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CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
La lesión aparece a lo largo del mes siguiente (mediana, 7-10 días) en el punto de picadura de
garrapata, localizado con frecuencia en los pliegues cutáneos o en cuello, muñecas y tobillos en
los adultos, y alrededor de la línea de implantación del cabello en los niños. El EM empieza
como una mácula roja que se expande a un ritmo de 2-3 cm/día, y aumenta a más de 70 cm de
diámetro. Las lesiones características de más de 5 cm de diámetro en un contexto clínico
apropiado son suficientes para hacer el diagnóstico de enfermedad de Lyme.
El EM suele ser un eritema uniforme, pero en las lesiones más grandes puede producirse un
aclaramiento central, creando una imagen de «diana».
Afectación cutánea
Alrededor del 50% de los pacientes con enfermedad de Lyme sin tratamiento presentan lesiones
de EM múltiples, un signo de infección diseminada.
Las lesiones secundarias son habitualmente más pequeñas y pueden localizarse en cualquier
región corporal, pero son más aparentes en el tronco. Las lesiones son habitualmente máculas
planas y pueden presentar aclaramiento central parcial. Las lesiones de EM pueden estar
acompañadas de dolor muscular, articular y periarticular migratorio que dura de horas a días,
pero la artritis no aparece hasta meses después de la infección inicial.
Afectación cardíaca
Aparece con más frecuencia en los 2 meses siguientes a la infección y se manifiesta por distintos
grados de bloqueo auriculoventricular, acompañado a veces de miopericarditis leve. Puede
producir muerte súbita. Los estudios electrofisiológicos han localizado el defecto de conducción
en la zona por encima del fascículo de His y en el nódulo auriculoventricular, aunque la
afectación puede ser múltiple. La insuficiencia cardíaca congestiva manifiesta es infrecuente.
La enfermedad de Lyme neurológica aguda está presente en menos del 10% de los pacientes y
habitualmente se manifiesta por parálisis de un par craneal o meningitis, aunque a veces se
observa también radiculopatía y encefalomielitis. La parálisis de un par craneal está presente en
el 8% de los casos, y habitualmente afecta al séptimo par, con una parálisis facial unilateral o
bilateral.
Enfermedad tardía
Afectación neurológica
La lesión cutánea tardía, llamada acrodermatitis crónica atrófica (ACA), La ACA aparece de
manera gradual a lo largo de años y se localiza con más frecuencia en una extremidad. Empieza
como coloración roja azulada unilateral y tumefacción, que evoluciona a piel atrófica similar al
celofán con prominencia de los vasos sanguíneos. La alodinia es un síntoma característico de
esta lesión cutánea.
Diagnóstico
Hay que sospechar una enfermedad de Lyme en las personas con una anamnesis apropiada y con
un riesgo razonable de exposición a garrapatas infectadas por B. burgdorferi.
Análisis serológicos
La detección de anticuerpos contra B. burgdorferi es la pieza clave de las pruebas analíticas para
la enfermedad de Lyme. Sin embargo, la presencia de anticuerpos contra B. burgdorferi solo
indica exposición previa a este microorganismo, y no debe considerarse una prueba fehaciente de
infección activa. Se recomienda un análisis doble para detectar anticuerpos específicos de B.
burgdorferi.
La PCR tiene más utilidad clínica en la artritis, en la que la sensibilidad de la PCR para detectar
ADN de B. burgdorferi es del 85%.
Pruebas de imagen
Tratamiento y evolución
La amoxicilina y la cefuroxima acetilo son alternativas aceptables para tratar el EM, la parálisis
facial y otras manifestaciones no neurológicas de la enfermedad de Lyme. Los macrólidos son
menos efectivos que otros antibióticos y solo deben utilizarse en personas que no pueden tomar
doxiciclina, amoxicilina o cefuroxima acetilo. Las cefalosporinas de primera generación no son
efectivas para tratar la enfermedad de Lyme.
