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2022

El descubrimiento freudiano del inconsciente marcó sin lugar a dudas un antes y un después,
no solo en la medicina sino en otras disciplinas que intentan ocuparse de la complejidad de
lo humano. Se basa en una división entre neuropsicosis y neurosis, 2 grandes grupos
nosológicos. Acorde a la época en la que fue desarrollada la teoría psicoanalítica, Freud
sugirió lo que llamamos en este apartado “nosologías”, que como veremos, no se
corresponden a lo que en la actualidad indicamos bajo ese calificativo.
Uno de los conceptos adoptados por el psicoanálisis y adaptado a su campo, es el de
“estructura”, del cual a su vez derivó el de “estructuras clínicas”. Como nos podemos dar
cuenta el termino no fue conceptualizado por Freud, pero su trabajo y las características de
las nosologías que exploraremos, dieron a Lacan los elementos para formular el concepto de
“estructura”1 como lo conocemos en psicoanálisis y las “estructuras clínicas.
Antecedentes
Recordemos que Freud inició sus estudios de medicina en el año de 1873 y se recibió en el
año de 1882. Durante los años de 1877 a 1886 se dedicó a la investigación y a la docencia y
publicó diversos artículos sobre temas como neurología, histología, medicina, entre otros. En
1885 tras recibir una beca de estudios, con el fin de estudiar la “anatomía del sistema
nervioso, su trabajo con Charcot le conduce a explorar las neurosis, dejando de lado de
manera paulatina las alteraciones nerviosas de base orgánica, centrando su atención en el
mecanismo psíquico de la histeria.
Sobre el informe mis estudios en parís y Berlín, el autor hace la aclaración que en Alemania
no está la gran oportunidad de estudiar la cantidad de enfermos nerviosos que si se pueden
encontrar agrupados en Francia bajo la tutela de Charcot y se señala que existían grandes
diferencias entre las escuelas alemana y francesa por lo que, a su regreso, al exponer los
descubrimientos de los franceses con relación al hipnotismo y la histeria. Freud siguiendo las
enseñanzas de Charcot, atendían principalmente a mujeres histéricas y enfermas nerviosas,
empleando así métodos terapéuticos relevantes para ese entonces: hidroterapia, masajes,
electro terapia, entre otros.
El interés inicial del padre del psicoanálisis se dirige a realizar una comparación entre los
síntomas histéricos y las parálisis orgánicas. Freud hace una descripción de la enfermedad de
la cual indica que no se han ubicado alteraciones anatómicas del sistema nervioso y se
encuentran casos de perturbaciones en representación de actividad voluntaria y sofocación
e inhibición de sentimientos.
Al sumergirse en el estudio de las parálisis y compararlas con las de tipo histérico una
delimitación que es exacta y una intensidad que es excesiva de la lesión. Las parálisis de tipo
orgánico tienen una correspondencia precisa con lesiones cerebrales, mientras que las
histéricas ignoran la anatomía y por tanto las lesiones derivadas de la histeria obedecen a
ideas atribuidas por el enfermo a las funciones de un órgano o parte del cuerpo, teniendo
como base traumas psíquicos.
Así Freud luego de cuestionar la efectividad de los métodos comúnmente empleados se
interesa por la hipnosis. Primeramente, porque su viaje a parís comprobó que esta era
admitida y usada de una forma corriente. Freud se vio convocado a servirse de la hipnosis
para rastrear el origen de sus sistemas. En el escrito “Histeria”, Freud le hace mención a su
uso y junto con Breuer, ubica la causa de los síntomas en representaciones inconscientes. Así
otorgando un gran valor a lo que es relatado por los pacientes y se cuestiona fuertemente a
los tratamientos tradicionales.
A raíz de esto y tempranamente, en 1890 en su escrito “tratamiento psíquico o (tratamiento
del alma)” Freud comenta su extrañeza ante el empleo de métodos ortodoxos por parte de los
médicos. Introduce el tema a través de la explicación del término “psique” y comenta que, si
se fuera fiel al significado del término, se llevaría a cabo en la clínica seria del orden del
tratamiento desde el alma o de los males de la vida anímica. También señalo como a su
parecer el temor del estudio de lo anímico por parte de los médicos, sin embargo, insistió en
que si bien la medicina había avanzado durante los últimos años en el uso y descubrimiento
de nuevas formas de exploración de los pacientes. demostraba que su causa no residía en lo
orgánico y fue más allá al reconocer en diversidad de formas, la gran influencia de lo anímico
sobre lo corporal, en la clínica y en la cotidianidad
Los médicos se vieron entonces obligados a aceptar que muchas de las enfermedades
llamadas “nerviosas” no podían ser explicadas con base en una alteración orgánica, siendo
fundamental descubrir la fuente de dicha perturbación. Freud enfatizó la relación recíproca
existente entre cuerpo y alma, la posibilidad de enfermar o curar, acordes con las atribuciones
hechas a las enfermedades o a sus causas, e indicó cómo la libre elección del médico tratante
repercutía de forma notable en ello, advirtiendo, claro está, los límites del lazo posible a
establecer con el paciente, desvirtuando el surgimiento de diversidad de “tratamientos
anímicos”. la hipnosis y a su poder bajo sugestión, considerando sin embargo las debilidades
encontradas en esta técnica: algunos neuróticos eran parcialmente susceptibles a la hipnosis,
consiguiendo pobres resultados.
Junto a estos dos hallazgos, Freud puntúa que algunos pacientes se vuelven dependientes de
la hipnosis y otros, por su repetición suelen agotarse, lo que lo condujo a admitir que el poder
sugestivo variaba. Freud sugirió a Breuer un ordenamiento de cómo sería posible exponer
los hallazgos de la exploración realizada con pacientes histéricas. en cada uno de los casos
se podía ubicar, vía hipnosis, un afecto de horror o trauma psíquico, el cual suscitaba a su
vez afectos penosos como vergüenza, angustia, dolor, entre otros. El l fenómeno histérico
no desencadenaba los síntomas, sino que estos últimos eran producto del recuerdo del trauma
como tal.
La ruptura con Breuer se estableció en relación con el mecanismo psíquico del fenómeno
histérico, porque éste se inclinaba por una teoría fisiológica. Freud se aproximaba desde una
perspectiva menos físico natural, asimilando la escisión psíquica a un estado que llamó
defensa y posteriormente, represión. la afirmación de Freud sobre la importancia de la
sexualidad como causa de las neurosis trazó la separación entre ambos, la primera edición de
los “Estudios sobre la histeria”12 donde los autores refieren que no es posible dar muchos
detalles sobre el material obtenido de la experiencia clínica para evitar que los pacientes sean
identificados. un pilar fundamental como criterio que daría lugar a la organización de la
primera nosología señalada por Freud: para este momento, Freud presta especial interés a la
dicotomía consciente – inconsciente, dicotomía, lo que hace que piense en la hipótesis de un
aparato psíquico, dividido en estas instancias y presta especial interés a la sexualidad por su
papel etiológico estando a la base de la ya indicada represión.
