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PSICOLINGÜÍSTICA
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Capítulo 1
¿Qué es la Psicolingüística?
Resulta muy común comenzar un libro que trata sobre un campo especial del
conocimiento con una definición; para no ser menos, ensayaremos, entonces, la
nuestra:
1) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar los procesos y estados
mentales involucrados en la comprensión, producción y adquisición del
lenguaje.
Esta definición puede parecer muy rimbombante y quizás puede parecer muy
poco explicativa para quien comienza el estudio sistemático de las causas
mentales de los fenómenos lingüísticos. Es que, como estudiamos en
Lingüística, todo enunciado utilizado dentro de un evento comunicativo
particular contiene presupuestos: elementos no mencionados de modo explícito
que el enunciador supone presentes en las mentes de los destinatarios. A modo
de repaso y como introducción específica a la problemática, aclararemos
algunos de los presupuestos que utilizamos en 1).
Comencemos por procesos y estados mentales. Saussure, en el Curso de
Lingüística General, intenta delimitar el objeto de estudio de la lingüística; lo
quiere delimitar porque, afirma, el lenguaje está compuesto por un conjunto
heteróclito de fenómenos que no pueden ser estudiados en conjunto. En efecto,
afirmaba, el lenguaje es a la vez social - pertenece a una comunidad - e
individual - es producido y comprendido por cada hablante/oyente en particular.
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La transmisión en el uso del lenguaje es posible por fenómenos físicos - los
sonidos lingüísticos son ondas sonoras que "viajan" por el aire - por fenómenos
neurofisiológicos - los movimientos articulatorios en el canal bucofaríngeo, los
movimientos vibratorios de la audición, las conexiones nerviosas - y por
fenómenos psicológicos, mentales: el signo lingüístico queda constituido por la
unión indisoluble de una imagen (mental) acústica con un concepto (también
mental). Recordemos que Saussure propone estudiar lo que define como la
Lengua, es decir, el sistema de signos. La producción de signos, la historia de
un dialecto particular, etcétera, quedan fuera del objeto de estudio.
Actualmente en los trabajos de investigación concretos ya no seguimos
estrictamente esas distinciones tal como fueron planteadas originalmente. Sin
embargo, parecería que de algún modo se mantienen en el ámbito académico,
de modo que los planes de estudio suelen incorporar subdisciplinas que
estudian algunos de los aspectos del lenguaje, como la Sociolingüística - para
estudiar el uso social del lenguaje-, la Gramática - para estudiar la estructura y
generación de frases -, la Gramática Textual - para estudiar la estructura y
generación de textos -, el Análisis del Discurso - que agrega al estudio de los
textos el estudio de las condiciones de producción y recepción de aquellos -, la
Filología o Lingüística Diacrónica - para estudiar el cambio histórico de las
lenguas -; la Psicolingüística estudia qué sucede en cada uno de los
hablantes, como seres biológicos poseedores de una mente, cuando usan el
lenguaje. De esta manera, constituye un aporte específico al conjunto de los
fenómenos del lenguaje, investiga los aspectos biológicos que constituyen la
base mental para que el lenguaje exista, pueda ser usado, sea sensible a lo
social, cambie, pueda ser adquirido, etcétera. El "lugar" del cuerpo humano
donde reside el lenguaje, el soporte biológico del lenguaje es la mente.
Por mente entendemos una modelización del cerebro, es decir, una hipótesis o
conjunto de hipótesis acerca de cómo funciona el cerebro. Es decir, el lenguaje
reside -o se asienta - en el cerebro, pero el cerebro es un órgano muy complejo,
dentro del cual hay varios mecanismos que cumplen distintas funciones: uno de
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esos mecanismos es el del lenguaje. Tracemos una analogía con un modelo
conocido y que sabemos verdadero, para entendernos mejor y hablemos del
aparato digestivo. El aparato digestivo, según lo conocemos de nuestras clases
de anatomía de la escuela secundaria, se compone de varios órganos: la boca
(con la lengua, los dientes, las glándulas salivales), la faringe, el estómago, el
esófago, la vesícula, los intestinos ... Cada uno de estos órganos trabaja en
forma relativamente independiente de los otros; sin embargo, tomados en
conjunto, forman el aparato digestivo. La mente también se compone de varios
órganos, uno de ellos es el del lenguaje. Este órgano y otros también
relativamente independientes, como los de la percepción, el gusto, algunos tipos
de memoria, la formación de imágenes, etcétera, tomados en conjunto,
conforman la mente humana. La mente, como modelo, no es un invento ni una
idealización: es una hipótesis de funcionamiento de - al menos - una parte del
cerebro.
