Está en la página 1de 14

Exp.

2006-000456

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Ponencia de la Magistrada: YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

En el juicio de cobro de bolívares seguido ante el Tribunal Octavo de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, por la
ciudadana MARTHA HENAO GONZÁLEZ, representada judicialmente por la abogada en ejercicio
Aida Cudemus de Millán contra la sociedad mercantil IMPORTACIÓN AMERICANA SUCESORES
DE HERMANOS DUZOGLU C.A., patrocinada judicialmente por el abogado en ejercicio Jorge
Anyelo Armas, el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, dictó sentencia definitiva en fecha 29 de octubre de 2001,
en la cual declaró sin lugar la apelación y con lugar la demanda.
Contra la referida decisión de alzada, el representante judicial de la parte demandada, anunció recurso
de casación, el cual fue admitido y oportunamente formalizado. No hubo impugnación.
Concluida la sustanciación, la Sala pasa a proferir su fallo bajo la ponencia de la Magistrada que con tal
carácter la suscribe en los términos que a continuación se expresan:

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD I

De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, el formalizante
denuncia la infracción de los artículos 15, 206, 208 y 211 eiusdem, por considerar 10/7/22, 14:09 RC-
01045-191206-06456.htm historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/diciembre/RC-01045-191206-
06456.HTM 3/21 que la recurrida incurrió en el vicio de indefensión al violar “las formas sustanciales
del proceso que menoscaban el derecho a la defensa y al debido proceso”.

En su escrito de formalización, el recurrente señaló lo siguiente:

“...La recurrida es la sentencia de fecha 29 de Octubre (sic) de 2001, dictada por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en el expediente signado en ese Tribunal con el No. 01-8634, la cual,
cursa a los folios 118 al 128 ambos inclusive, en cuyo dispositivo se dijo:

(…Omissis…)

El vicio cometido por dicho fallo recurrido, lo constituye, la fractura del equilibrio procesal que
garantiza el que las partes estén en igualdad de condiciones frente al proceso, la cual, quedó
soslayada artificialmente, por virtud de una conducta, negligente, indecorosa, como fue la
asumida por el defensor ad litem designado por el Tribunal, que no contestó la demanda,
colocando a mi representada en flagrante desventaja procesal en este juicio.

En el presente caso, no obstante que el trámite procesal para agotar y practicar la citación
personal de la demandada –mi representada- fue realizado en forma irregular, ello condujo a la
tramitación de la citación de mi representada por la vía de carteles, y finalmente ello condujo a
que a mi representada se le designará un defensor ad litem, que no la defendió, que no contestó la
demanda. Dicho defensor, fue notificado, “juramentado” y citado, a su propia voluntad, mediante
diligencia estampada por este; todo lo cual condujo a que en el presente juicio especial de
tránsito, se iniciara el lapso para contestar la demanda y oponer todas las defensas que creyera
conveniente. Lamentablemente es decirlo, ciudadanos magistrados, pero el defensor NO
DEFENDIÓ, no contestó la demanda, situación que en nuestro Derecho actual, y
concretamente en las reglas legales y constitucionales que regulan el derecho a la defensa, es
INADMISIBLE, ya que, es de imposible aceptación que un defensor, no defienda, no
comparezca a contestar la demanda, es decir, que dicho defensor en este caso, pese haber
aceptado el cargo de defensor y jurado cumplir bien y fielmente los deberes inherentes al mismo,
no cumplió ninguno de sus deberes, como serían: tratar de localizar a su defendido para el
ejercicio de una mejor defensa, y peor aun, no obstante que el defensor ad Litem (sic) de autos, lo
tenía frente si – las actas procesales de este expediente no alegó importantes defensas perentorias
o de previo pronunciamiento que fácilmente hubiesen hecho sucumbir a la demanda, como era la
falta de cualidad de mi representada – la demandada- ya que, el vehículo al que le atribuyen
presunta responsabilidad (sic) en el accidente, no es de su propiedad como lo demuestran los
propios documentos consignados por la actora con su libelo; y, la prescripción de la acción, por
cuanto entre la fecha del presunto accidente 18 de diciembre de 1998, y la fecha en que
finalmente el defensor ad litem quedó citado 7 de Noviembre (sic) de 2000 (FOLIO 69),
transcurrieron mas de 22 meses, es decir, mas del lapso de 12 meses para prescribir la acción por
accidente de tránsito, según la Ley de Tránsito Terrestre vigente para dicha época, así como la
actual (es el mismo lapso).

Para demostrar a la Sala las anteriores aseveraciones, realizamos las siguientes citas ya
establecemos el siguiente itinerario procesal: En fecha 5 de Mayo (sic) de 1999, la actora
introduce la demanda (folios 1 al 3).

Dentro de los recaudos anexos a la demanda, se encuentra la denuncia del accidente de tránsito,
como supletoria de las actuaciones que debieron levantarse.

En ese sentido al folio 8, aparece la denuncia No. 0760-99, en la que, se lee: … con motivo de un
accidente de tránsito ocurrido en el sitio denominado CALLE 500 y 600 ADYACENTE AL
MERCADO QUINTA CRESPO en fecha 05-12-98.”…

(…Omissis…)

No obstante lo anterior, al folio 13 aparece otra acta de denuncia No. 3300-98, de fecha 22 de
diciembre de 1998, en donde declara el presunto conductor del vehiculo placas: 045-XHR,
presuntamente causante del daño, en donde la autoridad de transito describe que el accidente de
tránsito que nos ocupa, ocurrió: …en fecha 18/12/98/”…

(…Omissis…)

Cursa al folio 16, CERTIFICADO DE REGISTRO DE VEHICULO No. 0992320, relacionado


con el vehículo placas… y en el mismo se le atribuye la propiedad a LUIS ALFREDO GIL
MARTINEZ… Dicho documento fue expedido en fecha 15 de abril de 1996, por la Autoridad
Administrativa “SERVICIO AUTONOMO DE TRANSPORTE Y TRANSITO TERRESTRE”.

