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Carlos Edén Armenta Álvarez

Antropología social y cultural


07/01/2021
Del desencantamiento al reencantamiento del mundo
Introducción: un mundo moderno, un mundo desencantado

El propósito general de este ensayo corresponde a atender a la pregunta: ¿De qué manera se
puede rescatar las formas cotidianas sobre el reencantamiento del mundo moderno? De la
cual se buscará un dialogo constante entre las ideas sobre el desencantamiento del mundo y
como es posible su reencantamiento. Dicho de otra manera, el debate que se busca plantear
aquí ira de la mano con la famosa consideración sobre la instrumentalización de la vida
social, tal como lo fue planteado por Weber (Kalberg, 2005) y se pondrá en dialogo con
alternativas contemporáneas sobre la modernidad y la posmodernidad (Auge, 1998;
Maffesoli, 2002 y Alexander, 2019; 2013).

Algo que ciertamente se ha debatido en las ciencias sociales, desde finales del siglo XIX y
principios del XX; fue el entendido del avance de la modernización y una creciente
instrumentalización de la vida social. La consecuencia cultural de dicha modernización fue
hecha famosa por el sociólogo alemán Max Weber. Dentro de su magnum opus, La Ética
Protestante y el Espíritu del Capitalismo, se introduciría un término que sería piedra
angular del debate sobre el desencantamiento del mundo: la jaula de hierro (Kalberg, 2005).

Dicho entendimiento sobre la sociedad llevaría a Weber a ver el mundo de una manera
totalmente racional, en la que la cultura moderna, es una donde la vida social se ha
racionalizado. Es decir, la racionalidad instrumental que tanto estudio Weber se
concentraría en el actuar de las instituciones, como la burocracia y se esparciría hacía las
acciones de las personas (Kalberg, 2005). Sin embargo, esta metáfora sería una
interpretación de Parsons al traducir la obra del alemán al inglés, en la que la expresión
alemán original pasaría a ser conocida en el mundo anglosajón y ciertamente en el de habla
hispana también, como jaula de hierro.

Lo que ocasiono después del entendimiento de la modernidad como una jaula de hierro, se
concibió en el debate sobre la posmodernidad. Que enunciaba la muerte de los grandes
relatos, como si la vida social fuera reducida al debate de las ideologías políticas (Augé,
1998). Ciertamente, la vida social en las sociedades consideradas modernas, tiene una
dimensión emotiva (Alexander, 2019) de la cual las personas se aferran y producen el
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sentido del mundo. Hasta aquí se plantea la posibilidad de un reencantamiento, pasando por
el desencantamiento, de la mano de la sociología cultural.

El desencantamiento del mundo

Aquel concepto atribuido a Max Weber, la jaula de hierro (Kalberg, 2005), sería un
catalizador para la interpretación de la cultura moderna. Está consideración sobre la
sociedad, lleva a pensar directamente en la idea del desencantamiento del mundo. Que
nuevamente Weber profesaría como una extensión de la racionalidad a las esferas de la vida
social mas allá de la economía (Kalberg, 2005). Propiamente, el desencantamiento del
mundo, sería un proceso según el cual, terminaría por totalizar esta racionalidad
instrumental. Esto fue planteado por Weber en sus análisis sobre la burocracia (Kalberg,
2005) en la que plantea como las personas se atrapan cada vez más en los valores de sus
profesiones, puntualidad, eficiencia, respeto a las jerarquías, entre otras (Kalberg, 2005).

Este proceso, nos llevaría a pensar que la condición de racionalidad que invoca la acción
humana se ve relativamente ligada a los avances tecnológicos de la época. Explicar, por
ejemplo, el porque llueve nada tiene que ver con una invocación ritual, o una ofrenda a los
dioses, sino utilizar la información científica disponible y de ahí hacer una conclusión.
Ciertamente, la conformación de dicho conocimiento, aquel generado por la ciencia, puede
ser interpretado por el conocimiento cotidiano, pero también mal utilizado por el mismo.

