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Resumen- Psi Jurídica

Unidad 11
Ficha 18055 (6605)- Clínica Forense en Familias – Abelleira, H & Delluca,N.
Capítulo IV- Teorizando sobre el proceso de separación en la familia
Nos vamos a referir al proceso de separación de la pareja conyugal, cuando se ha constituido una familia. Es decir, a la
separación de un hombre y una mujer que además de haber estado unidos por el amor y por lazos legales o de hecho, son
padre y madre de uno o más hijos producto de esa unión. Es muy diferente enfrentar la disolución del vínculo de pareja
cuando no se han tenido hijos. En esta circunstancia, con mayor o menor dolor y tiempo de tramitación del duelo por la
pérdida de un vínculo significativo para los sujetos, en la mayoría de los casos es posible su elaboración y resolución.
La presencia de hijos y en consecuencia el formar parte no sólo de una pareja sino de una familia, dificulta la aceptación
de la ruptura y el afrontar la decisión, complejizando su tránsito y resolución, tanto en intensidad como en cualidad.
Pensamos al divorcio incluido en un proceso, anudado a la historia de la pareja, a su devenir como familia y a los
tiempos históricos en que éste transcurre. Hemos formulado para su abordaje e investigación, tres momentos de este
proceso: tiempo de construcción, de deconstrucción y de nuevas construcciones.
Utilizamos la palabra divorcio, con el mismo sentido que ruptura, separación o disolución del vínculo de pareja. Si bien
“divorcio” es el concepto que se utiliza a nivel jurídico, para denominar el proceso legal de separación de dos cónyuges
unidos a su vez por un matrimonio legal, se ha incorporado al lenguaje corriente para comprender los avatares de toda
disolución de un vínculo de pareja (legalizada o no) que ha convivido durante un determinado lapso. Si la pareja no ha
convivido, es más habitual que se hable de ruptura. En la época actual, se legitima una pareja y la constitución de una
familia, por su relativa estabilidad y convivencia y no sólo por el cumplimiento del trámite legal del matrimonio civil.
El momento de construcción, alude al tiempo transcurrido entre el encuentro inicial de la pareja, la constitución del
vínculo, su decisión de iniciar la convivencia, el advenimiento de los hijos y el comienzo del malestar vincular. Malestar
que podrá instalarse como conflicto insoluble, llevándolos al planteo de la separación. El tiempo de la convivencia, va
armando sin que los integrantes del grupo familiar sean conscientes, significaciones compartidas, creencias y mitos acerca
de su origen, sobre lo que son y no son como familia. Se va construyendo el lazo familiar, que conformará un sentimiento
de pertenencia y de identidad familiar. Esta vincularidad construida, posee una función amparadora para el conjunto, que
se apuntala en diferentes vertientes:
- Por un lado, en investiduras libidinales privilegiadas entre sus miembros.
- Por otro, en el soporte institucional que significa ubicarse y ser reconocidos por los demás como una familia.
Tendremos en cuenta, que en la familia existen diferentes tipos de vínculos y sujetos de esos vínculos (junto a un
“nosotros” que los incluye a todos, se recortan en el discurso un “nosotros” de la pareja, un “nosotros” de los hermanos,
etc.). Cada familia a su vez, en distintos momentos del devenir y de sus propios avatares, puede construir otros “nosotros”
derivados de procesos identificatorios, de alianzas ocasionales frente a una crisis, o de mecanismos grupales defensivos.
Esto nos indica, que las significaciones compartidas señaladas, tienen algunos anudamientos en común y diferentes
combinatorias, dado que cada sujeto mantiene dentro de la familia (o es deseable que mantenga) un sector de su espacio
psíquico, creativo y singular, que lo habilita para otorgar nuevos sentidos a lo recibido o a lo vigente hasta ese momento y
a establecer vínculos por fuera del espacio familiar.
Es importante diferenciar la conyugalidad de la parentalidad, son dos órdenes o funciones que se ejercen desde la pareja.
 La conyugalidad refiere al vínculo que se crea en una pareja, legalizado por el matrimonio o en una unión de hecho,
que supone hasta ahora, una convivencia medianamente estable, la prescripción de relaciones sexuales genitales, la
construcción de un proyecto de vida común y la expectativa de fidelidad mutua. No es un simple acuerdo de las
partes, sino que lo inaugura un vínculo amoroso. “Placer sexual, amor y reconocimiento narcisista” (Piera
Aulagnier), es lo que mutuamente se demandan y esperan recibir ambos miembros de una pareja, que se ubican en
posiciones simétricas en ese sentido. Esta posición a ocupar, dependerá de diferentes operatorias: del acto eficaz de
salida de las respectivas familias de origen y de las creencias predominantes o mito fundante respecto del amor y la
pareja, que cada uno haya construido como representación y en conjunto como integrantes de ese vínculo. Estos
mitos de los que nos hemos apropiado inconscientemente, están en relación con nuestros deseos y anhelos
conscientes. Su construcción, que tiene una expresión intrasubjetiva, interviene como una variable intersubjetiva,
en el momento de la elección de pareja. En su entramado, se entretejen siempre ideales culturales que circulan en el
imaginario social, que nunca es homogéneo.
 En la parentalidad, el nacimiento de los hijos por lo cual un hombre y una mujer devienen padre y madre y un niño
es reconocido como hijo, complejiza el vínculo de la pareja, al inaugurar en el mismo esta nueva dimensión, que
pasa a coexistir y debe construirse diferenciada de la conyugalidad. Inaugura, a su vez, el pasaje de pareja a familia
y los vínculos paterno y materno-filial. A través de su construcción en el tiempo, se generan afectos y se transmiten
modelos, normas, valores, ideales y significaciones, es esperable que admitan cambios, reformulaciones y el
surgimiento de nuevas producciones.
Cuando por diferentes motivos la pareja enfrenta la separación del vínculo conyugal, se abre en la familia una operatoria
de transformaciones en los vínculos, que supone un complejo trabajo de reconocimiento de pérdidas, reformulación de las
modalidades de intercambio relacional y necesidad de creación o producción de otras alternativas vinculares. Es lo que
hemos llamado, momento de deconstrucción y momento de nuevas construcciones. Esta caracterización que hacemos de
los procesos vinculares, marcando el predominio de un tiempo de construcción anterior al cisma, como de deconstrucción
cuando se enfrenta la separación, debe ser entendido no enmarcado en una linealidad temporal. A su vez, toda nueva

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construcción vincular (como es una pareja) lleva implícita la deconstrucción de otros vínculos, que adquieren a partir de
los nuevos un estatuto y cualidad diferentes: los que se tienen con las familias de origen.
Utilizamos el concepto de deconstrucción, en alusión a un proceso psíquico activo que no sólo supone la
elaboración del duelo por lo perdido, sino que implica una mirada crítica sobre el vínculo por parte de los sujetos, tanto
en sus aspectos históricos como presentes. Esta puesta en cuestión es necesaria para que puedan surgir nuevos modos de
encarar la relación que han de mantener de ahora en más, en la medida en que se preserve para ambos, el vínculo con los
hijos y que deben tomarse otras decisiones respecto de áreas anteriormente compartidas (patrimonio, bienes, etc.). Los
motivos que las parejas relatan como causales de su separación, son numerosos y variados, pero podríamos decir que en
lo referente a los sentimientos que promueve, observamos un amplio arco que, con diferentes intensidades, va del dolor a
la furia o las vivencias de desilusión devienen vivencias de estafa. En la exacerbación de esta última, se genera violencia,
que puede llegar al extremo de la muerte. El predominio de uno u otro palo, estará en relación a cómo cada pareja ha
podido enfrentar el complejo proceso de construcción vincular. Proceso que implica reconocer que el otro y yo estamos
unidos por aspectos semejantes, los esperables; aspectos diferentes, no esperados pero si posibles de ser tolerados en base
a un trabajo psíquico personal y vincular; y aspectos ajenos, o aquello del otro que no se espera y con lo que no se sabe
qué hacer, por lo que desconcierta o enoja y en este caso puede tornarse amenazante, persecutorio y posible generador de
violencia. De acuerdo a cómo cada pareja enfrente y reconozca estas dimensiones del vínculo, a cómo sienta y opere
frente a las mismas, se recortarán las cualidades del momento de deconstrucción. (EN U.9 SON NOMBRADAS COMO
DIMENSIONES DEL OTRO, VER RESUMEN 1 pág. 6)

Desilusión Situaciones intermedias variadas Estafa

Dolor Furia

Posibilidad de aceptación de las diferencias Imposibilidad de aceptación de las


diferencias

Cierto reconocimiento de la ajenidad Desconocimiento de la ajenidad

Desde lo social, la legalización del divorcio ha sido un importante avance al quitar una parte de los aspectos
desvalorizantes inherentes a la separación matrimonial. Ha permitido a las parejas separadas, reconocerse en una
denominación instituida socialmente. Esta transformación en lo histórico social, ¿ha desprovisto a la ruptura de la pareja
del sentido de acontecimiento traumático? Pensamos que no. A su vez, nuestra intervención en la institución judicial, da
cuenta de todas aquellas parejas que no pueden tomar las decisiones por sí mismas, acudiendo a los Tribunales en esta
búsqueda, que a veces se prolonga en una litis interminable.
Más allá de que las personas sean conscientes de que la disolución del vínculo de alianza es una vicisitud posible, cuando
se transita el proceso de separación de la pareja conyugal, se sufre una profunda desilusión, sobreviene el estado de
conflicto, de crisis y dolor por lo perdido. El dolor psíquico que instala este proceso traumático es imprevisible. No es lo
mismo hablar de una posible separación o haberla imaginado, que su puesta en acto. El inevitable “dolor del duelo”,
impone un trabajo psíquico de elaboración-simbolización de los movimientos de desinvestidura ligados al otro, otrora
amado, que con frecuencia es investido con la “pasión del desamor” (André Ruffiot), por la intensidad y el sufrimiento que
conllevan. El autor se refiere al término pasión en dos aspectos:
1. Como actividad psíquica intensa.
2. En el sentido de sufrimiento.
La intensidad de los afectos que moviliza el reconocimiento de la pérdida de la presencia del otro del vínculo en la
cotidianeidad, pone en marcha el trabajo del duelo. Se ha señalado que lo opuesto del amor y del enamoramiento
apasionado, es la indiferencia. Es decir, la desinvestidura, la disolución de la corriente erótico-amorosa que sostiene un
vínculo. La separación de la pareja en los hechos, no supone en lo inmediato una tal disolución. Nasio señala que, “el
dolor del duelo”, es efecto de la “sobreinvestidura” de todas aquellas representaciones ligadas al otro, real o imaginario,
producida en su ausencia y sin su respuesta recíproca. El otro ha sido sostén tanto del vínculo, como de la propia
subjetividad construida con él y del sentimiento compartido de pertenencia. Esta pérdida-despojo, es vivida con pasión,
con mayor o menor intensidad de acuerdo a cómo se posicione cada uno: como abandonado o abandonante.
La separación de la pareja conyugal se configura como una crisis en el devenir de ese vínculo que involucra a todo el
grupo familiar. Nos referimos a crisis en el sentido de que se instala un cambio brusco y decisivo en el curso de un
proceso, asociado a la idea de muerte en tanto ruptura y desgarramiento de una continuidad. Se desmoronan desde
sentimientos e ideales hasta los establecidos rituales de la cotidianeidad. La emergencia de sufrimiento, las vivencias de
caos y desorganización son inevitables, pero a la vez toda crisis implica la posibilidad de crear otras maneras de
funcionamiento, de generar nuevas organizaciones vinculares, impensables en el momento de la ruptura. Entre el
momento de la pérdida segura y de la incierta creación de lo nuevo, transcurre un tiempo singular para cada pareja y cada
familia, en el que predominan el dolor, la hostilidad, la incertidumbre y los interrogantes.

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Una de las maneras iniciales de transitar la crisis de la separación conyugal, es la división de la familia en
organizaciones dualistas 1. La organización dualista que observamos más frecuentemente en estas familias es la
división en dos grupos: - inocente vs. culpable; - víctima vs. victimario; encarnado por uno y otro miembro de la ex
pareja, siendo variable la ubicación de los hijos: todos con uno de los padres (el inocente o víctima) o divididos a su vez los
hermanos entre uno y otro progenitor. Esta primera forma de organización de mínima complejidad de la familia ante la
crisis de la separación, en algunos grupos familiares es sólo el primer paso del tiempo de deconstrucción. A medida que
puedan ir transitando el mismo, podrán ir construyendo nuevas y más complejas maneras de vincularse. Estas
organizaciones dualistas constituyen lo que denominamos organizaciones dualistas dinámicas o instrumentales, solo
una etapa de pasaje a otros momentos del tiempo de deconstrucción. Otros grupos familiares, permanecen un tiempo
prolongado, o indefinidamente, en esta modalidad de funcionamiento, constituyendo lo que denominamos
organizaciones dualistas estáticas, que dan cuenta de la imposibilidad de esas familias de transformar la crisis en
oportunidad de cambio.
En algunas de estas familias, las vivencias y fantasías de muerte suelen concretarse en la muerte real de alguno de sus
miembros. Esto nos lleva a diferenciar dentro del concepto de crisis, distintas posibilidades según el efecto sobre los
sujetos o grupos que la padecen.
 René Thom, decía que toda crisis genera un sentimiento de angustia que funciona como señal de alarma, que pone
en movimiento los mecanismos de extinción de la crisis. Cuando ciertas condiciones fisiológicas, psicológicas o
sociológicas no se conjugan para contribuir a la eficacia de los mecanismos de extinción, sobreviene la catástrofe.
 Ignacio Lewcowicz, menciona cómo frente a la experiencia de ruptura de una lógica ante algo que irrumpe o
desestabiliza, los efectos pueden ser diferentes: trauma, acontecimiento y catástrofe, dando lugar a situaciones
diversas.
• Cuando el efecto es el trauma, luego de un primer tiempo de perplejidad, de falta de respuesta ante la
ruptura, la intensidad de lo traumático va cediendo y todo parece volver a su lugar sin producirse ninguna
alteración radical.
• Cuando frente a lo que irrumpe, el sujeto y el grupo lo incorporan y logran cambios y transformaciones
radicales subjetivas y vinculares, hablamos de acontecimiento. Sería cuando la familia logra acceder al
tiempo de las nuevas construcciones vinculares.
• Cuando la crisis se inscribe como catástrofe, no hay esquemas previos ni esquemas nuevos que posibiliten
seguir construyendo. Hay mutilación, devastación. Imposibilidad de registro y elaboración por parte de la
familia y sus integrantes.
Así como las parejas se “encuentran” de un modo particular, los “desencuentros” y su culminación en separación,
constituyen también un proceso singular, que adquiere notas distintivas en cada familia y en cada integrante de la misma.
El dolor que enfrentan es compartido, pero su impacto, significación, modo y tiempo de elaboración, difieren de uno a
otro, de una familia a otra. Es decir, cada integrante y cada vínculo de la familia, más allá del dolor compartido, va a ser
atravesado en forma singular por la situación crítica de la ruptura conyugal. Atravesamiento que guarda relación no sólo
con cómo lo inscriba la subjetividad de cada uno, sino con su lugar en la trama vincular.
Los integrantes y el vínculo de la pareja, se ven enfrentados a una situación que constituye una paradoja. Tienen que
desprenderse de un otro (esposo/esposa) con todo el esfuerzo que supone, pero a su vez y simultáneamente, necesitan
construir un nuevo vínculo en tanto padres, como algo diferente al que ejercían en la convivencia. Esta es una ardua y
compleja operatoria, que exige a cada sujeto del vínculo, una lucha permanente entre la necesidad de “ausencia” del otro
(ex conyúge), para realizar el duelo como pareja conyugal y la necesidad de “presencia” del otro (padre o madre de los
hijos) para construir un nuevo vínculo como padres. Oscilación enloquecedora que supone tal vez el desafío central de la
pareja que se separa. Puede constituirse en el devenir del nuevo vínculo, en fuente de conflictos y malentendidos ante
situaciones que impliquen algún cambio en las relaciones familiares. A esta cualidad del proceso de separación ligada a un
área del vínculo de la ex pareja, que a partir de determinados sucesos da lugar a conflictos, la hemos denominado “zona
de irresolución”. El vínculo materno y paterno filial se verá involucrado inevitablemente en el cambio. Esta pérdida,
esta percepción de la ausencia de uno de los padres, enfrenta a los hijos con la dolorosa evidencia de que sus padres han
dejado de quererse.
Queremos marcar una diferencia en el vínculo materno y paterno filial desde:
 El polo parental, en cuanto al progenitor que queda a cargo de la tenencia de los hijos, respecto del que no convive
con ellos.
-El que sigue conviviendo con los hijos, se siente menos despojado y con más posibilidades de preservar la
vivencia de familia y de cierta continuidad, pese a la ruptura conyugal. Puede surgir la tendencia al ejercicio
omnipotente de su función y el peligro de que obstaculice el contacto de los hijos con el otro progenitor.
Con el paso del tiempo suele observarse la aparición de sentimientos de sobrecarga, ante las exigencias del
ejercicio cotidiano de la parentalidad en soledad.

