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INTRODUCCIÓN
Lea también: Excelente recreación del caso Marbury vs. Madison en español
La parte I de este artículo ofrece una breve introducción a los temas tratados en el
caso Marbury y algunas de las razones por las que los alumnos deberían leer y
analizar la sentencia. La parte II se centra en responder a los argumentos
específicos del profesor Levinson en contra del uso del caso Marbury en clases
así como a su evaluación de que se sobreestima la importancia de ese caso. Por
último, la parte III detalla por qué es más importante que nunca enseñar el caso
Marbury e incluye algunas observaciones sobre cómo ese caso encaja con la
crítica del Realismo jurídico al Derecho constitucional.
1. MARBURY
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[…]
Si bien las afirmaciones de Marshall en ese párrafo pueden ser exageradas, por lo
general, el Estado de derecho exige que puedan aplicarse recursos por
violaciones de los derechos reconocidos por la ley. Más aún, cuando los alumnos
estudien la doctrina de la cuestión política[13] y los aspectos prudenciales de las
doctrinas en uso, y aprendan que algunas veces la corte niega los recursos
jurídicos a individuos que son víctimas de perjuicios, esa parte del caso Marbury
puede usarse para evaluar esas decisiones[14].
«Las facultades del Poder Legislativo están definidas y son limitadas, y para que
no haya confusión ni olvidos respecto a esos límites es que se escribe la
Constitución. ¿Hasta qué punto están limitadas esas facultades y para qué se deja
constancia escrita de esos límites si estos, en cualquier momento, pueden ser
obviados por aquellos a los que limitaban? La distinción entre un gobierno con
poderes limitados e ilimitados queda abolida si esos límites no son válidos para
las personas a las que se les imponen y si los actos prohibidos y los actos
permitidos tienen igual grado de obligatoriedad. Que la Constitución controle
todos los actos legislativos que rechaza o que el Poder Legislativo pueda alterar
la Constitución mediante un acto cualquiera es una proposición demasiado
simple para ser desafiada»[15].
Luego de discutir sobre este párrafo en clase, les pregunto a los alumnos cuál es
la pregunta que Marshall ha dejado sin contestar. Casi siempre obtengo la
respuesta que busco: «¿Quién decide?». Luego pasamos a una de las
afirmaciones más famosas hechas por Marshall de que «enfáticamente, es
competencia y obligación del Ministerio de Justicia decir qué es la ley. Aquellos
que aplican las leyes a un caso particular necesariamente tienen que exponer e
interpretar esas leyes. Si dos leyes entran en conflicto, las cortes tienen que
decidir cómo funciona cada una[16]. Como Daniel Farber señaló en el mismo
simposio en el que apareció el ensayo del profesor Levinson, la lógica de ese
párrafo refuerza con gran vigor el control judicial que ejercen las que controlan
las acciones del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo o respecto a la falta de
responsabilidad de los jueces. A veces termina promoviendo un debate sobre
cómo es que los jueces deberían realizar sus tareas interpretativas. Estas
cuestiones son una buena manera de comenzar la discusión sobre las relaciones
apropiadas entre los tres poderes del gobierno federal y el poder de la corte para
hacer que el gobierno actúe responsablemente dentro de lo establecido por la
ley[17].
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El profesor Levinson señala que la importancia del caso Marbury es sobre todo
histórica y que «surge en medio del notable drama de cuatro años cuando
Thomas Jefferson fue elegido y desplazó así a las potencias federalistas para
quienes el hecho de dirigir la nación era simplemente una prerrogativa suya»[19].
Este drama incluyó, entre muchos otros eventos, la elección presidencial de 1801
que llegó a un punto muerto, los detalles sobre cómo la Cámara de
Representantes terminó eligiendo a Jefferson, las batallas políticas entre los
federalistas y los antifederalistas, la cancelación legislativa del periodo de 1802
de la Corte Suprema y la compra de Luisiana[20].
El profesor Levinson argumenta también que no se puede llegar a comprender el
caso Marbury sin una discusión detallada del caso Stuart vs. Laird[21], que
ratifica la abolición de la Ley de Tribunales de cortes[22]. Esto también
promueve debates en clase respecto a la sabiduría de los jueces vitalicios
Circuito, que fue promulgada demasiado rápido y que añadía a varios jueces a la
magistratura federal al final del periodo presidencial de John Adams[23]. El
profesor Levinson indica que, si no entienden estos eventos históricos, los
estudiantes no pueden apreciar el caso Marbury y analizar la sentencia en el
contexto correcto. Dado que no hay mucho tiempo para enseñarles todos esos
aspectos históricos a los alumnos, el caso Marbury no debería enseñarse por
ningún motivo.
