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“Los verdaderos demócratas tienen que aprender a ser críticos de sí mismos y de su sistema, ya que
los males no se remedian ocultando sus síntomas, sino al contrario”.
Alejando Nieto, (La nueva organizació n del desgobierno).
Introducción
El proceso reformador de la Constitució n de la Provincia de Tucumá n iniciado en
2005 con la sanció n de la Ley 7469, declarativa de la necesidad de la reforma parcial de
la misma y que culminó con el nuevo texto, aprobado en el mes de Junio de 2006, ofrece
la oportunidad de reflexionar sobre algunos de los institutos vinculados con el derecho
pú blico a los que se dio acogida.
Analizaremos en esta oportunidad el contenido de las normas incorporadas en
los artículos 78 a 86 de la Constitució n Provincial, a la luz de los criterios doctrinarios y
jurisprudenciales existentes en la materia y en una perspectiva comparativa con el resto
del constitucionalismo provincial y con el sistema vigente en el plano federal.
En particular centraremos nuestro objeto de estudio en la organizació n y
funcionamiento de los ó rganos del sistema de control pú blico, tal como quedaron
alojados en el actual articulado, con particular referencia al Tribunal de Cuentas,
instituto con una larga tradició n en el sistema local, y al Defensor del Pueblo, también
preexistente, que adquirieron nuevos relieves a partir de la mentada jerarquizació n
como ó rganos constitucionales.
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1
Similares previsiones contiene la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, aprobada en Nueva
York en 2003, que nuestro país ratificara mediante ley 26.097 (B.O. del 09/05/06).
2
FIORINI, Bartolomé: Derecho Administrativo, Abeledo-Perrot, Bs. As. 1995, t. II.
3
BAENA DE ALCAZAR, Mariano: Curso de Ciencia de la Administración, Ed. Tecnos, Madrid, 1985, Vol. I,
p. 341.
4
Así lo entiende Ivanega, para quien “el control no puede constituir una parte o sector independiente o
escindible de una organización, ya que debe estar presente y aplicarse en cada una de las tareas asignadas a
aquella” (IVANEGA, Miriam M. Mecanismos de Control Público y argumentaciones de responsabilidad, Ed.
Abaco, Bs. As. 2003, p. 68.
5
La definición proviene del Sistema Integrado Modelo de Administración Financiera, Control y Auditoría para
America Latina (SIMAFAL).
6
Tal la formulación de ITURRIAGA NIEVA, Rafael, Presidente del Tribunal de Cuentas Vasco, España:
“Evolución del Concepto de Control Público Externo”, en El Control Público N° 91, Agosto de 2.000. p. 46.
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48
todos los aspectos mencionados, en una moderna administració n deben estar sometidos
a control”7
Ello apunta a lo que la Auditoría General de la Nació n ha dado en denominar la
“auditoría operativa o de gestió n”, a través de la cual “…se procede a examinar
programas, planes, proyectos y operaciones de una organizació n o entidad pú blica, a fin
de medir e informar sobre el logro de los objetivos previstos, la utilizació n de los
recursos pú blicos en forma econó mica y eficiente y la fidelidad con que los responsables
cumplen con las normas jurídicas involucradas en cada caso8.
Conforme aclaran otros autores, este tipo de control viene a ensamblarse con los
de legitimidad y de regularidad contable como parte integrante de un sistema y hace al
cará cter de “integrado” que es propio del mismo, poniendo de relieve que aunque el
control de gestió n no puede cuestionar los objetivos políticos fijados, sí tiene derecho a
que esos objetivos sean precisados en forma clara, que sean cuantificados y, desde luego,
a controlar la eficiencia y eficacia de su implementació n9
Sin embargo, es ostensible que no termina de dirimirse en nuestra praxis jurídica
la disyuntiva que enfrenta al nuevo sistema acogido por la ley 21.456, asimilable a la
experiencia anglosajona, y los adoptados por los regímenes locales, que
prevalecientemente se han mantenido bajo la inspiració n del modelo europeo
continental aná logo al contenido en el derogado decreto ley de Contabilidad, cada uno
con sus notas diferenciadoras, como se verá infra.
El Tribunal de Cuentas
7
Cfr. MERTEHIKIAN, Eduardo, “La reforma del Estado y el nuevo control de gestión gubernamental”, Revista
de la Administración Pública (RAP, Nº 171, Sección Doctrina).
8
Cfr. “Normas de auditoría externa”, aprobadas por Res. Nº 145/93 AGN de la Auditoría General de la Nación.
9
OTHEGUY, Osvaldo O. y GARCÍA, Cándido E., “Reflexiones sobre el control integral e integrado en la Ley
24.156 con particular referencia a una de sus partes: la legitimidad” (II Congreso Internacional de Auditoría
Integral, Bs. As. 5, 6 , 7 de Junio de 1995, publicado en RAP Nº 213).
10
Respecto del sistema español ha criticado Nieto el hecho de que quienes integran el organismo no son
necesariamente profesionales, sino individuos designados, con criterios políticos, por las Cortes, lo que hace que
cuando se trata del enjuiciamiento de un caso relevante, la inspiración no sea técnica sino política. Este autor
ironiza sobre la extraña unanimidad de “criterios técnicos” entre los vocales propuestos por el Partido Socialista,
3
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por una parte y, por la otra, los igualmente unánimes de los provenientes del Partido Popular. (NIETO,
Alejandro, La “nueva” organización del desgobierno, Ed. Ariel, Barcelona, 2ª reimpresión, 1998, p. 125).
?
B.O. 08/01/57, ADLA XVIII-A, 1957.
11
CASSESE, Sabino: Las Bases del Derecho Administrativo, Instituto Nacional de la Administración Pública,
Madrid, 1994, p. 240.
12
Cfr. CHITI, Mario: Derecho Administrativo Europeo, Civitas, Madrid, 2002, p. 189.
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En nuestro país el instituto tiene una larga tradició n que proviene del Derecho
Indiano que se corporizó en los Tribunales de Cuentas coloniales, ejemplo de los cuales
fue el primer Tribunal Mayor de Cuentas (1767) luego suplantados por las figuras
instituidas por sucesivas normas locales, todas las cuales tenían en comú n el ejercicio de
funciones de control tanto previas como concomitantes y posteriores.
En el derecho patrio suele señ alarse a la Ley Nº 217 de 1859 como la primera Ley
de Contabilidad que en épocas de la Confederació n buscó regular en forma integral lo
atinente a la gestió n y control de la Hacienda Pú blica, desvinculando dicho régimen de
los designios de la corona. La sustituyó en 1870 la Ley Nº 428, en la que aparecía como
ó rgano rector del sistema la Contaduría General, dependiente del Poder Ejecutivo,
fusionando atribuciones de control interno y externo y que ademá s aparecía facultada
para sustanciar el juicio de cuentas. La esfera de competencia de este ó rgano fue luego
ampliada y reglada en forma mas minuciosa por la Ley 12.961, de 1947, todo lo cual fue
en su momento objeto de críticas por tratarse de un organismo subordinado al aparato
administrativo que debía controlar y sobre el que se le habían acordado funciones de
naturaleza “jurisdiccional”.
13
Véase ATCHABAHIAN, Adolfo: Régimen Jurídico de la gestión y del control en la hacienda pública.
Tratado sobre la Ley N° 24.156 y las de contabilidad y de obras públicas, Bs. As., Depalma, 1996.
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integrado por representantes de todos los partidos que integran la Cá mara de los
Comunes y presidida por un miembro de la oposició n.
Por su parte en Estados Unidos existe una instancia de control econó mico
externo, la General Accounting Office (GAO), dirigida por el General Comptroller,
funcionario designado por el Presidente con acuerdo del Senado y que desarrolla su
actividad mediante auditorías financieras conforme programas preestablecidos 14.
Uno de los rasgos que se señ alan como caracterizantes de este modelo es el hecho
de que en el mismo las competencias relacionadas con la fiscalizació n o auditoría se
encuentran escindidas respecto de las que se refieren a la determinació n de
responsabilidades a través de mecanismos de índole “jurisdiccional”, las que se ponen
en cabeza de otros ó rganos.
