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Alejandro Raiter Virginia Jaichenco

PSICOLINGÜÍSTICA

Editado originalmente por Editorial Docencia. Buenos Aires. 2002


Versión sin editar

Elementos de adquisición, comprensión, producción y


alteraciones del lenguaje

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Capítulo 1
¿Qué es la Psicolingüística?

Resulta muy común comenzar un libro que trata sobre un campo especial del
conocimiento con una definición; para no ser menos, ensayaremos, entonces, la
nuestra:
1) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar los procesos y estados
mentales involucrados en la comprensión, producción y adquisición del
lenguaje.

Esta definición puede parecer muy rimbombante y quizás puede parecer muy
poco explicativa para quien comienza el estudio sistemático de las causas
mentales de los fenómenos lingüísticos. Es que, como estudiamos en
Lingüística, todo enunciado utilizado dentro de un evento comunicativo
particular contiene presupuestos: elementos no mencionados de modo explícito
que el enunciador supone presentes en las mentes de los destinatarios. A modo
de repaso y como introducción específica a la problemática, aclararemos
algunos de los presupuestos que utilizamos en 1).
Comencemos por procesos y estados mentales. Saussure, en el Curso de
Lingüística General, intenta delimitar el objeto de estudio de la lingüística; lo
quiere delimitar porque, afirma, el lenguaje está compuesto por un conjunto
heteróclito de fenómenos que no pueden ser estudiados en conjunto. En efecto,
afirmaba, el lenguaje es a la vez social - pertenece a una comunidad - e
individual - es producido y comprendido por cada hablante/oyente en particular.

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La transmisión en el uso del lenguaje es posible por fenómenos físicos - los
sonidos lingüísticos son ondas sonoras que "viajan" por el aire - por fenómenos
neurofisiológicos - los movimientos articulatorios en el canal bucofaríngeo, los
movimientos vibratorios de la audición, las conexiones nerviosas - y por
fenómenos psicológicos, mentales: el signo lingüístico queda constituido por la
unión indisoluble de una imagen (mental) acústica con un concepto (también
mental). Recordemos que Saussure propone estudiar lo que define como la
Lengua, es decir, el sistema de signos. La producción de signos, la historia de
un dialecto particular, etcétera, quedan fuera del objeto de estudio.
Actualmente en los trabajos de investigación concretos ya no seguimos
estrictamente esas distinciones tal como fueron planteadas originalmente. Sin
embargo, parecería que de algún modo se mantienen en el ámbito académico,
de modo que los planes de estudio suelen incorporar subdisciplinas que
estudian algunos de los aspectos del lenguaje, como la Sociolingüística - para
estudiar el uso social del lenguaje-, la Gramática - para estudiar la estructura y
generación de frases -, la Gramática Textual - para estudiar la estructura y
generación de textos -, el Análisis del Discurso - que agrega al estudio de los
textos el estudio de las condiciones de producción y recepción de aquellos -, la
Filología o Lingüística Diacrónica - para estudiar el cambio histórico de las
lenguas -; la Psicolingüística estudia qué sucede en cada uno de los
hablantes, como seres biológicos poseedores de una mente, cuando usan el
lenguaje. De esta manera, constituye un aporte específico al conjunto de los
fenómenos del lenguaje, investiga los aspectos biológicos que constituyen la
base mental para que el lenguaje exista, pueda ser usado, sea sensible a lo
social, cambie, pueda ser adquirido, etcétera. El "lugar" del cuerpo humano
donde reside el lenguaje, el soporte biológico del lenguaje es la mente.
Por mente entendemos una modelización del cerebro, es decir, una hipótesis o
conjunto de hipótesis acerca de cómo funciona el cerebro. Es decir, el lenguaje
reside -o se asienta - en el cerebro, pero el cerebro es un órgano muy complejo,
dentro del cual hay varios mecanismos que cumplen distintas funciones: uno de

