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PROGRAMAS DE PREVENCIÓN
DEL SUICIDO EN JÓVENES ADULTOS
Resumen ................................................................................................................. 3
Capítulo 1. El suicidio ............................................................................................... 5
1.1 Concepto .................................................................................................................. 5
1.2 Teorías explicativas del suicidio ............................................................................... 6
1.2.1 Teoría interpersonal del suicidio ........................................................................... 6
1.2.2 Modelo integrado motivacional volitivo ................................................................. 7
1.2.3. Teoría de los 3 pasos ............................................................................................. 7
1.2.4. Teoría de la vulnerabilidad fluida......................................................................... 8
1.3 Mitos acerca del suicidio .......................................................................................... 9
Capítulo 2. El suicidio en jóvenes adultos .................................................................10
2.1 Tasas del suicidio en jóvenes adultos ...................................................................... 10
2.2 Factores de riesgo................................................................................................... 11
2.3 Factores protectores ............................................................................................... 17
Capítulo 3. Estrategias y programas de prevención .................................................20
3.1 Programa Gatekeepers para la prevención del suicidio en estudiantes universitarios20
3.2 Prevención de la conducta suicida de la Organización Panamericana de la salud .. 22
3.3 Programa de prevención SIAM (Suicide intervention assisted by messages) .......... 26
3.4 Enfoques anticipatorios de prevención teóricamente válidos de la OMS ................ 28
3.5 Factores de éxito en programas de prevención del suicidio..................................... 30
Conclusiones ..........................................................................................................31
Referencias.............................................................................................................34
Resumen
Este trabajo es una revisión bibliográfica, cuyo objetivo principal es realizar un análisis
sobre los distintos factores de riesgo y factores protectores del suicidio en jóvenes adultos,
como también los programas existentes para prevenirlo. El suicidio es un fenómeno
psicobiosocial que afecta a todas las edades. En el caso de los jóvenes es la primera causa de
muerte no natural, la tercera causa de muerte en el rango de 15-19 años y 20-24 y la segunda
causa de mortalidad en el rango de 25-29 años. Aun así, sólo 28 países tienen programas
nacionales de prevención. España no es uno de ellos.
Los jóvenes adultos pasan por una etapa vital vulnerable en donde distintos estresores
provocan sentimientos de ansiedad, desesperanza y soledad que, sumado a un déficit de
recursos psicológicos, sociales y económicos llevan a considerar el suicidio como la única
alternativa para terminar con el sufrimiento.
Palabras clave: suicidio, factores de riesgo, factores protectores, jóvenes adultos, programas
de prevención.
Abstract
Young adults go through a vulnerable life stage where different stressful life events
cause feelings of anxiety, hopelessness, and loneliness that, added to a deficit of psychological,
social, and economic resources, lead to considering suicide as the only alternative to end
suffering.
Suicide is on the rise, in Spain the year 2020 became the year with most suicides,
leading to an average of 11 suicides a day. That is why it is of the utmost importance to design
prevention strategies and programs that can avoid this preventable cause of death. In this sense,
this work aims to review the main existing prevention programs.
Key words: suicide, risk factors, protective factors, young adults, prevention programs.
Introducción
La adultez joven es una etapa vital que está llena de cambios que exigen una gran
adaptabilidad por parte del individuo. Por ejemplo, la transición de dejar de ser un adolescente
para convertirse en adulto, la elección de una carrera que puede que defina gran parte de nuestra
vida, la culminación de dichos estudios y el comienzo de la vida laboral, la búsqueda de una
pareja y la formación posterior de una familia, entre otros. Muchas veces el fallo ante estos
ajustes son fuente de estrés y problemas de afrontamiento que generan problemas de salud
mental. Algunos de los problemas de salud mental que acarrean estos cambios son: la
depresión, el abuso de alcohol y sustancias adictivas, la ansiedad, los trastornos alimenticios y
el suicidio, entre otros (Micin & Bagladi, 2011).
El suicidio es una de las causas principales de muerte en los jóvenes adultos, la primera
de manera no natural. Se ha demostrado que la tasa en los últimos años ha aumentado
significativamente. En el año 2020 España registró 3.941 suicidios, en promedio once suicidios
al día, convirtiéndose así en el año con más suicidios en la historia de dicho país (Romero,
2021).