El modelo anglosajó n adquirió carta de ciudadanía en nuestro país a partir de la
sanció n de la Ley 24.156, de Administració n Financiera y de los Sistemas de Control del
Sector Pú blico Nacional15, que contenía el diseñ o de dos subsistemas, uno de control
interno a cargo de la Sindicatura General de la Nació n (SIGEN) y otro de control externo
posterior, atribuido a la Auditoría General de la Nació n, como ó rgano actuante en el
á mbito del Poder Legislativo, sistema luego completado en 1994 por el artículo 85 de la
Constitució n Nacional, que constitucionalizó a la AGN como “ó rgano de asistencia
Técnica” del Congreso, aunque dotado de autonomía..
De esta manera, la Ley de Administració n Financiera trajo aparejada la inmediata
desaparició n del viejo Tribunal de Cuentas de la Nació n y su reemplazo por los nuevos
ó rganos creados, si bien la Ley de Contabilidad mantuvo una vigencia parcial –el
régimen de contrataciones del Estado, entre otros segmentos- hasta su posterior
derogació n total en la década siguiente.
La nueva legislació n no se limitó a un cambio superficial, sino que trasunta la
adopció n de un nuevo paradigma que vino a reemplazar en bloque el sistema europeo
continental de control previo por el modelo anglosajó n de control ex post, que deslinda
el control interno del externo y que suprime tanto algunas acciones preventivas, tales
como las observaciones con efectos suspensivos, como las denominadas funciones
“jurisdiccionales” ejercidas por los juicios de cuentas y de responsabilidad, que fueron
reemplazadas por otros mecanismos que se consideraron mas eficaces 16.
Se ha atribuido también este cambio a cierto recelo frente a la extensió n de las
facultades acordadas a una autoridad extra-poder, cuya actividad quedaba fuera de las
estructuras jerá rquicas administrativas y que no só lo podía paralizar la ejecució n de
decisiones estatales dotadas de presunció n de legitimidad, sino “enjuiciar” a sus
responsables, procurando sustituirlo por un mecanismo que se proponía como “integral
14
Cfr. GÓMEZ SÁNCHEZ, Yolanda, El Tribunal de Cuentas. El control económico-financiero externo en el
ordenamiento constitucional español, Marcial Pons, Madrid, 2001, p. 49, citado por Ivanega, Miriam, Ob.Cit.,
ps. 124-126.
15
ADLA, LII-D, 4002.
16
No obstante, entendemos que atento a que el texto del artículo 85 de la Constitución Nacional nada dice sobre
el carácter previo o posterior del control ejercido por la AGN, el fundamento de tales rasgos residen pura y
exclusivamente en su regulación infraconstitucional (art. 117 de la Ley 24156), por lo que nada impediría que
una posterior reforma legislativa innovara al respecto.
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e integrado” y que con enfoque sistémico pusiera el acento mas en la actividad como un
totum que en actos aislados17.
La otra modalidad, que a la fecha se mantiene como predominante en nuestro
derecho pú blico provincial (con excepció n de la Ciudad Autó noma de Bs. As. y la
Provincia de Salta que optaron por un sistema similar al vigente en el orden federal), es
la que propicia un sistema de control previo, ademá s del concomitante y el posterior,
siguiendo el modelo de la mayoría de los países de Europa continental, con ó rganos que
se estructuran como Tribunales de Cuentas. Es el caso de países como Españ a, Italia,
Francia y Alemania, todos los cuales incluyen tales institutos en sus respectivos textos
constitucionales, a lo que se suma que, como ya explicitaramos, el má ximo ó rgano de
control de la Comunidad Europea es asimismo un Tribunal de Cuentas.
En efecto, la nueva modalidad introducida por la Ley 24.156 no hizo escuela en
los regímenes provinciales, algunos de ellos de muy vieja data como el Tribunal de
Cuentas de la Provincia de Buenos Aires creado con la Constitució n de 1889, el de
Mendoza (1916), el de Có rdoba (1923) o el de Entre Ríos (1933), que en su mayoría se
inclinaron, como ya hemos señ alado, por mantener el esquema tradicional, pró ximo al
del derogado decreto ley de Contabilidad, es decir con un ó rgano rector encargado del
control externo, dotado de independencia y con amplias atribuciones de control previo,
concomitante y posterior, dotado de las llamadas facultades “jurisdiccionales” y con
rango constitucional con las implicancias ya señ aladas respecto de esta ú ltima
característica, a lo que se suma en mas de un caso el establecimiento de tribunales de
cuenta en el á mbito municipal, manteniendo el control pú blico dentro de su propia
esfera, como reafirmació n de la autonomía constitucionalmente reconocida a tales entes.
Así, mientras la variante seguida por la mayoría de los sistemas provinciales se
asimila mayormente al de la Corte dei Conti italiana, el adoptado en el orden nacional se
atribuye a la influencia del modelo anglosajó n, en particular a partir de su versió n
canadiense elaborada por el denominado Criteria of Control Board18.
Las ú nicas excepciones, en las que se optó por un sistema mas pró ximo al de la
Ley 24.156, son las de las constituciones de la Ciudad Autó noma de Buenos Aires (1996)
y la de la Provincia de Salta19
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20
B.O. del 14/10/1999 – ADLA 1999-E, 6506.
21
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Sentencias 128/88 y 245/95.
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La cuestión de la constitucionalización
La anterior reforma introducida a la Constitució n Provincial de Tucumá n en
1.990 había dejado pasar la oportunidad de plasmar en su texto el diseñ o de las
instituciones destinadas a cumplir este trascendente cometido estatal, con lo cual se
colocó a contrapelo de la gran mayoría de las cartas magnas provinciales, que estimaron
conveniente constitucionalizar sus ó rganos de control.
Lo cierto es que nuestra provincia ha sido, junto con Corrientes que lo hizo un añ o
después, una de las ú ltimas jurisdicciones en adoptar esta decisió n que ya había sido
implementada por la casi totalidad de las constituciones provinciales, desde las pioneras
de Buenos Aires (1889) y de Mendoza (1916), hasta la mayoría de las demá s que lo
llevaron a cabo en el marco del ú ltimo proceso reformador que tuvo lugar en la década
del ’80.
Aprovechando que la ley reformadora habilitó la introducció n de una nueva
secció n referida a esta temá tica, el Capítulo Segundo de la nueva Constitució n,
Provincial, enmendando la omisió n de su predecesora, receptó la regulació n de dos
figuras preexistentes en nuestro entramado institucional, puesto que sus perfiles en el
á mbito de la provincia ya habían sido establecidos por la normativa infraconstitucional:
El Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo.
Esta inclusió n de determinadas instituciones en el articulado de las cartas
magnas federal o provinciales les conferiría a aquellas, segú n se afirma, rango de
ó rganos constitucionales, transformá ndolos en instrumentos de existencia necesaria,
que se consideran esenciales y connaturales para el estado de derecho y el sistema
político, estando dotados de un contenido histó rico trascendental.
Las notas que caracterizarían a dichos ó rganos, segú n este enfoque, serían las
siguientes:
b. Insustituibles: Las funciones que les está n atribuidas son privativas e indelegables, no
pueden ser subrogadas ni suplantadas por otro ó rgano.
d. Cará cter autó nomo: No tienen dependencia jerá rquica ni reciben ó rdenes de otros
ó rganos en lo que atañ e al ejercicio de sus competencias técnicas propias, lo que
naturalmente no obsta a que se encuentren ubicados en la ó rbita de alguno de los
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poderes supremos del Estado (véase lo que aquí se expone sobre las autoridades
administrativas independientes).
Para otro sector doctrinario, el cará cter de “ó rgano constitucional” debe
reservarse para cada uno de tales poderes supremos en los que se dividen las funciones
estatales, conforme la clá sica tripartició n propia del sistema republicano. En este
sendero, consideran que para ser incluidos en esta categoría, tales ó rganos deben
“...tener capacidad de manifestar una voluntad primaria del Estado comunidad, ejercer
un poder soberano con límites impuestos por el ordenamiento jurídico, paridad con los
otros ó rganos constitucionales o poderes del Estado, ejercicio de atribuciones expresas e
implícitas que só lo conciernen a los poderes del Estado para salvaguardar sus principios
y normal funcionamiento”22.
