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BLOQUE 2.

LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO (711 –


1474)

• Representa una línea del tiempo desde 711 hasta 1474 situando en una fila los principales
acontecimientos relativos a Al Ándalus y en otra los relativos a los reinos cristianos

• Describe la evolución política de al-Ándalus

La toma musulmana de Tánger (708) supondría el definitivo declive bizantino en el Mediterráneo


occidental. El siguiente paso para el imperio islámico sería adentrarse en la Península, en un
momento en que la monarquía visigoda estaba en decadencia, por las intrigas nobiliarias
provocadas por su carácter electivo, malas cosechas, epidemias y crisis monetarias que aumentaban
el abuso de autoridad y la corrupción.

Las crónicas reflejan que el conflicto estalla cuando el


rey Witiza deja en herencia la corona visigoda a sus
hijos, menores de edad, con la oposición de la nobleza,
dando lugar a una revuelta liderada por Roderico o
Don Rodrigo, el nuevo monarca electo. Otra posible
causa sería la creencia en la leyenda de que en la
Península se ocultaban grandes tesoros, que los
visigodos habían arrebatado a los romanos, lo que
representaba un objetivo apetecible para los
musulmanes.

La conquista musulmana de la Península Ibérica por los


musulmanes desde el 711 fue excepcionalmente
rápida. En el 711 Tariq, liberto de Musa, cruzó el
Estrecho con unos diez mil árabes y bereberes, y ocupó Algeciras con el supuesto apoyo de los
enemigos del rey visigodo Rodrigo. Este fue derrotado en la batalla de Guadalete. Tariq aprovechó

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para tomar Córdoba, Granada y dirigirse a Toledo y, en apenas cinco años, ocupó la mayoría de la
Península. En 712 el gobernador del Magreb, Musa, llega a la Península para supervisar la conquista,
que culminaría su hijo Abd al-Aziz con la toma de Cataluña, sur de Francia y norte de Portugal.

El paso al nuevo orden musulmán se hizo por medio de capitulaciones: los conquistados conservaban
sus estructuras políticas, jurídicas y religiosas a cambio del pago de un tributo y de aceptar la
autoridad islámica. Solamente esta actitud pactista explica la rápida conquista de la Península.

Valiato o emirato dependiente de Damasco (714 – 756)

Al-Ándalus pasa a formar parte del imperio islámico, siendo gobernada por un emir que depende
política y religiosamente del Califato de Damasco. Se divide el territorio en coras (provincias) y se
establece la capital en Córdoba. Se crean áreas defensivas o marcas en Mérida, Toledo y Zaragoza,
en la frontera con los pequeños reinos cristianos que surgen al norte. Se cobrarán tributos a los
cristianos sometidos y a los judíos.

Los conquistadores se reparten las tierras, las más fértiles para los árabes, mientras que los bereberes
se instalan en la Meseta. El freno a la expansión se da con la derrota en Covadonga (722), victoria de
un grupo de nobles liderados por Don Pelayo, magnificada en realidad por la tradición cristina y el
relato de la Reconquista. Al frente de las ciudades se nombran gobernadores árabes; ciudades en las
que pronto surgirán conflictos, guerras civiles y étnicas entre árabes y beréberes.

En el 750 se produce el asesinato de la familia Omeya en Damasco por los abasidas, que se hacen
con el poder y trasladan la capital a Bagdad (Irak). Pero un superviviente de la familia omeya,
Abderramán I, se hace fuerte en al-Ándalus y proclama el emirato independiente del califato de
Bagdad en 756.

Emirato independiente de Córdoba (756 – 929)

Abderramán I, totalmente independiente de Bagdad, derrota al anterior valí de


al-Ándalus, Yusuf, a las tropas abasidas, parte de la población y a los bereberes
leales. Somete Toledo, Sevilla, Zaragoza, pero no consigue dominar los pequeños
reinos cristianos del norte. Consigue establecer un sistema sucesorio, heredando
el emirato su hijo, Hisham I.

