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IED COLEGIO FERNANDO MAZUERA VILLEGAS

JORNADA NOCTURNA.

CICLO CINCO CUROS 5.01 y 5.02


AREA: FILOSOFIA
UNIDAD CUATRO: SOCRATES, PLATON y ARISTOTELES.
FECHA: DEL 25 ABRIL al 6 DE MAYO 2022.
DOCENTE: MIGUEL JIMENEZ RODRIGUEZ.
CORREO: mj07rodri@gmail.com
WHATSAPP: 3054019483
OBJETIVO: Conocer las concepciones de Sócrates, Platón y Aristóteles
en relación con Dios, el hombre, el origen del conocimiento y el Estado.

3.4.3 SÓCRA TES.


Vivió en Atenas (469 - 399 a.c.), hijo de una familia modesta, su padre
era escultor y su madre partera.
Se desenvuelve dentro del ambiente de la sofística, aunque en algún
momento, su autoexigencia moral le lleva a marginarse de toda
comunicación con los demás y al mismo tiempo, a profundizar en la
reflexión humanista. Emplea como los sofistas el diálogo, el debate,
pero con términos muy sencillos.
Fue quien salvó el pensamiento griego del trance mortal en que lo
había puesto la sofística. Además de no cobrar por enseñar su ciencia,
su vida era como la de los sofistas, pasaba todo el tiempo dialogando
con la juventud, enseñándola a buscar la verdad. La preocupación
fundamental de su enseñanza fue la de lograr el autoconocimiento.
Para alcanzar este autoconocimiento, Sócrates recomienda el método
de la introspección. Este método consistía en adentrarse dentro de sí
mismo en la búsqueda de aquello que es propio del ser humano. De
tal manera, como lo plantea Sócrates, lo que constituye nuestra
naturaleza como hombres es la virtud, entendida como el saber actuar
bien.
El saber que capacita para la vida, que es la búsqueda de la verdad,
resulta imposible sin el cultivo de la areté (virtud). No se obra mal sino
por ignorancia, es decir, que sabiduría equivale a virtud. Por lo tanto,
la virtud es susceptible de aprendizaje racional y se complementa
siguiendo el innato instinto moral.
a. El método:
Sin duda el método mayéutico ha caracterizado a Sócrates como
filósofo. A diferencia de los sofistas, y precisamente como reacción
contra ellos, no utiliza el largo discurso demostrativo, ni la
argumentación a favor de su tesis. Él se vale del diálogo con sus
interlocutores para descubrir, en unión con ellos, la verdad.
Su método tiene dos partes. Primero comienza por colocarse en la
conciencia, la afirmación de la ignorancia. Es lo que se ha denominado
ironía Socrática. Frente al pretencioso conocimiento de los sofistas,
que se presentaban al público con ínfulas diciendo “preguntad”,
Sócrates afirma modestamente: “Sólo sé que nada sé”. Y abre un
interrogatorio a los interlocutores que creen saber, hasta hacerlos caer
en contradicciones y convencerlos de que no saben. Conscientes de la
ignorancia, o al menos en situación de duda ya pueden buscar la
verdad.
La segunda parte se denomina mayéutica, término que designa el arte
de ayudar a dar a luz. En esto parece ser deudor del oficio de su
madre. Continuando con el interrogatorio hace descubrir poco a poco
la verdad a su interlocutor, como si éste mismo, con sus propias
respuestas, diese a luz dentro de su propio ser, la verdad que había
confesado ignorar.
Pero el odio y el acoso de sus rivales no descansó. Detrás de todo
había un juego político por haber criticado el discurso de sus
ciudadanos, por no tener ninguna fundamentación. Así se llegó a un
proceso de impiedad en el año 399, en que se le acusó de corromper
a la juventud y de introducir nuevos dioses. Pudo escapar de la cárcel,
pero no se lo permitió su voz interior, su “demonio interior” (daimon),
que le fortaleció para no ser infiel a la misión que le había confiado el
dios délfico: la misión de darse a sí mismo y a sus conciudadanos una
prueba extrema de lealtad y honradez. “Atenienses dice en su discurso
de defensa me sois caros y dignos de aprecio, pero me importa más
obedecer al dios que a vosotros. Y mientras me quede aliento y fuerza
no cesaré de filosofar, de amonestaros y de adoctrinar a quienquiera
de vosotros que me encuentre al paso, diciéndole a mi manera: ¿
Cómo tú, mi estimadísimo, ciudadano del más grande y culto de los
estados, cómo no te avergüenzas de ocuparte con afán de llenar lo
más posible tu bolsa, y de procurarte fama y honor, y, en cambio, del
juicio moral, y de la verdad y de la mejora de tu alma nada se te da?”.
(Apol. 29 d).
Tema que morir, y Sócrates bebió con absoluta calma la cicuta,
mientras departía hasta el fin con sus amigos, filosofando sobre la
inmortalidad del alma. Sócrates no filosofó con el seco entendimiento,
sino con todo su ser, carne, sangre y espíritu.
Según Sócrates, el hombre es una criatura en constante búsqueda de
sí misma, que en todo momento de su existencia debe mantener bajo
examen y escrutinio racional. Así que el hombre se distingue de los
demás seres porque puede dar respuestas ra¬cionales a preguntas
racionales planteadas sobre él mismo.
b. Doctrina moral:
Sócrates descarta como criterios de bondad ética, la utilidad, el placer
y el poder. Su concepto de bien lo toma del mundo de la técnica, de
las artes manuales. El buen zapatero, el buen albañil es el que sabe
hacer zapatos o cosas. La bondad consiste en la sabiduría, en saber
obrar, en atender.
Por eso se puede afirmar “el sabio es bueno”. En consecuencia, no
basta la sabiduría intelectual para obrar el bien. El saber obrar del
trabajo técnico es un entendimiento práctico. Puede practicar la virtud
sólo quien la conoce y la entiende. Si comprendiéndola la ejercita, es
virtuoso, es bueno. Afirma Sócrates “actúa bien y serás feliz” ¿Quién
es, entonces, el hombre virtuoso? Aquel que busca la felicidad de
todos practicando la virtud. Es decir, aquel que conociendo la justicia,
la verdad, el recto obrar en cada momento, hace que su conocimiento
o sabiduría dirija todos sus actos. Sólo así la voluntad de cada
individuo coincide con la voluntad del Estado y el bien particular con
el bien colectivo.

