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Sentencia nº 38 de Tribunal Supremo de

Justicia - Sala Plena de 19 de Septiembre


de 2002
Fecha de Resolución: 19 de Septiembre de 2002
Emisor: Sala Plena
Número de Expediente: 02-029
Ponente: Franklin Arrieche Gutiérrez
Procedimiento: Antejuicio de mérito

CONTENIDO
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA
SALA PLENA ACCIDENTAL
MAGISTRADO PONENTE: F.A.G.
VISTOS.-
Comenzó este procedimiento de antejuicio de mérito mediante escrito que presentó el 24 de
mayo de 2002, el ciudadano J.I.R.D., en su carácter de Fiscal General de la República. Al
comienzo, en su querella, el Fiscal General de la República expresó lo siguiente:
Yo, J.I.R.D., venezolano, mayor de edad, abogado, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el No. 7.421, casado, titular de la Cédula de
Identidad No. V-2.218.534, domiciliado en la Avenida Méjico, Edificio Despacho
del Fiscal General de la República, esquina "Pele el Ojo" con frente a la Plaza
Parque Carabobo, procediendo en mi carácter de Fiscal General de la República,
según designación hecha por la Asamblea Nacional, publicada en la Gaceta Oficial
de la República Bolivariana de Venezuela, de fecha 20 de diciembre de 2000, y de
conformidad con el ordinal 5 ° del artículo 21 de la Ley Orgánica del Ministerio
Público, ocurro ante ese Supremo Tribunal, para instarlo, por vía de querella,
proceda a realizar antejuicio de mérito en contra de los ciudadanos General de
División (Ej.) E.V.V., General de Brigada (Av.) P.P.O., Vicealmirante H.R.P. y
Contralmirante D.L.J.C.U., con quienes no me une ningún vínculo de parentesco,
mayores de edad y de este domicilio; antejuicio de mérito que es de la
competencia de ese Alto Tribunal, conforme a lo dispuesto en el articulo 266,
ordinal 2°, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, articulo
42, ordinal 5°, de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia y artículo 377 y
siguientes del Código Orgánico Procesal Penal

.
En el petitorio de dicho escrito el querellante expresó cuanto sigue:
PETITORIO,
Por todo lo anteriormente expuesto, en mi carácter de Fiscal General de la República, solicito
de ese Tribunal Supremo de Justicia que, con vista al contenido del expediente signado con
el No. F5TSJ-01-002, contentivo de la averiguación previa hecha con ocasión a los hechos
acontecidos los días 11, 12 y 13 de abril del presente año, DECLARE, QUE HAY MERITO
PARA EL ENJUICIAMIENTO DE LOS CIUDADANOS E.V.V., venezolano, mayor de edad,
portador de 1a cédula de identidad Nro. V-4.023.794, natural de Caracas, de estado civil
casado, de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de General de
División del componente ejército de la Fuerza Armada Nacional; H.R.P., venezolano, mayor
de edad, portador de la cédula de identidad No. V2.814.408, natural de Caripito, Estado
Monagas, de estado civil casado, residenciado en la Avenida Principal de. Los Naranjos,
Residencias Visa Bella, piso 1, Apto. 1-B, Urbanización Los Naranjos, Caracas, y de
profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de Vicealmirante del
componente Armada de la Fuerza Armada Nacional; P.P.O., venezolano, mayor de edad,
portador de la cédula de identidad Nro. 4-064.333, natural de Carora, Estado Lara, de estado
civil casado, residenciado en Calle San José, Residencias La Colina, Torre B, P.H. 4,
Urbanización Colinas de la California, Caracas, y de profesión militar en servicio activo,
actualmente con el rango de General de División del componente ejército de la Fuera
Armada Nacional; D.L.J. C0MISSO URDANETA, venezolano, mayor de edad, portador de la
cédula de identidad No. V- 3.793.306, natural de Caracas, de estado civil casado,
residenciado en Fuerte Tiuna, Viviendas de Guarnición, General en Jefe J.B., Town House
No. 4, Urbanización El Valle, Caracas, y de profesión militar en servicio activo, actualmente
con el rango de Contralmirante del componente Armada de la Fuerza Armada Nacional,
contra quienes presento formal QUERELLA, de conformidad con la exigencia legal para los
efectos del antejuicio de mérito, por la comisión del delito de REBELIÓN, previsto en el
ordinal 1° del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, el cual fue cometido en el
lugar, fecha y circunstancias que se dejan expuestas en el desarrollo de este escrito; y que,
al decidir que hay mérito para sus enjuiciamientos, se hagan las participaciones previstas en
nuestro ordenamiento jurídico a los fines previstos en la normativa correspondiente.
Señor Presidente de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, señores Magistrados, la
decisión es de ustedes y también la responsabilidad.”
CAPÍTULO PRIMERO
I
RESEÑA DEL CASO
El 27 de mayo de 2002 se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado J.R.P. para
la provisión de lo conducente. Admitida la solicitud por auto del 06 de junio de 2002, se fijó el
20 de junio de 2002 para la celebración de la audiencia oral y pública ordenada por al artículo
379 del COPP y se ordenó notificar de ello al querellante y a los imputados, a quienes
también se les notificó para la designación de sus defensores.
El 6 de junio de 2002, el ciudadano General de División (Ej) E.V.V. nombró como defensores
a los abogados RENÉ BUROZ ARISMENDI, J.J.S.C. y C.M.C..
El 11 de junio de 2002, compareció el ciudadano D.L.J.C.U. y designó como defensores a los
abogados L.A.A., M.A.R. y T.B.A..
Por su parte, en la misma fecha, el ciudadano H.R.P. escogió como sus defensores a los
abogados C.B. ESPINOZA, E.M. y M.A.C..
Por último, el ciudadano P.P.O. constituyó en defensores suyos a los abogados ENRIQUE
PRIETO SILVA y R.Q.A..
Los ciudadanos E.V.V. y H.M.P. presentaron recusación contra el Magistrado I.R.U. quien, a
su vez, recusó al Magistrado F.A.G., recusaciones éstas que fueron declaradas inadmisibles.
Como consecuencia de haberse declarado con lugar la recusación propuesta por el
Contralmirante J.C.U. contra el Magistrado O.M.D., se convocó a la Primer Suplente de la
Sala de Casación Social, M.M.M., quien aceptó el cargo y se incorporó a la Sala Plena.
Igualmente, declarada con lugar la recusación intentada por el mismo Contralmirante contra
el Magistrado J.R.P., se convocó a la Segunda Suplente de la Sala de Casación Social,
M.C.P., la cual aceptó pero fue recusada por el querellante, recusación que fue declarada
procedente, en virtud de lo cual se ordenó convocar a la Tercera Suplente de la Sala de
Casación Social, M.J.R. quien aceptó el cargo.
Después de constituida la Sala Accidental, se designó Segundo Vicepresidente al Magistrado
A.A.F. y ponente al Magistrado L.M.H..
Luego de haberse diferido la audiencia oral y pública, se fijó, como nueva oportunidad, el 18
de julio de 2002, cuando, efectivamente, se realizó con la presencia de todas las partes.
En esa oportunidad, el Fiscal General de la República explanó su querella y los imputados
realizaron exposiciones de descargo, con réplica y contrarréplica.
Convocada la Sala para discutir y votar la ponencia del Magistrado L.M.H., ésta no alcanzo la
mayoría necesaria por lo cual se reasignó la ponencia en el Magistrado A.A.F., quién
presentó su proyecto, el cual corrió la misma suerte que el anterior, razón por la cual se
reasignó en el Magistrado que con tal carácter suscribe y, siendo la oportunidad para decidir,
la Sala pasa a hacerlo en los términos siguientes:
II NATURALEZA JURÍDICA DEL ANTEJUICIO DE MÉRITO En la página 85 de su querella, el
Fiscal General de la República manifestó:
En los distintos recaudos a los que se ha hecho referencia en este escrito, hay
contradicciones fundamentales que deben ser aclaradas ante el derecho (sic) y
ante la conciencia ciudadana de Venezuela en una exhaustiva investigación

.
Lo anterior pudiese ser interpretado como una petición de autorización para llevar a cabo esa
“exhaustiva investigación” y, por tal motivo, la Sala considera necesario reiterar el criterio
sostenido en la única decisión que hasta ahora este Tribunal Supremo de Justicia ha
proferido en materia de antejuicio de Mérito de Altos Funcionarios del Estado, y que fue
dictada el 4 de julio de 2000 (caso Miquilena), en torno a la naturaleza jurídica de este
procedimiento donde, frente al argumento del entonces Fiscal General de la República,
ciudadano J.E., hecho valer en la audiencia oral y pública que en aquel momento tuvo lugar,
en el sentido de que su pretensión se limitaba a obtener una autorización para continuar
investigando, la Sala, con ponencia del Magistrado Angulo Fontiveros, expresó lo siguiente:
La Sala estima necesario dejar sentado que, de conformidad con la disposición
prevista en el artículo 377 del Código Orgánico Procesal Penal, el antejuicio de
mérito es un procedimiento penal especial que, instaurado en virtud de la querella
del Fiscal General de la República y conducido por el principio del contradictorio,
tiene por objeto declarar la certeza de si hay o no mérito para el enjuiciamiento de
los altos funcionarios del Estado a los que se refiere el ordenamiento
constitucional de la República; que la disciplina normativa acerca del antejuicio de
mérito debe ser interpretada a la luz del nuevo orden constitucional; que la
querella fiscal debe fundarse en prueba suficiente, motivo por el cual su
instauración debe ser precedida por una actividad de investigación, conducida por
el Ministerio Público, durante cuyo desarrollo debe respetarse íntegramente al
imputado su derecho constitucional a la defensa, a tenor de la disposición prevista
en el artículo 49, ordinal 1, de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en la forma y condiciones previstas en los artículos 313 y siguientes
del Código Orgánico Procesal Penal; y que el juicio sobre la prueba debe constituir
el fundamento principal de la determinación acerca de si hay o no mérito, es decir,
acerca de si hay o no lugar al enjuiciamiento.

De esta manera, quedó definida la naturaleza del Antejuicio de Mérito, distinta de la de una
simple autorización para investigar, produciéndose en aquella oportunidad el Voto Salvado
del Magistrado JORGE ROSELL SENHENN, quien expresó:
Es por lo anterior que según mi opinión, el Fiscal General, en vez de plantear el
asunto como una pesquisa, a fin de precisar pruebas que indicaran la comisión de
ese delito, desvió el propósito y contenido que debe tener una querella y presentó
de una vez, una serie de evidencias precalificando los delitos que se deducían
como cometidos.

En realidad el Fiscal General no realizó una investigación preliminar, sino que se


fue al fondo del asunto presentando de una vez parte de aquello que debía ser
objeto de la investigación y del juicio, lo cual correspondía hacer una vez que
eventualmente se decidiera que había mérito para el enjuiciamiento.

....

Lo anterior desvió lo que debía ser el objeto de la decisión del Tribunal que era
pronunciarse acerca de si había o no mérito para ordenar abrir la averiguación, y
no lo que decidieron: si estaba o no comprobada plenamente la perpetración de
los delitos señalados por el Fiscal y si el Sr. MIQUILENA estaba incurso en ellos.

....
La respuesta correcta es examinar todas estas interrogantes después de una investigación
exhaustiva de esas situaciones. La solución acertada, era convencerse de que no estábamos
juzgando a una persona, sino examinando unos hechos para determinar si ellos indicaban la
posible comisión de delitos y que si ética o moralmente tales situaciones o hechos no eran
aceptables, esto necesariamente hubiera creado una conexión con el mundo del derecho, y
específicamente, con un tipo penal que sancione tal conducta, como la disposición 72
transcrita, puesto que como lo piensa R.D., se debe partir del presupuesto de que el
razonamiento moral se caracteriza por la construcción de un conjunto consistente de
principios que justifican y dan sentido a nuestras instituciones”.
En el mismo sentido de la tesis que hoy se ratifica pareció entenderlo el Fiscal General de la
República cuando en la querella, cabeza de estas actuaciones (pág. 84), expuso:
En la documentación, que se acompañe a la querella correspondiente, se debe
comprobar la existencia de un hecho que tenga relevancia en el mundo jurídico
penal, al igual que la participación en él de la o las persona (sic) que gozan del
privilegio constitucional.

III
MATERIA DE LA DECISIÓN
Los razonamientos del querellante para requerir la actuación de este Tribunal se basaron en
una imputación textual, es decir “...la comisión del delito de REBELIÓN, previsto en el ordinal
1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, el cual fue cometido en el lugar,
fecha y circunstancias que se dejan expuestas en el desarrollo de este escrito;...”
Lo anterior, en un sistema penal acusatorio como el nuestro, significa que la Sala debe
limitarse -una vez resueltos los puntos previos alegados por las partes durante la audiencia
oral y pública-, a verificar la existencia, mediante el análisis de los medios probatorios que
cursen en autos, de los elementos de convicción suficientes para declarar si hay o no mérito
para el enjuiciamiento de los imputados por el delito de REBELIÓN a que hace mención la
querella.
Escapa, entonces, a cualquier consideración de la Sala todo aquello que sea ajeno a lo
establecido en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar,
independientemente de la afinidad o conexión que pueda existir con cualquier otro tipo, es
decir, se imputó la comisión del delito de REBELIÓN PROPIA y ningún otro.
La mencionada norma establece lo siguiente:
Artículo 476. La rebelión militar consiste:

1. En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la


paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en
cualquiera de sus poderes;

...

En fuerza de lo anterior es menester concluir que la tarea de la Sala se limitará a verificar la


existencia o no de los méritos suficientes para enjuiciar a los imputados en promover, ayudar
o sostener cualquier movimiento armado para alterar la paz interior de la República o para
impedir el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes, en el lugar, fecha y
circunstancias que se dejaron expuestas en el desarrollo de la querella.
Más aún, el Fiscal General, en la página 82 de su querella, expuso:
En efecto, de la lectura de la norma parcialmente transcrita, se observa que en ella
se describen varias conductas que, desarrolladas, son consideradas delito de
rebelión militar; y ellas son, las de promover, ayudar o sostener cualquier
movimiento armado, que tiene como objetivo, o bien alterar la paz interior de la
República, la de impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus
poderes.

Y son precisamente dos de estas conductas, en las que aparecen indicios


suficientes de su desarrollo por parte de los ciudadanos E.V.V., H.R.P., P.P.O. Y
D.L.J.C.U.; concretamente, las de promover y ayudar cualquier movimiento
armado para impedir el ejercicio de los poderes del Gobierno establecidos en la
República Bolivariana de Venezuela.

Es decir, que, por propio requerimiento del querellante, quedó excluida del ámbito de
decisión de esta Sala una de las figuras rectoras, (sostener) establecidas en el artículo 476,
ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar, por lo cual se estrecha sensiblemente la
competencia de esta Sala a la sola determinación de los méritos suficientes para el
enjuiciamiento o no de los imputados por el delito de rebelión, consecuencia de acciones
suyas consistentes en promover o ayudar, quedando excluido lo relativo a sostener un
movimiento armado destinado a alterar la paz interior de la República o a impedir el ejercicio
del Gobierno, por cuanto no hay en la querella ninguna imputación en tal sentido, sino, por el
contrario, expresamente se le soslayó.
En conclusión, la Sala debe limitar su decisión a verificar si de los elementos probatorios
traídos por el Fiscal General se desprende que, en las circunstancias de tiempo y lugar
expuestos en la querella, aparecen méritos para el enjuiciamiento de los imputados por el
delito de rebelión, en sus manifestaciones de promover o ayudar cualquier movimiento
armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
gobierno.
IV
PUNTOS PREVIOS
Previamente a cualquier decisión de fondo acerca de la declaratoria de si hay o no méritos
para el enjuiciamiento de los ciudadanos señalados por el Fiscal General de la República en
su referido escrito, debe esta Sala dilucidar una serie de puntos previos planteados por la
defensa en la oportunidad cuando tuvo lugar la audiencia oral y pública del presente
procedimiento, lo que pasa a hacer de la siguiente manera:
PRIMERO
LAS RECUSACIONES FORMULADAS AL CIUDADANO FISCAL GENERAL DE LA
REPUBLICA
Planteó la defensa del ciudadano General de División (Ej.) EFRAÍN VÁSQUEZ VELASCO
que las actuaciones realizadas por el Fiscal General de la República en este procedimiento
son nulas, en virtud de lo que disponen en los artículos 94 y 101 del Código Orgánico
Procesal Penal, toda vez que durante su tramitación estaba, y está pendiente, la resolución
de una serie de recusaciones interpuestas en su contra. En este sentido, invocó los votos
salvados que consignaron las Magistradas B.R.M.D.L. y Y.J.G. en la decisión que dictó esta
Sala, el 30 de mayo de 2002, en causa.
A este respecto, la Sala observa que ya dicha materia fue objeto de pronunciamiento, al
punto que incluso, la parte citó los votos salvados que se produjeron en esa oportunidad; por
tal razón, es aplicable el contenido del artículo 176 del Código Orgánico Procesal Penal, el
cual dispone:
Prohibición de Reforma. Excepción. Después de dictada una sentencia o auto, la
decisión no podrá ser revocada ni reformada por el tribunal que la haya
pronunciado, salvo que sea admisible el recurso de revocación.

Dentro de los tres días siguientes de pronunciada una decisión, el juez podrá
corregir cualquier error material o suplir alguna omisión en la que haya incurrido,
siempre que ello no importe una modificación esencial.
Las partes podrán solicitar aclaraciones dentro de los tres días posteriores a la
notificación.

Como puede verse una vez dictada una sentencia o auto, la decisión no puede ser revocada
ni reformada por el tribunal que la dictó -tal y como lo pretende el solicitante al requerir la
nulidad antes dicha-, a menos que sea admisible el recurso de revocación, recurso este que
no procede en caso por cuanto sólo está concedido para los fallos de mero trámite, según el
artículo 444 eiusdem y, además, por la prohibición que contiene el artículo 1 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, el cual es del tenor siguiente:
Artículo 1. La Corte Suprema de Justicia es el más alto Tribunal de la República y la máxima
representación del Poder Judicial. Contra las decisiones que dicte en Pleno o en alguna de
sus Salas, no se oirá ni admitirá recurso alguno.”
Por todo lo anterior, es forzosa la conclusión de que tal pedimento previo es improcedente, y
así se decide.
SEGUNDO
También planteó la defensa del ciudadano General de División (Ej.) E.V.V. la nulidad de las
actuaciones que llevó a cabo el Fiscal General de la República, porque la investigación del
Ministerio Público se hizo a sus espaldas y en un tiempo muy breve, lo que no le permitió
defenderse.
A este respecto observa la Sala que, en la página 85 de la querella del Fiscal, se dijo lo
siguiente:
Así mismo, es oportuno resaltar que durante el desarrollo de las actuaciones que
me obligan a solicitar el antejuicio de mérito, se le han respetado
escrupulosamente a los ciudadanos E.V.V., H.R.P., P.A.P.O. Y D.L.J.C.U. todos sus
derechos y garantías constitucionales, encabezados por el tan preciado derecho a
la defensa.

En efecto, los mencionados ciudadanos fueron llamados oportunamente por la


Institución que presido, a fin de que rindieran declaración en calidad de presuntos
imputados. Siendo el caso que solo concurrieron al llamado del Ministerio público
los ciudadanos P.P.O., H.R.P. Y D.L.J.C.U. quienes fueron impuestos de todos sus
derechos...(omissis)

En lo que respecta al General de División (Ej) E.V.V., él fue llamado


oportunamente a rendir declaración ante el Ministerio Público, como consta al pié
de la boleta que le fuera remitida, la cual cursa al folio 94 de la primera pieza del
expediente, a fin de que pudiera, si lo consideraba conveniente, hacer uso del
derecho a la defensa; derecho éste, el cual entendemos no quiso ejercer, pero que
en ningún momento le fue negado.

Aprecia la Sala que, efectivamente, el mencionado ciudadano fue citado por el Ministerio
Público, tal y como consta en boleta que forma el folio 194 de la pieza 1 de este expediente,
en la cual dicho ciudadano estampó: “ le participo que estoy en proceso de sometimiento a
un antejuicio de mérito”. Lo anterior conduce a este Alto Tribunal a considerar que el General
E.V.V. sí tuvo conocimiento de las pesquisas que adelantaba el Ministerio Publico y tuvo
posibilidad de defenderse y que, efectivamente, materializó esas posibilidades al punto de
que, tal y como se dijo en el particular anterior, recusó al Fiscal General de la República y
presentó escrito donde hizo valer el principio non bis in idem, escrito este que corre a los
folios 223 y 224 de la pieza 2 del expediente.
Por lo que respecta a la brevedad de la investigación estima la Sala que ello, en ningún caso,
puede ser motivo de la nulidad de ella; primero, por cuanto precisamente es lo deseable que
las investigaciones no sean prolongadas y, segundo, por cuanto no significa ninguna
desigualdad, desde luego que esa circunstancia rige en los mismos términos para el
investigador y para el investigado.
Debido a lo anterior, la petición que ahora se analiza debe ser declarada improcedente y así
se decide.
TERCERO
NULIDAD DE LAS DECLARACIONES RENDIDAS POR FUNCIONARIOS DEL EJECUTIVO
NACIONAL
Señaló la defensa del ciudadano General de División (Ej) E.V.V., en relación con las
declaraciones aportadas por el Ministerio Público en el expediente contentivo de su
investigación preliminar, que las mismas son manifiestamente ilegales, toda vez que se trata
de testigos “pertenecientes al gobierno nacional” o de interpretaciones “políticas”, que no
garantizan el debido proceso ni el contradictorio. En ese mismo sentido, invocó los artículos
13, 197 y 222 del Código Orgánico Procesal Penal, para referirse a las pruebas presentadas
por el Ministerio Público, especialmente las testimoniales, que consideró inválidas por no
ofrecer ningún fundamento serio.
A este respecto, concluye la Sala que si los funcionarios a los cuales se refiere el solicitante
fueron protagonistas o tuvieron participación de primer orden en los sucesos narrados en la
querella, no puede pretenderse la nulidad de sus declaraciones como consecuencia del
cargo que ostentan u ostentaron, desde luego que eso significaría la imposibilidad de realizar
la investigación de tales hechos.
En mérito de lo anterior, debe desestimarse el alegato que se comenta y así se decide.
CUARTO
NULIDAD DE LA QUERELLA POR FUNDARSE EN UN PROCESO PENAL DECLARADO
NULO
Alegó la defensa del ciudadano E.V.V., con base en la sentencias de la Corte Marcial y de la
Sala Constitucional de este Tribunal Supremo, ambas de fecha 14 de mayo de 2002, que “la
Querella del Fiscal General de la República es nula, por cuanto se fundamenta en una
investigación penal militar anulada por la Corte Marcial y prohibida por la Sala
Constitucional...”
En cuanto a este pedimento, observa la Sala que si una querella tiene su base en una
averiguación o en un proceso investigativo declarado nulo, ello podrá ser causa de la
desestimación o improcedencia de dicha querella, pero nunca de su nulidad. Mutatis
mutandi, puede decirse que si una demanda esta acompañada con un instrumento
fundamental, es decir, aquél del cual se deriva inmediatamente la acción deducida y dicho
documento resulta nulo, como por ejemplo, la letra de cambio que no llena los requisitos
establecidos en los artículos 410 y 411 del Código de Comercio, tal nulidad podrá conducir a
la declaratoria sin lugar de la pretensión, pero jamás a la nulidad del libelo contentivo de esa
pretensión.
No obstante lo anterior, deja constancia esta Sala de que el Fiscal General de la República,
al intervenir en la audiencia oral y pública, manifestó que no se había basado en las
actuaciones que forman parte de la investigación declarada nula, y advierte, asimismo, que
ninguna de las actuaciones infectadas de nulidad serán tomadas en consideración para la
emisión del presente fallo.
El ciudadano E.V.V. manifestó, igualmente, que los hechos investigados no revisten carácter
penal por cuanto carecen de tipicidad, al no estar presentes los elementos objetivos y
subjetivos necesarios y que la querella no cumple con los requisitos de forma que exige la
ley, por cuanto no se basó en prueba lícita alguna. Y, a tal respecto, esta Sala considera que
tales planteamientos no constituyen materia de un punto previo sino que tocan el fondo,
razón por la cual deben ser desestimados en esta oportunidad por extemporáneos y
resueltos al considerar el tema a decidir que ya ha sido determinado.
QUINTO
INCONSTITUCIONALIDAD DEL ARTÍCULO 476 DEL CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA
MILITAR
Sostiene la defensa del General P.P. OLIVARES la inconstitucionalidad del artículo 476,
ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar, indicando que dicha norma es
prácticamente idéntica al artículo 642 del Código de Justicia Militar argentino, artículo éste
que al ser comentado por el doctrinario R.A.B., éste sostiene que, el texto legal argentino es
nulo e inconstitucional en lo referente a la función de sostén de gobiernos que impone a las
Fuerzas Armadas, en contra de los principios constitucionales.
Observa la Sala, en cuanto a este argumento, que se está solicitando la nulidad de un texto
legal mediante la comparación que de él se hace con una norma extranjera, para poner en
evidencia su similitud, pero que nunca se hizo mención a cuál sería la norma constitucional
vulnerada por el artículo cuya declaratoria de nulidad se pretende.
En tales condiciones está vedado a la Sala suplir argumentos no formulados por las partes.
Con base a lo anteriormente expuesto, también debe declararse improcedente la anterior
solicitud y así se decide.
v
IMPUTACIÓN DEL FISCAL
La única imputación que atribuyó el Fiscal General de la República a los oficiales generales o
almirantes, cuyo enjuiciamiento pidió es la de haber cometido, en su opinión, el delito que
establece el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia Militar, el cual, como ya
se dijo, dispone lo siguiente:
Artículo 476. La rebelión militar consiste:

1. En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la


paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en
cualquiera de sus poderes;

...

Esta conducta ha sido denominada rebelión propia y su tipo, en este caso específico, tiene
como acciones rectoras las de promover o ayudar cualquier movimiento armado para alterar
la paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del gobierno en
cualquiera de sus poderes.
Para que una determinada conducta del hombre pueda reprocharse en el mundo del derecho
penal, es menester que esa conducta pueda subsumirse perfectamente en el supuesto de
hecho o descripción del tipo que la ley ha dado. Es decir, esa conducta debe encajar
milimétricamente, tal y como casa el tornillo en la tuerca, el dedo en la sortija, la bala en el
calibre, en el supuesto de hecho que el órgano legislativo ha establecido como criminoso.
En efecto, es de todos sabido que la norma jurídica está compuesta por un supuesto de
hecho y una consecuencia jurídica. En el Derecho Penal, regido por el principio de la
legalidad de los delitos y las penas, es preciso, para que pueda existir delito, que
previamente a la acción u omisión del hombre, esa conducta haya sido reconocida como
criminosa y que, igualmente, de manera previa se haya tarifado la sanción a que se hace
acreedor el responsable de esa conducta.
En este orden de ideas, advierte la Sala que la defensa de los imputados hizo valer el
argumento de que el delito de rebelión militar no tiene pena establecida en el artículo 476 del
Código Orgánico de Justicia Militar, o lo que es lo mismo, que dicha norma es una de
aquellas que se conocen como imperfectas, por cuanto si bien establece una conducta
reprochable, no consagra el castigo que deba tener como consecuencia del ejercicio de esa
acción.
Es de tal importancia ese argumento que la Sala Plena se siente obligada a hacer, de
inmediato, su previa consideración y resolución y pasa a hacerlo en los términos siguientes:
El ciudadano Fiscal General solicitó la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento de los
ciudadanos General de División (EJ) E.V.V., General de Brigada (Av) P.P.O., Vicealmirante
H.R.P. y Contralmirante D.L.J.C.U., identificados en autos, por el delito de rebelión militar. El
Fiscal fundamentó su solicitud en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de Justicia
Militar.
Dicho Código, efectivamente, no contiene previsión de pena respecto a la conducta descrita.
El delito de rebelión militar, en su forma propiamente dicha, que consistiría en la existencia
de un movimiento armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o
dificultar el ejercicio del gobierno, no existe en nuestra legislación castrense. Esta legislación
reconoce formas cualificadas o agravadas del delito y el delito de rebelión impropia (sin
alzamiento colectivo armado), como lo serían la instigación a la rebelión (artículo 481 del
Código Orgánico de Justicia Militar) y, en el ámbito del derecho común, la conspiración
(artículo 144, ordinal 2°, del Código Penal). No obstante, estos delitos no son materia de la
presente decisión. La tipificación delictiva que estableció el Código de Justicia Militar y Naval
de 1933 era distinta a la del Código vigente por cuanto, en el mismo, estaban dispuestas las
penas para los casos de rebelión propia (artículos 116, en relación con el 117 eiusdem).
En nuestro derecho rige el principio de legalidad, según el cual la única fuente de los delitos y
de las penas es una ley que dicte el Poder Legislativo Nacional. En este sentido, nuestra
legislación recoge el principio contenido en el clásico apotegma nullum crimen nulla poena
sine lege y que tanto el Código Penal como el de Justicia Militar lo reconocen cuando
expresan: “Nadie podrá ser castigado por un hecho que no estuviere expresamente previsto
como punible por la ley, ni con penas que ella no hubiere establecido previamente” (artículo
1° del Código Penal) y “Nadie puede ser enjuiciado militarmente sino por lo hechos
calificados y penados por este Código” (artículo 6 del Código Orgánico de Justicia Militar).
Está generalmente admitido que estos principios se consideran básicos para el estado de
derecho.
El artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar define dos supuestos de hecho para la
rebelión militar: el primero es “promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado
para alterar la paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno
en cualquiera de sus poderes”. El segundo es “cometer, durante una guerra civil, para
favorecer al enemigo de la legalidad, cualquiera de los hechos enumerados en los ordinales
26°, 27°, 28° y 29° del artículo 464, en cuanto sean aplicables”.
El artículo 464 se refiere al delito de traición a la patria y los supuestos de hecho contenidos
en los mencionados ordinales, es decir, “poner en peligro la independencia de la Nación o la
integridad de su territorio” (26°); “inducir o decidir a potencia extranjera a hacer la guerra
contra la Nación o atentar en cualquier forma contra la soberanía nacional” (27°); “haber sido
causa de la derrota de las fuerzas nacionales” (28°) e “impedir que una operación de guerra
produzca las ventajas que debía producir” (29°). Estas hipótesis son enteramente distintas,
tanto en sus elementos estructurales como temporales, a los que establece el ordinal 1 del
mencionado artículo 476.
El ordinal 2° del mencionado artículo 476 define un supuesto de hecho distinto e
independiente del que contiene en el ordinal 1 señalado, cuya acción consiste en comisión
(elemento objetivo) “durante una guerra civil” (elemento temporal), “para favorecer al
enemigo de la legalidad (elemento subjetivo y normativo). Resulta procedente recordar, como
se ha dicho, que el tipo penal debe aparecer necesariamente conformado por el supuesto de
hecho (parte objetiva y subjetiva de la conducta) y por la pena como consecuencia jurídica.
Si falta cualquiera de estos dos enunciados normativos de la disposición referida en primer
término, llamados a estructurar el tipo básico propiamente dicho, no se configura una
conducta punible.
Los artículos 477, 478 y 479 eiusdem, conforman, pues, tipos autónomos de rebelión, los
llamados cualificados o agravados, que deben partir de una descripción básica (precepto),
destinada a establecer conductas, igualmente distintas y autónomas con caracteres y
penalidades propias. Así, el artículo 477 requiere, en su primera parte, el componente típico
que está dado por la expresión presencia del “enemigo extranjero” (referencia objetiva) y la
“adhesión a la rebelión”. El artículo 478 hace referencia a la “presencia del enemigo rebelde”
(elemento normativo) y el artículo 479 establece textualmente: “en todos los demás casos de
rebelión militar la pena será de veinticuatro (24) a treinta (30) años de presidio para las
personas comprendidas en el ordinal 1° del artículo 477 y de veintidós (22) a veintiocho (28)
años de presidio para las comprendidas en el ordinal 2° del citado artículo”. Como puede
verse, esta norma no se refiere para nada al ordinal 1 del artículo 476 citado.
En este mismo orden de ideas, la Sala observa lo siguiente:
a El artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, al describir el tipo legal de
la Rebelión Militar, silenció la materialización del reproche a través de la expresión de su
efecto jurídico más importante, esto es, la pena.}
b
No obstante, estima esta Sala que el artículo 479 eiusdem resulta inaplicable en
concordancia con el artículo 476, ordinal 1, ibidem, por cuanto entre ambas disposiciones
legales falta una identidad esencial como lo es la de la incriminación. En efecto, al remitirse
al artículo 477 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, el artículo se está
refiriendo, necesariamente a quienes actúan en calidad de iniciadores, directores o jefes de
la rebelión, en tanto que el artículo 476 ordinal 1 eiusdem describe como supuestos de hecho
los de “promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado para alterar la paz interior
de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus
poderes”. En otros términos, vistos los verbos rectores de los supuestos de hecho en una y
otra disposición se concluye que son acciones que no sólo no son equivalentes sino que, en
el caso específico de la ayuda a la cual se refiere el artículo 476 ordinal 1, sería más bien un
supuesto de complicidad (Código Penal artículo 84, ordinales 1° y 3°), y ello es francamente
antitético con una actividad de dirección o jefatura. En este orden de ideas y para reforzar el
criterio de la inaplicabilidad de las penas que dispone en el artículo 479 del CÓDIGO
ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR a los tipos legales del artículo 476 ordinal 1 eiusdem,
bastaría con preguntarse ¿cuál sería la pena aplicable a quién ayude pero no sea iniciador,
director, ni jefe de la rebelión?
Por lo que cabe la conclusión, como consecuencia de todo lo anterior, de que ninguno de los
delitos señalados está en discusión en el presente caso.
Desde luego que tal vacío legal de la disposición referida (artículo 476, ordinal 1) no puede
ser subsanado por interpretación analógica por cuanto ello entraría en colisión con el
principio de legalidad antes señalado, el cual supone, además, que los componentes
punibles sean concebidos en forma precisa. Lo contrario conduciría a una aplicación
analógica in malam partem, en condiciones similares a las establecidas en el Código
soviético de 1926 y nacional socialista alemán de 1935.
En todo caso la existencia de concepciones antitéticas o contradictorias en relación con el
problema en estudio, es ciertamente significativo que, en relación con la existencia o
inexistencia de pena para los delitos de rebelión tipificados, total o parciales, según el criterio
que se acoja, en el artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR existe una
duda grave y razonable, lo cual debería conducir necesariamente a la aplicación del principio
pro libertatis o favor libertatis establecido en el artículo 24 in fine de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.
No puede olvidarse que nuestro actual sistema procesal penal es acusatorio y que el juez no
puede sustituir al Ministerio Público en el ejercicio de la acción penal. En consecuencia,
como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento que describe el referido ordinal
1 del artículo 476, único en el cual el ciudadano Fiscal General de la República fundamentó
su calificación jurídica, no puede ser procedente la declaratoria de mérito para el
enjuiciamiento penal que solicitó dicho funcionario. Así se declara.
CAPÍTULO SEGUNDO ANÁLISIS DE LOS HECHOS
A pesar de que el pronunciamiento anterior es suficiente para desestimar la solicitud del
Fiscal General, la Sala Plena no puede pasar por alto la gravedad de la situación que vivió
Venezuela durante los primeros días de abril de 2002, los cuales tuvieron reflejo en la
comunidad internacional, al punto que la Organización de Estados Americanos emitió un
comunicado de prensa en el cual señaló:
Con ocasión de los acontecimientos del 11 de abril y la subsiguiente alteración del orden
constitucional, la Comisión emitió un comunicado de prensa el 13 de abril de 2002, en el que
expresó, entre otras cosas, su más enérgica condena por los hechos de violencia que
costaron la vida de al menos 15 personas y causaron heridas a más de un centenar.
Asimismo, la Comisión lamentó constatar que durante los días 12 y 13 de abril se produjeron
detenciones arbitrarias y otras violaciones a derechos humanos; deploró la destitución de las
más altas autoridades de todos los poderes públicos; y advirtió que dichos hechos
configurarían los supuestos de interrupción del orden constitucional contemplados en la
Carta Democrática. (Resaltado de la Sala) (Tomado de la página Web www.oea.ors).
El clima de confrontación, el antagonismo de distintos grupos de la sociedad con relación a
los mismos, y lo que se vio y vivió en el país durante esos días, cuando se produjeron paros
de actividades y huelgas tales como la de la industria petrolera, marchas y contramarchas,
programas de televisión, escritos en la prensa, cadenas presidenciales, pusieron de relieve
las diferentes maneras de apreciar y calificar, por parte de esos exponentes, la conducción
del gobierno.
Se han divulgado videos, se ha dicho de muchas maneras, pretendiendo hacer ver a la
opinión pública que este Tribunal Supremo de Justicia no toma en cuenta tales hechos, que
el Fiscal General de la República y otros factores de la vida nacional calificaron como delito
de rebelión tipificado en el ordinal 1 del artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA
MILITAR.
De tal manera que si la Sala se limitara al sólo pronunciamiento de derecho, el país y la
comunidad internacional quedarían con la incógnita sobre el criterio de valoración que este
Alto Tribunal pudiera emitir sobre lo fáctico, por lo cual es de superlativa importancia
examinar los términos en que se produjo la imputación fiscal y es por eso que se pasa a
hacerlo tal como sigue:
PRIMERO LA IMPUTACIÓN I El Fiscal General dijo: “Se le (sic) imputa a los mencionados
ciudadanos, la comisión de hechos delictuosos, los cuales determinaré en el texto de esta
solicitud”.
A partir de la página 2, en un capítulo denominado De Los Hechos, narró cómo la marcha
efectuada el 11/04/02 tuvo como origen el conflicto laboral que se presentó en PDVSA, en
virtud de la designación que hizo el Presidente de la República de la nueva Junta Directiva, lo
que, a juicio de alguno de sus trabajadores, resultaba atentatoria contra la meritocracia.
Que a raíz de estos nombramientos se suscitó una serie de protestas en PDVSA, las cuales
fueron desarrollándose en escala, encaminada a la paralización total de la industria.
Que a ello se sumó el despido y jubilación de algunos gerentes y profesionales de PDVSA
que anunció el Presidente Chávez, el 7/04/02, en su programa Aló Presidente.
Que, frente a esa decisión presidencial, algunos trabajadores de PDVSA, en esa misma
fecha convocaron a la paralización de actividades a nivel nacional, lo que se cumplió en
forma escalonada, a partir del día 9 del mismo mes y año; que a esa convocatoria se
sumaron FEDECÁMARAS y CTV “... por decisión de sendos Comités Ejecutivos, presididos
por los ciudadanos P.C.E. y C.O., respectivamente”.
Que, ante esa situación, el Ejecutivo Nacional procedió a emitir continuas cadenas para
evidenciar la normalidad en el país y el fracaso del paro; y que, por su parte, los medios de
comunicación informaban sobre hechos vinculados con la paralización de actividades.
Seguidamente, reseñó los titulares del diario “El Universal” del 10/04/02.
Acotó el Fiscal que, el 10 de abril de 2002 el General de Brigada (Ej.) N.G.G., en rueda de
prensa convocada en el Hotel Tamanaco, rechazó públicamente el gobierno del ciudadano
Presidente H.R.C.F. y exigió la verdad sobre la presencia de la guerrilla colombiana en
Venezuela, así como la despolitización de la Fuerza Armada Nacional y transcribió parte del
comunicado.
Que, el 10 de abril de 2002, CTV y FEDECÁMARAS convocaron a la ciudadanía a una
marcha desde el Parque del Este hasta PDVSA y que a dicha convocatoria se unieron
distintos sectores de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales.
Que, al arribar a su destino esta concentración, diversos representantes de los sectores
participantes se dirigieron a la multitud a través de altoparlantes y, oído el clamor de los
asistentes, se decidió encaminar la marcha hacia el Palacio de Miraflores, con la intención de
solicitarle la renuncia al Presidente de la República.
Que estos acontecimientos fueron reseñados a través de distintos medios de comunicación
audiovisual y la prensa escrita.
Que los medios de comunicación audiovisuales estaban transmitiendo en vivo, por lo que la
ciudadanía tuvo conocimiento directo de los hechos, configurándose así “el hecho notorio
comunicacional”.
Que, paralelamente, en esa misma fecha, en las inmediaciones del Palacio de Miraflores, se
había congregado, desde la mañana, un gran número de personas en apoyo del Presidente
de la República y que personeros de los Poderes Públicos como el diputado J.B., los
Ministros ARISTÓBULO ISTÚRIZ, M.C.I., A.E.O. y M.L.U., así como el Alcalde de Caracas,
F.B., entre otros, procedieron a convocar a la ciudadanía, con el propósito de respaldar al
gobierno, a través de “Venezolana de Televisión”, “Radio Nacional de Venezuela” y “YVKE
Mundial”, haciendo uso, además, de altoparlantes ubicados en la tarima que se situó en el
Palacio de Miraflores.
Transcribió parcialmente el resultado de las entrevistas sostenidas por las Fiscales del
Ministerio Público comisionadas para realizar la investigación preliminar que debió preceder
a su solicitud, hechas a los Ministros M.C.I. y ARISTÓBULO ISTÚRIZ y parte de la
interpelación, ante el Comité Político de la Asamblea Nacional, hecha al Alcalde F.B..
Siguió diciendo que el 11/4/2002, aproximadamente a las 3:45 p.m., el Presidente de la
República se dirigió en cadena nacional al pueblo venezolano y manifestó que, salvo algunos
focos de violencia, había total normalidad en el país y que, durante esa alocución, anunció la
suspensión indefinida de todos los canales privados de televisión.
Que, en esa alocución, el Presidente indicó que sólo dejaría el poder conforme a los términos
establecidos en la Constitución y que hizo un llamado a la responsabilidad y a no caer en
provocaciones de sectores que acusó de “terroristas y subversivos”.
Que, cuando el Presidente hizo esos señalamientos, la marcha se encontraba cerca de las
inmediaciones del Palacio de Miraflores, donde aguardaban grupos de civiles en respaldo al
primer mandatario.
Que las televisoras privadas inicialmente acataron la transmisión en cadena, pero, a las 4:28
p.m., optaron por dividir la pantalla para mostrar simultáneamente la alocución presidencial y
los disturbios en las cercanías del Palacio de Miraflores.
Que las imágenes transmitidas al país mostraron actos de violencia que ocasionaron muertes
y heridos.
Que, a partir de las 4:35 p.m., fueron saliendo del aire las televisoras privadas por decisión
oficial, pero que la colectividad observaba el desarrollo de los acontecimientos a través de los
sistemas de canales por suscripción.
Que cuando la marcha arribó a las inmediaciones del Palacio de Miraflores fue contenida por
un “cordón humano de seguridad” de la Guardia Nacional y que, luego, algunas personas
empezaron a disparar con armas de fuego desde distintos puntos, entre éstos, Puente
Llaguno, Edificio La Nacional y las escalinatas de El Calvario.
Para demostrar lo anterior y en cuanto a la participación de la Guardia Nacional en la
marcha, transcribió parcialmente la declaración del entonces Ministro de la Defensa J.V.
RANGEL ante el Ministerio Público y las declaraciones del General de División F.B.L.; de F.B.
y del Director de la Policía Metropolitana de Caracas Comisario H.V., ante la Comisión
Especial Política de la Asamblea Nacional.
Todo lo anterior consta entre los folios 2 y 15 de la querella del Fiscal, ambos inclusive.
Observa la Sala que hasta este momento no aparece ni siquiera la mención de alguno de los
imputados, en virtud de lo cual los hechos narrados y demostrados por el Fiscal no pueden
servir como soporte de decisión alguna en contra de ellos.
Seguidamente, dijo el Fiscal que “En horas de la tarde del día jueves 11 y durante la
madrugada del viernes 12 de abril, fueron transmitidos a través de los medios de
comunicación, diversos pronunciamientos efectuados por oficiales militares de alto rango,
relacionados con los hechos antes señalados”.
Añadió que, “En efecto, las declaraciones de los diferentes Componentes de la Fuerza
Armada Nacional, estaban relacionadas con el desconocimiento del gobierno del Presidente
H.R.C.F. y del Alto Mando Militar, respectivamente. Estos mensajes fueron grabados y
transmitidos a través de los sistemas de canales por suscripción, debido a la suspensión de
las señales televisivas nacionales”.
Siguió diciendo que:
El primer vocero de este mensaje fue el Vicealmirante H.R.P., Jefe del Estado
Mayor General de la Armada, quien aparece acompañado de los Contralmirantes
D.L.J.C.U. (Jefe de Planificación de la Inspectoría General de la FAN) y F.N. ( Jefe
de Logística del estado Mayor General de la Armada); los Generales de Brigada
de la Guardia Nacional M.F.T. (Director de ONIDEX), O.J.M. (Agregado Militar en
Colombia) y R.L. (Jefe de la Guardería del Ambiente); los Generales de Brigada
del Ejército V.R.M. (Jefe del Comando Logístico del Ejército) y H.L. ( Inspectoría
de la FAN). Por el componente Aviación aparecieron los Generales de Brigada
CLINIO RODRÍGUEZ Y P.P.

.
A continuación, reprodujo el texto del pronunciamiento.
Luego, indicó que, a las 9:00 p.m., el Comandante General del Ejército, General de División
E.V.V., fijó posición ante los medios televisivos del país y transcribió parcialmente el
contenido de su alocución.
Siguió diciendo que el General de División C.A.A.M., en ese entonces Inspector General de
la Guardia Nacional, asumió la vocería de su componente, encontrándose acompañado por
el Jefe del Estado Mayor, General E.M.C., así como por el Jefe de Operaciones E.B. y el
General de División R.D.B., e igualmente, transcribió parcialmente su pronunciamiento.
Indicó que, el 12 de abril de 2002, la prensa reseñó las declaraciones del General de División
de la Guardia Nacional L.A.C.K., en ese entonces Vice-Ministro de Seguridad Ciudadana del
Despacho de Interior y Justicia, en cuanto a que expresó su respaldo al pronunciamiento del
Generalato de la Guardia Nacional, pero que, según la prensa, fue más allá: “culpó al
gobierno de las muertes de ayer, e indicó que no deseaba hacerse cómplice de las muertes
de esa matanza”, así como que dijo: “Hago un llamado al gobierno nacional: tienen que
renunciar señores”.
Transcribió parcialmente las declaraciones del mencionado militar, que difundió Venevisión el
11 de abril de 2002, y la interpelación de ese funcionario en la Asamblea Nacional el 13 de
mayo de este año.
Siguió diciendo que, a las 3:15 a.m. del 12 de abril de 2002, el componente de la Armada se
sumó a los pronunciamientos de las otras Fuerzas y transcribió parcialmente el comunicado
del Inspector General de la Armada, Vicealmirante V.Q..
Seguidamente, transcribió parcialmente la interpelación ante la Comisión Política de la
Asamblea Nacional, del General N.G.G., el 14 de mayo de 2002.
Indicó que los hechos antes narrados, a juicio del ciudadano J.V.R., estaban vinculados con
un movimiento que pretendía la salida inconstitucional del ciudadano Presidente de la
República H.R. CHÁVEZ FRÍAS, (subrayado de la Sala).
Transcribió parcialmente la entrevista que el Ministerio Público sostuvo con el General
R.C.M.M., Director de Inteligencia Militar, y el Ministro de Infraestructura I.E.H.S. así como
también parcialmente, citó la interpelación, ante la Comisión Política Especial de la Asamblea
Nacional, del entonces Ministro del Interior y Justicia, R.R.C., y del General de División M.R..
Luego, dijo el Fiscal en su querella que, en la madrugada del 12 de abril de 2002, el General
L.R., Inspector General de las Fuerzas Armadas Nacionales, procedió a leer el texto de un
comunicado ante los medios de comunicación, en el que anunciaba que el ciudadano
Presidente de la República H.R.C.F., había renunciado a su cargo y, como consecuencia de
lo anterior, el Alto Mando Militar puso sus cargos a la orden, y que de igual forma, hizo
pública la destitución del gabinete ministerial realizada por el Presidente y, en ese sentido,
transcribió el texto de dicho comunicado.
Posteriormente, transcribió parcialmente las declaraciones que rindió el General en Jefe
L.R.R. ante el Ministerio Público y ante la Comisión Política de la Asamblea Nacional.
A continuación, dijo el Fiscal en la querella que, a la 3:55 a.m., el Presidente H.C. se retiró de
las instalaciones del Palacio de Miraflores y se dirigió hacia el Fuerte Tiuna, en compañía del
Ministro de Infraestructura, E.H.S., y del General de División (Ej.) M.R., bajo custodia de la
Casa Militar, a cargo del General J.A.V.V..
A continuación, citó parcialmente, la declaración del Ciudadano H.C. ante el Ministerio
Público, la cual se analizará con posterioridad, tal y como se hará igualmente con la cita que
también hizo el Fiscal, de la entrevista hecha por el Ministerio Público a Monseñor B.P..
Reseñó también la querella el contenido de la boleta de encarcelación del Presidente de la
República, la cual forma el folio 325 de la segunda pieza del expediente y que es del tenor
siguiente:
Cumpliendo instrucciones del Ciudadano General de División E.V.V. fue ordenada,
tal como consta de “Boleta de Ingreso al Centro de Reclusión del 35 RPM-LJSM”,
suscrita por los jefes de la referida Estación, la reclusión del ciudadano Teniente
Coronel del Ejército, H.R.C.F., ( “ExPresidente de la República Bolivariana de
Venezuela”) en fecha 12 de abril de 2002, entregado por el Capitán del Ejército
J.G.E.B. y recibido ST-2DA A.J.G., tal como se desprende del folio 325 de la
segunda pieza del expediente”.

A partir del folio 47 de la querella y hasta el folio 71, se narró lo que sucedió desde
el viernes 12 de abril de 2002 a las 6:15 p.m., cuando el ciudadano P.C.E. se
juramentó ante el país como Presidente Interino de la República, designando parte
de su futuro equipo ministerial, entre los cuales apareció el coimputado H.R.P.,
como Ministro de la Defensa; que el recién nombrado Procurador General de la
República dio a conocer el Acta de Constitución del Gobierno de Transición
Democrática y Unidad Nacional, cuyo contenido transcribió íntegramente y que, a
partir de allí, se produjeron hechos como la detención de R.R.C. y T.W.S.; el
allanamiento de la sede administrativa de la Asamblea Nacional; protestas
agresivas contra la Embajada de Cuba en Venezuela y el anuncio del
desconocimiento y revisión del Acuerdo Integral de Cooperación entre la
República Bolivariana de Venezuela y la República Federativa de Cuba.

Se refirió también a la detención de los ciudadanos R.C. y H.A.A., por su supuesta


participación en los asesinatos ocurridos el día de la marcha.

Narró cómo grupos simpatizantes del Presidente Chávez realizaron


manifestaciones, a los fines de obtener el regreso del mandatario nacional y dijo
que diferentes personeros del gobierno depuesto afirmaban la falsedad de la
renuncia del Presidente que dio pie a la ruptura del hilo constitucional y advertían
que se había producido un golpe de estado.

Una vez transcrita parcialmente la entrevista hecha por el Ministerio Público al


General B.C.C., en cuanto a la situación existente en el Fuerte Tiuna para el 11 de
abril de 2002, se dedicó a hacer la crónica de cómo se desarrolló la operación
Rescate por la Dignidad Nacional que concluyó en el retorno del Presidente H.C.,
previa renuncia del ciudadano P.C.E. y asunción temporal del ciudadano D.C..

En esta última parte, es decir, lo que sucedió entre el viernes 12 de abril de 2002,
a las 6:15 p.m., cuando se juramentó el ciudadano P.C.E. (pág. 47 de la querella),
hasta el 14 de abril de 2002, cuando reasumió el cargo de Presidente de la
República el ciudadano H.R. CHÁVEZ FRÍAS (pág. 71), la única mención que
hace el Fiscal con relación a los imputados se encuentra en los folios 64 y 65 de la
querella y se refiere al General E.V.V., en su condición de Comandante General
del Ejército, quien realizó una serie de señalamientos al Decreto Constitutivo del
Gobierno de Transición, con los que condicionó el apoyo militar a las
modificaciones que debían realizarse, con apego a la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.

Lo anterior significa que, de acuerdo con la delimitación del tema a decidir


precisado con anterioridad; de los hechos señalados en la querella todo aquello
que va entre el folio 2, en cuanto al conflicto laboral de PDVSA y el folio 15,
cuando se producen los pronunciamientos de los imputados, así como también,
entre el folio 47, desde la juramentación del ciudadano P.C., hasta el folio 71,
cuando reasumió el cargo el ciudadano H.C., la única mención que de ellos se
hace -reitera la Sala- se refiere al General E.V.V., en su condición de Comandante
General del Ejército, quien hizo una serie de señalamientos al Decreto Constitutivo
del Gobierno de Transición, condicionando el apoyo militar a las modificaciones
que debían realizarse con apego a la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.

II

En cuanto a la actuación de los imputados, entre el folio 71 y el folio 78 la querella


narró las actuaciones que tendrían la entidad suficiente para la declaratoria de
haber mérito para su enjuiciamiento, siendo ellas:

i. Que los Generales o Almirantes que fueron imputados se dirigieron a la


ciudadanía, a través de los medios de comunicación, para la trasmisión de un
mensaje mediante el cual desconocían el gobierno del Presidente H.C..

ii. Que los oficiales Generales o Almirantes imputados “...se encontraban


presentes el 11 de abril de 2002 en el Fuerte Tiuna, tal como se desprende de los
videos anexos al expediente, exigiendo al Presidente de la República H.R.C.F. la
renuncia de su cargo, caso contrario se tomarían medidas drásticas contra el
Palacio de Miraflores”.

iii. Que ante la negativa del Presidente H.C. a la presentación de la renuncia al


cargo, “...los Altos Oficiales disidentes optaron por la detención ilegal del mismo.
En este sentido consta en el expediente (folio 325 de la segunda pieza del
expediente) boleta de ingreso del Presidente H.R.C.F. al Centro de Reclusión del
35 RPM-LJSM por instrucciones del ciudadano General (Ej.) E.V.V., Comandante
General del Ejército”.

Para demostrar lo relativo al particular i,. el Fiscal General hizo valer los vídeos y
transcripciones, así como periódicos que acompañó a la querella; para probar lo
relativo al particular ii, el Fiscal hizo valer los vídeos anexos al expediente así
como la entrevista realizada por el Ministerio Público al Presidente H.C.F., la
declaración del General I.H.S., quien señaló que se dirigió al Comando General
del Ejército para hablar con el General VÁSQUEZ VELASCO y se consiguió con
una situación de desobediencia y de no reconocimiento de la autoridad del Alto
Mando Militar y, para evidenciar lo relativo al particular iii, el Fiscal hace valer la
boleta de ingreso del Presidente H.C. al Centro de Reclusión, por instrucciones del
Comandante General del Ejército, la cual corre inserta al folio 325 de la segunda
pieza del expediente.

De todo lo anterior se concluye que es misión de esta Sala Plena establecer si las
actuaciones que se atribuyen a los imputados constituyen una promoción o una
ayuda a un movimiento armado para alterar la paz interior o para impedir el
ejercicio de los poderes del gobierno establecidos en la República Bolivariana de
Venezuela y se pasa a hacer en los términos que siguen:

PRIMERO PRONUNCIAMIENTOS DE LOS IMPUTADOS

Contrariamente a lo que afirmó el Fiscal en el folio 16 de la querella, el primer


vocero de estos pronunciamientos no fue el Jefe del Estado Mayor de la Armada
sino que lo fueron integrantes del componente Guardia Nacional. En efecto, la
página D-1 del periódico “El Nacional”, del 12 de abril de 2002, acompañado y
hecho valer por el ciudadano Fiscal se dice “GN alzó la voz primero” y
seguidamente indicó que la vocería de los Altos Oficiales fue asumida por el
General de División C.A.M..

No obstante, no puede escapar a esta Sala Plena que un día antes de ese
pronunciamiento, el 10 de abril de 2002, refiriéndose a lo que sucedía con la
concentración en PDVSA citada por el Fiscal, el General Damiani Bustillos, tal y
como consta al folio 250 de la segunda pieza, había dicho:

Yo soy el General de División de la Guardia Nacional de Venezuela, R.D.B., me


dirijo en el día de hoy a la opinión pública con la finalidad de hacer conocimiento
que el ciudadano Presidente de la República le ha ordenado a la Guardia
Nacional, la utilización de la fuerza con la finalidad que retire a las personas que
se encuentran frente a Pdvsa.

Como conocedor del orden público y del orden interno, aconsejo al Alto Mando
Militar que se encuentra en estos momentos reunidos en Fuerte Tiuna, que no
tomen acción que es una locura presidencial que va a empañar el nombre de la
Fuerza Armada, y en especial de mi querida Guardia Nacional.

También pido en estos momentos, lo pido pues, con la seriedad del caso que esto
requiere en estos momentos del plan detención, pido cordura al gobierno nacional,
cordura a los medios de comunicación social, a los obreros, a la CTV, a la gente
de PDVSA, a Fedecámaras y sobre todo a los venezolanos.

Cumplo con la consecuencias y repito de lo que me pueda pasar con este acto
que lo estoy haciendo conscientemente. Muchas gracias.

Es decir que antes de los acontecimientos del 11 de abril de 2002, ya altos oficiales de la
Fuerza Armada habían emitido pronunciamientos en contra de la posibilidad de que los
militares pudieran intervenir de alguna manera en un conflicto eminentemente civil.
Esta circunstancia adquiere mayor importancia si se toma en cuenta que el General E.V.V.
aseguró, en la audiencia oral que el 07 de abril de 2002, que en el C. deM. donde estuvo
presente el Fiscal General, se había elaborado un plan que comprendía labores de hostilidad
contra los manifestantes.
Una vez llegada la marcha a las cercanías del Palacio de Miraflores y producidos los
primeros hechos de violencia es cuando se produce la actuación del componente Guardia
Nacional, en la cual el General de División C.A.M. expuso que, un día antes, se había
discutido en el Comando de su fuerza la participación que ella debía tener, ya que sólo
cuando se rebasa la actuación de la policía uniformada es cuando la Guardia interviene “...en
representación de la Fuerza Armada, de garantizar ese orden...”
Dijo que en la mañana de ese día una marcha “...con una inmensa cantidad de venezolanos
salieron en forma pacífica a hacer unos planteamientos” y que “...durante el desarrollo de
toda la marcha ‘...hubo un comportamiento cívico de altura. No hubo alteraciones del orden
público ni hechos de violencia...’...”.
Narró cómo después la marcha se dirigió a Miraflores y que:
...Ahí, en ese momento, cuando esos acontecimientos se van desarrollando, llamé
al Señor Comandante General de la Fuerza que estaba reunido con el Alto Mando
y le hice saber nuevamente cuál era el sentimiento institucional y cuáles los
escenarios que nosotros veíamos probables de actuación para la institución...

Siguió diciendo que:


...Viendo los acontecimientos que se desarrollaban en la televisión, pudimos
observar que la Guardia Nacional al mando de oficiales de la institución
pertenecientes al Comando Regional N° 5, salieron a la tarea de impedir que
ambos frentes hicieran contacto. Muy bien hasta ese momento, pero resulta ser
que detrás de los miembros de la Guardia Nacional habían (sic) miembros del otro
bando, círculos bolivarianos o lo que están estacionados al frente del Palacio de
Miraflores y ellos sí ejercian violencia sobre el resto de los manifestantes y vimos
como la Guardia Nacional en vez de reprimir a ambos frentes por igual o a hacer
acciones para separar ambos bandos, solamente se dirigió contra el bando de las
personas que venian en forma pacífica...

Dijo acto seguido que:


...Llamé a mi General Lucas, al Inspector de la Fuerza y le he hecho saber que no
estamos de acuerdo con los resultados de la jornada de hoy. Y que hemos podido
evitar esa situación. Son venezolanos los que fallecieron durante la jornada, hay
heridos y hay muertos. Y estamos ante una escalada que pudiera ir a
consecuencias mayores...

