Está en la página 1de 44

Tema 3.

Voluntad prestacional de la Administración y relación con el


administrado.

1. Responsabilidad patrimonial de la Administración en materia de servicios


públicos.

1.1. Principios constitucionales.

1.2. Responsabilidad contractual

1.3. Responsabilidad extra-contractual.

2. El desarrollo endógeno cómo proceso generador interno.

2.1. Consejos Comunales. La Autogestión, la cogestión y el cooperativismo

2.2. La participación en la gestión económica y en el protagonismo social

2.3. La dimensión ética en el desarrollo endógeno

Tema 4. Control de la actividad prestacional de la Administración.

1. Proceso y Procedimiento Administrativos. Diferencias.

2. Procedimiento Administrativo Ordinario: Iniciación, Sustanciación,


Terminación3. Recursos Administrativos

3.1. Requisitos y efectos3.2. Recurso de reconsideración3.3. Recurso


jerárquico o institucional

3.4. Recurso de Revisión

4. Recursos Contenciosos Administrativos4.1. Consideraciones básicas sobre


el recurso contencioso en la República Bolivariana de Venezuela.

4.2. Recursos contra los actos administrativos.

4.3. Contencioso emanado de los contratos Administrativos.

4.4. Recurso emanado de la responsabilidad administrativa del Estado.

4.5. Demandas contra la Administración en materia de servicios públicos


4.6. Recurso de Interpretación.

5. Medidas cautelares

1. Responsabilidad patrimonial de la Administración en materia de


servicios públicos.

El régimen jurídico de derecho público de la responsabilidad del Estado se


refiere a las situaciones en las que sus órganos y funcionarios actúan en el
campo del derecho público. Esta responsabilidad puede generarse tanto por la
actividad lícita como por la actividad ilícita o contraria a derecho y puede ser de
naturaleza contractual o extracontractual. En este sentido, se trata de un
sistema general que abarca todos los daños ocasionados por el Estado, a
través de todos sus órganos en ejercicio de la función pública, ejecutada a
través de actos, hechos o contratos.

Así desde el punto de vista subjetivo, comprende:

a) Todos los entes de la Administración territoriales (Nacionales, Estadales o


Municipales) o no territoriales (entes de derecho público o privado), siempre
que se hallen en ejercicio de la función administrativa.

b) La actividad de los órganos legislativos, judiciales y demás órganos


autónomos que se inserten dentro de la organización del Estado.

Ahora bien, por lo que se refiere al aspecto objetivo, la responsabilidad abarca


tanto el actuar; Ilícito (responsabilidad por falta o funcionamiento anormal) del
Estado, en su actividad formal (actos administrativos, sentencias, normas); en
su actividad material (actuaciones, hechos); inactividad (omisiones o
abstenciones); y actividad contractual (el tema de los contratos
administrativos), como por sus actuaciones Lícitas (responsabilidad por
sacrificio particular) tales como las limitaciones generales al derecho de
propiedad (expropiación, servidumbre, ocupaciones temporales, requisición de
bienes en tiempo de guerra, limitaciones por razones urbanísticas) y la
revocatoria por razones de mérito de actos y contratos administrativos. De allí
que, por lo general, el estudio de la responsabilidad patrimonial del Estado
comprenda dos regímenes:

La responsabilidad por falta o funcionamiento anormal del servicio que


encuentra justificación en el derecho que tienen todos los particulares de
obtener un funcionamiento normal y adecuado de los servicios públicos;
cuando la Administración no cumple con esta obligación y actúa ilícitamente,
debe indemnizar al particular. El funcionamiento anormal que hace responsable
a la Administración está representado por el incumplimiento de una obligación
preexistente.

Por tanto, si la Administración comete una falta es porque no se ha sujetado a


las obligaciones que le imponen las leyes en la prestación de su actividad y,
por tanto, debe indemnizar los daños causados. Ahora bien debe tenerse en
cuenta que la expresión "funcionamiento normal o anormal del servicio público"
se entiende en su sentido más amplio como toda manifestación de la actividad
administrativa, sea ésta prestacional, de policía, sancionadora o arbitral, en
todas sus expresiones, es decir, actividad material (hechos u omisiones) o
formal (actos). Son supuestos de responsabilidad por falta o funcionamiento
anormal del servicio, entre otros, los siguientes:

1.- La revocatoria ilegal de actos administrativos.

2.- Vías de hecho de todo tipo. Por ejemplo la vía de hecho en materia
expropiatoria y de constitución de servidumbres administrativas.