Primera nosología.
El referente conceptual que orienta la primera nosología freudiana es el mecanismo psíquico:
los cuadros en los cuales no opera la defensa se denominan “neurosis actuales”; y aquellos
en donde sí “neuropsicosis de defensa” (Freud 1895). Este primer ordenamiento surge del
encuentro de Freud con el valor de la palabra que enferma, que produce síntomas. A su vez,
la palabra se constituye, para el autor, en un recurso que permite tramitar el exceso que el
síntoma conlleva, y en este sentido, muy tempranamente, Freud accede al estatuto terapéutico
de la palabra.
Las neurosis actuales poseen un padecimiento silencioso y entonces serán un límite a la cura
por la palabra. Sin embargo, bajo la noción de “neurosis mixtas” se anticipa muy
inicialmente, un núcleo indecible presente en todo síntoma psiconeurótico, que dará cuenta,
más adelante, de uno de los mayores obstáculos para la finalización de una cura. Dentro de
las neuropsicosis de defensa reúne, se afirma que existen cuatro neurosis de defensa e indica
que les considera "aberraciones patológicas de estados afectivos psíquicos normales": para
el caso de la histeria -del conflicto-, para la neurosis obsesiva - del reproche-, para la paranoia
-de la mortificación-, y para la amentia alucinatoria aguda - del duelo-. Estos afectos no
conducen a tramitación alguna, sino a un daño permanente del yo, sobreviniendo en las
mismas ocasiones que los afectos estándar, con la condición de que cumplan dos aspectos:
que la ocasión sea de índole sexual y que acontezca en el periodo anterior a la madurez sexual.
Se observa que Freud no sólo toma en cuenta la sintomatología para producir los
agrupamientos, sino que considera la etiología y el mecanismo como criterios fundamentales
para establecer la clasificación. En este último sentido, neurosis y psicosis quedan agrupadas
en un mismo conjunto. En efecto, los síntomas de la neurastenia y de la neurosis de angustia
no poseen sentido psíquico alguno, “carecen de significado psíquico”. Así, Freud concluye
que los problemas de dichas neurosis no ofrecen al psicoanálisis puntos de abordaje.
1. Neurosis obsesiva: La vivencia primaria estuvo dotada de placer siendo activa en el
niño o pasiva en la niña sin presencia de asco o dolor. La vivencia recordada, después
lleva al desprendimiento de displacer y a un reproche consciente. En ese punto,
pareciera que recuerdo y reproche fueran conscientes, sin embargo, son reprimidos y
se forma en la conciencia un síntoma contrario.
los síntomas primarios serían del orden de la escrupulosidad de la conciencia moral,
los síntomas de compromiso se tornarían en representaciones obsesivas o afectos
obsesivos y los síntomas secundarios en obsesión caviladora, obsesión de guardar,
obsesión ceremonial o dipsomanía. La cura estaría en el orden de desentrañar el
reproche primario para ser presentado al yo, siendo preciso reelaborar
representaciones intermedias o de compromiso.
2. Paranoia: La vivencia primaria allí parece ser similar a la de la neurosis obsesiva y
la represión acontece luego que del recuerdo (no se sabe cómo) se desprenda
displacer. El displacer generado es atribuido al prójimo acorde con el esquema
psíquico de proyección, y el síntoma habitual será la desconfianza (con lo cual se
deniega el reproche). La represión sería acá una denegación de la creencia, dando
lugar a cuatro tipos de síntomas defensivos primarios: de compromiso, de retorno,
defensivos secundarios o del avasallamiento del yo. Se advierte aquí y
tempranamente, un mecanismo distinto para la psicosis.
3. Histeria: parte de una vivencia displacentera primaria de naturaleza pasiva. Inicia
con un avasallamiento del yo donde la vivencia displacentera provoca una elevación
de tensión tan alta que el yo busca no una formación de síntoma psíquico, sino una
exteriorización de la descarga, traducido como exteriorización del terror y lagunas
psíquicas. La represión y la formación de síntomas sobrevienen luego,
exteriorizándose motrizmente, pasando a ser el primer símbolo de lo reprimido.
el principal aporte para este momento fue la diferenciación de los tipos clínicos en función
de la modalidad defensiva empleada por el yo y su relación con el retorno de lo reprimido.
segunda nosología
Freud ha ampliado su teoría de las pulsiones yoicas y las pulsiones sexuales, por lo que para
este punto ha puesto especial atención a la sexualidad infantil y en relación con las mismas,
al autoerotismo. Hacia 1900, la escisión de conciencia en la histeria, se extiende más allá de
la neurosis. Cuando Freud enuncia que el sueño es el síntoma de la persona normal (Freud
1900), pretende dar cuenta que todo sujeto se encuentra dividido entre lo que dice y lo que
cree decir. Esta etapa, del Arte de la interpretación (Freud 1920), se caracteriza por el intento
de despatologizar esta escisión de conciencia, haciendo de ella un universal. ¿De dónde parte
la necesidad de una nueva nosología, una vez conceptualizado el sujeto del inconsciente,
sujeto de deseo? El “Arte de la interpretación” encuentra su límite en el detenimiento de las
cadenas asociativas, que revelan al analista como obstáculo: la transferencia se anuncia en
tanto que resistencia. Los Trabajos sobre técnica psicoanalítica (Freud 1911-1913) girarán
en torno a examinar las dos vertientes de la transferencia: como motor y como obstáculo. “La
transferencia tiene esta importancia extraordinaria, lisa y llanamente central para la cura, en
las histerias, en las histerias de angustia y en las neurosis obsesivas que por eso se reúnen
con justo título bajo el nombre de neurosis de transferencia”.
En relación a la pregunta sobre el estatuto del objeto, Lacan señala que aquello que Freud
nombra como libido de objeto refiere al objeto (a) (Lacan 1968, clase 10-1). Siguiendo esta
idea, y tomando como referencia una de las tantas definiciones que Lacan hace del objeto a;
podría pensarse que el sujeto de la neurosis es consecuencia de la pérdida que constituye el
objeto a, pérdida necesaria para constituirlo en tanto sujeto de deseo. Por otra parte, en las
psicosis, bajo la forma del aforismo “el psicótico lleva la causa en su bolsillo” (Lacan 1967),
Lacan puntualiza que tal objeto no pudo ser extraído.
Las neurosis narcisistas conformadas por la demencia precoz, la paranoia, la manía y la
melancolía, “no tienen ninguna capacidad de transferencia o sólo unos restos insuficientes de
ella. Rechazan al médico, no con hostilidad, sino con indiferencia” (Freud 1916-17, 406). En
este sentido, Freud señala que en las neurosis de transferencia nada empuja a revisar el
estatuto del objeto (Freud 1914), precisamente porque el neurótico mantiene el vínculo con
los objetos en la fantasía. Pero, además, cuando Freud señala la indiferencia frente al analista
en las neurosis narcisistas, está ubicando un obstáculo inquebrantable, distinto de la
transferencia como obstáculo en sus vertientes erótica y hostil. Por otro lado, en las neurosis
de transferencia, la libido admite una reversibilidad entre el yo y los objetos; a partir de la
cual se explican diversos estados de la vida normal: el dormir, el enamoramiento y la
enfermedad.
