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Eco de la montaña es un documental dirigido por Nicolás Echevarría, el cual fue estrenado en
el año 2015. Este documental retrata al artista wixárika Santos de la Torre, creador del mural
“Pensamiento y alma huichol”, en el que se plasma la cosmovisión de los wixaritari.
Echeverría documenta la travesía que emprende Santos de La Torre y el mara´akame
(chamán) de su comunidad hacia los lugares sagrados, con el propósito de pedir permiso a sus
ancestros para la realización del mural.
El mural ingresó a la colección de obras de arte del museo del Louvre en París,
Francia en el año 1997 como un regalo realizado por el gobierno de México al gobierno de
Francia. No obstante, Santos de la Torre no fue invitado a la inauguración ni a la instalación
del mural, por ello hace dos comentarios importantes: el primero es que en realidad el mural
está mal colocado puesto que no fue él quien lo instaló; en segundo lugar, Santos menciona
que no lo hirieron físicamente, pero que sentía una herida en el alma, derivado del manejo de
las autoridades con su trabajo. Además de que no recibió el pago correspondiente por su obra.
Es importante resaltar que la herida a la que se refiere Santos está relacionada con su
identidad y cultura, pues menciona que el recuerdo de este suceso le permite posicionarse
frente a otras amenazas que tienen que ver con sus rituales, territorios y con la existencia
como comunidad. Existe así un duelo que trabaja a través de sus obras y le permite, mediante
la narración, expresar aspectos de memoria que al incorporarse en la narrativa del documental
hacen parte del poder y la resistencia de procesos ligados a la cosmovisión Wixárika. Como
menciona Torodov (2000) respecto a la puesta en práctica de la memoria ejemplar: “el uso
ejemplar, permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las
injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día” (p. 22).
Esta memoria incorporada se encarna en imágenes, artefactos o palabras, de manera que ahí
está depositada la identidad del grupo; es un canal entre el presente y el pasado. Al respecto,
la autora retoma a Connerton (1989) para enfatizar la conmemoración y las prácticas
corporales que se entremezclan en las ritualidades de los grupos. La idea de compartir
recuerdos y significados de la comunidad —por medio de las ceremonias, el cuerpo y el
sacrificio de otras especies— es lo que permite la preservación del sentido identitario que
emerge en el pueblo wixárika. Así pues, los wixaritaris llevan a cabo actos rituales que
“contribuyen a la estabilización y reproducción generacional de la memoria social”
(Mendlovic, 2014, p. 305), y los realizan a partir de un establecimiento de códigos,
conductas, símbolos y valores que son interiorizados en sus cuerpos, pero que a su vez son
externados en forma de acción comunal, la cual demarca planos significativos, identitarios y
afectivos con el territorio.
Aquí atestiguamos dos fenómenos: 1) una reivindicación por parte del pueblo huichol;
a través de su nuevo mural Viaje Sagrado a Wirikuta (revelación directa a las deidades que
aparecen en él) y cuya práctica contribuye al marco de la producción social de la memoria
popular desde el ámbito de lo particular, concreto así como privado y, 2) la previa
instrumentalización política de la memoria por parte del gobierno de México mediante el
regalo que este hace al museo, acto que evidentemente corresponde a los intereses del sector
gubernamental e institucional, es decir, el ámbito público. Cabe destacar que la memoria
cultural se aloja en objetivaciones o simbolizaciones externas, cuya ‘‘cualidad atemporal,
abstracta, sacra, solemne y estable que rebasa el nivel orgánico y presente de la memoria
comunicativa, se liga a las identidades grupales y se instala en los ámbitos colectivo-
institucionales’’ (Mendlovic, 2014, p. 302).
Así mismo, señalar que la ruta del peregrinaje actualmente está en grave peligro,
amenazada por la construcción de minas, situación que el artista huichol espera combatir con
el nuevo mural. Sin embargo, la ruta está bajo consideración de ser declarada como
patrimonio de la humanidad por la UNESCO. En este sentido se explicita que la memoria es
recreada a través de diversos procesos de negociación entre grupos sociales e intereses que
compiten entre sí.