3.- Daños accidentales causados por obras públicas e inmuebles cuya


administración y mantenimiento está bajo la custodia del Estado.

4.- Daños accidentales causados por obras públicas ejecutadas por el Estado
que representan una situación de riesgo objetivo.

B. La responsabilidad del Estado por sacrificio particular que se verifica


cuando el Estado, en ejercicio de su actividad lícita, causa un daño que por
virtud de su gravedad y especialidad comporta una ruptura del principio de
igualdad ante las cargas públicas, desde que impone un sacrificio para el
particular que excede de aquél que el común de los administrados debe
normalmente soportar. Son supuestos de este tipo de responsabilidad:

1.- Las limitaciones generales al derecho de propiedad derivadas de la


expropiación por causa de utilidad pública o social, las servidumbres
administrativas, las ocupaciones temporales y la requisición de bienes en
tiempo de guerra y las limitaciones por razones urbanísticas.

2.- La revocatoria de actos administrativos por razones de mérito, oportunidad


o conveniencia.

3.- El rescate o revocación de contratos administrativos por razones de interés


público.

Ahora bien, a diferencia del derecho civil, el fundamento de ambos tipos de


responsabilidad no radica en la noción de culpa ni se explica mediante la
noción de responsabilidad objetiva; éste responde al principio de garantía de la
integridad del patrimonio del particular frente a la acción del Estado. Se
traslada así al daño el elemento central de determinación de la responsabilidad.
Por consiguiente, para la determinación de la responsabilidad de la
Administración no resulta relevante que el autor de la lesión haya actuado en
forma lícita o ilícita, basta que se produzca una lesión atribuible a la actividad
administrativa para que nazca en el particular el derecho a ser indemnizado,
dado que éste no tiene el deber jurídico de soportarla sin compensación.

El fundamento general de la responsabilidad administrativa descansa entonces


sobre el derecho del particular a la integridad de su patrimonio, esto es, el
derecho a no soportar el daño sufrido sin indemnización, sin que sea necesario
verificar, a los fines de la procedencia de la responsabilidad, la conducta dolosa
o culposa del agente del daño. No obstante, la diferencia entre la
responsabilidad administrativa y la civil no se restringe al ámbito de los actos y
hechos, también se extiende al ámbito contractual, en el que puede verificarse
de manera evidente la distinción entre estos dos sistemas de responsabilidad.
Así, por ejemplo, en materia de contratos administrativos, el Estado tiene una
responsabilidad especial, ajena al derecho común, cuando se le impone la
obligación de restablecer lo que se ha denominado el equilibrio económico
financiero del contrato.

En efecto, en toda contratación rige el llamado principio de riesgo y ventura,


conforme al cual el contratista tiene la obligación de soportar los riesgos de
pérdida, destrucción o deterioro de la obra hasta tanto ésta no sea entregada.
Sin embargo, este principio, por virtud de la obligación que tiene el Estado de
mantener el equilibrio económico de la contratación, no aplica en materia de
contratos administrativos.

El fundamento jurídico de este derecho reconocido al contratista de la


Administración en materia de contratos administrativos radica en los fines de
interés público que dan lugar a la contratación administrativa, y el papel que en
ella tiene aquél al constituirse en un colaborador activo para el logro de dichos
fines, de allí que resulte justo que entre los derechos y las obligaciones del
contratante exista una equivalencia razonable, de modo que el particular no
sea indebidamente sacrificado en aras de una finalidad (protección del interés
público) cuya atención corresponde prioritariamente a la Administración
pública.

De lo expuesto puede evidenciarse que el sistema de responsabilidad


patrimonial del Estado tiene las siguientes características:

1.- Es general, pues abarca todos sus órganos y toda su actividad, en ejercicio
de la función pública;

2.- Es un sistema de responsabilidad directa y objetiva en el que la noción de


culpa no resulta determinante, basta que se verifique el daño por actividad lícita
o ilícita imputable a la Administración, para que nazca en el particular el
derecho a ser indemnizado;

3.- Es un sistema mixto que comprende la responsabilidad por falta o


funcionamiento anormal del servicio y la responsabilidad sin falta o por
sacrificio particular.
4.- Es un sistema que tiene fundamento en el principio de la integridad
patrimonial, conforme al cual el particular tiene derecho a no soportar sin
indemnización el daño sufrido.

Carecerá de relevancia que el autor de la lesión haya actuado en forma lícita o


ilícita, lo que realmente importa es que la víctima que la sufre no tiene el deber
jurídico de soportarla sin compensación.

