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Resumen- Psi Jurídica

Unidad 9
Ficha 18022- La familia: ¿qué familia? – Llarull, Graciela
La familia es una institución sumamente compleja y en constante y permanente transformación. La familia cumple
con una función primordial, como es la socialización, que engloba, entre otras, funciones Placentarias, Nutricias
y Socializadoras, que cubren las necesidades básicas, al tiempo que transmite un conjunto de valores que son aquellos
con los que los hijos van a manejarse, no sólo desde adentro de la familia sino fuera de ella.
La familia se fue acomodando al contexto social que la rodeaba, inmersa a través de la historia en el hecho social, de la que
esta no puede desprenderse. La Antropología ha comprobado que todas las sociedades humanas cuentan con algún tipo
de sistema de parentesco. En muchos casos representa la unidad fundamental, a partir de la cual se organiza el resto de la
sociedad.
En la antigüedad, las familias romanas y griegas, en una primera etapa, respondían a la Familia Consanguínea: los
grupos conyugales se clasificaban por generaciones (todos los abuelos y abuelas son mujeres y maridos entre sí). La
segunda etapa, Familia Punalúa, implicaba la exclusión del comercio sexual recíproco entre hermanos. La tercera etapa,
Familia Sindiásmica, significa la convivencia de un hombre con una mujer, los hijos sólo pertenecen a la madre. Una
última etapa estaría dada por el surgimiento de la Familia Monogámica, la que se conoce actualmente. Sin embargo,
también ha sufrido y está sufriendo cambios.
Durante la Revolución Industrial, la familia además de representar la unidad básica de la sociedad burguesa, era también
su unidad básica con respecto a la propiedad y a la empresa. Esta conceptualización de los hechos, se ligaba con muchas
otras unidades básicas, a través de un sistema de intercambio de “mujeres más propiedad”, conocido como la dote. En
esta época, se comienza a visualizar a la familia como guardiana de la moral, y se empieza a hablar de la “unidad básica de
la sociedad”, totalmente contradictorio con la característica esencial del sistema: la supervivencia en las ciudades depende
del individuo. Se contratan personas aisladas, no familias. Este modelo y estos hechos son gestores de la fragmentación de
la familia de estos días.
Una mirada sobre la problemática, indica que la unidad de la familia no pasa por el agrupamiento, sino por la posibilidad
de cumplir con el ahijamiento que es más que la suma de sus partes. Para ello se reconocen relaciones simétricas en la
pareja conyugal y asimétricas en las paterno-filiales. Ha habido un proceso de democratización dentro de la familia real,
que condice con el proceso de democratización que se ha producido en el derecho familia. Se manifiesta en una serie de
aspectos:
- El principio de igualdad de los cónyuges.
- La intercambiabilidad de roles, ya que hoy en día, hombre y mujer trabajan en la producción social y al mismo
tiempo pueden cooperar conjuntamente en el cuidado del hogar y los hijos.
- Este mismo proceso de democratización se observa en el principio de que todos los hijos son iguales ante la ley,
nazcan dentro o fuera del matrimonio.
- También forma parte de este proceso el mayor respeto por los derechos humanos de los componentes de la
familia.
- Dentro de este proceso de democratización, existe también la idea de una pluralidad de formas de familia
(familias monoparentales, familia ensamblada, etc.).
A la hora de tomar decisiones respecto de los integrantes de una familia, el Juez convoca la opinión experta (perito
psicólogo), quien acepta responder los interrogantes que el Magistrado plantea. Las diversas configuraciones familiares
proponen un desafío para el profesional de la Psicología Jurídica. El modelo de evaluación debe ser plástico y dinámico
como las circunstancias lo exigen, sin perder de vista la perspectiva disciplinaria.
Las familias interdictas no poseen problemas de conformación, sino que, a través de la interacción de sus integrantes,
surgen cuestiones que tiene que ver con lo vincular, lo comunicacional, lo emocional, en estrecha relación con los procesos
históricos del grupo que facilitan el corrimiento de lugares y funciones. La familia tiene que habérselas con distintos
modos de enfrentar las crisis evolutivas esperables y además de las propias de la vulnerabilidad social. Las familias
pueden presentar disritmias intersubjetivas, con modos que pueden ir del mutuo sostén al mutuo enloquecimiento, o de la
anulación de uno a expensas del otro. El vínculo se ve afectado.
La familia se hace disfuncional cuando no se respeta la distancia generacional, cuando se invierte la jerarquía, o
cuando la jerarquía se confunde con el autoritarismo. Si la familia establece estrategias disfuncionales ante las situaciones
de crisis y cambio, como son la rigidez y la resistencia, provoca una enquistación de los conflictos y, por tanto, comienzan
a aparecer síntomas que atentan contra la salud y el desarrollo armónico de sus miembros. Para que la familia sea
funcional debe mantener los “límites claros” (fronteras psicológicas entre las personas que permiten preservar su
espacio vital) de manera tal, que no se limite la independencia, ni haya una excesiva individualidad para poder promover
el desarrollo de todos los miembros y no se generen sentimientos de insatisfacción o infelicidad.
La demanda judicial se centra generalmente en dos tipos de diagnósticos:
a. Un diagnóstico de perfil de personalidad de alguno o todos los integrantes de la familia (muchas veces a través de la
identificación de ciertos rasgos).

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b. Un diagnóstico de interacción familiar.


En cualquiera de ellos se hace imprescindible una recuperación de la historicidad, para a partir de ello, entender y
evaluar: los estilos comunicacionales; los roles adjudicados y asumidos; el ejercicio del poder manifiesto y latente; los
pactos, acuerdos y mandatos; como la complementariedad y/o asimetría en cada una de las relaciones vinculares.
El profesional de la Psicología Jurídica, podrá responder a la justicia desde el marco teórico que considere, lo que no debe,
es obviar una postura ética, al momento de responder al juez su demanda. Evaluar a las personas y/o los grupos significa
tomarlas por sí mismas como sujetos y contrastarlos con la realidad familiar en la que están insertos, no imponer un
modelo de comparación emanado de la tradición (de unidad cristalizada) o la falta de actualización de los marcos legales
vigentes.
Familia es una configuración de lugares y funciones variantes según las dimensiones históricas, etarias y socioculturales
en un contexto normativo determinado. Aceptar el desafío implica tomar en cuenta aquellas conformaciones familiares,
que lejos de ser disfuncionales, resultan aptas al momento de contener, comunicarse y constituir al Otro como integrante
de la Familia Contemporánea para devenir en sujeto social en ejercicio pleno de sus derechos.

Ficha 6648- Grupo familiar: su estructura y funciones – Pérez, Aurora


Existen distintos enfoques para considerar, tanto definiciones como modelos antropológicos de Familia. Algunos autores
consideran a la familia como la institución social humana más antigua y aseguran su estabilidad en tanto la especie
humana sobreviva, otros se han ocupado de clasificarla según la modalidad prevalente en el interjuego sexual, otros
encuadres toman en cuenta el patrimonio como lo constitutivo de la familia y sus miembros.
Si bien, desde la Antropología, se han estudiado distintas formas de familia, otorgando a la familia monógama el privilegio
de los pueblos civilizados, actualmente se considera que, tanto en las sociedades más civilizadas, como en aquellas de muy
simple organización política, la estructura social más fuerte es el grupo familiar monógamo. Los antropólogos actuales se
inclinan hacia la idea de que la familia, constituida por una unión más o menos duradera y socialmente aprobada de un
hombre, una mujer y los hijos de ambos, es un fenómeno universal que se halla presente en todos y cada uno de los tipos
de sociedad.

El grupo familiar
La familia, cualquiera sea la forma que presente, puede ser entendida como un grupo humano natural, vigente en
cualquier tipo de sociedad presente actualmente sobre el planeta. Lo natural proviene del hecho de que la reproducción
en el humano está mediatizada en dos sexos. El acoplamiento en parejas heterosexuales, conlleva el advenimiento de
hijos. Otra razón específica de la especie hace que los progenitores se vean obligados a complementar al hijo, quien como
individuo, es inhábil para sobrevivir por sí mismo. Otro factor del mismo orden es que junto con la indefensión, el recién
nacido no posee psiquismo desarrollado. Otra característica es que el ser humano dirime su conducta, tanto consigo
mismo como con el otro, bajo el imperio de sistemas emocionales. Lentamente adquiere objetividad.
La cultura ha modelado e impuesto que el intercambio sexual dentro de la trama familiar sólo se lleve a cabo por la pareja
heterosexual conyugal, esto se conoce como el tabú del incesto y es de vigencia universal. De aquí que la sexualidad del
hijo no se dirima en el interior de la trama, endogamia, sino que sea resuelta fuera de la misma, exogamia. Estas sería las
características básicas de todo grupo humano natural, Familia. Ha sido llamada Familia Nuclear o núcleo familiar,
delimitándolo así de las familias de origen de los cónyuges, de la familia extendida, es decir otras familias ligadas por
parentesco.

Funciones de la familia
El grupo familiar cumple funciones a los efectos de solventar la resolución de las demandas que se generan desde la
constitución de la pareja conyugal, el advenimiento de los hijos y el transcurrir vital.
1. Función sostenedora: Es proveerse los medios de subsistencia tanto para adultos como para los niños. La pareja
humana se autosostiene y sostiene. Estando al servicio del despliegue y continuidad de la vida, una función
primordial es la de atender las necesidades de autoconservación brindando suministros alimentarios, protección y
cuidados materiales. La pareja se transforma en una usina nutriente de necesidades, tendiendo a lograr la
satisfacción y obteniendo nuevos niveles de maduración, contrarresta la vulnerabilidad y la indefensión física.
2. Función placentaria: Dado que el humano se relaciona consigo mismo, y con el otro mediante estados
emocionales, unida a la función primordial de mantener la supervivencia se une la de suministrar el clima
emocional y afectivo imprescindible para el vivir. La familia se constituye a los fines de solventar necesidades
vitales. Sobre estas premisas la familia cumple, mediante su función placentaria específicos mandatos. Humaniza
al niño en el intercambio con él. Este siente sus necesidades vitales como graves amenazas a su integridad y

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responde con intensas emociones. El contacto con la madre implica que ésta, en su vinculación emocional con él,
discierna, “adivine”, hipotetice acerca de lo que lo angustia y sea capaz de calmarlo 1.
Esta función primordial del grupo familiar se constituye en la base organizadora del psiquismo humano, sobre la
misma se gesta la formación de símbolos, pilar de la organización psicológica del humano. Del funcionamiento
simbólico dependerá el ejercicio del lenguaje. Esta función además es la responsable de una buena maduración,
de no cumplirse bien puede provocar desviaciones como retrasos mentales y aún la psicosis. A medida que crece,
el infante humano, dentro de la trama familiar, la función placentaria irá proporcionando modelos de ser, de
resolver situaciones, proponiendo significados y valores y a través de los procesos de identificación con ambas
figuras parentales y siempre mediante el vínculo afectivo, organizando así la personalidad y constituyendo la
identidad de ese nuevo ser humano.
3. Función socializadora: Todo el modelaje que realiza la familia tiene que ver con la relación entre un sujeto y otro,
esto trae como consecuencia que el niño y el adolescente por experiencia vivencial sepa como actuar, con figuras
de autoridad, padres, pares, como integrante de un grupo, etc. A esto se agrega que, al estar en contacto con
individuos de los dos sexos, también absorba la valoración otorgada a cada uno de los sexos y su comportamiento
ante ellos. Explícitamente e implícitamente, la familia es transmisora de las pautas sociales, imperantes en la
comunidad, no de palabra sino de hecho.
A través del ejercicio de estas funciones, la trama familiar se convierte en una usina que provee, en un laboratorio
que procesa y transforma, a través del accionar entre todos sus miembros, de esta manera y como resultante la
familia constituye y madura el psiquismo, contribuye al armado de lo mental. Otro epifenómeno resultante del
operar de la trama, es el acuñamiento de una identidad familiar, además de la que se consolida en los hijos. Este
sentido de “ser así” como familia, refuerza el sentimiento de pertenencia y reasegura emocional y afectivamente,
una filiación. Aquel sentimiento de identidad, tiene que ver con los modos, matices, particularidades con que la
familia ha ido marcando su recorrido.

