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FACTORES DE RIESGO, FACTORES PROTECTORES Y

PROGRAMAS DE PREVENCIÓN
DEL SUICIDO EN JÓVENES ADULTOS

TRABAJO FIN DE GRADO


FACULTAD DE EDUCACIÓN Y PSICOLOGÍA
UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Ojdana Ortiz Salvatierra


Tutora: Raquel Martín Lanas
Pamplona, 15 de mayo de 2022
ÍNDICE

Resumen ................................................................................................................. 3
Capítulo 1. El suicidio ............................................................................................... 5
1.1 Concepto .................................................................................................................. 5
1.2 Teorías explicativas del suicidio ............................................................................... 6
1.2.1 Teoría interpersonal del suicidio ........................................................................... 6
1.2.2 Modelo integrado motivacional volitivo ................................................................. 7
1.2.3. Teoría de los 3 pasos ............................................................................................. 7
1.2.4. Teoría de la vulnerabilidad fluida......................................................................... 8
1.3 Mitos acerca del suicidio .......................................................................................... 9
Capítulo 2. El suicidio en jóvenes adultos .................................................................10
2.1 Tasas del suicidio en jóvenes adultos ...................................................................... 10
2.2 Factores de riesgo................................................................................................... 11
2.3 Factores protectores ............................................................................................... 17
Capítulo 3. Estrategias y programas de prevención .................................................20
3.1 Programa Gatekeepers para la prevención del suicidio en estudiantes universitarios20
3.2 Prevención de la conducta suicida de la Organización Panamericana de la salud .. 22
3.3 Programa de prevención SIAM (Suicide intervention assisted by messages) .......... 26
3.4 Enfoques anticipatorios de prevención teóricamente válidos de la OMS ................ 28
3.5 Factores de éxito en programas de prevención del suicidio..................................... 30
Conclusiones ..........................................................................................................31
Referencias.............................................................................................................34
Resumen
Este trabajo es una revisión bibliográfica, cuyo objetivo principal es realizar un análisis
sobre los distintos factores de riesgo y factores protectores del suicidio en jóvenes adultos,
como también los programas existentes para prevenirlo. El suicidio es un fenómeno
psicobiosocial que afecta a todas las edades. En el caso de los jóvenes es la primera causa de
muerte no natural, la tercera causa de muerte en el rango de 15-19 años y 20-24 y la segunda
causa de mortalidad en el rango de 25-29 años. Aun así, sólo 28 países tienen programas
nacionales de prevención. España no es uno de ellos.

Los jóvenes adultos pasan por una etapa vital vulnerable en donde distintos estresores
provocan sentimientos de ansiedad, desesperanza y soledad que, sumado a un déficit de
recursos psicológicos, sociales y económicos llevan a considerar el suicidio como la única
alternativa para terminar con el sufrimiento.

El suicidio va en aumento: en España el año 2020 se convirtió en el año con más


suicidios, en promedio 11 al día. Es por ello que es de suma importancia diseñar estrategias y
programas de prevención que puedan evitar esta causa de muerte prevenible. En este sentido,
el presente trabajo pretende identificar los factores de riesgo y factores protectores asociados
al suicidio, como también revisar los principales programas de prevención existentes.

Palabras clave: suicidio, factores de riesgo, factores protectores, jóvenes adultos, programas
de prevención.

Abstract

This work is a bibliographic review, whose principal objective is to make an analysis


of the different risk and protective factors of suicide in young adults. Suicide is a
psycobiosocial phenomenon that affects all ages. In the case of young adults it's the first not
natural cause of death, the third of the 15-19, 20-24 age range and the second mortality cause
of the 25-29 age range. Even so only 28 countries have national prevention programs and Spain
it´s not one of them.

Young adults go through a vulnerable life stage where different stressful life events
cause feelings of anxiety, hopelessness, and loneliness that, added to a deficit of psychological,
social, and economic resources, lead to considering suicide as the only alternative to end
suffering.
Suicide is on the rise, in Spain the year 2020 became the year with most suicides,
leading to an average of 11 suicides a day. That is why it is of the utmost importance to design
prevention strategies and programs that can avoid this preventable cause of death. In this sense,
this work aims to review the main existing prevention programs.

Key words: suicide, risk factors, protective factors, young adults, prevention programs.

Introducción
La adultez joven es una etapa vital que está llena de cambios que exigen una gran
adaptabilidad por parte del individuo. Por ejemplo, la transición de dejar de ser un adolescente
para convertirse en adulto, la elección de una carrera que puede que defina gran parte de nuestra
vida, la culminación de dichos estudios y el comienzo de la vida laboral, la búsqueda de una
pareja y la formación posterior de una familia, entre otros. Muchas veces el fallo ante estos
ajustes son fuente de estrés y problemas de afrontamiento que generan problemas de salud
mental. Algunos de los problemas de salud mental que acarrean estos cambios son: la
depresión, el abuso de alcohol y sustancias adictivas, la ansiedad, los trastornos alimenticios y
el suicidio, entre otros (Micin & Bagladi, 2011).

El suicidio es una de las causas principales de muerte en los jóvenes adultos, la primera
de manera no natural. Se ha demostrado que la tasa en los últimos años ha aumentado
significativamente. En el año 2020 España registró 3.941 suicidios, en promedio once suicidios
al día, convirtiéndose así en el año con más suicidios en la historia de dicho país (Romero,
2021).

Aun así, sorprende que el suicidio sigue siendo un tema tabú y al que se le da poca
atención, incluso en España no se cuenta actualmente con un plan de prevención para el
suicidio (Romero, 2021). “Solo 28 países cuentan con estrategias de prevención del suicidio y
solo 60 recogen datos fiables sobre las cifras” (Navarro-Gómez, 2017). Por ello, los objetivos
del presente trabajo consisten en revisar los factores de riesgo que hacen que una persona
considere quitarse la vida como solución a su sufrimiento y los factores de prevención para
aquella respuesta. Por otra parte, se pretende revisar y comparar los programas de prevención
existentes. Finalmente, se busca concienciar sobre el suicidio, desmentir mitos y ayudar a
identificar a personas que puedan estar en riesgo (de él).

Para ello, se realizó una revisión bibliográfica de artículos cuyo objeto de estudio
principal fue el suicidio. Para la obtención de información se utilizó las bases de datos Unika,
Pubmed y Psycinfo. La búsqueda de estos artículos fue guiada por palabras como: suicidio,

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factores de riesgo, factores protectores, jóvenes adultos, y programas de prevención. Fueron
seleccionados artículos entre los años 2011 y 2021. Para cada búsqueda se utilizaron booleanos
del tipo “OR” y “AND”, por ejemplo “suicide and young adults”.

Capítulo 1. El suicidio

1.1 Concepto
Para definir el suicidio es muy importante señalar la distinción entre el suicidio, intento
de suicidio e ideación suicida, ya que en muchos casos todos estos conceptos se engloban como
uno solo. Además estos pueden variar en severidad, frecuencia, intención y prevalencia.

El suicidio es aquel acto que culmina con la muerte de una persona a través de la
autolesión y cuyo objetivo era terminar con la vida. Por otro lado, el intento de suicidio es el
acto cuya intención iba dirigida a terminar con la vida, a través de un comportamiento
potencialmente peligroso, incluso si el comportamiento no termina siendo así. En cambio, la
ideación suicida es considerada como aquella que piensa sobre el suicido, lo considera y/o lo
planea (Klonsky et al., 2018).

También es importante diferenciar las autolesiones no suicidas del intento suicida y el


acto en sí mismo. Las autolesiones no suicidas se caracterizan por la realización de un daño,
no letal y no grave, en la piel. Algunas de estas conductas autolíticas consisten en morderse,
quemarse o golpearse. En relación al suicidio, estas conductas no tienen la intención de acabar
con la vida, sin embargo, se optan como método para lidiar con el sufrimiento, generalmente
causado por situaciones o emociones intolerables (Citado Duarte Tánoria et al., 2020). Otra
diferencia en cuanto al suicidio, es que las autolesiones no suicidas tienen mayor prevalencia
en población adolescente. No obstante, comparte con el suicidio algunos factores de riesgo
como una familia disfuncional, problemas de la salud mental, un nivel socioecónomico bajo y
diferentes variantes sociales (Duarte Tánori et al., 2020)

Como se mencionaba antes, la tasa de prevalencia depende en cuanto a si el suicidio se


llevó a cabo, si quedó en intento o si se manifiesta como ideación. De esta manera se estima
que a nivel global la tasa de prevalencia es de 9.2% para la ideación suicida y 2.7% para los
intentos suicidas (Citado por Klonsky et al., 2016).

