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...nuestra sensibi- Otra dificultad reside en que nuestra sensibilidad no aparece “aislada” de nues-
lidad no aparece tro pensamiento y nuestra voluntad, sino compenetrada con estos dinamismos de
“aislada” de nues- la esfera superior del psiquismo humano. Nuestro mundo perceptivo y tendencial
tro pensamiento y incluye en forma espontáneamente articulada el concurso de todos los sentidos,
n u e s t r a del pensamiento y de todos los apetitos.
voluntad,sino Tenemos que asumir ahora el desafío de la distinción, enumeración y caracte-
compenetrada rización de cada una de las facultades psíquicas que intervienen en este delicado y
con estos dina- complejo proceso cognoscitivo-tendencial llamado “sensibilidad”.
mismos de la es-
Como las potencias del alma se definen por su objeto, habrá que establecer
fera superior del
muy bien el objeto de cada potencia sensitiva del hombre.
psiquismo huma-
no. Luego habrá que considerar todo esto en movimiento, según el orden natural
de sus operaciones, y finalmente tendremos que tratar de contemplar el significa-
do de conjunto que arroja la dimensión sensitiva en la totalidad de la vida humana.
Queremos que el alumno alcance a valorar la propia experiencia sensitiva en
orden a la totalidad de la vida humana. Para ello tendrá que llegar no sólo a
memorizar la teoría fundamental sino que es preciso que llegue a poseer la habi-
lidad de interpretar la experiencia desde el discernimiento de los dinamismos sen-
sitivo-afectivos.
En cuanto a la esfera del conocimiento sensitivo, el alumno debe ser capaz de
superar el craso materialismo que tiene atrapada la mente de muchos científicos y
parece hoy ser moneda corriente cuando se quiere explicar el conocimiento. Debe
comprender con claridad el carácter “inmaterial” de todo conocimiento.
En cuanto a la esfera de lo afectivo o pasional, el alumno debe ser capaz de
distinguir una pasión de otra, expresar el orden esencial que hay entre las pasiones
y esbozar los principios generales que ordenan el gobierno humano de las mis-
mas.
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Objetivos de Aprendizaje
1. Desplegar el panorama de la sensibilidad humana, distinguiendo las faculta-
des psíquicas que la constituyen y mostrando cómo se articulan sus dinamismos
respectivos.
2. Incorporar el lenguaje propio de la realidad cognoscitiva y tendencial de la
sensiblidad humana, aprendiendo fundamentalmente a distinguir las operacio-
nes de este nivel de vida respecto de la esfera racional.
MAPA CONCEPTUAL
P A S I O N E S D E L A L M A
S E N T I D O S
1
La cualidad es un accidente –forma accidental- que determina a una sustancia y puede ser de
cuatro especies (consultar un tratado de Física y Metafísica tomista). La tercera especie se llama
“cualidad pasible” y allí se agrupan las cualidades que determinan la “alteración” de un ente
físico (por lo que se dice que ha padecido alteración), como el cambio de color o de figura. En
estas cualidades, la aparición de una nueva cualidad implica la desaparición de su contraria,
como cuando se adquiere un color, se pierde otro. Cfr. Millán Puelles, A. Fundamentos de
Filosofía. Madrid, Rialp, 1969. pp. 263-266 y 508. (Capítulos X y XVIII, respectivamente).
2
S. Th. I, q. 78, a. 3, ad 1.
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Se observa una alteración común con los demás cuerpos del mundo, en la cual
el paciente es asimilado a la forma del agente, como cuando el fuego asimila por el
calor a un leño. En este tipo de alteración, llamada “alteración o inmutación
física”, el sujeto alterado (paciente) pierde su forma anterior, en mayor o menor
medida, según la intensidad del influjo del agente. Así el calor va calentando el leño
hasta que, finalmente le hace perder su figura y hasta su forma sustancial, transfor-
mándolo en cenizas. Lo mismo ocurre cuando un cuerpo cambia de un color a otro;
si pasa, por ejemplo, de amarillo a verde, es necesario que pierda el amarillo para
ganar el verde, siempre hablando del mismo cuerpo o extensión corpórea, claro.
