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Universidad José Cecilio Del Valle

Estudiante: Javier Enrique Salinas Peña


Número de Cuenta: 2015230003
Catedrática: Abg. Claudia Sierra
Tema: Ética De La Amistad
Clase: Ética Profesional

Fecha: Jueves 23 de Junio de 2016


ETICA DE LA AMISTAD

A principios de siglo XXI… ¿tiene sentido defender la amistad como valor que contribuye
a la felicidad del ser humano, al modo de Aristóteles o Epicuro, o es preferible priorizar en
nuestras vidas el realismo estratégico de un Maquiavelo, para quien la obtención de un
determinado fin puede justificar el empleo del engaño o de la traición? En su primera
entrada o acepción, la Real Academia Española define amistad como afecto personal, puro y
desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato, para especificar
más adelante que, en un sentido figurado, toda amistad presupone una buena dosis
de afinidad, conexión. En esta definición académica, que aunque con algún matiz
posiblemente todos llegaríamos a aceptar, se sugieren algunos de los conceptos
constitutivos de la amistad que han venido fraguándose a la luz de largos siglos de cultura
en Occidente, como afecto, desinterés, reciprocidad, afinidad o conexión. Una ética de la
amistad puede fundamentarse, al igual que cualquier otro tipo de ética, en una indagación
histórica acerca de su valor como elemento constitutivo del ser humano, tanto a nivel social
como a nivel individual. El ser humano como ser sociable: Aristóteles, Diógenes, Laercio,
una de las fuentes principales que documentaron la Grecia clásica, cuenta que Aristóteles
nació en Estagira (Macedonia) y que residió durante muchos años en la inmortal Atenas del
siglo IV a.C. Según Laercio la dicción de Aristóteles era dificultosa, sus piernas delgadas y
sus ojos pequeños; usaba elegantes vestidos y muchos anillos, y llevaba siempre cuidados
la barba y el cabello. Discípulo del genial Platón, con el tiempo se distanció de su maestro,
con lo que éste llegó a decir de él: Aristóteles me tira coces, como hacen los potrillos con
las madres. Pese a que no puede decirse que Platón y Aristóteles llegaran a ser grandes
amigos, fueron los primeros teóricos de la amistad de la cultura occidental. Ambos
escribieron muchas páginas sobre el tema, ofreciendo un valioso legado para las
generaciones posteriores y un testimonio fehaciente sobre su época. Toda relación humana
mediada por el afecto tiene su fundamento en la justicia, pero no de la justicia entendida
como semejanza u oposición, sino de la justicia como esa forma de amistad que es capaz
de, por vía de la justicia equitativa (tò dikaion), tender a la vida de la ciudad en tanto
comunidad (koinonía). Así, la amistad es objeto de reflexión (o conciencia y conocimiento)
de los hombres, especialmente en materia de política, para una ciudad de hombres justos:
(…) pues parece ser función de la política, ante todo, promover la amistad, y por eso dicen
que la virtud es útil, ya que no es posible que sean amigos entre sí los que son mutuamente
injustos. De este modo, la verdadera amistad (fundada en la búsqueda de la felicidad y la
virtud, en consideración mutua de los amigos) supone tanto igualdad como amor: amor a sí
mismo y amor hacia el otro. El amor entre dos amigos, así, es para Aristóteles nada
parecido al egoísmo, sino más bien esa relación de cada quien consigo mismo,
considerándose deseable y bueno, deseando lo mejor y el mayor bien para sí. Sólo quien
pueda establecer ambas condiciones para amarse a sí mismo, puede entonces obrar en el
mismo sentido respecto de los demás, y allí entran en juego dos actitudes que hacen posible
la buena amistad con el otro: la benevolencia (eúnoia) y la concordia (homónoia).En función
de estas actitudes es que puede establecerse una relación humana en la que lo importante es
el cuidado y responsabilidad mutuos, generosos y solidarios entre las personas que eligen
implicarse en esa amistad:(…) la amistad primera es amistad y elección recíproca de los
unos a los otros (…) esto hace la virtud, y la política está para eso, para que se produzca
esta armonía entre lo que todavía no existe. Lo podemos definir al ser humano como una
criatura que trabaja. Ningún otro ser lo hace porque ninguno puede hacerlo, como el
hombre puede proponer los fines y organizar los medios para alcanzar esos fines, como lo
que definitiva viene ser el trabajo. Aristóteles pone el dedo en la llaga al señalar otro de los