Aun así, sorprende que el suicidio sigue siendo un tema tabú y al que se le da poca
atención, incluso en España no se cuenta actualmente con un plan de prevención para el
suicidio (Romero, 2021). “Solo 28 países cuentan con estrategias de prevención del suicidio y
solo 60 recogen datos fiables sobre las cifras” (Navarro-Gómez, 2017). Por ello, los objetivos
del presente trabajo consisten en revisar los factores de riesgo que hacen que una persona
considere quitarse la vida como solución a su sufrimiento y los factores de prevención para
aquella respuesta. Por otra parte, se pretende revisar y comparar los programas de prevención
existentes. Finalmente, se busca concienciar sobre el suicidio, desmentir mitos y ayudar a
identificar a personas que puedan estar en riesgo (de él).
Para ello, se realizó una revisión bibliográfica de artículos cuyo objeto de estudio
principal fue el suicidio. Para la obtención de información se utilizó las bases de datos Unika,
Pubmed y Psycinfo. La búsqueda de estos artículos fue guiada por palabras como: suicidio,
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factores de riesgo, factores protectores, jóvenes adultos, y programas de prevención. Fueron
seleccionados artículos entre los años 2011 y 2021. Para cada búsqueda se utilizaron booleanos
del tipo “OR” y “AND”, por ejemplo “suicide and young adults”.
Capítulo 1. El suicidio
1.1 Concepto
Para definir el suicidio es muy importante señalar la distinción entre el suicidio, intento
de suicidio e ideación suicida, ya que en muchos casos todos estos conceptos se engloban como
uno solo. Además estos pueden variar en severidad, frecuencia, intención y prevalencia.
El suicidio es aquel acto que culmina con la muerte de una persona a través de la
autolesión y cuyo objetivo era terminar con la vida. Por otro lado, el intento de suicidio es el
acto cuya intención iba dirigida a terminar con la vida, a través de un comportamiento
potencialmente peligroso, incluso si el comportamiento no termina siendo así. En cambio, la
ideación suicida es considerada como aquella que piensa sobre el suicido, lo considera y/o lo
planea (Klonsky et al., 2018).
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haber sido resultado de conductas dirigidas a quitarse la vida. Algunos de estos casos se ven
en los accidentes automovilísticos. Otro dato importante es que existen marcadas diferencias
entre ambos sexos, de tal manera que la tasa de los hombres triplica a la de las mujeres, siendo
esta relación inversa en caso de tentativas (Navarro-Gómez, 2017).
Por ello, a continuación, se hace una descripción resumida de las principales teorías
explicativas del suicidio.
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Algunos de los resultados arrojados por revisiones sistemáticas recientes sobre la
aplicación de esta teoría fueron, por una parte, una asociación robusta entre la percepción de
sentirse como una carga y el deseo de suicidio y una relación modesta entre la capacidad de
suicido y los intentos de llevarlo a cabo (Klonsky et al., 2018).
En este modelo también se habla de que las personas suicidas tienen un menor miedo a
la muerte y una mayor tolerancia al dolor, ya que están acostumbrados a autolesionarse (Fazel
& Runeson, 2020).
Aunque no se han hecho muchos estudios para probar esta teoría, los que se han hecho
han demostrado una asociación robusta entre los sentimientos de fracaso y encierro y la
ideación suicida. Por otra parte, se encontró que ciertas variables volitivas ayudan a distinguir
entre las personas que solo tienen ideación suicida y las personas que intentan el suicidio
(Klonsky et al., 2018).
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pues esta explica que cuando la vida es miserable o dolorosa con uno es porque está siendo
castigado por comprometerse con ella. No obstante, si la persona cree que con esfuerzo y
tiempo puede reducir el dolor que siente, su atención se centrará en conseguirlo y, por lo tanto,
tener un mejor futuro (Klonsky et al., 2018).
La teoría se compone por tres pasos: el primero se refiere a que la combinación del
dolor generalmente psicológico, aunque este puede no ser el único caso, y la desesperanza son
la causa de la ideación suicida. El segundo paso explica que la ideación suicida aumenta cuando
el dolor excede la interconexión, esta puede ser con seres queridos, algún rol altamente
valorado o cualquier propósito o sentido personal. En este caso, la ideación pasaría de ser
pasiva a una más activa y fuerte (Klonsky et al., 2018).