Entonces, si las neurosis narcisistas sí lo llevan a revisar el estatuto de la libido de objeto, es
porque allí puede ocurrir que “…un determinado proceso, muy violento…” obligue a quitar
la libido de los objetos. Y si la libido convertida en narcisista no puede entonces hallar el
camino de regreso hacia los objetos, “es este obstáculo a su movilidad el que pasa a ser
patógeno” (Freud 1916-17, 383). Freud nos presenta la posibilidad de que un sujeto quede
encerrado en su propio narcisismo, sin encontrar la vía que lo vuelva a enlazar nuevamente
con el mundo. Sin embargo, este estado que Freud describe y que se acerca a un cuadro
melancólico, habitualmente se ve alterado por los intentos de restablecimiento o de curación
propios de la psicosis. En este segundo tiempo restitutivo, ¿no cabría de esperar un lugar para
el analista?
Freud insiste en sostener que la resistencia en las neurosis narcisistas “es insuperable” (Freud
1916-17, 385), que son incapaces de transferencia. Entonces, la pregunta más bien sería
¿Cuál es el estatuto del objeto en la libido de objeto? El destino diverso que encuentra la
libido retirada de los objetos, consignado por Freud, puede sernos útil para esbozar una
respuesta. Si en la neurosis de transferencia la libido sustraída de los objetos del mundo es
colocada en los objetos de la fantasía, en las neurosis narcisistas es el yo quien la recibe, y a
partir de allí la libido ve imposibilitada su regreso. La transferencia se sostiene, para Freud,
en un analista como objeto: “En lugar de los diversos tipos de objetos libidinales irreales,
aparece un único objeto, también fantaseado: la persona del médico” (Freud 1916-17, 414).
Sin embargo, cabe destacar que Freud señala respecto de las neurosis de transferencia que no
toda la libido pasa a los objetos, “la masa principal de la libido puede permanecer en el
interior del yo” (Freud 1916-17, 379), se refriere a la misma cuestión cuando menciona que
en el proceso de unificación de las pulsiones en torno a un objeto único total, ciertas pulsiones
se relegan por inutilizables (Freud 1916-17).
Si la transferencia en la neurosis se propicia en un analista que, al encarnar ese objeto (a),
correlativo de una falta, devenga objeto para la libido; en la psicosis ese lugar está colmado
por el objeto. El problema de Freud con la psicosis fue, en parte, encarar la dirección de la
cura con un dispositivo creado en base a la neurosis. Lacan recoge ese impasse y propone
hacer lugar al decir psicótico desde una posición diversa. El analista no encuentra su lugar
como causa, pero sí como testigo, y desde allí, intenta hacerse merecedor del testimonio que
da el sujeto psicótico sobre su saber hacer con el goce. En este sentido, la posición del
analista, la de hacer lugar al decir de la psicosis, difiere completamente de la perspectiva de
la psiquiatría.
Tercera nosología
Tras el avance hasta ahora logrado, Freud se topó con otras dificultades en la clínica, entre
ellas, el apego de los sujetos a su síntoma, la compulsión a repetir situaciones displacenteras,
los autorreproches de obsesivos y melancólicos, la reacción terapéutica negativa, la
prevalencia de sentimientos de culpa y el marcado papel del odio y el masoquismo.
➢ El Yo extiende sus dominios y funciones a los tres sistemas de la primera tópica: se
asienta en la conciencia, que constituye su "núcleo” e incluye, además, la mayor parte
del sistema preconsciente. No obstante, se arraiga también en el inconsciente, como
dan cuenta las resistencias inconscientes en el progreso de la cura.
➢ El ello (Es) por su parte, correspondería de manera general al inconsciente de la
primera tópica; desde el punto de vista energético a la sede de las pulsiones
(reservorio de libido) y es la instancia en la que las pulsiones de muerte intentarían
acallar al Eros; desde el punto de vista dinámico, sería sede permanente de conflicto
entre el yo y el superyó.
➢ El superyó, se constituiría cómo instancia critica, observadora, prohibitiva y
continuadora de las instancias educativas y normativas de los padres. Sus funciones
serán las de conciencia moral, autoobservación crítica y formación de los ideales del
sujeto; Freud le consideró como ‘heredero del complejo de Edipo’.
El tercer ordenamiento nosológico mantiene a las neurosis narcisistas, pero las separa de los
otros dos conjuntos: las neurosis, por un lado, y las psicosis por otro. A esta altura, donde ya
está establecido el segundo ordenamiento metapsicológico, explica cada grupo de acuerdo a
un conflicto entre instancias: En las neurosis narcisistas el conflicto es entre el yo y el
superyó, las neurosis se caracterizan por producirse el conflicto entre el yo y ello, y las
psicosis entre el yo y el mundo exterior. La novedad freudiana, respecto a sus antecesores,
reside en señalar que también en la neurosis hay pérdida de la realidad (Freud 1924). La
diferencia con las psicosis radica en que en aquellas se produce una “obediencia inicial”, a la
que le sigue un intento de huida:
“La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada de ella” (Freud 1924,
195) Mientras que en las psicosis la realidad se desmiente inicialmente. A esta huida inicial
le sigue una fase activa de reconstrucción. Sin embargo, señala que “tampoco a la neurosis
le faltan intentos de restituir la realidad deseada por otra más acorde con la del deseo” (Freud
1924, 196). Así, la posibilidad de restitución la ofrece el mundo de la fantasía. Una vez más,
el terreno de la fantasía separa el campo de la neurosis del de la psicosis. ¿Cuál es el vínculo
que mantiene el neurótico con la “realidad”? En Análisis terminable e interminable dice que
“el aparato psíquico no tolera el displacer, tiene que defenderse de él a cualquier precio, y si
la percepción de la realidad objetiva trae displacer, ella- o sea, la percepción, tiene que ser
sacrificada” (Freud 1937). Allí donde se presume que el neurótico se vincula con la realidad
de manera incuestionable, Freud viene a señalar que la realidad en la neurosis, es la realidad
psíquica, que se soporta en una satisfacción pulsional anudada a la fantasía. Así, el sujeto
neurótico sólo puede vincularse con los objetos que el mundo de su fantasía le provee.
