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APUNTES TEORÍA DE LAS NORMAS1

Luis Acevedo Espínola


Abogado Magíster en Derecho Penal y Procesal Penal
Diplomado en Docencia Universitaria
Profesor USACH y UNAB

INTRODUCCIÓN:

Desde la perspectiva filosófica, el concepto de ser humano como animal racional


ha ido variando en la historia, pasando del Homo Sacer como animal racional
sagrado al Homo Viator, que todo se justifica en el fin de la salvación divina, el
humanismo, que entiende al ser humano como animal racional al centro del
mundo, y otras concepciones varias como el sujeto universal, singular, finito,
activo o volitivo, entre otras concepciones antropológicas2.

Pero más allá de dichas concepciones, todas debatibles e interesantes, podemos


sostener que el ser humano “es un animal racional y libre, dotado de individualidad
pero que vive en sociedad”3. La racionalidad y la libertad son los elementos que
diferencian a la especie humana de los demás animales, características las cuales
le permiten tomar consciencia de si mismo y de la sociedad, así como de decidir.

Como ser biológico en primera instancia, el ser humano se desenvuelve al interior


de la naturaleza, así, Agustín Squella destaca que el ser humano vive en este
universo del cual él no ha participado en su creación, sino que lo observa como un
todo autónomo dotado de sus propias leyes que el humano se limita a descubrir,
más no modificar4.

Por otro lado, como ser social, el ser humano se desenvuelve en sociedad, ya sea
porque la sociedad forma parte de la naturaleza del mundo, como un organismo; o
porque obedece al instinto gregario del ser humano que lo lleva a pactar (el
instinto en virtud del cual el ser humano se asocia con mas personas de su misma
especie a fin de satisfacer sus necesidades, como un acto voluntario).

1
Estos apuntes han sido desarrollados como material de clases exclusivamente para los cursos de
Introducción al Derecho de la Universidad de Santiago, y de Compliance de la Universidad
Nacional Andrés Bello.
2
Para más información sobre las concepciones antropológicas del ser humano, véase
HOLZAPFEL, Cristobal, “Ser Humano: Cartografía antropológica”, UCH, 2014.
3
Definición propia.
4
Véase SQUELLA, Agustín, “Introducción al Derecho”, Editorial Jurídica de Chile, p. 19.
Así, según la primera corriente la sociedad sería una entidad diferente a los
individuos que lo componen, como si fuera un organismo, siendo lo central en ella
la permanencia y estabilidad de las relaciones que vinculan a los individuos 5. Por
otro lado, según los contractualistas, como Hobbes, Locke o Rousseau, la
sociedad obedecería a un gran pacto social en el que los diversos individuos
ceden parte de su libertad para crear un organismo, a fin de satisfacer sus
necesidades, siguiendo su instinto gregario6.

Respecto de la primera orbita (la naturaleza), los fenómenos naturales son


estudiados por las ciencias naturales, y se explican mediante “leyes de la
naturaleza”, como es la Ley de Gravedad, entre otras. Estas leyes se caracterizan
porque más que establecer un deber ser, establecen un ser, de modo que son
ontológicas, describiendo una realidad.

Estas reglas se rigen por el principio de causalidad, es decir, un hecho se explica


siempre como una consecuencia de su causa, la cual podrá ser física, química o
biológica. Con ello se explica cualquier fenómeno natural, sea la lluvia, las
tormentas, terremotos, etcétera, o elementos más simples como la caída de una
fruta del árbol.

La sociedad en cambio se explica no por las ciencias naturales sino que por las
ciencias sociales, y el primer debate al respecto es si la sociedad es natural al ser
humano como un órgano, como lo diría Aristóteles, o consecuencia de un pacto
social producto del instinto gregario, como lo sostendrían los contractualistas,
según ya indicamos.

