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MODULO II: Problemáticas del campo de la subjetividad

Psicoanálisis

Contexto de surgimiento

Es esta concepción la que marca la singularidad del descubrimiento freudiano, el cual implica no sólo una
manera distinta de abordar los síntomas neuróticos sino que produce una nueva concepción acerca del sujeto.
Aquello que es rechazado por el discurso médico pugna por hacerse oír, y el psicoanálisis nos lleva a pensar lo
inasible, lo que no podemos decir. Suele decirse que el psicoanálisis surgió del encuentro entre ese cuerpo que
grita y aquel que decidió poner en juego su oreja para escucharlo y aceptar su enigma en lugar de intentar
silenciarlo.

El psicoanálisis surgió de la mano de Freud (1856-1939), médico neurólogo austro-húngaro y judío, exiliado de
su patria antes de la Segunda Guerra Mundial, reconocido como el padre del psicoanálisis. Realizó sus aportes y
postulaciones en un contexto científico de paradigma hegemónico positivista, con una concepción mecanicista
del hombre y del universo. Desde la medicina, se consideraba que toda enfermedad estaba ligada a una lesión
de un órgano. Y desde la psicología se pensaba a lo psíquico como sinónimo de la conciencia. Además la
sociedad se sostenía sobre una moral victoriana.

Inicio del psicoanálisis

Freud comienza a adentrarse al estudio del psicoanálisis a partir de su acercamiento al doctor Breuer, que se
encontraba tratando casos de histeria. Desde la medicina, no se podía dar respuesta a esta afección, en primer
lugar porque no había una voluntad de dispensarle el mismo grado de interés que al enfermo orgánico; como
también porque las formaciones patológicas y anatomo-fisiológica desasiste a los médicos al enfrentar las
singularidades de los fenómenos histéricos. En este contexto, Breuer tomó una postura diferente ante su
paciente, con interés. La paciente tenía una parálisis en ambos miembros derechos, dificultades en la visión,
estados de ausencia, confusión, entre muchos otros síntomas. La técnica de Breuer se basaba en un tratamiento
de hipnosis, en las que la paciente reproducía las creaciones psíquicas que la gobernaban durante las ausencias,
y estas eran fantasías sumamente tristes. Toda vez que contaba cierto número de esas fantasías, quedaba como
liberada y se veía reconducida a la vida anímica normal. A través de esta catarsis, la paciente también lograba
hacer desaparecer los síntomas patológicos.

Traumas psíquicos, síntomas e inconsciente

Freud explica el origen de estos síntomas como restos de vivencias plenas de afecto a los que llama “traumas
psíquicos”; y su particularidad se esclarece por la referencia a la escena traumática que los causó. El síntoma a
veces también estaba vinculado a repetidos y numerosos traumas. Los enfermos de histeria padecían de
reminiscencias, sus síntomas eran restos y símbolos mnémicos de ciertas vivencias. Esta fijación de la vida
anímica a los traumas patógenos es uno de los caracteres más importantes y de mayor sustantividad práctica de
la neurosis. Psicosomático, el trauma como lo anímico y el síntoma como lo somático.

En un contexto de la psicología, en el que se pensaba a lo psíquico y lo conciente como iguales, Freud se


pregunta sobre ciertos tipos de actos o fenómenos a los cuales es imposible atribuirles ser producto de nuestra

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intencionalidad o de nuestra voluntad conciente, como así también por la razón del olvido de los pacientes las
escenas patógenas que habían devenido en traumas psíquicos. Concluye que los procesos psíquicos son en sí
mismos inconscientes, y que los procesos concientes no son sino actos aislados o fracciones de la vida anímica
total. Supone además, una nueva concepción del sujeto y del saber, que inaugura un nuevo campo de saber. La
existencia de un saber no sabido por el sujeto de la conciencia, un saber que, el sujeto, no sabiendo que lo sabe
cree ignorarlo: inconsciente.

La clínica freudiana descubre una fuerza que impide el surgimiento de los recuerdos, obligándolos a permanecer
inconscientes; a esta fuerza Freud la denomina Resistencia.

Al proceso que expulsa de la conciencia a determinadas representaciones lo denominará Represión. Esta opera
toda vez que surge una optación (deseo) contraria a los demás deseos del individuo y que, por tanto, resultaba
intolerable para las aspiraciones éticas y estéticas de su personalidad. Había sobrevenido un breve conflicto y al
final de este, la representación que aparecía ante la conciencia como portadora de aquel deseo inconciliable
sucumbía ante la represión. La aceptación de la moción del deseo inconciliable o la persistencia del conflicto
habrían generado un alto grado de displacer, que era ahorrado por la represión, probando ser uno de los
dispositivos protectores de la personalidad anímica.

En la indagación de los histéricos y otros neuróticos, se puede deducir que en ellos ha fracasado la represión de
la idea entramada con el deseo intolerable. Aunque la moción de deseo haya sido expulsada de la conciencia,
esta perdura en lo inconsciente, esperando para ser activada, y enviar dentro de la conciencia una
formulación sustitutiva, desfigurada de lo reprimido, pero que siguen una lógica lingüística, debido a que el
inconsciente tiene materialidad, según Lacan. Esto se produce a través de una asociación a palabras parecidas o
iguales porque el lenguaje posee equivocidad. Esta formación sustitutiva es inmune a los ataques del yo
defensor. Si lo reprimido es devuelto a la actividad anímica consciente, lo cual presume la superación de
considerables resistencias, el conflicto psíquico puede hallar, con ayuda del médico, un desenlace mejor.