Freud encuentra que el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (en este caso de la madre)
al cual el niño no ha querido renunciar. Ello es explicado porque el niño rehúsa el enterarse
del hecho percibido, que la mujer no tiene pene. No puede dar crédito a esto porque si la
mujer se encuentra castrada, la posesión propia del pene corre peligro. Esta última nosología
es quizá la que contiene elementos de mayor complejidad, ya que implica un nuevo
ordenamiento a la luz de la nueva teoría pulsional. El término Verleugnung (desmentida)
referido en “Pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis” es asociado al concepto
“castración” en el artículo “la organización genital infantil”, conduciendo a cuestionar la
posibilidad de ubicar la Verleugnung (desmentida) como el mecanismo propio de las
psicosis.
Los registros y la estructura.
A partir de la lingüística y de la antropología estructural se manifiesta uno de los elementos
esenciales a destacar con referencia al tema de las estructuras, y es la claridad introducida
acerca del rechazo como mecanismo propio de la psicosis, que se denominaba como
forclusión.
Freud en su obra se refirió enmaro el hecho que “el sueño habla”, en donde se ve aparecer de
manera repetitiva un signo dentro del mismo texto y puede restablecer los signos de esa
lengua; para este punto se encuentra mediante una de sus investigaciones que los mecanismos
del trabajo del sueño son “condensación” y “desplazamiento”. Lacan hace aportes en los
cuales establece nexos entre el funcionamiento de los procesos inconscientes aspectos del
lenguaje tal como lo desarrolla la lingüística estructural, buscando así profundizar la teoría
del estadio del espejo; esta teoría le permite afirmar que lo que allí se produce es una
identificación, que al mismo tiempo conduce a una transformación en el sujeto al asumir su
imagen, aunque es indispensable una mediación simbólica para que el sujeto asuma esta
identificación.
Las dudas planteadas por el creador de la teoría del psicoanálisis “acerca del mecanismo de
la psicosis” y “las peculiaridades del inconsciente” descubiertas en el complejo de la
castración, le sirvieron a lacan para ubicar la represión, la forclusión la desmentida en
concordancia con la neurosis, la psicosis y la perversión. Pueden verse a partir de los registros
imaginarios (la captación y la ilusión), simbólicos y real; llevando así a ligar el inconsciente
freudiano con el orden simbólico y a su vez a someter lo imaginario a este orden simbólico.
Se establece el enlace con el yo, que sirve como base para su teoría del registro imaginario y
para desligar la idea del yo como instancia de conocimiento. Jacques Lacan explica la
identificación del niño y manifiesta que cuando logra reconocerse, llena un espacio existente
entre cuerpo e imagen esto conlleva a una configuración imaginaria, para que esto logre
suceder es necesario un tercero que lo nombre. Para el autor francés demuestra que los
elementos imaginarios pueden tener una dimensión simbólica sin que ello derive en una
confusión con lo que es analizable.
El esquema L se conforma de 4 elementos., que en este caso pueden ser abordados en relación
con los demás:
• El yo, es el lugar donde intenta producirse la representación propia sin fallas,
brindando una ilusión de unidad y síntesis, teniendo una base narcisista. Para lacan,
es el lugar del espejismo y del engaño.
• El otro (a) hace referencia al semejante, pero en la lógica de la proyección puede
intercambiarse con el yo, teniendo que el “yo es otro y el otro es yo”. También indica
el mecanismo de la identificación.
Lacan menciona sobre la existencia de un eje imaginario, que es presentado como un muro
ante el lenguaje, en donde lo que se produce allí en netamente “palabra vacía”.
• El sujeto (S): Para Freud, la realidad del sujeto está en el inconsciente, por lo que este
no puede coincidir con el yo. La segunda tópica permitió introducir esta diferencia,
en donde el sujeto del inconsciente no es simétrico al yo.
• El Otro (A): el “Gran Otro” es otro con el que no hay identidad alguna y trasciende
lo ilusorio e imaginario y se encuentra inscrito en lo simbólico, lugar de la palabra
desconocida por el yo. La palabra no proviene del yo, sino que se organiza en el Otro,
por lo que Lacan le nombra como el “tesoro de los significantes”. Por ello la palabra
está más allá del control consciente. El lenguaje pre existe al sujeto, viene de otro
lugar, no nos pertenece específicamente y las palabras del Otro son fundadoras del
sujeto y al mismo tiempo le constriñen.
El orden simbólico, sería aquel característico del humano, un “ser hablante”, elegido que
luego deberá soportar como discurso del Otro, que como dijimos líneas arriba, trasciende
como tal y el significante que la simboliza, dejando una marca indeleble en la palabra. El
lugar del Otro contiene las “significaciones inaccesibles al sujeto”, por lo que la palabra como
Lacan ejemplifica esta operación a través del juego que Freud explicó, el “fortda”, ya que, a
través de esta oposición de lenguaje, el niño más allá de la presencia o ausencia reales, integra
una marca simbólica a nivel del significante, donde se conceptualiza todo aquello. Por ello,
el sujeto accede al orden simbólico a través de la dimensión del lenguaje, desde ahora, que
el orden simbólico determina inconscientemente al sujeto, ubicándolo en una “otredad” en
relación a la cadena significante, recibiendo la significación del Otro.
Podemos decir que es sobre un telón de falta, negación o ausencia, donde se elabora lo
simbólico en referencia a la función significante, debido a que siempre hace referencia a en
el lugar del Otro, son la institución de una represión originaria, que divide al sujeto en su
relación con el significante, en donde en el “hueco” que aparece en la cadena el significante
fálico ocupa un lugar de tercero y determina el lenguaje y la relación entre aportes del primero
sobre los que concentraremos nuestra atención: es decir al estructura del lenguaje, la cual
organiza uno de estos órdenes o registros, el orden simbólico.
Es fundamental que para explicar las estructuras clínicas psicoanalíticas debemos tener como
referente principal la lingüística estructural de Saussure. Plantea que la lingüística debe tener
como objeto de estudio la lengua en forma sincrónica, es decir, el estudio de la estructura y
funcionamiento de una lengua en un momento dado, sin tener en cuenta su evolución, aunque
sea mucho más difícil hacer la lingüística estática que la histórica porque los hechos de
evolución son más concretos y atiende a los cambios lingüísticos que se suceden a lo largo
del tiempo.
Respecto al trabajo de Saussure, Dior hace referencia a que la historia de una palabra no
permite dar cuenta de su significación presente, ya que ésta depende del sistema de la lengua.
Este sistema reside en una cantidad determinada de leyes de equilibrio que dependen
directamente de la sincronía. Además, existe una relación fundamental entre el sentido y el
signo, que solo se puede apreciar a partir del punto de vista sincrónico.
Teniendo en cuenta que la noción de estructura es vital en psicoanálisis, Lacan inicia
haciendo énfasis a la estructura del lenguaje, planteando esta estructura como aquella a la
que se debe remitir el inconsciente. A su vez, porque el acto del lenguaje hace surgir el
inconsciente y es donde se expresa.
El signo lingüístico.
Saussure establece que el signo une el concepto a una imagen acústica. Es decir, el concepto
se encuentra en nuestra mente, dependiendo del contexto y de los referentes adquiridos, En
cambio, la imagen acústica no se limita al sonido de la palabra, sino es la huella psíquica que
deja en nuestra mente.
