Está en la página 1de 9

La educación por el arte como mecanismo de apropiación del patrimonio cultural

El presente ensayo responde a la inquietud acerca de la red de desigualdades

sociales que condicionan la preservación del patrimonio cultural. En este sentido, se

propone a la educación por el arte como un mecanismo democratizador del patrimonio

cultural. Primeramente se expondrá la visión participacionista de Canclini acerca del

patrimonio, así como un análisis de la legitimidad de los discursos asociados al

patrimonio e identidad. Posteriormente se examinará la ideología de Herbert Read en su

obra “Educación por el arte”, fundamentada en el diálogo, la reflexión y la armonía con

el grupo, a partir del replanteamiento de los discursos del poder. Como tercer punto, se

demostrará la manera en la cual el trabajo de Ulises Estrella en el Proyecto Quitológico

logró armonizar los puntos teóricos antes mencionados, a través de ejemplos concretos.

Históricamente, el patrimonio cultural ha sido resultado de una selección artificial

y consciente de parte de los grupos sociales hegemónicos. Canclini sugiere una

problemática enfocada en el proceso de selección del patrimonio cultural, cuya finalidad

última ha sido la de jerarquizar y afianzar las desigualdades sociales. En unos casos, se

desecharon patrimonios no ajustados a los cánones oficiales (estéticos, sociales,

simbólicos, etc.), y por otro lado, los bienes que sí son elegidos son reinterpretados,

descontextualizados (se elimina o minimiza el aporte de grupos no asociados al poder) y

se fortalece la idea de que existe una alta cultura que prevalece sobre las demás, que

absorbe a los individuos, los despoja de sus costumbres, y los convierte en cómplices

pasivos de la desigualdad.

Frente a la problemática indicada, la propuesta de Canclini (1999) tiene que ver

con el uso participacionista del patrimonio cultural, mismo que “concibe el patrimonio y

su preservación en relación con las necesidades globales de la sociedad”. (Canclini, 1999,

pág. 24). En este sentido, se escucha y se trabaja de manera democrática para satisfacer
las necesidades actuales de una localidad y al mismo tiempo conservar los bienes que esa

sociedad considera importantes. No solamente se ocupa de obras monumentales o

edificios públicos, sino que incluye bienes privados, plazas y parques. De esta forma, las

ciudades evitan convertirse en “ciudades museo”, rechazadas frecuentemente por su falta

de identidad y vitalidad social. Sin embargo, el autor advierte que uno de los más grandes

obstáculos para un trabajo adecuado consiste en la falta de estudios acerca de la

participación consciente de los destinatarios y consumidores de los bienes culturales:

“ignoramos por qué el público va a estos espacios culturales, cómo los usa, qué prefiere

o rechaza, de qué modo se apropia del patrimonio nacional y qué dificultades encuentra

para relacionarlo con su vida cotidiana” (Canclini, 1999, pág. 25)

El punto central del presente ensayo tiene que ver con la necesidad de establecer

vínculos entre el patrimonio cultural y los grupos no asociados al poder. Para lograr este

objetivo, hay que partir de la idea de que la selección hegemónica del patrimonio cultural

responde a una lectura e interpretación mucho más amplia, que influye en la identidad

misma del ser humano. Como lo indica Arévalo (2012), “La memoria colectiva permite

traer el pasado al presente; pero el presente, periódicamente, se construye sobre un pasado

seleccionado” (pág. 9). Los ciudadanos conocen sobre su pasado, incluso se enorgullecen

de él, lo aceptan y lo transmiten, pero muy rara vez descifran las relaciones de poder

subyacentes y menos aún, tratan de enfrentarlas. Es necesario crear un proceso educativo

que fomente la desacralización del pasado y que permita al ser humano ser parte activa y

transformadora de su entorno: no solo hay que entender el discurso del poder (generador

de pasados, identidades y patrimonios), sino que hay que saber cómo transformarlo.