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esos mecanismos es el del lenguaje. Tracemos una analogía con un modelo
conocido y que sabemos verdadero, para entendernos mejor y hablemos del
aparato digestivo. El aparato digestivo, según lo conocemos de nuestras clases
de anatomía de la escuela secundaria, se compone de varios órganos: la boca
(con la lengua, los dientes, las glándulas salivales), la faringe, el estómago, el
esófago, la vesícula, los intestinos ... Cada uno de estos órganos trabaja en
forma relativamente independiente de los otros; sin embargo, tomados en
conjunto, forman el aparato digestivo. La mente también se compone de varios
órganos, uno de ellos es el del lenguaje. Este órgano y otros también
relativamente independientes, como los de la percepción, el gusto, algunos tipos
de memoria, la formación de imágenes, etcétera, tomados en conjunto,
conforman la mente humana. La mente, como modelo, no es un invento ni una
idealización: es una hipótesis de funcionamiento de - al menos - una parte del
cerebro.
Vamos a insistir varias veces en que hablar de mente no es una arbitrariedad; la
mente aquí es entendida como una realidad biológica, compuesta por un
conjunto de mecanismos hábiles para realizar funciones específicas, cuyo
soporte material es el cerebro.
Vamos a verlo de otro modo. En algún momento, en Lingüística, estudiamos el
aparato fonador humano y lo describimos compuesto por el tracto vocálico, la
cavidad nasal, la lengua, el paladar duro, el paladar blando, los dientes, la
laringe, la faringe, las cuerdas vocales y los pulmones. Como vemos, algunos de
estos elementos u órganos los mencionamos también para describir el aparato
digestivo; otros, como la cavidad nasal y los pulmones, pertenecen (también) al
aparato respiratorio. Ahora bien, pensemos un momento: si los dientes
pertenecen 1) al aparato digestivo, es decir, al mecanismo general de
incorporación de nutrientes indispensables para la vida, o si pertenecen 2) al
aparato fonador, porque son indispensables para producir (algunos) sonidos
lingüísticos; evidentemente, pertenecen a ambos: dependerá de qué estoy
describiendo y no de qué están hechos los dientes. Si bien este tema se

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aclarará cuando hablemos del origen del lenguaje, podemos afirmar que
muchos mamíferos tenemos dientes que usamos para desgarrar y triturar los
alimentos, pero sólo los seres humanos los usamos también como punto de
articulación para producir sonidos diferentes que distinguen significados.

Sigamos aclarando los supuestos de la definición que dimos de


psicolingüística, en la que hablamos de estados y procesos mentales para
indicar que en la mente tenemos algunos mecanismos con información
específica que existen de modo previos a la aparición del lenguaje articulado -
tal como lo observamos todos los días - y que algunos mecanismos entran en
funcionamiento cuando procesamos lenguaje. Esto significa que la mente de los
seres humanos no está en blanco o vacía antes de adquirir, procesar o
comprender lenguaje; la mente contiene almacenada algún tipo de información
lingüística desde antes del nacimiento del sujeto. Sin embargo, esta información
es necesaria pero no suficiente: la misma mente deberá procesarla junto con
información que extraerá del medio social en que el sujeto vive, por medio de
mecanismos mentales también configurados en el momento del nacimiento.
Pensemos nuevamente en la analogía que propusimos con el aparato digestivo.
Durante la gestación, el futuro ser humano es alimentado vía el cordón umbilical,
vía la placenta. El estómago está formado antes de que deba procesar
alimentos, no es el hecho de que los nutrientes comiencen a ingresar por la
boca sin procesar lo que hace que un conjunto de células se especialice en
procesarlos; es la información genética propia de la especie la responsable de
esa especialización. Este órgano comienza un proceso determinado cuando
recibe el estímulo adecuado, no funciona si no recibe estímulos.

El último supuesto que debemos aclarar es que podemos producir emisiones


lingüísticas y podemos comprender emisiones lingüísticas porque hemos
adquirido el lenguaje. Adquirir, comprender y producir son las tres operaciones
estrictamente lingüísticas que realizamos.

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Veamos entonces la definición de 1) que rescribiremos como 2)
2) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar los procesos y
estados mentales involucrados en la comprensión, producción y
adquisición del lenguaje.
Con los supuestos aclarados, podemos escribir una definición más larga:
3) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar qué mecanismos
funcionan - y cómo funcionan - a partir de qué informaciones previas en el
órgano biológico llamado mente - que tiene su base en el cerebro -
cuando los seres humanos adquieren, producen y comprenden lenguaje.

