Está en la página 1de 2

Daniela Rangel Rojas

Filosofía del Lenguaje

17 de agosto de 2021

A. Signos y símbolos

Signos: ‘El ladrido del perro’, ‘La dilatación de la pupila’, ‘El rubor de una persona’, ‘El paso
de un cometa’.

Símbolos: He, $, Sócrates, :), ‘El punto final de una frase’.

Los he separado de esta manera porque, en mi consideración, los primeros están


relacionados natural y directamente con una realidad (natural también); mientras que los
segundos son algunos ejemplos de cosas que se han determinado convencionalmente o
que se han usado tradicional y culturalmente para hacer referencia a otras cosas y, de ahí,
que sean símbolos y no signos.

B. Imagen primitiva del lenguaje

No recuerdo mis primeras palabras. Aprendí a hablar rápido, o bueno, eso dicen mis
padres. Lo que sé por ellos es que, siendo muy pequeña, menos de un año de edad, ya
hablaba, decía frases completas y de manera clara. Desde que mi mamá estaba
embarazada mis papás me estimulaban mostrándome la luz a través de una linterna, me
ponían música, entre otras cosas, que seguramente aceleraron este proceso. Desde bebé,
mi hermana mayor también insistía en mostrarme las cosas y hacerme ruidos hasta que yo
los repitiera. Así pues, con todo esto, lo que quiero decir es que, sin duda, mis padres y mi
hermana fueron muy ostensivos para estimular mi desarrollo del lenguaje. Utilizaban la
indexación, ruidos y el actuar mismo para enseñarme las cosas y las palabras que
simbolizan a estas cosas. De modo que, supongo yo, que se dio un proceso de enseñanza
por medio de la ostensión que, por medio de la repetición, se convirtió en memoria de ese
lenguaje. De ahí en adelante, también cuentan mis padres, siempre pregunté muchas
cosas, quería saber los nombres de todo, pero también cuando escuchaba ciertos
nombres que no conocía quería saber a qué cosas referían. Esto sí lo recuerdo. Y, de
hecho, ya un poco más grande, por ahí de unos 6 años, recuerdo cuestionarme y
cuestionarles a mis padres si ellos me entendían cuando les decía que tenía dolor de
cabeza. Pues, no lograba comprender cómo eso que ellos me habían dicho que se llamaba
dolor de cabeza era lo mismo que yo sentía. Pensaba que al solo sentirlo yo no podría
saber si era lo mismo que ellos sentían cuando decían que les dolía la cabeza. Tal vez es
una pregunta que aún no logro responder del todo, pues hay experiencias tan intrínsecas
que ¿cómo es posible llegar a convenir respecto de algo que no sé cómo lo experimenta el
otro?

También podría gustarte