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LOS SOFISTAS Y EL M:E:TODO SOCRATICO 53

Lit 1'.'{0CióN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS

:riLj a,basede su propia experit:11cia. Todo el problema de 1� 1:�turale­ ella la sede de esa personalidad espiritual que su método quiere
za,y de fa función del lengua¡e parece ponerse en te]� de ¡u1c10, por instaurar y consolidar, para hacerla plenamente dueña del cuerpo
el valor del acuerdo que establece entre las percepciones del autor que anima. De tal modo, su meta es buscar, en las fluctuaciones
del discurso y las que fundan la experiencia de sus auditores. En de la vida sensible, "invariables" capaces de dar sostén a ese pa­
virtud . de la idea singulam1ente avanzada de que el lenguaje no pel del alma en cuanto sujeto razonable del conocimiento y de la
puede simbolizar más que con signos arbitrarios las cosas que pre­ acción. Las descubre en las nociones (justicia, verdad, virtud, feli­
tende expresar, se puede atribuir a Gorgias un nominalismo radi­ cidad, belleza) que a su juicio expresan la verdadera naturaleza del
cal, pero no se debe inferir, por fuerza, que el nihilismo -si hubo hombre y las cuales se esfuerzan en definir en su esencia idéntica
nihilismo- fuese en él absoluto y permanente. y permanente. Su identificación de la moral y de la verdadera cien­
!'7'0 es dudoso 4:1� la sofística preparó en buena parte el adveni­ cia postula que la acción humana puede y debe estar sometida a
nuento del escepticismo en Grecia, por obra de Pirrón de Elida principios válidos para el ser humano en general, por cuanto todo
(335-275 a. c.), que mostraría por las cosas exteriores una total indi­ individuo posee una naturaleza profunda, sustraída a las vicisitudes
ferencia, fundada en la imposibilidad de conocer su verdadera esen­ temporales. Lo que es bueno o verdadero para uno debe ser bueno
ci� y, por consjg�iente, de hacer sobre ellas algún juicio válido. Para y verdadero para los demás. La investigación socrática envuelve una
Pirrón y s�s d1sc1pulos, de los que Diógenes Laercio nos da una lis­ universalidad de derecho orientada toda ella sobre un aspecto de la
� en su Li�ro IX, el alma se encuentra relegada entre las nociones vida que, indudablemente, se descuida demasiado en nuestros días:
mco1;Ilprens1bl�. Unos decre�n que es inexistente y otros la juz­ el de los valores encamados por la existencia del ser humano y del
gan mcognosc1ble.
. La Academia Nueva, al adoptar un escepticismo sentido que confiere a la vida. A las convenciones, a los prejuicios,
menos radical, sobre todo con Arcesílao y Carnéades parece haber a las ideas recibidas sin examen, Sócrates opone la existencia de una
admitido un dualismo . del. alma y del cuerpo. Pero no se conocen reflexión capaz de instaurar una vida moral que se determina con
los detalles de su doctrina psicológica.12 pleno conocimiento de causa. La tentativa expresa una elevadísima
coincidencia subjetiva, y se ha observado que con el "demonio" que
4. LA BÚSQUEDA SOCRÁTICA él invoca, fuente profunda de su inspiración, aparece una suerte de
esbozo de la "Profesión de fe del vicario saboyano", y del imperativo
Como los sofistas, Sócrates se interesa en el ser humano 13 ardien­ categórico de Kant. Antes del cristianismo, este moralista invita a
temente; pero el ser humano captado en una perspectiva esencial­ sus contemporáneos a un incesante examen de conciencia, al esfuer­
men�e moral. Más que el individuo en la acepción psicológica del zo sostenido de una toma de consciencia de sí para si y en relación
