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SALA DE CASACIÓN CIVIL

Exp. Nro. 2010-000110


Sentencia número 601

Ponencia de la Magistrada ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ.

En el juicio por intimación de honorarios profesionales, seguido por los

ciudadanos ALEJANDRO BIAGGINI MONTILLA, FRANCISCO RODRÍGUEZ NIETO, JOSÉ

GERARDO CHÁVEZ CARRILLO, MÓNICA RANGEL VALBUENA y JORGE ISAAC JAIMES

LARROTA, actuando en nombre propio y representados judicialmente por el abogado

Julio Pérez Vivas y Luis Gerardo Galvis Villamizar, contra la sociedad mercantil SEGUROS

LOS ANDES, C.A., representada judicialmente por los abogados Wolfred Montilla, Jhoan

Sánchez, Jorge Bazó Targa y Andrea Cristina Linares Ríos, Jesús Enrique Perera Cabrera,

Andrés Figueroa Bruce, Rafael Coutinho Coutinho, Nellitsa Juncal Rodríguez y Noel Vera

Herrera; el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y

Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del estado Táchira,

dictó sentencia en fecha 22 de enero de 2010, mediante la cual declaró sin lugar la

apelación interpuesta por la parte demandada. De esta manera confirmó el fallo dictado

en fecha 23 de septiembre de 2009, por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo

Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial, el cual declaró que a

los abogados solicitantes, parte actora en el presente juicio, les asiste el derecho al cobro
de honorarios profesionales derivados de las costas procesales condenadas a pagar en

una acción de amparo constitucional.

Contra la referida sentencia de la alzada, la parte demandada anunció


recurso de casación, el cual fue admitido mediante auto de fecha 9 de febrero de
2010, y oportunamente formalizado. Hubo impugnación y réplica.

Concluida la sustanciación del recurso, la Sala procede a dictar


sentencia bajo la ponencia de la Magistrada que con tal carácter la suscribe, en los
términos siguientes:

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

Por razones de método, la Sala invierte el orden de conocimiento de

las denuncias y, en consecuencia, pasa a resolver la contenida en el segundo

capítulo del escrito de formalización.

De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, el formalizante denuncia la infracción del ordinal 5° del artículo

243, por considerar que la juzgadora de alzada incurrió en el vicio de incongruencia

negativa, y para fundamentar tal alegato, expresó lo siguiente:


“…SEGUNDA DENUNCIA
Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, denuncio infracción del ordinal 5° del artículo
243 eiusdem, y del artículo 12 ibídem, por cuanto la recurrida incurrió
en el vicio de incongruencia negativa.
…Omissis…
…en el escrito de contestación de la demanda, los apoderados judiciales
de la parte demandada efectuaron una serie de alegatos, defensas e
impugnaciones de gran importancia, que podían definir la controversia
a favor de la sociedad mercantil demandada, las cuales no fueron objeto
de mención, análisis ni pronunciamiento por el fallo recurrido. En
efecto, la representación judicial de la accionada adujo lo siguiente:
‘instamos en analizar la causa teniendo siempre presente dos
aspectos, el primero, que el Código de Ética del Abogado le
impone que al estimar sus honorarios deberá considerar que el
objeto esencial de la profesión de abogado es servir a la justicia
y colaborar en su administración sin hacer comercio de ella y la
ventaja o compensación aún cuando sea indudablemente lícita, es
puramente asesoría; y el segundo, que las actuaciones procesales
relacionadas para aforar los honorarios son en total quince (15)
actos…’.
…Omissis…
…nos oponemos a la solicitud de medida cautelar que se insta al
tribunal a decretar conforme a la argumentación señalada
al NUMERAL DÉCIMO, cuyo petitorio es contrario a los
principios de interpretación doctrinal y la jurisprudencia patria
que enseñan que la estimación de Honorarios (sic) es una mera
expectativa de derecho a favor de los demandantes, no
constituyendo una obligación de carácter líquida y exigible…
…Omissis…
…que se declare la insubsistencia de la demanda por no haberse
acompañado el instrumento que se constituye en el requisito
sine qua noon QUE HABILITA a los abogados aforantes para
aforar los honorarios profesionales en su propio nombre.
…Omissis…
…este tribunal debe concluir que resulta claro que la Sala
Constitucional, estableció que entre la parte(s) victoriosa(s) y
su(s) abogado(s) previo a la presentación de la demanda debe
existir un acuerdo para transferir la titularidad del ejercicio de
la acción, que para mayor seguridad y certeza del acto debe
reposar o acreditarse en documento auténtico. Y así solicito que
se declare expresamente.
…Omissis…
Si bien es cierto que conforme a lo argumentado en el capítulo
anterior, el requisito de la autorización que expide la parte
victoriosa como acreedor de las costas debe constar en una
instrumental que se haya conformado previamente a la
presentación de la demanda, por lo cual, cualquier acto o
declaración que no cumpla con esta formalidad no puede ser
admitido, ni valorado legalmente, no por ello, se puede dejar
pasar por alto la actuación impropia por parte de los abogados
demandante al pretender incluir en la redacción del libelo de la
demanda una declaración del ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGEROA (sic) MERCHÁN, en que la soterradamente procuran
dar por cumplido con el requisito exigido por la Sala
Constitucional…
…Omissis…
A todo evento impugno formal y expresamente la indicada
declaración, en base a las siguientes proposiciones antagonistas:
1) El Declarante DANIEL ALBERTO FIGUEROA
MERCHÁN, no es parte procesal en la causa de aforo de
honorarios .
2) La declaración unilateral de DANIEL ALBERTO
FIGEROA (sic) MERCHÁN, no es jurídicamente factible
incluirla en el libelo de la demanda.
…Omissis…
…oponemos que existen suficientes elementos de juicio que nos
motivan a considerar que la firma que aparece al final del libelo
de la demanda, atribuida al hoy fallecido DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHÁN, no concuerda visual, ni gráficamente
con la estampada en documentales corrientes en la causa donde
consta el otorgamiento de actos jurídicos, caso especial, el
instrumento poder que riela en autos…”.
…Omissis…
Expresamente instamos al tribunal que resuelva sobre las
siguientes defensas que oponemos contra la pretensión de los
demandantes:
Primero: Solicitud de declaratoria de la improcedencia de
estimar la cuantía del recurso de amparo que sustenta la
estimación de los honorarios demandados y en consecuencia,
pronunciarse sobre el quantum o límite que le asistiría a los
demandantes para aforar sus honorarios.
Segundo: Solicitud de declaratoria de ausencia de
correspondencia entre la estimación de los honorarios
demandada y el monto real de los honorarios que eventualmente
cobrarían los abogados demandantes a su cliente por el ejercicio
del recurso de amparo.
Tercero: Solicitud de declaratoria de infundamentación (sic) de
criterios argumentados para fijar los honorarios profesionales y
el valor de cada actuación.’.
…Omissis…
Como puede apreciarse, la jueza del ad quem, en flagrante violación al
principio dispositivo y de exhaustividad del fallo, no resolvió los
alegatos planteados por la parte demandada, apartándose del problema
judicial planteado por las partes, incurriendo de esta forma en la
infracción delatada.
En consecuencia, al no pronunciarse ni decidir ninguna de las defensas
y alegatos expuestos oportunamente por la parte demandada su escrito
de contestación, infringió el ordinal 5° del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil; en consecuencia, el fallo quedó impregnado de
incongruencia negativa, y por ende, la juzgadora no decidió conforme
lo alegado en autos, violando de esta forma el artículo 12 eiusdem…”.
(Negritas, mayúsculas, cursivas y subrayado del formalizante).