Fue después de la denuncia del componente Guardia Nacional cuando el Vicealmirante


H.R.P. (Jefe de Planificación de la Inspectoría General de la Fuerza Armada Nacional),
acompañado del Contra-almirante L.J.C.U., General Brigada P.P. y otros hicieron un
pronunciamiento ante los medios de comunicación, en el cual desconocieron al gobierno,
porque consideraron la situación de riesgo manifiesto de agravamiento de la conflictividad
social, con fundamento en los artículos 57 y 350 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, porque supuestamente se lesionaron derechos humanos, debido a
que el artículo 328 de la Carta Magna le imponía a la Fuerza Armada Nacional mantener el
orden interno y evitar derramamiento de sangre.
Al respecto, manifestaron los Oficiales, en su defensa, que el mensaje no hace referencia a
la violencia, amenazas, uso de las armas o a la alteración de la paz de la República. Por el
contrario, se destacaba el respeto por las Instituciones y por la Constitución y, de acuerdo
con la obligación de la Fuerza Armada Nacional, tenían que mantener el orden interno,
conforme al mandato de la Constitución en el artículo 328 y un llamado a una Venezuela
mejor ya que había sido víctima de lo que ellos consideraron una masacre sin precedentes
históricos y que se encontraba fracturada por los mensajes de odio que habían penetrado los
sentimientos de los compatriotas.
Los Oficiales, en su defensa, manifestaron que actuaron sin dolo de malignidad, ya que ese
pronunciamiento lo consideraban un acto lícito fundamentado en el artículo 57 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según el cual tenían el derecho de
expresar libremente sus pensamiento, ideas y opiniones a viva voz por los medios de
comunicación y prohíbe la censura a los funcionarios públicos para contar de los asuntos
bajo sus responsabilidades.
En este sentido, es bueno reiterar que para poder punir a cualquier ciudadano es preciso,
además del accionar suyo, la intencionalidad, desde luego que si ella no existe o si esa
persona actúa convencida de la legitimidad de su proceder faltaría el elemento subjetivo del
tipo penal.
Es en esta parte cuando las declaraciones del Ministro de Infraestructura, General I.H.S.,
deben ser traídas a colación.
En efecto, dijo él, según consta en las actas aportadas por el Fiscal General:
Cuando ellos le piden la renuncia por que se la piden? Respondió: “Yo no te puedo decir que
ellos hayan dicho allí le pedimos la renuncia por esto, esto, y esto, ellos manifestaron de que,
por supuesto habían sido vulnerados los derechos humanos con estos muertos, ellos
siempre manifestaron inclusive en las conversaciones que tuvieron conmigo, de que., según
ellos los detonantes habían sido estos muertos, pero decirte que específicamente hicieron
una lista allí de que por estas causas, ustedes tienen que renunciar, les confieso que no, por
lo menos yo no lo oí (...) ellos siempre se montaron en el piso de que era por causa de los
muertos, producto de francotiradores, etc. etc, y de tener armados al (sic) Círculos
Bolivarianos, eso fue lo que ellos manifestaban, que ellos no podían permitir eso (...) ellos
consideraron eso una violación de los derechos humanos que se había matado gente
inocente”.- (folios 379 al 391 del Expediente Pieza 2).-
(Resaltados de la Sala).
La anterior declaración evidencia que la conducta de los imputados se encontraba precedida
de la convicción de que debían impedir un estado de cosas que consideraron nocivo, con
razones para ello, desde luego que no otra cosa indicaba la declaración del General C.A.M.,
pero no con la finalidad de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno.
Posteriormente, el General E.V. Velazco (Comandante General del Ejército), el 11-04-2002, a
las 09:00 p.m, se pronunció ante los medios de comunicación y manifestó que se violaron los
derechos humanos, consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, porque murieron venezolanos por incapacidad de dialogo y el Alto Mando lo
advirtió con tiempo, pero no se tomaron las medidas necesarias.
Asimismo, dijo que existían grupos armados bolivarianos que ofendían el nombre del
Libertador, porque pregonan la maldad y utilizan armas (delitos según la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela) y se utilizaron oficiales de la Fuerza Armada Nacional
con fines políticos. Por ello, consideró se había manchado el honor de la Fuerza Armada
Nacional, perdido la identidad con los uniformes y violentado la autoridad del Comandante
del Ejercito al recibir un subalterno del citado General Vásquez ordenes directas del
Presidente de la República. Le pidió perdón al pueblo por los sucesos acaecidos porque la
Fuerza Armada Nacional no cumplió su cometido porque creyeron que dicha Fuerza no era
para agredir al pueblo, ni para combatirlo.
Como Comandante General del Ejercito le ordenó a todos sus comandantes de batallones,
brigadas y divisiones que permanecieran en sus unidades porque eso no era un golpe de
estado, ni una insubordinación, era una posición de solidaridad con todo el pueblo
venezolano y dijo que fue fiel y leal al Presidente, pero los muertos de ese día no los podía
tolerar, y con fundamento en los artículos 328 y 350 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, estaban obligados a tomar esa decisión.
Destacó que dicho pronunciamiento no era insubordinación, sino un acompañamiento a todo
el pueblo venezolano ante lo que consideró un atropello a todos los venezolanos.” (Folio 17 y
18 querella)
De lo anterior se evidencia que, con tal pronunciamiento, no se desconoció al gobierno del
Presidente de la República sino la orden dictada por el Presidente de la República, de aplicar
el Plan Ávila porque resultaba contrario a la protección de los derechos humanos de la
ciudadanía y ello significaría una masacre, así como repudió, junto con los otros Altos
Oficiales, el genocidio que perpetraron los círculos oficialistas contra la sociedad civil
indefensa.
En este sentido, es bueno ratificar lo dicho con anterioridad en cuanto a la causa o intención
del pronunciamiento.
De igual manera, es preciso poner énfasis en el hecho de que ordenar la permanencia de las
unidades en sus sedes, lejos de significar una movilización militar, se traduce, exactamente,
en lo contrario y ello aleja la idea del tipo en lo que respecta a movimiento armado.
A las 02:30 a.m., del 12 de abril de 2002, el General en Jefe L.R.R. se dirigió al País y tal
como narró el Fiscal General, leyó una alocución donde dijo:
...Los miembros del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional de la
República Bolivariana de Venezuela deplora los lamentables acontecimientos
sucedidos en la ciudad de Capital en el día de ayer. Ante tales hechos se le solicitó
la renuncia de su cargo la cual aceptó.

Los miembros del alto Mando Militar, a partir de este momento ponemos nuestros
cargos a la orden, los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados
por la nuevas autoridades.

Finalmente, quiero hacer un llamado al glorioso pueblo de Venezuela, a mantener


la calma y el ejercicio de un ejemplar civismo, rechazando toda incitación a la
violencia y al desorden.- Tengan fe en sus Fuerza Armadas.- Muchas gracias

.-.
(Resaltados de la Sala).
Tal comunicado, emanado del Alto Mando Militar, tiene que ser interpretado en el sentido de
que ese Alto Mando Militar tampoco estaba de acuerdo con la implementación de las
actividades denunciadas por los imputados y que, además, también hacía responsable al
Presidente de la República de tales circunstancias, al punto de que le solicitó su renuncia.
En efecto, de no ser así, sería incomprensible esa justificación para ello.
Además, el General en Jefe hizo un llamado al pueblo a mantener la calma y, como es
lógico, no se puede mantener lo que no existe, por lo cual es forzosa la conclusión de que la
alteración de la paz interior de la República, según lo expuesto por el Alto Mando Militar, o no
se dio o no fue responsabilidad de los imputados.
Por último, de haber existido algún hecho criminoso no se justificaría un mensaje al pueblo a
tener fe en su Fuerza Armada.
El 12-04-2002 a las 3:15 a.m., es decir, casi una hora después de la alocución del General
L.R., anunciando la renuncia del Presidente de la República, el Almirante V.Q. (Inspector
General de la Armada) se pronunció lamentando profundamente los hechos violentos y
trágicos acaecidos ese día y se sumó al profundo sentimiento de tristeza que embargaba al
pueblo venezolano, respaldó las declaraciones de los demás componentes y su apoyo a la
sociedad civil. Hizo un llamado a la calma.
Al analizar esta alocución, es forzoso concluir que los hechos producidos en la ciudad capital,
durante la tarde del 11 de abril de 2002, fueron efectivamente violentos y trágicos, como
indicó el Almirante Quevedo, y tuvieron la magnitud suficiente para que ese componente de
la Fuerza Armada diera su respaldo a los otros componentes después de que se había
anunciado la renuncia del Presidente.
Coincidió entonces la Armada con la naturaleza del móvil de los pronunciamientos de los
imputados y eso refuerza la idea que ellos tuvieron de que procedían correctamente.
Por todo lo anterior no queda otro camino sino concluir en que tales eventos fueron de tal
gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados al creer razonablemente, que
era lícita su forma de proceder.
Subraya la Sala que ninguno de los pronunciamientos de los imputados fue puro y simple
con la intención de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino que cada uno de ellos
tuvo como causa los hechos de violencia que se estaban produciendo en el país, como
consecuencia de la citada marcha y la implementación del Plan Ávila.
Esto significa, se reitera, que procedían convencidos de lo correcto y legítimo de su proceder,
por cuanto su formación se oponía al acatamiento de una orden que consideraban
reprochable y ello aleja la idea de malignidad.
En este sentido, esta Sala reitera el criterio sostenido en la sentencia del 4 de julio de 2000
antes citada (caso Miquilena) con ponencia del Magistrado A.A.F.:
“... Por ello hay en esa descripción típica elementos objetivos que faltan en la conducta que
se solicita investigar y también un elemento subjetivo de lo injusto, no únicamente referido al
dolo sino también al fin. Por esto hay un elemento subjetivo finalístico dentro del tipo o un
elemento subjetivo. Y si tal elemento no es reproducido por el proceder del sujeto activo del
delito, estaríase en presencia de un aspecto negativo de la tipicidad: la ausencia de tipo,
enunciada como principio substancial en el artículo l° del Código Penal:
...omissis....
Tal ausencia de tipo pudiere ser entendida más bien como una ausencia total de
tipo o una atipicidad general y completa, porque faltan varios de los caracteres o
elementos típicos de la descripción hecha en la ley del delito correspondiente. Si
se trata de indagar en el ánimo del agente y de comprobar cognoscitivamente los
elementos subjetivos del tipo, se ve que allí no había malignidad, sino el
convencimiento de que su conducta era lícita porque ya había vendido sus
acciones o, por lo menos, y esto si es indiscutible, creyó que las había vendido

.
De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito en el citado artículo
476, ordinal 1, las mencionadas conductas de los imputados al emitir esos pronunciamientos,
sin que la Sala pueda emitir ningún otro pronunciamiento en relación con ellos, desde luego
que sólo se le ha exigido el que queda dicho.
Por otra parte, para que tales hechos pudieran encuadrar en la descripción dicha es preciso
el elemento finalístico; es decir, que las alocuciones tuvieren como fin promover o ayudar un
movimiento armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o dificultar el
ejercicio del Gobierno.
En este sentido, se observa que el único de los imputados que tenía mando efectivo de
tropas ordenó a todos sus comandantes de batallones, brigadas y divisiones que
permanecieran en sus unidades y que eso no era un golpe de estado ni una insubordinación,
sino que lo que hizo fue desconocer la orden dictada por el Presidente de la República de
aplicar el Plan Ávila, por cuanto, según él, resultaba contrario a la protección de los derechos
humanos de la ciudadanía y ello significaría una masacre.
Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esa tropa que permaneciera en sus
unidades y les aclaró que no era golpe de estado ni insubordinación, para los otros, por
carecer de mando de efectivos militares resultaba imposible la comisión del delito que se le
imputó sin que pueda la Sala, referirse a ningún otro tipo de calificativo de su conducta que
tenga que ver con un supuesto diferente al señalado por el Fiscal.
La conclusión única, entonces, tiene que ser la de que las acciones por las cuales se
pretende enjuiciar a los oficiales preidentificados no se realizaron con la intención de alterar
la paz interior o la de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino, exactamente, para
tratar de restablecer esa paz interior rota por factores y elementos ajenos a los imputados.
Que, efectivamente, hayan obrado de manera correcta es materia diferente pero ajena a esta
decisión.
SEGUNDO SOLICITUD DE RENUNCIA BAJO COACCIÓN
En torno a esto es importante recordar que por cuanto la responsabilidad penal es
personalísima, para que pueda imputarse un hecho criminoso a una persona no basta con
que ella se encuentre presente en el momento y lugar cuando y donde tal conducta se
produzca, sino que esa acción censurable debe emanar de ella.
Para determinar si se produjo, de parte de los imputados, coacción alguna para la obtención
de la renuncia del Presidente de la República a su cargo, la Sala pasa a analizar las
testimoniales traídas a los autos por el Fiscal General, de la siguiente manera:
El cuatro de mayo del presente año en el Palacio de Miraflores el Presidente H.R.C.F., en
entrevista con los Fiscales comisionados, manifestó: ...
A la pregunta ¿ Le mencionaron quienes eran esas personas que exigían su renuncia ?
respondió: “Era difícil sabe por qué, por qué me decía L.R. que esa era una algarabía de
gente, y que no se ponen de acuerdo, que había entre ellos, incluso ya un conflicto, y que era
difícil quien, pero todos asumimos que era Vásquez Velasco, el Jefe del Ejército era uno de
los que dirigía la acción, era el más antiguo todo estaban manifestando contra el
gobierno, .....
Como puede verse no se señaló específicamente a alguna persona sino que dijo que todos
asumieron algo y esto no puede bastar para dar por demostrada una situación tan grave
como la que se les imputa.
Sigue la declaración:
A la pregunta ¿ Le mencionó el General L.R. algún nombre de las personas que estaban
presionando ? respondió: “No, entiendo que todo ese grupo que estaba allá, como 40
Generales , Almirantes...” (...) Bueno fíjense entonces, es allí cuando en ese marco de cosas,
cuando Lucas hace su aparición, incluso yo le dije que la renuncia mía es la del él y la del
Alto Mando...”
Nuevamente se observa que la supuesta presión no se ejerció contra el Presidente sino que
fue una afirmación que a él le hizo el General Rincón y sin señalar a nadie en particular.
Siguió diciendo el Presidente en su declaración que llegaron los Generales D.B., el General
Camacho Kairuz, uno del ejército llamado Narváez y otros más y así dijo:
“Bueno recuerdo que llegan entonces, permito que pasen los generales que se habían
manifestado contra el gobierno, ellos pasaron, El general Damiani Bustillo, el general
Camacho Kairuz, estos dos de la Guardia Nacional y uno del Ejército llamado Narváez y
otros más, eran tres que recuerdo y ellos si vinieron a decirme con mucho respeto usted es el
Presidente de la República nosotros queremos respetarle su investidura y queremos facilitar
esto, pero allá en Fuerte Tiuna, hay una cosa de conflicto, unos que si unos que no, incluso
ellos venían con la idea de que yo aceptara ir en un helicóptero a Maiquetía, yo le digo no
vale de esa manera no, yo quiero que ustedes se pongan de acuerdo, yo no pudo irme del
país como si nada, (...) no hubo forma de convencer a nadie, así que ellos vuelven a llamar y
dicen que no hay condiciones, que creo si en diez minutos yo no salía de allí para allá, tenían
una columna de tanques ya listos para bombardear el palacio (...)
Dijo que “ellos vuelven a llamar” pero sin especificar quiénes son ellos, desde luego que no
pueden ser los antes nombrados y “ellos” dicen que tenían una columna de tanques.
Siguió diciendo que salieron de Palacio a las cuatro de la mañana, pero, resulta que, desde
hora y media antes ya el pueblo venezolano y la comunidad internacional estaban
convencidos de que en Venezuela el Presidente había renunciado y no se explica cómo se
presiona para que renuncie a quien ya lo hizo.
Continúa:
... y es así como salimos de aquí creo que a las cuatro de la mañana ir a Fuerte
Tiuna (...) conmigo van los conductores de aquí, íbamos en caravana, iba el
General Rosendo en la parte delantera, iba el General Hurtado a mi derecha, iba
yo en el centro, iba el Mayor Suárez Churio, mi escolta personal en la parte
izquierda, yo iba uniformado (...) ahí estaban muchos generales, almirantes y
estaban allí los obispos Baltarzar Porras y Azuaje (...) El General tomó la palabra
una vez que yo me siento, es el General de Cavim Fuenmayor León, él toma la
palabra, entiendo que lo designaron y hace una exposición y me dice bueno señor
Presidente lo hemos llamado, fue respetuoso de verdad, para que usted bueno
firme aquí la renuncia y me vuelven a poner entiendo que es la misma hoja, y ni la
leí, la vi que pusieron ahí y me dicen bueno es lo más conveniente para el país, le
agradecemos su gesto, que se yo, todas esas cosas, entonces yo le digo mira
Fuenmayor, y le hablé a todos, recuerdo que le hablé a todos, yo en esas
condiciones, así yo no voy a renunciar a la Presidencia.

Se refiere al General Fuenmayor y, además, repite que fue respetuoso, lo cual, aparte de no
ser imputado este General, aleja la idea de la coacción.
...así que ni siquiera me pongan esta hoja aquí, yo les voy a repetir y les repetí las
condiciones, una, dos, tres, cuatro y además, si me quieren oír y empecé a darles
mas orientaciones, tengan mucho cuidado con lo que va a pasar aquí, el pueblo,
hay un pueblo, ahí hay una Constitución ahí hay unos oficiales por ahí, tengan
mucho cuidado, manejemos bien esta situación, yo estoy diciéndoles eso y
recuerdo que me interrumpen de una manera altanera, es la palabra, el general
G.G. (...) y me dice no aquí no hemos venido a discutir nada, ..

agregó que se quedó con el obispo B.P. y el O.A. y el General Vietri Vietri paso un tiempo y
volvieron a insistir. “...ahí esta la renuncia, usted tiene que firmar la renuncia... manifestó que
tomó la palabra un general de División de la Guardia Nacional, no recordó su nombre y dijo:
“...nosotros no podemos aceptar que el se vaya del país, porque como le vamos a explicar al
pueblo después, por permitirnos que se fuera un asesino, o quien produjo todas estas
muertes...”
Hasta aquí se observa sólo una conducta calificada de altanera y emanada de un no
imputado y de un General de la Guardia Nacional cuyo nombre no recordó. Es más ni
siquiera nombró a los oficiales cuyo enjuiciamiento se pide.
...Después de transcurrido un tiempo “...luego ellos entran –como les decía- y me presionan
un poco más, me habla ya este General este de la Guardia prácticamente me estaba
enjuiciando, tiene que ir preso por este genocidio, por toda esa sangre, si es así háganlo soy
el Presidente prisionero, no se olviden, tienen preso al Presidente de la República, no se le
olvide, yo no voy a firmar esa renuncia (...) agarraron la hoja y dijo uno –bueno eso no
importa que no firme nada...” (Folio 432 al 438 del expediente pieza N° 2).-
(Todos los resaltados de esta declaración son de la Sala).
Lo anterior evidencia que, entre los militares, existía malestar por lo que consideraron un
genocidio imputable al Presidente y ello robustece lo antes expuesto pero, además, de quien
se considera prisionero es de ese oficial no identificado y del General González, cuyas
conductas son ajenas también a este decisión por cuanto el Fiscal General la limitó, se repite
una vez más, a los cuatro imputados.
Es criterio de la Sala que de las declaraciones del Presidente H.C., en ningún momento
puede evidenciarse que los imputados hayan ejercido, en su contra, ningún tipo de presión.
Efectivamente, el Presidente Chávez, única persona en definitiva que puede decir si se
ejerció presión en su contra, se refiere a Oficiales distintos a los imputados y con respecto a
algunos de ellos dice que fueron respetuosos, otros altaneros y otro, cuyo nombre no
recordó, pero de quien dijo que era de la Guardia Nacional y resulta que ninguno de los
imputados pertenece a esa fuerza.
Aún cuando lo anterior basta para poner en evidencia que los imputados no son
responsables de haber ejercido coacción sobre el Presidente, la Sala pasa a referirse a
declaraciones de los protagonistas de esos hechos, así:
El ciudadano J.V.R.V., entonces Ministro de la Defensa, al ser entrevistado por el Ministerio
Público el 25 de abril de 2002 manifestó:
...La Guardia Nacional, de acuerdo con instrucciones que le dio el General B.L.,
Comandante de la Guardia Nacional se movilizó para impedir precisamente un
choque de manifestantes, y crear una especie de cinturón de seguridad que
impidiera ese choque que se veía venir, cuando la manifestación llegó a la Avenida
Bolívar (...) Posteriormente, ya en vista de que existía una situación de mucha
precariedad en la conducción de la Fuerza Armada empezó a plantearse una
situación a través de la cual viniera un mensaje, en el sentido de que el Presidente
Chávez debía renunciar (...) que el grupo militar que estaba en Fuerte Tiuna,
planteaba la renuncia del Presidente de la República y que iban a enviar el modelo
de renuncia a través del fax de Miraflores, entonces llegó un documento a través
del cual el Presidente renunciaba a la Presidencia ...

Como puede verse, hasta ahora el declarante se ha referido a un grupo militar, pero sin que
aparezca la mención de alguno de los imputados.
Siguió diciendo que, entre el grupo de los Generales que estaba en el Fuerte Tiuna, se
encontraban los Generales Vásquez, R.F., M.G., N.G., L.P., Pereira, el Almirante Ramírez y el
General Martínez, entre otros.
Es en este momento, cuando por primera vez mencionó a los oficiales contra quienes se
pidió enjuiciamiento; pero no escapa a la Sala que el declarante estaba en Miraflores y se
refería a personas que estaban en el Fuerte Tiuna. Es decir, habla de algo que no estaba
presenciando sino que presumía o creía lo que afirmaba, pero no le constaba.
El Presidente, dijo el declarante, mantenía la posición de no firmar la renuncia, luego se
produjo una llamada del grupo de generales que estaban en el Fuerte Tiuna, diciendo que
daban un ultimátum de 15 minutos para que se les diera una respuesta porque, de lo
contrario, enviarían los tanques del Batallón Ayala.
Observa la Sala que el entonces Ministro de la Defensa manifestó que se recibió una llamada
del grupo de generales pero nuevamente se mantiene la incógnita en lo que respecta a qué
persona específica hizo la llamada y dio el ultimátum.
Además, se refirió a que se les amenazaba con los tanques del Batallón Ayala, con lo cual
era imposible de materializar alguna amenaza como se verá en la declaración del Ministro
Iztúriz.
Siguió diciendo el Dr. Rangel que, aproximadamente a las 4:00 o 3:45 de la madrugada, el
Presidente salió de Miraflores acompañado por el General Rosendo y del General retirado
Hurtado.
Observa la Sala que la hora indicada por el declarante, como de salida del Presidente de
Miraflores como consecuencia de las amenazas a las que hizo mención, es posterior al
momento cuando el General en Jefe había anunciado su renuncia.
Terminó diciendo que él se fue al Circulo Militar, luego a su casa y luego estuvo muy activo,
desde el sitio donde estaba oculto, en la organización del contragolpe o según sus palabras,
para restablecer la normalidad constitucional y reponer al Presidente Chávez.
En el Diario El Nacional del 13/04/2002, página D-9, aparece entrevista concedida por el Dr.
J.V.R. a la periodista G.S. a la pregunta ¿hubo golpe o no hubo golpe? Respondió
“obviamente que hubo un pronunciamiento de la Fuerza Armada que depuso al Presidente”
se le repreguntó ¿o sea que hubo un Golpe de Estado? Contestó “hubo un pronunciamiento
de la Fuerza Armada que depuso al Presidente”; nuevamente se le preguntó ¿Por qué no lo
califica como tal? Y contestó “eso es un problema semántico”; más adelante se le preguntó
¿Usted reconoce a P.C. ESTANGA como Presidente de la Junta de Gobierno? Y dijo “yo no
soy Poder para reconocer a nadie”; y a la interrogante ¿Le parece que esta es una vía
constitucional para el país? respondió “eso habría que estudiarlo”
Llama la atención a la Sala que el entonces Ministro de la Defensa no haya sido tajante en la
calificación de los acontecimientos que se acababan de producir y más bien prefirió decir que
se trataba de un problema semántico y que dijo no ser poder para reconocer a alguien.
(Todos los resaltados en la anterior declaración son de la Sala).
De la declaración del Ministro Aristóbulo Istúriz tampoco se evidencia identificación o
especificación alguna de cual de los imputados pudo haber presionado al Presidente para
obtener su renuncia, ya que solo mencionó al General Fuenmayor y con relación a la
posibilidad de materializar la amenaza al preguntarle ¿quién ordenó la salida de los tanques?
Contestó “no, fíjate los tanques no llegaron a salir, es decir ellos decían, si en tanto tiempo no
entregan a Chávez, no traen a Chávez, vamos a ir con los tanques a bombardear, entonces
el General Carneiro que estaba con el Presidente era el hombre de los tanques, es decir,
pero en ese momento este...(sic), es decir esa amenaza hoy sabemos que esa amenaza no
la hubieran podido cumplir, hoy en ese momento no lo sabíamos, entiendes?...” (folio 368 al
378 de la pieza 2 de la querella). (Resaltado de la Sala).
De la declaración del entonces Ministro del Interior y Justicia, ciudadano R.R.C. ante el
Ministerio Público, se obtiene que, como a las 3:30 a.m., CAMACHO KAIRUZ y un Coronel
de apellido MONTANA y un general de apellido BARRAEZ presionaron al Presidente para
que renunciara y luego se fueron a Fuerte Tiuna.
Nuevamente se observa que no aparece presionando al Presidente ninguno de los
imputados y que las presiones que dijo haber presenciado se produjeron después de una
hora de haberse anunciado al país que el Presidente había renunciado.
Mencionó igualmente que se le amenazó con los tanques del Batallón Ayala y como antes
quedó dicho con la declaración del Ministro ISTURIZ se evidenció que tal amenaza era
inejecutable. (folios 409 al 416 de la pieza 2 de la querella)
La ciudadana M.C.I., en entrevista en el despacho del Fiscal General de la República, con las
fiscales comisionadas en fecha 25 de abril de 2002 se refiere a “los oficiales” sin identificar a
ninguno de los imputados. En efecto, manifestó:
(...) El Presidente se levanta y con un grupo de oficiales del Alto Mando, se dirige a su
despacho. Los oficiales estuvieron reunidos varias horas con el Presidente (...) al Presidente
le dieron las siguientes alternativas: Renunciar a la Presidencia de la República y salir del
país o renunciar y ser juzgado en Venezuela; (...) pudimos ver y oir las presiones a las que
estaba siendo sometido el Presidente por quienes solicitaban su renuncia, no recordando
ahora las palabras precisas: por teléfono el General R.F. se comunicaba con el General
Hurtado Soucre, quién estaba en la oficina y había sido comisionado por el Presidente para
ser interlocutor, este último transmitía lo que telefónicamente decía el General R.F. y decía
que le quedaban pocos minutos al Presidente para renunciar y que pronto saldría el Batallón
Bolívar y el ....del Fuerte Tiuna para tomar el Palacio de Miraflores;(...) El Presidente no fue
sometido a violencia física por parte de ninguna persona, hasta el momento que yo lo vi, que
fue cuando salió de su despacho...” a la pregunta. ¿Diga usted, si el General en Jefe L.R.
estaba en el Palacio de Miraflores cuando le plantearon la renuncia al Presidente? Contestó:
En el momento en que yo estuve en el Despacho del Presidente no estaba el General L.R.
estaba en el Palacio de Miraflores cuando le plantearon la renuncia al Presidente? Contestó:
En el momento en que yo estuve en el Despacho del Presidente no estaba el General L.R..
Décima: ¿ Diga usted como entiende que según usted manifestó, el Presidente no renunció,
El General L.R., haya informado de su renuncia al pueblo de Venezuela? Contestó: Debe
explicarlo el General L.R., quién quizá fue victima de una mala información (folios 47 al 52 de
la Pieza1 de la querella fiscal) (Todos los resaltados en la anterior declaración son de la
Sala).
Luego, se sigue sin identificar a ninguna persona en particular, pero se aclara que no hubo
violencia.
En fecha 5-5 del 2002, Monseñor B.P. se entrevistó con las Fiscales ante el Tribunal
Supremo de Justicia, en la sede de la Conferencia Episcopal y manifestó que el Presidente
dijo:
…yo he venido aquí porque he querido y el llegó fue a su casa militar, yo he
venido hasta acá y estoy pues en manos de ustedes, pueden hacer lo que
quieran, yo simplemente si les digo que yo les hago menos daño fuera del país,
ustedes deciden…

.- Eso fue a las 4:30a.m. del día 12 de abril. (Resaltado de la Sala).


Aseguró que, después de aproximadamente una hora, los Generales manifestaron que no le
podían permitir la salida porque la responsabilidad iba a recaer sobre las Fuerzas Armadas.-
(folios 227 al 230 del Expediente, Pieza 2).-
De ello se desprende que el Presidente acudió al Fuerte Tiuna “...porque he querido...” y
también que la intención de esos Generales, (se sigue sin saber cuáles) era la de evitar que
se responsabilizara a la Fuerza Armada de algo que consideraban totalmente perjudicial.
En el acta de entrevista a Monseñor B.P., del mismo 5 de mayo del año 2.002, realizada en la
sede de la Conferencia Episcopal, se lee a la letra:
…Me llamó el Ministro R.C. y me pasó al Presidente, quién me pregunto si yo
estaba dispuesto a garantizarle la vida a él, sus familiares, a los civiles y militares
que se encontraban en el Palacio de Miraflores, porque el había decidido
abandonar la Presidencia y además el Presidente dijo que esta decisión la había
tomado luego de consultar con sus asesores y a las nueve en la noche los reunió
para comunicarles su decisión y que por tal motivo requería mi presencia para que
le garantizara la vida y lo acompañara hasta la escalerilla del avión que lo
conduciría al exterior del país

.- Segunda: ¿Diga usted si durante su permanencia en el Fuerte Tiuna, observó algún tipo de
coacción hacia el Presidente de la República para que firmara su renuncia? Contestó: “En
absoluto, más bien me sentía perplejo ante el clima de cordialidad y respeto de todos, tanto
del Presidente hacia los Oficiales, como de ellos hacia el Presidente, en una situación como
esa…”.- (folios 186 y 187 del Expediente, Pieza 1). (Resaltado de la Sala).
El Presidente, entonces, dijo a Monseñor que él había decidido renunciar desde las nueve de
la noche y que esa decisión la tomó luego de consultar a sus asesores y que lo necesitaba
para que lo acompañara hasta la escalerilla del avión que lo conduciría al extranjero.
Igualmente, se reafirma la idea de la cordialidad y el respeto hacia el Presidente, ello
totalmente ajeno a la coacción y se sigue sin señalar a ninguno de los imputados.
De la declaración del Ministro de Infraestructura, I.E.H.S., en entrevista con el Ministerio
Público, el 26-4-2002, se desprende que el Presidente de la República lo invitó a una reunión
con el Alto Mando Militar porque podía estar tensa una situación con la Fuerza Armada
Nacional, allí se concluyó que algunos Generales se mantenían en desobediencia. Se dirigió
a Fuerte Tiuna acompañado del General Rosendo y se dio cuenta de que no eran 5 ó 6
Generales sino varios, en el Comando General del Ejército. Era casi todo el cuerpo de
Generales el que estaba allí. La desobediencia consistió en haber tomado la Comandancia
de la Guardia Nacional. Se hablaba de desconocer al Alto Mando. Había determinación de
que el Presidente debía renunciar, pero que era necesario evitar confrontación entre los
miembros de la misma institución y el pueblo.
No se puede pasar por alto que este Ministro, militar retirado, calificó la acción como
desobediencia.
Nuevamente se pone en evidencia que no hay señalamiento expreso contra los imputados.
Además, ante la pregunta:
¿Cuando ellos le piden la renuncia por que se la piden? Respondió: “Yo no te puedo decir
que ellos hayan dicho allí le pedimos la renuncia por esto, esto, y esto, ellos manifestaron de
que, por supuesto habían sido vulnerados los derechos humanos con estos muertos, ellos
siempre manifestaron inclusive en las conversaciones que tuvieron conmigo, de que., según
ellos los detonantes habían sido estos muertos, pero decirte que específicamente hicieron
una lista allí de que por estas causas, ustedes tienen que renunciar, les confieso que no, por
lo menos yo no lo oí (...) ellos siempre se montaron en el piso de que era por causa de los
muertos, producto de francotiradores, etc. etc, y de tener armados al (sic) Círculos
Bolivarianos, eso fue lo que ellos manifestaban, que ellos no podían permitir eso (...) ellos
consideraron eso una violación de los derechos humanos que se había matado gente
inocente”.- (folios 379 al 391 del Expediente Pieza 2).-
Esta parte, no sólo ratifica la falta de identificación de los imputados en los hechos
denunciados por el Fiscal sino que, como antes se indicó, apunta a la falta de malignidad en
la conducta de los imputados y demuestra que, por el contrario, su intención era la de impedir
daños en la paz interior del país.
El General de División M.R. señaló que el General Fuenmayor León lo llamó por teléfono y le
informó que estaba en Televen con Monseñor B.P., el General M.G. y el General N.G.G.
porque esperaban al Presidente para la FIRMA de la renuncia y les informó que el Presidente
no iría porque decidió enviarla por fax.- Le enviaron una propuesta que el Presidente no
aceptó firmar, ante la negativa del Presidente de no firmar la propuesta y la decisión de los
Generales de no ceder a su petición, el General Hurtado y él recibieron varias llamadas del
General R.F.L., diciendo que si no había decisión urgente, los Comandantes de Unidades
arremeterían contra Miraflores y sería bombardeaba por la Aviación.
Dijo también que el General M.G. amenazó con enviar los Batallones Ayala y Bolívar contra
el Palacio de Miraflores. El Presidente decidió dirigirse al Fuerte Tiuna, lo acompañaron el
General Hurtado, el General J.A.V.V. y él hasta donde se encontraba Monseñor B.P. en la
Comandancia General del Ejercito. Allí el General Fuenmayor le colocó la carpeta con el
decreto de renuncia y le manifestó que debía firmarlo y sería juzgado en el país. El
Presidente se negó a firmarlo, ante esta situación el General Vásquez Velasco decidió dejarlo
“bajo protección”.- (folio 37 y 38 de la querella Fiscal).-
Nuevamente se demuestra que no fueron los imputados quienes pudieron ejercer presión
para obtener la renuncia del Presidente sino, de ser cierto ello, personas distintas y, además,
que le dijeron dejarlo “bajo protección”
Luego, si en todo momento se señaló que quienes pudieron haberse referido a la renuncia
bajo amenaza del Presidente fueron personas distintas, algunas ni siquiera identificadas y
menos aún imputadas, resultaría imposible hacer responsable de tales conductas a alguno
de los imputados y mucho mas si, como dijo el Presidente a Monseñor B.P., “...él había
decidido abandonar la Presidencia y además el Presidente dijo que esta decisión la había
tomado luego de consultar con sus asesores y a las nueve en la noche los reunió para
comunicarles su decisión y que por tal motivo”.
TERCERO DETENCIÓN ILEGAL DEL PRESIDENTE
Señaló el Fiscal que ante la negativa del Presidente H.C. a presentar la renuncia del cargo
optaron por la detención ilegal del mismo y señaló como prueba la boleta de ingreso al
Centro de Reclusión, la cual corre inserta al folio 325 de la segunda pieza del expediente.
A este respecto observa la Sala, que en la misma boleta se señaló como fecha de ingreso las
6:00 a.m. del día 12 de abril de 2002, y es de todos sabido, aceptado por tirios y troyanos
que horas antes, es decir, a las 2:30 a.m. de ese día el General en Jefe L.R. leyó un
comunicado en el cual dijo:
...Los miembros del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional de la
República Bolivariana de Venezuela deplora los lamentables acontecimientos
sucedidos en la ciudad de Capital en el día de ayer. Ante tales hechos se le solicitó
la renuncia de su cargo la cual aceptó.

Los miembros del alto Mando Militar, a partir de este momento ponemos nuestros
cargos a la orden, los cuales entregaremos a los oficiales que sean designados
por la nuevas autoridades.

Finalmente, quiero hacer un llamado al glorioso pueblo de Venezuela, a mantener


la calma y el ejercicio de un ejemplar civismo, rechazando toda incitación a la
violencia y al desorden.- Tengan fe en su Fuerza Armada.- Muchas gracias

.
|
A partir de ese momento, todos los ciudadanos del País tenían el derecho y, más aún, la
obligación de considerar como cierta tal afirmación al punto de que inclusive rebasó las
fronteras de nuestro país, y es así como el Secretario General de la OEA manifestó:
Es conveniente señalar que el grupo de Río consideró la renuncia del Presidente Chávez
como un hecho cumplido, así como también la destitución del vicepresidente y de su
gabinete, por lo cual no se solicitó su restitución como parte de las acciones necesarias para
defender el orden constitucional. (Tomado de la página web www.oea.org).
En esas condiciones, no puede atribuirse a los imputados la detención arbitraria del
Presidente si en esa oportunidad se trataba de un expresidente, tal y como se dejó
constancia en la boleta hecha valer por el Fiscal.
Por otra parte, el General Vásquez Velazco en todo momento negó haber ordenado la
detención del presidente H.C. y observa la Sala que la referida boleta no aparece firmada por
ese imputado; boleta que, además, fue expresamente impugnada por la defensa de dicho
oficial porque éste no la había firmado.
En el mismo orden de ideas se tiene que de las declaraciones reseñadas por el Fiscal y de
los recaudos por él acompañados se evidencia que siempre se le dijo que quedaba bajo
custodia para su protección.
De acuerdo con lo anterior tampoco se cumple la tercera de las conductas que la querella
imputó a los Generales y Almirantes para solicitar su enjuiciamiento por rebelión y, debido a
ello, su petición debe ser declarada improcedente, y así se decide.
CAPITULO TERCERO
EL GOBIERNO PROVISORIO
A pesar de que el Fiscal General no achacó expresamente a los imputados lo relativo a la
constitución de un gobierno provisorio, por lo cual su consideración es ajena a esta decisión,
el mundo todo sabe que el 12 de abril de 2002, después de que el General en Jefe anunciara
la renuncia del Presidente, un grupo de militares entre los cuales se encontraba el
coimputado General E.V.V. anunció el nombramiento del Dr. P.C.E. como Presidente interino
o provisional de una Junta de Gobierno.
También es sabido que esta persona, la tarde de ese día prestó juramento e hizo público un
Decreto por el cual asumió la presidencia de la Nación, destituyó a los componentes de los
poderes públicos y cambió el nombre de la República, entre otras cosas.
Ahora, como ya se dijo, una vez que se anunció por el General en Jefe la renuncia del
Presidente y del Alto Mando Militar, todo el país tenía el derecho y la obligación de creer, tal y
como sucedió con la OEA, que en Venezuela existía crisis en el poder ejecutivo por carencia
de titular de la Presidencia.
Fue en esas condiciones cuando los militares anunciaron el nombramiento del Presidente
provisorio.
Evidentemente que carecían de competencia para esa actuación, -aún cuando por mandato
legal se les deba reconocer la buena fe en su actuación-, y no puede la Sala aplaudir ni
silenciar esa conducta por mucho que se acepte que estuvo preñada de buenas intenciones.
Ahora, si no existía Presidente en ejercicio y antes se habían producido los graves
acontecimientos que los militares tuvieron como móvil de sus pronunciamientos; que la OEA
condenó tal y como lo hiciera este Alto Tribunal, no puede decirse que con ello se pretendía
impedir u obstaculizar el ejercicio de un poder ejecutivo sin titular, ni alterar el orden y la paz
interior de la Nación que ya se había roto por elementos exógenos a los imputados.
De manera que, a pesar de que la Sala considere inaceptable el que alguien se arrogue la
facultad de designar a un Presidente, tampoco puede concluir en que ese nombramiento
encaje dentro de la descripción hecha en el artículo 476, ordinal 1, del Código Orgánico de
Justicia Militar que, se ratifica una vez más, constituyó la única imputación fiscal formulada
en la querella.
En cuanto a la juramentación de P.C.E. y al Decreto que hizo público, se debe recordar que
las responsabilidades son personales y que únicamente a quien se hizo autor se le puede
responsabilizar de ello.
Por lo que respecta a que uno de los imputados apareció como Ministro de la Defensa se
observa que si el General en Jefe anunció que el Alto Mando Militar pondría sus cargos a la
orden de las nuevas autoridades, eso se traducía, necesariamente, en el reconocimiento de
esas nuevas autoridades y por tal razón es imposible reprochar a quien creyó actuar en el
mismo sentido de sus superiores, amén de que en ningún momento se demostró la
aceptación del cargo.
En este orden de ideas se ratifica que para que pueda imputarse un hecho criminoso a una
persona no basta con que ella se encuentre presente en el momento y lugar cuando y donde
tal conducta se produzca sino que esa acción censurable debe emanar de ella.
DECISIÓN
En virtud de las consideraciones expuestas, el Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Plena
Accidental, administrando Justicia, en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y
por autoridad de la Ley, de acuerdo con el numeral 3 del artículo 266 de la Constitución
Nacional y con los artículos 377, 379 y 381 del Código Orgánico Procesal Penal, pasa a
dictar los siguientes pronunciamientos: 1) Declara que NO HAY MÉRITO PARA EL
ENJUICIAMIENTO de los ciudadanos E.V.V., venezolano, mayor de edad, portador de 1a
cédula de identidad Nro. V-4.023.794, natural de Caracas, de estado civil casado, de
profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de General de División del
componente ejército de la Fuerza Armada Nacional; H.R.P., venezolano, mayor de edad,
portador de la cédula de identidad No. V2.814.408, natural de Caripito, Estado Monagas, de
estado civil casado, y de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
Vicealmirante del componente Armada de la Fuerza Armada Nacional; P.P.O., venezolano,
mayor de edad, portador de la cédula de identidad Nro. 4-064.333, natural de Carora, Estado
Lara, de estado civil casado, y de profesión militar en servicio activo, actualmente con el
rango de General de División del componente ejército de la Fuera Armada Nacional y D.L.J.
C0MISSO URDANETA, venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad No.
V- 3.793.306, natural de Caracas, de estado civil casado, y de profesión militar en servicio
activo, actualmente con el rango de Contralmirante del componente Armada de la Fuerza
Armada Nacional, que solicitó el Fiscal General de la República, ciudadano J.I.R.D.; 2)
Decreta el SOBRESEIMIENTO según el artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal; y
3) como consecuencia de lo anterior se ordena la suspensión de las medidas de cautela
decretadas en esta causa.
Publíquese, regístrese y archívese.
Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho del Tribunal Supremo de Justicia en Sala
Plena Accidental, en Caracas a los 14 días del mes de agosto de dos mil dos (2002). Años
192° de la Independencia y 143° de la Federación.
El Presidente
I.R.U.
El Primer Vicepresidente El Segundo Vicepresidente
F.A. GUTIÉRREZ A.A.F.
Los Magistrados
J.E.C.R. J.M. DELGADO OCANDO
L.I. ZERPA A.J.G.G.
R.P. PERDOMO A.R.J.
C.O. VÉLEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.H. UZCÁTEGUI
L.M. HERNÁNDEZ B.R.M.D.L.
A.R. VALBUENA CORDERO M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
VOTO SALVADO
Me parece que hasta la mente agudísima de A.R. se extravió cuando quiso tratar
el asunto de la filosofía política, sin llegar a conclusiones satisfactorias. Esto no
debe causar extrañeza a quien ve en ese concepto una contradicción intrínseca,
por la repugnancia que impide, como un monstruoso contubernio, la unión de la
filosofía, obra de pura razón, con la política, abyecto fruto cenagoso del empirismo
o del fatal provecho propio, cuya fe no es sino la negación de toda clase de fe.

¿No será esto lo mismo que tratar de unir a Dios y al demonio? ¿Y no me habría
ocurrido lo mismo a mí, acostumbrado como estoy a someter mis convicciones a
los principios de la justicia absoluta, si a mi vez hubiera intentado acoplar la
política y la justicia? En otro tiempo creí ingenuamente que la política de los
regímenes libres no era la misma política de los déspotas; mas por desgracia mis
nuevas experiencias me han demostrado que siempre y en todas partes, cuando
la política entra por la puerta del templo, la justicia atemorizada huye por la
ventana para regresar a los cielos

. (CARRARA, Programa de Derecho Criminal, Parte Especial, vol. VII, T. 9. 4ta. e., Ed. Temis,
p. 524 y 525, Bogotá, 1978).
El Magistrado Doctor A.A.F., Presidente de la Sala Penal, salva su voto por las razones
siguientes:
La sentencia es un “Monstrum horrendum” del Derecho y constituye un golpe al Estado de
Derecho y un ludibrio internacional.
La sentencia tajó la Constitución y ha institucionalizado la injusticia y la impunidad e hizo
tabla rasa del Derecho Penal, desnaturalizando todas sus finas esencias y el abecé de tan
noble ciencia jurídica.
La sentencia no sólo ha cometido el absurdo de polemizar con hechos notorios, sino que los
ha negado con una vacuidad jurídica impresionante y una increíble retorsión de la lógica.
(Sirva como ejemplo la cínica afirmación de que
el Presidente Chávez no estaba preso, pese a que así lo admitió en TV el General VÁSQUEZ
VELAZCO, sino “custodiado” para su “protección”, lo cual, vaya coincidencia, fue lo que a los
golpistas díjoles -que los ponía en “custodia de protección”- el Fiscal General cuando fueron
apresados en Miraflores y el pueblo enardecido se agolpaba a sus puertas; y lo cual casa
con la sentencia de la Sala Penal -salvé mi voto- que ha poco abolió el delito de secuestro y
sin que yo afirme que esto se trató de un secuestro pues no hubo cobro de rescate: me
refiero a la curiosa concepción que se tiene o finge tener, sobre cuándo alguien es privado
indebidamente de su libertad). Esta sentencia abusó de paralogismos y cayó en un cúmulo
tal de contradicciones que resultó afectada de insanables defectos substanciales y por ende
ayuna de argumentos suasorios. Y no contenta con negar lo innegable y sobreseer la causa
a favor de los imputados por el delito de REBELIÓN MILITAR, incidió en la soberana ridiculez
de asegurar que los imputados actuaron “preñados de buenas intenciones”.
La sentencia sufrió un extravío jurídico grave, está inestructurada y carece de una adecuada
metodología (basta señalar la enorme pifia -ver su pág. 54- de no incluir citas textuales de los
pronunciamientos hechos por los imputados). En materia probatoria se hizo al sesgo y
presenta muy serias fallas: hay silencio de pruebas (lo cual vulnera el orden público jurídico,
artículo 49 constitucional) y en especial respecto a las audiovisuales que produjo el Fiscal
General, de las que presenté un editado resumen de veinte minutos en mi rechazada
ponencia; no hay la debida relación entre los alegatos y las pruebas; y como en principio las
sentencias penales son extensivas, otra faz lóbrega de la sentencia de marras es que se
pretenderá la absolución de todos los implicados en la REBELIÓN MILITAR, pese a la
siniestra situación que advirtió mi ponencia desde la página 44 a la 47 (74 a 77 en este voto
salvado) y que expliqué (mientras se pasaban en un vídeo las pruebas audiovisuales)
cuando la presenté: llamé la atención (en la ponencia) acerca de la tan grave cuan clara
sospecha habida en relación con la hora del famoso pronunciamiento y -en resumidas
cuentas- alerté sobre la posibilidad de que tal pronunciamiento, en el cual se aseguró que el
Presidente Chávez “está masacrando a personas inocentes con francotiradores: para este
momento van seis muertos y decenas de heridos”, se grabara antes de que hubiera ninguna
persona muerta.
Dicha situación, de comprobarse como cierta, movería a su vez a sospechar que los rebeldes
o golpistas o al menos algunos de ellos, planificaron los acontecimientos y mandaron matar
gente el 11 de abril e imputaron calumniosamente eso al Presidente Chávez para pretextar
todo ello y desconocer al gobierno legítimo.
Semejante designio criminal, de ser cierto y debidamente probado, y dada su índole
proditoria y proterva, constituiría (después de la abominable proscripción del Libertador en
1830 por el “parricida” Congreso de Valencia y frente al cual salvó su voto el Dr. J.M.V., quien
otrora espetó al Carujo de entonces y a los Carujos de siempre, que “El mundo es del
hombre justo”) el crimen más espantoso y de mayor abyección cometido en Venezuela y uno
de los asesinatos múltiples más perversos perpetrados en la historia universal.
Tánto es así que, de ser eso verdad, hasta sería un crimen perfectamente típico del
terrorismo indiscriminador, es decir, del terrorismo que no es selectivo al escoger sus blancos
porque ataca blancos civiles y ex profeso asesina inocentes o no comprometidos o no
combatientes.
En efecto, en el supuesto de verificarse semejante estado de cosas y de acciones, así como
su deliberada conexión causal con las muertes habidas, un crimen así sería emblemático del
terrorismo por haber tenido un evidente móvil político y haber sido cometido -de acuerdo con
esa sospecha por verificar- con medios especialmente premeditados y alevosos. Medios que
sin duda infunden terror al disparar unos francotiradores contra una multitud: todo el que va
en una marcha multitudinaria y por este solo hecho -enseñó Freud- desciende en la escala
de la civilización (se hace más primitivo) y, así, es más vulnerable a la pasión del miedo que,
como es natural, se convertiría en el “terror-pánico” del que hablaban los antiguos, si una
multitud es agredida a tiros por francotiradores y empiezan a llorarse muertes.
No aseveré en mi ponencia que así hubiera sido y que los imputados u otros rebeldes
hubieran planeado la masacre y ordenado ejecutarla. (Ni lo asevero ahora, 14 de agosto de
2002 o el mismo día y a las pocas horas de producirse la sentencia contra la cual salvo el
voto que consignaré en esta misma fecha). Bien pudiera ser que a las primeras pesquisas
esa sospecha se aclarara y resplandeciera la inocencia de los imputados: acaso se trató
solamente de coincidencias (que en materia penal siempre y en principio deben motivar
suspicacia y ser inquiridas) y hasta de malentendidos o equívocas percepciones; pero lo que
resulta desde todo punto de vista inaceptable, es que no se haya ordenado una investigación
de tan sospechosa situación y que ni siquiera se haya dedicado una sola línea a un problema
que merecía mucho tiento y luengos párrafos. Insisto en que sólo alerté (en esa ponencia)
acerca de una circunstancia tan confusa como angustiosa, porque, de haberse probado la
existencia de aquellas incongruencias y falsedades, haría surgir “ipso facto” las más graves
sospechas y esto podría conducir al establecimiento de crímenes de leso Derecho y de las
más graves responsabilidades penales. Para todo lo cual, desde luego, era indefectible
ordenar una investigación exhaustiva; pero no se quiso aceptar ni mi proposición en este
sentido ni mi ponencia, pese a la suma gravedad de lo que advertí.
El terrorismo está constituido por una serie de acciones de atroz inhumanidad, pues no basta
un móvil político (cuando éste es su móvil, ya que puede ser religioso, económico, etc.) para
justificar crímenes que desconocen las prescripciones básicas del Derecho Penal
humanitario, hace peligrar vidas inocentes y muchas veces las aniquila. Por todo eso es un
delito de lesa humanidad o “delicta iuris gentium”. Y al existir la más mínima sospecha de que
hubiera podido haber conductas de tal naturaleza, era imperativo, por lo menos, ordenar una
investigación exhaustiva en relación con todo ello. Investigación que no prejuzgaría sobre la
culpabilidad de los imputados u otros ciudadanos. Todos ellos debían (en el supuesto negado
de que se hubiese ordenado esa investigación) y deben ser considerados como
perfectamente inocentes; pero, frente a la enormidad de la fundamentada duda, era
irrebatible el interés nacional y aun internacional en que se averiguaran escenarios como
esos; y pienso que hasta los mismos imputados u otros sospechosos debieran quizá ser los
primeros interesados en que dicha situación se aclarara.
Tampoco digo con esto que ellos no estuvieron interesados o no lo estén ahora. Pero pese a
que en mi ponencia se enfatizó en una situación tan preocupante, ya que insistí en ello
cuando la expuse de modo verbal, se rechazó por los once magistrados y sin ni siquiera
contradecir o referirse al punto en ningún momento. Y así la sentencia de la Sala Plena
frustró aquel interés global archilegítimo y privó a Venezuela, al exterior y a ellos mismos, de
que se indagara hasta la saciedad ese conjunto de ultrainquietantes circunstancias y a la
postre recayera una sentencia de fondo al respecto.
En concreto expresaré mi voto salvado en los puntos siguientes: I) En qué consistió el alerta
dado en mi ponencia acerca de la confusión sobre la hora en que fue grabado el
pronunciamiento, siendo increíblemente preterido (ese alerta) al rechazarse mi ponencia y al
sentenciarse después como se hizo y pese a la gravedad suma de tal alerta. II) El argumento
de que no hubo un movimiento armado. III) El argumento de que no existe el delito de
REBELIÓN MILITAR porque no tiene pena. IV) Inconstitucionalidad de la sentencia por
abusar de las formalidades en holocausto de la Justicia y por violar la reserva legal. V) El
argumento de la renuncia del Presidente de la República. VI) El argumento de apoyarse en la
sentencia dictada en el caso del señor MIQUILENA y en la cual fue mía la ponencia. VII) El
caso del puente Llaguno. VIII) El argumento de que sólo desobedecieron. IX) El Argumento
del “Plan Ávila”. X) Los argumentos de mi ponencia en su completa transcripción.
I) En qué consistió el alerta dado en mi ponencia acerca de la confusión sobre la hora en que
fue grabado el pronunciamiento, siendo increíblemente preterido (ese alerta) al rechazarse
mi ponencia y al sentenciarse después como se hizo y pese a la gravedad suma de tal alerta.
En la página 44 de mi rechazada ponencia y hasta la página 47 (74 a 77 en este voto
salvado), planteé lo siguiente:
Desde otro punto de vista, hay una circunstancia verdaderamente confusa: el
ciudadano Vicealmirante H.R.P. aseguró en aquella entrevista (con la Lic.
PACHECO) que se reunieron a las diez de la mañana y que “Nosotros estábamos
pronunciando (sic) antes de que hubiera el primer muerto y ésa fue la decisión que
tomamos y vinimos acá”: entonces no se entiende cómo él afirmó en ese
pronunciamiento público que ya había habido seis muertos y antes, cuando
“estábamos pronunciando” (la correcta expresión ha debido ser “estábamos
pronunciándonos”), no había habido “el primer muerto”. Al respecto, debe
recordarse que el pronunciamiento fue grabado antes y transmitido con
posterioridad.

Es confusa la circunstancia porque no se sabe con exactitud cuándo hubo o fue


grabado el pronunciamiento y si ya habíase de lamentar el primer occiso o si
todavía no. Además de las declaraciones del ciudadano Vicealmirante H.R.P.,
basta con leer el reportaje del licenciado J.I.M. (El Nacional, 13-4-2002, cuerpo
“D”, pág. 4):

‘A LA TERCERA VA LA VENCIDA

El jueves, el grupo dio el paso final: aparecer en los medios audiovisuales, pero no
en forma individual como lo hicieron otros tantos oficiales, sino en colectivo, para
dar una mayor sensación de fuerza.

Sería un riesgo, pues tal y como lo expresaron algunos de los protagonistas, una
intervención de esta categoría daría excusas para un proceso por sublevación
militar.

La convocatoria para presenciar la filmación fue hecha en forma intempestiva


luego del mediodía, sin previo aviso. El mensaje sería transmitido cuanto antes, si
era posible en vivo, desde una oficina ubicada en Chacao.

Poco a poco, los oficiales fueron llegando, en pequeños grupos o individualmente.


El líder, reconocido por ellos, fue el vicealmirante H.R., jefe del Estado Mayor
General de la Armada; además, estuvieron los contraalmirantes D.C. y F.N.; los
generales de brigada de la Guardia Nacional M.F., O.M. y R.L.; los generales de
brigada del Ejército V.R.M. (jefe del Comando Logístico) y H.L.P. (ex jefe de la
Casa Militar), y los generales de brigada de la Aviación P.P. (comandante general
designado) y Clinio Rodríguez. Habían convocado a 25 oficiales.

Pasadas las 2:30 pm, las cámaras de dos agencias de noticias estaban listas para
hacer llegar el mensaje del grupo disidente. El texto final del mensaje aún no
llegaba. R.P. lo revisaba, lo ensayaba y lo corregía con su parsimonia habitual,
mientras una joven lo pasaba a máquina.

Cuando todo estaba a punto, Chávez inicio una cadena para referirse a las
manifestaciones. Luego, las señales de las repetidoras de Mecedores y El Volcán
se cayeron, presumiblemente por obra y gracia del Gobierno. Tenían que enviar en
un vehículo el casete con la grabación.
‘Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual
régimen de gobierno y la autoridad de H.C.F. y del Alto Mando Militar´, señaló el
grupo en su tercer comunicado.

Dos veces ensayaron la lectura. Ramírez la quería impecable, y propuso intentarlo


una vez más. Pero un coronel del Ejército advirtió que la Dirección de Inteligencia
Militar había detectado la actividad en la oficina.

´Dispersión´, decía en voz alta, para indicar la necesidad de que cada quien
tomara su rumbo. Y así se hizo. Los primeros en salir fueron los periodistas. Al
final de la tarde, el mensaje de los oficiales disidentes estaba en el aire.

Mientras discurría el trabajo mediático, dos oficiales del Ejército se ocupaban de


algunos detalles operacionales: trancar los túneles de Los Ocumitos para impedir
el acceso a Caracas de los batallones ubicados en los Valles del Tuy y Maracay,
bloquear las seis entradas a Fuerte Tiuna con vehículos del Comando Logístico
del Ejército, vigilar a la DIM y comunicarse con policías (sic) amigas

.
Informa tal reportaje que el pronunciamiento se grabó en una oficina ubicada en “Chacao” y
que “pasadas las 2 y 30 p.m.” ya había agencias de noticias convocadas en esa oficina para
transmitir ese pronunciamiento que, por lo que informa el reportaje, tardaba en hacerse
porque era corregido con “parsimonia” por el Vicealmirante H.R.P. y fue ensayado o leído
varias veces antes. Por lo demás, esa lentitud para escribir o revisar o corregir o, en fin, en
hacer ese pronunciamiento y en decidirse a leerlo (porque hubo varios ensayos previos),
hace improbable que hubiera empezado a prepararse (dicho pronunciamiento) poco antes de
las dos y media de la tarde y parece más lógico suponer que su elaboración se inició desde
la mañana; pero como en el Derecho Penal no debe darse un valor absoluto o de plena
prueba a las presunciones, tal como lo ha puntualizado con anterioridad esta Sala Plena (en
ponencia mía) y lo han recordado en numerosas oportunidades los Defensores de los altos
oficiales, todo ello no pasa de ser una simple conjetura. Sin embargo, lo cierto es que no se
sabe a ciencia cierta cuándo fue grabado (mañana o tarde) tal pronunciamiento ni a qué hora
exacta lo fue. Y justamente por esa incertidumbre es indefectible hacer una investigación
sobre tales presunciones o sospechas, cuya aclaración sería de suma importancia por
múltiples razones.
Por otra parte, en la audiencia oral, señaló el ciudadano Vicealmirante H.R.P. que no dio
instrucciones “de que saliera ningún soldado a la calle... llamé a la calma... que no saliera
nadie”. Pero no concuerdan estas supuestas instrucciones con la advertencia que hiciera él
al ser entrevistado por la licenciada IBÉYISE PACHECO y que consistió (la amenaza) en que
si el Presidente CHÁVEZ no aprovechaba la oportunidad que “le estamos dando”, iban a
“tener que hacer” la operación militar.
Además, el ciudadano Vicealmirante H.R.P. estaba entre los integrantes del sedicente
“gabinete ministerial” que conformaría el llamado “gobierno de transición” (en el cual se le
designó como nuevo Ministro de la Defensa) y suscribió el decreto del señor P.C.E., como
consta en el folio 123 de la primera pieza del expediente.
La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o confusiones o dudas,
deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el Fiscal General
de la República”.
Pero a pesar de la tremenda gravedad implícita en la sospecha deslizada en esa mi
ponencia, se negó ésta y también la posibilidad de que al respecto se hiciera la “investigación
exhaustiva” que propuse en esa ponencia.
II) El argumento de que no hubo un movimiento armado.
Se soltó la exasperada especie de que no fue un movimiento armado y la sentencia la
bendijo y cayó en un estado fáctico y jurídico ficticio, pues al lucubrar convirtió en realidad
esa hipérbole fantástica. Hubo hechos, ni vagos ni discutibles, que mostraron al mundo la
verdad inconcusa de que aquí sí había habido una REBELIÓN MILITAR. Pero la sentencia
discurrió con desvarío e incurrió en el horribilísimo error de negarlo, lo cual equivale a valerse
de las ciencias ocultas para pretender negar el sol cuando su luz brilla en pleno mediodía. Al
respecto cito la frase “Notoria non egent probatione” (los hechos notorios no requieren
prueba) y doy por reproducidos los razonamientos de mi ponencia en sus páginas 67 y 68
(97y 98 en este voto salvado).
El Tribunal Supremo de Justicia, en vez de adelantar la línea ofensiva contra este delito que,
sin duda, menoscaba un bien jurídico de tantísima jerarquía como la paz social y la seguridad
interna del Estado, la retrasa al enclavarle al tipo un elemento que no tiene y que en tal
entelequia sería así: “Un movimiento armado que debe estar integrado por militares con sus
armas enarboladas siempre”.
Aúnanse, por lo consiguiente, razones patrióticas y aun de justicia social en términos del bien
común. La interpretación del tipo legal de la rebelión no debe ser restrictiva (lo cual sucede si
se devalúa el bien jurídico atornillando la necesidad del uso o enarbolamiento de las armas)
pues equivaldría a restringir la línea de protección a tan medular bien jurídico. Y a medida
que se aplique el método teleológico a dicha interpretación más se amplía el horizonte del
amparo a dicho bien jurídico. Todo esto es reluctante al ocultismo o única manera de buscar
la cuadratura del círculo en Derecho y explicar lo inexplicable.
La exégesis teleológica de las leyes es la más justa puesto que el Derecho Criminal es una
ciencia finalista. Es indiscutible que la "ratio iuris" de la disposición penal que castigue la
rebelión militar, abre por completo un abanico de posibilidades (y deberes en contrapartida)
favorecedora del noble fin de auxiliar la paz social y la seguridad interna del Estado.
Pero si se reduce tal bien jurídico por embutirle al tipo elementos objetivos extraños al
mismo, se produce la desnaturalización de la "ratio iuris" y esto es rotundo en la fractura de
la conexión entre la teoría de la imputación objetiva y el valor del bien jurídico protegido.
En suma: si a un bien jurídico se le da tánta trascendencia, no hay por qué rebajarlo a una
protección desfigurada por la incrustación de un elemento objetivo que no contiene, como el
uso o exhibición o el blandir de las armas. Una interpretación de tan exacerbada índole,
revela una evidente insubstancialidad e inconsistencia jurídica en la interpretación de los
delitos. Semejante inconsistencia tendría repercusiones muy negativas, por todo lo
expresado antes acerca de la insubstancialidad (en cuanto a la comprensión y aplicación de
la conducta de rebelión) indebidamente hincada en la noción de tal delito. Esa interpretación
es hasta frívola (en su “banalización del mal”, como decía la ilustre intelectual judía H.A.)
pues equivale a sólo poder considerar como “armados” a los que alcen armas y las agiten
(para que se puedan ver y no haya dudas), al estilo de “Hollywood” o “Rambo” o también
como, por ejemplo, los apaches con un cuchillo en sus bocas.
III) El argumento de que no existe el delito de REBELIÓN MILITAR porque no tiene pena.
Semejante despropósito se alegó y la sentencia lo acogió religiosamente, pese a que la pena
está establecida en el artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar respecto al artículo
476 del mismo código, como también sucede a veces en la sistemática penal. Así lo expresé
durante la discusión que hubo al respecto en la presentación de mi ponencia: que podría
afirmarse que la pena ya estaba establecida en el artículo 479, ya que el reenvío (de la pena)
es respecto a las personas mencionadas en los numerales (“ordinales” dice ese código) 1 y 2
de dicho artículo, es decir, los “iniciadores, directores o jefes de la rebelión, cualquiera sea su
jerarquía militar conforme a la ley”, y “quienes no estando comprometidos en el caso anterior
se adhieran a la rebelión en cualquier forma que lo hagan”. Mas ese reenvío no incluye la
agravación (relativa a la “presencia del enemigo extranjero” y como creí cuando hice la
ponencia) y por lo tanto no impide que se considere que efectivamente la pena del artículo
476 del Código Orgánico de Justicia Militar está fijada en el artículo 479 “eiusdem” (24 a 30
años de presidio y 22 a 28 años de presidio, respectivamente); pero si en el futuro procesal
(congruo momento para decidir en todo juicio si hay delito y cuál es la pena aplicable) no
pareciera ésta la solución adecuada, se podría aun hacer uso de la interpretación analógica
“in bonam partem”, esto es, en beneficio (grande por lo demás) de los eventualmente
condenados.
Se pretende que el delito de REBELIÓN MILITAR, tipificado en el artículo 476 del Código
Orgánico de Justicia Militar, ¡no tiene pena establecida! Y que por esto ¡no existe como
delito! Y esto se pretende pese a que el artículo 479 “eiusdem”, aparte de fijar la pena para
los casos comprendidos en el artículo 476 “eiusdem”, fulmina penas ¡para todos los casos
del delito de REBELIÓN MILITAR! En efecto, este artículo 479 manda:
Artículo 479. En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de
veinticuatro a treinta años de presidio para las personas comprendidas en el
ordinal 1º del artículo 477, y de veintidós a veintiocho años de presidio para las
comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo.