La organización dinámica del grupo familiar


Entendemos por dinámica familiar la seriada de correlaciones e interjuegos que vinculan a un miembro con otro. Se
generan movimientos tanto en la conducta motora, como en la psíquica que van relacionando, merced a propuestas de
necesidades y respuestas de resoluciones que hacen que la convivencia de tales definidos sujetos, sostengan intercambios
que dirimen procesos vinculantes. A partir de estas dinámicas se producen transformaciones, que hacen al devenir del
desarrollo de lo humano. Hay tres grandes centros que, como a modo de motor, originan dinámicas, que mueven, ponen
en funcionamiento la vida del grupo familiar.
 Un primer motor, a su vez constitutivo básico del grupo familiar, es la pareja conyugal.
 Un segundo motor, organizado desde el advenimiento del hijo/s es la pareja de padres, pareja parental.
 Un tercer motor, organizado en función de un cuidado general del destino del grupo familiar. Motor que he dado
en llamar pareja tutelar.

Pareja conyugal
Lo que concierne a la pareja conyugal es el intercambio en exclusividad de la vida sexual, de los integrantes de la
pareja. Dirime la integración, en satisfacción sincrónica, de la feminidad y la masculinidad. La convergencia de hombre y
mujer en la constitución de la pareja conyugal propone la base o inicio de un grupo familiar. Subyace a la constitución de
esta pareja la condición de ser estable. Además de la consumación sexual, es consagrada por lo social, jurídico y/o
religioso en cualquier sociedad, aunque difieran los ritos y ceremonias.
La pareja conyugal conlleva en su organización una fantasía de realización de sí mismos, compartida por ambos, más allá
del intercambio sexual. Esta ilusión provee a la pareja conyugal de un fuerte sentimiento de estabilidad y perennidad.
Asegurarse la estabilidad vital, contradecir la amenaza de perecer, es un mandato que estructura a la pareja conyugal, ello
le permite planear el proyecto de futuro, compartido y exitoso. La cultura condiciona el ejercicio de la sexualidad en la
pareja conyugal, condiciones que pueden variar de sociedad en sociedad. Sin embargo, hay una regla acerca del
funcionamiento de lo sexual dentro de la trama familiar que tiene vigencia universal, el tabú del incesto.

Pareja parental
Lo que concierne a la pareja parental, es el funcionamiento como padres. Implica el despliegue de los roles y/o
funciones paterno-materna. Tales ejercicios provienen, de una convergencia de ideales, valores, estilos de actuar,

1Esta posibilidad de que la madre comprenda lo que le pasa, articula una acción modificadora de tal desborde y cambia
así la vivencia amenazante en el interior del bebé, por otra vivencia de distensión, va poco a poco modelando las
emociones del bebé proveyéndolo de nuevos y más adecuados sentidos, lo madura emocionalmente, es decir lo humaniza.

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aportados por ambos padres. Entre los dos se gesta un proyecto de cómo desean ser como padres y cómo cada uno, desea
que sea el otro con su hijo. La idea de ser padres aparece tempranamente en la mente del humano, pero la pareja se
paternaliza y maternaliza a partir de la gestación del hijo.
Los ideales parentales se solventan, en general, sobre las identificaciones con los modelos y estilos de crianza de los
padres de cada uno de los integrantes de la ahora pareja parental. La pareja parental aspira a que sus hijos se logren a su
imagen y semejanza, y esta aspiración estimula la función parental. El hijo significa para los padres la posibilidad de
trascenderse en el tiempo. La existencia de los hijos desarrollándose bien, viviendo, le permite al humano maduro,
sentirse superando la propia inmediatez. El hijo se siente vinculado radialmente con los padres. Para cada uno de los hijos
el padre es su padre y así dirige sus demandas y espera resolución, en esa vinculación vivida como exclusiva.
Si bien los procesos que origina el vínculo padre-hijos pareciera que el único reditúo esperable es que el hijo crezca, la
gratificación que el hijo le devuelve al padre es la de tranquilidad, frente a su conocimiento de ser perecedero. La dinámica
desplegada por el desempeño de la pareja parental es la que permite la realización de la función placentaria, con sus
especificidades de Humanización, Individuación y Autonomización.

Pareja tutelar
Lo que concierne a la pareja tutelar tiene que ver con movilizar todo lo que sea necesario a los fines de lograr
plasmar en los hechos aquellos ideales, valores, expectativas y deseos que configuran el ideal de familia que se desea
conseguir, la identidad familiar, el estilo de vida entresoñado. El mandato básico de esta pareja es el cuidado del núcleo
familiar como un todo y del proyecto vital de cada miembro en particular. Administra al grupo y decide acerca del futuro
del mismo.

Algunas consideraciones acerca del transcurrir vital del grupo familiar


La puesta en marcha de la vida del grupo familiar, sólo por los sucesivos y pautados momentos evolutivos del mismo, cada
uno de los aspectos descritos, va sufriendo embates, en tanto tiene que dar lugar a la inclusión de siempre nuevas
problemáticas. Pero no son fenómenos lineales, los nuevos hechos eclosionan en la trama, promueven fuertes ansiedades,
colisiones emocionales generan Crisis Normales Evolutivas del núcleo familiar. De este modo antes de incluir una
nueva función, vínculo paterno-filial, se desestructura todo el acomodo anterior, para dar entrada a lo nuevo.

Ficha 18054- Clínica Forense en Familias – Abelleira, H & Delluca,N.


Capítulo III- Acerca de la Familia
En la década que comienza en 1970, desde la teoría de Isidoro Berenstein, se concebía al grupo familiar, como “un
sistema con una estructura inconsciente”. Sistema regulado por el principio de intercambio y el tabú del incesto,
donde metodológicamente se diferenciaban dos niveles de funcionamiento: el observable de las relaciones familiares, más
accesible a la conciencia de sus integrantes y el de la estructura inconsciente, inferible desde el terapeuta o investigador, a
partir del marco teórico de referencia. Se accedía al funcionamiento inconsciente a través de las producciones familiares:
sistema de los nombres propios, representaciones del tiempo y espacio, circulación del dinero, discurso, mitos y creencias
familiares.
Un modo de pensar la estructura inconsciente, parte de las conceptualizaciones tomadas de Lévi-Strauss, en relación a lo
que este autor denomina “la estructura elemental del parentesco o átomo del parentesco”. Diferencia dos subsistemas: el
de las denominaciones (padre, madre, hijo, hermana, etc.) y el de sentimientos y actitudes, que cada cultura adscribe
como esperable para cada término y relación, junto a lo que prohíbe y rechaza. De este modo, se hacen manifiestos los
sentimientos y actitudes permitidas, mientras que los prohibidos se tornarían inconscientes por efecto de la represión.
Otra referencia que toma Berenstein, la podemos hallar en el estudio de Lévi-Strauss sobre el “avunculado”, este define la
relación entre el “tío materno” (avunculus) y el sobrino. Encuentra que en las culturas observadas, existe una relación de
oposición entre las relaciones tío-sobrino y la paterno-filial. Cuando el tío materno representa toda la autoridad familiar,
el padre carece de ella. La cuestión del tío materno implica un nivel de organización fundante de la familia basada en la
noción de antropológica de “intercambio”, por el cual lo esencial para el análisis, es la relación de por lo menos dos
sistemas familiares: la relación que el tío materno establece por medio de la hermana, con el sistema de la familia
conyugal.
Berenstein considera que la organización familiar como sistema psicosocial basada en el intercambio, subyace a
nivel inconsciente, poniéndose de manifiesto en cambio, los lazos biológicos. Este principio fundante permanece
inconsciente, porque está en relación con la prohibición del incesto y ubica la significación de parentesco en la relación de
por lo menos, dos sistemas: familia de origen-familia conyugal. Se recortan entonces en la estructura elemental, cuatro
tipos de relaciones:
- de consanguineidad (hermano-hermana);
- relación de alianza (marido-mujer);

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- de filiación (progenitores-hijo);
- avuncular (tío-sobrino)
La relación entre cuñados, pasa a ser el eje en el cual se estructura la relación de parentesco.
Berenstein agrega, que en sus desarrollos tomará el concepto de “tío materno”, como un modelo para estudiar no sólo a la
persona de éste, sino a todo aquel que represente a la familia de donde proviene la madre y su relación estructural con la
familia conyugal. De allí deriva su definición del grupo familiar como un “sistema relacional entre dos familias,
asentada en la prohibición del incesto como regla fundante, reguladora del intercambio dentro del grupo familiar y de éste
con otro para renovar el parentesco por medio de la alianza heterosexual”. Otro modo de pensar lo inconsciente a nivel del
grupo familiar, refiere a “todo aquello que de la organización familiar no pasa por la conciencia de los integrantes o
aquello que de su historia no es apreciado como determinante de la estructura actual”.
Proposiciones básicas de su modelo de la Estructura Familiar Inconsciente (EFI):
 “Las relaciones familiares tienen un carácter simbólico, cuyo significado yace en la estructura inconsciente”.
 “La estructura inconsciente de las relaciones familiares, es un conjunto ligado de las relaciones entre términos”
(alianza, consanguinidad, filiación, avuncular).
Entendiendo a “la EFI como un operador a través del cual se generan significaciones provenientes de la
cultura, éstas llegan a los integrantes de la familia mediante transformaciones que les dan sentido y significado a las
relaciones familiares”.
¿Por qué privilegiar la familia materna si cada familia contribuye con un hijo? Berenstein responde: “perceptiva y
empíricamente están en la misma posición, semánticamente no”. Hombre y mujer en la alianza (y, por ende, familia de
origen materna y paterna), tienen distinto significado. Se plantea en la explicación, la cuestión de la discontinuidad entre
lo biológico y lo semántico. “Lo que hace del hombre un ser humano, … es aquello que apoyado en lo biológico, se
constituye como un campo de significación”. El parentesco natural, considerado en base a la procreación, requiere en
consecuencia dos genitores. El parentesco cultural, es un conjunto de relaciones clasificadas en prohibidas y permitidas.
Es decir, la base no es la procreación, sino las condiciones que le dan significado (distinción hecha por Scheffler en base a
Lévi-Strauss). Mediante la prohibición del incesto y la ley de exogamia dictada por el padre o en su nombre, aunque pueda
ser verbalizada por la madre, se establece la regla o la norma por la cual se repite para la generación siguiente, la
inaccesibilidad de la mujer recibida por el padre. Para que el hijo tenga mujer, debe a su vez recibirla como el padre la
recibió, de un grupo dador.
Berenstein responde que desde un punto de vista biológico y desde lo consciente, los componentes de la alianza tienen un
valor semejante. Toda familia entra en un intercambio donde cada una ofrece un varón y una mujer. Pero, si se considera
el intercambio de significados y nos desplazamos hacia la organización inconsciente, surge la jerarquía semántica y el
valor diferente de cada elemento. “Ningún sistema es nunca rigurosamente simétrico para los dos sexos, porque en toda
sociedad sus posiciones respectivas no son conmutables” (Lévi-Strauss). Lo que plantea como signo de valor jerárquico
diferente a la función paterna y materna. El hijo varón, al reemplazar al objeto erótico inicial (la madre) por otra mujer
fuera del grupo familiar, se liga al grupo dador de la mujer, esperando de este modo la identificación al padre. En el caso
de la hija mujer, la prohibición del incesto la obliga a ser ofrecida a otro, así como el padre recibió a su mujer de otro
hombre. El acento se desplaza en esta concepción, de la filiación a la alianza. La alianza se consolida y se debilitan los
vínculos consanguíneos, en las culturas que prescriben el intercambio de mujeres y la ubicación de la nueva familia en
lugares diferentes del de sus familias de origen. De acuerdo a Berenstein, esta manera de pensar se conecta con
reflexiones sobre el Complejo de Edipo, que como modelo triangular derivaría de un conjunto a representar por cuatro
términos, haciéndole un lugar en la estructura al representante o dador de la mujer, luego madre. Un padre que no puede
instalarse en tanto representante de la ley, como padre prohibidor en la relación de deseo entre el niño y la madre, es un
padre que no tuvo la posibilidad de establecer un corte inicial constitutivo de la relación de alianza, entre la mujer y su
dador.
Otra de las ampliaciones surgidas del modelo de la EFI, refiere a la transmisión transgeneracional. La transmisión
de significados inconscientes de una generación a otra, sólo se realiza si se establece un acuerdo fundante y estructurante,
también de naturaleza inconsciente, entre los distintos integrantes de la familia. Los significados son transmisibles como
mensajes, tanto en su racionalidad como en su irracionalidad. Modelo que reúne un mínimo de tres generaciones,
pudiendo un significado tornarse irracional, cuando es impuesto o forzado a mantenerse a través de las generaciones, sin
reformulaciones para los nuevos contextos.
{vínculo ≠ relación} En sus trabajos, pone el acento en el concepto de vínculo, que se distingue de la denominación de
relación. Hace referencia al vínculo, señalando su ligadura inconsciente, mientras que el concepto de relación, es
adscripto a la multiplicidad de sus manifestaciones. O bien, es definida la relación, como el conjunto de
realizaciones en que se manifiesta la matriz inconsciente del vínculo. Esta modificación conceptual, apunta a
caracterizar metapsicológicamente el espacio simbólico familiar, para lo que se requería de una noción base del mundo
intersubjetivo, diferenciado del intrasubjetivo. “Vínculo” ocuparía un lugar equivalente al concepto de representación y de