En la precedente transcripción de la segunda denuncia por defecto de

actividad, el formalizante sostiene que la jueza superiora incurrió en el vicio de

incongruencia negativa por cuanto en su criterio, no se pronunció ni decidió

ninguna de las defensas y alegatos expuestos por la parte demandada en su escrito

de contestación de la demanda, razón por la cual el recurrente considera que la

sentenciadora de alzada infringió el ordinal 5° del artículo 243 del Código de

Procedimiento Civil.

Para decidir, la Sala observa:

Constituye un deber del juez expresar los términos en que se estableció

la controversia, pero para ello, es necesario que su pronunciamiento se limite

estrictamente a lo alegado por las partes dentro del juicio.

Al respecto, el Código de Procedimiento Civil, en el ordinal 5° del

artículo 243, ha establecido como requisito formal de toda sentencia, la

congruencia, la cual obliga al juez a tomar una decisión expresa, positiva y precisa

con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas

opuestas.

El prenombrado requisito es complementado por el artículo 12 del

mencionado cuerpo adjetivo, el cual señala que el juez “...debe atenerse a lo alegado y

probado en autos, sin poder sacar elementos de convicción fuera de éstos, ni suplir

excepciones o argumentos de hecho no alegados ni probados...”.


Lo antes expuesto, presupone el cumplimiento del principio

de exhaustividad, esto es, la prohibición que tiene el sentenciador de omitir decisión

sobre ninguno de los pedimentos formulados por las partes, para ajustarse a las

pretensiones formuladas, tanto por la parte actora como por la demandada, tratando

siempre de crear un equilibrio al momento de apreciar y valorar las cuestiones

controvertidas, sin dejar de resolver alguna, por cuanto incurriría el juez en el vicio

de incongruencia negativa. Así quedó establecido en sentencia de fecha 11 de abril de

1996, (caso: Rolando José Piñango contra Banco Unión, S.A.C.A.), y reiterada en fecha 13

de marzo de 2007, (caso: Ligia Álvarez de Carrillo y Pablo Humberto Carrillo Gómez ,

contra Tulia Elena Rangel Pérez y otros).

Luego de estas apreciaciones, la Sala observa que en el caso concreto,

el formalizante manifiesta que “…en el escrito de contestación de la demanda, los

apoderados judiciales de la parte demandada efectuaron una serie de alegatos,

defensas e impugnaciones de gran importancia, que podían definir la controversia

a favor de la sociedad mercantil demandada, las cuales no fueron objeto de

mención, análisis ni pronunciamiento por el fallo recurrido...”, en consecuencia, el

recurrente estima que la jueza de alzada “…infringió el ordinal 5° del artículo 243

del Código de Procedimiento Civil…”, por haber incurrido en el vicio de

incongruencia negativa.