(...Omissis…)

En fecha 26 de octubre de 2000, el defensor ad litem Ab. (sic) Pedro Alberto Moreno Cadenas,
acepta el cargo de defensor ad litem en este causa y presta el juramento de Ley…
(…Omissis…)

En fecha 7 de noviembre de 2000, el defensor ad litem, actuando en representación de la


demandada – mi representada- por Delegación hecha por el Tribunal que lo designó – queda
citado para la contestación a la demanda. En efecto, dijo el defensor PEDRO ALBERTO
MORENO MEDINA (sic), lo siguiente…

La recurrida para declarar confesa a mi representada y consecuencialmente procedente la


demanda, en su motivación sostuvo…

…fue cercenado el derecho a la defensa de mi representada, la demandada, ya que, la persona del


auxiliar de justicia llamado a defenderlo, se dio voluntariamente por citado, a escasos días de su
juramentación, sin aguardar a que se librase la boleta de su citación, y sin realizar ningún trámite
o diligencia para ubicar a mi representada y teniendo como hacerlo; es mas, peor aun, y como
quedó demostrado con las citas textuales realizadas supra, el defensor ad litem tenía frente a si,
dos defensas importantes, entre otras, con amplia opción de prosperar y no las opuso, para lo
cual, ni siquiera tenía que ubicar a mi representada, sino que emergían palpablemente de los
autos,, como lo son la prescripción de la acción y la falta de cualidad de la demandada (mi
representada) para sostener el juicio; por el contrario, EL DEFENSOR QUEDÓ CONFESO. Es
decir, para oponer estas defensas, al defensor ad litem, que juró y cumplir los deberes inherentes
a su cargo, con la fidelidad que el mismo supone, sólo le bastaba revisar las actas procesales, pues
se presume que el derecho lo conoce; debe ser abogado.

En razón de todo lo expuesto, el presente juicio esta inficionado de nulidad, ya que, es


inadmisible que el defensor designado por el tribunal, no defienda al demandado, se atan
negligente como para darse por citado y no comparecer a la contestación de la demanda,
quedando confeso; ni estudiar y revisar las actas procesales del expediente relacionado con la
defensa que el tribunal le ha encargado por imperio de la ley, y que el ha jurado cumplir bien y
fielmente; y tratar de ubicar al demandado que estaba obligado a defender; etc.

Sin desarrollar las conductas propias del defensor Ad Litem, el acto procesal de entenderse la
citación del demandado y demás actos del proceso con el defensor, jamás podría alcanzar la
finalidad de expedir una justicia transparente y responsable, pues tan grotesca y despreciable
conducta, es inconvalidable, y es por ello que resultaron infringidos los artículos 206 y 211 del
Código de Procedimiento Civil, pues no hubo la necesaria estabilidad como garantía del derecho
a la defensa y la nulidad bajo análisis, es inconvalidable como lo dejó claro la sentencia citada
emitida por la Sala Constitucional de este Alto Tribunal.

Con la conducta del defensor ad litem, mi representada quedó indefensa en este proceso, ya que,
fue privada de alegar la prescripción de la acción, la falta de cualidad para sostener el juicio como
demandada, etc., defensas estas capaces de hacer sucumbir a la demanda y que estando las
mismas claramente demostradas en autos, como ha quedado demostrado con las citas realizadas,
bastó la conducta de un negligente defensor ad litem, para dejar confesa a mi representada con las
consecuencias que ello supone, y que nos mantienen ocupados en este Alta Instancia Judicial,
debido a que los jueces del mérito y en particular el Juez de Alzada en la recurrida, no utilizaron
la facultad que le confiere el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil de utilizar su poder
tuitivo para controlar y corregir todo lo que procesalmente merezca, el celoso cuidado del
juzgador. Al considerar confeso a mi representado, pese a estar advertido el Juez de la recurrida,
pues, según sus propias palabras contenidas en la motivación transcrita, cuando señala que el
defensor quedó confeso, ya que, no cursa acto procesal de defensa entre su citación y la sentencia
de Primera Instancia, es un reconocimiento inequívoco que pasó por alto, el deber impuesto en
las normas señaladas como infringidas y con ello consumó, la indefensión denunciada, ya que, de
acuerdo al artículo 211 la nulidad bajo análisis, es insalvable, debe ser decretada.

Se infringe el artículo15 del Código de Procedimiento Civil, fue infringido porque el Tribunal de
la causa, le designó a mi representada un defensor ad Litem (sic) con quien se entendería la
demanda y demás actos del proceso, y este fue negligente en el cumplimiento de su deber y no
contestó la demanda, lo que conduce a concluir que no fue garantizado el derecho a la defensa,
pues la designación del defensor está concebida para eso, para que defienda, por lo que, al
haberse designado defensor en este juicio y este no haber consignado ninguna defensa a favor de
la demandada, obviamente no fue garantizado dicho postulado del sistema de justicia de rango
constitucional, y que obliga a que la justicia debe impartirse de manera responsable y
transparente, lo que, obviamente no fue garantizado con semejante negligencia y falta de ética
profesional, ya que este tipo de actuaciones como la aquí denunciada, por los auxiliares de
justicia (defensor ad litem) debe presumirse como una conducta inmoral, impropia de la
majestuosidad, el respeto y decoro que deben exhibir los abogados en cada una de las causas
sometidas a su pericia o que les sean encargadas.