3.4.4 PLATON:
a. Vida y obras.
Platón, cuyo verdadero nombre es Aristocles, vivió entre el 428 y 347
a. C. Su inquietud filosófica lo lleva a estudiar a Heráclito, pero su
encuentro con Sócrates es fundamental, durante diez años que estuvo
como discípulo, y de ahí hasta la muerte del maestro, se convierte en
su más fiel discípulo.
Más tarde viaja por Egipto y la Magna Grecia, donde traba
conocimiento con las doctrinas pitagóricas y eleáticas, que ejercen
indudable influencia en sus formulaciones. La escuela fundada por él
en Atenas, la Academia, perduraría hasta el siglo VI de nuestra era.
Platón expone sus ideas en una treintena de diálogos, de los cuales,
los principales pueden agruparse como sigue:
Diálogos de juventud, más críticos que doctrinales,
correspondientes al período socrático, en los que emplea el método
mayéutico para la clarificación de la verdad (Apología de Sócrates,
Critón, Gorgías);

Diálogos de madurez, presenta en ellos aportes originales al


sistema socrático y la formulación de la teoría de las ideas (Fedon, El
Banquete, La República);
Diálogos de la última etapa, están caracterizados por la
búsqueda de la relación o participación de las ideas respecto al mundo
sensible: se trata de los textos platónicos mas abstractos y profundos
de su producción filosófica (Sofista, Parménides, Política, Filebo,
Timeo).
b. Los grados del conocimiento: Teoría de las ideas.
La parte fundamental de la filosofía de Platón la constituye su genial y
fecunda doctrina de las Ideas, relacionada con su teoría del
conocimiento. El conocimiento en Platón, abarca el proceso gradual a
planos cada vez más elevados de inmaterialidad y plenitud, que, si se
quisiera expresar de una manera clara, se diría que pasan del simple
conocimiento sensible al matemático y de ahí al metafísico.
De las cosas sensibles podemos tener un conocimiento inmediato
(doxa u opinión), y de las realidades superiores, un conocimiento
inteligible (episteme o ciencia). La doxa admite dos grados de
conocimiento: la suposición, fruto de la imaginación y la creencia
derivada del conocimiento perceptivo de lo inmediato sensible. La
episteme, a su vez, admite también dos grados de conocimiento: la
dianoia (razonamiento, razón) y el nous o conocimiento filosófico,
capaz de remontarse a la contemplación de las ideas (noesis)
En la República, Platón, explica su concepción del conocimiento
mediante la alegoría de la caverna; en ella compara al hombre con un
prisionero que contempla la realidad sólo a través de las sombras
producidas por la hoguera. Se simboliza de esta forma el
aprisionamiento del alma inmortal en el cuerpo perecedero.
Así, pues, hay un mundo sensible y un mundo inteligible, en cuyo
estudio debe profundizar la filosofía: se trata de una realidad
inmutable, atemporal, no espacial, incondicionada, que posibilita la
otra realidad inferior.
a. Concepción del hombre.
Encontró Platón, que el hombre está compuesto por dos elementos
diferentes: cuerpo y alma, un elemento material y el otro espiritual.
Ahora, el punto está en determinar cómo entiende él la unión de estos
dos elementos.
Tal unión es, en realidad, un lazo bien débil. El cuerpo es para el alma
un vehículo, como la nave que conduce un navegante; su relación con
él no pasa, por tanto, de ser accidental. El cuerpo se convierte en una
cárcel para el alma de la cual siempre busca liberarse para volver al
mundo de la plenitud, o de las Ideas.
Por lo tanto, tal unión no es precisamente una unión dichosa, el alma
es sinónimo de bondad mientras que el cuerpo es de maldad, así que
el cuerpo se convierte en una pesada carga para el alma.
Queda claro entonces que para Platón, el cuerpo y el alma son dos
cosas muy distintas y por lo tanto una sola de ellas podría ser el
hombre, quedando la otra como instrumento a su servicio. Además,
“le fue fácil observar cómo las funciones propias del alma, tales como
sentimientos, razón, reflexión e imaginación, eran más perfectas e
independientes que las del cuerpo: ver, oír, hablar, respirar, caminar,
digerir el alimento, etc.”