térmmo, con sus fac�ltades de percepción y de conocimiento, y en con otro, con vistas a un progreso moral, que considera es lo único
_
cuanto tal o�¡eto posible de estudio, es la persona -diríamos hoy­ verdaderamente importante. Esfuerzo que perseguirá para con todos
_
la que co:1stituye el f?co de su mterés y contra todos, hasta su misma muerte. Su conócete a ti mismo
. . Al alma como principio
de �ovim1ento y de VIda, �olocada en primer plano por los jonios, se inscribe en esta mira esencialmente ética. El conocimiento no
él anade como valor esencial la razón y el carácter moral; ve en versa sobre la realidad del alma, de la cual no duda, sino sobre sus
riquezas ocultas que hay que descubrir para volverse mejor; si exhor­
12 Acerca de Pirrón y su posteridad, la voluminosa obra de Victor Brochard ta a los atenienses a este conocimiento de sí mismos por sí mismos,
sigue sien�o fundamental (Les sc�ptiques grecs, París, Imprimerie Nationale, 1887). es porque lo mueve una convicción profunda de que saldrán ganan­
15 La figura de Sócrates, nacido en Atenas hacia el año 470 a. c., es casi
legendaria. Es sabido que lo conocemos esencialmente a través de Platón y de do en firmeza moral, de que ya no se dejarán impresionar por las
Jenofonte, que nos han dado retratos un poco divergentes. Moralista un tanto argucias de los sofistas.
estrecho en Jenofonte, aparece en Platón como el portavoz de su propio idealis­ Por lo que respecta a la naturaleza y al destino del alma así en­
.
�o (sobre todo en la República). De la enseñanza que se ]e atribuye han sur­ tendida, la dificultad de distinguir entre sus propias ideas y las de
gido escuelas antagónicas, lo que no facilita el conocimiento de un hombre que
no escribió nada. En estas circunstancias, lo más cómodo es atenerse al testimo­ Platón no nos permite más que conjeturas. Baste con observar que
nio de Aristóteles, que atribuye a Platón la transformación del mensaje ético de la concepción socrática supone, . en todo caso, una fe metañsica: la
Sócrates en una verdadera metafísica de las ideas. de una racionalidad inmanente a las profundidades de la vida.
54 LA NOCióN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS
En Sócrates la psicología está totalmente subordinada a la ética,
al ser la introspección función del sentido que se trata de dar a la
conducta humana. El hombre socrático es un ser que quiere alcan­ V. LA PSICOLOGfA DE PLATóN
zar la dicha en virtud de una tendencia más o menos oscura, pos­
tulada como 1a raíz misma de sus deseos. Y este ser debe compren­ l. LA F.SPIRITUALIDAD DEL ALMA Y SU DESTINO
der que sólo el bien puede satisfacer este anhelo. Pero la habilidad
dialéctica de Sócrates sólo podía afirmar, sin demostrarla, la identi­ Sr SE admite la distinción establecida tradicionalmente entre las
dad establecida entre los objetos del deseo y el bien, entre lo desea­ doctrinas de Sócrates y de Platón, la obra de este último se nos
ble -en el sentido psicológico del término- y el fin del hombre aparece como un intento de conferir un estatuto ontológico a la
-en el sentido metañsico-; finalmente, entre el bien, 1a belleza, la intuición que tuvo Sócrates del alma humana como esencialmente
virtud y lo útil. Su "sólo sé que nada sé" es un procedimiento di­ moral. De tal manera constituye, más que una psicología en la
dáctico, fundado en realidad en la convicción de que el contraste acepción moderna del término, lo que podríamos llamar una meta­
entre la búsqueda del placer o del poder, y la búsqueda del sobe­ psicología, inscrita en un contexto de fuerza y riqueza incompara­