Esta definición deja en claro qué parte de los fenómenos asociados con el
lenguaje vamos a estudiar aquí. Por supuesto que discutiremos otros problemas
para aclarar mejor cuál es el campo del conocimiento que abordaremos, pero
aclaramos una vez más que, en sentido estricto, los aspectos sociales o
institucionales, por ejemplo, quedan fuera del campo de estudio.

1.1 ¿Qué fenómenos estudia la psicolingüística?

Los estados y procesos mentales no pueden estudiarse ni observarse


directamente; no puede abrirse la caja craneana como si fuese un melón y ver
qué pasa adentro. Por otro lado, aúnque lo hiciésemos, tampoco podríamos
observar estados y procesos mentales: sólo veríamos tejido nervioso, similar al
que podemos ver en una carnicería cuando lo compramos (de vaca u oveja,
claro) para hacer croquetas. Para estudiar los procesos y estados mentales
debemos recurrir a información indirecta; esto es, deberemos recurrir a algún
tipo de información disponible que nos permita inferir el funcionamiento mental,
ya que éste no puede ser observado directamente. Tenemos diversos tipos de
evidencia a la que podemos recurrir y a la que, de hecho, recurre la
psicolingüística:

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1) Observación de la conducta lingüística espontánea y forzada mediante
experimentos.
2) Análisis gramatical de los enunciados.
3) Observación de la adquisición del lenguaje.
4) Estudio de alteraciones de la conducta lingüística asociada con lesiones
cerebrales.
5) Análisis de la transmisión electroquímica en la corteza cerebral.
6) Análisis de imágenes cerebrales obtenidas mediante instrumentos.
Describiremos brevemente cómo se utilizan.
La más utilizada y conocida es la observación de la conducta lingüística en
adultos; sin embargo es también la que permitió muchísimas confusiones en la
disciplina, que aún se deben despejar.
A primera vista la observación de la conducta lingüística de adultos parece ser
muy sencilla: los seres humanos siempre hablan, hay muchos seres humanos y
tenemos los instrumentos necesarios para observar, registrar, reproducir y
analizar esas conductas. El problema reside en que muchos investigadores
tomaron las manifestaciones de los fenómenos como si fuesen los fenómenos
en sí; confundieron, entonces las causas de los fenómenos y se alejaron de
inferir los procesos y estados mentales que causaban las conductas lingüísticas.
Tomemos un ejemplo: muchos investigadores definieron el lenguaje como social
y pautaron el proceso de adquisición del lenguaje como un proceso de
socialización (Piaget, 1964). Esto es un disparate por varios motivos, como
demostraremos, ya que el aspecto social es accesorio a los procesos mentales
que permiten el desarrollo y uso lingüísticos; el origen del error está en tomar lo
que se observa sin problematizarlo. Es como si un científico marciano que
estudiara una ciudad concluyera que la gente hace sus necesidades porque
existen los baños, en lugar de concluir que existen los baños como
manifestación social de necesidades biológicas elementales. ¿Los seres
humanos caminamos porque hemos inventado las zapatillas y otras formas de
calzado o - en realidad - es que biológicamente caminamos con los pies y eso

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nos ha llevado a inventar y diseñar formas de calzado? La psicolingüística no
niega el valor de la descripción de las conductas, pero esta descripción debe
servir para inferir qué es lo que sucede en la mente de los hablantes: los
estados y procesos mentales que son la causa de la conducta observada. La
descripción no constituye nunca una explicación; recordemos la diferenciación
que establece Chomsky (1965, 1974) entre adecuación descriptiva y adecuación
explicativa de una teoría.

Veamos un ejemplo sencillo de la conducta que debe observar un psicolingüista.


Supongamos que estamos presentes ante la siguiente interacción protagonizada
por una niña de cinco años y su madre.
4) Niña: -¡Mamá! Tengo hambre ¿Me das algo de comer?
5) Madre: - Ya te doy ¿Querés una galletita?