En esta oportunidad no pretendemos profundizar en dicho debate, que por cierto


es muy interesante, pero preferimos centrarnos en la idea de que en cualquiera de
los dos casos, las sociedades se rigen por normas de conductas, las cuales, a
diferencia de las leyes naturales, no describen algo sino que prescriben una
determinada conducta que debiera ser, siendo deontológica, como destacaría Karl
Popper.

En este caso, el principio que los rige es el de la imputación, es decir, si el


incumplimiento de la norma es o no imputable al sujeto en cuestión. Esto es así
porque la norma social sigue una lógica, es decir, comienza con la descripción de
una conducta esperada, luego se prevé su incumplimiento, y luego la sanción a su

5
Para más información sobre la Sociedad como Órgano, véase SPENCER, Herbert, “¿Qué es una
Sociedad? Una Sociedad es un Organismo”.
6
Para más información sobre los contractualistas, véase FERNÁNDEZ, Eusebio, “El
Contractualismo Clásico (Siglos XVII y XVIII) y los Derechos Naturales”.
incumplimiento. Así, se dice que la regla se explicará de la siguiente forma: “A es
la conducta esperada, si ocurre B, que es la infracción a A, se reacciona con C,
que es la sanción al incumplimiento, lo cual se lleva a efecto mediante D, que es el
procedimiento para aplicar la sanción”.

De ahí la relevancia de la imputación, pues no basta con conocer quién infringió la


norma y provocó el resultado causalmente desde la física, sino que se debe
asegurar que la sanción le sea aplicada, para lo cual se le buscará imputar
objetiva y subjetivamente la conducta, es decir, imputarlo causalmente y a su
culpa o dolo.

CONCEPTO DE NORMA:

Por lo tanto, corresponde detenerse en entender qué es una norma. La doctrina


entiende por norma a aquellos “mandatos que buscan dirigir la conducta humana a
un determinado fin”, de modo que es una prescripción de algo, es decir, lo que
debe ser. Así por ejemplo, se puede establecer el deber de detenerse ante la luz
roja, siendo un mandato claro al sujeto que busca dirigir su conducta a un fin, que
es detenerse frente a la luz roja a fin de permitir la circulación ordenada de los
vehículos motorizados y disminuir con ello el riesgo de daños en los bienes o las
personas.

Agustín Squella destaca que lo común a los diversos tipos de normas es que “se
trata de proposiciones o enunciados que tienen por objeto influir en nuestro
comportamiento, dirigir nuestra conducta en un sentido o en otro, conseguir que
actuemos en una determinada manera que se considera deseable”7.

Ahora bien, como se comprenderá, no todas las normas son iguales. Así, no
mentir es muy diferente a no matar, o acaso el deber de ser cortés en el trato
social. Evidentemente que son normas con diferentes valoraciones y
características. Estas normas tienen criterios que permiten diferenciarlas.

Así, se suelen mencionar tres criterios diferenciadores8: Según contenido, según


de quién emana, y según la forma de imponer la sanción. Según el contenido, las
normas pueden ser exteriores o interiores. Serán exteriores si lo que es relevante
es la conducta externa del sujeto, no así su fuero interno, que podrá ser relevante
para evaluar luego la gravedad de la conducta externa pero sin ella (conducta

7
SQUELLA, Agustín, p. 36.
8
En algunos textos aparecen cuatro criterios, incluyendo el contenido de la norma distinguiendo
entre unilateral o bilateral, más para los efectos de este curso se prescindirá de ese criterio.
externa), no es relevante en efectos prácticos. En las normas interiores, por el
contrario, importa incluso más la intención que la conducta externa.

Así, en las normas religiosas por ejemplo, importa demasiado la intención, cuál era
el pensamiento del sujeto, si acaso quería ser infiel, o si acaso le deseaba mal al
prójimo u odiaba a su hermano, como otras normas fijadas en las religiones.
Diferente es el caso de otro tipo de normas en las que no se sanciona por el
pensamiento. Piénsese por ejemplo en el Derecho Penal, que hasta que no
comience la ejecución del hecho la ley no sanciona nada, no se sanciona por el
pensamiento (sin perjuicio de que luego de realizada la conducta se evalúe si ésta
es dolosa o culposa, lo cual tiene incidencia en la pena que se determinará).