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objeto para lo intrasubjetivo. Señala que el vínculo, liga duradera y establemente lugares y estos a su vez son ocupados por
yoes permutables entre los lugares.
El significado de cada yo, depende del lugar y del vínculo de parentesco correspondiente, lo cual recorta un contexto y
otorga un sentido a lo intercambiado (palabras, actos, bienes). El vínculo une al yo y al otro con un sector representable y
uno que no lo es, por su condición de exterioridad. Lo no representable, no asimilable al yo, recibe también una
inscripción que es propia de las estructuras vinculares, como la de algo ajeno al yo con lo que ha de relacionarse. El
vínculo genera una representación que posee un valor agregado a la mera suma de las del yo y del otro.
El modelo (Berenstein) se basó en la representación de la familia tradicional patriarcal, paradigma del pensamiento de la
modernidad. Pensó lugares y funciones como invariantes y al divorcio, junto a las nuevas construcciones familiares, como
excepciones. Posiblemente esto influyó para que durante mucho tiempo no hubiera un desarrollo teórico sistemático
sobre estos temas desde el Psicoanálisis Familiar. También nuestro contexto institucional-judicial, que implicó el desafío
del trabajo interdisciplinario, nos exigió posicionamientos y reflexiones críticas sobre el modo de pensar e intervenir en
las familias. Así mismo, los cambios socio-históricos implicaron nuevas demandas. Dentro de este contexto de
interrogaciones e intercambios, las teorizaciones sobre la familia, desde nuestro punto de vista, se centran hoy en
concebirla como una estructura abierta, compleja, heterogénea y en permanente intercambio entre sí y
con el afuera, como toda construcción de la cultura. Por lo tanto, expuesta a transformaciones, tanto a lo largo de la
historia como en su propio devenir; sería más pertinente hablar de “las familias”, dada la validez que actualmente se le
otorga a su heterogeneidad.
Se abre un lugar de mayor relevancia al azar y al acontecimiento, como operantes en la construcción de la subjetividad y
los vínculos. Se piensa así, ya no en un sujeto cuyo origen se define sólo en los primeros años de la vida en el intercambio
con sus padres y entorno relevante, sino en un sujeto vinculado que, en cada encuentro significativo a lo largo de su
vida, forma y construye su ser con el otro. O sea, en múltiples orígenes del mundo subjetivo y vincular. En relación con
transformaciones sociohistóricas en su organización, cambios en el papel de la mujer y en la crianza de los hijos, la familia
o grupo sustitutivo, si bien continúa siendo imprescindible para el proceso de humanización del sujeto, comparte
tempranamente la producción de subjetividad con otras instituciones (jardín, escuela, etc.), con figuras significativas no
pertenecientes al ámbito familiar y aun con otros anónimos a través de los medios masivos de comunicación. Por lo tanto,
pensamos el proceso de construcción del sujeto, en constante operatoria de producción de nuevas inscripciones en cada
encuentro vincular significativo. Las nuevas teorizaciones, transforman también la manera de concebir el vínculo
terapeuta-paciente. Vínculo en el que el lugar y función del analista es pensado no ya como simple depositario de lo
proyectado por los integrantes del conjunto familiar y respondiendo desde su contratransferencia, sino como implicado
y co-configurante de la situación. Pensamos en un vínculo en el que lo transferencial es recíproco, tanto en su
vertiente imaginaria e histórica, como en relación a lo novedoso del encuentro actual entre sus partícipes. La intervención
del terapeuta no se limita a un decir, sino a un hacer acto, generador de nuevas condiciones de producción de discurso. Es
decir, vínculo inconsciente que produce al paciente y al analista.
Retomando la noción de vínculo, se piensa en el vínculo como una relación de un sujeto con otro sujeto, al que
llamaremos “otro”. Vínculo considerado desde cada sujeto como agente de la relación, centrando con la mirada en lo que
en conjunto construyen, lo que los une y lo que los separa. Para que el vínculo se constituya y se sostenga, es necesaria la
presencia del otro. En el mundo vincular, el otro real externo no puede faltar como garante y soporte del vínculo. Esto
implica la relación con otro cuya presencia se impone a cada sujeto y estos se verán conducidos a tener que tomar noticia
de esa realidad. En tal sentido, la imposición aparece como un mecanismo constitutivo del vínculo, que se diferencia de la
identificación, la proyección o la introyección como procesos intrasubjetivos, que son el basamento de la construcción de
representaciones sobre el otro. Cada sujeto construye, ante la discontinuidad de la presencia o en ausencia del otro,
representaciones sobre lo que anhela y desea inconscientemente que el otro sea para él. Siempre habrá una distancia entre
esa representación imaginaria que construimos y lo que el otro es en tanto sujeto singular. Si toleramos esta
imposibilidad, lo ajeno del otro se constituirá en el mismo motor mismo de la vincularidad, aun dentro del malestar que le
es inherente. De lo contrario, se instala como razón de un enfrentamiento permanente y estéril, que puede conducir a la
ruptura del vínculo. Las estrategias que cada uno y el conjunto elaboren para relacionarse serán diversas y conducirán a la
construcción de un vínculo de mayor o menor complejidad. La imposición puede devenir mecanismo defensivo en
aquellos vínculos en los que no es tolerada la diferencia y se insiste en que el otro se adecue a la representación que
tenemos de él. En cada vínculo significativo, se da entonces un encuentro con tres dimensiones del otro:
• Con lo semejante, de lo que cada sujeto toma noticias a través del mecanismo de la identificación que permite la
vivencia de lo compartido.
• Con lo diferente, si bien son aspectos del otro con los que no nos identificamos, podemos acceder a ellos,
conocerlos, aceptarlos y tornarlos compatibles a través de diversos intercambios.
• Con lo ajeno, lo inasimilable, no compartido ni compartible, que refiere a un límite a aspectos incognoscibles e
irrepresentables del otro como de sí mismo.

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Dentro de la familia distinguiremos dos órdenes de vínculos:


 Vínculos simétricos: Se dan entre sujetos en quienes las estructuras psíquicas están constituidas en sus aspectos
diferenciales, aunque permanecen abiertos a nuevas construcciones subjetivas a lo largo de la vida. (Ej.: hombre y
mujer, pareja conyugal).
 Vínculos asimétricos: Al devenir padres, conforman un vínculo asimétrico con los hijos, dada la necesaria
dependencia de éstos con las instancias parentales al estar transitando los inicios del proceso de constitución
subjetiva.
Este entramado vincular que constituye la familia, se organiza en torno a los lugares materno, paterno y filial, en tanto
denominaciones del parentesco instituidas y subsistentes aun, más allá de las diversidades con que aparecen las familias.
En relación a los lugares pero no estrictamente ligados a ellos, se espera y es deseable que se ejerzan en la familia,
funciones de sostén y amparo, de discriminación-corte y transmisión de la ley, que se han denominado como funciones
materna y paterna. Las funciones, son operatorias necesarias para la constitución y construcción de la organización
psíquica de los sujetos. Han de estar encarnadas, o al menos transmitidas por personas reales o que posean un índice de
realidad para el hijo. Si bien son funciones provenientes del conjunto familiar en forma preponderante en el comienzo de
la vida, son ampliadas a otras redes vinculares extrafamiliares a lo largo del devenir. Como también pueden encarnarlas
otras personas cuando un niño posee o ha perdido la pertenencia a los vínculos de origen.
Las dos funciones fundamentales que se ejercen desde las instancias parentales, o por quienes ocupen estos lugares
dentro de la diversidad de configuraciones familiares existentes, podemos caracterizarlas del siguiente modo:
 Función amparadora primaria.:
- Conjunto de cuidados brindados al infans, por la madre, padre o sustitutos, como “asistentes” de las
necesidades del recién nacido.
- Al amparo y sostén biológico y psíquico que provee quien o quienes ocupan ese lugar.
En tanto sostén psíquico, esto supone que para sobrevivir y constituirse como sujeto humano, todo ser en crecimiento
necesita de alguien que catecticte, libidinice, desee que ese niño viva y le signifique en un comienzo, cada una de sus
experiencias sensoriales y vitales, con los objetos de su entorno y con los otros. Por lo tanto, esos otros privilegiados se
constituyen en el primer portavoz de la cultura a la que pertenece el infans. Por lo señalado, posibilita: la erogeneización
del cuerpo del bebé como fuente de placer y sufrimiento (no sólo como organismo viviente); las vivencias de unificación
narcisizantes como efecto de la ternura que los otros le transmiten; la indicación y significación de sus experiencias
tempranas a través del discurso parental, siempre desde las propias interpretaciones que ellos hagan de las mismas. Ese
otro u otros privilegiados, operan y se constituyen para el hijo, en el primer contexto identificatorio que fundará el Yo.
 Función simbólica, de corte y diferenciación, de transmisión de la ley de la cultura.
- Función ordenadora de los vínculos intersubjetivos ejercida desde las instancias parentales, en tanto
representantes para el hijo del acceso a lo simbólico, al lenguaje y al discurso del conjunto de esa cultura
y sociedad determinada.
Tradicionalmente definida como función paterna, debemos diferenciar la función simbólica de la persona concreta
del padre de una familia determinada. Esa delegación en el padre de la transmisión de la ley como representante de la
autoridad en la familia, está ligada a la representación social del patriarcado. Función paterna no puede ser equiparada
a función simbólica, ya que el corte y el proceso de diferenciación que el hijo pueda ir realizando entre él y la madre,
entre él y el padre y paulatinamente asumirse como otro, con deseos propios más allá de los enunciados identificatorios
familiares, implica un largo recorrido por diferentes vínculos y la apropiación-elaboración de enunciados del conjunto.
Enunciados que recibe de los padres y de otras instancias, que lo ubicarán y por los que se ubicará, tanto como un eslabón
de su cadena generacional, como otro (mujer o varón) del conjunto al que pertenece. Si por el amparo y sostén primario
recibido, necesarios por su indefensión inicial, el hijo construye su Yo, el efecto de la función simbólica abre a la
inscripción de las categorías de lo permitido y lo prohibido y a la construcción psíquica del superyó y los ideales del yo,
como ideales a ser. Cada cultura ha propuesto un modelo de este aspecto de la función simbólica que en su representación
se le asignaba tradicionalmente al padre. Una ley que decide en qué condiciones el hombre puede o no dar su nombre, las
reglas y prestaciones que exige el sistema de parentesco. Prescripciones que instituyen también, un modelo de relación de
la pareja parental y de su vínculo con el niño.
Estas dos funciones se transmiten desde el comienzo de la vida del hijo, en articulación la una con la otra. Ambas dan
lugar a diferentes procesos psíquicos en el ser en formación, quien se va apropiando paulatinamente de lo transmitido,
inscribiendo en una complejización creciente, estas marcas provenientes de sus progenitores. La relación que mantienen
las instancias parentales con el niño, llevará la huella de su relación con el medio social al que pertenezca.
La familia ha sido considerada, hasta ahora, como el contexto privilegiado, mediador entre el sujeto en construcción y la
cultura, en cuanto a reproducir o transformar sus valores e ideales, lo rechazado o lo denigrado, por dicha cultura. En
síntesis, ambas funciones operan en el psiquismo infantil, como condiciones de posibilidad de los procesos de
identificación y diferenciación constituyentes de la alteridad, y a través de las mismas se produce la transmisión de