Noelia Navarro (2017) encontró que el suicidio es la tercera causa de mortalidad en el


rango de 15-19, 20-24 años y la segunda causa de mortalidad en el rango de 25 a 29 años.
Además, señala que estas cifras podrían ser “infradimensionadas” debido a que hay muchas
muertes de jóvenes registradas como “accidentes”, cuando se cree (sin pruebas) que podrían

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haber sido resultado de conductas dirigidas a quitarse la vida. Algunos de estos casos se ven
en los accidentes automovilísticos. Otro dato importante es que existen marcadas diferencias
entre ambos sexos, de tal manera que la tasa de los hombres triplica a la de las mujeres, siendo
esta relación inversa en caso de tentativas (Navarro-Gómez, 2017).

En cuanto a los países, según la Organización Mundial de la Salud (2013) se ha


encontrado que las tasas de suicidios más bajas están en países como Azerbaiyán, Kuwait y
Filipinas y las más altas se encuentran en Rusia y Lituania. Respecto al género, a nivel mundial
hay más tasas de suicidios consumados por hombres que por mujeres, hasta tres veces más,
excepto en países como China e India. Por otro lado, se ha descubierto que, en cuanto a la raza,
hay menos tasas de suicidios en hispanos y africanos en comparación con los europeos.

1.2 Teorías explicativas del suicidio


Se han hecho muchas investigaciones en cuanto a las posibles intervenciones para
prevenir el suicidio. Sin embargo, muchas de ellas han fallado en reducir las tasas de suicidio.
Como se ha mencionado antes, las tasas de suicidios van en picada e incluso se predice que
seguirán siendo una de las causas principales de muertes hasta el año 2030 (Salud, 2013). Según
Klonsky y colaboradores (2016), esto puede deberse a una falta de conocimiento respecto a
cuándo la ideación suicida se convierte en intentos suicidas.

Por ello, a continuación, se hace una descripción resumida de las principales teorías
explicativas del suicidio.

1.2.1 Teoría interpersonal del suicidio


Esta teoría habla de la combinación de dos factores: el factor de la pertenencia frustrada
y el de la percepción de sentirse como una carga que conducen al deseo del suicidio, mientras
que la capacidad adquirida para el suicidio favorecía a posteriores intentos potencialmente
letales (Klonsky et al., 2018)

El factor de la pertenencia frustrada se refiere a la necesidad insatisfecha de pertenecer,


en cambio el segundo factor habla sobre la percepción de sentirse como una carga para amigos
y familia, aunque no exclusivamente. La capacidad adquirida de suicidio surge a raíz de que se
considera que el deseo suicida no es suficiente para llevar el acto a cabo. La teoría interpersonal
del suicidio explica que estar expuesto a eventos dolorosos puede facilitar la habituación al
miedo y dolor producidos por las lesiones autoinfligidas, y de esta manera se desarrollaría la
capacidad adquirida de suicidio (Klonsky et al., 2018).

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Algunos de los resultados arrojados por revisiones sistemáticas recientes sobre la
aplicación de esta teoría fueron, por una parte, una asociación robusta entre la percepción de
sentirse como una carga y el deseo de suicidio y una relación modesta entre la capacidad de
suicido y los intentos de llevarlo a cabo (Klonsky et al., 2018).

En este modelo también se habla de que las personas suicidas tienen un menor miedo a
la muerte y una mayor tolerancia al dolor, ya que están acostumbrados a autolesionarse (Fazel
& Runeson, 2020).

1.2.2 Modelo integrado motivacional volitivo


Este modelo está compuesto por dos fases, la primera es la fase motivacional que lleva
de la ideación suicida al intento. En este sentido se habla sobre algunas circunstancias de la
vida que conducirán a tener sentimientos de fracaso y humillación, los cuales moderados por
factores como una pobre capacidad de afrontamiento y pobre capacidad de solución de
problemas llevarían a sentimientos de encierro y estos a su vez, a considerar el suicido como
la solución a sus problemas, y por lo tanto los llevaría a intentarlo. La segunda fase es la de la
volición. Dicha fase favorece a que la persona intente suicidarse, en este contexto el modelo
considera como moderadores a la impulsividad, la capacidad adquirida y el acceso a medios
letales, entre otros que llevaría del intento suicida a la conducta suicida. Aunque este modelo
es muy parecido al anterior (Teoría interpersonal del suicidio), este se diferencia en primer
lugar en que el proceso que lleva a la ideación suicida se ve influenciado por factores como el
sentimiento de atrapamiento (encierro) y fracaso, no por la necesidad de pertenecer y la
percepción de sentirse como una carga como en la Teoría interpersonal del suicidio. Por otro
lado, este hace referencia igualmente a la capacidad adquirida, pero también añade elementos
como la impulsividad, el acceso a medios potencialmente letales, la intención y la imitación
(p. ej. por modelado) (Klonsky et al., 2018).

Aunque no se han hecho muchos estudios para probar esta teoría, los que se han hecho
han demostrado una asociación robusta entre los sentimientos de fracaso y encierro y la
ideación suicida. Por otra parte, se encontró que ciertas variables volitivas ayudan a distinguir
entre las personas que solo tienen ideación suicida y las personas que intentan el suicidio
(Klonsky et al., 2018).

1.2.3. Teoría de los 3 pasos


Esta teoría, recientemente publicada, tiene una visión muy interesante respecto al
proceso que lleva de tener únicamente ideación suicida al proceso de llevar el suicido a cabo,

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pues esta explica que cuando la vida es miserable o dolorosa con uno es porque está siendo
castigado por comprometerse con ella. No obstante, si la persona cree que con esfuerzo y
tiempo puede reducir el dolor que siente, su atención se centrará en conseguirlo y, por lo tanto,
tener un mejor futuro (Klonsky et al., 2018).

La teoría se compone por tres pasos: el primero se refiere a que la combinación del
dolor generalmente psicológico, aunque este puede no ser el único caso, y la desesperanza son
la causa de la ideación suicida. El segundo paso explica que la ideación suicida aumenta cuando
el dolor excede la interconexión, esta puede ser con seres queridos, algún rol altamente
valorado o cualquier propósito o sentido personal. En este caso, la ideación pasaría de ser
pasiva a una más activa y fuerte (Klonsky et al., 2018).

El tercer paso es explicado por Klonsky (2018) como el paso en donde la ideación
suicida progresa a la acción cuando la persona tiene la capacidad de intentar suicidarse. Esta
capacidad está compuesta por tres contribuidores: la disposición genética, por ejemplo, un
umbral alto de dolor o bajo miedo a la muerte, contribuidores adquiridos como los
mencionados en la teoría interpersonal (sentirse como una carga, necesidad de pertenecer) y
contribuidores prácticos como poseer ciertos conocimientos y acceso a medios letales. Los
estudios sobre esta teoría demostraron que todos los pasos son predictores robustos de la
ideación suicida y que en el último caso los distintos contribuidores de la capacidad suicida
(genéticos, prácticos y adquiridos) son predictores robustos del intento suicida, incluso más
aún que de la ideación suicida (Klonsky et al., 2018).

1.2.4. Teoría de la vulnerabilidad fluida


Esta teoría es conocida por tener un enfoque cognitivo-conductual basada en el modelo
de psicopatología de Beck. En cuanto a la ideación suicida, tiene elementos muy parecidos a
las teorías anteriormente citadas, aunque en esta teoría se va referir a ello como el sistema de
creencias suicidas (Klonsky et al., 2018).

El sistema de creencias suicidas se caracteriza por englobar dos componentes de


vulnerabilidad psicológica: la rigidez cognitiva y el déficit de regulación emocional, los cuales
deben ser identificados a tiempo para poder prevenir el paso de la ideación suicida al acto
suicida. En este caso, un aspecto importante de esta teoría y que la diferencia de las demás, es
que su foco está puesto en el proceso del riesgo del suicido a lo largo del tiempo respecto a la
conducta suicida.

