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El libro está divido en tres capítulos y una conclusión: en “La naturaleza de la unión del
cuerpo y la mente” (Cap. 1) Jaquet critica la errónea interpretación del “paralelismo” en
Spinoza y propone una nueva tesis de la relación cuerpo-mente a partir de la
recomposición de la noción de afecto y la naturaleza de la unión del cuerpo y la mente;
en “La definición de afecto en Ética III” (Cap. 2) esclarece la problemática que se deriva
de las dos definiciones diferentes de afecto en Spinoza; y en “Las variaciones del
discurso mixto” (Cap. 3) propone definir los afectos bajo una nueva óptica: psicofísicos,
corporales y mentales.
Para Spinoza, la unión del cuerpo y la mente debe ser pensada como una unidad,
subraya Jaquet, y no como una conjunción de dos sustancias, extensión y pensamiento.
Spinoza así supera el dualismo y, al mismo tiempo, funda la posibilidad de un doble
enfoque físico y mental de la realidad humana. ¿Cómo esos modos de concepción se
articulan uno con el otro? ¿Cómo se fundan para comprender la naturaleza humana?
Spinoza define la mente como la idea del cuerpo (E2p13).[1] La mente es una manera de
pensar el cuerpo –y por extensión el mundo exterior—a través de las afecciones que lo
modifican, y postula la naturaleza de esta unión en términos equivalentes a la relación
entre una idea y su objeto. ¿Qué significa la tesis que la mente está unida al cuerpo como
una idea a su objeto? Spinoza recurre al conocido ejemplo geométrico del círculo. “Un
círculo existente en la naturaleza y la idea de un círculo existente […] son una sola y
misma cosa” (E2p7esc), que se explica de dos maneras distintas, ya como modo de la
extensión, ya como modo del pensamiento. La cosa y la idea de la cosa remiten a la
misma cosa, pero no se sigue, afirma Jaquet, que esta identidad excluye la alteridad.
Pues, para Spinoza, toda cosa posee una esencia formal que expresa su realidad y una
esencia objetiva que es la idea de esa realidad, así la esencia objetiva de la mente es la
idea del cuerpo y se distingue de la esencia formal del cuerpo en cuanto señala la
realidad material: “la idea de cuerpo no es el cuerpo mismo” (Tratado de la reforma del
entendimiento § 27), es decir, el cuerpo y la mente como dos expresiones de una sola y la
misma cosa no son reducibles una a la otra.
Una vez establecidas las condiciones de la unión del cuerpo y la mente, Jaquet articula el
objetivo de su trabajo: “el problema es delimitar la esencia de esta unión psicofísica, que
implica a la vez identidad y la diferencia entre el cuerpo y la mente, y determinar con
precisión sus modalidades de expresión”.[2]
Desde Leibniz la tesis spinoziana: “[…] el orden y la conexión de las ideas es el mismo
que el orden y la conexión de las cosas” (E2p7) se ha asimilado a la doctrina del
paralelismo para explicar la correspondencia entre la cadena de las ideas y la cadena de
las cosas, así como la identidad entre la mente y el cuerpo, pero, afirma Jaquet, “[…]
esta representación del orden de lo real reduce la Naturaleza a un plano en el que se
yuxtaponen una pluralidad, incluso una infinidad de líneas no secantes”.[3] Nuestra
autora señala que el paralelismo no da cuenta de la unión tal como la entiende Spinoza:
“[…] el cuerpo y la mente no están superpuestos en el hombre como paralelas, sino que
designan una y la misma cosa expresada de dos maneras”.[4] Puesto que el orden en
Spinoza es uno y el mismo: “[…] ya concebimos la naturaleza desde el atributo de la
Extensión, ya desde el atributo de Pensamiento, ya desde otro cualquiera, hallaremos un
solo y mismo orden” (E2p7esc). La doctrina del paralelismo, de acuerdo con Jaquet,
resulta extremadamente reductora, pues supone “homologías y correspondencias
biunívocas” entre las ideas y las cosas, la mente y el cuerpo y se sigue de lo anterior un
esquema de la naturaleza lineal e idéntico confundiendo así unidad con uniformidad.
Ahora bien, este “solo y mismo orden” no significa que los modos de expresión de las
ideas y las cosas sean estrictamente idénticos cual equivalencias mecánicas entre los
movimientos corporales y los pensamientos. Jaquet propone eliminar el término
“paralelismo” por considerarlo inadecuado y confuso, y porque en principio no figura en
el sistema spinozista.