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Resumen- Psi Jurídica

valores, ideales y significaciones tanto del conjunto social como de las generaciones anteriores. Este proceso de
construcción de la subjetividad, incluye diferentes vertientes:
 Intrasubjetiva: Capacidad de cada sujeto de inscribir y metabolizar.
 Intersubjetiva: Lo que se construye en y por los vínculos.
 Transubjetiva: Lo que se inscribe de las marcas sociales y culturales.
Otras funciones que se destacan al interior de la familia, junto a las ejercidas por las instancias parentales, son:
• Función filial: Implica la impronta de lo novedoso que cada hijo le impone a la organización familiar. El hijo
no sólo se constituye sobre las imágenes, afectos y modelos parentales, sino que a través de su singular
metabolización-apropiación de lo transmitido, aporta nuevas significaciones, que en el advenimiento de la
adolescencia, cuestionan y formulan lo heredado de manera novedosa.
• Familia de origen, o los ancestros: Representan las tradiciones familiares. Se incluyen a través de las creencias
y mitos que la familia conyugal sostiene, aunque formulados en nuevas síntesis, que constituyen el relato de su
origen como familia.
En síntesis, este entramado vincular o estructura abierta, compleja y heterogénea, como pensamos hoy la familia, funda y
marca el origen subjetivo en forma privilegiada pero no única, sentando las bases de lo prohibido y lo permitido a través
de la operatoria de la prohibición del incesto, ejercida y recibida desde los lugares del parentesco y sus funciones.
En este proceso de constitución de subjetividad, no son sólo los hijos quienes realizan esta construcción en los vínculos
intersubjetivos familiares, sino que los propios padres van siendo afectados en el devenir familiar por nuevas marcas. Así
como desde este contexto vincular, se constituye y construye la sexualidad y los procesos identificatorios, también son
constituyentes de subjetividad las relaciones de poder, dada la asimetría de los vínculos parento-filiales y el
sentimiento de pertenencia. Berenstein, en relación al poder, propone pensarlo como “las acciones y la experiencia
emocional que se constituyen en una relación de imposición entre un sujeto y otro u otros, que lleva a una modificación
del cuerpo y la subjetividad total”. Vínculo que se establece entre uno que impone y otro que es impuesto, un ejemplo
sería la relación primaria madre-hijo. Hasta aquí, poder funciona como verbo: la madre, el padre, otros adultos, pueden
dejar su marca en el infans. El bebé, puede responder de un modo singular. Pero cuando el que está ubicado en el lugar de
imponer al otro a través de determinadas acciones tiende a perpetuarse en esa posición, poder pasa a ser sustantivo y
hablamos de exceso de poder. El que es impuesto pierde su condición de sujeto, aunque no totalmente, sino desaparecería
el carácter vincular de la relación. Las relaciones de poder, en las dos modalidades, pueden circular en la familia tanto en
el vínculo de alianza como en el de los padres con los hijos. Inclusivo de la aspiración y el deseo de ser, tener, saber hacer,
se va configurando el sentimiento de pertenecer, de formar parte del conjunto familiar que nos incluye y al que incluimos
dentro de nuestros ideales y valoraciones. A lo largo de la vida, el sentimiento de pertenencia podrá ampliarse,
transformarse, multiplicarse.
Podemos formar parte de conjuntos de hecho o de derecho (Puget), esto implica que un conjunto de hecho reúne sujetos
que aún no tienen claro aquello que los agrupa. Puede transformarse en un conjunto de derecho, en tanto se van creando
códigos comunes, reglas de funcionamiento, símbolos que los representan y una historia-argumento que da sentido a la
existencia del conjunto, cuyos puntos de semejanza aportarán a sus miembros una identidad compartida. En tal sentido,
un grupo familiar es un grupo de derecho, cuya historia compartida posee un guion central en el que todos pueden
reconocerse, pero que a su vez se irá complejizando. Para el hijo en formación, la pertenencia a esa determinada familia,
es de obligación. Sin embargo, a medida que avance en su crecimiento y capacidad de discernimiento, podrá conquistar su
propia modalidad de pertenecer a ella. Por lo tanto, el sentimiento de pertenencia otorga contención y cohesión. Y a su
vez, será importante que junto a los puntos de certeza que brinda la pertenencia, los integrantes del conjunto familiar se
abran a la complejización que promueven los nuevos intercambios con otros sujetos y grupos.
Al interior de las familias se transmiten reglas, valores e ideales construidos por el conjunto, en un momento histórico
determinado. A estas construcciones colectivas se las denomina, significaciones sociales o significaciones
imaginarias sociales, y cumple un importante papel en el proceso de construcción de las subjetividades. Se entiende
que el conjunto de significaciones imaginarias sociales, operan como los organizadores de sentido de cada época
social-histórica, estableciendo lo permitido y lo prohibido, lo valorado y lo devaluado, lo bueno y lo malo, lo bello y lo
feo, etc. Son un sistema de interpretación de la realidad, pero también de valoración, produciendo adhesiones y su
interiorización en los sujetos en representaciones, transformadas por su singularidad. A su vez, son una pieza eficaz del
sistema de control social de la vida colectiva, en especial del ejercicio del poder. Estas significaciones organizan-
desorganizan el conjunto familiar, ya que en su seno se producen flujos transformadores que instituyen nuevas
significaciones, fundamentalmente desde la función filial.

Ficha 18048- El discurso familiar – Gomel, Silvia


Transmisión y discurso

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Resumen- Psi Jurídica

La sustitución de la realidad por un signo es una operación de mediación mediante la cual el sujeto toma respecto de lo
vivido un distanciamiento que le posibilita identificarse en la diferencia. El nacimiento del lenguaje opera así una
disyunción entre la vivencia y el signo, y coincidente en el tiempo con la represión primaria fundante del inconsciente.
Existe una interpretación entre el simbolismo social y el lingüístico a través de los sistemas de la lengua y del parentesco.
La cría del hombre se humaniza a partir de su incorporación al circuito del intercambio, al ser nominada por la palabra de
los padres; el lenguaje como sistema regulador sella desde el inicio una intersubjetividad simbólica. Encontramos en él
dos aspectos diferenciados:
1. Lengua: Código intersubjetivo.
2. Habla: Ejecución lingüística gravitando en torno del código.
La lengua es una institución, concierne a grupos, implica intersubjetividad, regula los intercambios. Funciona
colectivamente porque obliga a ajustarse a ciertas pautas para intercambiar. El código sólo está en los hechos del habla, e
inversamente el habla gira en torno de un código; se sostiene así una implicación recíproca. El habla es siempre
acontecimiento jalonado en una historia, una estrategia a través de la cual nos ubicamos frente al código. En cuanto al
discurso, como dimensión restringida del lenguaje, refiere a su carácter privado en detrimento del carácter
universal de la lengua. Todo discurso es por definición vincular, crea lazo social, y se constituye como una configuración
de sentido articuladora de lo dicho y lo no dicho (palabras, gestos, movimientos, actos).
Denomino discurso familiar al conjunto de los acontecimientos del decir efectivizados en una familia,
subsidiario del modo peculiar y restrictivo mediante el cual la lengua se realiza en habla en dicho contexto. Supone un
modelo de actualización en dos vertientes: producción discursiva e interpretación del código lingüístico. El discurso
familiar funciona a la manera de un dialecto, caracterizado por un abanico de rasgos idiosincráticos. Desde la perspectiva
de los discursos ancestrales que ciñen el devenir vincular, el discurso familiar es vía regia de transmisión de lo
generacional. El proceso de significancia familiar reconoce sobredeterminaciones. Desde lo macrocontextual, como
impronta de la cultura específica en que la familia anuda su pertenencia; desde lo transgeneracional, a través del legado
de un arcón de significaciones; y desde cada uno de los miembros en el movimiento del aporte de sus propias
semantizaciones al conjunto. El discurso familiar restringe el universo del discurso social en una combinatoria específica,
y enhebra los hilos de las significaciones transgeneracionales.

La enunciación como producción familiar


Todo discurso construye dos dimensiones fundamentales:
- El que habla (enunciador).
- Aquel a quien se habla (destinatario).
Las funciones enunciador y destinatario son simultáneas, el enunciador a partir de la propiedad reflexiva de la
comunicación verbal es el primer receptor de su propio mensaje, y el destinatario es un futuro emisor. De allí la noción de
circuito discursivo. La enunciación refiere a la dimensión discursiva en la que se plasma la relación del hablante con el
contenido de lo dicho, relación necesariamente ligada a otra: aquello que el emisor le propone al receptor del mensaje. El
enunciado a su vez es un producto a través del cual el sujeto hablante se inscribe permanentemente en el interior de su
propio discurso, al mismo tiempo que inscribe allí al otro. La enunciación implica las relaciones tejidas entre el
enunciado y los diversos elementos del marco enunciativo: los protagonistas del discurso, la situación de su efectivización,
las circunstancias espacio-temporales y socio-históricas, las restricciones del universo de discurso, etc.
El discurso familiar puede ser abordado a partir de las huellas de los interlocutores en el seno de los enunciados, como
lugares de inscripción y modalidades de existencia de las subjetividades anudadas en los vínculos de parentesco. Es lugar
de anclaje y emergencia de la operatoria vincular. Apoyados en la noción de una cadena de enunciadores podemos
encontrar en un plano sincrónico, una superposición de múltiples niveles de enunciación y recepción; y en la diacronía, la
huella de enunciaciones pretéritas que constriñen el discurso familiar actual.
En la formación discursiva puede considerarse al enunciador como el representante y el portavoz de un grupo, ampliando
la noción de sujeto hablante a la de sujeto transindividual. Constituye a los individuos en sujetos de un discurso anónimo.
Pienso al discurso familiar como formación, verdadera arquitectónica transindividual, producto anónimo con un estilo
específico resultado del proceso de ensamblaje. Revelador a través de sus líneas de fractura de la impronta del conflicto en
la doble economía del discurso: la del sujeto singular y la del grupo familiar. En ella emergen entrelazados lo subjetivo y lo
vincular convirtiendo a la enunciación en producto de un acople ignorado.