A finales del siglo IX comienza la crisis del emirato, por revueltas urbanas; a ellas
se incorporan los muladíes, cristianos convertidos al islam que reivindican
poder, y mozárabes, cristianos que vivían en territorio musulmán, que fueron
emigrando hacia el norte peninsular. El principal foco de rebelión se da en el
valle del Ebro, con los Banu Qasi en Tudela y Zaragoza. También se produjeron
revueltas en Toledo y Mérida, duramente reprimidas. La revuelta de Umar ibn
Hafsun, en Andalucía oriental, fue sofocada por Abderramán III. Además, habrá
enfrentamientos con los francos de Carlomagno en la Marca Hispánica.

Abderramán III se proclama califa en Córdoba en el 929.

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El Califato de Córdoba (929 – 1031)

Abderramán III se convierte en el líder político y religioso de todos los musulmanes, independiente
de Bagdad, lo que supone consecuentemente la independencia política y religiosa de al-Ándalus.

Con el Califato se produce un gran renacimiento artístico e intelectual, continuado por su hijo Al-
Hakam II. Destacan la ciudad de Córdoba, que se convierte en la más importante de Europa
Occidental, y la ciudad áulica de Medina Azahara. Esta es la etapa de mayor esplendor del dominio
musulmán. También conquistan Ceuta, Melilla y Tánger.

Desde finales del siglo X el califa (Hisham II, menor de edad) se mantiene en el
poder, pero gobierna su valido, Almanzor. Este establece una dictadura
personal. Se erige defensor de la tradición religiosa, mientras extiende su
dominio por Marruecos y Fez. Aterroriza a los reinos cristianos con medio millar
de expediciones de castigo, como las de Barcelona y Santiago de Compostela a
finales del siglo X.

Almanzor muere en 1002, y le suceden sus hijos, los amiríes, cuyo poder será discutido (la Fitna de
al-Ándalus). En 1009 se produce una revuelta en Córdoba a la muerte de Almanzor, entre los
partidarios del último califa legítimo, Hisham II y los amiríes, que son asesinados. Se desata una
guerra civil, y en 1031 se decreta el final del Califato. En medio de un desorden total, los distintos
territorios se proclaman independientes, bajo la regencia de clanes árabes, bereberes o eslavos,
llamados reinos de taifas.

La crisis del siglo XI: reinos de taifas e imperios norteafricanos (1031 – 1492)

Las primeras taifas (1031 – 1090) son unos treinta territorios controlados por príncipes, reyezuelos
o nobles locales; unas dirigidas por andalusíes (Sevilla, Córdoba), otras por bereberes (Málaga,
Granada) y otras por eslavos, en la zona de Levante. Eran pequeños estados ricos, con gran desarrollo
cultural, artístico y científico, pero debilidad militar y política. Pagan parias a los reinos cristianos a
cambio de protección. Se conquistan entre sí o son ocupadas por los cristianos, que dan un impulso
a la Reconquista con la toma de Toledo (1085, Alfonso VI).

Ante el avance de los cristianos, la taifa de Sevilla pide ayuda a los almorávides (1090 – 1145), imperio
bereber del norte de África, que conquistan las taifas reunificando el territorio de al-Ándalus.
Practican la yihad o guerra santa contra los infieles. Sin embargo, pierden en 1118 Zaragoza
(conquistada por Alfonso I) y no recuperan Toledo. Su mayor rigorismo religioso y el aumento de los
impuestos provocan el descontento de la población.

Cuando el dominio almorávide decae, se forman las segundas taifas, que son sometidas e unificadas
por los almohades en 1146, más intransigentes en lo doctrinal. Establecen la capital en Sevilla, pero
no pueden contener el avance cristiano. Los almohades son derrotados en la batalla de las Navas de
Tolosa (1212), que pone fin al califato almohade en al-Ándalus y el norte de África. Los reinos
cristianos se abren paso hacia el Guadalquivir y el Mediterráneo.