En el caso concreto, con la finalidad de verificar la existencia del vicio

señalado en la denuncia, la Sala considera necesario transcribir lo decidido por la

recurrida, la cual expresó lo siguiente:

“…El tribunal para decidir observa:


El presente caso versa sobre la demanda de fecha 15 de abril del 2008,
en donde los ciudadanos Alejandro Biaggini Montilla, Francisco
Rodríguez Nieto, José Gerardo Chávez Carrillo, Mónica Rangel
Valbuena y Jorge Isaac Jaimes Larrota, presentaron escrito de demanda
en contra de la sociedad mercantil “Seguros Los Andes C.A.” por el
pago de los honorarios profesionales que forman parte de las costas
procesales correspondientes a la acción de amparo constitucional que
ejerció el ciudadano Daniel Alberto Figueroa Merchán en contra de
dicha sociedad.
Antes de entrar al estudio y pronunciamiento del fondo del presente
caso, esta juzgadora, para valorar las pruebas presentadas, observa que
la parte demandante presentó las siguientes pruebas:
…Omissis…
La parte demanda presentó las siguientes pruebas:
…Omissis…
…es criterio de esta juzgadora que, para el cobro de honorarios por los
profesionales del derecho, existen dos vías, en primer lugar cuando se
pretende el cobro de costas procesales y dentro de las mismas son
incluidos los honorarios profesionales y en segundo lugar cuando
exclusivamente se pretende el cobro de los honorarios profesionales. En
el caso de marras, se trata del cobro de los honorarios profesionales de
los abogados Alejandro Biaggini Montilla, Francisco Rodríguez Nieto,
José Gerardo Chávez Carrillo, Mónica Rangel Valbuena y Jorge Isaac
Jaimes Larrota, quienes demanda a la sociedad mercantil Seguros los
Andes, solo y exclusivamente por los honorarios profesionales,
generados por el amparo constitucional contenido y decidido en el
expediente 17.113 del Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil del Tránsito de esta Circunscripción Judicial.
Para este segundo tipo de pretensión, es decir, cuando solo se pretende
el cobro de honorarios, no es necesario la previa conformación
autentica de la parte victoriosa, por esta razón en innecesario
profundizar en el tema del desconocimiento de la firma del ciudadano
Daniel Figueroa Merchán, que pretende la parte apelante. Así se
decide.-
El Tribunal Supremo de Justicia en sentencia de Sala Constitucional,
expediente 02-0555, de fecha 9 de mayo del 2002, estableció lo
siguiente:
“…El artículo 23 de la Ley de Abogados otorga una acción directa de
cobro, en cabeza del abogado contra el condenado en costas, pero no
siendo el artículo 23 citado, aplicable al caso, tal acción directa no
existe, por lo que hay que acudir a otra vía, siendo la de mayor
semejanza con la situación existente, la del primer aparte del artículo 22
de la Ley de Abogados.”
Siguiendo el criterio de nuestro Máximo Tribunal, se debe ventilar el
presente caso de conformidad con el artículo 22 de la Ley de Abogados,
el cual establece lo siguiente:
“Artículo 22.- El ejercicio de la profesión da derecho al abogado a
percibir honorarios por los trabajos judiciales y extrajudiciales que
realice, salvo en los casos previstos en las Leyes.
Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en
cuanto al monto de honorarios por servicios profesionales
extrajudiciales, la controversia se resolverá por la vía del juicio breve y
ante el Tribunal Civil competente por la cuantía. La parte demandada
podrá acogerse al derecho de retasa en el acto de la contestación de la
demanda.
La reclamación que surja en juicio contencioso acerca del derecho a
cobrar honorarios por parte del abogado, será sustanciada y decidida de
conformidad con lo establecido en el artículo 386 del Código de
Procedimiento Civil y, la relación de la incidencia, si surgiere, no
excederá de diez audiencias…”.
Observa esta juzgadora, que el tribunal a quo siguiendo la
jurisprudencia y normas antes referidas, ventiló el presente caso por el
procedimiento breve establecido en el Código de Procedimiento Civil,
razón por la cual esta juzgadora entra al estudio y pronunciamiento del
derecho que le asiste a los abogados que pretenden el cobro de
honorarios profesionales.
Sobre este particular, de las pruebas traídas a juicio, se dilucida que
existió una causa bajo número de expediente 17.113, llevado por el
Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito
de esta Circunscripción Judicial del estado Táchira, dicho proceso fue
presentado en copia fotostática certificada por mencionado juzgado del
cual se observa que el amparo constitucional fue presentado por el
ciudadano Daniel Figueroa Merchán representado por los abogados
Alejandro Biaggini Montilla, Francisco Rodríguez Nieto, José Gerardo
Chávez Carrillo, Mónica Rangel Valbuena y Jorge Isaac Jaimes Larrota
y cuyos resultados fueron a favor de la parte accionante, tanto en
primera como en segunda instancia.
Así mismo, de las copias presentadas en el proceso, se observa que los
abogados solicitantes de los honorarios profesionales han representado
a distintas personas jurídicas que tienen renombre a nivel regional y
nacional, entre las cuales tenemos a Pepsi-cola Venezuela C.A.,
Alimentos Polar Comercial C.A., Molinos Nacionales C.A.
(MONACA), Telcel C.A.
Por otro lado, la parte demandada en el transcurso del proceso en
ningún momento refutó o presentó pruebas fehacientes, que desvirtúe el
derecho que le asiste a los abogados solicitantes de los honrarlos
profesionales, con respecto al amparo constitucional incoado por el
ciudadano Daniel Figueroa Merchán en contra de la sociedad mercantil
Seguros Los Andes.
Siendo entonces evidente que, los abogados Alejandro Biaggini
Montilla, Francisco Rodríguez Nieto, José Gerardo Chávez Carrillo,
Mónica Rangel Valbuena y Jorge Isaac Jaimes Larrota, les asiste el
derecho de cobrar los honorarios profesionales a la sociedad
mercantil Seguros Los Andes C.A., parte vencida en el
procedimiento de amparo constitucional presentado por el ciudadano
Daniel Figueroa Merchán representado por estos abogados en fecha 30
de octubre del 2007 por ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil y Tránsito de esta circunscripción judicial. Así se
decide.-
Es por todo lo anteriormente expresado y de conformidad con la
normativa y la jurisprudencia citada, que le es forzoso declarar a este
Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y
de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial
del estado Táchira, sin lugar la apelación interpuesta por el abogado
Wolfred B. Montilla B. en contra de la decisión de fecha 24 de
septiembre del 2009, dictada por el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción
Judicial del estado Táchira, que declaró que a los demandantes les
asiste el derecho al cobro de honorarios profesionales, confirmada la
decisión de fecha 24 de septiembre del 2009, dictada por el Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira, que declaró que a los
demandantes les asiste el derecho al cobro de honorarios profesionales,
tal y como se hará de forma expresa, positiva y precisa en el dispositivo
del presente fallo. Así se resuelve.-
Por los razonamientos expuestos y en aplicación de la doctrina legal
antes transcrita, este Juzgado Superior Primero Civil, Mercantil, del
Tránsito, de Protección del Niño y Adolescente y Bancario de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley, decide:
Primero: sin lugar la apelación interpuesta por la sociedad mercantil
Seguros Los Andes C.A., con sede en la ciudad de San Cristóbal,
inscrita en el registro mercantil primero del estado Táchira, bajo el N°
41, tomo 20-A, de fecha 3 de noviembre del 2004, representada por el
abogado Wolfred B. Montilla B. en contra de la decisión de fecha 24 de
septiembre del 2009, dictada por el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripció n
Judicial del estado Táchira, que declaró que a los demandantes les
asiste el derecho al cobro de honorarios profesionales.
Segundo: confirmar la decisión de fecha 24 de septiembre del 2009,
dictada por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira,
que declaró que a los demandantes les asiste el derecho al cobro de
honorarios profesionales...”.