La dimensión pragmática
La pragmática es el estudio de los actos de lenguaje a partir del interjuego de sus participantes. Hablar es intercambiar
información, pero es también efectuar un acto regido por reglas precisas que pretenden transformar la situación del
receptor, modificando su sistema de creencias y su actitud conductual. Decodificar un enunciado es identificar además de

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Resumen- Psi Jurídica

su contenido informacional, su intención pragmática. Al decir ciertas palabras estamos haciendo algo y no dando cuenta
de algo. Pronunciar la palabra es realizar la acción.
El nivel pragmático es el más próximo a lo intersubjetivo. En la problemática de los actos de lenguaje se trata de analizar
las relaciones establecidas a través del enunciado entre los miembros del intercambio verbal, complementario con el
estudio del marco enunciativo: describir una secuencia verbal es también estudiar la estructura de una relación.

Modalidades del discurso familiar


Una forma posible de organización circula alrededor del eje enunciativo: particularidades de la enunciación y modos de
recepción del mensaje. Si bien la inscripción del receptor en el enunciado es seguramente más indirecta y tenue que la del
emisor, el sentido no existe sino en la manera de recepción del destinatario.
Los diferentes tipos de discursos se interpenetran y se ensamblan, componiendo cada vez un producto imprevisible en el
cual podemos captar dominancias. Dominancias que van modelando la formación discursiva familiar otorgándole un
estilo específico.
El discurso dialógico: Supone un emisor y un receptor que, al compartir el conocimiento del código, posibilita
la decodificación del valor semántico proposicional y la discriminación del nivel pragmático. Todos los
participantes involucrados en el circuito del discurso pueden emitir y responder los mensajes en conocimiento
de las reglas del juego, aun teniendo en cuenta la asimetría propia del algunos de los vínculos de parentesco.
Formación discursiva transmisora y a la vez creadora de condiciones para la autonomía del pensamiento,
señala las posiciones de los integrantes de una familia en relación con la verdad.
La modalidad dialógica se asienta en el discernimiento y la aceptación del principio de realidad, condición
relacionada con la noción de causalidad. Se admite la policausalidad, incluso circular: lo primero causa lo
segundo, así como este puede ser causa de lo primero. También aparece la posibilidad de resignificación, y algo
todavía no sucedido o sucedido en el presente puede cambiar la significación del pasado. Como todo modelo
discursivo, es a la vez efecto de una organización y fundamento de ella. Implica una operatoria familiar
caracterizada por la renuncia frente a una complementariedad imposible, motor para cada uno de los
integrantes de la propia actividad de pensar.
Discursos monológicos, la violencia discursiva: Modelo discursivo en el cual “la voz del interlocutor se acalla,
produciéndose una suerte de monólogo en una ficción de diálogo que despliega una violencia discursiva jugada
en las modalidades del habla”. La violencia radica en el avasallamiento de los deseos y aun de la subjetividad
del otro, y puede ser definida como un comportamiento vincular coercitivo y arbitrario, de poca complejidad,
opuesto a un vínculo reflexivo y elaborativo donde la distancia admite ser cubierta por hechos de lenguaje y
afectos de mayor complejidad. Las diferencias sexuales, generacionales y subjetivas son negadas, y se
consolida una fusión mortífera o una asimetría exagerada. En ambos casos el circuito sólo puede romperse
mediante un acto de violencia.
El discurso familiar violento impone una relación fija e invariable entre significante y significado, anulándose
la polisemia propia del lenguaje. A partir del presupuesto de una significación única e inamovible, el intento es
convertir a alguien en ilusoriamente transparente a fin de imponer una semantización excluyente. Tanto el
discurso social como el familiar muestran un sistema de exclusiones temáticas y de géneros: lo hablado y lo no
hablado, diferente a lo indecible.
En todo intercambio lingüístico lo intersubjetivo deja su marca: lo dicho sólo puede ser descifrado poniéndolo
en relación con quien escucha, cuya respuesta a ese mensaje contribuirá a armar el sentido. También el
discurso violento es el producto de lo enunciado y de su recepción y adquiere sentido en la respuesta de quien
lo recibe. El efecto violento eclosiona en la red de posicionamientos tejida entre el sujeto de la enunciación y el
receptor del enunciado. ¿Cuál es entonces la lógica vincular compatible con las condiciones de producción del
discurso familiar violento?
a) Obturación de un espacio de pérdida ligado a discriminación sexual, generacional o cultural.
b) Forzamiento de la continuidad de lo que debiera ser discontinuo, tanto a nivel del sujeto (relación
con la otredad) como de los vínculos.
c) Configuración de una temporalidad inmovilizante en la cual la creación de lazos inéditos entra en la
categoría de lo impensable.
Discurso sagrado autoritario: Modalidad puesta en juego cuando el enunciante prescinde de su interlocutor o
no lo identifica claramente, habla para sí mismo y para todos, utiliza más la tercera persona o el impersonal
(se) que la primera o la segunda. La denominación “sagrado autoritario”, no depende de los contenidos del
enunciado sino de definir al interlocutor como prácticamente ausente. Se despliega un discurso falsamente
objetivo, plagado de verdades atemporales y universales, en el cual el emisor se esfuerza por borrar las huellas

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Resumen- Psi Jurídica

de sí mismo en cuanto sujeto de la enunciación. Al proponer la existencia de una verdad única, el lazo entre la
propia subjetividad y la posición afirmada se esfuma.
Desde la perspectiva transgeneracional, escuchamos con frecuencia una reiteración de enunciados y posiciones
enunciativas formuladas en otro tiempo y lugar. El hablante se supone autor exclusivo de su discurso: sin
embargo, también él es parcialmente hablado por enunciados transmitidos por la red vincular. Un efecto del
discurso sagrado es la proliferación de convicciones, y con ellas la obturación de cualquier atisbo de
divergencia. Delinean un texto no atravesado por la pérdida satisfaciendo un anhelo de completud cercano a la
dimensión de goce, propia de las construcciones ideológicas. Las certezas provienen de miembros de la familia
que enmascaran su lugar como sujetos de la enunciación. Una de las características del discurso sagrado es
aparecer como necesario, autoevidente, “natural”, ciñéndose al conjunto de lo obvio.
En cuanto al criterio de verdad subyacente, lo verdadero se mueve dentro de los parámetros proporcionados
por las figuras familiares idealizadas, e instituye a la familia como marco último y fundante. Utilizan una
causalidad lineal: lo primero siempre es necesariamente causa de lo segundo, orden férreo e inamovible
cercano al prejuicio. La combinación de estas maneras peculiares de modelizar la noción de causalidad y el
criterio de verdad, otorga a las convicciones su estatuto de creencia. Las creencias a su vez están emparentadas
a la fe, cualidad peligrosamente cercana al fanatismo.
Discurso paradojal: Basado en la Teoría del Doble Vínculo. Para Bateson, las modalidades de comunicación
utilizadas por la familia durante la socialización de un futuro esquizofrénico, se caracteriza por la asiduidad de
su exposición a mensajes paradójicos, a los cuales debe responder pese a la insolubilidad intrínseca de los
mismos. Los mensajes expresados simultáneamente son:
- Conducta hostil o de retraimiento cada vez que el niño se acerca a ella por vivencia de peligro o
angustia.
- Conducta a modo de acercamiento cuando el niño responde a su conducta hostil, como manera de
negar que es ella quien se aparta.
Ambas conductas (la hostil y la amistosa) corresponden a órdenes de mensajes diferentes, los sentimientos
reales y los simulados: el efecto producido es el de perplejidad. Frente a un discurso paradojal, cualquier
respuesta dada en el marco establecido será también paradójica. Desde el punto de vista de Lacan, el enigma
frente al deseo del Otro, si bien responde a la estructura misma del deseo, se presenta en este caso de un modo
desnudo, desprovisto de ropaje fantasmático. El doble vínculo puede quizás ser leído desde el psicoanálisis
como el efecto de la captura de una psique por el deseo ambiguo de un Otro omnipotente. La distorsión de la
percepción como estrategia desesperada para sostenerse en un vínculo (desconocer la propia verdad ante la
angustia impensable de discriminarse) precipita la fragmentación del orden representacional de quienes se
encuentran sometidos sistemáticamente a esta modalidad discursiva. El discurso paradojal desborda las
capacidades de ligazón del yo en tres campos: organización de la excitación en pulsión, organización de los
afectos en sentimientos (como nominación de los mismos), organización de las representaciones. En
consecuencia, tanto la circulación fantasmática como la elaboración imaginaria resultan bloqueadas. El punto
ciego de la percepción en uno o varios miembros de una familia puede también ser leído en relación a huecos
en la cadena transgeneracional de representaciones, monumento mudo a los eslabones faltantes en la
efectivización de la ley paterna y al ulterior despliegue en ese hueco de lo superyoico. Se produce, en
consecuencia, una pérdida de realidad en cuanto a lo consensuado exogámicamente, y en su reemplazo gana
terreno una realidad vincular idiosincrática, insustituible para la supervivencia de la constelación familiar.
Anzieu, en relación a la transferencia paradójica, señala que las situaciones de conflicto propias de las neurosis
funcionan a predominio de la lógica de la contradicción. En la contradicción las dos formulaciones pertenecen
a un mismo conjunto, se hallan en idéntico nivel de abstracción y plantean una lógica de la ambivalencia, pilar
de la formación de compromiso, campo de la neurosis. La lógica paradojal es diferente: los dos enunciados
antagónicos obran sucesivamente y no simultáneamente. No se ubican en el mismo nivel de abstracción, toda
salida será también paradójica, salvo la de romper la prohibición encerrada en el sistema refiriéndose a la
situación.
Discurso vacío: Las familias despliegan a veces un discurso desvitalizado, monocorde, vacío en cuanto a la
posibilidad de evocar o recrear otras significaciones. Las palabras duplican la realidad al modo de noticieros
objetivos y distantes. Hay pobreza de recursos retóricos y fijeza de los significados, el fracaso del trabajo
metafórico conduce a una falta de creación de sentido. La enunciación aparece borroneada, se habla en forma
impersonal y tampoco queda claro a quién está dirigido el mensaje. Escasean las palabras referidas a estados
afectivos y emocionales.
En referencia a la temporalidad, los términos se hallan constreñidos a un tiempo acotado plegado a la
actualidad, a la inmediatez de los hechos. La pobreza retórica se encuentra asociada a fallas en el proceso de
simbolización: las palabras carecen de creación significante, al modo de mera pantalla encubridora. En cuanto

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Resumen- Psi Jurídica

a lo paralingüístico (tonos de voz, modulaciones, gesticulación) aparece reducido a si mínima expresión, no se


busca la resonancia afectiva en el interlocutor. Se producen muchos silencios, no al servicio de la comunicación
sino del enmudecimiento.
Alrededor del mismo eje, se configura en el otro polo el discurso “demasiado lleno”, desplomando cataratas de
palabras sobre los oídos del receptor. Velocidad de las frases, cambios vertiginosos de un tema al otro que,
lejos de ser un intento de planteo de situaciones conflictivas, aparecen más bien como una maniobra de
expulsión de dichos problemas y aún más, del fragmento anímico que hubiera debido vérselas con el conflicto.
Discurso catártico, charlatanería vana muchas veces festiva, parloteo insustancial y agotador. El silencio asoma
como figura temida, hueco insoportable; temor conducente a suprimir cualquier intervalo entre dos sonidos,
incluido el de la memoria.
Ambas variantes discursivas ostentan en común el horror ante el vacío, y puntúan estrategias concebidas para
bloquear la emergencia de angustia frente a vínculos sustentados en una forma operatoria de existencia, un
modo deslibidinizado de relacionarse con uno mismo y con los demás. La desafectivización y el desapego en
los vínculos actuales son con frecuencia sello de un apego radical a modelos vinculares pretéritos, y señalan la
repetición de los medios arbitrados ahora y siempre para huir de los impactos traumáticos, de los duelos no
realizados, de los enigmas indescifrables. Lo silenciado es presentificación del sentido ausente.