Nuevos métodos

El tratamiento catártico utilizado por Breuer implicaba poner al paciente en estado de hipnosis, y esto no resulta
suficiente y totalmente efectivo para Freud, por lo que decide independizar al tratamiento catártico de la
hipnosis. Entonces, cuando los pacientes aseguraban no saber nada más, les aseguraba que lo sabían, que solo
debían decirlo, y hasta incluso que el recuerdo acudiría en el momento que él les tocara la frente. Pero este
procedimiento no era totalmente efectivo y era sumamente trabajoso.

Finalmente, Freud da con el método psicoanalítico, utilizando técnicas de asociación libre (que se constituye
como un recurso del analizante), e interpretativas (que es una herramienta del psicoanálisis). Si para buscar un
complejo reprimido de un enfermo se partía de lo último que aún recuerda, tenemos todas las perspectivas para
colegir, siempre que él ponga a disposición un número suficiente de sus ocurrencias libres. En el tratamiento
debía dejar que el paciente diga lo que quiera, y nos deberíamos atener a la premisa de que no puede
ocurrírsele otra cosa que lo de manera indirecta dependa del complejo buscado. Este material de ocurrencias
constituye el mineral en bruto para el psicoanalista, que obtendrá el valioso metal con la ayuda de artes
interpretativas. Freud plantea que el hombre encuentra en la palabra un sustitutivo de la acción, por lo tanto a
través de la palabra el afecto puede ser descargado, lográndose así la tramitación psíquica que en su momento

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fracasó. La teoría psicoanalítica repara de modo especial en el hecho de que los seres humanos son los únicos
seres vivientes que habitan en un universo marcado por el lenguaje. Esta característica incide de un modo
singular en la realidad humana. Ser seres hablantes: sostiene la existencia misma del inconsciente.

Así, la relación del sujeto al mundo está determinada por su peculiar relación al lenguaje, el mundo que
habitamos es un mundo signado por palabras, y las palabras no sólo posibilitan la ilusión de la comunicación
entre los humanos sino que además y fundamentalmente tiene efectos sobre su psiquismo, sobre su
constitución psíquica.

Recursos para observar el inconsciente

La elaboración de las ocurrencias que se ofrecen al paciente no es el único de los recursos técnicos para
descubrir lo inconsciente.

Para este mismo fin sirven dos procedimientos más: la interpretación de los sueños y de las acciones fallidas y
casuales.

Los sueños para Freud, comprenden unos cumplimientos de mociones de deseo nacidas el día del sueño, pero
existe en ellos una gran desfiguración. Por esto, se debe diferenciar el contenido manifiesto del sueño de los
pensamientos oníricos latentes. En este sentido, el contenido manifiesto del sueño es el sustituto desfigurado de
los pensamientos oníricos inconscientes, y esta desfiguración es producto de unas fuerzas defensoras del yo. El
estudio de los sueños permite entender los procesos psíquicos que son posibles entre dos sistemas psíquicos
separados. Entre estos dos procesos se destacan la condensación y el desplazamiento. El desplazamiento
implica que la carga o montante de afecto de una representación que resulta hiperintensa para el aparato, se
separa de la misma y pasa a investir, es decir, queda asociado a otra representación originalmente poco intensa.
La representación hiperintensa es reprimida pero el afecto permanece enlazado a una nueva representación
sustitutiva. La condensación permite que en una única representación confluya el montante de afecto de varias
representaciones.

El hecho de que la representación reprimida pueda retornar a través de una representación sustitutiva, y vía el
desplazamiento del montante de aspecto carga nuevas y distintas representaciones, evidencia, en este entorno,
la insistencia del inconsciente por la vía significante.

En los chistes, se da una alusión a cierto pensamiento que se desea expresar y su sustituto, existen en ellos una
“alusión con omisión”. Los actos fallidos, poseen pleno sentido desde la situación en que acontecen, en la
mayoría de los casos se las puede interpretar con facilidad y certeza, y se advierte que también ellos expresan
impulsos y propósitos que deben ser relegados y escondidos de la conciencia propia, o que directamente
provienen de las mociones de deseos y complejos reprimidos que ya tenemos. Estos se expresan verbalmente,
en la escritura, en la lectura, en la audición o en los olvidos. Todas estas expresiones de lo inconsciente
responden a una legalidad, tienen un sentido, no son voluntarias y generan displacer. En estas el retorno de lo
reprimido intenta expresarse a pesar de la intención consciente del sujeto, que está inmerso en una cultura, y
dividido y sujetado a un inconsciente sexualmente determinado.

Sexualidad

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La investigación psicoanalítica nos muestra que las mociones de deseo patógenas son de la naturaleza de unos
componentes pulsionales eróticos y, nos constriñe a suponer que debe atribuirse a las perturbaciones del
erotismo la máxima significación entre los influjos que llevan a la enfermedad. El trabajo de análisis requerido
para el radical esclarecimiento y la curación definitiva de un caso clínico nunca se detienen en las vivencias de la
época en la que se contrajo la enfermedad, sino que remonta siempre hasta la pubertad y la primera infancia,
para develar las impresiones y sucesos que comandaron la posterior contracción de la enfermedad. Únicamente
las vivencias de la infancia explican la susceptibilidad para posteriores traumas, y sólo descubriendo y haciendo
conscientes estas huellas mnémicas por lo común olvidadas, conseguimos el poder para eliminar los síntomas.