rano bien, no es sino aparente, y que obedece a una falta de discer­ bles. "El alma -declara- es, luego de las divinidades, lo que de
nimiento, a un conocimiento insuficiente del bien, única garantía más divino hay para el hombre y lo que más directamente le in­
de la felicidad humana; la acción justa es, pues, la que está guiada teresa." ( Leyes, V.)*
por un conocimiento claro, fundado a su vez en una elucidación Mientras que los pensadores que le precedieron, inclusive cuando
teórica, y es a esta ciencia del bien a lo que nos quiere llevar su sintieron -como fue el caso de Anaxágoras- la exigencia de carac­
ramosa mayéutíca. terizar al alma por oposición a la vida natural, no la separaron com­
El lazo de la razón y las .pasiones se mantiene en cuanto el hom­ pletamente de una determinada materialidad, aunque fuese de una
bre esclarecido, que obra entonces forzosamente bien, según Sócra­ materialidad muy sutil, Platón quiere demostrar que es absolutamen­
tes, pone su pasión en esa acción buena. Pero no deja de ser cierto te incorpórea, y repudia todas las teorías anteriores que, al identifi­
que todo el dominio verdaderamente "psicológico", por ejemplo, el car el alma con. un elemento o con una mezcla de elementos, le
de los conflictos que surgen entre los mandamientos de la concien­ parecen comprometer irremediablemente su carácter espiritual y su
cia moral (por no hablar de las vicisitudes de esta última) y las fuer­ destino sobrenatural.1
zas instintivas se halla ausente de tal concepción exclusivamente éti­ Para apoyar su tesis, recurre a varios argumentos: el alma posee
ca y, a pesar de las apariencias, más preocupada por una idea de lo desde siempre la verdad; es el principio de todo movimiento; simple
humano que por los hombres en su diversidad concreta. Parece que e indivisible, y por tanto no compuesta, escapa por fuerza a la des­
Sócrates fue un hombre de salud física y moral excepcionales, ani­ composición; es capaz de una reminiscencia que demuestra su exis­
mado por una fe no menos excepcional en el poder de esa razón hu­ tencia anterior; por participar en la idea de vida, se encuentra in­
mana que experimentaba en sí mismo. La mayor ceguera a sus ojos, vestida de una actividad eterna, que excluye la muerte. De tal modo
si hemos de creer el testimonio de Platón,14 es desconocer que la Platón concibe la vida psíquica como independiente de la vida del
mayor desdicha, peor que la enfermedad del cuerpo, es "vivir con cuerpo, al que gobierna tal como el alma universal, de la que es
un alma, no sana, sino corrompida, y además injusta e impía". una porción, rige los movimientos del universo. Si se encuentra en
En pocas palabras, la concepción socrática del alma es insepara­ la tierra mezclada a la materia y al devenir es por haber sido arro­
ble de una filosofía de la sabiduría, ciencia por excelencia, por cuan­ jada, por una suerte de caída; y de este cuerpo que habita aqui en
to engloba a todas las demás virtudes particulares (piedad, justicia, la tierra aspira a liberarse como de una prisión. Su destino es volver
valor, templanza); y de una sabiduría que se puede enseñar, puesto
que es posible obrar sobre el alma de tal manera que se vea obli-. * Trad. esp.: Las leyes, en Diálogos, VIII, por J. Bergua. Ediciones Ibéricas,
gada a expresar la verdad de que está preñada. Madrid, 1960.
1 Véase sobre todo Fed6n, 70 ab, 84 b, 86 bd, 92 b, La República, III, 386 d

14 Gorgias, 479 b; trad. esp. en Diálogos, Universidad Nacional de México, (trad. esp.: La R�pública o el Estado, 2"- ed., Buenos Aires-México, 1943, Es­
1922, p. 180. pasa-Calpe Argentina).