Rige igualmente en este artículo lo establecido en el Parágrafo Único del artículo


477

.
Es indiscutible la existencia del delito de REBELIÓN MILITAR porque así está dispuesto en la
ley penal y porque ésta ha ordenado que “todos los demás casos de rebelión militar” sean
penados. ¿Cómo entonces ha podido negarse tal delito? Es increíble que hasta con muchas
ganas eso pueda hacerse: equivale a sostener que el legislador penal estipuló el delito de
REBELIÓN MILITAR, pero quiso que fuera inexistente. Y que en el artículo 479 “eiusdem”
mandó castigar “todos los demás casos de rebelión militar”, pero no quiso que se castigara y
por ende ¡no le fijó la condigna pena!
En mi ponencia (página 31 de la misma, 61 en este voto salvado) señalé:
Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la “mens legislatoris” no estuvo
el querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de REBELIÓN MILITAR.
Al respecto o en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un
análisis gramatical; pero teniendo presente que la interpretación teleológica es la
más importante y máxime si hay una obscuridad en la redacción de la ley penal.
Siempre hay que inquirir cuál es el fin de la norma y en este caso es reputar como
delito la REBELIÓN MILITAR y castigarla en todos los casos. (Lo cual es ordenado
expresamente por la propia ley penal y no es alguna interpretación que ha hecho
la Sala Plena). De tal manera que concluir en que no quiso el legislador que se
castigara el delito de REBELIÓN MILITAR, es un absurdo desde todas las ópticas:
´La letra mata y el espíritu vivifica´.” (“littera enim occidit, spiritus autem vivificat”,
como afirmó el apóstol San Pablo en su segunda carta a los Corintios: II Cor., III,
6).

Por todo ello la sentencia falla al compás de un razonamiento errátil y atrincherada


en argumentos sesgados e inválidas razones se despeña en una incongruencia
paladina porque la fuerza suprema de la lógica demuestra que la ley penal sí
quiere castigar el delito de REBELIÓN MILITAR. Hay potísimas razones que así lo
confirman y es una verdadera apostasía del Derecho Penal el proponer siquiera
semejante idea.

La rebelión es de indiscutible gravedad y ataca muy de frente a un bien jurídico de


suma entidad: la paz social y la seguridad interna del Estado. La rebelión lesiona
en lo inmediato el valor que inspira ese bien jurídico: el respeto por la integridad e
independencia de la Nación.

Es indiscutible que, por ejemplo, la sistemática vulneración de diversos bienes de


la propiedad privada termina por afectar la propiedad de una masa ciudadana y,
por este camino, podría decirse que a la propiedad "pública"; pero si a esta
connotación, sin duda figurada, se le da, y con mucha razón además, gran
importancia y se le persigue de oficio, es paladino que máxima importancia tiene
un delito que, por dañar la paz social y la seguridad interna del Estado, atenta
contra la más grande masa posible: la de todo un pueblo. La rebelión es, sin duda,
un comportamiento francamente incivil e insolidario puesto que quien ataca al
gobierno legítimo, ataca a todos los ciudadanos. (HEGEL enseña que la violación
de los derechos de un singular viola el derecho de todos, porque el Derecho es
universal. Con más razón vulnera el derecho de la totalidad de los ciudadanos, un
delito social, quiero decir, aquel que afecta las instituciones sociales
fundamentales y por tanto la paz social y la convivencia humana: por esto se ha
considerado un delito contra la humanidad y por ende contra todos los Estados).
El siglo XX finalizó con una reacción legislativa y doctrinal contra el favorecimiento
recibido por los delitos políticos. Así en la propia Francia (hasta la Revolución
Francesa se castigaban con una gran severidad y bajo el título de lesa majestad o
“crimen maiestatis”). Y, por ejemplo, en Alemania, Inglaterra, Italia y los Estados
Unidos de América. Se ha señalado que los delitos contra las instituciones
políticas son los más graves de cuantos puedan cometerse contra la comunidad.
Sin embargo, se justifica la tradición generosa (causa del derecho al asilo, por
ejemplo) hacia los delitos políticos puros e inspirados en nobles ideales.

No cabe duda de que el delito de rebelión tiene máxima importancia por el valor y
el bien jurídico dañados; pero otra cosa es que se la reconozcan o se la quieran
reconocer. Y aquí, según creo, reside la clave de cómo resolver el problema
interpretativo de la ya célebre pena del delito de rebelión. (Si fuera verdad que no
tiene pena). Y la gran dificultad para la interpretación certera o el justo
reconocimiento estriba, en mi sentir, en que no se hace gravitar ese bien jurídico y
no se le reconoce su justo valor. Esto sucede porque se abandona el concepto
substancial del delito, que consiste en afectar el equilibrio moral de la sociedad y
poner en peligro su conservación y desarrollo, puesto que se daña la paz social y
la seguridad interna del Estado. Todo lo anterior no impide que, dadas algunas
circunstancias, pueda existir el “ius rebelium” o derecho a la rebelión legítima (tal
como lo hice constar en la página 28 –el número de ésta puede cambiar si esta
sentencia se revisa en INTERNET- de mi rechazada ponencia). Pero eso (en todo
caso en que haya habido –como en el presente- una rebelión militar) tendrá que
ser analizado con posterioridad. Entonces se airearán aspectos como la
legitimidad del régimen que se intentó deponer y el único criterio de validez
absoluta al respecto (al menos en democracia) representado por la voluntad de la
mayoría. Así mismo se ha de considerar el carácter progresista o retrógrado de los
cambios pretendidos por los fracasados rebeldes o impuestos por un
eventualmente triunfante nuevo régimen o gobierno de facto (lo cual no impide que
también pueda llegar a tener una legitimidad) y en este sentido tendrá una máxima
importancia el respeto mostrado por los derechos esenciales o humanos y el trato
a los desvalidos, así como la sumisión al Estado de Derecho. Y así, una vez
pesados éstos y otros factores, se podrá valorar en Derecho Penal si hubo el
delito de REBELIÓN o no. Opina J.D.A. que si no se pretenden cambios
progresistas, sí habría el delito de rebelión y que incluso dejaría de ser un delito
político para convertirse en uno de índole común.

Alterar la visión de la realidad perjudica en grado superlativo al Derecho Criminal,


ya que sus leyes deben nutrirse de realidad. La única manera para que las leyes
deslastren el excesivo formalismo es construirlas sobre una base de realidad. Una
lógica crítica jurídica debe ser encaminada a delinear el Derecho ideal, esto es,
aquel que no es dispar con la realidad.

La realidad es que la finalidad de castigar el delito de rebelión es amparar la paz


social y la seguridad interna del Estado. Esto sí constituye, sin ninguna duda, un
valor inmutable. Es función esencial de la norma penal dar valor a bienes jurídicos,
a los cuales protege valorando las conductas tipificadas como dañinas a dichos
bienes.

Con apoyo en la inmensa autoridad de JESCHECK fundaméntase la modernísima


teoría de la imputación objetiva en la observación "deducida de la esencia de la
norma jurídico-penal". Nada más exacto para analizar el alcance normativo que
atender al bien jurídico protegido. En este caso es nada menos que la paz social y
la seguridad interna del Estado. (HANS H.J., Tratado de Derecho Penal, Parte
General, p. 377. ( Tr.Al.S. Mir Puig y F. Muñoz Conde).

Mal se pudo suponer que la ley penal acriminó el delito de rebelión militar pero que
no “quiso” castigarlo y por eso no le atribuyó pena ninguna. Esta “interpretación”
es verdaderamente lamentable (al igual que la hecha en torno al término
“movimiento armado”) y sobre el tema (así como sobre el referido al “movimiento
armado”) es muy pertinente traer a colación esta ilustración del sabio J.D.A., quien
incluso alaba una disposición legal venezolana que cité en mi ponencia:

“INTERPRETACIÓN JUDICIAL (...) INTERPRETACIÓN GRAMATICAL


Advirtamos que la interpretación debe ser siempre única y que el juez ha de
valerse armónicamente del medio gramatical y del teleológico.

El primero de esos medios busca el valor de las palabras. La Ley escrita puede
ser interpretada en forma literal y sintáctica.

A nuestro modo de ver, se trata de un grado inferior de la interpretación, aunque


se parta del supuesto de que todas las palabras tienen significado, de que nada
hay superfluo y de que el texto expresa exactamente la voluntad de las leyes. (...)

En cuanto encontramos dificultades para hallar el sentido de una frase, tenemos


que extravasar la mera interpretación gramatical e ir a parar a la teleológica,
indagando el espíritu de las leyes mediante el manejo de la ratio legis y del
sistema del ordenamiento jurídico total.

Por eso nos parece sobremanera acertada la primera parte del artículo 4° del
Código Civil de Venezuela, cuando dice: ‘A la ley debe atribuírsele el sentido que
aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas
entre sí y la intención del legislador’.

En suma, hemos superado la etapa en que sólo se consideraba justa la


interpretación literal y ya no pensamos, con Beccaría, que el espíritu de la ley
puede depender de la buena o mala lógica del juez, de su buena o mala digestión,
de sus pasiones, de su debilidad, de sus relaciones con el ofendido, etcétera,
etcétera. Alegatos ciertos, puesto que son seres humanos, pero que no bastan
para reducir la empresa de juzgar a una tarea filológica. Ya dijo Cicerón que la
interpretación apegada a las palabras, sin tener en cuenta la mens legislativa,
sería callida et malitiosa iuris interpretatio

. (Esta frase se refiere a una interpretación de mala fe por contener leguleyerías) (J.D.A., La
Ley y el Delito, Curso de Dogmática Penal, Ed. A.B., p. 140, Caracas, 1945).(subrayados
míos).
A propósito de la máxima citada en mi ponencia de “La letra mata y el espíritu vivifica” y esta
otra de CICERÓN (tomada de J.D.A.), vale destacar lo siguiente:
FROSINI expresa:
“... para exaltar la función interpretativa, que el significado actual de la ley hace brotar de la
letra muerta de las palabras, se ha recurrido a la sugestiva fraseología paulina. En su
segunda carta a los Corintios, el apóstol afirma que ‘littera enim occidit, spiritus autem
vivificat’ (II Cor., III, 6). La fama y la fortuna de esta frase comenzó con el comentario que de
ella hizo san Agustín en su obra De Spiritu et littera, en la que el término spiritus mantuvo su
valor religioso y místico; pero esta endíadis proporcionó desde entonces una eficaz metáfora
a los juristas para asumir una posición favorable o contraria a la adhesión a la letra de la
ley...”. ( FROSINI, La letra y el espíritu de la ley, Editorial A.D., p.22, Barcelona, 1995).
CICERÓN expresa:
... Y muchas veces se comete injusticia también por atenerse excesivamente al
tenor literal de una ley o por interpretar ésta con artificiosa sutileza. De ahí el
conocido proverbio: la extrema justicia, es injusticia extrema. Los mismos
gobiernos no están siempre exentos de tales injusticias. Así, por ejemplo, aquel
que habiendo concluido con el enemigo una tregua de treinta días, se dedicaba
durante la noche a saquear y arrasar los campos del contrario con el pretexto de
que la tregua concertada se refería a días, y no a noches...

( M.T.C., Tratado de los deberes, Editorial Nacional San Agustín, Págs. 50 y 51, M.E., 1975).
Hay que analizar el asunto, por lo vidrioso de la redacción vista, de la interpretación de la ley
penal. Antes deseo mostrar el camino que creo que se ha de seguir: pienso que la
anfibología de los proyectistas causó el obscuro tipo legal; pero que, evidentemente, su
intención no fue exonerar de pena el delito de rebelión, porque, de ser así, habría que
concluir en que favorecieron ex profeso la impunidad; y como esto sería suponer demasiado,
creo que todo se reduce a un estilo escritural deficiente (en ese pequeño párrafo) por parte
de los proyectistas. Opiné también por tanto (y antes de llegar a la convicción de que el
artículo 479 fija la pena del artículo 476), que quizá se debía imponer una interpretación
extensiva del tipo legal en cuestión y desde ya me apresuro a clarificar que dicha
interpretación no es la abominada y abominable analogía “in malam partem”: lo sugerí en la
ponencia como una eventual posibilidad y caso de que en el futuro se decidiera castigar a los
procesados. Y señalé que para no aplicarles la pena más severa de los delitos del Código
Orgánico de Justicia Militar (como lo creí entonces), se les podría aplicar la pena mucho
menos severa del Código Penal para el delito de REBELIÓN. Así que no se estaría
inventando otra figura por analogía ni se estaría aplicando un delito de diferente naturaleza
jurídica, sino uno (el de la REBELIÓN del Código Penal) con el cual comparte esa naturaleza
y hasta el nombre. Además se trataría de un caso de “analogia legis” (casi indiscutida y sobre
todo si es “in bonam partem”) puesto que ya existe un tipo análogo y aun diríase que casi
exacto, en el Código Penal.
Aunque, insisto, el aparente problema está resuelto porque la pena está en el artículo 479 del
Código Orgánico de Justicia Militar y a título de información acerca de cuán desvariado es tal
argumento y hacer dengues frente a la propuesta de hacer una eventual y en todo caso
futura interpretación analógica (ya por lo demás existente en los artículos 174, 204 y 358 del
Código Penal), reproduzco algunos criterios del iusfilósofo BETTIOL, quien afincó el
concepto substancial del delito y la ética en la interpretación de la ciencia penal; y del
omnisapiente J.D.A. e incluso con una referencia de éste al caso venezolano:
BETTIOL señala:
"INTERPRETACIÓN LITERAL Y TELEOLÓGICA.- Para que la lógica concreta pueda actuar y
captar realmente el significado de la norma, tal como se presenta objetivamente, sin que se
la deforme apriorísticamente por consideraciones relativas a la situación del reo -la regla in
dubio pro reo no se refiere a la etapa de la interpretación legal sino que incide
fundamentalmente sobre la carga de la prueba, a lo largo del proceso penal-, es necesario
que se proceda, antes que nada, a un examen de las palabras que el legislador ha empleado
para trasmitir su orden...
... Esta forma de interpretación gramatical no se sustrae, como podría suponerse, a un
control teleológico. Muy a menudo se afirma que se limita a aclarar el significado de la
superficie de la ley sin recurrir a su ratio o a su telos, pero esto no es verdad y su falsedad se
pone de manifiesto teniendo presente el significado que asume un término, ya usado en otro
sector del derecho, cuando se lo incluye en la disposición penal. Ya no se trata aquí de que el
significado que tenía en el derecho civil o en el administrativo sea decisivo, sino de la
significación más acorde con los fines del derecho penal...
La interpretación gramatical es, pues, la primera fase a través de la cual debe transitar el
jurista para dar a las palabras de la ley una significación finalista. Pero ella no siempre basta
para aclarar el contenido de la voluntad de la ley. Atengámonos a un ejemplo concreto para
ver cómo resalta el principio. Si Ticio, con el consentimiento de Cayo, propietario, destruye
materias primas o productos agrícolas o industriales de éste, ¿deberá ser castigado por el
delito que sanciona el art. 499, o podrá recurrir a la norma del art. 50, en virtud de la cual no
es punible quien ataca o pone en peligro un derecho, con el consentimiento de la persona
que válidamente puede otorgarlo? Un examen literal de la disposición contenida en el art.
499 no nos proporciona respuesta clara, sino algunos síntomas para una contestación
negativa, porque para una contestación decisiva debemos proceder a la individualización del
valor o del bien jurídico ('derecho' como lo expresa la ley) que se oculta dentro de aquélla.
¿Se trata de un bien disponible o indisponible? Si el legislador reconoce eficacia a la
voluntad individual afirmaremos que el bien es disponible, y, en caso contrario, indisponible.
Pero el bien tutelado por la norma del art. 499 no es disponible, porque está relacionado con
la economía pública e interesa a toda la colectividad, y como tal resultaría absurdo que se lo
excluyese de protección sobre la base de una convención particular. Esta solución sólo es
posible a través de una interpretación teleológica, es decir, de una interpretación que se
esfuerza por orientar la atención hacia el bien jurídico tutelado por la norma y, por ende,
hacia el fin concreto. El bien jurídico es un concepto teleológico, se identifica con el propósito
que el legislador pretende alcanzar y que consiste, en el caso concreto, en que no se
destruya materia prima que interesa a la economía general y no sólo a la individual. En lugar
de una concepción materialista del bien jurídico y por ello del valor, preferimos atenernos a
una concepción 'metodológica' que hace del fin el criterio decisivo de selección para
interpretar la norma y formar los conceptos jurídicos...
Dentro de esos límites, cuando se trata en verdad de valores evidentemente éticos, negar
influencia al derecho natural o a la moral, equivaldría a negar la propia realidad del derecho
penal vinculada, a través del valor, de la culpa y la pena, a una concepción ética de la vida.
Es a propósito de la equidad como se toma en consideración los valores éticos, porque el fin
de la equidad es permitir que la justicia se adecue a las peculiaridades del caso concreto. El
juicio verdaderamente ético no juzga un hecho con mentalidad y criterios estadísticos, en los
cuales se diluye toda individualidad, sino que lo toma en cuenta rodeado de todas sus
circunstancias...
Se ha sostenido que en el terreno del derecho penal debe excluirse una interpretación
extensiva de la norma, en cuanto vendría a limitar la libertad individual. Esto es falso, porque
sólo se limitaría arbitrariamente tal libertad en la hipótesis en que una norma determinada
rigiera situaciones o relaciones que no están comprendidas en ella. Esto no se verifica con la
interpretación extensiva, porque el hecho está previsto y porque existe una regulación
normativa de él, aunque la defectuosa expresión literal no lo trasluzca suficientemente”
(resaltados míos).
"Necesidad de la interpretación extensiva.- Hace ya mucho tiempo que la doctrina de los
autores había reaccionado contra el principio fijo de la interpretación restrictiva... En la
actualidad hay un común consenso sobre la necesidad de admitir la interpretación extensiva
en materia penal, ... si la naturaleza y objetivo de la interpretación de las leyes consiste en
hallar su voluntad por medios gramaticales y teleológicos, es obvio que si llegamos a decidir
que ésta es restrictiva, restrictivo será el resultado a que arribemos, en tanto que si esa
voluntad es extensiva, extensivo ha de ser el efecto que demos a las leyes interpretadas...
pero la analogía se distingue de la interpretación extensiva, porque en ésta, aunque el
intérprete se sirva del elemento sistemático, el caso está previsto por los legisladores, incluso
sirviéndose de palabras inadecuadas para expresarlo, mientras que en la analogía el caso no
ha sido previsto por la ley”.
J.D.A. añade otro concepto suyo al respecto:
Concepto de la Interpretación Teleológica

(...) Si nuestra disciplina es finalista y sólo puede ser trabajada con el método
teleológico, teleológica ha de ser también la interpretación de las leyes. Esta es la
que mejor descubre la íntima significación de los preceptos, la verdadera voluntad
de la ley, deduciéndola, no sólo de las palabras, sino de los múltiples elementos
que contribuyen a formar las disposiciones legislativas

.
a) La ‘ratio legis’

Buscar el fin de la función para que fue creada la ley es, en última instancia, la
excelsa labor de quien juzga. La formación teleológica de los conceptos, que como
reacción contra el excesivo formalismo, de una parte, y de otra, contra la
interpretación excesivamente sociológica de los mismos, es una característica de
la ciencia penal alemana anterior al advenimiento de Hitler, tiene valor decisivo en
la interpretación que se logra determinando todo el fin que inspiran las concretas
disposiciones legales.

b) Aunque menos perfecto que en un tratado, también existe en el Derecho


positivo un orden y un sistema. Ninguna disposición jurídica vive aisladamente,
sino conectada a las otras. Por eso hemos dicho que es sabido el precepto
venezolano contenido en el artículo 4° del Código Civil.

El profundo sentido de un artículo se nos revela en su relación con las otras leyes
que regulan el mismo instituto jurídico.

A veces hay que calar más hondo y llegar hasta los principios generales del
Derecho para averiguar el fin inminente de éste

. (J.D.A., La Ley y el Delito, Curso de Dogmática Penal, Ed. A.B., p. 29, 132, 133, 134, 135 y
136, Caracas, 1945).
En Venezuela también se ha hecho uso de la interpretación analógica, según informa el
propio J.D.A.:
"La jurisprudencia venezolana, según el doctor Mendoza, ha variado en el famoso caso
judicial de "Palmolive-Lahoud". Este último fue condenado en Primera Instancia a virtud de
una interpretación extensiva de la ley sobre falsificación de marcas de fábrica y fue absuelto
en Segunda Instancia por una interpretación restrictiva". ”. (J.D.A., La Ley y el Delito, Curso
de Dogmática Penal, Ed. A.B., p. 140, Caracas, 1945).
Por lo demás, se apartó la sentencia de la reiterada jurisprudencia de la extinta Corte
Suprema de Justicia (1973 -A.L.- y 1977 E.M.), que condenó por rebelión y con base en el
numeral 1 (no “ordinal” como equivocadamente reitera la sentencia), del artículo 476 del
Código Orgánico de Justicia Militar.
IV) Inconstitucionalidad de la sentencia por abusar de las formalidades en holocausto de la
Justicia y por violar la reserva legal.
La sentencia, en general, incurrió en el formalismo y sacrificó la justicia: se debió ordenar una
investigación exhaustiva y no sobreseer la causa.
Legislar es un acto de la reserva nacional y así lo manda el numeral 32 del artículo 156
constitucional. Los jueces penales -Magistrados de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia incluidos- no pueden ejercer funciones de legisladores, como lo sería el cambiar un
tipo penal pues ello equivaldría “ipso iure” a crear una nueva ley penal, lo que sería un acto
nulo de acuerdo con el artículo 138 constitucional. Este cambio consistió en desnaturalizar el
significado del término “armado” para hacerlo coincidir con la idea de que para que algunos
estén “armados” deben, necesariamente, blandir las armas o llevarlas enhiestas o hasta en la
boca, como se ha dicho que hacían los llaneros de la Independencia con lanzas pequeñas.
También se mutiló el tipo –como se vio con anterioridad en el punto III- al quitarle un
componente esencial (la pena) pues se negó que el tipo del artículo 476 del Código Orgánico
de Justicia Militar tenga pena.
V) El argumento de la renuncia del Presidente de la República.
El Presidente Chávez ha sostenido que no renunció. Y no se ha podido demostrar lo
contrario. Además hay esto:
En Derecho es una característica esencial de la renuncia el que sea solemne. Esto significa
que ha de ser escrita. Y máxime la que se supone procedente del Presidente de la
República. Y es una condición “sine qua non” de la renuncia el que sea libre. Es obvio que no
es libre una renuncia hecha bajo coacción y además armada. Es todo (y bastante) lo que
debo expresar al respecto.
VI) El argumento de citar la sentencia dictada en el caso del señor MIQUILENA y en la cual
fue mía la ponencia.
Es falso que allí se estableciera la necesidad de que hubiera plena prueba de la culpabilidad:
sí de los hechos y de la participación en ellos.
La sentencia de la cual hoy disiento, citó en sus páginas 7 y 8 un párrafo de aquella
sentencia recaída en el caso del Sr. MIQUILENA y señaló:
De esta manera, quedó definida la naturaleza del Antejuicio de Mérito, distinta a la
de una autorización para investigar, (...)

. (Pero no se sabe si apoya este criterio u otro que cito a continuación).


Pues bien: ratifico en todas sus partes tal criterio y rechazo la pretensión de aplicarla a este
caso porque “la simple autorización para investigar” es una simple petición formal que ha de
hacer el Ministerio Público, con el fin de cumplir con este requisito de procedibilidad. En
conexión con esto, reproduzco mi voto salvado -sentencia Nº 9 del 24-04-02- bajo la
ponencia del Magistrado Doctor R.P.P., en torno a mi oposición de que se dictaran medidas
cautelares contra los ahora sobreseídos –incluso reclamé su libertad plena- y mi voto
concurrente (cuando se fijó la audiencia oral en esta misma investigación) del 6-6-2002. Y
eso no tiene nada que ver con la naturaleza jurídica del antejuicio de mérito.
Y en la página 52 citó otro párrafo y concluyó así:
...De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito en el
citado artículo 476 ordinal 1, (sic) las mencionadas conductas de los imputados al
emitir esos pronunciamientos, sin que la Sala pueda emitir ningún otro
pronunciamiento en relación con ellos, desde luego que sólo se le ha exigido el
que queda dicho...

.
En aquel caso faltó ese elemento subjetivo finalista y en éste resulta evidente. Acerca de este
punto reproduzco el análisis hecho en mi rechazada ponencia (págs. 23 y 24, 53 y 54 en este
voto salvado) y añado esta cita de WELZEL (creador de la teoría del finalismo):
“Por eso, no se debe opinar, partiendo de una pura interpretación de las palabras, que la
‘finalidad’ pueda tomar en consideración solamente el objetivo (finis)...” (Derecho Penal, pág.
43).
Entonces: cuando el hombre se fija una meta, en una operación de retroceso va escogiendo
los medios causales y los va dirigiendo a ese fin, que es lo que WELZEL, padre del finalismo,
que por lo demás inspiró a BETTIOL, que es el padre del teleologismo en Italia (ya que
mencioné antes el teleologismo), señala los efectos “concomitantes”: uno no solamente
quiere el fin último o el “telos”, sino que también quiere los efectos concomitantes.
El caso del Sr. MIQUILENA era muy distinto porque se requería que el Sr. MIQUILENA
hiciera algo concreto al efecto de influir indebidamente; y no podía basarse esto en
presunciones; pero en este caso no hay presunciones sino potísimas pruebas de las
acciones ejecutadas por los investigados.
(Y respecto a otras imputaciones fiscales, era paladino que no había habido nada delictuoso:
por ejemplo, se le imputó al Sr. MIQUILENA el no haber declarado como propias unas
acciones; pero si lo hubiera hecho sí hubiera cometido delito, puesto que ya no le
pertenecían).
Y que “pudo” haber influido de modo delictuoso y por su condición de alto funcionario; pero
ese “pudo”, insisto, cae en el terreno de las presunciones. En cambio en este caso no ha
habido presunciones sino pruebas apodícticas de los hechos investigables. Y negarlo es un
abracadabra que pertenece al mundo de lo irreal o lo esotérico o fantasmagórico o de las
pesadillas; pero no al de la ciencia del Derecho Criminal, cuya fuente nutricia es la realidad y
no las ideas delirantes.
Y por si fuere poco todo lo recordado acerca del caso del Sr. MIQUILENA, debo añadir que
allí faltó el elemento objetivo, tal como lo reconoce y reprodujo ahora la sentencia de la cual
disiento hoy.
VII) El caso del puente Llaguno.
Todos (al menos en la Sala Penal) estuvieron de acuerdo con mi ponencia y en lo justo que
fue haber anulado el sobreseimiento en este caso y ordenar su investigación por parte del
Ministerio Público. Eran, como en este otro caso, hechos notorios, graves y confesados (de
modo calificado) por sus actores. Eso de juzgar de distintas maneras una misma conducta y
de adjudicarle mayor desvalor de acción en una u otra circunstancia, o incluso ningún
desvalor en otra circunstancia, y dependiendo todo de los respectivos actores, pueda parecer
a muchos algo verdaderamente antojadizo y, peor aún, arbitrario e injusto. Crítica muy grave
ésta en el Tribunal Supremo de Justicia. ¿Por qué en aquél sí era justo eso y en este caso
no? Eso comprueba una desigualdad de ánimo a la hora de impartir justicia penal, es decir,
una falta de equidad y esto es grave en grado superlativo.
VIII) El argumento de que sólo desobedecieron.
No es ésta la oportunidad procesal para analizar este punto que en todo caso respondería al
rubro de una eventual ausencia de culpabilidad: la obediencia y desobediencia legítima. Pero
si no se obedece a la autoridad legítima y la pretendida renuncia del Presidente no era tal, se
incurre en rebelión porque “rebelarse”, según la Academia, es “faltar a la obediencia debida”.
Y si la rebelión es por militares y armada es el delito de REBELIÓN MILITAR.
Una magistrada arguyó (no en la Sala Plena en que se debatió este caso sino en
declaraciones de prensa) que la sentencia no dijo que aquí no había habido un golpe de
Estado. Y que la negativa se refirió únicamente al delito de rebelión militar. Es verdad que el
vocablo “golpe de Estado” no está en las leyes penales venezolanas; pero tampoco está el
galicismo “chantaje” y nadie osaría expresar que en un caso hubo chantaje mas no extorsión.
Y tampoco está la palabra “asesinato”; pero nadie, o mejor dicho, a muy pocos, se les
ocurriría aseverar que en un caso hubo asesinato pero no homicidio.
El desesperado argumento, como es obvio, pretende distinguir entre rebelión militar y golpe
de Estado. Ardua tarea. Golpe de Estado es, según el Diccionario de la Academia, la
“violación deliberada de las normas constitucionales de un país y sustitución de su gobierno,
generalmente por fuerzas militares”. Así que la tarea de quienes pretendan esa distinción, se
asemejará a la de Sísifo o a la de Ixión y su rueda, que empujada hacia delante, retrocede
rodando por el plano inclinado. Y a esa tarea y a la que tendría todo aquél que pretenda
explicar la sentencia o los fallos de este fallo, se les podría aplicar las “Parábolas” del gran
bardo A.M. y sus versos finales:
De la mar el precepto,
del precepto al concepto,
del concepto a la idea
- ¡ oh, la linda tarea! de la
idea a la mar.
¡Y otra vez a empezar!
IX) El Argumento del “Plan Ávila”.
La sentencia (en sus páginas 55 y 60) asegura que los imputados asumieron la actitud
enjuiciada porque el Presidente Chávez ordenó aplicar el “Plan Ávila” y esto implicaba una
gravísima violación de los derechos humanos y una masacre. Pero, pese a que lo advertí y
exhibí por vídeo en el resumen o prueba audiovisual, la sentencia no se refiere por ninguna
parte (ni lo mencionó siquiera) al hecho de que cuando la periodista YBÉYISE PACHECO les
preguntó o sugirió a los imputados (en una entrevista televisada -en la que no estaba el
General VÁSQUEZ- y a eso de las 9 pm. del 11 de abril) que si aplicarían el “Plan Ávila”,
guardaron silencio absoluto al respecto: silencio bien raro en quienes anatematizaron dicho
plan y lo usaron para argüir con reiteración y especie de “leitmotiv”, que su oposición a ese
“Plan Ávila” es la justificación de su conducta. Lo natural era que si en verdad les parecía tan
monstruoso ese plan, hubieran negado de inmediato esa posibilidad.
Tal rareza debía ser investigada puesto que, si bien los imputados confesaron, trataron de
justificar su conducta y por consiguiente estúvose en presencia de una admisión de los
hechos o confesión calificada y en este caso se debe concatenar con los demás elementos
del juicio para ver si resulta verosímil.
X) Los argumentos de mi ponencia en su completa transcripción.
SALA PLENA ACCIDENTAL MAGISTRADO PONENTE: DOCTOR A.A.F.. Vistos.-
Se inició este procedimiento de antejuicio de mérito con la solicitud realizada el 24 de mayo
de 2002 por el Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela, ciudadano abogado
J.I.R.D., venezolano, mayor de edad, casado, de este domicilio, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el Nº 7421 y portador de la cédula de identidad V-
2.218.534, ante el Magistrado Presidente y demás Magistrados de la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, en la cual expresó lo siguiente:
...ocurro ante ese Supremo Tribunal (sic), para instarlo, por vía de querella,
proceda a realizar antejuicio de mérito en contra de los ciudadanos General de
División (Ej) E.V.V. (sic), General de Brigada (Av) P.P.O., Vicealmirante H.R.P. y
Contralmirante D.L.J.C.U., con quienes no me une ningún vínculo de parentesco,
mayores de edad y de este domicilio; antejuicio de mérito que es de la
competencia de ese Alto Tribunal, conforme a lo dispuesto en el artículo 266,
ordinal 2º (sic), de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
artículo 42, ordinal 5º, de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia y
artículo 377 y siguientes del Código Orgánico Procesal Penal

.
El ciudadano Fiscal General alegó también:
...En primer término, consta en el expediente que los referidos Altos Oficiales y
Almirantes se dirigieron a la ciudadanía a través de los medios de comunicación a
los fines de transmitir un mensaje mediante el cual desconocían el gobierno del
Presidente H.R.C.F....En segundo término y aunado a los pronunciamientos antes
transcritos, los referidos Altos Oficiales Generales y Almirantes de la Fuerza
Armada Nacional, ciudadanos Vicealmirante H.R.P., Jefe del Estado Mayor
General de la Armada, Contralmirante D.L.J.C.U. (Jefe de Planificación de la
Inspectoría General de la FAN) y General de Brigada (Av) P.P.O. y General de
Brigada E.V.V., Comandante General del Ejército, entre otros, quienes se
encontraban presentes el día 11 de abril de 2002 en el Fuerte Tiuna, tal como se
desprende de los videos anexos al expediente, exigiendo al Presidente de la
República H.R.C.F. la renuncia de su cargo, caso contrario se tomarían medidas
drásticas contra el Palacio de Miraflores...En tercer lugar, consta en autos, que
ante la negativa del Presidente H.R.C.F., a presentar la renuncia del cargo, los
Altos Oficiales disidentes optaron por la detención ilegal del mismo...Estos hechos,
aquí relatados dieron lugar a que en fecha 12 de abril de 2002, el ciudadano
P.C.E., se juramentó (sic) ante el país como Presidente Interino de la República,
designando parte de su futuro equipo ministerial, como Ministro de la Defensa al
ciudadano H.R.P....Estos hechos, en los que tuvieron una participación muy
importante los ciudadanos E.V.V., H.R.P., P.P.O. y D.J.C.U., conjuntamente con
otros efectivos de la Fuerza Armada Nacional, tienen relevancia dentro del mundo
jurídico, pues la conducta por ellos desarrollada encuadra perfectamente dentro de
las previsiones del ordinal 1° (sic) del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia
Militar...

.
Así mismo, en la página 85 de su escrito expresó:
En los distintos recaudos a los que se ha hecho referencia en este escrito, hay
contradicciones fundamentales que deben ser aclaradas ante el derecho (sic) y
ante la conciencia ciudadana de Venezuela en una exhaustiva investigación

.
Y previamente, en la página 84 del mismo escrito, señaló:
Por gozar estos ciudadanos de un privilegio constitucional para poder proceder a
su enjuiciamiento, conforme a lo establecido en el artículo 266, numeral 3, de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, existe un obstáculo para el
ejercicio de la acción penal correspondiente, si fuere el caso, de acuerdo a (SIC) lo
pautado en el artículo 36 del Código Orgánico Procesal Penal

(subrayado por la Sala Plena).


El ciudadano Fiscal General de la República concluyó en lo siguiente:
Por todo lo anteriormente expuesto, en mi carácter de Fiscal General de la
República, solicito de ese Tribunal Supremo de Justicia que, con vista al contenido
del expediente signado con el No. F5TSJ-01-002, contentivo de la averiguación
previa hecha con ocasión a los hechos acontecidos los días 11, 12 y 13 de abril
del presente año, DECLARE QUE HAY MÉRITO PARA EL ENJUICIAMIENTO DE
LOS CIUDADANOS E.V.V., venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de
identidad Nro. V-4.023.794, natural de Caracas, de estado civil casado, de
profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de General de
División del componente ejército (sic) de la Fuerza Armada Nacional; H.R.P. (sic),
venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de identidad No. V-2.814.408,
natural de Caripito, Estado Monagas, de estado civil casado, residenciado en la
Avenida Principal de Los Naranjos, Residencias Vista Bella, piso 1, Apto. 1-B,
Urbanización Los Naranjos, Caracas, y de profesión militar en servicio activo,
actualmente con el rango de Vicealmirante del componente Armada de la Fuerza
Armada Nacional; P.P.O., venezolano, mayor de edad, portador de la cédula de
identidad Nro. 4-064.333 (sic), natural de Carora, Estado Lara, de estado civil
casado, residenciado en (sic) Calle San José, Residencias La Colina, Torre B, P.H.
4, Urbanización Colinas de la California, Caracas, y de profesión militar en servicio
activo, actualmente con el rango de General de División del componente ejército
(sic) de la Fuerza Armada Nacional; D.L.J. COMISSO URDANETA, venezolano,
mayor de edad, portador de la cédula de identidad No. V-3.793.306, natural de
Caracas, de estado civil casado, residenciado en Fuerte Tiuna, Viviendas de
Guarnición, General en Jefe J.B., Town House No. 4, Urbanización El Valle,
Caracas, y de profesión militar en servicio activo, actualmente con el rango de
Contralmirante del componente Armada de la Fuerza Armada Nacional, contra
quienes presento formal QUERELLA, de conformidad con la exigencia legal para
los efectos del antejuicio de mérito, por la comisión del delito de REBELIÓN,
previsto en el ordinal 1° (sic) del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia
Militar, el cual fue cometido en el lugar, fecha y circunstancias que se dejan
expuestas en el desarrollo de este escrito; y que, al decir que hay mérito para sus
enjuiciamientos, se hagan las participaciones previstas en nuestro ordenamiento
jurídico a los fines previstos en la normativa correspondiente

.
I SUBSTANCIACIÓN DE LA CAUSA
El 27 de mayo de 2002 se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado doctor
J.R.P..
El 6 de junio de 2002 se admitió la solicitud de antejuicio de mérito y se notificó al ciudadano
Fiscal General de la República y a los ciudadanos General de División (Ej) E.V.V.,
Vicealmirante H.R.P., General de Brigada (Av) P.P.O. y al Contralmirante D.L.J.C.U., que se
celebraría una Audiencia Oral y Pública.
El 6 de junio de 2002 y el 7 junio de 2002, respectivamente, el ciudadano General de División
(Ej) E.V.V., asistido por el ciudadano abogado RENÉ BUROZ ARISMENDI; y el ciudadano
Vicealmirante H.R.P., asistido por los ciudadanos abogados C.B. ESPINOZA y E.M.,
interpusieron escritos ante la Sala Plena y dejaron constancia de sus recusaciones contra el
Magistrado doctor I.R.U., Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, quien a su vez recusó
al Magistrado doctor F.A.G., Primer Vicepresidente del Tribunal Supremo de Justicia, a quien
correspondía resolver tal incidencia. Dichas recusaciones fueron declaradas inadmisibles por
el Magistrado doctor A.G.G..
El 6 de junio de 2002 compareció ante la Sala Plena el ciudadano General de División (Ej)
E.V.V., asistido por su abogado Defensor, ciudadano RENÉ BUROZ ARISMENDI y recusó al
ciudadano abogado J.I.R., en su carácter de Fiscal General de la República. Tal recusación
fue declarada sin lugar por la Sala Plena.
El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano Vicealmirante H.R.P. y designó como sus
Defensores a los ciudadanos abogados C.B. ESPINOZA, E.M. y M.Á.C..
El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano General de Brigada (Av) P.P.O. y designó
como sus Defensores a los ciudadanos abogados ENRIQUE PRIETO SILVA y R.Q.A..
El 11 de junio de 2002 compareció el ciudadano Contralmirante D.L.J.C.U. y designó como
sus Defensores a la ciudadana abogada T.B.A. y a los ciudadanos abogados L.A.A. y M.A.R..
El 12 de junio de 2002 el Contralmirante D.L.J.C.U., asistido de los ciudadanos abogados
L.A.A., T.B.A. y M.A.R., interpusieron escrito ante la Sala Plena y recusaron al Magistrado
doctor J.R.P.. El 2 de julio de 2002 el Magistrado doctor A.G.G. declaró con lugar tal
recusación sobre la base del numeral 7 del artículo 86 del Código Orgánico Procesal Penal.
El 13 de junio de 2002 el ciudadano Contralmirante D.C.U., asistido por los ciudadanos
abogados T.B.A. y M.A.R., recusó al Magistrado doctor O.M.D.. El 2 de julio de 2002 el
Magistrado doctor A.G.G. declaró con lugar tal recusación, con apoyo en el numeral 7 del
artículo 86 del Código Orgánico Procesal Penal.
El 27 de junio de 2002 el ciudadano abogado C.B. se juramentó como Defensor del
ciudadano Vicealmirante H.R.P..
En esa misma fecha los ciudadanos abogados L.A.A., M.A.R. y T.B.A. se juramentaron como
los Defensores del ciudadano Contralmirante D.L.J.C.U.. Así mismo el ciudadano abogado
RENÉ BUROZ ARISMENDI se juramentó como Defensor del ciudadano General de División
(Ej) E.V.V..
El 1º de julio de 2002 el ciudadano abogado M.Á.C. se juramentó como Defensor del
ciudadano Vicealmirante H.R.P..
El 4 de julio de 2002 el ciudadano abogado J.J.S.C. se juramentó como Defensor del
ciudadano General de División (Ej) E.V.V. y el ciudadano abogado R.Q.A. como Defensor del
ciudadano General de Brigada (Av) P.P.O..
El 9 de julio de 2002 el Fiscal General de la República, ciudadano abogado J.I.R., recusó a la
Segunda Suplente de la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia,
ciudadana abogada M.C.P.D.R.. El 25 de julio de 2002 el Magistrado doctor I.R.U. declaró
con lugar esa recusación.
El 10 de julio de 2002 el ciudadano abogado C.M.C. se juramentó como Defensor del
ciudadano General de División (Ej) E.V.V..
El 15 de julio de 2002 se designó ponente al Magistrado doctor L.M.H..
El 16 de julio de 2002 el ciudadano abogado L.A.A. se juramentó como Defensor del
ciudadano Contralmirante D.L.J.C.U..
El 18 de julio de 2002 los ciudadanos abogados ENRIQUE PRIETO SILVA y J.L.T. se
juramentaron como los Defensores del ciudadano General de Brigada (Av) P.P.O..
El 18 de julio de 2002, de acuerdo con el artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal,
se celebró la Audiencia Oral y Pública a la que concurrieron las partes y expusieron sus
alegatos.
El 30 de julio de 2002 los ciudadanos abogados FABIÁN CHACÓN LÓPEZ y M.M., actuando
en su propio nombre, recusaron a la Magistrada doctora B.R.M.D.L.. El 31 de julio de 2002 el
Magistrado I.R.U. declaró inadmisible esa recusación.
El 31 de julio de 2002 se reunió la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia y se reasignó
la ponencia al Magistrado doctor A.A.F..
II PUNTO PREVIO
La Sala Plena Accidental no emitirá decisión en relación con los alegatos acerca de la
existencia de causas de justificación o con los que pretendan demostrar la ausencia de
culpabilidad, porque tales alegatos serán en todo caso materia de fondo en un eventual
proceso.
De igual forma no hará esta Sala consideraciones exhaustivas para calificar a los
investigados según su participación en los hechos que se les imputan y se limitará a
determinar su posible vinculación con las acciones que eventualmente se consideren
probadas y típicas.
III COMPETENCIA DE LA SALA PLENA
De acuerdo con el numeral 3 del artículo 266 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, corresponde a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia “Declarar si hay
o no mérito para el enjuiciamiento de ...oficiales y oficialas (sic) generales y almirantes de la
Fuerza Armada Nacional y, en caso afirmativo remitir los autos al Fiscal o Fiscala (sic)
General de la República...”, a los fines consagrados en la señalada disposición
constitucional.
Por consiguiente, es competente la Sala Plena para conocer la solicitud de Antejuicio de
Mérito hecha por el ciudadano Fiscal General de la República de Venezuela. Así se declara.
Cumplidos los trámites pertinentes, el Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Plena
Accidental, pasa a conocer de la presente solicitud de antejuicio de mérito y al efecto observa
lo siguiente:
IV
NATURALEZA JURÍDICA DE LA SOLICITUD
DE ANTEJUICIO DE MÉRITO
La Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia, el 17 de marzo de 1987, con ponencia
del Magistrado doctor R.Y.B. (expediente Nº 286, caso V.A.G.R.), estableció lo siguiente:
...El segundo requisito previo para el enjuiciamiento de los altos funcionarios a que
se refieren los Ordinales 1° y 2° del artículo 215 de la Constitución de la
República, está previsto en el artículo 147 de la mencionada Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia el cual pauta que: “La Corte declarará si hay o no
mérito para proseguir el enjuiciamiento dentro de las diez audiencias siguientes a
la presentación de la querella o del recibo del expediente, según el caso”. Esta
formalidad es un “requisito de procedencia” del enjuiciamiento y es lo que la propia
Ley y la doctrina han denominado “antejuicio de mérito”, y tiene por objeto que la
Corte en pleno, en base (sic) a la documentación que se acompañe a la querella
como justificación de esa acusación, constate si los hechos imputados al
funcionario son punibles y que ciertamente la acusación está seriamente fundada
como para formar causa...”.

Igualmente la Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia, el 19 de marzo


de 1998, con ponencia del Magistrado doctor H.J. LA ROCHE (expediente 790,
caso: A.V.T.), consideró lo siguiente en relación con el antejuicio de mérito:

"Conforme a la jurisprudencia de esta Corte, al conocer en materia de antejuicio


de Mérito para el enjuiciamiento de los altos funcionarios señalados en los
ordinales 1º y 2º del artículo 215 de la Constitución, debe ceñirse estrictamente a
constatar si los hechos imputados caen dentro de la esfera de lo ilícito penal, y si
los recaudos que integran el expediente conducen a establecer una clara
vinculación entre tales hechos y el funcionario presumiblemente indiciado, a los
fines de poder formar criterio acerca de la existencia o no de méritos para el
enjuiciamiento".

"En tal virtud, no puede este M.T. entrar a conocer alegatos como el de la
prescripción de la Acción Penal, lo cual supone dar por demostrado el cuerpo del
delito, calificarlo y deducir eventuales sanciones, todo lo cual configura
presupuestos indispensables para establecer si ha transcurrido o no el lapso
previsto en la prescripción, pronunciamientos que solamente pueden hacer los
jueces del mérito. Así se declara

.
El 30 de mayo de 2000, en el caso del antejuicio de mérito seguido al ciudadano L.M.H.,
Ministro de Relaciones Interiores y de Justicia para ese momento, la Sala Plena expresó:
La Sala estima necesario dejar sentado que, de conformidad con la disposición
prevista en el artículo 377 del Código Orgánico Procesal Penal, el antejuicio de
mérito es un procedimiento penal especial que, instaurado en virtud de la querella
del Fiscal General de la República y conducido por el principio del contradictorio,
tiene por objeto declarar la certeza de si hay o no mérito para el enjuiciamiento de
los altos funcionarios del Estado a los que se refiere el ordenamiento
constitucional de la República; que la disciplina normativa acerca del antejuicio de
mérito debe ser interpretada a la luz del nuevo orden constitucional; que la
querella fiscal debe fundarse en prueba suficiente, motivo por el cual su
instauración debe ser precedida por una actividad de investigación, conducida por
el Ministerio Público, durante cuyo desarrollo debe respetarse íntegramente al
imputado su derecho constitucional a la defensa a tenor de la disposición prevista
en el artículo 49, numeral 1, de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en la forma y condiciones previstas en los artículos 313 y siguientes
del Código Orgánico Procesal Penal; y que el juicio sobre la prueba debe constituir
el fundamento principal de la determinación acerca de si hay o no mérito, es decir,
acerca de si hay o no lugar al enjuiciamiento

.
Por tanto, en el antejuicio de mérito es necesario probar tres extremos: I) La existencia de los
hechos planteados en la solicitud de antejuicio. II) Esos hechos (que motivaron la solicitud de
antejuicio) deben estar descritos como criminosos. III) Las personas contra las que se solicita
el antejuicio deben tener alguna vinculación con esos hechos.
Y por esto los cuatro capítulos que van a continuación.
V HECHOS
El 10 de abril de 2002, la Corporación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la Federación
de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (FEDECAMARAS),
presididas por los ciudadanos C.O. y P.C.E., respectivamente, convocaron a un paro general
y a la ciudadanía a una marcha que partiría al día siguiente desde el “Parque del Este”, en la
Avenida F. deM., hasta la sede de Petróleos de Venezuela, S.A., en Chuao, Caracas.
Así mismo, el 10 de abril de 2002 el General de Brigada (Ej) N.G.G. convocó a una rueda de
prensa en el Hotel Caracas Hilton y rechazó públicamente el gobierno del ciudadano
Presidente de la República, Teniente Coronel H.R.C.F..
El 11 de abril de 2002, cuando aquella marcha que partió desde el “Parque del Este” y con
rumbo a la sede de Petróleos de Venezuela S.A., en Chuao, llegó a su destino, algunos
organizadores de la misma instigaron a los ciudadanos a ir hacia el Palacio de Miraflores
para solicitar la renuncia del Presidente de la República, ciudadano Teniente Coronel
H.R.C.F..
Al unísono con la referida marcha y desde tempranas horas de la mañana, se congregó en
las inmediaciones del Palacio de Miraflores un grupo de personas que apoyaba al Presidente
de la República.
Se suscitaron gravísimos hechos en el centro de la ciudad de Caracas y específicamente en
el Puente Llaguno y en las adyacencias. Desde la tarde del jueves y durante la madrugada
del viernes 12 de abril de 2002, algunos oficiales de alto rango, entre ellos el Vicealmirante
H.R.P., los Contralmirantes D.L.J.C.U. y F.N., los Generales de Brigada (GN) M.F.T., O.J.M. y
R.L., los Generales de Brigada (Ej) V.R.M. y H.L. y los Generales de Brigada (Av) CLINIO
RODRÍGUEZ y P.P., expresaron su opinión sobre los hechos ocurridos y, entre otras cosas
(que se analizarán luego), leyeron un pronunciamiento contra el Gobierno del ciudadano
Presidente de la República.
Después hizo lo propio el Comandante General del Ejército, General de División E.V.V., quien
repudió tales hechos y, entre otras cosas (que serán estudiadas después), solicitó a los
Comandantes de Batallones, Brigadas y Divisiones que permanecieran en sus unidades.
También se dirigió al Presidente de la República y le refirió “...le fui leal hasta el final, hasta
esta tarde le serví con toda la lealtad... pero los muertos de hoy no se pueden tolerar...”.
Por su parte, el General L.R.R. se dirigió al país y anunció que el Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, ciudadano Teniente Coronel H.C.F., había “aceptado” renunciar.
Constituye un hecho notorio y por ello relevado de pruebas, que el ciudadano Presidente de
la República se encontraba en el Palacio de Miraflores y aproximadamente a las 4:00 a.m.
fue a las instalaciones del “Fuerte Tiuna” en compañía de los Generales de División I.E.H.S.,
M.R. y J.A.V.V. y se reunió con un grupo numeroso de los altos oficiales que se encontraban
en ese lugar.
En esa reunión se le solicitó al primer mandatario que firmara la renuncia y éste se negó.
Ante tal negativa, el General de División (Ej) E.V.V. le comunicó la decisión de dejarlo bajo
custodia o arresto de la Fuerza Armada. En consecuencia, ordenó la reclusión del Presidente
de la República en el Comando de la Tercera División de Infantería, 35 Regimiento de la
Policía Militar “Libertador J. deS.M.”, según consta en la boleta de ingreso del 12 de abril de
2002.
El 13 de abril de 2002, el ciudadano P.C.E. (quien se autojuramentó el 12 de abril de 2002
como el nuevo presidente del gobierno de “Transición Democrática y Unidad Nacional”)
abandonó el Palacio de Miraflores y se trasladó a las instalaciones del “Fuerte Tiuna”.
Ese mismo día un grupo de personas se congregó en las inmediaciones del Palacio de
Miraflores, del “Fuerte Tiuna” y frente a la Brigada 42 de Paracaidistas, en la ciudad de
Maracay, Estado Aragua.
En horas de la tarde, el General de División (Ej) E.V.V. se dirigió al país y exigió la restitución
de los Poderes Públicos que fueron anunciados como disueltos el 12 de abril de 2002.
Con posterioridad, el canal oficial, “Venezolana de Televisión”, transmitió varios mensajes de
los ciudadanos V.V., J.R.A. y J.B.. También se presentaron otras autoridades: el Fiscal
General de la República, el Defensor del Pueblo, algunos Diputados de la Asamblea Nacional
y Ministros del Gobierno del Presidente, Teniente Coronel H.R.C.F..
El 13 de abril de 2002, aproximadamente a las 5:00 p.m., el ciudadano P.C.E. anunció al país
la restitución de los poderes públicos y se juramentó como nuevo Presidente el ciudadano
Teniente D.C..
Horas más tarde el ciudadano P.C.E. anunció su renuncia a través de los medios televisivos
extranjeros.
En horas de la madrugada del 14 de abril de 2002, el Presidente de la República Bolivariana
de Venezuela, ciudadano Teniente Coronel H.R.C.F., regresó al Palacio de Miraflores y se
dirigió al país en cadena nacional.
VI
TIPICIDAD
1) GENERALIDADES
La tipicidad es la determinación que hace el legislador penal de la conducta que considera de
tánta nocividad social que debe ser castigada con una pena de prisión.
La acción típica se puede describir en el texto legal haciendo referencia al comportamiento
humano mismo, en sus movimientos o acciones, o se puede describir haciendo referencia a
conceptos ("sufrimiento físico", "perjuicio a la salud", "seguridad" o "reputación", por ejemplo),
o puede describirse haciendo referencia a la intención (de "causar daño" por ejemplo). Lo
más frecuente es describirlo como acciones. De manera que toda esa descripción típica, en
general, recae sobre caracteres o elementos del tipo, que se refieren al agente del delito o a
su víctima, o a exigencias de tiempo o lugar, al objeto, o a la ocasión, o al medio empleado
(todos éstos son elementos objetivos del tipo); o que se refieren a elementos subjetivos del
tipo, es decir, a una intención especial o dolo específico (en cuyo caso están empalmados
con lo injusto), o a la intención global o dolo genérico del agente (en cuyo caso tales
elementos están enraizados en la culpabilidad). Todavía puede recaer sobre valoraciones
jurídicas como, por ejemplo, la ajenidad de la cosa.
2) LA TIPICIDAD EN EL DELITO DE REBELIÓN MILITAR
El delito de REBELIÓN MILITAR está descrito en el numeral 1 del artículo 476 del Código
Orgánico de Justicia Militar. La acción típica comporta tres modalidades: 1) Promover
cualquier movimiento armado; 2) Ayudar cualquier movimiento armado; 3) Sostener cualquier
movimiento armado.
El significado de estos verbos rectores, referidos a la conducta en que habrán de incurrir los
sujetos activos para encajar en la previsión del tipo, debe ser verificado en el Diccionario de
la Real Academia Española, porque el artículo 4 del Código Civil manda:
A la Ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente del significado propio de
las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador.(...)

.
Promover: “1. Iniciar o impulsar una cosa o un proceso, procurando su logro (...) 3. Tomar la
iniciativa para la realización o el logro de algo”.
Ayudar: “1.Prestar cooperación”.
Sostener: “1. Sustentar, mantener firme algo. U. t. c. prnl. || 2. Sustentar o defender una
proposición (...) 4. Prestar apoyo, dar aliento o auxilio”.
Toda esta significación lingüística puede ser aún más completa si se hace lo propio (indagar
en el diccionario) con los términos incluidos en sendas definiciones:
1) En relación con promover.
Iniciar: “Comenzar o promover una cosa”.
Impulsar: “(De impulso) tr. Impeler. // 2. fig. Estimular, promover una acción”.
Procurar: “Hacer diligencias o esfuerzos para que suceda lo que se expresa. // 2. Conseguir
o adquirir algo”.
2) En relación con ayudar.
Cooperar: “Obrar juntamente con otro u otros para un mismo fin”.
3) En relación con sostener.
Sustentar: “3. Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza. 4.Defender o sostener
determinada opinión”.
Apoyar: “3. Favorecer, patrocinar, ayudar”.
Como se puntualizó con anterioridad, ese promover, ayudar y sostener, se refieren a un
movimiento armado. Y se ha alegado con reiteración tanto por los altos oficiales investigados
cuanto por sus respectivos Defensores, que no hubo un movimiento armado pues no
empuñaron ellos las armas y que ni siquiera las tenían o portaban. Pese a lo forzado que
pueda ser el alegato por tratarse de situaciones vividas dentro de la “Institución Armada”
(porque monopoliza las armas de guerra) o por altísimos oficiales pertenecientes a ésta e
incluso por almirantes del componente militar llamado “Armada”, es indispensable que la
Sala Plena se detenga en esta circunstancia porque, de ser cierto ese alegato, habría una
ausencia de tipo por falta del elemento objetivo referente al medio empleado y no podría
haber delito porque faltaría una condición “sine qua non”: la tipicidad.
Hay que empezar por hacer una clarificación: el tipo penal, cuando precisa la conducta de la
REBELIÓN MILITAR, no exige que deba comportar un movimiento con armas en mano.
Valga una breve digresión para recordar que otro delito, el de robo, tiene como agravante la
circunstancia de que sea “a mano armada” y que la mejor doctrina ha considerado, aquí y en
el exterior, que no es necesario que al momento del delito el asaltante esté blandiendo el
arma, sino que basta con que la tenga enfundada para que cometa el delito de robo
agravado por ser “a mano armada”.
La rebelión es un alzamiento violento. Por ello conviene analizar la violencia pues un
“movimiento armado” es de suyo violento. Esto, que parece una perogrullada, es lo que
requiere ser analizado y debe principiarse por el concepto mismo de violencia: ésta puede
ser física (con fuerza física) o moral (con fuerza moral o coacción psíquica muy
humanamente comprensible puesto que CARRARA enseñó: “¿Qué medio más odioso que la
violencia?”)*; y expresa, tácita o presunta (esta última contenida en algunas legislaciones
respecto, verbigracia, a la desposesión que se haga de las pertenencias de niños menores
de nueve años). De forma que la violencia, para serlo, no requiere ser empleada de modo
expreso, explícito o directo. Puede haber una violencia tácita y ya que antes se ejemplificó
con el delito de robo, es oportuno citar al llamado “Príncipe de los penalistas italianos”:
La violencia la constituye, tanto el empleo de la fuerza física, como el de la fuerza
moral; lo mismo es que se haya cogido al dueño, encerrándolo en una habitación,
golpeándolo o atándolo para que no impida el hurto, o que con este mismo fin se
le haya puesto una pistola al pecho o se haya querido espantarlo de otra manera.
Y sobre esto debe notarse que la violencia se juzga más bien de modo objetivo
que subjetivo; por ejemplo, si se amenazó con una pistola descargada, la violencia
siempre subsiste, pues el dueño amenazado, como ignora que el arma es
inofensiva, tiene que asustarse.

A este respecto la jurisprudencia ha adoptado una interpretación amplísima1,


aplicando los títulos de extorsión y de hurto violento aun cuando la amenaza no
haya sido explícita, o no contuviera un peligro real, con tal que en efecto hubiera
conmovido el ánimo del dueño hasta inducirlo a permitir el hurto sin resistencia2.
1Acerca de esta amplitud quiero recordar un ejemplo. Un célebre bandido, llamado
Stoppa, infestaba los campos toscanos, y era el terror de nuestra región costanera
por los muchísimos crímenes que cometía. Finalmente se logró arrestarlo, y la
justicia divina lo castigó en la prisión antes que lo castigara la justicia humana.
Pero mientras estaba en la cárcel, otro malhechor se presentó solo y sin armas a
la casa de un campesino rico, pidió hablar privadamente con él y solo (sic) le dijo
estas palabras: “Soy Stoppa; huí (sic) de la cárcel y necesito dinero”. Nada hubo
de brusco en sus modales, que más bien fueron afectadamente corteses. El dueño
le dio cien liras, pero el bandido, con sumo respeto, le observó que eran pocas, y
el hombre tuvo que darles (sic) cuantas quiso.

