "Lo invisible en la mitología":
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLVII). -MÁS SOBRE LA PERMANENCIA DE RITOS Y MODELOS
NACIDOS EN EGIPTO, FENICIA, GRECIA Y ROMA (O TARTESSOS); FORMAS Y COSTUMBRES QUE ESTÁN AÚN EN PLENO
USO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/04/1-1.html
76ª LA BULLA Y LA JOYA GLOBULAR APOTROPÁICA (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo. Parte XLVIII). -SIGNIFICADO DE LAS JOYAS EN FORMA DE BULLA O CÁPSULA; SU RELACIÓN SAGRADA CON EL
OJO Y CON LOS PLANETAS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/04/1-8-8-9.html
77ª EL ESPEJO Y EL HAZ, PROTECTORES DEL ALMA -joyas y objetos que los simbolizaron- (De "Lo invisible en la mitología": Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte IL). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-9-1-9-9-9-9-9-9-9-
9-9-9.html
78ª MADRE LUNA Y PADRE SOL -algunas joyas y objetos suntuarios que los simbolizaron; sus efectos apotropaicos- (De "Lo invisible
en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte L). AMULETOS BULIFORMES Y A MODO DE LÚNULA,
SU PODER Y SIGINIFICADO (comentario a un trabajo de la Prof. Martín Anson).
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-7-0-0-8-9-0-9-9- 9-0-9-8.html
79ª EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON EL ARMAMENTO EN LA ANTIGÜEDAD -colgantes y abalorios que evitaban los
venablos- (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LI). ORÍGENES DE LOS
ESTUDIOS SOBRE EL MAL DE OJO MODERNOS: RICHARD PAYNE KNIGHT Y EL MUSEO BRITÁNICO -CATHERINE JOHNS Y
ETC-. LA PROTECCIÓN BÉLICA CON AMULETOS EN LA ANTIGÜEDAD. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-8-
8-8-8-9-8-9-9-6-0-0-9-9-9.html
80ª EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON LAS ARMAS EN LA ANTIGÜEDAD: Medusa y Perseo, introducción al estudio
de sus virtudes "apotropaicas" (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LII).
COMENTARIO SOBRE ALGUNOS AUTORES QUE TRATARON EL TEMA, TEORÍA PROPIA ACERCA DEL SIGNIFICADO DEL MITO
DE PERSEO. VER http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/05/1-0-l-8-9-9-9-8-9-0-8.html
82ª EL PODER DE LA MIRADA Y SU RELACIÓN CON LAS ARMAS EN LA ANTIGÜEDAD: Medusa y Las Gorgonas, estudio sobre su
simbolismo (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LIII). ANÁLISIS DEL MITO DE
LA GORGONA; SU RELACIÓN CON LOS CLÍPEOS. EL TESORO DE EL CARAMBOLO COMO LOS BUEYES DE GERIÓN Y COMO
CABEZA DE MEDUSA (pectorales protectores y apotropaicos). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-9-8-9-8-0-0-o-
0-0-9-0-9.html
83ª LA MIRADA Y EL PECTORAL EN LA ANTIGÜEDAD: Petos y objetos apotropaicos que pudieron originar los diferentes mitos
"occidentales". (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LIV). RELACIÓN ENTRE
EL MITO DE MEDUSA Y LOS PECTORALES DE EL CARAMBOLO http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-0-0-o-9-0-0-0-
0-0-0-0-0-0-0.html
84ª LA MIRADA EN LA ANTIGÜEDAD: Medusa y Las Gorgonas, autores españoles que últimamente trataron sobre sus poderes
apotropaicos. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LV). ANÁLISIS DE LAS
OBRAS DE OTROS AUTORES QUE HAN TRATADO EL MITO EN REFERENCIA AL MAL DE
OJO. http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/06/1-
.
(23): Sobre estos gestos, como los que hoy llamamos “corte de manga”, “peineta”, “los cuernos” o “la higa”, cuyo valor apotropaico se
documenta en gran parte en estos actos de guerra. Se dice que muchos consideran que origen de ese “corte de mangas” estaría en la
batalla de Agincourt; pueblo del Norte Francia, que luchó contra los ingleses en 1415; en la llamada la Guerra de los Cien Años.
Pese a ello, podemos documentar ya su existencia en tiempor grecorromanos, donde se usaban para insultar al enemigo y para
provocar al indeseado. Probablemente de allí su carácter apotropáico.
VER CITA ANTERIOR.
.