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62 LA NOCióN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS
consciente", o de la repercusión favorable sobre éste de una vida
preocupada por el equilibrio. Se disfrutará del reposo, escribe, VI. LA PSICOLOGÍA DE ARISTóTELES
...cuando un hombre observa una conducta sobria y arreglada; cuan.
do -antes de entregarse al sueño reanima la antorcha de su razón, alimen. 1. AruSTÓTELES Y SUS PRECURSORES
tándola con reflexiones saludables, conversando consigo mismo; cuando,
sin saciar la parte animal, le concede lo que no puede rehusarle, para CoMO la de Platón, la psicología de Aristóteles está dominada por
que se tranquilice y no turbe... la parte inteligente del alma ...; una ontología que presta al universo, por la intervención de una cau­
cuando se acuesta tranquilo y sin resentimiento ... ; cuando todo duer. sa final y de un principio de perfección en las cosas una arquitec­
me en él, menos su razón, que se mantiene despierta ..., tura estable y armoniosa en la que cada parte está ordenada por el
conjunto. Pero se abre paso un sentido de la observación objetiva,
y si se ha tratado de calmar con la reflexión la efervescencia de los un gusto por lo concreto, una preocupación por lo individual que le
sentimientos, es entonces también cuando: confieren, en cierta medida, a pesar del marco dogmático, muchos
rasgos de una psicología en el sentido moderno del término.1
...el espíritu ve más en dar� la verdad, se_inti�a �on ella y no se Aristóteles se preocupó por las teorías de sus precursores, a veces
siente turbado por fantasmas impuros y suenos cnmmales. para criticarlos altaneramente. Los juicios que formula a su respecto
están ordenados con método y constituyen útiles instrumentos para
Pues la consideración de estos últimos toma manifiesto que el conocimiento de su pensamiento. Considera que los pitagóricos
y los platónicos, en su preocupación por afirmar el carácter sobre­
...hay en cada uno de nosotros, i:1cluyendo a los que parecen m�s natural del alma, descuidan las condiciones reales, físicas y orgánicas
dueños de sus pasiones, una especie de deseos crueles, brutales, sm de su existencia; y a los pensadores materialistas, a los atomistas
freno, como lo prueban los ensueños ... (Rep. IX, 572.)
en particular, les reprocha el confundir el principio vital con los
elementos que éste organiza. Dernócrito, por ejemplo, no podía ex­
plicar con sus átomos el comportamiento de los seres vivos, que
manifiesta sin duda la intervención de una elección, de un pensa­
miento (De Anima, I, 3, 405 b, 15-25). Tal física no puede expli­
camos la naturaleza de las sensaciones, muy diferentes de los simu­
lacros que se producen en el mundo material. · El agua que refleja
un paisaje no ve el paisaje.
Demócrito, cuando piensa que la visión es una imagen reflejada, está
en un error. Es extraño que no se le haya ocurrido la idea de pre­
guntarse por qué sólo el ojo ve, y no lo hacen ninguna de las cosas
en las que se reflejan los simulacros (De Sensu, II, 438 a, 5-14).
La aparición de la vida no es reductible a los procesos físico­
químicos; estos últimos son su condición necesaria, pero no suficien­
te, y le deben su orientación. El principio vital, por tanto, difiere
de los elementos que componen el mundo físico. Es absurdo re-
1 Si se trata, por ejemplo, de preguntarse por las imágenes de los sueños, co­
mienza por declarar: "A propósito de la adivinación que tiene lugar mientras se
duerme, y que -se dice que proviene de los sueños, no es fáci'l ni tratarla a la li­
gera, ni darle fe". (Parva Naturalia, 462 b.)
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64 LA NOCIÓN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS LA PSICOLOGlA DE ARISTóTELES 65
presentarse el alma como si fuera fuego; lo mismo valdría identi­ el arte del carpintero puede ejercerse con flautas: esto es imposible,
ficar al carpintero o a su arte con los instrumentos que utiliza, por pues toda técnica debe valerse de los instrumentos que le son propios,
el hecho de que la obra es resultado de esta colaboración (De Par­ y el alma del cuerpo que le conviene (De An. I, 3, 407 b, 13-26).
tibus Animalium, II, 7, 652 b, 7-15).