aspectos fundamentales de la amistad: el desinterés. No puede ser comprada por mucho
dinero y poder que se posean, pues el afecto de un amigo tiene un valor diferente a lo
puramente material, no tiene precio: La amistad es una virtud o algo acompañado de virtud,
y, además, es lo más necesario para la vida. En efecto, sin amigos nadie querría vivir,
aunque tuviera todos los otros bienes; incluso los que poseen riquezas, autoridad o poder
parecer que necesitan sobre todo amigos. El hecho de que la amistad no se pueda comprar
ni vender la convierte en un valor que tampoco puede ser tasado, de lo cual se deduce que
lo importante no es tener muchos amigos, sino buenos amigos. También en este caso, por
tanto, puede aplicarse justificadamente el dorado término medio aristotélico: La virtud está
entre dos extremos, lo poco y lo demasiado. Pese a que su pluralidad pueda sugerir un
cierto relativismo a la hora de elaborar un concepto bien definido, todas las opiniones
vertidas acerca de la naturaleza de la amistad suelen coincidir en señalar un punto de
consenso unánime y determinante entre tanta diversidad: la amistad no es tan solo un valor
esencial para el óptimo desenvolvimiento de las relaciones humanas en un sentido general,
sino que a nivel individual también constituye uno de los pilares fundamentales sobre los
que se erige cualquier posibilidad de consecución de una vida satisfactoriamente feliz. Cada
uno de nosotros necesita de la amistad para aproximarse a ese estado indefinible e inestable
por naturaleza que es la felicidad. La vida no es un camino ya trazado de antemano y apto
para ser recorrido en soledad, sino un horizonte abierto de experiencias que precisan ser
compartidas para llegar a adquirir una dimensión verdaderamente humana.El trabajo
humaniza al ser humano en tanto que a través de un empleo una persona se siente valiosa,
desarrolla sus capacidades e invierte su tiempo en un fin constructivo. Sin embargo, existen
muchas personas que no son felices con el empleo que realizan. Uno de los motivos de
infelicidad más frecuentes es no encontrar un empleo acorde a la vocación profesional, es
decir, acorde a las expectativas personales. La vocación profesional es esa llamada interior
que el ser humano suele descubrir en la etapa de la juventud (etapa universitaria) cuando la
persona decide que quiere formarse en un área en concreto para poder trabajar en el futuro
en un sector determinado. La vocación profesional también conecta con los talentos
internos y es que, las personas son felices cuando descubren cuál es su don (todas las
personas tienen un don). Precisamente, una de las grandes labores de los profesores como
docentes es ayudar al alumno a descubrir cuáles son sus fortalezas con el objetivo de poder
potenciarlas. La disciplina laboral es el conjunto de acciones tendiente a lograr
el acatamiento del código de conductas tendientes a lograr el acatamiento del código de
conducta de la empresa por parte de todos sus integrantes. El propósito de las acciones
disciplinarias es asegurar que el comportamiento y desempeño de los trabajadores se
ajusten a los lineamientos conductuales de la empresa.  El acatamiento de las políticas 
normas y reglamentos no solo se logran a través de la aplicación de acciones disciplinarias
para los que se desvían de ellas, sino a través de recompensas para aquellos que las
respetan. Se admite con facilidad que la disciplina laboral es necesaria para vivir y trabajar
en armonía y en eficiencia. el descuido de las acciones disciplinarias genera un clima
laboral indeseable tanto para los trabajadores como para la institución en general. Aun las
acciones disciplinarias negativas o correctivas pueden considerarse como una oportunidad
de aprendizaje y mejoramiento para las partes involucradas: el trabajador aprenderá a
mejorar su comportamiento y el directivo a conocer las causas que mueven a sus
colaboradores a tentar contra las relaciones humanas y la productividad. Los esfuerzos que
puede realizar la empresa para mantener un comportamiento adecuado de sus integrantes
incluye acciones disciplinarias de dos clases: a). preventivas y b). Correctivas. La disciplina
preventiva contempla las acciones que se realizan para animar a los trabajadores a respetar
sus políticas  normas y reglamentos. La disciplina correctiva es posterior a la infracción y
procura desalentar cualquier tipo de violación al régimen disciplinario en el futuro.