6) El que se haya irrespetado el estado de derecho y no se haya salvaguardado el derecho a la


defensa de mi representada durante este juicio, a punto de fabricar una confesión ficta,
aparentándose una absurda rebeldía o contumacia en la que es inadmisible incurrir, cuando se
designa defensor ad litem, lógicamente entonces fue cercenado inconvalidablemente el derecho a
la defensa de mi representada, la recurrente, y tal indefensión fue determinante de lo dispositivo
del fallo, por lo que la recurrida consideró que mi representada estaba confesa en este juicio y con
ello declaró con lugar la demanda y condenó a mi representada, como quedó supra citado.

De haberse mantenido el equilibrio procesal y mantenido a mi representada en el pleno goce de


su derecho a la defensa y que le es privativo, no se le hubiese designado tan semejante
“defensoría”, jamás hubiese designado tan semejante “defensoría”, jamás hubiese quedado
indefensa y la demanda hubiese fácilmente sucumbido frente al palpable alegato de falta de
cualidad de la demandada para sostener el juicio y a la prescripción de la acción suficientemente
descritas y explicadas en esta denuncia.

Por lo expuesto, pido se declare procedente la presente denuncia, se case la recurrida y se


reponga la causa, al estado de ordenar la citación de la parte demandada para la contestación a la
demanda…”

El formalizante alega que le fue vulnerado el derecho de defensa y el debido proceso a su mandante,
dado que la recurrida quebrantó el equilibrio procesal que garantiza que las partes estén en igualdad de
condiciones durante el desarrollo del proceso, siendo que se generó el nombramiento de un defensor ad
litem, el cual, a pesar de haber sido designado, juramentado y citado no contestó la demanda ni ejerció
ninguna defensa, lo cual dejó a su representada en una flagrante desventaja procesal.

Arguyó que tal conducta contraría los deberes inherentes a su cargo, los cuales no se limitan a tratar de
ubicar a su defendido, y que además, no alegó importantes defensas que, a su juicio, fácilmente
hubiesen podido enervar la pretensión, como lo era la falta de cualidad del demandado (por no ser el
propietario del vehículo causante de los daños) y la prescripción de la acción por cuanto entre la fecha
del accidente y de la citación del defensor ad litem había transcurrido sobradamente el lapso para el
ejercicio de la acción.

Igualmente adujo que, los jueces que conocieron de la controversia, (y en especial, el juez de la
recurrida), no corrigieron los errores de los que venía inficionado el proceso, lo cual hubiesen podido
hacer con fundamento en lo preceptuado en el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil; siendo
que por el contrario, aplicaron la consecuencia que tal incomparecencia acarrea, como lo es la
confesión ficta, contemplada en el artículo 362 eiusdem, lo que condujo a la declaratoria con lugar de
la demanda, por lo que es claro que tal apreciación fue determinante en el dispositivo del fallo.

Precisado, lo anterior, resulta conveniente verificar si efectivamente los hechos delatados por el
denunciante, constituyen o no un menoscabo al derecho de defensa del demandado.

Para ello, resulta necesario revisar las actas del expediente, en las cuales puede constatarse los
siguientes eventos procesales:

Riela al folio 62 auto de fecha 26 de septiembre de 2000, mediante el cual el tribunal de la causa
designó al abogado Pedro Alberto Moreno Cadenas, tal decisión es del tenor siguiente:

“…Visto el cómputo anterior y por cuanto del mismo se desprende que se encuentra vencido el
lapso concedidole a los demandados para darse por citados en el presente juicio, el Tribunal con
vista del pedimento contenido en la anterior diligencia, designa como defensor AD-LITEM de la
parte demandada Sociedad Mercantil IMPORTADORA AMERICA SUCESORES HERMANOS
DUZOGLU C.A., al abogado en ejercicio PEDRO ALBERTO MORENO CADENAS,
Venezolano (sic), mayor de edad, de este domicilio, titular de la Cédula de Identidad (sic) N°
6.123.886, e inscrito en el Inpreabogado bajo el N° 39.604, a quien se acuerda notificar para que
comparezca por ante este Despacho (sic) a la mayor brevedad posible, a fin de que manifieste su
aceptación o excusa al cargo, y en el primero de los casos preste juramento de Ley. Líbrese
Boleta de Notificación (sic)…” (Mayúsculas del texto).

Consta al folio 65 boleta de notificación de fecha 26 de septiembre de 2000 librada al referido abogado
la cual está firmada en señal de recibido, así como la constancia dejada por el alguacil del tribunal de
haberlo notificado la cual corre al folio 64.

Mediante diligencia suscrita en fecha 26 de octubre de 2000, el abogado Pedro Alberto Moreno
Cadenas aceptó el cargo de defensor ad litem y prestó el juramento de ley. Tal diligencia es del tenor
siguiente:

“En horas de despacho del día de hoy, veintiséis (26) de octubre de 2000, comparece por ante este
Tribunal (sic) PEDRO ALBERTO CADENAS, abogado en ejercicio, domiciliado en la ciudad de
Caracas, titular de la cédula de identidad N° V- 6.123.886, e inscrito en el inpreabogado bajo el N°
38604, quien respetuosamente expone: “Notificado como he sido del nombramiento de defensor
Ad-Litem de la parte demandada en el presente proceso, acepto el cargo y juro cumplir las
obligaciones inherentes al mismo con toda fidelidad. Es todo, terminó, se leyo (sic) y conformes
firman…”.