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Lévi-Strauss dice: “un sistema dualista es aquel en el cual los miembros de una comunidad se reparten en dos mitades,
las cuales mantienen entre sí relaciones complejas que van desde la hostilidad declarada hasta una intimidad muy
estrecha y donde en general se encuentran asociadas diversas formas de rivalidad y cooperación”.

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-El progenitor que no convive con los hijos, se ve expuesto a intensos sentimientos de pérdida y profundas
vivencias de soledad, resultándole costoso en ocasiones armar en lo inmediato (más allá de lo económico)
un nuevo lugar que pueda sentir “su casa” y que pueda brindar a los hijos cuando se dan los encuentros con
ellos. Es decir, otro “espacio familiar”. Desde la ley, a este contacto del padre/madre que no convive con los
hijos, se lo denomina “Régimen de visitas” y usualmente se estipulan días y horas para tales encuentros.
 El polo filial, los hijos pasarían a sentir que pueden ejercer un cierto poder que los confundiría como tales y que
posiblemente les acarrearía conflictos con el progenitor no conviviente y con todas aquellas situaciones en que
tuvieran que admitir límites.
En relación al vínculo fraterno, que en cierto sentido es el menos involucrado en los cambios que la separación de la
pareja promueve, observamos que en general se refuerza en sus aspectos solidarios, apuntalando a sus integrantes en su
solidez y permanencia. En aquellas familias en las que unos hijos quedan con el padre y otros con la madre, dividiendo
la fratria (Conjunto de hijas e hijos de un mismo núcleo (pareja), independientemente del tipo de relación de filiación que tengan con sus padres, y que
residen en una vivienda común. Grupo de individuos de una misma generación que pertenecen a la misma familia; comprende
a los hermanos, hermanas y primos), se despoja a éstos de una de las apoyaturas más significativas de este proceso.
El vínculo con las familias de origen, surge en este momento de la vida de las familias con una función amparadora, que
se expresa en un estrechamiento del contacto o en el retorno a residir con alguna de ellas o con ambas, de manera
transitoria o permanente.

[Producciones psicopatológicas vinculares:]


Desdibujamiento o nivelación de las diferencias
Junto a la pérdida básica que inaugura el proceso de ruptura del vínculo conyugal o de pareja, se enfrenta una situación
paradojal: reconocer la disolución del vínculo conyugal, con la subsistencia de la parentalidad. Algunas familias lo
logran y esto facilita la circulación de los hijos, otras desconocen esta complejidad. El sentimiento amoroso perdido en la
pareja, es lo que los hijos deben diferenciar del amor filial, para preservar el vínculo con cada uno de los progenitores. Y es
necesario que los padres puedan reconocer esta diferencia.
Esta producción defensiva conjunta, surge en el vínculo materno o paterno filial y en el fraterno, ante las vivencias
traumáticas de desestructuración del lazo familiar que los amparaba, como consecuencia de una no tramitación del
proceso señalado de diferenciación entre los procesos de desprendimiento del vínculo conyugal y nueva formulación del
parental. De este modo, se genera la expectativa de que todos compartan los mismo sentimientos y actitudes. Es decir,
que los hijos se alíen al desamor o la hostilidad hacia un padre o una madre. Esto puede generar en los hijos la
descomplejización y empobrecimiento de las áreas de autonomía yoicas logradas hasta ese momento, quedando incluidos
en este mecanismo defensivo familiar de desdibujamiento o nivelación de las diferencias.

Posicionamiento omnipotente y omnipresente


Posicionamiento omnipotente y omnipresente del padre o la madre que convive con los hijos, como una
denegación del cambio. Nos referimos a un movimiento que intenta borrar el valor y significado del otro. El que tuvo
antes de la separación y el que sigue teniendo en la subjetividad de los hijos. Esto tiende a la exclusión del progenitor no
conviviente de la vida de los hijos.

Desmentida de la dimensión vincular del conflicto y su carácter paradojal


Esta operatoria defensiva es específica de los miembros de la pareja cuyo vínculo está en proceso de disolución. Se
presenta siempre, en todo conflicto de pareja, como primer recurso para desalojar el malestar que se ha producido en el
vínculo ante un desencuentro crucial y es de los mecanismos de menor nivel de complejidad que elaboramos los seres
humanos para defendernos de la angustia.
Suele predominar en la pareja, que cada uno tienda a desinvolucrarse de su participación en el proceso de ruptura
conyugal. La hostilidad franca, surge como un intento de simplificación del proceso: pospone el dolor psíquico por lo
perdido y desmiente la dimensión vincular del conflicto y su carácter paradojal. Este es un mecanismo de
desconocimiento del otro, donde sus protagonistas parecen haber borrado de sus inscripciones, la pertenencia al vínculo
que los construyó como pareja. De allí la dificultad presente en imaginar y construir un escenario donde el otro tenga
alguna presencia aunque sólo sea en la vida de los hijos.

Permutación de lugares y funciones


Nos referimos a una operatoria que se configura en el vínculo materno o paterno-filial. En un intento de obturar la
carencia que se produce en la familia por la ausencia de uno de los progenitores, puede generarse una permutación de
lugares y funciones en los vínculos. Uno de los hijos se posiciona con el acuerdo inconsciente del grupo, en el lugar del
progenitor ausente.
Esta operatoria tiene efectos diversos en la configuración familiar. Por un lado, supone para el hijo así ubicado, una
sobreexigencia que implica una pérdida parcial o total de su lugar y función de hijo. Para el grupo, supone el reemplazo-
borramiento del progenitor así sustituido, el empobrecimiento e indiscriminación a nivel del vínculo fraterno, así como el

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debilitamiento-amenaza de desconocimiento, de la prohibición del incesto, en estrecha relación con la intensidad de la


operatoria vincular.

No consideramos al proceso de divorcio entendido en una linealidad temporal. Señalaremos los procesos puestos en juego
en el momento de nuevas construcciones vinculares, que se producen con posterioridad a la separación conyugal. Las
nuevas construcciones, incluyen los modos singulares en que cada sujeto y cada vínculo de la familia se va posicionando
en el nuevo escenario. Consideramos que se ha logrado una nueva construcción, cuando la eficaz elaboración del duelo y
la crisis por la ruptura, da lugar al acontecimiento. Es decir, cuando ambos miembros de la ex pareja conyugal, han
podido elaborar nuevos pactos entre ellos para sostener la parentalidad, preservándose los lugares de cada uno, pero
significados desde la nueva organización vincular. Un logro fundamental de este momento de construcción, tiene que ver
con que a los hijos se les permita y estos puedan, sostener de manera estable y no conflictiva, la circulación entre los
padres.

Capítulo V- Construcción de un modelo de abordaje vincular


Antecedentes y fuentes
En un primer tiempo, intentábamos conocer el sentido del conflicto al interior del grupo familiar, a través de las
producciones individuales de cada miembro de la familia, privilegiando el análisis de las representaciones de cada uno
sobre el otro y el conjunto, apuntando a realizar una reconstrucción a posteriori de la trama vincular. Fue en el grupo
fraterno, casi desde el inicio y con niños pequeños, utilizamos la observación de la hora de juego compartida. Analizamos
entonces, que pese a realizar ya de manera sistemática, entrevistas conjuntas padres-hijos, necesitábamos otras
herramientas que enriquecieran y facilitaran evaluar, no sólo el nivel representacional, sino el despliegue y puesta en
escena frente a nosotras, de las diferentes modalidades vinculares, fundamentalmente de la relación materno y paterno
filial.
En las sucesivas entrevistas conjuntas parento-filiales, comenzamos por estimular el intercambio a través de un juego
compartido, utilizando la caja de juego tradicional. Sistematizamos su utilización como “Hora de Juego Conjunta
Familiar”. Al observar la frecuencia con que espontáneamente los niños tendían a privilegiar el dibujo como expresión
lúdica, requiriendo la participación de los padres en el mismo, fuimos instalando y recortando el “Dibujo Conjunto
Familiar” como una técnica específica, proponiendo su realización en una única cartulina y el uso de un solo color para
cada miembro.
Nos propusimos el diseño de un conjunto de herramientas de evaluación, que se adecuaran a nuestra casuística: grupos
familiares en proceso de divorcio, provenientes de diferentes niveles socioeconómicos. En este proceso de elaboración,
acotamos el uso de la “Hora de Juego Conjunta” a la familia con niños pequeños; el “Dibujo Conjunto Familiar”, como
complemento de ésta en niños de edad escolar y como única técnica vincular, con hijos adolescentes. Nos surgió entonces
la necesidad de contar con otras posibilidades de abordaje en este tipo de familias. A su vez, era importante ampliar
nuestros recursos, cuando las otras técnicas no aportaban elementos esclarecedores o cuando la problemática familiar
imponía la necesidad de surgimiento. Tomando en cuenta aspectos de las técnicas grupales investigadas, así como
observaciones realizadas en la Hora de Juego sobre diálogos espontáneos de personajes del mismo, construimos una
técnica de abordaje vincular, que inicialmente llamamos “Dibujo del personaje en interacción”. Luego, este es llamado
“Dibujo del Personaje en la Familia”, aplicándolo en las diferentes configuraciones vinculares estudiadas (pareja, padre o
madre-hijos, grupo fraterno).
A partir de nuestra concepción acerca de lo vincular, como fundante de la subjetividad, se nos impuso la necesidad de dos
cambios importantes:
- El abandono del término “interacción” y, por lo tanto, un cambio conceptual.
- Nuestra propuesta de llamar a los instrumentos o métodos por nosotras utilizados, “Dispositivos de producción
vincular”, más que “Técnicas Proyectivas Grupales”.
El cambio conceptual respecto de lo vincular que fuimos incorporando, es el fundamento del abandono del término
interacción, que alude a los diferentes intercambios comunicacionales que se dan entre los sujetos de un grupo. El
concepto de interacción deja por fuera ese plus que se pone en evidencia en lo que produce el conjunto familiar cuando les
proponemos una tarea compartida. También es una novedad para el grupo que posibilita efectos creativos, ver emerger en
presencia de los otros, contenidos y significaciones tanto compartidas como no compartidas.

Dispositivo de producción vincular


Nuestra mirada apuntará a la producción vincular conjunta, que necesita y responde a la presencia de otros. El espacio
que brindamos, más allá de la introducción de los diversos estímulos que en cada instrumento utilizamos genera la
posibilidad de que tal vez por primera vez el grupo o subgrupo familiar, deba elaborar en conjunto y con nosotras, una
tarea en apariencia alejada de la situación problemática presente, pero que pone en juego la capacidad de producción
vincular.
Por otra parte, nos resultaba necesario seguir contando con producciones individuales de los padres y de los hijos que
dieran cuenta de su percepción respecto de su lugar en el grupo y su registro del conjunto familiar. Mantuvimos así, el
abordaje individual inicial de cada miembro de la familia, pero integrándolo y correlacionándolo con las producciones

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vinculares. Discriminamos de este modo los dos niveles de inscripción del conflicto (singular y vincular) que se torna
necesario evaluar y diferenciar, en esta particular situación crítica de la familia y en este contexto institucional.
Respecto de los progenitores, en la primera entrevista con cada uno de ellos por separado, apuntamos a conocer su
posicionamiento e interpretación del conflicto familiar, así como sus expectativas ante la intervención jurídico-
psicológica. Es al final de esta primera entrevista que les solicitamos como tarea personal, la elaboración de dos
producciones:
a. Un dibujo (croquis) del Plano de la Casa Actual y de la Última Vivienda Conyugal compartida.
b. La confección (por escrito) del Árbol Genealógico que incluya: la línea materna y paterna y la familia actual.
Las dos técnicas elegidas resultan más adecuadas por dos razones:
1. Por la economía de tiempo. Su realización es rápida, incluso es posible solicitar la parte gráfica entre una
entrevista y otra, como una tarea a realizar en sus domicilios.
2. Porque si bien brindan menor información que las otras técnicas acerca del funcionamiento intrapsíquico en sí
mismo, posibilitan de manera privilegiada, los movimientos de apertura para la construcción de la historia
personal y la exploración de los vínculos actuales y pasados, más acordes con los objetivos de nuestra
intervención.
Respecto de los niños, mantuvimos el Dibujo de la Familia (imaginaria y actual). Con posterioridad, atendiendo a nuestra
necesidad de dar cuenta de cierta secuencia temporal del trabajo del duelo familiar, resultó el armado de una tríada del
Test de la Familia, que incluye: el Dibujo de la Familia Imaginaria, Familia Actual y Familia Prospectiva.
Esta diferencia en las producciones individuales solicitadas a padres e hijos, se relaciona, por un lado, con la diferencia
generacional y por otro, con los efectos que suscita el Dibujo de la Familia.
Como consecuencia del recorrido realizado, apuntamos a que el modelo diseñado reuniera las siguientes características
generales:
 Que los recursos utilizados impliquen consignas simples, comprensibles tanto por adultos como por niños y
accesibles a diferentes niveles socio-culturales.
 Que puedan ser administradas en un tiempo relativamente breve y con economía de medios (lápices, marcadores,
papel, cartulina, juguetes sencillos).
 Que brinden, por su estructura, la posibilidad de promover la escenificación de la problemática vincular de la
familia en forma mediatizada y alejada de sus formulaciones estereotipadas.

Ficha 6649- Proceso destructivo de exclusión en el divorcio – Albarracín, M; Berjman, M. & Albarracín, D.
Indicadores de destructividad
- Maturana define un dominio de interacciones destructivas para los seres vivos y los sistemas sociales, que está
especificado en cada caso por la estructura de la unidad en cuestión e incluye todas aquellas perturbaciones que
conducen a la pérdida de organización y finalmente, a la desaparición de la unidad como tal.
- Little taza seis patrones de interacción, entre ellos identifica el patrón de “familia fracturada” que se caracteriza por
los intercambios destructivos, que con alto estrés parental, coerción y punición de por medio, llegan hasta el maltrato
y el abuso. En estos casos, los hijos se erigen en cuidadores o rehenes de sus progenitores, deben optar por uno de
ellos y son utilizados por los ex cónyuges para la venganza. Little observa también que el estrés prolongado
disminuye la capacidad parental.
- Isaacs define el “divorcio difícil” como aquel en el que los progenitores no protegen a los niños del estrés provocado
por la desorganización familiar. En éste, los padres reclutan aliados entre sus hijos, pierden su autoconfianza como
padres y/o abdican sus responsabilidades como tales.
- Cirillo tipifica como “familia maltratante” a la que, en un proceso paulatino, implica a los niños en el conflicto
parental.
Junto a las conceptualizaciones sobre una organización fami-post-divorcio específicamente destructiva, existen
numerosas investigaciones sobre sus efectos en la salud física y psicológica de niños y adultos. Los investigadores sobre la
organización familiar posterior al divorcio coinciden en la determinación de los siguientes indicadores de
destructividad:
 Fracaso escolar de los hijos.
 Abuso de alcohol o drogas en padres o hijos.
 Descenso de la autoestima en padres o hijos.
 Aumento de morbilidad y mortalidad en padres o hijos.
 Problemas de conducta, agresividad en niños y violencia en adultos.
 Síntomas emocionales en hijos y padres.
 Pérdida de la red social-familiar.
 Descenso del nivel socioeconómico de la familia o parte de ella.
 Imposibilidad de la pareja parental de adoptar decisiones comprometidas en común.
 Coaliciones intergeneracionales.
 Exclusión de personas.