Ahora bien, de la precedente transcripción parcial de la sentencia

recurrida, esta Sala observa que en relación al alegato del formalizante según el

cual el juez, “…al estimar sus honorarios deberá considerar que el objeto esencial

de la profesión de abogado es servir a la justicia y colaborar en su administración

sin hacer comercio de ella…”, la jueza de alzada no hizo pronunciamiento alguno.


No obstante, es importante señalar, que la omisión de pronunciamiento

por parte de la sentenciadora de alzada en relación al mencionado alegato, no

configura el vicio de incongruencia negativa por cuanto el mismo sólo pretende

sugerir a la jueza superiora, cuál es el objeto de la profesión del abogado, lo cual

no constituye defensa alguna, así como tampoco aporta elementos de convicción

que puedan definir o modificar la suerte de la controversia.

Con respecto al segundo alegato señalado por el formalizante según el

cual expresa: “…nos oponemos a la solicitud de medida cautelar que se insta al

Tribunal a decretar…”, esta Sala constata que realizar tal pronunciamiento no es

materia que competa a la jueza de alzada al momento de resolver la controversia,

puesto que las medidas cautelares se sustancian en un cuaderno separado del

expediente, de manera apartada e independiente de la causa principal.

Posteriormente, el denunciante realiza un conjunto de alegatos

relacionados entre sí, en los cuales señala lo siguiente: “…que se declare la

insubsistencia de la demanda por no haberse acompañado el instrumento que…

habilita a los abogados aforantes para aforar los honorarios profesionales en su

propio nombre.”; más adelante agrega el denunciante que “…este Tribunal debe

concluir que resulta claro que la Sala Constitucional, estableció que entre la

parte(s) victoriosa(s) y su(s) abogado(s) previo a la presentación de la demanda

debe existir un acuerdo para transferir la titularidad del ejercicio de la acción,

que para mayor seguridad y certeza del acto debe reposar o acreditarse en

documento auténtico.”; posteriormente señala que “…no por ello, se puede dejar

pasar por alto la actuación impropia por parte de los abogados demandantes al

pretender incluir en la redacción del libelo de la demanda una declaración del

ciudadano DANIEL ALBERTO FIGEROA (sic) MERCHÁN, en que la

soterradamente procuran dar por cumplido con el requisito exigido por la Sala

Constitucional.”; y por último, agrega que: “…oponemos que existen suficientes

elementos de juicio que nos motivan a considerar que la firma que aparece al final
del libelo de la demanda, atribuida al hoy fallecido DANIEL ALBERTO

FIGUEROA MERCHÁN, no concuerda visual, ni gráficamente con la estampada

en documentales corrientes en la causa donde consta el otorgamiento de actos

jurídicos, caso especial, el instrumento poder que riela en autos…”.

Sobre los mencionados alegatos, esta Sala estima necesario indicar que

la jueza de alzada se pronunció en relación a la autenticidad de la firma del

ciudadano Daniel Figueroa, y señaló que “…las firmas estampadas en dichos

documentos corresponden a sus signatarios...”, y aun más, al momento de referir y

darle valor probatorio a las pruebas testimoniales expresó que “…guardan

relación con los hechos controvertidos en el presente juicio, las cuales

concuerdan entre si y no se contradicen. Las mismas, sirven a esta juzgadora para

el reconocimiento de la firma y el contenido del libelo de la demanda inserto en el

expediente folio 21...”.