Ulises Estrella (1941—2014), fue un poeta, filósofo y reconocido cineasta

ecuatoriano, y desarrolló un sistema de educación no formal denominado Quitología.

Estrella analizó el trabajo de Herbert Read en su libro Educación por el arte en donde
propone que “el arte debe ser la base de toda forma de educación y puede establecer un

nexo, no solamente con las etapas del desenvolvimiento individual del hombre, sino

también con el comportamiento social”. (Read, H., citado por Estrella, 2003, pág. 5). Así

mismo, Estrella comprendió que tanto la historia como el sistema educativo formal

adolecían (y adolecen) de un discurso subordinante, que bajo la máscara de una

cientificidad o precisión histórica suelen servir únicamente para desmitificar y ratificar

discursos de poder1 ¿Cuál sería entonces la mejor manera de enfrentar estas narraciones

lineales y rígidas? La quitología surge como una expresión artística, libre y simbólica por

naturaleza que se convierte en una herramienta pedagógica maleable y alternativa para el

conocimiento de la identidad, el patrimonio y la ciudad.

El primer aspecto de la Quitología se fundamenta en la memoria. La memoria no

puede ser –al contrario de la historia- negada o rebatida ante la “luz de las realidades”.

Cada persona es libre de recordar y seleccionar sus propias vivencias. No puede

imponerlas a los demás, solo compartirlas y dialogar, encontrar puntos en común y las

razones de tales convergencias: “la memoria no es la mera repetición de leyendas (…) ni

la sola nostalgia de la ciudad de la niñez (…) la memoria en la quitología trabaja a

contracorriente de la leyenda para invertirla, para modificarla” (Oquendo X., en Estrella,

2001, pág. 32). La quitología, devuelve al ciudadano su capacidad de proponer discursos

a partir de sus vivencias y sus realidades, tomando en cuenta, pero bajo una óptica

diferente, tanto las narraciones históricas como el patrimonio cultural conservado hasta

la actualidad. Es por esta razón que cuenta “con la participación activa y dinámica de

investigadores, historiadores, literatos, artistas y artesanos” (Estrella, 2004, pág. 18).

1
“La historia, como conocimiento, es un esfuerzo por explicar lo legendario y lo mitológico por los
hechos efectivos. Sin embargo, hay una conciencia en los propios historiadores contemporáneos en el
perspectivismo que conlleva el discurso de la historia. Se hace historia desde un punto de vista que
selecciona los hechos, las series de eventos y, por consiguiente, las correlaciones” (Oquendo, X., en
Estrella, 2001, pág. 47)
El segundo fundamento de la quitología consiste en el medio por el cual la

memoria debería ser comunicada, y es a través del arte: “La obra de arte se convierte en

un mensaje fundamentalmente ambiguo, una pluralidad de significados que conviven en

un solo significante…” (Hernández & Martín, 2013, pág. 46). Las expresiones estéticas

pueden sobrevivir al paso del tiempo, no están atadas a una época, tienen y tendrán la

edad de todo receptor que las adopte para sí en su propia esencia. El proyecto quitológico,

fundamentado en la investigación histórica, experiencial y creativa de sus fundadores,

generó proyectos inter-estéticos desde el año 1992, fusionando la poesía, música, danza,

escultura y teatro acerca de la ciudad, sus leyendas y patrimonio cultural, que por su

misma naturaleza y poder simbólico todavía poseen vigencia. Luego de esta breve

introducción acerca de la quitología, se expone a continuación un ejemplo de su

aplicación.

La leyenda de Cantuña

Desde hace muchas décadas, la plaza y la Iglesia de San Francisco han sido reconocidas,

por una peculiar leyenda que gira alrededor de ellas. Se cuenta que durante la época

colonial, un indígena llamado Cantuña fue encomendado a construir el atrio de dicha

iglesia, pero por su irresponsabilidad y derroche, no logró culminar la obra. Angustiado

por las deudas, Cantuña hizo pactó con Satanás para que, a cambio de su alma, construya

la obra. Finalmente, y por un tecnicismo (faltaba una piedra), Cantuña logró engañar al

demonio y salirse con las suyas.