El origen del alma está en manos del Demiurgo. Él es quien aporta “la
semilla y el comienzo”. De tal manera que para Platón el alma es una
esencia invisible, inmaterial, espiritual. Esta alma noble y buena es
colocada en un cuerpo que es malo, que a cada momento trata de
pervertirla. En efecto, dice Platón, “los -dioses creados- formaron
alrededor del alma un cuerpo mortal, y le dieron por vehículo todo el
cuerpo y le dieron otra especie de alma, la mortal, que encierra en su
seno terribles y necesarias afecciones, primero la concupiscencia del
placer, máximo incentivo del mal, después las enfermedades y el
dolor, que ahuyenta la dicha, luego el coraje y el miedo, locos
consejeros ambos, y la implacable ira, y la esperanza fácil de engañar,
y sobre todo esto, la sensación, sin la luz del logos, y la pasión del
amor, que a todo se atreve; y así por una cierta necesidad
configuraron el género de los mortales ”. (Diálogo a Timeo 69,cd).
Ya hemos dicho que para Platón es claro que la parte más importante
en el hombre es el alma, y que ella a su vez está constituida por tres
partes, porque encontró que el alma podía tener tres clases de
comportamiento diferentes:
a. La racional o espiritual, en la cual predominan todas aquellas
actividades como la reflexión, la represión de los impulsos agresivos y
alimenticios, el diálogo, etc.
b. La irascible o pasional, vienen de allí los sentimientos belicosos
de agresividad, sin temor alguno a las consecuencias que tales
acciones puedan tener para la supervivencia.
c. La concupiscible o apetitiva, encontramos los ’ comportamientos
en los que la satisfacción de los apetitos corporales son la finalidad de
la acción. Estos apetitos fundamentalmente están dirigidos en dos
vías: los de nutrición y los de reproducción o sexuales.
No obstante, Platón, distingue y localiza estas partes del alma así, en
la cabeza (alma racional), en el pecho (alma irascible), y en el vientre
(alma concupiscible), en realidad no admite nada más que una única
alma en el hombre.
d. Función del alma:
Platón quiso identificar las partes del alma en un carruaje. El cochero
(auriga) representa la parte racional, trata de guiar este carruaje que
es tirado por dos caballos. Uno de ellos es dócil, amable, este
corresponde a la parte irascible y el otro a su vez es indomable, terco,
feo y corresponde a la parte concupiscible, el cual siempre busca
desviar al coche de su camino. A través de esta representación Platón
quiere mostrar cómo la razón debe orientar el alma hacia el
conocimiento, luchando contra la parte pasional, en el control del
cuerpo y evitando cualquier desvío producido por sus apetitos
destructores.
e. Destino del alma:
Una concepción típica del pensamiento platónico es la doctrina de la
transmigración de las almas. Una vez salida de las manos del
Demiurgo, el alma es entregada a los “instrumentos del tiempo”;
experimenta su primera encamación. Al final de esta primera vida el
alma, junto con el cuerpo, se presenta ante el juez de los muertos,
para dar cuenta de su vida en este mundo. Según el resultado de este
juicio, pasa de nuevo, con los bienaventurados al mundo de las ideas
o es trasladada a lugares de castigo en regiones subterráneas.
En conclusión, se puede afirmar que, para Platón, el hombre es un
alma racional encadenada a un cuerpo material y sensible, que busca
salir de él para retomar a su estado original de perfección, a través de
una continua lucha por el logro de mayores y más perfec-tos
conocimientos, y evitando caer en los apetitos de su ser sensible y
material.
Según Platón, la función prioritaria de todo ser humano, ha de ser el
cultivo de su inteligencia, como un deber moral, por el rescate de su
alma y su retomo al mundo de la perfección.
f. Origen del conocimiento
Platón ha expresado su pensamiento, sobre la verdad y la realidad, de
un modo intuitivo, mediante su célebre símil de la caverna con que
abre el libro VII de La República. “Nos ocurre a los hombres - se dice
allí- exactamente lo mismo que a unos cautivos que se hallaran en lo