Resulta curioso pensar, en como esta condición de la modernidad, lleva a las personas a
pensar de una manera racional. Esto a consecuencia de la organización burocrática de las
instituciones de las sociedades industriales. Mientras que un circulo de intelectuales
liberales aplaudían dicho avance, argumentando en términos darwinianos, que se esta
alcanzando un estado evolutivo mas desarrollado de la sociedad, y con esto las libertades
individuales serían más accesibles. Particularmente, este movimiento intelectual,
denominado “teóricos de la democracia” (Kalberg, 2005 p. 177) vieron el avance a modo
de éxtasis. Avalando por una afinidad entre el progreso del capitalismo con la libertad en
democracia. Weber llegaría a postular que dicho avance, el de la sociedad industrial,
llevaría a una visión pesadillesca (Kalberg, 2005 p. 177).
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De esta visión pesimista nacería una preocupación estimulante que invita a pensar sobre el
sentido en la vida. Puesto que, el orientar la vida hacía objetivos, resta importancia al
momento vivido, es una consecuencia del comportamiento teleológico de las personas
(Arriaga, 2015). Del trabajo hacía un objetivo, entiéndase que un objetivo en la visión
weberiana de la acción parte de un supuesto racional utilitario. Esta consideración sobre la
acción sitúa, a todo aquel que busque enriquecerse, en una embarcación hacía una constante
lucha por dicha finalidad. De la cual se puede extrapolar a demás estratos de la sociedad.
Con esto se hace referencia al capitalismo como racionalización del comportamiento
(Arriaga, 2015).

Del capitalismo como racionalización del comportamiento, se ve una afectación al


orientarse por utilidades, por ganancia. Así la manera en como el avance de la sociedad
industrial impone o, mejor dicho, adecua sus necesidades hacía la explotación del ambiente,
de las personas y demás. Esto es una consecuencia que Weber anunciaba (Kalberg, 2005) al
considerar el cómo estos comportamientos destituían al mundo de su encanto, de su
sentido. El sentido de la vida, se ve instituido en la religión, sin embargo, Weber (2004),
también exclamaba por la religión siendo expuesta a la racionalización. Pero, de aquí se
entendía no una orientación hacia las ganancias, sino, una consideración de los valores
culturales.

En ese sentido, dicha orientación propone que, la finalidad del creyente esta situada en la
entrada al reino de los cielos. Empero, dicha estancia posterior a la vida, tiene que ser
exitosamente atribuida a lo largo del trayecto vital del creyente. Esto es la condición en la
cual se acoplan los ideales sobre el éxito capitalista y el derecho al reino de los cielos,
exclamada por Weber (2004) como afinidad electiva. Por lo cual, la conformación de dos
nociones, sobre actitudes en la vida, configuran una suerte de espejismo del fin. Donde la
acumulación de bienes económicos supone entender que el fin de los tiempos se acerca
(Weber, 2004).

El enunciar la condición de la racionalidad con el avance de la modernidad en la


comunidad humana, fue la característica principal del trabajo de Weber (Kalberg, 2005).
Donde, como se presento en esta parte del ensayo, se enseña, tan solo una pequeña parte de
la consecuencia de la racionalidad en el mundo occidental, puesto que es meramente en este
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lugar que Weber llevo a cabo sus estudios. No obstante, la racionalidad como productora
del desencantamiento aboga también por la ciencia como herramienta del progreso y el
conocimiento (Cousiño, 1998). En sí, este proceso se ve mayormente separado de las
dimensiones religiosas y axiológicas. Consecuentemente lleva a extenderse mas allá de los
ideales axiológicos, y supone que todo comportamiento debe, por tanto, racionalizarse.

El posmodernismo, ¿hacia un reencantamiento del mundo?

La cuestión por el reencantamiento, sugiere, según Maffesoli (2002) que la condición


principal que ahora se manifiesta en las acciones de los individuos es, propiamente, la
emotividad. Para este sociólogo francés, la posmodernidad equivale a un reencantamiento
del mundo. Maffesoli se apoya en la tesis de la salvación espiritual de Weber (Arriaga,
2015). De la cual tomaría la inspiración para postular a la posmodernidad como el afán de
consideración hacía el prójimo. Dicha cuestión por la emoción y los valores, que
seguramente Maffesoli toma como parte de su proyecto sobre el reencantamiento del
mundo, apunta hacía las maneras en como la imaginación juega un rol importante en la
estructuración de los fenómenos sociales.