Ficha 18058- Pensando la psicopatología vincular desde la transmisión transgeneracional – Gomel, Silvia
Reflexionar sobre las ciencias de la subjetividad, lleva a un replanteo de la idea de sujeto. Nos hemos movido durante
mucho tiempo con el concepto de estructura familiar inconsciente, y en este momento está sobre el tapete la controversia
estructuralismo-antiestructuralismo-posestructuralismo. Es importante poder revisar el concepto de estructura a la luz de
estas problemáticas, para saber con qué noción nos estamos moviendo, qué alcances tiene y cuáles son sus límites.

La idea de complejidad
La estructura familiar inconsciente, ¿se refiere a sistemas simples o complejos? Porque la diferencia entre un sistema
cerrado simple y un sistema que tiende a la complejidad, arma una psicopatología diferencial. Es interesante hacer una
divisoria de aguas entre lo complicado y lo complejo.
- Un sistema complicado tiene muchas variables que necesitan ser desarmadas una por una para lograr su
comprensión.
- En un sistema complejo, en cambio, no conocemos todas las variables, por lo tanto, nunca vamos a lograr una
comprensión cabal.
Una idea revolucionaria de los nuevos paradigmas es que un sistema, en su camino de transformaciones, puede elegir
entre diversas alternativas, no siendo posible saber a priori cuál va a elegir: depende de su historia y de las condiciones
específicas contextuales en ciertos puntos críticos de su desarrollo.
- La idea que subyace a un sistema simple es que, conociendo todas sus condiciones de partida, podemos prever sus
transformaciones, y lo aleatorio son las posibilidades de transformación acotadas que tiene este sistema. No
sabemos en cuál va a devenir, pero si sabemos que hay un número fijo de transformaciones.
- En cambio, esta idea novedosa de complejidad, implica que resulta imposible conocer todas las condiciones de
partida, no por ignorancia del investigador, sino por la propia condición de complejidad. Tampoco podemos
prever todas las alternativas. Por lo tanto, un sistema que entre en situación de transformación puede derivar,
puede elegir distintas alternativas, siendo imposible predecir cuál va a ser el destino final de la transformación.
Los momentos de estabilidad en los sistemas son breves, pues se hallan en permanente estado de transformación, de
desequilibrio. El equilibrio, donde rigen las leyes, es solamente una meseta entre momentos de inestabilidad.
Nuestra idea de la estructura como modo de acercamiento a lo psicopatológico, de improviso se nos aparece como aquello
que decanta en un universo de transformaciones. Eso que vemos como estructuración donde rigen las leyes, donde
aparecen invariancias, en realidad son los momentos más fugaces del sistema, que en la mayor parte de su tiempo está en
situación de inestabilidad, buscando y armando alternativas.
Las ciencias de la complejidad se fundamentan en un grupo de hipótesis:
 Identidad dinámica: Las partes de un todo complejo y sus propiedades sólo adquieren sentido en la interacción,
y en relación a la organización total. Identidad dinámica significa que no existe el ser en sí mismo, existe el ser
en la interacción. El ser deviene, no es, y lo hace en la interacción con el otro. No existe una identidad que se
sostenga en sí misma, sino en redes anudadas.
 Totalidad compleja no totalmente especificable: El sistema complejo es un sistema abierto en altísima
interacción con su medio. Su identidad se sostiene en la ligadura, y esta totalidad compleja lo es porque es difícil
y porque no es totalmente decible. No hay modo de desarmarla y volverla a armar.

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Resumen- Psi Jurídica

 Autonomía relativa: No existen las leyes deterministas como destino inapelable. El sistema es flexible y nada
puede ser pensado como una causalidad absoluta.
 El universo como entramado relacional: Ya no se habla de causa sino de condiciones de emergencia, de factores
coproductores.
Esto ha dado origen a las cuestiones de la interdisciplina y la transdisciplina. No hay una sola disciplina que pueda saturar
un fenómeno abordado desde las ciencias de la complejidad.
En los momentos de inestabilidad de las situaciones complejas de crisis, existe incertidumbre en cuanto a dónde va a
llevar esa crisis. Los momentos de mayor probabilidad de predicción son los de estabilidad. Pero los sistemas complejos
tienen como característica la de estar mayormente en situación de crisis. Entonces, ¿cómo enfocar la cuestión de la
psicopatología en lo vincular? Me inclino a pensar que la psicopatología vincular me remite más a heterogeneidades que a
homogeneidad. La heterogeneidad tiene que ver con lógicas diversas que atraviesan los vínculos, con mecanismos
diferenciales coexistentes. Órdenes diversos que enmarcan situaciones de estabilidad y de cambio, poniendo a trabajar las
problemáticas.

La transmisión transgeneracional
La vincularidad implica para el sujeto una exigencia de trabajo, distinta a la que le impone lo pulsional que se funda en
dos cuestiones:
a- Pertenecer a una línea genealógica.
b- Velar por lo imposible para lograr la consolidación del vínculo.
Pertenecer a una línea genealógica implica que somos desde el inicio sujetos de genealogía. Pertenecemos a una línea
genealógica que tiene ascendientes y descendientes. Nuestra historia transgeneracional requiere una exigencia de trabajo
psíquico para poder subjetivizarla. Línea genealógica que nos enfrenta con lo vivido ancestral, hecho carne en nosotros a
través de nuestra psique. La transmisión transgeneracional tiene tres vías:
 Simbólico: Tiene que ver con el tema del parentesco y los mandatos fundantes de la cultura. El sistema
simbólico coloca a la línea genealógica en relación al linaje como un modo clasificatorio de los individuos para
que pueda efectivizarse la prohibición del incesto. Sistema clasificatorio que permite la efectivización de las
normas básicas de la cultura. El linaje otorga las certezas que necesita un sujeto para convertirse en sujeto
genealógico: tener especificado con claridad un sucesor y un antecesor.
 Imaginario: Se trasmite transgeneracionalmente tanto el imaginario social como el familiar. El imaginario
social implica todas aquellas cuestiones relacionadas con las creencias, valores, los cánones estéticos, la
axiología que son transmitidos a cada uno de los integrantes de la cultura. El imaginario social se transmite a
través del imaginario familiar, porque si bien cada familia tiene un sistema de valores, ideales, supuestos
identificatorios que la singulariza, también por estar inmersa en una sociedad recoge el imaginario social de su
época. Asimismo, se trasmiten los modos en que este imaginario produce significación, es decir, se transmite
una semiosis social, los modos de producción de sentido que tiene una sociedad. En el imaginario familiar
encontramos la transmisión por la vía de las identificaciones.
 Real: Es aquella transmisión que especifica la herencia de las cuestiones no representadas por los ancestros. En
esta se transmite lo que no logró estatuto representacional, se transmite el vacío de significación. Esta
insistencia de la desligadura que busca ligadura, trasciende la vida de los individuos y perfora otras
generaciones; va avanzando de generación en generación para encontrar esa ligadura, cayendo sobre
generaciones que quizás no tienen noticias de los hechos.

La cuestión de la negatividad
Un segundo motor de la vincularidad tiene que ver con la negatividad. Una de las revoluciones que trae el pensamiento
complejo es la cuestión de la negatividad, del no ser. La vincularidad tiene en sí misma, el no-vínculo, la imposibilidad
vincular. El vínculo ostenta como contracara ineludible su propia imposibilidad. El vínculo es un no-todo, soporta un
lugar imposible donde los seres humanos estamos irremediablemente solos y no podemos cubrir esa soledad radical. La
exigencia de trabajo de la vincularidad marca la necesidad de transformar lo imposible en prohibido. Es decir, podemos
hacer el movimiento de velar la imposibilidad del vínculo para lograr armar un vínculo, porque si la posibilidad se
muestra en toda su desnudez, no es posible armar un lazo. Para poder tejerlo es necesario un movimiento de desmentida,
desmentir que el vínculo es imposible.
Sabemos que aquello que se desmiente queda como exterioridad del vínculo, y como tal es motor. Justamente el hecho de
que un vínculo no puede saturar aquello que se espera de él, lo constituye en motor. La transmisión transgeneracional de
las significaciones, en relación a la pertenencia a un linaje, y el concepto de imposibilidad vincular (velamiento
indispensable para poder constituir el vínculo), son los dos motores básicos, en cuanto a exigencias de trabajo de la
vincularidad.

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Resumen- Psi Jurídica

Momentos de retorno
Una línea posible para ir marcando ejes en el funcionamiento de la familia se refiere a los momentos de retorno. Las
producciones vinculares son modos de retorno de aquello que en la familia se ha constituido frente a las exigencias de la
vincularidad. Hay que pactar, hay que acordar qué va a quedar fuera del vínculo y qué puede ingresar en él. Los
indicadores, o el material clínico vincular, desde otro punto de vista, son modos de retorno de aquello que tuvo que ver
con la exigencia de la vincularidad.
Existen formas de retorno que están en el plano de la representación, que tienen que ver con lo simbólico y lo
imaginario, con posibilidades de velamiento de lo imposible vincular, con un sostén importante en los temas de linaje y
del armado identificatorio. Modalidades de retorno que llamo producciones del decir. Otro modo de retorno es el que he
denominado «precipitaciones del hacer», que se da cuando «se hace sin saber lo que se hace» (Nasio). El hacer tiene que
ver con una acción que enmarca el sinsentido. Haceres que se presentan y no se representan, arman un perfil vincular
donde lo que está en juego en forma predominante es la transmisión transgeneracional de lo no representado. Las
cuestiones ancestrales irrepresentadas en los vínculos giran hacia lo motor, no transitan por la vía de la representación. Se
precipitan en la acción como desesperado intento de poner en escena lo que no ha logrado escena psíquica. Lo que no
logra escena psíquica se coloca en una escena fuera de escena, la realidad.
Desde el punto de vista de la transmisión transgeneracional en estos vínculos, donde prepondera el hacer, prepondera la
presentificación y no la representación; esta tercera vía es la que está en juego. Desde la negatividad, insiste la falta en el
velamiento de la imposibilidad vincular, y retorna algo del orden de lo imposible del vínculo. Cuando el vínculo no logra
velar esa imposibilidad, no logra sostener a los partenaires en lo vincular, y éstos caen. Perfiles donde no hablamos de
síntomas, sino de patologías de acción, patologías vinculares del hacer.
Una diferenciación de cuestiones básicas en la vincularidad es lo atinente a presentación, representación-síntoma,
presentificación del hacer, porque eso lleva a una posición del analista disímil, pues los vínculos en los que tenemos una
trama representacional (con una fuerte apoyatura en lo simbólico y lo imaginario como respuesta a la exigencia de trabajo
de la vincularidad) son aquellos en los cuales la interpretación es una herramienta posible a través de la atención flotante.
Hay construcción de una dimensión inconsciente vincular, un ciframiento. Cuando nos encontramos frente a una
vincularidad en la cual los retornos son del orden de lo no representado y de la imposibilidad vincular, justamente lo que
no se ha podido lograr plenamente es el nivel de lo inconsciente. Mal podría el analista usar la interpretación para tratar
de descifrar, cuando lo que no se puede es cifrar. En estos casos estamos frente a la necesidad de producir
representaciones para que se constituya lo inconsciente, y otorgar así posibilidades representacionales a vacíos de
semantización que vienen a través de las generaciones. Construir inconsciente en los vínculos tiene que ver con ligar.
Cuando hablamos de estructura familiar inconsciente, presuponemos vínculos en lo que se ha podido armar lo
inconsciente. Pero hay otros modos de vincularse donde los montos desligados de energía que no han logrado la
representación a través de las generaciones no están constituidos como inconscientes, y necesitan un trabajo de ligadura
con la representación para que se frene una actividad o un accionar alocado.