No queda muy claro por qué el caso Marbury requiere más atención histórica que
estos casos.
No queda muy claro por qué los estudiantes necesitarían un contexto más
detallado que el que he indicado para poder apreciar la importancia histórica del
caso Marbury. Es obvio que mientras más contexto tengan, es mejor, pero eso
mismo en cierto para cualquier otro caso constitucional. El profesor Levinson sí
sugiere que el caso Marbury es importante sobre todo por estar en medio de
eventos históricos y no tanto por sus «ostentosas y citables máximas [ … ] que
terminan siendo negadas no solo por el caso mismo, sino también por gran parte
de la historia constitucional posterior»[27]. Si una cita es «ostentosa o fascinante
es una cuestión subjetiva, pero no se puede negar que los comentarios hechos por
Marshall sobre el Estado de derecho, el control judicial y la autoridad del Poder
Judicial por encima del Ejecutivo han superado la prueba del tiempo. En los
cursos de Derecho constitucional, los alumnos van a aprender que la corte evitó
que el presidente confisque fábricas de acero durante lo que él consideraba una
emergencia nacionar, rechazó numerosas leyes federales que buscaban que el
gobierno sea más eficiente[28] y a veces frustró y otras veces apoyó los intentos
del Congreso y del Ejecutivo para lidiar con los problemas económicos de la
nación[29]. Aunque todo esto bien podría haber pasado con o sin Marbury, la
opinión de John Marshall establece los razonamientos básicos para un Poder
Judicial fuerte y les ofrece a los estudiantes una excelente base para analizar el
control judicial moderno que ejercen las cortes. No hay razón para perder esa
base solo debido al amplio contexto histórico en el que se desarrolló ese caso.
El profesor Levinson inicia esta parte de su ensayo con lo que él considera una
idea compartida por todos respecto al caso Marbury. Él dice: «Creo que todos
estamos de acuerdo en que el tema jurídico esencial en el caso Marbury —es
decir, la habilidad del Congreso para ampliar la jurisdicción original de la Corte
Suprema— no es de gran importancia…»[31]. También dice que es «raro» que la
mayoría de libros de casos empiecen con un caso sobre un tema «verdaderamente
trivial»». Más aún, el hecho de si Marbury recibía o no su nombramiento —
según el profesor Levinson— no le interesaba mucho ni al mismo Marbury
(nunca intentó reabrir el caso) y definitivamente tampoco les va a interesar a los
alumnos de Derecho de primer año, pues «muchos estudiantes buscan llevar el
curso de Derecho constitucional creyendo que incluye temas verdaderamente
importantes». Enseñarles el caso Marbury apenas empiezan podría alejar a
algunos de esos estudiantes[32].
Cuando yo enseño el caso Marbury, queda claro que el verdadero «tema» del
caso tiene muy poco que ver con la jurisdicción original de la Corte Suprema o
con el hecho de si Marbury vaya a recibir su nombramiento o no. Por el
contrario, las cuestiones que surgen debido al caso Marbury son si la Corte
Suprema tiene el poder de ordenarle al presidente que realice un deber estipulado
por la ley y si la corte debe hacer efectiva una ley promulgada por el Congreso
que es inconsistente con la Constitución». John Marshall trató ampliamente
ambos temas y sus comentarios —frecuentemente citados— respecto a la
necesidad de un Estado de derecho y de un gobierno que respete las leyes son
fundamentalmente importantes. Mis alumnos tienen pocas dificultades para
apreciar la importancia de esos asuntos, a pesar del resultado del caso en sí
quizás ni les interese. Como escribe la profesora Weinberg, «hay pocas dudas de
que el caso Marbury fuese creado en primer lugar —y sobre todo— para
establecer un control judicial sobre el gobierno —sobre los funcionarios del
Poder Ejecutivo»[33].
[Continúa…]
[1] Título original en inglés: Why I still teach Marbury (and so should you): A
response to Professor Levinson, 6 U. PA. J. CONST. L. 573 2003-2004.