Por otro lado, se debe mencionar que existe una característica importante que recae al
nombramiento de lo posmoderno, y es la diferencia con la que se le ha tratado de
conceptualizar. Por ejemplo, David Harvey (1998) retomando a Jameson sobre la
posmodernidad como la lógica cultural del capitalismo tardío. Afirmación según la cual,
toda actividad humana recae en la producción y reproducción del consumo para afirmar
identidad. Cosa curiosa, pues parece que para Harvey (1998) la posmodernidad es una
extensión de la “jaula de hierro” de la modernidad.

En otra instancia, para el antropólogo francés Marc Auge (1998), aquello denominado
posmodernidad es más bien una sobremodernidad, caracterizada por el exceso:

Esa triple experiencia corresponde a la que nosotros hemos definido en Los


no lugares como experiencia de la contemporaneidad y de la
sobremodernidad. Es una experiencia marcada por tres excesos: un exceso
de acontecimientos que hace difícilmente pensable la historia, un exceso de
imágenes y de referencias espaciales cuyo efecto paradójico consiste en
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volcar sobre nosotros el espacio del mundo, y un exceso de referencias
individuales con lo que hemos de entender la obligación que tienen los
individuos de concebir por sí mismos su relación con la historia y con el
mundo ante la decadencia de los que Durkhein llamaba los "cuerpos
intermediarios" y ante la impotencia confirmada de los grandes sistemas de
interpretación (Augé, 1998 p. 138).

Ciertamente, se piensa como aquel estatus de la posmodernidad, un espacio bajo el yugo de


una saturación, que alcanza a las personas en cada aspecto de su vida. Resulta interesante
pensar el acomodar a la sobremodernidad a la condición posmoderna de la vida social. Un
espacio típico de la saturación es la plaza Times Square en Nueva York, llena de anuncios
luces, tránsito de personas, entre otras. Sin embargo, el escenario que nos pinta Augé,
nuevamente surge como un pesimismo sobre la vida.

Hasta aquí, se exponen nociones donde la modernidad produce desencantamiento, uno


donde ya no hay cuentos de hadas (Augé, 1998). Posteriormente, Una consideración
conforme al reencantamiento es expuesta por el sociólogo estadounidense Jeffrey
Alexander (2019). Sus análisis de las sociedades modernas no exponen explícitamente que
se trata de un reencantamiento; sin embargo, su trabajo sobre la cultura en las sociedades
contemporáneas sugiere que siguen existiendo elementos de irracionalidad en las acciones
de las personas.

La modernidad con dos caras.

Las sociedades modernas, han sido descritas bajo el manto del desencantamiento y de la
racionalidad (Alexander, 2019). Supone entender que un reencantamiento no es posible, sin
embargo, el análisis que Alexander (2019) propone, ayuda a visualizar los procesos que
alguna vez fueron descritos como carentes de sentido (Alexander y Smith, 2019) desde la
mirada de una irracionalidad. Propiamente, este análisis, se muestra optimista ante la
consideración de una restauración civil. Por lo tanto, Alexander intenta alumbrar el cómo
los fenómenos sociales están estructurados por las emociones y la moralidad, un análisis
que recuerda al ya expuesto por Maffesoli.
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Lo que Alexander nos plantea, es, que la vida social, no es más que una conformación de
mitos sobre la modernidad (Alexander y Smith, 2019). Esto sigue la visión de Durkheim
sobre una división entre lo sagrado y lo profano (Alexander, 2019) y otra postura inspirada
en Levi-Strauss desde las consideraciones binarias de la estructura social (Alexander y
Smith, 2019). Consecuentemente, la conformación sobre el binarismo en la estructura, se da
a partir de aquello considerado sagrado, dentro del contexto cultural local, en lo cual ayuda
a conformar las acciones sociales de las personas. Lo profano, sugiere Alexander, es
aquella designación que contamina la estructura social.