Pero este tipo de alteración o inmutación sólo es el inicio del proceso cognoscitivo
“sensorial”. Podemos observar, por ejemplo, cómo se produce en la sensación del
tacto, respecto del calor: el calor (objeto del tacto) altera la piel (órgano del tacto);
y mientras más se prolonga el influjo o más intenso es más alterada se ve la piel,
perdiendo la forma que tenía (el grado de calor o incluso la figura, para ganar una
nueva cualidad).
Sin embargo, esto es sólo la antesala del conocimiento. No podemos reducir
el conocimiento a un proceso “físico”. Con una argumentación muy sencilla lo
probamos: si el conocimiento en cuanto tal consistiera en una alteración física, todo
cuerpo que se altera se diría “cognoscente” (por ejemplo, el agua que se calienta), lo
que resulta absurdo.
...lo propiamen- Demos el paso decisivo: lo propiamente cognoscitivo de las sensaciones consiste
te cognoscitivo pues en llegar a poseer la forma de lo otro sin su materia. Se trata de una recep-
de las sensacio- ción “inmaterial”; al menos en algún grado de desprendimiento de la materia. Es
nes consiste pues éste un tema arduo que debemos entender muy bien, para avanzar en nuestro
en llegar a poseer estudio del conocimiento y la espiritualidad del hombre.
la forma de lo
Que yo conozca el “árbol” significa que he incorporado por mi sensibilidad su
otro sin su mate-
forma, pero ésta no se halla en mí “hecha de madera y otros tejidos”. No ingresa en
ria.
mi interioridad la materia concreta e individual de ese árbol, sino su forma, en algún
grado ya desprendida de su materia, al menos, de su materia individual y concreta3.
Y observamos además, que la forma del árbol no es recibida como la materia
recibe a la forma sino que se recibe tal cual es, sin la limitación propia de individua-
ción de una materia cuantificada concreta.
Si no advertimos esta “inmaterialidad” en las sensaciones, no podemos explicar
que se trate de un “conocimiento”, pues reducir la recepción sensorial a un proceso
de pura alteración física es quedar en el plano de las acciones entre cuerpos y no
descubrir el ente “cognoscitivo” que ya aparece aunque se trate de un ínfimo grado
del mismo.
3
Los grados de inmaterialidad manifestarán los grados del conocimiento, como iremos viendo
en el avance de los temas.
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4
S. Th. I, q. 78, a. 3, in c.
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primeros filósofos griegos, llamados cosmólogos, entre los cuales se destaca la teo-
ría de EMPÉDOCLES, para quien el conocimiento se realiza por lo semejante, es
decir, el conocimiento del agua, por el agua que tiene el que conoce, el fuego por el
fuego, mediante “efluvios” que salen de las cosas y llegan a los sentidos:
“vemos la tierra con la tierra, el agua con el agua, el divino éter con el éter, con
el fuego el fuego destructor, el amor con el amor, y el odio, en fin, con el dañino
odio”5.
Para DEMÓCRITO (y los atomistas, en general) esos efluvios serán sólo migra-
ción de átomos en el vacío; movimientos de partículas que migran de las cosas
hacia nuestros sentidos para reproducir las cosas en nosotros6.
Y mucho más adelante, sin el estado de ingenuidad propia de aquellos filósofos
que dieron origen a la Filosofía, hallamos en el pensamiento moderno a los empiristas,
llamados así por el reclamo que hacen de la “experiencia” en el saber científico,
aunque ellos reducen la experiencia a la “experiencia de los sentidos” (negando una
“experiencia intelectiva”, por ejemplo) y reduciendo a su vez la experiencia sensible
al influjo físico de las cosas. Tal es el caso de DAVID HUME, para quien incluso el
pensamiento es como un resabio debilitado de las sensaciones. Su posición se expli-
ca si comprendemos que sólo reparan en la “inmutación física” mientras que la
“inmutación espiritual” les pasa inadvertida o a veces resulta negada ex-profeso en
virtud de un prejuicio contra la doctrina de la abstracción, propia del pensamiento
de Aristóteles y el de Santo Tomás.