Por lo antes expuesto, esta Sala considera que la sentenciadora de

alzada no sólo tomó en cuenta la objeción realizada por la parte demandada en

relación a la autorización ofrecida por los abogados intimantes en el libelo de

demanda, sino que además, le dio valor probatorio a la aprobación otorgada por el

ciudadano Daniel Figueroa, quien es la parte victoriosa en el juicio de amparo, y

finalmente señaló, que para este tipo de pretensiones no se requiere la

conformación auténtica de la parte ganadora, razón por la cual consideró

innecesario profundizar en el tema del desconocimiento de la firma del ciudadano

Daniel Figueroa; en consecuencia, no se verifica en la sentencia recurrida que la

sentenciadora de alzada haya omitido pronunciarse respecto a los referidos

alegatos.

En este punto, es importante indicar, que los alegatos hasta aquí

señalados por el formalizante como omitidos por la jueza de alzada, no configuran


el vicio de incongruencia negativa y en consecuencia, no infringen el ordinal 5° del

artículo 243 del Código de Procedimiento Civil.

Finalmente, el recurrente sostiene que la jueza superiora, no resolvió las

defensas relacionadas con la “…Solicitud de declaratoria de la improcedencia de

estimar la cuantía del recurso de amparo que sustenta la estimación de los

honorarios demandados y en consecuencia, pronunciarse sobre el quantum o

límite que el asistiría (sic) a los demandantes para aforar sus honorarios…”; en

segundo lugar, con la “…Solicitud de declaratoria de ausencia de

correspondencia entre la estimación de los honorarios demandada y el monto real

de los honorarios que eventualmente cobrarían los abogados demandantes a su

cliente por el ejercicio del recurso de amparo…”; y por último, con respecto a

la “…solicitud de declaratoria de infundamentación (sic) de criterios

argumentados para fijar los honorarios profesionales y el valor de cada

actuación…”.

Al respecto, esta Sala observa que la jueza superiora no realizó

pronunciamiento alguno en relación con las mencionadas defensas planteadas por

la parte demandada, referente a la fijación del monto límite reclamado, ni

estableció el valor monetario de las actuaciones realizadas por los abogados

intimantes, situación ésta que atenta contra los derechos procesales de las partes,

especialmente en sentencias de esta naturaleza, puesto que, el monto de los

honorarios profesionales, aparte de ser un alegato que deba ser tomado en cuenta

por el juez, por haber sido planteado en el juicio, el mismo constituye el objeto de

la controversia, y en consecuencia, de no ser ejercida la retasa, la sentencia

resultaría inejecutable por no estar determinado el monto demandado cuyo derecho

de cobro es reconocido en la decisión, la cual se constituye en título ejecutivo.


Por lo antes expuesto, esta Sala considera oportuno indicar que, en

virtud del orden público que involucra el vicio de indeterminación objetiva, y en

aras de garantizar el debido proceso y la tutela judicial efectiva, pasará a conocer

la presente denuncia, en atención a la infracción del ordinal 6° del artículo 243 del

Código de Procedimiento Civil.

Con respecto a los honorarios profesionales, cabe destacar que los mismos

constituyen una retribución al profesional del derecho, como forma de pago por las

actividades realizadas y por los servicios suministrados, es decir, por defender, orientar u

opinar en relación con los derechos e intereses de los justiciables, dentro o fuera de un

juicio.

En este sentido, para obtener tal remuneración económica, existen

mecanismos legalmente establecidos, como el juicio de estimación e intimación de

honorarios profesionales, cuya estructura está definida por dos etapas fundamentales: la

fase declarativa y la fase la ejecutiva.

En cuanto a la primera etapa o fase declarativa, la jurisprudencia ha sido

conteste en afirmar, que la finalidad de la misma, es determinar la procedencia o

improcedencia del derecho a cobrar honorarios profesionales, por parte de los abogados

intimantes; y con respecto a la fase ejecutiva, se ha asentado que con la sentencia

definitiva que declare el derecho a cobrar los referidos honorarios, se establece, a través

de la retasa, el quantum definitivo o el monto justo que deberán pagar los intimados.

No obstante, en relación con el sentido y alcance de la declaración de certeza

dictada en la primera fase del procedimiento, se observa en la jurisprudencia divergencia


de criterios en cuanto a la posibilidad o imposibilidad, por parte de los jueces de

instancia, de establecer el monto de los honorarios profesionales intimados.

En efecto, la Sala ha sostenido que “…es nula por indeterminación

objetiva la sentencia que declara que el abogado tiene derecho a cobrar honorarios, si

no fija el monto de los mismos, por cuanto dicho derecho no puede ser genérico,

ilimitado o indeterminado, sino por el contrario debe ser cierto y estar reflejado en la

sentencia que resuelve la fase declarativa, a fin de que exista un parámetro para la

posterior retasa, en caso de acogerse la parte intimada a tal derecho, o para la

correcta ejecución del fallo si éste no es ejercido, o habiendo sido ejercido, es objeto de

posterior renuncia por la no consignación del los honorarios de los

retasadores...”. (Vid. sentencia N° 702, de fecha 27 de noviembre de 2009, caso:

Luís Enrique Pichardo López.).

Por otra parte, la jurisprudencia de la Sala ha señalado que: “ …Encontrándose

el proceso en su fase declarativa, a dicho juzgador, tal como lo ha venido sosteniendo esta Sala

en forma reiterada, sólo le correspondía resolver en relación al derecho que asistía o no a los

intimados para reclamar el pago que según ellos habían generado por sus actuaciones como

profesionales del derecho. No era tarea del sentenciador en dicha etapa, emitir juicio alguno

respecto a la cuantificación de los montos estimados por los abogados demandantes, asunto,

éste, que compete a los jueces retasadores, por haberse acogido la parte intimada a dicho

derecho…”. (Vid., sentencia N° 405, de fecha 21 de julio de 2009).