Para Alexander (2013), la modernidad, no solo se conforma a partir de mitos, sino que
también es una que recuerda al dios griego Jano, con dos caras viendo simultáneamente la
luz y la oscuridad. De aquí nace una característica importante que imputarle a la
modernidad, y esto es qué si bien posee un lado oscuro, también hay otro, la luz. Esta
consideración con la que Alexander (2013) nos invita a pensar la modernidad alude a la
conformación del mundo mediante una dicotomía estructuradora. En la cual, se sitúa la
posibilidad de la restauración de la sociedad.

Esto último, propone una visión que se antepone al desencantamiento del mundo. Porque,
para Alexander (2013), siguiendo a Durkheim, la sociedad lleva a la solidaridad. Y la
solidaridad parte del axiomático de lo sagrado, inherentemente a esto, se ubica a la vida
colectiva como polarizada por estas estructuras dicotómicas. El conflicto emerge por,
nuevamente la sociedad se encuentra situada en una o en otra postura, una división de los
discursos y acciones. Alexander (2013) enfoca su crítica a las posturas que conforman a la
modernidad como sustancialmente sobre su lado oscuro, de aquí la necesidad de ver a la
modernidad como un imaginario dicotómico, simultáneamente la luz y la oscuridad,
podremos apreciar de mejor manera los fenómenos sociales.

En conclusión, esta postura sobre la modernidad no habla directamente sobre las ideas del
desencantamiento, aunque ciertamente Alexander sostiene que la visión weberiana de la
modernidad es excesivamente pesimista. Ni tampoco considera la posibilidad del
reencantamiento del mundo moderno, sino que, resulta para este programa de investigación,
la vida social moderna esta permanentemente encantada y que por ello resulta pertinente
rescatar los mitos y ritos asociados a la modernidad.
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La vida social se estructura a partir de las emociones y sentimientos de solidaridad
propuestos en cada grupo. Si bien, como se menciono antes, la modernidad tiene un lado
oscuro, que se expone en el desencantamiento del mundo. Esto no quiere decir que el
pesimismo gobierne en cada esfera del conocimiento de las ciencias sociales. Sino que, se
debe buscar, las maneras particulares en como las personas hacen circular sentidos
asociados a lo sagrado en la sociedad secular.

La dicotomía de lo sagrado y lo profano hacen una sugerencia hacía el reencantamiento del


mundo. Una en la que aboga por que las personas se guían por postulados morales, con los
cuales las personas aseguran una vida “buena”. La solidaridad como eje fundamental del
análisis, sugiere que, en la sociedad las personas buscan asociarse en grupos, cuyos
intereses muestran afinidad hacía un elemento en particular. Esta solidaridad se ve
amenazada cuando el elemento cohesivo del grupo es profanado.

Por lo tanto, la visión que nos presenta Alexander, a parte de la de Maffesoli, apunta en
dirección a investigar la formación de solidaridad como una manera de reencantamiento del
mundo. Dicha solidaridad se compone por patrones culturales insertos en los mitos
modernos, como la civilización, la democracia y sus instituciones, el progreso, entre otros.
Sin embargo, no se debe perder de vista la consecuencia no intencionada de dicho análisis.
Esto pudiera poner sobre la mesa una justificación de ciertos actos que invaliden la
alteridad, caracterizándola como profana.

Conclusión

Diagnosticar la modernidad, supone analizar sus diferentes manifestaciones a lo largo del


tiempo. Desde Weber hasta Augé (1998), Harvey (1998), Maffesoli (2002), cada uno de
ellos ve la condición posmoderna, con características similares, pero a la vez distintivas.
Aquello comúnmente asociado con el desencantamiento del mundo se vio como:

Desprovista de fraternidad, compasión y actividad ético-heroica, la sociedad de la


jaula de hierro deviene más y más dominada por los valores impersonales y cautos
del funcionario, por un lado –deber, puntualidad, confiabilidad, respeto a las
jerarquías, etc.– y, por el otro, por cálculos instrumentales de interés y ventaja. La
retirada al reino privado de la intimidad, donde la emoción y los valores
orientados a la persona persisten todavía –así como el cultivo de este reino
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privado– es contemplada como el único medio de supervivencia que deja intacta
cierta dignidad (Kalberg, 2005, p. 176)

El desencantamiento del mundo, o la jaula de hierro, fue una forma de presentar la


modernidad y criticarla, precisamente desde una postura romántica, en la cual el sentido de
quedaba fuera de la vida social. Aún así, el devenir del tiempo trajo consigo cambios en las
acciones, en el sentido común, en el conocimiento. Que de la manera más pronta se
empezaron a visualizar, ya no la visión pesimista sobre la sociedad, sino el cómo, a pesar
de todo el desajuste emocional que la modernidad parecía provocar, se hacía sentido del
vivir.

