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“Los verdaderos demócratas tienen que aprender a ser críticos de sí mismos y de su sistema, ya que
los males no se remedian ocultando sus síntomas, sino al contrario”.
Alejando Nieto, (La nueva organización del desgobierno).
Introducción
El proceso reformador de la Constitución de la Provincia de Tucumán iniciado en
2005 con la sanción de la Ley 7469, declarativa de la necesidad de la reforma parcial de
la misma y que culminó con el nuevo texto, aprobado en el mes de Junio de 2006, ofrece
la oportunidad de reflexionar sobre algunos de los institutos vinculados con el derecho
público a los que se dio acogida.
Analizaremos en esta oportunidad el contenido de las normas incorporadas en
los artículos 78 a 86 de la Constitución Provincial, a la luz de los criterios doctrinarios y
jurisprudenciales existentes en la materia y en una perspectiva comparativa con el resto
del constitucionalismo provincial y con el sistema vigente en el plano federal.
En particular centraremos nuestro objeto de estudio en la organización y
funcionamiento de los órganos del sistema de control público, tal como quedaron
alojados en el actual articulado, con particular referencia al Tribunal de Cuentas,
instituto con una larga tradición en el sistema local, y al Defensor del Pueblo, también
preexistente, que adquirieron nuevos relieves a partir de la mentada jerarquización
como órganos constitucionales.
1
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1
Similares previsiones contiene la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, aprobada en Nueva
York en 2003, que nuestro país ratificara mediante ley 26.097 (B.O. del 09/05/06).
2
FIORINI, Bartolomé: Derecho Administrativo, Abeledo-Perrot, Bs. As. 1995, t. II.
3
BAENA DE ALCAZAR, Mariano: Curso de Ciencia de la Administración, Ed. Tecnos, Madrid, 1985, Vol. I,
p. 341.
4
Así lo entiende Ivanega, para quien “el control no puede constituir una parte o sector independiente o
escindible de una organización, ya que debe estar presente y aplicarse en cada una de las tareas asignadas a
aquella” (IVANEGA, Miriam M. Mecanismos de Control Público y argumentaciones de responsabilidad, Ed.
Abaco, Bs. As. 2003, p. 68.
5
La definición proviene del Sistema Integrado Modelo de Administración Financiera, Control y Auditoría para
America Latina (SIMAFAL).
6
Tal la formulación de ITURRIAGA NIEVA, Rafael, Presidente del Tribunal de Cuentas Vasco, España:
“Evolución del Concepto de Control Público Externo”, en El Control Público N° 91, Agosto de 2.000. p. 46.
2
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El Tribunal de Cuentas
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Cfr. MERTEHIKIAN, Eduardo, “La reforma del Estado y el nuevo control de gestión gubernamental”, Revista
de la Administración Pública (RAP, Nº 171, Sección Doctrina).
8
Cfr. “Normas de auditoría externa”, aprobadas por Res. Nº 145/93 AGN de la Auditoría General de la Nación.
9
OTHEGUY, Osvaldo O. y GARCÍA, Cándido E., “Reflexiones sobre el control integral e integrado en la Ley
24.156 con particular referencia a una de sus partes: la legitimidad” (II Congreso Internacional de Auditoría
Integral, Bs. As. 5, 6 , 7 de Junio de 1995, publicado en RAP Nº 213).
10
Respecto del sistema español ha criticado Nieto el hecho de que quienes integran el organismo no son
necesariamente profesionales, sino individuos designados, con criterios políticos, por las Cortes, lo que hace que
cuando se trata del enjuiciamiento de un caso relevante, la inspiración no sea técnica sino política. Este autor
ironiza sobre la extraña unanimidad de “criterios técnicos” entre los vocales propuestos por el Partido Socialista,
3
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por una parte y, por la otra, los igualmente unánimes de los provenientes del Partido Popular. (NIETO,
Alejandro, La “nueva” organización del desgobierno, Ed. Ariel, Barcelona, 2ª reimpresión, 1998, p. 125).
10
B.O. 08/01/57, ADLA XVIII-A, 1957.
11
CASSESE, Sabino: Las Bases del Derecho Administrativo, Instituto Nacional de la Administración Pública,
Madrid, 1994, p. 240.
12
Cfr. CHITI, Mario: Derecho Administrativo Europeo, Civitas, Madrid, 2002, p. 189.
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En nuestro país el instituto tiene una larga tradición que proviene del Derecho
Indiano que se corporizó en los Tribunales de Cuentas coloniales, ejemplo de los cuales
fue el primer Tribunal Mayor de Cuentas (1767) luego suplantados por las figuras
instituidas por sucesivas normas locales, todas las cuales tenían en común el ejercicio de
funciones de control tanto previas como concomitantes y posteriores.
En el derecho patrio suele señalarse a la Ley Nº 217 de 1859 como la primera Ley
de Contabilidad que en épocas de la Confederación buscó regular en forma integral lo
atinente a la gestión y control de la Hacienda Pública, desvinculando dicho régimen de
los designios de la corona. La sustituyó en 1870 la Ley Nº 428, en la que aparecía como
órgano rector del sistema la Contaduría General, dependiente del Poder Ejecutivo,
fusionando atribuciones de control interno y externo y que además aparecía facultada
para sustanciar el juicio de cuentas. La esfera de competencia de este órgano fue luego
ampliada y reglada en forma mas minuciosa por la Ley 12.961, de 1947, todo lo cual fue
en su momento objeto de críticas por tratarse de un organismo subordinado al aparato
administrativo que debía controlar y sobre el que se le habían acordado funciones de
naturaleza “jurisdiccional”.
13
Véase ATCHABAHIAN, Adolfo: Régimen Jurídico de la gestión y del control en la hacienda pública.
Tratado sobre la Ley N° 24.156 y las de contabilidad y de obras públicas, Bs. As., Depalma, 1996.
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integrado por representantes de todos los partidos que integran la Cámara de los
Comunes y presidida por un miembro de la oposición.
Por su parte en Estados Unidos existe una instancia de control económico
externo, la General Accounting Office (GAO), dirigida por el General Comptroller,
funcionario designado por el Presidente con acuerdo del Senado y que desarrolla su
actividad mediante auditorías financieras conforme programas preestablecidos 14.
Uno de los rasgos que se señalan como caracterizantes de este modelo es el hecho
de que en el mismo las competencias relacionadas con la fiscalización o auditoría se
encuentran escindidas respecto de las que se refieren a la determinación de
responsabilidades a través de mecanismos de índole “jurisdiccional”, las que se ponen
en cabeza de otros órganos.
El modelo anglosajón adquirió carta de ciudadanía en nuestro país a partir de la
sanción de la Ley 24.156, de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del
Sector Público Nacional15, que contenía el diseño de dos subsistemas, uno de control
interno a cargo de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) y otro de control externo
posterior, atribuido a la Auditoría General de la Nación, como órgano actuante en el
ámbito del Poder Legislativo, sistema luego completado en 1994 por el artículo 85 de la
Constitución Nacional, que constitucionalizó a la AGN como “órgano de asistencia
Técnica” del Congreso, aunque dotado de autonomía..
De esta manera, la Ley de Administración Financiera trajo aparejada la inmediata
desaparición del viejo Tribunal de Cuentas de la Nación y su reemplazo por los nuevos
órganos creados, si bien la Ley de Contabilidad mantuvo una vigencia parcial –el
régimen de contrataciones del Estado, entre otros segmentos- hasta su posterior
derogación total en la década siguiente.
La nueva legislación no se limitó a un cambio superficial, sino que trasunta la
adopción de un nuevo paradigma que vino a reemplazar en bloque el sistema europeo
continental de control previo por el modelo anglosajón de control ex post, que deslinda
el control interno del externo y que suprime tanto algunas acciones preventivas, tales
como las observaciones con efectos suspensivos, como las denominadas funciones
“jurisdiccionales” ejercidas por los juicios de cuentas y de responsabilidad, que fueron
reemplazadas por otros mecanismos que se consideraron mas eficaces16.
Se ha atribuido también este cambio a cierto recelo frente a la extensión de las
facultades acordadas a una autoridad extra-poder, cuya actividad quedaba fuera de las
estructuras jerárquicas administrativas y que no sólo podía paralizar la ejecución de
decisiones estatales dotadas de presunción de legitimidad, sino “enjuiciar” a sus
responsables, procurando sustituirlo por un mecanismo que se proponía como “integral
14
Cfr. GÓMEZ SÁNCHEZ, Yolanda, El Tribunal de Cuentas. El control económico-financiero externo en el
ordenamiento constitucional español, Marcial Pons, Madrid, 2001, p. 49, citado por Ivanega, Miriam, Ob.Cit.,
ps. 124-126.
15
ADLA, LII-D, 4002.