Vamos a insistir varias veces en que hablar de mente no es una arbitrariedad; la
mente aquí es entendida como una realidad biológica, compuesta por un
conjunto de mecanismos hábiles para realizar funciones específicas, cuyo
soporte material es el cerebro.
Vamos a verlo de otro modo. En algún momento, en Lingüística, estudiamos el
aparato fonador humano y lo describimos compuesto por el tracto vocálico, la
cavidad nasal, la lengua, el paladar duro, el paladar blando, los dientes, la
laringe, la faringe, las cuerdas vocales y los pulmones. Como vemos, algunos de
estos elementos u órganos los mencionamos también para describir el aparato
digestivo; otros, como la cavidad nasal y los pulmones, pertenecen (también) al
aparato respiratorio. Ahora bien, pensemos un momento: si los dientes
pertenecen 1) al aparato digestivo, es decir, al mecanismo general de
incorporación de nutrientes indispensables para la vida, o si pertenecen 2) al
aparato fonador, porque son indispensables para producir (algunos) sonidos
lingüísticos; evidentemente, pertenecen a ambos: dependerá de qué estoy
describiendo y no de qué están hechos los dientes. Si bien este tema se
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aclarará cuando hablemos del origen del lenguaje, podemos afirmar que
muchos mamíferos tenemos dientes que usamos para desgarrar y triturar los
alimentos, pero sólo los seres humanos los usamos también como punto de
articulación para producir sonidos diferentes que distinguen significados.
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Veamos entonces la definición de 1) que rescribiremos como 2)
2) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar los procesos y
estados mentales involucrados en la comprensión, producción y
adquisición del lenguaje.
Con los supuestos aclarados, podemos escribir una definición más larga:
3) La psicolingüística se ocupa de estudiar y analizar qué mecanismos
funcionan - y cómo funcionan - a partir de qué informaciones previas en el
órgano biológico llamado mente - que tiene su base en el cerebro -
cuando los seres humanos adquieren, producen y comprenden lenguaje.
Esta definición deja en claro qué parte de los fenómenos asociados con el
lenguaje vamos a estudiar aquí. Por supuesto que discutiremos otros problemas
para aclarar mejor cuál es el campo del conocimiento que abordaremos, pero
aclaramos una vez más que, en sentido estricto, los aspectos sociales o
institucionales, por ejemplo, quedan fuera del campo de estudio.
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1) Observación de la conducta lingüística espontánea y forzada mediante
experimentos.
2) Análisis gramatical de los enunciados.
3) Observación de la adquisición del lenguaje.
4) Estudio de alteraciones de la conducta lingüística asociada con lesiones
cerebrales.
5) Análisis de la transmisión electroquímica en la corteza cerebral.
6) Análisis de imágenes cerebrales obtenidas mediante instrumentos.
Describiremos brevemente cómo se utilizan.
La más utilizada y conocida es la observación de la conducta lingüística en
adultos; sin embargo es también la que permitió muchísimas confusiones en la
disciplina, que aún se deben despejar.
A primera vista la observación de la conducta lingüística de adultos parece ser
muy sencilla: los seres humanos siempre hablan, hay muchos seres humanos y
tenemos los instrumentos necesarios para observar, registrar, reproducir y
analizar esas conductas. El problema reside en que muchos investigadores
tomaron las manifestaciones de los fenómenos como si fuesen los fenómenos
en sí; confundieron, entonces las causas de los fenómenos y se alejaron de
inferir los procesos y estados mentales que causaban las conductas lingüísticas.
Tomemos un ejemplo: muchos investigadores definieron el lenguaje como social
y pautaron el proceso de adquisición del lenguaje como un proceso de
socialización (Piaget, 1964). Esto es un disparate por varios motivos, como
demostraremos, ya que el aspecto social es accesorio a los procesos mentales
que permiten el desarrollo y uso lingüísticos; el origen del error está en tomar lo
que se observa sin problematizarlo. Es como si un científico marciano que
estudiara una ciudad concluyera que la gente hace sus necesidades porque
existen los baños, en lugar de concluir que existen los baños como
manifestación social de necesidades biológicas elementales. ¿Los seres
humanos caminamos porque hemos inventado las zapatillas y otras formas de
calzado o - en realidad - es que biológicamente caminamos con los pies y eso
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nos ha llevado a inventar y diseñar formas de calzado? La psicolingüística no
niega el valor de la descripción de las conductas, pero esta descripción debe
servir para inferir qué es lo que sucede en la mente de los hablantes: los
estados y procesos mentales que son la causa de la conducta observada. La
descripción no constituye nunca una explicación; recordemos la diferenciación
que establece Chomsky (1965, 1974) entre adecuación descriptiva y adecuación
explicativa de una teoría.