Nos bastan estos autores para exponer toda una línea de tendencias en el pensa-
miento, que es antigua y es moderna, y llega hasta nuestros días (los errores se
repiten, muchas veces sin saberlo).
Hoy nos encontramos con otro caso similar, aunque desgraciadamente implica-
do en el quehacer científico. Se trata del pensamiento de aquellas personas que
investigan en “NEUROCIENCIAS”. Se sabe que esta rama de la bio-medicina
ha hecho grandes avances gracias a los recursos otorgados por la resonancia mag-
nética y las computadoras en general. Se ha podido “mapear” el cerebro, detectar
diversas zonas en actividad según diversas actividades del hombre (sueño, recuer-
dos, etc.). Con esto, insisto, se ha realizado un gran avance en orden a solucionar
problemas de la salud humana. Se alcanza un conocimiento más preciso de las
lesiones y de su gravedad...
Pero no en pocos casos, se cree, “ingenuamente” o no, que esos descubrimientos
equivalen a haber descubierto sin más el alma misma, las facultades del conoci-
miento y todas las actividades que estos términos conllevan. Es un grave error y un
daño para la ciencia adoptar esta posición no reflexionada con madurez, extrapolando
problemas filosóficos al ámbito y al método de las ciencias actuales, por cierto, muy
acotados y limitados (esto no se piensa demasiado en nuestros días, claro).
5
Texto de Empédocles citado por Aristóteles en De an., Libro I, Capítulo 1 (404 b).
6
V. Copleston. F. Historia de la Filosofía. Barcelona, Ed. ARIEL. Tomo I. Grecia y Roma. Parte II.
Capítulo 16: “Demócrito de Abdera”.
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7
“...enseña Aristóteles De anima, l. 2, t. 106 y sig. que el sentido del tacto es genéricamente
solo uno, pero se divide en muchos sentidos específicamente, por lo cual actúa sobre diversas
contrariedades: mas estos sentidos no se hallan separados o distribuidos en diversos órganos,
sino que residen asociados en todo el cuerpo, no haciéndose notar por eso su distinción. Pero
el gusto, perceptivo de lo dulce y lo amargo, aunque en la lengua está unido al tacto, no así en
el resto del cuerpo, en lo que fácilmente se distingue del tacto. Pudiera no obstante decirse que
cada una de todas aquellas contrariedades convienen en un solo género próximo y todas en un
género común, que es el objeto del tacto en su noción común; mas ese género común es
innominado, como lo es asimismo el género próximo de lo cálido y lo frío” (S. Th. I, q. 78, a.
3, ad 3) … “... el sentido del gusto es... cierta especie de tacto, residente sólo en la lengua: mas
no se distingue genéricamente del tacto, y sí solo comparativamente a otras especies, que se
difunden por todo el cuerpo. Pero, si el tacto es un solo sentido únicamente por la unidad de
razón común del objeto, habrá de decirse que se distingue el gusto del tacto según el diverso
concepto de la respectiva inmutación: dado que el tacto la experimenta natural, y no espiritual
solamente, en cuanto a su órgano y según la cualidad, sobre que propiamente actúa; al paso que
el órgano del gusto no experimenta por necesidad inmutación natural según la cualidad propia-
mente sometida a su acción (de modo que la lengua se haga dulce o amarga), sino según la
cualidad preliminar, fundamento del sabor, es decir, según la humedad (o líquido) objeto del
tacto” (S. Th. I, q, 78, a. 3, ad 4).
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8
S. Th. I, q. 78, a. 3, ad 2
9
Como veremos al tratar de la actividad sensitiva, más adelante.
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S. Th. I, q. 77, a. 3, in c.
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...a medida que el Ahora demos un paso más: a medida que el conocimiento es más perfecto, el
conocimiento es grado de desprendimiento de la materia es mayor. Esto puede observarse ya en la
más perfecto, el comparación recíproca de los sentidos externos. Se trata de atender a la alteración
grado de despren- o cambio de forma que sucede en el objeto sentido y/o en el órgano del sujeto que
dimiento de la siente.
materia es mayor. En tal aspecto, según el grado mayor de alteración que se verifique en el acto de
un sentido, nos hallamos más cercanos a los procesos meramente corpóreos, es
decir, menos cognoscitivos. Así podemos observar las alteraciones que suceden res-
pecto de las cosas y por las cuales se huele, o saborea... pero también el grado de
alteración en los órganos como la alteración grave que sufre la piel ante el calor...