16
No obstante, entendemos que atento a que el texto del artículo 85 de la Constitución Nacional nada dice sobre
el carácter previo o posterior del control ejercido por la AGN, el fundamento de tales rasgos residen pura y
exclusivamente en su regulación infraconstitucional (art. 117 de la Ley 24156), por lo que nada impediría que
una posterior reforma legislativa innovara al respecto.
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e integrado” y que con enfoque sistémico pusiera el acento mas en la actividad como un
totum que en actos aislados17.
La otra modalidad, que a la fecha se mantiene como predominante en nuestro
derecho público provincial (con excepción de la Ciudad Autónoma de Bs. As. y la
Provincia de Salta que optaron por un sistema similar al vigente en el orden federal), es
la que propicia un sistema de control previo, además del concomitante y el posterior,
siguiendo el modelo de la mayoría de los países de Europa continental, con órganos que
se estructuran como Tribunales de Cuentas. Es el caso de países como España, Italia,
Francia y Alemania, todos los cuales incluyen tales institutos en sus respectivos textos
constitucionales, a lo que se suma que, como ya explicitaramos, el máximo órgano de
control de la Comunidad Europea es asimismo un Tribunal de Cuentas.
En efecto, la nueva modalidad introducida por la Ley 24.156 no hizo escuela en
los regímenes provinciales, algunos de ellos de muy vieja data como el Tribunal de
Cuentas de la Provincia de Buenos Aires creado con la Constitución de 1889, el de
Mendoza (1916), el de Córdoba (1923) o el de Entre Ríos (1933), que en su mayoría se
inclinaron, como ya hemos señalado, por mantener el esquema tradicional, próximo al
del derogado decreto ley de Contabilidad, es decir con un órgano rector encargado del
control externo, dotado de independencia y con amplias atribuciones de control previo,
concomitante y posterior, dotado de las llamadas facultades “jurisdiccionales” y con
rango constitucional con las implicancias ya señaladas respecto de esta última
característica, a lo que se suma en mas de un caso el establecimiento de tribunales de
cuenta en el ámbito municipal, manteniendo el control público dentro de su propia
esfera, como reafirmación de la autonomía constitucionalmente reconocida a tales entes.
Así, mientras la variante seguida por la mayoría de los sistemas provinciales se
asimila mayormente al de la Corte dei Conti italiana, el adoptado en el orden nacional se
atribuye a la influencia del modelo anglosajón, en particular a partir de su versión
canadiense elaborada por el denominado Criteria of Control Board18.
Las únicas excepciones, en las que se optó por un sistema mas próximo al de la
Ley 24.156, son las de las constituciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1996)
y la de la Provincia de Salta19
17
Autores como Giannini habían considerado que “...los controles sobre los actos (legalidad y oportunidad)
están bajo sospecha: sirven bien poco en relación con su coste económico y burocrático, dejando al margen todas
las actividades ejecutivas y técnicas. Están, en cambio, adquiriendo importancia los controles sobre la actividad,
tipo budgeting, auditing, los controles de gestión y los controles internos de eficacia. Éstos son, sin duda, los
controles del futuro. (...) los controles de eficiencia exigirían, en las grandes administraciones, unidades internas
específicas que pudieran establecer y controlar los flujos de trabajo de cada servicio, las técnicas de trabajo, la
organización interna del trabajo, y el rendimiento del trabajo bajo los dos aspectos que en la ciencia de la
Administración se denominan eficiencia y eficacia” (cfr. GIANNINI, Massimo Severo, Derecho Administrativo,
vol. I, Madrid, Ministerio para las Administraciones Públicas, 1991, pág. 314).
18
Una referencia mas completa sobre los modelos de control comparados puede encontrarse en SHAFRIK,
Fabiana, La Creaciòn de la Auditoría General de la Nación y su incidencia en el mejoramiento externo del
presupuesto, EUDEBA, Bs. As., 2012, p.45 y ss.
19
Para un análisis completo sobre los distintos regímenes contenidos en las constituciones provinciales véase
SHAFRIK, Fabiana, op. Cit., Capitulo IV, ps. 55 a 88.
7
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20
B.O. del 14/10/1999 – ADLA 1999-E, 6506.
21
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Sentencias 128/88 y 245/95.
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La cuestión de la constitucionalización
La anterior reforma introducida a la Constitución Provincial de Tucumán en
1.990 había dejado pasar la oportunidad de plasmar en su texto el diseño de las
instituciones destinadas a cumplir este trascendente cometido estatal, con lo cual se
colocó a contrapelo de la gran mayoría de las cartas magnas provinciales, que estimaron
conveniente constitucionalizar sus órganos de control.
Lo cierto es que nuestra provincia ha sido, junto con Corrientes que lo hizo un año
después, una de las últimas jurisdicciones en adoptar esta decisión que ya había sido
implementada por la casi totalidad de las constituciones provinciales, desde las pioneras
de Buenos Aires (1889) y de Mendoza (1916), hasta la mayoría de las demás que lo
llevaron a cabo en el marco del último proceso reformador que tuvo lugar en la década
del ’80.
Aprovechando que la ley reformadora habilitó la introducción de una nueva
sección referida a esta temática, el Capítulo Segundo de la nueva Constitución,
Provincial, enmendando la omisión de su predecesora, receptó la regulación de dos
figuras preexistentes en nuestro entramado institucional, puesto que sus perfiles en el
ámbito de la provincia ya habían sido establecidos por la normativa infraconstitucional:
El Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo.
Esta inclusión de determinadas instituciones en el articulado de las cartas
magnas federal o provinciales les conferiría a aquellas, según se afirma, rango de
órganos constitucionales, transformándolos en instrumentos de existencia necesaria,
que se consideran esenciales y connaturales para el estado de derecho y el sistema
político, estando dotados de un contenido histórico trascendental.
Las notas que caracterizarían a dichos órganos, según este enfoque, serían las
siguientes:
b. Insustituibles: Las funciones que les están atribuidas son privativas e indelegables, no
pueden ser subrogadas ni suplantadas por otro órgano.
9
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Tal la postura de Sesín, para quien deben distinguirse tales órganos de otros que no revisten igual carácter, si
bien poseen “jerarquía constitucional”, entre los que menciona al Ministerio Público, Consejo de la
Magistratura, Defensor del Pueblo, Auditoría General, Tribunal de Cuentas, determinadas Juntas Electorales, etc.
(Cfr. SESÍN, Domingo, “Ubicación institucional del Ministerio Público y de los otros órganos con jerarquía
constitucional. Una perspectiva diferente”, publicado en Lexis Nexis, 09/08/2006). Por nuestra parte y siguiendo
los mismos parámetros nos preguntamos por qué excluir del listado a las Universidades Nacionales, instituciones
acogidas en nuestro esquema constitucional desde la Carta Magna histórica de 1853/60.
23
Según las formulaciones que respectivamente efectúan SANDULLI, Aldo, Manuale di Diritto Amministrativo,
Napoli, 1979, pg. 9. y GIANNINI, Massimo Severo, Diritto Amministrativo, T. I., Milano, 1979, pgs. 87 y 156,
ambos glosados por Sesín (op. cit.).
10
48
Régimen local
24
Así lo expone este autor en su anteproyecto.
11
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a. Status jurídico
Un tópico no menor y que requiere atención preliminar es el que atañe a la
situación del Tribunal de Cuentas respecto de su ubicación en la estructura del estado y
la naturaleza de las relaciones que entabla con otros órganos estatales.
Al respecto, es dable reparar en que, en consonancia con la mayoría de las
constituciones provinciales, y como ya constaba en el artículo 115 de la LAFP, se le ha
reconocido un status de “plena independencia y autonomía funcional”, a lo que se agrega
que no ha sido explícitamente colocada en el ámbito de ninguno de los poderes del
Estado.
La necesidad de revestir a este órgano de tales garantías de independencia fue
resaltada en forma uniforme por la doctrina que lo considera irrenunciable para el cabal
desempeño de la misión que tiene encomendada25.
Así lo reconoció además la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema provincial,
conforme la cual “Con el propósito de asegurar el desempeño de sus funciones de
contralor, que comprenden a los tres órganos que ejercen el poder del Estado
(Legislativo, Ejecutivo y Judicial), el ordenamiento jurídico le ha asignado una
autonomía funcional y financiera que hace a su esencia y se manifiesta en la
competencia de nombrar y remover su personal y en la no dependencia jerárquica de
ningún órgano del Estado”.26
Si bien se le impone la obligación de poner en conocimiento de la Legislatura las
observaciones que efectúe, así como informar a la misma sobre la Cuenta General del
Ejercicio, elevada por el Poder Ejecutivo, no cabe extraer de ello una subordinación
respecto del Congreso ni una inserción como “organismo auxiliar”, a la manera de otros
sistemas. De hecho, la Constitución tucumana no ha ubicado al Tribunal de Cuentas en el
Capítulo del Poder Legislativo, sino en uno específico referido al Control Público.