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Otro aspecto importante de esta teoría, es que está basada en elementos dinámicos
temporales, el primero es que el riesgo suicida tiene algunas propiedades dinámicas que
fluctúan en respuesta al ambiente y procesos individuales. Por otro lado, el segundo elemento
es que el riesgo suicida tiene propiedades estables que resisten el cambio con el paso del
tiempo, el tercero es que el riesgo suicida surge a partir de la interacción de procesos de riesgo
dinámicos y procesos de riesgo estables y el cuarto explica que el riesgo suicida puede ser
resuelto cuando los demás dominios del modelo suicida están claramente
identificados (Klonsky et al., 2018).

1.3 Mitos acerca del suicidio


Se escuchan muchos mitos acerca del suicidio, es importante aclararlos ya que esto sirve
para poder ayudar a las personas en riesgo de suicidio, permitiéndoles poder expresar cómo se
sienten y sentirse cómodos a la hora de buscar ayuda. Por otra parte, desmentir los mitos facilita
la correcta identificación de factores de riesgo y ayuda a poner en marcha estrategias de
prevención. La OMS (2014) identifica algunos mitos conocidos y señala sus respectivas
aclaraciones.

• “El suicida está decidido a morir”

o En realidad, los suicidas muchas veces no quieren morir pero ven la muerte
como su única opción para acabar con el sufrimiento que sienten. Por ello, es
importante proporcionar un apoyo emocional en el momento adecuado, puesto
que puede ayudar a prevenir un suicidio.

• “Quién haya sido suicida alguna vez, nunca dejará de serlo”

o Es cierto que la ideación suicida pueda volver a presentarse, sin embargo, los
pensamientos suicidas no son permanentes y quienes los hayan tenido e incluso
quienes hayan intentado consumarlos, pueden tener una vida larga
posteriormente.

• “Solo las personas con trastornos mentales son suicidas”

o Detrás de la conducta suicida hay un gran sufrimiento e infelicidad, pero no


necesariamente es causado por un trastorno mental. Muchas personas con
trastornos mentales no se ven afectadas por una conducta suicida.

• “Hablar del suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo”

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o Debido a que hay mucho estigma acerca del suicidio, las personas que lo están
considerando no saben con quién hablar sobre lo que les están pasando. Esto los
frena a buscar ayuda, en cambio si se fomenta a hablar abiertamente sobre el
tema, puede darle tiempo a la persona para que pueda reconsiderar su decisión
y así prevenir el suicidio.

• “La mayoría de los suicidios suceden repentinamente, sin advertencia previa”

o Generalmente antes de un suicidio, la persona ya ha mostrado signos de


advertencia verbal o conductual. No obstante, sí hay suicidios que se consumen
sin advertencia.

Capítulo 2. El suicidio en jóvenes adultos

2.1 Tasas del suicidio en jóvenes adultos


Según el instituto nacional de estadística de España (INE) para el rango de edad de 15
a 29 años y considerando ambos sexos hay una tasa de 300 defunciones cuya causa de muerte
es el suicidio, la tasa anual en España específicamente es de 227. El rango de edad con una
mayor tasa de suicidio se encuentra entre los 50 y 54 años y es de 440 en total y 403 a nivel
España (INE, 2021).

Como se puede observar, aunque el rango de edad donde se encuentran los jóvenes
adultos no es el más grave, no se encuentra demasiado lejos del que sí, por lo que podemos
considerar estas cifras importantes y alarmantes. Además, es importante resaltar que en el año
2020 España alcanzó un nuevo record en cuanto a tasas de suicidio, desde que estas se registran
(año 1906), y que en el caso de las mujeres no se habían superado nunca antes las 1000 muertes
a causa del suicidio (Fundación Española para la prevención del suicidio, 2021).

Según la Organización Mundial de la salud (2021), a nivel global se producen 703000


muertes por suicidios al año, más que la malaria, HIV, cáncer de mama, guerra u homicidio.
En el año 2019 fue la cuarta causa de muerte del rango de edad de 15 a 29 años a nivel mundial
después de accidentes automovilísticos, tuberculosis y violencia interpersonal. Por otro lado,
es importante resaltar que a nivel global también hay una mayor tasa en hombres,
concretamente 12.6 por cada 100.000 en comparación con 5.4 por cada 100.000 (WHO, 2021).

Además, es interesante destacar que el 77% de las muertes por suicidios ocurrieron en
países de bajos-medianos ingresos y que más del 58% de suicidios fueron cometidos por

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personas menores a 50 años, incluso el 88% de los adolescentes fallecidos por suicidio venían
de países de bajos-medianos ingresos. Sin duda, es importante tomar en consideración que más
de la mitad de los suicidios a nivel mundial son llevados a cabo por una población joven y que
la mayoría ocurren en países con bajos ingresos (WHO, 2019).

2.2 Factores de riesgo


Los factores de riesgo en este grupo de personas pueden variar en algunos sentidos a la
de otros, ya que están pasando por una etapa vital distinta y única a las demás. Como se
mencionaba antes, los adultos jóvenes pasan por una etapa de vulnerabilidad generada por
factores intrínsecos y extrínsecos. Algunos de ellos son: comenzar y/o terminar los estudios,
buscar un trabajo, independizarse, construir una identidad, buscar pareja, formar una familia,
entre otros.

Para explicar algunos de los factores de riesgo intrínsecos, los estudios de Anderson
Siqueira Pereira y colaboradores (2016) encontraron resultados importantes. Cabe resaltar que
su estudio fue realizado en Brasil y que las personas evaluadas se encontraban en un rango de
edad entre 18 a 30 años. En total participaron 189 jóvenes, los cuales fueron divididos en tres
grupos: aquellos que tenían un historial de ideación suicida, pero nunca intentaron cometer un
suicidio; aquellos que ya habían tenido intentos de suicidio; y aquellos que nunca habían tenido
ideación suicida ni habían intentado terminar con su vida. El objetivo del estudio consistía en
analizar los factores de riesgo y factores protectores del intento de suicidio en la adultez
emergente (emerging adulthood).

En cuanto a los factores de riesgo, consideran que algunos de ellos son: una familia
disfuncional, inestabilidad económica, haber tenido experiencias de abuso sexual físico y
psicológico, vivir en comunidades violentas y trabajar en condiciones no óptimas, abuso de
sustancias, sexo desprotegido, baja auto estima, baja percepción de autoeficacia, ansiedad
social y mala calidad de relaciones familiares y de amistades. El estudio se enfocó en los
últimos cuatro y descubrieron diferencias significativas entre los grupos.

Por una parte, descubrieron que la calidad de la relación familiar presentó diferencias
significativas entre el grupo de las personas que habían intentado suicidarse y que todavía
tienen ideación suicida y el grupo que ya no lo tiene, por lo que se cree que hay una relación
entre la calidad de la relación familiar y el intento de suicidio (Pereira et al., 2018). En cuanto
a la ansiedad social, se encontraron diferencias significativas en todos los grupos. Como había
de esperarse, el grupo con intentos de suicidio previos resultó presentar los niveles de ansiedad

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social más altos, en segundo lugar, se encontró el grupo con ideación suicida, lo que indica que
la ansiedad social es un factor de riesgo tanto para la ideación suicida como los intentos (Pereira
et al., 2018). Padecer de ansiedad social es un factor de riesgo importante, ya que esto
dificultaría crear redes de apoyo interpersonales y al mismo tiempo puede generar aislamiento,
lo cual solo aumentaría sentimientos como la soledad o desesperanza. Como factor de riesgo
intrínseco, un estudio llevado a cabo por Owusu-Ansah (2020) encontró que el distrés
psicológico o angustia psicológica está presente tanto en la ideación suicida como en los
intentos de llevar el suicidio acabo.