El segundo criterio diferenciador es según de quién emana, pudiendo ser


autónomas o heterónomas. Son autónomas si la normas en cuestión proviene del
mismo sujeto obligado o fue adoptada por él libre y conscientemente como norma,
es decir, un estándar que el mismo sujeto se fija como regla de conducta, porque
él estima que no corresponde de otra forma. Cuestión diferente si la norma es
heterónoma, pues en ese caso la norma proviene de un sujeto diferente al
obligado, como por ejemplo, las leyes de la República, las cuales emanan de los
legisladores, que son diferentes al ciudadano común y corriente que se obliga por
dicha norma.

Finalmente, el último criterio diferenciador es según la forma de imponer la


sanción. Acá sin embargo hay que ser claro: Toda norma conlleva una sanción en
caso de su incumplimiento (al menos las normas primarias, en el concepto de Von
Wright9), pero no todas ellas se imponen de la misma forma. Bajo este criterio se
distinguen las normas coercibles de las incoercibles. La coercibilidad es la
posibilidad de usar la fuerza socialmente organizada para asegurar el
cumplimiento de la norma o sancionar su incumplimiento. Si es posible utilizar
dicha fuerza, se dice que es coercible; en caso contrario, no coercible.

Luego, si esta fuerza se ejerce en los hechos, se le conoce como coactividad, que
es la fuerza socialmente organizada en ejercicio, pues es la autoridad la que lo
está llevando a cabo por orden judicial. En Chile esto se conecta con la facultad de

9
Según este autor, al igual que Hart, las normas o reglas pueden ser primarias o secundarias. Las
primarias son aquellas que estamos estudiando, estructuradas de la forma que se indicó, mientras
que las secundarias son normas que su incumplimiento no tiene una sanción, como son normas
competenciales, por ejemplo, salvo que se entienda a la nulidad como sanción por incumplir las
exigencias determinadas por la norma competencial. Más por ejemplo, si nos referimos al artículo
63 de la Constitución sobre las materias propias de ley, su infracción no produciría sanción alguna,
sin perjuicio del control de constitucionalidad que haría el órgano en donde se radique la llamada
justicia constitucional.
imperio de los Tribunales, es decir, que tienen la facultad y deber de ordenar a la
fuerza pública una determinada acción como consecuencia de infringir alguna
norma de la sociedad, conforme la competencia que le ha dado el mismo
ordenamiento jurídico10.

Viendo los tipos de normas, es claro que no mentir es muy diferente a no violar, de
modo que en el primer caso es una norma incoercible (salvo que se mienta en
juicio), siendo una norma moral, mientras que el segundo caso es una norma
coercible, pues admite la posibilidad de exigir su cumplimiento o sancionar el
incumplimiento por la fuerza mediante la privación de libertad del hechor, que se
traduce, en este caso, en una pena.

TIPOS DE NORMAS:

Conforme a estos criterios es que podemos estudiar los diversos tipos de normas,
que son tres: Normas sociales, normas morales y normas jurídicas. Las normas
sociales son “prescripciones originadas al interior de un grupo social determinado
dirigidas a fines como la urbanidad, el decoro, la cortesía u otros semejantes, cuya
infracción tiene una sanción difusa consistente en el rechazo o repudio del
grupo”11.

Ahora bien, corresponde hacer acá una distinción, pues hay normas sociales de
uso meramente fáctico, como un simple hábito de conducta, como podría ser la
hora de almuerzo, con normas sociales de uso normativo o regla social, como
sería usar cubiertos para comer. Para los efectos de este curso, lo relevante son el
segundo tipo de normas sociales, aquellas de uso normativo, por lo que dejaremos
de lado las primeras.