Freud plantea la existencia de una sexualidad infantil, a través de la cual el niño tiene sus pulsiones y
quehaceres sexuales desde el comienzo mismo, los trae consigo al mundo, y a través de un significativo
desarrollo en etapas, surge la sexualidad normal del adulto. De esta manera, el psicoanálisis piensa a un sujeto
dividido y sujetado a un inconsciente sexualmente determinado, que es atravesado por el deseo desde el
momento del nacimiento. La pulsión es pensada como la delegación de lo somático en lo psíquico. A través de la
asistencia y presencia de un otro (parental), que lleva a cabo a su vez la función de los cuidados auto
conservativos y de la implantación de la sexualidad y de lo pulsional. Además, la pulsión posee cuatro
elementos:

● El fin, que es la satisfacción;

● El objeto, que es variable;

● La fuente, que son las zonas erógenas; y

● El empuje, que es una fuerza constante, la fijación.

Esta sexualidad infantil es independiente de la función reproductiva, y obedece a la ganancia de diversas clases
de sensación placentera, las cuales pueden ser englobadas en el “placer sexual”.

La principal fuente de placer sexual infantil es la apropiada excitación de ciertos lugares del cuerpo
particularmente estimulables, denominados “zonas erógenas” (genitales, aberturas de la boca, ano y la uretra,
piel, entre otras). Esta primera fase de la sexualidad infantil es llamada autoerotismo.

Junto a otros quehaceres de la vida sexual del niño se encuentra la exteriorización de aquellos componentes
pulsionales del placer sexual (o de la líbido), que tienen como premisas una persona ajena en calidad de objeto.
Una de estas tareas de la vida sexual del niño hallamos la elección del objeto, cuyo asunto principal es una
persona ajena que debe su originario valor a unos miramientos de la pulsión de autoconservación. Esta elección
del objeto esfuerza hacia atrás el autoerotismo, de modo que ahora en la vida amorosa todos los componentes
de la pulsión sexual quieren satisfacerse en la persona amada. La primitiva elección de objeto del niño, que
deriva de su necesidad de asistencia, primero apunta a todas las personas encargadas de la crianza, pero ellas
pronto son relegadas por los progenitores. El niño toma a ambos miembros de la pareja parental y, sobre todo a
uno de ellos, como objeto de sus deseos eróticos. Para Freud, existe una tendencia general a que el padre
prefiera a la hija, mientras que la madre preferiría al hijo; el niño reacciona a ellos deseando que el hijo
reemplace al padre y la hija a la madre. Los sentimientos que despiertan estos vínculos entre progenitores e

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hijos, y en los recíprocos vínculos entre hermanos/as, apuntalados en aquellos no sólo de naturaleza positiva y
tierna, sino también negativa y hostil. El complejo así formado, el Complejo de Edipo, está destinado a una
pronta represión, pero sigue ejerciendo desde lo inconsciente un gran efecto.

Hacia la época en la que el niño es gobernado por el complejo nuclear no reprimido todavía, una parte
significativa de su quehacer intelectual se pone al servicio de los intereses sexuales, por lo que comienza a
investigar de dónde vienen los niños y colige sobre las circunstancias efectivas. En general, la amenaza material
que significa un hermano en el que ve a un competidor, despierta el interés de la investigación. Debido a ella, el
niño construye cierto número de teorías sexuales infantiles. Este hecho de la investigación y las teorías sexuales
que produce, conservan valor determinante para la formación de carácter del niño y el contenido de su eventual
neurosis posterior. Resulta inevitable que el niño convierta a sus progenitores en objetos de su primera elección
amorosa, pero su libido no debe permanecer fijada a esos objetos primeros, sino tomarlos luego como meros
arquetipos y deslizarse hacia personas ajenas en la época de la elección definitiva del objeto.

Tópicas

Freud desarrolla dos tópicas, que aluden a los sistemas e instancias en los que se desarrollan los procesos
psíquicos. Estas se superponen constituyendo el aparato psíquico, la construcción de este psiquismo se da en
función del desarrollo del niño y de determinadas vivencias. La primera de estas tópicas, explica el
ordenamiento de los subsistemas: consciente, preconsciente e inconsciente, que juntos conforman un sistema.
El inconsciente puede ser imaginado gráficamente por debajo de los otros sistemas, y en él residen además de
los pensamientos y vivencias reprimidas, experiencias fundantes en la constitución del niño: huellas mnémicas
en las que se contiene la primera vivencia de satisfacción. Bleichmar menciona que, El inconsciente no es algo
dado, se instaura en el movimiento de instalación de la tópica, y esto es impensable sin el ejercicio de la
represión. Entre el inconsciente y el preconsciente existe una barrera que no permite el acceso a complejos
reprimidos. En este preconsciente se alojan los recuerdos, que son de fácil acceso. Por último en el consciente,
se puede definir acceder al preconsciente por una voluntad. Este sistema está regido por un principio de
constancia, que tiene como función mantener el nivel más bajo posible de energía interna, reduciendo las
tensiones. Previamente a la incorporación del lenguaje, en las huellas mnémicas se dan las representaciones
“cosa”, por lo que no hay un recuerdo acabado; cuando incorporamos el lenguaje se comienzan a hacer
representaciones “palabra”. Cuando dormimos, el consciente queda en un nivel bajo, y la barrera del
inconsciente se hace permeable y más angosta. Debido a que en el inconsciente hay energía libre que circula en
el preconsciente y el inconsciente, los subsistemas comercian.