Los lugares sagrados que recorre Santos de La Torre en compañía del mara´akame (chamán)
de su comunidad contienen un valor patrimonial natural y cultural que bien pueden ser
asumidos como patrimonio biocultural al haber en ellos, tal como lo define Lindholm (2019),
“una comprensión de los paisajes culturales –como resultado de relaciones biológicas y
sociales a largo plazo– que configuran las características biológicas y materiales del paisaje y
también la memoria, la experiencia y el conocimiento”. Bajo esta consideración, el desierto
como territorio sagrado de los wixaritari, es también el lugar en donde de manera endémica
habita el hikuri (peyote), la flor sagrada que simboliza la carne del venado y que es un
elemento central en los rituales de la comunidad wixárika.
Primero era la oscuridad y luego la tierra y luego el cielo. La inundación, trajo a la madre de
los venados, la cual se comunica con el viento para que no suelte humo. Cuando había mucha
agua nosotros éramos serpientes buscando tierra. Poco a poco se fue secando el agua para
surgir tierra para que podamos trabajar. Entonces nos fuimos transformando en gente con
manos, con pies, con voz. Y como el Venado que estaba destinado a encontrar la luz, nosotros
buscamos al ser. Otros seres como el ratón, lagartijo no podían encontrar el ser. Esa es nuestra
tarea, nuestra herencia, pues existen dos tiempos: el tiempo bueno y el tiempo malo. El
tiempo malo surge al no cumplir con la herencia de nuestros antepasados
Conclusiones
A lo largo del documental, se nos muestra la travesía, las actividades y elementos que
conforman las acciones tradicionales del ritual wixárika del peyote. Todas ellas se relacionan
a la memoria histórica que los compone como una comunidad con tradiciones inmemoriales.
Sus rituales, si bien esenciales para su identidad, se encuentran en peligro debido a la
intrusión de compañías mineras que mantienen un control sobre el territorio sagrado de
Wirikuta.
Ante esta situación la ruta que Santos y compañía emprenden está siendo considerada por la
UNESCO como patrimonio de la humanidad. Sin embargo, es necesario preguntarse si esto
podrá ser establecido a tiempo. El reconocimiento internacional sobre el patrimonio del
pueblo Huichol pudiera ayudar a mantener sus tradiciones. Aún así, la ruta es, en sí, un
patrimonio ligado a una comunidad originaria; con la cual, mantienen su memoria y su
identidad.
Así la relación que tienen con la naturaleza invita a una reflexión profunda sobre la
importancia de las tierras Wirikuta en la subjetividad wixárika. La gran travesía emprendida
por Santos y compañía dio fruto en una nueva obra, titulada “Eco de la Montaña”, mismo que
lleva el documental. De esta manera se entiende que, el territorio es un símbolo de
comunidad y tradición inmemorial que cimenta la actitud e identidad de un pueblo cuya
sabiduría se ha transmitido de generación en generación.
Se puede identificar la importancia para Santos y su comunidad a partir de lo vivido, un
sentido de esperanza a pesar de la herida ocasionada ante el hurto de su obra y de cierta
manera sentir un “robo a una obra que hace parte de su identidad”, no fue determinante para
emprender un nuevo proyecto y valorar su trabajo y su cultura, asumiendose en palabras de
Sánchez como un “ser futurizo”, donde a través de su conciencia histórica se permite asumir
con plasticidad humana lo vivido y al mismo tiempo mirar con esperanza hacia el futuro, ya
que “Hoy es siempre todavía”. (Sánchez, 2013, p.189).
Mendlovic Pasol, B. (2014). ¿Hacia una “nueva época” en los estudios de la memoria social?
En: Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 59(221), pp. 291-316.