En esta dirección, señala Santo Tomás que la vista es el sentido menos
alterado, y por ello el más cognoscitivo de los sentidos externos, que llega
a más cosas y con mayor distancia; posee pues mayor universalidad, criterio en el
que venimos insistiendo a propósito de la perfección vital:
“...en algunos sentidos, como en la vista, solo se efectúa una
inmutación espiritual; al paso que en otros tiene lugar además de esa la
natural, ya por parte del objeto únicamente, o ya también por la del
órgano. Por parte del objeto la transmutación natural se verifica por
cambio de lugar en el sonido, objeto del oído, y que se produce por la
percusión y consiguiente conmoción del aire; en tanto que en el olor,
que es el objeto del olfato, hay verdadera alteración, toda vez que es
indispensable cierta descomposición del cuerpo mediante la acción del
calor, para que exhale olor: y por parte del órgano hay natural
inmutación en el tacto y en el gusto, puesto que la mano se calienta al
contacto de lo cálido y la lengua se impregna en la humedad de los
sabores... Los órganos del olfato y del oído ninguna inmutación natu-
ral experimentan, al sentir, como no sea por accidente. La vista, como
exenta de alteración tanto en el órgano como en el objeto, es el más
espiritual y perfecto de los sentidos, y el más común; siguiéndole en
orden el oído; y luego el olfato, que se ejercen con inmutación natural
en el objeto... Los más naturales son el tacto y el gusto... y de aquí es
que los otros tres no funcionan por medio alguno adherente, a fin de
que no afecte al órgano alguna transmutación natural, cual sucede en
estos dos sentidos11.
11
S. Th. I, q. 78, a. 3, in c.
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12
Puede leerse con provecho su “Teeteto”.
13
S. Th. I, q. 85, a. 5, ad 3.
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La explicación está en que el sentido es una potencia cuyo acto implica una
simple recepción de lo “dado”. Es potencia “pasiva”, por lo que ella no produce
ninguna actividad sobre su objeto más que el “salir a recibirlo”.
De todos modos, aunque puede admitirse estos problemas en los sentidos exter-
nos, de ninguna manera puede desconfiarse en general de ellos porque esto es
obviar el testimonio general de la experiencia humana (común y científica) y cerrar
al conocimiento la experiencia fontal desde donde, como única puerta, puede el
hombre ingresar en el conocimiento natural de las cosas del mundo, y por éstas, de
todas las cosas en general.
El proceso de los sentidos internos comienza así: una vez llevados al acto los
sentidos externos, el contenido de esas sensaciones es recibido por los sentidos inter-
nos.
No se trata de “la fuerza de las impresiones” que llegan hasta lo más íntimo, tal
como lo pensaba el mecanicismo materialista, especialmente DAVID HUME sino
de una actividad originada en y desde el interior del animal, que aspira o tiende al
conocimiento, para lo cual necesita traer a su intimidad las formas de las cosas del
mundo.
14
“...el sentido interior no se llama común como predicado genérico, sino en concepto de
común raíz y principio de los sentidos externos. S. Th. I, q. 78, a. 4, ad 1.
15
Razón por la cual Aristóteles le llamó “conciencia sensitiva” a semejanza de la conciencia
propiamente dicha que es intelectual: acto por el que el entendimiento se capta a sí mismo,
pensamiento del pensamiento, entendimiento del entender.
16
S. Th. I, q. 78, a. 4, ad 2.
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“en concreto”, pero bajo el aspecto de “lo pasado” según el orden del antes y el
después. Su actividad compara los singulares (cosas y acontecimientos, en general)
según el orden en que se han sucedido.
La memoria se apoya sobre el acto de la cogitativa, como puede verse al usar la
memoria (recuerdo) pues se recuerdan mejor las cosas que han sido valoradas (en
bien o en mal).