El antibiótico más apropiado es la ceftriaxona por vía intravenosa durante 2-4 semanas, con la
cefotaxima o la penicilina G por vía parenteral como alternativas aceptables. Sin embargo, están
acumulándose indicios de que la doxiciclina oral, que se absorbe bien y tiene una penetración
alta en el SNC, puede ser efectiva en la meningitis o en la radiculopatía. Se recomienda una
punción lumbar en las personas con parálisis de los pares craneales que tienen síntomas de
irritación meníngea, porque una pleocitosis en el LCR es una indicación de tratamiento
intravenoso. Puede observarse una pleocitosis del LCR asintomática en el contexto de una
parálisis facial, y no es una indicación de tratamiento intravenoso.
Para la artritis se recomienda doxiciclina o amoxicilina oral durante 1 mes, con repetición del
tratamiento si no desaparece la inflamación. En pacientes con tumefacción articular de moderada
a grave después de 1 mes de antibiótico oral puede emplearse ceftriaxona intravenosa durante 2-
4 semanas. Se recomiendan AINE e hidroxicloroquina para la artritis de Lyme resistente a
antibióticos.
Las mujeres embarazadas y los lactantes con enfermedad de Lyme pueden tratarse con el mismo
protocolo antibiótico que en los pacientes sin embarazo, pero debe evitarse la doxiciclina. Es
posible la transmisión materno-fetal de B. burgdorferi, pero, a diferencia de la sífilis en el
embarazo, no hay indicios de que el microorganismo cause un síndrome congénito. Es
conveniente informar a las embarazadas de que, con el tratamiento recomendado de la
enfermedad de Lyme, la infección materna por B. burgdorferi no causa daños al feto.
La enfermedad mixta del tejido conjuntivo aparece en todas las razas, con una incidencia pico en
la adolescencia y en la tercera década de la vida. Cerca del 80% de los afectados son mujeres. La
causa de la enfermedad mixta del tejido conjuntivo se desconoce. En muchos pacientes, la
enfermedad evoluciona a esclerosis sistémica clásica o lupus eritematoso sistémico.
Signos y Síntomas
Casi todos los pacientes presentan poliartralgias, y el 75% tiene artritis franca. A menudo la
artritis es no deformante, pero pueden aparecer cambios erosivos y deformidades similares a las
de la artritis reumatoide (p. ej., deformidad en ojal y en cuello de cisne). Es frecuente la
debilidad muscular proximal, que puede acompañarse o no de hipersensibilidad a la presión, en
forma típica en personas con niveles elevados de enzimas musculares (p. ej., creatinina cinasa).
Diagnostico
La enfermedad mixta del tejido conjuntivo debe sospecharse en un paciente con aparente lupus
eritematoso sistémico, esclerosis sistémica, o polimiositis, en el que aparecen otras
manifestaciones superpuestas.
En primer lugar, se realizan las pruebas para ANA y anticuerpos contra antígeno U1 RNP. Casi
todos los pacientes tienen altos títulos de ANA fluorescentes que producen un patrón moteado.
Hay presencia de anticuerpos contra U1 RNP, por regla general con títulos muy elevados. Se
deben medir los anticuerpos contra el componente Sm ribonucleasa-resistente del antígeno
nuclear extraíble (anticuerpos anti-Sm) y contra el DNA de doble cadena (negativo en
enfermedad mixta del tejido conjuntivo por definición) para excluir otros trastornos. La
presencia de anticuerpos anti-RNP no es suficiente para hacer el diagnóstico de enfermedad
mixta del tejido conjuntivo; también se requieren hallazgos clínicos típicos.
La hipertensión pulmonar se debe detectar lo antes posible, junto con las pruebas de función
pulmonar y la ecocardiografía. Luego se continúa la evaluación del paciente de acuerdo con los
signos y síntomas; en casos de manifestaciones de miositis, afección renal o pulmonar, deben
estudiarse estos órganos. La creatinina cinasa, la RM, el electromiograma o la biopsia muscular
pueden ayudar a diagnosticar la miositis autoinmunitaria.
Tratamiento
El tratamiento general y los fármacos iniciales se adaptan al problema clínico específico y son
similares a los utilizados en lupus eritematoso sistémico o el fenotipo clínico predominante. La
mayoría de los pacientes con enfermedad moderada o grave responden al tratamiento con
corticosteroides, en particular si se administran en una etapa temprana, y a otros
inmunosupresores (p. ej., metotrexato, azatioprina, micofenolato de mofetilo). Los casos leves
pueden controlarse con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, antipalúdicos (p.
ej., hidroxicloroquina, cloroquina) o, algunas veces, dosis bajas de corticoesteroides. En casos de
afección orgánica grave, deben utilizarse altas dosis de corticoides (p. ej., prednisona 1 mg/kg
por vía oral 1 vez al día) y, además, inmunosupresores. En pacientes con manifestaciones de
miositis o esclerosis sistémica, el tratamiento es similar al de estas enfermedades.