En pocas palabras, el alma no es esa exiliada de que habla Platón,
encerrada en un cuerpo con la nostalgia de despojarse para siempre
2. LA OPOSICIÓN A PLATÓN
de él; es ella la que asegura la armonía funcional de las funciones
Platón fue el primero que quiso demostrar el carácter inmaterial del vitales.
alma como garantía de su inmortalidad. Pero su intento, por el he­ 3. EL ALMA COMO "FORMA" DEL CUERPO
cho de que atribuyó al alma, como su papel esencial, el reintegrar­
se a una realidad metafísica puramente ideal, culminó en separarla En otras palabras, el ser humano no está constituido por una alma
del cuerpo, en excluir las sensaciones del dominio de la verdad, a y un cuerpo como dos entidades yuxtapuestas. Los dos términos ex­
pesar de las correcciones que se pueden encontrar en su obra. Esta presan los aspectos inseparables de su unidad viviente, el tejido real
suerte de guerra civil que introduce en el hombre repugna al espíri­ de sus sensaciones, de sus afecciones, de sus actividades. Aristóteles
tu positivo de Aristóteles, cuya oposición a las ideas trascendentes se ve así conducido a definir el alma como "la entelequia primera de
de su maestro es bien conocida. Según él, si se observan las cosas un cuerpo natural que tiene la vida en potencia".2 Principio de �o­
concretamente, existe más bien una unión y colaboración entre el vimiento, de crecimiento, de generación, unifica toda sus funciones,
alma y el cuerpo. La unidad funcional de este último, articulada sin exceptuar las operaciones de la sensibilidad y del entendimiento.
en funciones diversas, depende de ese único principio activo que es
el alma, sin anterioridad real en relación con los elementos que No tiene caso averiguar si el alma y el cuerpo son una sola cosa, tal
unifica, coordina y gobierna. El alma no puede subsistir sin un cuer­ como no tiene caso distinguir la cera y la impronta, ni, de manera
general la materia de una cosa cualquiera y aquello de lo que es roa.
po al que anime (De Anima, II, 2, 414 a). Es principio de vida y teria (De Anima, I, 5, 411 a; igualmente 11, 1, 412 b, 5 ).
de movimiento, inmanente a las funciones biológicas y fisiológi­
cas. En cuanto causa primera de la vida, de la sensibilidad y de El alma es al cuerpo lo que el filo del hierro es al hacha, lo que
la inteligencia, es acto, esencia, "forma": y no de una virtualidad la vista es al ojo:
cualquiera, sino determinada, es decir, de una existencia capaz "en
potencia" de realizarse en esta forma particular. Si el ojo fuese un ser vivo, la vista sería, su alma: pues la vista es la
esencia del ojo. El ojo, por su parte, es la materia de la vista, y si
He aquí, todavía, un absurdo propio de esta doctrina y de la mayoría la vista llega a faltar, ya no hay ojo, sino por homonimia, como nn
de las teorías relativas al alma: unen al alma con el cuerpo y la co­ ojo de piedra o un ojo dibujado. (De An. II, 1, 412 b 20.)
locan sin precisar en nada la raz6n de esta uni6n, ni la disposici6n
del cuerpo que esto comporta.Sin embargo, se ve claramente que tal Y no es posible separar el órgano de la función:
explicaci6n es indispensable: pues en virtud de las relaciones entre
el alma y el cuerpo es por lo que aquélla obra y éste padece, por lo ...el alma es, en sentido primordial, aquello por lo que vivimos, per­
que uno es movido y la otra mueve; ahora bien, ninguna de estas cibimos y pensamos ... con justa raz6n algunos pensadores han estima­
relaciones recíprocas pertenecen a cosas cualesquiera. Sin embargo, do que el alma no puede estar, ni sin un cuerpo, ni ser un cuerpo; pues
esos pensadores se esfuerzan solamente en. explicar la naturalza del no es un cuerpo, sino algo del cuerpo; y por eso está en un cuerpo ...