Una visión académica del reencantamiento debe asumir al mundo desde una condición
emocional, no solo en el sentido que Maffesoli y Alexander proponen. Sin embargo, la
visión de Alexander, resulta más atractiva en términos sociológicos, pero no se debe tomar
como una postura totalmente nueva y original, mucha de la base intelectual que influyo a
este sociólogo estadounidense se encuentra en la antropología. A lo largo de su trayectoria
académica se pueden apreciar citas a Turner, Geertz y ciertamente a Levi-Strauss.

Esto ultimo infiere que la forma en como el mundo se encuentra encantado resulta de los
estudios antropológicos de las sociedades “primitivas” en donde el análisis se hace desde la
cultura. La cultura, juega un papel importante al momento de visualizar e imaginar el
mundo, con la cual, las acciones de las personas, en sociedades “modernas” y “primitivas”,
tienen un sentido relacionado a una estructura de la tradición cimentada en códigos sobre lo
sagrado y lo profano. Por lo tanto, una investigación sociológica sobre el reencantamiento
del mundo moderno necesita nutrirse de los estudios antropológicos.

En conclusión, la sociología cultural de Alexander ayuda en mayor medida a entender la


conformación de los mitos y ritos del mundo moderno y como son utilizados para articular
sentidos sobre lo sacro y lo profano. De aquí, resulta interesante apreciar un optimismo
sobre la vida cotidiana y las formas de reencantamiento del mundo. También sobre el cual
se ha hecho poco trabajo académico, desde la disciplina sociológica, por lo tanto, es de vital
interés mantener en boga tan olvidado concepto.
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Referencias
Alexander, J. (2013). The dark side of modernity. Malden, MA, EUA: Polity Press.
Alexander, J. (2019). Sociología cultural: formas de clasificación en las sociedades
complejas. Ciudad de México: Siglo XXI y Flacso México.
Alexander, J., & Smith, P. (2019). ¿Sociología cultural o sociología de la cultura? Hacía un
programa fuerte para la segunda tentativa de la sociología. En J. Alexander,
Sociología Cultural: Formas de clasificacíon en las sociedades complejas (págs.
29-46). Ciudad de México: Siglo XXI/Flacso.
Arriaga, R. (2015). De Max Weber a Michel Maffesoli: inmigración, reencantamiento del
mundo y politeísmo de valores en Estados Unidos. Culturales, 2(2), 179-209.
Obtenido de http://culturales.uabc.mx/index.php/Culturales/article/view/208/210
Augé, M. (1998). Hacia una antropología de los mundos contemporaneos. Barcelona:
Gedisa.
Cousiño, C. (1998). La jaula de hierro (acerca de Max Weber). Estudios Públicos(71), 45-
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2000/estudios-publicos-n-71/la-jaula-de-hierro-acerca-de-max-weber
Harvey, D. (1998). la condición de la posmodernidad. Buenos Aires: Amorrortu.
Kalberg, S. (Septiempre-Diciembre de 2005). ¿Es el mundo moderno una monolítica jaula
de hierro? Aprovechando a Max Weber para caracterizar la actual dinámica interna
de la cultura política norteamericana. Sociológica, 20(59), 173-195. Obtenido de
http://www.scielo.org.mx/pdf/soc/v20n59/2007-8358-soc-20-59-173.pdf
Maffesoli, M. (enero-abril de 2002). El reencantamiento del mundo. Sociológica, 17(48),
213-241. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/3050/305026561009.pdf
Weber, M. (2004). La ética protestante y el spíritu del capitalismo. Madrid: Alianza
Editorial.

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