La solución es lógica y coherente, si se tiene en cuenta que el ámbito
competencial del Tribunal de Cuentas abarca también la actuación del propio órgano
Legislativo en cuanto ejerza función administrativa con contenido patrimonial, lo que
mal se avendría con una dependencia jerárquica desnaturalizadora de tales funciones.
Bien ha señalado la Corte Suprema de Justicia de Tucumán en este punto que “El
Tribunal de Cuentas no reviste la calidad de ente autárquico, sino que se trata de una
descentralización administrativa con características peculiares, sin las connotaciones
políticas que suelen asociarse a estas palabras en el Derecho Público argentino”.27
En este sendero, la Procuración del Tesoro de la Nación también lo caracterizó
como un “órgano independiente” y lo diferenció de los entes descentralizados al
sustraerlo, en lo que respecta a las resoluciones dictadas en ejercicio de sus funciones
específicas de todo control proveniente del Poder Ejecutivo, tanto en su faz jerárquica
25
Citamos, por todos, a FIORINI, Bartolomé, "Manual de derecho administrativo", t. I, p. 213, Buenos. Aires
1968, GORDILLO, Agustín: Tratado de Derecho Administrativo, Ed. Fundación de Derecho Administrativo,
Bs. As. 1998, t. I. p. IX-50.y CASSAGNE, Juan Carlos, "Derecho administrativo, t. I, p. 368, Buenos. Aires.
1983.
26
CSJT: Sentencias 128/88 y 245/95.
27
CSJT: fallos citados.
12
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como de tutela28, solución que guarda consonancia con lo que disponía la derogada Ley
de Contabilidad, cuyos artículos 132 1er. Párrrafo y 133 instituían como única vía
recursiva en sede administrativa el llamado recurso de revisión que, a la manera del
recurso de reconsideración del RNPA debía ser interpuesto ante y resuelto por el propio
Tribunal de Cuentas.
La cuestión que atañe a la existencia y viabilidad constitucional de entes que
actúen en forma autónoma, sin responder a instrucciones de ninguna otra autoridad y al
margen de sus poderes de dirección, conduce a la categoría de las autoridades
administrativas independientes, concepto de cuño europeo que adquirió carta de
ciudadanía constitucional en nuestro país a partir de la reforma de 1994, con la
jerarquización de instituciones como la Auditoría General de la Nación, el Ministerio
Público, las Universidades Nacionales, el Defensor del Pueblo, el Consejo de la
Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento, los entes reguladores, etc.
La calificación de “administrativa”, en el caso particular, no implica la ubicación
del ente dentro del ámbito del Poder Ejecutivo, sino que deriva de la naturaleza
administrativa de la función estatal de control.
Formulada tal aclaración, para que concurra esta forma de descentralización
autonómica –en la que cabe situar a los Tribunales de Cuentas provinciales- deben
concurrir, según apunta Reiriz, los siguientes rasgos: a) un alto rango de la norma
descentralizadora (la propia Constitución o ley formal): b) gran independencia de los
órganos directivos, asegurada por la forma de elección, la estabilidad, la remoción no
discrecional y la no sujeción a ordenes o instrucciones; c) la atribución de competencias
decisorias (no consultivas) exclusivas o excluyentes (no indistintas), no sujetas a
autorizaciones o aprobaciones; d) control de legalidad de sus actos directamente por los
órganos judiciales, sin recurso de alzada; e) autarquía económica.29
Lógica e inevitable consecuencia de lo antedicho es la ya aludida falta de sujeción
del Tribunal de Cuentas a las vías recursivas previstas por la normativa de
procedimientos administrativos.30
28
PTN, Dictamenes 138:102 y 87:127, 163:200, entre otros.
29
REIRIZ, María Graciela: “Autoridades administrativas independientes para la regulación y control de los
servicios públicos”, en Temas de Derecho Administrativo (Jornadas en homenaje al Dr. Agustín Gordillo),
Librería Editora Platense, La Plata 2003, p. 265 y ss . En igual sentido, GORDILLO, Agustín: Tratado de
Derecho Administrativo, Ed. Fundación de Derecho Administrativo, Bs. As. 1998, t. I. p. IX-50. Véase también
SALA ARQUER, José Manuel, “El estado neutral. Contribución al estudio de las administraciones
independientes”, Revista Española de Derecho Administrativo (REDA) Nº 42 (Abril/Junio de 1984), Sección
Estudios, p. 401, JIMÉNEZ DE CISNEROS, Los órganos autónomos en el derecho público español. Tipología y
régimen político, Madrid, 1987; POMED SÁNCHEZ, Luis Alberto, “Fundamento y naturaleza jurídica de las
administraciones independientes”, en RAP, N° 132, Madrid, Septiembre/Diciembre de 1993, ps. 117/169;
BETANCOR RODRÍGUEZ, Andrés, Las administraciones independientes, Ed. Tecnos, Madrid, 1994;
GARCÍA LLOVET, Enrique, “Autoridades administrativas independientes y estado de derecho”, RAP N° 131,
Madrid, Mayo/Agosto de 1993, entre otros.
30
Así lo había considerado en el orden nacional la Procuración del Tesoro de la Nación, que sostuvo que el
referido órgano de control es independiente de la Administración activa, no debiendo considerarse sus
resoluciones dictadas en ejercicio de sus funciones específicas como susceptibles de ser analizadas en una
eventual instancia administrativa superior (PTN, Dictámenes 138:102 y 163;200).
13
48
31
Cfr. Sesín, Domingo: “Tribunal de Cuentas. Importancia y Alcance del Control Previo. Nuevas perspectivas”,
en Control de la Administración Pública, Ed. RAP, Bs. As. 2002.
14
48
garantes de la legalidad, transparencia y eficacia de las cuentas públicas, así como con la
particular ubicación que se les asigna en la arquitectura institucional del Estado.
Para el nombramiento de los miembros se ha mantenido en el texto
constitucional el sistema de la ley 6970 (designación por el Poder Ejecutivo con acuerdo
de la Legislatura), pero añadiéndose la exigencia de mayoría absoluta de sus miembros.
Es el sistema adoptado por la generalidad de los textos provinciales 32, algunas de
las cuales, no obstante, exhiben originalidades como la elección directa por el Pueblo con
representación de las minorías33 que estableció la Constitución cordobesa o la particular
modalidad de la Constitución Salteña, que establece la designación de los miembros de
su Auditoría General por una comisión permanente de la Cámara de Diputados, previa
audiencia pública ante el Senado.34
Una variante ciertamente encomiable hubiera sido la designación previo
concurso de antecedentes y oposición como lo consagró la Constitución de La Pampa, en
la que además, el nominado surge de una terna elaborada por el Consejo de la
Magistratura. El sistema contenido en el art, 104 de la Constitución de esta provincia
aparece como el ideal en aras de garantizar la idoneidad del postulante y la
transparencia del procedimiento.35
Bien se ha puesto de relieve en doctrina que “…las exigencias de imparcialidad e
independencia deben en esos casos ser valoradas restrictivamente para asegurar su
eficacia, puesto que la conducta de estos funcionarios debe ser inobjetable en todo
momento y bajo toda circunstancia, exigencia predicable con mayor énfasis respecto de
los máximos funcionarios de los organismos de control”36.
De la mano de la imparcialidad se hace patente la necesidad de idoneidad técnica,
directamente vinculada con la formación profesional de quienes integren el organismo y
la consecuente directiva de mantener al mismo sustraído de influencia y vaivenes
político-partidarios37.
32
Establecen la modalidad de nombramiento por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado las constituciones
de Entre Ríos (art. 163), San Luis (art. 242), Río Negro (art. 190), Jujuy (art. 199); Poder Ejecutivo con acuerdo
de la Cámara de Representantes o de Diputados las constituciones de Misiones (art. 132), La Pampa (art. 97),
Santa Cruz (art. 122), Jujuy (art. 199); Poder Ejecutivo con acuerdo de la Asamblea Legislativa, la
constituciones de Santa Fe (art. 86) y Santiago del Estero (art. 146) y propuesta por el Poder Ejecutivo dirigida a
la Cámara de Diputados (art. 166 de la Constitución de la provincia de Río Negro).
33
Constitución de Córdoba, art. 126.
34
Cabe recordar que la Constitución de Salta establece un subsistema de control interno mediante una
Sindicatura General, cuyo titular es designado y removido por el Gobernador y uno de control externo por una
Auditoría General, siguiendo, al igual que su similar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los lineamientos
de la ley 24-156.
35
En igual postura Gordillo, para quien “…es indudable que un procedimiento de selección previo al
nombramiento les otorga legitimación democrática” (GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo,
Fundación de Derecho Administrativo, Bs..As., 1997, 4ª Edición, p. XV-7, citado por IVANEGA, Op. Cit.). A
su vez, la intervención del Consejo de la Magistratura también aparece en la Constitución de Tierra del Fuego
(arts. 163/166).