En fecha 27 de octubre de 2000, el tribunal de la causa, ordenó la citación del mencionado defensor.
Por diligencia de 7 de noviembre de ese mismo año, el abogado Pedro Alberto Moreno Cadenas, se dió
por citado y se acogió al lapso de diez días para la contestación de la demanda, lo cual hizo de la
siguiente forma:

“En horas de despacho del día de hoy siete (7) de noviembre del 2000, comparece el ciudadano
Pedro Alberto Moreno Cadenas, abogado en ejercicio, e inscrito en el Inpreabogado bajo el N°
38604, con el carácter acreditado en autos, expone (sic): “Me doy por citado en el presente
expediente y me acojo al lapso de los diez (10) días para la contestación a la presente demanda,
es todo. Terminó, se leyó y conforme firman (sic)…”

Con posterioridad a tales actuaciones, no constata esta Sala que el defensor ad litem haya contestado la
demanda o haya comparecido a algún acto del proceso.

La Sala, para decidir, observa:

Esta Sala en criterio de vieja data pero aplicable al caso sub iudice, sentado en sentencia N° 111, en el
expediente N° 94450, de fecha 8 de mayo de 1996, con ponencia del entonces Magistrado Héctor
Grisanti Luciani, en el caso Bernardo Baudilio Juárez contra Juan José Fuentes Cunemo, estableció
que:

“Establece el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, que:

"Los jueces garantizarán el derecho de defensa y mantendrán a las partes en los derechos y
facultades comunes a ellas, sin preferencia ni desigualdades y en los privativos de cada una, las
mantendrán respectivamente, según lo acuerde la ley a la diversa condición que tengan en el
juicio, sin que puedan permitir ni permitirse ellos extralimitaciones de ningún género.

El texto antes transcrito se diferencia del artículo 21 del antiguo Código, en que recoge el principio
consagrado en la Constitución Nacional de 1961, que expresa que:

"La defensa es derecho inviolable en todo estado y grado del proceso".

Por lo demás, el resto de la redacción es exactamente igual al Código derogado, siendo por tanto
aplicables, tanto los principios doctrinarios como la jurisprudencia de la Sala al respecto.

Explica el Dr. Duque Sánchez que:

"Las fuentes del recurso se han simplificado, compendiándolas todas o sea las de los artículos 420
y 421 en los ordinales 1º y 2º del artículo 313, que contienen en forma simple, todas las hipótesis
que según la más avanzada y calificada doctrina dan lugar al ejercicio del recurso".

En el ordinal 1º se compendiaron las fuentes del recurso por defecto de actividad, evitándose el
replanteamiento de cuestiones intrascendentes. A través del ordinal 1º del artículo 313 del nuevo
Código se sintetizan los tres casos del antiguo artículo 421, aunque no se menciona el caso de
reposición no decretada, pero haciendo la salvedad de la omisión o quebrantamiento del orden público.

La indefensión o menoscabo del derecho de defensa, según la doctrina, es la consagración del principio
que se denomina "equilibrio procesal". Pues bien, así como en el artículo 421 del Código anterior la
indefensión o menoscabo del derecho de defensa era causal de casación, en el vigente también ocurre
lo mismo según se desprende del texto del ordinal lº del artículo 313 cuando dice:

"Se declarará con lugar el recurso de casación: 1º Cuando en el proceso se hayan quebrantado u
omitido formas sustanciales de los actos que menoscaben el derecho de defensa".

Según Cuenca, se rompe la igualdad procesal cuando:

"Se establecen preferencias y desigualdades, se acuerdan facultades, medios o recursos no


establecidos por la Ley 0 se niegan los permitidos en ella; si el Juez no provee sobre las
peticiones en tiempo hábil en perjuicio de una parte; se niega o silencia una prueba o se resiste a
verificar su evacuación; en general cuando el Juez menoscaba o excede sus poderes de manera
que rompe el equilibrio procesal con Perjuicio de un litigante". (Curso de Casación Civil, tomo 1,
Dr. Humberto Cuenca, pág. 105).

La Sala ha dicho que:

"Hay menoscabo del derecho de defensa, cuando se niegan o cercenan a las partes los medios
legales con que pueden hacer valer sus derechos". (Sent. del 4-571).

Por tanto, la indefensión debe ser imputable al Juez, para que pueda conformarse una violación
del precepto respectivo, pero no cuando el hecho se debe a la impericia, abandono o negligencia
de la propia parte, pues en tal caso, ella debe sufrir las consecuencias. Así ha dicho la Sala:

"Que la indefensión que da lugar al recurso es la imputable al Juez. La originada de faltas


atribuibles a las partes está sancionada por la regla procesal de que nadie puede prevalerse de su
propia falta". (G.F. Nº 65, pág. 408).

En conclusión, existe indefensión cuando el Juez priva o limita el ejercicio por las partes, de los medios
y recursos que la ley procesal les concede para la defensa de sus derechos; pero no cuando ejercido éste
lo declaran improcedente.”

Por su parte, la Sala Constitucional de este Máximo Tribunal, en el expediente N° 1323, de fecha 24 de
enero de 2001, en el juicio de Supermercado Fátima S.R.L, respecto al contenido esencial del derecho
de defensa, expresó:

“…el derecho a la defensa y al debido proceso constituyen garantías inherentes a las personas
humana y en consecuencia, aplicables a cualquier clase de procedimientos. El derecho al debido
proceso ha sido entendido como el trámite que permite oír a las partes, de la manera prevista en la
Ley y que ajustado a derecho otorga a las partes el tiempo y los medios adecuados para imponer
sus defensas. En cuanto al derecho a la defensa, la Jurisprudencia ha establecido que el mismo
debe entenderse como la oportunidad para que el encausado o presunto agraviado de que se oigan
y analicen oportunamente sus alegatos y pruebas. En consecuencia, existe violación del derecho a
la defensa cuando el interesado no 10/7/22, 14:09 RC-01045-191206-06456.htm
historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/diciembre/RC-01045-191206-06456.HTM 11/21 conoce el
procedimiento que pueda afectarlo, se le impide su participación o el ejercicio de sus derechos, o
se le prohíbe realizar actividades probatorias…”.
Respecto a los deberes inherentes a la función del defensor ad litem, esta Sala en sentencia Nº 284, de
fecha 18 de abril del año en curso, caso: Eddy Cristo de Carvallo contra Gertrud Legisa Greschonig;
expediente 2005-570, estableció:

“...Ahora bien, la Sala observa que el juzgador de alzada ordenó la reposición de la causa al
estado de contestación de la demanda, con base en los criterios jurisprudenciales expuestos por la
Sala Constitucional en sus sentencias números 33 de fecha 26 de enero de 2004 y 531 de fecha 14
de abril de 2005, exponiendo lo que sigue:
“…En razón de lo antes expuesto, es forzoso para este Tribunal examinar el contenido de las
actas procesales, a los fines de determinar si la defensora ad lítem designada en el caso de autos,
honró el juramento de ley, al cumplir con todas y cada una de las obligaciones tendentes a
garantizar la defensa judicial de su representada y además de ello, verificar si efectivamente se
tuteó (sic) el derecho a la defensa de la demandada y se respetó el orden público constitucional.

(…Omissis…)

A tales efectos, observa quien juzga que en el escrito de oposición de cuestiones previas, la
abogada Souad Rosa Sakr Saer, manifestó que la demandada…no vivía en la ciudad de
Barquisimeto y señaló que ésta tenía su domicilio en…los Estados Unidos de Norteamérica,
indicando además que la demandada se comunicó con ella y le indicó la dirección donde estaba
domiciliada, enviándole licencia de conducir e informándole que su apoderado judicial en
Venezuela era el abogado Pedro Aristiguieta, y en este sentido, este Juzgador aprecia en todo su
valor probatorio las documentales insertas a los folios 59 y 60 de autos, por tratarse de copias
simples de documentos privados que no fueron impugnados por la parte contraria, considerando
que de éstos se desprende que efectivamente la referida abogada, como defensora ad lítem, agotó
todas las vías para contactar personalmente a la demandada y así se decide.

Sin embargo, cuando examinamos el segundo supuesto establecido por la Sala Constitucional y
analizamos las actuaciones efectuadas por la defensora ad lítem, se advierte que si bien es cierto,
en la primigenia oportunidad para dar contestación a la demanda, ésta opuso cuestiones previas,
no es menos cierto que, una vez rechazadas las mismas por la Sala de Casación Civil (sic) del
Tribunal Supremo de Justicia (la falta de jurisdicción) y por el tribunal de instancia (la
insuficiencia del poder) y notificada la referida defensora ad-lítem, ésta debió contestar
oportunamente la demanda, lo cual no hizo en el término establecido por el precitado artículo 885
del Código de Procedimiento Civil, por lo que este sentenciador debe concluir que la precitada
abogada no dio cumplimiento al segundo supuesto analizado por la Sala Constitucional, relativo a
la realización de todas las actividades necesarias para garantizar la defensa de la demandada, lo
que implica que la accionada no contó con una asistencia jurídica que garantizara sus derechos e
intereses en el juicio seguido en su contra, en detrimento de la garantía del debido proceso, del

El formalizante para apoyar su denuncia de indefensión, alega que las decisiones de la Sala
Constitucional citadas por el juzgador superior en la sentencia impugnada no tienen que ver con
el presente caso, porque tales fallos se refieren al caso “en que un defensor ad lítem se
desentienda por completo de la defensa que le fue conferida”.

“Sobre el particular, se advierte que en la sentencia N° 531 de fecha 14 de abril de 2005, caso:
Jesús Rafael Gil Márquez, exp. N° 03-2458, la Sala Constitucional dejó establecido lo siguiente:
…Ahora bien, establece el artículo 223 del Código de Procedimiento Civil que una vez agotada
la citación personal y la citación por carteles sin que el demandado compareciese, el Tribunal
procederá al nombramiento de un defensor con quien se entenderá la referida citación. Dicha
disposición fue prevista por el legislador con el fin de garantizar el derecho a la defensa del
demandado dentro de un proceso, derecho que ha sido dispuesto por la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela a través del artículo 49, como uno de los derechos
fundamentales inherentes a toda persona.

Señala esta Sala que la designación de un defensor ad litem se hace con el objeto de que el
demandado que no pueda ser citado personalmente, sea emplazado y de este modo se forme la
relación jurídica procesal que permita el desarrollo de un proceso válido, emplazamiento que
incluso resulta beneficioso para el actor, ya que permite que la causa pueda avanzar y se logre el
resultado perseguido como lo es la sentencia; el abogado que haya sido designado para tal fin
juega el rol de representante del ausente o no presente, según sea el caso y tiene los mismos
poderes de un apoderado judicial, con la diferencia que, su mandato proviene de la Ley y con la
excepción de las facultades especiales previstas en el artículo 154 del Código de Procedimiento
Civil. Por tanto, mediante el nombramiento, aceptación de éste, y respectiva juramentación ante
el Juez que lo haya convocado, tal como lo establece el artículo 7 de la Ley de Juramento, se
apunta hacia el efectivo ejercicio de la garantía constitucional de la defensa del demandado a la
que se ha hecho mención.

Sin embargo en el caso de autos, el abogado designado como defensor del demandado no
cumplió con los deberes inherentes a su cargo, puesto que se evidencia del estudio hecho a las
actas, que una vez aceptado el cargo y juramentado para el cumplimiento de dicha actividad, su
participación en la defensa de los derechos de su representado fue inexistente, ya que el mismo
no dio contestación a la demanda interpuesta y ni siquiera impugnó la decisión que le fue adversa
a dicho representado; por lo que visto que el defensor ad litem tiene las mismas cargas y
obligaciones establecidas en el Código de Procedimiento Civil con respecto a los apoderados
judiciales, esta negligencia demostrada por el abogado Jesús Natera Velásquez, quien juró
cumplir bien y fielmente con los deberes impuestos, dejó en desamparo los derechos del entonces
demandado.

