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Universidad Sergio Arboleda

Escuela de Filosofía y Humanidades

Seminario de Integración filosófica

19 de octubre de 2021

Daniela Rangel Rojas

Anaximandro de Mileto

Anaximandro nació en Mileto hacia el año 610 a. C. y es uno de los primeros pensadores a
los que se le atribuye un libro Sobre la Naturaleza. También, junto con Tales de Mileto, es
uno de los primeros filósofos que se preguntó por el principio, al cual llamó arché, de todas
las cosas. A diferencia de Mileto que identificó el primer principio con el agua,
Anaximandro consideró que todas las cosas venían del ápeiron, es decir, de lo infinito, lo
indefinido o indeterminado. Pues lo que ha de ser principio de determinación de todas las
cosas, en sí mismo tiene que ser indeterminado.

Anaximandro considera que el ápeiron es el primer principio del cual surgen todas las
cosas. Sin embargo, el ápeiron no es solamente principio en el sentido de que es anterior
cronológicamente, sino que es también ontológicamente primero. Él no es sólo principio, es
también todas las cosas. Gracias a él las cosas se mantienen en la existencia.

El ápeiron es una sustancia que carece de límites tanto internos como externos. Y es por
esto, por no estar limitado ni cuantitativa ni cualitativamente, que puede dar lugar a todas
las cosas, delimitándose en distintas formas (Reale & Antiseri, 1995). De modo que el
ápeiron no es ningún elemento, pero es posibilidad de ser cualquier cosa, de ser todas las
cosas.

En este sentido, entonces, se evidencia ya un distanciamiento de la consideración de Tales


de Mileto de identificar el primer principio de la realidad con uno de los cuatro elementos.
Anaximandro dirá que el arché no puede ser ninguno de los elementos, pues esto
necesariamente implica identificarlo también con una de las cualidades de lo material. De
este modo, cada elemento es a la vez la privación de una cualidad, por identificarse con la
cualidad que se opone. Así, el primer principio, identificado con un elemento, no podrá dar
lugar a lo que se le opone.

Este problema de la relación de los contrarios deja ver que, si una cualidad es infinita,
necesariamente, su opuesto sería imposible. Esto, para Anaximandro, era una dificultad
para explicar la pluralidad de las cosas exteriores, por lo que considerará que el ápeiron, por
ser indefinido, da razón de la realidad de una mejor manera.

El ápeiron es lo uno, todo emana de él y vuelve a él. De lo uno se separan los opuestos
presentes en él, pues en él están todas las cosas. Esto evidencia que Anaximandro no se
distancia de la explicación desde los cuatro elementos, sino solo de la identificación del
primer principio con uno de estos. El ápeiron, de hecho, al ser uno, es la unificación
perfecta de los cuatro elementos, en el que se da la perfecta unificación de los opuestos, sin
distinción alguna.

Las cosas surgen del ápeiron gracias a la separación de los opuestos que hay
potencialmente en él. Una vez constituidos los opuestos, tienen lugar los entes. Esto, sin
embargo, sucede en un perfecto equilibrio y armonía, que sólo se rompe por la injusticia del
exceso o imposición de uno de los contrarios sobre su opuesto. Los contrarios, entonces,
deben procurar este equilibrio para hacerle justicio al ápeiron.

Siguiendo con las características propias del ápeiron, habrá que decir que, por ser infinito,
no tiene principio. Y si no tiene principio, se trata de un ser divino, inmortal e
indestructible. Además, como ya se dijo, para Anaximandro, el ápeiron es el ser de todas
las cosas. Por tanto, se trata de un ser divino que es todas las cosas. En este orden de ideas,
se puede afirmar que en la doctrina de Anaximandro se da un panteísmo filosófico, en el
que el primer principio es también el todo.

Anaximandro consideraba que este arché todo lo abarca y todo lo gobierna, pues es quien
define y determina todas las cosas. No es la sustentación sólo en una sustancia, sino en una
ley que lo gobierna todo. Reale (1995) afirmará que, si bien Anaximandro atribuye las
mismas características que Homero atribuía a los dioses griegos como la inmortalidad y la
legislación de todas las cosas, va más allá. Pues Anaximandro entiende esta inmortalidad
como lo propio de aquello que no tiene fin, pero tampoco principio.
Reale (1995) señala también que este filósofo jónico afirma que el cosmos surge de los dos
contrarios fundamentales, el frío y el calor. El frío, originalmente líquido, en parte se
transforma en aire, por la dinámica fuego-calor. La esfera del calor, por su parte, se divide
en tres, dando lugar al sol, la luna y los astros. El elemento líquido constituye los mares.
Anaximandro atribuye una forma cilíndrica a la tierra, la cual queda como suspendida en el
aire, por la tensión-equilibrio entre las fuerzas que se oponen.

Además, también refiere Reale, que Anaximandro para explicar el origen de los seres vivos
dirá que “del elemento líquido, por la acción del sol, nacieron los primeros animales de
estructura elemental, de los que fueron poco a poco desarrollándose los animales más
complejos”. Por lo que se evidencia un primer rudimento de evolucionismo en este
pensador.

Teniendo en cuenta lo expuesto hasta el momento, se puede afirmar que Anaximandro fue
el primer pensador en explicar el proceso de cómo y por qué surgen las cosas. Tales, aun
cuando fue el primero en justificar todas las cosas desde un solo elemento, a partir de un
principio, Anaximandro intenta además dar una explicación a la pluralidad, sin alejarse de
la consideración de un principio que es uno.

Como se mencionó más arriba, Anaximandro dice que las cosas surgen gracias a la
separación de la sustancia infinita. Esto supone, entonces, una ruptura de la unidad, es la
infiltración de la diversidad (Abbagnano, 1994). De este modo, la unidad se ve alterada
para poder dar lugar a la pluralidad de entes. Y para hacer justicia a esta ruptura, en un
determinado momento, todos estos han de volver a la unidad, por la muerte.

En conclusión, Anaximandro fue un pensador que, desde una explicación naturalista y


cíclica de la naturaleza, identificó el primer principio de toda la realidad con una naturaleza
infinita e indefinida, por el cual todas las cosas son. Su pensamiento representa un cambio
de paradigma significativo para la época, por la connotación de inmortalidad que atribuye
al arché, por la manera en la que justifica el surgimiento del cosmos y de las especies y por
el panteísmo que plantea por medio de su sistema, en el que se da una perfecta armonía
entre la unidad y la pluralidad.

Bibliografía
Abbagnano, N. (1994). Historia de la Filosofía. Barcelona: Hora S. A.

Reale, G., & Antiseri, D. (1995). Historia del pensamiento filosófico y científico.
Barcelona: Herder.

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