No obstante, en voto salvado contenido en la sentencia previamente

transcrita, se hizo referencia a la determinación de los montos de los honorarios

profesionales en la fase declarativa, en los siguientes términos:

“…Considero, que cuando se establece el monto de la condena a pagar en la


sentencia que decide la primera fase del juicio de intimación de honorarios
profesionales, no se quebranta el artículo 243 ordinal 5°) del Código de
Procedimiento Civil, por las siguientes razones:

1) La pretensión de cobro de honorarios profesionales, no sólo está dirigida al


reconocimiento abstracto de un derecho a cobrar honorarios, sino precisamente a
obtener una determinada cantidad de dinero por concepto de honorarios
profesionales. El objeto de la pretensión procesal o bien jurídico de la vida
reclamado, no es el reconocimiento de un derecho inmaterial, etéreo o abstracto.
El abogado pretende una específica cantidad de dinero, y demanda para obtener
el cobro del mismo por vía judicial.

2) La sentencia que decide tal pretensión procesal, debe forzosamente


pronunciarse sobre dicho derecho, pero también debe dejar señalado
el quantum de los honorarios, por cuanto así fue pretendido en el libelo. Ello sí es
una obligación acorde a lo preceptuado en el artículo 243 ordinal 5°) del Código de
Procedimiento Civil. Se entiende que esta cantidad puede variar, como puede
quedar firme si el intimado ejerce o no el derecho a la retasa. El juez en la etapa
del establecimiento del derecho, lo que no puede es entrar a cuestionar los
montos reclamados; pero existiendo la declaratoria del derecho, sí debe indicar el
juez cuál fue el monto reclamado por el intimante. Ello, porque el derecho a la
retasa no es una regla, obligación o deber que siempre debe llevarse a cabo. Es
una posibilidad que el demandado puede o no acoger. Si el demandado no se
acoge al derecho a la retasa, o lo pierde, por ejemplo, al no pagar los
emolumentos de los jueces retasadores, y si la sentencia de la primera fase no
contiene cantidad alguna a pagar, entonces ¿Cómo se ejecuta esa sentencia? ¿Se
basta a sí misma una sentencia en esas condiciones?

3) La fase de retasa, no puede quedar destinada a construir el dispositivo de la


sentencia de la primera fase cognoscitiva, pues una sentencia no puede tener un
dispositivo en blanco que luego será completado por los jueces retasadores.
RETASAR, COMO SU NOMBRE LO INDICA, ES TASAR DOS VECES; ES TASAR LO YA
TASADO.

4) Piénsese, por ejemplo, en cómo se pierden oportunidades para un


cumplimiento voluntario del fallo de la primera fase, si la sentencia no establece
un dispositivo que establezca un patrón referencial de cuánto se debe pagar.
Quizás, la cifra sería baja y el intimado acordaría no acogerse a la retasa y pagar de
una vez la obligación, ahorrándose los honorarios de los jueces retasadores, pero
para ello, es necesario que el fallo indique un parámetro de cuánto debe pagar,
incluso antes de la retasa, y así el demandado saber a qué atenerse…”. (Mayúscula
del voto salvado).

De las precedentes transcripciones jurisprudenciales, se evidencia tanto

el desacuerdo, como la ausencia o indeterminación de un criterio que ponga de


manifiesto la necesidad de indicar o no, dentro de la etapa declarativa de este

juicio, el monto de los honorarios intimados.

En tal sentido, esta Sala, en atención a la integridad y uniformidad que

deben caracterizar a la jurisprudencia, y a los postulados constitucionales

relacionados con el debido proceso y el derecho a la defensa, estima necesario

analizar y tomar en cuenta las argumentaciones explanadas en los criterios antes

referidos, para verificar y establecer aquél que resulte ser el más garantista de los

derechos procesales que tienen las partes dentro de este juicio de estimación e

intimación de honorarios profesionales.

Ahora bien, el objeto de la pretensión de cobro de honorarios profesionales,

consiste básicamente en que el abogado intimante, obtenga una cantidad de dinero por

concepto de su actividad profesional.

Para ello se hace necesario, en primer lugar, obtener del aparato

jurisdiccional, la declaratoria de certeza del derecho a cobrar; y en segundo lugar, que se

ejecute el derecho declarado, es decir, que se paguen los emolumentos

correspondientes.

En este contexto, si en la primera fase del juicio, el juzgador únicamente

tiene la obligación de declarar la procedencia o improcedencia del derecho a cobrar,

omitiendo el establecimiento de la cantidad, quedaría en evidencia que tal declaración

de certeza resulta insuficiente tanto para el intimado, quien deberá decidir si acogerse o

no al derecho de retasa, el cual es optativo; como para el demandante, cuando requiera

comprobar que el monto a cobrar está ajustado a sus pretensiones.


En todo caso, es innegable el derecho que tienen las partes de apelar de la

mencionada declaración, si eventualmente una de ellas o ambas, disienten de la

sentencia dictada en la primera fase.