La memoria nos permite conocer el tiempo, aunque tal conocimiento no surge
hasta que no se verifica el acto del entendimiento que establece una medida o
parámetro. En efecto, el tiempo es la medida del movimiento según el antes y el
después. Esta medida es puesta por la razón mediante la adopción de un movimien-
to que se toma como unidad (el segundo, el minuto, la rotación de la tierra, o cual
sea), pero esto no sería posible sin la distinción sensitiva entre el antes y el después,
lo cual es conocido por la comparación de la memoria.
Nótese que aquí todavía no hablamos de la memoria de “ideas” (la que será
tratada en la unidad sobre la actividad del entendimiento humano). Nos referimos
aquí a la memoria de “singulares-materiales” que nos son conocidos por el espectá-
culo de nuestro mundo circundante, siempre en movimiento, es decir, según un
antes y un después.
Para concluir ponemos un magnífico texto del Aquinate, que sintetiza todo lo
dicho hasta aquí:
“...para la vida del animal perfecto se requiere que no solamente aprenda los
objetos sensibles presentes, sino también en su ausencia: de lo contrario, siendo el
movimiento y la acción del animal efectos consiguientes a su aprensión, no se move-
ría en busca de cosas ausentes; como se ve que hacen especialmente los animales
perfectos... Necesariamente pues debe el animal por su alma sensitiva no sólo recibir
las especies sensibles durante su inmutación en presencia de ellas, sino además rete-
nerlas y conservarlas... Nótese también que, si el animal se moviese únicamente al
influjo de las impresiones de sus sentidos, que le halagan o contristan, no sería
menester atribuirle más que la aprensión de las formas percibidas por los sentidos,
que le deleitan o repugnan: le es empero necesario buscar o eludir algunas cosas, no
solo porque sean aptas o inconvenientes para sentir, sino también por razón de otras
conveniencias o utilidades y perjuicios; como la oveja huye a la aproximación del
lobo, no tan solo por la repugnancia de su color o figura, sino como del enemigo de
su naturaleza... Es pues una necesidad para el animal percibir esas intenciones que
no percibe el sentido externo; y que exista en él algún otro principio de la tal percep-
ción: dado que la de las formas sensibles se efectúa por su inmutación sensible, mas
no así la de las dichas intenciones. He aquí por qué para la recepción de las formas
sensibles le han sido dados el sentido propio y el común... y a la retención o
conservación de las mismas se destina la fantasía o imaginación... depósito de las
formas recibidas por los sentidos. Para percibir las intenciones, que los sentidos no
alcanzan, está la fuerza estimativa; como para conservarlas la memorativa, espe-
cie de archivo de esas intenciones, cuyo indicio se echa de ver en que el principio del
recuerdo en los animales arranca de alguna de ellas, por ejemplo, la de nocivo o
conveniente... respecto de las sobredichas intenciones... los otros animales las perci-
ben tan sólo por cierto natural instinto, y el hombre mediante cierta confrontación.
De aquí el que la llamada en aquellos potencia estimativa natural en el hombre se
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17
S. Th. I, q. 78, a. 4, in c.
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za. Por lo cual es evidente que la vista apetece solo lo visible para su
acto, esto es, para ver; mientras que el animal apetece la cosa vista por
la fuerza apetitiva, no solamente para verla, sino también para otros
usos: y, si el alma no tuviese necesidad de las cosas percibidas por los
sentidos sino para el ejercicio de ellos, es decir, para sentirlas; no sería
necesario admitir entre las potencias del alma como un género espe-
cial el apetitivo, puesto que le bastaría el natural de las potencias”18.
Al hablar de pasiones del alma nos referimos al basto conjunto de movimientos
que agitan el corazón humano y llamamos comúnmente “afectos”, “emociones”,
“sentimientos”. Cada uno de estos términos tiene un matiz diverso, pero se trata de
distinciones en la consideración de una misma realidad que aquí nombramos con el
vocablo “pasión”. El término “afecto” hace hincapié en el impacto que tienen las
realidades que vivimos cotidianamente en nuestro corazón, que nos afectan o alte-
ran, haciéndonos así padecer en cierto modo. El término “e-moción” resalta, en
cambio, el aspecto del movimiento que los afectos implican. Nos experimentamos
movilizados por la realidad, atraídos, repelidos. Con el término “sentimiento” nos
referimos al origen de esas afecciones que nos mueven: los sentidos. Todo este
fenómeno se considera bajo el nombre de “pasiones del alma”, terminología que
asume el contenido de las otras expresiones.