En cuanto a la presencia de violencia familiar y comunitaria, se descubrieron


diferencias en relación con los grupos con ideación e intentos suicidas en comparación al resto,
lo que indicaría que haber sufrido experiencias de violencia puede llevar a problemas como la
depresión, lo cual puede llevar a tener ideación e intentos suicidas (Pereira et al., 2018). Por
otro lado, hubo una variable del estudio que mostró diferencias significativas entre el grupo de
ideación suicida y el de los intentos suicidas y es la de surgimientos de eventos estresantes,
como puede ser la pérdida de un trabajo, dificultades económicas o la pérdida de un ser querido,
entre otros. Este hallazgo podría implicar que el surgimiento de dichos estresores sean el
disparador para que una persona que ya tiene ideación suicida, intente consumarlo (Pereira et
al., 2018).

Otro estudio conducido por los psiquiatras Seena Fazel y Bo Runeson (2020)
determinaron que los factores de riesgo son definidos en gran medida en la etapa vital por la
que se encuentra la persona y que el suicidio sería el resultado del cúmulo de factores de riesgo
a lo largo de la vida (Fazel & Runeson, 2020). Por otra parte, a nivel individual encontraron
que enfermedades de la salud mental como: la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia,
el abuso de sustancias, y otras enfermedades neurológicas como la epilepsia y lesiones
cerebrales aumentan por tres las probabilidades de consumar un suicidio.

También es importante tomar en consideración los factores de predisposición, éstos


difieren de los factores de riesgo en que los primeros no influyen de manera directa en la
psicopatología, sin embargo, otorgan una vulnerabilidad de padecerla. Siguiendo esta
aclaración, algunos de los factores predisponentes encontrados para el suicidio son: abusos
sexuales, intentos previos de suicidio, historial familiar de conducta suicida y la pérdida de un
progenitor en la infancia a causa del suicidio (Fazel & Runeson, 2020).

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Seen Fazel y Bo Runeson (2020) también señalan que la presencia de factores sociales
como dificultades económicas, puede cambiar en gran medida la influencia de los factores de
riesgo del suicidio. De esta manera, descubrieron que las personas con trabajos que no
requieren de una profesión específica tienen mayor probabilidad de cometer suicidio, debido
en gran parte a un mayor estrés psicológico. En cambio, personas con profesiones como
enfermeras, veterinarios, bomberos, médicos y policías, que tienen acceso a medios letales
también presentan tasas más altas de suicidio (Fazel & Runeson, 2020).

Por otro lado, algunos de los factores precipitantes hallados en la investigación de Fazel
y Runeson (2020) fueron: la noticia de padecer de una enfermedad crónica o terminal, el abuso
de sustancias adictivas como el alcohol y las drogas, el acceso a medios letales, la influencia
del medio (p. ej. el suicidio de una celebridad), y problemas en las relaciones como una
separación, la muerte de alguien cercano y otros eventos estresantes de la vida.

Otra cuestión importante hallada en dicho estudio es que, aunque una historia familiar
de suicidio es un factor de riesgo, y hay una aparente heredabilidad, no se han descubierto
genes que puedan demostrarlo. No obstante, existe una hipótesis que señala que ciertos
cambios producidos en la corteza prefrontal medial generan una sobre evaluación de algunas
señales sociales como el rechazo, déficits en respuestas emocionales, y una pobre capacidad
de toma de decisiones que incrementaría el riesgo de suicidio (Fazel & Runeson, 2020).

Gonzáles-Sancho y Picado Cortés (2018) realizaron una revisión sistemática sobre los
factores de riesgo y los factores protectores del suicidio en jóvenes latinoamericanos, en ella
encontraron muchos factores importantes, los cuales dividen en diferentes aspectos que
engloban la etapa vital respectiva de un joven; con relación a sus pares, en relación con los
medios de comunicación, en la relación con la dinámica familiar, y con relación a condiciones
biológicas o psiquiátricas. En este sentido, encontraron que la presencia de trastornos como la
depresión mayor aumenta el riesgo de cometer un suicidio, más aún si se suman crisis de
ansiedad, neuroticismo, pánico o estrés postraumático. Por otra parte, consideran como factores
de riesgo el trastorno bipolar, la esquizofrenia y otras enfermedades causadas por déficits en la
transmisión de neurotransmisores (González Sancho & Picado Cortés, 2020).

En cuanto a la relación con sus pares, describen como factores de riesgo embarazos no
deseados, relaciones complicadas con los padres, falta de recursos emocionales y económicos,
falta de relaciones afectivas estables, aislamiento, sentimientos de soledad, desempleo en
poblaciones de desigualdad, trabajos mal remunerados, entre otros factores psicosociales.

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Respecto a la dinámica familiar, señalan como factores de riesgo, la existencia de límites muy
rígidos entre los miembros, desconfianza en los padres o problemas de pareja, la presencia de
castigo físico, una convivencia conflictiva, la pérdida de alguno de los miembros de la familia
o un ser querido, antecedentes de intentos de suicidios o suicidios consumados, padres con baja
escolaridad, desempleo de alguno de los padres y las consecuencias a causa de ello. Por último,
los resultados de diferentes estudios con relación a la influencia de los medios de comunicación
como factor de riesgo del suicidio indican que el riesgo aumenta con la comunicación del
suicidio de alguien famoso. En este sentido, también destaca el efecto “Werther” o efecto
copycat, por el cual la persona ante la observación o información del suicidio de alguien,
generalmente alguien conocido, busque imitarlo. Casos conocidos son los suicidios de Marylin
Monroe y Kurt Corbain, aunque también puede suceder dentro del contexto familiar
(Castilleros, s.f).

La Organización Panamericana de la salud (2016) publicó una guía para la prevención


del suicidio, en la que primeramente mencionan los factores de riesgo asociados a él, aunque
son factores que afectan a una población general, y no específicamente a la adultez joven, se
considera importante señalarlos, ya que no dejan de afectar a la población joven.

La Organización Panamericana de la salud divide los factores de riesgo del suicidio en


cincos aspectos generales y a partir de ellos otros subaspectos derivados que se indican a
continuación (OPS, 2016):

• Sistema de salud:

o Barreras para obtener acceso a la atención de salud

• Sociedad:

o Acceso a medios para suicidarse

o Notificación inapropiada por los medios de difusión

o Estigma asociado con comportamientos de búsqueda de ayuda

• Comunidad:

o Desastres, guerras y conflictos

o Estrés por desplazamiento y aculturación

o Discriminación

o Traumas o abuso

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• Relaciones:

o Sentido de aislamiento y falta de apoyo social

o Conflictos en las relaciones, disputas o pérdidas

• Individuo:

o Intento de suicidio anterior

o Trastornos mentales

o Consumo nocivo de alcohol

o Pérdida de trabajo o financiera

o Desesperanza

o Dolor crónico

o Antecedentes familiares de suicidio

o Factores genéticos y biológicos

A modo de resumir los distintos factores de riesgo expuestos por diferentes autores se
ha procedido a sintetizarlos en la siguiente tabla:

Tabla 1. Factores de riesgo

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Factores intrínsecos Factores extrínsecos

Baja autoestima y percepción Familia disfuncional: mala calidad en las


de autoeficacia relaciones, mala convivencia, castigo físico

Ansiedad social Inestabilidad económica, desempleo, padres


con baja escolaridad

Depresión mayor Historial de suicidio en la familia, intentos


previos de suicidio

Trastorno Bipolar Abuso sexual, embarazo no deseado

Esquizofrenia Pérdida de un ser querido, pérdida de un ser


querido a causa de un suicidio

Epilepsia, lesiones cerebrales Acceso a medios letales, abuso de sustancias

Distrés psicológico Dolor crónico

Falta de recursos emocionales Desastres, guerras, conflictos

Falta de relaciones afectivas Discriminación


estables

Aislamiento Comunicación inadecuada de un suicidio,


comunicación del suicidio de alguien famoso

Sentimientos de soledad, Estigma, falta de apoyo social


sentimientos de desesperanza

16
Factores genéticos y Barreras para acceder a la atención de salud
biológicos

Fuente: elaboración propia

2.3 Factores protectores


Siguiendo el mismo estudio realizado por Gonzáles-Sancho y Picado (2018), se
consideran factores protectores en esta etapa: el apoyo percibido por los padres, creencias y
prácticas religiosas, una red social estable, dinámicas familiares que promueven la autoestima,
relaciones estables de pareja, aceptación de defectos propios en varones y ausencia de
percepción de rechazo en las mujeres, entre otros. Al mismo tiempo, se consideran factores
protectores el realizar una apertura de espacios para escuchar, para hablar sobre el tema,
proporcionar e intercambiar información. Por otra parte, en relación con compartir la
información a través de medios de comunicación se ha demostrado que ayuda a prevenir la
imitación de suicidio el no dar detalles sobre cómo se realizó el acto, no mostrar fotos o vídeos,
no mostrar notas o cartas de despedida, no recurrir a sancionalizar el tema y fomentar la
promoción de estereotipos religiosos. En este sentido se conoce el “efecto Papageno” que
ayuda a prevenir el riesgo de suicidio cuando se comparte información adecuada sobre él
(González Sancho & Picado Cortés, 2020).