El inconsciente es un proceso primario, que se basa en el principio de placer, y que es atemporal. Mientras que
el preconsciente y el consciente son procesos secundarios, en lo que se encuentran principios de realidad y de
juicio, razonamiento puro y consciente, atado a un tiempo y en el que la energía está ligada a algo, son acciones
controladas.

La segunda tópica, se constituye como un sistema compuesto de las instancias: el ello, el ideal del yo, el yo, y el
superyo. La prematuración de la cría exige la presencia y la asistencia de un otro que tiene una doble función:
los cuidados auto conservativos y la implantación de la sexualidad, a través de la cual se alimenta la pulsión,
vinculada al deseo y a un principio de placer, esta es la pulsión de vida. En esta primera etapa libidinal del

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autoerotismo, en la que las primeras experiencias de satisfacción se reprimen y alojan en el inconsciente como
huellas mnémicas, aparece la instancia psíquica del ello. Esta instancia se rige por el principio de placer y los
impulsos del deseo, en los primeros meses del bebé. Según Acuña, la alucinación primitiva alude a la experiencia
o vivencia de satisfacción, y ante nuevas tensiones de necesidad la huella será recreada, a ese movimiento de
recreación, de recarga, Freud lo llama deseo. No es el pecho (real), el objeto de placer, sino los signos de placer-
displacer que estuvieron presentes en el encuentro con el pecho. En esta primera etapa, hay una fusión del bebé
con el mundo, no hay yo. Para Bleichmar, sin el contra investimento del autoerotismo, el sujeto quedaría librado
al ejercicio de la pulsión sexual de muerte.

En la segunda etapa libidinal, del narcisismo, el bebé no se encuentra fusionado con el mundo, pero este otro,
que es sexualizado y atravesado por su conflictividad edípica y por la cultura, inicia el movimiento de
constitución del psiquismo, ejerce violencia simbólica, establece una relación asimétrica, codifica y otorga
sentidos, y sexualiza y narcisiza, más allá de lo autoconservativo. Este otro satisface los instintos de
autoconservación y produce, luego de la primera etapa libidinal, energía somática, y entonces, un plus de placer.
Según Acuña, el plus de placer, generará las primeras inscripciones, primeras representaciones psíquicas a las
que quedará fijada la pulsión y que ponen en funcionamiento al psiquismo. En el narcisismo primario, para
Palomo, se conforma el yo-ideal a través de la unificación imaginaria de las pulsiones autoeróticas bajo el
primado del propio cuerpo como objeto sexual. Los padres en esta etapa presentan un rol importante,
adjudicándole al infans perfecciones e ideales irrealizados en función de su propia subjetividad. De esta manera,
el yo se constituye a través del otro. Además, para Bleichmar, la definición de la sexualidad en tanto plus de
placer que no se reduce a lo autoconservativo, rige los intercambios entre la madre y el bebé. Esto hace que el
niño sea pensable, ser amado y ser pensado implica una no apoderación del cuerpo por parte del otro: el cuerpo
propio sólo llega a ser propio en razón de que alguien, ha cedido una propiedad sobre una parte de sí mismo
que deviene ajena. Además, Palomo propone que la identificación primaria propia del narcisismo primario,
constituye una manifestación más temprana del enlace afectivo con otra persona, pero todavía esto no implica
una cabal diferencia entre el infans y los otros, entre sus objetos de deseo y los de los otros. Para Bleichmar, se
da un proceso de extrañamiento con el otro, (el semejante materno), que deja de ser una contigüidad del propio
ser. A partir de esto, se genera la intersubjetividad, signada por la “inquietante extrañeza” de lo ajeno-propio
encontrado.

El otro está siempre en el horizonte, y en esto reside la paradoja que inaugura la madre al introducir, en el
momento de alivio de las tensiones biológica, otras tensiones, del orden sexual, no resolubles ya por medios
simplemente físico-químicos, quedando abiertas a todo tipo de simbolizaciones, constituyéndose en el “motor
del progreso psíquico”.

En una tercera etapa libidinal, vinculada a la conflictividad edípica, el niño sufre los embates de la realidad y se
fisura el yo-ideal. De esta manera nota que la realidad ya no está a su disposición, y debe haber un corte en la
demanda constante. En este momento final del Complejo de Edipo, el niño entiende que si se asemeja a su
padre, (desde un Edipo tradicional propuesto por Freud), tiene posibilidad de estar con su madre, y por esto hay
una identificación con el padre. El Complejo de Edipo se sepulta en el Inconsciente como la prohibición del
incesto. Cuando todos estos procesos de operan, aparece la instancia del yo, que es mediador entre los
principios de placer y los principios de realidad, que aparecen, para Palomo, con la edificación de la llamada
conciencia moral vía formación de la instancia psíquica del superyó, como una prolongación de la autoridad

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externa que los progenitores ejercieron desde el inicio sobre el infans. Entonces, el yo media entre los deseos de
el ello que sólo buscan la felicidad, y la conciencia moral de lo que está bien y lo que está mal del superyó, que
es a su vez heredero del Complejo de Edipo con un profundo sentido de culpa. Además, aparece la instancia del
ideal de yo, sustituyendo al yo-ideal, en el que existe la posibilidad de ser feliz haciendo algo relacionado al
disfrute y el deseo dentro de los lineamientos culturales. Este ideal del yo es modelado por ideales de época, y
representa normas parentales internalizadas, definiendo las aspiraciones del sujeto. Además, en esta etapa
libidinal, se abandona el deseo a los padres, pero quedándose con algo de este, lo que le permite al sujeto jugar
en la exogamia. Para Bleichmar, las tensiones que el yo dirime pueden ser comprendidas desde el concepto de
“economía libidinal”, la difícil tensión entre el placer diferido (resistir la tentación de una recompensa inmediata
y esperar una recompensa posterior) y el goce que se agota en el objeto mismo, inmediato y actual.

