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Lorna Gonzalez. 1014 - 5941.

ANTROPOLOGIA CRISTIANA
TEXTO PARA ANALIZAR
Jürgen Moltmann: “El hombre. Antropología Cristiana en los conflictos presentes”.

¿Qué es el hombre? ¿Quiénes somos nosotros? Y yo ¿Dónde estoy?


Parece que son preguntas exclusivas del hombre. Por eso una respuesta a la pregunta quién soy, es “el ser que
hace las preguntas”. (Nos parece que el gato no se pregunta que es un gato, etc.).
La pregunta puede surgir en diversas circunstancias: ante el dolor, el cansancio por una actividad desenfrenada,
ante un niño pequeño que se tiene en brazos, ante la vida y ante la muerte. Es la pregunta que uno se hace cuando
se reencuentra consigo mismo.
El problema es que quien pregunta pertenece a la respuesta. Esto conduce a respuestas muy variadas, no alejadas
de la propia experiencia, de su vida, de su historia. Ante tantas respuestas, ninguna definitiva, cabe decir que el
hombre es un misterio para el mismo hombre, quizás el mayor de los misterios. Se sabe mucho de él, pero no se
sabe bien qué o quién es.
Incluso su misma naturaleza, su libertad, su capacidad para construir historia exigen ese misterio: si tuviera plena
respuesta a su ser ya no habría espacio para la libertad, sería un producto de la naturaleza, como se conocen otros
seres de ella, y no son mas que lo que son, no tienen historia ni libertad. El ser humano siempre está planteando
problemas sobre sí mismo. No está hecho. Somos, pero no nos tenemos, esa es la condición humana. Bloch decía:
“por ello, antes que nada, nos hacemos”. En realidad, estamos siendo día a día. Esa manera de ser produce
regocijo, no estamos terminados, y, a la vez, espanto: qué será de nosotros o cómo se resolverá el misterio de
nuestro ser.
Vivir también es avanzar hacia el conocimiento de uno mismo. Nosce teipsum (conócete a ti mismo). En el mito
chino, todos llevamos detrás de nosotros nuestro yo real, si nos volviéramos y lo conociéramos nos moriríamos.
Ese misterio no evita la pregunta. Hay manifestaciones históricas del ser humano y bien está que inquiramos cuál
es la manifestación del ser humano en nuestros tiempos. Pero ello no lo podríamos averiguar si no hubiera algo
permanente que me dice que este ser humano de hoy tiene algo en común con el de ayer y el de mañana. ¿Qué es
eso que tiene en común? ¿Qué es eso que tiene en común desde la perspectiva de la revelación?
No queda mas remedio que avanzar en el conocimiento del ser humano que hacerlo en orden a otros seres.
El hombre y el animal
Biológicamente el hombre es un ser deficitario, pero crea cultura. La cultura para subsistir – instrumentos- y la
cultura para humanizarse. Naturalmente no terminado, inerme, ha de construir su vida a base de inventar lo que su
instinto no lo dice. La hormiga sabe hacer el hormiguero, la abeja el panal. El hombre tiene que aprender a hacer
su morada.
El no disponer de esas determinaciones (el animal es un esclavo doblegado; el hombre el primer liberto de la
creación, Herder), le ha hecho discurrir para resolver problemas vitales, ejercer su libertad en la indeterminación.
Ha logrado subsistir a pesar de su debilidad. Y ha llegado a dominar a los animales, mas fuertes y preparados.
Lo que aparece del hombre en esta comparación, no es, sin embargo, todo el hombre. Es un aspecto de su
condición. El hombre no se ha limitado solo a sobrevivir. Se plantea otros problemas, tiene otros deseos.
Comparación con otros hombres
La cultura y otros factores quizás mas originarios fueron diferenciando a los seres humanos. Una pregunta que
surge seria ¿cuándo el hombre empezó a ser hombre?, ¿Qué era Adán: homo sapiens, solo homo habilis,
Cromagnon, un Neanderthal?
E incluso ¿se puede hablar de una “humanitas” común a todos los seres humanos? Como en la antigüedad no se
llagaba con facilidad a abstractos, hombre era el pueblo conocido, la cultura conocida. Los demás eran a veces
seres enemigos. Es un lento proceso el que lleva a entender que todos son hombres. Cuando el descubrimiento de
América algunos decían que los nativos no tenían alma, no podían ser bautizados. El Papa dijo que sí. ¿Quién no
conoce el grito de Montesino, “¿Es que éstos no son hombres”?
Si todos son hombres ¿Cómo es que algunos son esclavos por naturaleza? Aristóteles lo defendía. Fue la filosofía
sofista, el estoicismo, el cristianismo los que ayudaron a tener un concepto universal de la condición humana. Con
la Ilustración se desarrollará -en teoría- más este concepto. La Teología cristiana que habla de salvación universal,
de superación de razas, de hacerse ser humano en Cristo es razón para integrar a todos los hombres en ese
proyecto de salvación.
La pregunta será: pero dada tantas diferencias culturales, los modos de vida tan distintos, los modos de valorar al
otro absolutamente diferentes, ¿se puede hablar del hombre en abstracto? En concreto ¿todos los hombres se
consideran a si mismo como muy distintos de los animales como una realidad uniformemente distinta?
Ante esta diversidad de culturas ¿podemos aplicar a todos los hombres preocupaciones que surgen en nuestra
cultura? ¿podemos decir que los pigmeos, por ejemplo, se preguntan por el mas allá, por las relaciones con lo
trascendente, por qué cosas les distingue de los animales, por sus derechos como seres humanos? ¿En realidad se
consideran de la misma condición humana, que el habitante de N.Y. que aparece en su tierra como turista o ve por
tv?? ¿Qué hay de permanente en esas culturas que nos permiten hablar de una antropología para todos válida?
La comparación del hombre con lo divino
De la comparación entre hombres podría salir algo común que ayudara a definir el hombre. Pero quizás fuera
insuficiente. Porque los niveles culturales y de subsistencia son muy distintos, muy distintas las experiencias
como hombre, unos no han llegado adonde otros sí, e incluso han rebasado esos niveles… Será necesario
comparar al hombre con otra realidad que lo supera: la divina.
Claro está esto es comparar el misterio con el misterio. Pero lo que se trata de ver es captar cómo el hombre se
relaciona con esa realidad divina que ha creído descubrir o quizás inventar. “¿Quién soy yo, Dios mío, ¿ante ti” ?,
San Agustín.
Es evidente que las respuestas serian diversas según los diversos conceptos de Dios. Pero habrá que decir que no
hay que esperar una definición precisa de lo que el hombre es al referirlo a Dios. Tampoco ante Dios es algo
hecho y terminado. Seguirá la pregunta: ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué es el hombre para
trascenderse a sí mismo y buscar lo divino? ¿Lo coronaste de gloria y dignidad, (s.8); o es como una hierba que
brota por la mañana y por la tarde se seca (Isaías)? Sigue el misterio. Y esto en la religió judía. Las otras
religiones responden distintamente a la misma pregunta. La religión no da respuesta.
Ecce homo. La religión cristiana
San Agustín: “Me he convertido a mí mismo en campo de fatiga. ¡Qué misterio horrendo, Dios mío, qué
multiplicidad profunda y absoluta! ¿Y esto es el alma, y esto soy yo mismo? ¿Qué soy, pues, Dios mío? ¿Qué
clase de ser soy? ¡Una vida tan varia y multiforme y sobremanera inmensa?
En el Antiguo Testamento aparece varias veces esa pregunta, ¿quién soy yo? Sobre todo, cuando Dios
encomienda una misión difícil: Moses ante el faraón, Jonás. No se le da una respuesta, sí una esperanza, una
promesa y un poder. No se le da un espejo para que responda a la pregunta, ¿quién soy?, sino una perspectiva
nueva, una posibilidad.
En el Nuevo Testamento la pregunta ¿qué es el hombre? apunta a Jesús de Nazaret. Ecce homo. Pero ese hombre
era alguien torturado que iba a ser destruido. ¿Hasta qué punto podemos decir que esa sea la única manera de ser
hombre? Evidentemente no. Pero es el signo de su grandeza. En medio de la miseria, sin nada que añadir a la
desnudez de su ser, sin riquezas, pobre, sin amigos que le ayuden, solo, inerme, debilidad total…, es el hombre.
El crucificado, el ecce homo, no es un hombre de una cultura determinada, de una cultura determinada, es
simplemente el hombre. En él está representada toda la humanidad, todas las culturas, todos los hombres ricos y
pobres, creyentes o no…
Es el hombre por quién Dios ha apostado, la manifestación de Dios en el hombre. La expresión de hasta qué punto
se ha comprometido Dios con la humanidad.
Por ello, la pregunta ¿Quién es el hombre? tiene una respuesta imprecisa, pero que apunta muy alto: el
compromiso de la divinidad con la creación. Y eso en la desnudez de su debilidad. Por eso Jesús veía reflejada la
grandeza del ser humano no en los líderes religiosos ni políticos, sino en los marginados, sencillos y humildes.
Jesús se vio como uno de ellos, el Hijo del hombre, “lo que hagáis a uno de esos” … El hombre es el ser aceptado
y amado por Dios hasta la muerte…del mismo Dios.
En esa respuesta de lo que es el hombre encontramos la respuesta de lo que es Dios. En Cristo están ambas
revelaciones. El hombre es lo que es ante Dios. Y Dios lo que es en su compromiso con el hombre. Decía Pascual:
“El saber acerca de Dios sin tener conocimiento de nuestra miseria, engendra presunción. El saber de nuestra
miseria sin tener conocimiento de Dios genera desesperación. El saber acerca de Jesucristo crea camino medio,
porque en él encontramos tanto a Dios como nuestra miseria.
Esta imagen del ecce homo da una realidad a nuestra fe frente a fantasías míticas. Y dice la realidad del ser
humano ante los demás hombres. Esta es la originalidad de la fe cristiana.