profundo de una caverna subterránea y desde su nacimiento
estuvieran encadenados a un poste de forma que nunca pudieran
volverse y necesariamente tuvieran sus rostros vueltos hacia la pared
opuesta a la entrada de la cueva. A espaldas de ellos, a la entrada,
corre a todo lo largo de la caverna un muro de la altura de un hombre.
Detrás de este muro, a la parte de fuera, arde una hoguera. Si entre
el fuego y el muro discurrieran de acá para allá hombres que llevaran
sus brazos levantados imágenes, estatuas, figuras de animales,
herramientas, etc., de modo que estos sujetos rebasaran la altura del
muro, ocurriría que la sombra de estos objetos, producida por el
resplandor del fuego, iría a proyectarse a la pared del fondo de la
caverna, e igualmente llegaría a los oídos de los cautivos el confuso
eco de las voces de los hombres que detrás se mueven.
Como los cautivos jamás han percibido otra cosa que las sombras
proyectadas delante de sus ojos y el eco de las voces, tendrían por
verdadera realidad aquellas imágenes y sombras de los objetos. Si de
pronto pudieran volverse y ver los mismos objetos al calor del fuego,
cuyas sombras hasta entonces únicamente contemplaron, y percibir
las voces mismas en vez del sordo murmullo, quedarían ciertamente
espantados ante esta nueva realidad. Y si suponemos que le es dado
salir totalmente de la cárcel subterránea y ver a los hombres y a las
cosas en su propio ser a la luz del claro sol, en vez de las meras
imágenes que eran los objetos paseados a lo largo del muro,
quedarían sin duda ofuscados ante la realidad tan nueva que ahora se
les ofrece. Y si suponemos todavía que aquellos hombres privilegiados
volvieran a la caverna y relataran a sus propios compañeros de
cautiverio lo que acababan de ver y les quisieran convencer de lo que
allí se ve y se oye no es la verdadera y auténtica realidad, es muy
seguro que no encontrarían fe en sus palabras y que serían incluso
objeto de burla. Y si alguno intentara librar a los cautivos y sacarlos a
la luz y claridad del verdadero mundo, puede que le costara la vida.
Y, sin embargo, es preciso sacar a los cautivos de la cárcel de su
caverna”.
(La República, Capítulo VII.).
En este contexto, la misión del filósofo es librar al hombre del mundo
de las apariencias y de las imágenes y conducirlo al verdadero ser,
que no es precisamente el “mundo real”, el mundo espaciotemporal,
que es sólo imagen y sombra. El verdadero mundo es el de las ideas,
el mundo suprasensible.
De tal manera que, para Platón, el alma humana vivía en el mundo de
las ideas antes de ser encarcelada en este cuerpo, vivía dedicada a la
contemplación de las ideas; pero tuvo la fragilidad de cometer una
culpa, una transgresión, por la cual fue castigada a vivir encerrada en
el cuerpo hasta que purgar cumplidamente su falta.
En el proceso de conocimiento, el alma recuerda las cosas reales
contempladas antes de caer en el cuerpo. Los conceptos no son más
que pálidos recuerdos de aquella vida feliz en el mundo de las ideas.
Por lo tanto, dice Platón, en este mundo el alma no aprende nada
nuevo, sólo recuerda constantemente lo aprendido en el mundo de las
ideas.
g. El estado y la política.
No sólo ha escrito sobre el hombre como individuo, sino también,
como ser social; y sus ideas sobre la sociedad y el estado se cuentan
entre las más valiosas y célebres concepciones de su filosofía.
El hombre se congrega no sólo por un simple capricho de, lo
respondiendo a un instinto y ley de la naturaleza. Plantea que en toda
sociedad es necesario el surgimiento de las clases sociales atendiendo
a las necesidades del mismo estado.
Platón plantea que en todo estado se dan los siguientes grupos
humanos:
a. Los trabajadores: dice que, como los particulares no se bastan a
sí mismos para atender las necesidades de la vida, se ve la necesidad
de una división armónica y recíproca del trabajo que beneficie a todos.
Unos se ocupan de proporcionar alimentos, otros se dedican a la
artesanía, otros al negocio y al comercio, de este modo surge la clase
productora.
b. Los guerreros: Una comunidad de hombres corre el peligro de