En consonancia, parte de la doctrina europea distingue también los conceptos de
"ó rgano constitucional como poder del Estado" de una parte y "ó rgano de jerarquía
constitucional" o "constitucionalmente garantizados" de otra parte23.
Sin soslayar estas disquisiciones y aú n cuando no es materia pacífica en la
discusió n doctrinaria lo concerniente a si deben alojarse los ó rganos de control pú blico
en las constituciones (así, parte de los autores como Santi Romano, Zanobini, Diez o
Hutchinson se han pronunciado en contra de esta alternativa, en tanto que otros, entre
los que se cuentan Entrena Cuesta, Silva Cimma , Maiorano, Frías y Vanossi, lo
consideran plausible), nos parece que no pueden desconocerse las implicancias de la
elevació n a rango constitucional de los ó rganos de control pú blico en orden a resguardar
su existencia necesaria, la imposibilidad de que sus atribuciones sean recortadas u
obliteradas por otro poder y las necesarias garantías sobre su independencia e
idoneidad de quienes los integran. Nos encontramos, en definitiva, frente a una opció n
de contenido político-institucional que dice mucho sobre los valores que se privilegian
en una sociedad.
Lo cierto es que esta alternativa como formulació n teó rica, en lo que respecta a
nuestro derecho pú blico provincial dista de ser reciente en el tiempo y tiene, por el
contrario, una larga prosapia, habiendo sido contemplada desde el añ o 1966 en que el
1er. Congreso Nacional de Tribunales de Cuentas reunido en Salta recomendó “la
creació n y organizació n en el plano constitucional de una institució n fiscalizadora con
funciones jurisdiccionales, de cará cter independiente y de igual rango que el Poder
Legislativo, Ejecutivo o la Corte Suprema”, y en igual sentido se expidió , añ os después, el
5to Congreso (Misiones, 1974).
22
Tal la postura de Sesín, para quien deben distinguirse tales órganos de otros que no revisten igual carácter, si
bien poseen “jerarquía constitucional”, entre los que menciona al Ministerio Público, Consejo de la
Magistratura, Defensor del Pueblo, Auditoría General, Tribunal de Cuentas, determinadas Juntas Electorales, etc.
(Cfr. SESÍN, Domingo, “Ubicación institucional del Ministerio Público y de los otros órganos con jerarquía
constitucional. Una perspectiva diferente”, publicado en Lexis Nexis, 09/08/2006). Por nuestra parte y siguiendo
los mismos parámetros nos preguntamos por qué excluir del listado a las Universidades Nacionales, instituciones
acogidas en nuestro esquema constitucional desde la Carta Magna histórica de 1853/60.
23
Según las formulaciones que respectivamente efectúan SANDULLI, Aldo, Manuale di Diritto
Amministrativo, Napoli, 1979, pg. 9. y GIANNINI, Massimo Severo, Diritto Amministrativo, T. I., Milano,
1979, pgs. 87 y 156, ambos glosados por Sesín (op. cit.).
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Régimen local
a. Status jurídico
24
Así lo expone este autor en su anteproyecto.
11
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25
Citamos, por todos, a FIORINI, Bartolomé, "Manual de derecho administrativo", t. I, p. 213, Buenos. Aires
1968, GORDILLO, Agustín: Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Fundación de Derecho Administrativo,
Bs. As. 1998, t. I. p. IX-50.y CASSAGNE, Juan Carlos, "Derecho administrativo, t. I, p. 368, Buenos. Aires.
1983.
26
CSJT: Sentencias 128/88 y 245/95.
27
CSJT: fallos citados.
28
PTN, Dictamenes 138:102 y 87:127, 163:200, entre otros.
12
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de Contabilidad, cuyos artículos 132 1er. Pá rrrafo y 133 instituían como ú nica vía
recursiva en sede administrativa el llamado recurso de revisió n que, a la manera del
recurso de reconsideració n del RNPA debía ser interpuesto ante y resuelto por el propio
Tribunal de Cuentas.
La cuestió n que atañ e a la existencia y viabilidad constitucional de entes que
actú en en forma autó noma, sin responder a instrucciones de ninguna otra autoridad y al
margen de sus poderes de direcció n, conduce a la categoría de las autoridades
administrativas independientes, concepto de cuñ o europeo que adquirió carta de
ciudadanía constitucional en nuestro país a partir de la reforma de 1994, con la
jerarquizació n de instituciones como la Auditoría General de la Nació n, el Ministerio
Pú blico, las Universidades Nacionales, el Defensor del Pueblo, el Consejo de la
Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento, los entes reguladores, etc.
La calificació n de “administrativa”, en el caso particular, no implica la ubicació n
del ente dentro del á mbito del Poder Ejecutivo, sino que deriva de la naturaleza
administrativa de la funció n estatal de control.
Formulada tal aclaració n, para que concurra esta forma de descentralizació n
autonó mica –en la que cabe situar a los Tribunales de Cuentas provinciales- deben
concurrir, segú n apunta Reiriz, los siguientes rasgos: a) un alto rango de la norma
descentralizadora (la propia Constitució n o ley formal): b) gran independencia de los
ó rganos directivos, asegurada por la forma de elecció n, la estabilidad, la remoció n no
discrecional y la no sujeció n a ordenes o instrucciones; c) la atribució n de competencias
decisorias (no consultivas) exclusivas o excluyentes (no indistintas), no sujetas a
autorizaciones o aprobaciones; d) control de legalidad de sus actos directamente por los
ó rganos judiciales, sin recurso de alzada; e) autarquía econó mica.29
Ló gica e inevitable consecuencia de lo antedicho es la ya aludida falta de sujeció n
del Tribunal de Cuentas a las vías recursivas previstas por la normativa de
procedimientos administrativos.30
En esta orientació n se coloca también un importante sector doctrinario, para el
cual “…tanto la visació n como la observació n son actos administrativos de contralor
insusceptibles de ser recurridos administrativamente o revisados por el ó rgano
controlado. El administrado afectado tampoco puede cuestionar la visació n o la
29
REIRIZ, María Graciela: “Autoridades administrativas independientes para la regulación y control de los
servicios públicos”, en Temas de Derecho Administrativo (Jornadas en homenaje al Dr. Agustín Gordillo),
Librería Editora Platense, La Plata 2003, p. 265 y ss . En igual sentido, GORDILLO, Agustín: Tratado de
Derecho Administrativo, Ed. Fundación de Derecho Administrativo, Bs. As. 1998, t. I. p. IX-50. Véase también
SALA ARQUER, José Manuel, “El estado neutral. Contribución al estudio de las administraciones
independientes”, Revista Española de Derecho Administrativo (REDA) Nº 42 (Abril/Junio de 1984), Sección
Estudios, p. 401, JIMÉNEZ DE CISNEROS, Los órganos autónomos en el derecho público español. Tipología y
régimen político, Madrid, 1987; POMED SÁNCHEZ, Luis Alberto, “Fundamento y naturaleza jurídica de las
administraciones independientes”, en RAP, N° 132, Madrid, Septiembre/Diciembre de 1993, ps. 117/169;
BETANCOR RODRÍGUEZ, Andrés, Las administraciones independientes, Ed. Tecnos, Madrid, 1994;
GARCÍA LLOVET, Enrique, “Autoridades administrativas independientes y estado de derecho”, RAP N° 131,
Madrid, Mayo/Agosto de 1993, entre otros.
30
Así lo había considerado en el orden nacional la Procuración del Tesoro de la Nación, que sostuvo que el
referido órgano de control es independiente de la Administración activa, no debiendo considerarse sus
resoluciones dictadas en ejercicio de sus funciones específicas como susceptibles de ser analizadas en una
eventual instancia administrativa superior (PTN, Dictámenes 138:102 y 163;200).
13
48
31
Cfr. Sesín, Domingo: “Tribunal de Cuentas. Importancia y Alcance del Control Previo. Nuevas perspectivas”,
en Control de la Administración Pública, Ed. RAP, Bs. As. 2002.
14
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15
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y contable como jurídico- debió optarse por una composició n que asegure la integració n
de profesionales de ambas ramas, sin dejar la posibilidad (latente en nuestro régimen
provincial) de que los tres integrantes del cuerpo provengan de una de las profesiones.