36
Cfr. IVANEGA, Miriam, autora que cita las Normas de Auditoría de la GAO (artículo 3º, item 3.11-3.25),
según las cuales “credibilidad y confiabilidad son los pilares de esta función y deben ser y aparentar
independencia, deben ser creíbles y confiables” (IVANEGA, Miriam M., “Concepto, clasificación y contenido
del control público”, en Revista de la Administración Pública (RAP) Nº 348, p. 367, nota Nº 15.
37
Véase también la crítica formulada por Alejandro Nieto a la que se hizo referencia en la nota 10 (NIETO,
Alejandro, Ob. cit.
15
48
38
B.O. 08/01/57, ADLA XVIII-A, 1957.
39
Comparten nuestra postura, entre otros, MARCER, Ernesto A. “El control externo de legalidad en la
Administración Nacional y la ley 24156”, LL Actualidad, 22/11/92; OTONELLO, Néstor J.: “Las atribuciones
del Tribunal de Cuentas de la Nación”, LL, 1990-C, 1090 y LAZZO, Isaac: Tribunales de Cuentas, Depalma,
Bs. As. 1981, p. 35.
40
Es el caso de las Constituciones de Mendoza (art. 184), Jujuy (Art. 199), Entre Ríos (art. 143), Catamarca (art.
190), Formosa (art. 148), Tierra del Fuego (art. 164).
16
48
41
Cámara Contencioso Administrativa de Tucumán, Sala II: 24/11/05, “A.,J.D. c. Provincia de Tucumán”, LL
NOA, 2006 (Mayo), p. 450. Cabe acotar que el fallo siguió los lineamientos de los precedentes de la misma Sala
en fallos Nº 148/03, 350/03 y 179/04 y se dictó como consecuencia de un recurso de casación que prosperó ante
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, que mandó a dictar nueva sentencia.
42
CSJN: “Cedale, Eduardo A. y otros c. Estado Nacional”, 1998/08/13. LL, 1999-D, 147 - ED 180-991 - Fallos
321:1970.
43
Tal el temperamento propiciado por Pedro J. Frías, quien en su anteproyecto incluye entre las bases mínimas a
contemplar por las normas constitucionales en esta materia la “Designación, enjuiciamiento, inmunidades,
remuneración y régimen provisional iguales a los miembros de la Corte Suprema de Justicia”
44
Es dable recordar en este punto que la norma aludida había reformado la disposición del art. 20 de su
predecesora Ley 20.628, eliminando la exención de los magistrados al impuesto a las ganancias, lo que a su vez
motivó que la Corte Suprema federal dictara la Acordada Nº 20/1996 (ADLA 1996-B, 2634), por la que
invocando sus poderes inherentes, el principio de división de poderes y las garantías constitucionales en juego,
dispuso la “inaplicabilidad” del art. 1º de la ley 24.631 a los magistrados y funcionarios del poder judicial de la
Nación.
45
Juzgado Federal de 1ª Instancia Nº 2 de Tucumán, 19/02/2009, “Terraf, Miguel Chaiben c. Estado Nacional”,
publicado en “La Ley on line”.
17
48
46
Han optado también por este sistema las constituciones de Jujuy (art. 199, inc. 2º), Salta (art. 163), Santa Fe
(art. 81), Río Negro (art. 166), La Rioja (art. 147) y Formosa (arts. 147 y 163), mientras que la mayoría de las
restantes optó por el mecanismo del jury de enjuiciamiento.
47
El art. 192 de la Ley 6970 incluye las causales de desorden de conducta, incompatibilidades, negligencia o
impericia en el ejercicio de la función y –en general- “toda falta grave” en el desempeño de la misma.
48
Al aludirse al control “externo” es dable recordar que el artículo 110 de la LAFP pone a cargo de cada una de
las jurisdicciones u organismos la estructuración de sus mecanismos de control interno, en tanto que el artículo
113 le asigna características de integral e integrado abarcando los aspectos presupuestarios, económicos,
financieros, patrimoniales, normativos, la evaluación de programas, proyectos y operaciones y con fundamento
en criterios de economía, eficiencia y eficacia.
49
Recuérdese que conforme el criterio sustentado por Gordillo –que compartimos- la función “materialmente”
administrativa es realizada por los tres órganos del Estado y se rige en un todo por el régimen jurídico propio de
la misma actividad administrativa. Cfr. Gordillo, Agustín: Tratado de Derecho Administrativo, T. I, p. IX-46/49.
50
Cabe aquí traer a colación que la Ley 4537 (t.o.) de Procedimientos Administrativos de la Provincia adopta, a
similitud de su par federal, el criterio subjetivo, restringiendo su aplicación a la actividad desarrollada por la
“administración pública centralizada y descentralizada”, en tanto que la Ordenanza 731 que regula el
procedimiento administrativo en la Municipalidad de San Miguel de Tucumán se inclina por el criterio objetivo,
incluyendo además la actuación emanada de los demás órganos en ejercicio de la respectiva función
administrativa.
18
48
51
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 06/05/2010, “Censys SRL c. Provincia de Tucumán”, publicado en La
Ley Online, AR/JUR/23661/2010.
19
48
52
Así lo recomendó el VII Congreso Nacional de Tribunales de Cuentas (Santiago del Estero, 1983).
53
Constitución de Misiones, art. 133.
54
Constitución de La Rioja, art. 151, Córdoba (art. 183, inc. 3) y la de Tierra del Fuego (art. 175 inc. 5) lo
impone como exigencia para los municipios dotados de autonomía. Cabe añadir que en provincias como Salta y
Santiago del Estero, las Municipalidades capitalinas han dictado ya sus Cartas Orgánicas, estableciendo un
Tribunal Municipal de Cuentas.
55
Constitución de Río Negro, art. 163.
20
48
56
CSJN, 12/06/2007, “Eaca S.A.-Sideco Americana S.A. S.A.C.I.I.F.F.-Saiuge Argentina c. Dirección Nacional
de Vialidad”, Fallos 330:2711. LA LEY 11/07/2007, 11/07/2007, 11 - DJ 2007-II, 829 - LA LEY 16/01/2008,
16/01/2008, 4 - LA LEY 06/05/2008, 3.
57
Cam. Contencioso Administrativa de Tucumán, Sala III, 30/05/2007, “Suspensión de ejecutoriedad resolución
Nº 57/07 EPRET”-
21
48
58
GORDILLO, Agustín, Ob. Cit.
59
CSJN, 25/02/82, “Almagro, Luis A. c. Gobierno Nacional”, LL 1982-D. 467.
60
CSJN, Fallos 187:483, 655:191
61
Procuración del Tesoro de la Nación, Dictámenes 89:241
62
CSJN, “Salazar”, Fallos 187:43; “Fellberg”, Fallos 187;655; “Waldorp”, Fallos 229:320.
63
En otra oportunidad hemos elogiado la sustitución de la terminología discrecional de la Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos (podrá) por la preceptiva de la norma local (deberá) y a la vez criticamos que se
refiera a nulidad manifiesta en lugar de nulidad absoluta, términos que no son equivalentes. (Cfr. GONZÁLEZ
NAVARRO, Augusto: “El Acto Administrativo en Tucumán. La nulidad manifiesta como categoría autónoma:
Apologías y rechazos”, ED, Sup. de Doctrina y Jurisprudencia Nº 11.015, 31/05/04).
64
En Tucumán, la autorizada opinión de Simón ZELAYA apuntaba que –en sentido estricto- la única
ejecutoriedad es la que otorga la potestad de hacer ejecutar el acto por la propia administración, sin intervención
judicial, en casos en los que –de otra manera- hubiera sido ello exigible, de lo que resulta que en otros supuestos
no sería en rigor ejecutoriedad, sino un efecto de la ejecutividad del acto, esto es su aplicación inmediata.
22
48
65
PTN, Dictámenes 89:241. La trascendencia de asignar tales efectos suspensivos ha sido también enfatizada
por SESÍN, Domingo J., “Control previo. Naturaleza y alcance. Vinculación con las funciones jurisdiccionales”,
en revista El Control Público Nº 98 (Enero/Junio 2002, p. 31 y ss).
66
Alternativa que no compartimos, por los fundamentos que ya constan.
67
La figura del "decreto acuerdo" ha sido tomada de viejas normas nacionales, como las leyes 217 y 218, que
aludían –como bien se ha advertido- a una institución inexistente en nuestro sistema jurídico constitucional, lo
que hizo que en su momento fuera suprimida y reemplazada por la de “decreto presidencial” (Ley 12.961),
iniciativa que se atribuye al entonces Senador Bartolomé Mitre (Cfr. PEREZ COLMAN, Luis: “El control de
legalidad a cargo del Tribunal de Cuentas”, en Revista Argentina de Derecho Administrativo (RADA), Sección
Doctrina, Enero/Marzo de 1975). El llamado “decreto acuerdo” ha sido caracterizado por la Corte Suprema de
Tucumán como “un acto administrativo dictado por el Poder Ejecutivo, en ejercicio de sus propias
competencias, surgido de una reunión del Gobernador conjuntamente con sus Ministros, quienes lo legalizan a
través de un referendo múltiple” (CS Tucumán, Sent. N° 878, 29/12/1994). Es del caso recordar que el Organo
Ejecutivo en nuestro sistema institucional es de carácter unipersonal (el artículo 101 de la Constitución
Provincial instituye al Gobernador como Jefe de la Administración, jefatura que titulariza y ejerce y por la que
responde) y los Ministros no son sino “secretarios refrendatarios” con los alcances del art. 104 de su Capítulo
Tercero, por lo que, como bien manifiesta Comadira, en referencia al procedimiento para la sanción de decretos
de necesidad y urgencia, al seguir siendo el Poder Ejecutivo unipersonal, bastará con poner en marcha el
mecanismo de remoción autorizado por el art. 99 inc. 7º, para hacer prevalecer su voluntad política.