Aunado a lo anterior, considera esta Sala que el Juez como rector del proceso debe proteger los
derechos del justiciable, más aún cuando éste no se encuentra actuando personalmente en el
proceso y su defensa se ejerce a través de un defensor judicial, pues como tal debe velar por la
adecuada y eficaz defensa que salvaguarde ese derecho fundamental de las partes, por lo que en
el ejercicio pleno de ese control deberá evitar en cuanto le sea posible la transgresión de tal
derecho por una inexistente o deficiente defensa a favor del demandado por parte de un defensor
ad litem.

Asimismo, ha sido criterio de la doctrina que el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil
constriñe al Juez a evitar el perjuicio que se le pueda causar al demandado, cuando el defensor ad
litem no ejerce oportunamente una defensa eficiente, ya sea no dando contestación a la demanda,
no promoviendo pruebas o no impugnando el fallo adverso a su representado, dado que en tales
situaciones la potestad del juez y el deber de asegurar la defensa del demandado le permiten
evitar la continuidad de la causa, con el daño causado intencional o culposamente por el defensor
del sujeto pasivo de la relación jurídica procesal en desarrollo; por lo que corresponderá al órgano
jurisdiccional -visto que la actividad del defensor judicial es de función pública- velar por que
dicha actividad a lo largo de todo el iter procesal se cumpla debida y cabalmente, a fin de que el
justiciable sea real y efectivamente defendido.

En el caso bajo análisis observa esta Sala que, si bien es cierto que el Juzgado Primero de Primera
Instancia realizó todo lo conducente en un principio para la tutela del derecho a la defensa del
demandado, como lo reflejan sus intentos de citación, y vista su imposibilidad el posterior
nombramiento de un defensor ad litem, aquel al avistar el cúmulo de omisiones por parte del
defensor judicial que devenían en una violación del derecho a la defensa del demandado ausente,
debió en la oportunidad de dictar su decisión de fondo, como punto previo, reponer la causa al
estado en que dejó de ejercerse eficientemente la defensa del demandado, actividad que podía
perfectamente realizar atendiendo a lo establecido en el artículo 334 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, dado que, con la declaratoria con lugar de la demanda, con
fundamento en la confesión ficta del demandado –por la omisión del defensor ad litem- vulneró
el orden público constitucional, cuya defensa indiscutiblemente correspondía a dicho órgano
jurisdiccional.

Ciertamente, es necesario señalar que esta Sala a través de su fallo N° 967 del 28 de mayo de
2002, en un caso análogo, indicó que bastaba con el nombramiento y posterior juramentación del
defensor ad litem por parte del órgano jurisdiccional, para garantizar el derecho a la defensa de la
parte demandada en juicio; sin embargo, el 26 de enero de 2004, al asumir un nuevo criterio, esta
Sala fue más allá y estableció mediante decisión N° 33, que “(…) la función del defensor ad
litem, en beneficio del demandado, es el de defenderlo, el que el accionado pueda ejercer su
derecho de defensa, lo cual supone que sea oído en su oportunidad legal. De allí, que no es
admisible que el defensor ad litem no asista a contestar la demanda, y que por ello se apliquen
al demandado los efectos del artículo 362 del Código de Procedimiento Civil. El defensor ad
litem ha sido previsto en la ley (Código de Procedimiento Civil), para que defienda a quien no
pudo ser emplazado, no para que desmejore su derecho de defensa. (...omisis...) Si el defensor no
obra con tal diligencia, el demandado queda disminuido en su defensa, por lo que la decisión
impugnada, que no tomo en cuenta tal situación, infringió el artículo 49 constitucional y así se
declara”. Es decir, que no resulta suficiente que el Tribunal asegure los trámites que concluyen
con la aceptación y juramentación del defensor ad litem, sino que la actuación debe ser
vigilada en todo momento por el órgano jurisdiccional, a los fines de que esa participación por
parte dicho defensor se haga activa, y de esta forma se garantice el derecho a la defensa del
justiciable. (Subrayado y negrillas de la Sala).

Vista la transición en cuanto al criterio que había venido sosteniendo la Sala, y dado que con esta
última decisión se arribó a la consideración de que esa deficiente o inexistente defensa por
parte del defensor judicial vulnera el derecho a la defensa de quien representa, derecho que
en virtud de su importancia debe ser protegido en todo momento por el órgano
jurisdiccional, se estima que el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de
la Circunscripción Judicial del Estado Monagas, no debió con su decisión convalidar la actuación
del defensor ad litem, ya que la misma dejaba en franca indefensión al ciudadano Jesús Rafael
Gil Márquez y atentaba contra el orden público constitucional, razón por la cual y dado que esta
Sala en todo momento está llamada a garantizar la supremacía y efectividad de las normas y
principios constitucionales, de conformidad con lo establecido en el artículo 335 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, se anulan todas las actuaciones realizadas
en la primera instancia a partir y se repone el juicio al estado de que se ordene una nueva citación
del demandado en dicha instancia. Así se decide…”. (Negrillas de la Sala).
De la transcripción que antecede se deduce, que para considerar que se le ha vulnerado el derecho
a la defensa del demandado ausente o no presente no sólo basta que la actuación realizada por el
defensor ad lítem sea considerada inexistente, como indebidamente lo sostiene el formalizante,
sino que la misma haya sido deficiente, tal y como sucedió en el caso de marras en el que la
defensora ad lítem, aun cuando fue diligente hasta la formulación de las cuestiones previas, no se
presentó en la oportunidad procesal prevista para que diera contestación a la demanda. Así se
decide.