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sí lo siente porque desea llamar la atención de la madre o quiere una golosina,
por ejemplo. Esto es muy importante: el lenguaje no refleja necesariamente - ni,
mucho menos, fielmente - sentimientos, sensaciones ni emociones. Otro tema
importante a considerar es que la niña seguramente ha sentido hambre muchas
veces. Cuando era más pequeña y sentía hambre, lloraba; cuando lloraba la
madre le daba de comer (en realidad, de beber, pecho o mamadera), este
sistema nunca le falló ¿Por qué debería, entonces, desarrollar lenguaje cuando
ya conoce un método más sencillo para conseguir que la alimenten?
La pregunta que acabamos de hacer, la pregunta que se debe hacer un
psicolingüista, no es banal. En efecto, cuando la respondemos tenemos la pista
de dos piezas muy importantes que nos puede mostrar la naturaleza del
lenguaje: por un lado, reafirmamos que tener hambre (o cualquier otra
sensación) puede ser un fenómeno que ocurre junto con el de la producción
lingüística, pero que no la explica; por otro lado, los estímulos para que la niña
use lenguaje (al menos, en este ejemplo) no provienen de que un método
anterior (el llanto) haya fallado.
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tipos mientras estaba "aprendiendo" la lengua materna: hay "algo" en la mente
que impide que la niña construya estructuras como 8) y 9).
Esta sencilla interacción - aún no hemos inferido nada de la conducta de la
madre - puede mostrarnos muchas más cosas, pero las dejaremos para más
adelante. Sin embargo, podemos adelantar que la investigación nos llevará a
indagar si es la estructura de la mente la causa de que oraciones como 6) y 7)
sean posibles mientras que oraciones como 8) y 9) no los son.
Si un estudio sobre adquisición del lenguaje nos lleva a concluir que los recién
nacidos no hablan pero que lo harán indefectiblemente entre los 12 y 24 meses
podemos afirmar con seguridad que se trata de un estudio sin ningún interés
científico ni de otro tipo: esto es algo archisabido. Si un investigador nos
confiesa que cuando los niños y niñas1 comienzan la escolarización regular - a
los cinco o seis años, según el plan - ya saben hablar, les podemos ofrecer
chocolate por esa noticia. Lo importante es explicar por qué es así, por qué no
es de otro modo. Lo interesante es reflexionar por qué todos hablarán y ninguno
dejará de hacerlo, salvo severas patologías; lo interesante es que todos los
niños, en todo el mundo, lo hacen más o menos al mismo tiempo, sin que el tipo
de lengua - flexivas, aglutinantes, con o sin orden fijo de palabras - tenga
importancia; lo importante es que ser o no primogénito, ser de uno u otro sexo,
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Sabemos que existe un fuerte debate acerca de la costumbre de utilizar el masculino – niño, en este caso
– para referirse tanto al masculino como al femenino: niños y niñas. Sin embargo, hecha esta aclaración,
utilizaremos solo el masculino para facilitar la lectura; aclaramos que de ningún modo supone supremacía
de un género por sobre el otro.
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poseer o no radio y televisión son circunstancias que carecen de importancia
decisiva en el proceso.
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de un conjunto de palabras, buscaremos categorías, reglas, etcétera. Las reglas
gramaticales (fonológicas, morfológicas, sintácticas) son inferidas, buscadas,
propuestas y validadas por los investigadores: no se ofrecen de modo
transparente a la observación. En la interacción que presentamos en el apartado
anterior deberemos buscar la regla o las reglas que impiden construcciones
como 8) y 9) y permiten 4), 6) y 7). Para buscar datos también podremos diseñar
experimentos.
Por ejemplo, algunas palabras han sido clasificadas históricamente como
ambiguas, algunas como polisémicas, algunas como homónimas, muchas veces
superponiéndo las clasificaciones. No entremos ahora en esa discusión.