Tendencias en la neurosis

En el marco de las investigaciones del psicoanálisis, Freud halla distintas fórmulas sobre la esencia y las
tendencias de la neurosis. Observa que los seres humanos enferman cuando a consecuencia de obstáculos
externos o de un defecto interno de adaptación se les deniega la satisfacción de sus necesidades eróticas en la
realidad. Estas personas luego se refugian en la enfermedad para hallar con su auxilio una satisfacción
sustitutiva de lo denegado. La resistencia de los enfermos a la curación es compuesta de varios motivos, no sólo
el yo del enfermo se muestra renuente a resignar las represiones, sino que tampoco las pulsiones sexuales
quieren renunciar a su satisfacción sustitutiva mientras sea incierto que la realidad les ofrezca algo mejor. La
huida de la enfermedad a causa de la nocividad biológica, pero que nunca deja de aportar satisfacción inmediata
de placer, se consuma por la vía de la involucración, el regreso a fases anteriores de la vida sexual que en su
momento no carecieron de satisfacción. Esta regresión es doble: temporal, pues la libido retrocede a estadios de
desarrollo anteriores en el tiempo, y formal, pues para exteriorizar esa necesidad se emplean los medios
originarios y primitivos de expresión psíquica.

Transferencia

Freud expone también que, en el tratamiento psicoanalítico, sobreviene un fenómeno de la transferencia, en la


que el paciente vuelca sobre el médico un excesos de mociones tiernas, contaminadas muchas veces de
hostilidad, y que no se fundan en ningún vínculo real, todos. Los detalles de su emergencia llevan a derivarlas de
los antiguos deseos fantaseados del enfermo, devenidos inconscientes. El paciente, revive en sus relaciones con
el médico aquella parte de su vida de sentimientos que él ya no puede evocar en el recuerdo, y solo reviviéndola
así en la “transferencia” se convence la existencia y del poder de esas mociones sexuales inconscientes. Más allá
de esto, el fenómeno de la transferencia se produce de manera espontánea en todas las relaciones humanas.

Obstáculos para el psicoanálisis

Freud opina que se aprecian dos obstáculos para el reconocimiento de las argumentaciones psicoanalíticas. En
primer lugar, la falta de hábito de contar con el determinismo estricto y sin excepciones de la vida anímica; y en
segundo lugar, el desconocimiento de las peculiaridades por la cuales unos procesos anímicos inconscientes se
diferencias de los conscientes con que estamos familiarizados.

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Subjetividad e Imaginarios Sociales

Bleichmar - Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo

Cambios en la subjetividad:

Diferenciar entre condiciones de producción de subjetividad y condiciones de constitución psíquica puede


definirse en los siguientes términos:

● La constitución del psiquismo está dada por variables cuya permanencia trasciende ciertos modelos
sociales e históricos.

● La producción de subjetividad, incluye todos aquellos aspectos que hacen a la construcción social del
sujeto, en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las variables sociales
que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares desde el punto de vista de la historia política.

El ejemplo privilegiado que nos permitirá ubicar ambos ejes lo constituye el concepto “complejo de Edipo”. Tal
como fue teorizado en la obra Freudiana y retomado a partir del estructuralismo psicoanalítico está en vías de
mutación por la aparición del “estallido de la contigüidad biológica”. Es necesario revisar el modo con el cual el
eje producción psíquica se ve recubierto por el eje producción de subjetividad. Las variables para la producción
del psiquismo han sido plegadas en psicoanálisis a los fantasmas singulares de los sujetos que acerca de ellas
fantasmatizan.

Si se despojara totalmente de sus elementos históricos sociales a la crianza de los primeros tiempos, lo que
quedaría es la asimetría insoslayable entre el adulto y el niño, asimetría que se caracteriza por la disparidad del
saber y poder, y por la discrepancia de posibilidades y estructuras entre uno y otro. (No se toma al niño como
objeto de goce).

En el caso del Complejo de Edipo, lo universal en la constitución psíquica es la asimetría de saber poder entre
adulto y niño, y el hecho de que todas las culturas deber ejercer algún tipo de pautación que impida la
apropiación del cuerpo del niño por parte del adulto como objeto de goce. Es esta implantación sexual y a esta
pautación que llamaremos Edipo, el conflicto en razón de que el deseo nace atravesado por su imposibilidad.

El Edipo no conserva ya nada del mito originario. En razón de que la fantasía es un producto mixto y que estas
teorías que los seres humanos forjan sobre su existencia y orígenes son del orden de la intersección entre el
inconsciente y el yo inevitablemente se ven atravesados por elementos ideológicos intervinientes en la
producción de subjetividad.

Edipo y castración han quedado adheridos a la ideología de preeminencia fálica de la modernidad, que son
fácilmente destituibles a partir de las nuevas formas de subjetivación con las cuales se recomponen hoy las
relaciones de género.