Un observador no atento podría decir simplemente que la niña interpela a la


madre porque tiene hambre y le pide, entonces, comida; la madre le informa que
efectivamente le dará comida y le ofrece una posibilidad, probablemente entre
varias, de elección. Si es un poco más atento constatará que los dos
participantes utilizan sin errores el dialecto conocido como Español de
Argentina. Puede concluir que una niña de cinco años ya sabe hablar.
Para un psicolingüista esta descripción ocultaría los aspectos más interesantes.
En primer lugar la afirmación de que la causa de la emisión lingüística de la niña
está en la sensación de hambre que tiene: ¿Cuál es el valor de esta afirmación?
¿Quiere decir que la niña debe tener hambre para realizar una emisión
lingüística? ¿Siempre que una niña tiene hambre producirá una emisión
lingüística? Evidentemente, no. Sabemos que los niños pueden hablar tengan o
no hambre: hablar no depende de este tipo de sensación ni, necesariamente, de
ninguna otra. De modo que el tener hambre y el hablar son, simplemente,
fenómenos concurrentes pero uno no explica al otro. Por otro lado, la niña -
como cualquier otro usuario del lenguaje - puede no sentir hambre y afirmar que

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sí lo siente porque desea llamar la atención de la madre o quiere una golosina,
por ejemplo. Esto es muy importante: el lenguaje no refleja necesariamente - ni,
mucho menos, fielmente - sentimientos, sensaciones ni emociones. Otro tema
importante a considerar es que la niña seguramente ha sentido hambre muchas
veces. Cuando era más pequeña y sentía hambre, lloraba; cuando lloraba la
madre le daba de comer (en realidad, de beber, pecho o mamadera), este
sistema nunca le falló ¿Por qué debería, entonces, desarrollar lenguaje cuando
ya conoce un método más sencillo para conseguir que la alimenten?
La pregunta que acabamos de hacer, la pregunta que se debe hacer un
psicolingüista, no es banal. En efecto, cuando la respondemos tenemos la pista
de dos piezas muy importantes que nos puede mostrar la naturaleza del
lenguaje: por un lado, reafirmamos que tener hambre (o cualquier otra
sensación) puede ser un fenómeno que ocurre junto con el de la producción
lingüística, pero que no la explica; por otro lado, los estímulos para que la niña
use lenguaje (al menos, en este ejemplo) no provienen de que un método
anterior (el llanto) haya fallado.

Todavía debemos hacernos más preguntas para intentar explicarnos esta


interacción; en efecto: ¿por qué la niña utilizó tres modalidades - exclamativa,
interrogativa y declarativa - y no dos, o una, o cuatro? ¿Por qué las frases tienen
la estructura que tienen y no otra? Debemos preguntarnos por qué estructuras
como
6)¿Me das algo de comer?
7)¿Me das de comer algo?
son posibles, es decir, la niña tiene que haber optado por una de ellas, mientras
que estructuras como
8)*¿Me das de algo comer?
9)*¿Das de comer me algo?
son totalmente imposibles: la niña no sólo no las tuvo en cuenta como
posibilidades, sino que seguramente no cometió un error de alguno de estos

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tipos mientras estaba "aprendiendo" la lengua materna: hay "algo" en la mente
que impide que la niña construya estructuras como 8) y 9).
Esta sencilla interacción - aún no hemos inferido nada de la conducta de la
madre - puede mostrarnos muchas más cosas, pero las dejaremos para más
adelante. Sin embargo, podemos adelantar que la investigación nos llevará a
indagar si es la estructura de la mente la causa de que oraciones como 6) y 7)
sean posibles mientras que oraciones como 8) y 9) no los son.

Con el estudio y análisis de las patologías el investigador en psicolingüística


deberá proceder del mismo modo: no se tratará sólo de describir conductas
patológicas sino de inferir a partir de esas conductas qué es lo que ha lesionado
de la estructura mental. En efecto, como veremos, encontraremos patrones
específicos de alteraciones de la conducta lingüística: no se altera cualquier
aspecto de la conducta lingüística normal.