alma, pero, en lo que concierne al cuerpo que debe recibirla, no (De An. 11, 411 a, 15-20.)
añaden ninguna otra cosa, como si fuese posible que, como dicen los
mitos pitag6ricos, cualquiera alma revista cualquier cuerpo. Pero esto 2 De Anima, 11, 1, 412 a, 27-28. (Hay que entender por enrelequia el desarro­
es inadmisible, pues es evidente que cada cuerpo posee una forma llo de un ser cuyas diferentes partes son solidarias, y que posee la forma que es
y nna figura que le es propia. Los partidarios de la metempsicosis capaz de revestir; y por vida en potencia la disposición de los órganos adecuados
presentan. las cosas de manera semejante a aquel que sostuviese que para cumplir algunas funciones vitales.)
68 LA NOCióN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS LA PSICOLOGíA DE ARISTóTELES 69
ve llevado a postular a Dios como primer motor inmóvil, como ser o algo de ese género; para el primero es la ebullición de la sangre
absolutamente inmaterial, como pura forma (Met., XII, 7, 1072 b, que rodea al corazón, o bien la ebullición de lo caliente. Uno da ex­
25, 30). La descripción de los seres naturales en movimiento, y rea­ plicación de la materia y el otro de la forma y de la noción: pues
lizados en la materia, por el Aristóteles biólogo y psicólogo, se ins­ la noción es la forma de la cosa, pero es necesario que se realice en tal
cribe por tanto en el marco de un sistema cerrado; se aplica a obje­ materia ... (De Anima, I, 1, 402 b, 30, 403 b).
tos cuyo desarrollo, en sus fases presentes y aun futuras, es conocido
por el Aristóteles metafísico. No por ello es menos cierto que el in­ Sea como fuere, a partir de la consciencia que el ser vivo toma de sí
terés de su teoría, en el campo de la psicología en cuanto tal, estriba mismo, se elabora un conocimiento cualquiera, y la sensación nos
en la descripción del organismo concreto, real y significado por la remite, forzosamente, no a un exterior interpretado en términos de
coordinación armoniosa de sus partes. movimientos, sino a un sistema interno de cualidades y de significa­
ciones: Aristóteles lo comprendió bien, pues vio en la sensación, esen­
cialmente, una capacidad de discernir en el mundo sensible cualida­
6. EL OBJETO DE LA PSICOLOGÍA des: lo blanco, lo rojo; lo dulce, lo amargo; lo duro, lo blando..., en
virtud de un acto que pone en juego un elemento externo ( el poder
La clasificación de las almas en vegetativas, sensitivas e intelectivas que tiene el objeto de afectar a uno o a varios órganos de los senti­
no supone en él diferenciaciones cualitativas de partes del alma en dos) y un elemento interno (la actividad de estos órganos mismos).