Los enigmas no se constituyen en la infancia respecto a una supuesta realidad sustancial, sino a sus complejos
entramados deseantes respecto al engendramiento.

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Asistimos a un movimiento fenomenal por el cual muchos preconceptos estallan, muchos modos de
ordenamiento de la vida social toman un nuevo carácter. Es en este sentido que la alquimia psicoanalítica ha
devenido insuficiente y debe dar paso a nuevos modos de articulación entre “arte y ciencia”.

La memoria, como el preconsciente, se expande o contrae de acuerdo a las relaciones entre los sistemas
psíquicos, y esta es el producto de un complejo interjuego entre lo social y lo singular, entre la producción de
subjetividad y la constitución del psiquismo. Cambios en la subjetividad a partir de nuevas condiciones sociales
indudablemente se están dando, pero ellos no invalidan los descubrimientos psicoanalíticos.

Bleichmar propone una depuración de enunciados con vistas a diferenciar los conceptos y teorizaciones que
constituyen aspectos de cientificidad del psicoanálisis, de aquellos otros que son efecto de la impronta que ha
dejado en él las fantasmatizaciones con las cuales los seres humanos elaboran sus propias teorías de existencia.
(Es necesario separar aquellos núcleos duros de verdad de las impregnaciones socioculturales y de las
importaciones de otros campos científicos que ya no se sostienen). En este sentido debemos remitir los
universales de la constitución psíquica.

Yago Franco- Subjetividad: lo que el mercado se llevó

A partir del advenimiento del psicoanálisis, y su descubrimiento del inconsciente, adviene una nueva perspectiva
de la subjetividad. Algo desconocido por su consciencia - orienta al individuo en su pensar, sus afectos, sus
actos. La consciencia sufre una derrota definitiva en su pretensión de considerarse sinónimo de sujeto. Este lejos
está de ser la unidad proclamada tradicionalmente por la filosofía, y no está ahí donde piensa, sino que es en
buena medida "pensado” por su inconsciente, y a partir de su inserción en una sociedad.

Castoriadis: marxismo, psicoanálisis y sujeto

Lo que sostiene en La institución imaginaria de la sociedad es que hay un elemento que no ha sido considerado
hasta el momento, que aparece al mismo tiempo esbozado y ocultado en Aristóteles, Kant y Freud, que es lo
que denomina elemento imaginario. Este procede de la psique, y es la capacidad que ésta tiene de crear
representaciones, a partir de su imaginación radical; a nivel del colectivo, se expresa como imaginario social
instituyente. Esto hace que la sociedad tenga una dimensión instituyente - de creación y otra donde está lo
instituido. El devenir de la historia tiene que ver con las rupturas que se producen en lo instituido a partir del
accionar del imaginario social instituyente. Los ejemplos que Castoriadis da son los de Grecia del siglo V AC, la
Revolución Francesa, y los inicios de la Revolución Rusa - para pensar en los grandes cambios en la historia -
pero también están los cambios que se van dando en períodos más largos y que no abarcan a la totalidad de lo
instituido (por ejemplo, los cambios en la subjetividad de mujeres y jóvenes a lo largo de este siglo). Para que
estos cambios tengan lugar, es necesaria la creación de nuevas significaciones imaginarias sociales. Estas
animan a una sociedad, se encarnan en sus instituciones (escuela, familia, trabajo, medios de comunicación,
etc.), y son incorporadas por los individuos al participar en ellas, socializando su psiquismo (al que Castoriadis
considera, desde el psicoanálisis, en su complejo funcionamiento). Esto redunda en la fabricación de individuos
conformes a determinada cultura, que deben estar al servicio de su reproducción. Pero a partir del ejercicio que
los sujetos hagan de su potencialidad de autonomía, al poder reflexionar sobre el origen, sentido y finalidad de
las leyes que gobiernan a su sociedad, este estado puede revertirse, cuestión poco probable (así lo muestra la
historia), pero posible; las sociedades occidentales siempre están en cambio, por la presión de la imaginación

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radical y el accionar del colectivo anónimo en la creación de nuevas significaciones imaginarias. La diferencia es
si este es un proceso lúcido - con conocimiento-o no (que es lo más frecuente).

Proyecto de autonomía y capitalismo

El proyecto de Castoriadis para la sociedad, es el proyecto de autonomía: que los individuos puedan darse sus
propias leyes. Que asuman que ellos son los creadores de las leyes que los gobiernan, que estas no les han sido
dadas por dioses, por la economía, por ancestros iluminados, etcétera. Propone a la democracia como régimen,
y no como suma de Procedimientos entendiendo que el proyecto autonomía es un proceso, no Un fin, y que la
democracia exige La Asunción de que está en nuestras manos la decisión de cómo vivir, siendo un régimen que
ubica a la autolimitación como eje: todo puede ser posible en ella, pero no todo no debe ser posible.

La característica central de la época actual, es el apagamiento de dicho proyecto, con el ascenso de la sociedad
de consumo y de lo que Castoriadis llama insignificancia. A nivel político, se produce una evanescencia del
conflicto político y social, acompañado de la apatía e indiferencia política por parte de la mayoría de los
ciudadanos. En lo socioeconómico, el capitalismo ha ingresado en una nueva fase de su desarrollo, caracterizada
por la hegemonía de supersticiones neoliberales, con la mundialización de la producción y el intercambio; esto
tiene como consecuencia la pérdida de control de los estados nacionales sobre la economía, y el auge de la
especulación que hace de la economía capitalista un casino. Esto es a causa de que la significación imaginaria del
capitalismo ha sido la triunfante. La idea de expansión ilimitada del dominio racional habla del totalitarismo
inmanente al imaginario capitalista.