El tercer paso es explicado por Klonsky (2018) como el paso en donde la ideación
suicida progresa a la acción cuando la persona tiene la capacidad de intentar suicidarse. Esta
capacidad está compuesta por tres contribuidores: la disposición genética, por ejemplo, un
umbral alto de dolor o bajo miedo a la muerte, contribuidores adquiridos como los
mencionados en la teoría interpersonal (sentirse como una carga, necesidad de pertenecer) y
contribuidores prácticos como poseer ciertos conocimientos y acceso a medios letales. Los
estudios sobre esta teoría demostraron que todos los pasos son predictores robustos de la
ideación suicida y que en el último caso los distintos contribuidores de la capacidad suicida
(genéticos, prácticos y adquiridos) son predictores robustos del intento suicida, incluso más
aún que de la ideación suicida (Klonsky et al., 2018).
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Otro aspecto importante de esta teoría, es que está basada en elementos dinámicos
temporales, el primero es que el riesgo suicida tiene algunas propiedades dinámicas que
fluctúan en respuesta al ambiente y procesos individuales. Por otro lado, el segundo elemento
es que el riesgo suicida tiene propiedades estables que resisten el cambio con el paso del
tiempo, el tercero es que el riesgo suicida surge a partir de la interacción de procesos de riesgo
dinámicos y procesos de riesgo estables y el cuarto explica que el riesgo suicida puede ser
resuelto cuando los demás dominios del modelo suicida están claramente
identificados (Klonsky et al., 2018).
o En realidad, los suicidas muchas veces no quieren morir pero ven la muerte
como su única opción para acabar con el sufrimiento que sienten. Por ello, es
importante proporcionar un apoyo emocional en el momento adecuado, puesto
que puede ayudar a prevenir un suicidio.
o Es cierto que la ideación suicida pueda volver a presentarse, sin embargo, los
pensamientos suicidas no son permanentes y quienes los hayan tenido e incluso
quienes hayan intentado consumarlos, pueden tener una vida larga
posteriormente.
• “Hablar del suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo”
9
o Debido a que hay mucho estigma acerca del suicidio, las personas que lo están
considerando no saben con quién hablar sobre lo que les están pasando. Esto los
frena a buscar ayuda, en cambio si se fomenta a hablar abiertamente sobre el
tema, puede darle tiempo a la persona para que pueda reconsiderar su decisión
y así prevenir el suicidio.
Como se puede observar, aunque el rango de edad donde se encuentran los jóvenes
adultos no es el más grave, no se encuentra demasiado lejos del que sí, por lo que podemos
considerar estas cifras importantes y alarmantes. Además, es importante resaltar que en el año
2020 España alcanzó un nuevo record en cuanto a tasas de suicidio, desde que estas se registran
(año 1906), y que en el caso de las mujeres no se habían superado nunca antes las 1000 muertes
a causa del suicidio (Fundación Española para la prevención del suicidio, 2021).
Además, es interesante destacar que el 77% de las muertes por suicidios ocurrieron en
países de bajos-medianos ingresos y que más del 58% de suicidios fueron cometidos por
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personas menores a 50 años, incluso el 88% de los adolescentes fallecidos por suicidio venían
de países de bajos-medianos ingresos. Sin duda, es importante tomar en consideración que más
de la mitad de los suicidios a nivel mundial son llevados a cabo por una población joven y que
la mayoría ocurren en países con bajos ingresos (WHO, 2019).
Para explicar algunos de los factores de riesgo intrínsecos, los estudios de Anderson
Siqueira Pereira y colaboradores (2016) encontraron resultados importantes. Cabe resaltar que
su estudio fue realizado en Brasil y que las personas evaluadas se encontraban en un rango de
edad entre 18 a 30 años. En total participaron 189 jóvenes, los cuales fueron divididos en tres
grupos: aquellos que tenían un historial de ideación suicida, pero nunca intentaron cometer un
suicidio; aquellos que ya habían tenido intentos de suicidio; y aquellos que nunca habían tenido
ideación suicida ni habían intentado terminar con su vida. El objetivo del estudio consistía en
analizar los factores de riesgo y factores protectores del intento de suicidio en la adultez
emergente (emerging adulthood).
En cuanto a los factores de riesgo, consideran que algunos de ellos son: una familia
disfuncional, inestabilidad económica, haber tenido experiencias de abuso sexual físico y
psicológico, vivir en comunidades violentas y trabajar en condiciones no óptimas, abuso de
sustancias, sexo desprotegido, baja auto estima, baja percepción de autoeficacia, ansiedad
social y mala calidad de relaciones familiares y de amistades. El estudio se enfocó en los
últimos cuatro y descubrieron diferencias significativas entre los grupos.