El signo lingüístico en sí es indivisible, no se puede separar. Si bien Saussure emplea el
término "signo" como el que engloba la unidad lingüística, prefiere sustituir en él los términos
de sus elementos constituyentes: concepto por el vocablo significado e imagen acústica por
el término significante. El signo será la relación de un significado y un significante. Teniendo
en cuenta las propiedades del Signo, la arbitrariedad, hace referencia a que el signo es
arbitrario en el sentido que la unión entre el significado y el significante es inmotivada, es
decir, convencional. Arbitrario con relación al significado, ya que el enlace que une el
significado con el significante es inmotivado. Por otra parte, el signo también se verá alterado
por la práctica social de la lengua el transcurso del tiempo. El signo se mantiene en el tiempo
por su carácter de inmutable es decir el signo es impuesto, aunque con el paso del tiempo
pueda ser alterado y es donde se habla de inmutable y mutable.
Temporalidad del significante
Saussure señala que la lengua se desarrolla en una dirección denominada “eje de oposiciones”
o eje sintagmático, el cual fue denominado por Lacan como “cadena significante”. Dado que
la lengua está estructurada porque se funda en un conjunto de signos, es necesario aclarar
que la simple disposición de signos lingüísticos no crearía un sistema estructural, sino un
léxico.
A partir de ello se realiza una división de la lengua entre el eje de las selecciones y el eje de
las combinaciones. La selección apunta a la posibilidad de elegir un término entre otros,
permitiendo una sustitución de los términos; es el eje paradigmático (o eje vertical del
lenguaje). Por otra parte, la combinación conducirá a la articulación de unidades lingüísticas,
empezando por las del orden de la significación. La combinación que es propia de los enlaces
de las unidades lingüísticas, funda una relación de contigüidad de los elementos significativos
entre sí; este es el eje sintagmático (o eje horizontal) del lenguaje. Con este panorama, se
pueden señalar dos ejes que dividen el lenguaje según el plano de la selección y el de la
combinación: ejes paradigmático y sintagmático. Las dimensiones de lengua y habla podrán
diferenciarse con mayor claridad tomando en cuenta dichos ejes, ya que cada una ópera a su
vez en uno de ellos. El eje de las elecciones pertenece al sistema de la lengua como elección
lexical, mientras el sistema de las combinaciones pertenece al habla como uso de las leyes
gramaticales y lexicales requeridas y a la vez elegidas.
Los giros introducidos por Lacan a la lingüística estructural.
Lacan hace algunas modificaciones a los planteamientos de Saussure. En primera instancia,
para él, el flujo de los pensamientos y de los sonidos se conocerá como flujo de significados
y flujo de significantes y, por otra parte, invertirá el esquema del signo lingüístico
(Significante sobre significado) otorgándole primacía al significante. Bajo esta aproximación
Lacan introduce el término de la “Puntada” es decir, del significante; de esta manera, hace
comprensible la lógica del inconsciente. “Se comprende entonces que Lacan requería, por
derecho, una teoría completa de la estructura, (…) que esta teoría sea inmediatamente una
teoría del significante y que la teoría del sujeto constituya necesariamente su núcleo duro”
(Milner, 2003:148). De tal razón que todo este articulado conforma uno y el mismo elemento
teórico, la del lenguaje y el sujeto, que no es otra cosa que la existencia del sujeto en el campo
del significante.
➢ Metáfora: es aquella donde se designa algo a través del nombre de otra cosa. La
metáfora revela la coherencia de los significados sobre la base de una red significante,
lo que implica que pueda deducirse la existencia de una autonomía del significante
respecto del significado, dando solidez al argumento de la supremacía del
significante.
Podemos deducir del análisis del proceso metafórico, así:
a) Este proceso produce sentido al apoyarse en la autonomía del significante respecto
del significado.
b) La metáfora es el testimonio del carácter primordial del significante, siendo este
último quien gobierna las redes de significados.
c) El significante no solo domina sobre los significados sino también al sujeto a quien
predetermina sin que él lo sepa.

2. Metonimia: consiste en una transferencia de denominación, en la cual, un objeto es


designado a través de un término diferente del que suele serle propio. No obstante,
esta transferencia de denominación sólo es posible si existen ciertos vínculos entre
ambos términos: de materia a objeto, de continente a contenido, de la parte con el
todo o de causa a efecto. En dichas asociaciones, la metonimia impone un nuevo
significante en la relación de contigüidad con un significante anterior, al que suplanta.
En síntesis, el concepto de signo lingüístico y su carácter aleatorio, es planteado en la clínica
en relación con algunos lenguajes delirantes y puede enlazarse con la afirmación de Freud
acerca de la esquizofrenia, donde las “representaciones de palabras” funcionan como
“representaciones de cosas”, que en concordancia con los aportes saussureanos permite
entender el desligamiento del significado y el significante, que luego será trabajado por Lacan
como “desencadenamiento significante”. ¿Cómo define entonces Lacan la “estructura” en el
marco de las “estructuras clínicas”? ¿Cuáles posibilidades le brindan las distinciones llevadas
a cabo líneas atrás en lo tocante a la lingüística estructural?
ESTRUCTURALISMO

El concepto de “estructuralismo” de Lacan comienza determinando las diferencias entre los


conceptos y examinando las relaciones existentes entre los conceptos. La formalización del
modelo tiene en cuenta el principio de discontinuidad y es consistente en sus objeciones, lo
que facilita la discusión de los diferentes grupos. Pensando en el liderazgo, para Lacan lo que
podemos llamar el principio de su contestación es el nombre del padre, por lo que sigue el
cuestionamiento de los hospitales circundantes, las etiquetas del símbolo llave o su bloque.
El nombre del vector principal de "orden" o "conflicto".
La composición es primero un conjunto de recursos que conforman un grupo covariante.
Mencioné un grupo, no mencioné una integridad. Sin embargo, la idea de integridad
únicamente participa si estamos frente a una interacción cerrada con un que corresponde,
cuya composición es solidaria.
Grupo: enuncia ciertos recursos, evitando repercusiones de integridad o depurándolas.
SIGNIFICANTE: Hablamos de un grupo limitado de combinaciones de los recursos del
grupo limitado de fonemas. Entonces, la definición que acoge Lacan de “estructura” tiene
como particularidad integrar al individuo en el sistema (allí donde la composición es un grupo
cerrado de los estructuralistas) inconcluso y que se constituye en una exclusión, debido a que
en ella está ausente lo cual funda su desempeño.
Represión, rechazo y desmentida.