Cualquiera sea nuestro puesto de trabajo, ser proactivos y asertivos puede ser la clave del
éxito. Claro, siempre y cuando recordemos también ser respetuosos y cordiales en la tarea.
Después de todo, podríamos ser los mejores en nuestra labor, pero si no tenemos buena
relación con nuestros jefes y pares, y si no sabemos crear un buen entorno a nuestro
alrededor, lo más probable es que duremos poco en ese trabajo. En lo que se refiere a la
autoestima o estima personal, aunque no incursionemos profundamente en su significado,
en sentido estricto, debemos entrar en algunas consideraciones sobre lo que es la
personalidad, para que su contenido nos permita comprender mejor lo fundamental de la
autoestima. Hacer depender la autoestima de lo que es la personalidad, tiene su fundamento
en que encontramos destellos de una belleza estética entre la una y la otra, por su
consonancia de fuertes valores relacionados con la conducta humana. Sobre la personalidad
ha postulado el psicólogo inglés Hans Eysenck, la teoría de la gran aceptación, como: “Una
organización más o menos estable y duradera del carácter, temperamento, inteligencia y
físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente”. Cuando de la
autoestima se trata, y para una mejor apreciación de su hondo significado, vale la pena una
meditación equilibrada de lo representativo de la vida en cuanto a la realidad del ser, puesto
que quien no hace un alto para comprenderse y quererse más, vive en un mundo irreal. Es
como tener una conciencia desmadrada, como río fuera de cauce. Por tanto, si valorizamos
nuestra vida en el ego real que tenemos, bien podríamos crear los estímulos guiados por la
razón y el buen juicio hacia la objetividad del existir reposado en el aprecio personal, que
es en esencia la autoestima. De suerte que la autoestima no es exhibición de vanidad
infundada, ni mediocridad de soberbia, no, eso jamás; pero sí un dejo de superior imagen.
Todo, porque hemos hecho aprecio del “yo” sensible, perceptivo e inteligente que
contornea nuestro existir. Afirmación esta, comprobada en toda persona que ha sabido
darse valor, buscar su espacio y sentarse en la primera fila del éxito, que es exactamente la
aspiración suprema de quien ha tenido esperanzas creíbles, ha aprovechado las
oportunidades y ha sabido aplicar su potencial de autoestima en la vida. Se trata de una
potencia espiritual que estimula la virtud, puesto que si el bien comienza por uno mismo y
siempre se desea el bienestar propio instintivamente, lo cual es aceptable como bueno, esta
potencialidad no hace otra cosa que inducir a lo moral. De hecho, la autoestima es de
asequible moralidad, por cuanto es conquistable con el único deseo de hacer valer lo
virtuoso de sí mismo. La autoestima crea seguridad, porque con ella se está consciente del
valor personal y alcance de miras en el desarrollo de la voluntad y de que los sentimientos
están sensibilizados por lo interior de uno mismo y no por influencias exógenas. La
autoestima es un estado de cuerpo y alma, repetimos, componente humano que compendia
el honor, el conocimiento, la ciencia, el saber y en fin las esencias más puras de la
existencia, que habitan en las esferas más altas del sentimiento verdadero. Estos párrafos
leídos hasta ahora por usted, no tienen ni una coma de mi autoría, son reproducidos
literalmente del libro “Ética en la educación” uno de los numerosos libros de la pluma de
Don José Silié Gatón. Pidiendo comprensión y benevolencia a mis amables lectores por
insistir en tratar temas tan quijotescos como la ética y la moral ciudadana en nuestra