Traducción hecha por Manuel Chuquillanqui Gonzales, abogado por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y corregida por Carmen Luisa
Franco Hip, Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad
Ricardo Palma, CTP 0579.
[6] ídem; ver, por ejemplo, de Kathleen M. Sullivan & Gerald Gunther,
Constitutional Law 3-13 (14.° Ed. 2001) (cuando hablan del caso Marbury al
comienzo de un libro de casos); casos citados infra notas 68-69 y texto
acompañante (citando y discutiendo casos que se apoyan en el caso Marbury).
[7] Paul Brest, Sanford Levinson, J.M. Balkin & Akhil Reed Amar, Processes of
Constitutional Decisionmaking (4.° Ed. 2000); ver también Legal Scholarship
Symposium: The Scholarship of Sanford Levinson, 38 TULSA L. REV. 553
(2003)
[9] Para una colección de artículos buenos y recientes, ver Judicial Review:
Blessing or Curse? Or both? A Symposium in Commemoration of the
Bicentennial of Marbury v. Madison, 38 Wake FOREST L. REV. 313 (2003).
[12] Nota del traductor: La doctrina de la cuestión política está ligada al concepto
de justiciabilidad, pues trata de responder a la pregunta de si el sistema de
tribunales es el lugar adecuado para tratar un caso específico. Se plantea esto
porque los tribunales solo tienen la autoridad para sentenciar sobre cuestiones
jurídicas mas no políticas. Las cuestiones jurídicas son consideradas justiciables
mientras que las políticas no.
[13] Ver, por ejemplo, Nixon vs. Estados Unidos, 506 U.S. 224 (1993) (se
rechaza un caso de un juez federal
[14] Ver, por ejemplo, Nixon vs. Estados Unidos, 506 U.S. 224 (1993) (se
rechaza un caso de un juez federal
[17] Ver de Daniel A. Farber, Judicial Review and Its Alternatives: An American
«Tale, 38 WAKE FOREST L. REV. 415-21 (2003).
[18] Debo indicar que soy hostil al control judicial en general y al caso Marbury
en particular. Ver, de Eric J. Segall, 5 U.S. (1 Cranch) 137, 175, 16 CONST.
COMMENT. 569(1999). Sin embargo, creo que la importancia del caso Marbury
requiere que sea enseñado.
[20] Ídem.
[24] 343 U.S. 579 (1952) («Steel Seizure») (se evitó que el presidente Truman
confiscara fábricas de acero durante la Guerra de Corea).
[26] 49 U.S. 211 (2019) (ratifica una condena por distribuir folletos antibélicos).
[28] Ver, por ejemplo, Clinton vs. New York 524 U.S. 417 (1998); Bowsher vs.
Synar, 478 U.S. 714 (1986), INS vs. Chadha, 462 U.S. 919 (1983).
[29] Ver, por ejemplo, NLBR vs. Iones & Laughlin Steel Corp., 301 U.S. 1
(1937); A.L.A. Schechter Poultry Corp. vs. Estados Unidos, 295 (1935); Estados
Unidos vs. E.C. Knight Co., 156 U.S. 1 (1985).
[31] ídem
[32] ídem
[33] Ver de Farber, supra 17, en 415-16.
[34] outies Weinberg, Our Marbury, 89 VA. L. REV. 1235, 1404 (2003). En este
nuevo y brillante artículo, la profesora Weinberg señala que las críticas
tradicionales al caso Marbury están erradas. Por ejemplo, con respecto a la
sección 13 de la Ley del Poder Judicial, ella cree que Marshall simplemente la
estaba aceptando como verdadera para poder enfrentar los argumentos del
abogado de Marbury de que la sección 13 otorgaba a la Corte la jurisdicción
original y, luego, Marshall indicó que, aun así, la ley sería inconsistente con el
Artículo III. En otras palabras, Marshall no creía realmente que la sección 13
fuese aplicable al caso, pero estaba dispuesto a asumirlo así para que sea
consistente con las normas jurisdiccionales de la época. Por esta y muchas otras
interesantes observaciones originales sobre el caso Marbury, los investigadores y
profesores de Derecho constitucional tienen que leer el artículo de la profesora
Weinberg.
[36] Prigg vs. Pennsylvania, 41 U.S. (16 Pet.) 539 (1842) (se elimina un
reglamento penal de Pennsylvania que prohibía el transporte o venta de
esclavos).