Desde 1232 (caída de los almohades) las terceras taifas son los reinos de Murcia, Niebla (Huelva),
sometidos por el rey de Castilla Fernando III en 1243, y Valencia, conquistada por el rey de Aragón,

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Jaume I en 1238. Los benimerines del norte de África intentan ocupar territorios, pero son derrotados
por los cristianos en la batalla del río Salado, Tarifa, en 1340.

Reino nazarí de Granada (1237 – 1492)

Es el último dominio musulmán, fundado por la dinastía nazarí en 1237. Incluye Granada, Málaga y
Almería. Resiste por su habilidad y diplomacia, pues pacta con cristianos o musulmanes. Es un reino
rico (producción de seda y azúcar de caña) con una elevada densidad de población y gran cohesión
interna. La época de mayor esplendor artístico coincide con los reinados de Yusuf I y Mohamed V en
el siglo XIV (Alhambra de Granada). Isabel de Castilla y Fernando de Aragón inician una campaña
contra los musulmanes en 1482 y finalmente, en enero de 1492, los Reyes Católicos expulsan al
último rey de Granada.

• Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes en
Al Ándalus

Junto con su evolución política, el territorio peninsular gobernado por los musulmanes, al-Ándalus,
experimentó un importante desarrollo en los ámbitos económico, social y cultural entre los siglos VIII
y XV, combinando rasgos orientales con occidentales y autóctonos de la Península.

Cambios económicos

Agricultura

La base económica de Al Ándalus siguió siendo la agricultura, pero con notables mejoras respecto a
la época visigoda. Se perfeccionaron las técnicas del regadío y se generalizó el uso de acequias y
norias, se introdujeron nuevos cultivos, como el arroz, los cítricos, la caña de azúcar, el azafrán, la
morera o el algodón.

La estructura de la propiedad no se modificó en lo esencial y predominaron los latifundios, aunque,


como es lógico, muchos de ellos cambiaron de dueño tras la conquista musulmana. Sin embargo, los
grandes terratenientes prefirieron residir en las ciudades, rompiendo la tendencia a la ruralización
iniciada en el Bajo Imperio romano y acentuada con los visigodos.

Ciudades y urbanismo

Con los musulmanes las ciudades se revitalizaron y desempeñaron un papel económico fundamental,
como grandes centros de consumo que estimulaban la producción industrial y el comercio. Ciudades
como la Córdoba califal, la Sevilla almohade o la Granada nazarí destacaron por su riqueza y su
carácter cosmopolita. Pero la ciudad islámica no era un centro básico de la organización política,
como en el Imperio romano, sino una simple concentración humana en torno a la mezquita y el
mercado. Esa doble función, religiosa y comercial, determinaba su estructura.

El núcleo fundamental era la medina, donde se encontraba la mezquita mayor. Un primer cinturón
urbano lo formaban la alcaicería, conjunto de callejuelas dedicadas al comercio de lujo (sedas, joyas,
etc.), y las alhóndigas, que servían al mismo tiempo como depósitos de mercancías y como lugares
de alojamiento de los mercaderes que llegaban a la ciudad. Un segundo cinturón albergaba los
barrios residenciales. En las afueras se distribuían los arrabales, pegados a la muralla o extramuros.

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Por último, el zoco era un amplio espacio libre dedicado a mercado permanente o periódico, cuyo
emplazamiento variaba de unas ciudades a otras.

Artesanía, comercio y moneda

La artesanía, en especial la de artículos de lujo, alcanzó un gran desarrollo ante la creciente demanda
de una población urbana refinada y con alto poder adquisitivo. El sector más importante fue el textil,
en el que gozaron de gran fama los brocados de seda -la industria de la seda fue introducida por los
árabes, asociada al cultivo de la morera-, y los tejidos de lana, algodón y lino. También eran
renombrados los trabajos en pieles y cuero (cordobanes y guadamecíes). Otros sectores importantes
fueron la cerámica artística y el vidrio. Una mención especial merece el papel -invento chino
introducido por los árabes en Europa-, cuya fabricación resultaba más abundante y barata que la del
pergamino, por lo que los libros se abarataron y tuvieron un amplio mercado en el mundo islámico.