(24): A continuación recogemos y resumimos el texto épico recogiendo los versos que mencionan las batallas de Osma y de
Simancas sucedidas entre el 933 y 39 en tiempos de Ramiro II y Abderramán (que el poeta sitúa en Hacinas y en época de
Fernando y Almanzor). Este texto ya lo habíamos publicado en nuestra anterior leyenda, pero por su importancia lo volvemos
a incluir en esta. Ya que muestra los hechos que vamos relatando.
.
1-. Sobre la pobreza de Castilla y de cómo los condes hicieron de ella el principal baularte:
Estonçe era Castiella // un pequeño rincon, 171
era de castellanos // Montes d'Oca mojon,
e de la otra parte // Fitero el fondon,
moros tenien Caraço // en aquesta sazon.
Era toda Castiella // solo una alcaldia; 172
maguer que era pobre // e de poca valia,
(...)
d'un alcaldia pobre // fizieron la condado,
tornaron la despues // cabeça de reinado.
2-. Fernán González a sus gentes sobre los castellanos y su Señora María:
Esforçad, castellanos, // non ayades pavor, 222
vençremos los poderes // d'esse rey Almançor,
sacaremos Castiella // de premia e d'error,
el sera el vençido // yo sere el vençedor.
(...)
Amigos, d'una cosa // so yo bien sabidor: 260
ellos seran vençidos, // yo sere vençedor;
en gran afruenta en canpo // sere con Almançor:
vere de castellanos // com' guardan su señor.»
(...)
Quando fueron vençidos // essos pueblos paganos, 273
fueron los vençedores // los pueblos castellanos;
el conde don Fernando // con todos los cristianos
fueron en su alcançe // por cuestas e por llanos.
Rendieron a Dios graçias // e a Santa Maria
VEMOS EN ESTE ÚLTIMO VERSO LA MENCIÓN A LA VIRGEN DE CASTELLANOS
3-. Aparece San Millán para ayudar en la batalla:
Quando ovo don Fernando // todo esto oido, 419
el varon don Millan // a los çielos fue ido:
fue luego de la ermita // el conde espedido,
torno se a Piedrafita // d'onde fuera salido.
4-. VICTORIAS DE HACINAS
SITÚA LA BATALLA EN CARAZO y llama Almanzor a Abderramán III:
Llego a Almançor // luego el apellido, 195
sopo commo avia // a Caraço perdido.
(...)
LLEGADA DE ALMANZOR CON 130.000 hombres
Que venie Almançor con muy fuertes fonsados, 384
con çiento e treinta mill caveros lorigados,
(...)
PRIMERA DERROTA (en Osma)
Quando fue Almançor // la otra vez vençido, 385
con grand pesar que ovo // a Marruecos fue ido
(...)
5-. RECLUTAMIENTO DE UN GRAN EJÉRCITO PARA VENGAR LAS DERROTAS DE ABDERRAMÁN
coido se Almançor // del buen conde vengar,
por amor d'acabar lo // no s' podie dar vagar.
Cordova e Jaen // con toda Andaluzia, 390
Lorca e Cartajena // con toda Almaria,
de muchas otras tierras // que nonbrar non sabria,
ayunto Almançor // muy grand cavalleria.
Quando fueron juntados // començo a venir, 391
bien coido a España // sin falla conquerir,
que el conde castellano // no s' le podrie foir,
(…)
6-. A MI JUICIO EN SIMANCAS, JULIO AGOSTO DE 939:
EL CONDE REZA EN LAS CERCANÍAS DE HACINAS (lugar que debemos identificar junto a Simancas, quizás en las
inmediaciones de Mota o en la propia ermita de Castellanos)
Eran ya en Fazinas // essa gente maldita, 392
todos los castellanos // eran en Piedrafita;
el conde -la su alma // de pena sea quita-
fue se pora San Pedro // a essa su ermita.
Quando fue a la ermita // el conde allegado, 393
demando por su monje, // don Pelayo llamado;
dixeron le por nuevas // que era ya finado,
ocho dias avia // que era soterrado.
Entro en la ermita // con muy grand devoçion, 394
LA MENCIÓN A PIEDRAFITA VEMOS QUE ES UNA LICENCIA POÉTICA, para rimar con "maldita". ESTA LOCALIDAD
AVULENSE ESTABA POR ENTONCES EN TIERRAS MUSULMANAS; SE ENCUENTRA MUY LEJOS DE SIMANCAS Y MÁS AÚN
DE HACINAS. El lugar de rezo de Fernán Gónzález podemos identificarlo con la ermita de Castellanos en Mota.
