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En al año 711 llegan desde el norte de Africa unos 7.000 soldados al mando de Tarik,
tras ser llamados por los enemigos del rey Rodrigo. Don Rodrigo es derrotado en
Guadalete. La población que llega es musulmana, el Islam se había extendido desde
mediados del siglo VII desde Arabia al Próximo Oriente y norte de África y ahora
entraba en Europa. La capital del Imperio estaba en Damasco y en manos de la familia
Omeya.
El ejército invasor llegó a atravesar los Pirineos y entrar en Francia, pero los francos los
detuvieron en Poitiers (732), volviendo al otro lado del Pirineo y centrándose en la
Península Ibérica
El final del waliato llegará cuando en Damasco, en el 750, la familia omeya sea
asesinada y otra, la abbasí, se haga con el califato. En estas circunstancias, Abd al-
Rahman, superviviente omeya de la matanza, llegará a Al-Andalus proclamándose
emir independiente del califato abbasida, que ahora tenía su capital en Bagdad.
Abd al Rahman I tuvo que hacer frene a sus opositores, principalmente las
familias influyentes de las marcas militares. Estableció la sucesión hereditaria
del cargo de emir y, junto a sus sucesores hasta mediados del siglo IX (Al-
Hakam I y Abd al Rahman II), tomaron medidas para mejorar la
administración y el ejército. El ejército se reforzó con mercenarios y esclavos
del noreste de Europa.
Pero en el 879 hubo una crisis de poder en el emirato. La influencia de familias
poderosas en las marcas llevó a revueltas con el fin de obtener mayor poder de
las autoridades de Córdoba. A finales del siglo IX, la revuelta de Omar Ibn
Hafsun le permite ocupar territorios en Andalucía Oriental. La revuelta será
sofocada por Abd al Rahman III, que aprovechará para proclamarse califa.
Nacía el califato de Córdoba y Al-Andalus se convertía en un Estado
independiente de Bagdad ahora también a nivel religioso.
El califato (929-1031) fue la etapa de mayor esplendor islámico en España. Los
reinos cristianos del norte tuvieron que pagar tributos para evitar las incursiones
y saqueos en su territorio (aceifas). Además del poderío militar, el desarrollo
cultural y artístico hicieron de Córdoba la ciudad más brillante y próspera de
occidente, especialmente con Al-Hakam II.
Pero aprovechando la minoría de edad del califa Hisham II, se hizo cargo del
gobierno un primer ministro, Al-Mansur, que pronto se hizo famoso por sus
aceifas en territorio cristiano. Fue la última etapa de esplendor de Al-Andalus.
Los últimos años del califato fueron de auténtica guerra civil que terminaba en
1031 cuando las distintas coras se hacían reinos independientes de Córdoba. El
califato desaparecía y comenzaban los reinos taifas. De estos reinos destacaron
por su superficie los de las marcas: Toledo, Zaragoza y Mérida; Otros
importantes fueron los de Sevilla, Cordoba, Granada, Almería, Denia y Badajoz.
La debilidad política y militar de las taifas les obligó a pagar tributos (parias) a
los reyes cristianos para evitar sus ataque. No obstante, aunque con gran lentitud
en algunos momentos, los reinos cristianos (Castilla, Navarra, Aragón) seguirán
su avance de reconquista hacia el sur.
Desde mediados del siglo XI, distintas tribus bereberes se unieron en el Sahara
Occidental en un movimiento religioso-militar donde, con la guerra santa,
llevaron sus conquistas por el norte de África fijando en Marraquesh la capital.
Eran los almorávides. Ante el avance cristiano los reyes taifas del sur les
pidieron ayuda. Alfonso VI de Catilla era derrotado en Sagrajas y Uclés (1108)
y los almorávides ocupaban todo el territorio taifa, devolviendo la unidad
política a Al-Andalus y fijando en Granada la capital.
Pero en los años 40 de este siglo XII su poderío empieza a decaer: cae
Zaragoza (1118) y fracasan en su intento de tomar Toledo (en manos cristianas
desde 1085).
Entre tanto, en el norte de África, otro grupo bereber, más fanático en religión
han ido conquistando los territorios almorávides. Eran los almohades, que
pasarán a la península y de harán con los territorios de los almorávides, fijando
la capital en Sevilla. Tampoco éstos fueron capaces de detener el avance
cristiano. Su derrota en Las Navas de Tolosa (Jaén) en 1212 marcaría el final de
su poder. Se volvían a independizar los territorios musulmanes y a lo largo de
los siglos XIII al XV serían conquistados por los reinos de Aragón y Castilla.
1.- Economía
Encontramos una sociedad muy diversa por motivos económicos, étnicos y religiosos:
La cultura andalusí alcanzó cotas muy altas dentro del panorama medieval europeo
cristiano y del propio mundo árabe. Recogió las diversas influencias de culturas
orientales (persa) como occidentales (grecorromana y cristiana). Ciudades como
Córdoba y Sevilla se convirtieron en centros del saber que compitieron con las grandes
ciudades del Imperio musulmán (Damasco, Bagdad). La cultura andalusí tuvo una gran
influencia en la Europa cristiana debido al gran desarrollo en disciplinas muy variadas,
tanto científicas como humanísticas:
Mezquita de Córdoba:
La Alhambra:
Su origen se remonta a 1060, cuando el visir Ibn Habus edificó una residencia en
una colina roja, de la cual se conserva la fuente del patio de los Leones. Con
Muhammad I, conquistador de Granada y fundador de la dinastía nazarí, y
Muhammad II se construyeron las murallas y varias torres.
El conjunto se estructura en dos zonas diferenciadas: alcazaba (zona fortificada)
y dependencias palaciegas del soberano y su harén particular. la muralla
circundante mide 1400 metros y tiene 5 puertas, 25 torres. Los cuartos de
Machuca, Dorado y Comares, la zona del patio de los Leones y las salas de las
Dos Hermanas y Abencerrajes, son lugares destacados.
La decoración interior cuenta con motivos epigráficos (textos poéticos,
religiosos), vegetales y geométricos (matemática y racionalidad definen el
concepto islámico de la belleza). Frente a la Alhambra se encuentra el
Generalife, con jardines, estanques y huertas.