Si un estudio sobre adquisición del lenguaje nos lleva a concluir que los recién
nacidos no hablan pero que lo harán indefectiblemente entre los 12 y 24 meses
podemos afirmar con seguridad que se trata de un estudio sin ningún interés
científico ni de otro tipo: esto es algo archisabido. Si un investigador nos
confiesa que cuando los niños y niñas1 comienzan la escolarización regular - a
los cinco o seis años, según el plan - ya saben hablar, les podemos ofrecer
chocolate por esa noticia. Lo importante es explicar por qué es así, por qué no
es de otro modo. Lo interesante es reflexionar por qué todos hablarán y ninguno
dejará de hacerlo, salvo severas patologías; lo interesante es que todos los
niños, en todo el mundo, lo hacen más o menos al mismo tiempo, sin que el tipo
de lengua - flexivas, aglutinantes, con o sin orden fijo de palabras - tenga
importancia; lo importante es que ser o no primogénito, ser de uno u otro sexo,

1
Sabemos que existe un fuerte debate acerca de la costumbre de utilizar el masculino – niño, en este caso
– para referirse tanto al masculino como al femenino: niños y niñas. Sin embargo, hecha esta aclaración,
utilizaremos solo el masculino para facilitar la lectura; aclaramos que de ningún modo supone supremacía
de un género por sobre el otro.

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poseer o no radio y televisión son circunstancias que carecen de importancia
decisiva en el proceso.

1.2 ¿Cómo aborda la psicolingüística su objeto de estudio?

Hemos comenzado a establecer en el apartado anterior qué estudia la


psicolingüística. Continuaremos ahora con esa tarea pero nos ayudaremos con
la exposición de cómo lo hace.
La psicolingüística es una disciplina experimental. Para que tengamos claro los
alcances de esta afirmación digamos que uno de sus objetivos es la validación
mental de modelos gramaticales. Si una teoría gramatical afirmara que las
oraciones tienen sujeto y predicado, que el sujeto es aquello de lo que se habla
y el predicado es lo que se dice del sujeto, la psicolingüística debería poder
mostrar que, efectivamente, sujeto y predicado son entidades mentales, no solo
oracionales.
La psicolingüística no puede limitarse a observar; quien observa no puede ver
más que aquello que se le aparece ante sus ojos, por lo que se le ocultan los
verdaderos fenómenos. Como dice el refrán: "El árbol no le permite ver el
bosque". Un ejemplo muy sencillo es la observación del amanecer y del
atardecer. La humanidad pensó durante un buen tiempo que el sol "salía" por el
este y se "ocultaba" por el oeste, es decir, suponía a la tierra fija y al sol girando
a su alrededor; por suerte la humanidad nunca se conformó con la descripción
de los fenómenos e intentó explicarlos: así llegamos a entender el
funcionamiento del sistema solar; del mismo modo llegaremos a entender el
funcionamiento de la mente.
Para ello necesitamos contar con un modelo de funcionamiento. Si disponemos
de un modelo, armado de modo hipotético a partir de los datos disponibles,
tendremos la posibilidad de buscar en la realidad de las conductas lingüísticas
observables los datos que necesitamos en lugar de recibir de un modo pasivo
los que se nos ofrecen de manera espontánea; por ejemplo, en lugar y a partir

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de un conjunto de palabras, buscaremos categorías, reglas, etcétera. Las reglas
gramaticales (fonológicas, morfológicas, sintácticas) son inferidas, buscadas,
propuestas y validadas por los investigadores: no se ofrecen de modo
transparente a la observación. En la interacción que presentamos en el apartado
anterior deberemos buscar la regla o las reglas que impiden construcciones
como 8) y 9) y permiten 4), 6) y 7). Para buscar datos también podremos diseñar
experimentos.
Por ejemplo, algunas palabras han sido clasificadas históricamente como
ambiguas, algunas como polisémicas, algunas como homónimas, muchas veces
superponiéndo las clasificaciones. No entremos ahora en esa discusión.
Tomemos, simplemente, una palabra como banco y aceptemos que cualquier
hablante competente del español de la Argentina dirá que, al menos, tiene los
siguientes significados:
a. Institución financiera;
b. Mueble para sentarse, sin respaldo ni brazos;
c. Acumulación de arena o lodo que se produce en un mar, río, arroyo o
lago que se mantiene por debajo de la superficie;
d. Primera persona del singular del verbo bancar, que significa normalmente
apoyar material y moralmente de modo incondicional; si se lo usa negado: -no te
banco - puede ser sinónimo de aguantar.