Las pasiones del alma son “movimientos súbitos del apetito sensitivo que produ-
cen modificaciones en el cuerpo del hombre”.
El término pasión está tomado de las categorías accidentales del ser, entre las
que aparece la dupla “acción-pasión”. Estas categorías implican siempre un agente
y un paciente. El agente es el que realiza la acción y el paciente es el receptor de la
acción. Por la acción, el agente le comunica su forma al paciente, el cual “padece”
o “es modificado”, llevado a la forma del agente, como cuando el fuego quema un
trozo de madera...
Pero cuando predicamos la pasión respecto del alma hay que tener una serie de
cuidados. El término en cuestión se aplica al alma sólo en sentido amplio,
ya que el alma no es un cuerpo, por lo que no puede ser alterada del mismo modo
que se alteran los cuerpos.
Se trata de movimientos de los apetitos sensitivos. Estos se movilizan ante
la percepción del bien sensible, es decir, de las cosas que agradan o caen bien a los
sentidos. Ejemplos: una música agradable, un paisaje bello, una comida sabrosa, Las pasiones pro-
una persona con hermosa figura... Estos movimientos se producen súbitamente, es vocan siempre
decir, repentinamente pues se trata de movimientos espontáneos, con la esponta- alteraciones en
neidad propia de lo natural. el cuerpo del
Las pasiones provocan siempre alteraciones en el cuerpo del animal. animal.
Ejemplos: se altera el ritmo cardíaco, mengua la tonicidad muscular, se produce un
18
S. Th. I, q. 78, a. 1, ad 3.
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19
Con la expresión “presente” o “ausente” nos referimos a la unión o separación que el sujeto
tiene con el objeto del apetito (ya sea el bien o sea el mal).
20
La oposición por “alejamiento” o “acercamiento”, verificada en pasiones del apetito irascible se
entiende si se considera que en este apetito se trata del bien o del mal “con obstáculos”, es
decir, con algo interpuesto, que impide “en cierta medida” el movimiento hacia el bien o para
huir del mal, permaneciendo como suspendida en tensión, sea de alejamiento o de acercamien-
to.
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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
Estas actividades de I.Escriba 3 palabras que considere usted muy vinculadas a los siguientes
aprendizaje que le temas:
proponemos son SENTIDOS:
una guía para la re-
SENSIBLES:
flexión, relación,
comprensión y aná- SENTIDO COMÚN:
lisis de los temas
IMAGINACIÓN:
desarrollados en esta
unidad MEMORIA:
ESTIMATIVA:
PASIONES:
AMOR:
GOZO:
TEMOR:
ESPERANZA:
TRISTEZA:
IRA:
II.Elabore un pequeño reportaje sobre la vida de los sentidos (externos e
internos) y realícelo a algún profesor de Filosofía o de psicología que acceda
a su pedido. Tenga en cuenta que tal vez la terminología que él usa sea
distinta, por lo que deberá preguntar con cierta adaptación general, como,
por ejemplo, preguntando por “sensaciones”, “sueños”, “imaginación” “fan-
tasía”, sin entrar en detalles terminológicos. Luego, compare los resultados
con lo visto en este módulo.
III.EXPERIENCIA FILOSÓFICA: busque un momento para estar en silencio
y captar su actividad sensitiva (uno por uno sus sentidos). Ej. durante el día
en algún paisaje o bien en su propia casa, etc. Es una experiencia libre que
tiene como objetivo que usted aprenda a conocer su propia sensibilidad.
Preste atención a cada una de las percepciones... trate de focalizar distintas
percepciones sobre lo mismo (Ej. Ver y oír un pájaro... Perciba cómo todo lo
que recibe del entorno va quedando impreso en su interior y puede recrearlo
con su imaginación... cierre los ojos y compruebe el poder de su imagina-
ción... compruebe que lo que percibe “le afecta” en un sentido o en otro, con
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