Por una parte, descubrieron que la calidad de la relación familiar presentó diferencias
significativas entre el grupo de las personas que habían intentado suicidarse y que todavía
tienen ideación suicida y el grupo que ya no lo tiene, por lo que se cree que hay una relación
entre la calidad de la relación familiar y el intento de suicidio (Pereira et al., 2018). En cuanto
a la ansiedad social, se encontraron diferencias significativas en todos los grupos. Como había
de esperarse, el grupo con intentos de suicidio previos resultó presentar los niveles de ansiedad
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social más altos, en segundo lugar, se encontró el grupo con ideación suicida, lo que indica que
la ansiedad social es un factor de riesgo tanto para la ideación suicida como los intentos (Pereira
et al., 2018). Padecer de ansiedad social es un factor de riesgo importante, ya que esto
dificultaría crear redes de apoyo interpersonales y al mismo tiempo puede generar aislamiento,
lo cual solo aumentaría sentimientos como la soledad o desesperanza. Como factor de riesgo
intrínseco, un estudio llevado a cabo por Owusu-Ansah (2020) encontró que el distrés
psicológico o angustia psicológica está presente tanto en la ideación suicida como en los
intentos de llevar el suicidio acabo.
Otro estudio conducido por los psiquiatras Seena Fazel y Bo Runeson (2020)
determinaron que los factores de riesgo son definidos en gran medida en la etapa vital por la
que se encuentra la persona y que el suicidio sería el resultado del cúmulo de factores de riesgo
a lo largo de la vida (Fazel & Runeson, 2020). Por otra parte, a nivel individual encontraron
que enfermedades de la salud mental como: la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia,
el abuso de sustancias, y otras enfermedades neurológicas como la epilepsia y lesiones
cerebrales aumentan por tres las probabilidades de consumar un suicidio.
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Seen Fazel y Bo Runeson (2020) también señalan que la presencia de factores sociales
como dificultades económicas, puede cambiar en gran medida la influencia de los factores de
riesgo del suicidio. De esta manera, descubrieron que las personas con trabajos que no
requieren de una profesión específica tienen mayor probabilidad de cometer suicidio, debido
en gran parte a un mayor estrés psicológico. En cambio, personas con profesiones como
enfermeras, veterinarios, bomberos, médicos y policías, que tienen acceso a medios letales
también presentan tasas más altas de suicidio (Fazel & Runeson, 2020).
Por otro lado, algunos de los factores precipitantes hallados en la investigación de Fazel
y Runeson (2020) fueron: la noticia de padecer de una enfermedad crónica o terminal, el abuso
de sustancias adictivas como el alcohol y las drogas, el acceso a medios letales, la influencia
del medio (p. ej. el suicidio de una celebridad), y problemas en las relaciones como una
separación, la muerte de alguien cercano y otros eventos estresantes de la vida.
Otra cuestión importante hallada en dicho estudio es que, aunque una historia familiar
de suicidio es un factor de riesgo, y hay una aparente heredabilidad, no se han descubierto
genes que puedan demostrarlo. No obstante, existe una hipótesis que señala que ciertos
cambios producidos en la corteza prefrontal medial generan una sobre evaluación de algunas
señales sociales como el rechazo, déficits en respuestas emocionales, y una pobre capacidad
de toma de decisiones que incrementaría el riesgo de suicidio (Fazel & Runeson, 2020).
Gonzáles-Sancho y Picado Cortés (2018) realizaron una revisión sistemática sobre los
factores de riesgo y los factores protectores del suicidio en jóvenes latinoamericanos, en ella
encontraron muchos factores importantes, los cuales dividen en diferentes aspectos que
engloban la etapa vital respectiva de un joven; con relación a sus pares, en relación con los
medios de comunicación, en la relación con la dinámica familiar, y con relación a condiciones
biológicas o psiquiátricas. En este sentido, encontraron que la presencia de trastornos como la
depresión mayor aumenta el riesgo de cometer un suicidio, más aún si se suman crisis de
ansiedad, neuroticismo, pánico o estrés postraumático. Por otra parte, consideran como factores
de riesgo el trastorno bipolar, la esquizofrenia y otras enfermedades causadas por déficits en la
transmisión de neurotransmisores (González Sancho & Picado Cortés, 2020).
En cuanto a la relación con sus pares, describen como factores de riesgo embarazos no
deseados, relaciones complicadas con los padres, falta de recursos emocionales y económicos,
falta de relaciones afectivas estables, aislamiento, sentimientos de soledad, desempleo en
poblaciones de desigualdad, trabajos mal remunerados, entre otros factores psicosociales.