Tomemos, simplemente, una palabra como banco y aceptemos que cualquier
hablante competente del español de la Argentina dirá que, al menos, tiene los
siguientes significados:
a. Institución financiera;
b. Mueble para sentarse, sin respaldo ni brazos;
c. Acumulación de arena o lodo que se produce en un mar, río, arroyo o
lago que se mantiene por debajo de la superficie;
d. Primera persona del singular del verbo bancar, que significa normalmente
apoyar material y moralmente de modo incondicional; si se lo usa negado: -no te
banco - puede ser sinónimo de aguantar.
Ahora bien, si queremos indagar si esta noción tiene entidad mental, además de
ser una distinción útil en una teoría gramatical, debemos poder demostrar que
sucede algo diferente cuando se utiliza este tipo de palabra que cuando se
utiliza una palabra de las llamadas no ambiguas. Por ejemplo, si se tarda más
tiempo en reconocer una palabra ambigua que una no ambigua, si se tarda más
tiempo en leerla, en escribirla, etcétera. Si no encontramos ninguna diferencia,
nos deberemos preguntar seriamente si la ambigüedad es una realidad del
lenguaje o simplemente una necesidad de la teoría lingüística. ¿Cómo podemos
hacerlo? Una buena posibilidad es diseñar un experimento.
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En un experimento podemos controlar todas o algunas de las variables que
concurren para producir un fenómeno. En psicolingüística podremos medir el
tiempo que demora un sujeto en responder a un estímulo lingüístico al margen
de sus motivaciones, intenciones, buen o mal humor, cultura, grado de
escolarización, etcétera. Los experimentos son importantes porque para
entender las causas del lenguaje no tenemos otro camino que inferir de las
conductas observables lo que sucede en el cerebro: como dijimos, no podemos
abrir la cabeza de una persona como si fuese un melón para ver si encontramos
allí la ambigüedad o la polisemia. En el uso normal, cotidiano y espontáneo del
lenguaje no comprendemos ni enunciamos palabras aisladas porque las
palabras aparecen - salvo excepciones, que tienen que ver con presupuestos -
en enunciados, es decir, acompañadas por otras. Para comprobar, entonces, la
ambigüedad o la polisemia de una palabra deberemos recurrir a una situación
artificial, experimental, en la que las palabras aparezcan sin la intención
comunicativa del hablante y del oyente; aparecerán aisladas, en soporte sonoro
o escrito. En esta situación experimental podremos ver qué validez mental tiene
hablar de ambigüedad de las palabras; en el habla cotidiana esto es muy difícil
porque el contexto puede seleccionar uno de los significados posibles con lo que
la supuesta ambigüedad desaparecería.
Las conductas lingüísticas espontáneas están acompañadas normalmente de
otras conductas no lingüísticas, y a veces no es fácil separarlas. Por ejemplo, es
habitual sonreir cuando saludamos a nuestros vecinos con un -buen día-, pero
sonreir forma parte de una conducta motora, demuestra no agresividad, no
necesaria para la conducta lingüística - la producción del enunciado buen día -
aúnque ambas conductas aparezcan juntas. En una situación experimental esto
no será necesario pues el informante no deberá mostrar que no es agresivo: no
estará interactuando (comunicativamente) con otro ser humano.
En una situación experimental - siempre dentro de límites éticos - podremos
conectar electrodos al cuero cabelludo del informante, podremos solicitarle que
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hable o que atienda a un relato al tiempo que le estamos realizando una
tomografía de la corteza cerebral; podemos "ver" - con limitaciones técnicas -
conexiones entre neuronas al tiempo en que produce o comprende piezas
lingüísticas. Este tipo de información fue decisiva, en su momento, para
entender algunos aspectos del lenguaje de señas usado por los hipoacúsicos.
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“La asunción teórica que motiva el uso del rendimiento deteriorado, como la
base para inferir la estructura de los procesos normales, es que las
transformaciones del sistema normal bajo condiciones de daño no son
indefinidas o azarosas sino que obedecen a restricciones precisas,
determinadas por la estructura intrínseca del sistema normal...” (Caramazza,
1988)
Pero veamos algunos ejemplos para comprender el valor de los datos que
provee el análisis del rendimiento de los pacientes afásicos.
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contexto de un trastorno del lenguaje nos permite indagar sobre el origen y
proponer entonces cómo opera el sistema en condiciones normales.
Estos ejemplos intentan describir cómo la información que surge del estudio de
los pacientes lesionados cerebrales con deterioro específico del lenguaje es una
fuente de evidencia muy valiosa para proponer modelos de procesamiento
normal, objetivo central de la psicolingüística.
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