verse involucrada en enemistades internas y externas. Son por tanto,
necesarios los guardianes o guerreros, y así surge la fuerza armada.
Los mejores de estos soldados tomarán la dirección del pueblo; serán
ellos los encargados de la defensa y bienestar de todos, y buscarán
ante todo la armonía y la paz.
Formas de gobierno del estado:
Para Platón es muy importante el planteamiento de la justicia en la
dirección de un estado. Dice: “justicia es rectitud”, es decir, todo en
el estado: hombres, leyes e instituciones, deben responder al orden
ideal. No lo que cada cual quiere, sino lo que cada cual debe cumplir
de esta norma fundamental. La fórmula de Platón puede resumirse en
lo siguiente: “Hacer cada uno lo suyo”. Platón hace un estudio de las
distintas formas de gobierno y justifica su rechazo o aceptación así:
1. Monarquía:
Si al frente del estado hay un solo gobernante, el mejor entre los
mejores, posibilidad que no excluye Platón, entonces hay una
monarquía. Este hombre sería omnipotente, no precisamente porque
supera en fuerza a los otros, sino por su sabiduría. Platón opina que
el régimen de monarquía tiene sus ventajas, com¬parado con la
legalidad o imperio personal de la ley automática o técnicamente
aplicada por los hombres de estado. El monarca una vez en posesión
de los rectos principios políticos, podrá siempre decidir al momento lo
justo, cualquiera que sea la situación que se presente.
2. La Timocracia:
No mandan los mejores espiritual y moralmente, sino los ambiciosos;
hombres que se tienen por capaces y excelentes, porque son buenos
deportistas, cazadores y soldados. Son más inclinados a la rápida
deci¬sión y a la acción que a la madura reflexión; más hechos para la
guerra, que para la paz; de talento práctico hábiles e ingeniosos. Les
atrae la ganancia del dinero, defienden por ello, la propiedad privada
y se enriquecen ocultamente.
3. La Oligarquía:
Significa literalmente gobierno de pocos. En realidad, es el dominio de
los adinerados y la postergación de los faltos de recursos aunque sean
bien dotados. Si en la timocracia el afán por el dinero es el problema,
aquí la codicia se convierte abiertamente en el principio de gobierno.
En esta forma de gobierno, la política se convierte en una caza de
puestos bien retribuidos, que obstaculiza el trabajo, destruye la unidad
interna y condena al estado a la impotencia, porque no lo representa,
como tampoco al pueblo, sino a una banda de explotadores.
4. La Democracia:
Representa para Platón un descenso mayor en el ideal político. Aquí
impera la plena libertad de acción. Frente a ella nos quedamos sin
autoridad que la sujete y límite; ningún derecho inviolable; todos son
iguales, cada cual es libre de expresar sus deseos cualesquiera que
ellos sean. Acá todos son responsables, pero nadie se compromete,
todos esperan que los demás hagan y nadie hace nada, por eso cada
día se va de mal en peor.
5. La Tiranía:
Es la más extrema degradación de las formas de política. No es el
opuesto de la democracia sino su consecuencia. La democracia vive
en el desbordamiento de la libertad, por lo tanto, se hará necesario la
presencia de un dirigente del pueblo. Este líder, que a la postre se
convierte en tirano, comenzará vendiendo favores y amistad y a hacer
toda clase de promesas; por ejemplo, perdón de deudas y reparto de
tierras; después buscará la manera de deshacerse de sus enemigos:
maquinará guerras para que el pueblo necesite siempre de un jefe y
no le quede tiempo para pensar en alzarse contra el régimen.
Por lo tanto, los gobernantes del estado ideal en Platón serán los
“reyes filósofos”, escogidos de entre los mejores guerreros a los cuales
se les somete a una rigurosa formación. Estos guardianes perfectos
deben ser, en efecto, filósofos, para que puedan poner como
fundamento de todo el edificio estatal la verdad y la virtud. Estudian
todavía cinco años de filosofía. matemática, astronomía, bellas artes
y especialmente dialéctica, para tomar íntimo conocimiento con todas
las leyes, verdades y valores del mundo.