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Respecto a la dinámica familiar, señalan como factores de riesgo, la existencia de límites muy
rígidos entre los miembros, desconfianza en los padres o problemas de pareja, la presencia de
castigo físico, una convivencia conflictiva, la pérdida de alguno de los miembros de la familia
o un ser querido, antecedentes de intentos de suicidios o suicidios consumados, padres con baja
escolaridad, desempleo de alguno de los padres y las consecuencias a causa de ello. Por último,
los resultados de diferentes estudios con relación a la influencia de los medios de comunicación
como factor de riesgo del suicidio indican que el riesgo aumenta con la comunicación del
suicidio de alguien famoso. En este sentido, también destaca el efecto “Werther” o efecto
copycat, por el cual la persona ante la observación o información del suicidio de alguien,
generalmente alguien conocido, busque imitarlo. Casos conocidos son los suicidios de Marylin
Monroe y Kurt Corbain, aunque también puede suceder dentro del contexto familiar
(Castilleros, s.f).
• Sistema de salud:
• Sociedad:
• Comunidad:
o Discriminación
o Traumas o abuso
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• Relaciones:
• Individuo:
o Trastornos mentales
o Desesperanza
o Dolor crónico
A modo de resumir los distintos factores de riesgo expuestos por diferentes autores se
ha procedido a sintetizarlos en la siguiente tabla:
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Factores intrínsecos Factores extrínsecos
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Factores genéticos y Barreras para acceder a la atención de salud
biológicos
Al igual que el anterior estudio, Fazel y Runeson (2020) también descubrieron que
estar afiliado a algún grupo religioso actúa como factor protector, aunque no en aquellos grupos
que son muy pequeños y están socialmente aislados. Por otro lado, muchos estudios coinciden
en que la dinámica familiar puede ser un factor de riesgo o un factor protector, en este último
caso se consideraría factor protector si dentro de la familia hay buena comunicación,
autoestima, ausencia de agresiones tanto físicas como psicológicas y la proporción de apoyo
(González Sancho & Picado Cortés, 2020).
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manera más resiliente los estresores de esta delicada etapa vital. Respecto a factores protectores
extrínsecos, resaltan la calidad de las relaciones familiares y de amigos, las cuales son las más
importantes dentro de la red de apoyo de los jóvenes. En este sentido, se encontraron
diferencias significativas entre los grupos que no presentaban ideación suicida o habían tenido
intentos previos y los grupos que sí, lo mismo ocurre con las habilidades sociales, la autoestima
y la autoeficacia (Pereira et al., 2018). Un estudio realizado en jóvenes universitarios en Ghana
también demostró que la autoestima funciona como un factor protector de la ideación suicida,
mientras que el bienestar psicológico sería un factor protector del intento de suicidio (Owusu-
Ansah et al., 2020).
Poseer habilidades sociales demostró ser un factor protector, puesto que estas facilitan
las relaciones sociales y evitan conflictos interpersonales. En cambio, un déficit de relaciones
sociales puede generar problemas como: ansiedad social, pobre capacidad de resolución de
problemas, baja percepción de autoeficacia, baja autoestima, entre otras que aumentan el riesgo
de suicidio (Pereira et al., 2018).
Es importante resaltar que Pereira y colaboradores (2016) destacan que dichos factores
protectores anteriormente mencionados también funcionan como factores facilitadores para
quienes que ya presentan ideación suicida sean capaces de renunciar a ella y de encontrar
soluciones alternas al suicidio.
En un análisis realizado por Noelia Navarro (2016) también señala como factores
protectores: el manejo en la solución de problemas, la habilidad para las relaciones sociales, la
flexibilidad cognitiva, el tener hijos, hábitos de vida saludable, ser extravertidos, mostrar
actitudes y valores positivos, creencias religiosas, apoyo familiar y social, integración social,
adoptar valores culturales y tradicionales, recibir tratamiento integral, disponer de sistemas de
ayuda, y recursos, etc.
Una vez más, un estudio realizado por Jennifer Kyle (2013), cuyo objetivo era
investigar sobre el rol que cumple la espiritualidad como una variable mediadora del riesgo
suicida y factores protectores en adultos jóvenes mayores de 18 años, encontró diferencias
significativas entre los grupos sin creencias espirituales y con creencias espirituales. En este
último caso, el grupo presentó menor riesgo en comparación al otro y sugirió que abordan los
factores protectores de diferente manera, ya que se demostró que para los jóvenes con creencias
espirituales el modelo indica que factores protectores como una red social estable, tener una
moral que esté en contra del suicidio y contar con un bienestar religioso ayudan a reducir el
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riesgo. Su relación se basa en que tener creencias religiosas implica una búsqueda de sentido
en las cosas, crear relaciones familiares e interpersonales profundas y estables y en tener
objeciones morales en contra del suicidio, lo que haría que funcionen como factores protectores
(Kyle, 2013).