Estas normas sociales, caracterizándolas según los criterios que definimos supra,
son en primer lugar exteriores, pues lo que les importa no es el fuero interno del
sujeto (por qué come con cubiertos, o cual es el motivo del sujeto para que cumpla
la norma), sino la exteriorización de su conducta, es decir, que efectivamente
coma con cubiertos.

En segundo lugar, se puede afirmar que las normas sociales son heterónomas,
pues en su formación participa la sociedad más no el individuo como tal,
trasladándose la regla como aspecto educacional o cultural. Evidentemente, esto
va cambiando con el paso del tiempo, pues la moral y las buenas costumbres

10
Véase el artículo 76 de la Constitución Política de la República.
11
SQUELLA, Agustín, p. 53.
dependen siempre de los parámetros del espacio y del tiempo en el que se
desenvuelven. Así, las reglas sociales son diferentes en Chile en comparación con
China, pues sus culturas son diferentes. En ambas, sin embargo, el individuo
como tal no participa de su creación, sino solo las cumple. Quien crea estas
normas, que no están escritas, es la sociedad, y se traspasa a los hijos vía
educación y cultura.

Finalmente, la norma social es incoercible. Si bien la infracción a la norma social


conlleva la sanción del rechazo o repudio del grupo, ésta no se puede imponer por
la fuerza socialmente organizada, punto que es el aspecto central que diferencia a
la norma social de la norma jurídica, sin perjuicio de otras diferencias varias, como
veremos.

El segundo tipo de normas es la norma moral, que distingue tres ámbitos: a) la


moral personal; b) la moral social; y c) la moral filosófica o religiosa. La moral
personal “se configura a partir de la idea de bien o de perfección moral que cada
individuo forja dentro de sí, y de la que derivan exigencias morales que se
expresan en normas o pautas obligatorias para el respectivo sujeto”12. En este
caso el mismo sujeto es legislador, juez y ejecutor de la sanción.

El sujeto es legislador pues la idea de bien o de perfección moral depende del


criterio personal de cada uno, sin que se pueda imponer aquello a los demás.
Como consecuencia de esa determinación personal, el sujeto se crea reglas
propias, como puede ser el no mentirle a la pareja. Si el sujeto tiene como criterio
el que la deshonestidad es mala en una relación amorosa, y por el contrario, la
honestidad es buena, entonces la consecuencia es que su conducta debe cumplir
con ese criterio. Así, él mismo se crea la norma de no mentirle a la pareja.

Al mismo tiempo, el sujeto es juez y ejecutor, pues, siguiendo el ejemplo anterior,


si le miente a la pareja, él mismo se juzgará por haberlo hecho, y aplicará la
sanción. ¿Cuál sería esa sanción? Es también una sanción moral o interna, que
consiste en el cargo de consciencia, la sensación de culpa. Nuevamente se
observa que la norma tiene sanción asociada a su incumplimiento, pero el tipo de
sanción y la forma de imponerla varían.

El segundo ámbito de la moral es la moral social, que “se configura a partir de las
ideas que acerca de lo bueno prevalecen en una sociedad determinada y, por lo
mismo, se expresan en un conjunto de exigencias de orden moral que el grupo

12
SQUELLA, Agustín, p. 66.
social de que se trate dirige a sus miembros”13. En este caso es la sociedad la que
opera como legislador, juez y ejecutor.

Ejemplo de esto sería la misma infidelidad, aunque trasladada ahora al juicio


social, pues es claro que la sociedad considera incorrecto que una persona sea
infiel a su pareja, de modo que si lo hace, se le juzgará moralmente. En el
ejemplo, es la sociedad la que fijó la regla, actúa como juez, y aplica la sanción,
que nuevamente será difusa consistente en el rechazo o repudio del grupo, o aun
informarle a la víctima del hecho. Se debe precisar, en todo caso, que la
infidelidad acá actuaría tanto como norma social moral como también, como
norma moral interna, e incluso, como veremos, jurídica si fueren cónyuges.