el sentido platónico. Se trata de una distinción establecida entre
estructuras orgánicas más o menos complejas, en un sentido muy
semejante al que entendemos hoy cuando comparamos estructuras 7. LAS SENSACIONES Y LA PERCEPCIÓN
diversas con el comportamiento que las caracteriza (De Anima, II, Si la presencia de la razón es necesaria para el conocimiento de las
2, 213 ab; II, 3, 414 b). Desde este punto de vista, a la luz de la estructuras esenciales de la realidad, los materiales sobre los cuales
psico-fisiología moderna, su manera de ver no tiene nada de anti­ se ejerce le son proporcionados por los sentidos. Sin las cualidades
cuado, a pesar del contexto dogmático. que éstos nos revelan, la razón sería incapaz de hacer inteligible al
mundo. Pero, ¿cómo nos las revelan? Aristóteles considera esencial
Parece ser que todas las afecciones del alma están dadas en un cuer­ el hecho de que el alma permanece interio11 en el proceso de la sen­
po: e l valor, la mansedumbre, el temor, la piedad, la audacia y tam­
bién la alegría, lo mismo que el amor y el odio; pues, al mismo tiem­ sación. Según él, Heráclito se equivocó -y fue en esto demasiado
po que se producen estas determinaciones, el cuerpo experimenta una fielmente imitado por Protágoras y aun por Platón- al pensar que
modificación (De Anima, I, l, 40 2 b, 1 5) . ]a imagen es el resultado de una combinación de dos cuerpos y
que la impresión sensible se debía a una doble aportación de ma­
Después de haber enunciado sin ambigüedad lo que parece ser un teria. De hecho, el hombre que conoce hace existir en cierta manera
preludio al famoso paralelismo psico-fisiológico, Aristóteles nos da -intencional, formal, inmaterialmente- al objeto conocido en su
testimonio de una conciencia muy clara de la dualidad propia del intelecto: "no es la piedra lo que está en el alma, sino su forma"
objeto de la psicología, de esa suerte de escollo interior-exterior con (De An., III, 8, 431 b, 25).
el que tropiezan todavía hoy las investigaciones: Así, Aristóteles. sustituye la idea de emanaciones materiales del ob­
jeto recibido por el sujeto por la de la aprehensión, por este últi­
De esto resulta que, en las definiciones, se debe tomar en cuenta este mo, de una "forma" que supone un intermediario: la transparencia,
estado de cosas: se definirá, por ejemplo, la cólera por un movimien­ lo diáfano. El ojo se vuelve luminoso y coloreado, mientras que la
to de tal cuerpo o de tal parte, o de tal facultad, producido por tal córnea lo protege contra las sustancias cuya luz y cuyos colores re­
causa y para tal fin. Y por eso es por lo que el estudio del alma de­ produce. Por tanto, es sólo la forma la que modifica los sentidos,
pende del médico, ya se trate del alma por entero, o bien del alma
tal como la describimos. De tal modo, el médico y el dialéctico defi­ un poco a la manera como un sello marca en la cera su impronta,
nirán diferentemente cada una de estas afecciones, lo que es, por sin dejar en ella nada de su metal.
ejemplo, la cólera: para el último, es el deseo de devolver la ofensa, La luz ha sido asimilada al fuego, porque no existe y no aparece
72 LA NOCióN DE ALMA ENTRE LOS GRIEGOS LA PSICOLOG1A DE ARISTóTELES 73

encuentran en Aristóteles, a propósito de esta "alma" unificadora, Por lo demás, se percató de que la sensación, lejos de constituir
concebida como una suerte de fluido, algunas explicaciones que cons­ un empequeñecimiento para el pensamiento, avanzaba en el sentido
tituyen una sutil supervivencia del animismo, pero que no podríamos del desarrollo de la vida. Dentro de esta perspectiva, se ocupa de
pretender que son un progreso en relación con los médicos hipocrá­ la organización sensorial misma. Mientras que el tacto y el gusto
ticos, ni siquiera en relación con Platón. En efecto, es al corazón al son los sentidos más importantes para la vida natural, el olfato, la
que atribuye un papel privilegiado, admitiendo que este órgano es vista y el oído manifiestan ya un grado superior. Y la misma pro­
la sede del pneuma psíquico, a saber, del principio de la vida, de gresión aparece en el juego de las sensaciones. Si el calor de un lu­
donde parte el movimiento mismo: gar en el que se entra es igual a aquel que se experimentaba antes