Destructividad en la muestra de familias post-divorcio

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La destructividad en el divorcio se define en primer lugar por el relitigio, este consiste en que la pareja de ex
cónyuges, transcurrido un período prolongado desde la separación de hecho y/o legal, promueve incidentes
judiciales reiterados relacionados con la tenencia, las visitas o las decisiones sobre escolaridad y salud de los hijos
entre otras. En segundo lugar, el relitigio se asocia a la exclusión, total o parcial. De este modo, la destructividad
puede ser definida tanto por el relitigio como por la tendencia a la exclusión.
El relitigio se inicia cuando uno de los ex cónyuges cree percibir una amenaza de exclusión por parte del otro. En
numerosas parejas de divorciados está presente la posibilidad de que uno sea suprimido por el otro en la parentalidad. En
algunos casos extremos, imaginan como única solución para su supervivencia como progenitores, la muerte del otro.

El proceso de exclusión
El proceso que va de la amenaza a la consecución de la exclusión, se divide en seis estadios:
I. La sospecha: Cuando un progenitor cree adivinar en el otro la intención de desplazarlo, puede iniciar una
secuencia de interacciones que resultan en la marginación efectiva del segundo. Este proceso se ve facilitado por
la falta de comunicaciones directas entre los ex cónyuges, y los consecuentes malentendidos e interpretaciones
tendenciosas de lo que informan los niños.
II. La coalición: Se entiende por coalición el proceso de acción conjunta de dos personas contra un tercero. En una
familia se producen, en su forma más destructiva, cuando un progenitor se coliga con un hijo contra el otro
progenitor, en forma manifiesta y persistente. Por su parte el hijo, teme traicionar a su aliado si expresa el deseo
de ver al otro, e ingresa en un conflicto de lealtades.
III. Los encuentros irregulares: En este momento los encuentros entre un progenitor y sus hijos comienzan a sufrir
las siguientes alteraciones:
a. Disminución del tiempo de las visitas debida a la corta edad del niño, la superposición de otras
actividades, las distancias geográficas entre el progenitor conviviente y el no conviviente, la falta de
medios económicos del visitante, los cambios arbitrarios del día de visitas.
b. Disminución de la frecuencia de las visitas debida a el incumplimiento de horarios por parte del
visitante, las indisposiciones de los niños, los compromisos sociales, las obligaciones escolares del
niño, la preferencia del niño por otras actividades, los condicionamientos impuestos por parte del
custodio, la dificultad de los ex cónyuges para verse.
c. Imposibilidad de pernoctar debido a trastornos del sueño, enuresis, falta de espacio físico, presencia
de terceros, presunción de descuido, trastornos emocionales atribuidos a la prolongación excesiva de
las visitas, inhabilidad manifiesta del visitante para asistir a los niños.
IV. El incumplimiento sin intimación: El incumplimiento sin intimación es el primer tipo de interrupción de los
encuentros por la negativa del progenitor visitante, del progenitor custodio o de los niños.
V. El cumplimiento por intimación: Al referirse a las medidas judiciales coactivas para garantizar los encuentros
entre padres e hijos, los jueces han intentado constreñir al progenitor renuente mediante diversas medidas y
sanciones. Las visitas forzadas suelen ser breves, tensas y propensas a las agresiones de ambas partes, hecho que
las toma irregulares. Si se realizan en presencia de una asistente, suelen producirse coaliciones, denuncias de
parcialidad y recambios de asistente. Si se opera una restitución forzosa, los niños pueden fugarse acudir a la
policía y denunciar a su progenitor o pedir auxilio a los vecinos.
VI. La exclusión o el incumplimiento con intimación: Cuando la intimación judicial se produce, el tenedor
contraataca con denuncias de suficiente envergadura como para postergar la ejecución de las medidas. A esta
altura, el niño se opone activamente a ver al excluido y en ocasiones la justicia misma ordena la suspensión
temporaria de los encuentros. Hasta el mismo excluido suele resignarse y decidir esperar a que el tiempo
solucione las cosas. En esta espera, se aferra a la continuidad del litigio judicial sin intentar acercamientos
personales. En esta etapa solicita pericias para determinar la salud mental del niño del progenitor conviviente.
La exclusión está instalada y en adelante se extiende a otras personas de la familia de origen del marginado.

Conclusión
Las investigaciones sobre la adaptación post-divorcio de la familia coinciden en identificar un alto índice de casos en los
que adultos y niños sufren desajustes graves y duraderos. El nivel de destructividad del divorcio se refleja en la evolución
de dichos casos, a partir de un circuito de interacciones hostiles que se extienden progresivamente a la familia extensa y al
sistema judicial. Las observaciones recogidas indican la estrecha relación entre destructividad y proceso de exclusión de
un progenitor y/u otros familiares.

Ficha 18004- El niño frente a la justicia (Cuando los padres se separan, libro) – Doltó, F,
- Edor/a: Has escrito que debería ser posible registrar la separación como se registra un matrimonio. Historia sobre
separación y divorcio administrativo en Dinamarca.
- Doltó: … nuestra sociedad se ha equivocado al liberalizar tan ampliamente el divorcio.

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Resumen- Psi Jurídica

- Edor/a: Has insistido con frecuencia en el hecho de que el niño ignora que tiene derechos (ser alimentado,
albergado, educado, vigilado, no ser golpeado) y que el silencio en lo que respecta a sus derechos favorece su
recuerdo de que los adultos tienen todos los derechos sobre él. Cuando se produce un divorcio, el niño oye hablar de
los derechos que la ley confiere a los padres.
- Doltó: A mi entender, los términos “derechos” y “deberes” tendrían que ser reproducidos y precisados en todos los
artículos donde es necesario especificarlos. Estar ligado a la sociedad por derechos y deberes es una dialéctica del
sujeto, sea hijo o padre.
Antes de los 7 años, el niño experimenta sus deberes como si se tratara de obligaciones respecto del más fuerte, del
que depende su sustento vital. Sus deberes como tales, desprendidos de su obligación hacia el adulto, sólo se le
manifiestan con claridad cuando alcanza la edad de razonar. Por otra parte, cuando alcanza esta edad, los padres
tiene frente a él deberes, y no derechos. Finalmente, a los 14 años el niño ya no tiene, respecto de sus padres, más
que los deberes propios de todo ciudadano frente a los otros ciudadanos: deberes de solidaridad familiar y de
solidaridad social.
Todo niño imagina que es el centro de la vida de sus padres, por lo tanto, cree que sus padres deben “chiflarse” con
él. Esto es lo que debería evitarse y lo que, actualmente, muchos juicios de divorcio aun provocan. El padre y la
madre giran en círculo en torno a los derechos de los niños, pasan a ser el centro de su obsesión. Además, las
decisiones tienen carácter ejecutorio y, de ser necesario, pueden ser cumplidas con el auxilio de la fuerza pública;
para algunos este hecho refuerza su idea de que tienen “todo el derecho”.

- Edor/a: Aún en la actualidad, muchos divorcios se dictan “por culpa” y “por agravios”. Estos pueden ser
compartidos, pero todavía se escucha: “Mi marido/mujer tiene toda la culpa”.
- Doltó: Sea cual fuere la edad del niño, esta expresión peyorativa y acusadora es desestructurante para él. Es un
veneno destilándose en el corazón del niño. Las desavenencias de una pareja proceden de dificultades bilaterales
relacionadas con la evolución de cada uno.

- Edor/a: El padre/madre es condenado a pagar una pensión de alimentos. ¿Es conveniente que el niño escuche o
lea que uno de sus progenitores ha sido “condenado”?
- Doltó: Cuando el niño oye o lee que su padre o madre ha sido “condenado” a pagar la pensión de alimentos por él,
esto también actúa como expresión desestructurante (veneno destilado en su corazón).
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- Edor/a: En los juicios de divorcio por culpa, en las decisiones por las que se modifica el ejercicio de la autoridad
paterna, el juez invoca la noción de “interés del niño” para atribuir la autoridad paterna a uno u otro de los
progenitores. El término “niño” es empleado por la justicia en su sentido amplio y designa al hijo/a que no ha
alcanzado los 18 años.
- Doltó: Sería más apropiado el término “menor”, “niño” enlaza únicamente con los genitores o con los padres
legales o adoptivos. De cualquier modo, esta disposición de la ley no debería extenderse hasta los 18 años. El hijo de
padres divorciados debería ser reconocido en su capacidad de asumirse a sí mismo con más anticipación que otro,
trabajando, en lugar de permanecer a cargo de un solo miembro de la pareja o de un progenitor. A mi entender, la
sociedad debería reconocer a ciertos hijos de divorciados una capacidad de emancipación moral y cívica. Debería
establecer tal vez una expresión como “menor autonomizado legalmente”. No por ello quedaría desvinculado de sus
padres, cosa que si sucede con la emancipación, que disuelve la responsabilidad paterna.

- Edor/a: Según tu opinión, la autonomía del niño comienza a los 9 años; a los 12, en general es autónomo.
- Doltó: A los jóvenes de 14 años debería reconocérseles la autonomía social, la posibilidad de realizar trabajo
remunerado. La autonomización intrafamiliar comienza a los 9 años, la autorización se la dan los padres pero es él
quien toma las iniciativas. Los padres las controlan pero no las prohíben.
La justicia no debería olvidar que las medidas tomadas en “interés del niño” representan las condiciones que lo
conducirán a hacerse autónomo en la adolescencia. El niño experimenta una dinámica evolutiva, de ahí que la
decisión relativa a la custodia debería poder ser revisada con frecuencia. Todo cuanto puede hacerle más apto para
separarse de sus dos progenitores, puesto que es capaz de hacerse responsable de sí mismo, debe ser averiguado
con ayuda de conocimientos psicológicos actuales para ser luego plasmado en las decisiones que se tomen. Se debe
tener en cuenta, desde este punto de vista:
 Un interés inmediato, urgente, para que el niño no se “derrumbe”.
 Un interés a medio plazo, para que, pasados los momentos difíciles, recupere su dinámica evolutiva.
 Un interés a largo plazo, para que pueda separarse de sus padres. Hay que prestar apoyo al niño para que
adquiera su autonomía, hacerse responsable de sí mismo, para que no se apegue al progenitor continuo o
desarrolle mecanismos de fuga (inhibición o abandono de formación preprofesional).
“El interés del niño” es que se lo conduzca a su autonomía responsable.

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Resumen- Psi Jurídica

- Edor/a: Si, como tú sostienes, las medidas tomadas en interés del niño deben favorecer su autonomía, el juicio que
atribuye la autoridad paterna deberá poder ser modificado en función de su desarrollo.
- Doltó: La ley lo prevé: las decisiones siempre son susceptibles de ser revisadas y con la frecuencia necesaria. Pero
jamás se informa al niño de que puede acudir al juez en asuntos matrimoniales. A partir de los 8 años, todo niño
debería poder comunicarse con el juez tantas veces como lo deseara. Nunca se le dice al niño que puede dirigirse al
juez para niños y que esto forma parte de sus derechos.
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- Edor/a: Los niños y adolescentes ignoran casi siempre las disposiciones de la sentencia de divorcio, y nadie les
informa al respecto. Ejemplo de entrevistas a niña de 15 años (vacaciones con el padre) y nena de 5 años (explica lo
que es un divorcio).
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- Edor/a: Casi siempre, el juicio de divorcio excluye al hijo. Antes de que se hiciera sistemática la presencia del hijo
de más de 13 años y de que se admitiera, cuando parecía necesaria, la de los hijos menores de 13, ciertos jueces en
asuntos matrimoniales, que consideraban útil un contacto directo, recibían a los preadolescentes a partir de los 9
años e incluso por debajo de esa edad, con el consentimiento del presidente del tribunal. Pensaban que el niño tenía
derecho a tener algo que decir, y que era bueno que él también viese a la persona que dictaba la sentencia.
- Doltó: El niño siempre debería ser escuchado, lo cual no implica que de inmediato se hará lo que él pide. Además,
la decisión puede serle explicada: el juez elige atribuir la custodia al que es más apto para llevar a cabo las tareas
cotidianas, exigidas para el mantenimiento y educación de un niño que todavía no es autónomo. En lo que respecta
a los niños mayores, es importante tomar en consideración sus observaciones y deseos, cuando éstos van
acompañados de una voluntad deliberada y reflexionada de vivir con uno u otro de sus progenitores.

- Edor/a: ¿En qué condiciones podría recibirse la manifestación del hijo? Tú dices, en efecto, que él debería dar su
opinión.
- Doltó: Desde el primer día, y desde el momento en que se inicia el procedimiento, los hijos deberían ser
advertidos. Y al final del procedimiento, el juez les informaría de las decisiones del divorcio, tras haber sido
recibidos, solos, por él, si sabe hablar con los niños o por una persona a quien él encomendaría la misión y que
fuese capaz de entrar fácilmente en contacto con los pequeños. En la actualidad, pocos son los jueces capacitados
para hablar con los niños que deben afrontar las dificultades de la separación paterna. Lo importante es que el niño
pueda oír palabras justas por parte de alguien que no intenta ponerse de su lado endulzando las dificultades.
Mientras tanto se podría llamar a los psicólogos competentes para que dialogaran de manera adecuada con los
niños y adultos momentáneamente sensibilizados.

- Edor/a: ¿Y a qué se vincula la “manera adecuada”?


- Doltó: A una formación personal, no forzosamente psicoanalítica. Puede ser una psicología de grupo. Pero una
vida familiar también puede haber formado a las personas para hacerse autónomas y comprender que cuando eran
niños ya eran inteligentes. Quienes se sintieron idiotas de pequeños, piensan que los niños lo son.

- Edor/a: Me pregunto si en ciertos casos, el contacto continuo con lo jurídico no modifica insensiblemente la
capacidad de algunos psicólogos para conducir una entrevista “de manera adecuada”.
- Doltó: El juez trabaja con un grupo de expertos que pueden ayudar al niño a hablar, a comprender que nada es
perfecto, que se decide “según el mal menor”, dada la situación al mismo tiempo afectiva y monetaria de su familia.
No se trata de que el niño sea feliz, sino de que pueda continuar su dinámica de estructura. Esta dinámica de
estructura se construye muy a menudo con la hostilidad del niño. La gente quiere que no haya conflicto, sin
embargo, sólo los conflictos asumidos son formadores. Lo que asegura dramas futuros es lo que no supuso ningún
drama cuando se era niño, cuanto no se pudo decir ni asumir.
También es preciso que los padres reconozcan ante el niño que el hecho de que no son padres ideales, de que hacen
lo que pueden. Por otra parte, sería importante que los niños oyeran algunas palabras por parte del juez relativas a
sus deberes filiales: mantener relaciones personales con las familias de sus dos linajes paternos.

- Edor/a: ¿Por qué competería al juez explicarle al niño que a él le corresponde asumirse más?
- Doltó: Creo que le pertenece al juez porque él es el tercero que responsabiliza a los padres en relación no sólo con
la ley escrita, sino con la ley de su responsabilidad de padres. Esto corresponde al juez porque, obligado también él
a observar la ley, es él quien, en estas circunstancias, debe comunicárselo a los particulares. Por otra parte, en la
decisión que toma, él mismo está sometido a condiciones que debe observar.
El juez debe asumir las razones de su decisión en referencia a la ley que aplica. El niño tiene que saber que el juez
no hace la ley, y que no hace lo que quiere. El juez está limitado, tanto por la ley como por la lógica de una
situación: él toma una medida que tal vez el niño no habría deseado, pero que a su juicio es la más conveniente para

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Resumen- Psi Jurídica

su desarrollo. Por supuesto, tanto el niño como los padres imaginan toda clase de cosas respecto del juez. Los
padres no han comprendido que también el juez está marcado por su historia personal, ya que está igualmente
sometido a la ley, por una parte, y ya que, por la otra, juzga con ellos lo que es menos malo para el niño en atención
a las realidades de la vida práctica que los padres le proponen. Creo que es mejor que sea el juez quien hable con el
niño, o puede ser una psicóloga formada para desempeñar esa labor.
No cabe duda de que los padres siempre se sienten limitados por la decisión del juez. Pero creo que marcar a todo el
mundo con esta limitación es precisamente aquello en lo que puede culminar un divorcio efectuado de manera sana
y sanamente vivido: es decir, vivido como un hecho que no le ha supuesto placer a nadie. Lo que por desgracia se
elude recordar cuando el juez pronuncia la sentencia, es que él mismo está también sometido a la ley. Los padres lo
saben, pero a menudo no se lo dicen al niño. Por lo tanto, nada se le transmite acerca de la limitación que significa
que todo el mundo esté sometido a la ley. A cambio de esto, los niños oyen cuando se da a conocer la sentencia, que
los padres discuten sobre la persona del juez. Se habla de él como decidiera por capricho. Para muchas familias, el
juez aparece como quien hace la ley. Sin embargo, si se piensa en el porvenir de un niño y en la necesidad de alejar
el riesgo de que caiga en la delincuencia, es muy importante que el juez recuerde que él mismo está sometido a la
ley, y que no hace otra cosa que aplicarla. Es precisamente en el momento en que la ley pasa a la familia con la
sentencia de divorcio, que se la podría mostrar como un hecho de limitación válido para todos.
Con unas pocas palabras el juez puede manifestar que asume la decisión, dejando a una asistente social
competente o a una psicóloga de su equipo la labor de explicar al niño y a los padres la decisión tomada, gracias a lo
que la ley permite, en el mejor de los casos para todos, aunque pueda parecer discutible.