Cuestiones que se formulan a los alumnos


1. Diferencias del ser humano respecto al resto de los animales: el ser humano crea cultura, a pesar de su
debilidad de guiarse casi siempre por su instinto tiene la capacidad de subsistir, de aprender cosas nuevas
y construir su morada. Es el hombre aquel que se detiene y se pregunta "Quien soy?". Es ecce homo el
que pudo dominar incluso a aquellos animales mas fuertes, mientra que, los ante mencionados, no tienen
una capacidad mas de alla de la que su naturaleza biologica le permite, es por esto que ante los ojos, el
hombre es un ser superior, un ser con dignidad.
2. El problema generado por la gran variedad existente en hombre y mujeres: en lugar de pensar y
luego actuar o existir, se han redirigido las actitudes por lo que, el hombre (en cuanto a humanidad en
general se refiere) ha decidido inclinarse hacia el placer, hacia el hacer y luego pensar, hacia el impulso y
luego enfrentar las consecuencias. Porque todavia no sabemos quienes somos. No se sabe con certeza
quien es el hombre.
3. Dios y la solución del problema: es el hombre aquel por el que Dios aposto, entonces, es en Dios donde
encontramos el camino.
4. La solución “cristiana”: acercarse a los caminos de Jesus para encontrar el balance medio entre la vida y
el cristianismo, porque si seguimos el camino de Jesus, entonces estaremos cerca de Dios y de la paz.

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