Ficha 2474- Modificaciones relevantes del Código Civil y Comercial de la Nación. Algunas explicaciones
sobre la familia – Mugnaga y Sullivan (Leer directamente digital)

Ficha 9031- Ley 11.453 (Leer directamente digital) TAMBIÉN SE ENCUENTRA EN LA U.10

Ficha de cátedra- Síndrome de Alienación Parental (S.A.P), por qué no – Llarull, Graciela
El presente trabajo intenta presentar una descripción de esta supuesta nueva nominación a conductas añejas incluidas en
el abuso emocional ejercido por padres sobre sus hijos como forma de maltrato. Las ciencias de la salud, acuerdan en
designar como síndrome sólo (y sólo sí) a un grupo de signos y de síntomas constantemente relacionados entre sí, que
expresan una situación patológica; cuando se corroboran, a través de un número considerable de casos y durante un
tiempo prolongado, la concurrencia de los signos y síntomas que lo conforman. Cuando a su vez, se convalidó la
metodología utilizada y cuando se expusieron los estudios y pruebas a consideración de la comunidad científica, para que
cualquier profesional del sector pueda fácilmente verificarlo de manera objetiva.
De acuerdo a la Revista Americana de Psicología Forense, el SAP “… Se refiere a un trastorno cuya principal
manifestación es la campaña injustificada de denigración del niño hacia el padre, o el rechazo al mismo, debido a la
influencia del otro combinada con la propia contribución del niño. Notar los tres esenciales elementos de esta
definición:
1. rechazo o denigración hacia un padre que llega al nivel de una campaña, es persistente, no es solamente un
episodio ocasional;
2. el rechazo está injustificado, el alejamiento no es una respuesta que pueda ser razonable a los comportamientos
del padre rechazado.

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Resumen- Psi Jurídica

3. es en parte el resultado de la influencia del otro padre. Pero si alguno de estos tres elementos estuviera ausente,
el término Síndrome de Alejamiento Parental no puede ser utilizado…”.
R. Gardner, médico clínico, lo definió como un “lavado de cerebro” al cual uno de los progenitores, somete al hijo/a, en
contra del otro progenitor, logrando de este modo “alienar”, quitar a ese padre de la vida del hijo/a, hasta hacerlo
“desaparecer”, haciendo, en algunos casos, que le niñx invente que su padre abusó sexualmente de él/ella. Gardner asoció
este pretendido síndrome de alienación parental, a casos de litigio por la custodia de los hijos y en especial cuando se
acusaba al progenitor de abuso sexual hacia el/la hijo/a.
Por otro lado, existen proyectos que pueden tener fines loables como evitar que los hijos se conviertan en trofeos de
parejas divorciadas, sin embargo, se esconde como tema de fondo la revinculación de los chicos abusados o maltratados
con padres violentos. Este tipo de proyectos constituye un avance de los sectores que procuran invisibilizar las situaciones
de abuso sexual y violencia doméstica y contrarrestarlas mediante la judicialización y penalización del adulto protector.
De este modo, obtendrían un arma eficaz para bloquear las investigaciones sobre abuso y violencia familiar, a la vez que
contribuirían a revictimizar y a estigmatizar a quienes ya resultan víctimas del maltrato institucional que suele imponer a
la víctima nuestra cultura judicial en esta materia (J. P. Gallego).
De todas maneras, así como no podemos considerar que todas las denuncias son inventadas, co-construidas por el
progenitor oponente, tampoco podemos decir que no se presenten manipulaciones. La labor profesional deberá ser
responsable y no tomar una posición previa dejándose influenciar por alguna de las partes. Y utilizar las técnicas de
diagnóstico adecuadas para conocer el estado del niño/a al momento de realizar la evaluación.
A continuación, se presenta un cuadro orientativo de diferenciación entre el relato espontáneo o co-construido de un niño.

Diferencias entre ambas situaciones

Abuso sexual S. A. P
El hijo recuerda lo ocurrido sin ninguna ayuda externa. El hijo programado no ha vivido lo que su progenitor
denuncia. Necesita recordar.
Los datos que aporta son creíbles, con mayor cantidad y Los datos que aporta son menos creíbles, carecen de
calidad de detalles. Detalles e incluso son contradictorios entre hermanos.
Los conocimientos sexuales son inapropiados para su edad: No tiene conocimientos sexuales de carácter físico (sabor,
erección, eyaculación, felación, sabor del semen, etc. dureza, textura, etc.)
Suelen aparecer indicadores sexuales (conductas No aparecen indicadores sexuales.
sexualizadas, conducta seductora con adultos, juegos
sexuales precoces e inapropiados con iguales).
Suelen existir indicadores físicos (infecciones, lesiones) No existen indicadores físicos.
del abuso.
Suelen presentarse trastornos funcionales (pautas de sueño No suelen presentarse trastornos funcionales
alteradas, enuresis, encopresis, trastornos de alimentación) acompañantes.
Suelen presentarse retrasos educativos (dificultades de No suele presentarse retraso educativo consecuente con la
concentración, atención, falta de motivación, fracaso denuncia.
escolar).
Suelen presentarse alteraciones en el patrón de interacción El patrón conductual del sujeto no se ve alterado en su
del sujeto abusado (cambios conductuales bruscos, entorno.
aislamiento social, consumo de alcohol o drogas,
agresividad física y/o verbal injustificada, robos, etc.).
Suelen presentarse desórdenes emocionales No aparecen sentimientos de culpa o estigmatización o
(sentimientos de culpa, de estigmatización, síntomas conductas de autolisis.
depresivos, baja autoestima, llanto inmotivado, intentos
de suicidio).
El menor siente culpa o vergüenza de lo que declara. Los sentimientos de culpa o vergüenza son escasos o
inexistentes.
Las denuncias por abuso son previas a la separación. Las denuncias por abuso son posteriores a la separación.
El progenitor se da cuenta del dolor y la destrucción de El progenitor no tiene en cuenta, ni parece importarle, la
vínculos que la denuncia provocará en la relación familiar. destrucción de los vínculos familiares.
Sería esperable que un progenitor que abusa de sus hijos Un progenitor alienado aparenta estar sano en las distintas
pudiera presentar otros trastornos en distintas áreas de su áreas de su vida.
vida.
Un progenitor que acusa a otro de abuso de sus hijos lo Un progenitor programador sólo denuncia el daño ejercido
suele acusar también de abusos a sí mismo. hacia sus hijos.

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Resumen- Psi Jurídica

Unidad 10
Ficha 6620- Concepto de capacidad en el Código Civil y Comercial. Rol del Psicólogo Jurídico – Barrio,
Pamela
Introducción
La Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad del año 2006 y la Ley de Personas con Discapacidad
(ley 26.378) plantean un cambio de paradigma en relación a los conceptos de discapacidad y su correlato jurídico de
incapacidad.
El paradigma viejo, planteaba un modelo médico, donde la persona era declarada incapaz a partir de un certificado
médico. Una vez establecida esta incapacidad, quedaba permanente, igual para todos los casos, (sin revisar) y absolutas,
restringiendo todo el ejercicio de las capacidades de una persona. La ley privaba a las personas físicas de la facultad de
obrar por sí mismas, declarándolas incapaces, fundada en la falta o insuficiencia de su desarrollo mental (caso personas
por nacer, menores, dementes) o por la incapacidad de manifestar su voluntad (caso de sordomudos que no pueden darse
a entender por escrito).
El nuevo paradigma, plantea un concepto social de la incapacidad, y esto es lo que retoma el nuevo Código Civil y
Comercial (CCyC). Así, todas las personas son sujetos de derecho siendo la capacidad de las personas la regla, y su
restricción una excepción que debe fundarse. Así se establece que, ante la restricción para “determinados actos” se
designarán los apoyos necesarios que deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las
preferencias de la persona protegida.

Acerca de los conceptos de capacidad-incapacidad


La capacidad es la aptitud de la persona para ser titular de derechos, adquirir obligaciones y ejercer
dichos derechos por sí misma. El derecho civil tradicional ha calificado a la capacidad como un atributo de la
persona, inherente a su condición de tal; por su parte, el reconocimiento de la capacidad guarda relación con el respeto de
la dignidad y libertad personal y por ello sus eventuales limitaciones solo pueden ser establecidas legalmente. El concepto
de capacidad se ha dividido en capacidad de derecho y capacidad de hecho (o de obrar, de ejercicio o goce).
 La capacidad de derecho refiere a la aptitud que toda persona tiene para adquirir derechos y contraer
obligaciones, por el solo hecho de ser tal.
 La capacidad de hecho, también llamada capacidad de obrar, refiere a la aptitud de la persona para adquirir y/o
ejercer tales derechos por sí misma. Se refiere a la aptitud para actuar por sí mismo los derechos reconocidos por
el ordenamiento. En el nuevo CCyC se hablará de capacidad de ejercicio: toda persona puede ejercer por sí los
actos jurídicos, con las solas excepciones establecidas en la norma.
La capacidad será el principio a partir del cual, eventualmente, podrán disponerse restricciones puntuales y en última
instancia, interdicciones generales.

Capacidad de Derecho:
ARTÍCULO 22.- Capacidad de derecho. Toda persona humana goza de la aptitud para ser titular de
derechos y deberes jurídicos. La ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples
actos, o actos jurídicos determinados.
Las incapacidades de derecho se instituyen en protección de ciertos intereses y nunca de modo general en referencia a
una persona, ya que ello importaría negar el concepto de sujeto de derecho, propio de la persona humana.
La incapacidad de derecho apunta a la consideración de dicha persona frente a determinados actos concretos; así, por
ejemplo, las incapacidades establecidas en relación a la celebración de determinados contratos —compraventa,
donación—, los contratos prohibidos entre padres e hijos en el ejercicio de la responsabilidad parental, ente el tutor y su
pupilo, las inhabilidades para suceder, etc. Las limitaciones a la capacidad no pueden ser totales o absolutas, de un modo
que elimine la condición de persona o importe la consecuencia de “muerte civil” (esclavitud).