(...)
Aparición en sueños de San Pelayo y San Millán
Teniendo su vegilia, // con Dios se razonando, 405
un sueño muy sabroso // al conde fue tomando:
con sus armas guarnido // assi se fue acostando,
la carne adormida, // assi yaze soñando.
Non podria el conde // aun ser adormido, 406
el monje San Pelayo // de suso l' fue venido,
(...)
Millan so yo por nonbre, // Jesucristo me enbia,
durara la batalla // fasta terçero dia.»
(...)
Esta es la razon // que la voz me dezia: 429
"Conde Fernan Gonzalez, // lieva dend', ve tu via,
todo el poder de Africa // e del Andaluzia
vençer lo has en el canpo // d'este terçero dia."
(...)
En aquella ermita // fui yo bien consejado 432
del monje San Pelayo, // siervo de Dios amado,
que por el su consejo // Almançor fue arrancado;
SE OBSERVAN PRODIGIOS EN EL CIELO (que yo identifico con el eclipse del 19 de julio de 939)
Vieron aquella noche // una muy fiera cosa: 468
venia por el aire // una sierpe rabiosa,
dando muy fuertes gritos // la fantasma astrosa,
toda venie sangrienta, // bermeja commo rosa.
Fazia ella senblante // que ferida venia, 469
semejava en los gritos // que el çielo partia,
alunbrava las uestes // el fuego que vertia,
todos ovieron miedo // que quemar los queria.
QUIZÁS ABERRAMÁN PRETENDÍA LLEGAR AL DUERO CON EL ECLIPSE Y ATEMORIZAR A LOS CRISTIANOS, PARA QUE NO
PRESENTASEN BATALLA (a mi juicio les intentaba engañar con esa argucia):
A los moros tenian // que los venie ayudar 474
ca coidavan sin duda // cristianos espantar;
por tal que los cristianos // se ovieran a tornar,
quisieran en la ueste // algun fuego echar.
(...)
«Los moros, bien sabedes, // se guian por estrellas, 476
non se guian por Dios, // que se guian por ellas;
otro Criador nuevo // han fecho ellos d'ellas,
diz que por ellas veen // muchas de maravellas.
Ha y otros que saben // muchos encantamientos, 477
(...)
Algun moro astroso // que sabe encantar 479
fizo aquel diablo // en sierpe figurar
por amor que podiesse // a vos mal espantar,
con este tal engaño // cuidaron nos torvar.
DURANTE LA TERRIBLE BATALLA QUEDAN MALHERIDOS EL CONDE Y EL REY:
El conde don Fernando, // maguer que mal ferido, 494
antes que el rey entrasse // en todo su sentido,
del conde fue otra vez // el rey muy mal ferido,
fue luego del cavallo // a tierra abatido
LOS DE ABDERRAMÁN HACÍAN GRANDES ESTRAGOS:
Los moros, en todo esto, // en valde non yazian, 504
en los omnes de pie // grand mortandat fazian,
sabed, d'amas las partes // muchos omnes caian,
a los golpes que davan, // las sierras reteñian.
SEGUNDO DÍA DE COMBATE:
tro dia mañana, // los pueblos descreidos 512
estavan en el canpo // con sus armas guarnidos,
dando muy grandes vozes // e grandes alaridos,
los montes e los valles // semejavan movidos.
TERCER DÍA (descripción de la Batalla de Simancas)
Otro dia mañana, // fueron se levantar, 527
vestieron se las armas // por al canpo tornar,
començaron a Dios // de coraçon rogar
FINALMENTE, CUANDO YA ESTABAN LOS CRISTIANOS VENCIDOS APARECE UN EJÉRCITO DE ÁNIMAS LLEGADAS DEL
CIELO QUE LES RESCATA; ATACANDO Y HACIENDO HUIR A ABDERRAMÁN.
EL REY MUSULMAN EN SU ESCAPADA PERDIÓ HASTA EL AZOR, QUE EL MONARCA CASTELLANO LUCÍA ORGULLOSO TAL
COMO VEMOS EN ESTOS VERSOS QUE NARRAN LA VICTORIA DE LOS CRISTANOS:
Llevara don Fernando // un mudado açor, 575
non avia en Castiella // otro tal nin mejor,
otrossi un cavallo // que fuera d'Almançor:
avie de todo ello // el rey muy grand sabor
NOTA: TAL COMO HEMOS DESTACADO ANTERIORMENTE, DONDE EL POETA ESCRIBE ALMANZOR HEMOS DE LEER
ABDERRAMÁN III Y DONDE PONE REY FERNANDO, SE HA DE SUSTITUIR POR RAMIRO II (monarca de Fernán González).