A su vez, la Sala Constitucional de este Supremo Tribunal, en sentencia N° 3105 de fecha 20 de


octubre de 2005, en el caso Marta Patricia Torres Alarcón, también se ha pronunciado acerca de los
deberes esenciales a la función de la defensoría judicial; al respecto sostuvo:

“En este sentido cabe recordar lo establecido por este Sala en sentencia de 26 de enero de 2004,
caso Roraima Bermúdez Rosales, en cuanto a los deberes de un defensor ad-litem:

“Para decidir, se observa:

El derecho de defensa en el proceso, contemplado como derecho fundamental en el artículo 49


constitucional, se desarrolla legalmente mediante varias instituciones, siendo dos de ellas la de la
defensoría y la de la necesidad de la doble instancia (la cual admite excepciones).

La institución de la defensoría se divide en pública, destinada a otorgar asistencia técnica integral


a los imputados en el proceso penal que no contraten defensores particulares; y en privada, la cual
opera en el proceso de naturaleza civil, bajo diversas figuras como la del defensor de quien goza
de la declaratoria de justicia gratuita, o como la del defensor ad litem.

Esta última clase de defensoría (ad litem) persigue un doble propósito: 1) Que el demandado
que no puede ser citado personalmente, sea emplazado, formándose así la relación jurídica
procesal que permite el proceso válido. Desde esta vertiente, la defensa obra incluso en
beneficio del actor, ya que permite que el proceso pueda avanzar y se dicte la sentencia de fondo.

2) Que el demandado que no ha sido emplazado o citado, se defiende, así no lo haga


personalmente. Debido a ese doble fin, el defensor no obra como un mandatario del demandado,
sino como un especial auxiliar de justicia, que por no pertenecer a la defensa pública, debe
percibir del demandado sus honorarios, así como las litis expensas, tal como lo señala el artículo
226 del vigente Código de Procedimiento Civil. Sin embargo, como tal función auxiliar no la
presta el abogado defensor gratuitamente (a menos que la ley así lo ordene, como lo hace el
artículo 180 del Código de Procedimiento Civil), si éste no localizare al demandado para que le
facilite las litis expensas o sus honorarios, tales gastos los sufragará el demandante –quien se
beneficia a su vez de la institución- quien podrá recuperarlos de los bienes del defendido, si éstos
existen.

Ahora bien, la función del defensor ad litem, en beneficio del demandado, es el de defenderlo, el
que el accionado pueda ejercer su derecho de defensa, lo cual supone que sea oído en su
oportunidad legal. De allí, que no es admisible que el defensor ad litem no asista a contestar la
demanda, y que por ello se apliquen al demandado los efectos del artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil. El defensor ad litem ha sido previsto en la ley (Código de Procedimiento
Civil), para que defienda a quien no pudo ser emplazado, no para que desmejore su derecho de
defensa.
Pero debe la Sala, en aras a delinear las relaciones del derecho de defensa y la función del
defensor ad litem, proceder a analizar, como debe encarar tal función el defensor, a fin de cumplir
con ella cabalmente.

En este sentido, la Sala considera que es un deber del defensor ad litem, de ser posible, contactar
personalmente a su defendido, para que éste le aporte las informaciones que le permitan
defenderlo, así como los medios de pruebe con que cuente, y las observaciones sobre la prueba
documental producida por el demandante.

El que la defensa es plena y no una ficción, se deduce del propio texto legal (artículo 226 del
Código de Procedimiento Civil), que prevé el suministro de las litis expensas para el defensor, lo
que significa que él no se va a limitar a contestar la demanda, sino que realizará otras actuaciones
necesarias (probatorias, etc.) a favor del demandado.

Lo expuesto denota que para que el defensor cumpla con su labor, es necesario que de ser
posible, entre en contacto personal con el defendido, a fin de preparar la defensa.

Para tal logro no basta que el defensor envíe telegramas al defendido, participándole su
nombramiento, sino que para cumplir con el deber que juró cumplir fielmente, debe ir en su
búsqueda, sobre todo si conoce la dirección donde localizarlo.” (Destacado de la Sala).

Igualmente, la referida Sala en reciente criterio expuesto en sentencia N° 828, de fecha 5 de mayo de
2006, en el caso Sonia Beatriz Sánchez ratificando criterio expresado en sentencia del 14 de abril de
2006, dispuso:

“…la designación de un defensor ad litem se hace con el objeto de que el demandado que no
pueda ser citado personalmente, sea emplazado y de este modo se forme la relación jurídica
procesal que permita el desarrollo de un proceso válido, emplazamiento que incluso resulta
beneficioso para el actor, ya que permite que la causa pueda avanzar y se logre el resultado
perseguido como lo es la sentencia; el abogado que haya sido designado para tal fin juega el rol
de represente del ausente o no presente, según sea el caso y tiene los mismos poderes de un
apoderado . judicial, con la diferencia que, su mandato proviene de la Ley y con la excepción de
las facultades especiales previstas en el artículo 154 del Código de Procedimiento Civil. Por
tanto, mediante el nombramiento, aceptación de éste, y respectiva juramentación ante el Juez que
lo haya convocado, tal como lo establece el artículo 7 de la Ley de Juramento, se apunta hacia el
efectivo ejercicio de la garantía constitucional de la defensa del demandado (…)

