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ECLIPSE DE DIOS

En algún lugar lejano, cercas de la nada, existía un SER Absoluto, Bueno, Único,
Verdadero, Eterno, Inmutable, Perfecto, inventado a Sí mismo, que era siendo por Sí. Este SER
se bastaba a sí mismo, pues no necesitaba de nada ni de nadie para existir, todo lo era Él,
permanecía en Sí, vivía en Sí, amaba en Sí, y fuera de Él ni la nada era posible. Él en verdad lo
era TODO. En su Todo-idad, decidió crear, crear lo material y lo formal, crear lo accidental y
lo sustancial, crear lo actual y lo potencial, crear los efectos y las causas, crear lo imposible y
lo posible, crear al sujeto y al objeto, crear el cognoscente y lo cognoscible, crear las ideas y la
realidad, decidió crear el Ser. Quiso que todo participara de Él e impregnó su Esencia en ellos,
y de entre sus creaturas existió el Hombre, el más preciado, a este le dio el don más egoísta
entre su creación, la racionalidad y le dejó que fuera consciente de sí.
En la aurora del tiempo, fue la época del despertar del hombre, él, sabía de la existencia
de su creador y se relacionaba de la manera más plena; su Yo se encontraba con el Tú eterno,
así se Amaban, sí, la persona humana se relacionaba con el Absoluto en la realidad, esa era la
religiosidad, donde el Ser incondicionado en Sí mismo permitía la existencia de seres limitados
fuera de Él, y sobretodo relacionarse con Él.
Esto parecía que sería la existencia por siempre jamás, pero en la racionalidad del
hombre y su afán de conocerlo todo, de intelectualizarlo todo, ya no quiso sentir al SER, lo
quiso entender, lo quiso conocer, y lo hizo de manera bárbara, pues se acercaba cada vez más a
Él, lo sentía y lo conocía, sin embargo, sucedió el peligro que se temía, ya no le bastaba eso, e
inicio un crecimiento del mismo hombre, tan grande que su Ego lo subió a una montaña y en
ella lo dejó, solo, en la cima. El Ego le hizo creer que él había creado a ese SER absoluto, que
solo era una idea, creación de su psique, que nunca existió sino solo en su mente, y le asesino,
mató a ese dios, empero, NO al SER absoluto, a ese Es, y la relación del hombre con Él se
debilitó, fueron un Yo y un Eso, esa fue la tristeza, ese es el Eclipse en el que permanece el
hombre, un pensamiento moderno se ha puesto en medio, entre los ojos de la mente del hombre
(los ojos del ser) y Dios el SER ASOLUTO.
Me he permitido hacer esta pequeña narración para plasmar lo que ha suscitado en mí, la
lectura, “Eclipse de Dios” de Martin Buber, una obra que manifiesta la relación intelectual del
hombre con Dios, y no solo intelectual, sino (si se puede decir) espiritual, pues va haciendo una
analogía de la relación religión-filosofía, analogías que van desde el nombrar a Dios hasta el
amar y relacionarse con Él. Buber hace encuentros significativos con algunos filósofos modernos
y contemporáneos; Kant, Sartre, Heidegger, Nietzsche, así como Jung, este último psicólogo,
autores que son muy queridos en los tiempos actuales por su “ateísmo”, dejando libre al hombre,
para hacer una génesis de su “hombre-idad”, y sucede en la obra de Buber una crítica-propuesta
ante sus posturas de los filósofos, misma que ayudan al hombre a encontrar a Dios en la realidad.
Otros de los temas que trata Buber es acerca de la ética y Dios, el obrar del hombre y Dios,
diciendo que “lo religioso concede y lo ético recibe”, es decir, en relación del hombre con el
Absoluto surge la ética.
Es claro que Buber no quiere hacer polémica, sino manifestar su conocimiento en el tema,
pero en lo personal me causa algunas preguntas, ¿cómo nombramos al Dios verdadero y real? ¿a
Dios le interesa que le crea o le niegue? ¿Dios puede cambiar la ética?
Buber termina explicando el tema que lleva por nombre su obra, el eclipse de Dios en el
que se encuentra el hombre, pero, ¿será que un día terminará y el hombre verá la Dios
verdadero? ¿cómo sucederá eso? ¿cuál era la relación antes y cuál será después del eclipse?

Roge Alberto García Mendoza

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