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El poder y la clasificación: intersecciones de raza, clase y género en la frontera norte

de México: el caso de las garitas internacionales.

Introducción

Atravesar la garita internacional de la región fronteriza de Tijuana-San Diego, supone

cruzar una de las fronteras mayormente vigiladas. Sin embargo, las personas que la

atraviesan generan sentidos sobre sus experiencias de cruce. Por lo tanto, se necesita

explicar cómo la frontera se ha relacionado a la vida de las personas que la habitan. En ese

sentido, la frontera es un hecho social que produce una diversidad de sentidos

interseccionados por categorías, como género, clase y raza. Estos se imbrican con las

esferas políticas, económicas y culturales de la vida social.

Por tal motivo, este ensayo tomará como base la siguiente pregunta, ¿Cómo pueden

analizarse desde la interseccionalidad las experiencias de cruce de las personas

transmigrantes1 relativas a esperar y atravesar la frontera/garita internacional? Esta

pregunta surge debido a la comprensión de la frontera norte de México como mundo de

vida (Velasco y Contreras, 2014) y también como redes de sentidos para la investigación en

sociología cultural (Alexander y Smith, 2019). La pregunta antes planteada será respondida

utilizando conceptos de las teorías de género particularmente desde el poder (Reed, 2020) y

la interseccionalidad (Viveros, 2016; Collins, 2017).

Para ejemplificar los conceptos estos se revisará la bibliografía en el tema de género y

poder. Consecuentemente se trazará un análisis con apoyo en casos de abusos a mujeres

afrodescendientes y de origen latino por parte de las autoridades norteamericanas presentes

1 Para ampliar la gama de sinónimos de la noción de transmigrante se usará indistintamente también


transeúnte fronterizo o su homónimo en inglés border commuter
en las garitas internacionales; con el propósito de reflexionar sobre las diversas

experiencias que suscitan en las garitas internacionales. Posteriormente se interpretará

como una estructura de cultura (Rambo, 1999) que dota de sentido las causas y

consecuencias de las acciones sociales de las personas transmigrantes.

No obstante, para Estados Unidos, su frontera sur es representada como una zona

vulnerable, por lo cual, todo aparenta una amenaza a la seguridad nacional (Ruiz, 2001).

Para quienes la viven y la cruzan, la frontera, es un espacio de oportunidad donde pueden

acceder a beneficios de ambos países (Escala y Vega, 2005). Por lo cual, la frontera norte

de México es una experiencia fenomenológica y semiótica donde emergen y componen los

elementos analíticos que la hace una estructura de cultura (Rambo, 1999).

La necesidad de interpretar las experiencias de cruce cotidianas de las personas

transmigrantes, surge a partir del incremento a la seguridad de los puestos de control

migratorio (Chávez, 2011). Este escalamiento en la vigilancia fronteriza se da debido a la

creación del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (Salter, 2004). Con

dichas políticas, el tránsito cotidiano ha experimentado aumentos en el tiempo de espera

para cruzar la garita internacional. Esto da como resultado que los transmigrantes tomen

medidas cautelares y actúen en determinada medida ante los agentes de migración para

lograr cruzar en su debido tiempo y llegar a su lugar de destino (Chávez, 2011).

Los cruces realizados por las garitas internacionales disponen de sistemas de vigilancia y

un estricto monitoreo, clasificación, un control del flujo transnacional de personas

(Heyman, 2009). Estos sistemas de vigilancia condicionan la acción del transmigrante;

dotándola de un sentido transmitido desde las estructuras de cultura. Por lo tanto, la acción
social, independientemente de su carácter instrumental o reflexivo, se materializa en

horizontes emocionales supuestamente irracionales (Alexander y Smith, 2019).