Un tercer ámbito de la moral se traduce en la moral filosófica o religiosa, que se


expresan en un mensaje o testimonio de los fundadores de las grandes religiones
o de pensadores, y que se manifiestan en máximas, principios y normas que rigen
a quienes adhieren a dicho credo religioso o filosófico, traducidos en dogmas.

Acá se van distinguiendo modelos. Por ejemplo, uno puede hablar de moral
cristiana, si adhiere a los dogmas que el cristianismo ha formado entre sus fieles,
o lo mismo para la moral budista o musulmana, entre otras. Por el contrario, se
puede hablar también de ética kantiana o aristotélica, si el sujeto se rige por el
imperativo categórico de Kant o la distinción entre el vicio y la virtud de Aristóteles,
entre otros. Cabe hacer la precisión que hay autores que distinguen acá lo que es
la moral religiosa de la ética filosófica, una basada en la fe mientras la otra en la
razón, pero ambas en busca de lo bueno o lo correcto. En cualquier caso,
coincidimos en que estas normas debieran estudiarse en forma separada.

En cuanto a las características, es bueno ir distinguiendo los tres ámbitos de la


moral. Así, la moral personal y filosófica o religiosa serían interiores, pues lo que
les importa es el fuero interno del sujeto. Así, el infractor tendrá cargo de
consciencia en su yo interno por haber infringido la norma que se auto impuso, si
le miente a la pareja por ejemplo, y así también, el sacerdote le interesará saber la
intención del sujeto, si acaso buscó por ejemplo ser el amante de una persona
casada acercándose libidinosamente al sujeto. Por el contrario, la moral social es
exterior, pues lo que le interesa ahí es que el sujeto cumpla mediante su conducta
externa con la norma moral impuesta, sin importar el motivo de por qué la cumple
o incumple.

13
Idem.
En segundo lugar, la moral personal es autónoma, pues es el mismo sujeto el que
la determina, mientras que la moral social y la filosófica y religiosa son
heterónomas, pues ahí es la sociedad en el primer caso, y el pensador o modelo
religioso en el segundo caso, quien impone y determina la conducta esperada,
siendo el sujeto el destinatario de la norma en cuestión, más no su creador.

Finalmente, y esta es una característica que comparten los tres ámbitos de las
normas morales, todas ellas son incoercibles, pues no se puede usar la fuerza
socialmente organizada para obligar a cumplir o sancionar el incumplimiento de la
norma, aspecto que, reiteramos, caracteriza a las normas jurídicas. Así, si alguien
no obedece el imperativo categórico de Kant y es un seguidor de aquel, o si no
obedece la virtud de Aristóteles en contraposición a sus vicios, la sanción será su
propio cargo de consciencia o análisis consciente de la situación, para remediar y
actuar de otra forma en el futuro, pero nadie le podrá obligar a que debe actuar de
la otra manera, y mucho menos se le podrá obligar mediante la fuerza socialmente
organizada.

Nótese hasta el minuto que un elemento común de las normas sociales con los
tres ámbitos de la norma moral es que todas ellas son incoercibles, es decir, no es
posible utilizar la fuerza socialmente organizada para hacer cumplir o sancionar el
incumplimiento de la norma. Dicho en términos prácticos, no se puede hacer que
Carabineros exija o detenga a una persona por mentirle a su pareja, o por haber
sido cobarde o temerario y no valiente, entre otros ejemplos posibles. Valga la
síntesis para lo último que nos queda de estos apuntes.

NORMA JURÍDICA:

Llegamos entonces a la norma jurídica, que se define como “mandatos de la


conducta humana en sociedad provenientes de un órgano validado por la misma
sociedad como productor de norma conforme al procedimiento preestablecido, y
cuyo incumplimiento se encuentra garantizado por la posibilidad legítima de usar
la fuerza socialmente organizada”14.

Son mandatos de la conducta humana como toda norma, según lo hemos visto,
pero lo que le da el carácter de jurídico son dos elementos: Por un lado, lo que le
da validez, que es el órgano que la crea y el procedimiento para crearla, y lo que
le da eficacia, que es la coercitividad.