- Edor/a: Tú sostienes que a partir de los 8 años el niño debería poder comunicarse con el juez en asuntos
matrimoniales tan a menudo como lo desee…
- Doltó: Creo que se evitarían muchas actuaciones de los niños (de las cuales el suicidio es la más grave) cuando no
tienen otra solución y atraviesan un malestar profundo, existencial. Los niños deberían estar informados de que
pueden escribir al juez y de que éste podría convocarlos rápidamente.

- Edor/a: ¿Quizá no el juez sino alguien de su equipo?


- Doltó: Alguien que, en nombre del juez, estuviera a su servicio. La ley está al servicio de los ciudadanos y, a mi
entender, uno es ciudadano desde que tiene 8 años. El juez es el representante de la ley. Los niños, hasta ahora,
tienen que vérselas con una ley que lo único que hace es “fastidiarlos”, mientras que la ley existe para preservas sus
libertades. Hay que mantener en un joven la libertad de pensar y de expresarse acerca de la situación en que se le ha
colocado, lo cual no significa que, porque se queja de lo que sucede en su familia, se le transferirá inmediatamente a
otra. Sino que, como habrá podido hablar de ello, será reconocido como alguien con derecho a pensar y la soledad
ya no le hundirá en la desesperación.

- Edor/a: Habrá podido explayarse ante alguien que no está implicado en su historia personal.
- Doltó: Exactamente, y ante alguien que guarda el secreto profesional y que no se va a poner a contarle a los padres
lo que él le haya confiado. No hace falta, para que el niño pueda hablar con un tercero, que haya llegado al extremo
de sufrir síntomas que lo llevarían al consultorio de un psicoanalista.
El conjunto del procedimiento judicial, que involucra tanto a los padres como a los hijos es el “resonador natural”
de todos ellos. Por eso, en mi opinión, de este procedimiento depende la posibilidad de que el niño hable con un
tercero. Si en el equipo que trabaja junto al juez, el psicólogo que escucha al niño advierte que está realmente más
“perturbado” de lo que el divorcio justifica, nada le impide decirle en ese momento que visite a un psicoanalista.

- Edor/a: ¿Entonces el papel de este equipo sería recibir, escuchar, explicar, poner en contacto con un psicólogo
ajeno al tribunal, si fuera necesario?
- Doltó: Se trata de ayudar a los niños mayores, en una difícil situación de división interna, que es la de los hijos
divorciados; de permitirles hacerse cargo de su propio destino, que es el papel de la autonomización en la
educación.

- Edor/a: Algunos preadolescentes y adolescentes vagan por los alrededores del palacio de justicia y no se atreven a
entrar: quisieran poder hablar de las repercusiones y consecuencias que ha tenido sobre sus vidas el divorcio o la
separación de sus padres, y ser escuchados “ahí” donde ello ha ocurrido, pero no saben a quién dirigirse.
- Doltó: Yo ignoraba que no había un lugar para ellos. Forma parte de la evolución de los adolescentes sanos
regresar a los lugares que han sido testigos de los momentos importantes de su infancia. Es una necesidad de su
adolescencia hurgar en sus recuerdos, sus juguetes, en sus fotos de cuando eran pequeños.

- Edor/a: En caso de divorcio controvertido, cuando el niño parece perturbado, puede solicitarse un dictamen
psicólogico. ¿Crees que en el marco de semejante situación es fácil descodificar la palabra del niño?

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Resumen- Psi Jurídica

- Doltó: No, pero ello no es una razón para no probar. Habría que explicarle al niño la razón por la que sus padres o
el juez pensaron que sufría, y proponerle que se sometiera a ciertos tests cuyo resultado se le daría a conocer. Es
imprescindible que el niño conozca el resultado de sus tests, pues es algo que le concierne.

- Edor/a: Generalmente, el experto redacta el informe tras haber dado al niño explicaciones y tras haber discutido
con él los elementos que parecen más importantes para poner en conocimiento del juez. El niño deberá saber
igualmente que sus dos padres se informarán de estos resultados y que sus abogados debatirán acerca de ellos.
- Doltó: El niño necesita sobre todo un interlocutor que no lo tome inmediatamente en serio y que comprenda el
clima afectivo del que emanan sus manifestaciones y sus “actos”. Lo que dice un niño no siempre debe ser
considerado de primer grado. Hay que descodificar su deseo a partir de sus palabras. Existe una lógica en los
discursos del niño en la que es preciso estar iniciado para comprender lo que éste quiere decir durante el tiempo
que se realizan lo que denominan “informes”.

- Edor/a: A lo largo de toda nuestra conversación, se ha manifestado tu inquietud por salvaguardar a ese sujeto en
evolución que es el niño, su identidad y sus raíces, cuando se produce la dislocación de la pareja, e igualmente de
ayudarle a estructurarse. ¿No es esto respetarle?
- Doltó: Es respetar la dignidad de un niño decirle la verdad sobre lo que constituye la vida común entre los padres
unidos, así como lo constituye la vida desunida entre los padres que han tenido que separarse. Con frecuencia los
hijos de padres separados tienen más suerte, porque se les dice la verdad, que aquellos a quienes no se les es dicha
cuando sus padres sólo están aparentemente unidos. Estos padres no dicen a sus hijos la verdad. El ser humano que
ha elegido una familia para nacer, sufre cuando la desunión no se explica como una situación efectivamente de
fracaso, pero por desgracia inevitable. Para la dignidad del niño y de sus padres, es necesario que éstos digan lo que
hacen y hagan lo que dicen.

Ficha 2426- Modelo de intervención familiar en una institución jurídica – Romero, B.; Alianak, L. y Spurr, M.
Esquema de trabajo
En las diversas conflictivas familiares en las que intervenimos podemos observar que se abren territorios desconocidos,
ante los cuales los miembros del grupo familiar carecen de mapas asertivos para recorrer el camino hacia la nueva forma
de organización familiar. Si bien hay familias que logran acuerdos en forma privada y luego homologan judicialmente los
mismos; existen otras que carecen de recursos propios para afrontar y procesar los cambios que devienen de la crisis
planteada (entendiendo el concepto de crisis “como un momento de alteración o desorden del funcionamiento o dinámica
habitual de una familia, que al mismo tiempo contiene la posibilidad de un cambio”), instalándose en una conflictiva que
impide un proceso saludable de elaboración y transformación.
La Etapa Previa, ha sido un abordaje innovador en la conflictiva familiar, donde el acento está puesto en la labor de
conciliación con las partes, a fin de lograr un acuerdo que haga necesaria la etapa contenciosa. Tiene carácter no litigioso,
se encuentra desprovista de formalidades procesales, privilegia el protagonismo de las partes en los acuerdos que se
logren, acorta los tiempos para arribar a la resolución del conflicto, logrando un alivio más rápido al malestar familiar,
ahorra recursos económicos y temporales, que siempre son escasos y evita consecuencias negativas e infaltables, producto
del proceso de litigio. El objetivo de la misma, es ayudar a las partes a que arriben a acuerdos para resolver los conflictos
que ha generado la nueva dinámica familiar.
Luego de la presentación de la demanda por parte de los letrados, se fija una primera audiencia de las partes y sus
abogados con el Consejero de Familia. El perfil del Consejero debe ser el de un abogado capacitado no sólo en la ciencia
jurídica, sino también en los aspectos psicológicos y sociales de la conflictiva familiar. Cuenta para el desarrollo de su
labor, con el asesoramiento del Equipo Técnico, el cual puede intervenir en las audiencias o con posterioridad a las
mismas, a partir de la derivación del Consejero. Los casos evaluados por el Equipo Técnico son trabajados en una reunión
semanal, en conjunto con el Consejero a fin de construir entre todos, una estrategia acorde a la conflictiva observada. En
el momento de la primera audiencia, se intenta lograr un acuerdo entre las partes, siempre se debe contemplar la
posibilidad que las partes se lleven de la audiencia algún inicio de solución de conflicto. Si no puede lograrse esto en la
primera audiencia, se toma necesario fijar una próxima y en el tiempo que media entre ambas, se despliega la labor del
Equipo Técnico, tendiente a obtener el acuerdo.
El objetivo que nos guía en nuestro trabajo, se centra en la idea de que la familia active sus propios recursos en la
resolución del conflicto, o sea, que sean los redactores y creadores de acuerdos que constituyan estrategias de
afrontamiento de las nuevas situaciones familiares, que se despliegan luego de la crisis.

La característica de los acuerdos


 Conforman creaciones consensuadas entre las partes.
 Son voluntarios.
 Constituyen una estrategia frente al conflicto.
 Están sometidos a pruebas y a revisión.
 Pueden ser transitorios o definitivos.

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Resumen- Psi Jurídica

La idea de transitoriedad de los acuerdos, se le anticipa a las partes porque, también pueden variar las contingencias de
vida y la posibilidad de que ellos puedan generar por sí mismos otros futuros acuerdos. Hay familias que requieren un
seguimiento a lo largo de los meses, ya sea porque les es dificultoso cumplir con lo que acordaron, porque sobrevienen
situaciones nuevas que los desestabilizan, o porque la implementación de los convenios no rinde los resultados que se
esperaban. Durante ese seguimiento, pueden intervenir nuevamente el Consejero y/o el Equipo Técnico. Puede ser
necesario derivar a la familia, o a alguno de sus miembros, a un tratamiento psicológico o psiquiátrico. Si estas posibles
intervenciones no logran el arribo a acuerdos funcionales, se cierra la Etapa Previa (o Etapa Conciliadora) y el caso se
deriva a la Etapa Contenciosa.

Reflexiones sobre nuestra tarea


Nuestra ideología, se centra en el hecho de considerar que no estamos trabajando un trámite, sino que estamos abordando
a una familia en crisis, que realiza una tramitación judicial. Privilegiamos el concepto de la permanencia del grupo
familiar, más allá de la no convivencia, a pesar de la separación de la pareja y de la formación de nuevos vínculos
amorosos, el núcleo familiar primigenio continúa existiendo. Esto ha significado cambiar la óptica de lo jurídico (centrada
en el expediente y/o en la demanda explícita), por otra mirada en donde lo que se analiza es el contexto familiar, de donde
surge el pedido de intervención del tribunal.
En muchas ocasiones además de realizar una práctica jurídica, es necesario llevar a cabo una intervención terapéutica y/o
preventiva. La posibilidad de trabajar, contando con los aportes de la multidisciplina ha permitido detectar disfunciones o
síntomas que la familia no ha visualizado. Muchas veces esta primera audiencia es el escenario donde se despliegan en
actitudes, gestos y dichos, la conflictiva familiar y es en ese marco donde el Consejero intenta introducir elementos de
diferenciación, que tiendan a evitar la repetición automática del conflicto y que permitan cambios en la situación.
La función del Consejero junto con el aporte del Equipo Técnico, es conciliar a las partes revirtiendo la ideología de la
contienda, en un proceso generador de acuerdos, poniendo en evidencia los recursos que la familia aun posee y que al no
haberlos registrado oportunamente les era imposible valerse de los mismos.

Unidad 12
Ficha 6603- El rol del psicólogo en el abordaje pericial y asistencial de la adopción – Alvarez, H.; Varela, O. y
Greif, D.
Abordaremos la temática sobre la que el psicólogo forense debe dar cuenta en el aspecto pericial, es decir, el informe que
debe realizar para el juez, así como los aspectos fundamentales a tener en cuenta en el abordaje institucional de aquellos
comprometidos en el proceso de adopción, destacando los aspectos éticos y profesionales a tener en cuenta en dicha área.
En torno a la adopción, se encuentran en escena:
 Un menor en aparente situación de riesgo o de abandono.
 Los genitores del menor, que se presentan para su entrega.
 Las personas que son postulantes a la adopción del menor.
Cada uno de los integrantes de esta escena presenta una problemática en particular, a develar.

1. Menor en situación de riesgo o abandono.


La problemática del niño abandonado ha sido considerada como una entidad jurídico legal que, a su vez, debe ser tenida
en cuenta desde la perspectiva médica, psicológica y social, dadas las graves consecuencias que genera en el desarrollo
evolutivo de la personalidad.
- La legislación argentina conceptualiza el abandono material y moral de un menor “cuando se hubiese confiado
espontáneamente al menor a un establecimiento público o privado, por no proveérsele a su crianza y educación y se
hubiera desatendido injustificadamente en el aspecto afectivo y familiar durante el plazo de un año”.
- La adopción es uno de los medios que permite al niño la incorporación a una familia y, para la sociedad, una forma
de resolver el problema emergente que es la situación de riesgo frente al abandono.
Desde el abordaje psicológico, caracterizaremos el término abandono de menores en situación de adopción,
como aquel estado en que se encuentra un menor por la disfunción de los vínculos parentales o sustitutos que, por
diversas causas, no pueden proveerle lo necesario para su evolución normal, dada su real dependencia de los adultos. Esta
caracterización de la situación de riesgo puede observarse desde los aspectos materiales en cuanto a una carencia que
puede ser fácilmente observable y siempre que se la relativice al medio socio-cultural del que proviene y partiendo de
necesidades básicas primordiales. En lo que hace a situaciones del orden vincular-afectivo y la actuación de roles, no
siempre ellas son detectadas en su dimensión real, toda vez que puede tomarse como marco referencial los del
observador. Todo lo expuesto implica la consideración de aspectos éticos en donde juegan pre-juicios. Muchos de ellos
entran en el circuito estigmatizador de la marginalidad, sin poder rescatar lo relativizado por aspectos más profundos en
los vínculos humanos que deben ser decodificados.
El nivel de riesgo puede tener la posibilidad de detección precoz, a nivel del trabajo de instituciones, tales como los
Tribunales de Menores que toman contacto en el abordaje de diversas problemáticas, como otros aspectos de riesgos
centrados en el maltrato físico y psíquico, violencia sexual, etc., en función de una prevención primaria y secundaria.
En aquellos niños en que se da una situación de semi-abandono (niños institucionalizados), en los que el
desprendimiento de los padres no es claro, pero mantienen una situación ambivalente, se hace difícil proveer la

12
Resumen- Psi Jurídica

posibilidad de una adopción como salida a la reparación sustitutiva de una familia en la que pueda desarrollarse y tener
una identidad que aparezca fortalecida. Lo mismo sucede en aquellos casos en los que el niño permanece en el hogar,
pero, por el estilo vincular, el abandono afectivo, la indiferencia o el maltrato emocional no aparecen fácilmente
comprobables y en los que el cuidado material tiende al ocultamiento de las verdaderas falencias.
El complejo problemático del abandono, y su abordaje institucional, conllevan una interrelación entramada con aspectos
individuales y vinculares familiares que requieren de la intervención multidisciplinaria para arribar a un diagnóstico
ajustado. Asimismo, en los Tribunales de Menores se da la posibilidad de intervención (tanto para una detección precoz
como para la prevención primaria y secundaria) tendiendo de este modo a mantener al menor dentro del núcleo de
pertenencia si existen posibilidades de revertir la situación de abandono, así como para la actuación en aquellos casos en
que debe ser alejado de su núcleo de origen, porque el abandono tiende a plantear un grave riesgo, por ser activo
(abandono por entrega directa o en situación de riesgo por maltrato, etc.).