Al igual que el anterior estudio, Fazel y Runeson (2020) también descubrieron que
estar afiliado a algún grupo religioso actúa como factor protector, aunque no en aquellos grupos
que son muy pequeños y están socialmente aislados. Por otro lado, muchos estudios coinciden
en que la dinámica familiar puede ser un factor de riesgo o un factor protector, en este último
caso se consideraría factor protector si dentro de la familia hay buena comunicación,
autoestima, ausencia de agresiones tanto físicas como psicológicas y la proporción de apoyo
(González Sancho & Picado Cortés, 2020).

En el estudio realizado por Pereira y colaboradores (2016) destacan especialmente dos


factores: la autoestima y la autoeficacia. Se entiende autoestima como el conjunto de creencias
sobre el valor de uno mismo, en cambio la autoeficacia es entendida como la creencia personal
que tiene una persona en cuanto a su capacidad para resolver problemas (Pereira et al., 2018).
De esta manera, estos factores intrínsecos juegan un papel importante en la persona, puesto que
tener una autoestima y percepción de autoeficacia alta ayudan a que la persona afronte de una

17
manera más resiliente los estresores de esta delicada etapa vital. Respecto a factores protectores
extrínsecos, resaltan la calidad de las relaciones familiares y de amigos, las cuales son las más
importantes dentro de la red de apoyo de los jóvenes. En este sentido, se encontraron
diferencias significativas entre los grupos que no presentaban ideación suicida o habían tenido
intentos previos y los grupos que sí, lo mismo ocurre con las habilidades sociales, la autoestima
y la autoeficacia (Pereira et al., 2018). Un estudio realizado en jóvenes universitarios en Ghana
también demostró que la autoestima funciona como un factor protector de la ideación suicida,
mientras que el bienestar psicológico sería un factor protector del intento de suicidio (Owusu-
Ansah et al., 2020).

Poseer habilidades sociales demostró ser un factor protector, puesto que estas facilitan
las relaciones sociales y evitan conflictos interpersonales. En cambio, un déficit de relaciones
sociales puede generar problemas como: ansiedad social, pobre capacidad de resolución de
problemas, baja percepción de autoeficacia, baja autoestima, entre otras que aumentan el riesgo
de suicidio (Pereira et al., 2018).

Es importante resaltar que Pereira y colaboradores (2016) destacan que dichos factores
protectores anteriormente mencionados también funcionan como factores facilitadores para
quienes que ya presentan ideación suicida sean capaces de renunciar a ella y de encontrar
soluciones alternas al suicidio.

En un análisis realizado por Noelia Navarro (2016) también señala como factores
protectores: el manejo en la solución de problemas, la habilidad para las relaciones sociales, la
flexibilidad cognitiva, el tener hijos, hábitos de vida saludable, ser extravertidos, mostrar
actitudes y valores positivos, creencias religiosas, apoyo familiar y social, integración social,
adoptar valores culturales y tradicionales, recibir tratamiento integral, disponer de sistemas de
ayuda, y recursos, etc.

Una vez más, un estudio realizado por Jennifer Kyle (2013), cuyo objetivo era
investigar sobre el rol que cumple la espiritualidad como una variable mediadora del riesgo
suicida y factores protectores en adultos jóvenes mayores de 18 años, encontró diferencias
significativas entre los grupos sin creencias espirituales y con creencias espirituales. En este
último caso, el grupo presentó menor riesgo en comparación al otro y sugirió que abordan los
factores protectores de diferente manera, ya que se demostró que para los jóvenes con creencias
espirituales el modelo indica que factores protectores como una red social estable, tener una
moral que esté en contra del suicidio y contar con un bienestar religioso ayudan a reducir el

18
riesgo. Su relación se basa en que tener creencias religiosas implica una búsqueda de sentido
en las cosas, crear relaciones familiares e interpersonales profundas y estables y en tener
objeciones morales en contra del suicidio, lo que haría que funcionen como factores protectores
(Kyle, 2013).

Queda claro que muchos estudios coinciden en que factores como estar afiliado a un
grupo religioso o tener una creencia religiosa arraigada cumple con un papel importante a la
hora de prevenir a la persona de intentar consumar un suicidio, al igual que poseer habilidades
sociales, contar con una red de apoyo familiar y de amistad, compartir adecuada información
a través de los medios de comunicación, tener una buena autoestima, entre otros.

A continuación, se sintetizan los principales factores protectores del suicidio, recogidos


por distintos autores.

Tabla 2. Factores protectores

Factores intrínsecos Factores extrínsecos

Autoestima Apoyo social y familiar

Autoeficacia Género

Bienestar psicológico Habilidades sociales

Creencias religiosas Manejo en la solución de problemas

Resiliencia Flexibilidad cognitiva

Hábitos saludables

Tratamiento integral, acceso a sistemas de ayuda

Proporcionar e intercambiar información

Fuente: elaboración propia

19
Capítulo 3. Estrategias y programas de prevención

3.1 Programa Gatekeepers para la prevención del suicidio en estudiantes universitarios


Este programa, que fue diseñado en una Universidad privada en el sur de Estados
Unidos, echa de menos la falta de programas de prevención del suicidio en la población adulta
joven como lo son los universitarios, es decir una población que se encuentra en un rango de
edad entre 18 y 22 años (generalmente). Hace hincapié en que en esta etapa los jóvenes son
muy vulnerables a tener problemas de salud mental, los cuales aumentan el riesgo de suicidio
y que aun así la mayoría no recibe ningún tratamiento para ellos (Ross et al., 2021).

Con este motivo, el objetivo de este programa es entrenar a los alumnos universitarios
para que puedan reconocer señales de alerta y síntomas psicológicos asociados a problemas de
la salud mental, como también a poder identificar señales de riesgo para el suicido, al mismo
tiempo que sean capaces de fomentar conductas de búsqueda de ayuda (Ross et al., 2021).

El programa fue conducido por un psicólogo y un estudiante colaborador, en él


participaron un total de 65 estudiantes universitarios. Este programa fue desarrollado para un
semestre académico y tuvo un seguimiento a las 12 semanas de haberse realizado. También es
importante resaltar que los alumnos realizaron evaluaciones previas y posteriores al programa.
Dentro de las evaluaciones previas, se examinaron ítems como: autoeficacia en la prevención
del suicidio, creencias estigmatizadas sobre el suicidio, información sobre el suicidio, y
habilidades de guardianes o “Gatekeeper skills”, en donde se evaluaron preguntas sobre la
preparación personal para reconocer señales de angustia psicológica. La duración total del
programa es de 90 minutos y está dividido en tres fases: la fase de información, la fase de
habilidades y la fase de práctica. Estas fases están compuestas por discusiones, role playing y
clases informativas, todas se realizan de manera presencial y en formato grupal (Ross et al.,
2021). A continuación, se sintetiza el contenido de cada fase.