(COMADIRA, Julio R. “Los Decretos de Necesidad y Urgencia en la Reforma Constitucional”, en Derecho
Administrativo, Abeledo-Perrot, Bs. As, 1996, p. 275).
68
Constitución de Jujuy, art. 200, inc. 2º y Constitución de Córdoba, art. 127 inc. 2º.
23
48
69
Así lo señala también Pérez Colman (Op. Cit.).
70
PTN, Dictámenes 89:125.
71
Cfr. REGODESEBES, José Rafael: “El Tribunal de Cuentas de la Nación en la doctrina de la Corte Suprema.
Una sentencia esclarecedora”, LL, 1982-D, 467.
24
48
perjuicio patrimonial ya inferido a los fondos públicos, frente a lo cual no queda sino
determinar responsabilidades y tomar medidas ex post que difícilmente repararán la
lesión ya verificada.
72
MIRIMONDE, A: La Cour des Comptes, Paris, 1947, ps. 8/9, citado por Sesín (Op. Cit.).
25
48
órganos de control, lo cual –se afirma- deriva de la supresión de los institutos del juicio
de cuentas y el de responsabilidad, lo que provocó un vacío no llenado por el nuevo
régimen73.
En nuestro sistema, que ha mantenido el sistema derogado en el ámbito federal,
el control posterior se ejercita fundamentalmente a través del ejercicio de las llamadas
funciones “jurisdiccionales”, que según el artículo 80, de la Constitución Provincial se
desarrollan “…promoviendo los juicios de cuentas por falta o irregular rendición de
cuentas y los juicios de responsabilidad por hechos, actos u omisiones susceptibles de
ocasionar perjuicio fiscal”, consagrados con similares relieves en los demás regímenes
provinciales.74
El primero enfoca lo atinente a la existencia y regularidad de las rendiciones de
cuentas, en tanto que por el segundo se apunta a escrutar la actuación personal de
funcionarios o agentes públicos referida a hechos, actos u omisiones lesivos de la
hacienda pública y, a la par de la responsabilidad patrimonial, pueden dar lugar a la
imposición de sanciones, defiriendo su configuración concreta a lo que la legislación
infraconstitucional establezca, pero asignando tal potestad claramente al Tribunal de
Cuentas75.
Cabe traer a colación aquí que en el ámbito de la Provincia de Tucumán, por ley
7242 se habilitó un Registro de Sanciones e Inhabilitaciones de la Administración
Pública, destinado a asentar sanciones emergentes de la Ley de Administración
Financiera, designándose como autoridad de aplicación al Tribunal de Cuentas, el que se
encuentra facultado para aplicar apercibimientos, suspensiones, multas e incluso
inhabilitaciones para el ejercicio de la función pública por un término de hasta 10 años.
El juicio de cuentas, como adelantáramos, circunscribe sus alcances al análisis de
la cuenta de gestión o la partida asignada que deben ser rendidas, en lo que concierne a
sus aspectos documentales, numéricos y contables, teniendo como presupuesto la
relación jurídica establecida entre el agente y los fondos, con el consiguiente deber de
recaudar, percibir, transferir, invertir, pagar, administrar o custodiar, y las posibles
transgresiones que por el mismo pueden detectarse se enfocan hacia los aspectos
formales, aunque pueden constituir las bases de un posterior juicio de responsabilidad.
En este último, el ámbito cognoscitivo es mas amplio y trasciende lo puramente
patrimonial, para proyectarse sobre el grado de cumplimiento de funcionarios y agentes
respecto de las obligaciones y deberes que les impone la relación de empleo público,
procurándose, según el referido artículo 80, la determinación de la responsabilidad
73
Así lo considera REJTMAN FARAH, Mario: “El (des) control de la Administración Pública”, en Revista de la
Administración Pública (RAP) Nº 1-2006, p. 34).
74
Otras constituciones provinciales han optado por derivar la instrucción de este tipo de procedimientos al Fiscal
de Investigaciones Administrativas, tales los casos de La Pampa (art. 197) y Río Negro (art. 164)..
75
Cfr. GOULOU, Patricia, “Facultades jurisdiccionales del Tribunal de Cuentas”, publicado en la revista “El
Control Público”, Nº 105, p. 85, cuyo completo análisis hemos seguido en este punto.
26
48
76
Respecto de la eventual sometimiento a jucio de responsabilidad a terceros ajenos al ámbito de la
administración provincial, nos remitimos a lo expuesto en el capítulo referido al “Ambito de actuación”, en este
trabajo.
77
CSJN: Fallos, 249:715, 247:658, 244:548, 255:124.
78
HUTCHINSON, Tomás: “¿Quien controla a los controladores? El control judicial de los Tribunales de
Cuentas”, ED, t. 115, p. 415. Es la buena doctrina, en la línea que en su momento trazaron FIORINI, Bartolomé:
“Inexistencia del acto administrativo jurisdiccional”, LL t.101, p. 1027 y GORDILLO, Agustín: Tratado de
Derecho Administrativo, t. I, p. IX-19 y ss, quien terminantemente concluye en que: “…para expresarnos con
absoluta corrección no debemos hablar en caso alguno de `facultades jurisdiccionales de la administración`,
por cuanto en nuestro sistema las facultades jurisdiccionales sólo corresponden a los jueces”. En otra postura
27
48
BIELSA, Rafael (“Acto jurisdiccional y acto judicial”, LL 104:820), para quien lo “jurisdiccional” sería el
género y lo “judicial” y lo “administrativo”, las especies.
79
GORDILLO, Agustín: Ob. Cit. p. IX-50.
80
SESÍN, Domingo: Op. Cit.
81
STJ de Jujuy, 17/11/93, “De Aparici, Ricardo s/ Recurso de Inconstitucionalidad”.
82
Hemos criticado en otro capítulo de este trabajo la desafortunada remisión que hace el artículo 115 de la Ley
6970 a las “vías recursivas instituidas por la ley 4537”, cuando se está aludiendo a un órgano no inserto en la
estructura de la administración pública provincial centralizada ni descentralizada y que por ende no está sujeto al
control jerárquico ni al de tutela, por lo que no se advierte cuál de los remedios recursivos allí consagrados
podría ejercitarse contra sus actos.
28
48
83
También hablan de fallos los textos de Mendoza (art. 182) y La Rioja (art. 150), que además les atribuyen
efectos de cosa juzgada.
84
Así lo considera Rejtman Farah, para quien estas atribuciones han quedado reservadas a la Oficina
Anticorrupción, que es un organismo que funciona en la órbita del PE bajo la dependencia de un Ministerio, con
las limitación que ello supone y a la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, cuyas falencias
estructurales y normativas y su escasez de recursos también señala (REJTMAN FARAH, Mario: Op. Cit., p. 37).
29
48
85
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 03/08/2009, “Batcon S.R.L. c. Instituto Provincial de Vivienda y
Desarrollo Urbano y otro”, LLNOA2009 (noviembre), 951 - LLNOA 2009 (Diciembre) , 1016.
30
48
procedimiento iniciado ante el mismo, respecto de los cuales el artículo 129 in fine de la
Ley 6970 (LAFP) establecía la revisión judicial mediante recurso ante la Corte Suprema
de Justicia de la Provincia.
También en este tópico ha tenido oportunidad de expedirse el Alto Tribunal de
Tucumán, en un precedente que si bien no resulta tan claramente concluyente como el
analizado en el párrafo anterior, deja también delineadas algunas pautas a tener en
cuenta. En esta caso se trató de una denuncia interpuesta ante el Tribunal de Cuentas,
por la que se cuestionaban procedimientos administrativos considerados irregulares y
supuestas inconductas de funcionarios. El órgano de control declaró su incompetencia
para entender en la denuncia formulada, mediante acuerdo que fue recurrido por el
quejoso en forma directa ante la Corte Suprema, invocando el aludido artículo 80 de la
Constitución Provincial y los artículos 115 y 129 de la LAFP86.
La invocación del artículo 80 CP fue desestimada sin mayores argumentaciones,
atento a su ostensible improcedencia, puesto que no se cuestionaba en el caso un acto
emitido por una autoridad administrativa con previa aprobación del Tribunal de
Cuentas, sino de un resolutorio (acuerdo) emanado del propio controlador.