Todo ello muestra que el poema describe la batallas de Osma (primero) y finalmente la de Simancas.
.
TEXTO DEL:
Poema de Fernán González.
Edición digital apartir de la de Ramón Menéndez Pidal, Reliquias de la poesía épica española, M. Rivadeneyra, Madrid, 1951, pp.
34153, y cotejada con la edición crítica de Juan Victorio, Cátedra, Letras Hispanas, Madrid, 1998, 4ª ed. // Liberado en la red por
Saavedra Fajardo
.
(25): DECÍAMOS IGUALMENTE EN NUESTRA ANTERIOR LEYENDA QUE:
“Aquella gran derrota de Abderramán del 939, fue narrada en el Poema de Fernán Gónzalez englobándola en las “Batallas de
Facinas” (Hacinas). Descrita en tres jornadas y donde asimismo se aparece San Millán, tal como las crónicas mencionan que
sucedió en la de Simancas. Dicha victoria (la primera de enorme importancia frente a Al Andalus) se menciona también con
igual nombre, en otro poema épico intitulado “Votos de Fernán González o Privilegio de Fernán González concedido al
monasterio de San Millán de la Cogolla”. Donde igualmente aparece el conde, derrotando a los sarracenos en Hacinas con ayuda
de San Millán. Una obra que aunque se pretendió fechar en el 934, después se demostró que en verdad fue escrita en el siglo XIII y
quizás en San Millán de la Cogolla. Por lo tanto, coetánea al Poema de Fernán González y también redactada doscientos años
después de que ocurriesen los hechos (de allí los errores de localización y en los nombres de los personajes). Otro de los
documentos que narra similares acontecimientos es la “Vida de San Millán” de Gonzalo de Berceo -de misma época que los
anteriores-; donde el famoso escritor de “Los milagros de Nuestra Señora” recoge de forma parecida la batalla y la ayuda del santo
Millán (que antes de Santiago fue patrono de España). Por todo cuanto se expone, hemos de deducir y afirmar que la famosa
Batalla de las Hacinas -reflejada en el poemario de San Pedro de Arlanza, en el de Berceo y en de San Millán-. Es en verdad la de
Simancas y otras anteriores gestas en las que el rey Ramiro derrotó a los de Córdoba (en Osma, en San Esteban o en las
mismas Hacinas y Carazo). De tal manera, Fray Justo Pérez de Urbel nos relata sobre estas luchas supuestamente llevadas a
cabo en “Facinas”, lo siguiente:
"La historia manifiesta que Abderramen tomó hacia Salamanca, orilla abajo del Tormes con los restos del ejército, en donde le volvió á
atacar y derrotar D. Ramiro. Por otra parte, la batalla de Hacinas que aquí introduce Llorente es un hecho no reconocido en la historia.
De los escritores antiguos no hay ninguno que haga memoria de semejante batalla, y de los de la edad media que la refieren, hay
mucha discordancia en el tiempo y mucha falsedad en el personaje con quien se verificó. Mariana la pone entre el año 956 y 958;
Garibay y Sandoval en 931, Y Carrillo en 930, años que ni convienen entre sí, ni con el año 938 en que se verificó la de Simancas, ni
con el de 939 en que quiere colocarla Llorente. Un monje anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza, a mediados del siglo XIII,
escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, en el que dedicaba a la Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de
que consta el Poema. Se trata de un canto épico dedicado a exaltar la figura de Fernán González y a la Batalla de Hacinas, que en las
estrofas 389 y 558 figura como Fazinas. Aunque los modernos historiadores consideran este hecho como legendario, la batalla ha
perdurado en la mente de los hacinenses a través de los siglos y, en los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres
evocadores: Campo los Muertos, Acerón. En 1840, al excavar un ribazo, apareció gran cantidad de huesos enterrados en fosa común
que podrían corresponder a los muertos en la batalla".