Capitalismo actual y subjetividad:

La hegemonía actual de la significación imaginaria del capitalismo, según Castoriadis, produce en los sujetos los
siguientes efectos:

Conformismo generalizado: a causa de la disminución de la participación de los ciudadanos en la cosa pública;


las instituciones políticas cumplen con la finalidad de alejarlos de los asuntos públicos, persuadiéndolos de la
inutilidad de su participación. Es una muy pequeña parte de la sociedad la que gobierna (una oligarquía liberal),
y decide acerca de sus sucesores. Ante la hegemonía de la significación capitalista, desaparece el contenido de
toda oposición real entre "derecha" e "izquierda". Todo esto produce un sujeto conformista y privatizado: la
gente empezó a darle las espaldas a los intereses comunes, a las actividades comunes, a las actividades públicas
- rehusando tomar responsabilidades. Comenzó a retirarse a una suerte de mundo "privado", correspondiente a
su familia y unas pocas relaciones Así, "hemos visto desarrollarse, en el mundo occidental, un tipo de individuo
que no es el tipo de individuo de una sociedad democrática o de una sociedad donde puede lucharse por
incrementar la libertad, sino un tipo de individuo que está privatizado, que está enfermo dentro de su pequeña
miseria personal y que ha devenido cínico a consecuencia de la política. Cuando la gente vota lo hace
cínicamente. No creen en el programa que les es presentado, pero consideran que X o Y es un mal menor en
comparación a lo que fue Z en el periodo anterior".

El sujeto ha pasado de ser un ciudadano y un productor, a ser un consumidor: su mira está en buena medida en
la adquisición de más bienes, más diversión, más sensaciones, más viajes, etc. Se encuentra pasivizado y
capturado en una inundación de ofertas desde los medios de comunicación de masas. Que el capitalismo haya

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quedado sólo en el escenario, no puede menos que llevar a un momento destructivo de la vida social", del cual
la privatización es un dato, lo mismo que el conformismo. Lo más importante de nuestra época es el avance de
la insignificancia. "Los individuos no tienen ninguna señal para orientarse en su vida. Sus actividades carecen de
significado, excepto la de ganar dinero, cuando pueden. Todo objetivo colectivo ha desaparecido, cada uno ha
quedado reducido a su existencia privada llenándola con ocio prefabricado. Los medios de comunicación
suministran un ejemplo fantástico de este incremento de la insignificancia. Cualquier noticia dada por la
televisión ocupa 24 o 48 horas y, enseguida, debe ser reemplazada por otra "para sostener el interés del
público". La propagación y la multiplicación de las imágenes aniquilan el poder de la imagen y eclipsan el
significado del suceso mismo". El capitalismo, en esta fase, es sumamente desestructurante del espacio social;
pero el sujeto se constituye en buena medida si encuentra apoyo en sus instituciones, que deben transmitir
significaciones imaginarias sociales que le dan- justamente - un sentido a la vida social. Al no encontrar ese
apoyo, lo que se produce es lo que desde el psicoanálisis Castoriadis denomina como crisis del proyecto
identificatorio. Es una sociedad sin un nosotros.

Por lo cual no es apropiado hablar de sujeto en la actualidad: la subjetividad tiende a desvanecerse en el


capitalismo actual, el sujeto, no tiene lugar, la heteronomía se ha hecho prevaleciente. No hay sujeto, y de lo
que podemos hablar es de características del individuo socializado, extrañas a él mismo. Será sujeto en la
medida en que pueda enfrentarlas.

Argentina: terror y mercado

Existen otras significaciones agregadas debido a las particularidades de nuestra historia. Una es aquella que
indica que este es un país donde todo puede ocurrir y ante lo cual nada puede hacerse solo cabe resignarse. La
segunda diferencia es que el estado de resignación y conformismo se ha edificado sobre la particular experiencia
del terrorismo de estado vivida en la Argentina, que preparó el terreno para la instauración triunfante del
modelo social actual. A este se sumó el terror económico producido por la hiperinflación y en la actualidad el
que producen las hiper desocupación y la recesión.

Orellano- Referencias conceptuales de la noción de Subjetividad

La noción de subjetividad no es posible sin resaltar las condiciones de su territorialización, entonces, resulta
preciso indagar las elaboraciones que metabolizan esta construcción.

Las postulaciones del inconsciente por Freud, dieron lugar a nuevas discusiones y problemas, inaugurando una
nueva imagen de la historia. Esta nueva interpretación de la historia, posee una doble significación: como efecto
del acontecer de lo real, o como efecto de la narración de eso que emerge como real, la historia atravesada por
el imaginario.