Para el año 1915 Freud distinguió puntualmente la "represión" de la "protección", donde
ubicó a la primera como el primordial mecanismo de protección de la neurosis y a la segunda
como una categoría más extensa y presta a comprender otros fenómenos. En la situación del
"Hombre de las ratas" Freud llama a la neurosis obsesiva como un dialecto de la histeria: "El
medio por el que la neurosis obsesiva expresa sus pensamientos secretos, el lenguaje de la
neurosis obsesiva, es por de esta forma mencionar únicamente un dialecto del lenguaje
histérico"74 y ello puede tener relación con la carta 79 a Fliess en donde indicaba que en la
neurosis obsesiva la "representación-palabra" podría ser el sitio de irrupción de lo reprimido
(es mencionar, su dialecto) ejemplo que sirve para ilustrar como “las defensas” se secundan
en un fenómeno del vocablo, trazando una vía en la clínica diferencial basado en la
composición del lenguaje.
la defensa
Freud abordó el asunto de “la defensa” temprano, a partir del año 1895 una vez que hizo su
mención en el escrito “Las neuropsicosis de defensa”. Por lo tanto, la defensa surge por
primera ocasión en los registros de la rememoración y sus trastornos y en las “neuropsicosis
de defensa”, en las representaciones que se reprimen y el retorno de lo reprimido formulado
en los indicios, en esas representaciones penosas que el individuo dictamina olvidar sin
lograrlo y que resultan patológicas. En textos posteriores, como "El fetichismo" Freud aclara
que los términos apropiados para describir la división del destino de la representación del
afecto, van a ser desmentida
Verleugnung para el primero (destino de la representación) y represión. Verdrängung-
desalojo para el segundo (el afecto). El infante, rehúsa la observación de que la dama no
posee miembro viril, debido a que al reconocer que la dama no posee uno, pone en riesgo la
posesión del propio. Tras la observación de esta ausencia, el infante preserva el miembro viril
y a la vez lo resigna, lo cual conduce a que psíquicamente la dama siga teniendo un miembro
viril, empero este miembro viril es otro y es destinado con un sustituto: el fetiche. Mediante
este último es mantenido el pene de la mamá por arriba de la constatación de que la mamá
no posee miembro viril.
Lo anterior hace viable diferenciar el papel de la desmentida en la psicosis, de ese que
cumple en el fetichismo. En este no es "alucinado" un miembro viril donde no hay alguno,
sino que se desplaza el sentido del miembro viril a otra parte corporal. Michel Sauval78 lo
sintetiza afirmando que no es algo que retorne de manera alucinatoria en lo real como si
ocurriría en la psicosis, sino que la importancia se desliza hasta ubicarse en otra parte
corporal; en el fetichismo la importancia fálica todavía está en juego, lo cual no pasa en la
psicosis.
En conclusión, se puede inferir que, Tras la observación de esta ausencia, el niño conserva el
pene y a la vez lo resigna, lo que conduce a que psíquicamente la mujer siga teniendo un
pene, pero este pene es otro y es designado con un sustituto: el fetiche. Por medio de este
último es mantenido el falo de la madre por encima de la constatación de que la madre no
tiene pene. Lo anterior hace posible distinguir el papel de la desmentida en la psicosis, de
aquel que cumple en el fetichismo. Puesto que es tarea de la función intelectual del juicio
afirmar o negar contenidos de pensamiento, las consideraciones anteriores nos han llevado
al origen psicológico de esa función. Negar algo en el juicio quiere decir, en el fondo, ‘Eso
es algo que yo preferiría reprimir’.
El juicio adverso {Verurteilung} es el sustituto intelectual de la represión, su «no» es una
marca de ella, su certificado de origen; digamos, como el Made in China. La funcionalidad
del juicio atribuye o desatribuye una propiedad a una cosa y admite o impugna la vida de una
representación en la verdad.
“La otra de las elecciones de la funcionalidad del juicio, la que recae sobre la realidad real
de una cosa de todo el mundo representada, es un interés del yo-realidad definitivo, que se
realiza a partir del yo-placer inicial (examen de realidad). Ahora por el momento no hablamos
de si algo percibido (una cosa del mundo) debería ser acogido o no en el interior del yo, sino
de si algo presente como representación dentro del yo podría ser reencontrado además en la
percepción (realidad). Freud aclara que las representaciones provienen de percepciones y son
repeticiones de ellas, por lo cual la vida de la representación da el estatuto a la verdad de lo
representado, lo cual involucra que lo objetivo y personal no estén a partir del principio y se
establecen pues el raciocinio puede hacer presente (al reproducir una representación) algo
que ha sido percibido, logrando reservarse del objeto afuera.
El fin del examen de la verdad o de la objetividad no va a ser descubrir un objeto real que
corresponda a lo representado, sino reencontrarlo. Por otro lado, no continuamente al
reproducir la percepción en la representación esta se repite con fidelidad, siendo viable que
resulte modificada, por lo cual la prueba de la verdad debería mantener el control del alcance
de las desfiguraciones a las que haya sitio. Freud cierra este escrito aseverando que el análisis
sobre el juicio posibilita aproximarnos a la génesis de una funcionalidad intelectual cuya
polaridad parece obedecer a la contraposición entre Eros (afirmación - Bejahung) y la
negación “sucesora de la expulsión” (destrucción - Ausstosung). Para él, la operación de la
funcionalidad del juicio solo va a ser viable por la construcción del signo de la negación, que
paralelamente posibilita pensar un nivel de libertad ante las secuelas de la represión y de la
compulsión inicialmente del placer.
Como comprendemos, en el inconsciente no opera la contradicción y en la negación existirán
2 posiciones: la primera, aquella en donde lo reprimido accede a la conciencia de manera
negada y se preserva el rechazo de lo reprimido al negarle en su enunciado. La negación
posibilita comprender que eso que se testimonia como negación se muestra a grado del
enunciado y corresponde a una postura subjetiva, o sea, de la enunciación. Lo dicho se
traduce para Lacan en "Toda aprehensión humana de la verdad está sometida a esta condición
fundamental: el individuo está en busca del objeto de su quiero, más nada lo conduce a él.
La teoría freudiana del origen de todo el mundo objetar, de la verdad, de la misma forma que
es expresada finalmente de la Traumdeutung, ejemplificando, y de la misma forma que la
retoma cada vez que ella está en esencia en juego, involucra que el individuo queda en
suspenso en lo tocante a su objeto importante, al objeto de su satisfacción importante."
El grado del enunciado involucra que algo se hace presente, sin que por ello la enunciación
modifique su postura frente a lo reprimido. Sin embargo, lo más atractivo del escrito es que
Freud sugiere que se necesita reconocer una negación fundamental, donde existe una puesta
en signos (signos de percepción) que, para Lacan, aceptan la exigencia de un campo
significante fundamental. En el seminario 3 Lacan rememora lo dicho por Jean Hyppolite
sobre la negación, en donde en el inconsciente, no todo estaría sencillamente reprimido o
desconocido por el individuo, sino que podría ser primordial reconocer una confirmación
fundamental o admisión al orden simbólico, susceptible de faltar.