Al ser descubierto y arrestado el falso Stoppa, se discutió mucho en nuestros


tribunales acerca de la violencia. El propietario ni se refirió a ella, solamente
declaró que se había sentido lleno de miedo al pensar que estaba en las manos
del famoso bandido. La mayoría opinó que había habido violencia, tanto subjetiva
como objetiva: subjetiva, ya que el culpable tomó el nombre de Stoppa
expresamente para infundir terror; y objetiva, porque realmente logró infundir
miedo para cometer el hurto. Este ejemplo lleva a su último extremo el criterio de
la violencia

. (CARRARA, Programa de Derecho Criminal, Parte Especial, vol. IV, T. 6. 4ta. e., Ed. Temis,
p. 153, Bogotá, 1981).
La figura típica exige que haya un “movimiento armado”. “Armado” es el participio pasado de
“armar” y esto significa lo siguiente: “Armar: Vestir o poner a alguien armas ofensivas o
defensivas. 2. Proveer de armas. 3. Apercibir y preparar para la guerra”.
Un movimiento armado insurreccional no requiere que todos los que estén implicados o
comprometidos tengan que “vestir” armas o enfundarlas o terciarlas: semejante uniformidad
no se ve ni siquiera en las guerras militares más terribles y así todos han podido ver
filmaciones verídicas de beligerantes o guerreros en la “Segunda Guerra”, Vietnam o en la
denominada “Guerra del Golfo”, desarmados o sin portar o cargar armas en ese momento y
sin que signifique que formaban parte de un movimiento “desarmado”. E incluso es pertinente
destacar que a quienes se ha visto desarmados en tales conflagraciones bélicas militares
son precisamente los jefes de tan formidables componentes o movimientos armados.
En este sentido conviene citar unas muy importantes opiniones doctrinarias y la primera de
un penalista venezolano de quien expresó el sabio JIMÉNEZ DE ASÚA: “Uno de los más
gratos compañeros, admirado por su ciencia y querido por su modestia llena de humana
cordialidad”.
...El Código italiano de 1931 adoptó una palabra nueva: promover, chiunque,
promuove un’ insurrezione armata... (art. 284). Por estos criterios distintos, en el
derecho francés, los actos de rebelión e insurrección deben consistir en una
acción material y violenta, en un ataque por fuerza, en una toma de armas (1072);
pero ni en nuestro derecho penal, ni en el italiano, requiérese la forma violenta de
comisión y los actos pueden ser cualesquiera que conduzcan a hacer tomar las
armas, siempre que sean apropiados; .../... que bastan prédicas subversivas,
conferencias revolucionarias y publicaciones de esa índole (1073), y también lo
serían cualesquiera escritos, discursos, proclamas, manifiestos, pronunciamientos
y otros actos inmateriales, además de aquellos que se traducen en una acción
material y violenta. La ejecución de tales actos de promoción de una rebelión
armada forman el delito, porque si la insurrección se sucede, ésta forma una
rebelión, que es la especie prevista en el delito precedente (1074)... (Subrayado
de la Sala Plena)

(JOSÉ R.M.T., Curso de Derecho Penal Venezolano, De los Delitos contra la Independencia
y Seguridad de la Nación – Delitos contra la Libertad, Parte Especial, Vol.I, T. IV, 2da Edición,
Pág. 93, Gráficas “LETRA”, Madrid). “La insurrección es armada cuando las personas que
participan en ella disponen de armas en cantidad adecuada, aunque se encuentren en un
lugar de depósito (artículo 284, párrafo último)”. (RANIERI, Manual de Derecho Penal, Parte
Especial, De los Delitos en Particular, T. III, Ed. Temis, P. 155, Bogotá, 1975).
Como el delito se consuma al ‘promover la insurrección’, esto es, simplemente con
prepararla, sin que se realice, la ley considera la insurrección como ‘armada’, aun
cuando las armas (no llevadas por ninguno) estén depositadas en algún sitio
(último apartado)

(subrayado de la Sala). (MAGGIORE, Derecho Penal, De los Delitos en Particular, Parte


Especial, Vol. III, Ed. Temis, P. 91, Bogotá, 1972).
Basta que haya alzamiento armado, el cual puede asumir formas externamente
tranquilas cuando es ejecutado por medio de la conocida técnica de la rebelión
militar. La imposición armada de un grupo de oficiales para deponer a las
autoridades constituidas es rebelión, aunque tenga lugar a puertas cerradas

. (SOLER, Derecho Penal Argentino, T. V, Reimpresión Total, Tipográfica Editora Argentina,


Págs. 67 y 68, Bueno Aires, 1978).
Otra característica del alzamiento sería la violencia, mas no entendida con
causación de daños en las personas o en las cosas (24), sino como empleo de la
fuerza física o de la amenaza con usar la fuerza caso de no acceder a las
pretensiones de los alzados. Esta actitud amenazadora es la nota que diferencia la
rebelión de una manifestación, al evidenciar el propósito inequívoco de conseguir
a > los fines que se persigue

. (R.D. y SERRANO GÓMEZ, Derecho Penal Español, Parte Especial, Decimosexta edición,
Editorial DYKINSON, S.L., Pág. 840, Madrid, 1993).
Siguiendo el análisis de la significación de “armar”, hay lo que sigue:
Desde la vertiente idiomática, “poner” significa colocar en un sitio unas cosas o, también,
“disponer una cosa con lo que ha menester para algún fin” y se da el ejemplo de “poner la
olla, la mesa”. Esto da una idea de preparación de lo que ocurrirá o se desea que ocurra;
pero “armar”, entonces, no quiere decir que el “armado” tenga que estar esgrimiendo el arma
para ser considerado como tal.
Proveer

: “Preparar, reunir lo necesario para un fin”.


De esta primera acepción de “proveer” no se sigue en absoluto que los “armados” deban
estar blandiendo o empuñando o esgrimiendo o apuntando o menos aún disparando sus
armas, sino que, para estar “armados”, basta con que hayan reunido las armas necesarias
para el fin que se proponen y para el cual tienen las armas “preparadas”, por lo cual, sin la
menor duda, se pueden considerar como integrando un movimiento armado.
(En términos de disparar las armas, viene al caso recordar que el por todos denominado
"Golpe del 48" contra el Presidente R.G., se consumó con el más rotundo éxito y sin disparar
ni un solo tiro).
Incluso: si se atendiera a unas acepciones distintas a las que incluye el vocablo “armar” en
términos de significación y como para hacer ver que los “armados” deben utilizar y emplear
las armas, hay lo siguiente:
Utilizar: “Aprovecharse de una cosa”.
Es obvio que se aprovechan de las armas y por ende las utilizan, quienes con una violencia
psíquica coaccionen a otros (como por ejemplo a los integrantes de un Gobierno
legítimamente constituido) que saben que los primeros están armados y dispuestos a hacer
uso efectivo de las armas si no se rinden ante las amenazas basadas en esas armas.
Emplear: “Hacer servir las cosas para algo”.
Vale hacer aquí una idéntica reflexión a la hecha acerca del término “utilizar”.
A estas alturas del análisis, es de interés mencionar que las valiosísimas enseñanzas hechas
en tal sentido por los grandes tratadistas mencionados con antelación, además de respaldar
el criterio de la Sala Plena, han cuajado en vigentes códigos penales y valga como ejemplo el
italiano:
El artículo 284 del Código Penal Italiano expresa, en su idioma original, lo siguiente:
Art. 284. Insurrezione armata contro i poteri dello Stato.

Chiunque promuove un’insurrezione armata contro i poteri dello Stato è punito con
l’ergastolo e, se l’insurrezione avviene, con la morte (1).

Coloro che partecipano alla insurrezione sono puniti con la reclusione da tre a
quindici anni; coloro che la dirigono, con la morte (1).

La insurrezione si considera armata anche se le armi sono soltanto tenute in un


luogo di deposito

.
1) La pena di morte è stata soppressa con l’ergastolo”.
El texto anteriormente transcrito, traducido al español, es del tenor siguiente:
Insurrección armada contra los poderes del Estado.- Quienquiera que promueva
una insurrección armada contra los poderes del Estado será castigado con el
encarcelamiento y, si la insurrección se verifica, con la muerte.

Aquellos que participan en la insurrección serán castigados con la reclusión de


tres a quince años; aquellos que la dirigen, con la muerte (1).

La insurrección se considera armada también si las armas están sólo guardadas


en un lugar de depósito

.
(1) La pena de muerte ha sido suprimida y substituida con el encarcelamiento”.
(El "lugar de depósito" al cual se refiere el Código Penal italiano y los eminentes
iuspenalistas MAGGIORE y RANIERI, vendría a ser los parques respectivos de las diferentes
Armas –Ejército, Aviación, Marina y Guardia Nacional- de Venezuela u otros países).
No existe en el tipo del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar ninguna referencia
a modalidades respecto al medio (violento) y a los objetos empleados, como por ejemplo
armas. El tipo correspondiente al delito de REBELIÓN MILITAR es, pese a la gravedad que
tiene a primera vista, sencillo: es en la praxis un tipo de mera descripción objetiva en el
núcleo (típico), porque la inclusión del elemento finalístico (que aparenta complicar el tipo y
dado el propósito de alterar) quizá pudiera sobrar porque está prácticamente implícito en un
movimiento de tal índole y sin que se adelante una opinión valorativa acerca de si esa
alteración es criminosa o legítima.
Así que no es válido el tratar de insertar en el tipo modalidades que no contiene, tal como se
pretende en estos argumentos:
...no incurrí en ninguna conducta que fuera típica, existe ausencia de tipicidad,
toda vez que la conducta que desplegué, tanto en los elementos objetivos –no
movilicé tropas ni utilicé las armas de la República– como en los elementos
subjetivos finalísticos .../... no se subsume en el tipo penal del delito de Rebelión
Militar, por lo que existe ausencia el elemento de tipicidad...

. (Alegato de la Defensa del General de División (Ej) E.V.V., folio 19 de su escrito).


“...la Rebelión Militar, al igual que la Rebelión común o no militar, prevista en el Código Penal,
exige, necesariamente el alzamiento en armas .../...En este caso concreto no se promovió, ni
se sostuvo, ni tampoco se ayudó a formar un movimiento armado, ni se formaron partidas
militarmente organizadas ni menos aún se hostilizaron a los cuerpos castrenses, ni tampoco
ninguno de los diversos componentes se “alzó en armas” ni se “sublevó en armas” para
derrocar el gobierno”. (Alegato de la Defensa del General de Brigada (Av) P.P.O., folio 30 de
su escrito).
“...Contrariamente a lo que establece el Fiscal, para que se pueda hablar del delito de
rebelión se requiere que el movimiento sea armado, no que sea potencialmente armado, sino
que sea actual y efectivamente armado, es decir, que se haya hecho uso de las armas a los
fines de alterar la paz de la República o impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno”.
(Alegato de la Defensa del Contralmirante D.L.C.U., folio 10 de su escrito).
En el presente caso, es evidente que el Ministerio Público admitió que no estaba
dado uno de los supuestos esenciales del delito de Rebelión Militar, como es lo de
la configuración del movimiento armado, por lo que francamente la propia solicitud
fiscal enerva sensiblemente su factibilidad, pues no puede basarse su plataforma
de méritos en simples conjeturas sobre conductas que no están materialmente
configuradas, pero que pudieron estarlo

. (Alegato de la Defensa del Vicealmirante H.R.P., folio 19 de su escrito). (Subrayados de la


Sala).
Con semejante interpretación se fracturaría el tipo penal del numeral 1 del artículo 476
“eiusdem”, al incrustarle un elemento objetivo en cuanto a su modalidad de acción: no es
conveniente en absoluto el obviar o quebrantar el tipo penal legal, por las siguientes razones
jurídico-filosóficas enraizadas en la doctrina del tipo penal:
El tipo penal es de una gran importancia y el resultado de una muy compleja elaboración
dogmática conocida como la teoría del tipo, cuya importancia es básica en el Derecho Penal
contemporáneo.
La tipicidad o necesidad de que los delitos se acuñen en tipos concretos y no en
descripciones vagamente genéricas, es también el fundamento del Derecho Penal liberal
porque pone como condición indefectible para poder castigar a alguien, que su conducta
haya estado descrita como punible con anterioridad a la fecha del castigo y que este castigo
también haya sido advertido con anterioridad a la conducta que se pretende castigar. Este
principio -"No hay crimen sin tipicidad"- es garantía de la libertad y de la seguridad jurídica,
así como una de las bases sobre las que se construyó la teoría del delito: la tipicidad es uno
de los elementos del delito y como tal vale y hay que hacerla valer.
Por todo lo antes señalado, es de toda importancia el respetar el tipo legal: bien sea para no
castigar al que no adecua su conducta a la descripción típica, o para sí castigar al que
reproduce dicha descripción.
La teoría del tipo no sólo consiste en que no se debe castigar a quien no encaje en la
descripción típica del correspondiente delito, sino en que sí se debe castigar a todo aquel
cuya conducta coincida con los hechos que tal descripción considera como criminosa. Al
respecto es indispensable citar la enseñanza del creador de la teoría, E.B., quien la
desarrolló en 1906 en Alemania:
Para el jurista, toda conducta que no pueda incluirse en los tipos descritos por la
ley -lo atípico-, por muy injusta y culpable que sea, es una conducta no penable; y,
viceversa, la conducta típica es una conducta penable en la medida de la
conminación penal adecuada a ella, en unión con los demás preceptos legales
que afectan a la punibilidad.

Para el legislador, la acuñación de los tipos de delito no es, como fácilmente se


puede comprender, manifestación de un capricho arbitrario. A través de ella
ejecuta una valoración, que es doble: selecciona, de lo injusto culpable, lo
merecedor o no de pena, según sea o no de tal manera injusto y culpable. Y una
vez dentro de la zona de lo típico, forma con los tipos una escala de valores. Los
tipos de delito son figuras normativas, tan normativas como 'injusto' y
'culpabilidad', dentro del círculo de las cuales se hallan situados

. (E.B., El Rector de los Tipos de Delito, primera edición, Págs. 10 y 11, Ed. Reus, Madrid,
1936).
Otra razón esencial por la que no debe ser desconocido e inobservado el tipo legal
es que tal podría conducir al "Derecho penal libre" o “Derecho de autor”, que no
acepta ataduras al tipo legal y decide en forma alternativa cuáles autores deben
ser castigados y cuáles no deben ser castigados.

Es incompatible ese “Derecho Penal libre” y su antitético Derecho penal liberal que
ceñido a la ley penal, impide castigos que no tengan fundamento típico. Una
arbitraria aplicación del “tipo penal de autor”, que de pronto y alternativamente
decidió castigar al autor de la misma conducta que desarrollada por otro autor no
coincidió esa vez con el ubicuo “tipo penal de autor”, conduciría a un “Derecho
penal libre” y da al juez un poder absoluto al no quedar sometido a la restricción
de la letra del tipo penal. Restricción que impide al juez sentenciar de manera
cambiante y de acuerdo con su capricho o conveniencia de diversa índole, por lo
que no podría castigar o dejar de castigar idénticos supuestos fácticos y según
aprecie o crea apreciar o le convenga apreciar a sus respectivos autores:
tremendo ejemplo de tales inconveniencias jurídicas lo suministran los estados
totalitarios y respectivos Derechos soviético y nazi.

El Derecho Penal “libre” o “de autor” o en el cual rija el “tipo penal de autor” es
peligrosísimo para la libertad, ya que a veces puede no castigar a quien desarrolle
la conducta típica y de modo tan voluble cuan voluntarista, otras veces puede
castigar a quien no desarrolle la conducta típica.

Por consiguiente no es posible alterar los tipos penales para hacerlos coincidir con
el libre arbitrio y eventuales conveniencias de los juzgadores.

Está probado que hubo acciones enmarcadas en la estipulación típica del numeral
1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, puesto que consistieron
en promover, ayudar o sostener un movimiento armado que alteró la paz interior
de la República e impidió el ejercicio del Gobierno legítimamente constituido y de
todas las ramas del Poder Público. Y está probado que los mencionados
ciudadanos, así como muchos otros, ejecutaron esas acciones o participaron de
alguna manera en ellas, pues las promovieron o iniciaron o comenzaron o
impulsaron o impelieron o estimularon o diligenciaron; o ayudaron o cooperaron; o
sostuvieron o sustentaron o apoyaron la actividad que el Ministerio Público ha
calificado como “REBELIÓN MILITAR”.

(Cuáles personas ejecutaron o participaron en esas acciones y si en realidad éstas


configuran el delito de REBELIÓN MILITAR, son dos aspectos que deberá
discernir y juzgar la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia: el último
aspecto, atinente a una materia de fondo jurídico y concerniente a la antijuridicidad
y culpabilidad, debe ser analizado y decidido con posterioridad. El primero, relativo
a una materia objetiva y acerca de cuáles personas ejecutaron o participaron de
algún modo en esas acciones y en particular si lo hicieron las cuatro personas
respecto a las cuales se solicitó el antejuicio de mérito, debe ser resuelto ya:
estará completa entonces -en los considerandos de esta decisión de la Sala
Plena- una realidad fáctica, constituida por acciones típicas y por las personas
intervinientes en estas acciones, que inexorablemente habrá de ser valorada
jurídicamente en el futuro y se sabrá si esas acciones típicas son además
antijurídicas y auténticos delitos; y si, en este último caso, las personas
accionantes son culpables del delito de REBELIÓN MILITAR. O si son inocentes
porque, por ejemplo y aunque no lo hayan alegado, concurran las características
del “ius rebelium” o derecho a la rebelión).

Ahora bien: aquellos verbos rectores (promover, ayudar o sostener) son


complementados por un elemento subjetivo finalista (en conexión con el móvil)
insertado en el tipo penal y que se refiere al dolo de alterar, esto es, a cambiar la
esencia de las cosas o a “perturbar, trastornar, inquietar” (todo según el
Diccionario de la Real Academia Española). Dolo de propósito o alteración que ha
de ser dirigida contra la paz interior de la República o para impedir o dificultar el
ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes.

Desde otra vertiente, la Defensa de los ciudadanos oficiales y almirantes para


quienes se solicita el antejuicio de mérito, hizo (a través de sus diferentes
Defensores) la alegación de que el delito de REBELIÓN MILITAR no tiene pena
establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar.

La Sala Plena debe considerar tal alegación porque de ser verdadera no habría
aquel delito, puesto que como enseñó HEGEL “La pena es la otra mitad del delito”.

La posibilidad de que para el delito de REBELIÓN MILITAR no esté fijada una


pena, se diluye al constatar que el artículo 479 “eiusdem” señala “Ad paedem
litterae*”:“En todos los demás casos de rebelión militar la pena será...”.

En efecto, con sólo repasar este artículo se comprueba a la perfección que la


voluntad de la ley penal es castigar con una pena TODOS los casos de
REBELIÓN MILITAR. Y queda por solucionar el problema de cuál será la pena
correspondiente al delito básico de REBELIÓN MILITAR contemplado en el
artículo 476 “eiusdem”, porque, ciertamente, ese artículo no estampó de una vez
la pena, como ha debido hacer. Mas esa omisión no es atribuible a que la
“voluntas legislatoris” no quiso castigar ese delito, sino a que hubo una omisión
involuntaria.

La pena correspondiente al delito de REBELIÓN MILITAR previsto en el artículo


476 “eiusdem”, está estipulada en ese artículo 479 (recién transcrito parcialmente)
porque señala que para TODOS lo demás casos la pena será de 24 a 30 años de
presidio. Pero esta estipulación contiene la siguiente antífrasis: por una parte se
refiere a “todos los demás casos de rebelión militar”, con el propósito de
adjudicarles una pena; y por la otra parte SÓLO las adjudica respecto a las
personas comprendidas en los dos numerales (“ordinales” dice el código
equivocadamente) del artículo 477. Además de contener ese artículo 479 una
palmaria “contraditio in terminis”, contempla una disposición espuria porque
castiga a los culpables del delito corriente o básico o simple de rebelión militar, con
las penas correspondientes a los culpables de la forma más grave del delito de
rebelión militar y esto es inaceptable. Y hasta muy difícil de imaginar en la mente
de los legisladores. Por esto se pone aún más de relieve el error material en que
cayó el legislador y que no solamente tiene que ver con el artículo 476 sin pena
establecida (“nullum crimen nulla poena sine lege”), sino también con el propio
artículo 479: cuando éste se refirió al artículo “477”, a lo que en realidad quiso
referirse fue al artículo 476. Tal dislate se comprueba en que ya el artículo 477
tiene dispuestas las penas concernientes a sus dos numerales y no tendría
sentido alguno volverlas a disponer o fijar. Así mismo se nota que este artículo 477
contiene un “parágrafo único” y que el artículo 479 reza en su parte “in fine”: “Rige
igualmente en este artículo lo establecido en el Parágrafo Único del artículo 477”.
Y constituiría un absurdo anunciar (como lo hace el artículo 479) que rige
igualmente en “este artículo” (al 477 se refiere) lo establecido en el parágrafo
único “del artículo 477”, pues sería una tautología y en cambio sí tendría sentido
este último aparte del artículo 479 si hubiera puesto correctamente “476” donde
puso “477”.

Así debe ser resuelto en principio ese problema y lo resolvería esta Sala en
definitiva si fuera la oportunidad procesal correspondiente, esto es, en el hipotético
caso de que se considerara culpables de dicho delito a los ciudadanos oficiales y
almirantes investigados y hubiera de castigárseles con una pena.

Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la “mens legislatoris” no estuvo
el querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de REBELIÓN MILITAR.
Al respecto o en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un
análisis gramatical; pero teniendo presente que la interpretación teleológica es la
más importante y máxime si hay una obscuridad en la redacción de la ley penal.
Siempre hay que inquirir cuál es el fin de la norma y en este caso es reputar como
delito la REBELIÓN MILITAR y castigarla en todos los casos. (Lo cual es ordenado
expresamente por la propia ley penal y no es alguna interpretación que ha hecho
la Sala Plena). De tal manera que concluir en que no quiso el legislador que se
castigara el delito de REBELIÓN MILITAR, es un absurdo desde todas las ópticas:
"La letra mata y el espíritu vivifica".

Y si fuere el caso (porque no hubiera otra solución), habría de aplicarse la


analogía “in bonam partem” para no castigar a quienes cometan tal delito en su
forma menos grave con la pena reservada a los casos delictuosos más graves,
sino con la pena decretada por el Código Penal (artículo 144) para el delito de
REBELIÓN, esto es decir, la de presidio entre doce a veinticuatro años.

Sin embargo, la Sala Plena insiste en que este aspecto tiene su congruo lugar
analítico en la etapa final de juicio y si acaso fueren condenados los procesados,
en cuyo caso tendrá el juzgador que decidir en qué tipo encaja la conducta punible
y cuál sería la pena aplicable.

La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia hace constar que


“pronunciamiento” significa “alzamiento militar contra el gobierno, promovido por
un jefe de Ejército u otro caudillo”, pese a lo cual esto no debe ser tomado como
una prueba definitiva y ni siquiera como un indicio concluyente. Y que aunque no
es el momento u oportunidad procesal en que deba hacerlo, se detuvo a examinar
algunos de los alegatos de fondo invocados con más ahínco por los ciudadanos
investigados y por sus abogados Defensores.

“Prima facie”* ha notado lo siguiente:

I) Situación de los ciudadanos, Vicealmirante H.R.P., General de Brigada (Av)


P.P.O. y Contralmirante D.L.J.C.U..

La Sala Plena se refiere a estos tres altos oficiales en conjunto, porque su


pronunciamiento público lo hicieron en conjunto también.
1) Respecto al ciudadano Vicealmirante H.R.P..

En los audiovisuales consignados por el Fiscal General e identificados con las


letras “A”, “B” y “C”, aparece el ciudadano Vicealmirante H.R.P. leyendo ese
pronunciamiento público:

...COMUNICADO’

‘Venezolanos, en nombre de Dios y la Patria. Soy el Vicealmirante H.R.P., Jefe del


Estado Mayor General de la Armada. En virtud de los acontecimientos acaecidos
en el país en los últimos días, ante el riesgo manifiesto del agravamiento de la
conflictividad social, y’

‘CONSIDERANDO’

‘La actitud antidemocrática del ciudadano Presidente de la República y la conducta


complaciente e irresponsable del Alto Mando Militar,’

‘NOSOTROS:’

‘Oficiales, Generales y Almirantes del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Guardia


Nacional, conforme a lo previsto en el artículo (sic) 57 y 350 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, '

hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer el actual régimen


de gobierno y la autoridad de H.R.C.F. y del Alto Mando Militar, por contrariar los
valores, principios y garantías democráticas (sic) y menoscabar los derechos
humanos de los venezolanos’.

‘La Constitución vigente nos impone en su artículo 328 la obligación de mantener


el orden interno y, por lo tanto, evitar más derramamientos de sangre y la
destrucción de nuestro pueblo venezolano y de todas sus instituciones. Y esa
obligación pasa por la salida pacífica del ciudadano Presidente de la República y
sustitución del Alto Mando Militar, para permitir que nuestro país pueda salir de la
debacle en la que se encuentra sumido por las desviaciones de la conducta del
Jefe del Estado, de los supremos intereses de la Patria, por pretender someternos
a los dictámenes del Castro-Comunismo, por haber provocado el empobrecimiento
generalizado debido a su incapacidad e ineficiencias para gobernar y ejercer el
poder, llevando a nuestra población a enfrentamientos que nuestra historia
reciente no había conocido, poniendo en peligro nuestra soberanía al negociar con
la guerrilla colombiana, enemiga natural de nuestro país por la cantidad de bajas
que nos ha producido’.

‘Venezolanos, el Presidente de la República ha traicionado la confianza de su


pueblo, está masacrando a personas inocentes con francotiradores, para este
momentos (sic) van 6 muertos y decenas de heridos en Caracas. Está
pretendiendo utilizar unidades de nuestro glorioso Ejército para reprimir la marcha
cívica que se está llevando a cabo, cuando juró y ha repetido en varias
oportunidades que jamás utilizaría la Fuerza Armada en contra de su pueblo. Esto,
no lo podemos permitir, no podemos aceptar un tirano en la República de
Venezuela: Su permanencia en el cargo amenaza el país con la desintegración’.

‘En este momento, nos dirigimos a los Oficiales Generales y Almirantes, Oficiales
Superiores, Oficiales Subalternos, Suboficiales Profesionales de Carrera, Tropa
Profesional y Tropa de Instala, y a todo el personal militar para que unamos
esfuerzos y hagamos realidad una Venezuela mejor’.

‘Nos enorgullecemos del papel desempeñado por toda la sociedad civil


organizada, que de manera cívica y digna ha contribuido a la creación de
conciencia para evitar el derrumbe del sistema democrático y la destrucción de la
principal industria del país como es Petróleos de Venezuela, la cual se mantiene
firme al no dar ni un paso atrás. Los venezolanos no somos una minoría, ahora el
momento exige dar un paso al frente, todos somos venezolanos para que
Venezuela merece (sic) un mejor porvenir

.
La Sala Plena, con el propósito de facilitar la percepción de unas circunstancias importantes,
ha editado una videocinta contentiva de una síntesis de los audiovisuales consignados por el
ciudadano Fiscal General de la República y de seguidas interpola la correspondiente
transcripción:
Primera Proyección: (minuto 0, segundo 5, fuente: video “A”, 8’50): Manifiesto emitido por un
grupo de Generales el día 11 de abril de 2002, encabezado por el VICEALMIRANTE H.R.P.
en el cual expresan:
“...desconocer el actual régimen de gobierno de H.R.C.F. y el alto mando militar, por
contrariar los valores, principios y garantías democráticas y menoscabar los derechos
humanos de los venezolanos. La Constitución vigente nos impone en su artículo 328 la
obligación de mantener el orden interno y por lo tanto evitar más derramamiento de sangre y
la destrucción de nuestro pueblo venezolano y de todas sus instituciones, y esa obligación
pasa por la salida pacífica del ciudadano Presidente de la República y la sustitución del Alto
Mando Militar para permitir que nuestro país pueda salir de la debacle en que se encuentra
sumido... por las desviaciones de conducta del Jefe de Estado... los supremos intereses de la
patria por pretender someternos a los dictámenes del Castro-Comunismo, por haber
provocado el empobrecimiento generalizado debido a su incapacidad e ineficiencia para
gobernar y ejercer el poder, llevando a nuestra población a enfrentamientos que nuestra
historia reciente no había conocido, poniendo en peligro nuestra soberanía al negociar con la
guerrilla colombiana, enemiga natural de nuestro país por la cantidad de bajas que nos ha
producido; venezolanos, el Presidente de la República ha traicionado la confianza a (sic) su
pueblo, está masacrando a personas inocentes con francotiradores, para este momento van
seis muertos y decenas de heridos en Caracas. Está pretendiendo utilizar unidades de
nuestro glorioso ejército para reprimir la marcha cívica que se está llevando a cabo... (...)
cuando juró y ha repetido en innumerables oportunidades que jamás utilizaría la fuerza
armada en contra de su pueblo, esto no lo podemos permitir, no podemos aceptar a un tirano
en la República de Venezuela...”.
Segunda Proyección: (minuto 2, segundo 28, fuente: video “A”, 14’14): declaraciones de los
Oficiales en la entrevista con la periodista del Canal 4 (Venevisión), licenciada IBÉYISE
PACHECO.
El Vicealmirante H.R.P. declara lo siguiente:
...nosotros inmediatamente ordenamos una reunión cuando nos enteramos que el
Presidente comienza a mover a los círculos bolivarianos y a sacar las armas que
tenían en el 23 de enero que ya sabíamos que estaban ahí porque los cuerpos de
Inteligencia nos informan, entonces tuvimos una reunión de emergencia a las 10
de la mañana para iniciar la parte final de la operación; la parte final, porque esto,
(sic) todos los oficiales institucionales veníamos pensando que esto no debía...

Su segunda intervención en la entrevista se produce después que la periodista había


entrevistado a los Generales D.C., P.P.O., J.N.G., V.R.M., O.J.M., Clinio Rodríguez y J.R., en
este mismo orden.
...el Presidente Chávez renuncie, que diga al país... que él mismo le quite las
armas pacíficamente a esos venezolanos que él engañó...

.
Preguntas de la periodista:
“¿Y usted todavía cree que el Presidente va a evitar más sangre?” “...Entonces le estamos
dando la oportunidad porque vamos a tener que hacer entonces la operación militar.”...“¿Y se
sienten fuertes para hacer esa operación militar? “Estamos completam... (interrumpe y sigue)
esto no es una operación militar, esto es una operación quirúrgica porque no queremos
muertos, porque son venezolanos que están engañados y lo que vamos a tratar con a través
de los medios de comunicación a través de concientizarlos que ellos mismos entreguen sus
armas porque no podemos permitir más muertes... (...)”.
El Contralmirante D.C. expone en la entrevista (minuto 3, segundo 32, fuente: video “A”,
21’56) lo siguiente:
“...Ahí en la última reunión de Almirantes donde el Comandante General de la Armada abrió
el compás para que todos nosotros de una vez por todas expresásemos nuestras disidencias
y nuestra opinión en relación a todo lo que venía sucediendo, porque había salido el Coronel
SOTO y el Almirante C.M.T. a la palestra pública, un grupo de almirantes nos manifestamos
y... y propiciamos un clima en el cual varios almirantes también tomaron valor y manifestaron
sus inconformidad (sic) y disidencias con relación a todo lo que venía sucediendo;
particularmente nunca estuve de acuerdo con el Teniente Coronel H.C.F. desde que él ganó
las elecciones, yo estaba de comandante de la base naval y desde aquel momento eh... yo
sentí que algo malo venía para Venezuela y yo siempre manifesté mis inquietudes; en esa
oportunidad se planteó para hacerlas oficialmente en la reunión de Almirantes; luego de esta
reunión el General L.R. me indicó que motivado a las incidencias (sic) que oficiales y
generales y almirantes habían manifestado en reuniones correspondientes, generales de la
Fuerza Aérea y almirantes, el Presidente había tomado la decisión de llamar a estos oficiales
disidentes y conversar con ellos ¿Lo presionó? - Pregunta la licenciada IBÉYISE PACHECO
– “Yo no estuve presente en la entrevista pero efectivamente fuimos todos juntos a la
residencia del Ministro de la Defensa que se encuentra en Fuerte Tiuna, que no es la
residencia presidencial, (sic) y cuando estábamos allá, estábamos tres oficiales generales de
la Fuerza Aérea, generales de Fuerza Aérea y tres oficiales almirantes. El General L.R. me
dijo: mire COMISSO, a usted no le toca hoy, lo llamaremos después. Bueno, hasta el
momento el Presidente no me ha llamado; pero es evidente, el Presidente sabe que yo
siempre lo adversé, desde el primer momento...(...)”.
El General de Brigada P.A.P.O. expresó (minuto 5, segundo 26, fuente: video “A”, 28’03):
“...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están controladas por nosotros,
los aviones, eh... helicópteros, aviones de combate de la diferentes bases: Maracaibo,
Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y los comandantes de unidades
tienen instrucciones de no volar ningún tipo de aeronave y mantenerse en la bases aéreas. Y
en caso,... por ejemplo, se supone que el Presidente va a tratar de huir en un avión, ¿ cómo
van a controlar eso? – “Bueno, tenemos todo un dispositivo en las bases aéreas de manera
tal de no permitir de que el Teniente Coronel H.C. FRÍAS salga del país y así poder
enjuiciarlo para que pague todo el mal que le ha hecho...(...)”.
Tercera Proyección: (minuto 6, segundo 9, fuente: video “A”, 8’04): Del manifiesto leído por el
General de División (Ej) E.V.V. ante la opinión pública el 11 de abril de 2002.
Dice textualmente en la última parte:
... de batallones, brigadas, y divisiones que son mi fortaleza y de la patria que
permanezcan en sus unidades, esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación, es una posición de solidaridad con todo el pueblo venezolano...
Once: Señor Presidente de la República, le fui leal hasta el final, hasta esta tarde
le serví con toda la lealtad del caso, que siempre le he manifestado porque soy un
soldado disciplinado y leal, pero los muertos de hoy no se pueden (sic) tolerar,
invoco los artículos 328, 350 de nuestra Constitución que me obligan a tomar esta
decisión. Señores Generales del ejército, cumplan con su deber: General
ROSENDO, Almirante CUBERO, distinguidos oficiales de nuestras Fuerzas
Armadas, yo sé que ustedes en este momento están con nosotros, fijen su
posición; General ANSELMI, comandante del componente aéreo, por favor, sea un
digno general, comandante de su componente; el señor Inspector General de la
Guardia Nacional, General MARTÍNEZ, lo felicito por su actitud tomada en el día
de hoy, ya que nosotros los militares venezolanos, una vez más, nos sentimos
(sic) identificados con nuestro pueblo; y repito, esto no es un acto de
insubordinación, esto es un acompañamiento (sic) a todo el pueblo venezolano
ante a un atropello, que ha acontecido (sic) con todos los venezolanos esta noche.
Muchas gracias

.
Cuarta Proyección: (minuto 7, segundo 47, fuente: video “CONATEL”, 2h 03’25”): de la
Audiencia Oral a los Oficiales, celebrada en el Tribunal Supremo de Justicia el día 18 de abril
de 2002.
El Vicealmirante H.R.P. expuso:
... Para que permanecieran en su comando, que no saliera ningún soldado a la
calle y está escrito en el comunicado, y pedían también que la salida del señor
Presidente de la República debería ser en forma pacífica y en forma como está
establecido en los reglamentos internos. También está escrito en la proclama que
lo (sic) que llamamos fue a la calma a evitar precisamente, que las tropas salieran
a la calle para evitar un daño mayor. Si eso es rebelión entonces seré juzgado por
rebelión, pero ahí lo único que hicimos fue evitar que las tropas, porque la única
orden que se dio era que permanecieran en sus cuarteles. La única persona que
sacó armas fue el Presidente de la República...

.
El General de Brigada P.A.P. manifestó textualmente (minuto 8, segundo 34, fuente: video
“CONATEL”, 2h 51’28”):
... que está en contra del artículo 68 de la Constitución que taxativamente prohíbe
el uso de las armas para repeler una manifestación pacífica. Es así como decidí
conjuntamente con unos Generales y Almirantes hacer un pronunciamiento
público, un manifiesto amparado en el artículo (sic) 57, 328 y 350 de la
Constitución Nacional, para evitar el derramamiento de sangre de venezolanos y
enfrentamiento entre venezolanos que iba definitivamente a llenar de sangre a...
a... a... a... al país, es por eso, esa fue nuestra participación y nuestra forma de
buscar que a través de este manifiesto nosotros permitiéramos o buscáramos la
forma de parar la... la... la...la... aplicación...

.
El Contralmirante D.C.U. expresó textualmente (minuto 9, segundo 44, fuente: video
“CONATEL”, 3h 38’27”):
... de esta Constitución la de la República Bolivariana de Venezuela, y por eso el
11 de abril me comporté como lo hice, apoyé un manifiesto público que ya ha sido
bastante explicitado conforme a los artículos 57, 328 y 350 de la Constitución por
las violaciones a los derechos humanos y a los hechos deplorables que
sucedieron ese día. Luego mi actuación durante ese día se limitó a tener
conocimiento de todos los pronunciamientos que hubo en los diferentes comandos
de las diferentes fuerzas. Luego me dirigí a la sede del Ministerio de la Defensa
donde por cierto quiero destacar la presencia del General G.E.S. como negociador
oficial de la renuncia del Presidente de la República y (sic) en esa condición él se
encontraba allí; luego tuve el (sic) conocimiento del pronunciamiento del inspector
general de la armada con su grupo de almirantes; tuve también conocimiento del
pronunciamiento del (sic) Jefe de Mayor Estado Conjunto Vicealmirante B.C.C. a
quien ya el Almirante R.P. hizo alusión, y quiero resaltar que tal como él lo dijo si
(sic) el General en Jefe L.R.R. no pudo asumir la posición, que debió haberlo
hecho, él era por cadena de mando, el oficial responsable de asumirlo...(...)
también estuve presente en un salón junto a con 50, 60 generales y almirantes y
los dos monseñores que allí se encontraban cuando el Presidente estableció y nos
recordó las condiciones bajo las cuales él había negociado y aceptado su
renuncia; que luego por motivo de... de... su no salida del país la rechazó, no la
quiso firmar. Pero de hecho, de hecho, el había renunciado
.
El General de División E.V.V. argumenta textualmente en la Audiencia Oral (minuto 11,
segundo 53, fuente: video “CONATEL”, 1h 49’32”):
...que los oficiales, aquí, le habían pedido la renuncia al Presidente. ¿Qué
oficiales? yo nunca le pedí la renuncia al Presidente. Búsquenme un video donde
yo dije que pedí la renuncia al Presidente, búsqueme un documento donde diga
que yo le pido la renuncia al Presidente, yo jamás hablé con el Presidente esa
noche; yo no nombré negociadores para pedir renuncia del Presidente...

...Magistrados que yo sé que hacen y harán justicia. No hubo rebelión militar; no


ordené movimiento armados, el único movimiento armado que hubo se planificó el
7 de abril, nunca solicité la renuncia del señor Presidente de la República,
lamentablemente tuvimos un general de tres soles, lamentablemente lo digo, que
no pudo asumir una posición determinada ante el país en un momento de
conflicto, porque una cosa es el Presidente de la República abandone un cargo,
pero ¿por qué el General de tres soles abandonó su cargo?, ¿por qué nos deja
solos a nosotros?, Por qué nos hace esto a nosotros, yo tuve que hacer lo que él
no hizo porque aquí en este país hay gente responsable, hay gente con los
pantalones bien puestos, para protegerlos a cada uno de ustedes, otros no, y la
historia los juzgará. El Presidente negoció su salida a Cuba, yo no le pedí al
Presidente que eligiera un país o que se fuera para ningún lado, él lo hizo...nunca
abandono mi cargo, nunca abandoné mis tropas, ni las abandono ahorita ni las
abandonaré mis responsabilidades que me ha dado este país; me hago
responsable de todos, de todos los hechos que les he comentado aquí, siempre
que yo pueda evitar un herido, un muerto, este ese mi deber... ese es el deber de
todos los venezolanos que tienen una responsabilidad pública ante el país, el
deber de los militares no es esconderse...(...).

Quinta Proyección: (minuto 13, segundo 53, fuente: video “A”, 46’42): Después de la
Audiencia Oral, se retoma la misma entrevista con la periodista del canal 4, licenciada
IBÉYISE PACHECO, en la oportunidad en que entrevistó al Coronel J.R.:
Comenta la periodista:
...Yo entiendo que buena parte de lo que significó el ejercicio de muchos de los
que ustedes están hoy aquí, era porque nos pasaban lainformación a los
periodistas y en especial ayudaron mucho a que los periodistas –mujeres-
tuviéramos información; creyeron en nosotras

.
Responde textualmente el Coronel J.R.:
“... Bueno realmente yo soy un ferviente admirador de la libertad de expresión... pienso que
las verdades se deben decir, pienso que el pueblo venezolano debe conocer lo que está
pasando dentro las (sic) Fuerzas Armadas, pienso que las Fuerzas Armadas no son un coto
cerrado, que las Fuerzas Armadas deben actuar, al igual que toda la Administración Pública,
de una manera transparente; que su actuación debe estar ajustada a un principio de
legalidad y a una serie de principios que rigen la Administración Pública, y en función de eso
tenemos evidentemente pues la obligación de manifestarnos, sobre todo ahora, con la
Constitución del 99, que a través de su artículo 57 nos permite expresar nuestra opinión, e
igualmente nos permite actuar en cuanto vemos que el Gobierno, vemos que algunos
personeros del Gobierno están violando los principios que están consagrados en la
Constitución, vemos que están atacando de una manera despiadada a los periodistas”.
...Si, indudablemente en principio de una manera tímida porque mucha gente tenía
temor a manifestarse ante la popularidad, la popularidad inicial del Presidente y
esa legitimidad, que posteriormente fue perdiendo con sus actuaciones y que fue
perdiendo con... con la forma de actuar y con los abusos de poder y la desviación
de poder que ha venido cometiendo a lo largo de su actuación. Y posteriormente,
pues desde hace aproximadamente nueve meses que comenzó a ya a
organizarse un movimiento en firme, un movimiento en serio y que,
afortunadamente, pues, se ha materializado en el día de hoy, pienso yo, con un
éxito rotundo al lograr inspirar, al lograr motivar a toda la Fuerza Armada Nacional
a pronunciarse en contra del Presidente de la República

–“Si, no voy a preguntar detalles de cómo se organizaron ni mucho menos, pero sí quisiera
que me por su puesto explicara cómo se... se presentó la cohesión, entre, digamos esa
coordinación entre los cuatro componentes, que yo me imagino que ustedes serán los
primeros que lucharán que vuelvan a llamarse las cuatro fuerzas, ¿no?” “Si indudablemente
la...,la... la ventaja que nosotros tenemos es que tenemos una formación, tenemos una línea
institucional, y que afortunadamente los principios y los valores que nos han inculcado desde
la Academia Militar y a través de nuestra carrera siempre están presentes; lamentablemente
algunos se desvían, pero esos principios están presentes en todas esas personas que están
acá, en muchas de otras personas que no están ...”.
Continúa el video con la toma que después de las declaraciones del Coronel J.R., se le hace
al Vicealmirante HÉCTOR R AMÍREZ PÉREZ y al resto de los Generales presentes en la
entrevista (minuto 16, segundo50, fuente: video “A”, 53’04).Y pregunta la Licenciada
PACHECO:
... planteadas en este momento es tratar de restablecer el orden, están los... los
círculos que ya no vamos a llamarlos más nunca Bolivarianos sino chavistas
escondidos en algunos barrios, hay algunas armas repartidas, eh... también hay
que establecer cómo va a ser el proceso de transición. No sé si van a ejecutar,
ante la emergencia, lo que se llama el Plan Ávila. ¿Cómo están organizando eso?

.
Responde el Vicealmirante H.R.P.:
“.... En este momento me acabo de comunicar con el Comandante General del Ejército. El
Presidente de la República se encuentra aparentemente todavía en Miraflores, no tenemos la
(sic) noticia cierta ....tiene a un grupo de gente armada protegiéndolo; pero nosotros tenemos
un... una gran arma que son los medios de comunicación. Si ustedes, el pueblo nacional nos
vio hoy, el ejército y la fuerza armada hizo un disparo; todo esto fue una ... nuestras armas
fueron los medios de comunicación y quiero aprovechar para felicitarlos a todos ustedes
porque ustedes han sido los grandes protagonistas también de esto que está
aconteciendo...”.
“Pero de verdad que hubo un momento de desesperación lo vivimos todos. Yo sé que es un
éxito que no hayan disparado que haya sido de una manera pacífica para ustedes en su
sector, pero para los civiles fueron los muertos, los civiles quienes estaban desarmados y
quienes a gritos y ustedes veían las pancartas de la marcha cuando con alegría decían “que
se vaya” pero al mismo tiempo le decían a los militares “pronúnciense”, justamente para
evitar que hubiera muertos- “...Exactamente, nosotros estábamos pronunciando (sic) antes
de que hubiese el primer muerto; y esa fue la decisión que tomamos y vinimos acá a hacerlo
(sic), antes de que hubiese el primer muerto. Lamentablemente el Presidente nos burló. (la
periodista “Mintió una vez más”). Si señor, nos engañó, montó el video... “Entiendo que el
video fue grabado y no en vivo como pretendió decirle al país. A qué hora lo grabó? pregunta
“... No sé pero creo que trató, sabía que iba a salir a las tres de la tarde cuando nos informa
Inteligencia que... que iba a haber una cadena a las tres de la tarde por el Presidente,
comenzamos a acelerar el proceso, yo sé que esto fue tan rápido que tener un microondas
instalado para el momento nos costó; lamentablemente no llegó a tiempo o llegó un poquito
mas tarde de... de lo esperado y cuando tuvimos el microonda ya el Presidente había
tumbado la... todas las ferrocanales de televisión o sea que el mensaje no se lo pudimos
mandar inmediatamente al pueblo venezolano. Tuvimos afortunadamente también al C.N.N
que a través de C.N.N tuvimos que mandar el video rápidamente para ver si podía mandarlo
por otros canales, otros canales de C.N.N y rebotar y sacarnos a ver si alguien nos podía ver,
pero bueno, nos burló... nos burló ... él pensó que tenía todo esto planificado. (la periodista:
“es decir, el tenía planificado todo esto justamente ... si estaba buscando sangre... es una
cosa terrible!) R.P.: “ La única acción que nosotros tomamos fue precisamente evitar que
nuestro ejército y nuestras Fuerzas Armadas se mancharan las manos ... estamos esperando
que el presidente se pronuncie, que el presidente Chávez renuncie, que diga al país y que él
mismo le quite las armas pacíficamente a esos venezolanos que él engañó” “¿Y usted
todavía cree que el Presidente va a evitar más sangre?” “...Entonces le estamos dando la
oportunidad porque vamos a tener que hacer operación militar... “¿Y se sienten fuertes para
hacer esa operación militar? “Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una
operación militar, esto es una operación quirúrgica porque no queremos muertos, porque son
venezolanos que están engañados ...”.
Termina el video con el manifiesto encabezado nuevamente por el VICEALMIRANTE H.R.
PÉREZ el 11 de abril:
....Está masacrando a personas inocentes con francotiradores, Para este momento
van 6 muertos y decenas de heridos en Caracas...

.
En el audiovisual consignado por el Fiscal General e identificado con la letra A, figura una
entrevista (en el minuto 58) que también de manera conjunta les hiciera la licenciada
IBÉYISE PACHECO a los ciudadanos General de Brigada (Av) CLINIO R.O., General (GN)
O.J.M., General de Brigada (Ej) V.R.M., Contralmirante J.N.G., General de Brigada (Av)
P.P.O., Contralmirante D.L.J.C.U., General de Brigada H.L.P. y Vicealmirante H.R.P., quien
cuando la periodista PACHECO le preguntó “pero usted ¿todavía cree que el Presidente va a
evitar más sangre?”, respondió:“Le estamos dando la oportunidad, porque si no, vamos a
tener que hacer la operación militar”.
La Licenciada PACHECO lo repreguntó así: “¿Y se sienten fuertes para hacer la operación
militar?”.
Y el ciudadano Vicealmirante H.R. PÉREZ respondió esto: “estamos completamente, es que
no es una operación militar, es una operación quirúrgica porque no queremos muertos”.
Y antes él había informado: “cuando nos enteramos que (sic) el Presidente comienza a
mover a los círculos bolivarianos y a sacar las armas…entonces tuvimos una reunión de
emergencia a las diez de la mañana para iniciar la parte final de la operación; la parte final,
porque esto, todos los oficiales institucionales veníamos pensando que esto no debía (...)”.
Y el mismo ciudadano Vicealmirante H.R.P. también aseguró lo siguiente: “Nosotros
estábamos pronunciando (sic) antes de que hubiera el primer muerto. Y ésa fue la decisión
que tomamos. Y vinimos acá a hacerlo, antes de que hubiese el primer muerto”.
Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido en alegatos de fondo
(tales como lo de la desobediencia legítima -que se empalmaría con la ausencia de
culpabilidad-, la supuesta renuncia del Presidente y otros) que serán decididos en la
oportunidad legal correspondiente; y en un alegato que sí debe ser resuelto ahora porque
atañe a la tipicidad, como es el de que no hubo el delito de REBELIÓN MILITAR pues no fue
un movimiento armado puesto que no tenían armas. Pero no se comprende cómo si no
tenían armas y era un movimiento desarmado, en pleno conflicto advirtió por la televisión el
ciudadano Vicealmirante H.R.P. que si el Presidente CHÁVEZ no aprovechaba la oportunidad
que “le estamos dando”, iban a “tener que hacer” la operación militar: porque todos entienden
que lo que distingue a una operación militar es precisamente la disposición o el uso de armas
y por eso se habla de la “Institución Armada” que, por lo demás, siempre tiene la posibilidad
material de disponer de las armas.
Según la academia, “militar” significa: “1. Servir en la guerra. Profesar la milicia. 2.
Perteneciente o relativo a la milicia o a la guerra,...”; y “milicia” significa: “1. Arte de hacer la
guerra y de disciplinar a los soldados para ella. 2. Servicio o profesión militar. 3. Tropa o
gente de guerra”.
Más todavía: cuando él le dijo a la periodista PACHECO que tendrían que hacer la
“operación militar” y ella le preguntó que si se sentían fuertes para hacerla, él empezó a
responder con que “estamos completamente” e interrumpió; pero es muy probable que iba a
decir “estamos completamente fuertes”. Y después se refirió a que no era una operación
militar (con lo cual se contradijo a sí mismo) sino una “operación quirúrgica porque no
queremos muertos”; pero en la terminología militar las operaciones denominadas
“quirúrgicas” se refieren a bombardeos selectivos.
Desde otro punto de vista, hay una circunstancia verdaderamente confusa: el ciudadano
Vicealmirante H.R.P. aseguró en aquella entrevista (con la Lic. PACHECO) que se reunieron
a las diez de la mañana y que “Nosotros estábamos pronunciando (sic) antes de que hubiera
el primer muerto y ésa fue la decisión que tomamos y vinimos acá”: entonces no se entiende
cómo él afirmó en ese pronunciamiento público que ya había habido seis muertos y antes,
cuando se estaban “pronunciando” (la correcta expresión ha debido ser “estábamos
pronunciándonos”), no había habido “el primer muerto”. Al respecto, debe recordarse que el
pronunciamiento fue grabado antes y transmitido con posterioridad.
Es confusa la circunstancia porque no se sabe con exactitud cuándo hubo o fue grabado el
pronunciamiento y si ya habíase de lamentar el primer occiso o si todavía no. Además de las
declaraciones del ciudadano Vicealmirante H.R.P., basta con leer el reportaje del licenciado
J.I.M. (El Nacional, 13-4-2002, cuerpo “D”, pág. 4):
A LA TERCERA VA LA VENCIDA
El jueves, el grupo dio el paso final: aparecer en los medios audiovisuales, pero no
en forma individual como lo hicieron otros tantos oficiales, sino en colectivo, para
dar una mayor sensación de fuerza.

Sería un riesgo, pues tal y como lo expresaron algunos de los protagonistas, una
intervención de esta categoría daría excusas para un proceso por sublevación
militar.

La convocatoria para presenciar la filmación fue hecha en forma intempestiva


luego del mediodía, sin previo aviso. El mensaje sería transmitido cuanto antes, si
era posible en vivo, desde una oficina ubicada en Chacao.

Poco a poco, los oficiales fueron llegando, en pequeños grupos o individualmente.


El líder, reconocido por ellos, fue el vicealmirante H.R., jefe del Estado Mayor
General de la Armada; además, estuvieron los contraalmirantes D.C. y F.N.; los
generales de brigada de la Guardia Nacional M.F., O.M. y R.L.; los generales de
brigada del Ejército V.R.M. (jefe del Comando Logístico) y H.L.P. (ex jefe de la
Casa Militar), y los generales de brigada de la Aviación P.P. (comandante general
designado) y Clinio Rodríguez. Habían convocado a 25 oficiales.

Pasadas las 2:30 pm, las cámaras de dos agencias de noticias estaban listas para
hacer llegar el mensaje del grupo disidente. El texto final del mensaje aún no
llegaba. R.P. lo revisaba, lo ensayaba y lo corregía con su parsimonia habitual,
mientras una joven lo pasaba a máquina.

Cuando todo estaba a punto, Chávez inicio una cadena para referirse a las
manifestaciones. Luego, las señales de las repetidoras de Mecedores y El Volcán
se cayeron, presumiblemente por obra y gracia del Gobierno. Tenían que enviar en
un vehículo el casete con la grabación.

‘Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual


régimen de gobierno y la autoridad de H.C.F. y del Alto Mando Militar´, señaló el
grupo en su tercer comunicado.

Dos veces ensayaron la lectura. Ramírez la quería impecable, y propuso intentarlo


una vez más. Pero un coronel del Ejército advirtió que la Dirección de Inteligencia
Militar había detectado la actividad en la oficina.

´Dispersión´, decía en voz alta, para indicar la necesidad de que cada quien
tomara su rumbo. Y así se hizo. Los primeros en salir fueron los periodistas. Al
final de la tarde, el mensaje de los oficiales disidentes estaba en el aire.

Mientras discurría el trabajo mediático, dos oficiales del Ejército se ocupaban de


algunos detalles operacionales: trancar los túneles de Los Ocumitos para impedir
el acceso a Caracas de los batallones ubicados en los Valles del Tuy y Maracay,
bloquear las seis entradas a Fuerte Tiuna con vehículos del Comando Logístico
del Ejército, vigilar a la DIM y comunicarse con policías (sic) amigas
.
Informa tal reportaje que el pronunciamiento se grabó en una oficina ubicada en “Chacao” y
que “pasadas las 2 y 30 p.m.” ya había agencias de noticias convocadas en esa oficina para
transmitir ese pronunciamiento que, por lo que informa el reportaje, tardaba en hacerse por
que era corregido con “parsimonia” por el Vicealmirante H.R.P. y fue ensayado o leído varias
veces antes. Por lo demás, esa lentitud para escribir o revisar o corregir o, en fin, en hacer
ese pronunciamiento y en decidirse a leerlo (porque hubo varios ensayos previos), hace
improbable que hubiera empezado a prepararse (dicho pronunciamiento) poco antes de las
dos y media de la tarde y parece más lógico suponer que su elaboración se inició desde la
mañana; pero como en el Derecho Penal no debe darse un valor absoluto o de plena prueba
a las presunciones, tal como lo ha puntualizado con anterioridad esta Sala Plena y lo han
recordado en numerosas oportunidades los Defensores de los altos oficiales, todo ello no
pasa de ser una simple conjetura. Sin embargo, lo cierto es que no se sabe a ciencia cierta
cuándo fue grabado (mañana o tarde) tal pronunciamiento ni a qué hora exacta lo fue. Y
justamente por esa incertidumbre es indefectible hacer una investigación sobre tales
presunciones o sospechas, cuya aclaración sería de suma importancia por múltiples razones.
Por otra parte, en la audiencia oral, señaló el ciudadano Vicealmirante H.R.P. que no dio
instrucciones “de que saliera ningún soldado a la calle... llamé a la calma... que no saliera
nadie”. Pero no concuerdan estas supuestas instrucciones con la advertencia que hiciera él
al ser entrevistado por la licenciada IBÉYISE PACHECO y que consistió (la amenaza) en que
si el Presidente CHÁVEZ no aprovechaba la oportunidad que “le estamos dando”, iban a
“tener que hacer” la operación militar.
Además, el ciudadano Vicealmirante H.R.P. estaba entre los integrantes del sedicente
“gabinete ministerial” que conformaría el llamado “gobierno de transición” (en el cual se le
designó como nuevo Ministro de la Defensa) y suscribió el decreto del señor P.C.E., como
consta en el folio 123 de la primera pieza del expediente.
La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o confusiones o dudas,
deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el Fiscal General
de la República.
2) Respecto al Contralmirante D.L.J.C.U..
En el mencionado audiovisual consignado por el Fiscal General e identificado con la letra “A”,
figura -como ya se ha dicho- una entrevista que también de manera conjunta, les hiciera la
Licenciada IBÉYISE PACHECO a los ya mencionados altos oficiales y el ciudadano
Contralmirante D.L.J.C.U. señaló que “propiciamos un clima en el cual varios almirantes
también tomaron valor”; y que “nunca estuve de acuerdo con el Teniente Coronel H.C.F.”; y
que “el Presidente sabe que yo siempre lo adversé desde el primer momento”.
Y en la Audiencia Oral reconoció: “Y por eso fue que el 11 de abril me comporté como lo hice,
apoyé un manifiesto público”(...) por las violaciones a los derechos humanos y a los hechos
deplorables que sucedieron ese día...”.
Sin embargo, cabe repetir en su caso el mismo razonamiento acerca de cuál fue la hora
exacta en que hubo ese pronunciamiento y en la confusión que hay al respecto.
La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o confusiones o dudas,
deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el Fiscal General
de la República.
3) Respecto al General de Brigada (Av) P.P.O..
En el varias veces mencionado audiovisual consignado por el Fiscal General e identificado
con la letra “A”, figura una entrevista que, como se dijo antes, también de manera conjunta
les hiciera la licenciada IBÉYISE PACHECO a los ciudadanos General de Brigada (Av)
CLINIO R.O., General (GN) O.J.M., General de Brigada (Ej) V.R.M., Contralmirante J.N.G.,
General de Brigada (Av) P.P.O., Contralmirante D.L.J.C.U., General de Brigada H.L.P. y
Vicealmirante H.R.P.. Cuando la periodista PACHECO, refiriéndose a la situación militar, le
preguntó al General PEREIRA OLIVARES “¿está bajo control ahorita?”, él respondió:
Está completamente bajo control. Todas las bases aéreas están controladas por
nosotros: los aviones, helicópteros; aviones de combate de las diferentes bases,
Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y los
Comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún tipo de
aeronaves y mantenerse en las bases aéreas

.
Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido también en que no hubo
el delito de REBELIÓN MILITAR porque no fue un movimiento armado puesto que no tenían
armas. Pero no se comprende cómo si no tenían armas y era un movimiento desarmado,
aseguró el ciudadano General de Brigada (Av) P.P.O. que ellos controlaban todo eso y
además los aviones de combate que son, indudablemente, armas.
En la Audiencia Oral el General de Brigada (Av) P.P.O. reconoció: “es así como decidí...
hacer un pronunciamiento público... para evitar el derramamiento de sangre... que iba a
llenar de sangre al país”. Alrededor de estas afirmaciones del General de Brigada (Av) P.P.O.
subsisten las mismas dudas mencionadas con anterioridad en relación con la hora exacta del
pronunciamiento.
La Sala Plena considera que tales reconocimientos y esas contradicciones o confusiones o
dudas, deben ser objeto de una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el Fiscal
General de la República, para su posterior aclaración.
II) Respecto al General del División (Ej) E.V.V..
En el pronunciamiento que hizo en horas de la noche del 11 de abril de 2002, le comunicó al
ciudadano Presidente de la República que “le fui leal hasta el final, hasta esta tarde...” . Y dio
órdenes a “los Batallones, Brigadas y Divisiones que son mi fortaleza y la fortaleza de la
patria, para que permanezcan en sus unidades; esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación... señores Generales del Ejército: cumplan con su deber... distinguidos
Oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, yo sé que ustedes en este momento están con
nosotros... General MARTÍNEZ, lo felicito por su actitud tomada en el día de hoy”.
En la Audiencia Oral aseguró el General del División (Ej) E.V.V. que en ningún momento le
pidió la renuncia al Presidente y que no ordenó movimientos armados; y añadió
textualmente: “nunca abandoné mis tropas. No me dejé quitar el comando. Ésa es la forma
de actuación de un comandante. Un verdadero comandante no se rinde. No se entrega.
Batalla hasta el Final”.
Ahora bien: la Defensa de los ciudadanos investigados ha consistido en que no hubo el delito
de REBELIÓN MILITAR porque no fue un movimiento armado puesto que no tenían armas.
Pero no se comprende cómo si no tenían armas y era un movimiento desarmado, advertía el
General del División (Ej) E.V.V. que ya había ordenado a “los Batallones, Brigadas y
Divisiones que son mi fortaleza” para que “permanezcan en sus unidades”. En efecto, resulta
extraño que se alegue pertenecer a un movimiento “desarmado” y que al propio tiempo y en
su pronunciamiento haya advertido que los “Batallones, Brigadas y Divisiones” constituyen su
fortaleza (“mi fortaleza”, dijo) y que en la Audiencia Oral haya dejado constancia de que no se
dejó “quitar el comando”, que “un verdadero comandante no se rinde, no se entrega y batalla
hasta el final”: para no rendirse y batallar hasta el final, es evidente que un comandante
necesita o hacer uso de las armas o, al menos, tenerlas bajo su disposición.
Por último, en la Audiencia Oral aseguró el General del División (Ej) E.V.V. que “en ningún
momento pedí su renuncia” (al Presidente); pero es incompresible que ahora alegue esto y
antes, le haya advertido al Presidente de la República que ya no le era leal y haya impartido
órdenes a “los Batallones, Brigadas y Divisiones” y que al unísono advirtiera que éstas eran
su “fortaleza”.
Fortaleza es la “posibilidad de aplicación de un poder físico o también moral”, según el
Diccionario de la Real Academia.
La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o confusiones o dudas,
deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el Fiscal General
de la República.
Pues bien: a continuación es indefectible saber si es posible vincular la conducta de aquellos
ciudadanos contra quienes se dirige la solicitud de antejuicio de mérito, con esas acciones
típicas.
VII
VINCULACIÓN DE LOS CIUDADANOS INVESTIGADOS CON LOS HECHOS INDICADOS
POR EL FISCAL GENERAL
1) De las actas que integran el expediente se demuestra que el Fiscal General de la
República les atribuye a los ciudadanos Vicealmirante H.R.P. (para ese momento Jefe del
Estado Mayor General de la Armada), Contralmirante D.L.C.U. (Jefe de Planificación de la
Inspectoría General de la Fuerza Armada Nacional para esa fecha) y General de Brigada
(Av) P.P.O. (Jefe del Estado Mayor del Comando Unificado de la Fuerza Armada. CUFAN
para esa oportunidad), su participación en los siguientes hechos:
1. El desconocimiento del Gobierno del ciudadano Presidente de la República, Teniente
Coronel H.R.C.F. y del Alto Mando Militar, mediante un mensaje grabado con
anterioridad y transmitido a través de las señales de televisión nacional, en el cual
expresaron:
Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer al actual
régimen de gobierno y la autoridad de H.C.F. y del Alto Mando Militar...