3.4.5. ARISTOTELES
a. Vida y Obras
Nació en Estagira (tracia), hacia el año 384-322 a.c). A los 18 años se
trasladó a Atenas donde asistió durante 19 años a la escuela de Platón,
hasta la muerte de su maestro. Hacia el año 355 fundó en las afueras
de Atenas el Liceo, donde enseñaba, paseándose, a sus discípulos. Por
esta razón se atribuyó el nombre de “escuela peripatética” al Liceo
creado por el filósofo. Si Platón era poeta y pensador, Aristóteles fue
el típico hombre de ciencia. Carente de la imaginación de su maestro,
de la facilidad de Platón para pensar con símbolos y ofrecer a sus
discípulos un placer puramente artístico.
El pensamiento de Aristóteles es analítico: divide el todo en partes
elementales, en tanto que Platón toma siempre como punto de partida
la imagen completa.
En el campo filosófico Aristóteles es deudor de filosofía platónica. Su
pensamiento conservó el fondo de esa doctrina, pero dándole una
forma más accesible. Platón presentaba las ideas como seres
superiores e independientes que vivían en un mundo distinto al de los
sentidos. Aristóteles coloca las ideas en el mundo sensible, y dice que
ellas están en las cosas; como la idea de un artista está en el bloque
de mármol del que sale la obra maestra.
Fue llamado el polígrafo más grande de la época, escribió más de 400
obras. Entre ellas se destacan: El Organón (tratado de lógica),
Metafísica, Tratado de física, Sobre el cielo, Historia de los animales,
Sobre el alma, Política, Ética a Nicómaco, Retórica y Poética.
b. Origen del conocimiento.
Aristóteles niega la existencia de alguna posibilidad de conocimiento
anterior a nuestra vida presente, como lo afirmaba Platón; este
planteamiento genera en el filósofo la pregunta: ¿cómo logramos
adquirir, entonces, los conocimientos presentes?
A esta pregunta, plantea Aristóteles, que nuestro conocimiento
empieza por los sentidos. De aquí la imagen pasa al entendimiento,
que tiene la facultad de recibir todas las sensaciones y convertirlas en
conceptos. Pero ¿cómo se opera el tránsito de los sentidos al
entendimiento? A lo que responde, que los sentidos por sí mismos, no
pueden obrar en ninguna facultad espiritual, y por otro lado, el
entendimiento por hallarse en potencia, no puede actuar sobre las
facultades cognoscitivas sensibles para recoger dichas sensaciones.
De tal manera, que la única solución es admitir un entendimiento que
esté siempre en acto; y éste es el: entendimiento agente. Su misión
no es otra que la de actuar en el entendimiento potencial, es decir, el
de convertir las sensaciones en ideas. De aquí que el entender es el
puente entre la potencia y el acto.
Para sustentar esta afirmación, distingue varios grados, en el
conocimiento humano, pues no todos tienen la misma naturaleza y el
mismo objeto:

Primer grado: La sensación. Para Aristóteles este conocimiento


se da a través de los sentidos y es a la vez manifestación de todo
hombre que por naturaleza está en capacidad de acceder al
conocimiento.

Segundo grado: La experiencia. Es la ciencia de lo concreto. La


experiencia es el fruto de muchos conocimientos cotidianos. El origen
de ella es la memoria, muchos recuerdos de una misma cosa acaban
por constituir una experiencia. A través de la expe¬riencia se conoce
lo que es una cosa, y se aprende a distinguirla de las demás.

Tercer grado: El arte. El arte no tiene por fundamento la


experiencia; es un conocimiento superior, puesto que no solamente
conoce lo que es una cosa, sino el por qué y la causa. “Por ello, en
toda empresa, los maestros son de mayor consideración que los
obreros: son más sabios y tienen mayor conocimiento porque conocen
las causas de lo que se hace, mientras que los obreros se parecen a
las cosas inanimadas: hacen, pero sin saber lo que hacen”.

Cuarto grado: El saber filosófico: Es el que tiene por factor la


sabiduría, pues tiene como objeto el indagar en el conocimiento las
causas primeras y los principios que le dan origen. Este es el campo
propio de la filosofía.
c. Concepción del hombre.
Contrario a Platón, quien pensaba que en el hombre era indeseable la
unión entre cuerpo y alma, Aristóteles considera que dicha unión es
fundamental, que se da una relación de complementariedad entre las
dos elementos. Muchos actos en el hombre no dependen únicamente
del alma o del cuerpo, puesto que ellos forman una sola substancia.
¿Qué es el alma? Mirada en su faz externa, tiene la misma concepción
platónica, es aquello que se mueve por sí mismo. El alma constituye
y explica la vida de los hombres, animales y plantas. Pero la vida es
movimiento, automovimiento.
No obstante, la inseparabilidad entre alma y cuerpo, en el alma se
ubican las funciones propiamente vivientes o racionales. El alma es,
entonces, quien conforma las características del cuerpo y sus
funciones. El alma nada podría hacer si no tuviera un cuerpo en el cual
actuar.
d. Partes del alma:
De modo análogo a la teoría de Platón sobre las tres partes del
alma, Aristóteles distingue las siguientes:

Alma vegetativa: se relaciona con todo lo referente al


crecimiento, a la nutrición y a la reproducción; esta alma se encuentra
pura en todas las espe¬cies. Según Aristóteles, no puede mencionarse
un ser natural y viviente que no busque su perpetuación y
conservación en la reproducción.

Alma sensitiva: incluye las potencialidades del alma vegetativa y


además aporta aquella realidad en que se dan las percepciones
sensibles, las facultades apetitivas inferiores y el movimiento local;
esta alma aparece en el reino animal.
A lo que tenemos que agregar, que Aristóteles encontró ciertas
propiedades muy importante en los sentidos: cada sentido está
especializado en un tipo específico de sensación: ver, oír, gustar, etc.

Alma locomotriz: Según Aristóteles, dicha facultad es exclusiva


de aquellos seres que poseen las facultades exteriores lo
suficientemente desarrolladas, para poder sustentar así la actividad
de locomoción. Es la posibilidad que tienen ciertos seres vivos de
desplazarse de un lugar a otro.