Aunque Al Ándalus mantuvo relaciones comerciales con los territorios cristianos, se integró sobre
todo en el amplio circuito económico del mundo islámico, beneficiándose de su intensa actividad y
riqueza.

La estructura social

La estructura social de Al Ándalus estaba determinada por criterios religiosos, que establecían una
división básica entre dos grandes categorías: musulmanes y no musulmanes.

No obstante, por encima de esas dos categorías y a pesar de las pretensiones igualitarias del Islam,
existían notables diferencias sociales según el origen étnico, la riqueza o el poder. Y de ello queda
constancia en los textos de la época, que hablan de una rica aristocracia de terratenientes y altos
funcionarios, de una precaria población urbana de artesanos y jornaleros, de colonos vinculados a
terratenientes, o de campesinos adscritos a la
tierra.

Musulmanes

En los primeros tiempos de la conquista se


podían distinguir tres grupos principales entre
la población musulmana: la aristocracia de
origen árabe, a la que se añadieron los árabes
sirios que llegaron tras la rebelión bereber del
año 741, un grupo reducido de familias que se
asentaron en las tierras más fértiles (Andalucía,
Levante y valle del Ebro); los bereberes o neomusulmanes, convertidos al Islam por los árabes en su
expansión por el norte de África, que representaban un rango inferior y su rivalidad con la aristocracia
árabe fue motivo frecuente de tensiones y conflictos; y los muladíes, hispanos convertidos al Islam.

Las minorías no musulmanas

Fuera de la comunidad de los «creyentes», como se autodenominaban los musulmanes, había dos
grupos importantes.

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Los judíos gozaron bajo el Islam de una política de tolerancia que contrastaba con la hostilidad
mantenida hacia ellos por la monarquía visigoda. Por esa razón su colaboración con los musulmanes
en el inicial proceso de conquista fue notable. Los mozárabes, o cristianos residentes en territorio
musulmán, fueron disminuyendo en número, tanto por las conversiones al Islam como por la
emigración hacia los reinos cristianos con el avance de la Reconquista.

Los esclavos

Como categoría diferenciada, al margen de criterios religiosos y en la base de la estructura social,


estaban los esclavos, entre los cuales se distinguían dos grupos. Primero los eslavos, que eran
prisioneros de origen europeo. Muchos de ellos, tras su manumisión, se incorporaron a los ejércitos
califales. Algunos, incluso, aprovecharon su jefatura militar para erigirse en reyes de taifas a la caída
del califato. Los negros, de origen sudanés la mayoría, se solían emplear en el servicio doméstico.

Cambios culturales

La religión islámica

Al igual que el individuo, la sociedad debe regirse también por los mandatos divinos, plasmados en la
ley islámica o sharia, que establece lo que Dios ha mandado, lo que ha prohibido, lo que ha
recomendado y lo que considera indiferente. Por tanto, la voluntad divina se convierte en la base del
Derecho, cuyas fuentes principales son el Corán y la sunna (‘senda’), que era la norma de vida
establecida por Mahoma con sus palabras y sus actos, y transmitida por la tradición.Esta fusión entre
lo religioso y lo social explica también que la máxima autoridad política se identificara con la religiosa
en la figura del califa, diputado y sucesor del Profeta (Mahoma).

Sin embargo, a pesar de esta doctrina aplicada a todo el ámbito musulmán, la interpretación de los
preceptos coránicos y la aplicación de la ley islámica no tuvieron el mismo rigor ni en todos los
territorios ni en todas las épocas. Así, en Al Ándalus, el periodo del califato de Córdoba y de los
primeros reinos de taifas se caracterizó por la tolerancia religiosa e intelectual, que finalizó con el
rigorismo de los almorávides y los almohades.