2. Complejo problemático de los genitores dadores de menores en adopción.


Haremos referencia a las posibilidades a través de las cuales llega un niño a la situación de adopción y a las motivaciones
que generan la decisión de desprenderse del hijo biológico.
a. Por entrega de una madre adolescente.
Puede suceder que el niño esté en situación de riesgo por abandono o no, su joven madre (14-17 años) ha llegado a la
concepción de un embarazo no deseado. Se ha visto en estas jóvenes que, por su propia situación de dependencia
(privilegian aún el rol de hijas), se sienten incapaces de ser madres y las angustia que un hijo dependa de ellas.
Generalmente se observa en las entrevistas que, frente a la aparente decisión de desprenderse del hijo, subyace otra
problemática.
Desde el rol del psicólogo, es importante trabajar sobre la conexión emocional de la menor con el hijo, sus fantasías y
temores, y poder diagnosticar sobre las características de este vínculo: si la menor ha logrado establecerlo, aunque
deficitariamente, si no ha logrado entrar en un circuito de conexión con el niño, no pudiendo proyectarse vincularmente
con él, o si esta posibilidad se halla obturada por su entorno familiar, tanto a través de mensajes como de metamensajes
de sus padres, en cuanto a la incapacidad para ejercer el rol materno. Podría observarse erróneamente una incapacidad o
abandono aparente cuando lo que se da realmente son trabas vinculares, que pueden superarse, que tienden a
peyorativizar en la menor la posibilidad de ejercer el rol materno.
Desde el punto de vista vincular, no siempre existe la situación de abandono, o puede ser reversible. A veces, el niño no es
suficientemente discriminado como persona desde su madre, transformándose desde una posición narcisística de ella en
un objeto, por lo que le enojan actitudes del niño en demanda de satisfacción de sus necesidades. En estos casos transfiere
modelos parentales incorporados en los que su propia madre no ha permitido el acceso al crecimiento y la individuación
en forma satisfactoria para su discriminación en el proceso adolescente y del rol de su femineidad. Son jóvenes que no
pueden manejar la situación con el hijo y prefieren actuar su desprendimiento. Es dable observar que, muchas veces, a
través del discurso manifiesto, el niño que se quiere entregar en adopción aparece significando algo oculto (inconsciente)
y que le resulta conflictivo (rechazo familiar por la concepción, conflictos con la pareja por los que abandona el hijo) o lo
que frecuentemente se presenta: recrear su propia historia familiar. Se transfiere en el niño, o en el acto de su
desprendimiento, una problemática personal o familiar inconsciente.
La estrategia en el abordaje psicológico nos lleva a considerar:
 Si existe un rechazo activo, maltrato, desconexión vincular, por parte de la madre adolescente con el niño o si se
trata de una relación vincular deficitaria, pero donde está privilegiado el afecto y el deseo de asumir la relación
materno-filial.
 Si diagnosticándose un rechazo y abandono activo, el que no puede ser superado mediante apoyo y esclarecimiento,
encontraremos la instalación de un primer circuito vincular negativo que pasaría a conformar un primer cuadro
abandónico y los riesgos concomitantes.
En el caso de una relación vincular ambivalente, por aspectos emocionales que pueden ser superados, deben apoyarse los
logros de la menor y buscar activamente el apoyo de sus familiares.
b. Por desprendimiento de una mujer adulta sola.
La ambivalencia frente a la asunción de la maternidad está presente en algunos casos, inscripta dentro de un marco
referencial sociocultural y económico que actúa como variable que influye en la determinación del desprendimiento del
hijo.
Puede señalarse que en la mayoría de los casos se dan situaciones tales como el abandono de la pareja. Lo que aparece
como emergente es una imposibilidad de hacerse cargo de varios hijos y proveerles el sustento a todos. Se “elige” a quien
no ha tomado mayor contacto con la madre o los que no pueden valerse por sus propios medios o no pueden ser cuidados
por sus hermanos mayores. Pero puede detectarse que el menor o los menores “elegidos” para ser dados en adopción
generalmente son vehículo de expulsión de alguna problemática inconsciente de la que el menor es depositario, y que
puede estar relacionada con el vínculo de pareja, o lo ya mencionado como repetición de conductas de los modelos
parentales primarios abandonantes, que reeditan referentes internalizados de las madres que se desprenden de sus hijos.
Desde el marco de actuación del psicólogo forense se debe abordar esta conflictiva y dilucidar si la madre, dentro de sus
posibilidades reales (tanto económicas como afectivas) ha tomado la decisión por aspectos que pueden ser superables con
apoyo dentro de su medio, trabajándose interdisciplinariamente con los asistentes sociales del Tribunal.

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Resumen- Psi Jurídica

c. Por pareja de padres en conflicto y medios económicos adversos.


Cuando se plantea esta situación, nos encontramos frente a toda una problemática que gira en torno de la marginalidad,
con un abandono activo de los menores, tanto material como afectivo, alcoholismo, maltrato y en algunos casos un alto
índice de violencia familiar. En algunos casos, el menor es el emergente de estas situaciones, y queda en posibilidad de ser
dado en adopción por renuncia de los padres.
Este tipo de familias hacen a sus hijos vehículo de agresiones e insatisfacciones, y frente a circuitos claustrofóbicos
entablados entre los padres, parecerían canalizar (a través del desprendimiento de los hijos, como una salida aparente) la
expulsión inconsciente de toda una conflictiva tanto personal como vincular. De este tipo de estructura familiar derivan
menores como emergentes de situaciones de semi-abandono, que dejan el hogar, y si no son asistidos en una intervención
primaria precoz, en el futuro derivarán muy posiblemente en la adolescencia marginal.
Frente a la problemática del niño que no puede desarrollarse en su medio primario, con sus padres biológicos o sustitutos,
el derecho a tener una identidad y un medio familiar que le provea la posibilidad de desarrollarse en condiciones
favorables, da lugar a un medio alternativo frente a la situación mencionada (abandono), que es la adopción.

3. Postulantes a la adopción.
Reunidos los requisitos legales, aquella persona o personas aptas desde el encuadre legal para incorporar legalmente a un
menor como hijo, desde el tratamiento que exige la aptitud de la maternidad y paternidad, deben ser evaluados por el
equipo interdisciplinario (médico, psicólogo, asistente social). El psicólogo deberá dar cuenta en el informe pericial al
Juez, de la aptitud tanto intelectual como psíquica de los postulantes a adoptar; trataremos de caracterizar la tarea que
realiza:
 Abordará las características individuales de los integrantes de una pareja, o de una persona, que se presenta a
adoptar, así como los aspectos relevantes de la dinámica vincular, la asunción de roles y discriminación de los
mismos.
 La motivación, tanto explicita como subyacente, en el deseo de incorporar un niño a la familia o a la pareja.
 Evaluará las expectativas, fantasías y prejuicios en torno de sus motivaciones para adoptar.
Suele presentarse en torno de estos objetivos a evaluar, algunos aspectos relevantes que hacen a una problemática. A
continuación, señalaremos varios de ellos:
• Necesidad de reparación narcisista, por el duelo no elaborado en torno de la esterilidad. En estos casos, la fantasía
de los postulantes gira alrededor de la adopción de un menor que sea bebé.
• Parejas en conflicto por no haber superado o haberse posicionado en torno de la esterilidad como algo de a dos, que
le compete a la pareja. En el modo de relacionarse circulan conflictos, culpas y frustraciones que aparecen
depositadas alternativamente en cada uno de los integrantes o en uno solo. El menor a adoptar es puesto en el lugar
del tercero que evite la desunión y para reparar la culpa inconsciente.
• La presencia de ansiedad, ante una esterilidad no comprobada medicamente (causas psicógenas). Frente al temor
con el no cumplir con los modelos y mitos alrededor de las exigencias de la sociedad, en la que circulan modelos
ideales que presionan, aquellos que no son padres “son anormales”.
• Otros casos, parejas o personas mayores, que parecerían buscar por soledad, un niño “para que me acompañe”.
Las motivaciones, tanto explicitas como subyacentes, son tan variadas como complejas son las problemáticas individuales
o interaccionales que giran en torno de la “necesidad del hijo”. Pero, la responsabilidad ética y profesional de quienes
trabajamos en la institución consiste en develar cuál es esta problemática, y si el niño a adoptar, que ya ha padecido una
situación traumática de abandono, podrá tener la posibilidad de acceder a un ambiente donde sea aceptado y querido, y su
misión no gire en torno de la reparación de problemas de los adultos que pretenden ser padres, como motivación que
marque definitivamente un rol y una exigencia en relación con un mandato. Además, evaluar si están en condiciones de
proveerle lo necesario para su desarrollo, más allá de un medio económico y confort material de que dispongan los futuros
adoptantes.
El niño adoptivo pasa a ser tenido como hijo cuando deja de ser “adoptivo”, es decir, cuando es aceptado en su verdadero
rol y lugar que le corresponde, sin prejuicios y siendo aceptado en su calidad y condición humana.
En la tarea del psicólogo está la posibilidad de orientar y trabajar, dentro del abordaje institucional, las ansiedades
iniciales de los futuros adoptantes, los temores que naturalmente se presentan ante una situación nueva y una decisión
importante como es el deseo de la llegada de un hijo.

Ficha 6688- Ley 24.779 – (Leer directamente digital) TAMBIÉN SE ENCUENTRA EN FORMATO PAPEL.

Ficha 2476- Nuevas alternativas de filiación – Berger, Valeria


Las familias han ido reestructurándose y redefiniéndose a través de las épocas al compás de los diferentes cambios
sociales y culturales que se han ido dando. Actualmente, nos encontramos con diferentes tipos de familias, con roles más
flexibles dentro de las mismas, nuevas formas de paternidad, de relacionarse, etc., y con el reconocimiento de las mismas
desde el plano legal.
Se entiende por filiación a la relación jurídica que se establece entre padres e hijos y de la que se derivan una serie de
derechos y obligaciones para ambos. El Código Civil y Comercial (CCyC) regula tres fuentes filiales:
- Aquellas ya instauradas, la filiación por naturaleza y la filiación por adopción.

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Resumen- Psi Jurídica

- Incorpora una tercera fuente filial, derivada del uso de las técnicas por reproducción humana asistida (TRHA).
El artículo 558 del CCyC dispone que: “La filiación puede tener lugar por naturaleza, mediante técnicas de reproducción
humana asistida, o por adopción. La filiación por adopción plena, por naturaleza o por técnicas de reproducción humana
asistida, matrimonial y extramatrimonial, surten los mismos efectos, conforme a las disposiciones de este Código.
Ninguna persona puede tener más de dos vínculos filiales, cualquiera sea la naturaleza de la filiación”.

Filiación por adopción


La adopción es considerada como una institución jurídica que tiene por objeto proteger el derecho de niñxs y
adolescentes a vivir y desarrollarse en una familia que le procure los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades
afectivas y materiales, cuando estos no le pueden ser proporcionados por su familia de origen. De este modo se hace
hincapié en:
- El interés superior del niño.
- El respeto por el derecho a la identidad.
- El agotamiento de las posibilidades de permanencia en la familia de origen o ampliada.
- La preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos, excepto razones
debidamente fundadas.
- El derecho a conocer los orígenes.
- El derecho del niñx o adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y grado de
madurez, siendo obligatorio requerir su consentimiento a partir de los 10 años.
Pueden ser adoptadas aquellas personas menores de edad no emancipadas y declaradas en estado de adoptabilidad o
cuyos padres han sido privados de la responsabilidad parental. Se permite adoptar cuando es mayor de edad, al hijo del
cónyuge, o cuando hubo posesión de estado de hijo mientras era menor de edad. Los pretensos adoptantes pueden ser
un matrimonio, integrantes de unión convivencial o una única persona, siendo requisitos:
 Una diferencia de 16 años de edad entre adoptante y adoptado, salvo que se trate del caso de una adopción
integrativa.
 Ser argentino o naturalizado en el país o residencia en el país de un mínimo de 5 años.
 Estar inscripto en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA).
El CCyC prevé tres etapas en el proceso de adopción:
1. Comprende la declaración del estado de adoptabilidad del niño e inscripción de los postulantes.
2. La guarda preadoptiva.
3. El juicio de adopción.
La declaración judicial de la situación de adoptabilidad implica la excepción a la regla de permanencia del niño en su
familia de origen o ampliada en los siguientes casos: → el NNyA no tiene filiación establecida o sus padres han fallecido;
→ los padres tomaron la decisión libre e informada de que el NNyA sea adoptado; → las medidas excepcionales a que el
NNyA permanezca en su familia de origen o ampliada no han dado resultado. A su vez, aquellas personas que deseen
adoptar deberán inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos. Los postulantes serán
evaluados por un equipo interdisciplinario que realizará entrevistas presenciales con los interesados y determinará su
viabilidad para constituirse en aspirantes o postulantes a guarda con fines adoptivos y su disponibilidad adoptiva.
Una vez firme la declaración del estado de adoptabilidad el juez debe solicitar, mediante un oficio, legajos al registro de
adoptantes. En caso de no encontrar postulantes que se adecúen, o cuando por motivos fundados el niñx o adolescente
deba salir del lugar donde reside, la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos
(DNRUA) amplía la búsqueda al resto del país. Los legajos son remitidos al juez, quien realiza la selección de la nómina
que se le envíe, estableciendo cuál de ellos ser adecúa a las particularidades del niñx o adolescente en situación de
adoptabilidad, decretando la guarda con fines de adopción, la cual no podrá exceder los 6 meses. En este período, los
postulantes se convertirán en guardadores y se encontrarán a cargo del cuidado y crianza del niñx o adolescente. Una vez
concretado el período de guarda preadoptiva, se establece el inicio de juicio de adopción.
El CCyC incorpora un nuevo régimen de adopción, la llamada adopción integrativa, por lo cual podemos distinguir tres
tipos de adopción:
 Simple: Se confiere el estado de hijo al adoptado, pero no crea vínculos jurídicos con los parientes ni con el cónyuge
del adoptante. Los derechos y deberes que resultan del vínculo de origen no quedan extinguidos por la adopción;
sin embargo, la titularidad y el ejercicio de la responsabilidad parental se transfieren a los adoptantes; la familia de
origen tiene derecho de comunicación con el adoptado. El adoptado conserva el derecho a reclamar alimentos a su
familia de origen cuando los adoptantes no puedan proveérselos. El adoptado que cuenta con la edad y grado de
madurez suficiente, o los adoptantes, pueden solicitar se mantenga el apellido de origen, sea adicionándole o
anteponiéndole el apellido del adoptante o uno de ellos. A falta de petición expresa, la adopción simple se rige por
las mismas reglas de la adopción plena. Es revocable.
 Plena: Confiere al adoptado la condición de hijo y extingue los vínculos jurídicos con la familia de origen, con la
excepción que subsisten los impedimentos matrimoniales. El adoptado tiene en la familia adoptiva los mismos
derechos y obligaciones de todo hijo. Es irrevocable. Sólo procede la acción de filiación o reconocimiento del NNyA
contra sus progenitores sólo a efectos de posibilitar derechos sucesorios y alimentarios.

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Resumen- Psi Jurídica

 Integración: Se configura cuando se adopta al hijo del cónyuge o del conviviente. Siempre mantiene el vínculo
filiatorio y todos sus efectos entre el adoptado y su progenitor de origen, cónyuge o conviviente. Puede ser
concedida con los efectos propios de la adopción plena o simple, dependiendo de cada caso. El adoptante no
requiere estar previamente inscripto en el Registro de Adoptantes, no se exige declaración judicial de la situación de
adoptabilidad, ni guarda previa. Es revocable.