Alma racional o intelectiva: Es exclusiva y úni¬ca del hombre; la


llamamos razón, intelecto, entendimiento, es donde nacen las ideas.
Dice Aristóteles que sobre el hombre se eleva el espíritu (logos), como
facultad de conocer, superior, es lo que nos diferencia de los demás
seres de la creación, lo propiamente humano. El logos es
entendimiento en cuanto pensamiento analítico que juzga, y es razón
en cuanto intuición y formulación de conceptos y principios.
De igual manera que en la formulación Platónica, la cuádruple
estructura Aristotélica del alma: vegetativa, sensitiva, locomotriz y
racional, plantea la pregunta sobre el número de almas que conforman
al hombre. A este respecto, Aristóteles se mantiene firme en la unidad
del alma y polemiza contra Platón, quien había separado las partes del
alma.
e. El Estado.
El estado, para Aristóteles, significa la terminación de un proceso de
evolución. El individuo ha dejado atrás el ser nómada, y de igual
manera, que la familia o la tribu y el pueblo no se bastan a sí mismas,
se reúnen por amor a la vida, además para satisfacer las necesidades
individuales que se convierten en necesidades colectivas, es decir, en
una cierta comunidad de intereses.
El estado se satisface a sí mismo, es autárquico. Aparece aquí por
primera vez en Aristóteles este concepto filosófico-político del que más
tarde derivará el concepto de soberanía. De tal manera que para
Aristóteles el estado es una comunidad de ciudadanos; y ciudadano
no es el hombre libre que tiene la participación en la administración
de la justicia y en el gobierno.
Al hablar del estado, plantea la diferencia que existe entre la política
exterior y la política interior.

Por política exterior entiende que de ninguna manera ha de ser, una


política de fuerza. Sería absurdo afirmar, que la misión del hombre
que pertenece al estado es la de hacerse apto para dominar a sus
vecinos, para imponerles su mandato y ley. Aristóteles ve con claridad
las funestas consecuencias que una política así origina, porque un
hombre violento hace al otro violento.

En política interior, de igual manera que en la anterior, está en


contra de toda política de fuerza; plantea que es preciso proceder
incluso sin escrúpulos y hasta en ocasiones no retroceder ante la
injusticia. Pero esto llevaría a una lucha salvaje por el dominio y el
poder que sacudiría, hasta sus cimientos, todo orden humano.
Aristóteles argumenta "Entre iguales debe haber derechos iguales, y
una constitución política que vaya contra el derecho difícilmente es
duradera”. Tan honradamente convencido está de ello Aristóteles, que
aún para los gobernantes, aplica este principio básico: sólo sabrá
mandar bien quien ha aprendido a obedecer. Pero la obediencia ha de
ser del libre al libre, no del esclavo sin derechos al déspota.
Respecto a las formas de gobierno plantea varias alternativas, dice:
"Si se gobierna en bien del pueblo, tenemos buenas formas de
gobierno; si es uno el que manda y es además el mejor, tenemos una
monarquía; si son muchos y los mejores, una aristocracia; si todos los
ciudadanos participan en el gobierno, porque todos son más o menos
igualmente competentes, una república. Continúa planteando que si
el gobierno cede en beneficio, no del pueblo, sino de los que
gobiernan, tenemos las malas formas de gobierno, fórmulas de estado
degeneradas. "Si uno es el que manda, tenemos una tiranía, que es
la máxima degradación; si son muchos y además pertenecen al
partido de los ricos, tenemos una oligarquía; si no es un número
reducido de ricos, sino por el contrario los desheredados de la fortuna,
y estos en su totalidad, tenemos una democracia”. (Tomado de
Historia de la Filosofía, Editorial Migema, año 2000)
ACTIVIDADES:
1. Realizar una lectura de rastreo e identificar los términos
desconocidos, hacer un listado de los mismo y buscar su significado
anotándolo en una hoja de cuaderno o en un archivo en su computador
y disponer del mimo para la clase virtual.
2. Tenga en cuenta, precise y retenga de cada filósofo los siguientes
aspectos:
- La concepción de Dios.
- La concepción del hombre.
- Origen del conocimiento.
- Concepción del Estado.
NOTA: Estas preguntas son orientadoras para preparar la evaluación
de la unidad.

EVALUACION:

En la semana del 9 al 13 de mayo según el horario de cada curso se


enviará a sus correos o a su línea de WHATS APP un cuestionario en
formato DRIVE el cual debe resolverse durante la clase
correspondiente.

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