Al respecto, la Sala Constitucional, en sentencia N° 1602, de fecha 30 de julio

de 2007, caso: Gomulka García Acuña, señaló lo siguiente:

“…En la primera fase o etapa declarativa, la parte perdedora tiene


derecho a que le sea revisada la decisión que le ha resultado adversa, no
sólo por el tribunal de alzada sino incluso por casación, en los
supuestos y oportunidades previstos en la Ley y, en la segunda fase o
etapa ejecutiva, no sólo es inapelable el fallo de retasa, sino cualquier
otra decisión íntimamente conexa con ella...”.

El precedente criterio jurisprudencial, señala que el procedimiento por cobro

de honorarios profesionales, en su fase declarativa, establece para las partes el derecho a

recurrir de tal decisión. Agrega además, que el fallo dictado en esta etapa, es revisable a

través del recurso ordinario de apelación y el extraordinario de casación.

En este sentido, será objeto de apelación la sentencia dictada en la fase

declarativa, y dentro de ésta, únicamente será revisable, tanto en segunda instancia

como en sede casacional, la procedencia del derecho a reclamar honorarios;

mientras que para el monto pretendido por concepto de honorarios profesionales, la

Ley prevé expresamente el derecho de retasa, cuyo ejercicio haría discutible y

modificable la determinación de esta cantidad, y en caso contrario, es decir,

cuando no se solicite esta experticia, la sentencia obtendría el carácter de cosa

juzgada, de conformidad con el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil.


Es evidente, pues, que la sentencia que declara el derecho adquirirá

fuerza de cosa juzgada una vez agotados los recursos, o en el supuesto de que

dichos medios procesales no sean ejercidos o se dejen perecer. En esa oportunidad

la decisión se constituye en título ejecutivo y, por ende, debe ser autosuficiente y

expresar en su contenido las menciones que permitan su ejecución, ello en garantía

de la tutela judicial efectiva.

En relación con ello, de conformidad con lo previsto en el artículo 272

del Código de Procedimiento Civil, “Ningún juez podrá volver a decidir la

controversia ya decidida por una sentencia, a menos que haya recurso contra

ella o que la ley expresamente lo permita”. (Resaltado de la Sala).

Dentro de esa perspectiva, respecto de la fijación del monto reclamado

por cobro de honorarios profesionales, el artículo 22 de la Ley de Abogados

establece que “Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en cuanto al

monto de honorarios por servicios profesionales extrajudiciales, la controversia se

resolverá por la vía del juicio breve y ante el Tribunal Civil competente por la cuantía.

La parte demandada podrá acogerse al derecho de retasa en el acto de la contestación

de la demanda”; y la jurisprudencia de esta Sala ha señalado además que acogerse a la

retasa en el referido acto de contestación, “…no impide que el intimado pueda

manifestar acogerse al derecho de retasa una vez quede firme la sentencia que acuerde

el derecho a cobrar honorarios profesionales.…”. (Vid. Sentencia N° 134, de fecha 7

de marzo de 2002, reiterada en sentencia N° 169, de fecha 2 de mayo de 2005, caso:

Carmen Vicenta Hidalgo contra Epifanía Gutiérrez de Hayer).

Por consiguiente, aun cuando la sentencia que declare el derecho

exprese en su contenido el monto reclamado por la parte demandante, tal


pronunciamiento no adquiere fuerza de cosa juzgada, pues la ley permite su

cuestionamiento mediante la retasa; en otras palabras, sólo si ésta no es ejercida, es

que la decisión que declara el derecho, es susceptible de adquirir la referida

firmeza y en consecuencia, sería procedente su ejecución. No así el

pronunciamiento relacionado con el derecho de cobro, el cual no podría ser

examinado en la fase de ejecución.

Respecto a la retasa, tanto la doctrina como la jurisprudencia la han

definido como el derecho que tiene el intimado de solicitar que se realice una

experticia, en la fase ejecutiva del proceso, con la finalidad de ajustar los

honorarios estimados por la parte intimante. Es, en otras palabras, el medio

legalmente establecido, para que la parte intimada pueda objetar el monto

determinado por concepto de honorarios profesionales.

De allí que, salvo las excepciones previstas en el artículo 26 de la Ley

de Abogados, no constituye una obligación para el demandado solicitar la retasa,

pues por el contrario, le resulta posible u optativo acogerse o no a este derecho.

En este sentido, es indispensable indicar en la sentencia declarativa, la

cantidad a pagar por concepto de honorarios profesionales, pues si la parte

intimada decide no solicitar la retasa del monto objeto de la pretensión, no se

nombraría retasador alguno y, por lo tanto, se ahorraría la obligación de pagar los

honorarios causados por la retasa. En ese supuesto, el fallo dictado en esta primera

etapa del juicio, adquiriría el carácter de cosa juzgada de conformidad con el

artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, y la condena en él declarada sería

perfectamente ejecutable, lo cual determina que la parte podría cumplir

voluntariamente con el mandato de dicha sentencia declarativa. De esa manera, la

parte opta por una pronta ejecución, acorde con los principios de economía y

celeridad procesal.
En caso contrario, de ser indeterminada la cantidad intimada en esta

primera fase del proceso, por no contener esa mención la sentencia que declara el

derecho, los supuestos referidos precedentemente resultan utópicos, pues de no ser

ejercida la retasa, la sentencia resultaría inejecutable.

Asimismo, esta Sala aprecia que dejar el juez de indicar el monto

intimado en la fase declarativa del juicio, desvirtúa la naturaleza jurídica de la

retasa, puesto que lejos de ser una opción para el intimado, resulta ser un requisito

indispensable, sin el cual sería imposible determinar, en fase ejecutiva, el monto a

pagar y, en consecuencia, se tendría una sentencia inejecutable. Aunado a ello, no

habría límite para el retasador, quien podría dictar un auto de ejecución que no

conceda lo que corresponde.