Tabla 3. Contenidos del Programa Gatekeepers

Fase Contenido

1. Fase de • Discusión de estadísticas del suicidio en población


información universitaria

20
• Aclaración de mitos comunes sobre el suicidio

• Factores de riesgo para el suicidio, énfasis en estudiantes


universitarios (p.ej. consumo de alcohol y agresión sexual)

• Señales de alerta e indicación de evaluación del riesgo suicida

2. Fase de • Los alumnos son enseñados hacer una evaluación del riesgo
habilidades suicida (SAFE-T)

• Role playing de la evaluación suicida

• Se realiza un árbol de decisiones para elegir 3 posibles


opciones:

o Promover un afrontamiento positivo y autocuidado

o Promover un apoyo profesional y prever los recursos


necesarios

o Buscar ayuda profesional inmediata (p.ej. llamar a servicios de


emergencia)

• Se proporciona información sobre cómo llevar a cabo cada


opción

3. Fase de • Dos alumnos ya entrenados hacen un role playing sobre dos


práctica casos

• Se intercambian los roles del evaluador y el alumno en riesgo


de suicidio

• Posteriormente los demás alumnos hacen preguntas y se


discute cada caso

Fuente: Ross et al., 2021.

Los resultados respecto a la evaluación previa al programa y la posterior señalaron que,


en todos los ítems, los participantes aumentaron sus niveles de autoeficacia en cuanto a la
prevención del suicidio después del programa. Por otro lado, los estigmas que tenían hacia el

21
suicidio también cambiaron una vez finalizado el programa, al igual que un porcentaje
importante sobre las preguntas acerca de la información que tenían sobre el suicidio después
del programa. Estos resultados se mantuvieron en el seguimiento realizado después de doce
semanas, a excepción de la mayoría de los ítems relacionados con el estigma del suicidio, donde
no hubo diferencias significativas, únicamente hubo mejoras con el ítem “Las personas no
suelen avisar si están considerando suicidarse” (Ross et al., 2021).

En la escala de la conducta Gatekeeper, los alumnos se calificaron como más


preparados para reconocer signos de angustia, recomendar servicios profesionales y hablar
sobre las preocupaciones que pueden surgir, sin embargo, no se encontraron significativamente
más preparados para motivar a que las personas busquen ayuda profesional. En cuanto al árbol
de decisiones, en el seguimiento realizado doce semanas después del entrenamiento un 90.5%
de los participantes escogieron la opción correcta en el caso de un riesgo suicida (Ross et al.,
2021). Estos fueron los principales resultados, no obstante, es importante aclarar que solo un
32% de los alumnos participaron en el seguimiento, n=21, por lo que se puede considerar una
muestra pequeña y se debe tomar esto en consideración a la hora de interpretar los resultados
(Ross et al., 2021).

En general, los participantes demostraron una gran aceptabilidad respecto al programa,


además, indicaron que gracias al programa tenían un mayor autocuidado, habían aumentado
sus conocimientos sobre la prevención del suicidio, consideraban menos “tabú” hablar sobre
el suicidio, se consideraban más capaces de ofrecer apoyo a otros, promover el autocuidado, o
incluso realizar una evaluación del riesgo suicida. Los autores concluyeron que, aunque, se
necesita más investigación en cuanto a la efectividad del entrenamiento como programa
preventivo del suicidio, los resultados del entrenamiento son prometedores respecto a un
aumento de la confianza y conocimiento por parte de los estudiantes para ofrecer ayuda y apoyo
a sus pares (Ross et al., 2021).

3.2 Prevención de la conducta suicida de la Organización Panamericana de la salud


Para la Organización Panamericana de la Salud (2016) las estrategias de prevención de
la conducta suicida se deben dividir en tres tipos según la población a la que va dirigida. En
este sentido se cuenta con estrategias de prevención a nivel universal, a nivel selectivo y
dirigidos a una población vulnerable específica.

Las estrategias de prevención universal están dirigidas a toda la población, y lo que se


busca con ellas es “promover el acceso a la atención de salud; fomentar acciones de prevención

22
de la salud mental, tal como reducir el consumo nocivo de alcohol; limitar el acceso a los
medios utilizables para suicidarse; y promover una información responsable por parte de los
medios de difusión.” (Organización Panamericana de la Salud, 2016)

Por otro lado, las estrategias de prevención selectivas están diseñadas para poblaciones
vulnerables que padecen de un mayor riesgo en comparación al resto de la población. Alguno
de estos casos son personas que han sufrido traumas, son refugiados o emigrantes, incluso
familiares de personas que fallecieron a causa de un suicidio. Para este grupo se ofrece el apoyo
de personas que tienen una función de “guardianes”, como también servicios telefónicos
especiales para atender esta problemática (Organización Panamericana de la Salud, 2016).

Por último, las estrategias de prevención indicadas se utilizan en el caso de una


población con vulnerabilidades específicas como, por ejemplo, personas con un historial de
intentos de suicidio o personas que han sido dadas de alta de un hospital psiquiátrico
recientemente. Las acciones que se realizan en este caso, consisten en hacer seguimiento y una
mejor identificación del problema o de los trastornos mentales asociados.

A continuación, se presenta el modelo de la salud pública para la prevención del


suicidio, el cual se comprende de cuatro partes.

Tabla 4. Modelo de la salud pública para la prevención del suicidio

Vigilancia • Se define el problema de la conducta suicida a


través de una recopilación sistemática de
datos

Identificación de los • Se investigan las causas del comportamiento


factores de riesgo y de suicida y a quiénes afecta
protección

Desarrollo y evaluación de • Se diseña, ejecuta y evalúa las intervenciones


las intervenciones para determinar lo que funciona

23
Ejecución • Se pretende aumentar las intervenciones
prometedoras para evaluar posteriormente su
repercusión y efectividad

Fuente: Organización Panamericana de la salud, 2016

El informe concluye con la falta de prioridad que se le da a la prevención del suicidio,


aun siendo éste una de las principales causas de muerte no natural en población joven. Por este
motivo, llaman a los políticos y especialmente a los ministros de salud, a que desarrollen un
programa de prevención nacional adaptado a las características de cada cultura. Como guía
para los países, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala las siguientes áreas de
desarrollo para la acción estratégica.

Cuadro 1. Acciones estratégicas propuestas para la prevención del suicidio, clasificadas


según los niveles de ejecución actual

Área de Principales Ninguna Alguna Hay una estrategia


acción interesados actividad (no actividad (ha nacional de
estratégica directos hay prevención empezado prevención del
del suicidio a alguna suicidio
nivel nacional prevención del
ni local) suicidio)

Hacer Ministerio de Identificación y Identificación Evaluar


participar a Salud u otro participación en y participación sistemáticamente
los principales organismo de las prioridades en todas las las funciones y
interesados salud del país o ya actividades de responsabilidades
directos existan la prevención de los principales
actividades del suicidio interesados

24
Reducir el Sistema jurídico Reducir el Coordinar y Evaluar los
acceso a los y judicial, acceso a los ampliar esfuerzos
medios instancias medios actividades desplegados para
utilizables normativas utilizables para para reducir el reducir el acceso a
para suicidarse acceso a medios a medios
suicidarse medios utilizables para
utilizables para suicidarse. Utilizar
suicidarse resultados para
mejoras

Llevar a cabo El Ministerio de Empezar la Sistema de Vigilar la calidad,


la vigilancia y Salud, la oficina vigilancia. vigilancia del representatividad,
mejorar la Estadística y Identificación suicidio e regularidad y los
calidad de los demás de localidades intentos a nivel costos del sistema
datos interesados representativas nacional de vigilancia.