Se corre así el riesgo de repetir el error de la configuració n que preveía para el
Tribunal de Cuentas de la Nació n el viejo Decreto-Ley 23.354/56 –Ley de Contabilidad 38-
que exigía para todos sus vocales el título de Contador Pú blico Nacional.
Sin que ello implique desmedro ni menoscabo alguno respecto de los
profesionales de las Ciencias Econó micas, salta a la vista que las amplias funciones de
que está investido el ó rgano bajo aná lisis, con directa incidencia en materias vinculadas
al Derecho Publico (Administrativo y Constitucional) y con potencial afectació n de
derechos individuales y del buen funcionamiento de la administració n, como se
evidencia en la sustanciació n de los juicios de responsabilidad, trascienden la ó rbita de
las disciplinas contables y hacen imprescindible la presencia de profesionales del
Derecho, sin que la omisió n de esta exigencia pueda satisfacerse con el dictamen previo
de asesores jurídicos, cuya intervenció n es de cará cter consultivo y con efectos no
vinculantes.39
Otras constituciones provinciales han tenido en cuenta este aspecto, reservando
algunas de ellas la Presidencia para el vocal con título de abogado.40
En lo que se refiere al período de vigencia de los mandatos, el artículo 79 in fine
del texto reformado otorgó garantía de inamovilidad a los vocales del tribunal, mientras
dure su buena conducta, derogando implícitamente la previsió n del artículo 118 de la
Ley 6970 que les asignaba un lapso de desempeñ o de seis añ os con posibilidad de
reelecció n.
Con ello se ha retornado al sistema de estabilidad que en su oportunidad había
consagrado el art. 123 de la Ley 6667.
Cabe traer a colació n en este punto que la Justicia del fuero Contencioso
Administrativo local había declarado inconstitucional el art. 194, tercer pá rrafo de la Ley
6970 (modificada por ley 6997) en cuanto habilitaba la puesta en disponibilidad de los
vocales del Tribunal de Cuentas y la consecuente posibilidad de decretar su cesantía sin
indemnizació n alguna.
Merituó el tribunal, en esta orientació n, que el actor había asumido su cargo
durante la vigencia de la norma que garantizaba su inamovilidad ( el referido art. 123 de
la Ley 6667), por lo que su derecho a conservar el empleo mientras no mediara causa
suficiente para el apartamiento mediante Juicio Político, integraba la noció n de
“propiedad”. No obstante, el holding de este fallo no consistió en la restitució n del cargo
al funcionario cesanteado, sino en el pago de una indemnizació n, en concepto de dañ o
material, equivalente al monto de las remuneraciones que haya dejado de percibir desde
38
B.O. 08/01/57, ADLA XVIII-A, 1957.
39
Comparten nuestra postura, entre otros, MARCER, Ernesto A. “El control externo de legalidad en la
Administración Nacional y la ley 24156”, LL Actualidad, 22/11/92; OTONELLO, Néstor J.: “Las atribuciones
del Tribunal de Cuentas de la Nación”, LL, 1990-C, 1090 y LAZZO, Isaac: Tribunales de Cuentas, Depalma,
Bs. As. 1981, p. 35.
40
Es el caso de las Constituciones de Mendoza (art. 184), Jujuy (Art. 199), Entre Ríos (art. 143), Catamarca (art.
190), Formosa (art. 148), Tierra del Fuego (art. 164).
16
48
la fecha de baja hasta que alcance la edad requerida para obtener la jubilació n
ordinaria.41
La Corte Suprema de la Nació n, a su turno, había sostenido el criterio de que “…la
delicada índole de la competencia de los integrantes del Tribunal de Cuentas,
consistente en controlar todas las operaciones financiero patrimoniales del Estado, exige
que los mismos queden a resguardo de remociones que no respondan al acreditado
apartamiento de la buena conducta y capacidad que debe presidir su ejercicio”. 42
Este ú ltimo criterio sintoniza con el status jurídico reconocido actualmente en el
sistema local a los vocales del ó rgano al equipararlos el artículo 79 del capítulo en
aná lisis a “las prerrogativas, inmunidades e incompatibilidades de los integrantes de la
Corte Suprema”43.
Esta clá usula, que remite al artículo 115 de la Carta Magna provincial y –a su vez-
al art. 110 in fine de su homó loga federal, en cuanto garantizan la intangibilidad de las
remuneraciones de los magistrados mientras permanezcan en funciones, fue invocada
por uno de los vocales del Tribunal de Cuentas de Tucumá n en una acció n judicial
tramitada ante la Justicia Federal por la que solicitó la declaració n de
inconstitucionalidad del art. 1º de la Ley 24.631, tendiente a incluir a jueces y
funcionarios judiciales jerá rquicos en la aplicació n del impuesto a las ganancias, lo que
consideró redundaría en los hechos en una efectiva afectació n del monto de sus haberes,
con lesió n de las disposiciones constitucionales en juego44.
En este marco, el Juzgado Federal actuante dictó una medida cautelar ordenando
a la AFIP-DGI se abstenga de intimar al actor al ingreso y/o pago de cualquier suma en
concepto del mencionado tributo por las remuneraciones percibidas por su desempeñ o
como Vocal del Tribunal de Cuentas de la Provincia 45.
Congruentemente, también puede considerarse acertada la decisió n que adopta
el art. 79 de restablecer el mecanismo de Juicio Político que preveía la ley 6667 como
medio de remoció n, sustituyendo la destitució n por la Legislatura por mayoría calificada
de dos tercios que estableció la Ley 6970, por lo que si bien la competencia decisoria se
mantiene en cabeza del ó rgano legislativo, requiere para su concreció n de un
procedimiento especial, caracterizado por el debate amplio y pú blico y rodeado de todas
41
Cámara Contencioso Administrativa de Tucumán, Sala II: 24/11/05, “A.,J.D. c. Provincia de Tucumán”, LL
NOA, 2006 (Mayo), p. 450. Cabe acotar que el fallo siguió los lineamientos de los precedentes de la misma Sala
en fallos Nº 148/03, 350/03 y 179/04 y se dictó como consecuencia de un recurso de casación que prosperó ante
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, que mandó a dictar nueva sentencia.
42
CSJN: “Cedale, Eduardo A. y otros c. Estado Nacional”, 1998/08/13. LL, 1999-D, 147 - ED 180-991 - Fallos
321:1970.
43
Tal el temperamento propiciado por Pedro J. Frías, quien en su anteproyecto incluye entre las bases mínimas a
contemplar por las normas constitucionales en esta materia la “Designación, enjuiciamiento, inmunidades,
remuneración y régimen provisional iguales a los miembros de la Corte Suprema de Justicia”
44
Es dable recordar en este punto que la norma aludida había reformado la disposición del art. 20 de su
predecesora Ley 20.628, eliminando la exención de los magistrados al impuesto a las ganancias, lo que a su vez
motivó que la Corte Suprema federal dictara la Acordada Nº 20/1996 (ADLA 1996-B, 2634), por la que
invocando sus poderes inherentes, el principio de división de poderes y las garantías constitucionales en juego,
dispuso la “inaplicabilidad” del art. 1º de la ley 24.631 a los magistrados y funcionarios del poder judicial de la
Nación.
45
Juzgado Federal de 1ª Instancia Nº 2 de Tucumán, 19/02/2009, “Terraf, Miguel Chaiben c. Estado Nacional”,
publicado en “La Ley on line”.
17
48
las garantías46. No es sin embargo tan elogiable que se mantengan las causales –un tanto
laxas y vagas- que prevé la LAFP47 y que deben entenderse subsistentes.
46
Han optado también por este sistema las constituciones de Jujuy (art. 199, inc. 2º), Salta (art. 163), Santa Fe
(art. 81), Río Negro (art. 166), La Rioja (art. 147) y Formosa (arts. 147 y 163), mientras que la mayoría de las
restantes optó por el mecanismo del jury de enjuiciamiento.
47
El art. 192 de la Ley 6970 incluye las causales de desorden de conducta, incompatibilidades, negligencia o
impericia en el ejercicio de la función y –en general- “toda falta grave” en el desempeño de la misma.
