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Ética profesional: Es la rama de la ética aplicada cuyo propósito es establecer los deberes
de quienes ejercen una profesión. La ética o deontología no impone sanciones legales o
normativas.
La ética apunta en muy buena medida a ese arte de la vida que, adecuadamente
ejercida, proporciona las condiciones de posibilidad de una existencia honorable,
de una biografía
La Profesión, señala al lugar en el que se vive desde el punto de vista laboral: es ahí
donde la mayor parte de las personas obtienen el sustento preciso para sí mismos dichosa
La virtud, Apunta a los hábitos, es decir, a la facilidad mayor o menor que una
persona puede alcanzar para realizar un determinado acto, a base de haberlo ejercido
en muchas ocasiones previas.
Teniendo claros estos tres conceptos podemos decir que es muy importe tener un sistema de
valores éticos y morales no solo en el ámbito profesional si no que en el diario vivir es
imprescindible aprender a respetarnos los unos a los otros vivir sin afectar de manera
negativa la vida de los demás si de algún modo tendremos un impacto en la vida de los
demás procuremos que sea de forma edificativa y no destructiva.
No obstante en mucha ocasiones con el afán diaria de la vida o del trabajo nos cargamos de
estrés y ansiedad ya sea mental o física o emocionalmente esto de algún modo nos lleva a
comportarnos de una manera poco humano y sin ética moral, Sin embargo no debemos
olvidarnos que debemos aprender a ser humanos educados sobretodo en el ámbito labora
Ética
Profesión
Virtud
Estos términos que para algunos resultan inconciliables, no sólo en la práctica sino también
conceptualmente. Señalaré siquiera algunas vías de análisis sobre la cuestión, indicando ya
desde ahora que, al igual que todos.
Pues bien, el estar del que hablamos ahora, es decir, el estar del ethos, hace referencia, al
estar en plenitud, al estar feliz, que acaba por confundirse con el ser feliz.
La ética apunta en muy buena medida a ese arte de la vida que, adecuadamente ejercida,
proporciona las condiciones de posibilidad de una existencia honorable, de una biografía
dichosa.
El segundo término, profesión, señala al lugar en el que se vive desde el punto de vista
laboral: es ahí donde la mayor parte de las personas obtienen el sustento preciso para sí
mismos y para sus familias, y es donde, con una consideración más profunda y acertada los
humanos pueden llegar a convertirse en colaboradores con el mundo, participando en la
administración de la realidad, no como accionistas -no nos ha sido dado el planeta en
propiedad- sino como gerentes.
Llegamos al tercer elemento constitutivo del título: la virtud. Este término apunta a los
hábitos, es decir, a la facilidad mayor o menor que una persona puede alcanzar para realizar
un determinado acto, a base de haberlo ejercido en muchas ocasiones previas.
Es un lugar común recordar que si esos hábitos operativos se encuentran orientados al bien
son denominados virtudes y si lo están hacia el mal quedan calificados como vicios. Los
hábitos componen -según Aristóteles- una segunda naturaleza, que nos facilita o nos
dificulta el camino de la vida en plenitud.
Otros autores -Spinoza, Ortega y Gasset, etc. Se refieren a este mismo tema, afirmando
que el humano es causa Sin duda, no desde un punto de vista ontológico, pero sí
operativamente. No ontológicamente, insisto, ya que la persona no puede darse el ser a sí
misma, por tanto del no-ser-persona no procede el serlo, por mucho que se acuda a la
casualidad (aunque se recurra al expediente de períodos inmensamente largos de tiempo).
Por el contrario, repito, el ser humano, de algún modo, sí puede hacerse a sí mismo
operativamente.
“De hecho, hoy somos, en buena medida, lo que ayer quisimos ser. Mañana seremos en
cierto modo lo que hoy estemos procurando. Los hábitos
van encuadrando nuestro camino y aunque no actúan de un modo determinista, sí hacen
más fácil o más difícil la marcha hacia adelante.
Sucede así que determinados hábitos, como la pereza o la diligencia, marcan la capacidad
de enfrentarse o no a los sucesivos retos que la existencia va planteando”. Cervantes
resume lúcidamente esta realidad en los comienzos de El Quijote: somos hijos de nuestras
obras.
Parafraseando al pensador polaco Tadeusz Styczen, realizarse o no realizarse depende de
cada uno. Con las sucesivas decisiones, cada persona va aprovechando o no las sucesivas
oportunidades de autorrealización.
Literalmente afirma: de ti mismo dependes, a ti mismo-te sitúas, a ti mismo, te dominas, a
ti mismo, te posees. Nadie te robará a ti mismo, pero tú mismo puedes robarte.
La búsqueda de la felicidad
Hay, al menos, una realidad en la que las personas de todos los tiempos y de cualquier
latitud estamos esencialmente de acuerdo: anhelamos la felicidad. La pretendemos de forma
más o menos explícita, en manera más o menos ansiosa, pero siempre la perseguimos, tanto
en lo profesional, como en lo familiar y, principalmente, en lo vital: la necesitamos en el
acontecer diario.
La Felicidad y la Ética
Para muchas personas, los términos felicidad y ética aparecen como opuestos. Esto se
produce porque, desafortunadamente, el concepto al que nos referimos resulta ser en
ocasiones un pseudo, ya que padece del mal de la desarmonía.
La ética, es ciencia y arte, y su belleza intrínseca exige un delicado equilibrio de todos
los aspectos que la componen. Añado ahora que, si alguno de ellos adquiere
preponderancia demeritando a los otros, surge un proceso de desvirtuamiento, con
consecuencias graves.
Quizá las mentiras más dañinas para el ser humano sean precisamente los problemas mal
planteados, porque en nada estimulan para buscar la verdad. Aceptar una postura errada en
el comienzo supone, en buena medida, despilfarrar el pensamiento, ya que las conclusiones
no serán válidas.
La ética, en sentido pleno, es la armónica composición de tres elementos:
1. Las normas: Nos indican qué es lo que debemos hacer, nos orientan sobre
los caminos que hemos de recorrer en nuestro comportamiento personal y
respecto a los demás a lo largo de la vida.
3. El amor: es el tercer factor consistente de la vida ética. El amor del que aquí
hablamos lo es en sentido pleno. No nos referimos a una mera apreciación
afectiva, sino que incluye en sí elementos de razón y de voluntad. La
importancia del amor es básica, pues no es posible crear sin amar, y si esto
sirve para todas las artes, de manera más plena para esa gran catarsis en la
que consiste precisamente el desarrollo de la persona, es decir, su
crecimiento ético.
Conclusión
Terminando este resumen podemos decir que la práctica de la moral y la ética son muy
importantes para crear un ámbito de respeto como seres humanos pero si hablamos de lo
que es la verdadera felicidad es un tema un poco complejo ya que el corazón del ser
humano es muy profundo ni siquiera uno mismo se conoce y no sabe lo que hará feliz y en
muchas ocasiones el aplicar las normas éticas y morales conlleva a cierta tristeza cuando
esto de antepone a lo que nos hace feliz.
En mi opinión la felicidad se puede lograr cuando esta se define y se ancla asía el amor a
Dios ya que de algún modo él es para siempre y nunca cambia. Y seguir sus códigos y
normas morales con llevan al bien y amor común.