Por su parte, acerca de los hechos ya referidos en Simancas nos dirá el mismo autor (basándose en otros investigadores que
cotejaron las crónicas árabes y castellanas):
“Abd al-Rahman III decidió organizar una campaña decisiva contra los Reinos de León y Navarra y acabar una vez con la audacia de
los Cristianos del Norte, que no abandonaban su actitud hostil al Estado cordobés y parecían poco dispuestos a reconocer la
supremacía y el poder político y militar del Califa (…) Parece que junto al Monarca leonés se encontraba en aquella ocasión la propia
Reina Toda de Navarra, y desde luego, allí estaban los condes castellanos Fernán González y Assur Fernández e incluso el musulmán
rebelde al Califa Umayya ben Ishaq al-Qurashí, que se había puesto al servicio de Ramiro II (…) El primero de Agosto Comenzada la
batalla entre Cordobeses y Cristianos con ligera ventaja inicial para las tropas de Abd al-Rahman III, pronto el vigoroso ataque del
ejército de Ramiro II empezó a hacer difícil la situación de los `Caldeos´, como llamaban los cronistas cristianos a los Musulmanes, y
éstos sufrieron una gran derrota cerca de las murallas de Simancas. Se vieron forzados a una fuga tan precipitada que el mismo Califa
tuvo que abandonar sobre el campo su cota de mallas de oro y el precioso ejemplar del Corán, que siempre llevaba consigo (…) A
marchas forzadas tuvo el Califa que regresar a Córdoba con los restos de su ejército, y, descontento con la conducta de sus oficiales
en el combate, ordenó que fuesen crucificados muchos de ellos como traidores al Islam. Así terminó la orgullosa campaña de la
omnipotencia; Abu Yahya de Zaragoza fue hecho prisionero por Ramiro II y el Califa ya no se aventuró en lo sucesivo a exponer su
persona a los Del Duero al Tormes riesgos de las batallas y no volvió a mandar personalmente ejércitos (…) En el 940, la gran victoria
cristiana de Simancas hizo, sin duda, posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés, y la frontera del Duero, que desde
hacía algunos años se extendía desde Osma hasta Zamora y la raya de Portugal para avanzar luego hasta el Mondego, se adelantó
ahora y llegó al río Tormes” .
TEXTOS DE:
"El condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
.
(26): Aquí la leyenda nos aporta datos de enorme importancia al decir textualmente:
“llamando torneo” a ese toreo a caballo”
y añadiendo
“que lo ejecutaban con enorme maestría los caballeros de las zonas cercanas a este paso del Duero. En especial los de
Santibáñez de Mota, los de Wamba, Tiedra, Toro, San Román de Hornija, Tordesillas y Simancas -de ello que los sarracenos
quisieran humillar a tan valerosos caballeros, pidiendo la entrega de doncellas-”.
Viendo claramente en estas palabras el origen del toreo a caballo, que no fue otro más que el del “torneo” con toros. Usándolos para
entrenarse en las artes de la guerra, o bien para echarlos contra el enemigo. Todo lo que claramente se ha conservado en las
tradiciones del lugar y en especial en la del famoso Toro de la Vega, que a mi juicio recreaba totalmente el lanzamiento de morlacos
contra los enemigos, cruzando el Duero en tiempos de la Reconquista. Una forma de defensa que explica la enorme tradición taurina
de esta “marca” del “río de oro” y su área. Donde desde Valladolid a Zamora, se venera a las reses en todas las fiestas patronales,
siguiendo rituales de enorme raigambre histórica.
.
(27): Descartamos como cierta la etimología que el manuscrito de Tuy propone acerca del nombre de la población llamada Pollos, sita
a unos doce kilómetros de Tordesillas y a unos siete de Castro Nuño. Donde sí es verdad que antaño campaban a sus anchas reses
bravas, criadas allí por algunas de las mejores ganaderías de Castilla y de León. Existiendo en su municipio fabulosas fincas, como la
llamada Cartago, donde se recuerda la crianza de toros bravos.
(28): Es esta la etimología que el Manuscrito de Tuy da a Villafranca del Duero. Para observar la campaña, recomendamos ver de
nuevo el mapa que bajo esta cita se contiene.
.
(29): Menciona aquí el texto tudense como quienes lograron huir de los cristianos que les cerraban la retaguardia lo hicieron a través
de Sepúlveda (Septembúlica) donde habría un lupanar, cuyas meretrices ayudaron a pasar el Guadarrama a los cordobeses. Aunque la
cita de Septembúlica y el camno que tomaron a la huida, quizás sea correcta. Evidentemente no lo es la etimología del alto de
Guadarrama, haciéndola proceder de “Guarra Dama” en razón a este prostíbulo.
.