Capacidad de Hecho o de ejercicio:


ARTÍCULO 23.- Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos,
excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial.
La capacidad de hecho se define como la capacidad de obrar, de acto; es por ello que también es llamada capacidad de
ejercicio o de goce. Desde una perspectiva tradicional, las regulaciones jurídicas han diseñado como justificación o
fundamento de estas incapacidades la protección del sujeto; las restricciones admisibles a la capacidad de hecho se
fundan en ciertas condiciones de la persona (tradicionalmente, la minoría de edad y la condición de salud mental) que la
tornan vulnerable frente a terceros, exponiéndola a riesgo de perjuicio o abuso en el libre tráfico jurídico.
Personas incapaces de ejercicio:
ARTÍCULO 24.- Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:

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a. la persona por nacer;


b. la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance dispuesto en la
Sección 2ª de este Capítulo;
c. la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa decisión.
La norma enumera a quienes resultan las personas incapaces de ejercer su capacidad jurídica (capacidad de ejercicio, goce
o de hecho). En estos casos, la respuesta legal para suplir dicha incapacidad es la figura de la representación, conforme
regula el art. 100 y ss. CCyC.
• La persona por nacer: Es clara su imposibilidad de ejercer derechos. Que la persona por nacer ostenta la condición
de persona humana surge del art. 19 y ss. del CCyC. Son representantes de las personas por nacer, sus padres —art.
101, inc. a) CCyC—.
• La persona menor de edad que no cuenta con edad y grado de madurez suficiente. La única distinción etaria que
impone la nueva normativa es la que delimita entre niños y adolescentes, siendo el punto de efracción el de los 13
años de edad. Sin embargo, esta sola circunstancia no basta por sí sola para definir la existencia de capacidad para
todos los casos. El requisito normativo es mixto: la edad y la madurez suficiente.
La referencia a la presencia de una cierta “edad y madurez suficiente” da cuenta de que el sistema se aleja de conceptos
más rígidos al tiempo que emparenta mayormente con la noción bioética de “competencia”, que refiere a la existencia de
ciertas condiciones personales que permiten entender configurada una determinada aptitud, suficiente para el acto de
cuyo ejercicio se trata. Esta noción toma en consideración la posibilidad personal de comprender, razonar, evaluar y
finalmente decidir en relación al acto concreto en juego. si bien una persona puede ostentar capacidad en términos
generales, como noción quizás más “transversal”, puede en cambio carecer de competencia para la toma de determinadas
decisiones; a la inversa, la carencia de la tradicional capacidad civil no impide admitir la aptitud de la persona que
demuestre comprender, razonar y definir opciones en relación a un acto concreto. Por ello, todo el régimen de capacidad
de los menores de edad no se asienta en condiciones etarias puras, sino que introduce la pauta más maleable y permeable
de “madurez suficiente”, que permite discernir, en el caso concreto, la posibilidad de tomar una decisión razonada en
relación al acto concreto, apareciendo, así como un sistema más justo y cercano al respeto de la persona humana.
En este caso, será necesaria la evaluación del psicólogo jurídico, dentro del equipo técnico de los
Juzgados de Familia, donde se evaluará la madurez del niño y adolescente en relación al concepto
incorporado de autonomía progresiva.
Este parámetro, independiente de la capacidad civil, habilita la actuación de derechos en forma directa por su titular. Ello,
aun cuando este no tenga plena capacidad, pero se evalúe que puede formar convicción y decisión razonada respecto a la
cuestión a decidir. Iguales edades no significan capacidades iguales y un mismo niño presentará capacidad suficiente para
ciertos actos y no para otros. Teniendo en consideración que este ejercicio personal puede generar conflictos con las
decisiones de los representantes legales, la norma brinda respuesta a través de la facultad del niño, niña o adolescente de
defender su posición con el auxilio de asistencia letrada, y para ello se incorpora la figura del abogado del niño/a (Art. 27,
ley 26.061).
• La persona declarada incapaz por sentencia judicial. Hace referencia a la persona declarada incapaz por sentencia
judicial y en la extensión dispuesta en dicha resolución. La evaluación del psicólogo jurídico como miembro
del Equipo Técnico dentro de los Juzgados de Familia, es clave en el auxilio al Juez para que pueda
determinar en cada caso esas restricciones. De esta manera, el psicólogo evaluará la capacidad de
comprensión y razonamiento que requiera cada acto concreto en juego en un sujeto determinado.

Restricciones a la capacidad
ARTÍCULO 31.- Reglas generales. La restricción al ejercicio de la capacidad jurídica se rige por las
siguientes reglas generales:
a. la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume, aun cuando se encuentre internada en
un establecimiento asistencial;
b. las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se imponen siempre en beneficio de la persona;
c. la intervención estatal tiene siempre carácter interdisciplinario, tanto en el tratamiento como en el proceso
judicial;
d. la persona tiene derecho a recibir información a través de medios y tecnologías adecuadas para su
comprensión;
e. la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con asistencia letrada, que debe ser
proporcionada por el Estado si carece de medios;
f. deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y libertades.

A partir de este artículo, el nuevo CCyC diseña el régimen de restricciones a la capacidad de las personas mayores de edad.
El dictado de la Ley de Salud Mental, ley 26.657 (2010), fue el resultado del impacto de la doctrina de los DDHH en su
aplicación a las cuestiones vinculadas a la capacidad jurídica de las personas mayores de edad y una especificación
concreta de los derechos de las personas con discapacidad desde esta perspectiva, que adopta el modelo social de la
discapacidad. Efecto de lo dictado por la ley resulta la inadmisibilidad del dictado de sentencias atributivas de
“incapacidad”, fundadas exclusivamente en la sola condición de salud mental, debiendo los Estados, por el contrario,

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Resumen- Psi Jurídica

diseñar modelos de apoyo al ejercicio de la capacidad jurídica. La capacidad será el principio a partir del cual,
eventualmente, podrán disponerse restricciones puntuales y no interdicciones generales sobre la capacidad.

El articulo 32 expresa:
ARTÍCULO 32.- Persona con capacidad restringida y con incapacidad.
El juez puede restringir la capacidad para determinados actos de una persona mayor de trece años que padece una
adicción o una alteración mental permanente o prolongada, de suficiente gravedad, siempre que estime que del
ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su persona o a sus bienes.
En relación con dichos actos, el juez debe designar el o los apoyos necesarios que prevé el artículo 43, especificando las
funciones con los ajustes razonables en función de las necesidades y circunstancias de la persona. El o los apoyos
designados deben promover la autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las preferencias de la persona
protegida. Por excepción, cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su entorno y
expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos resulte ineficaz, el juez puede
declarar la incapacidad y designar un curador.
El nuevo CCyC diseña como regla general la restricción al ejercicio de la capacidad y, solo excepcional y subsidiariamente,
y al único fin de protección de los derechos de la persona, su eventual declaración de incapacidad. En el supuesto de
restricción a la capacidad, procede la designación de persona/s de apoyo, cuya función es “... promover la autonomía y
favorecer las decisiones que respondan a las preferencias de la persona” (art. 43 CCyC). El o los apoyos designados deben
promover la autonomía y favorecer las decisiones que respondan a las preferencias de la persona protegida. La solución
establecida por el CCyC responde a la eliminación de las respuestas de sustitución y su reemplazo por figuras de asistencia
y apoyo para el ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad mental.
Por lo tanto, en el supuesto en que la persona se halle en una situación extrema, en que se vea imposibilitada
absolutamente de interactuar con su entorno, por cualquier medio, el Código expresa que el juez se incline por: luego de
haber provisto los apoyos adecuados para la toma de decisiones, y si estos resultaran ineficaces, recién entonces se
pronuncie por declarar la incapacidad; pero solo como última instancia. Así, la declaración de “capacidad restringida”
requiere que la persona se encuentre en situación de daño a su persona o a sus bienes consecuencia de sus actos.
Nuevamente, el Juez de Familia, requerirá la evaluación correspondiente al Psicólogo Jurídico en cada
caso particular, acerca de la aptitud de la persona para comprender, razonar y expresar voluntad por
cualquier modo, medio o formato adecuado de su voluntad.

Representación y asistencia, tutela y curatela


ARTÍCULO 100.- Regla general. Las personas incapaces ejercen por medio de sus representantes los
derechos que no pueden ejercer por sí.
Las personas vulnerables, cuya capacidad de obrar sus derechos se encuentra limitada por la ley, se encuentran
resguardadas por un sistema de protección denominado “representación”.
ARTÍCULO 101.- Enumeración. Son representantes:
a. de las personas por nacer, sus padres;
b. de las personas menores de edad no emancipadas, sus padres. Si faltan los padres, o ambos son
incapaces, o están privados de la responsabilidad parental, o suspendidos en su ejercicio, el tutor
que se les designe;
c. de las personas con capacidad restringida, el o los apoyos designados cuando, conforme a la
sentencia, éstos tengan representación para determinados actos; de las personas incapaces en los
términos del último párrafo del artículo 32, el curador que se les nombre.
La representación legal de dichas personas se desarrolla a través de distintas instituciones: la responsabilidad parental
(para personas por nacer y niños/as o adolescentes), la tutela (para personas menores de edad que no estén bajo el
régimen de la responsabilidad parental o carezcan de adulto responsable), y los apoyos con facultades representativas,
reconocidos como “apoyos intensos”.

Proceso de declaración de restricción a la capacidad. Rol del Psicólogo Jurídico


Este proceso judicial, se inicia con una demanda ante el Juzgado de Familia donde se solicita la declaración de restricción
de la capacidad por determinada causa, al mismo tiempo que se ofrece el sistema o persona de apoyo. A continuación, se
realiza una breve historia de la patología que presenta el sujeto, las limitaciones en la vida que le genera, junto con
certificados médicos, psicológicos, y de otras especialidades que lo acrediten. Finalmente, se justifica la elección de la/s
personas de apoyo, teniendo en cuenta el apoyo de hecho que se viene haciendo hasta el momento de la presentación
judicial.
A continuación, se ofrecen las pruebas que acrediten lo dicho: documental (certificados, historias clínicas, documentos,
etc), informativa, testimonial y pericial interdisciplinaria.
En este caso, será el Equipo Técnico Interdisciplinario del Juzgado de Familia, el que de manera interdisciplinaria
evaluará y determinará la aptitud mental para ejercer sus derechos civiles, entendiendo esa aptitud como la capacidad
para conducirse a sí mismo, sus relaciones familiares y sociales y la capacidad para administrar sus bienes.

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Resumen- Psi Jurídica

El abordaje del sujeto como una integridad biopsicosocial, plantea la necesidad de la valoración interdisciplinaria
(psicológica, médica y de trabajo social) para evaluar la presencia de trastornos psíquicos, enfermedades médicas,
situación psicosocial y ambiental y la actividad global de la persona, pronóstico, posibilidad de autonomía para los
diversos actos y funciones que una persona podría realizar, como así también la evaluación de recursos personales,
familiares y sociales que la familia presenta.
Así, el psicólogo jurídico, como miembro del Equipo, evaluará el estado psicológico de la persona, la presencia de
alguna patología psíquica en tanto y en cuanto afecte las capacidades del sujeto mencionadas anteriormente, la fecha
de inicio de la problemática, pronóstico, qué sistemas de apoyo aconseja para el desarrollo de la vida diaria del
peritado y posibles tratamientos. Se consideran actos diarios de la vida común trabajar, viajar, asistir a eventos,
educarse, realizar tareas domésticas, actividades políticas como votar o afiliarse a un partido, acciones que tienen que
ver con la responsabilidad parental y diversos actos de la vida civil como contraer matrimonio, comprar, contratar,
disponer y administrar bienes, etc.
La confección del Informe Pericial se plantea de manera conjunta e interdisciplinaria, aportándole al juez una
valoración integral del sujeto, teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente.
Luego de la producción de toda la prueba, será mediante sentencia judicial la determinación de la declaración de la
restricción de la capacidad de la persona y la asignación de sus sistemas de apoyo, teniendo en cuenta que la sentencia, no
hace cosa juzgada, sino que debe ser revisada periódicamente, realizando un nuevo examen interdisciplinario.

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