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TEMA 4.

AL-ANDALUS
La invasión musulmana, iniciada en el año 711, dividió la Península Ibérica en dos zonas, con dos modelos de
sociedad bien diferenciados. Por un lado, el Estado musulmán de Al-Andalus, que se consolidó en casi toda la
Península, y por otro, una serie de condados y reinos cristianos en el Norte que, hasta el siglo XI, pugnaron por
resistir el embate musulmán.
Desde el punto de vista político, la historia del Al Ándalus se divide en una serie de etapas:

1. Emirato Dependiente / Waliato (711 – 756).

En el año 711, un ejército bajo el mando de Tariq, formado básicamente por bereberes del Norte de África, cruzó el
Estrecho de Gibraltar, venció a Rodrigo (el último rey visigodo) e inició la conquista de la Península. La conquista
pudo darse por terminada en el año 718, después de ocupar Toledo, el valle del Ebro y alcanzar las estribaciones de
la Cordillera Cantábrica.
Las primeras manifestaciones del ejercicio de soberanía musulmán en la península se evidencian ya en el año 712
(acuñación de monedas de oro) y en el 713 (Pacto de Teodomiro. Buena parte de la nobleza pactó la sumisión y el
pago de tributos a los invasores a cambio del mantenimiento de sus propiedades). A estas primeras muestras les
sigue la creación de un aparato de control sobre el territorio y el establecimiento de la capital en Córdoba.
Este primer período se caracteriza por:

 Dependencia respecto a los califas de Damasco a través del gobernador de Ifriquiya.


 Consolidación política del territorio recién ocupado.
 Creación de una administración.

Hay que mencionar un episodio importante, la batalla de Poiters en el 732 en la que el duque de los francos, Carlos
Martel, derrota a los musulmanes, marcando el límite septentrional de su expansión.
Sin embargo, el acontecimiento capital de la historia del Emirato Dependiente va a ser la guerra civil. Los emires
vieron su autoridad comprometida por las constantes luchas internas entre los distintos grupos étnicos que formaban
las fuerzas de ocupación (árabes o yemeníes, beréberes y sirios). Estas luchas, mezcla de conflictos sociales y
religiosos, jalonan los últimos quince años del periodo y fueron momentáneamente detenidas por la llegada de Abd
al Rahmmán I en el año 756.

2. Emirato Independiente. (756 – 929).

Mientras en Al Ándalus continuaban los conflictos, en Damasco sucumbía la dinastía Omeya, sustituida por la
Abbasí en el 750. Un príncipe Omeya superviviente de la matanza ordenada por los abasíes contra la antigua
dinastía, llegó al Norte de África, donde estableció contactos con la península, declarándose emir sin dificultades.
Con el triunfo de Abd al Rahmmán I se inaugura el Emirato Independiente de Córdoba, aunque se sigue respetando
la autoridad del califa en materia religiosa.
Abd al Rahmmán I, logró aumentar la recaudación de impuestos, consolidar un sólido núcleo de fieles que ocuparon
los cargos públicos y organizó un ejército mercenario, logrando consolidar el nuevo Estado andalusí. Además,
durante la etapa del Emirato Independiente, se produjo una rápida e intensa islamización del territorio.
El Emirato mantiene la organización política abbasí tomada, a su vez, del Imperio Persa y Bizantino. El territorio se
divide en 22 coras o provincias civiles a cuyo frente se sitúa un walí y en 3 provincias militares o marcas: la superior
con centro en Zaragoza, la media en Toledo y la inferior en Mérida.
Se crean en este periodo los diwanes o ministerios que centralizan todos los servicios en la capital. El reformador
Abd al Rahmmán I legó un reino unido de fronteras seguras a su sucesor Hixam I. El hijo de éste Al Hakam I se
ganó la enemistad de los alfaquíes por su crueldad. Hubo de hacer frente a la revolución del Arrabal de Córdoba.
Abd al Rahmmán II (el organizador) convirtió Córdoba en un gran centro cultural, aunque había muchos que no
reconocían su poder. AbdAllah fue el último emir del periodo, el cual dejó el trono a su nieto Abd al Rahmmán III
(el esplendor) con el que comienza el Califato.

3. Califato de Córdoba (929 – 1031).

El nuevo soberano se dio el título de Califa lo que supone la ruptura con el vínculo religioso con Bagdad. La
organización política del califato, a pesar de la latente enemistad que separaba a Bagdad de Córdoba, era una réplica
de la organización oriental abasí aunque adaptada en algunos puntos concretos con los grupos étnicos y las
características geográficas de la península.
Fue una época de apogeo económico, político y cultural, con grandes dirigentes que intervinieron en el Norte de
África, dominando la ruta de oro del Sudán, amenazaron la existencia de los pequeños reinos cristianos del Norte y
defendieron las fronteras.
El poder que ejerció el califa fue absoluto: podía legislar, nombrar y deponer funcionarios, era juez supremo y
general de los ejércitos.
El califato destaca por:

 Estabilidad política y social.


 Prosperidad económica.
 Apogeo cultural
 Poderío militar puesto de manifiesto de el fortalecimiento de las marcas que frenaron las ofensivas cristianas.