(29b): Escribe Juan del Águila, en HISPANISMO ORG.http://hispanismo.org/geografia-y-etnografia/10130-la-antigueedad-de-las-corridas-de-
toros-en-espana.html
“Los Encierros de Cuéllar presumen de ser los más antiguos de España. Esta afirmación no se hace de forma gratuita, pues ya en
1215, siendo obispo de Segovia Geraldo, se realizó un sínodo ya que el episcopado tenía problemas con los laicos y eclesiásticos de
algunas circunscripciones de la diócesis, concretamente con la de Cuéllar, Coca, Sepúlveda y Pedraza. El sínodo dicta una serie de
artículos que regulan la vida y el comportamiento del clero; en concreto el quinto artículo prohíbe a los clérigos que jueguen a los
dados y asistan a "juegos de toros", y si lo hicieran serían suspendidos de su ministerio”.
.
(30): TAL COMO RECOGÍAMOS EN CITA (25), FRAY JUSTO PEREZ DE URBEL DESCRIBE ESTA DERROTA CON LAS
SIGUIENTES PALABRAS:
“El primero de Agosto Comenzada la batalla entre Cordobeses y Cristianos con ligera ventaja inicial para las tropas de Abd al-
Rahman III, pronto el vigoroso ataque del ejército de Ramiro II empezó a hacer difícil la situación de los `Caldeos´, como
llamaban los cronistas cristianos a los Musulmanes, y éstos sufrieron una gran derrota cerca de las murallas de Simancas. Se
vieron forzados a una fuga tan precipitada que el mismo Califa tuvo que abandonar sobre el campo su cota de mallas de oro y
el precioso ejemplar del Corán, que siempre llevaba consigo (…) A marchas forzadas tuvo el Califa que regresar a Córdoba
con los restos de su ejército, y, descontento con la conducta de sus oficiales en el combate, ordenó que fuesen crucificados
muchos de ellos como traidores al Islam. Así terminó la orgullosa campaña de la omnipotencia; Abu Yahya de Zaragoza fue hecho
prisionero por Ramiro II y el Califa ya no se aventuró en lo sucesivo a exponer su persona a los Del Duero al Tormes riesgos de
las batallas y no volvió a mandar personalmente ejércitos (…) En el 940, la gran victoria cristiana de Simancas hizo, sin duda,
posible una nueva expansión territorial de Reino asturleonés, y la frontera del Duero, que desde hacía algunos años se extendía desde
Osma hasta Zamora y la raya de Portugal para avanzar luego hasta el Mondego, se adelantó ahora y llegó al río Tormes” .
TEXTOS DE:
"El condado de Castilla" // Fray Justo Pérez de Urbel; Madrid 1970, Tomo II, p. 106
.
(31): Parece probado que Wamba fue regentado por caballeros desde que se recuperó en la Reconquista, al ser el sepulcro del rey
Recesvinto y posiblemente el de Wamba (restos que trasladó Alfonso X el Sabio a Toledo). Todo hace pensar que antes de la llegada
de los Hospitalarios ( Orden de Malta), hubo otros anteriores procedentes de Zamora -de dónde también llegaron templarios a Wamba-.
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(32): JUEGOS TAURINOS en los albores de la Historia. CRISTINA DELGADO LINACERO. Madrid 2007
EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ.Autónoma
.
(33): PARA LOS INTERESADOS EN EL TEMA DE LA CAZA DE TOROS ENTRE LOS CELTAS Y LOS GERMANOS: Les
recomendamos consultar nuestro estudio consistente en cuatro artículos, que comienza en este del que damos LINK. Pulsar:
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post.html
.
(34): Gonzalo Santonja Gómez–Aguero, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, director del Instituto Castellano y
Leonés de la Lengua, doctor en Filología Hispánica y Honorary Fellox in Writing por la Universidad de Iowa.
“Por los albores del toreo a pie. Textos e imágenes de los siglos XIII-XVII” (ed. Everest, MADRID 2012).
.
(35): Gonzalo Santonja Gómez–Aguero, -SIC de su conferencia en el aula de tauromaquia de la Universidad San Pablo CEU, año
2013-
.
(36): CARNE Y SÍMBOLO: TOROS EN LAS TIERRAS MADRILEÑAS DURANTE EL MEDIEVO
Dolores Carmen Morales Muñiz
Miscelánea Medieval Murciana 2013, XXXVII; pp. 139-154

(37): IDEM CITA (36) pags. 147 a 150.

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