Para Lewkowicz, la historia de las subjetividades parte de postular la historicidad situacional de la naturaleza
humana, que no es una forma constante de contenidos variables, porque la variación sustancial de la forma
misma tiene carácter situacional y no epocal, para la historicidad situacional, cada situación engendra su
humanidad específica. Este autor denomina a la subjetividad socialmente instituida a la serie de operaciones
necesarias para habitar una lógica, las prácticas que producen subjetividad son las prácticas que instauran unas
operaciones en la carne humana, para que el bebé sea bebé; las prácticas productoras de subjetividad si se

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estandarizan, dan lugar a dispositivos productoras de subjetividad. El hombre socialmente instituido no se
agota en la figura visible delineada por las prácticas y discurso que lo han instituido, porque las marcas, las
operatorias producen un exceso o plus a partir de aquello instituido. Ese exceso es efecto de la operatoria que
instituye los soportes subjetivos pertinentes para las situaciones efectivas. Este exceso es el efecto
singularizante de la subjetividad instituida serial.

Este efecto no resulta asimilable en el campo de lo instituido, es un envés subjetivo. Si se altera un lazo social se
altera el soporte subjetivo de ese lazo.

Bleichmar diferencia entre constitución psíquica y producción de subjetividad, la primera está dada por variables
cuya permanencia trasciende ciertos modelos sociales e históricos, la segunda incluye los aspectos que hacen a
la construcción social del sujeto, en términos de producción y reproducción ideológica y de articulación con las
variables sociales que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares.

Para Castoriadis, la tensión entre lo singular y lo social produce transformación, creación, crea subjetividad.

Ana María Fernandez, considera a la subjetividad como un proceso político, de generación de inteligencia y una
afectividad colectiva, la subjetividad es aquello que se produce materialmente en todo acto productivo. Todo es
subjetividad. Esta noción de la dimensión política de la subjetividad considera que las interacciones entre las
personas dirimen cuestiones de poder. Esta autora, desde la noción de Foucault de modos de subjetivación
mantiene un resto que no puede ser disciplinado y de donde pueden establecerse líneas de fuga.

Para Guattari, el modo por el cual los individuos viven esa subjetividad oscila entre dos extremos: una relación
de alienación y opresión, en la cual el individuo se somete a la subjetividad al cómo la recibe, o una relación de
expresión y de creación, en el cual el individuo se apropia de los componentes de la subjetividad, produciendo
un proceso llamado singularización.

El individuo está en la interacción de múltiples mecanismos de subjetividad, de los que algunos son
inconscientes, otros son del dominio del cuerpo, otros de los llamados grupos primarios (clan, grupo, banda),
otros del campo de la producción del poder. Guattari propone la existencia de una subjetividad aún más amplia:
una subjetividad capitalista (imaginario social).

Orellano considera que la noción de subjetividad aporta a sostener la tensión entre lo individual y lo social,
tensión que en su transformación genera el campo de problemas que instagram el diálogo interdisciplinario.
(Relación subjetividad y colectivo, ejemplo de la lancha).

Conceptos de subjetividad social instituida, subjetivación y subjetividad relacionados:

(La subjetividad social instituida se denomina como la serie de operaciones necesarias para habitar una lógica,
las prácticas que producen subjetividad son las que instauran operaciones en la carne humana. Las prácticas no
productoras de subjetividad se estandarizan, dan lugar a los dispositivos productores de subjetividad (es decir lo
instituido, lo establecido, lo que mantiene unida a la sociedad). La subjetividad es cualquier acto productivo en
permanente transformación. Se produce en acto (Acciones que se realizan, el cuerpo) y constituye sus potencias
en su propio accionar. Consta de una dinámica con lo instituido y trae con él resistencias sobre lo establecido y a
través de un punto de fuga abre lugar a la invención de nuestra subjetividades. Este punto de fuga representa el

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área que no es alcanzado por la disciplina, allí donde existe la libre interpretación e inversión de sentido, por
ende, nueva subjetivación) En la subjetivación está el deseo (instituyente).

Dobles Oropeza- Las formas de subjetividad neoliberal


La subjetividad neoliberal:
● Vaciamiento subjetivo
● Fragilización del lazo social (no hay nosotros)
● Sujetos de rendimiento y patologías.
● Su propio amo y su propio esclavo (Han)
● Afectos tristes y afectos alegres (Spinoza), todo el tiempo debemos generar afectos alegres. Provocando
una depresión.
● Explotación capitalista.
● No se puede dominar todo.

Neoliberalismo: Fase del capitalismo que propicia un mercado y un Estado mínimo. Incluye para los sujetos una
noción de sacrificio y necropolítica (“a estos hay que matarlos”) se olvida que el sujeto Encarna una personalidad
en un contexto cultural. Estamos en la FNLS (forma neoliberal de subjetividad). Es una forma económica de vida
(pragmática, utilitaria y egoísta). El neoliberalismo coloniza las otras áreas de la vida (incluso al self) y lo
económico es lo más importante.
Esto se ve reflejado en el emprendurismo y en los Likes:
● Vida en formato de empresa (venderse).
● Transformación de sí mismo (adaptación).
● Pensar es menos importante que sentir: el sentir está en el centro, los sentimientos en el consumo (ser
feliz).
Sentir en clave personal, no colectiva: (somos esclavos sonrientes y amables) y (la felicidad como imperativo).

¿Resistir?:
● El sujeto tiene la culpa de su propia tristeza, se culpa a sí mismo.
● El tema no está puesto en cambiar las condiciones sociales.
● Precarización de la existencia.
Plantea: Praxis Política Transformadora:
Estar atentos a los aspectos, estar con otros y sentir con otros. Buscar el nosotros, lo común. La libertad como
Potencia de actuar (el deseo de ser, elegir). Sostener la imaginación. El cuerpo como geografía de los afectos y el
tiempo (pasado y futuro).

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