Los pacientes con síndrome de Raynaud deben tratarse con bloqueantes de los canales de calcio
(p. ej., nifedipina) e inhibidores de la fosfodiesterasa (p. ej., tadalafil) según sus síntomas y la
tolerancia de su tensión arterial.
Monoartritis Aguda
La monoartritis también puede ser una nueva presentación de formas más crónicas de artritis, y
el dolor monoarticular también puede producirse por artropatías no inflamatorias, problemas
periarticulares y trastornos óseos y de los tejidos blandos. Estos se analizan en el contexto de un
diagnóstico diferencial formal.
Diagnósticos específicos
Las articulaciones de extremidades largas son las más frecuentemente afectadas, por lo general
asociadas con artrosis o artropatías inflamatorias subyacentes, sobre todo AR. Los pacientes se
encuentran especialmente en riesgo tras la cirugía articular, como artroplastia e inyección
intraarticular, al igual que los pacientes con infecciones a distancia.
La anamnesis suele descubrir una monoartritis aguda, dolorosa y tumefacta, pero más del 10% de
los pacientes con infecciones articulares nativas padecen infección poliarticular. En el momento
de la consulta, se puede encontrar un sitio identificable de infección a distancia, pero la fiebre
aparece en más del 50% de los casos y los sudores/escalofríos en aproximadamente el 30%.
Los hemocultivos pueden identificar bacterias en pacientes cuyo cultivo de líquido sinovial es
negativo. Cuando los pacientes son observados por primera vez, la VSG y la CRP están casi
invariablemente elevadas, pero aproximadamente el 35% de todos los pacientes con artritis
séptica no presentan una elevación de la cifra de leucocitos. Cuando la infección se encuentra en
el contexto de una AR subyacente, esta cifra aumenta al 50%. El deterioro de la función renal y
hepática cuando se examina al paciente por primera vez puede predecir un peor desenlace.
Las radiografías simples pueden mostrar tumefacción de los tejidos blandos, pero en el primer
examen son invariablemente normales. La ecografía puede localizar la sinovitis y la colección de
líquido para dirigir la aspiración, pero se precisa una RM para demostrar la osteomielitis. El
líquido sinovial suele ser turbio, con una cifra elevada de leucocitos, y se debería realizar una
tinción de Gram.
Gota
La fiebre está presente en el 34% de los pacientes, sobre todo en las presentaciones
poliarticulares. En situaciones agudas, las cifras de leucocitos sanguíneos, la VSG y la CRP están
elevadas y, en este sentido, la gota simula la artritis séptica. El ácido úrico sérico puede estar
elevado, pero las concentraciones son bajas en el 33% de los casos durante las crisis agudas.
Se deberían evaluar las funciones renal y hepática. En el líquido sinovial o en los aspirados de
tofos, se encuentran cristales de ácido úrico en forma de aguja, negativamente birrefringentes,
que confirman el diagnóstico. Se debería examinar el líquido sinovial en busca de bacterias para
descartar una artritis séptica concomitante. Con frecuencia, las radiografías de rutina no muestran
anomalías óseas, pero pueden identificar erosiones tras crisis repetidas o prolongadas.
Artritis aguda por cristales de pirofosfato cálcico
Formalmente conocida como seudogota, la artritis aguda por cristales de pirofosfato cálcico
(CPP) es la tercera artritis inflamatoria más frecuente. Es infrecuente en pacientes menores de 50
años, y el síntoma inicial suele ser la inflamación monoarticular, más común en las rodillas y las
muñecas, a menudo con artrosis concomitante.
Muchas veces, las crisis agudas se producen tras un factor desencadenante como una infección,
un traumatismo o una intervención quirúrgica. También se pueden producir en relación con
enfermedades específicas, como la hemocromatosis y el hiperparatiroidismo primario.