Queda claro que muchos estudios coinciden en que factores como estar afiliado a un
grupo religioso o tener una creencia religiosa arraigada cumple con un papel importante a la
hora de prevenir a la persona de intentar consumar un suicidio, al igual que poseer habilidades
sociales, contar con una red de apoyo familiar y de amistad, compartir adecuada información
a través de los medios de comunicación, tener una buena autoestima, entre otros.
Autoeficacia Género
Hábitos saludables
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Capítulo 3. Estrategias y programas de prevención
Con este motivo, el objetivo de este programa es entrenar a los alumnos universitarios
para que puedan reconocer señales de alerta y síntomas psicológicos asociados a problemas de
la salud mental, como también a poder identificar señales de riesgo para el suicido, al mismo
tiempo que sean capaces de fomentar conductas de búsqueda de ayuda (Ross et al., 2021).
Fase Contenido
20
• Aclaración de mitos comunes sobre el suicidio
2. Fase de • Los alumnos son enseñados hacer una evaluación del riesgo
habilidades suicida (SAFE-T)
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suicidio también cambiaron una vez finalizado el programa, al igual que un porcentaje
importante sobre las preguntas acerca de la información que tenían sobre el suicidio después
del programa. Estos resultados se mantuvieron en el seguimiento realizado después de doce
semanas, a excepción de la mayoría de los ítems relacionados con el estigma del suicidio, donde
no hubo diferencias significativas, únicamente hubo mejoras con el ítem “Las personas no
suelen avisar si están considerando suicidarse” (Ross et al., 2021).
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de la salud mental, tal como reducir el consumo nocivo de alcohol; limitar el acceso a los
medios utilizables para suicidarse; y promover una información responsable por parte de los
medios de difusión.” (Organización Panamericana de la Salud, 2016)
Por otro lado, las estrategias de prevención selectivas están diseñadas para poblaciones
vulnerables que padecen de un mayor riesgo en comparación al resto de la población. Alguno
de estos casos son personas que han sufrido traumas, son refugiados o emigrantes, incluso
familiares de personas que fallecieron a causa de un suicidio. Para este grupo se ofrece el apoyo
de personas que tienen una función de “guardianes”, como también servicios telefónicos
especiales para atender esta problemática (Organización Panamericana de la Salud, 2016).
23
Ejecución • Se pretende aumentar las intervenciones
prometedoras para evaluar posteriormente su
repercusión y efectividad
24
Reducir el Sistema jurídico Reducir el Coordinar y Evaluar los
acceso a los y judicial, acceso a los ampliar esfuerzos
medios instancias medios actividades desplegados para
utilizables normativas utilizables para para reducir el reducir el acceso a
para suicidarse acceso a medios a medios
suicidarse medios utilizables para
utilizables para suicidarse. Utilizar
suicidarse resultados para
mejoras
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Cambio de Medios de Reducir el Modificar Realizar
actitudes y difusión, sector estigma actitudes hacia evaluaciones
creencias de los servicios asociado con la el uso de los periódicas para
de salud, búsqueda de servicios de vigilar cambios de
educación y ayuda por salud mental actitud y creencias
organizaciones suicidio del público respecto
comunitarias del suicidio
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contactado. Otra prueba parecida que probó su eficacia fue realizada con tarjetas postales, al
año siguiente del intento de suicidio, se redujo el número de recaídas en el grupo contactado.
Se encontró resultados positivos similares a estos con el contacto telefónico (Berrouiguet et al.,
2014).
El estudio se realizó con adultos mayores de 18 años que habían sido dados de alta de
un hospital psiquiátrico o de una hospitalización hacía menos de 7 días y que podían ser
contactados por teléfono (Berrouiguet et al., 2014).