48
Al aludirse al control “externo” es dable recordar que el artículo 110 de la LAFP pone a cargo de cada una de
las jurisdicciones u organismos la estructuración de sus mecanismos de control interno, en tanto que el artículo
113 le asigna características de integral e integrado abarcando los aspectos presupuestarios, económicos,
financieros, patrimoniales, normativos, la evaluación de programas, proyectos y operaciones y con fundamento
en criterios de economía, eficiencia y eficacia.
49
Recuérdese que conforme el criterio sustentado por Gordillo –que compartimos- la función “materialmente”
administrativa es realizada por los tres órganos del Estado y se rige en un todo por el régimen jurídico propio de
la misma actividad administrativa. Cfr. Gordillo, Agustín: Tratado de Derecho Administrativo, T. I, p. IX-46/49.
50
Cabe aquí traer a colación que la Ley 4537 (t.o.) de Procedimientos Administrativos de la Provincia adopta, a
similitud de su par federal, el criterio subjetivo, restringiendo su aplicación a la actividad desarrollada por la
“administración pública centralizada y descentralizada”, en tanto que la Ordenanza 731 que regula el
procedimiento administrativo en la Municipalidad de San Miguel de Tucumán se inclina por el criterio objetivo,
incluyendo además la actuación emanada de los demás órganos en ejercicio de la respectiva función
administrativa.
18
48
51
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 06/05/2010, “Censys SRL c. Provincia de Tucumán”, publicado en La
Ley Online, AR/JUR/23661/2010.
52
Así lo recomendó el VII Congreso Nacional de Tribunales de Cuentas (Santiago del Estero, 1983).
53
Constitución de Misiones, art. 133.
19
48
Orgá nicas” (ya conformados en algunas jurisdicciones) 54 y otras que lo limitan a “…los
municipios que lo soliciten”.55
Entendemos que las dos ú ltimas son las formulaciones que mas se compadecen
con el status autonó mico que el nuevo texto de la Constitució n tucumana ha reconocido
–al menos en teoría- a las Municipalidades, en consonancia con el mandato de los
artículos 5 y 123 de la Carta Magna federal, y así debería interpretarse en los casos que
se planteen en lo sucesivo, con lo que la jurisdicció n del tribunal quedaría restringida a
las Comunas Rurales de la Provincia, que no ostentan tal jerarquía.
En cuanto a las atribuciones que la regulació n constitucional y legal han conferido
al Tribunal de Cuentas local, las mismas han sido distribuidas en tres compartimentos,
correspondientes cada uno de ellos a otras tantas etapas en las que el ó rgano interviene,
pero que también difieren respecto de la índole de las facultades que en cada una de
ellas se ponen en ejercicio. Así, se refiere el artículo 80 de la Constitució n reformada a
atribuciones concernientes al control previo, al control concomitante y al control
posterior.
20
48
56
CSJN, 12/06/2007, “Eaca S.A.-Sideco Americana S.A. S.A.C.I.I.F.F.-Saiuge Argentina c. Dirección Nacional
de Vialidad”, Fallos 330:2711. LA LEY 11/07/2007, 11/07/2007, 11 - DJ 2007-II, 829 - LA LEY 16/01/2008,
16/01/2008, 4 - LA LEY 06/05/2008, 3.
57
Cam. Contencioso Administrativa de Tucumán, Sala III, 30/05/2007, “Suspensión de ejecutoriedad resolución
Nº 57/07 EPRET”-
58
GORDILLO, Agustín, Ob. Cit.
21
48
59
CSJN, 25/02/82, “Almagro, Luis A. c. Gobierno Nacional”, LL 1982-D. 467.
60
CSJN, Fallos 187:483, 655:191
61
Procuración del Tesoro de la Nación, Dictámenes 89:241
62
CSJN, “Salazar”, Fallos 187:43; “Fellberg”, Fallos 187;655; “Waldorp”, Fallos 229:320.
63
En otra oportunidad hemos elogiado la sustitución de la terminología discrecional de la Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos (podrá) por la preceptiva de la norma local (deberá) y a la vez criticamos que se
refiera a nulidad manifiesta en lugar de nulidad absoluta, términos que no son equivalentes. (Cfr. GONZÁLEZ
NAVARRO, Augusto: “El Acto Administrativo en Tucumán. La nulidad manifiesta como categoría autónoma:
Apologías y rechazos”, ED, Sup. de Doctrina y Jurisprudencia Nº 11.015, 31/05/04).
64
En Tucumán, la autorizada opinión de Simón ZELAYA apuntaba que –en sentido estricto- la única
ejecutoriedad es la que otorga la potestad de hacer ejecutar el acto por la propia administración, sin intervención
judicial, en casos en los que –de otra manera- hubiera sido ello exigible, de lo que resulta que en otros supuestos
no sería en rigor ejecutoriedad, sino un efecto de la ejecutividad del acto, esto es su aplicación inmediata.
65
PTN, Dictámenes 89:241. La trascendencia de asignar tales efectos suspensivos ha sido también enfatizada
por SESÍN, Domingo J., “Control previo. Naturaleza y alcance. Vinculación con las funciones jurisdiccionales”,
en revista El Control Público Nº 98 (Enero/Junio 2002, p. 31 y ss).
22
48
23
48
71
Cfr. REGODESEBES, José Rafael: “El Tribunal de Cuentas de la Nación en la doctrina de la Corte Suprema.
Una sentencia esclarecedora”, LL, 1982-D, 467.
24
48
72
MIRIMONDE, A: La Cour des Comptes, Paris, 1947, ps. 8/9, citado por Sesín (Op. Cit.).
73
Así lo considera REJTMAN FARAH, Mario: “El (des) control de la Administración Pública”, en Revista de la
Administración Pública (RAP) Nº 1-2006, p. 34).
25
48
ocasionar perjuicio fiscal”, consagrados con similares relieves en los demá s regímenes
provinciales.74
El primero enfoca lo atinente a la existencia y regularidad de las rendiciones de
cuentas, en tanto que por el segundo se apunta a escrutar la actuació n personal de
funcionarios o agentes pú blicos referida a hechos, actos u omisiones lesivos de la
hacienda pú blica y, a la par de la responsabilidad patrimonial, pueden dar lugar a la
imposició n de sanciones, defiriendo su configuració n concreta a lo que la legislació n
infraconstitucional establezca, pero asignando tal potestad claramente al Tribunal de
Cuentas75.
Cabe traer a colació n aquí que en el á mbito de la Provincia de Tucumá n, por ley
7242 se habilitó un Registro de Sanciones e Inhabilitaciones de la Administració n
Pú blica, destinado a asentar sanciones emergentes de la Ley de Administració n
Financiera, designá ndose como autoridad de aplicació n al Tribunal de Cuentas, el que se
encuentra facultado para aplicar apercibimientos, suspensiones, multas e incluso
inhabilitaciones para el ejercicio de la funció n pú blica por un término de hasta 10 añ os.
El juicio de cuentas, como adelantá ramos, circunscribe sus alcances al aná lisis de
la cuenta de gestió n o la partida asignada que deben ser rendidas, en lo que concierne a
sus aspectos documentales, numéricos y contables, teniendo como presupuesto la
relació n jurídica establecida entre el agente y los fondos, con el consiguiente deber de
recaudar, percibir, transferir, invertir, pagar, administrar o custodiar, y las posibles
transgresiones que por el mismo pueden detectarse se enfocan hacia los aspectos
formales, aunque pueden constituir las bases de un posterior juicio de responsabilidad.
En este ú ltimo, el á mbito cognoscitivo es mas amplio y trasciende lo puramente
patrimonial, para proyectarse sobre el grado de cumplimiento de funcionarios y agentes
respecto de las obligaciones y deberes que les impone la relació n de empleo pú blico,
procurá ndose, segú n el referido artículo 80, la determinació n de la responsabilidad
patrimonial, la formulació n de cargos fiscales y la aplicació n de las sanciones que
establezca la ley76.
Tanto respecto del juicio de cuentas como del de responsabilidad, la LAFP regula
en sus artículos 144 y siguientes en forma minuciosa el procedimiento, en lo que atañ e a
plazos, notificaciones, traslados, medidas de prueba, pronunciamiento y recursos,
estableciendo la aplicació n supletoria del Có digo Procesal Civil y Comercial de la
Provincia, procurando resguardar debidamente los principios del debido proceso,
aunque utilizando una terminología extrapolada del á mbito judicial, que nos parece
impropia y será objeto de críticas infra.