.
B) La solicitud (bajo coacción) de renuncia del cargo de Presidente de la República al
ciudadano Teniente Coronel H.R.C.F., bajo la amenaza de tomarse medidas drásticas
contra el Palacio de Miraflores.
C) La participación, junto al ciudadano General de División (Ej) E.V.V., en la decisión
de apresar o detener al ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel
H.R.C.F..
Estos hechos podrían evidenciarse de los medios probatorios que consignó el
ciudadano Fiscal General de la República y que a continuación se indican:
De la nota de prensa tomada del diario “El Nacional”, cuerpo D-4, del 13 de abril de
2002, subscrita por el ciudadano J.I.M., que aparece marcada con la letra “G”, en la
carpeta del expediente contentiva de diversas publicaciones de los medios de
comunicación social escritos y ya reproducida en las páginas 45 y 46 de esta
sentencia.
El texto del mensaje transcrito por la empresa TV Prensa 2000 C.A. para el programa
especial que realizó Venezolana de Televisión el 11 de abril de 2002 y que aparece en
el folio 245 de la segunda pieza del expediente, cuyo contenido fue transcrito en las
páginas 32 y 33 del presente fallo.
De los videos marcados con las letras “A”, “B”, “C” y “E”, que contienen las imágenes
de la lectura del comunicado transcrito “ut supra”.
De la declaración rendida por el ciudadano General en Jefe, L.R.R., en su
interpelación ante la Comisión Especial Política de la Asamblea Nacional el 4 de mayo
de 2002 (tomada de la página “WEB” de la Asamblea Nacional), en la que entre otros
aspectos expresó:
El Vicealmirante H.R.P. me dijo: ‘mire, mi General, ya esto cambió, yo soy la
nueva autoridad militar’. En ese instante me manifestó que él estaba desde
hacía más de seis meses en esto. Y me dijo: ‘aquí se va a nombrar una
Junta de Gobierno, donde incluso iba a haber una representación del clero,
y la cual sería presidida probablemente por un empresario’. Eso lo
manifestó el señor Vicealmirante H.R.P., cuando llegué a mi
oficina.../...Regresamos entonces a mi oficina y me dijo: Voy a ir al
Comando del Ejército, que allá hay una reunión con los generales y el
Comandante General, y allí vamos a ponernos de acuerdo con relación a la
autoridad militar, ya que para ese momento se había hablado que él era la
máxima autoridad militar

.
De la declaración rendida por la ciudadana M.C.I., Ministra del Trabajo, el 25 de abril
de 2002 y ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del Ministerio Público,
ciudadanas abogadas L.E.M., A.M.P. y R.M.E., que cursa en los folios 47 al 52 de la
primera pieza del expediente:
...Cuando entro al Despacho el Presidente dice que tenemos un ultimátum;
me dice Aristóbulo o Navarro, que al Presidente le dieron las siguientes
alternativas: Renunciar a la Presidencia de la República y salir del país o
renunciar y ser juzgado en Venezuela…/…Luego R.C. salió un momento y
le dijimos J.M., M.U. y yo que queríamos entrar y estar con el Presidente;
entramos y luego otros miembros del gabinete; en ese momento pudimos
ver y oir (sic) las presiones a las que estaba siendo sometido el Presidente
por quienes solicitaban su renuncia, no reconrdando (sic) ahora las
palabras precisas: Por teléfono el Gral. R.F. se comunicaba con el Gral.
Hurtado Sucre, (sic) quien estaba en la oficina y había sido comisionado por
el Presidente para ser interlocutor, este último transmitía lo que
telefónicamente decía el General R.F. y decía que quedaban pocos minutos
al Presidente para renunciar y que pronto saldría el Batallón Bolívar y el
Ayala del Fuerte Tiuna para tomar el Palacio Miraflores…

.
De la declaración del ciudadano J.V.R., Ministro de la Defensa para ese momento (25
de abril de 2002) y ante las Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del Ministerio Público,
ciudadanas abogadas L.E.M., A.M.P. y R.M.E.; y ante la Fiscal Decimosexta a nivel
nacional en materia contencioso administrativa, ciudadana abogada C.V.M.Á., que
cursa en los folios 60 al 65 de la primera pieza del expediente y en la que refirió:
…OCTAVA: Diga Usted, que (sic) fue lo que motivó la ida del Presidente de
la República al Fuerte Tiuna? CONTESTÓ: Se le dio un plazo de quince
minutos para que abandonara el Palacio, o de lo contrario los Tanques del
Batallón Ayala atacarían el Palacio. Ante esta amenaza y tomando en
cuenta las numerosas personas que allí estaban, jóvenes, mujeres, él tomó
la decisión de que el General Hurtado y el General Rosendo lo trasladaran
hasta el Fuerte Tiuna, de acuerdo al planteamiento de los alzados. (...)
DECIMA: (sic) Diga Usted, si en la oportunidad en que fue trasladado el
Presidente de la República del Palacio de Miraflores al Fuerte Tiuna, hubo
algún tipo de violencia física o coacción? CONTESTÓ: Violencia física
sobre él, no. Pero coacción, si, pues un ultimátum de que va ser atacado el
Palacio Presidencial es una manera de coaccionar...

.
De la declaración rendida por el ciudadano General de División (Ej) E.H.S., en su
entrevista ante las Fiscales Tercera y Quinta del Ministerio Público, ciudadanas
abogadas L.E.M. y R.M.E., el 26 de abril de 2002 y que corre inserta en los folios 379
al 391 de la segunda pieza del expediente y en la cual expresó:
Entonces, a todas esta esta (sic) comisión que había venido se encuentra
desarmada y prometen regresar a Fuerte Tiuna, a tratar otra vez de lograr
que la gente pensara en otra dirección, y se retiran y empezamos entonces
nuevamente la comunicación telefónica con Fuenmayor, quien comienza a
presionar por supuesto dando tiempo, bueno le vamos a dar veinte minutos
para que se decidan porque sino (sic) vamos a capturarlo en Miraflores, lo
vamos a ir a buscar a Miraflores, y para eso vamos a mover los batallones
Ayala, que era el batallón de infantería Bolívar, y que él entonces se atenga
pues a las consecuencias, y todo, entonces frente a estas presiones, por
supuesto, yo se las comunicaba al Presidente, el Presidente pensó bastante
su cosa, reflexionó mucho, tocamos muchos temas, muchos puntos, este
luego, comienzan a presionar, que le daban veinte minutos, yo le pido por
teléfono, denme cinco minutos mas esta no es una decisión fácil, él (sic)
Presidente está pensándolo…

.
De la declaración rendida por el ciudadano ARISTÓBULO ISTÚRIZ, Ministro de
Educación, Cultura y Deporte, el 26 de abril de 2002 y ante las Fiscales Tercera y
Quinta del Ministerio Público, ciudadanas abogadas L.E.M. y R.M.E., respectivamente,
que cursa en los folios 368 al 378 de la segunda pieza del expediente y en la cual
manifestó:
...y nos trasladamos los Ministros que estábamos allí a Miraflores, estaba
M.U., estaba A.E.O. (sic) creo, M.C.I., bueno (sic) de M.C.I., bueno (sic) de
allí nos trasladamos a Miraflores, de Miraflores (sic) bueno(sic) no
estábamos todos, gran parte del gabinete (sic), había mucha gente,
militares, etc., y bueno (sic) nos pusimos a ver por la televisión como (sic) la
marcha de verdad venía ya por la Avenida Bolívar y un poco la Ministra
preocupada, mira (sic) qué pasa, yo llamé a J.V. y me dijo (sic) mira (sic) no
(sic) preocupes que ahí va a actuar el Plan Ávila. Pregunta: (sic) Cómo a
qué hora?, eso (sic) era ya cercano a mediodía…/…y pasamos y
conversamos con el Presidente. …/…no le obedecen al Estado Mayor, si,
(sic) al Estado Mayor, Lucas, no le paran a Lucas (sic) pues, ni a ninguno
de los altos Oficiales (sic) este, el Presidente ahí vio que estaba alzado el
Comandante del Ejercito (sic) este, que había desobediencia en los
Generales .../…El segundo escenario era resistir, (sic) por qué? porque el
general Hurtado había planteado que ellos estaban dispuestos a volar
Miraflores con tanques y tal, y sobre eso fuimos notificados de un plazo,
(sic) entiendes? Mi opinión fue resistir, de allí argumenté porque (sic)
debíamos resistir, yo dije, es preferible morir aquí (sic) este, tipo Allende, de
verdad…/…nosotros nos informamos allí que al presidente (sic) le habían
llevado la renuncia por escrito. Pregunta: ¿Quién se la lleva? Contestó:
Bueno, yo no me preocupé por saber quien (sic) se la entregó…

.
Del video marcado con la letra “A”, en el que aparecen las imágenes de la entrevista
realizada por la ciudadana periodista IBÉYISE PACHECO a varios oficiales militares
de alto rango (entre ellos los ciudadanos Vicealmirante H.R.P., Contralmirante
D.L.C.U. y General de Brigada (Av) P.P.O.), que fue transmitida por la planta televisiva
“VENEVISIÓN” el 11 de abril de 2002 y en la cual se dice lo siguiente:
Vicealmirante H.R.P.:
…estamos esperando que el Presidente se pronuncie, que el Presidente
renuncie y que él mismo le quite las armas pacíficamente a ésos que él
engañó…PREGUNTA: ¿ Y usted todavía cree que el Presidente va evitar
más sangre? RESPUESTA: entonces…le estamos dando la oportunidad,
porque vamos a tener que hacer (sic) operación militar…

.
Contralmirante D.L.C.U.:
…desde que ganó las elecciones sabía que algo malo pasaría…el
Presidente sabe que yo le adversé desde el primer momento…desde hace
tres años estamos recibiendo heridas…

.
General de Brigada (Av) P.P.O.:
Tenemos un dispositivo en la base aérea de manera tal de prohibir la salida
del Teniente Coronel H.C.F. de manera que pague todo el daño que le ha
causado al país

.
De la transcripción del Decreto Presidencial número 1.743, del 14 de abril de 2002,
hecha por la empresa TV Prensa 2000 C.A. y que aparece en el folio 256 de la
segunda pieza del expediente, en cuyo texto, entre otros aspectos, se señala:
Considerando

Que en virtud de los hechos acaecidos durante la madrugada del 12 de abril


del presente año, fue privado arbitrariamente de la libertad el Presidente de
la República Bolivariana de Venezuela H.C.F. irrumpiendo (sic) su hilo
constitucional (sic) en consecuencia (sic) configurándose una falta temporal
del mismo

.
De la transcripción realizada por la empresa TV Prensa 2000 C.A. de la alocución
rendida por el ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel H.R.C.F., en
horas de la madrugada del 14 de abril de 2002 y que aparece en el folio 256 de la
segunda pieza del expediente, en la cual manifestó:
Antes de hacer algunas reflexiones, porque quiero ser breve en este
mensaje de madrugada como un renacimiento, quiero hacer un llamado y
esto es quizás lo más importante que yo quiero decir hoy domingo 14 de
abril, yo pues he estado incomunicado en las últimas horas y no tenía
ninguna información de lo que estaba pasando…

Vamos a poner a Dios por delante, esta imagen del Cristo crucificado me la
regaló cuando iba saliendo prisionero en la madrugada de hace dos días,
hace 47 horas exactamente…

.
De la declaración del ciudadano General de División (Ej) M.R., el 10 de mayo de 2002
y en su interpelación ante la Comisión Especial Política de la Asamblea Nacional
(tomada de la página “WEB” de la Asamblea Nacional), en la que indicó:
Ante esa situación un grupo de generales se dirigieron a otro sitio que
desconozco y regresaron con el General Vásquez Velasco quien le indicó al
señor Presidente que había decidido dejarlo bajo su protección, el
ciudadano Presidente de la República les volvió a recordar que eso no era
un golpe de Estado y que prefería ser un Presidente detenido que
exPresidente (sic) renunciado y preso

.
2) En relación con el ciudadano General de División (Ej) E.V.V., quien para esa fecha
desempeñaba el cargo de Comandante General del Ejército, el Fiscal General de la
República le imputa su participación en los hechos siguientes:
1. El mensaje transmitido a través de las señales de televisión nacional el 11 de abril de
2002, en el que sostuvo -entre otras cosas- lo siguiente:
Les ordeno a todos mis comandantes de batallones, brigadas y divisiones,
que son mis fortalezas y de la patria, que permanezcan en sus unidades,
que esto no es un golpe de estado, no es una insubordinación, es una
posición de solidaridad con todo el pueblo venezolano.../...Señor Presidente
de la República, le fui leal hasta el final, hasta esta tarde le serví con toda la
lealtad del caso que siempre le he manifestado porque soy un soldado
disciplinado y leal, pero los muertos de hoy no se pueden tolerar

.
B) Su participación (junto a otros altos oficiales) en la reunión celebrada en las
instalaciones militares del Fuerte Tiuna para negociar la renuncia del Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela, ciudadano Teniente Coronel H.R.C.F..
C) Comunicarle al ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel H.R.C.F.,
la decisión de dejarlo “...bajo custodia de las Fuerzas Armadas (sic)...”.
D) Haber autorizado la reclusión del ciudadano Presidente de la República, Teniente
Coronel H.R.C.F..
E) El mensaje transmitido a través del canal televisivo “GLOBOVISIÓN” el 13 de abril
de 2002, en el que exigió cumplir ciertas normas para apoyar al gobierno transitorio.
Tales hechos podrían evidenciarse de los siguientes medios probatorios:
De la declaración rendida por el ciudadano Presidente de la República, Teniente
Coronel H.R.C.F., el 4 de mayo de 2002 y ante la Fiscal Quinta del Ministerio Público,
ciudadana abogada R.M.E. y la Fiscal Decimosexta del Ministerio Público, ciudadana
abogada C.M.Á., la cual consta en los folios 417 al 447 y en la que manifestó:
…PREGUNTA: ¿LE MENCIONARON QUIENES (sic) ERAN ESAS
PERSONAS QUE EXIGIAN (sic) SU RENUNCIA? RESPUESTA: Era difícil,
sabe por qué, porque me decía L.R. que esa era una algarabía de gente, y
que no se ponían de acuerdo, que había entre ellos, incluso ya algún
conflicto, y que era difícil precisar quién, pero todos asumíamos que
Vásquez Velasco, el jefe del ejército, era uno de los que dirigía la acción…/
…ellos vinieron a decirme con mucho respeto usted es el Presidente de la
República, nosotros queremos respetarle su investidura y queremos facilitar
esto, pero allá en Fuerte Tiuna hay una cosa de conflicto, unos que si (sic)
unos que no, incluso ellos venían con la idea de que yo aceptara ir en un
helicóptero que ellos querían mandar a buscar para llevarme a Maiquetía,
yo le (sic) digo, no vale (sic) no (sic) de esa manera no, yo quiero que
ustedes se pongan de acuerdo, yo no puedo irme del país así como si
nada, tengo una serie de condiciones, le pido a ustedes que vayan a Fuerte
Tiuna y traten de convencer a esos señores de que hagamos el trato del
que estamos hablando, cumplan con esas condiciones, ellos dicen, vamos
a Fuerte Tiuna, salieron y se fueron, no hubo forma de convencer a nadie,
así que ellos vuelven a llamar y dicen que no hay condiciones, que si (sic)
creo que en diez minutos yo no salía de aquí para allá, tenían ya una
columna de tanques ya listos para bombardear el palacio…

.
De la declaración del ciudadano General de División (Ej) M.R. el 10 de mayo de 2002,
en su interpelación ante la Comisión Especial Política de la Asamblea Nacional
(tomada de la página “WEB” de la Asamblea Nacional), en la que señaló:
…Al llegar al Fuerte Tiuna nos trasladamos a la Sala de reunión del Jefe del
Estado Mayor del Ejército, allí los oficiales generales y oficiales de otros
grados estaban esperando. El General Fuenmayor se dirigió al Presidente
de la República en presencia del (sic) Monseñor B.P. y el (sic) Monseñor
Azuaje quienes se encontraban ocupando la misma mesa, allí colocó la
carpeta con el decreto y le manifestó que debería manifestar su renuncia y
sería juzgado en el país, a lo cual el ciudadano Presidente de la República
le indicó que el no firmaría porque era un golpe de Estado e hizo algunas
recomendaciones y sugerencias sobre lo que podría ocurrir.

Ante esa situación un grupo de generales se dirigieron (sic) a otro sitio que
desconozco y regresaron con el General Vásquez Velasco quien le indicó al
señor Presidente que había decidido dejarlo bajo su protección, el
ciudadano Presidente de la República les volvió a recordar que eso no era
un golpe de Estado y que prefería ser un Presidente detenido que
exPresidente (sic) renunciado y preso

.
De la declaración rendida por el ciudadano Monseñor B.E.P.C. el 5 de mayo de 2002,
en la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana, ante las Fiscales Tercera, Cuarta
y Quinta del Ministerio Público, ciudadanas abogadas L.E.M., A.M.P. y R.M.E., que
aparece inserta en los folios 227 al 230 de la segunda pieza del expediente, en la que
expresó:
…le dicen bueno aquí está y le presentaron para que firmara, fue cuando él
dijo esto es lo que me traen para firmar, ustedes cambiaron las reglas del
juego. NUEVAMENTE EL MINISTERIO PÚBLICO INTERROGA: ¿QUIÉN
SE LO LLEVÓ PARA FIRMAR? RESPUESTA: Un edecán que estaba allí,
no era General, un ayudante de alguno ahí, todos estaban uniformados, ahí
no había ningún civil, los únicos civiles éramos nosotros dos, a él le
entregan, (sic) estas no son las reglas del juego en que habían quedado
Rosendo y Hurtado con Vásquez Velasco…

.
De la declaración rendida por el ciudadano R.E.R.C. el 30 de abril de 2002 y ante las
Fiscales Tercera, Cuarta y Quinta del Ministerio Público, ciudadanas abogadas L.E.M.,
A.M.P. y R.M.E., respectivamente, que cursa en los folios 136 al 140 de la primera
pieza del expediente y en la que manifestó:
…Ellos plantearon esa solicitud de una manera firme y enérgica, so pena,
de atacar militarmente y dar un baño de sangre. El Presidente contestó, que
no iba a firmar ninguna renuncia y que ellos asumieran la responsabilidad
del golpe de estado que estaban dando, yo estaba presente cuando el
Presidente dijo eso…

.
De la declaración rendida por el ciudadano Vicealmirante B.C.C., el 25 de abril de
2002 y ante la Fiscal Tercera del Ministerio Público y la Fiscal Decimosexta a nivel
nacional en materia contencioso administrativa, ciudadanas abogadas L.E.M. y
C.V.M.Á., respectivamente, que cursa en los folios 54 al 58 de la primera pieza del
expediente y en la cual refirió:
...DECIMO: (sic) En su exposición usted señala que R.P. transmitió un
planteamiento de la sociedad civil, (sic) cuál era ese planteamiento?
CONTESTO (sic): El (sic) expuso que habían dos condiciones que le
estableció la sociedad civil, la primera que habría un presidente civil y que
no habría junta de gobierno y la segunda que el presidente Chávez debía
ser juzgado en el país. Yo no estuve presente en Miraflores cuando se le
planteó la renuncia al Presidente. Cuando llegué a la Comandancia del
Ejército me enteré que iban a buscar al Presidente porque ya había
renunciado. Allí me enteré que L.R. estaba en la antigua sede del Ministerio
de la Defensa, actual Fuerte Tiuna. Luego, trajeron al Presidente y le
expusieron que firmara la renuncia a lo que el (sic) puso condiciones (salida
del pais (sic) a Cuba y seguridad para su familia y su entorno), a lo que le
respondieron que se encontraba bajo custodia y el (sic) dijo que no
renunciaba. DECIMO PRIMERO (sic): Quienes (sic) deliberaron, después
de que el Presidente planteó sus condiciones? Ahí estaban Carmona
Estanga, Vazquez (sic) Velazco (sic), R.P., y creo que Alfonso (sic) y quien
le impone de la decisión de ese grupo deliberante es Vazquez (sic) Velazco
(sic), quien a mi juicio fue muy respetuoso con el Presidente, sin embargo
(sic) habían otros que no...

.
De la boleta de ingreso del ciudadano Presidente de la República, Teniente Coronel
H.R.C.F., al Centro de Reclusión del Comando de la Tercera División de Infantería, 35
Regimiento de la Policía Militar “Libertador J. deS.M.”, que está inserta al folio 325 de
la segunda pieza del expediente.
Del texto del mensaje transmitido por “GLOBOVISIÓN” el 13 de abril de 2002 y que
transcribió la empresa TV Prensa 2000 C.A. (folio 252 de la segunda pieza del
expediente):
...En tal sentido se apoya al gobierno transitorio si se cumplen las siguientes
normas: 1. Establecimiento de una transición con respecto a la Constitución
y Leyes de la República y Derechos Humanos. 2. Revisión y modificación
del decreto del 12 de abril del año 2002. 3. Restitución de la Asamblea
Nacional. 4. Concertación con las fuerzas vivas de la nación para constituir
un gobierno transitorio y garantizado por la pluralidad y representatividad. 5.
Exhortación a la paz y tranquilidad y que toda acción de gobierno se efectúe
con el máximo respeto a los Derechos Humanos. 6. Ratifico, como
Comandante General del Ejército, en todos sus cargos a los integrantes del
Alto Mando Militar del Ejército y de sus comandos naturales. La gente que
está conmigo seguirá conmigo y yo solo (sic) lo (sic) transfiero. 7. Se ratifica
el apoyo a las autoridades e instituciones así como el apego incondicional a
la institucionalidad del componente hacia los valores y bases fundamentales
de la organización como son: la obediencia, la disciplina y la subordinación.
8. Respeto a las autoridades locales legalmente electas por el pueblo
venezolano: locales, regionales como son los gobernadores y alcaldes que
son en estos momentos los representantes en cada Estado y en cada
Municipio del país de una votación popular que hubo aquí en Venezuela. 9.
Continuidad de los beneficios sociales al pueblo venezolano, cuyos
programas estaban en ejecución. No podemos abandonar el pueblo, los
pueblos venezolanos los de más necesidad debemos seguir con atención
los mismos programas que se venían suscitando en este país. 10. Exigimos
la construcción de una sociedad sin exclusiones en donde toda demanda o
inconformidad se manifieste de manera pacífica sin armas y con el pleno
ejercicio de la libertad dentro del Estado de derecho que corresponde a una
sociedad democrática. Queremos mantener la democracia, amamos la
democracia y queremos seguir en una democracia. 11. Garantizamos la
seguridad, el trato y el respecto al teniente coronel H.C.F. y su grupo
familiar. Solicitamos la petición del teniente coronel H.C.F. de salir del país
en forma inmediata. 12. Las Fuerzas Armadas Nacionales garantizamos la
seguridad de todo el pueblo venezolano. Así mismo exigimos que se
restituyan todos los poderes públicos generalmente (sic) constituidos en
este país, como son el Tribunal Supremo, el Ministerio Público, todo lo que
estaba en vigencia. Como les digo, esto no fue un golpe de estado,
nosotros respetamos las instituciones, no queremos violaciones a la
Constitución, queremos y apoyamos a un gobierno transitorio que respete el
derecho a todo lo que siempre hemos tenido. El problema que se suscitó en
Venezuela fue un problema de pérdidas humanas en donde el gobierno
central perdió el control y autoridad en un momento determinado. Muchas
gracias y creo que con esto todos ustedes sepan que las Fuerzas Armadas
Nacionales (sic) en este momento apoyan esa transitoriedad, siempre y
cuando se cumpla la Constitución Nacional del año 99

.
Todos estos elementos, a juicio de la Sala Accidental Plena, constituyen pruebas. No
presunciones.
La Sala Plena considera transcribir algunos aspectos de la sentencia (23/7/2002) de la
Sala de Casación Penal (caso Puente Llaguno) con ponencia del Magistrado doctor
A.A.F., en la que se estableció:
La Sala, para decidir, ha de hacer una consideración sobre los hechos que
motivaron la solicitud de avocamiento. “Prima facie” debe ser una
consideración objetiva en sentido estricto, es decir, una consideración
hecha exclusivamente sobre la base de la realidad fáctica y sin entrar en
aspectos de fondo. Después habrá una función valorativa que versa sobre
la antijuridicidad y por último se determinará si el autor es imputable y si es
culpable a título de dolo (perfecto o imperfecto) o de culpa.

Esa consideración demuestra que tales hechos fueron no sólo evidentes


sino de suma gravedad y ameritan ser investigados para clarificar si
constituyen delitos o si no constituyen delitos. Porque lo que resulta
inaceptable, por ilegal e injusto, es que actos de tal índole no sean
investigados a cabalidad. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido en el
presente caso.

Al analizar el escrito fiscal se advierte que el hecho de que el Ministerio


Público se haya visto en la necesidad de presentar varios escritos
complementarios de la acusación, no implica que ésta deba ser
considerada defectuosa, pues ello se debió a la complejidad que existió en
la recopilación de las pruebas. Aunado a lo anterior, resulta necesario
destacar que el escrito acusatorio promovió diversos peritajes, testimonios y
audiovisuales y, en general, sí cumplió con los requisitos exigidos en el
artículo 326 del Código Orgánico Procesal Penal y que dada tanto la
evidencia cuanto la gravedad de los hechos imputados, no debió la juez
sobreseer y sacrificar la Justicia por formalidades no esenciales, pues ello
constituye la violación del artículo 257 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela

.
Este caso reúne características iguales en cuanto a que se refiere a hechos notorios,
graves y admitidos por los ciudadanos investigados.
La Sala Plena ha examinado los audiovisuales identificados con antelación y
considera que forman parte del denominado “hecho notorio comunicacional (sic)”,
pues fueron transmitidos de modo uniforme por todos los canales de televisión del
país y vistos tanto por los habitantes de Venezuela como por muchos del exterior.
Por tales motivos esos audiovisuales no ameritan ninguna prueba de su autenticidad
pues la notoriedad de su transmisión la hace absolutamente innecesaria.
La Sala considera tales audiovisuales como auténticos e hizo un resumen de los
mismos en uno solo y lo analizó y transcribió en el texto de la presente decisión.
En el fallo número 961 del 24 de mayo de 2002 de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, en ponencia del Magistrado Doctor J.E.C.R., se aprobó la tesis
de la sentencia “compleja” referida por CALAMANDREI y citado este notabilísimo
autor por el fallo en cuestión.
Se trata de sentencias formadas por el órgano jurisdiccional y un ente ajeno a ello,
como lo pueden ser unos expertos y sus experticias, así como otros órganos del
Estado; todo lo cual fue definido por ese fallo así:
Este tipo de sentencia tiene dos pasos, uno donde el órgano jurisdiccional
declara (se emite un juicio y dispone algo), y otro en que lo dispuesto se
complementa con otro acto fuera y aparte del texto de la decisión

.
Dentro de este orden de ideas y siendo que tanto el Código de Procedimiento Civil en
su artículo 872, como el Código Orgánico Procesal Penal en sus artículos 22 (que
implica una libertad en la apreciación de las pruebas), 334 (videograbación) y 358
(grabaciones), toman en cuenta los audiovisuales como punto de referencia para la
confección de las actas, la Sala Plena considera que también es posible una sentencia
compleja y formada por una parte escrita y otra audiovisual y complementaria de lo
escrito, lo que resulta mucho más preciso frente a la natural complejidad de los fallos.
Y por consiguiente la Sala certifica el audiovisual identificado como “OFICIAL” y lo
considera parte integrante de esta decisión.
VIII
CONCLUSIÓN
El Fiscal General de la República solicitó al Tribunal Supremo de Justicia que
declarara si hay mérito para enjuiciar a los ciudadanos General de División (Ej) E.V.V.,
Vicealmirante H.R.P., General de Brigada (Av) P.P.O. y al Contralmirante D.L.J.C.U.,
quienes en su criterio cometieron el delito de rebelión, previsto en el numeral 1 del
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar.
El Fiscal General, en su escrito, puso de relieve una serie de hechos que fueron
mostrados hasta la saciedad e informados por los medios de comunicación social y a
los cuales (hechos), según la jurisprudencia de la Sala Constitucional del 24 de marzo
de 2000 con ponencia del Magistrado doctor J.E.C.R. (expediente Nº 00-0066, caso
A.P.), debe atribuírseles el valor de hechos notorios porque reúnen de manera
concurrente los requisitos fijados al efecto por dicha jurisprudencia, a saber:
1) Que se trate de un hecho y no de una opinión o un testimonio.
2) Que su difusión sea simultánea por varios medios de comunicación social escritos,
audiovisuales y radiales, lo cual puede estar acompañado de imágenes;
3) Que el hecho no sea susceptible de rectificaciones ni dudas sobre su existencia o
de presunciones sobre la falsedad del mismo y es lo que la Sala Constitucional ha
llamado “ante la consolidación del hecho”, lo cual ocurre en un tiempo
prudencialmente calculado por el juez y a raíz de su comunicación;
4) Y que los hechos sean contemporáneos con la fecha del juicio o de la sentencia que
los tomará en cuenta.
Por tanto, estos hechos notorios por su exhaustiva difusión a través de los medios de
comunicación social -doctrina del “hecho notorio comunicacional (sic)” de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia- están por eso mismo relevados de
prueba, es decir, no necesitan ser probados porque apriorísticamente lo están en sí
mismos y por el hecho de ser notorios.
Notorium non egee probatione

: Lo notorio no requiere prueba.


Nulla est major probatio, quam evidentia rei

: No hay mayor prueba que la evidencia de la cosa.


Por añadidura, además de la notoriedad “ipso facto” de tales hechos, hay un lujoso
cúmulo probatorio en el texto de esta sentencia.
En la Audiencia Oral y Pública se oyeron los alegatos del Fiscal General y de los altos
funcionarios en referencia y de sus abogados Defensores, respecto a la solicitud del
Fiscal General y en resguardo de su derecho a la defensa; por lo que hay que clarificar
si hay mérito o no para ordenar su “enjuiciamiento” (“instrucción de procedimiento”): en
caso afirmativo debe ordenarse el inicio o continuación de la “investigación exhaustiva”
que solicita el Fiscal General de la República; y en caso negativo debe dictarse el
sobreseimiento.
Así que la audiencia convocada (ante la solicitud del Fiscal) con fundamento en lo
dispuesto en el artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal, ha dado lugar a
establecer ahora, por parte de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, que sí
existen méritos para iniciar o continuar la persecución penal contra los Oficiales,
Generales y Almirantes.
Desde otra perspectiva, con la autorización al Fiscal General de la República para que
haga la “investigación exhaustiva” que solicitó, no se vulnera ningún lapso preclusivo:
el artículo 313 del Código Orgánico Procesal Penal establece lo siguiente:
Artículo 313. Duración. El Ministerio Público procurará dar término a la fase
preparatoria con la diligencia que el caso requiera.

Pasados seis meses desde la individualización del imputado, éste podrá


requerir al Juez de control la fijación de un plazo prudencial, no menor de
treinta días, ni mayor de ciento veinte días para la conclusión de la
investigación.

Para la fijación de este plazo, el Juez deberá oír al Ministerio Público y al


imputado y tomar en consideración la magnitud del daño causado, la
complejidad de la investigación, y cualquier otra circunstancia que a su
juicio permita alcanzar la finalidad del proceso. Quedan excluidas de la
aplicación de esta norma, las causas que se refieren a la investigación de
delitos de lesa humanidad, contra la cosa pública, en materia de derechos
humanos, crímenes de guerra, narcotráfico y delitos conexos

.
Tampoco se puede considerar que habría una doble investigación: para empezar se
requeriría que hubiera una acusación y se está en una etapa en la que simplemente el
Fiscal, si así lo considera, puede continuar con la investigación.
La Sala Plena ha estudiado los recaudos presentados por todas las partes y lo
actuado en la Audiencia Oral y Pública. Y ha concluido en lo siguiente:
Los verbos “promover”, “ayudar” y “sostener” más el elemento subjetivo relativo al fin,
conforman toda una imagen rectora del delito de rebelión militar, con la cual es
evidente que se identifican los hechos habidos el 11, 12 y 13 de abril de 2002 y que
son el fundamento de la solicitud fiscal del antejuicio de mérito: los hechos en
referencia, en efecto, reproducen la conducta pormenorizada en el numeral 1 del
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar e incluso evidencian la intención
finalista de dificultar o impedir el ejercicio del Gobierno en alguno de sus poderes y
acaso en todos, puesto que fueron disueltos.
Aparecen acreditados los hechos que el ciudadano Fiscal General de la República,
ciudadano abogado J.I.R.D., atribuye a los ciudadanos Vicealmirante H.R.P.,
Contralmirante D.L.C.U., General de Brigada (Av) P.P.O. y el General de División (Ej)
E.V.V., relativos a una serie de actuaciones acaecidas los días 11, 12 y 13 de abril de
2002, destinadas a desconocer al Gobierno legítimamente constituido y hay pruebas
apodícticas de que hubo acciones enmarcadas en la estipulación típica del numeral 1
del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, puesto que consistieron en
promover, ayudar o sostener un movimiento armado que alteró la paz interior de la
República e impidió el ejercicio del Gobierno legítimamente constituido y de todas las
ramas del Poder Público.
Los mencionados ciudadanos ejecutaron esas acciones o participaron de alguna
manera en ellas, pues las promovieron o iniciaron o comenzaron o impulsaron o
impelieron o estimularon o diligenciaron; o ayudaron o cooperaron; o sostuvieron o
sustentaron o apoyaron las acciones que el Ministerio Público ha calificado como
“REBELIÓN MILITAR”.
Por lo tanto, la Sala Plena declara que sí hay mérito para enjuiciar a los señalados
ciudadanos por los hechos que se les atribuye y que encuadran en el numeral 1 del
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar. Tal enjuiciamiento debe hacerse
bajo el principio del contradictorio, para que los investigados tengan el derecho de
promover pruebas propias y acceder y controlar, cuando fuere el caso, las pruebas del
Ministerio Público o ajenas.
IX
DECISIÓN
En virtud de las consideraciones expuestas, el Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Plena Accidental, administrando Justicia en nombre de la República y por autoridad de
la Ley, de acuerdo con el numeral 3 del artículo 266 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y con los artículos 377, 379 y 381 del Código Orgánico
Procesal Penal, pasa a dictar los siguientes pronunciamientos: 1) AUTORIZA EL
ENJUICIAMIENTO del ciudadano General de División (Ej) E.V.V., ciudadano
Vicealmirante H.R.P., ciudadano General de Brigada (Av) P.P.O. y del ciudadano
Contralmirante D.L.J.C.U., por el delito de REBELIÓN MILITAR, previsto en el numeral
1 del artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar; 2) Ordena remitir las
actuaciones al ciudadano Fiscal General de la República, J.I.R. DÍAZ, para que
prosiga con las averiguaciones de los hechos que se les imputan a los referidos altos
funcionarios.
Quedan así expresadas las razones de mi voto salvado.
Fecha ut supra.
El Presidente,
I.R.U.
El Segundo
El Primer Vicepresidente,
Vicepresidente,
FLANKLIN ARRIECHE GUTIÉRREZ A.A.F. Magistrado
Disidente
Los Magistrados,
J.E.C.
J.M.D.O.
ROMERO
L.I.Z. A.J.G.G.
R.P.P. A.R. JIMÉNEZ
C.O. VÉLEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Y.J.G. R.Á.H. UZCÁTEGUI
L.M.H. B.R.M.D.L.
A.R.V.C. M.M.M.
M.J.R.F.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
AAF/ybm
Exp. Nº 2002.-00029
Quien suscribe, Magistrado I.R.U., deplora profundamente tener que disentir de la
exigua mayoría que aprobó el presente fallo, ya que con ello se produjo un hecho
insólito y sin precedentes en la historia republicana de nuestro país, como ha sido la
declaratoria de impunidad de los hechos y los presuntos responsables, ciudadanos
E.V.V., P.P.O., H.R.P. y D.L.J.C.U. en la comisión del delito de rebelión militar, previsto
en el artículo 476, numeral 1 del Código Orgánico de Justicia Militar, según querella
del Fiscal General de la República, cuando del cúmulo probatorio traído a los autos se
desprendía, sin ningún género de dudas, que existían motivos suficientes para
declarar con lugar la solicitud de antejuicio de mérito formulada en su contra por el
mencionado funcionario, por así desprenderse de los hechos que se les imputa y la
relación de los citados ciudadanos con los mismos.
1. El Fiscal General de la República en su querella explana los siguientes hechos:
El 10 de abril de 2002, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la
Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela
(FEDECAMARAS), presididas por los ciudadanos C.O. y P.C.E., respectivamente,
convocaron un paro general indefinido y a la ciudadanía a una marcha que partiría al
día siguiente desde el Parque del Este, en la Avenida F. deM., hasta la sede de
Petróleos de Venezuela, S.A., en Chuao, Caracas.
El 10 de abril de 2002, el General de Brigada N.G.G. convocó a una rueda de prensa
en el Hotel Caracas Hilton y rechazó públicamente el gobierno del ciudadano
Presidente de la República, H.R.C.F..
El 11 de abril de 2002, se realizó la marcha convocada, la cual partió desde el Parque
del Este y llegó a la sede de Petróleos de Venezuela en Chuao. Allí, los organizadores
de la misma insitaron a los participantes de la marcha a dirigirse al Palacio de
Miraflores para solicitar la renuncia del Presidente de la República, ciudadano
H.R.C.F..
En esa misma fecha, un grupo de ciudadanos que apoyaba al Presidente de la
República se congregó en las inmediaciones del Palacio de Miraflores.
Se suscitaron graves hechos en el centro de la ciudad de Caracas, específicamente
en el Puente Llaguno y sus adyacencias. Desde la tarde del jueves 11 y durante la
madrugada del viernes 12 de abril de 2002, oficiales de alto rango, entre ellos el
Vicealmirante H.R.P., los Contralmirantes D.L.J.C.U. y F.N., los Generales de Brigada
de la Guardia Nacional M.F.T., O.J.M. y R.L., los Generales de Brigada Clinio
Rodríguez y P.P., expresaron su opinión sobre los hechos ocurridos y -entre otras
manifestaciones- leyeron un pronunciamiento contra el Gobierno del Presidente,
ciudadano H.R.C.F..
El Comandante General del Ejército, General de División E.V.V. dio declaraciones
mediante las cuales repudió los sucesos del 11 de abril y entre otras cosas, solicitó a
los Comandantes de Batallones, Brigadas y Divisiones que permanecieran en sus
unidades y manifestó al Presidente de la República “...le fui leal hasta el final, hasta
esta tarde le serví con toda lealtad... pero los muertos de hoy no se pueden tolerar...”.
El General L.R.R. se dirigió al país y anunció que el Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela había aceptado renunciar.
Constituye un hecho notorio que el Presidente de la República, se encontraba en
Miraflores y el 12 de abril de 2002, a las 4 de la mañana se trasladó a las instalaciones
del Fuerte Tiuna en compañía de los Generales de División I.E.H.S., M.R. y J.A.V.
Vietri y se reunió con un grupo numeroso de oficiales que se encontraba en ese lugar.
En esa reunión se le solicitó al primer mandatario que firmara la renuncia y éste se
negó. Ante esta negativa, el General de División E.V.V. le comunicó la decisión de
dejarlo bajo custodia o arresto de las Fuerzas Armadas. En razón de ello, ordenó la
reclusión del Presidente de la República en el Comando de la Tercera División de
Infantería, 35 Regimiento de la Policía Militar “Libertador J. deS.M.”, lo cual consta en
boleta de ingreso del 12 de abril de 2002.
El 12 de abril de 2002, el ciudadano P.C.E. se auto juramentó Presidente del Gobierno
de transición y mediante Decreto de esa misma fecha disolvió los poderes públicos.
El 13 de abril de 2002, el ciudadano P.C.E. abandonó el Palacio de Miraflores y se
trasladó a las instalaciones del Fuerte Tiuna.
En esa misma fecha, un grupo de personas se congregó en las inmediaciones del
Palacio de Miraflores, del Fuerte Tiuna y frente a la Brigada 42 de Paracaidistas en la
ciudad de Maracay, Estado Aragua.
En horas de la tarde, el General de División E.V.V. se dirigió al país y exigió la
restitución de los poderes públicos que fueron anunciados como disueltos el 12 de
abril de 2002.
El 13 de abril de 2002, el canal oficial “Venezolana de Televisión” transmitió varios
mensajes de los ciudadanos V.V., J.R.A. y J.B.. Igualmente se presentaron otras
autoridades, tales como el Fiscal General de la República, el Defensor del Pueblo,
algunos Diputados de la Asamblea Nacional y Ministros del Gobierno del Presidente,
ciudadano H.R.C.F..
El 13 de abril de 2002, el ciudadano P.C.E. anunció al país la restitución de los
poderes públicos. Posteriormente se juramentó como nuevo Presidente, el ciudadano
D.C..
Asimismo, el ciudadano P.C.E. anunció su renuncia a través de los medios de
comunicación extranjeros.
En horas de la madrugada del 14 de abril de 2002, el Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, ciudadano H.C.F. regresó al Palacio de Miraflores y se
dirigió al país en cadena nacional.
B) En cuanto se refiere a la valoración de los elementos que conforman el delito de
rebelión militar, la mayoría sentenciadora sostiene lo siguiente:
Como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento que describe
el referido ordinal 1º del artículo 476, único en el cual el ciudadano Fiscal
General de la República fundamentó su calificación jurídica, no puede ser
procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que
solicitó dicho funcionario. Así se declara

.
Ahora bien, observa quien disiente cuanto sigue:
La tesis según la cual el delito de rebelión militar no tiene una pena, queda desvirtuada
con la letra del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar, que señala “En
todos los demás casos de rebelión militar la pena será...”.
En efecto, tal como lo sostiene el Magistrado A.A.F. en la ponencia rechazada por la
mayoría, “...con sólo repasar este artículo se comprueba a la perfección que la
voluntad de la ley penal es castigar con una pena todos los casos de rebelión militar. Y
queda por solucionar el problema de cuál será la pena correspondiente al delito básico
de rebelión militar contemplado en el artículo 476 eiusdem, porque, ciertamente, ese
artículo no estampó de una vez la pena como ha debido hacer. Mas esa omisión no es
atribuible a que la “voluntas legislatoris” no quiso castigar ese delito, sino a que hubo
una omisión involuntaria.
Empero, lo que debe quedar muy claro es que en la mente del legislador no estuvo el
querer exceptuar de pena a quienes cometan el delito de rebelión militar. Al respecto,
en la interpretación de los tipos penales, se debe comenzar por un análisis gramatical;
pero teniendo presente que la interpretación teleológica es la más importante, máxime
si hay una oscuridad en la redacción de la ley penal. Siempre hay que inquirir cuál es
el fin de la norma y en este caso es reputar como delito la rebelión militar y castigarla
en todos los casos.”
Nótese como el Código Orgánico de Justicia Militar, no sólo en el caso del delito de
rebelión militar fija el supuesto de hecho en un artículo y la pena en otro u otros
artículos. Prueba de ello son los siguientes:
-Delito de traición a la Patria: artículo 464 (supuesto de hecho) y artículos 465 y 466
(penas);
-Delito de espionaje: artículo 471 (supuesto de hecho) y artículo 472 (pena);
-Delito de insubordinación: artículo 572 (supuesto de hecho) y artículos 513, 514 y 515
(penas);
-Delito de desobediencia: artículo 519 (supuesto de hecho) y artículos 520 y 521
(penas);
-Delito de Deserción: artículo 523 (supuesto de hecho) y artículos 525, 526, 528 y 533
(penas).
Esta forma de tipificar delitos, empleada por el legislador, permite concluir que los
artículos 464 (Traición a la Patria); 471 (Espionaje); 476 (Rebelión Militar); 488 (Motín);
512 (Insubordinación); 519 (Desobediencia) y 523 (Deserción), no son normas
“imperfectas”, o tipos en busca de penas, sino, una de las técnicas de tipificación de
hechos punibles.
Por otra parte, en el artículo 477 se establece la pena para la rebelión militar producida
en presencia del enemigo extranjero, distinguiéndose “los iniciadores, directores o
jefes de la rebelión cualesquiera que sea su jerarquía militar conforme a la Ley (ordinal
1º del artículo anterior)” y los comprendidos en el ordinal 2º del mismo artículo.
Finalmente, en el artículo 479 se expresa que:
En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de veinticuatro a
treinta años de presidio para las personas comprendidas en el ordinal 1º del
artículo 477, y de veintidós a veintiocho años de presidio para las
comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo.

Rige igualmente en este artículo lo establecido en el parágrafo único del


artículo 477.

Según la interpretación del Magistrado Angulo Fontiveros, la cual acojo en todos sus
términos, “La pena correspondiente al delito de REBELIÓN MILITAR previsto en el
artículo 476 ‘eiusdem’, está estipulada en ese artículo 479 (recién transcrito) porque
señala que para TODOS los demás casos la pena será de 24 a 30 años de presidio.
Pero esta estipulación contiene la siguiente antífrasis: por una parte se refiere a ‘todos
los demás casos de rebelión militar’, con el propósito de adjudicarles una pena; y por
la otra parte SÓLO las adjudica respecto a las personas comprendidas en los dos
numerales (‘ordinales’ dice el código equivocadamente) del artículo 477. Además de
contener ese artículo 479 una palmaria ‘contraditio in terminis’, contempla una
disposición espuria porque castiga a los culpables del delito corriente o básico o
simple de rebelión militar, con las penas correspondientes a los culpables de la forma
más grave del delito de rebelión militar y esto es inaceptable. Y hasta muy difícil de
imaginar en la mente de los legisladores. Por esto se pone aún más de relieve el error
material en que cayó el legislador y que no solamente tiene que ver con el artículo 476
sin pena establecida (‘nullun crimen nulla poena sine lege’), sino también con el propio
artículo 479: Cuando éste se refirió al artículo ‘477’, a lo que en realidad quiso referirse
fue al artículo 476. Tal dislate se comprueba en que ya el artículo 477 tiene dispuestas
las penas concernientes a sus dos numerales y no tendría sentido alguno volverlas a
disponer o fijar. Así mismo se nota que este artículo 477 contiene un ‘parágrafo único’
y que el artículo 479 reza en su parte ‘in fine’: ‘Rige igualmente en este artículo lo
establecido en el Parágrafo Único del artículo 477’. Y constituiría un absurdo anunciar
(como lo hace el artículo 479) que rige igualmente en ‘este artículo’ (al 477 se refiere)
lo establecido en el parágrafo único ‘del artículo 477’, pues sería una tautología y en
cambio sí tendría sentido este último aparte del artículo 479 si hubiera puesto
correctamente ‘476’ donde puso ‘477’.
Pienso que en los términos indicados debió y debe ser interpretada la norma jurídica
contenida en el artículo 476, numeral 1 del Código Orgánico de Justicia Militar”.
C) En otro orden sostiene la mayoría lo siguiente:
...para que tales hechos pudieran encuadrar en la descripción dicha es
preciso el elemento finalístico; es decir, que las alocuciones tuvieren como
fin promover o ayudar un movimiento armado para alterar la paz interior de
la República o para impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno.

En este sentido se observa que, el único de los imputados que tenía mando
efectivo de tropas ordenó a todos sus comandantes de Batallones, Brigadas
y Divisiones que permanecieran en sus unidades y que esto no era un
Golpe de Estado ni una insubordinación sino que lo que hizo fue
desconocer la orden dictada por el Presidente de la República de aplicar el
Plan Avila, por cuanto, según él resultaba contrario a la protección de los
derechos humanos de la ciudadanía y ello significaría una masacre.

Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esas tropas que
permanecieran en sus unidades y les aclaró que no era golpe de Estado ni
insubordinación, para los otros, por carecer de mando de tropa resultaba
imposible la comisión del delito que se le imputa sin que pueda la Sala
referirse a ningún tipo de calificativo de su conducta que tenga que ver con
un supuesto diferente al señalado por el Fiscal

.
Pretende hacer ver la mayoría que para la verificación del delito de rebelión militar es
necesario la obligación de empleo de las armas. En tal sentido es menester señalar lo
siguiente:
Respetada doctrina del derecho penal reconoce que la utilización de las armas no
siempre es requerida para la configuración del tipo que se analiza; basta que exista la
potencialidad o posibilidad de su empleo para que exista el elemento de acción que
subyace en la rebelión militar; Así Maggiore señala:
Como el delito se consuma al `promover la insurrección´, esto es
simplemente con prepararla, sin que se realice, la ley considera la
insurrección como armada, aun cuando las armas (no llevadas por ninguno)
estén depositadas en algún sitio (último apartado)

Maggiore, Derecho Penal, De los Delitos en Particular, Parte Especial, Vol. III, E.T.,
P.91, Bogotá, 1972).
Por su parte Ranieri indica:
La insurrección es armada cuando las personas que participan en ellas
disponen de armas en cantidad adecuada, aunque se encuentren en un
lugar de depósito

(artículo 284, párrafo último) (RANIERI, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, De
los delitos en particular T II, E.T., P 155, Bogotá, 1975).
Como es del conocimiento público e histórico -y a ello aludió el Magistrado cuya
ponencia fue rechazada- “el por todos denominado, ‘Golpe del 48’ contra el presidente
R.G., se consumó con el más rotundo éxito y sin disparar ni un solo tiro”.
La mayoría concluye -erradamente- que el delito de rebelión militar no tiene pena, lo
cual equivale a decir que no existe, o que quienes promuevan, ayuden o sostengan
cualquier movimiento para alterar la paz interior de la República o para impedir o
dificultar el ejercicio del Gobierno, sencillamente no son punibles. En todo caso, no
entiende quien disiente cómo puede la ponencia declarar que el tipo básico (artículo
476), no es delito, con lo cual se estarían dejando sin efecto las modalidades de
rebelión que se establecen en los artículos siguientes (477 y 478).
D) Luego de señalar que el delito de rebelión militar no existe, la mayoría pasa a hacer
consideraciones de orden político, absolutamente impertinentes, ya que luego de la
declaración precedente, nada, al menos desde el punto de vista jurídico, era menester
agregar.
En todo caso la mayoría relaciona desarticuladamente un conjunto de testimoniales
para concluir:
...que los hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los Oficiales
preidentificados no se realizaron con la intención de alterar la paz interior o
la de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino exactamente para
tratar de restablecer esa paz interior rota por factores y elementos ajenos a
los imputados.

Por todo lo anterior no queda otro camino sino concluir en que tales eventos
fueron de tal gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados
al creer lícita su forma de proceder.

Subraya la Sala que ninguno de los pronunciamientos de los imputados fue


puro y simple con la intención de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno
sino que cada uno de ellos tuvo como causa los hechos de violencia que se
estaban produciendo en el país como consecuencia de la citada marcha y
la implementación del Plan Avila.

Esto significa, se reitera, que procedían convencidos de lo correcto y


legítimo de su proceder, por cuanto su formación se oponía al acatamiento
de una orden que consideraban reprochable y ello aleja la idea de la
malignidad.

De acuerdo con lo anterior, es imposible hacer encajar en el tipo descrito en


el citado artículo 476 ordinal 1º, las mencionadas conductas de los
imputados al emitir esos pronunciamientos

.
La conclusión única entonces tiene que ser la de que los hechos por los cuales se
pretende enjuiciar a los oficiales preidentificados no se realizaron con la intención de
alterar la paz interior o la de impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino
exactamente para tratar de restablecer esa paz interior rota por factores y elementos
ajenos a los imputados.
Soslaya y sesga la mayoría el siguiente material probatorio producido durante los días
11, 12 y 13 de abril de 2002:
“Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer el actual régimen de
gobierno y la autoridad de H.R.C.F. y del Alto Mando Militar, por contrariar los valores,
principios y garantías democráticas (sic) y menoscabar los derechos humanos de los
venezolanos.
¿Y usted todavía cree que el presidente va a evitar mas sangre? “...Entonces les
estamos dando la oportunidad porque vamos a tener que hacer entonces la operación
militar”... “¿Y se sienten fuertes para hacer esa operación militar? “Estamos
completam... (interrumpe y sigue) esto no es una operación militar, esto es una
operación quirúrgica porque no queremos muertos, porque son venezolanos que están
engañados y lo que vamos a tratar a través de los medios de comunicación a través
de concientizar0los que ellos mismos entreguen sus armas porque no podemos
permitir mas muertes... (Vicealmirante H.R.P.).
...particularmente nunca estuve de acuerdo con el Teniente H.R.C.F. desde que él
ganó las elecciones, yo estaba de comandante de la base naval y desde aquel
momento eh... yo sentí que algo malo venía para Venezuela y yo siempre manifesté
mis inquietudes; en esa oportunidad se planteó para hacerlas oficialmente en la
reunión de Almirantes.
...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están controladas por
nosotros, los aviones, eh... helicópteros, aviones de combate de las diferentes bases:
Maracaibo, Barquisimeto, Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y los
comandantes de unidades tienen instrucciones de no volar ningún tipo de aeronaves y
mantenerse en las bases aéreas. Y en caso... por ejemplo, se supone que el
presidente va a tratar de huir en un avión ¿Cómo van a controlar eso?- “Bueno,
tenemos todo un dispositivo en las bases aéreas de manera tal de no permitir de que
el Teniente Coronel H.R.C.F. salga del país y así poder enjuiciarlo para que pague
todo el mal que ha hecho...´ (General de Brigada P.A.P.O.).
De batallones, brigadas y divisiones que son mi fortaleza y de la patria que
permanezcan en sus unidades, esto no es un golpe de estado, no es una
insubordinación, es una posición solidaria con todo el pueblo venezolano... Once:
Señor Presidente de la República, le fui leal hasta el final, hasta esta tarde le serví con
toda la lealtad del caso, que siempre le he manifestado porque soy un soldado
disciplinado y leal, pero los muertos de hoy no se pueden tolerar (sic), invoco los
artículos 328, 350 de nuestra Constitución que me obligan a tomar esta decisión.
Señores Generales del ejército, cumplan con su deber´. (General de División E.V.V.)
El Vicealmirante H.R.P., quien cuando la periodista le preguntó “pero usted ¿todavía
cree que el presidente va a evitar más sangre?, respondió “Le estamos dando la
oportunidad, porque si no, vamos a tener que hacer la operación militar”.
Además, el ciudadano Vicealmirante H.R.P. estaba entre los integrantes del sedicente
“gabinete ministerial” que conformaría el llamado “gobierno de transición” (en el cual
se le designó como nuevo Ministro de la Defensa) y suscribió el Decreto del señor
P.C.E., como consta en el folio 123 de la primera pieza del expediente.
El mencionado ciudadano señaló que `propiciamos un clima en el cual varios
almirantes también tomaron valor; y que “nunca estuve de acuerdo con el Teniente
Coronel H.R.C. FRÍAS´; y que `el Presidente sabe que yo siempre lo adversé desde el
primer momento`.
Y en la audiencia oral reconoció: `...me comporté como lo hice, apoyé un manifiesto
público´.(Contralmirante D.C.U.).
La Sala Plena considera que tales admisiones y esas contradicciones o confusiones o
dudas, deben ser aclaradas en una investigación exhaustiva y tal como lo solicitó el
Fiscal General de la República”.
La declaración suministrada por el ciudadano J.V.R., Ministro de la Defensa para ese
momento, en la que refirió:
...OCTAVA: Diga Usted, que (sic) fue lo que motivó la ida del Presidente de
la República al Fuerte Tiuna? CONTESTÓ: Se le dio un plazo de quince
minutos para que abandonara el Palacio, o de lo contrario los Tanques del
Batallón Ayala atacarían el Palacio. Ante esta amenaza y tomando en
cuenta las numerosas personas que allí estaban, jóvenes, mujeres, él tomó
la decisión de que el General Hurtado y el General Rosendo lo trasladaran
hasta el Fuerte Tiuna, de acuerdo al planteamiento de los alzados (...)
DECIMA: (sic) Diga Usted, si en la oportunidad en que fue trasladado el
Presidente de la República del Palacio de Miraflores al Fuerte Tiuna, hubo
algún tipo de violencia física o coacción? CONTESTÓ violencia física sobre
él no. Pero coacción, sí, pues un ultimátum de que va a ser atacado el
Palacio Presidencial es una manera de coaccionar

La declaración rendida por el ciudadano General de División del Ejército E.H.S., en la


cual expresó:
Entonces, a todas esta esta (sic) comisión que había venido se encuentra
desarmada y prometen regresar a Fuerte Tiuna, a tratar otra vez de lograr
que la gente pensara en otra dirección, y se retiran y empezamos entonces
nuevamente la comunicación telefónica con Fuenmayor, quien comienza a
presionar por supuesto dando tiempo, bueno le vamos a dar veinte minutos
para que se decidan porque sino (sic) vamos a capturarlo en Miraflores, lo
vamos a ir a buscar a Miraflores, y para eso vamos a mover los batallones
Ayala, que era el batallón de infantería Bolívar, y que él entonces se atenga
pues a las consecuencias, y todo, entonces frente a estas presiones, por
supuesto, yo se las comunicaba al Presidente, el Presidente pensó bastante
su cosa, reflexionó mucho, tocamos muchos temas, muchos puntos, este
luego, comienzan a presionar, que le daban veinte minutos, yo se lo pido
por teléfono, denme cinco minutos más esta no es una decisión fácil, el (sic)
Presidente está pensándolo...

La boleta de ingreso del Presidente de la República H.R.C.F., al Centro de Reclusión


del Comando de Tercera División de Infantería, 35 Regimiento de la Policía Militar
“Libertador J. deS.M.”.
De lo anterior se desprende de bulto que sí existen indicios, que hubo acciones, por
parte de los imputados, enmarcadas en la estipulación típica del numeral 1 del artículo
476 del Código Orgánico de Justicia Militar, consistentes en promover, ayudar o
sostener un movimiento armado que alteró la paz interior de la República e impidió el
ejercicio del Gobierno legítimamente constituido y de todas las ramas del Poder
Público, lo que amerita autorizar el enjuiciamiento.
Insiste quien disiente que el ponente y la mayoría que lo acompaña silenciaron de
manera absoluta un valioso cúmulo probatorio, que de haberse analizado,
forzosamente hubieran tenido que llegar a una conclusión contraria a la que finalmente
se adoptó, como es el caso de las testimoniales antes referidas, los videos
consignados por el Fiscal General de la República y la admisión de los hechos en la
audiencia oral y pública donde los imputados admiten los hechos que se les atribuyen.
En consecuencia, llama poderosamente la atención a quien disiente el esfuerzo
exagerado que se ha hecho en admitir los alegatos de la defensa, y prueba de ello es
que sólo éstos se dieron por ciertos, sin haber sido probados.
Por otra parte, afirma el ponente, y ello es cierto, que en el sistema acusatorio, el juez
no puede suplir las funciones del fiscal. Siendo ello así, no se explica entonces como
el ponente y quienes lo acompañan en la decisión, suplen a los imputados y sus
defensas, para llegar a decidir solamente conforme a lo alegado por éstos.
Cabe preguntarse entonces: ¿dónde está la fe pública de los actos del Ministerio
Público?; ¿es que acaso ésta no tiene ningún valor en el sistema probatorio, con todo
el cúmulo de pruebas acompañado?. Una respuesta negativa ha sido dada por la
mayoría en desmedro de los principios que rigen la valoración de la prueba en el
nuevo sistema penal acusatorio, según los cuales “Las pruebas se apreciarán por el
tribunal según la sana crítica observando las reglas de la lógica, los conocimientos
científicos y las máximas de experiencia” (artículo 22 del Código Orgánico Procesal
Penal).
Es tal la exageración de la mayoría al asumir como ciertos todos los alegatos de la
defensa y lo expuesto por los imputados en la audiencia oral y pública que hubiere
sido preferible citarlos expresamente en el desarrollo de la ponencia y no darlos a
conocer como producción originaria de la mayoría; y lo mas insólito que viola las mas
elementales reglas procesales, es que se llegue, como se dijo antes, a señalar y dar
causas de justificación a la conducta de los imputados sin que en ningún momento se
haya citado su confesión para luego analizar la verosimilitud de las causas de
justificación por ellos alegada.
Pero el esfuerzo de la mayoría se centró no sólo en justificarles la conducta, indicando
como se dejó antes expuesto que “La conclusión única entonces tiene que ser la de
que los hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los oficiales preidentificados no
se realizaron con la intención de alterar la paz interior o la de impedir o dificultar el
ejercicio del gobierno sino exactamente para tratar de restablecer esa paz interior rota
por factores y elementos ajenos a los imputados”. Lo anterior está vedado en un
antejuicio de mérito, donde lo que se debe analizar es el delito tipo y si en la querella
fiscal existen hechos relacionados con éste y la conducta de los imputados en el
mismo sentido. Lo único que podría justificarlo es la conducta parcializada y
exagerada asumida por la mayoría de los magistrados para con estos oficiales, que
hasta pudieron bucear en la mente de quienes se les solicitó antejuicio de mérito para
saber incluso cuál era su intención, pues afirman que tal intención no era alterar la paz
interior o dificultar el ejercicio del gobierno, sino restablecer esa paz interior rota por
factores y elementos ajenos a los imputados.
Ninguna relación guarda esta sentencia con un antejuicio de mérito, sino que por el
contrario se relaciona con un juicio donde se hubiesen cumplido todas las fases del
procedimiento ordinario; y lo más insólito resulta haber citado el dictamen de la
Organización de Estados Americanos sólo para evidenciar que durante los días 11, 12
y 13 de abril de 2002, se vivió un clima de confrontación y antagonismo entre distintos
grupos de la sociedad y no para destacar que la referida organización “...advirtió que
dichos hechos configurarían los supuestos de interrupción del orden constitucional
contemplado en la Carta Democrática”. Obviamente que sólo a través de una
interpretación sesgada como la que se hizo podía llegarse a la conclusión que los
imputados actuaron para preservar la paz.
Tampoco escapa a quien disiente que la mayoría llega a determinar los responsables
de los hechos investigados, al referirse al “genocidio perpetrado por los círculos
oficialistas contra la sociedad civil indefensa”, violando de esta manera los límites de la
decisión, incurriendo en el vicio de ultrapetita y sin elementos de prueba existentes en
autos que los sustenten, pues se trata de alegatos políticos de los magistrados que
aprobaron la ponencia, quienes no encontraron pruebas al respecto; a menos que la
mayoría que sustenta el fallo actúe por motivos inconfesados ajenos al propio juicio.
E) Mención aparte merece el criterio de la mayoría respecto a la detención del
Presidente de la República, según el cual:
no puede atribuirse a los imputados la detención arbitraria del presidente si
en esa oportunidad se trataba de un expresidente tal y como se dejó
constancia en la boleta hecha valer por el Fiscal.