Creación literaria y pensamiento

Al Ándalus fue la vía de transmisión a Occidente de la ciencia griega y de gran parte de la India, que
habían sido recuperadas y desarrolladas por los árabes. Un ejemplo muy significativo de las
aportaciones científicas de Al Ándalus fue la difusión al mundo cristiano del actual sistema de
numeración, de origen indio y basado en el valor posicional de la cifra y la utilización del cero, mucho
más simple y operativo que el romano.

A medida que se desarrolló la cultura andalusí, adquirió una gran originalidad, y además ejerció una
gran influencia en los reinos cristianos peninsulares y en la Europa occidental cristiana,
principalmente en los ámbitos de la literatura (la poesía de Ibn Hazm y prosa: biografías, relatos de
viajes, etc.), la filología, las ciencias jurídicas, la historia (Ibn Jaldun), la geografía, las ciencias
naturales, la filosofía (pensadores como Avempace o Averroes), las matemáticas y la medicina. En
esta última alcanzó gran fama Abulcasis, autor de una excepcional enciclopedia médica y quirúrgica
que posteriormente sería traducida al latín.

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El culto musulmán no permitía la representación de imágenes humanas ni empleaba la música en las
ceremonias religiosas, lo cual limitó la expresión artística. Las manifestaciones artísticas más
desarrolladas fueron las artes decorativas (artesanía, azulejo, cerámica, orfebrería, marfil) y, sobre
todo, la arquitectura (mezquitas y palacios), en la que destacan, la mezquita aljama de Córdoba, la
Giralda de Sevilla (antiguo minarete de su mezquita aljama) y la Alhambra de Granada.

• Explica el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones

Las Cortes, reunión de los tres estamentos con el rey, comienzan a formarse en el occidente europeo
influidas por el crecimiento de las ciudades y el auge de la burguesía en el siglo XII.

El monarca convoca las Cortes fundamentalmente para obtener recursos económicos (subsidios)
para las campañas militares. Para ello, debe contar con la burguesía, pues la nobleza y el clero
estaban exentos del pago de impuestos (privilegios).

Las Cortes medievales no eran permanentes; una vez que cumplían la función para la que fueron
convocadas, se disolvían.

El origen de las Cortes en los reinos cristianos peninsulares

Desde 1188 en el Reino de León, y durante el siglo XIII en el resto de los reinos peninsulares, los
monarcas convocaron a la Curia Real (el organismo más importante de la administración del reino)
también a los burgueses, en representación de las ciudades más importantes: nacen así las Cortes.
Las de Castilla y León se fusionaron tras la unión de ambos reinos en el siglo XIII, pero en la Corona
de Aragón se mantuvieron separadas las Cortes de Aragón, Cataluña y Valencia (el Reino de Mallorca
nunca tuvo Cortes propias).

Castilla

Las Cortes del reino de Castilla se convocan por vez primera en 1217. Tras la unión definitiva de los
reinos de Castilla y León (1230), con Fernando III el Santo, las Cortes de ambos reinos se reunieron
conjuntamente, aunque ocasionalmente lo hiciesen por separado. El autoritarismo de la Corona
castellana provocó que sus Cortes carecieran de cualquier atribución legislativa, y solo tuvieron un
carácter consultivo y de aprobación de subsidios. A pesar de su desarrollo en el siglo XIV, en el siglo
XV la importancia de las Cortes castellanas disminuyó, ya que la nobleza y el clero dejaron de asistir,
porque ya contaban con sus propios mecanismos de influencia política a través del Consejo, la
Audiencia y los oficios palatinos.

Aragón

A diferencia de Castilla, la Corona de Aragón cada territorio mantuvo sus propias Cortes (Aragón,
Cataluña y Valencia) aunque en ciertas ocasiones se reunían las Cortes Generales de toda la Corona.
En la Corona de Aragón, las Cortes tuvieron un mayor poder que en Castilla, ya que gozaban de cierta
función legislativa y votaban los impuestos. En el siglo XIV en Cataluña se creó una comisión
permanente de las Cortes catalanas, la Generalitat, que supervisaría el cumplimiento de los acuerdos
durante el periodo en el que no estuviesen reunidas, encargándose de la recaudación de impuestos
y de vigilar el cumplimiento de los acuerdos aprobados. En Aragón y Valencia, el siglo XV, se crearon
instituciones similares, denominadas Diputaciones.