La responsabilidad cubre cualquier tipo de bienes o derechos y el daño o lesión


susceptible de reparación podrá ser material (apreciable en dinero) o moral.

Al ser la responsabilidad patrimonial del Estado un sistema directo y objetivo,


en el que la culpa carece de importancia su procedencia está sujeta a la
verificación de dos elementos, a saber:

1.- El daño imputable a la Administración entendido como toda disminución


sufrida en el patrimonio de un sujeto de derecho como consecuencia de una
actuación administrativa; y

2.- Un nexo causal que permita vincular ese daño con la gestión administrativa.

El daño debe ser cierto y efectivo, es decir, real y actual no eventual o futuro.
También debe ser especial o personal, lo que implica que el mismo esté
individualizado con relación a una persona o grupo de personas, es decir, que
el daño debe ser singular y no constituir una carga común que todos los
particulares deben soportar. Igualmente se requiere que el daño sea
jurídicamente imputable a la Administración Pública por su funcionamiento
normal (actividad lícita) o anormal (actividad ilícita) derivado de cualquier
actuación material o formal y debe estar referido a una situación jurídicamente
protegida, es decir, a una situación permitida por la ley.

Es necesario además que el daño sea antijurídico, esto es, que se trate de un
daño que el administrado no tiene el deber jurídico de soportar, dado que
excede de la común de las cargas que la gestión administrativa comporta para
la colectividad. Esa antijuridicidad se deriva de la inexistencia en el
ordenamiento jurídico de una norma que justifique la carga impuesta al
administrado, la cual, al carecer de fundamento en derecho, se erige como una
lesión injusta que debe ser resarcida.

En cuanto al alcance de los daños que deben ser indemnizados por la


Administración, éstos no se limitan a los perjuicios materiales producidos en la
esfera económica de los administrados sino que se extienden, incluso, a
aquellos que no pueden percibirse materialmente como los daños morales.
También es necesario distinguir el alcance de la reparación, desde que si se
trata de actuaciones ilegítimas de la Administración, la reparación del daño
debe ser integral. En estos casos se indemnizan todos los perjuicios causados
por la actuación ilegítima de la Administración, sean estos directos o indirectos.

Los administrados no están en posición de soportar las consecuencias


perjudiciales de la actividad ilegítima. No ocurre lo mismo cuando la actuación
del Estado es legítima, pues en tales supuestos la reparación debe limitarse al
valor objetivo del derecho sacrificado y los daños directos que se producen a
consecuencia de la actuación del Estado. De allí que no son indemnizables las
ganancias hipotéticas, el lucro cesante y elementos subjetivos que podrían
incidir en la valoración del derecho limitado.

El nexo causal que permita vincular ese daño con la gestión administrativa es
elemento de la responsabilidad patrimonial del Estado. Es necesario que el
daño sea consecuencia de la actividad de la Administración, esto es, que exista
un vínculo causal entre el daño causado y la actividad lícita o ilícita desplegada
por el Estado. No obstante, la relación de causalidad se desvirtúa y, por ende,
la responsabilidad del Estado, por la ocurrencia de cualquiera de las siguientes
causas extrañas no imputables:

i. La fuerza mayor, elemento externo al patrimonio del afectado que


causa un daño que si bien pudo ser conocido era irremediable. Por lo general
la fuerza mayor opera como causal eximente de responsabilidad en los
supuestos de obras públicas que se ven afectadas en su ejecución por
acontecimientos inevitables;

ii. El hecho de un tercero, causal que se verifica cuando el daño deriva


de una persona distinta al afectado y al autor del daño. No obstante, para que
el hecho del tercero opere como causa exoneratoria será necesario que éste
sea la única causa del perjuicio. Si el hecho del tercero concurre con la
conducta desplegada por la Administración, ésta será igualmente responsable
y no podrá enervar su responsabilidad.

iii. La culpa de la víctima, es otra de las causas exoneratorias de la


responsabilidad patrimonial del Estado, dado que en estos casos el daño se
produce en razón de que el afectado no habría actuado con la diligencia de un
buen padre de familia. No obstante, para que funcione como causal eximente
será necesario que la intervención culpable de la víctima haya sido la única y
exclusiva causa del daño. Si se produce la concurrencia de la culpa de la
víctima y la actividad de la Administración en la generación del daño, la
responsabilidad se distribuye entre las partes. En este caso, la responsabilidad
de la Administración se verá atenuada en la medida en que la víctima haya
contribuido en mayor grado a la producción del daño.

2.- Principios constitucionales.