Por otra parte, el General Vásquez Velasco en todo momento negó haber
ordenado la detención del Presidente H.C. y observa la Sala que la referida
boleta no aparece firmada por ese imputado.

Reconoce la mayoría que el ciudadano H.C.F. estuvo privado de su libertad, sin


fórmula de juicio, lo cual resulta contrario a los pactos internacionales sobre derechos
humanos suscritos por la República y al propio ordenamiento jurídico interno,
pretendiendo justificarlo con el hecho de que el referido ciudadano ya no era
Presidente de la República. Semejante sarcasmo resulta intolerable, no sólo porque
ello no es una razón lógica para llegar a justificar tal atentado a la dignidad humana,
sino porque resulta muy sencillo disfrazar una detención bajo el sofisma de una
medida de “protección” sobre la base de una renuncia por parte de quien no ha
querido hacerlo y que, antes por el contrario, ha sido compelido a través de medios de
coacción.
Finalmente, la sentencia aprobada por la mayoría, al referirse a la designación del
ciudadano H.R.P. como Ministro de la Defensa señaló:
“Por lo que respecta a que uno de los imputados apareció como Ministro de la
Defensa se observa que si el General en Jefe anunció que el Alto Mando Militar
pondría sus cargos a la orden de las nuevas autoridades, eso se traducía,
necesariamente, en el reconocimiento de esas nuevas autoridades y por tal razón era
imposible reprochar a quien creyó actuar en el mismo sentido de sus superiores, amén
de que en ningún momento se demostró la aceptación del cargo.”
Al respecto, debe señalar quien disiente que aun haciendo un esfuerzo imaginativo
como el que se ha hecho, para demostrar que se produjo un vacío de poder, podrían
eliminarse las dudas acerca de la conducta antijurídica del ciudadano H.R.P., ya que
aun en esta hipótesis -negada- correspondía a este ciudadano ponerse a la orden del
Vicepresidente de la República, tal como lo prescribe el artículo 233 de la Constitución
y no de un sujeto, que por la vía de los hechos, usurpó la Presidencia de la República.
De modo que lo que para la mayoría significa una eximente de responsabilidad, para
quien suscribe es un hecho generador de dudas, que cuando menos justificaba la
apertura de un antejuicio de mérito.
Queda así expresado el criterio de quien no comparte lo aprobado por la mayoría,
dejando expresa constancia que la presente decisión incurrió en tan graves errores
que la hacen manifiestamente contraria al Texto Constitucional, especialmente a los
artículos 2 y 26 de la misma, que propugnan para nuestro país, un estado democrático
y social de Derecho y de Justicia así como el derecho a la tutela judicial efectiva, como
valores superiores del ordenamiento jurídico.
Igualmente, estima necesario quien suscribe señalar que las precedentes
consideraciones en modo alguno prejuzgan respecto de otro u otros juicios que
pudieren vincularse al presente.
El Presidente-Disidente, .....
I.R.U.
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. GUTIÉRREZ A.A.F.
Los Magistrados
J.E.C. ROMERO J.M.D.O.
L.I. ZERPA A.J.G.G.
A.R. JIMÉNEZ R.P.P.
C.A.O. VÉLEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.A. HERNÁNDEZ UZCÁTEGUI
L.M. HERNÁNDEZ B.R.M.D.L.
A.R.V.C.
Magistradas Suplentes,
M.M. MARIMON M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
Exp. No. 2002-00029
IRU
Quien suscribe, J.E.C.R., disiente del fallo que antecede, por las siguientes razones:
1) El artículo 266 constitucional, en su numeral 3, establece el antejuicio de mérito
para el enjuiciamiento de los oficiales generales y almirantes de la Fuerza Armada
Nacional. Textualmente, el encabezamiento del numeral reza: “Declarar si hay o no
mérito”.
El mérito de la causa, voz utilizada por distintas leyes, se refiere al conjunto de
pruebas, antecedentes y razones resultantes del proceso, y que constituyen la base a
la que ha de atenerse el juez o tribunal para dictar sus resoluciones y sentenciar en
definitiva (Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual).
Cuando las leyes se refieren al mérito de la causa, se remiten al conjunto de hechos,
pruebas y argumentos que, como una masa, es el objeto del juzgamiento.
En los procesos inquisitivos, con etapas sumariales, se conocía el mérito del sumario
(ver la palabra en la Enciclopedia Jurídica Omeba), el cual es un examen de los
presupuestos jurídicos que permitían abrir el plenario. En Venezuela ese mérito se
analizaba para cerrar el sumario o decretar el auto de detención, para lo cual bastaba
que las pruebas arrojaran indicios contra el investigado.
Pero la ley también contempla el antejuicio de mérito, éste anterior al juicio, no puede
nunca –por su esencia y estructura- tener las mismas características del juicio, ya que
si no, no obraría como antejuicio, y su única finalidad es constatar si hay sustancia o
esencia para que se abra un juicio contra alguien, que goza de un privilegio.
No exigen los antejuicios, análisis profundos de la sustancia (hechos) y sus vínculos
causales con los futuros demandados, y ello se colige de su carácter brevísimo, como
el antejuicio del proceso de queja, que se resuelve dentro de cinco días, o como el
previsto en el Código Orgánico Procesal Penal, el cual carece de una etapa
probatoria.
Esa estructura, y su condición de presupuesto de procedibilidad del juicio,
necesariamente limitan el examen judicial sobre lo planteado en el antejuicio, por lo
que el juez examina los hechos, o bien como indiciarios, tal como sucedía con el cierre
del sumario del derogado Código de Enjuiciamiento Criminal, o bien como verosímiles
o posibles. Si su ocurrencia resulta verosímil de acuerdo al material de autos y la
autoría también, se ordena el juicio.
Lo anterior no excluye que el juez analice condiciones de la acción, pero básicamente
su examen va dirigido a constatar si ocurrieron unos hechos y si ellos son atribuibles al
privilegiado por el antejuicio.
Si los hechos no existen, así se declara y se sobresee la causa, para evitar nuevos
posibles juzgamientos contra quien goza del privilegio. Si existen y son procesables,
se declara con lugar el antejuicio. Dado ese esquema, si no hay lugar al antejuicio
surge un sobreseimiento automático.
Pero no tratándose de un juicio, no es posible examinar dentro de él las razones de
fondo que se discutirían en un proceso, tales como defensas, excepciones, causas de
justificación o de inculpabilidad, etc. Ni a petición de parte, ni de oficio, puede el juez
entrar a conocer lo que no es de la esencia del antejuicio. De hacerlo, en
procedimientos que carecen de términos probatorios, se estaría ante una indefensión
del accionante, y ante un arbitrario juzgamiento, ya que la constitución de la prueba
simple ante el Tribunal y su control, no se llevan a cabo.
El análisis de la cuestión de fondo con motivo del antejuicio, es además inconcebible
en un proceso con inmediación si no existe actividad probatoria, ya que los hechos del
fondo no pueden probarse o contraprobarse, y los solos alegatos de las partes, nada
prueban.
Conocemos dos tipos de antejuicios: uno, donde no se oye al futuro demandado,
como el de la queja (artículo 838 del Código de Procedimiento Civil), y otro en el que
sí se le oye, cual es el de los artículos 377 y siguientes del Código Orgánico Procesal
Penal. En ambos casos, la carga de la prueba la tiene el peticionante, pero como no
hay término probatorio, las probanzas que éste ha de presentar no persiguen una
plena prueba, que se logra sólo cuando hay debate probatorio, sino indicios o
verosimilitudes fundadas.
Como no se está juzgando a nadie, sino evaluando unos hechos, las defensas o
excepciones que conforman el fondo del asunto, no se discuten, y así las eximentes
de responsabilidad no son objeto en estos procedimientos ni de alegatos, pruebas o
sentencia. En un antejuicio sólo se examinan tres elementos:
1. - Hechos afirmados.
2. - Posible subsunción de los hechos en una norma.
3. - Posible relación de los hechos con las personas a quienes se les imputan.
Los elementos 1 y 3 no requieren plena prueba, sino prueba suficiente, a fin que
se declare si hay mérito para la prosecución penal contra el privilegiado,
quedando a éste la oportunidad de desvirtuar los tres elementos, en el resto de
la investigación o en el juicio que se le siga, donde ejercerá su derecho de
defensa y luchará por su absolución.
La estructura del antejuicio de mérito conduce, a su vez, a que lo decidido se
limita a decir si hay o no méritos para el enjuiciamiento por los hechos
imputados, sin que puedan ventilarse excepciones (artículo 28 Código Orgánico
Procesal Penal), ya que ese no es el fin del mismo.
Ante la falta de una ley general que regule los antejuicios, los destinados a
ordenar o negar la prosecución penal, se han venido guiando, en el ámbito
penal, por el procedimiento de los juicios contra el Presidente de la República y
otros Altos Funcionarios del Estado, contemplado en los artículos 377 a 381 del
Código Orgánico Procesal Penal.
La estructura de este procedimiento demuestra, en nuestro juicio, lo antes
apuntado, que dentro de él no se pueden plantear, ni se deben conocer o
analizar causas de justificación, inculpabilidad y otros eximentes de
responsabilidad u otra cuestión de fondo.
Ello resulta así, porque el antejuicio de mérito bajo comentario, comienza con
un pedimento del Fiscal General de la República, que el Código Orgánico
Procesal Penal llama querella y no acusación (artículo 377), y de seguidas no
surge una fase intermedia o parecida, sino una audiencia oral y pública para
que el imputado responda la querella.
En dicha audiencia ambas partes expondrán sus alegatos, no estando previsto
debate probatorio alguno, lo que a juicio de quien disiente es lógico, ya que no
hay juzgamiento de fondo alguno.
Podría interpretarse que como el artículo 378 del Código Orgánico Procesal
Penal señala que la causa se tramitará conforme a las reglas del proceso
ordinario, y que el artículo 379 eiusdem, expresa, que concluido el debate se
procederá a sentenciar en el término de cinco días, el Código Orgánico
Procesal Penal se está refiriendo al debate probatorio. Pero tal interpretación es
errónea, ya que la causa que se tramitará conforme a las reglas del proceso
ordinario, no es otra que la que se seguirá al privilegiado si se declara que hay
mérito para enjuiciarlo, y el debate a que se refiere el artículo 379 Código
Orgánico Procesal Penal es el que tendrá lugar en la audiencia oral.
Si no existe lapso probatorio, es porque las cuestiones de fondo no se van a
discutir en el antejuicio y, por ello, mal pueden tratarse en estos procesos.
Permitir lo contrario es condenar al Fiscal General a un fracaso, ya que él no
podría traer la contraprueba de las cuestiones de fondo propuestas en la
audiencia, las cuales conocerá con motivo de ella y sin lapso probatorio para
desvirtuarlas.
Debido a que no existe en el antejuicio lapso probatorio, no puede pensarse
que los perseguidos aleguen hechos de fondo sujetos a prueba en la audiencia
oral y pública, ni que ellos se ventilen en el antejuicio.
Corresponde al Fiscal explanar la querella, la cual no la reputamos similar a la
acusación, pero sí la asimilamos a lo previsto con dicho nombre en el artículo
294 Código Orgánico Procesal Penal, y nos encontramos que entre sus
requisitos no aparece el de promover o aportar pruebas. Más bien, en el ámbito
ordinario, el querellante puede solicitar al Fiscal diligencias de investigación,
pero siendo éste quien pide el antejuicio, debe él aportar el resultado de las
investigaciones, con las cuales no se persigue una plena prueba de los hechos
alegados, ya que aún no se está en juicio, sino una posibilidad de que los
hechos existan, de allí que respecto ellos basta justificarlos o acreditarlos.
Como no se reciben en el antejuicio pruebas controlables, no es posible pensar
en una plena prueba que surge de testimonios, experticias y otras pruebas
simples, ya que ellas no se constituyen ante el juez; por lo tanto las pruebas de
los hechos deben estar contenidas en documentos, audiovisuales y otras
probanzas que no requieren actos de evacuación, lo que es correcto, porque lo
que se persigue es que el juez obtenga una verosimilitud sobre la ocurrencia de
los hechos, su subsunción en un tipo delictivo, y su probable imputabilidad a
una persona.
El fallo del cual se disiente, en principio se encuentra en ese orden de ideas,
cuando exige, para que se declare con lugar el antejuicio, que exista prueba
suficiente de los hechos, lo cual es diferente a plena prueba o certeza, pero a
pesar de ello luego se contradice en lo que al alcance de las pruebas se refiere.
La prueba suficiente no es necesaria para que se obtenga, que emerja de
medios regularmente instruidos, ellos persiguen que se tengan como
verosímiles unos hechos, y nacen de medios cuyo control no es tampoco
obligatorio, ya que lo que aportan es la sola posibilidad de la ocurrencia de unos
hechos.
En opinión de quien disiente, los hechos atribuidos a los imputados estaban
suficientemente probados. A pesar de ello, tal probanza no se analiza, sino que
el fallo se refiere a hechos –de paso, no probados- que exculpan a los
imputados, como si en el antejuicio se les estuviera juzgando.
Si el antejuicio fuere para calificar una plena prueba contra los imputados, no
habría necesidad de posterior juicio, ya que ellos quedarían juzgados y
“condenados” de una vez.
Como esa no es la función del antejuicio, sino constatar la verosimilitud de
ocurrencia de los hechos, con los solos audiovisuales aportados por la Fiscalía
ysilenciados por la sentencia, bastaba para declararlo con lugar.
2) Expuesto lo anterior, quien disiente debe puntualizar aspectos concretos del
antejuicio que originó el fallo respecto al cual se salva el voto.
Correspondía al Fiscal General de la República narrar unos hechos, justificarlos
o acreditarlos, atribuírselos a alguien, e indicar a cuál tipo penal pertenecían, y
esto lo efectuó.
El Fiscal para acreditar los hechos promovió una serie de audiovisuales que
fueron trasmitidos por todos los canales de televisión en los días 11 y 12 de
abril de 2002. Sus imágenes constituyen hechos notorios comunicacionales, ya
que a la cultura de la población se incorporaron como ciertos, así tal
incorporación no sea perenne. Debido a ello, los audiovisuales contestes
proyectados por todos los medios se reputan auténticos y pueden sus
contenidos ser apreciados por el juez. A eso se refiere la notoriedad
comunicacional. Además, lo ocurrido el 11 y 12 de abril de corriente año, en
muchos de sus aspectos son hechos notorios comunes, exentos de prueba.
Con los solos audiovisuales bastaba para demostrar que ocurrieron unos
hechos, su desarrollo en el tiempo y quiénes eran los partícipes en los mismos,
ya que dichas personas allí aparecen. Con su solo examen, ya es posible
declarar que hay méritos para enjuiciar a los privilegiados. Para asombro de
quien disiente, los audiovisuales no fueron ni analizados ni apreciados, cuando
ellos representaban fidedignamente los hechos, y esto constituye un grave
vicio, el no haber sido el fallo exhaustivo con la prueba.
Si a los audiovisuales se agrega las declaraciones de los imputados en la
audiencia oral, donde afirmaron haber realizado los hechos que se les
atribuyeron, con ello quedaban suficientemente acreditados la existencia de los
sucesos, de los cuales los imputados eran protagonistas, con ello quedaban
demostrados los pronunciamientos, que constituyen el centro del delito de
rebelión que calificó el Ministerio Público.
La sentencia a la cual se le salva el voto, no examinó estos elementos, para
nada analizó los pronunciamientos, y se dedicó a apreciar declaraciones de
personas rendidas ante la Asamblea Nacional o ante el Ministerio Público, no
para dar por probado los hechos afirmados por la Fiscalía a los cuales también
se referían, sino para dar por probados algunos hechos que conforman la
defensa de los imputados, propios del fondo del juicio, los cuales no eran
juzgables en un antejuicio.
Invadir en el fallo del antejuicio el fondo, ya de por sí es erróneo, como también
lo es, la apreciación de “pruebas” de los hechos “de esa invasión”.
Las declaraciones ante la Asamblea Nacional, carecen de eficacia probatoria.
Ellas no son testimonios, ya que éstos según el Código Orgánico Procesal
Penal, deben rendirse ante el juez, y en un proceso con inmediación, como el
del antejuicio de mérito, de recibirse los testimonios, tenían que haberlo sido en
audiencia, lo que tampoco ocurrió. Las declaraciones realizadas a espaldas del
Tribunal, carecían de valor y eran inapreciables, siendo discutibles las
contenidas en las actas de la investigación, contempladas en el artículo 309 del
Código Orgánico Procesal Penal. Estas, sin ratificación, podrían tener algún
valor, como ocurre en la fase intermedia del proceso penal, siempre que se
adminicularan a otras pruebas, pero ellas nunca, repetimos, verificarían lo que
es propio del fondo de un juicio. Pues bien, con base en muchas de esas
declaraciones ante la Fiscalía del Ministerio Público, se funda el fallo, para
elucubrar conclusiones. Tales declaraciones, sin complemento de otras pruebas
eran inapreciables, y menos cuando chocan con las admisiones de .los
imputados en la audiencia y por los audiovisuales producidos por el Ministerio
Público.
En consecuencia, muchas de las declaraciones en que se funda el fallo, en la
sección llamada “La Imputación”, carecen de cualquier eficacia probatoria, al no
provenir ni de testigos, ni de informantes y, por lo tanto, mal pueden servir de
fundamento a cualquier decisión, como ocurre en el fallo. Si se considerase
informantes a quienes declararon ante el Ministerio Público, tales declaraciones,
sin control alguno de partes o del juzgador, no podrìan obrar sino como indicios
que requerirían de otras pruebas que las complementaren.
Incluso, debe apuntar quien disiente, que las declaraciones ante la Asamblea
Nacional, reproducidas en copias certificadas y citadas en el fallo, no
correspondían a elementos probatorios obtenidos por la Asamblea Nacional en
el ejercicio de su función de control sobre el Gobierno y la Administración
Pública, por lo que ningún valor puede dárseles, como se las dio el fallo con
relación al cual se salva el voto, por lo que se infringió al remitirse a ellas, el
numeral 3 del artículo 187 Constitucional, que expresa cuándo esas
declaraciones tienen valor probatorio.
3) No puede estar de acuerdo quien suscribe, con la sentencia de un antejuicio
que toma en cuenta para negar el enjuiciamiento, causas de justificación y
defensas de fondo, ajenas a este tipo de procesos, cuyo thema decidendum es
la posibilidad de existencia o inexistencia de unos hechos. Son su existencia los
que dan motivo para el enjuiciamiento (artículo 378 del Código Orgánico
Procesal Penal), y sólo si el hecho no se realizó o no puede atribuírsele al
imputado, procede la negativa al enjuiciamiento y el sobreseimiento, conforme
al artículo 378.
Como el artículo 378 citado reza: “Cuando el Tribunal Supremo de Justicia
declare que no hay motivo para el enjuiciamiento pronunciará el
sobreseimiento”, y ello podría ser interpretado en el sentido que el “motivo”
puede ser cualquier causa de sobreseimiento, como sería la existencia de
causas de justificación, inculpabilidad o no punibilidad (artículo 318.2 del Código
Orgánico Procesal Penal) , se hace necesario hacer varias distinciones.
El artículo 318 del Código Orgánico Procesal Penal que enumera las causas de
sobreseimiento, previene que éste se declare en la fase intermedia, una vez
que exista acusación en contra del reo, pero la naturaleza de las causales,
conduce a que algunas sólo, o preferentemente, deben ser dilucidadas en el
debate oral y público.
El sobreseimiento puede operar a solicitud del Fiscal, y debe ser decidido
dentro del juicio y no en la fase intermedia (artículo 322 Código Orgánico
Procesal Penal), lo cual obliga a que sea debatido (artículo 327 del Código
Orgánico Procesal Penal). Si, asimilamos la fase intermedia al antejuicio, lo que
no creemos posible, de todas maneras el sobreseimiento funcionaría a petición
del Fiscal, y ello no puede ocurrir cuando éste insta el antejuicio. La otra
posibilidad para que se declare el sobreseimiento es que tenga lugar de oficio
en la audiencia preliminar (artículo 330 del Código Orgánico Procesal Penal),
que pone fin a la fase intermedia.
Ahora bien, no es dable equiparar la solicitud de antejuicio y la audiencia del
artículo 379 del Código Orgánico Procesal Penal, a la acusación Fiscal y a la
audiencia preliminar, ya que al contrario del desarrollo de la fase intermedia,
con el antejuicio no se intenta una acusación en forma, sino que se pregunta al
juzgador si hay o no méritos suficientes, lo que hace más laxa la petición, y sus
pruebas.
Cuando en el antejuicio se declara que no hay mérito, se pronunciará el
sobreseimiento, pero no puede ser por cualquiera de las causales del artículo
318 del Código Orgánico Procesal Penal, ya que muchas de ellas, por su
naturaleza, sólo pueden ser dilucidadas en el debate oral, por ser propias del
juicio, como lo es el que se funda en causas de justificación, inculpabilidad y de
no punibilidad.
Por ello, en el caso de autos, considera quien disiente, que no se respetó el
principio anterior, ya que la Sala Plena analizó y declaró una causal de
sobreseimiento que se funda en una causa de justificación que sólo podía ser
debatida en juicio, y de este límite no escapa el sobreseimiento oficioso, desde
que el artículo 321 del Código Orgánico Procesal Penal señala que hay
causales que por su naturaleza sólo pueden ser discutidas en el debate oral.
El fallo cuestionado pretende sobreseer por el mandato automático del artículo
378 del Código Orgánico Procesal Penal, al declarar que no hay motivo para el
juicio, pero –en opinión de quien suscribe- el sobreseimiento del artículo 378
citado, se refiere a que no hay mérito porque los hechos no existen, o hay cosa
juzgada, o se ha extinguido la acción, o no hay tipicidad, lo que es comprobable
mediante documentales, o porque la probanza del actor no convence al
Tribunal. Este no es el caso de autos, y menos cuando la causa de justificación
que hace suya el fallo, nace de declaraciones no controladas, que nadan
prueban, y que además fueron citadas –supuestamente apreciadas-
aisladamente, sin examinar el conjunto, como lo exige la sana crítica..
4) Especial mención merece la inaplicabilidad declarada en el fallo, del artículo
476.1 del Código Orgánico de Justicia Militar, para concluír que no hay mérito.
Es cierto que el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, invocado
por el Fiscal, describe en qué consiste la rebelión militar, sin señalar su pena.
Esta es una técnica poco usual, pero no extraña en materia penal, donde a
veces la pena no está integrada de una vez al tipo, sino a otra norma. Pero no
por ello –sin acudir a la analogía que estaría prohibida en esta materia- se hace
imposible determinarla, como pretende el fallo al referirse a la imputación fiscal
(página 20 en adelante de la sentencia).
El Código Penal en sus artículos 201, 212, 225, 229, 270, 272, 282 y 283, por
ejemplo, describen delitos y se remiten a otras normas para la fijación de la
pena. Está también es la situación del artículo 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, el cual aunque no hace expresamente la remisión, no por ello el
tipo que describe carece de pena. Igual técnica la repite el Código Orgánico de
Justicia Militar para tipificar el motín (artículo 488), el espionaje (artículo 471) y
la traición a la patria (artículo 464) y ¿cómo puede sostenerse que dichos
delitos no existen por no aparecer la pena junto al tipo, sino en otra norma?
El artículo 476 describe la rebelión, en qué consiste; y con base en ese marco,
sin necesidad de nueva descripción, los siguientes artículos (477 y 478), dando
por sentado en qué consiste la rebelión que describió el artículo 476, señalan
las penas para las diversas facetas que puede tener el delito.
La conducta que tipifica la rebelión la contiene el artículo 476 citado, esa es su
naturaleza jurídica, pero las penas que genera tal conducta, aparecen recogidas
en otros artículos que necesariamente parten de ella (de lo descrito).
Las variantes, con sus penas, las contemplan los artículos 477 (presencia del
enemigo extranjero), 478 (presencia del enemigo rebelde), 481 (instigación a la
rebelión) o las otras variantes del artículo 486.
Ahora bien, el artículo 479 señala sanciones para los demás casos de rebelión
militar; es decir, para quienes se encuentren en el tipo del artículo 476, pero que
no actúan ante la presencia de enemigos extranjeros o de enemigos rebeldes,
ya que esas conductas fueron descritas y además penadas.
En esos demás casos de rebelión, distintos a los de rebelión ante enemigo
extranjero, o ante enemigo rebelde, si se obra como iniciador, director o jefe de
la rebelión, que es la conducta tomada en cuenta por el numeral 1 del artículo
477 del Código Orgánico de Justicia Militar, la pena será de 24 a 30 años de
presidio; y si se está en el tipo del numeral 2 del artículo 477 eiusdem: es decir,
ser adherente en cualquier forma a la rebelión, la pena será de 22 a 28 años de
presidio.
Como la ley no se interpreta a lo absurdo, a juicio de quien disiente, esa es la
interpretación correcta del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar, y
por lo tanto el delito de rebelión está penado en dicho Código.
El artículo 479 citado, se remitió a las conductas de los numerales 1 y 2 del
artículo 477 del Código Orgánico de Justicia Militar, independientemente del
supuesto de dicha norma: rebelión militar en presencia del enemigo extranjero.
Las personas que se rebelen por cualquier causa distinta a la de los artículos
477 y 478 eiusdem, pero cuya conducta se subsume en la tipificada en los
numerales 1 y 2 del artículo 477 (que fueron los tomados en cuenta por el
artículo 479) serán penadas.
Por ello, quien disiente no entiende la aseveración del fallo de que se trate de
un delito sin pena. Se trata de un delito (artículo 476) que siempre irá
concordado con las penas que aparecen en los otros artículos.
Esa es la lectura de las normas comentadas que ha de darse al sentido que
aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión que
ellas (las normas) tienen entre sí, la cual es una forma interpretativa legal,
conforme al artículo 4 del Código Civil.
Basta leer el artículo 497 del Código Orgánico de Justicia Militar, que impone
penas y se remite a los tipos de rebelión (artículo 476 ejusdem), y motín
(artículo 488), para reconocer lo incorrecto de la interpretación que contiene el
fallo del cual se disiente.
Para quien disiente, resulta al menos curioso, que durante años los Tribunales
han juzgado a muchas personas, y se las ha condenado, aplicándoles el
artículo 476 aludido, y que tal situación de interpretación pacífica se
desconozca hoy por la Sala Plena de este Tribunal Supremo. Basta consultar
sentencia del 17 de mayo de 1973 de la Sala Penal de la Corte Suprema de
Justicia, con ponencia del Magistrado Antonio J. Lozada (GF. N° 80 3° et. P
668), o la sentencia de 9 de diciembre de 1977 (ponencia del Magistrado E.M.
Casado), caso: R.R. y otros (G.F. N° 98 3° Et, vol II p. 1550), para que se
evidencie que el artículo 476 del hoy Código Orgánico de Justicia Militar se ha
aplicado como típico del delito de rebelión. Entonces ¿cómo justificar este
cambio sobre la aplicación de dicha norma? ¿Cómo explicar que la Sala Penal
ha juzgado a personas con aplicación del artículo 476 aludido, y que ahora se
concluye que él es inaplicable porque carece de pena? Con ese mismo
razonamiento, los artículos 477 y 478 del Código Orgánico de Justicia Militar
también serán inaplicables, ya que se fundan en un tipo (el artículo 476), que es
per se y según el fallo antecedente, es inaplicable.
Además, quien disiente, quiere apuntar que en su criterio, tratándose de un
antejuicio de mérito, donde los hechos son lo importante, la calificación jurídica
incluso atribuida por quien incoa el antejuicio, puede ser modificada por la Sala.
5) Antes, quien disiente ha apuntado, cómo carecían de cualquier valor
probatorio, en un proceso con inmediación como el antejuicio, declaraciones
rendidas fuera de las audiencias, y muchas ni siquiera ante los investigadores.
Sobre los hechos, los audiovisuales y las declaraciones en audiencia de los
imputados, hablan por sí mismo. No entiende quien disiente, cómo se ignoraron
y no fueron analizados en el fallo.
De las pruebas analizadas, la correspondiente al periódico El Nacional, Cuerpo
D, Página 1, del 12 de abril de 2002, es inadmisible, ya que ella no reúne las
condiciones que el fallo de la Sala Constitucional del 15 de marzo de 2000
(caso: O.S.H.), exigió para el hecho notorio comunicacional, además de tratarse
de un reportaje de un periodista ajeno a los hechos.
De los “elementos probatorios” que analiza el fallo, no se hace ningún examen
exhaustivo de los mismos, sino con “pinzas” se extraen hechos que
corresponden a los pensamientos y subjetividades de los imputados, para
concluir que ellos no querían impedir o dificultar el ejercicio del gobierno, y que
se oponían al “acatamiento de una orden reprochable y maligna”. Pero la orden
(aplicación del plan Ávila), no se analiza, ni se indica a qué hora se impartió,
que relación tenía con los pronunciamientos públicos, ni en qué consistía éste.
Luego, ¿cómo a estas alturas calificar de justificada la actitud de los imputados,
si el plan Ávila, su ejecución y consecuencias no está analizado, ni probado en
autos?, ¿cómo sostener que se desacataba una orden con los
pronunciamientos, si no consta a qué hora se dictó la orden y en qué consistía?
A juicio de quien disiente, mucho más importante es analizar por qué los
pronunciamientos que constan en los audiovisuales, fueron públicos. Si lo que
se quería era desacatar una orden, no había necesidad de manifestar
públicamente tal desacato, con todas las consecuencias que ello traería.
Con las solas declaraciones de los indiciados, violando el principio probatorio de
que nadie puede crear una prueba a su favor, la sentencia concluye en un
hecho interno (subjetivo) de los privilegiados, cual es que los hechos “no se
realizaron con la intención de alterar la paz interior o de impedir o dificultar el
ejercicio del gobierno sino exactamente para tratar de restablecer esa paz
interior rota por factores y elementos ajenos a los imputados”.
No encuentra quien disiente, pruebas de tal aseveración del fallo, excepto el
propio alegato de los imputados; es decir, su defensa, surgiendo así una
monstrosidad probatoria cual es confunfir alegatos con pruebas, las cuales
pertenecen a dos momentos lógicos y cronológicos diferentes de los procesos.
Importante es fijar la hora de los pronunciamientos, el estado de las cosas para
esas horas, el momento en que se ordenó la ejecución del Plan Ávila, el
carácter de éste, la certeza de quienes dispararon contra las personas, y sólo
después de comprobados estos extremos –labor que no realiza el fallo-
concluír, como él lo hace:
De lo anterior se evidencia que con tal pronunciamiento no se
desconoció al gobierno del Presidente de la República, porque lo que
desconoció fue la orden dictada por el Presidente de la República de
aplicar el Plan Ávila porque resultaba contrario a la protección de los
derechos humanosde la ciudadanía y ello significaría una masacre,
así como repudió junto con los otros Altos Oficiales, el genocidio
perpetrado por los círculos oficialistas contra la sociedad civil
indefensa.

En este sentido es bueno ratificar lo dicho con anterioridad en cuanto


a la causa o intención del pronunciamiento.

Salvo la propia declaración del imputado, no hay ninguna prueba que se analice
o mencione que justifique el transcrito aserto del fallo.
También disiente quien suscribe, la forma como se analizan las “pruebas”,
tomando de ellas lo que la Sala Plena considera favorece a los imputados, sin
un examen integral de las mismas con relación a los hechos afirmados por la
Fiscalía.
Es un hecho notorio que existía una situación alterada con muchas personas
involucradas, algunas en Fuerte Tiuna y otras en conversaciones en Miraflores
con el Presidente para que renunciara. Sin prejuzgar sobre la responsabilidad
penal de nadie, resulta ligero y sin base probatoria el análisis de la sentencia de
que los que estaban en Fuerte Tiuna y se habían pronunciado publicamente no
tuvieren nada que ver con lo que sucedía, porque el Presidente y otros
declarantes se refieran a ellos (sin dar sus nombres, que mal podían hacerlo
porque no se encontraban en el Fuerte), o porque mencionan a oficiales
generales o almirantes distintos a los imputados. Es lógico que si no tenían
comunicación con los imputados, mal podían nombrarlos, pero esa
circunstancia no puede probar que por eso los imputados carecían de la
intención de rebelarse. Más bien, las declaraciones que pudieran valorarse, lo
que demuestran es que se estaba ante un estado de alteración de la paz
interior de la República, tal vez causada –entre otras razones- por los
pronunciamientos públicos de los imputados, los cuales patentizaban una
desobediencia ante el Jefe del Estado, quien se le planteaba una renuncia.
6) Quien disiente tampoco entiende porque en el fallo se da importancia (página
62) a que el Ministro de la Defensa no haya calificado los acontecimientos. El
único que puede calificarlos para producir efectos, es la Sala Plena y entonces
¿qué importan las calificaciones de quienes no son jueces?.
En concepto de quienes disiente, lo importante es el estado de alteración
interior a partir de los pronunciamientos, o el peso de los mismos sobre ese
estado, siendo incluso indiferente que personalmente o no los imputados hayan
presionado directamente al Presidente de la República a que renunciara, así
como las razones que esgrimieran en ese sentido.
Tampoco entiende quien disiente, la labor de la sentencia de exculpar a los
imputados de hechos distintos a los de la rebelión, ya que si ésta fue la causa
del antejuicio, y tal delito no existe, el fallo no tenía que analizar mas nada.
7) El fallo recoge varias veces el alegato de los imputados, de que obraban
conforme al artículo 350 constitucional, y al no analizarlo, podría entenderse
que la Sala Plena justifica la aplicación de dicha norma por los imputados.
Según ella, el pueblo (subrayado nuestro) desconocerá cualquier régimen,
legislación o autoridad que contrarie los valores, principios y garantías
democráticas o menoscabe los derechos humanos.
Se trata del pueblo, no de grupos, clases, estamentos o individualidades, que
sin acto alguno legitimador se autoprocalman representantes del pueblo. El
pueblo, como depositario del poder constituyente originario, dentro de ese
poder desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe
valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos
humanos.
Dicho artículo no puede ser interpretado fuera de contexto, ni bajo la idea de
que cualquier individualidad, o grupo, o sector, entre los veinte y cuatro millones
de venezolanos, pueda unilateralmente decidir que se ha violado la Constitución
y que ello justifica un desconocimiento al Poder Público. De aceptar tal
interpretación, el Estado ha perecido.
8) Por último, quien disiente, no logra entender cómo unos hechos que
desencadenaron la prisión del Presidente de la República (llamada retención
por el fallo), la ruptura del hilo constitucional, la revocatoria de los poderes,
entre ellos el Poder Judicial, no sea posible ni siquiera investigarlos para
determinar responsabilidades.
En otras palabras, los hechos no existieron, fueron una ilusión que carece de
efectos jurídicos, ya que una sentencia los borró. La presencia del Dr. Carmona
en Miraflores, rodeado de muchos de los imputados, así como el nombramiento
del Vicealmirante H.R.P. como Ministro de la Defensa, no son el resultado de la
alteración de la paz interior, donde éstos estuvieron presentes.
Es más, la sentencia atribuye al Ejecutivo (círculos oficialistas) un genocidio
(página 49), lo que además de ignorar el sentido de dicha voz, carace en autos
de prueba alguna. A juicio de quien disiente, el fallo niega la realidad y le resta
efectos jurídicos y asienta una realidad distinta a la que se desprende de las
pruebas de autos, y ello convierte la decisión en inconstitucional, ya que el
Estado de Derecho y de Justicia que el artículo 2 constitucional propugna como
valor superior del ordenamiento jurídico, y que exige el artículo 257 eiusdem, no
se cumple, hasta el punto de que al contrario, se cierra la puerta a la justicia, al
prácticamente negarse la investigación y el conocimienot judicial de los hechos.
La justicia no puede ser sacrificada, y ello ocurre cuando se ignoraron unas
pruebas y se interpretaron indebidamente otras, para llegar a una conclusión
contraria al hecho notorio. ¿Es ello posible?
También viola el fallo el artículo 26 constitucional, ya que no es justicia idónea ni
transparente, la que ignora unos hechos a la vista de todo el mundo, y
establece otros (desconocidos) sin prueba, extralimitándose –además- en los
que fija como ciertos y traibuye al Ejecutovo Nacional, los cuales no fueron ni
afirmados ni controvertidos.
Queda así expresado el criterio del concurrente.
Caracas, en la fecha ut-supra.
El Presidente,
I.R.U.
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. Gutiérrez A.A.F.
Los Magistrados
J.E.C. Romero J.M.D.O.
Disidente
L.I. Zerpa A.J.G.G.
R.P.P. A.R.J.
C.A.O.V. A.M.U.
P.R.R. Haaz Hadel Mostafá Paolini
Y.J. Guerrero L.M.H.
B.R.M. de León A.R.V.C.
R.Á. Hernández M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
JECR/
VOTO SALVADO DEL MAGISTRADO Dr. L.I.Z.
Sala Plena Accidental - Exp. N° AA10-L-2002-000029
Quien suscribe, Dr. L.I.Z., Magistrado de la Sala Político Administrativa de este
Tribunal Supremo de Justicia, deplora expresar a través de este medio su
desacuerdo con la decisión que precede, haciéndolo con fundamento en las
siguientes razones:
La presente sentencia es, en nuestro criterio, absolutamente nula; razón por la
cual carece de toda validez y eficacia en nuestro ordenamiento jurídico. Su
nulidad se debe a la mala constitución de esta Sala Plena Accidental, al no
estar integrada en la forma debida; ello por haberse excluido en forma arbitraria,
violando normas constitucionales y legales, a dos de sus Magistrados Titulares,
a saber: los Doctores J.R.P. y O.M.D..
La exclusión se efectuó mediante írritas decisiones del Magistrado Dr. A.G.G.,
quien actuó como Magistrado Dirimente de las recusaciones hechas contra
dichos Magistrados por el ciudadano Contralmirante D.L.C.U..
Las decisiones del Magistrado Dr. A.G. García están gravemente viciadas en su
génesis, ello por haber sido dictadas por un órgano jurisdiccional inexistente. El
indicado sentenciador, identificado como Magistrado Dirimente, ya había
cesado en sus funciones jurisdiccionales cuando dictó las sentencias, en las
cuales decidió con lugar las recusaciones, careciendo del poder jurisdiccional
para decidir sobre las mismas. Así ha debido declararlo esta Sala Plena, en la
oportunidad de pronunciarse sobre los recursos de hecho ejercidos por los
recusados al negárseles la apelación; siendo procedente la reposición de la
causa al estado de que las recusaciones fueran decididas por el Juzgado de
Sustanciación; el cual ya estaba en su normal funcionamiento, integrado
legalmente por el Presidente del Tribunal, Magistrado Dr. I.R.U..
El llamado Magistrado Dirimente ya había cesado en sus funciones
jurisdiccionales desde el día veintiseis de junio de dos mil dos, oportunidad en
la cual declaró inadmisibles las recusaciones intentadas, una por el
Vicealmirante H.R.P. y la otra por el General de División (Ej) E.V.V., contra el
Presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Magistrado Dr. I.R.U.. Desde esa
fecha (26-Junio-2002) el llamado Magistrado Dirimente ya había cesado en sus
funciones, careciendo del poder jurisdiccional para decidir las recusaciones de
los Magistrados J.R.P. y O.M.D..
La conducta legalmente impuesta al Magistrado Dirimente consistía en pasar,
de manera inmediata, todas las actuaciones referentes a las recusaciones, al
Presidente del Tribunal, Magistrado Dr. I.R.U., para que él siguiera conociendo y
decidiera dichas recusaciones; esto por ser el Juzgado de Sustanciación de la
Sala Plena, integrado por el Presidente del Tribunal, el órgano natural a quien
corresponde decidir las recusaciones, conforme lo establece expresamente el
artículo 72 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.
Al ser decidida la recusación, en fecha dos de julio de dos mil dos, por un
órgano jurisdiccional inexistente para esa fecha, como lógica consecuencia tal
sentencia también carece de existencia válida en derecho, no pudiendo producir
efecto alguno en las incidencias surgidas por las recusaciones.
Al dársele valor a una sentencia judicial inexistente, por ser dictada por quien
carecía del poder jurisdiccional, y de esa forma excluir de manera arbitraria a
dos Magistrados Titulares de la Sala Plena, para incorporar a dos Magistradas
Suplentes, es evidente que este órgano jurisdiccional ha resultado mal
constituido y, como necesaria consecuencia, al violarse disposiciones
constitucionales y legales, sus decisiones están gravemente afectadas de
nulidad absoluta y por tanto son completamente insalvables jurídicamente.
Al ignorar la mayoría sentenciadora las graves irregularidades que afectan las
decisiones sobre las recusaciones de los Magistrados Titulares, Doctores J.R.P.
y O.M.D., se ha permitido que esta Sala Plena Accidental, indebidamente
constituida por violarse el debido proceso, previsto en su integridad en el
artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por
precaria mayoría, tome la presente decisión absolutamente nula y, por tanto,
carentes de toda validez jurídica, conforme lo dispone expresamente el artículo
25 eiusdem.
Este grave vicio en la constitución del órgano jurisdiccional, como resultado de
haberse privado, de manera arbitraria, al Juzgado de Sustanciación natural de
esta Sala Plena, del conocimiento y decisión de las recusaciones, es posible
hacerlo valer en cualquier tiempo, atendiendo a su carácter de grave infracción
constitucional y legal, por tratarse de sentencias dictadas por quien ya no tenía
el carácter de Juez de Sustanciación o Magistrado Dirimente, en la oportunidad
en que las dictó.
Es de destacar que los anteriores alegatos constitucionales y legales, fueron
expuestos en forma oportuna ante esta Sala Plena, en la oportunidad de
conocerse sobre los recursos de hecho ejercidos por los Magistrados
recusados. En dicha oportunidad salvamos nuestro voto frente a las decisiones
negativas sobre tales recursos de hecho.
Es oportuno observar, para la mejor comprensión de las especiales
circunstancias habidas en relación con lo ocurrido en el presente caso, que las
ponencias de estas decisiones que negaron los recursos de hecho de los
Magistrados recusados, fueron ambas elaboradas por el Magistrado Dr. R.P.P.,
quien también ha votado a favor de la ponencia del Magistrado Dr. F.A.G.. El
Magistrado Dr. A.G.G., antes referido como Magistrado Dirimente, es otro de los
once votos que han constituido la forjada mayoría con la cual ha resultado
aprobada la presente sentencia.
En Caracas, el día dieciséis de septiembre de dos mil dos.
El Presidente,
PRIVATE TC \l 5 ""PRIVATE I.R.U.TC \l 4 "I.R.U."
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. GUTIERREZ A.A.F.
Los Magistrados,
J.E. CABRERA ROMERO J.M. DELGADO OCANDO
L.I. ZERPA A.J.G.G.
RAFAEL PEREZ PERDOMO A.R.J.
C.A.O.V. A.M.U.
P.R.R. HAZZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.H. UZCATEGUI
L.M. HERNANDEZ B.R.M.D.L.
A.R. VALBUENA CORDERO M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
PRIVATE EXP. N° AA10-L-2001-000029.-
VOTO SALVADO
Quien suscribe, Magistrada Y.J.G., salva su voto por disentir de la mayoría
sentenciadora en la presente causa signada bajo el Nº 2002-0029 llevada por
esta Sala Plena, con ocasión a la solicitud de antejuicio de mérito formulada por
el ciudadano Fiscal General de la República contra los ciudadanos General.
(Div) E.V.V., Vicealmirante H.R.P.; General (Brgd.) P.P.O. y Contralmirante
D.L.J.C.U.. Las razones de esta disensión que formulo conforme a las
siguientes consideraciones de contenido jurídico, debo expresarlas en términos
que permitan acceder a su texto a toda la sociedad venezolana y de manera
particular a sectores populares y al estudiantado, por la responsabilidad que me
atañe como profesora universitaria.
En primer lugar, quien disiente considera oportuno acotar que la tarea que
correspondía en este estado a la Sala Plena consistía en circunscribirse a
determinar si existían o no méritos para el enjuiciamiento de los militares antes
identificados. Cualquiera otra consideración que exceda del thema decidendum
(tema de la decisión judicial), constituye un prejuzgamiento sobre la culpabilidad
o no de los imputados; es decir, el fallo tenía la concreta labor de valorar una
serie de hechos como susceptibles o no de generar una duda razonable sobre
la comisión del delito de rebelión, bastando para ello la concurrencia de simples
elementos de convicción para autorizar o no el enjuiciamiento.
Por lo contrario, para el caso de haberse abierto la causa principal (juicio
acusatorio principal), allí sí resultaba necesaria la valoración de plenas pruebas
para determinar la supuesta consumación de un hecho típico, antijurídico y
culpable. Pero ese no es el caso. Se trata de un antejuicio.