Eso que cae bajo la represión retorna: represión y retorno de lo reprimido son el derecho y
revés de una misma cuestión, donde lo reprimido constantemente está presente y se muestra
articulado con los indicios y otros fenómenos.
La defensa y la represión
Teniendo presentes las distinciones llevadas a cabo hasta este punto y basado en las psicosis,
es viable evidenciar cómo, anterior a toda simbolización, existiría una fase (lógica, no
cronológica) donde puede pasar que parte de la simbolización no se lleve a cabo. Es posible
que suceda que algo fundamental (que atañe al ser del sujeto) no entre en la simbolización y
sea rechazado. Es a grado de dicha confirmación primigenia (Bejahung), y que puede o no
llevarse a cabo, donde aparece una dicotomía: lo cual se someta a la simbolización primigenia
va a tener diferentes destinos y lo rechazado primitivamente, va a tener otro.
La diferenciación del par confirmación (Bejahung) expulsión (Ausstossung) involucra que el
juzgar sea subsiguiente a la integración dentro del yo o a la exclusión fuera del mismo,
dejando como consecuencia la confirmación (Bejahung) y la negación (Verneinung) como
sustituta de la expulsión (Ausstossung). Lo cual queda “adentro” es objeto de una Bejahung
(afirmación primordial) y lo cual queda afuera de la “expulsión primordial”, Ausstossung.
En síntesis, Lacan tiene relación con la Bejahung (afirmación) como aquella que tiene
impacto sobre el significante fundamental y paralelamente, le proporciona el carácter de una
“admisión” en el sentido simbólico, siendo susceptible de faltar. Una vez realizado este
recorrido, Lacan denomina como Verwerfung a la expulsión fundamental, ubicándole como
lo contrario a la Bejahung, obteniendo como consecuencia que la dupla Bejahung –
Ausstossung, se transforma en Bejahung – Verwerfung.
La anterior exclusión es sustancial en lo estructural, debido a que en la neurosis existe una
eliminación significante, sin embargo, retorna en el mismo registro, o sea en lo simbólico, a
medida que en lo cual atañe a la psicosis, la forclusión del significante causa un retorno que
no se da en el mismo registro ya que lo rechazado en lo simbólico retorna a partir de lo real,
fuera de los simbólico. Lo reprimido en la neurosis se expresa en los indicios de forma
articulada, insiste en la cadena significante, en lo que, en la psicosis, lo forcluido, al tratarse
de una expulsión y no admisión en lo simbólico, retorna en lo real.
La expulsión de este significante fundamental al exterior involucra que falte a partir de aquel
instante y esta podría ser la base de la paranoia, donde hay exclusión de un interior primigenio
(a su vez) de un primer cuerpo humano significante, mejor dicho, expulsión fundamental.
Lo anterior es descrito como un juego de comparaciones con los objetos ya conformados,
donde la primera aprehensión de la verdad por parte del individuo va a ser el juicio de la
realidad, consistente en mencionar “esto no es mi sueño, mi alucinación o representación,
sino un objeto Ahí se pondrá a prueba el exterior por el interior, “de la constitución de la
verdad del individuo en un nuevo descubrimiento del objeto
Además de los comentarios reiterativos en el Seminario 3 acerca del “yo”, además vuelve
sobre el complejo de Edipo, al cual le proporciona enorme peso, al mencionar “no hay
neurosis sin Edipo” y así mismo al asegurar que en la psicosis “algo no se completó en el
Edipo”. Todo lo cual circula en nuestra literatura, los principios primordiales sobre lo cual
estamos de consenso, lo involucra: para que haya realidad, para que la entrada a la verdad
sea suficiente, para que la emoción de realidad sea un justo guía, para que la verdad no sea
lo cual es en la psicosis, se necesita que el complejo de Edipo haya sido vivido”
El edipo y la castración como acceso a la estructura
A todo ser humano que nace se le plantea la tarea de dominar el complejo de Edipo; el que
no puede resolverla, cae en la neurosis. El progreso del trabajo psicoanalítico ha destacado
con trazos cada vez más nítidos esta importancia del complejo de Edipo;
Volvamos sobre el complejo y su declinación velozmente:
➢ El infante y la mamá fundamentalmente son uno, el infante muestra enorme apego
por la mamá y excluye al papá, coexistiendo 2 anhelos principales: incesto y
homicidio del papá.
➢ El infante se muestra frente al papá como contrario, hay celos y frente a la
agresividad, está la amenaza de castración: la amenaza se muestra relacionadas con
la imagen corporal y su totalidad.
➢ El malestar de castración es excluido y, en términos de Freud, hay "devastación" y
"abolición" del complejo. Al renunciar al objeto materno, hay un repliegue narcisista
sobre el yo y el infante ama al papá. Este amor al papá es una demanda, en donde el
infante espera recibir por identificación el signo de la virilidad de acuerdo con el ideal
del yo, y en la situación de la niña, recibir de un hombre el pene que no posee.
Posteriormente Lacan busca profundizar sobre el concepto de narcicismo y como lo hemos
reiterado, lo que se produce en el estadio del espejo es una identificación, que conduce a una
transformación en el sujeto al asumir su imagen. No obstante, será necesario un tercero para
que esta imagen sea concedida al sujeto, es decir, es indispensable una mediación simbólica
para que el sujeto asuma esta identificación.
El papá prohíbe a la mamá, debido a que en cuanto objeto es suya, lo cual involucra que el
papá castra al infante de su mamá.
Al final, en el grado de la privación, el papá se hace preferir sobre la mamá, convirtiéndose
en un objeto con el que está establecido una identificación. El infante afronta a la ley del papá
una vez que constata que la mamá además es dependiente de la ley relacionadas con la
satisfacción que puede brindarle al infante y la dirección del quiero del infante remite a la ley
del otro vía la mamá.
El infante halla que la composición del quiero es aquella en la que se somete "el quiero de
cada uno a la ley del quiero del otro". El que el quiero de la mamá se encuentre sometido a
la ley del quiero del otro muestra que su quiero es dependiente de un objeto que en teoría el
papá tiene o no.
Posteriormente integraremos los aportes explorados hasta entonces hechos por Freud y los
hallazgos hechos por Lacan, aclarando lo cual atañe al “Significante del Nombre del Padre”
para hacer puntualizaciones sobre ciertos ejes diferenciadores de las construcciones clínicas.
Estructuras clínicas y Significante del Nombre del Padre
En relación con lo anteriormente expuesto en cuanto a estructuras, se debe añadir que la
“elección” de la estructura se define alrededor del Edipo y la función fálica, es decir, la
función paterna, que finaliza con la salida por la falta como condición del deseo.
Cabe destacar también que El Complejo de Edipo es una operación del orden simbólico, lo
que nos permite explicar en este último apartado, la “Metáfora del nombre del padre” y su
papel determinante en la definición de las tres grandes estructuras clínicas psicoanalíticas:
Neurosis, psicosis y perversión.