Al margen de la consideració n particular de estos mecanismos procedimentales,
lo que excede los lindes de este aporte, resulta ineludible alguna referencia a la
conceptualizació n de tales potestades como “funciones jurisdiccionales” y a la cuestió n
74
Otras constituciones provinciales han optado por derivar la instrucción de este tipo de procedimientos al Fiscal
de Investigaciones Administrativas, tales los casos de La Pampa (art. 197) y Río Negro (art. 164)..
75
Cfr. GOULOU, Patricia, “Facultades jurisdiccionales del Tribunal de Cuentas”, publicado en la revista “El
Control Público”, Nº 105, p. 85, cuyo completo análisis hemos seguido en este punto.
76
Respecto de la eventual sometimiento a jucio de responsabilidad a terceros ajenos al ámbito de la
administración provincial, nos remitimos a lo expuesto en el capítulo referido al “Ambito de actuación”, en este
trabajo.
26
48
colateral de si puede el cuerpo que las ejerce ser caracterizado como un “tribunal
administrativo”.
En nuestro país es habitual citar el precedente "Fernandez Arias" como el leading
case en el que la Corte Suprema habría habilitado el ejercicio de funciones
materialmente jurisdiccionales por parte de ó rganos administrativos.
Lo cierto es que el fallo en cuestió n trasunta una aceptació n "a regañ adientes" y
sumamente condicionado de tales potestades, sometiéndolo a "limitaciones de jerarquía
constitucional", la mas importante de las cuales -aunque no la ú nica- es la del control
judicial suficiente que asegure una plena revisió n ulterior en sede judicial.
La actuació n de tales entes u ó rganos ha sido, pues, siempre condicionada a
limitaciones constitucionales que surgen del art. 109 de la Constitució n Nacional y de la
garantía consagrada en el art. 28 de la Ley Fundamental y art. 8º inc. 1º, apartado h de la
Convenció n Interamericana de Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-,
tales como la exigencia de dejar expedita una vía de control judicial verdaderamente
suficiente y la limitació n que se deriva de la materia específica que la ley sometió al
previo debate administrativo, todo lo cual conduce a concluir que se trata en todos los
casos de ejercicio de funció n administrativa que no puede pretender emitir resoluciones
definitivas y con fuerza de verdad legal. Tal la verdadera doctrina de nuestro mas alto
Tribunal, reafirmada luego en el precedente “Angel Estrada”. 77
Como bien se ha advertido, la funció n administrativa, por mas especial que sea,
no es de substancia jurisdiccional, aun cuando en dichos trá mites se utilicen institutos
desarrollados en el proceso judicial.78
En explícita referencia a las llamadas autoridades administrativas independientes
–entre las que cabría incluir al ó rgano bajo estudio- señ ala Gordillo que “Su funció n no
es resolver contiendas con autoridad de cosa juzgada, por lo tanto no juzgan:
administran , pero en forma independiente de los otros poderes del Estado”. 79
También sostuvo la doctrina, en opinió n que compartimos, que “Es obvio que el
Tribunal de Cuentas no integra el Poder Judicial. Tampoco lo resuelto en los trá mites de
rendició n de cuentas y determinació n de responsabilidades tiene autoridad de verdad
legal, insusceptible de revisió n judicial ulterior. Ello por no provenir del órgano
imparcial e independiente que constitucionalmente debe decidir en definitiva, con
autoridad de cosa juzgada, a través del proceso legal respectivo”.80
En sintonía, la jurisprudencia de los tribunales locales consideró que “El Tribunal
de Cuentas no sustituye ni suplanta a los tribunales de justicia, ya que su funció n
77
CSJN: Fallos, 249:715, 247:658, 244:548, 255:124.
78
HUTCHINSON, Tomás: “¿Quien controla a los controladores? El control judicial de los Tribunales de
Cuentas”, ED, t. 115, p. 415. Es la buena doctrina, en la línea que en su momento trazaron FIORINI, Bartolomé:
“Inexistencia del acto administrativo jurisdiccional”, LL t.101, p. 1027 y GORDILLO, Agustín: Tratado de
Derecho Administrativo, t. I, p. IX-19 y ss, quien terminantemente concluye en que: “…para expresarnos con
absoluta corrección no debemos hablar en caso alguno de `facultades jurisdiccionales de la administración`,
por cuanto en nuestro sistema las facultades jurisdiccionales sólo corresponden a los jueces”. En otra postura
BIELSA, Rafael (“Acto jurisdiccional y acto judicial”, LL 104:820), para quien lo “jurisdiccional” sería el
género y lo “judicial” y lo “administrativo”, las especies.
79
GORDILLO, Agustín: Ob. Cit. p. IX-50.
80
SESÍN, Domingo: Op. Cit.
27
48
28
48
Cabe en tal sentido recordar que como observa la doctrina el sistema nacional de
control ha quedado también privado de legitimació n para formular denuncias penales o
querellas, facultades de las que gozaba el Tribunal de Cuentas de la Nació n en el
derogado régimen de del decreto-ley 23.354/56, cuyo artículo 111 le asignaba la
obligació n de formalizar la correspondiente denuncia penal en caso de advertir la
eventual comisió n de un delito de acció n pú blica.
Tales potestades, en cambio, no les han sido conferidas ni a la SIGEN ni a la AGN 84,
pero entendemos que sí se mantienen en nuestro régimen provincial respecto del
Tribunal de Cuentas local, puesto que si bien el artículo 78 de la constitució n provincial
reformada es parco al aludir a la “legitimació n activa y pasiva en materia de su
competencia”, tal disposició n debe leerse en armonía con las previsiones subsistentes de
la LAFP, cuyo artículo 154, segundo pá rrafo lo faculta a efectuar la denuncia en sede
judicial cuando durante la tramitació n de un juicio de responsabilidad “resultaren
situaciones propias del Có digo Penal”, quedando pendiente la dilucidació n de si esta
autorizació n genérica se extiende a la posibilidad de constituirse en querellante o se
interpreta que ello exorbitaría el á mbito competencial del ó rgano, cuestió n que
naturalmente excede los lindes de este aporte.
29
48
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 03/08/2009, “Batcon S.R.L. c. Instituto Provincial de Vivienda y
85
Desarrollo Urbano y otro”, LLNOA2009 (noviembre), 951 - LLNOA 2009 (Diciembre) , 1016.
86
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 19/11/2009, “Silveyra, Cristian c. Honorable Tribunal de Cuentas de
la Provincia de Tucumán”, LLNOA2010 (febrero), 42.
30
48
emitido por una autoridad administrativa con previa aprobació n del Tribunal de
Cuentas, sino de un resolutorio (acuerdo) emanado del propio controlador.
En lo que aquí nos incumbe, son de mayor interés los desarrollos dedicados al
aná lisis del contenido de los artículos 115 y 129 de la Ley 6970.
La primera norma alude al ejercicio de las llamadas funciones “jurisdiccionales”,
remitiendo para la revisió n de los pronunciamientos recaidos en tales procedimientos al
recurso previsto por el artículo 129.
Esta ú ltima clá usula, tras reseñ ar las funciones de diversa índole puestas a cargo
del Tribunal de Cuentas, preceptú a en su ú ltimo pá rrafo que “...Las decisiones que
pongan fin a la competencia del Tribunal de Cuentas só lo podrá n ser revisadas por vía
de recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia" 87.
La Corte interpretó en este caso que el recurso instituido por el artículo 129 in
fine se encontraba restringido a las decisiones adoptadas por el ó rgano de control en
procedimientos de índole “jurisdiccional”, esto es juicios de cuentas o juicios de
responsabilidad y en tal sentido merituó que el acuerdo que se pretendía impugnar no
constituía un acto que pusiera fin a un procedimiento de esa naturaleza, al que en
ningú n momento se había dado curso, atento a que el Tribunal de Cuentas había
declarado su incompetencia para entender en la materia, sin avanzar en la sustanciació n
del trá mite. Por tal motivo, la Corte entendió que –no habiéndose arribado al acto
conclusivo que causara estado- no se suscitaba la competencia asignada por la
disposició n del ú ltimo pá rrafo del art. 129, conforme remisió n del artículo 115.