Por último, si la frontera es como institución total, por lo tanto, existe un control sobre los

recursos simbólicos a los cuales los actores tienen acceso (Goffman, 2001). Por lo cual, se

hace presente la necesidad de utilizar los recursos de manera que ubiquen al transmigrante

y al agente migratorio en una producción de sentido desigual ante la presencia de un amplio

sistema de vigilancia y clasificación.

El control fronterizo de Estados Unidos y México

La frontera norte de México tiene entre sus particularidades la de ser una de las más activas

del mundo, específicamente la garita internacional entre Tijuana y San Diego (Heyman,

2009). En ciudades como Tijuana en Baja California, se da una fuerte movilidad

poblacional respecto al cruce internacional de personas entre México y Estados Unidos

(Castañeda & Félix, 2020).2 A lo largo del tiempo, esta frontera ha sufrido diversos

cambios tanto físicos como políticos. Por ejemplo, uno de los cambios geopolíticos más

agresivos ha sido el Operativo Guardián (Gatekeeper)3, impulsado por el gobierno del

entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton (1993-2001).

Posterior a esta estrategia de escalamiento de control y seguridad fronteriza, el atentado

terrorista en Nueva York del 11 de septiembre de 2001 pasaría a ser un elemento central

para la elaboración de políticas de migración y seguridad en Estados Unidos. La

implementación de estas políticas dio pie a la creación del Departamento de Seguridad

2 Solo en la garita de San Ysidro cruzan diariamente unas 90,000 personas.


3 El operativo guardián fue formalmente anunciado en Los Ángeles, California en el año de 1994 por la fiscal
general de Estados Unidos de aquel entonces, Janet Reno, y fue puesto en marcha el primero de octubre de
ese mismo año.
Nacional de Estados Unidos4 (Salter, 2004). A partir de esto, se establecieron estrategias

que resultarían en un incremento al control, clasificación y vigilancia del flujo

transnacional de mercancías, personas y sustancias ilícitas. Será a partir de esta nueva

institución que la frontera entre México y Estados Unidos se tornaría más agresiva.

Implementando un restrictivo control fronterizo que incluye la revisión de personas que

transitan por las garitas internacionales.

Cruzar esta frontera se vuelve intimidante debido a diversos dispositivos de vigilancia y a la

imagen y presencia de los agentes migratorios militarizados. Sin embargo, cruzar al otro

lado supone una actividad cotidiana para esta población fronteriza, pero también

desesperante por sus consecuencias: llegar tarde al trabajo, a la escuela, retrasar un viaje,

una emergencia familiar, entre otros. Estas personas viven la condición de vida fronteriza

desde su cruce cotidiano, produciendo sentidos que moldean la frontera geopolítica.

La alteridad como mujer: la construcción de la otredad en el género.

4 Homeland Security o DHS por sus siglas en inglés.


Cadenas y dominios de poder: la interseccionalidad en la significación de los cuerpos

En las garitas internacionales, aquellas que dan acceso a Estados Unidos específicamente,

se han documentado varias situaciones en las que la integridad y la dignidad de mujeres

racializadas se ha visto agredida. El diario estadounidense The Washington Post, junto al

Centro para la Integridad Publica (The Washington Post, 2018) de Estados Unidos,

publicaron en conjunto una investigación periodística donde se describen demandas sobre

abuso a mujeres por parte de la agencia de aduanas y protección fronteriza (CBP, por sus

siglas en inglés).5 Es necesario evidenciar estos abusos a partir de las categorías de cadenas

poder (Reed, 2020) e interseccionalidad (Collins, 2017), para dar cuenta de la situación

específica en la cual sucedieron estos actos. De esta manera ampliar y contribuir a la

bibliografía sobre transmigración y cómo se articula el poder en la vida cotidiana de las

personas transfronterizas.