Por lo anterior, hay que utilizar, afirma Jaquet, el concepto que el mismo Spinoza aportó
para expresar su tesis: igualdad. Esta es la palabra precisa que Spinoza usa para
expresar que el orden de las ideas de las afecciones en la mente es el mismo que el orden
de las afecciones del cuerpo y constituye una y la misma cosa: “[…] la potencia de pensar
de Dios es igual a su potencia de obrar” (E2p7cor). Esta igualdad entre la potencia de
pensar y la potencia de obrar expresa justamente la correlación entre la idea y el objeto:
“[…] todo cuanto acaece en el objeto de la idea que constituye la mente humana debe ser
percibido por la mente humana” (E2p12).
De esta manera, señala Jaquet, el análisis de los afectos orientado por un discurso mixto
es posible, pero problemático porque Spinoza propone dos definiciones distintas,
incluso divergentes, de afecto. La primera define el afecto como “[…] las afecciones del
cuerpo, por las cuales aumenta o disminuye, es favorecida o perjudicada, la potencia de
obrar [potentia agendi] de ese mismo cuerpo, y al mismo tiempo, las ideas de esas
afecciones” (E3def3). La segunda es una definición general: “Un afecto, que es llamado
pasión del alma, es una idea confusa, en cuya virtud la mente afirma de su cuerpo o de
alguna de sus partes una fuerza de existir mayor o menor que antes [alegría o tristeza], y
en cuya virtud también, una vez dada esa idea, la mente es determinada a pensar tal
cosa más bien que tal otra [deseo]” (E3defgral).
Según Jaquet, la definición final introduce, tres diferencias importantes con respecto a
la primera: 1) restringe los afectos a las pasiones, sin considerar las acciones; 2)
restringe los afectos a un solo aspecto mental; y 3) añade una determinación –“la mente
afirma de su cuerpo… una fuerza de existir”-- que permite abarcar todos los afectos
primitivos (alegría, tristeza, deseo). En estas condiciones, cuestiona Jaquet, “¿cuál es el
famoso discurso mixto? ¿Es legítimo… hacer del concepto de afecto un concepto central
que permita pensar la articulación entre un modo del pensamiento y un modo de la
extensión, y que aclare la manera en que ambos están unidos?”.[8]
Sin embargo, no hay que concluir, sostiene Jaquet, que el lugar concedido al cuerpo en
la primera definición señala una prioridad del modo de extensión y que el papel del
modo de pensamiento se limita simplemente a registrar y reflejar los cambios físicos.
Aquí es necesario apuntar la distinción hecha al final de la primera definición entre dos
categorías de afectos, acciones y pasiones. La diferencia reside en la naturaleza
adecuada o inadecuada, interna o externa, de la causa que produce la afección física,
pero el criterio depende de la aptitud de la mente para conceptualizar clara y
distintamente la causa.
Ahora bien, hay un acuerdo entre los spinozistas, continua Jaquet, en el sentido que el
afecto pone en juego una faceta física y una faceta mental, pero el desacuerdo se da en
cuanto a la constitución de las partes. Aquí el quid de la cuestión es saber cuál es la
significación del adverbio simul (“al mismo tiempo, a la vez, simultáneo”) en la primera
definición. La partícula simul puede tener un sentido conjuntivo, o bien un sentido
disyuntivo: como cuerpo y mente o como cuerpo o mente. ¿Cómo el afecto concierne al
hombre?
Por una parte, la partícula simul puede significar que el afecto necesariamente une una
afección del cuerpo y una idea de esa afección y expresa simultáneamente una realidad
física y una realidad mental. Por otra parte, puede significar que el afecto es una
afección del cuerpo, una idea de esa afección o ambas.
Habría pues afectos de la mente o afectos del cuerpo que, desde luego, tendrían
un correlato físico y mental en virtud de la unidad del hombre y sus dos
expresiones modales en el atributo extensión y en el atributo pensamiento, pero
que serían constituidas como tales sin intervención de ese correlato.[9]
Bibliografía
Notas
[1] Baruch Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico. Para las citas entre
paréntesis uso la nomenclatura interna de la Ética: E3 = Ética tercera parte, p =
proposición, def = definición, cor = corolario, esc = escolio, exp = explicación.
[2] Chantal Jaquet, La unidad del cuerpo y de la mente. Afectos, acciones y pasiones en
Spinoza, p. 23
[3] Ibídem, p. 26.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem, p. 32. El énfasis es mío.
[6] Ibídem, p. 35.
[7] Ibídem, p. 44.
[8] Ibídem, p. 58.
[9] Ibídem, p. 127.
[10] Ibídem, p. 165.
[11] Ibídem, pp. 166-167. El énfasis es mío.