El precedente bajo aná lisis, que no termina de desarrollar a nuestro juicio todos
los aspectos puestos en cuestió n, nos suscita las siguientes reflexiones:
1. Salta a la vista que la clá usula contenida en el artículo 80 constitucional es por
completo ajeno a la plataforma fá ctica aquí tratada, lo cual no requiere de
mayores argumentaciones por regular un supuesto de hecho enteramente
diferente y es en este punto inobjetable lo decidido por el Tribunal Cimero
provincial.
2. De igual manera, acordamos en que el acto que se intentaba traer a conocimiento
de la Corte Suprema no reunía las condiciones establecidas por la norma de
aplicació n (art. 129 LAFP), en tanto no revestía cará cter de acto definitivo y
causatorio de estado. Si bien pudo ser considerado equivalente a tal, en tanto dejó
definitivamente clausurado el procedimiento incoado ante el Tribunal de
87
El texto del artículo, en su literalidad, expresa: "Todo funcionario, agente público o particular responsable de
bienes públicos, responderá de los daños que, por su culpa o negligencia, sufra el patrimonio fiscal y estará
sujeto a la jurisdicción del Tribunal de Cuentas, al que compete, con carácter exclusivo, determinar las
responsabilidades, formular alcances o aplicar sanciones en la forma y medida que establece esta ley. El Tribunal
de Cuentas es la única autoridad que puede aprobar o desaprobar de modo definitivo todo acto o procedimiento
relativo a la recaudación o empleo de fondos públicos, sin perjuicio de las atribuciones que el artículo 63, inciso
3) de la Constitución Provincial, asigna al Poder Legislativo. Igualmente es de su competencia exclusiva, el
juzgamiento de todo hecho o acto de un funcionario, agente público o particular responsable, de los que se derive
un daño al patrimonio fiscal y en cuanto a la determinación del monto de la indemnización o resarcimiento que
corresponda. Las decisiones que pongan fin a la competencia del Tribunal de Cuentas sólo podrán ser revisadas
por vía de recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia" (texto conforme Ley N° 7257 BO del
07/01/2003).
31
48
32
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33
48
34
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35
48
Régimen local
Status jurídico
La configuració n dada a este organismo por el texto constitucional provincial
conduce a caracterizar el mismo, al igual que al instituto analizado en el primer capitulo
de este trabajo, dentro de la especie de las autoridades administrativas independientes,
con idéntica salvedad a la formulada respecto del Tribunal de Cuentas, en punto a que
no debe de ello extraerse que el ente pertenezca o dependa de los cuadros de la
Administració n ubicada en el á mbito del Poder Ejecutivo.
En efecto, a semejanza de otros textos constitucionales y de la ley 6644, la
Constitució n de Tucumá n ratifica en el artículo 81 que se trata de un ó rgano
“independiente, con autonomía funcional y autarquía financiera, que no recibe
instrucciones de ninguna autoridad”, lo que ciertamente no se altera por el hecho de ser
su titular designado por la Legislatura (art. 84) ni por la obligació n que le impone el
artículo 86 de dar cuenta anualmente a la misma de la gestió n realizada.97
Se sigue de ello como ló gica consecuencia que, no encontrá ndose ubicado en la
estructura orgá nica de ninguno de los tres ó rganos supremos del Estado Provincial, no
existe a su respecto relació n de subordinació n jerá rquica, no siendo por ello recurribles
sus actos ni por la vía jerá rquica ni por la vía administrativa o de tutela que se ejerce
mediante el recurso de alzada, por lo que sus decisiones definitivas, en caso de
considerarse afectatorias de derechos o intereses particulares, dejarían clausurada la
instancia administrativa y expedita la vía judicial.98
Nac. de Previsión p/ el personal del Estado y Servicios Públicos”, LL 1997-A, 67, DJ 1997-1, 515).
95
La posterior Ley 7403 estableció un procedimiento abierto y público de selección de interesados, previo a la
designación por la Legislatura.
96
Lo habían hecho en forma previa las Constituciones de Cordoba (art. 124), La Rioja (art. 144), Río Negro (art.
167),
97
Bien se ha dicho que esta institución “…no debe ser un órgano del gobierno de turno, apéndice de algún
partido político ni amortiguador de disputas políticas, sino una Institución de la República” (MAIORANO, Jorge
L.: “Defensoría del Pueblo de la Nación. Camino se hace al andar…” , LL 1997-E, 1591).
98
Téngase en cuenta que el Reglamento Interno de funcionamiento (Resolución Nº 253/2000, modificada por
Res. Nº 189/2003), asigna al Defensor del Pueblo amplias atribuciones administrativas (celebración de contratos
públicos, designación y remoción de personal, facultades disciplinarias, modificaciones de su estructura
organizativa, etc), potencialmente afectatorias de derechos.
36
48
99
Así la Constitución de Cordoba (art. 124) y Río Negro (art. 168) que exigen mayoría calificada de 2/3. La
Constitución de La Rioja (art. 144), por su parte, lo deja librado a la ley.
100
Considera sobre este punto Gordillo, que siendo el Ombudsman un órgano político o administrativo más que
jurídico no cabe atribuirle la estabilidad ad vitam propia de los tribunales judiciales, destacando como deseable
que su período no coincida con el período gubernativo (GORDILLO, Agustín: Problemas del control de la
administración pública en America Latina, Cit. p. 133. En igual sentido ZARZA MENSAQUE, Alberto, “El
Defensor del Pueblo”, en la obra colectiva Aportes para la reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos
Aires, Bs. As., 1984, p. 1148.
37
48
del mundo se exige para ser nombrado Ombudsman, y aun los auxiliares, el ser juristas
distinguidos y de antecedentes morales y sociales impecables” 101.
En lo que atañ e al procedimiento a seguir ante el Defensor del Pueblo son de
aplicació n los principios generales en materia de procedimiento administrativo,
destacá ndose en la previsió n constitucional provincial del artículo 82 la gratuidad de las
actuaciones para el ciudadano y en la normativa infraconstitucional la obligació n de
motivar sus decisiones, el informalismo, la oficialidad, la bú squeda de la verdad material,
la eficiencia y celeridad, la publicidad, el resguardo del debido proceso legal (artículos
12, 13 y 15 de la Ley 6644 y 10 inc. a y c de la Ley 6690, artículos 5, 12. y 13 de la
Resolució n Nº 253/00 y modificatoria 189/03).102
38
48
sociales comunes.
Finalmente, jurisprudencia mas reciente de la Corte Suprema federal ha
distinguido la categoría de los “derechos individuales homogéneos”, que aú n siendo
enteramente individualizables y divisibles respecto de un particular, son a la vez
comunes a una pluralidad de personas, de manera que habilitarían a la impugnació n de
actos lesivos con efectos que no se restringían al caso particular, propagá ndose al resto
de los interesados a la manera de las “acciones de clase” (volveremos sobre este punto).
La irreversible crisis de la tripartició n tradicional de situaciones jurídicas
subjetivas frente a los Derechos Humanos de 3º y 4º generació n y los nuevos actores que
acogió el artículo 43 de la Constitució n Nacional (usuarios, consumidores, grupos objeto
de discriminació n social, pueblos originarios, defensores de la competencia, medio
ambiente, etc.), así como nuevas herramientas como el amparo colectivo u aú n el há beas
corpus colectivo introducido en el caso “Verbitsky”, nos colocaron frente a un nuevo
paradigma al que debe darse respuesta.104
Al haber nuestro texto constitucional provincial efectuado una genérica
atribució n de competencia iure propio al Defensor del Pueblo para la tutela de tales
derechos, estimamos que para la determinació n de la esfera competencial que
constitucionalmente le corresponde debe aplicarse el criterio de la especialidad.