y por el cual el cuerpo ha sido modificado de alguna manera, no se
... este lugar de origen es, de las tres regiones determinadas del cuer­ le siente. Si es inferior, se experimenta una sensación de frío; por
po, la que está situada en la parte intermedia entre la cabeza y el tanto, es preciso que sea superior para discernirlo (De An;, II, 11,
vientre. En los animales sanguíneos, es la parte que colinda con el co. 424 a). De igual manera, cuando se ha percibido un color o una
razón: pues todos los animales sanguíneos tienen un corazón y el prin­ nota, se es ciego o sordo a su repetición inmediata o se tiene una im­
cipio del movimiento y de la sensibilidad parte de allí (Parva natu­
ral.ia, 456 a). presión falsa, y el nuevo color o la nueva nota parecen ser de inten­
sidad más débil. Por tanto, la sensación normal no puede nacer sino
Es el corazón el que recibe las sensaciones a través de las venas vinculada a una precedente, que sea a la vez de cualidad semejante
(Aristóteles parece desconocer el papel que desempeñan los nervios y y de intensidad inferior. Pero, ¿cómo es posible esto, ya que la
los músculos). Este pneuma, este soplo congénito, suerte de natu­ sensación precedente ha desparecido entonces del órgano? Hay que
raleza sutil, difundida por el organismo, es el sujeto del calor vital, ver en eso una prueba de que el conocimiento no está fundado sólo
el sustrato de la vida sensorial, el primer instrumento del alma. Se en sensaciones, como creía Protágoras, y que tampoco es simplemen­
exhala constantemente de la sangre, condición de su existencia, por in­ te producto de la sola razón, como se desprende de la filosofía de
fluencia del calor natural del cuerpo. Este calor es mantenido por Platón. Es una actividad compleja, en la que lo inferior, que no se
un pneuma externo físico: el aire que respiramos.4 Por los vasos del basta a sí mismo, encuentra en lo superior su orden y su sentido: 5
mesenterio, el alimento, cocido por el calor y el pneuma, pasa al co­
razón, en el que se transforma en sangre. Esta última, cargada de ... por eso no podríamos aprender o comprender ninguna cosa en au.
alimento, hierve en los vasos, como lo atestiguan las pulsaciones. sencia de toda sensación y, por otra parte, el ejercicio mismo del
Aristóteles no distingue entre las venas y las arterias. Con el nom­ intelecto debe ir acompañado de una imagen, pues las imágenes son
bre de poroi, designa indistintamente los nervios, los tendones, los semejantes a sensaciones, salvo en que son inmateriales. La imagi­
uréteres y los ligamentos. Admite que el cerebro humano es más nación, sin embargo, es distinta de la afirmación y de la negación,
pues se necesita una combinación de nociones para constituir lo ver­
voluminoso que el de los animales, pero dice que no contiene san­ dadero o lo falso (De An., III, 8, 432 a, 5).
gre. Es frío y compensa, por cocción, el calor que sube del cora­
zón. En cambio, la médula espinal y la médula ósea son calientes.
A pesar de las dificultades que presenta el doble aspecto, a la vez 8. LA rMAGINACIÓN, LA MEl\1:0RIA, LOS SUEÑOS
sustancialista e instrumentalista, de las observaciones de Aristóteles Esta alusión de Aristóteles a la imaginación considerada como una
acerca del psiquismo humano, y a pesar de sus concepciones fisioló­ realidad sui generis va acompañada en él de observaciones penetran­
gicas anticuadas, sigue siendo cierto que su concepción constituye, tes. En primer lugar ocurre que. la imagen, distinta de la sensación
en relación con los que le precedieron, un claro progreso en el plano de que procede, es indispensable a la actividad del pensamiento,
de la teoría del conocimiento. Pues da testimonio de un ahonda­ pero puede ser verdadera o falsa:
miento en el estudio, y de una descripción mucho más estructura­
da de los procesos que entran en juego en la percepción. 5 Véase Pierre Salzi, La genese de la sensation dans ses rapports avec la

Véase W. Jaeger, Das


4 Pneuma im Lykelon, Hermes XVIII (1913) y G. théorie de la connaissance chez Protagoras, Platon et Aristote, París, Alean,
Verbeke, L'evolution de la doctrine du pneuma, París, Lovaina, 1945. 1934, pp. 31-48.

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