14
Definición propia extraída a partir de la lectura de SQUELLA, Agustín (op. cit), y principalmente
del positivismo jurídico, donde se destaca el órgano y procedimiento que ha validado la norma.
En cuanto a la validez, Kelsen15 fue el precursor de la llamada Teoría Pura del
Derecho, sosteniendo, en síntesis, que toda norma es válida conforme a la norma
inmediatamente superior que establece su forma de creación y quién y cómo la
puede dictar.

Así, una orden de detención vale porque la dicta un Tribunal (como órgano
facultado para dictarla) y siguiendo el procedimiento establecido para ello en la ley
(por ejemplo, el Fiscal solicita se despache orden de detención del imputado por
incomparecencia a la audiencia una vez que se cumplen los requisitos para
despacharla). Por tanto, es la ley la que fijó en este caso el órgano competente y
el procedimiento, pero ¿por qué vale la ley?

La ley penal y procesal penal, siguiendo el ejemplo, vale porque la ha dictado el


legislador (Congreso y Presidente de la República, en el caso chileno, conforme a
la Constitución Política de la República) siguiendo el procedimiento de formación
de una ley (también conforme a la Constitución), es decir, vale porque ha sido
“puesta” por el órgano facultado para ello y dentro de su competencia, conforme a
la Constitución.

La siguiente pregunta que se puede hacer es ¿por qué entonces vale la


Constitución? Acá la respuesta se va a encaminar a la Constitución originaria, y
luego, se puede responder por dos vías: O bien porque se dicta conforme a lo que
llamaríamos Derecho Natural, como fundamento último del Derecho, según una
visión naturalista, o bien porque se aplica y es eficaz, siguiendo una postura laica
del tema. Kelsen, al formular la Teoría Pura del Derecho, se enmarca en la
segunda opción, pero ambas son validas y tienen fundamentos.

Todo lo anterior da cuenta de la validez de la norma jurídica, sin perjuicio que la


Teoría Pura del Derecho de Kelsen también aporta en otras aristas, como es la
forma de solución de las antinomias, aspecto profundizado por Bobbio16.

Otro punto puede tratarse en cuanto a su eficacia, asunto que se conecta con la
última de las características que analizaremos, pero no sin antes analizar las
demás. Así, se indica que la norma jurídica es, en primer lugar, preferentemente

15
KELSEN, Hans, “Teoría Pura del Derecho”, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, traducido por VERNENGO, Roberto, 1982.
16
En este sentido, Bobbio destaca que frente a las antinomias hay cuatro criterios de solución, uno
de los cuales fue aportado por Kelsen. Encontramos el criterio de la jerarquía, la especialidad, el
criterio cronológico y el criterio de la norma permisiva. El primero de los criterios fue desarrollado
por Kelsen y su pirámide invertida, de modo que dicha teoría aporta tanto en la validez de las
normas como en la forma de solución de las antinomias.
exterior, es decir, lo que le interesa a la norma es principalmente la conducta
externa del sujeto, no así su fuero interno del por qué lo cumple o incumple.

Por ejemplo, al Derecho no le importa si el sujeto, en su pensamiento, desea


cometer un crimen o simple delito. Nadie puede ser sancionado por el solo
pensamiento. Lo que sí le importa es cuando el sujeto comienza a poner en
marcha su plan, ejecutando parte del tipo penal. Eso es lo que se llama la tentativa
del delito (en Europa se le conoce como tentativa inacabada, en oposición a la
tentativa acabada que acá la llamamos frustración). Excepcionalmente al Derecho
le importará lo que se planifica en algunos delitos en los que se sanciona la
conspiración, pero la regla general es que ello no sea así.

Por tanto, importa la exteriorización de la voluntad en la conducta externa del


sujeto, primordialmente, aunque luego puede importar para efectos de la
calificación jurídica, inspeccionar en cuál era su interioridad. Ejemplo concreto de
esto está en la distinción entre el delito y el cuasidelito, distinguiendo el dolo de la
culpa, que algunos estudiarán como elementos de la tipicidad (finalistas) y otros
de la culpabilidad (causalistas), según veremos más adelante en el curso.