Sobre la base del discurso del poder, el enfoque educativo tradicional ha tomado

a esta leyenda como una expresión colorida de una época pasada, una historieta digna de

una representación teatral ideal para la celebración de las festividades quiteñas. Frente a

esta situación el enfoque quitológico es radicalmente diferente. A partir de la experiencia

vital de recorrer el sitio y dialogar con las personas que circulan por él, se ratifica el hecho
del poder simbólico de este lugar: pobres y ricos, ancianos y niños, todos conocen la

historia de Cantuña, más allá de la riqueza estética e histórica que ofrece este sitio. Fue

evidente entonces que el punto de partida para establecer un vínculo educativo

significativo iba a partir de esta raíz claramente mitológica.

De acuerdo con los procesos quitológicos, la investigación histórica y documental

es el siguiente paso2. Se descubre en primer lugar que el nombre Francisco Cantuña (o

simplemente Cantuña) se encuentra asociado a más de una leyenda. Por otro lado, se

revela que también existió una familia Cantuña histórica, vinculada al convento de San

Francisco a través de una lápida e inscripciones en un retablo de la capilla de la Virgen

de los Dolores (tradicionalmente llamada “Capilla de Cantuña). Lo que no deja lugar a

dudas es que hubo uno o varios Cantuñas que llegaron a poseer una fortuna considerable,

en plena época de dominio colonial. Sin embargo, al no coincidir los nombres y las fechas

históricas de construcción del atrio de San Francisco, la mayoría de investigadores

desecharían cualquier posibilidad de análisis de la leyenda, por considerarla irreal, pero

para Estrella, este fue el punto de partida.

Como lo indica Boada (2011), las leyendas crean “fotografías de la época a la que

corresponden”. ¿Qué estereotipos y personalidad se atribuyen al Cantuña legendario? En

primer lugar, queda claro que Cantuña es un indígena, pero eso no es todo: es derrochador,

irresponsable y ladino3. Es tan hábil con la mentira que logra engañar al mismísimo

Satanás (peculiarmente caracterizado como un español de alcurnia). La conclusión es

básica: la condición natural de un indígena es la pobreza y la mediocridad. Cualquier

riqueza que pueda obtener será mal habida. Actualmente (y sobre la base del trabajo de

Estrella), algunos investigadores y educadores ya trabajan con el análisis de la leyenda a

2
Esta investigación fue realizada por Estrella en la década de los noventa, aproximadamente.
3
Muchas parodias artísticas de Cantuña suelen asignarle también un alcoholismo degradante.
través de los prejuicios que evoca. Sin embargo, la quitología consiste en una

“reinterpretación de las leyendas y mitos” (ya que la interpretación de la historia es

exclusiva de los grupos de poder). En el caso de Cantuña, ese también fue el reto.

Ulises re-mitifica a Cantuña a través de su poesía4 Utiliza el elemento simbólico

de la piedra faltante:

“La interpretación –poética naturalmente- de que intencionalmente Cantuña dejó


esa piedra sin llenar para recordarnos que estamos incompletos (…) que nosotros
aparentemente sabemos lo que hacemos, pero tenemos un vacío, tenemos una
piedra por llenar, todo quiteño y todo ecuatoriano tiene algo que llenar, algo que
aportar a nuestra nacionalidad, algo que descubrir y testimoniar, que es ese vacío
que todos llevamos dentro…” (Estrella, 1990).

La propuesta que el proyecto quitológico entrega a los ciudadanos parte del

análisis y la discusión. ¿Cuántos niños y adultos no buscaron la piedra faltante en el Atrio

de San Francisco? La propuesta quitológica (si es asumida por los docentes o gestores

culturales) consistirá en analizar socráticamente la relación que existió y existe entre el

mundo indígena y el español-mestizo, y más importante, la relación simbólica entre la

plaza y sus ciudadanos, entre su patrimonio cultural y su propio ser.