Concientizar Todos los Organizar Idear campañas Evaluar la eficacia


sectores actividades para estratégicas de de la campaña de
encabezados por concientizar información información
el MS y medios acerca de que pública pública
de difusión los suicidios son
prevenibles

Hacer Alianza entre los Cobertura Correcta Evaluar la


participar a medios de responsable de formulación de información
los medios de difusión y el MS los suicidios normas y transmitida por los
difusión prácticas de medios de difusión
difusión sobre los eventos de
suicidio

Movilizar el Sistema de salud Planificar y Dispensar una Realizar un


sistema de formales e dispensar atención seguimiento y una
salud y informales, atención a accesible en evaluación
capacitar al sector de la quienes intenten casos de crisis sistemáticos de los
personal de la educación el suicidio servicios existentes
salud

25
Cambio de Medios de Reducir el Modificar Realizar
actitudes y difusión, sector estigma actitudes hacia evaluaciones
creencias de los servicios asociado con la el uso de los periódicas para
de salud, búsqueda de servicios de vigilar cambios de
educación y ayuda por salud mental actitud y creencias
organizaciones suicidio del público respecto
comunitarias del suicidio

Evaluación e Servicios de Priorizar Ampliar la Evaluar


investigación salud investigación investigación, periódicamente las
comunitaria necesaria para la asignando investigaciones en
prevención del recursos cartera para seguir
suicidio de cerca los
progresos

Elaborar y Ministerio de Elaborar una Seguir Evaluar y vigilar la


aplicar una Salud estrategia desarrollando aplicación y los
estrategia nacional de la estrategia resultados de
nacional prevención nacional a nivel estrategias
integral

Fuente: Organización Panamericana de la Salud, 2016

3.3 Programa de prevención SIAM (Suicide intervention assisted by messages)


Este programa se diseñó con el objetivo principal de averiguar si el recibir un mensaje
regularmente cada 6 meses podía disminuir el riesgo de autolesión y suicidio en personas con
intentos previos. La hipótesis del estudio consistía en que después de recibir asistencia
mediante mensajes de textos durante 6 meses se iba a reducir la proporción de intentos nuevos
a los 6 y a los 13 meses, se iba a reducir el número total de nuevos intentos a los 6 y 13 meses,
iban a disminuir las muertes por suicidio, iba a disminuir la ideación suicida, reducir los costes
de intervenciones y que iba a mejorar la satisfacción de los pacientes a través de servicios de
atención (Berrouiguet et al., 2014)

El Programa SIAM se basó en estudios anteriores que probaron su efectividad con


técnicas parecidas, por ejemplo, mediante cartas, cuyo objetivo era demostrar al paciente que
contaba con alguien que se preocupara por su situación. Cinco años más tarde se comprobó
una disminución de las muertes asociadas al suicidio en el grupo contactado versus el no

26
contactado. Otra prueba parecida que probó su eficacia fue realizada con tarjetas postales, al
año siguiente del intento de suicidio, se redujo el número de recaídas en el grupo contactado.
Se encontró resultados positivos similares a estos con el contacto telefónico (Berrouiguet et al.,
2014).

El estudio se realizó con adultos mayores de 18 años que habían sido dados de alta de
un hospital psiquiátrico o de una hospitalización hacía menos de 7 días y que podían ser
contactados por teléfono (Berrouiguet et al., 2014).

La intervención del programa consiste en contactar por teléfono con los pacientes del
grupo de control y el grupo de intervención al sexto y décimo tercer mes para una evaluación
conducida por un psiquiatra. Se mandan un total de nueve mensajes de texto: el primero 48
horas después del alta, al octavo día, al décimo quinto día y en los meses 1, 2, 3, 4, 5 y 6.

Todos los mensajes se mandan a la 13:00 pm y están personalizados con el nombre de


cada paciente (Berroiguet et al., 2014).

Tabla 5. Orden de la intervención suicida asistida por mensajes (SIAM)

Mensaje Día/Mes

1. 48 horas después del alta

2. día 8

3. día 15

4. 1 mes

5. 2 meses

6. 3 meses

7. 4 meses

27
8. 5 meses

9. 6 meses

Fuente: Berroiguet et al., 2014

En cuanto al contenido de los mensajes, estos tienen que ver con el sistema de
monitoreo, la validación del sufrimiento, el acuerdo del alta, y para revisar la intervención de
cuidados continuos. También incluyen información sobre el doctor a su cargo (psiquiatra o
médico general) y la fecha de la siguiente cita, si fuera requerida una, además el paciente tiene
el derecho de escoger a su psiquiatra o médico de elección.

Este programa presenta distintas ventajas; en primer lugar es una tipo de intervención
menos costosa en comparación a otras, ayuda a tener contacto con personas no tan localizables,
es una manera de contactar con alguien rápidamente en casos de urgencias, y es muy accesible
para personas como los adultos jóvenes que están acostumbrados a utilizar el teléfono como
medio de comunicación prioritario (Berrouiguet et al., 2014).

3.4 Enfoques anticipatorios de prevención teóricamente válidos de la OMS


Como se ha mencionado antes, a nivel global sólo 28 países cuentan con un programa
de prevención nacional, estos están en: la región de las Américas (8), Región de Europa (13),
Región de Asia sudoriental (2), y Región del Pacífico Occidental (5) y 13 países están
trabajando por diseñar un programa de prevención a nivel nacional (World Health
Organization, 2014).

En una evaluación realizada por la OMS (2014) son 47 los países que respondieron que
no tienen un programa de prevención nacional, sin embargo, cuentan con otro tipos de
programas como: un programa nacional donde se trabaja una o más de las áreas imprescindibles
para la prevención del suicidio a nivel nacional (7 países) con el apoyo de una ONG o
institución académica, programa para entornos específicos (9) en donde aborda una iniciativa
integral apoyada por una institución, sector privado u otros, programas dispersos (26) los cuales
incluyen actividades dispersas que trabajan en una o más áreas de prevención del suicidio a
nivel subnacional apoyados por autoridades estatales, regionales o locales y por último el
programa integrado (8) es aquel que no aborda un área específica o cuenta con una estrategia

28
bien establecida sino que se trata la prevención del suicidio como subelemento de otra área
como el alcoholismo o la salud mental.

En cuanto al diseño de un programa de prevención nacional es importante poder abarcar


los siguientes objetivos: reducir la accesibilidad a medios para suicidarse, mejor el
conocimiento sobre el suicidio mediante la educación pública, capacitar a los medios de
comunicación para que brinden información que ayuden a la prevención y no al contagio,
eliminar el estigma acerca de los trastornos mentales y mejorar las actitudes sociales sobre ellos
y la conducta suicida, mejorar la vigilancia e investigación, identificar los grupos vulnerables,
favorecer los factores protectores ambientales e individuales y ofrecer apoyo a quienes sufren
un duelo de alguien que se ha suicidado (World Health Organization, 2014).

Aunque el objetivo ideal sería que todos los países contaran con un programa de
prevención a nivel nacional, se pueden utilizar enfoques anticipatorios que, aunque todavía no
se han evaluado en cuanto a su repercusión en el suicidio e intento de suicidio, se consideran
teóricamente válidas y pueden ser alentadoras para la prevención de posibles futuros intentos.

Algunas de estas estrategias incluyen visitas a domicilio a embarazadas y madres


recientes de pocos recursos hechas por personas capacitadas como, por ejemplo,
enfermeras. El objetivo es educarlas respecto a la infancia temprana. Por otro lado, se ofrecen
programas de tutoría para jóvenes vulnerables y adultos con vocación de cuidado. También
existe la opción de sistemas comunitarios de prevención que capaciten a la comunidad para
tratar la salud de los adolescentes y sus problemas de conducta a través de un “proceso
colaborativo de participación” (World Health Organization, 2014) .

Por último, otro enfoque anticipatorio son los programas escolares de prevención de la
violencia y de desarrollo de habilidades conformados por alumnos, padres y el cuerpo docente.
El objetivo es promover la responsabilidad social y las aptitudes tanto sociales como
emocionales (p.ej. poder pedir ayuda, resolver problemas (World Health Organization, 2014).

De esta manera, es muy importante que, aunque un país no tenga un programa de


prevención nacional, se elaboren estrategias y actividades con fines preventivos, mientras se
trabaja en un programa nacional bien establecido y estructurado; tener un programa de
prevención nacional es muy importante porque demuestra un compromiso por parte del
gobierno con tratar este tema y liderazgo para desarrollar un plan más extenso (World Health
Organization, 2014).

29
3.5 Factores de éxito en programas de prevención del suicidio
Arias López (2013) de la fundación SERÉ hace una hace revisión de los principales
factores que hacen que un programa de prevención del suicidio sea exitoso. Entre ellos se
encuentran: tener un sustento teórico y empírico de las estrategias que se van a implementar y
el problema que van a tratar, tener bien definido el programa y sus objetivos, que esté dirigido
a una población específica (p.ej. adultos jóvenes), que la intervención se realice en distintos
niveles, que se promueva el desarrollo de relaciones grupales que favorezca a la promulgación
del programa, que el programa de prevención cuente con métodos de enseñanza dirigidos a
orientar a la persona sobre cómo debe realizarse el cambio, cuando y en qué dirección. Por otro
lado, para que un programa de prevención del suicidio tenga éxito es importante que cuente
con un sistema de información apropiado para el desarrollo y evaluación del programa en
cuanto al impacto que puede tener sobre la población, también es necesario hacer uso del
programa en un momento adecuado y con el manejo correcto de las estrategias (intensidad,
duración, calidad y tiempo). Por último, se debe promover un incremento de la percepción de
vulnerabilidad de la población general (López, 2013).