En lo que aquí nos incumbe, son de mayor interés los desarrollos dedicados al
análisis del contenido de los artículos 115 y 129 de la Ley 6970.
La primera norma alude al ejercicio de las llamadas funciones “jurisdiccionales”,
remitiendo para la revisión de los pronunciamientos recaidos en tales procedimientos al
recurso previsto por el artículo 129.
Esta última cláusula, tras reseñar las funciones de diversa índole puestas a cargo
del Tribunal de Cuentas, preceptúa en su último párrafo que “...Las decisiones que
pongan fin a la competencia del Tribunal de Cuentas sólo podrán ser revisadas por vía
de recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia"87.
La Corte interpretó en este caso que el recurso instituido por el artículo 129 in
fine se encontraba restringido a las decisiones adoptadas por el órgano de control en
procedimientos de índole “jurisdiccional”, esto es juicios de cuentas o juicios de
responsabilidad y en tal sentido merituó que el acuerdo que se pretendía impugnar no
constituía un acto que pusiera fin a un procedimiento de esa naturaleza, al que en
ningún momento se había dado curso, atento a que el Tribunal de Cuentas había
86
Corte Suprema de Justicia de Tucumán, 19/11/2009, “Silveyra, Cristian c. Honorable Tribunal de Cuentas de
la Provincia de Tucumán”, LLNOA2010 (febrero), 42.
87
El texto del artículo, en su literalidad, expresa: "Todo funcionario, agente público o particular responsable de
bienes públicos, responderá de los daños que, por su culpa o negligencia, sufra el patrimonio fiscal y estará
sujeto a la jurisdicción del Tribunal de Cuentas, al que compete, con carácter exclusivo, determinar las
responsabilidades, formular alcances o aplicar sanciones en la forma y medida que establece esta ley. El Tribunal
de Cuentas es la única autoridad que puede aprobar o desaprobar de modo definitivo todo acto o procedimiento
relativo a la recaudación o empleo de fondos públicos, sin perjuicio de las atribuciones que el artículo 63, inciso
3) de la Constitución Provincial, asigna al Poder Legislativo. Igualmente es de su competencia exclusiva, el
juzgamiento de todo hecho o acto de un funcionario, agente público o particular responsable, de los que se derive
un daño al patrimonio fiscal y en cuanto a la determinación del monto de la indemnización o resarcimiento que
corresponda. Las decisiones que pongan fin a la competencia del Tribunal de Cuentas sólo podrán ser revisadas
por vía de recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Provincia" (texto conforme Ley N° 7257 BO del
07/01/2003).
31
48
32
48
88
Como expusiéramos antes, la acción debería estar sujeta a las mismas condiciones de habilitación de instancia
que se requieren para cualquier otra acción similar. Así lo ha entendido también la Cámara en lo
Contenciosoadministrativo Federal, en un plenario en el que consideró que “…la acción de impugnación contra
las resoluciones del Tribunal de Cuentas de la Nación, dictadas en juicios administrativos de responsabilidad,
está sujeta al plazo establecido en el art. 25 de la ley 19.549” (CNFed Cont Administrativo, 14 de agosto de 1984
en autos "Pajares c. Estado nacional").
33
48
89
Un rol importante jugaron en su avance asociaciones como el Instituto Latinoamericano del Ombusdsman,
creado en Caracas, Venezuela en 1983 o la Asociación Iberoamericana del Ombudsman, Buenos Aires, 1992, así
como la prédica en nuestro país de doctrinarios como Jorge L. Maiorano y Osvaldo A. Gozaini.
90
MAIORANO, Jorge L., “El Ombudsman y la protección de los derechos del Hombre” (L.L. 1992-C, p. 791).
34
48
91
B.O. del 06/12/1993, ADLA 1994-A, 30.
35
48
Régimen local
Status jurídico
La configuración dada a este organismo por el texto constitucional provincial
conduce a caracterizar el mismo, al igual que al instituto analizado en el primer capitulo
de este trabajo, dentro de la especie de las autoridades administrativas independientes,
92
B.O. del 12/10/94, ADLA 1994-D, 4392.
93
Véase lo dicho en la nota nº 12 de este trabajo.
94
Recuérdese que la Corte Suprema Federal, en un caso relacionado con la actualización de haberes
previsionales, negó potestades al Defensor del Pueblo de la Nación para investigar la actuación del Poder
Judicial o promover pedidos de pronto despacho respecto de actuaciones tramitadas en el ámbito de dicho poder,
que por el art. 16 de la Ley 24.284 son ajenas a su competencia (CSJN, 12/09/96, “Frías Molina, Nélida c. Caja
Nac. de Previsión p/ el personal del Estado y Servicios Públicos”, LL 1997-A, 67, DJ 1997-1, 515).
95
La posterior Ley 7403 estableció un procedimiento abierto y público de selección de interesados, previo a la
designación por la Legislatura.
96
Lo habían hecho en forma previa las Constituciones de Cordoba (art. 124), La Rioja (art. 144), Río Negro (art.
167),
36
48
con idéntica salvedad a la formulada respecto del Tribunal de Cuentas, en punto a que
no debe de ello extraerse que el ente pertenezca o dependa de los cuadros de la
Administración ubicada en el ámbito del Poder Ejecutivo.
En efecto, a semejanza de otros textos constitucionales y de la ley 6644, la
Constitución de Tucumán ratifica en el artículo 81 que se trata de un órgano
“independiente, con autonomía funcional y autarquía financiera, que no recibe
instrucciones de ninguna autoridad”, lo que ciertamente no se altera por el hecho de ser
su titular designado por la Legislatura (art. 84) ni por la obligación que le impone el
artículo 86 de dar cuenta anualmente a la misma de la gestión realizada. 97
Se sigue de ello como lógica consecuencia que, no encontrándose ubicado en la
estructura orgánica de ninguno de los tres órganos supremos del Estado Provincial, no
existe a su respecto relación de subordinación jerárquica, no siendo por ello recurribles
sus actos ni por la vía jerárquica ni por la vía administrativa o de tutela que se ejerce
mediante el recurso de alzada, por lo que sus decisiones definitivas, en caso de
considerarse afectatorias de derechos o intereses particulares, dejarían clausurada la
instancia administrativa y expedita la vía judicial.98
Se encuentra tal irrecurribilidad expresamente prevista por los artículos 12 y 16
de la Ley 6644, respecto a la desestimación in limine de quejas o denuncias y de las
decisiones definitivas que cierran procedimientos investigativos, respectivamente, si
bien estas últimas carecen de imperio y tienen efectos meramente informativos.
97
Bien se ha dicho que esta institución “…no debe ser un órgano del gobierno de turno, apéndice de algún
partido político ni amortiguador de disputas políticas, sino una Institución de la República” (MAIORANO, Jorge
L.: “Defensoría del Pueblo de la Nación. Camino se hace al andar…” , LL 1997-E, 1591).
98
Téngase en cuenta que el Reglamento Interno de funcionamiento (Resolución Nº 253/2000, modificada por
Res. Nº 189/2003), asigna al Defensor del Pueblo amplias atribuciones administrativas (celebración de contratos
públicos, designación y remoción de personal, facultades disciplinarias, modificaciones de su estructura
organizativa, etc), potencialmente afectatorias de derechos.
99
Así la Constitución de Cordoba (art. 124) y Río Negro (art. 168) que exigen mayoría calificada de 2/3. La
Constitución de La Rioja (art. 144), por su parte, lo deja librado a la ley.
100
Considera sobre este punto Gordillo, que siendo el Ombudsman un órgano político o administrativo más que
jurídico no cabe atribuirle la estabilidad ad vitam propia de los tribunales judiciales, destacando como deseable
que su período no coincida con el período gubernativo (GORDILLO, Agustín: Problemas del control de la
administración pública en America Latina, Cit. p. 133. En igual sentido ZARZA MENSAQUE, Alberto, “El
Defensor del Pueblo”, en la obra colectiva Aportes para la reforma de la Constitución de la Provincia de Buenos
Aires, Bs. As., 1984, p. 1148.
37
48
embargo goza de estabilidad durante su período de designación, que sólo puede ser
alterado mediante el procedimiento de juicio político, al que lo somete el último párrafo
del artículo analizado, en consonancia con el artículo 124 de la Constitución provincial
(Sección IV, Capitulo Primero: Bases para el Procedimiento en Juicio Político), debiendo
tenerse por subsistentes las causales previstas del artículo 7º de la Ley 6644.
El artículo 83 exige para acceder al cargo las misma condiciones que para ser
Legislador y le reconoce idénticas inmunidades y prerrogativas. En cuanto a las
inhabilidades e incompatibilidades se lo equipara a los jueces.