Lo que lleva a pensar en la relación que se presenta en estos espacios, se exponen a

distintas categorías de los dominios del poder (Collins, 2017). La garita como espacio

disciplinario tiene una gran presencia de agentes militarizados, cámaras de seguridad, canes

detectores de droga, impone una microfísica del poder, es decir un control sistemático y

detallista del comportamiento (Foucault, 2002). De esta manera se dan los cuerpos dóciles

atravesando una situación de intersección de distintos dominios del poder (Collins, 2017)

que deja ver quienes están mayormente expuestos.

5 Estos abusos se dieron a lo largo de la frontera México-Estados Unidos, en ciudades como San Diego,
California; El Paso, Texas; Nogales, Arizona. Incluso se reportan abusos en Filadelfia. Los tratos
improcedentes varían, pero todos concuerdan en un cateo corporal excesivo y revisiones en cavidades
corporales en busca de sustancias ilícitas, todo sin prueba alguna más que la pura intuición, algunos casos
hasta se confundieron personas por llevar el mismo nombre.
Los dominios del poder presentes en las garitas son, el estructural 6 y el disciplinario,7 son

evidentemente visualizados debido a que se trata de una institución de seguridad nacional.

Aun así, para que estos dominios sean propiamente experimentados, se necesita de un

mecanismo que articule y accione el poder del Estado, este es la soberanía. El poder

soberano, define la excepción (Salter, 2008), y en este espacio se da de manera estructural y

disciplinaria (Collins, 2017). El abuso de las mujeres sometidas a cateos corporales por

parte del CBP expone precisamente esta intersección, donde los cuerpos, sobre todo

aquellos racializados, son tomados como criminales potenciales.

Para Reed (2020) el poder es similar a una cadena y está compuesta por tres eslabones

principales, en un primer momento está la relación entre rector y actor. 8 El tercero es un

actuante comúnmente señalado por el rector como una amenaza, un rival o un enemigo. 9

Este tercer actuante es establecido en la cadena como alter. 10 La clasificación de un cuerpo

como alter radica en la semiosis, es decir, es la producción de un sentido sobre la persona y

los símbolos con los que es interpretada.

En ese sentido, en la garita/frontera la clasificación de personas se da en un sentido

semiótico, es decir, se señala e interpreta a las personas según los signos visualmente

expuestos.11 A partir de la narrativa de seguridad que dicta el sentido de la nación en riesgo

es que se designan quienes sean peligros potenciales. Así, alguien de nacionalidad

6 Refiere a la jerarquización de la sociedad en espacios institucionales, como la policía, el gobierno, etc.


7 Esto da cuenta del uso de las prácticas de vigilancia y la incorporación de las mismas de unas personas a
otras.
8 Un rector es quien, por uso del poder puede enlazar, ya sea por voluntad o por coerción, a un actor
haciéndolo su agente.
9 La diferencia entre rival y enemigo, está en que al primero se le reconoce como igual y se le concede
respeto por algún atributo, como la inteligencia; el segundo, es tal porque el rector necesita súbitamente
deshacerse de él o ella.
10 Alter en latín significa otro
11 Estos pueden ser, pero no limitados a, el color de piel, el tipo de pasaporte, una actitud nerviosa,
apariencia y ropa.
mexicana, con tez morena, puede ser interpretado como un posible migrante

indocumentado o narcotraficante, mientras que alguien de religión musulmana puede ser un

terrorista. Lo que Reed (2020) nos dice de esto es que son alteridades identificadas como

enemigas.

La clasificación semiótica se da debido al poder performativo 12 (Reed, 2020) que unifica a

los agentes del CBP con la narrativa de seguridad y la discursividad de las autoridades

políticas. De esta manera, agentes del CBP responden a un rector y debido a la cadena de

mando, el recto puede ser, el supervisor en turno o hasta el presidente de los Estados

Unidos. Por lo tanto, una persona experimenta los dominios del poder (Collins, 2017) desde

una posición de alter (Reed, 2020) siendo señalado por su color de piel, nacionalidad o

religión, entre otras.