Filiación por TRHA


La Ley Nacional 26.862 de Reproducción Médicamente Asistida de 2013 garantiza el acceso integral a los procedimientos
y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida, denominadas TRHA. Es decir, técnicas de baja y
alta complejidad, que incluyan o no la donación de gametos de la pareja (homóloga) o de un tercero (heteróloga), a las
cuales pueden acceder personas mayores de edad, ya sean parejas heterosexuales, homosexuales o mujeres solas siempre
que explicite su voluntad procreacional debidamente plasmada en el consentimiento informado previo.
La voluntad procreacional es la decisión, la voluntad de querer llevar adelante un proyecto parental, ya sea en pareja o
en el marco de una familia monoparental. Para el derecho, los nacidos por las TRHA son hijos de quien dio a luz y del
hombre o de la mujer que prestó su consentimiento, siempre que este se encuentre inscripto en el Registro del Estado
Civil y Capacidad de las Personas, con independencia de quien haya aportado los gametos. El centro de salud interviniente
debe recabar el consentimiento previo, informado y libre de las personas que se someten al uso de las técnicas de
reproducción humana asistida. Este consentimiento debe renovarse cada vez que se procede a la utilización de gametos o
embriones. El consentimiento es libremente revocable mientras no se haya producido la concepción en la persona o la
implantación del embrión.
Ya no se habla de “padres” o “madres” sino de progenitores, en función de las nuevas familias. Desde el punto de vista
psicológico, ya no se trata del ejercicio de un rol paterno y un rol materno para que el niño se desarrolle de manera
saludable, sino que, las funciones familiares pueden ser lo suficientemente flexibles, de modo que cada familia puede
ejercerlas de formas diferentes y eficientes.

Derecho a la identidad
La tutela del derecho a la identidad es el principio rector de las leyes 24.779 y 23.511, que se refieren a supuestos de las
personas que han sido adoptadas y a las personas que fueron apropiadas durante la última dictadura familiar. Cuando se
trata de TRHA heterólogas, es decir, que en el proceso reproductivo se utilicen gametos de terceros, el niño también tiene
derecho a conocer sus orígenes.
Se plantean dos vertientes del derecho a la identidad: estática y dinámica. La comparación del derecho a conocer los
orígenes en la adopción y en la reproducción humana asistida muestra claramente un mayor peso en la primera, porque
comprende la identidad estática (saber quiénes son los padres) y la dinámica (lo que ha sido de la historia de ese niño).
En la segunda, en cambio, afecta sólo a la identidad estática y está circunscripta a un solo dato, el genético, siendo que el
niño carece de vínculo filial con el donante, pues con éste sólo tendrá identidad genética; por eso, se habla del “derecho a
la información”. Esto no genera responsabilidad ni derecho alguno para ese progenitor genético 2. En este punto, el nuevo
código permite acceder a dos tipos de información:
- La no identificatoria (datos genéticos o de salud sobre el donante) que pueden pedirse al Centro de Salud
correspondiente cuando es relevante para la salud del sujeto, en forma amplia o irrestricta. Puede ser solicitada
para el niño, cualquiera sea la edad, incluso por terceros, y se accede a ella rápida y fácilmente, no requiere
intervención judicial.
- La identificatoria (nombre, apellido y datos que permiten individualizar al donante), con ciertas restricciones,
evaluadas por la autoridad judicial por el procedimiento más breve que prevea la ley local.
El adoptado con edad y grado de madurez suficiente tiene derecho a acceder al expediente judicial en el que se tramitó su
adopción y demás información que conste en registros judiciales o administrativos. En caso de que la persona sea menor
de edad, los adoptantes deben comprometerse expresamente ante el juez a hacer conocer los orígenes al adoptado, lo que
debe constar en el expediente. Cumplir con dicho compromiso es respetar el derecho a la identidad y a la continuidad de
su construcción.
En el caso de las TRHA, el CCyC ha adoptado un sistema de anonimato relativo, también denominado anonimato
intermedio y equilibrado, de conformidad con todos los intereses en juego, teniendo en cuenta que de este modo, se
garantiza:
a. La necesidad de que haya donantes.
b. El derecho a gozar de los beneficios del progreso científico de quienes acceden a los tratamientos heterólogos.
c. El derecho del niño recién nacido por TRHA a conocer su origen genético.

2
En el momento en que se recurre a este servicio se firma un contrato en el cual se explicita que la persona o la pareja está
recibiendo una gameta en donación y de forma anónima, sin responsabilidad alguna para las partes. No se genera vínculo
jurídico alguno con éstos respecto a los nacidos mediante el uso de las TRHA, excepto a los fines de los impedimentos
matrimoniales.

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Resumen- Psi Jurídica

Diferencias entre Filiación por TRHA y adopción


Iamm plantea que la filiación derivada de las TRHA se diferencia de la filiación por adopción porque, en esta última,
siempre falta el vínculo genético entre los padres y el niño, situación que no siempre se presenta en la filiación derivada de
las TRHA (cuando son homólogas). De allí la preferencia por esta alternativa, en virtud de que estas permiten el “hijo
genéticamente propio”.
Se asemejan porque en ambos supuestos el vínculo se determina por el elemento volitivo, pero se diferencian porque
esa voluntad, que en la filiación derivada de las TRHA debe ser manifestada a través de los consentimientos requeridos
legalmente, debe prestarse con carácter previo al nacimiento. El elemento volitivo está presente desde el mismo origen de
la persona, es decir, el niño nace y existe como consecuencia de esa voluntad; en la filiación por adopción el vínculo surge
con posterioridad al nacimiento del niño, es decir, el niño ya existe cuando surge la voluntad de adoptarlo. Además, en la
adopción el vínculo anterior (entre adoptado y la familia de origen) es biológico, cuando se recurre a las TRHA
heterólogas, el vínculo entre el nacido y el donante es puramente genético. En la adopción el vínculo anterior es más
fuerte, más profundo.
Por otro lado, la adopción la constituye el juez, por lo que también se diferencian en cuanto a su determinación. En la
filiación por TRHA hay intervención del juez sólo cuando se solicita conocer la identidad del donante.

Rol del psicólogo


Frente a estas nuevas formas de familia, los psicólogos somos invitados a replantearnos las formas de intervenir con ellas
desde los distintos ámbitos. Giberti y otros, plantean varias cuestiones respecto de la filiación por TRHA. Por un lado, la
necesidad de explorar los miedos y las fantasías sobre el origen del niño respecto al componente genético. Por otro, el
trabajo sobre los orígenes del niño, acompañando a los padres, trabajo terapéutico mediante, para encontrar la forma de
comunicarle al niño como ha sido concebido, siendo capaz de explorar miedos y fantasías que circulan al respecto.
 Para el caso de los niños concebidos vía TRHA, podemos concluir que la tarea del profesional de la psicología es la
de escuchar y entramar ese deseo filiatorio en la particularidad de cada dinámica familiar. Simbolizando el dato
genético, que como mero dato, cuenta como materialidad biológica, y como tal debe poder ser recubierto de
sentido, entramándose como huella de un sujeto en su conformación más íntima.
 En el caso de la adopción, nos posicionamos dentro del ámbito jurídico. Nuestro rol debe estar orientado a que,
durante todo el proceso de adopción, se resguarde el interés superior de los NNyA. Es necesario correr al niñx del
lugar de objeto y que pueda posicionarse como sujeto de derechos, con voz durante el proceso y, poseedor de ciertas
particularidades y necesidades propias que se originan en la vivencia de situaciones complejas a las que los adultos
no han podido dar respuesta, una historia que debe ser contemplada y aceptada por su nueva familia.
Ya sea que nos ubiquemos como psicólogos pertenecientes al Equipo Técnico del Juzgado de familia o insertos desde las
distintas instituciones durante el proceso de adopción, debemos apuntar al trabajo interdisciplinario e institucional que
permita encontrar la familia adecuada para cada niño, acorde a sus necesidades, deseos e idiosincrasia. Degano plantea
que la condición de hijo, va a estar dada en la medida en que quienes pueda, desde su deseo, ahijen al niño como tal.
Sin embargo, el proceso de Ahijamiento Parentalidad se sostendrá también en el deseo del niño, quien los colocará a
su vez como paternantes.
Nuestro rol en el ámbito jurídico implica diferentes momentos de intervención, ya sea la evaluación a los pretensos
adoptantes, la evaluación de las necesidades y deseos del niñx, seguimiento y acompañamiento durante el período de
guarda mientras se da la vinculación entre ambas partes, asesoramiento al juez para la toma de decisiones respecto a la
adopción, acompañamiento al NNyA y a la familia para que pueda acceder a la información respecto a sus orígenes. En
relación a la evaluación, podemos intervenir tanto → evaluando a los postulantes → como a los niñxs; es imposible
pensar cuál es la familia indicada si no incorporamos al niño en este proceso. “Adoptar consiste en encontrar una familia
para un niño y no un niño para una familia”.
 La evaluación a los pretensos adoptantes, se refiere al proceso mediante el cual, un equipo interdisciplinario a
través de ciertos instrumentos emite un juicio valorativo sobre la idoneidad o no de esas personas para ser
adoptantes. Desde el punto de vista psicológico, lo pensamos como el proceso psicodiagnóstico que nos permitirá
dar cuenta de la capacidad de ahijamiento tanto en forma individual como de pareja de un niño.
En una primera etapa se evalúa la aptitud del/los postulantes para un universo de niños indeterminado, que luego
se completará en un segundo momento si queda preseleccionado para un proyecto adoptivo en concreto. Debemos
dar cuenta en el informe pericial sobre las características individuales de los integrantes de una pareja o una
persona, aspectos relevantes de la dinámica vincular, asunción de roles y discriminación de los mismos;
motivaciones explicitas e implícitas de incorporar un niño en la familia; evaluar expectativas, fantasías y prejuicios
en torno a las motivaciones para adoptar. Es necesario tener en cuenta otros aspectos que también son relevantes a
la hora de evaluar a los postulantes a la adopción respecto a cómo se posicionan frente a las vicisitudes de la vida en
familia con un niño que trae una identidad y una historia propias. Entre ellos:
 Adoptar es cuidar al NNyA durante toda la vida. La adopción implica una construcción gradual del vínculo.
Es un compromiso que se asume de una vez y para siempre, supone una decisión firme de cuidado,
independientemente de las circunstancias. La paternidad o maternidad es permanente. El desistimiento o
rechazo de los adoptantes tiene consecuencias emocionales de gran impacto para NNyA.

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Resumen- Psi Jurídica

 Adoptar implica responsabilidades. En la maternidad/paternidad adoptiva se debe entender que todo niñx y
adolescente tiene una historia de vida y una identidad que hay que reconocer y respetar.
 Es importante acompañar en la construcción de la historia de origen del niñx y adolescente. Comprender
porqué no pudo vivir con su familia de origen es un interrogante que acompañará durante muchos años al
niñx y adolescente. Es necesario construir junto a ellos una idea reparadora que no implique reprobar ni
negar a la familia de origen y acompañarlos en la elaboración de su historia.
 La adopción incluye también a la familia ampliada del adoptante. La adopción da lugar al comienzo de
nuevos roles, quienes resultan importantes para la integración y sostenimiento familiar. Por ello es
importante hacerlos partícipes de este proyecto, atendiendo a los múltiples sentimientos que se les susciten.
 La llegada de un niñx y adolescente implica cambios en los vínculos familiares y en la vida cotidiana. El
proyecto de ser padre y madre de un niñx anteriormente desconocidos, y de serlo en los momentos fáciles y
en los difíciles, debe estar en el centro de la motivación de adoptar. Son los adultos los que van a tener que
adaptarse a las necesidades de los niños. Deben disponer y ofrecer tiempo suficiente para una adecuada
atención, lo que implica modificar su vida cotidiana.
 Respecto al niño, tienen relevancia la edad, características de personalidad, el tiempo de vida transcurrido en un
hogar, si son adoptados solos o junto a sus hermanos, el deseo de formar parte de una familia, sus expectativas,
miedos, fantasías, etc. Por ello es importante que el adoptante los acompañe y los comprenda en la elaboración de
su historia de vida.
Previamente al otorgamiento de la guarda con fines adoptivos, y con el fin de iniciar la construcción del vínculo entre el
niñx y adolescente y la familia seleccionada, se llevan a cabo una serie de encuentros que los reúnen. En esta instancia el
acompañamiento profesional resulta fundamental ya que puede facilitar el conocimiento mutuo, atendiendo a la
frecuencia y duración de los encuentros en función de las necesidades de cada niñx y adolescente. Cuando se da inicio a la
guarda con fines adoptivos, es importante que se lleve a cabo tanto un seguimiento como un acompañamiento de ambas
partes.
La adopción otorga al niñx y adolescente la condición de hijo. Durante la convivencia pueden surgir en el niñx y
adolescente sentimientos y comportamientos poco comprensibles para los adultos. Por ello resulta de importancia contar
con ayuda profesional, para comprender y acompañar el proceso de construcción de la dinámica familiar. Las nuevas
vivencias actúan de manera reparatoria respecto de aquellas otras experiencias que fueron dañinas o poco gratas para el
niñx y adolescente. Es imprescindible que los adultos tengan paciencia, y les brinde amor y dedicación de manera
permanente. Los adoptantes pueden tener la necesidad de participar de algún espacio de escucha y reflexión, para atender
situaciones específicas que se presentan en la convivencia.
Es fundamental que se pueda intervenir acompañando a la familia en la develación de los orígenes del niño, evaluando las
condiciones evolutivas del mismo y su preparación, que lo ponga en condición de conocer su verdadera historia familiar y
la necesidad o no de su vinculación, sin necesidad de esperar hasta los 18 años. El desconocimiento de dicho origen puede
producir identidades confusas y generadoras de conflictos.

Ficha 6602- ¿Quién adopta? – Degano, Jorge


Desde el discurso jurídico, quien adopta es una persona. La misma es el soporte del orden subjetivo, la Persona es
precisamente el Sujeto del Derecho. La persona Voluntaria y Conscientemente, según el decir jurídico, elige ejercer su
derecho de adoptar, es decir “tomar como hijo a aquel que no lo es naturalmente”. Desde esta lectura, alguien haciendo de
su uso de sus derechos y en decisión consciente, ejerce su voluntad y toma como hijo a quien no lo es de manera natural,
es decir, procreado. Y su acto tendrá como objeto a un menor.
El Menor es la figura jurídica, que significa a quien, por minoridad jurídica, se encuentra minorizado en el uso de sus
derechos y por lo tanto inhabilitado y sujeto a la voluntad de quien lo represente. El menor adoptable es aquel que se
encuentra jurídicamente declarado (dicho) en estado de preadoptabilidad por su representante: el Juez. En este espacio el
que adopta es la Persona y el Menor es a su vez adoptado. La adopción será, por lo tanto, la efectivización de la
voluntad de quien adopte, en un acto (activo) de tomar al menor (pasivo) como sujeto jurídico de su
voluntad.

Otra lectura posible de reconocer es la de la significación corriente del hecho Adopción, que indica el ahijamiento de un
niño con el que sus adoptantes no tienen continuidad biológica prevalentemente. Desde esta perspectiva, la adopción
será el pasaje u operación que reemplaza a la procreación ausente, y de esta manera es alternativa a la Procreación. En
este sentido, Adopción y Procreación son dos modos para la misma función: el acceso a la paternidad, suponiendo a su vez
que la tenencia y crianza de un niño son las condiciones para el reconocimiento del mismo como hijo.
Esta concepción coloca a la Orfandad en la posición en que queda un niño desvinculado de sus progenitores, situación que
se sutura mediante la Adopción. El que desorfaniza un niño, el que lo toma, es su paternante, con lo que resulta que la
Crianza es la confirmación de la Adopción. Por lo tanto, desde esta lectura, Crianza y Adopción son complementarios y
antagónicos a su vez de la Orfandad. Algunas consideraciones a tener en cuenta:
- La Adopción se presenta en función prevalente como alternativa de la ausencia procreativa.
- También se reconoce que existen dos tipos o formas de paternidad: 1) Procreativa; 2) Adoptiva.