LA RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN EN EL DERECHO


VENEZOLANO.

Reconocimiento Constitucional, Legal y Jurisprudencial.

En Venezuela el sistema autónomo de responsabilidad del Estado es producto


del desarrollo jurisprudencial con base a las regulaciones constitucionales que
en forma general proclaman la responsabilidad del Estado como principio
fundamental del Estado de derecho. El Tribunal Supremos de Justicia ha
señalado que si bien en otras oportunidades se han acordado indemnizaciones
a los ciudadanos por responsabilidad de la Administración con fundamento en
las normas del Código Civil relativas a la responsabilidad por hecho ilícito y por
guarda de cosas, debe tenerse en cuenta lo que la doctrina, desde hace ya
varias décadas ha venido insistiendo en que "...no es propio acudir a las
fuentes de las obligaciones que rigen en materia civil para declarar la
responsabilidad de la Administración por su actividad, especialmente por lo que
respecta a su actividad extracontractual." La Constitución de 1999, que sin
duda pretendió mejorar la consagración constitucional del principio de la
responsabilidad del Estado. En este sentido, la Constitución de 1999, además
de mantener las normas que sobre esta materia ya contenía la Constitución del
1.961, relativas al derecho a la tutela judicial efectiva, el principio de igualdad
ante las cargas públicas y la garantía indemnizatoria en la expropiación,
contiene dos aspectos a destacar. En primer término incluye una disposición
expresa que consagra la responsabilidad del Estado por el funcionamiento de
la Administración y en segundo término contempla además la responsabilidad
por acto judicial. El primer aspecto, aunque deficientemente regulado, pretende
declarar la responsabilidad del Estado por funcionamiento normal o anormal del
servicio. Esta precisión se hace en la exposición de motivos, en la cual,
adicionalmente, se indica que la norma aplica no sólo a la actividad de la
Administración Pública, sino que incluye la responsabilidad derivada de la
actividad judicial, legislativa o de cualquiera de los otros órganos del Estado.
Debe tenerse en cuenta que el texto constitucional venezolano abandona la
clásica tripartición del poder público para definir un Estado en el que el Poder
se divide en 5 ramas. Además de las tradicionales ejecutiva, legislativa y
judicial, se agregan una rama electoral y otra denominada ciudadana, que
agrupa los órganos constitucionales de control (Contraloría General de la
República, Ministerio Público, Defensoría del Pueblo). En este sentido, en la
referida exposición de motivos se lee: «Finalmente, en las disposiciones
generales, se establece bajo una perspectiva de derecho público moderna, la
obligación directa del Estado de responder patrimonialmente por los daños que
sufran los particulares en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la
lesión sea imputable al funcionamiento, normal o anormal, de los servicios
públicos y por cualesquiera actividades públicas, administrativas, judiciales,
legislativas, ciudadanas o electorales, de los entes públicos o incluso de
personas privadas en ejercicio de tales funciones».

Como puede observarse, esta nueva regulación no deja dudas del amplísimo
abanico de posibilidades que el nuevo marco constitucional ofrece a los
administrados para exigir la responsabilidad de la Administración.

Así, los particulares podrán exigir la responsabilidad del Estado bien por falta o
por sacrificio particular derivado de un daño causado por los servicios públicos
o por cualquier actividad pública sea administrativa, judicial, legislativa, de
control o electoral de los entes públicos o privados en ejercicio de tales
funciones. Por su parte, la norma que consagra la jurisdicción contencioso
administrativa incluye ahora su competencia para conocer de reclamos por la
prestación de servicios públicos. Esta inclusión es importante dado que la
circunstancia de que en Venezuela los servicios públicos, en su mayoría,
estuvieren a cargo de empresas del Estado o de particulares, había traído
como consecuencia la sustracción del juzgamiento de su responsabilidad de
los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa y de allí la aplicación
del ordenamiento civil para regular su responsabilidad.

El segundo aspecto, es decir, la responsabilidad del Estado por acto judicial, se


encuentra ahora regulada y referida a los supuestos de error judicial y retardo u
omisión injustificados. A nivel legislativo, ciertas normas especiales desarrollan
la materia de la responsabilidad, como son:

ü El artículo 36 de la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública.

ü El artículo 131 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia.

ü El artículo 63 de la Ley Orgánica de Ordenación del Territorio.

ü El artículo 53 de la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística.