En la garita de El paso y Ciudad Juárez, una trabajadora afrodescendiente de la embajada

estadounidense, reporta haber sufrido abusos por parte del CBP cada que cruzaba la

frontera de regreso a El paso (Politico, 2020). Ella reporta una actitud incriminatoria por

parte de las autoridades, acusandola de criminal,13 incluso al ser poseedora de una

SENTRI.14 Ella, al ser trabajadora del Estado, cuenta con esos beneficios, sin embargo, fue

llevada a segunda inspección en distintas ocasiones; algo que a sus compañeros nunca les

pasó, pero la única diferencia es que ellos eran hombres blancos.

12 El acto de poder performativo puede ser un discurso tan potente que llegue a tocar a actores, unificándolas
simbólica y emocionalmente. El propósito es acumular agentes, que para Reed (2020) la acumulación de
agentes que actúan en nombre del rector es médula de las cadenas de poder.
13 Cuenta que en una ocasión un agente le dijo “soy capaz de reconocer a un criminal cuando lo veo”
mientras la observaba de pies a cabeza.
14 Secure Electronic Network for Travelers Rapid Inspection, es un pase para viajeros de “bajo” riesgo,
privilegia a sus usuarios otorgándoles un acceso notoriamente más rápido que el de un pasaporte
estadounidense, green card o visa.
La revisión en las garitas es algo que a consideración de la intuición y autonomía de cada

agente (Campos-Delgado, 2020). También como lo documenta Heyman (2009), el proceso

de inspección, si bien pretende ser neutral, está cargada de connotaciones raciales y

estereotipadas de quien cruza. Esto es una demostración de poder, que bien entra en la

heurística del dominio estructural (Collins, 2017), dejando ver la exposición de una mujer

afrodescendiente a la discriminación y escrutinio sin sentido por parte de los agentes del

CBP.

En ambos casos, la perfilación de las personas commuter, fue significada como la de

enemigo/forajido, es decir, la de alguien ajeno a la nación con el propósito de dañarla. Con

esa clasificación es que los dominios del poder estructural y disciplinario fue

experimentado. Los abusos a estas mujeres son un ejemplo de cómo el Estado, a partir de

sus agentes, clasifica a personas en base a su género, raza o clase, como un alter. Un rector,

sea un actor colectivo como el Estado o individual como el presidente de los Estados

Unidos, permite a sus agentes un grado de autonomía porque sabe que actúan en su

beneficio. Se excluye, al hacer uso del poder soberano, a personas expuestas por la

intersección de los dominios del poder y su condición de género, clase o raza.

Conclusión

Las garitas, como espacios institucionales, son donde el CBP, como agente, tiene autoridad

y autonomía para actuar conforme a los intereses del rector. Sin embargo, a quienes sitúa en

la categoría de alter, es a personas cuyos atributos semióticos, implica una interpretación

estereotipada y racializada de su persona e intenciones. En sí los dominios del poder son la

expresión material de la categorización semiótica de alter. Es por tal que los análisis de la

interseccionalidad en las garitas internacionales deben profundizar sobre la semiosis y la


simbolización de las personas que cruzan, con ello se llegaría a una interpretación

mayormente explicativa, propia de la sociología cultural.

En conclusión, la bibliografía sobre estudios de la frontera, específicamente aquellos sobre

transmigración, se verían sumamente beneficiados si se aplicaran más análisis

interseccionales. Entender el cómo opera el poder en las instituciones, sobre todo en las

garitas de Estados Unidos, y explicar la exposición de cada persona que atraviesa estos

lugares, también como es que varía dicha exposición debido a su condición de clase, género

o raza; todo esto resultaría no solo en elementos teóricos nutridos y fortalecidos para la

discusión en las ciencias sociales, sino también ayudaría para poder implementar políticas

públicas más eficientes que velen por la integridad de personas que atraviesan estos

espacios, exponiendo al público sobre los abusos constantes en estos espacios.


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