En segundo lugar, las normas jurídicas son predominantemente heterónomas, es


decir, son dictadas por un sujeto distinto del obligado, como ocurre con todas las
leyes de la República, las cuales se dictan por el legislador, sin que el ciudadano
la haya dictado por si mismo.

Ahora bien, se dice predominantemente heterónomas pues hay excepciones,


destacándose tres: 1º la democracia directa, en donde el ciudadano no actúa
representado por nadie sino que él mismo participa en la formulación de la regla
de conducta. Si bien este modelo es difícil en la actualidad, sí se adoptan
mecanismos de democracia directa en el contexto institucional de la democracia
representativa, como es el referéndum, el plebiscito o la iniciativa popular de ley,
entre otras; 2º la objeción de consciencia, que se estudia, según algunos, como si
fuera un derecho humano derivado tácitamente de la libertad de creencia, al punto
que hay quienes dicen que está reconocido tácitamente por la Constitución en
Chile. Otros en cambio sostienen que no es un derecho fundamental y otros que
será solo una excepción para el caso en que la misma ley lo contemple. Este
debate se reavivó con la discusión de la Ley sobre Interrupción Voluntaria del
Embarazo, donde el Tribunal Constitucional reconoce la objeción de consciencia a
las instituciones, aspecto sumamente debatible; y 3º los actos jurídicos, como los
contratos, en donde quien determina su contenido y alcance es el particular,
conforme a los limites fijados por el legislador. Así, un particular que firma un
contrato de arriendo fija su contenido y alcance, sin que sea otro órgano el que le
determine las clausulas contractuales. En esos casos la norma jurídica no es
heterónoma.

Finalmente la última de las características es la que distingue a este tipo de


normas de las demás, pues el Derecho es esencialmente coercitivo, toda vez que
la infracción de su norma tiene la amenaza de la posibilidad legitima de utilizar la
fuerza socialmente organizada, como por ejemplo, mediante el embargo de un
automóvil con el auxilio de la fuerza pública, un desalojo, o en el peor de los
casos, una pena privativa de libertad.

¿Por qué esto es así? Acá surgen tres grandes pensadores que justifican la
necesidad de este modelo: Von Ihering, Kelsen y Weber, quienes sostendrán que
el Derecho tiene el monopolio de la fuerza. Esto es necesario porque el Derecho
busca la justicia y la paz social, siendo un medio para ello establecer la forma de
solución pacífica de la controversia.

Para otorgar la solución pacífica de la controversia, es necesario despojar al


particular de la posibilidad de usar la fuerza, es decir, eliminar o restringir la
llamada autotutela o justicia por propia mano, pues en caso contrario la sociedad
sería caótica. Se necesitaría que el Estado sea quien tenga el monopolio de la
fuerza, que solo aquél pueda impartir justicia y utilizar la fuerza socialmente
organizada.

Enseguida, se da la facultad de imperio a los tribunales, conforme al artículo 76 de


la actual Constitución, permitiendo a estos órganos ordenar a la fuerza pública a
llevar a cabo una determinada acción, que será ejecutada sin revisar o cuestionar
el contenido de la orden o sus fundamentos, lo cual garantiza el orden social.

Esta es la característica que diferencia a la norma jurídica de las demás, más que
las especificaciones de las otras características, su diferencia radica en los
fundamentos de su validez (órgano y procedimiento) y eficacia (coercitividad y
coactividad, conforme al imperio de los Tribunales de Justicia y la restricción de la
autotutela, resguardando el monopolio de la fuerza para el Estado).

Dicho lo anterior, podemos resumir la teoría de las normas y luego estudiar las
fuentes del Derecho, el Derecho Penal y particularmente la responsabilidad penal
empresarial así como la Libre Competencia.

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