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Navarra

En el Reino de Navarra las Cortes se reunieron por primera vez en 1253. El monarca tenía que respetar
los fueros del reino. Estos derechos y tradiciones limitaban el poder real, por lo que el rey debía
consultar al Consejo Real y a las Cortes sus decisiones. A pesar de su tardía constitución, las Cortes
navarras tuvieron gran vitalidad durante los siglos XIV y XV.

Las Cortes medievales eran convocadas por el rey y reproducían la estructura estamental de la
sociedad, ya que estaban compuestas de tres brazos - en representación de la nobleza, el clero y las
ciudades -, que deliberaban por separado. En las Cortes del Reino de Aragón los brazos eran cuatro,
pues la nobleza contaba con dos: uno de ricos hombres y otro de caballeros e infanzones. Aunque
existían diferencias entre unos reinos y otros, parece que en todos los territorios las funciones de las
Cortes eran esencialmente dos:

• Atender las consultas del rey en asuntos de especial importancia.


• Votar los «subsidios» o impuestos de carácter extraordinario, lo que cada vez fue más
frecuente, ya que los ingresos fiscales ordinarios a menudo eran insuficientes para atender
los gastos de la monarquía.

No obstante, se ha considerado tradicionalmente que las Cortes de la Corona de Aragón y las de


Navarra tuvieron mayor protagonismo político que las de Castilla, con un papel de relativa
importancia en la propuesta o aprobación de leyes.

A modo de conclusión

Estas primeras Cortes estamentales, ni en su composición ni en sus funciones son equiparables a las
actuales Cortes, pues no eran representativas de la voluntad popular, no tenían poder legislativo y
no disponían de instrumentos legales para controlar el poder del rey. controlar el poder del
monarca. Al contrario, cumplían con las dos obligaciones básicas que en la sociedad feudal tenía todo
vasallo hacia su señor: asistirle con el consejo (consilium) y prestarle ayuda (auxilium), en este caso
de tipo económico.

• Comenta el ámbito territorial y características


de cada sistema de repoblación, así como sus
causas y consecuencias

Tras la ocupación militar de los territorios


musulmanes era necesario repoblarlos para
afianzar las conquistas. Con este objetivo se
aplicaron diferentes sistemas de repoblación en el
curso de los siglos VIII al XIII. El resultado final fue
una estructura de propiedad de la tierra
mantenida hasta nuestros días prácticamente sin
modificaciones, con el río Tajo como línea de
división entre una España latifundista al sur y una
España de medianas y pequeñas propiedades al
norte.

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La repoblación por presura (siglos VIII – X)

La repoblación por presura se aplicó en las tierras situadas al norte del Duero y en el Piedemonte
pirenaico. Esta primera fase repobladora fue impulsada por la presión demográfica existente en los
reducidos núcleos cristianos iniciales, y tuvo a su favor que los territorios ocupados estaban
prácticamente despoblados, por lo que no requerían una conquista previa. El sistema de presura
consistía en la simple ocupación de tierras sin dueño, ya que, según el Derecho romano, la puesta
en cultivo de un terreno despoblado otorgaba al que lo hiciera la propiedad sobre el mismo. Este
procedimiento se realizó por iniciativa de grupos de campesinos o por iniciativa de nobles y
monasterios. El resultado fue el predominio de la pequeña y mediana propiedad de tierras.

La repoblación concejil (siglos XI y XII)

La repoblación concejil se aplicó a las tierras situadas entre el Duero y los Montes de Toledo, en el
sector occidental, y en el valle del Ebro, en el oriental. Esta segunda fase repobladora se vio favorecida
por el crecimiento demográfico de los núcleos cristianos, que habían iniciado una fase de
recuperación y expansión.