Ahora bien, si queremos indagar si esta noción tiene entidad mental, además de
ser una distinción útil en una teoría gramatical, debemos poder demostrar que
sucede algo diferente cuando se utiliza este tipo de palabra que cuando se
utiliza una palabra de las llamadas no ambiguas. Por ejemplo, si se tarda más
tiempo en reconocer una palabra ambigua que una no ambigua, si se tarda más
tiempo en leerla, en escribirla, etcétera. Si no encontramos ninguna diferencia,
nos deberemos preguntar seriamente si la ambigüedad es una realidad del
lenguaje o simplemente una necesidad de la teoría lingüística. ¿Cómo podemos
hacerlo? Una buena posibilidad es diseñar un experimento.

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En un experimento podemos controlar todas o algunas de las variables que
concurren para producir un fenómeno. En psicolingüística podremos medir el
tiempo que demora un sujeto en responder a un estímulo lingüístico al margen
de sus motivaciones, intenciones, buen o mal humor, cultura, grado de
escolarización, etcétera. Los experimentos son importantes porque para
entender las causas del lenguaje no tenemos otro camino que inferir de las
conductas observables lo que sucede en el cerebro: como dijimos, no podemos
abrir la cabeza de una persona como si fuese un melón para ver si encontramos
allí la ambigüedad o la polisemia. En el uso normal, cotidiano y espontáneo del
lenguaje no comprendemos ni enunciamos palabras aisladas porque las
palabras aparecen - salvo excepciones, que tienen que ver con presupuestos -
en enunciados, es decir, acompañadas por otras. Para comprobar, entonces, la
ambigüedad o la polisemia de una palabra deberemos recurrir a una situación
artificial, experimental, en la que las palabras aparezcan sin la intención
comunicativa del hablante y del oyente; aparecerán aisladas, en soporte sonoro
o escrito. En esta situación experimental podremos ver qué validez mental tiene
hablar de ambigüedad de las palabras; en el habla cotidiana esto es muy difícil
porque el contexto puede seleccionar uno de los significados posibles con lo que
la supuesta ambigüedad desaparecería.
Las conductas lingüísticas espontáneas están acompañadas normalmente de
otras conductas no lingüísticas, y a veces no es fácil separarlas. Por ejemplo, es
habitual sonreir cuando saludamos a nuestros vecinos con un -buen día-, pero
sonreir forma parte de una conducta motora, demuestra no agresividad, no
necesaria para la conducta lingüística - la producción del enunciado buen día -
aúnque ambas conductas aparezcan juntas. En una situación experimental esto
no será necesario pues el informante no deberá mostrar que no es agresivo: no
estará interactuando (comunicativamente) con otro ser humano.
En una situación experimental - siempre dentro de límites éticos - podremos
conectar electrodos al cuero cabelludo del informante, podremos solicitarle que

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hable o que atienda a un relato al tiempo que le estamos realizando una
tomografía de la corteza cerebral; podemos "ver" - con limitaciones técnicas -
conexiones entre neuronas al tiempo en que produce o comprende piezas
lingüísticas. Este tipo de información fue decisiva, en su momento, para
entender algunos aspectos del lenguaje de señas usado por los hipoacúsicos.

1.3 Otra fuente de datos: patologías del lenguaje

Como hemos explicado en la sección precedente, la psicolingüística es una


disciplina experimental, tanto al abordar el estudio de cómo se adquiere el
lenguaje como cuando intenta hacer inferencias acerca de cómo lo usan los
hablantes adultos. Un aporte muy importante para “descubrir” los procesos
mentales que ocurren mientras producimos o comprendemos enunciados es el
estudio de los “experimentos naturales”, o sea la evidencia que provee el
estudio de aquellos sujetos que, a causa de una lesión cerebral, padecen un
deterioro del lenguaje denominado afasia.