En otras palabras, tan sólo corresponde en la presente etapa a esta Sala Plena
valorar simples elementos. El fallo del cual disiento ha debido estimar el cúmulo
de pruebas que evidencian una situación que, independientemente de la
causalidad o imputación de sus autores, generaron zozobra, preocupación,
malestar, y grandes dudas sobre su esencia o sustrato constitucional. Por el
contrario el fallo del cual disiento, analiza exhaustivamente las pruebas
aportadas por la defensa, no así las del Fiscal General de la República, como
las audiovisuales entre otras, lo que se constituye en el vicio de “silencio de
prueba”.
En criterio de quien se aparta de la mayoría sentenciadora en esta causa, si
bien no puede hablarse – en este estado- de la responsabilidad penal de los
imputados, pues, como se dijo, ello sólo sería decidido en la etapa definitiva de
un juicio principal, no obstante lo anterior, sí constan en autos circunstancias o
elementos (muchos de ellos notorios), que generan, en puridad de derecho, una
duda cualificada y razonable sobre la constitucionalidad o no del modo de
proceder de tales oficiales durante los acontecimientos del 11 y 12 de abril de
2002, circunstancia ésta última que justifica el inicio de un juicio.
Quien disiente acota que el presente fallo, luego de aclarar preliminarmente
sobre su labor circunscrita a determinar si existe mérito o no para autorizar el
inicio de un enjuiciamiento, posteriormente procede a realizar el examen que es
privativo de todo sentenciador sobre el fondo de una causa penal, cuando
efectuó un análisis exhaustivo sobre los elementos del delito: tipicidad,
antijuricidad y culpabilidad, lo que sin lugar a dudas, impregna al fallo de una
incongruencia insalvable.
En efecto, el fallo (folios 20 al 27) realiza un análisis pormenorizado de la norma
sancionatoria contenida en el numeral 1 del 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, para llegar a la conclusión de que dicho tipo penal no es otra
cosa sino una “norma menos que perfecta”, por cuanto, en su criterio, la misma
no impone sanción ( Conclusión marcada “A” del folio 25), y afirma en forma
categórica que “...como no contiene pena o sanción alguna el comportamiento
que describe el referido ordinal 1 del artículo 476, único en el cual el ciudadano
Fiscal General de la República fundamentó su calificación jurídica, no puede ser
procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que solicitó
dicho funcionario”. (Subrayado nuestro, Folio 27 del fallo).
Advertido lo anterior, resulta evidente que el fallo efectuó prejuzgamiento, pues
cuando se afirma que una norma penal no impone sanción, no se hace otra
cosa sino proclamar que la conducta típica no es “antijurídica”. Pero esa es una
tarea que sólo correspondía al momento de conocer sobre el fondo del asunto,
lo que evidencia la incongruencia insalvable antes aludida, puesto que el fallo
se inicia aclarando con detenimiento que sólo se limitaría a determinar si existía
o no mérito para el enjuiciamiento.
En efecto, cuando un sentenciador en el ámbito penal sostiene que un hecho
típico no origina pena o sanción, lo que hace es aseverar o concluir que el
mismo no es antijurídico (no reprochable en puridad de derecho). Esto sólo se
puede determinar en una etapa judicial en donde ha de dictarse la decisión de
fondo sobre el mérito de la acusación presentada.
Por consiguiente, la motivación del fallo en esa parte se corresponde con una
sentencia de fondo, y no con una decisión que, como en el presente caso, sólo
tiene la facultad de advertir o señalar circunstancias que originen dudas
razonables o no sobre la posible comisión de un delito, capaces de justificar la
apertura de un juicio principal, de ser el caso.
Por otra parte afirma quien disiente, que el fallo en análisis incurre nuevamente
en incongruencia insalvable, cuando en el folio 27 señala que la circunstancia
de que el tipo penal no imponga o contemple sanción, basta para determinar
que no existen méritos para el enjuiciamiento, para posteriormente, advertir:
“...la Sala Plena no puede pasar por alto la gravedad de la situación que vivió
Venezuela durante los primeros días de abril de 2002, los cuales tuvieron reflejo
en la comunidad internacional al punto que la Organización de Estados
Americanos emitió un comunicado de prensa en el cual señaló: Con ocasión de
los acontecimientos del 11 de abril y la subsiguiente alteración del orden
constitucional la comisión (de la OEA) emitió un comunicado de prensa el 13 de
abril de 2002, en el que expresó, entre otras cosas, su más enérgica condena
por los hechos de violencia que costaron la vida de al menos 15 personas y
causaron heridas a más de un centenar. Asimismo, la Comisión lamentó
constatar que durante los días 12 y 13 de abril se produjeron detenciones
arbitrarias y otras violaciones a derechos humanos; deploró la destitución de las
más altas autoridades de todos los poderes públicos (incluido este Tribunal
Supremo de Justicia) y advirtió que dichos hechos configurarían los supuestos
de interrupción del orden constitucional contemplados en la Carta Democrática”
(Subrayado de este voto salvado, negrillas de la sentencia).
En efecto, la sentencia de la cual se disiente, a partir del citado folio 27 inicia un
examen exhaustivo, partiendo del comunicado de la Organización de Estados
Americanos (OEA), pasando por un cúmulo de declaraciones de diversos
funcionarios públicos y oficiales militares, entre ellos incluidos los propios
imputados, para concluir que, en efecto, y de manera notoria, durante tales días
ocurrieron en el país, hechos y circunstancias de dudoso sustrato
constitucional. Llama la atención que mientras la OEA y diversos sectores de la
sociedad nacional e internacional calificaron los hechos ocurridos en el país
durante los días 11 y 12 de abril como “interrupción del orden constitucional” en
los cuales hubo participación de militares, sin embargo el fallo del cual disiento
omite estos importantes hechos, lo cual, en todo caso, justificaría la apertura del
juicio principal.
Examen valorativo de pruebas que, precisamente, han debido crear suficiente
convicción como para justificar la apertura de un juicio con todas las garantías a
los imputados, al generarse dudas razonables sobre la comisión de un delito,
descartándose así en esta etapa, tanto la posibilidad del establecimiento de
responsabilidad penal por un hecho típico, antijurídico y culpable, como el
pronunciamiento de una absolución in limine litis, es decir, una absolución
preliminar.
De haberse circunscrito el fallo a la mera determinación, en strictu sensu, de si
existían méritos o no para el enjuiciamiento, su dispositivo final hubiera podido
ser:
(i) Que sí existían méritos para iniciar un enjuiciamiento, como en efecto, ha
debido ser, o
(ii) La declaratoria del sobreseimiento, debido a no encontrarse elementos que
de forma razonada pudieran generar dudas sobre la comisión del delito, en
lugar de – como inadecuadamente se hizo- referirse a eximentes de
responsabilidad e intencionalidad, ya que ello sólo corresponde a una sentencia
absolutoria de fondo.
Posteriormente, el fallo insiste en efectuar un análisis clásico sobre los
elementos del delito (tarea exclusiva de fondo), luego de haber concluido que el
hecho típico contenido en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar
no es antijurídico al no tener sanción, cuando procede a advertir (respecto del
tercer elemento del delito: “la intención”) , que los oficiales cuyo enjuiciamiento
se solicita, carecían de “intención” (Folio 47) .
A semejante conclusión sólo podría llegar un sentenciador al momento de dictar
sentencia definitiva, y no en este estado, en donde bastaba con la advertencia
de elementos que arrojasen dudas razonables sobre la pretendida comisión de
un delito.
Más adelante, el fallo, frente a los “pronunciamientos de los imputados”,
concluye insistiendo en la “falta de intención”, cuando expresa que ellos
“...tuvieron la idea de que procedían correctamente”, y que “...tales eventos
fueron de tal gravedad que pudieron justificar la conducta de los imputados al
creer lícita su forma de proceder” (folio 51), basados en que “...ninguno de los
pronunciamientos de los imputados fue puro y simple con la intención de
impedir o dificultar el ejercicio del gobierno sino que cada uno de ellos tuvo
como causa los hechos de violencia que se estaban produciendo”. (folios 51 y
52). Conclusión que sólo puede alcanzar un sentenciador al momento de
conocer sobre el fondo (la falta de intencionalidad) y que más bien, por el
contrario, constituyen elementos que obran contra los imputados y justificarían
la apertura de un juicio de fondo.
Por otra parte, en relación a lo expresado en los folios 69, 70 y 71 (marcado “III
DETENCIÓN ILEGAL DEL PRESIDENTE”), donde se señala que tampoco
existen dudas razonables como para autorizar el enjuiciamiento, en cuanto a
que si bien hubo de manera incuestionable una detención del ciudadano
Presidente de la República, ésta siempre se le participó, no como tal detención,
sino en el sentido de que “...quedaba bajo custodia para su protección” y
adicionalmente expresa, “...En esas condiciones, no puede atribuirse a los
imputados la detención arbitraria del Presidente si en esa oportunidad se
trataba de un expresidente”.
Quien disiente se pregunta: ¿Por qué esta afirmación?, ¿Por qué se dice que
“se trataba de un expresidente”?, ¿En qué momento se convirtió en un
“expresidente” si el fallo sostiene que no hubo rebelión militar que llevara a una
ruptura del hilo constitucional?.
Resulta evidente que tales transcripciones, una vez más, tocan al fondo de la
controversia y que, de haberse autorizado el juicio, el Juez de mérito bien
pudiera dilucidar los citados señalamientos.
En efecto, dichas transcripciones evidencian que el fallo actuó como sentencia
de fondo y no como correspondería hacerlo en este procedimiento, ya que por
el contrario las razones que aduce para sobreseer la causa ante la denuncia de
“detención ilegal del Presidente de la República”, las justifica expresando que
era una “custodia para su protección en Fuerte Tiuna” y que se trataba, para
ese momento no del Presidente de la República sino de un “...expresidente”.
Elementos dados por ciertos por el propio fallo que, sin duda alguna, se
sumarían a los demás, para llegar a la conclusión de que sí existen suficientes
motivos para proceder a la apertura del juicio de fondo.
Por otra parte, el fallo en su punto marcado “TERCERO, EL GOBIERNO
PROVISORIO” (folio 71), - insistiendo en fungir como una sentencia de fondo-
se ocupa de valorar las actuaciones de los imputados, conforme a una
fundamentación a suerte de “atenuantes”, en el sentido de que, según afirma el
fallo, ellos actuaron con el fin de restituir el hilo constitucional, luego de haberse
dictado el Decreto mediante el cual el ciudadano P.C.E. se autoproclamó
Presidente de la República, disolvió todos los Poderes Públicos y destituyó a
sus altas autoridades incluidos los Magistrados del Tribunal Supremo de
Justicia.
Juicio o valoración que tampoco correspondía analizar a la Sala, no sólo por la
naturaleza de la decisión que nos ocupa (antejuicio de mérito), sino porque
tales afirmaciones (“restablecer” el hilo constitucional) constituyen materia que
debe ser analizada al conocer el fondo de la controversia.
Por tales motivos, en criterio de quien disiente, ha debido esta Sala Plena en su
decisión, con los elementos que constan en el expediente, limitarse únicamente
a señalar si existían méritos para el enjuiciamiento de los imputados, y no,
como se desprende del contenido del fallo, pronunciarse sobre elementos que
tocan el fondo.
Queda así expresado el presente voto salvado,
El Presidente,
I.R.U.
El Primer Vicepresidente El Segundo Vicepresidente
F.A. GUTIERREZ A.A.F.
Ponente
Magistrados,
J.E. CABRERA ROMERO J.M. DELGADO OCANDO
L.I. ZERPA A.J.G.G.
R.P. PERDOMO A.R. JÍMENEZ
C.O. VELEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.H. UZCATEGUI
Disidente
L.M. HERNANDEZ B.R.M.D.L.
A.R. VALBUENA CORDERO M.M.M.
M.J.R.
La Secretaría,
O.M.D.S.P.
YJG Exp. Nº AA10-l- 2002-0029
MINUTA
1. -La parte motiva de la sentencia ha debido limitarse a declarar si existía mérito
o no para el enjuiciamiento de los imputados, es decir, determinar si existían
elementos o no que generasen dudas razonables sobre la comisión del delito.
2. - La sentencia se constituye en una sentencia absolutoria de fondo, y no se
corresponde con esta etapa denominada como de “antejuicio”.
3. - En esta etapa de “antejuicio” no puede exigirse plena prueba, pues, ésta sólo
es susceptible de ser exigida en la oportunidad de decidir sobre el fondo,
bastando en esta oportunidad simples elementos que generen dudas
razonables sobre la comisión del delito.
4. - La sentencia es incongruente pues, luego de advertir en páginas preliminares
que se trata tan sólo de un antejuicio de mérito, posteriormente, efectúa un
análisis exhaustivo sobre los elementos del delito: hecho típico, antijuricidad, y
culpabilidad. Examen que sólo corresponde a una sentencia de fondo.
5. Todas las valoraciones efectuadas en las páginas finales del fallo, lejos de obrar
en descargo de los imputados, en realidad lo que alimentan son dudas
razonables que sólo podrían dirimirse mediante un juicio principal de fondo para
determinar la culpabilidad o inocencia de los implicados.
Quien suscribe, Magistrado J.M.D.O., salva su voto en la sentencia de la Sala
Plena, Exp. n° 2002-0029, por las razones que de seguida se indican:
I El problema de la tipicidad
El tipo es la descripción concreta de la conducta prohibida (del contenido o de la
materia de la norma). Es, como dice Welzel, una figura puramente conceptual
(H. Welzel, Derecho Penal Alemán Parte General, S. deC., Editorial Jurídica de
Chile, 1970, trad. de J.B.R. y S.Y.P. 1970: 77).
La antijuridicidad es la contradicción de la realización del tipo de una conducta
prohibida con el ordenamiento jurídico en su conjunto, es decir, con el orden
social valorativo que sirve de base al derecho positivo.
Desde Beling se ha pretendido distinguir la tipicidad de la antijuridicidad, al
atribuir a la primera un carácter adiáforo o puramente descriptivo, y a la
antijuridicidad un juicio negativo de valor.
Aunque la constatación de la tipicidad de una acción no es, ni puede ser,
axiológicamente neutra, es claro que la tipicidad no implica necesariamente la
antijuridicidad, pues siendo el derecho un juego de preceptos prohibitivos y
permisivos (dado que la conducta típica puede estar autorizada por un precepto
permisivo), el delito aparece, entonces, como un caso de antijuridicidad
“tipificada” en la terminología de Mezger.
Si esto es así, la tipificación es un asunto de juzgamiento que no sólo debe
determinar el tipo sino también la valoración jurídica o antijurídica, que configura
la responsabilidad delictual, incluyendo, por supuesto, la culpabilidad, pues si la
acción no está justificada por una causal de justificación, la acción sigue siendo
típica, a pesar de su falta de antijuridicidad (Welzel, ibídem).
Por último, cabe observar que el tipo en sentido amplio comprende, como dice
W., el tipo en sentido restringido o materia de la prohibición penal, la
antijuridicidad como presupuesto del delito, la culpabilidad o reprochabilidad y
las condiciones objetivas de punibilidad.
II El antejuicio de mérito como presupuesto de procesabilidad
Las causas personales de exclusión de la pena son condiciones objetivas de
punibilidad formuladas en forma negativa. Excluyen la punibilidad del delito
respecto a determinadas personas (inmunidad judicial o parlamentaria, por
ejemplo); pero también están fuera del tipo general los presupuestos de
procedibilidad, que pertenecen al derecho procesal, pero que están previstos
también en la Constitución (art. 266.3.), para el procesamiento de hechos
penales de los parlamentarios y otros altos funcionarios, que no inciden en la
punibilidad de un hecho, sino en la admisibilidad de su persecución (A. Arteaga,
Derecho Penal Venezolano,Caracas, MC Graw Hill, 2001: 114 y 117.). Si faltan,
procede el sobreseimiento (artículo 378 del Código Orgánico Procesal Penal),
pero no la absolución, como en el caso de falta de los elementos de la
punibilidad.
III Rebelión militar y golpe de estado
Dentro y fuera de la Sala se ha discutido, si hubo o no golpe de Estado y qué
relación presenta éste con la rebelión militar. Prescindiendo de la tradición
formal del golpe de Estado, que se remite, por lo menos, al autogolpe de L.B. o
de las formas más modernas de interrupción constitucional, como el
pronunciamiento de A.F. en 1990, es necesario atenerse a la definición del
DRAE, que dice textualmente: “Actuación violenta y rápida, generalmente por
fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o
intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a
las autoridades existentes”.
Ahora bien, es claro que el concepto de “golpe de Estado” no es una categoría
jurídica, sino política, y que hablar de “golpe de estado” para referirse a lo que
ocurrió el 11 de abril de 2002 no es pertinente para los fines de la decisión del
Tribunal. Lo que es pertinente es la actuación de las fuerzas militares o rebeldes
que irrumpieron contra el Estado de derecho y configuraron, respecto de los
oficiales imputados, el delito de rebelión militar que les atribuyó el Fiscal
General de la República. Tal delito, suficientemente acreditado en autos, está
previsto en el artículo 479 del Código de Justicia Militar, en concordancia con el
artículo 144 del Código Penal.
IV Antijuridicidad y Permisión
Exculpatoria
Tanto en el expediente como en la audiencia oral, consta que los imputados
confesaron los hechos a que se refiere la querella fiscal. Pero también consta
que justificaron su conducta criminosa con la invocación de algunos alegatos
exculpatorios, como la renuncia del Presidente, el “vacío constitucional de
poder” y la “desobediencia legítima”.
La Sentencia reconoce la confesión de los imputados, pues dedica varias
páginas (46, 47, 48, 49, 50, 51, 54) a admitir la defensa de los imputados sobre
su “convicción de que debían impedir un estado de cosas que consideraron
nocivo”, y que su intención no era “la de alterar la paz interior o la de impedir o
dificultar el ejercicio del gobierno ... sino restablecer ... (la) paz interior rota por
factores y elementos ajenos a los imputados”.
La Sentencia, pues, fuera del thema decidendum, se pronunció sobre la
permisión exculpatoria y decidió, en el antejuicio de mérito, lo que solo puede
ser objeto del enjuiciamiento para cuya declaratoria de procesabilidad se instó a
la Sala.
V
El principio de la legalidad
Los principios nullum crimen, nulla poena sine lege son, ciertamente, la piedra
angular del derecho penal ilustrado. Independientemente de la circunstancia de
que el artículo 476 no prevea literalmente pena alguna, una interpretación
sistemática (que no analógica) del Capítulo III del Código de Justicia Militar,
permite, conforme al artículo 479 eiusdem, sancionar el caso de rebelión militar
con la pena indicada en dicho artículo. Es necesario observar que el artículo
49.6. de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra el
principio de legalidad en términos de “delitos, faltas o infracciones” previstos en
leyes preexistentes (nullum crimen, sine lege) lo que conforma, en el presente
caso, la posibilidad de la interpretación sistemática indicada. Ello se explica,
porque los valores en que descansa la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, respecto de los delitos mayores, como los crímenes de lesa
humanidad y los crímenes contra la Constitución, exigen que el principio de
legalidad sea expresado de una manera más amplia, a saber, nullum crimen
sine iure, “lo que significa que las incriminaciones deben tener una base
normativa y no ser arbitrarias, aunque las penas no estén formuladas de
manera expresa y específica” (R. Mattarollo, La jurisprudencia Argentina
reciente y los crímenes de lesa humanidad [http: // www.rebelión.org/ddhh/al sur
del sur,29.07.01.htm]).
Esto no quiere decir, por supuesto, que la pena sea arbitraria o ilegal, sino que
su formulación puede hacerse conforme a una hermenéutica progresiva que
integre, incluso, la ausencia explícita de la pena respecto de los delitos
expresamente tipificados en la ley, según técnicas sistemáticas, a saber, las que
resultan de una lectura holística del Capítulo III del Código de Justicia Militar. La
posibilidad hermenéutica o integrativa señalada autorizaría, así mismo, la
aplicación del artículo 144 del Código Penal.
El Estatuto de Roma, por ejemplo, prescribe los principios nullum crimen, sine
lege (artículo 22) y nullum poena sine lege (artículo 23) en forma separada, y
remite al artículo 77, cuando se refiere a las penas aplicables, lo que hace de la
punibilidad de los crímenes previstos en el artículo 5 eiusdem una prescripción
indeterminada con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110 del mismo Estatuto.
Nadie podría argumentar que no hay crímenes de lesa humanidad (mutatis
mutandis la sentencia reparada dice que “el delito de rebelión militar, en su
forma propiamente dicha, .... no existe en nuestra legislación castrense”) por el
hecho de que el artículo 5 del Estatuto de Roma no establezca pena alguna y
porque, al establecerla en el artículo 77, en concordancia con el artículo 110
eiusdem, autorice la discrecionalidad de la Corte para imponerlas.
La Sentencia sostiene, por otra parte, que el sentido del artículo 476 del Código
de Justicia Militar debe interpretarse “necesariamente” conforme al principio pro
libertatis o favor libertatis, lo que entra en conflicto, dada la magnitud del delito
imputado, con el principio favor Constitutione, que exige la protección y la
garantía de la Ley fundamental.
Como quiera que la tipificación lato sensu es una cuestión de juzgamiento, la
procesabilidad de los imputados ha debido decretarse conforme a la
interpretación indicada, al objeto de que el enjuiciamiento autorizado
determinara la responsabilidad penal respectiva.
VI La competencia de la Sala Plena
Conforme al artículo 266.3. de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, corresponde a la Sala Plena “declarar si hay o no mérito para el
enjuiciamiento” de los oficiales u oficialas generales y almirantes de la Fuerza
Armada Nacional de la República Bolivariana de Venezuela... y, “en caso
afirmativo, remitir los autos al fiscal o fiscala general de la República”, a los
efectos previstos en el referido artículo.
Siendo que tal declaración es, como hemos dicho, presupuesto de
procesabilidad de los generales y admirantes, su objeto no es la tipificación de
los delitos imputados por el Fiscal General de la República, sino el
pronunciamiento sobre el mérito para instruir la causa, independientemente de
la responsabilidad que a dichos oficiales pueda incumbir por los delitos que el
Fiscal les ha imputado.
Quedan así expuestos los reparos del Magistrado disidente al fallo anterior.
El Presidente
I.R.U.
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. GUTIÉRREZ A.A.F.
Ponente
Magistrados,
J.E.C. ROMERO J.M. DELGADO OCANDO
Disidente
L.I. ZERPA A.J.G.G.
R.P. PERDOMO A.R. JIMÉNEZ
C.A.O. VÉLEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Y.J. GUERRERO L.M. HERNÁNDEZ
BLANCA ROSA MÁRMOL DE LEÓN A.R.V.C.
R.Á. HERNÁNDEZ M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
JMDO/ns.-
Exp. n° 02-0029
La Magistrada Doctora M.J.R.F. lamenta no compartir la opinión de la mayoría
sentenciadora en la decisión sobre el Antejuicio de Merito que antecede que
declara que no hay merito para el enjuiciamiento de los ciudadanos que en ella
se contrae, decreta el sobreseimiento y suspende la medida cautelar decretada,
por las siguientes razones:
En primer lugar, quien hace este voto salvado lamenta que en un caso histórico,
de gran importancia nacional, que seguramente será objeto de estudio para
generaciones actuales y futuras, la Sala Pena del Tribunal Supremo de Justicia
haya aprobado una ponencia que no refleja un análisis jurisprudencial y
doctrinario profundo que nos permita observar un estudio del derecho no solo
en la esfera nacional, sino inclusive en derecho comparado.
Por otra parte, en la presente decisión la mayoría sentenciadora recoge el
alegato de la defensa de los imputados de que el delito de rebelión militar no
tiene pena establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar,
o lo que es lo mismo, que dicha norma es una de aquellas que se conocen
como imperfectas, por cuanto si bien establece una conducta reprochable no
consagra el castigo que deba tener como consecuencia del ejercicio de esa
acción.
No refuto que sin pena no hay delito, siguiendo la máxima “nullum crimen nulla
poema sine lege”, ya lo había señalado Hegel al considerar que “La pena es la
otra mitad del delito”, por lo que sin pena no habría delito, muy a pesar de lo
reprochable del accionar de una persona.
Sin embargo, considero que para el caso en cuestión, es decir, en lo referente
al delito de rebelión militar, si hay una pena prevista en el Código Orgánico de
Justicia Militar, pero la confusión surge del error material evidente en el que
incurrió el legislador patrio, que se resuelve mediante un análisis de su
intención al redactar la norma.
Esta situación se observa al constatar que el artículo 479 del Código Orgánico
de Justicia Militar señala que “En todos los demás casos de rebelión militar la
pena será...”, pero luego el mencionado artículo se refiere a los dos ordinales
del artículo 477 ejusdem en cuyo contenido ya se consagra una pena, por lo
que resulta evidente el error del legislados y que su intención era referirse al
artículo 476 ejusdem.
No puede considerarse a nuestra manera de ver, que el deseo del legislador era
dejar sin pena el delito de rebelión militar previsto en el artículo 476 del Código
Orgánico de Justicia Militar, y por el contrario, castigar otros delitos como el de
instigación a la rebelión consagrada en el artículo 481 ejusdem, ya que esto
sería absurdo. Mas aun si observamos que el mismo legislador en el mismo
Código refiere a la pena del artículo 476, cuando se desiste voluntariamente
(Art. 480) y cuando el delito de rebelión sea cometido por civiles (Art. 487).
De esta forma, no creo que se puedan aplicar los artículos 1 del Código Penal
ni el 6 del Código Orgánico de Justicia Militar, ya que como señale
anteriormente los hechos que califican al delito de rebelión militar y la pena
están previstos en el ordenamiento penal militar.
En otro orden de ideas, considero que el Antejuicio de Merito es meramente un
tramite previo en el que se resuelve si hay lugar o no a proceder con un juicio
penal contra altos funcionarios por razón de su cargo, y a partir de la
Constitución de 1999, también en los casos de generales y almirantes, sin
resolver el fondo de la acusación. En consecuencia, solo se podía decidir si
había meritos o no para el enjuiciamiento y no se podía sobreseer la causa,
como observamos en el numeral 2 de la decisión donde se decreta el
sobreseimiento.
De igual manera, al tratarse de un Antejuicio de Merito la Sala Plena no debió
haberse pronunciado sobre el valor de las pruebas aportadas por los
imputados, ya que esta valoración corresponde al fondo del juicio penal;
adicionalmente, los colegas Magistrados podrían haber incurrido en un adelanto
de opinión que podría dar lugar a su recusación o inhibición para conocer de
otros juicios por supuestos delitos que pudiera imputarles el Fiscal General de
la República a los defendidos con relación a los mismos hechos.
Con respecto a la declaratoria que NO HAY MERITO PARA EL
ENJUICIAMIENTO de los imputados, considero, sin hacer ninguna apreciación
sobre la culpabilidad o no de esos ciudadanos, ya que no era esta etapa previa
la oportunidad para hacerlo, que ocurrieron en el país unos hechos sumamente
graves, consumados aun temporalmente, pues hubo situaciones que se
exteriorizaron, un menoscabo del orden jurídico existente por un breve espacio
de tiempo. La tranquilidad ciudadana fue alterada y pudiera haber ocurrido un
atentado contra el órgano que ejerce la soberanía.
Muchos de los hechos que acontecieron entre el 11 y 13 de abril de 2002 fueron
hechos notorios comunicacionales a los que se refiere el caso A.P., decidido por
la Sala Constitucional en sentencia del 24 de marzo de 2000, con ponencia del
Magistrado J.E.C.R., por lo que están relevados de prueba, porque
apriorísticamente están probados en sí mismo por el hecho de ser notorios.
Mientras que otros hechos fueron inclusive reconocidos por los imputados, por
lo que era necesario proceder al juicio penal para determinar si se había
cometido un delito o si se trataba de actuaciones legitimas.
Considero que era necesario que se dilucidaran los hechos ocurridos entre el 11
y 13 de abril, era indispensable en beneficio del interés del país nacional, para
favorecer a las generaciones actuales y futuras, a los fines de que muchos de
esos hechos no se repitieran jamás, dentro del marco de una Venezuela
democrática y respetuosa del estado de derecho.
Indudablemente, solo a través de la apertura de un juicio penal se podía aclarar
si existió o no responsabilidad de los ciudadanos que aparecen supuestamente
involucrados en una serie de declaraciones y situaciones aparentemente
comprometedoras, o determinar si por el contrario la posición de esos
ciudadanos era ajustada a derecho. Desgraciadamente, al declararse que no
había meritos para el enjuiciamiento, no sabremos si estos ciudadanos eran
héroes o villanos, o en todo caso quienes fueron los responsables, es decir, que
pasó entre los días 11 y 13 de abril de 2002.
En conclusión, considero que se debió debatir en una juicio penal la posible
comisión del delito de rebelión militar, a los fines de que el Fiscal General de la
República probará la configuración de ese delito militar o fueran refutados por
los imputados, lo que solo podía hacerse mediante el desarrollo de un proceso
penal, a través de la deposición de testigos, informes de peritos, inspecciones
oculares y todos los demás elementos para demostrar o no la comprobación del
delito en cuestión, donde se hiciera una investigación exhaustiva y se
condenara a los imputados o por el contrario se decretase el sobreseimiento.
Por las razones expuestas considero que la decisión de la Sala Plena debió
haber autorizado el enjuiciamiento de los imputados y ordenado remitir las
actuaciones al ciudadano Fiscal General de la República para que prosiguiera
con las averiguaciones de los hechos que se les imputaba a los altos oficiales
militares en cuestión.
El Presidente,
PRIVATE TC \l 5 ""
PRIVATE I.R.U.TC \l 4 "I.R.U."
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. GUTIERREZ A.A.F.
Los Magistrados,
J.E. CABRERA ROMERO J.M. DELGADO OCANDO
L.I. ZERPA A.J.G.G.
RAFAEL PEREZ PERDOMO A.R.J.
C.A.O.V. A.M.U.
P.R.R. HAZZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.H. UZCATEGUI
L.M. HERNANDEZ B.R.M.D.L.
A.R. VALBUENA CORDERO M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
VOTO SALVADO El Magistrado C.A.O. VÉLEZ, en ejercicio de la facultad que le
confiere el artículo 54 del Reglamento de Reuniones de este Tribunal Supremo
de Justicia en Pleno, procede a consignar su “voto salvado” en relación con la
decisión que antecede, con base a las siguientes consideraciones:
I A MANERA DE EXORDIO Tenida la sentencia como la verdad del caso
concreto, pronunciada por el Juez en ejercicio de facultades expresas que le
son atribuidas legalmente, ha de precisarse, en primer lugar y prioritariamente,
que tal pronunciamiento sea expresión de la verdad. Por su razón etimológica,
la verdad supone la existencia real de una cosa; vale decir, sólo son verdades
las cosas reales y sólo son reales las cosas que tienen existencia efectiva.
Por mandato de ley “Los Jueces tendrán por norte de sus actos la verdad...”, la
cual procuraran conocer hurgando los hechos que la constituyen “...en los
límites de su oficio.” para lo cual la Ley les faculta expresamente que pueden “...
fundar su decisión en los conocimientos de hecho que se encuentren
comprendidos en la experiencia común o máximas de experiencia...”. (art. 12
c.p.c). Les permite aun “...proceder de oficio cuando la ley lo autorice, ...” (art.
11 c.p.c), tal sería el caso de conductas que produjeren hechos de conmoción
colectiva, susceptibles de ser calificados como delito.
Como todo precepto de Ley, la norma que regula la actuación del Juez le
impone, asimismo, la obligación de conocer la realidad social presupuesta y por
esta vía y por la de las máximas de experiencia, aplicar la normatividad que
consagra el precepto; vale decir, que no se concibe que el Juez decida sin
conocimiento de los supuestos de hecho que constituyen la normalidad social,
como ocurre en el fondo con la sentencia aprobada.
Soy un profesional ganado a la verdad y como jurisdicente respeto las reglas
que definen los límites del oficio. En el caso de la sentencia aprobada por la
mayoría, estimo que la misma no se atiene a la verdad de lo acontencido que
como hecho público y notorio de carácter comunicacional y de indudable
naturaleza pública procesal, ha de presumirse conocido por los Magistrados
como “buenos padres de familia”, como profesionales responsables y como
jueces que atienden al llamado de la Ley por impartir justicia. El Juez que se
respeta a sí mismo, es respetable, pues genera la confianza indispensable para
que igualmente se respete a la Ley, que es un medio para rechazar cualquier
intento de corrupción.
Los hechos producidos el 11 de abril de 2002, cuya secuencia y ejecución dio
lugar a la solicitud de antejuicio de mérito formulada por el ciudadano Fiscal
General de la Nación, son acontecimientos de inevitable conocimiento. En esa
fecha ocurrió que, como resultado de una prédica política, un importante
conglomerado humano fue convocado a concentrarse en un lugar determinado
del cual marchó a otro sitio también determinado y finalmente fue inducido a
continuar la marcha hasta el Palacio de Miraflores, con fines o propósitos
definidos en cuyas adyacencias se produjeron hechos de violencia que tuvieron
como resultado lamentable de varias personas muertas o heridas. Como
secuela de la ocurrencia de esos hechos, personas identificadas e investidas de
autoridad militar produjeron pronunciamientos personales relacionados con
esos acontecimientos los cuales dieron lugar a las solicitudes propuestas por el
ciudadano Fiscal General de la República, en virtud de que los referidos gozan
del beneficio procesal del ante-juicio de mérito.
Los hechos así expuestos son, a juicio de quien suscribe, suficientes para la
Plenaria del Tribunal Supremo se avocara a su conocimiento con el objeto de
determinar si esas conductas asumidas por esas personas, investidas de
autoridad militar, son susceptibles de enjuiciamiento, porque constituyan ilícitos
penales. Considero que la solicitud en cuestión debió acordarse, porque los
acontecimientos produjeron consternación y muerte; porque constituyeron el
respaldo a un Gobierno de Facto, desplazando al que se dio soberanamente el
pueblo en los comicios del 6 de diciembre de 1998 y 30 de julio del 2000;
cuando eligió y relegitimó como presidente de la República Bolivariana de
Venezuela al ciudadano H.R.C.F.; porque ese gobierno efímero,
autodenominado de “transición”, decretó la disolución de los Poderes Públicos,
entre otros, la de este Tribunal Supremo de Justicia y lo más grave, convocó a
la instalación de una nueva Asamblea o Congreso Constituyente que
deduciblemente derogaría la institucionalidad constitucional vigente. La mayoría
sentenciadora, partiendo de un verdadero sofisma, sostiene que esas
conductas no son enjuiciables debido a que la norma que las tipifica es
imperfecta, esto es que no establece sanción alguna.
No es posible sustraerse al conocimiento de hechos vistos y vividos por propios
y extraños ni abstraerse de calificarlos bajo ningún supuesto, pues su
conocimiento se los impone la Ley por vía de las máximas de experiencia y su
procedimiento, aun de oficio, cae dentro de los supuestos del principio iura novit
curia.
Por supuesto, para el suscrito, que siempre se ha debido a la verdad, no es ni
siquiera concebible suscribir un dictamen que tiene como fundamento la mentira
de un hecho cierto acontecido y de sus consecuencias padecidas y que no hace
justicia al caso concreto que le fue sometido en la medida en que niega la
realidad de lo ocurrido y se ampara en una interpretación infundada de la norma
para proferir una decisión obviamente injusta e irreal.
Esas razones solas serían también suficientes para justificar nuestro voto
salvado; no obstante, del análisis pormenorizado de los supuestos en que se
apoya la sentencia, emergerán otras razones de Ley, sin dejar de invocar las de
carácter socio-histórico que el juzgador también debe consultar y que en
nuestro caso se vinculan a la necesidad de mantener la administración de
justicia en el justo papel que le asigna el sistema jurídico constitucional vigente.
La Constitución no podrá ser vulnerada por un hecho de fuerza ni tampoco
encubierta su vulneración por una interpretación antojadiza, coyuntural o
comprometida de ningún precepto o procedimiento legal.
Al efecto, abordaremos el análisis detallado del caso, así:
II PUNTO PREVIO Tal como lo expresáramos en la sesión de la Sala Plena
Accidental donde debatimos el proyecto de la sentencia que hoy es objeto de
este voto salvado, sostengo que la misma es nula de nulidad radical y absoluta,
por NO haber sido dictada por el tribunal competente debido a la ilegal
conformación de dicha Sala Accidental que no contó entre sus integrantes a los
Magistrados Principales de este Tribunal Supremo de Justicia, O.M.D. y J.R.P.,
excluidos por efecto de la decisión ilegalmente dictada por el Magistrado
A.G.G., en función de Juez Dirimente que, resolvió ilegalmente las recusaciones
propuestas contra dichos Magistrados cuando carecía de competencia para ello
por haber perdido jurisdicción, según luego explicaré, lo cual hace que esa
decisión que apartó a ésos Principales de la composición de la Sala Plena
Natural, sea procesalmente inexistente. Apoyo el criterio en cuestión en
decisiones de esta Suprema Instancia, entre otras la pronunciada por la Sala de
Casación Civil en sentencia Nº 264, de fecha 10 de agosto de 2001, expediente
2001-000276, con ponencia del Magistrado que con tal carácter suscribió la
sentencia disentida:
...En este sentido la Sala de Casación Civil en Sentencia de fecha 17
de octubre de 1991, estableció la siguiente doctrina la cual hoy se
reitera:

‘...El procedimiento intimatorio a que se contraen las presentes


actuaciones, fue instaurado contra el Concejo Municipal Autónomo
Caroní del Estado Bolívar, por ante el Juzgado de Primera Instancia
en lo Civil y Mercantil del Segundo Circuito de la Circunscripción
Judicial del Estado Bolívar, Tribunal éste (sic) que el 17 de diciembre
de 1990 dictó sentencia declarando nulo todo lo actuado, a partir de
la fecha de admisión de la demanda.

Apelado el referido fallo, subieron las actuaciones al Juzgado


Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y de Menores del
Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar,
quien, el 3 de abril de 1991 revocó la decisión apelada, declarando
con lugar el recurso ordinario ejercido por la parte intimada.

Empero, tal pronunciamiento se encuentra viciado, por haber sido


emitido por un juez a todas luces incompetente.

En efecto, el artículo 182 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de


Justicia, en su ordinal 3º estatuye: ‘Los tribunales previstos en el
artículo anterior, conocerán en sus respectivas circunscripciones ...
3º De las apelaciones contra las decisiones que dicten los tribunales
de su jurisdicción en los juicios intentados ante ellos contra un
Estado o un Municipio’.

Estos tribunales, a los que alude el encabezamiento de la norma no


son otros que los Superiores Civiles, Mercantiles y de lo Contencioso
Administrativo.

En este orden de ideas, ha sostenido la Sala que, cuando un Tribunal


de Alzada conoce ilegalmente de un proceso que no le corresponde,
en atención al grado de jurisdicción, la decisión que pronuncie se
considera procesalmente inexistente, en cuyo caso no existe
sentencia válida que pueda ser examinada bajo el alcance del
recurso de casación ejercido.
Eso fue lo que aconteció en el caso de autos, en el que un juez
incompetente decidió, en Alzada, un proceso para el cual no tenía
competencia funcional...’.

Por estas razones, la Sala considera procesalmente inexistente el


fallo recurrido, no habiendo en consecuencia, decisión válida que
pueda ser revisada a través del recurso de casación, como lo ha
establecido en anteriores decisiones...

(Lo resaltado es del disidente)


En efecto, en la oportunidad reglamentaria manifesté mi desacuerdo con la hoy
disentida, previamente a ninguna otra consideración pertinente a las razones de
fondo que justifican mi separación del criterio. Expresé que la Sala no estaba
constituida con sus jueces naturales y, por tal razón, carecía de competencia
subjetiva para conocer, en ese estado del ante juicio de mérito solicitado, lo
cual, repito la hace procesalmente inexistente y, por ende, NULA DE NULIDAD
RADICAL Y ABSOLUTA.
Veamos:
Durante la sustanciación del presente caso ante la Sala Plena, se presentaron
una cadena de recusaciones, primero contra el Presidente del Tribunal
Magistrado I.R.U.., cuya decisión le correspondía al Primer Vicepresidente,
Magistrado F.A.G., quien a su vez fue recusado por aquél, por lo que los autos
de la incidencia pasaron al Segundo Vicepresidente, Magistrado O.M.D.. Este
último, al igual que el Magistrado J.R.P., también fue recusado, a tal efecto la
Sala Plena escogió de la lista elaborada para ello al Magistrado A.G.G., de
conformidad con el artículo 72 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia.
El Magistrado Dirimente produjo decisión de inadmisibilidad de la recusación
propuesta contra el Presidente, Magistrado I.R.U., y el Vice-Presidente,
Magistrado Arrieche Gutiérrez, según resolución de fecha 26 de junio del año
que discurre.
Esa decisión devolvió al Magistrado Presidente I.R.U. la capacidad subjetiva de
continuar conociendo del procedimiento instruido, referido a las recusaciones
entonces no resueltas promovidas contra los Magistrados Mora y Perdomo. El
Tribunal Natural se reconstituía bajo la Presidencia del Magistrado I.R.U. y
cesaba en sus funciones ipso jure, el Juez Dirimente, Magistrado G.G., cuyas
funciones habían cesado por cumplimiento de su objeto. Es ese el espíritu,
propósito y razón que informa la normativa aplicable al caso, particularmente los
dispositivos contenidos en los artículos 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y 93 del Código de Procedimiento Civil.
La asunción de potestades de que ya no disponía el Magistrado A.G.G. para
decretar la desincoorporación de los Magistrados recusados, hace que su
pronunciamiento al respecto carezca de sustentabilidad y constituya más bien
usurpación de funciones que les son extrañas, pues sustituyó ilegítimamente el
fuero natural de decisión del Magistrado Presidente por el efecto dicho de
haberle sido devueltas esas facultades como consecuencia de la declaratoria
de inadmisibilidad de la recusación propuesta en su contra. Carecía, pues, el
Magistrado Dirimente de facultad para desincorporar a los Magistrados
recusados y, consecuencialmente, provocar con ello la instalación de una Sala
Accidental mediante la incorporación de sus Suplentes.
Debo insistir una vez más. Habiéndose declarado inadmisible la recusación
presentada, en el mismo ínterin de la fase preparatoria del antejuicio, contra el
Magistrado Presidente de este M.T., I.R.U., quien Preside la Sala Plena,
jurisdiccionalmente, por disposición del mentado artículo 72, era a éste a quien
correspondía conocer de la subincidencia surgida por la recusación propuesta
contra los Magistrados O.M.D. y J.R.P. y no al Magistrado A.G.G., quien
injustificada e ilegalmente se pronunció, no obstante que había perdido la
potestad jurisdiccional para conocer y decidir, en virtud de que había cesado su
condición de juez natural de los recusados; esto es, ya no tenía el carácter de
Magistrado Dirimente desde que declaró inadmisible la recusación promovida
contra del Magistrado Presidente de este Tribunal Supremo de Justicia, quien
por mandato legal era el llamado a resolverlas. Aún cuando pudiera admitirse,
con base en el artículo 88 de la vigente Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, la aplicación supletoria de las normas del proceso ordinario al caso en
particular, los recaudos o autos tenían que ser devueltos al Magistrado
Presidente, por disposición del artículo 93 del Código de Procedimiento Civil.
Esto, porque no existe proceso alguno en la etapa preparatoria del antejuicio y
la incidencia recusatoria, en todo caso, está regulada en dicha Ley lo cual
excluye tal posibilidad, siendo de mayor fuerza y lógica jurídica el criterio
previsto en los artículos 81 y 102 eiusdem que ha debido regir igualmente para
el caso de las apelaciones ejercidas por los Magistrados recusados, quienes
ilegalmente fueron apartados de sus obligaciones y funciones.
Consecuencia de tal usurpación de funciones, la decisión recusatoria que
separó a los Magistrados O.M.D. y J.R.P., deviene inexistente y, por tanto,
jurídicamente éstos son los Magistrados principales que debieron conformar la
Sala Plena para decidir en este ante juicio de mérito, supuestos de hecho que
bien pudieran subsumirse en lo previsto en el artículo 25 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela.
De manera tal que, al haberse llamado a las Magistradas Suplentes, M.M.M. y
M.J.R.F., para que llenaran la falta de aquellos Magistrados, quedó mal
configurada la Sala Plena Accidental y, por ende, dejó de estar integrada por
sus jueces naturales, que la ley provee para resolver en el caso presentado, lo
cual conduce a establecer que la disentida sea nula de nulidad radical y
absoluta.
III CONCLUSIÓN DEL ALEGATO PREVIO FORMULADO, ES QUE EL FALLO
DEL CUAL DISIENTO ES NULO DE NULIDAD RADICAL Y ABSOLUTA.
Por haber sido proferido por una Sala Plena Accidental ilegalmente constituida,
pues se excluyó en forma arbitraria de sus deberes y obligaciones
funcionariales, a los Magistrados Principales O.M.D. y J.R.P., cuya
desincoorporación se produjo por decisión de un Juez que no era el Juez
Natural suyo, violentándoseles de esta manera la garantía que contiene dicha
previsión y también el debido proceso, al tiempo que cercenó el derecho a la
doble instancia el cual les daba la posibilidad de corregir el vicio delatado, pues
quien debía procesalmente juzgar la causa recusatoria era –como ya se ha
dicho-el Presidente del Tribunal Dr. I.R.U.. Estos elementos son suficientes para
no concurrir a la aprobación del fallo cuestionado, dada la potencial nulidad
radical y absoluta del mismo. No obstante y como he sostenido, que es de
importancia actual el apego a la justicia y al derecho, se hace impretermitible
entrar a exponer las razones que estimo ajustadas a la realidad social y
procesal, y los cuales constituyen el fundamento de mi oposición y rechazo a la
tesis mayoritaria, razones que de seguida desarrollo, así:
IV DE LA FALTA DE PENA
La decisión disentida declara que no hay mérito para el enjuiciamiento de los
militares encausados, porque el delito de rebelión militar imputado carece de
pena previamente prevista en el ordenamiento legal especial y porque, además,
“...no existe en nuestra legislación castrense...”. Por consiguiente existe “...una
duda grave y razonable, lo cual debería conducir necesariamente a la aplicación
del principio pro libertatis o favor libertatis establecido en el in fine del artículo
24 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela...”.
En su parte pertinente, el fallo disentido estableció:
...En efecto, es de todos sabido que la norma jurídica está
compuesta por un supuesto de hecho y una consecuencia jurídica.
En el Derecho Penal, regido por el principio de la legalidad de los
delitos y las penas, es preciso, para que pueda existir delito, que
previamente a la acción u omisión del hombre, esa conducta haya
sido reconocida como criminosa y que, igualmente, de manera previa
se haya tarifado la sanción a que se hace acreedor el responsable de
esa conducta.

En este orden de ideas, advierte la Sala que la defensa de los


imputados hizo valer el argumento de que el delito de rebelión militar
no tiene pena establecida en el artículo 476 del Código Orgánico de
Justicia Militar, o lo que es lo mismo, que dicha norma es una de
aquellas que se conocen como imperfectas, por cuanto si bien
establece una conducta reprochable no consagra el castigo que deba
tener como consecuencia del ejercicio de esa acción.

(...OMISSIS...)

Dicho Código, efectivamente, no contiene previsión de pena respecto


a la conducta descrita.

El delito de rebelión militar, en su forma propiamente dicha, que


consistiría en la existencia de un movimiento armado para alterar la
paz interior de la República o para impedir o dificultar el ejercicio del
gobierno, no existe en nuestra legislación castrense. Esta legislación
reconoce formas cualificadas o agravadas del delito y el delito de
rebelión impropia (sin alzamiento colectivo armado), como lo serían
la instigación a la rebelión (artículo 481 del Código Orgánico de
Justicia Militar) y, en el ámbito del derecho común, la conspiración
(artículo 144, ordinal 2º, del Código Penal). No obstante, estos delitos
no son materia de la presente decisión. La tipificación delictiva que
estableció el Colegio de Justicia Militar y Naval de 1933 era distinta a
la del Código vigente por cuanto, en el mismo, estaban dispuestas
las penas para los casos de rebelión propia (artículos 116, en
relación con el 117 eiusdem).

En nuestro derecho rige el principio de legalidad según el cual la


única fuente de los delitos y de las penas es una ley que dicte el
Poder Legislativo Nacional. En este sentido nuestra legislación
recoge el principio contenido en el clásico apotegma nullum crimen
nulla poena sine lege y que tanto el Código Penal como el de Justicia
Militar lo reconocen cuando expresan: ‘Nadie podrá ser castigado por
un hecho que no estuviere expresamente previsto como punible por
la ley, ni con penas que ella no hubiere establecido previamente’
(artículo 1º del Código Penal) y ‘Nadie puede ser enjuiciado
militarmente sino por lo (sic) hechos calificados y penados por este
Código’ (artículo 6 del Código Orgánico de Justicia Militar). Está
generalmente admitido que estos principios se consideran básicos
para el estado de derecho.

(..OMISSIS...)

Resulta procedente recordar, como se ha dicho, que el tipo penal


debe aparecer necesariamente conformado por el supuesto de hecho
(parte objetiva y subjetiva de la conducta) y por la pena como
consecuencia jurídica. Si falta cualquiera de estos dos enunciados
normativos de la disposición referida en primer término, llamados a
estructurar el tipo básico propiamente dicho, no se configura una
conducta punible.

Los artículos 477, 478 y 479 eiusdem, conforman, pues, tipos


autónomos de rebelión, los llamados cualificados o agravados, que
deben partir de una descripción básica (precepto), destinada a
establecer conductas, igualmente distintas y autónomas con
caracteres y penalidades propias. Así, el artículo 477 requiere, en su
primera parte, el componente típico que está dado por la expresión
presencia del ‘enemigo extranjero’ (referencia objetiva) y la ‘adhesión
a la rebelión’. El artículo 478 hace referencia a la ‘presencia del
enemigo rebelde’ (elemento normativo) y el artículo 479 establece
textualmente: ‘en todos los demás casos de rebelión militar la pena
será de veinticuatro (24) a treinta (30) años de presidio para las
personas comprendidas en el ordinal 1º del artículo 477 y de
veintidós (22) a veintiocho (28) años de presidio para las
comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo’. Como puede verse
esta norma no se refiere para nada al ordinal 1 del artículo 476
citado.

En este mismo orden de ideas esta Sala, observa lo siguiente:


A

El artículo 476 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, al


describir el tipo legal de la Rebelión Militar, silenció la materialización
del reproche a través de la expresión de su efecto jurídico más
importante, esto es, la pena.

No obstante, estima esta Sala que el artículo 479 eiusdem resulta


inaplicable en concordancia con el artículo 476, ordinal 1, ibidem, por
cuanto entre ambas disposiciones legales falta una identidad
esencial como lo es la de la incriminación. En efecto, al remitirse al
artículo 477 del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR, el
artículo se está refiriendo, necesariamente a quienes actúan en
calidad de iniciadores, directores o jefes de la rebelión, en tanto que
el artículo 476, ordinal 1º eiusdem describe como supuestos de
hecho los de ‘promover, ayudar o sostener cualquier movimiento
armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o
dificultar el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes’.

En otros términos, vistos los verbos rectores de los supuestos de


hecho en una y otra disposición se concluye que son acciones que
no sólo no son equivalentes sino que, en el caso específico de la
ayuda a la cual se refiere el artículo 476 ordinal 1º, sería en todo
caso un supuesto de complicidad (Código Penal artículo 84, ordinal
(sic) 1º y 3º), y ello es francamente antitético con una actividad de
dirección o jefatura. En este orden de ideas y para reforzar el criterio
de la inaplicabilidad de las penas que (sic) dispone en el artículo 479
del CÓDIGO ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR a los tipos legales
del artículo 476 ordinal 1º eiusdem, bastaría con preguntarse ¿cuál
sería la pena aplicable a quién ayude pero no sea iniciador, director,
ni jefe de la rebelión?

Por lo que cabe la conclusión, como consecuencia de todo lo


anterior, de que ninguno de los delitos señalados está en discusión
en el presente caso. Desde luego que tal vacío legal de la disposición
referida (artículo 476, ordinal 1) no puede ser subsanada por
interpretación analógica por cuanto ello entraría en colisión con el
principio de legalidad antes señalado, el cual supone, además, que
los componentes punibles sean concebidos en forma precisa. Lo
contrario conduciría a una aplicación analógica in malam partem, en
condiciones similares a las establecidas en el código soviético de
1926 y nacional socialista alemán de 1935.

En todo caso la existencia de concepciones antitéticas o


contradictorias en relación con el problema en estudio, es
ciertamente significativo que, en relación con la existencia o
inexistencia de pena para los delitos de rebelión tipificados, total o
parcial, según el criterio que se acoja, en el artículo 476 del CÓDIGO
ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR existe una duda grave y
razonable, lo cual debería conducir necesariamente a la aplicación
del principio pro libertatis o favor libertatis establecido en el artículo
24 in fine de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.

No puede olvidarse que nuestro sistema procesal penal es acusatorio


y que el juez no puede sustituir al Ministerio Público en el ejercicio de
la acción penal. En consecuencia, como no contiene pena o sanción
alguna el comportamiento que describe el referido ordinal 1 (sic) del
artículo 476, único en el cual el ciudadano Fiscal General de la
República fundamentó su calificación jurídica, no puede ser
procedente la declaratoria de mérito para el enjuiciamiento penal que
solicitó dicho funcionario. Así se declara...

(Lo resaltado y negrillas del texto).


De lo transcrito se evidencia un exceso de formalismo en el análisis de la
tipificación del delito de rebelión militar imputado y su sanción por el Código
Orgánico de Justicia Militar. Estimo clara la omisión por parte de la mayoría de
mis colegas que aprueban dicho fallo, respecto a la prevención constitucional
contenida en el artículo 257 del Texto Fundamental, lo cual deja en entredicho
el precepto de la uniformidad de la jurisprudencia al que se contrae el artículo
321 del Código de Procedimiento Civil y al pregón de este Tribunal Supremo de
Justicia, recientemente aplicado en el caso periodísticamente denominado
“pistoleros del Puente Llaguno”, con ocasión de los hechos en los que se
implican a los imputados.
El pronunciamiento citado por mi posición jurídica, se aparta de un análisis real
y cierto, en la interpretación sistemática que debe darse a las normas que
tipifican el delito de rebelión militar y las que imponen las penas a ser aplicadas
a quienes adecuen su conducta con el supuesto negativo de comportamiento
previsto en ellas. Concluir que el legislador se preocupó por prever el delito de
rebelión militar y establecer sus tipos, así como las agravantes, para luego
sancionar con penas sólo aquellos que la doctrina considera como rebelión
militar impropia (art. 477 del c.o.j.m.) y los que se cometan en circunstancias
que conlleven a una agravante (art. 478 del c.o.j.m.), dejando por fuera la
rebelión militar propia (art. 476 del c.o.j.m.), desdeña a la lógica legislativa y
abre una brecha peligrosa a la impunidad en este tipo de delito.
A mi juicio, la falta de establecimiento de pena al delito de rebelión militar, - si la
hubiere- debió resolverse en otro sentido, lo cual fundamenta mi disidencia,
tomando en cuenta que en la trascripción del texto legal especial se incurrió en
un evidente error material consistente en la cita del artículo 477, en vez del 476
del Código Orgánico de Justicia Militar, dentro de la remisión que hace a este
artículo el 479 eiusdem. Error material que no puede desconocer la intención
del legislador al tipificar el delito de rebelión militar y su abierta intención de
sancionarlo y que constituye un formalismo no esencial en su aplicación en el
sub iudice, por ser evidente y palmario, por lo que su identificación y aclaratoria
es obligante para los jurisdicentes.
Dentro del estudio jurídico penal, no puede evadirse que la finalidad que
persigue la tipificación como delito, como es el caso, de la rebelión militar, es
proteger la paz social y la seguridad interna del Estado. Por ello, mal puede
alegarse que el legislador consideró prever el delito de rebelión militar, pero que
no le imputó pena alguna. Esta interpretación artificial resulta estéril ante la
realidad social, legislativa y jurídica. Ya M.T.C., en su obra “Tratado de los
Deberes”, Editorial Nacional San Agustín, Madrid, 1975, págs 50 y 51,
considera el punto al expresar:
...Y muchas veces se comete injusticia también por atenerse
excesivamente al tenor literal de una ley o por interpretar ésta con
artificiosa sutileza. De ahí el conocido proverbio: la extrema justicia,
es injusticia extrema. Los mismos gobiernos no están siempre
exentos de tales justicias. Así, por ejemplo, aquel que habiendo
concluido con el enemigo una tregua de treinta días, se dedicaba
durante la noche a saquear y arrasar los campos del contrario con el
pretexto de que la tregua concertada se refería a días, y no a
noches...

(Lo resaltado es mío.)


El espíritu del legislador al querer sancionar el delito objeto de la querella del
Fiscal General de la República, está expresamente contenido en la parte
pertinente del texto del artículo 479 del Código Orgánico de Justicia Militar,
cuando dice:
...En todos los demás casos de rebelión militar la pena será de
veinticuatro a treinta años de presidio para las personas
comprendidas en el ordinal 1º del artículo 477 (en vez de indicar el
476, error material delatado), y de veintidós a veintiocho años de
presidio para las comprendidas en el ordinal 2º del citado artículo...

(Paréntesis, negrillas, cursiva y subrayado del disidente).


Conforme al precepto legal transcrito, es manifiesta la voluntad de la Ley en
castigar con una “pena” a todas las variantes del tipos del delito de rebelión
militar, quedando sólo la cuestión de cuál es la que le corresponda al previsto
en el ordinal 1º del artículo 476, dado que, efectivamente, la misma no
contempló, de manera expresa y de una vez, la “pena” para el tipo de rebelión
militar propia.
Si bien lo técnicamente saludable, desde el punto de vista legislativo, debió ser
la inclusión expresa en la propia norma de la “pena” con que se debe sancionar
el acto de quien subsuma su conducta en el tipo penal, ello destruye la ratio
legis que puso en vigencia el tipo penal de la rebelión militar, ya que, como
ocurre en el caso de autos, la referida “pena” está prevista en el artículo 479 del
Código Orgánico de Justicia Militar.
Como antes se expresó y siguiendo lo expuesto en la ponencia rechazada del
colega Magistrado A.A.F., esa norma señala que “...para todos los demás casos
la pena será...”. Asimismo que este precepto legal contiene una antífrasis, ya
que, por una parte se refiere a todos los demás casos de rebelión militar, con el
fin último de procurarles una “pena” y, por otra, asigna dicha pena a las
personas comprendidas en los dos numerales del artículo 477 eiusdem, error
material antes citado y que de seguida fundamento. El error mentado en el
artículo 479 ibídem, se puede comprobar de la lectura del 477, el cual es del
tenor siguiente:
...Los militares culpables de rebelión militar producida en presencia
del enemigo extranjero, serán castigados:

1. Con pena de veintiocho a treinta años de presidio y expulsión de


las Fuerzas Armadas, previa degradación o anulación de clases,
según sea el caso, los iniciadores, directores o jefes de la rebelión,
cualquiera que sea la jerarquía militar conforme a la Ley.

2. Con presidio de veintiséis a veintiocho años y expulsión de las


Fuerzas Armadas, previa degradación o anulación de clases, según
el caso, quienes no estando comprendidos en el caso anterior se
adhieran a la rebelión en cualquier forma que lo hagan.

Parágrafo Único: A los fines de la aplicación de los ordinales


precedentes se considerará agravante la condición de oficial del
agente y su graduación en las Fuerzas Armadas.

En dicho artículo ya se prevén penas para sus dos numerales, por lo que
entender que la pena prevista en el artículo 479 es para los numerales del
artículo 477, carece de sentido legislativo. Por otra parte, el tantas veces citado
artículo 477 tiene un Parágrafo Único, que el 479, en su parte in fine, menciona,
al establecer que “...rige igualmente en este artículo lo establecido en el
Parágrafo Único del artículo 477...”. Conjuntamente con lo anterior y en apego
al análisis del Magistrado Angulo en su ponencia rechazada significaría un
absurdo legislativo anunciar que lo previsto en ese Parágrafo Único es aplicable
a ese mismo artículo 477, lo cual constituiría una tautología; cuestión que no
sucede, ya que entendiendo que existe el error material ut supra señalado, tiene
sentido este último aparte del artículo 479, si se hubiere escrito correctamente
“476” en vez de “477”, en su primer párrafo.
Es esta la forma en que se debió precisar y resolver el alegato planteado, tal
como lo hizo la ponencia rechazada del Magistrado A.A.F., ya que es claro que
en la mens legislatoria no estuvo el querer exceptuar de pena a quienes
comentan el delito de rebelión militar; si bien es cierto que en la interpretación
de los tipos penales se debe comenzar con un análisis gramatical. Siempre hay
que tener presente que la interpretación teleológica es más importante y más
cuando existe una oscuridad en la redacción de la ley penal. Fundándome en la
frase invocada en la ponencia rechazada del precitado Magistrado: “la letra
mata y el espíritu vivifica”, concluyo esta parte de mi voto salvado, recalcando
mi rechazo a aceptar que el legislador cayó en el absurdo de prever el delito de
rebelión militar, justificado más que en el acto mismo, en los efectos contra el
colectivo y el orden público que con su comisión se concreta, y no castigarlo
con la “pena”. Admitir esto, permitiría un grado de impunidad tan alto y peligroso
que, como ya referí, abriría una brecha delictiva a grupos militares que, dejando
a un lado la institucionalidad y el apego a la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, tendrían licencia para interrumpir el hilo
constitucional a su antojo, bien por actos directos o mediáticos, utilizando el
desafuero de los civiles abrazados a interéses personalistas.
No se puede desconocer la vigencia que ha mantenido el delito de rebelión
militar y su sanción desde el año 1933, cuando el Código de Justicia Militar y
Naval, en su artículo 116 lo previó y en el siguiente (117) estableció las penas,
así:
...Las penas para el delito de rebelión serán:

1º A los iniciadores, directores o jefes, veinte años de presidio y


degradación si fueren militares.

2º A los que no estén comprendidos en el número anterior, de doce a


diez y ocho años de presidio y expulsión del Ejército o la Armada si
son militares

.
Este código que fue derogado por el de Justicia Militar, del 6 de agosto de 1938,
en el cual se previó el articulado que hoy, con palabras más o palabras menos,
es el consagrado por el Código Orgánico de Justicia Militar.
Similitud de regulación que ha pasado por varios golpes de estado, entre ellos
el Carupanazo, el Porteñazo y el de 1992, y en ninguna etapa de la vida
histórica de Venezuela se ha negado la existencia de tal delito, menos su falta
de “pena”. Ningún tribunal de la República ha cuestionado la existencia del
delito de rebelión militar, más porque se ha aceptado su necesidad de
regulación y su sanción, so pena de crear un estado de incertidumbre y de
inquietud en la estabilidad de los gobiernos democráticos que han transitado en
Venezuela, tal como el actual, cuyo Presidente H.R.C.F. fue electo y
relegitimado por votación universal, directa y secreta, el 6 de diciembre de 1998
y 30 de julio de 2000, respectivamente.
Este reconocimiento de la existencia del delito lo admite el colega Magistrado
R.P.P., en su trabajo sobre “Reflexiones en Torno al Delito de Rebelión Militar”,
escrito en Caracas en el año 1973, y de cuyo texto puede leerse, lo siguiente:
...Lo anterior lleva a la conclusión de que poco importa que un delito
se encuentre estructurado en el Código de Justicia Militar para que
tenga o no el carácter de delito castrense. En otras palabras, el
Código de Justicia Militar, en su elenco de figuras punibles, incluye
indudablemente delitos militares, pero igualmente incorpora delitos
comunes y a veces también delitos políticos. Tal es el caso del de
rebelión militar, que nos proponemos estudiar en alguno de sus
aspectos.

(...OMISSIS...)

El delito de rebelión, tanto en el Código Penal Ordinario (...) como en


el Código de Justicia Militar (...) presenta como objetividad jurídica o
bien jurídico tutelado la integridad, independencia y seguridad de la
Nación. Se trata, pues, según la concepción tradicional, que parte del
concepto objetivo, de un delito de naturaleza eminentemente política.

(...OMISSIS...)

A su vez, al (sic) Código Penal común reconoce en parte las


enseñanzas de la escuela positiva en esta materia, cuando, en
consideración a la persona del delincuente, dispone que las penas
por este delito habrán de cumplirse en Fortaleza o Cárcel política
(33). No es tan claro al respecto el Código castrense y deja al
Ejecutivo la facultad de que las penas de presidio o prisión, sin
distinción a las diferentes motivaciones delictivas, se cumplan en la
Penitenciaría, ya en una fortaleza, pero sin explicar el carácter de la
misma.

(...OMISSIS...)

Nos interesa destacar ahora que el Código de Justicia Militar regula


el delito de rebelión militar en tal forma que hace prácticamente
inaplicable las disposiciones delictivas en el Código Penal común...

.
Por otra parte, debo concluir que los errores en un texto normativo, no son
extraños; existiendo ante ello la interpretación lógica racional para corregirlos. A
mayor abundamiento quien disiente encuentra que el error antes explicado, no
es el único verificable en el texto normativo especial, lo cual hace notorio su
existencia y su necesidad de corrección para evitar el sacrificio de la justicia por
omisión de formalidades no esenciales a la cual alude el artículo 257 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En este sentido cabe señalar que la primera regulación sobre la materia penal
militar aparece contenida en el Código de Justicia Militar y Naval, en el año
1933. Este cuerpo normativo tuvo poca vida jurídica, ya que el 17 de julio de
1938 entró en vigencia el Código de Justicia Militar, en cuyo artículo 576,
expresamente se deroga aquel Código de Justicia Militar y Naval de 1933.
Posteriormente se producen tres reformas parciales al Código de Justicia
Militar; en el año 1945 la primera (Gaceta Oficial de Venezuela Nº 153
extraordinaria de fecha 10 de octubre de 1945), en el año 1958 la segunda
(Gaceta Oficial de Venezuela Nº 25.777 de fecha 4 de octubre de 1958), y en el
año 1958 la tercera (Gaceta Oficial de Venezuela Nº 25.865 de fecha 17 de
enero de 1959). Y finalmente se dicta el Código Orgánico de Justicia Militar que
en su artículo 596, en vez de derogar el Código de Justicia Militar de 1938, se
comete un error material al derogar expresamente al Código de Justicia Militar y
Naval de 1933.
Como se evidencia, parece que el legislador tuvo varios errores en la redacción
del texto penal militar, pero que, de ninguna manera son lo suficientemente
graves como para justificar su anulación ni su falta de intención, en este último
caso, como es la de derogar el anterior régimen castrense contenido en el
Código de Justicia Militar de 1938. Errores subsanables por el jurisdicente en
aplicación de una interpretación sistemática y restringida de las normas que
conforman todo el texto normativo. En el sub iudice, el error indicado ut supra
sobre la pena aplicable al delito de rebelión militar debió considerarse como tal
y no establecer, como equivocadamente lo hace la disentida, que tal delito no
existe por no haber sido prevista la “pena”.
De otra parte, el esencial principio nulla pena sine lege que expresa la legalidad
penal a los fines de imputar el delito y su pena, bajo el análisis contenido en
este voto salvado, y que trae a colación la sentencia de la cual disiento, no se
compromete ni se violenta, por cuanto la redacción de la ley penal para calificar
los delitos y sus penas, es obra de la voluntas legislatoris al igual que cualquier
otra, con la sola distinción de aquel principio.
En consecuencia, susceptible es que el legislador pueda incurrir en errores de
técnica, en ejercicio de la facultad normativa creadora o heteronómica,. Por eso
existen lagunas en la legislación, pero sin olvidar la plenitud hermética del
derecho, que hace posible llenar el espacio no regulado o corregir lo incorrecto
por parte del Sentenciador, en procura de un fallo que no fulmine el bienestar
común, de interpretarse la ley gramaticalmente y por consiguiente que se
produzca un fallo ajeno a la justicia como desideratum del Derecho.
Tales situaciones se observan solamente sino se considera al ordenamiento
jurídico como un todo; como un sistema de concordancia y de correcciones
para llenar los llamados ámbitos no regulados de la Ley. A esas
contradicciones, incorrecciones, o errores materiales producto de la facultad
normativa creadora del legislador, se conoce como contradicciones intra-
sistemáticas, que el Juez debe abordar en función del sistema en que consiste
el ordenamiento jurídico, sin que ello en ningún caso vulnere el principio de
legalidad ni aún en materia penal, incluyendo las contradicciones intra-
sistemáticas o errores materiales del Código de Justicia Militar, en este
específico delito de rebelión militar propio, que bajo la égida de este análisis sí
tiene establecido pena; sólo que el ponente del fallo del cual disiento se limitó a
una valoración gramatical del caso sub examine, al no estimar que el sistema
penal previsto en el Código de Justicia Militar es también un sistema jurídico
que estuvo sometido a la voluntad del legislador y que era susceptible – como
ya se dejo expuesto – a posibles errores materiales e incorrecciones, pero que
en nada alteran o viola el principio de legalidad penal, si el sentenciador corrige
el error material, manteniendo las exigencias del tipo rector del delito o de sus
graduaciones a los efectos de su calificación y sanción. En todo caso no se
trata de una norma imperfecta o de un delito sin pena; de lo que se trata es de
un conjunto de normas que regulan el delito de rebelión militar, previsto en el
Código de Justicia Militar, que se corresponde en la doctrina Kelseniana con las
llamadas normas secundarias, constituidas por las sancionadoras, que regula el
referido delito; y que como se dejó expuesto en la interpretación ut supra de los
artículos descritos, si tiene pena como norma sancionadora.
Por las anteriores observaciones considero que en la normativa especial militar
venezolana está previsto el delito de rebelión militar y claramente lo está
también su pena debiendo, por vía de consecuencia, la disentida declara en el
dispositivo que existen méritos suficientes para el enjuiciamiento de los militares
imputados, al ser notorios los hechos que dan lugar a la configuración de tal
delito secuencia probatoria que presume su vinculación con los mismos.
V DEL DESEQUILIBRIO EN EL ANÁLISIS DE LAS PRUEBAS El fallo del cual
disiento hace un análisis preferente a las pruebas de los imputados y descarta o
silencia de manera inmotivada las presentadas por el ciudadano Fiscal General
de la República. Además, desconoce el alcance que en un ante juicio de mérito,
debe dársele a las pruebas, confundiendo la plena prueba con la existencia de
prueba suficiente.
Dada la naturaleza del ante juicio de mérito, no tiene cabida en su sustanciación
un lapso probatorio, dentro del cual se presenten las pruebas, se ejerza el
control de las mismas y su evacuación, todo lo cual podría generar dentro del
proceso, el establecimiento de hechos con “plenas pruebas”. En este supuesto,
sólo es necesario que las pruebas aportadas tengan como fin que el juez
obtenga una verosimilitud sobre la ocurrencia de los hechos, su subsunción en
un tipo delictivo y su probable imputabilidad a un individuo. Por tanto, lo que se
requiere es que las pruebas aportadas sean “suficientes” para aquel fin, sin
importar el origen de los medios, cuyo control no es obligatorio en esta etapa
preparatoria, ya que lo que persiguen es demostrar la posibilidad de la
ocurrencia de los hechos denunciados.
Tal interpretación del material probatorio fue desconocido por la disentida, que
desecha unas pruebas y le da a otras valor de plena prueba, sin que para ello
haya sido posible el control que la ley procesal penal y civil exige. Esto se
traduce en una subversión del debido proceso y, consecuencialmente, del
derecho de defensa a quienes se les negó el derecho de contradecir y oponerse
a las pruebas de la contraparte, vicio que hace inconstitucional la disentida por
infracción, del artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.
Para fundamentar su solicitud de ante juicio de mérito, el ciudadano Fiscal
General de la República presentó un análisis de todos los acontecimientos
ocurridos, incluso antes del 11 de abril de 2002, sustentados en declaraciones
de quienes jugaron un papel directo en todos los hechos públicos notorios
sucedidos en el país durante los días precedentes y posteriores a aquel 11 de
abril, con medios probatorios tales como cintas audiovisuales de los canales de
televisión que cubrieron los acontecimientos, así como textos de medios de
comunicación impresos que también resaltaron los hechos notorios y las
declaraciones de las distintas personas que se pronunciaron al respecto y de
las que rindieron diferentes personeros ante la Asamblea Nacional, con ocasión
de las averiguaciones que ese Órgano Legislativo avanzó para la determinación
de la verdad en lo acontecido en aquellos días lamentables, pruebas que
pretenden demostrar la preparación de un movimiento insurreccional y los
pormenores de su planificación concretada, con la participación indispensable
de los militares imputados de rebelión militar, que ejercían amenazas mediante
la promesa del uso de las armas, si no se hacía lo que pretendían (la renuncia
del Presidente y la conformación de un Gobierno de Facto); la detención ilegal e
inconstitucional del Jefe de Estado y el apoyo público y abierto a dicho
Gobierno de Facto que se instauró con la auto proclamación del ciudadano
P.C.E. como tal Presidente de Facto; el nombramiento de su Gabinete
Ministerial (donde uno de los imputados, el Vicealmirante H.R.P. fue designado
como Ministro de Defensa) y la disolución, con un plumazo, de todos los demás
Poderes Públicos.
Ahora bien, la disentida, para desestimar tales probanzas, se fundamentó en
párrafos, como los que se transcriben:
...Observa la Sala que hasta este momento no aparece ni siquiera la
mención de alguno de los imputados en virtud de lo cual los hechos
narrados y demostrados por el Fiscal no pueden servir como soporte
de decisión alguna en contra de ellos.

(...OMISSIS...)

Lo anterior significa que, de acuerdo con la delimitación del tema a


decidir precisado con anterioridad; de los hechos señalados en la
querella todo aquello que va entre el folio 2, en cuanto al conflicto
laboral de PDVSA y el folio 15, cuando se producen los
pronunciamientos de los imputados, así como también, entre el folio
47 desde la juramentación del ciudadano P.C., hasta el folio 71
cuando reasumió el cargo el ciudadano H.C. (sic), la única mención
que de ellos se hace, -reitera la Sala- se refiere al General E.V.V., en
su condición de Comandante General del Ejército, quien hizo una
serie de señalamientos al Decreto Constitutivo del Gobierno de
Transición, condicionando el apoyo militar a las modificaciones que
debían realizarse con apego a la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela...

. (Las negrillas del texto).


La pretendida fundamentación en el desecho de las pruebas presentadas por el
ciudadano Fiscal General de la República, son tan vagas e impertinentes que
dejan inmotivado el fallo del cual disiento.
Es doctrina pacífica y reiterada de este Tribunal Supremo de Justicia (ver
sentencia de la Sala de Casación Civil, entre otras, la Nº 70, de fecha 24 de
marzo de 2000, expediente 98-757, con ponencia del Magistrado F.A.G., hoy
ponente de la sentencia disentida), que el artículo 243 ordinal 4º del Código de
Procedimiento Civil, impone al juez el deber de expresar en el fallo las razones
de hecho y de derecho en que funda el dispositivo, como un requisito intrínseco
de la sentencia, catalogado por la doctrina de la misma Sala Civil, como de
orden público, cuya omisión activa la casación de oficio para fulminar el fallo.
Igualmente, que el vicio de inmotivación se produce cuando el juez: a) omite en
forma absoluta toda consideración sobre un elemento probatorio, es decir,
cuando silencia la prueba en su totalidad; y b) no obstante dejar constancia en
el fallo de la promoción y evacuación de las mismas, prescinde de su análisis,
contraviniendo la doctrina, de que el examen se impone así la prueba sea
inocua, ilegal o impertinente, pues justamente a esa calificación no puede llegar
el juez si previamente no emite su juicio de valoración.
Pues bien, recordando el caso particular del ante juicio de mérito y de la
necesidad de la prueba “suficiente”, en el sub iudice se dejó constancias de las
pruebas que el ciudadano Fiscal General de la República presentó como
fundamentales para demostrar los elementos que justifiquen un ante juicio de
mérito de los militares imputados, mas no se realizó su valoración que en
derecho está obligado el juez a realizar. Lo transcrito ut supra, fue lo único a lo
cual que hace referencia la decisión disentida en cuanto a la valoración de las
mentadas pruebas fundamentales, por lo que no puede considerarse como
pertinente ni congruente para saber cuál es el valor de suficiencia que se les da.
El fallo disentido deja, por vía de consecuencia, sin considerar las pruebas
fundamentales de la solicitud para lo cual se invoca una incoherente, vaga e
impertinente supuesta desvinculación con los imputados, que en definitiva se
traduce en una inmotivación.
No sólo se configura el vicio de inmotivación por lo anterior, sino que se
enmarca en su categoría más relevante, como es la omisión total de medios de
pruebas. Como ejemplo, cito la prueba audiovisual presentada por el ciudadano
Fiscal General de la República, entre otras, consistente en entrevistas a los
militares imputados, en especial la realizada por la licenciada Ibéyise Pacheco,
en el canal 4 (Venevisión), las cuales, transcritas parcialmente, dicen:
1) En relación con el ciudadano Vicealmirante H.R.P.:
Pregunta: “¿Y usted todavía cree que el Presidente va a evitar más sangre?”
Respuesta: “...Entonces le estamos dando la oportunidad porque vamos a tener
que hacer entonces la operación militar...”
Pregunta: “¿Y se sienten fuertes para hacer esa operación militar?”
Respuesta: “Estamos completam... (interrumpe y sigue) esto no es una
operación militar, esto es una operación quirúrgica porque no queremos
muertos, porque son venezolanos que estan engañados y lo que vamos a tratar
con a través de los medios de comunicación a través de concientizarlos que
ellos mismos entreguen sus armas porque no podemos permitir más
muertos...”.
2) En relación con el Contralmirante D.C.:
...Ahí en la última reunión de Almirantes donde el Comandante
General de la Armada abrió el compás para que todos nosotros de
una vez por todas expresáramos nuestras disidencias y nuestra
opinión en relación a todo lo que venía sucediendo, porque había
salido el Coronel Soto y el Admirante C.M.T., a la palestra pública, un
grupo de almirantes nos manifestamos... ...y propiciamos un clima en
el cual varios almirantes también tomaron valor y manifestaron su
inconformidad y disidencias con relación a todo lo que venía
sucediendo; particularmente nunca estuve de acuerdo con el
Teniente Coronel H.C.F. desde que él ganó las elecciones, yo estaba
de comandante de la base naval y desde aquel momento eh... ...yo
sentí que algo malo venía para Venezuela y yo siempre manifesté
mis inquietudes; en esa oportunidad se planteó para hacerlas
oficialmente en la reunión de Almirantes; luego de esta reunión el
General L.R. me indicó que motivado a las incidencias (sic) que
oficiales y generales y almirantes habían manifestado en reuniones
correspondientes, Generales de la Fuerza Aérea y Almirantes, el
Presidente había tomado la decisión de llamar a estos oficiales
disidentes y conversar con ellos...