Por las razones precedentemente señaladas, muchas de las cuales tienen

como base los razonamientos expuestos en la jurisprudencia, esta Sala reafirma el

deber de los jueces de instancia de fijar el monto de los honorarios profesionales,

en la primera etapa del referido procedimiento, es decir, en la fase declarativa.

Con tal forma de proceder, la parte intimada tendría la posibilidad de

cumplir voluntariamente con la obligación, cuando estuviere conforme con la

cantidad establecida, en cuyo supuesto, la sentencia dictada en esta fase obtendría

el carácter de cosa juzgada respecto del derecho de cobro, con exclusión del monto

de los honorarios fijados, pues en caso de desacuerdo con éstos, el interesado

podría objetar dicha cantidad a través de la retasa.

Aunado a lo antes expuesto, precisar la cantidad intimada en la etapa

declarativa, permite a los jueces retasadores, cuando esta experticia sea solicitada,

obtener un parámetro para ajustar el referido monto durante la fase ejecutiva; y por
último, tal determinación del objeto de la controversia haría ejecutable el fallo, y

permitiría el cumplimiento de principios constitucionales como la celeridad y

economía procesal.

En consecuencia, esta Sala ratifica la necesidad de fijar el monto de los

honorarios profesionales en la etapa declarativa del procedimiento de estimación e

intimación de honorarios profesionales, pues ello constituye presupuesto

indispensable para que la sentencia resulte autosuficiente a los fines de su

ejecución, en el supuesto de que no fuese solicitada la retasa. Así se establece.

Hechas estas consideraciones, esta Sala de Casación Civil observa, después

de realizar un detenido análisis de la sentencia recurrida, la cual fue dictada en la

primera etapa o fase declarativa del presente juicio de estimación e intimación de

honorarios profesionales, que la jueza de alzada, al momento de declarar el derecho a

cobrar que tienen los abogados intimantes, omitió indicar a cuánto asciende el monto

que debe pagar la parte intimada, cantidad ésta que posteriormente podrá ser objeto de

retasa, en la fase ejecutiva del presente procedimiento.

En efecto, esta Sala constató que la sentencia dictada por el Juzgado Superior

Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Protección del Niño y del Adolescente

de la Circunscripción Judicial del estado Táchira, de fecha 22 de enero de 2010, se

encuentra viciada de indeterminación objetiva, por cuanto el objeto de la controversia no

está determinado, toda vez que la jueza superiora no expresó el monto de los honorarios

profesionales que la parte demandada debe pagar a los abogados intimantes, lo cual

atenta contra la cosa juzgada, puesto que impide que la referida decisión pueda ser

ejecutada.
Por otro lado, cabe destacar, que con tal omisión, la sentenciadora de alzada

impidió a la parte intimada conocer cuál es el monto que debía ser pagado, lo que resulta

indispensable para que la parte intimada decida si cumple voluntariamente o, en caso de

desacuerdo, podría impugnar el monto de los honorarios profesionales.

Por último, es preciso indicar que la referida infracción cometida por la

sentenciadora de alzada, impide a los retasadores tener un parámetro que permita, en la

fase ejecutiva del presente procedimiento, establecer el quantum definitivo que debe

pagar la parte intimada.

Por los razonamientos anteriormente expuestos, esta Sala considera que la

conducta desplegada por la jueza de alzada en el presente fallo es contraria a derecho

por cuanto atenta contra exigencias formales que atañen al orden público y contra

principios constitucionales como el derecho a la defensa, el debido proceso y la cosa

juzgada.

En consecuencia, esta Sala de Casación Civil declara procedente la

presente denuncia, tal como se declarará de manera expresa, positiva y precisa en

el dispositivo del presente fallo. Así se establece.

Por haber prosperado una denuncia por defecto de actividad, la Sala no

entra a decidir las restantes, conforme a lo dispuesto en el artículo 320 del Código

de Procedimiento Civil.

DECISIÓN

En fuerza de las anteriores consideraciones, el Tribunal Supremo de

Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil,


administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

declara CON LUGAR el recurso de casación propuesto por la representación

judicial de la parte demandada, contra la sentencia dictada en fecha 22 de enero de

2010, proferida por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito,

Bancario y Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial

del estado Táchira. En consecuencia, ANULA el fallo recurrido, y ORDENA al

tribunal superior que resulte competente, dictar nueva decisión sin incurrir en el

quebrantamiento de forma aquí detectado. Queda de esta manera CASADA la

sentencia impugnada.

Dada la naturaleza del fallo, no hay condenatoria en costas del recurso.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al juzgado superior antes

mencionado, de conformidad con lo previsto en el artículo 322 del Código de

Procedimiento Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación

Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diez (10) días del mes de

diciembre de dos mil diez. Años: 200º de la Independencia y 151º de la Federación.

Presidenta de la Sala,

________________________

YRIS PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta-ponente,
__________________________

ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ

Magistrado,

__________________________

ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

Magistrado,

______________________

CARLOS OBERTO VÉLEZ

Magistrado,

_________________________________

LUÍS ANTONIO ORTIZ HERNÁNDEZ

Secretario,

____________________________

CARLOS WILFREDO FUENTES

Exp. Nro. AA20-C-2010-000110


Nota: Publicado en su fecha a las

Secretario,

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