“Entonces, podemos considerar al paciente como un “experimento natural”, en


el que la lesión funcional representa alguna de las condiciones experimentales
del experimento.” (Caramazza, 1988)

Aúnque la investigación de los trastornos del lenguaje no es estrictamente el


objeto de la psicolingüística sino de la afasiología (o con una denominación más
amplia, la neuropsicología cognitiva del lenguaje), ambas disciplinas se nutren
una de la otra; los hallazgos en pacientes permiten validar o rechazar los
modelos que propone la psicolingüística para el procesamiento normal, los
estudios psicolingüísticos permiten establecer los límites entre lo patológico y lo
"normal".

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“La asunción teórica que motiva el uso del rendimiento deteriorado, como la
base para inferir la estructura de los procesos normales, es que las
transformaciones del sistema normal bajo condiciones de daño no son
indefinidas o azarosas sino que obedecen a restricciones precisas,
determinadas por la estructura intrínseca del sistema normal...” (Caramazza,
1988)

Pero veamos algunos ejemplos para comprender el valor de los datos que
provee el análisis del rendimiento de los pacientes afásicos.

Un problema muy estudiado en los pacientes lesionados cerebrales es una


alteración en la capacidad de lectura denominada alexia fonológica. Si le
solicitamos a estos sujetos que lean una lista de palabras en voz alta,
observaremos que, entre otros, cometen errores de tipo morfológico, esto es,
leen una palabra sustituyendo su afijo o su raíz. Por ejemplo, la paciente YS
(Jaichenco y cols., 2000) cuando debió leer la palabra rescatada, que estaba
escrita en la pantalla de un computadora, pronunció rescatable; cuando debió
leer tronante, pronunció amante; cuando debió leer fabulan, pronunció
fabulaban. Podríamos proponer la hipótesis de que esta clase de desvíos se
originarían en una confusión visual (sustituciones paralexias visuales), ya que
estímulo y respuesta comparten una cantidad importante de letras, y esta
postura es apoyada por diversos investigadores. Pero también estas
sustituciones pueden ser analizadas en sus componentes morfológicos y nos
permitirían hacer hipótesis relevantes acerca del tipo de almacenamiento de las
palabras en la mente. Así, si avanzamos en esta posición podríamos considerar
que estos desplazamientos se producen porque la unidad de procesamiento no
es la palabra completa sino los morfemas que las componen y los errores ponen
de manifiesto una inadecuada selección de los morfemas almacenados en la
mente a partir del estímulo visual. Analizar el error de procesamiento en el

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contexto de un trastorno del lenguaje nos permite indagar sobre el origen y
proponer entonces cómo opera el sistema en condiciones normales.

Un ejemplo más. En la literatura sobre afasias, hay gran cantidad de trabajos


relativos al agramatismo. Este síntoma, clásicamente vinculado al cuadro
clínico denominado afasia de Broca, se describe como la omisión y sustitución
de palabras funcionales y afijos en la producción de oraciones. La aparición de
este patrón de deterioro resulta en un “habla telegráfica”, pobre desde el punto
de vista sintáctico que utiliza sólo sustantivos (y adjetivos, aúnque en menor
proporción) y verbos. ¿Cómo utiliza la psicolingüística estos datos? La primera
observación que se puede hacer es considerar la distinción, palabra de clase
abierta y palabra de clase cerrada como relevante para el procesamiento. Es
decir, además de ser una clasificación para la gramática es posible pensar que
si un tipo de ítem permanece indemne y otro es pasible de ser afectado en caso
de una lesión, existen diferencias en los procesos mentales en que están
involucrados. A partir de esta última hipótesis se propondrán otras como, por
ejemplo, que ambas clases de palabras se almacenen en forma separada en la
mente o que, por lo menos, sean subconjuntos distintos de información, de
modo de explicar la posibilidad de un daño selectivo. También podrán discutir el
por qué de este tipo de deterioro en el contexto de la oración y considerar si
estos errores demuestran la existencia de un nivel de procesamiento específico
en la producción de oraciones en el que se “organiza” la estructura de superficie
y se opera accediendo a este tipo de vocabulario y localizándolo en su posición
final en el sintagma (Garrett, 1980;1982).

Estos ejemplos intentan describir cómo la información que surge del estudio de
los pacientes lesionados cerebrales con deterioro específico del lenguaje es una
fuente de evidencia muy valiosa para proponer modelos de procesamiento
normal, objetivo central de la psicolingüística.

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