¿Lo presionó? (pregunta la periodista). “Yo no estuve presente en la entrevista,


pero efectivamente fuimos todos juntos a la residencia del Ministro de la
Defensa que se encuentra en Fuerte Tiuna, que no es la residencia
presidencial, y cuando estábamos allá, estábamos tres oficiales generales de la
Fuerza Aérea, generales de Fuerza Aérea y tres oficiales almirantes. El General
L.R. me dijo: mire Comisso, a usted no le toca hoy, lo llamaremos después.
Bueno, hasta el momento el Presidente no me ha llamado; pero es evidente, el
Presidente sabe que yo siempre lo adversé, desde el primer momento...”
3) En relación con el General de Brigada P.A.P.O.:
...está completamente bajo control todas las bases aéreas, están
controladas por nosotros, los aviones, eh... helicópteros, aviones de
combate de las diferentes bases: Maracaibo, Barquisimeto,
Libertador, Sucre, están bajo nuestro control y los comandantes de
unidades tienen instrucciones de no volar ningún tipo de aeronave y
mantenerse en las bases aéreas. (pregunta la periodista) Y en caso,
por ejemplo, se supone que el Presidente va a tratar de huir en un
avión ¿Cómo van a controlar eso?. Respuesta: Bueno, tenemos todo
un dispositivo en las bases aéreas de manera tal de no permitir de
que el Teniente Coronel H.C.F. salga del país y así poder enjuiciarlo
para que pague todo el mal que ha hecho...
Sorprende al disidente no encontrar en el fallo cuestionado ningún señalamiento
en relación a dicha probanza; no se cita y, por consiguiente, no se valora. Esta
prueba tiene por objeto demostrar el estado beligerante de los imputados y su
planificación para controlar el Gobierno, rechazando como tal al Jefe de Estado
H.R.C.F.. La prueba silenciada, a juicio de quien disiente, es “suficiente” para
afirmar que se produjo una “operación militar” o, como bien lo declaró el
Vicealmirante H.R.P., una “operación quirúrgica”, dirigida a consolidar sin duda
alguna los actos de rebelión y de la ruptura constitucional producida en aquellos
días, tomando en cuenta que, como bien lo expresa el Magistrado Angulo en su
ponencia rechazada, las “operaciones quirúrgicas” se refieren a bombardeos
selectivos.
La jurisprudencia penal ha sido categórica al sancionar este vicio, entre otras,
en la sentencia Nº 0182 de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 16 de marzo de 2001, expediente 00-648, con ponencia del
Magistrado A.A.F., señaló:
...El resumen parcial e incompleto de las pruebas del juicio, puede
ocultar la verdad procesal o puede ofrecer sólo un aspecto de ésta o
suministrar una versión caprichosa de la misma. Además priva a la
sentencia de la base lógica de la motivación, puesto que ésta debe
elaborarse sobre el resultado que suministre el proceso.

El resumen de dichos elementos probatorios es un requisito esencial


para la validez de la sentencia y es evidente que su omisión implica
un quebrantamiento de forma que amerita la censura de casación.
Tal infracción adquiere mayor relevancia cuando la omisión de las
pruebas trae como consecuencia la falta de análisis y comparación...

Contrapuesto a lo anterior, llama poderosamente la atención que el fallo objeto


de este voto salvado, entra a analizar las pruebas de los imputados, haciendo
una detenida y exhaustiva valorización por demás errónea de las que favorecen
a éstos, evidenciándose entonces, un desequilibrio en la función jurisdiccional
que genera un estado de indefensión para el solicitante del ante juicio de
mérito, y en perjuicio directo del colectivo, al ser el ciudadano Fiscal General de
la República el legitimado para impulsar las averiguaciones y la condenatoria de
quien haya incurrido en delito de rebelión militar, reglamentado con el fin último
de garantizar la paz social, la estabilidad y la gobernabilidad del Estado,
configurándose una sentencia carente de la base lógica de su motivación.
VI DE LOS HECHOS ESTABLECIDOS El fallo disentido se fundamenta
principalmente en la falta de sanción del delito de rebelión militar para declarar
que no hay méritos para el enjuiciamiento, lo cual considero incorrecto, tal como
lo señalé en el primer particular. Posteriormente, en un análisis de pruebas
sorteadas a conveniencia, la decisión llega a la conclusión contraria a la
realidad notoria que “...los hechos por los cuales se pretende enjuiciar a los
Oficiales preidentificados, no se realizaron con la intención de alterar la paz
interior o la de impedir o dificultar el ejercicio del Gobierno...”.
Esto último resulta un subterfugio contrapuesto tanto a lo alegado y probado
(con pruebas dejadas de analizar), como a los hechos notorios que el País, el
resto del mundo y nosotros como jurisdicentes conocemos y debemos dejar
establecidos; de allí que el análisis conjunto y concatenado de las pruebas
aportadas, delatan que los hechos inocultables hacen presumir que los mismos
tuvieron como finalidad la separación de manera ilegal e inconstitucional del
Presidente H.R.C.F. de su cargo para instaurar, como en efecto sucedió, un
Gobierno de Facto encabezado por el auto proclamado Presidente de Facto,
ciudadano P.C.E., y respaldado, abierta y públicamente, por los militares
imputados al grado de que uno de ellos, el Vicealmirante H.R.P., -se repite- fue
designado por dicho Presidente de Facto como Ministro de Defensa,.
La disentida se aparta del principio de la uniformidad de la jurisprudencia y deja
de considerar la tesis del hecho comunicacional notorio, establecida en la
sentencia Nº 98, dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 15 de marzo de 2000, expediente 00-146, con ponencia del
Magistrado J.E.C. que su parte pertinente me permito transcribir:
...Pero el mundo actual, con el auge de la comunicación escrita
mediante periódicos, o por vías audiovisuales, ha generado la
presencia de otro hecho, cual es el hecho publicitado, el cual en
principio no se puede afirmar si es cierto o no, pero que adquiere
difusión pública uniforme por los medios de comunicación social, por
lo que muy bien podría llamársele el hecho comunicacional y puede
tenerse como una categoría entre los hechos notorios, ya que forma
parte de la cultura de un grupo o círculo social en una época o
momento determinado, después del cual pierde trascendencia y su
recuerdo solo se guarda en bibliotecas o instituciones parecidas,
pero que para la fecha del fallo formaba parte del saber mayoritario
de un círculo o grupo social, o a el podía accederse.

Así, los medios de comunicación social escritos, radiales o


audiovisuales, publicitan un hecho como cierto, como sucedido, y esa
situación de certeza se consolida cuando el hecho no es desmentido
a pesar que ocupa un espacio reiterado en los medios de
comunicación social.

(...OMISSIS...)

Se trata de un efecto de la comunicación masiva, que en forma


transitoria y puntual hace del conocimiento general un hecho que
durante cierto espacio de tiempo, a veces breve, permite a los
componentes de la sociedad referirse a él y comentar el suceso, o
tomar conciencia de un mensaje, como sucede con la propaganda o
publicidad masiva.

(...OMISSIS...)

El hecho publicitado o comunicacional no es un hecho notorio en el


sentido clásico, ya que puede no incorporarse como permanente a la
cultura del grupo social, sin embargo su publicidad lo hace conocido
como cierto en un momento dado por un gran sector del
conglomerado, incluyendo al juez; y desde este ángulo se puede
afirmar que forma parte durante épocas, de la cultura, así luego
desaparezca, ya que su importancia o trascendencia era relativa,
tenía importancia solo en un espacio y tiempo limitado y a veces
breve.

(...OMISSIS...)

El hecho comunicacional, fuente de este tipo particular de hecho


notorio que se ha delineado, es tan utilizable por el juez como el
hecho cuyo saber adquiere por su oficio en el ejercicio de sus
funciones, y no privadamente como particular, lo que constituye la
notoriedad judicial y que está referido a lo que sucede en el tribunal a
su cargo, como existencia y manejo de la tablilla que anuncia el
despacho; o lo relativo al calendario judicial, a los cuales se refiere el
juzgador sin que consten en autos copias de los mismos; notoriedad
judicial que incluye el conocimiento por el juez de la existencia de
otros juicios que cursan en su tribunal, así como el de los fallos
dictados en ellos.

¿Puede el juez fijar al hecho comunicacional, como un hecho


probado, sin que conste en autos elementos que lo verifiquen? Si se
interpreta estrictamente el artículo 12 del Código de Procedimiento
Civil, el cual es un principio general, el juez sólo puede sentenciar en
base a lo probado en autos, con excepción del hecho notorio. Tiene
así vigencia el vetusto principio que lo que no está en el expediente
no está en el mundo. Pero si observamos las sentencias,
encontramos que ellas contienen un cúmulo de hechos que no están
probados en autos, pero que son parte del conocimiento del juez
como ente social, sin que puedan tildarse muchos de ellos ni siquiera
como hechos notorios. Así, los jueces se refieren a fenómenos
naturales transitorios, a hechos que están patentes en las ciudades
(existencia de calles, edificios, etc.), a sentencias de otros tribunales
que se citan como jurisprudencia, a obras de derecho o de otras
ciencias o artes, al escándalo público que genera un caso, a la hora
de los actos, sin que existan en autos pruebas de ellos.

Si esto es posible con esos hechos, que casi se confunden con el


saber privado del juez, con mucha mayor razón será posible que el
sentenciador disponga como ciertos y los fije en autos, a los hechos
comunicacionales que se publicitan hacia todo el colectivo y que en
un momento dado se hacen notorios (así sea transitoriamente) para
ese colectivo.

Esta realidad lleva a esta Sala a considerar que el hecho


comunicacional, como un tipo de notoriedad, puede ser fijado como
cierto por el juez sin necesidad que conste en autos, ya que la
publicidad que él ha recibido permite, tanto al juez como a los
miembros de la sociedad, conocer su existencia, lo que significa que
el sentenciador realmente no está haciendo uso de su saber privado;
y pudiendo los miembros del colectivo, tener en un momento
determinado, igual conocimiento de la existencia del hecho, porque
negar su uso procesal.

(...OMISSIS...)

Planteado así la realidad de tal hecho y sus efectos, concatenado


con la justicia responsable y sin formalismos inútiles que el artículo
26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
contempla; aunado a que el proceso constituye un instrumento
fundamental para la realización de la justicia, tal como lo establece el
artículo 257 de la vigente Constitución, y que el Estado venezolano
es de derecho y de justicia, como lo expresa el artículo 2 ejusdem, en
aras a esa justicia expedita e idónea que señala el artículo 26 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a pesar de
que el hecho comunicacional y su incorporación a los autos de oficio
por el juez, no está prevenido expresamente en la ley, ante su
realidad y el tratamiento que se viene dando en los fallos a otros
hechos, incluso de menos difusión, esta Sala considera que para
desarrollar un proceso justo, idóneo y sin formalismos inútiles, el
sentenciador puede dar como ciertos los hechos comunicacionales
con los caracteres que luego se indican, y por ello puede fijar como
cierto, los hechos que de una manera uniforme fueron objeto de
difusión por los medios de comunicación, considerándolos una
categoría de hechos notorios, de corta duración.

(...OMISSIS...)

Es cierto que el hecho comunicacional, como cualquier otro hecho,


puede ser falso, pero dicho hecho tiene características que lo
individualizan y crean una sensación de veracidad que debe ser
tomada en cuenta por el sentenciador. Esos caracteres confluyentes
son: 1) Se trata de un hecho, no de una opinión o un testimonio, si no
de un evento reseñado por el medio como noticia; 2) Su difusión es
simultánea por varios medios de comunicación social escritos,
audiovisuales, o radiales, lo cual puede venir acompañado de
imágenes; 3) Es necesario que el hecho no resulte sujeto a
rectificaciones, a dudas sobre su existencia, a presunciones sobre la
falsedad del mismo, que surjan de los mismos medios que lo
comunican, o de otros y, es lo que esta Sala ha llamado antes la
consolidación del hecho, lo cual ocurre en un tiempo
prudencialmente calculado por el juez, a raíz de su comunicación; y
4) Que los hechos sean contemporáneos para la fecha del juicio o de
la sentencia que los tomará en cuenta...

(Resaltado del disidente).


A través de un análisis parcial de las actas que conforman el presente
expediente, la disentida llegó a varias conclusiones, entre las cuales cito la
relacionada con que los imputados habían actuado luego de haber conocido la
noticia de la renuncia del Presidente de la República y que lo hicieron con la
finalidad de restituir el orden público y la paz social perturbado, tras los
enfrentamiento que se dieron en la sociedad venezolana el 11 de abril del año
que discurre. Entonces, no sólo se aparta de lo probado en autos, sino que
además deja de considerar y establecer el hecho comunicacional notorio
constituido por los hechos que todas las cadenas televisivas, tanto venezolanas
como las extranjeras que cubrieron los sucesos, dieron a conocer a toda la
colectividad; en especial, olvida la sentencia que fue un hecho comunicacional
notorio que el Presidente de la República fue puesto bajo custodia y privado de
su libertad; que su renuncia nunca fue anunciada por él (cuestión que más
adelante trataré en relación al carácter personalísimo que ésta debe revestir
para que surta efectos), que los militares imputados aparecieron en medios de
comunicación emitiendo comunicados de control del poder; que existen
declaraciones de personeros castrenses como de representantes de gremios
económicos antes, durante y después del 11 de abril, las cuales constituyen
presunción de que existió un movimiento dirigido a apartar de su cargo al Jefe
de Estado constitucionalmente elegido, utilizando vías inconstitucionales, no
previstas en nuestro sistema normativo y con el fin de instaurar un Gobierno de
Facto. Admitir tal supuesto sería aceptar que la mayoría sentenciadora nunca
tuvo acceso a los medios de comunicación ni a los hechos ocurridos en
aquellos días.
El ante juicio de mérito es un pre-requisito de etapa preparatoria que no está
instituido para el análisis de fondo del asunto, pues ello es el objeto o materia
del futuro juicio que se autorice; está concentrado el antejuicio en la presunción
de pruebas suficientes, como antes lo expresé, vinculadas a los imputados y
que pudieran configurar un determinado delito, siendo que los hechos que se
denuncian tengan certeza de su ocurrencia, pero nunca para juzgar ab initio si
éstos fueron cometidos o no por los imputados. Constituye el antejuicio de
mérito una modalidad preliminar del juicio de fondo y, por consiguiente, en
cuanto a la prueba para autorizarlo, basta que existan elementos con
potencialidad suficiente probatoria para tales efectos lo contrario sería
desnaturalizar por completo dicha modalidad preliminar en que consiste el
referido antejuicio. En el sub iudice la potencialidad probatoria de los hechos
reales y por ende notorios, rebasa los límites probatorios de esa potencialidad y,
sin embargo, el ponente concluye que no hay méritos en contra de los
imputados. Para quien disiente, es incontrovertible que al transformar la
modalidad preliminar en que consiste el antejuicio de mérito, en una modalidad
de fondo, como lo hizo el ponente, violó de el debido proceso y del derecho de
defensa constitucionales del ciudadano Fiscal General de la República, lo que
inficiona el fallo de nulidad absoluta. ¿Para qué tenemos una Constitución que
establece un Estado de Derecho y de Justicia Social? “Las debilidades de la
Constitución no se salvan con menos Constitución sino con dosis mayores de
ésta... los privilegios ahuyentan la verdad” (Bielsa, Rafael “La justicia por su
nombre, Argentina. Textos libres. J.V.. Editor 1999, p. 71). Estas razones
abundan a favor de mi posición de rechazar la declaratoria de que no hay
mérito para el enjuiciamiento.
VII
DE LA “RENUNCIA DEL PRESIDENTE” H.C.F. Y DE SU DETENCIÓN ILEGAL
De una manera formalista, el fallo saca extracto por conveniencia de las
declaraciones del Presidente H.R.C.F., para señalar que éste reconoce que fue
objeto de buen trato, al haber sido sus captores muy respetuosos con su
persona, y que en todo caso hubo “una conducta calificada de altanera”. Las
situaciones que rodearon la particular situación del 11 de abril de 2002 y los
días siguientes, son notorios y públicos, como antes se dejo establecido, que lo
alegado para llegar a la conclusión que el Presidente no fue objeto de coacción
para que renunciara, choca de manera odiosa con toda lógica. El sólo hecho
comunicacional notorio, respecto a que “...un grupo de generales se dirigieron a
otro sitio (...) y regresaron con el General Vásquez Velasco quien le indicó al
señor Presidente que había decidido dejarlo bajo su protección...”, además de
ser conocido que fue trasladado a varios sitios del País, siempre bajo custodia
militar e incomunicado y ordenada su reclusión por instrucciones del
mencionado General, según boleta de encarcelación consignada en autos,
constituyen sin lugar a dudas actos o medios de coacción tanto física, como
moral, último supuesto más grave, por atentar contra la sanidad mental de la
victima.
Además, desconoce la disentida las pruebas que corren en autos, como la
boleta de encarcelación del Presidente H.R.C.F. y la declaración del Presidente
inserta del folio 417 al 447 del expediente, relativa a que le comunicaron vía
telefónica que si no salía en diez minutos de Palacio y se dirigía a Fuerte Tiuna
para presentar su renuncia, colocarían una columna de tanques y
bombardiarían el lugar. Estas probanzas aportadas, hacen prueba suficientes
para presumir que existió un mecanismo de presión, impulsado principalmente
por los militares imputados para que el Presidente suscribiera y manifestara
públicamente su renuncia; cuestión que no se logró ya que, a pesar de las
presiones, en ningún momento se dio la renuncia, sólo el anuncio del General
L.R., quien por la naturaleza propia de la voluntad individual del ser humano,
carece de facultad para expresar y hacer efectiva la renuncia de cualquier
ciudadano y en mayor grado la del Presidente de la República Bolivariana de
Venezuela que, en todo caso, en el supuesto negado de que así fuese, dicha
renuncia no fue espontánea y expresa sino que le fue solicitada bajo hechos
coercitivos y un panorama de subversión e insurrección a su alto rango de M.M.
y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional. Necesario es acotar que
no se trataba de una manifestación personal de voluntad a la renuncia de un
derecho privado, sino a la más alta investidura administrativa la cual reclama un
tramite ante los órganos ante quien presentó juramento como tal Mandatario
Nacional.
Por otra parte, la disentida establece un falso supuesto, al indicar que:
...En esas condiciones, no puede atribuírsele a los imputados la
detención arbitraria del Presidente si en esa oportunidad se trataba
de un expresidente, tal como se dejó constancia en la boleta hecha
valer por el Fiscal...
.
Ahora bien, tal probanza fue hecha valer con la finalidad de demostrar la
detención del Presidente de la República por miembros de las Fuerza Armada
Nacional. Omitiendo esto, la disentida se centra a establecer de manera
infundada que para el momento de la detención el ciudadano H.R.C.F. era
expresidente y, por tal motivo, la detención no era arbitraria.
De lo alegado y probado en el expediente, no consta ninguna prueba que
demuestre que efectivamente el Presidente H.R.C.F. haya suscrito o
manifestado personalmente libre y sin apremio su renuncia. Por tanto, la
disentida al establecer el hecho de que para el momento de la detención el
referido ciudadano no era Presidente, lo deduce de la mentada boleta de
encarcelación, con lo cual avala “post mortem” la ruptura constitucional que se
produjo en esos momentos y que, sin lugar a dudas, llevaron a privar al
Presidente ilegítimamente de su libertad, por el apoyo militar del Gobierno de
Facto que en ningún caso puede fulminar la voluntad del pueblo que lo eligió
con su voto para un determinado período presidencial.
Ahora bien, consta de autos la declaración del propio Presidente de la
República, ciudadano H.R.C.F., la cual corre al folio 438, pieza 2, de los que
conforman este expediente y que fue citada en la página 66 de la decisión
disentida, cuyo tenor, expresa:
...Después de transcurrido un tiempo (...) luego ellos entran –como
les decía- y me presionaron un poco más, me habla ya este General,
este de la Guardia Nacional prácticamente me estaba enjuiciando,
tiene que ir preso por este genocidio, por toda esa sangre, SI ES ASÍ
HÁGANLO SOY EL PRESIDENTE PRISIONERO, NO SE OLVIDEN,
TIENEN PRESO AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, NO SE LE
OLVIDEN, YO NO VOY A FIRMAR ESA RENUNCIA
(...).AGARRARON LA HOJA Y DIJO UNO: BUENO ESO NO
IMPORTA, QUE NO FIRME NADA...

. (Lo resaltado es del disidente)


Esta prueba hace que el establecimiento del hecho de que el ciudadano
H.R.C.F. era un expresidente para el momento de la detención, sea inexacto, lo
cual determina que la mayoría sentenciadora incurre en el tercer caso de
suposición falsa previsto en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil,
que a la letra, dice:
...que atribuyó a instrumentos o actas del expediente menciones que
no contiene, o dio por demostrado un hecho con pruebas que no
aparecen en autos o cuya inexactitud resulta de actas e instrumentos
del expediente mismo...

(Negrillas del disidente).


Fundamentarse en que el Presidente renunció porque así lo declaró
públicamente el General L.R., amenaza la razón jurídica de la sentencia, porque
abre paso a que cualquiera que ostente un determinado cargo pueda anunciar
la renuncia de otro funcionario público y ésta ser considerada como hecha y
efectiva; aunado a ello el anuncio hecho por el precitado General, el cuál está
en video probatorio (no analizado), se refiere a que la renuncia se le pidió y la
aceptó, lo cual se traduce en el caso hipotético negado de que lo hubiera
hecho, que la misma en todo caso pudiera haber sido provocada en un clima de
tensión y hostilidad mental lo que la hace ineficaz e inexistente. Insisto en que
la renuncia de un funcionario de su categoría debe ser hecha ante el órgano de
su juramentación.
VIII DEL GOBIERNO DE FACTO La disentida “convenientemente” entra a
analizar la participación de los imputados en la conformación del Gobierno de
Facto. Este pronunciamiento no ha lugar en esta etapa, siendo extemporáneo
por anticipado y una opinión al fondo que desnaturaliza el ante juicio de mérito
en el cual es impertinente el establecimiento de responsabilidades, o por el
contrario, librar de las mismas a los imputados. Por tanto, considero que tal
pronunciamiento va al fondo del asunto, lo que vicia el fallo de ultrapetita
procesal. Ahora bien, en el caso hipotético negado de que tal pronunciamiento
sea tempestivo, considero que es inconsistente, ya que libera de
responsabilidad a los imputados fundamentándose en un error de percepción
en que éstos incurrieron por la declarada renuncia del Presidente que hizo en
alocución televisiva el General L.R.. Siendo que las presunciones probatorias
hacen ver que los imputados por el delito de rebelión militar, tenían
conocimiento de que el Presidente no había renunciado, y que lo tenían recluido
negociando tal renuncia a la cual el Presidente, pese a las coacciones que se le
ejercieron, se resistía a suscribir. Por tanto, atenta contra la formalidad desviar
la responsabilidad por un hecho falso que era del conocimiento de los
imputados. Además, no sólo participaron, como en el caso del General E.V.V.,
en un anuncio televisivo para dar a conocer el nombramiento del ciudadano
P.C.E. como “Presidente Interino”, sino que uno de ellos, el Vicealmirante
H.R.P., iba a ocupar el cargo ministerial más alto dentro de la Fuerza Armada
Nacional en dicho Gobierno de Facto; vale decir, Ministro de Defensa. ¿Hace
falta alguna prueba más para presumir la contribución de los imputados a la
conformación de un Gobierno de Facto?. En ese sentido, la presunción es el
término que debe dirigir todo pronunciamiento de ante juicio de mérito y sólo
ordenada la apertura del procedimiento penal, es cuando tocará al jurisdicente
conocer del fondo y establecer las responsabilidades, dentro del marco de la
amplitud procesal probatoria resultado del contradictorio, absolviendo o
condenando a los imputados, dentro del marco de nuestras raíces jurídicas
apegadas a los principios Justinianos del Derecho Romano, que engendraron la
normalidad jurídica, entre los cuales destaca dar a cada uno lo suyo (“Suum
Cuique Tribuere”).
Retomando la jurisprudencia ut supra transcrita de la Sala Constitucional sobre
el hecho comunicacional notorio, la misma ni siquiera podría aplicarse al caso
de la renuncia del Presidente. Me explico, si bien es conocido que la misma fue
informada por los medios de comunicación social, ésta no provenía
directamente del renunciante. Quien dijo que al Presidente H.R.C.F. se le pidió
la renuncia “la cual aceptó”, fue el General L.R., por tanto, el hecho
comunicacional notorio no establece que existió un acto personal del Presidente
que demostrara su renuncia, que por el contrario ha negado rotundamente
desde que se reestableció la soberanía del pueblo. Pensar de otro modo, como
he indicado, pudiera dar pie a que cualquier Magistrado, por ejemplo, invocando
circunstancias de hecho diga, verbigratia, que el Magistrado Presidente, por
presiones morales, políticas o de hostilidad pública renunció a su cargo y así se
tramite, sin entrar a considerar su manifestación personal o cualquier otra
circunstancia ajena a tal acto, como sería hacerlo ante la Asamblea Nacional.
No puede darse validez jurídica a una renuncia que carece del elemento
principal, como es la certeza de que quien renuncia lo hace con pleno gozo de
su voluntad y de manera personal.
IX DEL VICIO DE INCONGRUENCIA El fallo disentido resuelve en un primer
punto la inexistencia del delito de rebelión militar. Tal pronunciamiento, como lo
expresé ut supra, carece de todo acierto jurídico y lógico. Sin embargo, en la
hipótesis negada que tal conclusión jurídicamente fuese cierta, como pretende
hacerlo ver la disentida, ello constituye un pronunciamiento jurídico previo de tal
magnitud que a todas luces el Derecho imposibilita emitir, dentro de esa misma
decisión, cualquier otro y mucho menos en relación al mérito del asunto, por
tratarse de una etapa preparatoria, de un antejuicio, en el cual no se establecen
responsabilidades, sino presunciones e indicios que deben desarrollarse en el
potencial juicio que bien pudiera ordenarse en dicha etapa, dentro del marco
probatorio permitido.
Esto significa que, imputados los militares por el ciudadano Fiscal General de la
República por la comisión del delito de rebelión militar, con fundamento en las
circunstancias y los hechos alegados, de las cuales existen presunciones
evidentes, desprendida del cúmulo de pruebas suficientes, además
perfectamente establecibles por el conocimiento comunicacional notorio que
tenemos los jurisdicentes, en relación a todo lo ocurrido antes, durante y
después del 11 de abril, ciñen el thema decidendum, por lo que resulta
destructivo de la solicitud un pronunciamiento que declare inexistente el delito
imputado. Carece de sentido jurídico y de poca técnica en la elaboración de la
sentencia, entrar luego a analizar y sentar criterios absolutorios como lo hace la
sentencia aprobada sobre hechos externos al tema de decisión incurriendo la
disentida, por vía de consecuencia, en el vicio de incongruencia positiva al
extender su análisis sobre hechos que escapan a su jurisdicción y que
quedaron fuera del thema decidendum. En ese sentido el Magistrado ponente
de la disentida, reiterando el criterio de la Sala de Casación Civil, en fecha 30
de mayo de 2002, expediente 01-728, sentencia 266 del juicio de Agropecuaria
El Sipudo, C.A. contra F.G.G., señaló:
...Al amparo del ordinal 1° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, denuncia el formalizante la violación por parte de
la recurrida de los artículos 12, 243 ordinal 5° y 244 eiusdem, al
haber incurrido en el vicio de incongruencia positiva “...por
extrapetita, subsumido, por la jurisprudencia de esa Sala Civil, en el
concepto de ultrapetita...”

El recurrente fundamenta su denuncia en los siguientes términos:

(...OMISSIS...)
En efecto, ciudadanos Magistrados, un examen contrastado de la
dispositiva de la recurrida con respecto al petitum del libelo de
demanda por el cual se inició el juicio en el cual esa sentencia de
alzada fue dictada, pone de protuberante manifiesto que el
correspondiente Juzgador de última instancia incurrió en uno de los
más grotescos casos del repudiable vicio de incongruencia positiva
en la especie de extrapetita, condenado, dicho vicio, por la reiterada
jurisprudencia de ese alto tribunal.

(...OMISSIS...).

En consecuencia, es radicalmente notorio que al pronunciarse la


recurrida, en su dispositiva, sobre una nulidad contractual no
solicitada en el petitum del libelo de la demanda respectiva, esa
decisión judicial grotescamente incurrió en el vicio de incongruencia
positiva objeto de la presente delación, lo cual respetuosamente
solicitamos sea declarado por ese Tribunal Supremo con todas las
pertinentes determinaciones de ley...

.
Para decidir, se observa:
En primer lugar, la Sala debe determinar en qué consistió la pretensión procesal
del actor, y para ello debe analizar el libelo de demanda, el cual señala lo
siguiente:
(...OMISSIS...)
No obstante que la nulidad de esa venta no formaba parte de la pretensión
procesal del presente juicio, la recurrida, determinó en el punto segundo de su
parte dispositiva lo siguiente:
(...OMISSIS...)
La sentencia impugnada declaró la nulidad de un contrato de compraventa, a
pesar de que tal nulidad no fue solicitada en el libelo de demanda, pues el
mismo actor alega que se ventila en otro proceso y con partes distintas a las
planteadas en el presente juicio. Este pronunciamiento de la recurrida contraría
lo dispuesto en el ordinal 5° del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil,
pues no es dictado con arreglo a la pretensión deducida ni al thema
decidendum de la controversia, y además, afectó intereses de personas
involucradas en la operación de compraventa anulada, que no comparecieron
en el presente proceso por no ser parte en él. Al existir claramente el vicio de
incongruencia, la presente denuncia por quebrantamiento de los artículos 12 y
243 ordinal 5° del Código de Procedimiento Civil, debe declararse procedente.
Así se decide....” (Lo resaltado es del disidente).
Este vicio de incongruencia positiva del cual está inficionado la sentencia que
cuestiono, es más contundente y evidente en el Capítulo Séptimo de la
disentida, titulado “EL GOBIERNO PROVISORIO”. La propia disentida en el
folio 81 indica que esto es un punto no alegado por el ciudadano Fiscal General
de la República Bolivariana de Venezuela en su solicitud, y muchos menos fue
una defensa de los imputados; sin embargo, afirma:
...A pesar de que el Fiscal General no achacó expresamente a los
imputados lo relativo a la constitución de un gobierno provisorio, por
lo cual su consideración es ajena a esta decisión, el mundo todo
sabe que el 12 de abril de 2002, después de que el General en Jefe
anunciara la renuncia del Presidente, un grupo de militares entre los
cuales se encontraba el coimputado General E.V. (sic) Velasco
anunció el nombramiento del Dr. Ramón (sic) Carmona Estanga
como Presidente interino o provisional de una Junta de Gobierno.

(...OMISSIS...)

Ahora, como ya se dijo, una vez que se anunció por el General en


Jefe la renuncia del Presidente y del Alto Mando Militar, todo el País
tenía el derecho y la obligación de creer, tal y como sucedió con la
OEA, que en Venezuela existía crisis en el poder ejecutivo por
carencia de titular de la Presidencia.

Fue en esas condiciones cuando los militares anunciaron el


nombramiento del Presidente provisorio.

Evidentemente que carecían de competencia para esa actuación,


-aun cuando por mandato legal se les deba reconocer la buena fe en
su actuación-, y no puede la Sala aplaudir ni silenciar esa conducta
por mucho que se acepte que estuvo preñada de buenas
intenciones.

Ahora, si no existía Presidente en ejercicio y antes se habían


producido los graves acontecimientos que los militares tuvieron como
móvil de sus pronunciamientos; que la OEA condenó tal y como lo
hiciera este Alto Tribunal, no puede decirse que con ello se pretendía
impedir u obstaculizar el ejercicio de un poder ejecutivo sin titular, ni
alterar el orden y la paz interior de la Nación que ya se había roto por
elementos exógenos a los imputados.

De manera que, a pesar de que la Sala considere inaceptable el que


alguien se arrogue la facultad de designar a un Presidente, tampoco
puede concluir en que ese nombramiento encaje dentro de la
descripción hecha en el artículo 476, ordinal 1, del...

(Negritas del texto)


El propio fallo reconoce el vicio en el que está incurriendo; es decir, se auto
califica nulo, a la letra de los artículos 243, ordinal 5º y 244 de la Ley Adjetiva
Civil. Quien disiente “no encuentra” los motivos que llevaron a la mayoría a
hacer este pronunciamiento con el cual incurre en el vicio de ultrapetita. Sobre
este vicio, la Sala de Casación Civil, en fecha 30 de abril de 2002, expediente
01-174, con ponencia del Magistrado que suscribe el presente voto salvado,
dictó sentencia en la qué explicó en que consiste el vicio aquí delatado. A tal
efecto, estableció:
...Así mismo la doctrina reiterada y pacífica de este Alto Tribunal
sobre el asunto de la ultrapetita, ha sostenido el criterio expresado en
sentencia Nº.135, de fecha 27 de abril de 2000, expediente Nº.99-
287, en el juicio de L.V.R. contra N.J.L.R., cuando bajo la ponencia
del Magistrado que aquí suscribe, se ratificó:

‘La ultrapetita, vicio denunciado por el recurrente, aún cuando no ha


sido definido expresamente en el ordenamiento procesal patrio, la
doctrina y jurisprudencia han subsanado la deficiencia anotada,
establecido por la Sala de Casación Civil, en innumerables fallos, el
criterio que de seguidas se transcribe:

El vicio de ultrapetita se configura en los casos en que se acuerda


más de lo pedido por el demandante, es decir, cuando se condena al
demandado a pagar o hacer una cosa mayor que la reclamada por el
actor, o cuando la condenación versa sobre un objeto diferente del
señalado en el libelo, extraño al problema judicial debatido entre las
partes (extrapetita). De manera que basta comparar el petitum de la
demanda con el dispositivo del fallo o con el pronunciamiento que
contiene la condena, para determinar si la sentencia adolece del
señalado vicio de forma. De acuerdo con la autorizada doctrina de
H.C., no toda modificación del objeto de la controversia vicia del fallo,
por cuanto 'el tribunal puede acordar menos de lo reclamado (minus
petitio), pero no puede pronunciarse sobre cosa no demandada (no
petita), ni cosa extraña (extrapetita), ni más de lo pedido (ultrapetita),
pues su decisión debe enmarcarse dentro de los límites de lo
reclamado (intrapetita)'. Sobre el particular, la Sala tiene establecido
el siguiente criterio, que hoy se reitera:

En sentencia del 16 de diciembre de 1964, la Sala estableció:


'...Nuestro ordenamiento procesal no define el concepto jurídico de la
ultrapetita, pero en su defecto la doctrina y la jurisprudencia han
elaborado la noción del expresado vivió formal de la sentencia,
consistentes según ellas en un exceso de jurisdicción del juzgador al
decidir cuestiones no planteadas en la litis concediendo
generalmente a alguna parte una ventaja no solicitada, o en otros
términos, dando más o más allá de lo pedido que es la significación
etimológica del vocablo. El deber impuesto a los jueces de evitar la
incursión en ultrapetita es consecuencia del principio de congruencia
que ha de estar presente en toda sentencia para asegurar la debida
correspondencia entre el fallo y el objeto de la litis...". 'Nuestro
comentarista Borjas al analizar tal punto expresa que 'los jueces no
pueden pronunciarse sobre cosa no demandada, ni adjudicar más de
lo pedido; les está prohibido todo cuanto constituya extra o
ultrapetita...'

.
Pues bien, en consonancia con el criterio jurisprudencial citado, quien disiente
tiene la obligación de resaltar este vicio que, por su importancia, al sorprender
al Fiscal General de la República con un pronunciamiento no solicitado por él ni
por los imputados, que deja exculpados a los militares de su participación en el
Gobierno de Facto, sin que ello haya sido objeto del thema decidendum, hace
nula la disentida, por expresa prevensión del artículo 244 del Código de
Procedimiento Civil.
Por otra parte la anatema decisión, da por un hecho generalizado la obligación
y el derecho de que todo el mundo tenía de creer que no había presidente, lo
cual constituye un supuesto falso derivado de la información mediática y que los
mismos acontecimientos impedían creer tales afirmaciones ante la
incomunicación del Presidente, único dueño de esa tan ansiada y pregonada
pero inexistente renuncia, informaciones desconocidas por la mayoría del
pueblo, pero no por los implicados en los actos inconstitucionales de rebelión
militar. Es indudable que en este aspecto el ponente juzgó unidireccionalmente
al establecer el referido supuesto falso, que todos creían que el Presidente
había renunciado, pero olvida que también se estima que igualmente no había
renunciado, según se evidenció en los hechos notorios televisivos. De tal
manera, que el fallo desequilibra la equidad procesal y sustantiva, lo que
involucra, como dije ut supra, privilegia el privilegio de los imputados al alejarse
de la nítida verdad.
X
DE LA REBELIÓN MILITAR SIN ARMAS
De manera conclusiva, la disentida hace relevante que para que exista el delito
de rebelión militar este debe ser perpetrado con el empleo de armas o que los
imputados hayan promovido o ayudado un movimiento armado. Así, la mayoría
de mis colegas apoyan una refinada motivación, dirigida a demostrar que los
imputados no utilizaron las armas y que, más aún, el único de los imputados
que tenía a su mando tropas ordenó al cuerpo militar bajo su mando
permanecer en sus unidades, lo cual no puede ser calificativo de una conducta
que tenga que ver con el delito de rebelión armada.
Al efecto, la disentida expresó:
...Por otra parte, para que tales hechos pudieran encuadrar en la
descripción dicha es preciso el elemento finalistico; es decir, que las
alocuciones tuvieren como fin promover o ayudar un movimiento
armado para alterar la paz interior de la República o para impedir o
dificultar el ejercicio del Gobierno.

En este sentido se observa que el único de los imputados que tenía


mando efectivo de tropas ordenó a todos sus comandantes de
batallones, brigadas y divisiones que permanecieran en sus unidades
y que eso no era un golpe de estado ni una insubordinación, sino que
lo que hizo fue desconocer la orden dictada por el Presidente de la
República de aplicar el Plan Avila (sic), por cuanto, según él
resultaba contrario a la protección de los derechos humanos de la
ciudadanía y ello significaría una masacre.
Luego, si el único que tenía mando de tropa ordenó a esa tropa que
permaneciera en sus unidades y les aclaró que no era un golpe de
estado ni insubordinación, para los otros, por carecer de mando de
efectivos militares resultaba imposible la comisión del delito que se le
imputó sin que pueda la Sala, referirse a ningún tipo de calificativo de
su conducta que tenga que ver con un supuesto diferente al señalado
por el Fiscal...

.
Observa quien disiente, además que la defensa de los imputados referida a la
falta de tipificación del delito de rebelión militar, debido a que en los hechos
ocurridos no se comprueba el uso de armas en la alteración del hilo
constitucional, adicionalmente alegaron el mal llamado “vacío de poder”, por la
renuncia del Presidente lo cual provocó –al decir de los mismos- la necesidad
del establecimiento de un Gobierno de Facto.
Antes de entrar a considerar el punto relacionado con la tipificación del delito de
rebelión militar y la necesidad o no del uso efectivo de las armas, o que baste
para ello la garantía de que quienes se rebelan las tienen y amenazan con su
uso, estimo pertinente indicar que la disentida, al no resolver expresamente la
defensa de los imputados sobre el “vacío de poder”, el cual comentaré más
adelante, incurrió igualmente en el vicio de incongruencia negativa, que a tenor
de la doctrina de la precitada Sala, se genera por la omisión del jurisdicente
sobre alguno de los términos del problema judicial ( Sala de Casación Civil,
Sentencia 118, Exp. N°99-516, 13 de abril de 2000) y, por el contrario, aceptar
que quienes intervinieron en los hechos notorios de aquellos días, hoy
imputados, actuaron conforme a la renuncia del Presidente y el necesario
restablecimiento de la paz social y del orden constitucional, hacen patente la
comunión que se mantiene con esta desleal tesis, infiere una aceptación que
categóricamente rechazo y debo descartar, por no existir dicha figura en nuestro
ordenamiento jurídico.
De manera previa, estimo que esto es un alegato que escapa del alcance de
pronunciamiento en un ante juicio de mérito, toda vez que el mismo va dirigido a
constituirse en un justificativo eximente de responsabilidad, el cual amerita el
estudio de fondo a que tendría lugar si se aprueba un juicio contra los
imputados. Esta defensa alegada, a criterio de quien disiente, es una confesión
de los hechos que tuvieron como efecto último la salida inconstitucional del
Presidente y la implementación de un Gobierno de Facto. No se puede alegar
una eximente de responsabilidad si no se reconoce el acto aparentemente
delictivo. Por tanto, la disentida debió considerar los términos de la confesión
para concluir que existen pruebas “suficientes” para abrir un juicio a los
imputados.
A pesar de lo anterior y vista la importancia social y jurídica que reviste el mal
llamado “vacío de poder” en un Estado de Derecho, estimo impostergable
detener el análisis en este punto y hacer las siguientes reflexiones:
No puede alegarse un “vacío de poder” y justificarse en él, si este es provocado
inconstitucionalmente por quienes lo alegan. Como antes lo expresé, el
PRESIDENTE NUNCA RENUNCIÓ, ni voluntariamente ni bajo coacción,
cuestión evidenciada de los autos que conforman este expediente, así como del
conocimiento que se tiene por el hecho notorio comunicacional. Tal aseveración
comporta una “petición de principios” que la casación ha condenado
sostenidamente.
Se produjo una captura inconstitucional e ilegal del Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, luego se le coaccionó para provocar su renuncia.
Durante estos acontecimientos, los imputados siguieron provocando la ruptura
del hilo constitucional con el apoyo y participación del Gobierno de Facto de
Carmona Estanga.
Entonces nunca existió un “vacío de poder” que justificara la conducta de los
imputados, máxime cuando éstos, incluso antes de la captura e incomunicación
del Presidente, ya hacían manifestaciones públicas dirigidas a la salida
inconstitucional del ciudadano Presidente de la República.
En la doctrina del Derecho Político o Constitucional, la llamada categoría de
“vacío de poder” es inexistente. Se habla en la doctrina de “golpe de estado”,
que constituye una categoría jurídica-política que se materializa
fundamentalmente con la rebelión militar, cuyos protagonistas desconocen los
derechos y garantías constitucionales, tal como sucedió en los sucesos que nos
convocan históricamente, cuando vimos la derogación de todos los Poderes
Públicos y la persecución de quienes ejercían los cargos públicos, vejando, en
varios casos, la dignidad de ellos y violando fragantemente sus derechos
fundamentales y más aún, desarticulando el ordenamiento jurídico del País para
derrocar al Gobierno constituido legítimamente por el voto popular, directo,
universal y secreto de los ciudadanos.
Esa categoría de “golpe de estado” hace las veces de causa eficiente o
impulsora de todas las consecuencias políticas, incluyendo la toma del poder
para establecer un Gobierno de Facto. Además, las situaciones políticas y
jurídicas derivadas de esa misma que las desencadena, no se sustantivizan o
independizan de la causa eficiente; por el contrario, se establece un nexo
causal entre ésta y las derivadas circunstancias que conllevan a la pretensión
de obtener el poder. Esto significa que, el “golpe de estado” no se resguarda en
un estrato de aislamiento individualizado, con absoluta independencia de su
consecuencia política, pues se conforma una relación de causalidad jurídica,
que viene determinada por el elemento imputación de la que nos habla Kelsen
en la Teoría P. delD..
Al establecerse una relación de causalidad entre causa eficiente y su efecto,
mediante el precitado nexo de imputación jurídica, puede hablarse de
responsabilidad contractual o extracontractual de naturaleza civil,
administrativa, penal y, dentro de esta última, la militar. Esto es, existe un
agente material y un efecto, el daño, elementos exigidos para establecer la
responsabilidad de la relación de causalidad entre la conducta del agente
material y el daño infligido de donde deriva, que tanto la causa eficiente,
encarnada en el agente material, como el daño ocasionado, no son autónomos,
sino que guardan una interdependencia por vía de la imputación jurídica
expresada en la mencionada relación de causalidad para establecer, como ya
expresé, la respectiva responsabilidad.
Alegar la individualización de la causa y del efecto, sin ninguna relación de
interdependencia, sin establecer la relación de causalidad, poniendo tales
elementos uno frente al otro, equidistantes, es trastocar todas las tesis de la
relación de causalidad y acometer un subterfugio ajurídico para obviar la
responsabilidad que el agente material del daño tiene por su conducta lesiva.
Por esto, frente a la defensa de los imputados de la existencia de un “vacío de
poder”, haciéndole aparecer como una categoría independiente, autónoma e
individualizada de su conducta, cabe preguntarse: ¿Por qué hubo ese supuesto
“vacío de poder”?, a lo que debe responderse: porque hubo un “golpe de
estado”. Esto significa que el efecto que se traduce en el supuesto “vacío de
poder”, tiene por causa eficiente el “golpe de estado”, a través de la conducta
delictiva representada en la rebelión militar de los imputados.
Sobre el particular, adhiero a la posición expuesta por el Magistrado L.M.H.,
quien en su ponencia rechazada, fue categórico, al decir:
...De manera que, según afirman varios de los investigados, el 11 de
abril un grupo de integrantes del Alto Mando de la Fuerza Armada
Nacional (entre los que el Fiscal General de la República incluye a
los oficiales objeto de su solicitud de antejuicio), ante la supuesta
conducta inconstitucional del Presidente de la República con relación
a una marcha pacífica, exigieron la renuncia del Presidente de la
República y expresamente desconocieron su autoridad, y luego de
ello, el referido mandatario se traladó al Fuerte Tiuna, sitio en el cual,
“fue puesto bajo custodia”, a los fines de determinar su
responsabilidad en los sucesos que en horas de la tarde tuvieron
lugar en los alrededores del Palacio Presidencial de Miraflores.

Considera la Sala con ello evidenciado, de una forma por demás


palmaria, que existen razones más que suficientes, hasta de sentido
común, para inferir que el traslado y permanencia del primer
mandatario de la República del Palacio Presidencial de Miraflores a
las instalaciones del Fuerte Tiuna en horas de la madrugada del 12
de abril de 2002 no se debió a su única y exclusiva voluntad {hay que
recordar que entre otras, existen declaraciones donde se evidencia la
amenaza de bombardear Palacios si el Presidente no salía de ahí y
renunciaba}, y que si se produjo algún ‘vacío de poder’, cabe
entender que el mismo se relaciona con el desconocimiento de la
autoridad Presidencial, desconocimiento hecho público por varios
integrantes del Alto Mando militar en horas de la tarde del mismo 11
de abril de 2002 (este hecho notorio comunicacional que además, los
investigados reconocen expresamente).

(...OMISSIS...)

Ahora bien, en el presente caso, mal puede sostenerse que las


conductas de los investigados se amparan en el principio de
confianza legítima, sobre la base de que fueron las declaraciones
emitidas por el General en Jefe (Ej.) L.R.R. las que motivaron sus
actuaciones, toda vez que esas declaraciones fueron transmitidas
por los medios de comunicación en la madrugada del día 12 de abril,
y los primeros ‘pronunciamientos’ de los investigados, tuvieron lugar
el día anterior, 11 de abril, en horas de la tarde, según ellos mismos
aceptan (además que los referidos acontecimientos son hechos
notorios comunicacionales). De allí que resulta impensable pensar
(sic) en una causa sobrevenida a un hecho ya consumado. Por tanto,
basta un simple examen cronológico de los acontecimientos, para
desestimar el alegato en cuestión...

(Entre corchete de quien disiente).


Mantengo mi sintonía con la inexistencia del “subterfugio del vacío de poder”,
rechazado en los términos ut supra transcrito y que, la disentida, consiente con
su omisión de pronunciamiento expreso, se fundamenta en circunstancias que
tácitamente le permiten sostener que lo que existió fue un vacío de poder y no
una ruptura del hilo constitucional.
Asimismo, en relación al principio de confianza legítima alegada, ésta, además
de lo transcrito para rechazarla en el caso, sería inapropiado jurídicamente
reconocérsela a las altas autoridades de la Institución castrense; bien puede
confundir a la colectividad o al común del ciudadano, quien no tiene acceso a
determinadas informaciones, pero aceptar que Generales, Almirantes y otros
que se encontraban además en contacto físico con el Presidente de la
República para aquel momento, actúan bajo el principio de confianza legítima
que le dieron a la alocución del General en Jefe L.R., sería ampararlos en una
inimpunidad legal no prevista constitucionalmente.
Dicho lo anterior, dilucidemos lo referente a que es necesario que la rebelión
militar se produzca con el uso de armas para que pueda ser tipificado como tal.
Jurídicamente tal suposición es absurda, por lo cual no lo comparto. Tanto la
doctrina patria como la extranjera descartan de manera tajante y reiterada que
cuando se dice que la rebelión militar tiene que ser armada, esto signifique
exclusivamente el uso o el levantamiento literal de las armas, con la finalidad de
destruir la paz social e inquietar el orden interno del Estado.
La tipicidad, según enseña H.G.A., en su obra “Lecciones de Derecho Penal,
Parte General”, 5º edición, Caracas 1987, pág. 111, es “...un elemento delictivo
que implica una relación de perfecta adecuación, de total conformidad entre un
hecho de la vida real y algún tipo legal o tipo penal...”.
En consecuencia, asumo el concepto descriptivo de lo que es tipicidad del delito
y estimo, que tiene relevancia la descripción típica que hace referencia a la
regulación de la situación delictiva hipotéticamente prevista en la norma, a la
cual deberá adecuarse la conducta del individuo para ser imputado.
En el sub iudice, el delito de rebelión militar está previsto en el ordinal 1º del
artículo 476 del Código Orgánico de Justicia Militar, que a su tenor, expresa:
...La rebelión militar consiste:
1º En promover, ayudar o sostener cualquier movimiento armado
para alterar la paz interior de la República o para impedir o dificultar
el ejercicio del Gobierno en cualquiera de sus poderes...

.
La tipicidad del delito de rebelión militar, consiste en promover, ayudar y
sostener un movimiento armado. Por tanto, debe quien disiente, profundizar el
alcance de “movimiento armado”, para determinar si éste debe considerarse
como una exigencia de que el acto delictivo se lleve a cabo a través de
movimientos con la utilización efectiva de armas, de manera tal que ellas sean
las que causen la amenaza y logren o puedan logra el objeto del acto de
rebelión, o si, por el contrario, este movimiento pueda darse sin la utilización de
las mismas, pero con la característica subjetiva de que quien realiza el acto
tenga a su disposición las armas presta a su utilización.
Los penalistas H.G.A. y A.G.F., en su obra “Manual de Derecho Penal, Parte
Especial”, 9º edición Valencia-Caracas 2001, Pág. 1.152, citada en la ponencia
rechazada del Magistrado Luis Hernández Martínez sobre el tema particular,
exponen:
...Como indica P.O., para que pueda hablarse de alzamiento en
armas debe existir un movimiento colectivo, realizado por personas
armadas y capaces por su número y por la calidad y cantidad de
armas de que puedan disponer, de oponerse a las fuerzas legales de
gobierno.

Según esto, no se requiere, para que tal haya, que los rebeldes
dispongan efectivamente de fuerzas numerosas y bien armadas,
idóneas para enfrentar a las del Gobierno. Basta que puedan
disponer de ellas, aunque llegado el caso no los acompañen en la
aventura...

Otro autor, Maggiore, en su obra “Derecho Penal, De Los Delitos en Particular.


Parte Especial” Vol. III, editorial Temis, Bogotá 1972, pág. 91, es de la opinión:
...Como el delito se consuma al ‘promover la insurrección’, esto es
simplemente con prepararla, sin que se realice, la ley considera la
insurrección como armada, aun cuando las armas (no llevadas por
ninguno) estén depositadas en algún sitio...

. (Lo resaltado es del disidente. )


Y Ranieri, en su obra “Manual de Derecho Penal. Parte Especial”, editorial
Temis, Bogotá 1975, pág. 155, asegura:
...La insurrección es armada cuando las personas que participan en
ellas disponen de armas en cantidad adecuada, aunque se
encuentren en un lugar de depósito...

. (Lo resaltado es del disidente.)


Congruente con las dos anteriores opiniones doctrinarias de autores
colombianos, la doctrina española, a través de R.D. y Serrano Gómez,
“Derecho Penal Español. Parte Especial”, 16º edición, Madrid 1993, pág. 840,
ha manifestado, que:
...Otra característica del alzamiento sería la violencia, mas no
entendida con causación de daños en las personas o en las
cosas... ...sino como empleo de la fuerza física o de la amenaza con
usar la fuerza caso de no acceder a las pretensiones de los
alzados...

.
A mi juicio, complementa el tema, la figura de la rebelión militar que comenta
L.C., en su obra “Tratado de Derecho Penal”, tomo III, editorial Temis, Bogotá
1968, págs. 131 y 132, quien basándose en la legislación italiana, expresa:
...el Código italiano aclara que > para distribuirlas en el momento
oportuno.

(...OMISSIS...)

El lugar de depósito puede ser un cuartel o un establecimiento


similar, un bosque, un paraje solitario, una casa de habitación, un
hotel.

(...OMISSIS...)

Estas razones complementan las expuestas antes para indicar que el


presidente de la República puede ser reo del delito de rebelión militar
al disolver el Congreso, aunque no emplee actualmente las armas
que, como es natural, están a su disposición en los cuarteles...

.
De las precedentes citas puede concluirse que el tipo penal de rebelión militar
referido al movimiento armado, no debe concretarse al porte y uso de armas.
Entonces, la expresión “movimiento armado” debe significar, además del uso
efectivo de armas, la realidad fáctica de que este movimiento sea desarmado
(desde un punto de vista activo), más quienes protagonicen el acto rebelde
tengan a su disposición las armas, ya sea a través del control de quienes la
tienen, como en el caso sería el mando que se tiene sobre los subordinados de
los imputados castrenses a cargos de tanques, aviones y demás armamento
militar, o porque éstos directamente las tienen depositadas en un sitio, prestas a
su utilización.
Es decir, no sólo se requiere que el movimiento a que se refiere el artículo 476
del Código Orgánico de Justicia Militar, opere en acciones militares con
armamento; sino que existe la posibilidad de que éste opere con la facultad
agendi, manifestada con la tenencia de las armas y los elementos suficientes
para aupar o planificar la rebelión militar, con el fin último de la interferencia en
la tranquilidad Estadal.
Es oportuno citar lo contenido en la ponencia rechazada del Magistrado L.M.H.,
quien de manera extensa, señaló:
...Adicionalmente, no sólo la doctrina, sino el elemento lógico de la
hermeneútica jurídica, lleva a esta Sala a la convicción de que no se
requiere el uso de armas y el empleo de la violencia física para que
pueda consumarse el delito de rebelión militar. Como señala el citado
autor L.C.P., basta pensar en que el hipotético supuesto (no tan
hipotético en la historia reciente de países cercanos) de que un Jefe
de Estado pretenda disolver –y efectivamente lo haga por exclusivo
medio de la amedrentación- los demás órganos del Poder Público
(v.g. Parlamento, Poder Judicial), sobre la base de ejercer la
condición de Jefe Máximo de la Fuerza Armada, para entenderse que
se está en presencia de un evidente caso de rebelión militar (en este
caso contra los demás órganos del Poder Público).

De allí que en la actualidad, mal puede sostenerse un criterio tan


rígido para entender que solamente cuando se esté en presencia de
un movimiento tumultuoso con armas en mano, se trata de una
acción subsumible en el tipo de rebelión militar...

.
En lenguaje jurídico más profano, es como sostener que no hay robo a mano
armada, si el delincuente sólo le enseña a la víctima una pistola que carga
ceñida a su cintura con la cual lo amedrenta.
Lo anterior constituyen razones de peso jurídico y doctrinario para concluir,
como en efecto lo hago y debió hacerlo la disentida, que para que se de un
“golpe de estado” a través de una rebelión militar, ésta no necesariamente tiene
que haber ocurrido con un movimiento en armas. No se puede olvidar el pasado
para entender justamente la vigencia de los hechos sociales y jurídicos que nos
arropan con su dinámica. Los antecedentes son la mejor carta de presentación
para la justicia y el derecho; por ello, resulta impropio desconocer el golpe de
estado del año de 1948. En aquel entonces, altos oficiales que controlaban el
Alto Mando militar, a través de sus órdenes y directrices a sus subordinados, no
necesitaron acudir a las armas para tener éxito en su rebelión militar. El
Teniente Coronel M.P.J., Llovera Páez y demás miembros del Estado Mayor, en
un acto de rebeldía, exigieron al entonces Presidente R.G. la deposición de su
cargo a la vez que amedrentaron a los sectores políticos. El éxito se debió al
control total que sobre los factores de fuerza militar se tenía, así como de la
disposición de las armas las cuales no fueron utilizadas.
Resulta, entonces, similar la ruptura constitucional ocurrida como consecuencia
de los hechos del 11 de abril de 2002, donde altos miembros de la Institución
castrense se rebelaron contra el Presidente, al punto de ponerlo preso.
De autos sobran las pruebas, como ya he señalado, que demuestran
suficientemente los hechos de ruptura del hilo constitucional y el
establecimiento de un Gobierno de Facto, producto de la presunta participación
activa de los imputados y otros sectores de la sociedad, que por la naturaleza
del fallo del cual disiento, son capaces de presumir la participación, entre otros,
de los imputados en la promoción y ayuda del movimiento que desestabilizó al
Gobierno, a tal punto que se instauró por pocas horas, un Gobierno de Facto
que, a la vez, decretó la destrucción de todos los Poderes Públicos y
desconoció la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
elementos éstos (los hechos establecidos y la presunción de imputabilidad de
los militares cuya solicitud de juicio formuló el ciudadano Fiscal General de la
República) que constituyen méritos suficientes para haber autorizado el
enjuiciamiento de los militares imputados por el ciudadano Fiscal General de la
República de Venezuela, como incurso en el delito de rebelión militar y así se
debió declarar.
CONCLUSIÓN Los análisis precedentes nos conducen a establecer las
siguientes conclusiones válidas:
Primero
Nulidad radical y absoluta e inconstitucionalidad por inexistencia del fallo, al haber sido
dictado por una Sala Plena Accidental no conformada debidamente, al ser excluidos de su
integración a los Magistrados Principales O.M.D. y J.R.P., por una decisión pronunciada por
el Magistrado Dirimente (A.G.G.), quien había perdido su potestad Jurisdiccional para
hacerlo, y como consecuencia, no era su Juez natural. De este modo se les impidió el
ejercicio de los derechos constitucionales previstos en el artículo 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, referidos entre otros, al derecho a la defensa, al debido
proceso y a ser juzgado por sus jueces naturales, y el 25 eiusdem, lo cual hace que la
decisión sea nulo de nulidad radical y absoluta.
Segundo
Nulidad por silencio de prueba, al haberse violentado el principio de la valoración probatoria
omitiéndose el análisis y valoración de las pruebas conforme lo prevé el artículo 509 del
Código de Procedimiento Civil, lo cual, a juicio de la doctrina reiterada de este M.T., es una
conducta censurada a los jueces de instancia y causa de nulidad del fallo por inmotivación,
que amerita un nuevo pronunciamiento para corregir el vicio.
Tercero
Nulidad radical y absoluta, por estar inficionada de incongruencia positiva, al pronunciarse y
resolver alegatos no esgrimidos ni planteados como thema decidendum, específicamente en
lo referente al punto que señala la sentencia cuestionada como “Gobierno Provisorio”.
Cuarto
Nulidad radical y absoluta, por estar inficionada de incongruencia negativa, al no
pronunciarse sobre todo lo alegado, verbi gratia, en relación al “vacío de poder”, lo cual
violenta el principio de exhaustividad del fallo.
Quinto
Nulidad radical y absoluta, por estar sustentada sobre un falso supuesto, al dar como un
hecho cierto la condición de expresidente del Primer Mandatario desconociendo el derecho
constitucional de la soberanía del pueblo que lo eligió.
Sexto
Nulidad radical y absoluta por estar inficionada de Ultrapetita procesal, al emitir un
pronunciamiento de fondo sobre supuestos legales que no son atinentes a un antejuicio de
mérito, como lo es el establecimiento del grado de participación de los imputados en la
conformación del Gobierno de Facto.
En este voto salvado he dejado expuesto las razones de hecho y de derecho para disentir del
indebido fallo, especialmente por alejarse de la verdad, en este sentido quiero finalizar
diciendo: Los jueces, somos servidores públicos, instituido para atrapar la verdad y no
debemos permitir que la realidad huya, pues si se manipula, el género humano pagará un
precio muy alto: su derrumbe.
Dejo de esta manera, dejo estructurado mi voto salvado respecto a dicha decisión. Fecha ut
supra.
El Presidente,
I.R.U.
El Primer Vicepresidente, El Segundo Vicepresidente,
F.A. GUTIÉRREZ A.A.F.
Los Magistrados,
J.E. CABRERA ROMERO J.M. DELGADO OCANDO
L.I. ZERPA A.J.G.G.
R.P. PERDOMO A.R. JIMÉNEZ
C.A.O. VÉLEZ A.M.U.
P.R.R. HAAZ HADEL J. MOSTAFA PAOLINI
Y.J. GUERRERO R.H. UZCÁTEGUI
L.M. HERNÁNDEZ B.R.M.D.L.
A.R. VALBUENA CORDERO M.M.M.
M.J.R.
La Secretaria,
O.M.D.S.P.
Exp. AA10-L-2002-000029
* “Opúsculos de Derecho Criminal”, Vol. VI, Temis, Pág 88.
* Al pie de la letra.
* A primera vista.

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