Se ha descrito a breves rasgos el proceso creativo y educativo de la quitología. No

se pretende “enseñar” por sobre todas las cosas, se busca abrir nuevas opciones de diálogo

y apropiación. La Quitología replantea el conocimiento de la ciudad y su patrimonio a

partir de la memoria:

“La memoria, en la Quitología, trabaja a contracorriente de la leyenda para


invertirla, para modificarla. El poeta—peatón de Quito recorre las calles en busca
de rastros, de huellas, de indicios desde los cuales ha de comenzar la

4
Poesía completa anexada al presente ensayo. El análisis específico de toda la poesía se encuentra en
un documento aparte, sobre la base de conversaciones y entrevistas con Estrella.
rememoración, la remitificación de la historia de la ciudad, de sus artistas, de sus
mujeres” (Estrella, 2001, pág. 33)

Hay que tomar en cuenta que una vez que los objetos han perdido su poder o en

los casos en que su discurso ha sido arraigado (como en el caso de Cantuña), la tarea de

otorgarles contextualización y poder simbólico adecuado es bastante difícil. Uno de los

obstáculos más grandes que se pueden encontrar cuando se trata de crear una imagen y

una narración desde afuera del poder, radica en la falta de “veracidad” que se le atribuye

al discurso. Si se parte de la premisa de que el patrimonio cultural responde a una

selección artificial y dirigida, ¿Por qué se justifica una verdad y se rechaza otra? Ese es

el punto de quiebre, el elemento base que se pone al alcance de los ciudadanos. Ese es el

inicio de su reivindicación y reconciliación individual y colectiva con el patrimonio.

Conclusiones

- En los tiempos actuales, el patrimonio cultural no puede ni debe ser desvinculado de los

grupos humanos sobre los cuales influye (habitantes, usuarios y consumidores)

- A partir de la propuesta de Canclini, se puede concluir que no solamente el patrimonio

cultural, sino la historia, la educación e incluso la identidad se fundamentan en discursos

de poder elaborados conscientemente para acentuar la desigualdad.

- La única forma en que la brecha de desigualdades de poder que se evidencia en el

patrimonio consistirá en un proceso educativo alejado de la dinámica opresora, que

permita a los ciudadanos entender la importancia de su papel en la sociedad.

- La propuesta quitológica de Ulises Estrella se convierte en una dinámica bastante

aceptable para las necesidades actuales.


- La quitología es una cátedra informal que a través de la expresión artística y el trabajo

sobre la memoria conlleva a un diálogo e interpretación por parte de los ciudadanos hacia

su patrimonio.
Referencias

 Arévalo, J. (2012). EL PATRIMONIO COMO REPRESENTACIÓN

COLECTIVA: LA INTANGIBILIDAD DE LOS BIENES CULTURALES.

Andes, 23. Recuperado de

https://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=12726101006

 Estrella, U. (2003). LA REVOLUCIÓN NECESARIA. Cuadernos de la Casa de

la Cultura Ecuatoriana. Quito.

 Estrella, U. (2001). DIGO MUNDO... Editorial Libresa. Quito.

 Estrella, U. (2004). MEMORIAS DEL PROYECTO QUITOLÓGICO. Casa de

la Cultura Ecuatoriana. Quito.

 Hernández M., Martín, J. (2013). LA RECEPCIÓN DE LA OBRA DE ARTE Y

LA PARTICIPACIÓN DEL ESPECTADOR EN LAS PROPUESTAS

ARTÍSTICAS CONTEMPORÁNEAS. Recuperado de

http://reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_084_06.pdf

 Canclini, N. (1999). LOS USOS SOCIALES DEL PATRIMONIO CULTURAL.

España. Recuperado de

https://www.iaph.es/export/sites/default/galerias/documentacion_migracion/Cua

derno/1233838647815_ph10.nestor_garcia_canclini.capii.pdf

También podría gustarte