descompuesta “modernidad”. Ustedes mis indulgentes lectores lo entenderán, del autor, mi
padre, todavía nos duele el duelo; pero ya a partir del próximo domingo volveremos a
“conversar” del cerebro. Todo profesional por el mismo hecho de serlo, debe tener una
autoestima elevada o esforzarse en elevarla, comprendiendo que es el núcleo de la
personalidad . Permite desarrollar una relación social saludable, ayuda a superar las
dificultades personales,  de aceptarse y aceptar a los demás, compromete su responsabilidad
y ayuda a sentirse competente para resolver problemas .Quien actúa con ética profesional,
obtiene mayor seguridad, confianza, amor y autoestima. Se caracteriza por tener capacidad
de empatía, es valiente y decidido, tiene sentido de humor es honesto y sincero, es
optimista, se preocupa por el autodesarrollo personal y social, tiene don de gente, se
interesa, con sinceridad y comprensión, ayuda a los demás, acepta las criticas como
instrumento de aprendizaje. Autoestima: "Es la manera como cada persona se evalúa así
misma .Es el grado de satisfacción consigo misma, la valoración que nos tenemos, la
capacidad de amarnos y respetarnos a nosotros mismos". Permite enfrentar los desafíos que
presenta nuestra existencia Rasgos Característicos de la Persona con un Nivel Satisfactorio
de Autoestima: Se acepta así mismo como es percepción clara y eficiente de la realidad,
mayor apertura a la experiencia, mayor integración , cohesión y unidad, mayor
espontaneidad expresividad y vitalidad. Un yo real de identidad firme, autónoma con
objetividad, independencia y trascendencia del yo. La Integridad: La integridad moral
puede definirse como una cualidad de la persona que la faculta para tomar decisiones sobre
su comportamiento por sí misma. Se predica de todos los individuos en cuanto tales. Está
muy relacionada con la concepción del sujeto de sí mismo: sus comportamientos, creencias
y forma de actuar. Formación Profesional: Nuestra vida se rige por diferentes pasos que
hacen de cada individuo lo que sería en un futuro, entiéndase, pasar por las distintas etapas
de conocimientos: escuela primaria, secundaria y en última grado, la universitaria Solo eso
no basta, ya que esos conocimientos lo forman una generalidad de la vida y el profesional
debe de saber combinar esa generalidad con su formación profesional. Entiéndase, por
formación profesional un alto grado de conocimiento que se le inculca a un individuo de la
sociedad dotándolo de un interés particular en su profesión que se va a reflejar
en su desempeño diario de la vida. Carácter Profesional: El individuo al tener una presencia
o personalidad variable, puede modificarse, es decir, puede engrandecer su ego, puede tener
una sed inmensa de llegar a la perfección de su profesión, haciéndolo para él un modelo sin
errores e inequívocos. El carácter para el individuo en su profesión se refleja desde tiempos
antiguos, ellos han experimentado un progreso en todos los tipos de ciencias, han
conquistado y desarrollado experimentos que tiempos atrás hubieran sido inimaginables de
realizar. El profesional sin carácter puede tender a caer en un modelo usado por cientos de
profesionales, puede llegar a caer en lo que sería la mediocridad, siendo éste el título menos
deseable para personas con aspiraciones en la vida. El carácter no se forja solamente con
un título, se hace día a día experimentando cambios, ideas, experiencias, se hace
enfrentándose a la vida. En definitiva, el título es como el "adorno " de la profesión. No
importa si lo tienes, lo importante es saberlo utilizar.

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