Las precipitaciones intraarticulares de fosfato cálcico básico (BCP) son infrecuentes, pero
pueden presentarse en mujeres de edad avanzada con artrosis, con una artropatía destructiva de
hombro, generalmente en el lado dominante (hombro de Milwaukee), como un proceso agudo
sobre una monoartritis crónica. El derrame no es inflamatorio, pero el líquido sinovial puede ser
viscoso y sanguinolento y puede contener acúmulos de calcio y fragmentos condrales. Las
radiografías simples muestran luxación superior del hombro. La TC es superior a la radiografía
para identificar la calcificación. Manifestaciones clínicas más raras consisten en tenosinovitis,
compresión de nervios periféricos y médula espinal y precipitación seudotumoral.
El traumatismo, ya sea agudo o tras una lesión de repetición, es la causa más frecuente de dolor
monoarticular agudo, sobre todo en la rodilla y el tobillo. En la rodilla, el desgarro de los
meniscos o los cuerpos libres en el líquido sinovial forman una «cuña» entre las superficies
articulares y dan lugar a un bloqueo completo repentino y doloroso y debilidad al andar, que el
paciente describe como «me falla la rodilla». La anamnesis del paciente es diagnóstica, y la
exploración que utiliza la ERSM puede provocar el bloqueo completo usando la prueba de
McMurray. Es obligatoria la exploración de otros daños ligamentosos, con el uso de pruebas que
evalúan la estabilidad de los ligamentos cruzados o colaterales de la rodilla. También es esencial
una atención cuidadosa a la estabilidad de inversión y eversión del tobillo para el dolor
monoarticular en esa zona. Las radiografías simples pueden demostrar una arquitectura anómala,
una luxación o cuerpos libres, pero la RM es superior desde el punto de vista diagnóstico y, por
lo general, establecerá la causa de un diagnóstico relacionado con el traumatismo. Para evaluar el
daño de la cadera puede ser necesaria una artrografía, especialmente a la hora de establecer los
desgarros en el rodete acetabular.
Las fracturas por sobrecarga pueden ocasionar dolor monoarticular o periarticular al cargar peso
y se producen tras pequeños traumatismos de repetición (p. ej., fractura metatarsiana de marcha),
pero pueden aparecer de forma secundaria a enfermedad ósea sistémica o local subyacente, sobre
todo en personas sedentarias y en aquellas en tratamiento prolongado con bisfosfonatos. Estas
fracturas pueden pasar desapercibidas en las radiografías estándar; por tanto, la TC, la RM o la
gammagrafía ósea son útiles en el contexto de un dolor articular persistente de localización
regional.
Los pacientes con tumores primarios o secundarios en los tejidos periarticulares pueden presentar
dolor de una sola articulación y suelen diagnosticarse tras radiografías y/o RM de rutina. El
lipoma arborescente es un tumor benigno, que a menudo se manifiesta con tumefacción de la
rodilla, en el que la membrana sinovial es sustituida por adipocitos maduros. Este tumor es más
ampliamente reconocido con el aumento del uso de la RM, que muestra una proliferación vellosa
y rasgos característicos similares a la grasa subcutánea.
Los pacientes con osteocondromatosis sinovial se ven por primera vez con síntomas de dolor y
bloqueo completo de articulaciones grandes, principalmente caderas y rodillas. El líquido
sinovial es de color pálido con escasas células. Las radiografías simples muestran calcificación
de los tejidos sinoviales y, tras la biopsia, la histología sinovial muestra la formación de cuerpos
osteocartilaginosos en la membrana sinovial.
Artrocentesis
Las pruebas analíticas del líquido sinovial pueden confirmar la presencia de cristales (p. ej.,
cristales de urato monosódico en la gota) o descartar la infección. La aspiración y el drenaje de
las articulaciones también tienen un efecto de alivio sintomático al reducir el dolor causado por
una fuerte distensión articular.
Aunque se puede realizar esta técnica prácticamente en cualquier articulación, vamos a describir
la punción de rodilla por ser la más frecuentemente involucrada en las monoartritis en los niños.
Es imprescindible conocer la anatomía de la zona Previa realización de la técnica, hay que
explicar al paciente, si tiene edad para comprenderlo, lo que se va a realizar y, en caso necesario,
administrar la sedación y la analgesia oportunas. Es recomendable obtener el consentimiento
informado del paciente o los tutores previamente a la realización de la prueba.