Esta revisión también hace mención de programas o modelos que han mostrado ser
eficaces como el de Gatekeeper, del cual se ha hablado anteriormente. Por otro lado, señalan
que en Europa se está interviniendo con estrategias que incluyen características del anterior
modelo y que previamente habían mostrado ser exitosas independientemente. Algunas de estas
son: utilización de sesiones de entrenamiento que brindan apoyo a los médicos en atención
primaria, divulgación de información mediante medios de comunicación que permiten producir
un impacto importante, la capacitación de Gatekeepers (guardianes) comunitarios, y la
utilización de actividades de extensión y apoyo para la población de alto riesgo (p.ej. grupos
de autoayuda y apoyo) (López, 2013).

Esta revisión concluye resaltando que para que un programa de prevención del suicidio
tenga éxito tiene que tener bien identificado los factores de riesgo y los factores protectores,
debe contar una capacitación de guardianes o gatekeepers, se debe invertir en material y
personal capacitado que pueda diseñar programas de intervención auto sostenibles a posteriori,
hay que considerar las condiciones sociohistóricas que no suelen ser tenidas en cuenta en
comparación a las culturales e idiosincráticas, es importante invertir en equipos, personal y
medios idóneos para el diseño de programas de prevención y especialmente se debe tener en
cuenta las características específicas de cada población e intervenir en distintos niveles y con
estrategias diversas (López, 2013).

30
Conclusiones

El suicidio es un fenómeno que afecta a todas las edades y ambos géneros, aunque en
mayor proporción a hombres que a mujeres. Se estima que al año hay un promedio de 703000
muertes por causa de suicidio, lo que supera a las muertes ocasionadas por la malaria, HIV,
cáncer de mamá, guerra u homicidio. Es la tercera causa de muerte en el rango de edad 15-19
y 20-24 y la segunda en el rango de edad 25-29, no obstante, es la primera causa de muerte no
natural en jóvenes. Es una causa de muerte prevenible.

No hay una única teoría que pueda definir las causas del suicidio, sin embargo, las
teorías existentes aluden principalmente a la implicación de diversos estados afectivos como:
sentimientos de fracaso, sentimientos de desesperanza, sentimientos de encierro, sentirse como
una carga y sentimientos de pertenencia frustrada. También se relacionan con la presencia de
rigidez cognitiva y déficit de regulación emocional.

Las investigaciones han revelado muchos factores de riesgo, cuya correcta


identificación ayudan a una posterior prevención de consumación de suicidio. Algunos de los
factores de riesgo en los que más coinciden los autores expertos en este tema son: trastornos
de la salud mental (p.ej. depresión, trastorno bipolar, entre otros), falta de recursos
emocionales, una familia disfuncional, acceso a medios letales, haber realizado intentos previos
y barreras para acceder a la atención de salud, entre otros.

Por otra parte, como factores protectores se ha identificado el apoyo familiar,


especialmente de los progenitores, tener alta autoestima, poseer habilidades sociales, tener
capacidad de autoeficacia y realizar prácticas religiosas, entre otras. Por otro lado, otro factor
protector importante es desmentir los mitos que hay acerca del suicidio, ya que esto ayuda a
concientizar a la población y al mismo tiempo promueve que las personas en riesgo de suicidio
pidan ayuda.

El suicidio es una causa de muerte prevenible y, por lo tanto, es muy importante diseñar
programa de prevención eficaces. Lo óptimo sería que cada país tuviera un programa de
prevención nacional, sin embargo, según una encuesta realizada por la OMS solo 28 países
cuentan con un programa de prevención del suicidio a nivel nacional y 47 no tienen, pero están
trabajando en ello o intervienen en algún área o entorno específico.

El presente trabajo hace mención a algunos programas y modelos de prevención


existentes que han probado ser muy útiles y eficaces para la prevención del suicidio,
especialmente uno de ellos, el programa de prevención Gatekeepers el cual a través de distintas

31
fases educan y capacitan a jóvenes para estar más preparados a la hora de reconocer señales de
alerta, promover el autocuidado y hablar abiertamente del tema, quitándole el elemento tabú.
Cabe resaltar que el concepto del programa de Gatekeepers o guardianes también se ha
extrapolado a otras poblaciones y no se utiliza únicamente con los jóvenes.

Por otro lado, un programa de prevención interesante es el “Suicide intervention


assisted by messages” (SIAM), el cual consiste en un monitoreo constante de la persona en
riesgo de suicidio, este se realiza mediante mensajes de texto durante 6 meses y el objetivo
final es reducir nuevos intentos de suicidio. Es una propuesta prometedora, puesto que presenta
muchas ventajas: es menos costosa, es una manera rápida de contactar contactar en casos de
emergencia y con personas que no son tan fáciles de localizar de otra manera, es muy accesible,
en especial en el caso de los jóvenes adultos ya que este es su medio de comunicación
prioritario.

Es muy importante que todos tengan un acceso fácil a la atención de salud primaria y
puedan recibir ayuda si la solicitan. Para ello, la OPS recomienda que todo sistema de salud
público incluya en su modelo de prevención del suicidio cuatro aspectos claves: la vigilancia
(recopilación de datos), la identificación de factores de riesgo y de protección, el desarrollo y
evaluación de las intervenciones y, por último, la posterior ejecución de intervenciones
eficaces. Cabe resaltar que, entre los factores de éxito de un programa de prevención del
suicidio eficaz, se encuentran: especificación de población, que esté diseñado para atender
diferentes niveles, que tenga un adecuado sustento teórico y empírico, que el programa y sus
objetivos estén bien definidos, que incluya una capacitación de guardianes, entre otros.

Hay muchos programas de prevención dirigidos a adolescentes y a adultos en general,


no obstante, hay poca bibliografía respecto a la prevención del suicidio en jóvenes adultos.
Como se hace referencia en este trabajo, el suicidio en jóvenes adultos es de las principales
causas de muerte y es la primera causa de muerte no natural.

Se debe tener en consideración que los jóvenes adultos pasan por muchas etapas de
cambio en un corto período de tiempo. Estos cambios pueden generar mucho estrés y ansiedad
que pueden resultar en problemas de la salud mental como la depresión, el abuso de sustancias,
entre otros. Por lo tanto, hace falta seguir investigando cuáles son los factores de riesgo y
factores protectores específicos para esta población, para que a partir de ellos se diseñen
estrategias y programas de prevención dirigidos específicamente para este grupo de edad. Sería
interesante, que dentro de los currículos universitarios y trabajos se incluyan talleres de

32
psicoeducación sobre la salud mental, como también talleres de promoción del autocuidado y
entrenamiento de Gatekeepers que permitan identificar señales de alerta de problemas
relacionados con la salud mental, especialmente señales de alerta de una persona en riesgo de
suicidio.

Por último, este trabajo presenta unas cuantas limitaciones. En primer lugar, la
investigación no se basó en un género específico, sino que incluyó a ambos. Por otra parte, la
investigación utilizó datos de estudios de diferentes partes del mundo, por lo que tampoco se
especificó un país en concreto. Tanto el género como la cultura, pueden presentar diferencias
a la hora de identificar factores protectores y de riesgo. Por lo tanto, será importante tomar en
consideración estos factores en futuras investigaciones.

33
Referencias

Berrouiguet, S., Alavi, Z., Vaiva, G., Courtet, P., Baca-García, E., Vidailhet, P., Gravey, M.,
Guillodo, E., Brandt, S., & Walter, M. (2014). SIAM (Suicide intervention assisted by
messages): The development of a post-acute crisis text messaging outreach for suicide
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Duarte Tánori, K. G., Vera Noriega, J. Á., & Fregoso Borrego, D. (2020). Factores
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