El territorio era dividido en concejos con grandes términos o alfoces, regidos por una ciudad o villa
cabecera, en la que se instalaba un representante del rey y un grupo de caballeros para su defensa.
Una vez constituido el concejo, el rey otorgaba un fuero, carta de población o carta puebla (conjunto
de normas que regulaban todos los aspectos de la vida municipal). A los nuevos pobladores se les
concedía un solar para levantar su casa y tierras de cultivo, que al cabo de unos años pasaban a ser
de su propiedad; también se les permitía disfrutar de las tierras y bienes comunales (bosques, zonas
de pastos, etc.). La población musulmana en estas zonas era numerosa y, en general, se le respetaron
sus propiedades.

La estructura resultante de la aplicación de este sistema se caracterizó por el predominio de la


propiedad mediana libre y la abundancia de tierras comunales.

La repoblación de las Órdenes Militares (primera mitad del siglo XIII)

Las zonas afectadas por esta repoblación fueron el valle del Guadiana (La Mancha y Extremadura),
en el sector occidental, y la provincia de Teruel y el norte de Castellón, en el oriental. Se trataba de
zonas extensas y poco pobladas, en cuya con quista habían destacado las Órdenes Militares. Estas
recibieron grandes extensiones de tierra que dividieron en encomiendas (Alcántara y Santiago, en
Extremadura; Calatrava, en La Mancha), al frente de las cuales situaban a un caballero de la Orden
con cargo de comendador.

La estructura de propiedad predominante fueron los latifundios, dedicados a la explotación


ganadera, la solución más idónea para zonas extensas y con escasa población.

La repoblación por repartimientos (segunda mitad del siglo XIII)

El sistema de repartimientos se aplicó al valle del Guadalquivir y al litoral levantino de Castellón a


Murcia, últimas zonas reconquistadas. Tras la ocupación de una ciudad con sus territorios

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circundantes, los oficiales reales hacían inventario de los bienes obtenidos y los repartían entre
quienes habían participado en la conquista, dividiéndolos en lotes (donadíos) cuyo tamaño y valor
estaban en función del rango social de quien los recibía. A los numerosos pobladores musulmanes
de estas zonas se les permitió permanecer como colonos, pero muchos prefirieron huir a Granada o
África.

El resultado fue la creación de grandes latifundios en poder de la nobleza, las Órdenes Militares y
la Iglesia.

• Explica el origen y características del régimen señorial y la sociedad estamental en el ámbito


cristiano
El feudalismo se define como sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros
de la nobleza en Europa Occidental durante la Alta Edad Media. Su característica fundamental fue la
concesión de feudos, generalmente en forma de tierras y trabajo, a cambio de una prestación política y
militar. Es un contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad.

Señor y vasallo eran hombres libres, razón por la que no se debe confundir feudalismo con régimen
señorial que, pese a ser coetáneo, regulaba las relaciones entre señores y campesinos. El feudalismo unía
la prestación política y militar a la posesión de tierras, con el propósito de preservar a la Europa medieval
de su disgregación en innumerables señoríos independientes tras desaparecer el Imperio Carolingio.

Como en el resto de la Europa Occidental, la Edad Media en la Península estuvo marcada por el
feudalismo. La feudalización de la sociedad cristiana peninsular es un proceso que comenzó en los siglos
IX y X, y triunfó en los siglos XI y XII, aunque ya desde el siglo V comenzaron a surgir sus claros
antecedentes. Se sientan los cimientos del feudalismo al establecer los campesinos vínculos de
dependencia con los nobles visigodos y terratenientes hispanorromanos, ofreciendo su trabajo y
fidelidad a cambio de protección.

A partir de estos antecedentes, se va forjando un sistema basado en unas relaciones de vasallaje. Un pacto
(desigual) mediante el cual el señor otorga al vasallo (siervo) un conjunto de tierras (feudo) para que las
explote económicamente a cambio de fidelidad y el pago de rentas.