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Resumen- Psi Jurídica

- Existiendo dos modos de paternidad, uno de ellos se coloca como principal (Procreación) y el otro como alternativa o
de condición segunda (Adopción). De ello deviene que existe una condicionante principal para la constitución de
padres e hijos: el orden procreativo.
En este razonamiento, los destinos que tienen un niño al nacer son tres:
a. Continuación del vínculo procreativo.
b. En ausencia, la Adopción.
c. En ausencia de los anteriores, la Orfandad.
La diferencia entre Adopción y Crianza va a estar dado por el hecho de que Criado será aquel a quien no se le
otorga el linaje (apellido) del criador, con lo que en definitiva la Adopción es un acto atinente a la condición de registro
jurídico en que se encuentra un niño, condición de juricidad relativa al orden normativo social, no del campo de la
legalidad subjetiva. Como resultado fundamental de este razonamiento y comprensión del campo de la Adopción deviene
que la Procreación será el hecho legalizante fundamental y, en su reemplazo el orden jurídico, autentificante de la
Adopción, ocupando a su vez la Crianza en ambos casos el lugar del contenido subjetivo de estas operaciones. El acento
como se ve está puesto en un orden que va en línea descendente en la secuencia de: Procreación-Adopción-Crianza-
Orfandad, siendo la Procreación la vía regia de acceso a la paternidad y las demás formas subrogadas en que puede quedar
posicionado un niño en la relación con los adultos.
¿Quién adopta desde esta lectura? Aquel que inscribe legalmente su vínculo con un niño a quien otorga el lugar del hijo
adoptivo. ¿A quién adopta? A un niño huérfano.

Desde nuestra lectura del campo de la subjetividad (psicológico), la cuestión fundamental es: ¿qué relación guarda
la Adopción con el Sujeto? Sostengo que toda relación de Ahijamiento-Parentalidad es adoptiva o, lo que es lo
mismo, todos los hijos son adoptivos. Considero también que la Adopción es indicativa de una relación necesaria
de constitución de las funciones parentales. En el proceso de constitución del Sujeto se inscribe el hecho de estructurarse
una posición de hijo respecto de un linaje. El sujeto en tanto tal se inscribirá en la trama simbólica que le permite el
acceso al lenguaje y al orden humano. Ese matrizado lo coloca en la cadena generacional situado en posición tercera desde
donde referenciarse en la legalidad subjetiva. La posibilidad de tal operación va a estar dada mediante la referencia a los
sujetos que se posicione a su respecto como soportes de las funciones paterna y materna, tejiendo en esa tensión la trama
simbólica en la que se sostendrá el niño como hijo. Esta condición de hijo, va a estar dada sólo en la medida en que
quienes puedan, desde su deseo (tomando las funciones parentales), ahijen al niño. De lo que se trata es de la inscripción
de ese niño, ahora hijo, y su introducción en un linaje familiar (montaje de mitos que sostienen y en los que se sostienen
sujetos vinculados así familiarmente). Su inclusión en ese nido proveerá el verdadero proceso educativo del niño para la
vida humana.
También puede acontecer que estas operaciones no sucedan. Puede ocurrir que un niño no encuentre en quienes estando
a su cargo puedan ofrecerle ese lugar de soporte y escucha de las carencias del mismo y diciéndolas, ahijarlo. Esta
situación puede darse como posición subjetiva, tanto en “adoptantes” como en progenitores respecto de sus hijos
“adoptados” o procreados. En estos casos no obrará el proceso de Ahijamiento-Parentalidad necesario. No siempre la
búsqueda de un niño es la búsqueda de un hijo, ya que la procreación como la adopción en sentido descriptivo, puede
estar sostenida por otros motivos que, de orden inconsciente, se propongan en el pedido de un niño y diferentes del deseo
de Ahijamiento. Algunas cuestiones a considerar son:
- El niño será criado sin llegar a ser ahijado. La Crianza puede ser el vínculo de muchas realidades familiares. No
siempre los criadores son los padres de un niño, estas dos funciones no son de implicancia y presuposición. La
Crianza hace a una provisión del orden de la Necesidad, el Ahijamiento en cambio vincula al sujeto con el deseo y
éste como fundante de la dimensión subjetiva.
- El niño que, siendo criado, pero no ahijado será huérfano respecto de sus criadores. Puede ocurrir que la Orfandad
suceda no en sujetos que carezcan de la función procreativa solamente, sino también entre progenitores y procreados
por lo que, el vínculo procreativo lo será entre genitores huérfanos y niños en igual condición. La Orfandad no es la
ausencia efectiva de los progenitores de un niño, es la ausencia de ahijamiento en que queda posicionado respecto de
aquellos.
- Un niño que siendo criado no es ahijado, puede a su vez otorgar el lugar de padres a otros, a aquellos que de algún
modo sí lo posicionen filiativamente. El proceso de Ahijamiento-Parentalidad se sostendrá también en el deseo de l
niño quien los colocará a su vez como paternantes.
Además de estas puntuaciones, puede darse el Encuentro Adoptivo, esto acontece cuando sucede el cruzamiento de
deseos, el posicionamiento deseante, con el resultado del ahijamiento en esta operación mutua entre los ahora hijo y
padres. La Adopción es una operación que posibilita el acceso a la constitución subjetiva en tanto inscribe e introduce al
sujeto en la red simbólica y el encausamiento del deseo, se presenta como un proceso permanente en la dimensión
subjetiva. Las operaciones de Adopción y Encuentro Adoptivo con las implicancias fundantes de la posición subjetiva van
a ser constantes y necesarias, son operaciones a atravesar independientemente del vínculo genitor entre los adoptantes.
No sólo deben producirse las operaciones de Ahijamiento-Parentalidad entre los sujetos de la “adopción”, sino también
entre progenitores y procreados, o lo que es lo mismo, todos los hijos son adoptivos.
Desde nuestra lectura, ¿quién adopta? La respuesta es: el Sujeto. ¿A quién adopta? A aquel que le da el lugar
que su deseo reclama.

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Resumen- Psi Jurídica

Ficha de cátedra- Prácticas profesionales y adopción – Montes, Cintia


Es posible considerar que la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la Ley de Protección Integral inauguran
un nuevo marco a partir del cual evaluar el entramado de las relaciones sociales que sostienen el proceso de socialización
de los niños. En conjunto, establecen un modelo de intervención que reconoce a los NNyA, el derecho de ser considerados
partícipes de su propio desarrollo, protege sus derechos de acceder a las políticas públicas universales y propicia el
derecho a la convivencia familiar, con lo cual obliga al Estado a promover todas las políticas y medidas necesarias para
alcanzar esos propósitos.
Frente a este nuevo paradigma, hacer foco en las familias en las que viven los niños adquiere un nuevo sentido. Desde las
políticas públicas se concibe abogar por el cumplimiento de sus derechos, lo que conlleva la promoción de acciones
directas para garantizar que los adultos de referencia se encuentren en condiciones de garantizar y exigir su
cumplimiento. La Pcia. de Buenos Aires adhiere a la ley 26.061 promulgando la ley 13.298 (Promoción y Protección
Integral de los Derechos de los Niños), que establece que cuando los derechos sean amenazados o vulnerados, la
autoridad administrativa está autorizada a adoptar “medidas excepcionales”, brindando al NNyA un ámbito alternativo al
grupo de convivencia. Estas medidas son limitadas en el tiempo y sólo se pueden prolongar mientras persistan las causas
que le dieron origen. A su vez, esta decisión debe ser comunicada al juez para su control de legalidad. Si dicha situación
persistiera, y no fuera posible el regreso de los NNyA con su familia nuclear o ampliada, entonces el juez recurrirá a la
alternativa de la adopción, vía declaración del estado de adoptabilidad.
La adopción es el instrumento que permite que NNyA puedan vivir y desarrollarse en una familia que les procure
cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades, después de que el Estado haya considerado que esa es la mejor manera
de protegerlos cuando su familia biológica no puede hacerlo. El objetivo central de la adopción es dar una familia a
los NNyA que, por diversas razones, no pueden ser cuidados definitivamente por su familia de origen. La adopción no es
la solución para todos los NNyA cuyas familias no pueden cuidarlos y educarlos, sino solo para aquellos cuyo interés
superior exige una solución permanente fuera de su núcleo familiar. De este modo, podrán ser adoptados NNyA
declarados en situación de adoptabilidad, hasta cumplir los 18 años de edad. Pudiendo declararse dicho estado, ante
estas situaciones:
 Se evalúa que la permanencia en la familia de origen implica un riesgo para su integridad.
 La familia manifestó su deseo de no hacerse cargo de su cuidado y crianza. Esta manifestación es válida sólo si se
produce después de los 45 días de producido el nacimiento del niñx 3.
 Fue abandonado y se desconoce su filiación.
 Sus progenitores han fallecido y no se conoce su familia de origen o ampliada, o esta no puede no desea hacerse
cargo.
Respecto de los adultos, los requisitos de inscripción para postularse indican que se pueden inscribir los matrimonios, los
integrantes de una unión convivencial o una única persona. Las personas interesadas deben acercarse exclusivamente al
Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos que les corresponda según su domicilio real. La inscripción es
única y válida para todo el país, es gratuita, personal y no requiere de intermediarios ni abogados. Los inscriptos serán
evaluados por un equipo especializado, este realizará entrevistas presenciales con los interesados y determinará su
viabilidad para constituirse en aspirantes o postulantes a guarda con fines adoptivos y su disponibilidad adoptiva.

Del procedimiento
Cuando se hubiera vencido el plazo de 180 días de la medida de abrigo, sin que se hubiesen podido revertir las causas que
la motivaron, el Servicio de Promoción y Protección de Derechos interviniente deberá presentar al Juez (en el plazo de 24
hs.) un informe con los antecedentes y documentación del caso y el dictamen sobre la situación de adoptabilidad del
NNyA. El Juez fijará fecha de audiencia para ser realizada dentro de los 3 días de recibidos los antecedentes. Se notificará
personalmente a padres o familiares de la fecha de la audiencia, en caso de incomparecencia injustificada, se podrá
declarar la situación de adoptabilidad del NNyA. También deberá ser notificado el NNyA para garantizar que pueda
participar en el proceso y pueda recibir asistencia letrada.
Una vez realizada la audiencia y oídas las partes, el Juez podrá dictar la declaración de la situación de adoptabilidad y la
resolución que da inicio a la búsqueda entre los postulantes inscriptos en el registro correspondiente al lugar de residencia
de los NNyA y atendiendo a sus necesidades. Durante todo el proceso los principios de interés superior del niño, las
garantías por el derecho a la identidad, la preservación de los vínculos fraternos y el derecho a ser oído serán de
importancia porque son los ejes transversales sobre los cuales se sustenta de cada decisión e intervención por parte del
juez y los operadores intervinientes. En caso de no encontrar postulantes que se adecúen, o bien cuando por motivos
fundados el NNyA deba salir del lugar donde reside, la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con
Fines Adoptivos amplía la búsqueda al resto del país, teniendo en cuenta el orden de inscripción y la proximidad
geográfica.

3
El plazo mencionado coincide con la etapa de puerperio de la mujer en la que puede llegar a sufrir desajustes
emocionales que la llevan a tomar una decisión viciada. Por otra parte, el espíritu de la norma tiende a otorgarle a los
padres la posibilidad de tomar una decisión respecto a la entrega del niñx y que esta no esté condicionada a la falta de
recursos u otras circunstancias que pueden ser superadas por el Estado o con la ayuda de un equipo interdisciplinario.

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Resumen- Psi Jurídica

Los legajos son remitidos al juez, quien realiza la selección y las entrevistas con los postulantes (cuyo fin es conocerlos y
transmitirles información acerca de la situación del NNyA) y establece cuál de ellos se adecúa a las particularidades de
NNyA en situación de adoptabilidad y se encuentra en condiciones de iniciar la etapa de vinculación. Esta etapa incluye
los primeros encuentros con los NNyA previamente al otorgamiento de la guarda con fines adoptivos, y con el fin de
iniciar la construcción del vínculo entre NNyA y la familia seleccionada. Como es posible que en los encuentros se susciten
ansiedades, miedos, dudas e idealizaciones, tanto en los NNyA como en los postulantes, en esta instancia el
acompañamiento profesional resulta fundamental ya que puede facilitar el conocimiento mutuo, atendiendo a la
frecuencia y duración de los encuentros. En esta etapa podrán intervenir los psicólogos partícipes del equipo técnico del
juzgado, los profesionales que integren el equipo interdisciplinario de la institución donde el NNyA se encuentra alojado,
y de considerarse conveniente, podrán incorporarse psicólogos clínicos que atiendan a cada una de las partes.
Transitada la etapa de vinculación, y en caso de que el juez así lo decida, se da inicio a la guarda con fines adoptivos. La
guarda con fines adoptivos no puede exceder los seis meses de duración, plazo en el que los postulantes (ahora
guardadores) se encontrarán a cargo del cuidado y crianza del NNyA. El juzgado actuante es el encargado de determinar
qué organismo realizará el seguimiento de la guarda con fines adoptivos. Luego de la etapa de guarda con fines adoptivos,
el juez interviniente inicia, de oficio o a pedido de los guardadores o del órgano de protección del NNyA, el juicio de
adopción. La adopción otorga al NNyA la condición de hijo.

Rol del psicólogo


El psicólogo jurídico podrá intervenir en los distintos momentos del procedimiento en tanto miembro del equipo técnico
de los Juzgados de Familia, del RUAGA, de las instancias del Ministerio Público u otras instituciones intervinientes.
En lo que respecta a los adultos podrá realizar evaluaciones, asesoramientos, acompañamientos y sugerir derivaciones. En
todos los casos podrá ser requerido que eleve informes, realice visitas domiciliarias o en entornos significativos para los
NNyA, y/o comparezca en audiencias. Si bien, cada momento del proceso puede requerir de intervenciones específicas y
son muchos y diversos los motivos por los cuales los postulantes comienzan a pensar en la adopción. Es esperable que el
psicólogo desde su rol, promueva el reflexionar acerca de ciertas cuestiones:
 Adoptar consiste en encontrar una familia para un niño y no un niño para una familia. La adopción es una solución
a la situación de algunxs NNyA privados de cuidados parentales.
 Adoptar es cuidar al NNyA durante toda la vida. La adopción implica una construcción gradual del vínculo. Es un
compromiso que, se espera, se asuma de una vez y para siempre, y que supone una decisión firme de cuidado,
independientemente de las circunstancias. La paternidad o maternidad es permanente, el desistimiento o rechazo
de los adoptantes tiene consecuencias emocionales de gran impacto para NNyA.
 Adoptar implica responsabilidades. En la maternidad/paternidad adoptiva se debe atravesar un proceso evaluativo
por parte del Estado y entender que todo NNyA tiene una historia de vida y una identidad que hay que reconocer y
respetar. Siendo importante el sostenimiento y conservación de los vínculos fraternos.
 Es importante acompañar en la construcción de la historia de origen del NNyA. Es necesario construir junto a ellos
una idea reparadora que no implique reprobar ni negar a la familia de origen y acompañarlos en la elaboración de
su historia.
 La adopción incluye también a la familia ampliada del adoptante. La adopción da lugar al comienzo de nuevos
roles, quienes resultan importantes para la integración y sostenimiento familiar. Por ello es de suma importancia
hacerlos partícipes de este proyecto, atendiendo a los múltiples sentimientos que se les susciten.
 La llegada de un NNyA implica cambios en los vínculos familiares y en la vida cotidiana. El proyecto de ser padre y
madre de un NNyA anteriormente desconocidos, y de serlo en los momentos fáciles y difíciles, debe estar en el
centro de la motivación de adoptar. Son los adultos los que van a tener que adaptarse a las necesidades de los niños.
En los últimos años se ha comenzado a incluir y establecer el concepto de disponibilidad adoptiva, es un aspecto
fundamental del legajo del aspirante que se construye junto al equipo evaluador. Comprende las posibilidades y aptitudes
que poseen los postulantes para ahijar NNyA, teniendo en cuenta sus edades, su condición de niños solos o de grupos de
hermanos, la existencia de alguna enfermedad o discapacidad, etc.
En cuanto a los NNyA que se encuentran en situación de adoptabilidad, es de suma importancia que el psicólogo no
pierda de vista que poseen ciertas particularidades y necesidades propias que se originan en la vivencia de situaciones
complejas a las que los adultos no han podido dar respuesta. Aquí tienen relevancia la edad, el tiempo de vida
transcurrido en un hogar, si son adoptados solos o junto a sus hermanos, entre otras variables. Y que esto ha podido dar
lugar a la emergencia de fenómenos sintomáticos, típicos del recorrido por el Sistema de Protección y Promoción de
Derechos. En tanto no estar advertido de ello puede ocasionar diagnósticos o formas de nominar que lejos de contribuir al
bienestar del NNyA, lo estigmatizan, lo responsabilizan no solo por lo que siente sino por como lo resuelve y obstaculiza
de modo directo el proceso de adopción.