Sin embargo en el caso de autos, el abogado designado como defensor del demandado no
cumplió con los deberes inherentes a su cargo, puesto que se evidencia del estudio hecho a las
actas, que una vez aceptado el cargo y juramentado para el cumplimiento de dicha actividad, su
participación en la defensa de los derechos de su representado fue inexistente, ya que el mismo
no dio contestación a la demanda interpuesta y ni siquiera impugnó la decisión que le fue adversa
a dicho representado; por lo que visto que el defensor ad litem tiene las mismas cargas y
obligaciones establecidas en el Código de Procedimiento Civil con respecto a los apoderados
judiciales, esta negligencia demostrada por el abogado Jesús Natera Velásquez, quien juro
cumplir bien y fielmente con los deberes impuestos, dejó en desamparo los derechos del entonces
demandado. Aunado a lo anterior, considera esta Sala que el Juez como rector del proceso debe
proteger los derechos del justiciable, mas aún cuando éste no se encuentra actuando
personalmente en el proceso y su defensa se ejerce a través de un defensor judicial, pues como tal
debe velar por la adecuada y eficaz defensa que salvaguarde ese derecho fundamental de las
partes, por lo que en el ejercicio pleno de ese control deberá evitar en cuanto le sea posible la
trasgresión de tal derecho por una inexistente o deficiente defensa a favor del demandado por
parte de un defensor ad litem.

Asimismo, ha sido criterio de la doctrina que el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil
constriñe al Juez a evitar el perjuicio que se le pueda causar al demandado, cuando el defensor ad
litem no ejerce oportunamente una defensa eficiente, ya sea no dando contestación a la demanda,
no promoviendo pruebas o no impugnando el fallo adverso a su representado, dado que en tales
situaciones la potestad del juez y el deber de asegurar la defensa del demandado le permiten
evitar la continuidad de la causa, con el daño causado intencional o culposamente por el defensor
del sujeto pasivo de la relación jurídica procesal en desarrollo; por lo que corresponderá al órgano
jurisdiccional -visto que la actividad del defensor judicial es de función pública- velar porque
dicha actividad a lo largo de todo el iter procesal se cumpla debida cabalmente, a fin de que el
justiciable sea real y efectivamente defendido (...)" (destacado de esta Sala)

Ahora bien, en atención a los criterios antes explanados, queda evidenciado, de la simple revisión de
las actas que conforman el presente expediente, que en efecto, tal como lo señala el formalizante, el
abogado Pedro Alberto Moreno Cadenas designado debidamente por el tribunal como defensor ad litem
de la empresa demandada, se limitó únicamente a expresar la aceptación del cargo, prestar el juramento
de ley y darse por citado para la contestación de la demanda, acto procesal éste que no llevó a cabo así
como tampoco ningún otro.

Con tal abstención, no hay duda que dejó a su representado en total estado de indefensión, lo que
constituye una palpable violación del debido proceso y del derecho de defensa, y puede considerarse,
una negligencia grave por parte de este profesional del derecho, quien al asumir el cargo y jurar
cumplirlo bien y fielmente tenía el deber de representar de la forma más eficaz y eficiente posible a su
defendido utilizando los medios de que dispone para lograr tal fin.

Dicho lo anterior, se observa que tanto el juez a quo como el ad quem, consintieron en esta vulneración
del derecho de defensa del demandado al no corregir el vicio procedimental a los fines de procurar que
tuviera una defensa apropiada, máxime si el no se encuentra actuando de forma personal en el proceso,
pues éste es un derecho fundamental del justiciable el cual debe ser salvaguardado en todo momento
por parte del jurisdicente como director del proceso, quien no sólo está obligado a impulsarlo de oficio
hasta su conclusión, sino que aunado a ello tiene el deber de velar por el cabal desenvolvimiento del
proceso procurando que se cumplan las reglas dictadas al respecto, para que de esta manera se dé
cumplimiento a la garantía constitucional del debido proceso llevado en igualdad de condiciones.

El juez está obligado ha procurar la igualdad de las partes durante el desarrollo del proceso, y a
garantizar su derecho a la defensa, pues él como garante de los derechos de éstos, tiene el deber de
enderezarlo en caso de alguna distorsión, pues la realización de un proceso plagado de garantías
conlleva a la realización de la justicia, fin propugnado en nuestro Texto fundamental.

En cuanto al derecho de defensa, esta Sala estima que dado que el procedimiento está afectado de las
anomalías relatadas, lo cual genera la violación del artículo 15, 206, 208 y 211 del Código de
Procedimiento Civil, en pro de la salvaguarda del debido proceso y del derecho a la defensa, en el
dispositivo del fallo se ordena reponer la causa al estado de fijar nueva oportunidad para la contestación
de la demanda, declarándose, en consecuencia, la nulidad de todo lo actuado a partir de ese momento.
Así se decide.

Dada la procedencia de la anterior denuncia, esta Sala se abstiene de examinar las restantes, todo de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.

DECISIÓN

Por los razonamientos antes expuestos, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de Casación Civil,
administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley,
declara CON LUGAR el recurso de casación anunciado y formalizado por el abogado Jorge Anyelo
Armas, contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en fecha 29 de octubre de
2001. En consecuencia, CASA el fallo recurrido y ordena la REPOSICIÓN de la causa al estado de
contestación a la demanda.

Particípese sobre la presente decisión al tribunal superior respectivo y remítase el expediente al


Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas.

Queda CASADA la sentencia impugnada.

No hay condenatoria en las costas del recurso, dada la naturaleza repositoria del presente fallo.

Publíquese, regístrese y remítase este expediente conforme a lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil, del Tribunal Supremo de
Justicia, en Caracas, a los diecinueve (19) días del mes de diciembre de dos mil seis. Años: 196° de la
Independencia y 147° de la Federación.

Presidente de la Sala, ________________ CARLOS OBERTO VÉLEZ


Vicepresidenta-Ponente, ______________ YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Magistrado, ________________________ ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrada, ________________________ ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado, ________________________ LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
Secretario, ________________________ ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ

Exp. N°. AA20-C-2006-00045

También podría gustarte