La intervención del programa consiste en contactar por teléfono con los pacientes del
grupo de control y el grupo de intervención al sexto y décimo tercer mes para una evaluación
conducida por un psiquiatra. Se mandan un total de nueve mensajes de texto: el primero 48
horas después del alta, al octavo día, al décimo quinto día y en los meses 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
Mensaje Día/Mes
2. día 8
3. día 15
4. 1 mes
5. 2 meses
6. 3 meses
7. 4 meses
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8. 5 meses
9. 6 meses
En cuanto al contenido de los mensajes, estos tienen que ver con el sistema de
monitoreo, la validación del sufrimiento, el acuerdo del alta, y para revisar la intervención de
cuidados continuos. También incluyen información sobre el doctor a su cargo (psiquiatra o
médico general) y la fecha de la siguiente cita, si fuera requerida una, además el paciente tiene
el derecho de escoger a su psiquiatra o médico de elección.
Este programa presenta distintas ventajas; en primer lugar es una tipo de intervención
menos costosa en comparación a otras, ayuda a tener contacto con personas no tan localizables,
es una manera de contactar con alguien rápidamente en casos de urgencias, y es muy accesible
para personas como los adultos jóvenes que están acostumbrados a utilizar el teléfono como
medio de comunicación prioritario (Berrouiguet et al., 2014).
En una evaluación realizada por la OMS (2014) son 47 los países que respondieron que
no tienen un programa de prevención nacional, sin embargo, cuentan con otro tipos de
programas como: un programa nacional donde se trabaja una o más de las áreas imprescindibles
para la prevención del suicidio a nivel nacional (7 países) con el apoyo de una ONG o
institución académica, programa para entornos específicos (9) en donde aborda una iniciativa
integral apoyada por una institución, sector privado u otros, programas dispersos (26) los cuales
incluyen actividades dispersas que trabajan en una o más áreas de prevención del suicidio a
nivel subnacional apoyados por autoridades estatales, regionales o locales y por último el
programa integrado (8) es aquel que no aborda un área específica o cuenta con una estrategia
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bien establecida sino que se trata la prevención del suicidio como subelemento de otra área
como el alcoholismo o la salud mental.
Aunque el objetivo ideal sería que todos los países contaran con un programa de
prevención a nivel nacional, se pueden utilizar enfoques anticipatorios que, aunque todavía no
se han evaluado en cuanto a su repercusión en el suicidio e intento de suicidio, se consideran
teóricamente válidas y pueden ser alentadoras para la prevención de posibles futuros intentos.
Por último, otro enfoque anticipatorio son los programas escolares de prevención de la
violencia y de desarrollo de habilidades conformados por alumnos, padres y el cuerpo docente.
El objetivo es promover la responsabilidad social y las aptitudes tanto sociales como
emocionales (p.ej. poder pedir ayuda, resolver problemas (World Health Organization, 2014).
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3.5 Factores de éxito en programas de prevención del suicidio
Arias López (2013) de la fundación SERÉ hace una hace revisión de los principales
factores que hacen que un programa de prevención del suicidio sea exitoso. Entre ellos se
encuentran: tener un sustento teórico y empírico de las estrategias que se van a implementar y
el problema que van a tratar, tener bien definido el programa y sus objetivos, que esté dirigido
a una población específica (p.ej. adultos jóvenes), que la intervención se realice en distintos
niveles, que se promueva el desarrollo de relaciones grupales que favorezca a la promulgación
del programa, que el programa de prevención cuente con métodos de enseñanza dirigidos a
orientar a la persona sobre cómo debe realizarse el cambio, cuando y en qué dirección. Por otro
lado, para que un programa de prevención del suicidio tenga éxito es importante que cuente
con un sistema de información apropiado para el desarrollo y evaluación del programa en
cuanto al impacto que puede tener sobre la población, también es necesario hacer uso del
programa en un momento adecuado y con el manejo correcto de las estrategias (intensidad,
duración, calidad y tiempo). Por último, se debe promover un incremento de la percepción de
vulnerabilidad de la población general (López, 2013).
Esta revisión también hace mención de programas o modelos que han mostrado ser
eficaces como el de Gatekeeper, del cual se ha hablado anteriormente. Por otro lado, señalan
que en Europa se está interviniendo con estrategias que incluyen características del anterior
modelo y que previamente habían mostrado ser exitosas independientemente. Algunas de estas
son: utilización de sesiones de entrenamiento que brindan apoyo a los médicos en atención
primaria, divulgación de información mediante medios de comunicación que permiten producir
un impacto importante, la capacitación de Gatekeepers (guardianes) comunitarios, y la
utilización de actividades de extensión y apoyo para la población de alto riesgo (p.ej. grupos
de autoayuda y apoyo) (López, 2013).