Ni la ley orgánica ni el articulado constitucional consideraron conveniente
introducir como exigencia para el desempeño del cargo tener título de abogado, variante
que impera en general en los países nórdicos y que fue propiciada en doctrina, entre
otros, por Héctor Masnatta, quien en su intervención como convencional constituyente
recordó que en Suecia el término ombudsman significa “hombre que da trámite” y que en
tal carácter podía considerarse nada menos que un abogado de la sociedad, lo que
justificaría exigir a quien pretenda detentar tal cargo el correspondiente título
habilitante.
En igual sendero, se ha considerado que el ejercicio de la Defensoría del Pueblo,
equivale en cierta forma a una magistratura de persuasión, por lo que se ha propiciado
seguir los lineamientos de los requisitos que se exigen para ser juez de la Nación, como
es el caso de ser abogado, con ocho años de ejercicio y los requisitos que se exigen para
ser senador, poniéndose de relieve que “en la mayoría de los ordenamientos jurídicos
del mundo se exige para ser nombrado Ombudsman, y aun los auxiliares, el ser juristas
distinguidos y de antecedentes morales y sociales impecables”101.
101
BARRAZA, Javier Indalecio, “El Defensor del Pueblo y sus requisitos para ejercer el cargo”, La Ley, Sup.
Act 02/11/2006 , 1 • Derecho Constitucional - Doctrinas Esenciales Tomo II , 5
102
La Constitución de Río Negro incluye este punto en su texto al disponer que “…su actuación se basa en los
principios de informalismo, gratuidad, impulsión de oficio, sumariedad y accesibilidad” (art. 167).
38
48
103
BARBOSA MOREIRA, José Carlos, "A legitimacao para defensa dos 'intereses difusos’, no direito
brasileiro", en Temas de direito processual, Sao Paulo, Ed. Saraiva, 1984, p. 183, citado por PALACIO, Lino
Enrique: “El apagón de febrero de 1999, los llamados intereses difusos y la legitimación del Defensor del
Pueblo”, LL 2000-C, 395, quien sostiene que a partir de la reforma de 1994 los intereses difusos habrían
alcanzado la categoría de verdaderos derechos subjetivos. Así también Gordillo, para quien carece ya de sentido
hablar de “interés legítimo” (GORDILLO, Agustín: Ob. Cit., 6ª Edición, 2003, Cap. IV, p. I-2.
39
48
104
Si bien el texto constitucional reformado de Tucumán no ha incluido al amparo colectivo a semejanza del art.
43 2do., párrafo de la CN, el instituto ha sido receptado en el Código Procesal Constitucional de la Provincia
(Capítulo V), otorgando su artículo 78 expresa legitimación al Defensor del Pueblo.
105
Así, en Alemania, la teoría de Frederich Stahl sobre la “vinculación negativa de la administración a la ley” y
entre nosotros –con notas distintivas- la de Juan Francisco Linares sobre el “axioma ontológico de la libertad”
como opuesto al de la “permisión expresa”.
106
Tal la doctrina de la “vinculación positiva”, sostenida por Merkl, en cuya concepción “No sólo la
administración en su conjunto está condicionada por el Derecho Administrativo, sino que cada acción
administrativa aislada está condicionada por la existencia de un precepto que admita semejante acción”. (citado
por GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNANDEZ, Tomás Ramón: Curso de Derecho Administrativo,
Ed. Tecnos; Madrid, 1999, t. I.
107
Cfr. AJA ESPIL, Felipe: “Constitución y Poder, Ed. TEA, Bs. As. 1987, ps. 159/160, citado por Comadira,
Julio R., para quien debe tenerse en cuenta en primer lugar el texto expreso de la norma que lo regula, en
segundo, el contenido razonablemente implícito inferible de ese texto y, en tercer término, los poderes inherentes
derivables de la naturaleza o esencia del órgano o ente, interpretados los dos últimos elementos a la luz del
principio de la especialidad. (COMADIRA: Ley Nacional de Procedimientos Administrativos Anotada y
Comentada, Ed. La Ley, Bs. As. 2002, ps. 156/157).
108
Así, a manera de ejemplos, la Defensoría del Pueblo de Tucumán ha intervenido en defensa del medio
ambiente ante la contaminación de la Cuenca Salí-Dulce por residuos volcados por empresas; actuó en defensa
de la colonia de murciélagos del Dique Escaba, declarada “de interés ecológico” por ley 7058; formuló denuncia
ante la UNESCO por contaminación, deterioro del valor del paisaje y destrucción del patrimonio arqueológico
en Tafí del valle; participó en audiencias públicas para la renegociación de concesiones y licencias con
prestatarias de servicios públicos, promovió o adhirió a amparos colectivos en materia de defensa de usuarios y
consumidores frente a actuación de empresas concesionarias o de entes reguladores, en materia urbanística, etc.
109
No a otra cosa alude el subsistente artículo 10 de la Ley 6644 cuando le otorga atribuciones para revisar las
“actuaciones gravemente inconvenientes o inoportunas”, en idéntica redacción a la de las constituciones de La
Rioja y San Luis.
40
48
110
MAIORANO, Jorge L.: “El ombusdman y la protección de los derechos del hombre”, LL 1992-C, 791.
111
Lo hicieron, por ejemplo, la Ciudad de Salta, mediante Ordenanza Nº 3.947 del 23/10/84 y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires que instituyó la Controladuría General Comunal por Ordenanza Nº 40.831,
publicada el 17/11/85.
41
48
Ley 6690112, que reformó la Ley 6644, facultando su artículo 22 a los Concejales a recibir
las quejas dirigidas al Defensor del Pueblo, debiendo darle traslado en forma inmediata
“…cuando no existiere un órgano análogo en jurisdicción municipal”. Mas explícitamente
aún, esta norma establecía que “…los defensores del pueblo u organismos similares
existentes en los municipios podrán sustituir a aquel en el ejercicio de las atribuciones
de su competencia en sus respectivas jurisdicciones”.
Una correcta hermenéutica de la nueva Constitución tucumana exige, por ello,
armonizar el texto del artículo 82 bajo análisis con las previsiones de su artículo 132 y –
en general- con el espíritu de todo el Capítulo Unico dedicado al Régimen Municipal.
Una cuestión no menor y que ha generado un desarrollo jurisprudencial de
contornos dispares es el relacionado con la legitimación que tanto la ley como la
Constitución asignan al Defensor del Pueblo para actuar en sede judicial en defensa de
los intereses cuya tutela le ha sido confiada.
Tradicionalmente relacionada con la titularidad del ejercicio de un derecho o
acción que implica una determinada relación entre los sujetos y el objeto de la
controversia, el concepto de legitimación ha evolucionado paralelamente al
reconocimiento de los nuevos derechos de incidencia colectiva, a los que nos hemos
referido.
Correctamente se ha apuntado que “…el ensanchamiento de la base de la
legitimación procesal es una consecuencia natural de la modernización del derecho, que
ya no sólo admite la mera demanda individual del portador de un derecho subjetivo,
sino además la de otras personas menos aforadas pero que no obstante alcanzan a
exhibir un grado de interés suficientemente protegido como para pasar los umbrales de
los tribunales”.113
La legitimación asignada al Defensor del Pueblo, que ha sido denominada
extraordinaria o anómala por haber sido reconocida a un organismo que actúa en
nombre propio, para la protección de derechos, garantías e intereses cuya titularidad es
de otros o en defensa de intereses que afectan al orden público o social 114, no ha sido,
como recuerda Maiorano una atribución del Ombudsman clásico, sino “una
manifestación de una nueva generación de instituciones”.115
Es dable destacar que la jurisprudencia de la Corte Suprema federal, a diferencia
de muchos tribunales de grado, se reveló en este tópico como predominantemente
restrictiva, esgrimiéndose los más diversos subterfugios para rechazar su intervención.
Entre otras argumentaciones, se negó la legitimación del Defensor del Pueblo por
haber sido dirigida la acción contra actos u omisiones del Poder Judicial 116; por no
112
BO 26/10/95.
113
MAIORANO, Jorge L.: “Corte Suprema vs. Defensor del Pueblo: otra muestra de incomprensión”, nota a
fallo, LL 2004-A, 312.
114
JEANNERET DE PÉREZ CORTÉS, María: “Legitimación procesal del afectado, del Defensor del Pueblo y
de las asociaciones. Reforma del 94 y jurisprudencia”, LL 2003-B, 1333.
115
MAIORANO, Jorge: El ombudsman: defensor del pueblo y de las instituciones democráticas, 2ª Edición, Bs.
As. 1999, Vol. II, p. 534.
116
CSJN, 12/09/1996, “Frías de Molina, Nélida N. c. Caja Nac. de Previsión p/el Personal del Estado y Servicios
Públicos”, fallos 319:1828.