Se trata de una teoría, extraída del Derecho Privado, que se propone como
superadora de los enfoques tradicionales sobre la competencia de los ó rganos
administrativos, tanto de los amplios que los asimilaban a la capacidad de las personas
jurídicas privadas, conforme la cual estos estaban habilitados a todos aquellos actos que
no les estuvieran explícitamente prohibidos por el ordenamiento jurídico 105, como de la
concepció n restringida, para la cual la competencia, como cualquier poder jurídico debe
ser desarrollo de una atribució n normativa precedente, por lo que no existe
competencia que no nazca de una norma habilitante. 106
Segú n el principio de especialidad, debe atenderse a los fines para los que la
institució n fue creada, que traen aparejada la existencia de poderes inherentes que
derivan de la propia existencia y naturaleza del ó rgano, aú n cuando no tengan soporte
expreso en la literalidad de la norma de creació n.107
104
Si bien el texto constitucional reformado de Tucumán no ha incluido al amparo colectivo a semejanza del art.
43 2do., párrafo de la CN, el instituto ha sido receptado en el Código Procesal Constitucional de la Provincia
(Capítulo V), otorgando su artículo 78 expresa legitimación al Defensor del Pueblo.
105
Así, en Alemania, la teoría de Frederich Stahl sobre la “vinculación negativa de la administración a la ley” y
entre nosotros –con notas distintivas- la de Juan Francisco Linares sobre el “axioma ontológico de la libertad”
como opuesto al de la “permisión expresa”.
106
Tal la doctrina de la “vinculación positiva”, sostenida por Merkl, en cuya concepción “No sólo la
administración en su conjunto está condicionada por el Derecho Administrativo, sino que cada acción
administrativa aislada está condicionada por la existencia de un precepto que admita semejante acción”. (citado
por GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNANDEZ, Tomás Ramón: Curso de Derecho Administrativo,
Ed. Tecnos; Madrid, 1999, t. I.
107
Cfr. AJA ESPIL, Felipe: “Constitución y Poder, Ed. TEA, Bs. As. 1987, ps. 159/160, citado por Comadira,
Julio R., para quien debe tenerse en cuenta en primer lugar el texto expreso de la norma que lo regula, en
segundo, el contenido razonablemente implícito inferible de ese texto y, en tercer término, los poderes inherentes
derivables de la naturaleza o esencia del órgano o ente, interpretados los dos últimos elementos a la luz del
principio de la especialidad. (COMADIRA: Ley Nacional de Procedimientos Administrativos Anotada y
Comentada, Ed. La Ley, Bs. As. 2002, ps. 156/157).
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48
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48
Se adopta aquí un criterio estrictamente orgá nico que excluye los actos emanados
de la Legislatura y de la Justicia en ejercicio de la funció n administrativa, que también
ejercen, ello a diferencia del ya aludido texto del artículo 86 de la Constitució n Nacional
que le asigna “…el control del ejercicio de las funciones administrativas públicas”.
Al incluirse a la Administració n Municipal sin efectuar salvedad alguna, no se ha
tenido en cuenta el status autonó mico reconocido a las Municipalidades por nuevo texto
constitucional en su artículo 132 que las habilita a dictar sus propias cartas orgá nicas.
No dudamos, en este punto, de que el ejercicio de la autonomía administrativa e
institucional consagrada por la Constitució n reformada –en cumplimiento del mandato
de los artículos 5 y 123 de la Carta Magna federal- permite a las municipalidades que
hayan ejercido sus potestades auto-normativas en su á mbito mediante la sanció n de su
Carta Orgá nica, instituir en la misma instancias propias de control, sustrayendo tal
actividad del alcance de los ó rganos actuantes en el á mbito de la Administració n
Provincial.111
Con mejor criterio, este tó pico había sido tenida en cuenta –mucho antes- en la
Ley 6690112, que reformó la Ley 6644, facultando su artículo 22 a los Concejales a recibir
las quejas dirigidas al Defensor del Pueblo, debiendo darle traslado en forma inmediata
“…cuando no existiere un órgano análogo en jurisdicción municipal”. Mas explícitamente
aú n, esta norma establecía que “…los defensores del pueblo u organismos similares
existentes en los municipios podrá n sustituir a aquel en el ejercicio de las atribuciones
de su competencia en sus respectivas jurisdicciones”.
Una correcta hermenéutica de la nueva Constitució n tucumana exige, por ello,
armonizar el texto del artículo 82 bajo aná lisis con las previsiones de su artículo 132 y –
en general- con el espíritu de todo el Capítulo Unico dedicado al Régimen Municipal.
Una cuestió n no menor y que ha generado un desarrollo jurisprudencial de
contornos dispares es el relacionado con la legitimació n que tanto la ley como la
Constitució n asignan al Defensor del Pueblo para actuar en sede judicial en defensa de
los intereses cuya tutela le ha sido confiada.
Tradicionalmente relacionada con la titularidad del ejercicio de un derecho o
acción que implica una determinada relació n entre los sujetos y el objeto de la
controversia, el concepto de legitimació n ha evolucionado paralelamente al
reconocimiento de los nuevos derechos de incidencia colectiva, a los que nos hemos
referido.
Correctamente se ha apuntado que “…el ensanchamiento de la base de la
legitimació n procesal es una consecuencia natural de la modernizació n del derecho, que
ya no só lo admite la mera demanda individual del portador de un derecho subjetivo,
sino ademá s la de otras personas menos aforadas pero que no obstante alcanzan a
exhibir un grado de interés suficientemente protegido como para pasar los umbrales de
los tribunales”.113
111
Lo hicieron, por ejemplo, la Ciudad de Salta, mediante Ordenanza Nº 3.947 del 23/10/84 y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires que instituyó la Controladuría General Comunal por Ordenanza Nº 40.831,
publicada el 17/11/85.
112
BO 26/10/95.
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123
Así lo decidió la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, en un caso en el que un
amparo relacionado con cuestiones ambientales fue reconvertido en amparo colectivo y se señaló que la
intervención del particular debía canalizarse mediante denuncias ante los órganos legitimados: Defensor del
Pueblo o Ministerio Pùblico (“Rossi, María Graciela y otros vs. Municipalidad de San Miguel de Tucumán y
otros s/ amparo”, Expte. nº 677/02, Diciembre de 2002). Otra sala del mismo tribunal, en cambio, recordó que el
artículo 37 de la Constitución Provincial se refiere, sin mayores distinciones a “la persona afectada”, por lo que
se declaró inconstitucional el primer párrafo del art. 78 del CPC, en cuanto niega legitimación al afectado directo
(Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, Sala III, 10/03/03, “Sosa Paz, Marìa Elvira del V. y
oros vs. Municipalidad de Yerba Buena y otro s/ amparo”, Expte. nº 473/01).
124
CSJN, “Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - Ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo Ley 16.986”, SJA 22-4-2009.
125
Corte Suprema de Tucumán, 2009/12/11, “Defensor del Pueblo c. EPRET”, L.L. NOA, 2010, p. 609.
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CSJN, Idem. Debe también recordarse que en el caso “Verbitsky” la Corte consideró que la defensa de un
derecho de incidencia colectiva puede tener lugar mas allá del nomen iuris específico de la acción intentada, es
decir que la legitimación del artículo 43 no se ciñe al amparo stricto sensu (CSJN, “Verbitsky”, fallos 328:2833).
129
Esta posibilidad ha sido sostenida doctrinariamente por Gil Domínguez, Andrés y Jiménez, Eduardo P.: “El
Defensor del Pueblo en Argentina y Perú: dos propuestas constitucionales latinoamericanas”, LL 1997-F, 1431 y
se desprende también del dictum del fallo “Defensor del Pueblo c. PEN y otro”, citado en la nota anterior de este
trabajo. El Defensor del Pueblo de la Nación sometió en el caso “Fías Molina” a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos un caso de reajuste de haberes provisionales, ante la mora de la Corte Suprema en dictar
sentencia y al rechazo por parte del Alto Tribunal de su legitimación para ser tenido por parte en defensa de
derechos de incidencia colectiva (CSJN: 1996/09/12, “Frías Molina, Nélida N. c. Caja Nac. de Previsión p/el
Personal del Estado y Servicios Públicos”, Fallos 319:1828, LL 1997-A, 67 – DJ 1997-l-511).
130
JEANNERET DE PÉREZ CORTÉS, María (Op. Cit.) advierte sobre la necesidad de reflexionar sobre este
punto, señalando que al respecto se han dado recién los primeros pasos.
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