Esta revisión concluye resaltando que para que un programa de prevención del suicidio
tenga éxito tiene que tener bien identificado los factores de riesgo y los factores protectores,
debe contar una capacitación de guardianes o gatekeepers, se debe invertir en material y
personal capacitado que pueda diseñar programas de intervención auto sostenibles a posteriori,
hay que considerar las condiciones sociohistóricas que no suelen ser tenidas en cuenta en
comparación a las culturales e idiosincráticas, es importante invertir en equipos, personal y
medios idóneos para el diseño de programas de prevención y especialmente se debe tener en
cuenta las características específicas de cada población e intervenir en distintos niveles y con
estrategias diversas (López, 2013).
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Conclusiones
El suicidio es un fenómeno que afecta a todas las edades y ambos géneros, aunque en
mayor proporción a hombres que a mujeres. Se estima que al año hay un promedio de 703000
muertes por causa de suicidio, lo que supera a las muertes ocasionadas por la malaria, HIV,
cáncer de mamá, guerra u homicidio. Es la tercera causa de muerte en el rango de edad 15-19
y 20-24 y la segunda en el rango de edad 25-29, no obstante, es la primera causa de muerte no
natural en jóvenes. Es una causa de muerte prevenible.
No hay una única teoría que pueda definir las causas del suicidio, sin embargo, las
teorías existentes aluden principalmente a la implicación de diversos estados afectivos como:
sentimientos de fracaso, sentimientos de desesperanza, sentimientos de encierro, sentirse como
una carga y sentimientos de pertenencia frustrada. También se relacionan con la presencia de
rigidez cognitiva y déficit de regulación emocional.
El suicidio es una causa de muerte prevenible y, por lo tanto, es muy importante diseñar
programa de prevención eficaces. Lo óptimo sería que cada país tuviera un programa de
prevención nacional, sin embargo, según una encuesta realizada por la OMS solo 28 países
cuentan con un programa de prevención del suicidio a nivel nacional y 47 no tienen, pero están
trabajando en ello o intervienen en algún área o entorno específico.
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fases educan y capacitan a jóvenes para estar más preparados a la hora de reconocer señales de
alerta, promover el autocuidado y hablar abiertamente del tema, quitándole el elemento tabú.
Cabe resaltar que el concepto del programa de Gatekeepers o guardianes también se ha
extrapolado a otras poblaciones y no se utiliza únicamente con los jóvenes.
Es muy importante que todos tengan un acceso fácil a la atención de salud primaria y
puedan recibir ayuda si la solicitan. Para ello, la OPS recomienda que todo sistema de salud
público incluya en su modelo de prevención del suicidio cuatro aspectos claves: la vigilancia
(recopilación de datos), la identificación de factores de riesgo y de protección, el desarrollo y
evaluación de las intervenciones y, por último, la posterior ejecución de intervenciones
eficaces. Cabe resaltar que, entre los factores de éxito de un programa de prevención del
suicidio eficaz, se encuentran: especificación de población, que esté diseñado para atender
diferentes niveles, que tenga un adecuado sustento teórico y empírico, que el programa y sus
objetivos estén bien definidos, que incluya una capacitación de guardianes, entre otros.
Se debe tener en consideración que los jóvenes adultos pasan por muchas etapas de
cambio en un corto período de tiempo. Estos cambios pueden generar mucho estrés y ansiedad
que pueden resultar en problemas de la salud mental como la depresión, el abuso de sustancias,
entre otros. Por lo tanto, hace falta seguir investigando cuáles son los factores de riesgo y
factores protectores específicos para esta población, para que a partir de ellos se diseñen
estrategias y programas de prevención dirigidos específicamente para este grupo de edad. Sería
interesante, que dentro de los currículos universitarios y trabajos se incluyan talleres de
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psicoeducación sobre la salud mental, como también talleres de promoción del autocuidado y
entrenamiento de Gatekeepers que permitan identificar señales de alerta de problemas
relacionados con la salud mental, especialmente señales de alerta de una persona en riesgo de
suicidio.
Por último, este trabajo presenta unas cuantas limitaciones. En primer lugar, la
investigación no se basó en un género específico, sino que incluyó a ambos. Por otra parte, la
investigación utilizó datos de estudios de diferentes partes del mundo, por lo que tampoco se
especificó un país en concreto. Tanto el género como la cultura, pueden presentar diferencias
a la hora de identificar factores protectores y de riesgo. Por lo tanto, será importante tomar en
consideración estos factores en futuras investigaciones.
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