42
48
existir bases objetivas que permitan afirmar la existencia de un peligro inminente 117;
por haberse presentado asociaciones cuya participación como interesadas excluía su
intervención118; por considerar que se trataba de la protección de derechos puramente
individuales de carácter patrimonial que sólo podían ser ejercidos por afectados
directos119; por haberse adherido a un amparo promovido por un grupo de
legisladores120; por no existir un caso o controversia y encontrarse pendientes trámites
administrativos o judiciales121.
Mejor suerte se obtuvo, mas recientemente, en causas relacionadas con el medio
ambiente, probablemente por ser aquellas en las que mas nítidamente se ponen en juego
derechos de incidencia colectiva y por el influjo de normas como la Ley 25.675 que no
dejan lugar a dudas sobre su legitimación para accionar en defensa de los mismos122.
El texto del nuevo artículo 82 de la Constitución tucumana, leído en consonancia
con el artículo 85, despeja toda duda acerca de la legitimación del Defensor del Pueblo
para actuar en juicio. Mientras el primero le asigna como atribución-deber “…la defensa
y promoción de los derechos humanos y demás derechos e intereses individuales,
colectivos y difusos…”, el segundo lo inviste de “legitimación procesal amplia en materia
de su competencia”, con lo que el instituto ha sido jerarquizado, pasando de ser un mero
auxiliar de la legislatura a constituirse en un genuino órgano de control, lo que también
lo equipara en este aspecto con los sistemas de las demás jurisdicciones provinciales que
así lo reconocieron ya sea en sus cartas magnas o en la legislación infraconstitucional.
A su vez, el artículo 78 del Código Procesal Constitucional de Tucumán
(Ley 6944) consagra su legitimación para el amparo colectivo, al igual que respecto al
Ministerio Público y las asociaciones legalmente reconocidas, estableciéndose que en
tales casos los particulares podrán interponer denuncias ante el Defensor del Pueblo o el
Ministerio Público, de lo que se seguiría que no pueden por sí mismos actuar cuando se
trata de cuestiones de incidencia colectiva123.
La Corte Suprema de Justicia de la Provincia, en un trascendente
pronunciamiento, ha extendido notoriamente dicha legitimación en un caso en el que,
por vía de amparo colectivo, se debatía la legitimidad de una resolución del EPRET (Ente
Provincial de Regulación de la Energía de Tucumán), que había convalidado un alza de
tarifas dispuesta por la empresa concesionaria del servicio (Empresa de Electricidad de
117
CSJN, 07/05/1998, “Asociación Consumidores Libres”, fallos 321:1352.
118
CSJN, 18/12/2003, “Asociación de Esclerosis Múltiple”, fallos 323:4028.
119
CSJN, 26/05/2005, “Defensor del Pueblo de la Nación – Inc. Dec. 1316/02 c. EN - PEN”, L.L. 2007-E, 145
120
CSJN, 17/12/1997, “Rodríguez, Jorge, Jefe de Gabinete”, fallos 320:2851.
121
CSJN, 23/09/2003, “Mondino, Eduardo R., Defensor del Pueblo de la Nación”, L.L. 2003-F, 243.
122
CSJN, Asociación de Superficiarios de la Patagonia c. YPF”, fallos 327:2967 y “Mendoza, Beatriz Silvia y
otros c/ Estado Nacional s/daños y perjuicios”, fallos 329:3445.
123
Así lo decidió la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, en un caso en el que un
amparo relacionado con cuestiones ambientales fue reconvertido en amparo colectivo y se señaló que la
intervención del particular debía canalizarse mediante denuncias ante los órganos legitimados: Defensor del
Pueblo o Ministerio Pùblico (“Rossi, María Graciela y otros vs. Municipalidad de San Miguel de Tucumán y
otros s/ amparo”, Expte. nº 677/02, Diciembre de 2002). Otra sala del mismo tribunal, en cambio, recordó que el
artículo 37 de la Constitución Provincial se refiere, sin mayores distinciones a “la persona afectada”, por lo que
se declaró inconstitucional el primer párrafo del art. 78 del CPC, en cuanto niega legitimación al afectado directo
43
48
(Cámara en lo Contencioso Administrativo de Tucumán, Sala III, 10/03/03, “Sosa Paz, Marìa Elvira del V. y
oros vs. Municipalidad de Yerba Buena y otro s/ amparo”, Expte. nº 473/01).
124
CSJN, “Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - Ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo Ley 16.986”, SJA 22-4-2009.
125
Corte Suprema de Tucumán, 2009/12/11, “Defensor del Pueblo c. EPRET”, L.L. NOA, 2010, p. 609.
44
48
actuación en esa sede está además exenta del pago de todo tributo o depósito por
cualquier concepto como condición de procedibilidad y, naturalmente tampoco
está sujeta al requisito del previo agotamiento de la vía administrativa 126.
2. A fortiori, y sin perjuicio de lo dicho en el apartado precedente, la intervención
ante órganos administrativos en los casos en que se considere ello conveniente,
debe ser admitida en carácter de “parte”, en el mas pleno sentido, quedando
habilitado a incoar la vía recursiva, sin estar atado a las vetustas “situaciones
jurídicas subjetivas” aún contenidas en la Ley 4537, intacta en estos aspectos
desde la década del `70.
3. Al calificarse a la legitimación procesal como amplia se descartan los
interrogantes que se suscitaron en el ámbito nacional respecto a si las
posibilidades de actuación del Defensor del Pueblo se hallaban constreñidas a
procedimientos “especiales” como el amparo colectivo previsto en nuestra
provincia en el referido articulo 48 del Código Procesal Constitucional, ley 6944.
El órgano en estudio puede, por lo tanto, incoar todo tipo de acción, lo cual
incluye ocurrir por las vías ordinarias para cuestiones que requieren una
amplitud de debate y prueba que no resultarían admisibles en el restringido
cauce procesal del amparo, como lo reconoció también la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.127
4. La amplitud de la legitimación procesal concedida autoriza, a nuestro juicio, a
plantear la inconstitucionalidad de leyes en sentido formal, sin que sea óbice para
ello la exclusión del Poder Legislativo del ámbito de competencia del Defensor
del Pueblo, puesto que tal exclusión debe entenderse referida al control sobre las
irregularidades o abusos (“hechos u omisiones”) en que aquel pudiera incurrir en
ejercicio de su función administrativa, respecto de lo cual no podría iniciarse
investigaciones administrativas, ni formularse “recomendaciones” ni incoarse
acciones judiciales, pero no se extiende al cuestionamiento fundado con base
constitucional de normas emanadas de la legislatura en la medida en que las
mismas pudieran afectar la esfera de derechos e intereses que se le ha confiado
tutelar.128
5. La materia sobre la que puede ejercitarse la legitimación procesal “amplia”
reconocida al defensor esta sólo delimitada, conforme el principio de
especialidad, por el cumplimiento de sus cometidos constitucionales -los
definidos por el artículo 82- sin mas valladar que el impuesto por el texto del
artículo 85 (actuar “…en materia de su competencia”).
126
Este último punto quedó también adecuadamente aclarado en “Defensor del Pueblo c. EPRET”, cit.
127
CSJN: “Defensor del Pueblo de la Nación c. Poder Ejecutivo Nacional y otro”, 2005/05/24, LL 2005-B, 232,
donde en un obiter dictum se consideró que la legitimación del Defensor del Pueblo no se limitaba a la acción de
amparo mentada por el artículo 43 CN, sino que se extendía a un espectro amplio, comprensivo de la
interposición de acciones de cualquier índole (voto de los vocales Zaffaroni, Petracchi, Lorenzetti y Maqueda).
128
CSJN, Idem. Debe también recordarse que en el caso “Verbitsky” la Corte consideró que la defensa de un
derecho de incidencia colectiva puede tener lugar mas allá del nomen iuris específico de la acción intentada, es
decir que la legitimación del artículo 43 no se ciñe al amparo stricto sensu (CSJN, “Verbitsky”, fallos 328:2833).
45
48
129
Esta posibilidad ha sido sostenida doctrinariamente por Gil Domínguez, Andrés y Jiménez, Eduardo P.: “El
Defensor del Pueblo en Argentina y Perú: dos propuestas constitucionales latinoamericanas”, LL 1997-F, 1431 y
se desprende también del dictum del fallo “Defensor del Pueblo c. PEN y otro”, citado en la nota anterior de este
trabajo. El Defensor del Pueblo de la Nación sometió en el caso “Fías Molina” a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos un caso de reajuste de haberes provisionales, ante la mora de la Corte Suprema en dictar
sentencia y al rechazo por parte del Alto Tribunal de su legitimación para ser tenido por parte en defensa de
derechos de incidencia colectiva (CSJN: 1996/09/12, “Frías Molina, Nélida N. c. Caja Nac. de Previsión p/el
Personal del Estado y Servicios Públicos”, Fallos 319:1828, LL 1997-A, 67 – DJ 1997-l-511).
130
JEANNERET DE PÉREZ CORTÉS, María (Op. Cit.) advierte sobre la necesidad de reflexionar sobre este
punto, señalando que al respecto se han dado recién los primeros pasos.
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