El primer califa, tras algunos lances afortunados como la conquista de Ceuta en el 931, y su reconocimiento como
señor del norte de África, dejó su legado a Al Hakam II, su sucesor. Éste impuso una paz duradera con Sancho I de
León y con García de Navarra. Además, el fallecimiento de Fernán González permitió una periodo de estabilidad
durante su reinado, en el que se destinaron importantes fondos del tesoro a proyectos culturales de gran envergadura
como la creación de una biblioteca que hizo rivalizar a Córdoba con Bagdad. A su muerte el califato comienza a
mostrar fisuras. La temprana edad del nuevo heredero facilitó la implantación de una autoridad personal que pudo
desarrollarse sin ningún tipo de freno en manos de Al Mansur. Éste desplazó al nuevo soberano, confinándolo a su
palacio de Medina Azahara y actuando a la vez como un rey absoluto. La militarización de esta etapa es imparable
ya que sólo un fuerte ejército podía disimular la falta de legitimación de la autoridad de Al Mansur. Los musulmanes
atacaron puntos clave de la cristiandad como Barcelona, Santiago de Compostela en búsqueda de botín.
Tras la muerte de Al Mansur se proclamaron varios califas efímeros y en el 1031 estalló una revolución que declaró
abolido el Califato, desapareciendo para siempre la hegemonía de Córdoba.

4. Reinos Taifas e Imperio bereberes ( 1031 – 1235).

La desmembración del dominio omeya a la muerte de Al Mansur hizo surgir una serie de feudos provinciales
conocidos con el nombre de reinos taifas cuyo número ascendió a 28. Esta fragmentación que impide tener una
imagen clara del periodo, no fu óbice para que la civilización de Al Andalus alcanzara un gran esplendor. Se
acostumbra a distinguir tres grupos taifas conforme a la procedencia de sus componentes:

 Origen africano, que se corresponde con el sur de la actual Andalucía con reinos como Málaga, Granada,
Jérez…
 Origen eslavo, en la zona del Levante peninsular con reinos como Almería, Denia, Valencia…
 Origen árabe – andalusí cuyos antepasados habían llegado con los últimos invasores con reinos como
Zaragoza, Lérida, Badajoz, Toledo, Murcia…

Sus rivalidades fueron aprovechadas por los cristianos para impulsar la reconquista e imponer el sistema de parias.
Ante esta amenaza, cuando los cristianos toman la ciudad de Toledo, el taifa de Sevilla acudió en ayuda del nuevo
imperio que acababa de nacer en el norte de África, el Imperio Almorávide.
La dominación almorávide comprende desde el 1090 hasta el 1146. A su llegada a la península, los almorávides
frenan el avance cristiano y derrocan a los reyes taifas de manera que Al Andalus pasa a ser una provincia del
Magreb. Pero los hispanomusulmanes, descontentos con el gobierno almorávide, se alzaron contra él, dislocando su
unidad y motivando un segundo periodo de taifas que va desde el 1146 al 1170.

En el 1170 otro imperio del norte de África, los almohades, envían un ejército para apoyar a algunos de estos taifas
sublevados, y consiguen el dominio del territorio. La capital del Imperio Almohade se establece en Sevilla. Mientras
tanto, la reconquista cristiana, aprovechándose de la debilidad y luchas internas entre los distintos taifas,
almorávides y almohades, obtenía ventajas por doquier, hasta derrotar a los almohades en la batalla de las Navas de
Tolosa del 1212, daño lugar a una nueva desintegración del dominio musulmán, iniciando los llamados terceros
reinos taifas, que van a durar desde el 1170 hasta el 1235, y que van siendo conquistados en distintas oleadas por los
cristianos.

5. Reino nazarí de Granada ( 1236 – 1492).

En el 1235 surge el reino nazarí de Granada, el único existente ya a finales del XIII.
Los nazaríes consiguieron mantenerse gracias a su vasallaje con Castilla, pese a sus luchas internas y la pérdida
continua de importantes plazas como Antequera, pese a estos problemas el reino de Granada alcanzó un grado de
prosperidad elevado gracias a su agricultura intensiva, el desarrollo artesanal de los núcleos urbanos y de su
comercio exterior.
Destaca la construcción del palacio de la Alhambra, que funcionaba como residencia de los emires. El papel
fundamental que desarrollaron los musulmanes españoles fue servir de puente para que la cultura oriental entrase en
Europa.
Así, el fin del reino nazarí se debe tanto a su propia debilidad interna como al creciente poderío cristiano alcanzado
con la unión dinástica entre la Corona de Castilla y la de Aragón. Finalmente, los Reyes Católicos acababan con la
secular presencia musulmana en la península con la toma de la ciudad de Granada en 1492.
Las razones de que permaneciera en pie hasta 1492 son claras:

 Zona muy rica que no paga impuestos elevados a Castilla.


 Potencial demográfico elevado.
 Zonas escarpadas (Sistema Penibético) de difícil conquista.
 Hábil diplomacia que negocia paces y treguas con los castellanos.
 Guerras internas en Castilla en los siglos XIV y XV.

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