Si es el noble el que se hace vasallo del rey se desarrolla la ceremonia de homenaje. Cuando es el
campesino el que se convierte en vasallo de un señor (encomienda o patrocinio) el vasallo debe explotar
las tierras entregando gran parte de sus beneficios al señor además de pagar rentas a cambio de
protección (corvea, pagar las banalidades [monopolios tecnológicos: molino, horno de pan, prensa,
posesión de sementales], etc.).

Características del régimen señorial

Estas relaciones feudovasalláticas se desarrollaron en múltiples señoríos laicos y eclesiásticos. Estos


señoríos podían ser territoriales y jurisdiccionales:

• Señoríos territoriales: El señor cede la tierra a campesinos a cambio de rentas.

• Señoríos jurisdiccionales: El señor no solo cobra las rentas, sino que también cobra diversos
impuestos e impone sus propias leyes.

En el caso de la Península Ibérica, el origen y triunfo del feudalismo viene marcado por las repoblaciones
que se dan a medida que los reinos cristianos conquistan territorios de al-Ándalus.

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Una vez asegurada la frontera y la repoblación, nobleza e iglesia se hacen con el control de la situación,
imponiendo la servidumbre y acabando con la libertad de los campesinos, al igual que ocurrió en las zonas
con abundante población morisca, a pesar de que las condiciones de las capitulaciones garantizaban su
libertad y el poder conservar sus propiedades.

Características de la sociedad estamental

La sociedad estamental está


integrada por tres estamentos
cerrados a los que se pertenecía
por nacimiento y de por vida. La
sociedad estamental tiene su
origen en la corriente de
pensamiento altomedieval, el
agustinismo político.

Este modelo, que se mantuvo en


Europa hasta la desaparición del
Antiguo Régimen (siglos XVIII y
XIX), establecía una división social
en tres estamentos: nobleza,
clero y tercer estado, contando los
dos primeros con privilegios.

Los estamentos privilegiados poseen la mayor parte de las tierras, están sometidos a leyes especiales y
no pagan impuestos.

▪ Nobleza: se dedican a la defensa militar y se pueden diferenciar la pequeña nobleza, cada


vez más pobre tras la conquista (hidalgos, caballeros, infanzones…), y la alta nobleza,
propietaria de las tierras. A partir del siglo XIV se vinculan al título y al linaje a través del
mayorazgo.

▪ Clero: se ocupa de mantener la unidad de los creyentes, de forma que regula la vida social
y privada de todos. Hay dos tipos: clero secular (sacerdotes, párrocos y obispos) y clero
regular (monjes y monjas). Poseen feudos y reciben un impuesto de todos los
campesinos: el diezmo.

La función de los no privilegiados es trabajar para mantener a los otros dos estados, están sometidos a
las leyes que impusieran tanto el rey como el señor, y deben pagar impuestos.

▪ Campesinado: constituían la mayor parte de la población, pero su situación no era


homogénea, existiendo diferencias entre el norte y el sur y el este, pudiendo distinguir
entre hombres libres, libertos, colonos y siervos.

▪ Burguesía: a partir del siglo XIII con el crecimiento de las ciudades, el desarrollo de
actividades manufactureras y comerciales (sobre todo en la Corona de Aragón) enriqueció
a este grupo social, que fue ganando influencia. Esta se fue convirtiendo en la gran
financiera de las monarquías, tendrá representación en las Cortes y en algunos consejos
municipales.

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▪ Minorías: judíos dedicados al comercio, artesanía y préstamo (perseguidos a partir del
siglo XIII: pogromos 1391), los mudéjares dedicados al cultivo de la tierra (no fueron
perseguidos en un principio) y mercaderes de otros reinos.

A partir del siglo XIII los reyes, apoyándose en las élites urbanas, comenzaron a recuperar poder a costa
de la nobleza y el clero.

A modo de conclusión

El gobierno monárquico se fue reforzando progresivamente hasta la configuración, a finales del siglo XV,
del Estado Moderno. Las transformaciones económicas producidas en la Baja Edad Media crearon tensión
social: la burguesía reclamaba mayor poder político a medida que crecía su peso económico, pero los
privilegiados se esforzaron por mantener la sociedad estamental.

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