Represión originaria y Metáfora del Nombre del Padre
La represión originaria es una simbolización primordial de la ley que se cumple al sustituir
el significante fálico o significante del deseo de la madre por el significante del Nombre del
Padre. Para que esto suceda, el niño ha de reconocerse como sujeto y no como objeto del
deseo del otro.
La metáfora del Nombre del Padre articula la función fálica y el complejo de castración.
En base a lo anterior se puede afirmar que, durante el transcurso del Edipo, el niño asocia las
ausencias de la madre con la presencia del padre o de un tercero quien encarna la función
paterna. El padre se presenta acá como rival y más adelante como a quien se le supone
poseedor del falo. Lo anterior, implica que el niño haya construido una relación significante,
en la que puede designar o nombrar lo que causa la ausencia de la madre, referenciando al
padre que tiene falo. El falo impone al niño una confrontación con la falta y la relación de la
castración en sí mismo.
La realidad psíquica del niño elabora a través de la diferencia anatómica, el orden de la falta,
que instaura la existencia del falo como objeto imaginario. Teniendo en cuenta el registro
imaginario, la noción de falta irá más allá de la relación anatómica, donde la observación de
la realidad perceptiva la vehiculiza.
Lo que le permite al niño simbolizar la presencia y ausencia de la madre, indica que puede
verse a sí mismo como un sujeto y no como aquel que satisface el deseo, es decir, el falo. La
aparición del “sujeto” ocurre cuando el niño hace un esfuerzo por designar simbólicamente
la renuncia al objeto perdido, lo que solo podrá hacer si se reprime el significante fálico.
Tenemos que la función paterna está determinada por un lugar que le otorga una dimensión
simbólica y al ser una función simbólica, puede a su vez ser una operación metafórica. En
otras palabras, El padre no es aquí un objeto real, sino una metáfora y esta metáfora es un
significante que sustituye a otro significante, para este caso, dentro del complejo de Edipo.
Podemos concluir que la Metáfora paterna es estructurante y central en la constitución del
niño, ya que además de introducirlo en la dimensión simbólica al separarle de su unión
imaginaria con la madre, le concede el estatuto de sujeto deseante.
Estructuras clínicas
En lo que a estructuras clínicas concierne, su abordaje nos conduce a aseverar que, de ocurrir
un fallo en la represión originaria, la metáfora paterna no se produce, obteniendo como
resultado la forclusión. Este concepto de forclusión contempla la diferencia entre neurosis y
psicosis debido a que los fenómenos característicos de la neurosis como la represión, nos
permite explicar la psicosis.
Por otra parte, si el nombre del Padre está forcluido en el lugar del Otro, la metáfora paterna
fracasa y explica una carencia que en la psicosis se convierte en condición estructural esencial
que le separa de las neurosis.
A continuación, se tratarán cada de las estructuras clínicas.
Perversión: Freud la definió como toda forma de conducta sexual que se desvía de la norma.
Tiempo después relativizó esta definición al proponer la perversión de toda la sexualidad
humana se caracteriza por la ausencia de un orden natural.
Teniendo en cuenta la incidencia sobre la castración y la escisión del yo, es importante
resaltar la atribución fálica que el niño hace acerca de su madre; los niños niegan la falta de
pene y creen ver uno, para luego concebir que la falta de éste se debe a que le fue quitado
(castración). Debido a esto el niño se enfrenta a la “angustia de castración”, lo que le conduce
a reacciones defensivas para hacerle frente. En el caso de la perversión, el sujeto solo acepta
la castración quebrantándola continuamente y la estructura perversa tendrá para Freud dos
procesos característicos: la fijación (con su correspondiente regresión) y la desmentida de la
realidad. La defensa consiste en una formación sustitutiva, en donde, por una parte, se
reconoce la ausencia de pene en la mujer y por otra, se desmiente este reconocimiento.
Por lo anterior, el perverso no se compromete con la castración, no asume esa parte que
implica “perder”. El perverso desmiente la castración de la madre y en él prevalece una falta
no simbolizable.
En resumen, el perverso reniega la castración; percibe que la madre carece de falo, pero se
niega a aceptar la realidad de esa percepción traumática.
Psicosis: el psicótico sabe que los fenómenos que se le presentan son de un orden distinto a
lo real y admite su irrealidad, existe también un predominio de lo imaginario.
En esta estructura no se habla de síntoma sino de fenómenos elementales. En estos casos el
sujeto dice escuchar una voz, que viene de afuera, que viene del Otro, que le dice cosas, le
ordena hacer algo o lo insulta. Experimenta también “fenómenos de descomposición, de
despedazamiento, de separación, de extrañeza, con relación al propio cuerpo”. También es
posible encontrar una distorsión en la percepción del tiempo y el espacio y testimonia tener
experiencias inefables o experiencias de certeza absoluta.
Para que la psicosis se desencadene es necesario que haya una coincidencia de dos
“agujeros”: por una parte, la elisión de lo imaginario precipitada por la elección requerida al
sujeto y por otra la elisión de lo simbólico por la ausencia del significante del Nombre del
Padre. Como el sujeto no puede responder a qué es lo que eso que supone que el Otro quiere
decirle, se encuentra permanentemente en una posición de extrañeza ante las voces.
Neurosis: en la neurosis se instaura el Nombre del Padre y, por ende, es asimilada la
estructura del lenguaje. El neurótico es el sujeto de “la duda”.
La neurosis se expresa en el registro simbólico, donde los conflictos psíquicos nacen de la
historia infantil, en el que los compromisos versan entre el deseo y la defensa. La relación
fundamental en la neurosis está dada con el Otro y el sujeto no quiere aceptar la perdida de
objeto, por lo que bascula entre perderlo y/o atraparlo.
Quienes son llamados generalmente como “normales” son, en términos clínicos, sujetos
neuróticos, su mecanismo básico es la represión, como Freud mismo sostiene se puede
afirmar que todos somos enfermos neuróticos ya que las precondiciones para la formación
de los síntomas, la represión, puede formarse en personas “normales” (Freud, 1915/1981)
Conclusiones
• El abordaje del término estructura nos permite afirmar que lo simbólico no puede ser
reducido al significante.
• La perspectiva de las estructuras clínicas desenmarca al psicoanálisis de un
agrupamiento de síntomas, el psicoanálisis propone una lógica distinta en donde
dicho mecanismo psíquico se propone como el antecedente de una estructura
subjetiva.
• El diagnóstico de las estructuras no se hace en base a los síntomas del sujeto, sino en
base a la posición que él tiene frente a ellos. Los síntomas en la neurosis, los
fenómenos elementales en la psicosis y los actos perversos en la perversión, por
supuesto que se tienen en cuenta, sobre todo en estas dos últimas estructuras, pero el
diagnóstico de la estructura clínica, como ya se indicó, también abarca la posición
subjetiva del sujeto.
• Las estructuras son “irreversibles” y su funcionamiento está sujeto a los efectos del
significante.

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