Ficha 2405- Adopción internacional – Mosterin, Carmen M.


Después de la II Guerra Mundial se observó que en los países derrotados habían quedado numerosos niños abandonados
debido a la muerte de sus padres y a la pérdida o alojamiento de otros familiares o posibles responsables de su tutela.
Estos menores: huérfanos o abandonados y en riesgosa situación psicosocial no podían ser asistidos por los estados de los
países de origen y se convirtieron en una consecuencia impensada para los países aliados.

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Resumen- Psi Jurídica

Diversos movimientos sociales, políticos y económicos que se desarrollaron en Europa durante el siglo XX tuvieron
consecuencias significativas en la composición social y familiar de los países europeos. El control de la natalidad y el uso
de los anticonceptivos fueron considerados como un logro social que posibilitaba el ingreso y la permanencia de la mujer
en el mercado laboral y en la producción mejorando la situación económica familiar. En consecuencia, el descenso de la
natalidad que se generalizó en los países desarrollados también redujo sensiblemente el número de niños en condiciones
de ser adoptados. En estas circunstancias, las familias con dificultades para procrear comenzaron a dirigir su atención
hacia los países menos desarrollados del hemisferio sur para adoptar a menores de familias de bajo nivel económico que
renunciaban a su crianza.
En la actualidad, las familias de Europa y EEUU siguen acudiendo a los países subdesarrollados en busca de hijos
mientras en sus propios países la adopción demora mucho o es imposible. La disminución de niños posibles de ser
adoptados en muchos países europeos se debe a factores culturales, sociales y al desarrollo de políticas de protección
familiar con servicios sociales que facilitaron que muchos menores no tengan que salir de sus familias para ser atendidos.
Por otra parte, muchas mujeres han podido elegir el momento de su maternidad gracias al control voluntario de la misma.
En los primeros tiempos ni las familias ni los estados tenían suficiente información sobre los procedimientos y canales de
tramitación de la adopción internacional, que en poco tiempo se convirtió en la forma de realizar el mayor número de
adopciones en esos países. La adopción internacional significó modificaciones al concepto tradicional de familia y
reducción en los tiempos de su concreción.

Adopción Internacional en España


En 1995, España cierra la lista de espera de familias solicitantes de adopción por considerar que la misma cubría las
posibilidades de adopción hasta el año 2000. Por lo tanto, cualquier persona que deseara adoptar debía dirigirse a un país
extranjero. La presión interna fue determinante para la implementación de servicios oficiales que facilitaran el trámite,
asumiendo entre otras funciones, la de declarar la idoneidad de la familia solicitante y aprobar las adopciones
internacionales. Estos servicios se integraron con abogados, psicólogos, trabajadore sociales y personal administrativo y
sus funciones son:
A. Informar sobre trámites.
B. Sensibilizar a las familias sobre la adopción internacional.
C. Realizar estudios e informes de idoneidad de los solicitantes.
D. Tramitar los expedientes a nivel internacional y gestiones de la lista de espera.
E. Efectuar el seguimiento de los menores adoptados.
F. Apoyar y orientar a las familias.
G. Realizar cursos de formación.
El proceso de adopción internacional es complejo, ya que los solicitantes deberán cumplir con los requerimientos de dos
legislaciones, deberán trasladarse y permanecer en el otro país para cumplimentar el acto administrativo en el marco de
una cultura y burocracia diferente a la propia. La elección del país está condicionada a que éste acepte la adopción
internacional, que cuente con organismos oficiales con competencia para el trámite, que la figura legal sea compatible con
la del país de los solicitantes y al análisis de las características étnicas, culturales, psicosociales de los menores.
Ser padre adoptante no significa poder ser padre de cualquier niño. Debe existir algún punto de encuentro entre ellos para
reconocer e investir al menor como hijo. Es tan desaconsejable que el niño no cumpla con ninguna expectativa como que
la familia exija que cumpla con todas.

Adopción Internacional en la legislación argentina


La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, sancionada por Ley 23.849, al ratificarla la República
Argentina formula reservas y declaraciones: “La República Argentina hace reserva de los incisos b, c, d y e del articulo 21
de la convención sobre los derechos del niño y manifiesta que no regirán en su jurisdicción por entender que, para
aplicarlos, debe contarse previamente con un riguroso mecanismo de protección legal del niño en materia de adopción
internacional, a fin de impedir su tráfico y venta” (artículo 2, Constitución Argentina).
Posteriormente, en 1997 se sancionó la nueva Ley de Adopción 24.779, que establece en el artículo 315 el requisito de
residencia permanente en el país por un período mínimo de 5 años anteriores al pedido de guarda, demostrada en forma
fehaciente e indubitable a toda persona postulante a adopción. Esta posición es coherente con la asumida al ratificar la
Convención de los Derechos del Niño, ya que se trata de una prohibición velada de la adopción internacional. En
consecuencia, la adopción internacional no está permitida en nuestro país hasta tanto se deje sin efecto dicha reserva.

Ficha 2437 - Los niños apropiados por la dictadura militar en la Argentina: Una perspectiva desde el
psicoanálisis – Punta Rodulfo, Marisa
Los datos obtenidos son examinados desde una perspectiva psicoanalítica en el marco de lo que constituye la situación
típica de la tortura, esto es, aquella en la que dos sujetos humanos, la madre y el niño, son privados de su condición de
tales, en manos de otro ser humano. Así, la variable niño victimizado-pasivizado se constituye en el eje central de la
respuesta que el peritaje avanza en lo que hace a la naturaleza, gravedad y persistencia de los daños psíquicos que sufre un
niño recién nacido:
- Al ser separado de la madre, debiendo considerarse el caso de que la madre

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Resumen- Psi Jurídica

- Haya sido torturada durante el embarazo y que la separación resulte irreversible


- Por desaparición de la madre.

Niños en cautiverio
Hablar de un niño en gestación o nacido de madre en cautiverio sometida a tortura, es hablar de un niño en cautiverio y
torturado. Esta no es una extensión analógica de la situación de la madre a su criatura, sino que dado el estado de
dependencia correspondiente al desarrollo pre y post natal de todo niño, es obvio que necesita insustituiblemente del
cuerpo y del psiquismo de la madre para acceder a su desarrollo como persona. Todo lo que acontece en el cuerpo y
psiquismo materno tiene efectos concretos sobre el hijo. Los traumatismos psíquicos y físico del más diverso tipo sufridos
por la madre se trasladan tanto al feto como al recién nacido, repercuten directamente sobre él y devienen agentes
patógenos. Esto es así a causa de la estrechísima comunicación afectiva primaria propia del vínculo del feto y del bebé con
su madre, comunicación que no es sólo mental, sino física. Además, en condiciones normales se espera que distintos
factores del ambiente concurran a sostener la relación madre-niño, a acompañarla, a cuidar del psiquismo y del cuerpo
materno, es decir proveer de un entorno afectivo y de cuidados indispensables para el futuro psíquico y físico de ambos.
La condición entrañable y de particular intimidad con su madre, expone tanto al feto como al bebé a experimentar como
desorden en su propio cuerpo y en su incipiente metabolismo psíquico toda acción traumática que se esté ejerciendo sobre
la madre. La tortura, como paradigma de un radical avasallamiento, atraviesa y destruye toda barrera protectora
aniquilando el establecimiento de este escenario.
Toda mujer embarazada puede encontrarse enfrentando situaciones particularmente traumáticas, ¿cómo es que sucede
que tantos niños nazcan sanos y normales habiendo enfrentado sus madres factores traumáticos durante el embarazo? La
respuesta se encuentra en la capacidad de las mujeres para absorber situaciones de perturbación, sobre todo de
perturbaciones emocionales jugando en esto un umbral de tolerancia al estrés, pero también a la índole, la magnitud y a la
duración del factor perturbador. El hecho es que estos factores traumáticos producen cambios específicos en el cuerpo, a
través de sustancias químicas, cuando estas entran al torrente sanguíneo de la madre están en camino hacia el torrente
sanguíneo de la criatura, éste recibe en forma visible y mensurable la fuerza que comenzó como un sentimiento en el
cuerpo y en la subjetividad de su madre y estos productos químicos y hormonales pueden afectar al niño. Una mujer que
tiene una época difícil durante el embarazo, cuya vida ha estado perturbada por incidentes injuriantes tiene muchas
posibilidades de tener un niño difícil, hiperkinético, que tenga dificultades con la alimentación y la eliminación, que llore
más y duerma menos que lo normal.
La velocidad de crecimiento y complejidad de desarrollo, entre la concepción y el nacimiento, son los que le dan al medio
ambiente, a través de la madre, una oportunidad muy grande de influir sobre él. En el período prenatal, es posible la
acción de estímulos que cambien a un sujeto antes de nacer, cambios que pueden incidir en lo físico como también afectar
el equipamiento básico de su subjetividad. Nada de lo que le sucede a un niño antes de su nacimiento carece de
importancia, durante este período crítico tanto el desarrollo físico como psíquico exhiben la sincronización y correlación
entre cuerpo y psique. Bühler señala que la primera y más importante tarea para el recién nacido es restablecer el orden
interno prenatal amenazado, agrega que el éxito de este restablecimiento tendrá total relación con las condiciones en que
el mismo se haya efectuado.

Desapariciones múltiples
En el punto específico de la separación del niño de la madre y su ulterior rapto debemos puntualizar que la violencia
impuesta está centrada en la renegación doblemente ejercida del carácter inalienable del espacio corporal y del espacio
psíquico del niño. Los raptores se arrogan el derecho de ser los únicos en decidir sobre estos dos espacios. En el hecho
mismo del rapto, se llevan a cabo por lo menos cuatro operaciones de violencia secundaria:
 Se separa a la madre de su producto: su descendencia.
 Para anular toda filiación se hace desaparecer a la madre.
 Se separa al niño de sus progenitores y del resto de su familia.
 De resultas de lo anterior se toma posesión del espacio corporal y psíquico de aquel.
Al separarse al niño de su historia, al arrancarle su prehistoria, lo que se produce es una mutilación en esa subjetividad en
cierne. Solo a partir de la presentación de esta “cosa propia, singular que le evite encontrar en su futuro la imagen de un
desconocido, el niño podrá continuar su tarea de humanización y es a partir de la historia de las relaciones con sus
primeros objetos, objetos de amor que puede constituir la suya. Únicamente así puede preservarse el acceso al
movimiento, al cambio, a la búsqueda de otra cosa, que son los caracteres y condiciones esenciales de estar vivo” (P.
Aulagnier).
En algunos casos el raptor coincide con la persona que realiza luego el secuestro permanente. En otros, no es la misma
persona la que los rapta de la que después vive con ellos, pero en la casi totalidad de los casos, el supuesto padre o madre
pseudoadoptante se encontraba en conocimiento de la procedencia del niño en cuestión. La situación de buena fe y
adopción legal ha sido excepcional en las víctimas del terrorismo de estado. En casi todas las circunstancias, si el raptor
no procedía al secuestro ulterior del niño con la privación ilegítima de su libertad, este hecho era perpetrado por alguno
de sus cómplices.
¿Por qué los adultos responsables de la crianza del niño deben ocultar al mismo una verdad sobre los orígenes, a la que
tiene derecho inalienable puesto que le pertenece? Al negárselo, lo discontinúan de su proceso histórico y con ello de la

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Resumen- Psi Jurídica

posibilidad misma de historizar; es decir, la separación no sólo se produce entre el niño y su madre sino que este proceso,
por lo prematuro, provoca una verdadera catástrofe psíquica. Para el niño la pérdida no puede ser representada en este
momento como una pérdida de la madre, ya que la misma, en tanto objeto de amor, no le es representable en términos de
un no-yo opuesto al yo. Entonces, la pérdida del objeto (madre) conlleva una pérdida del sujeto (hijo). Una parte del niño
mismo queda allí perdida para siempre. Para que exista una verdadera “adopción” (y no meramente una apropiación) la
misma debe fundarse, en primer lugar, en una donación por parte de los adultos implicados en esta situación, ligada al
reconocimiento de los orígenes y de la historia que, por otra parte, le pertenece. La no devolución de su trama
generacional lleva al niño a la pérdida de su autonomía potencial de persona y lo somete a ser manipulado por los adultos
como elemento de una estrategia inconsciente, pero siempre aberrante, destinada a que ese niño obture pérdidas o
traumas que han devenido insoportables para el adulto, que se vuelve proclive a utilizar al pequeño abusivamente en
función de su propio goce. Se sobreagregan de esta manera, por lo menos tres nuevos hechos de violencia sobre el niño a
los anteriormente perpetrados:
1. El ocultamiento de su historia, y de la historia de sus orígenes, con la consiguiente ruptura generacional.
2. El falseamiento sistemático de la verdad que le pertenece sólo a él y el llenado de ese agujero con contenidos falsos
provistos por sus raptores.
3. El secuestro permanente del niño, que implica la perseveración en el daño aún a través de la adolescencia.
La pregunta por sus orígenes lleva al niño a cuestionarse acerca del antes de su propia existencia. Pero esto no lo puede
hacer él solo, para fundar su historia se verá necesitado de encontrar “una vía y una voz que le posibiliten ese antes”. En
circunstancias habituales la madre le cuenta su propia historia, y de esta manera le devolverá a la vez la prueba de su
propia expectativa y de su propio deseo. Y es así que el niño le tomará prestadas las informaciones con las cuales
inaugurará su proceso de ser. Si el adulto, en cambio, lo ha separado del “ya experimentado”, “ya investido” cuerpo
materno, y como segunda operación le sustrae información clave en torno a sus orígenes, el niño se transformará en un
sujeto cuya posición consistirá en padecer la amenaza constante “de descubrir de repente, que el que ha sido desmiente
radicalmente al que cree ser”. Estos primeros momentos son centrales para la estructuración temprana del pequeño
sujeto.
El niño, durante un lapso de su vida infantil, necesitará conocer por vía del discurso de los padres acerca de esa historia
que lo precedió y de ese pequeñito que era él. Pero, ¿qué pasará entonces si el adulto no da esa respuesta? ¿qué ocurrirá
con semejante desposesión al inicio de su historia? Esto puede constituirse en una verdadera trampa ya que el Yo puede
“parecer aceptar” que el adulto posea los primeros capítulos de su historia y que esto quede constituido como un
verdadero secreto, un agujero en la misma; pero esta aceptación tiene un alto costo, se paga caro, y reviste siempre un
carácter ilusorio. El agujero no cae solamente en la historia sino que es agujero en el cuerpo mismo del niño que no la
escribe. Si un niño no escribe su propia historia, no accederá al conocimiento de sí mismo ni podrá situarse en su
genealogía ni en su comunidad. Las enfermedades de la memoria tienen efectos desastrosos para el psiquismo humano.
Un adulto no puede recordar si se le escamoteó la verdad de un suceso cuando tenía pocos días de vida, pero la memoria
de ese escamoteo reside en él de otras formas, por ejemplo, como rasgo patológico de carácter, como enfermedad
psicosomática, como depresión, etc. Además, tienen una repercusión transgeneracional que excede la persona del hijo
secuestrado, dañando el tejido psíquico más allá de él, e incluso en sucesivas generaciones.

La actualidad del cautiverio


Estos niños de ayer, jóvenes hoy, conviven familiarmente en un medio que contiene un elemento siniestro el de su propio
cautiverio, conviven con un secreto atroz que los involucra pero del que no podrán sustraerse a través de una captación
que también va más allá de toda historización lógica, en la permanencia de esas condiciones tenderá a rechazar lo que
esos indicios podrían develar como circunstancias terribles de su vida.
Jóvenes que expuestos a esta situación de violencia permanente se ven amenazados por la presión constante de tener que
desconocer el bebé que han sido, por tener que eliminar de la faz de su psiquismo todo vestigio de la historia que les
recuerde a los adultos la insuficiencia de su ser. Es que se le ha robado la representación del bebé que fue en el vientre de
su madre o en los brazos de ella. Se le ha robado la posibilidad de que se apropie de ese modo relacional produciéndose
una desposesión y una mutilación en su pensamiento al impedir que ingresen al mismo los elementos fundamentales que
pasarían a formar parte de su caudal memorizable. El riesgo de muerte a que se ven expuestos sostenidamente es el de
tener que no ser, para que los adultos que los han criado puedan sostenerse.

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