Todas estas normas legales son sin duda base normativa más que suficiente
para la aplicación del sistema de responsabilidad patrimonial del Estado que el
derecho administrativo ha construido; sin embargo, no han servido de límite
eficiente para evitar la sustracción de la responsabilidad del Estado de casos
en los que la misma resulta evidente. Así hemos afirmado al inicio que la
actitud del Poder frente al límite que implica la imposición de responsabilidad
por su ejercicio, depende sin duda del mayor o menor desarrollo del Estado de
derecho.

En lo que se refiere a la responsabilidad del Estado por su actividad ilícita, la


jurisprudencia la ha reconocido con vista al solo menoscabo causado al
patrimonio del particular por la ilegal conducta, bien formal (derivada de actos),
o bien material (derivada de hechos u omisiones). En materia de actividad
formal se ha determinado la responsabilidad del Estado por actos ilícitos que
causan un gravamen en la esfera jurídica del administrado. En estos casos, por
lo general el Máximo Tribunal, en ejercicio de la facultad que le confiere el
artículo 131 de la Ley Orgánica que rige sus funciones, además de acordar la
nulidad del acto impugnado ha ordenado el resarcimiento de los daños
causados y el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas
lesionadas, si así hubiere sido solicitado por el recurrente. De esta forma, se ha
establecido la responsabilidad del Estado, entre otros, en los siguientes
ámbitos:

a. El urbanístico, donde se ha establecido la responsabilidad del Estado por los


daños generados al particular por la ilegal revocatoria de un permiso de
construcción que le confirió la expectativa de dar inicio a su giro comercial e
incurrir en gastos diversos para ello. Incluso, se llegó a establecer que "el daño
patrimonial que hubiere podido acarrear a la recurrente la revocatoria del
Permiso de Construcción, es cuantificable en relación al daño emergente, al
lucro cesante, al pago de los intereses derivados del financiamiento de la obra
y a otros elementos evidentes", y que igualmente podrá acordarse
indemnización aun cuando en el caso comentado se negó "por el daño moral
producido por el descrédito que sobre la misma hubiese podido recaer como
consecuencia del acto mismo".

b. En el campo funcionarial son muy numerosas y diversas las decisiones que


concluyen en la responsabilidad del Estado por los daños causados a los
funcionarios que son ilegalmente retirados o destituidos de sus cargos sin
seguirse los procedimientos pautados en la ley de la materia. En estos casos,
por lo general, la indemnización de los daños y perjuicios es equiparada al
pago de los sueldos dejados de percibir por el funcionario en virtud de su ilegal
retiro al señalarse que "el reclamo del pago de las remuneraciones en los
casos en que el retiro de un funcionario fuera anulado, no es más que una
pretensión de condena de una indemnización de daños y perjuicios en contra
de la Administración, derivada de un hecho ilícito de aquella, es decir,
extracontractual, como lo es la realización de un acto administrativo ilegal, o
sea, por haber actuado sin sujetarse a las normas y formalidades que lo rigen».
Incluso en algunos supuestos se ha acordado el resarcimiento del daño moral
causado por la ilegal destitución del funcionario, pues además de no haberse
cumplido con el procedimiento de ley ni permitirle, por ende, el ejercicio de su
defensa, la misma fue hecha del conocimiento general a través de los medios
de comunicación, sometiéndolo al escarnio público.

El máximo tribunal ha establecido que en los casos en que se pretenda la


reparación de los daños causados por un acto administrativo ilícito por vía de la
demanda autónoma de daños y perjuicios, la procedencia de la reclamación
estará supeditada a la prueba del ilícito, la cual deberá derivar de la sentencia
que decida el recurso contencioso administrativo de anulación que ha debido
interponerse contra el acto lesivo, o del acto de revocatoria dictado por la
Administración.

En ese sentido se ha sostenido que "si el ilícito tiene su origen en un acto


administrativo, el cual como faceta propia de su condición ejecutoria, goza de
una presunción de legalidad y, además, dada la existencia de procedimientos
especiales para su impugnación que abarcan tanto la sede administrativa como
la sede judicial, entonces la vía para el reclamo de los daños y perjuicios de él
derivados será la del recurso de plena jurisdicción, en caso de que así lo
decida el recurrente, o la del juicio ordinario.

En este último caso, la prueba del ilícito debe provenir de la sentencia que haya
decidido el recurso contencioso administrativo de anulación que ha debido
interponerse contra el acto administrativo lesivo, o bien del acto de revocatoria
dictado por la Administración en ejercicio de su poder de auto tutela. En el
ámbito de la actividad material se ha determinado la responsabilidad de la
Administración por hechos o actuaciones de naturaleza ilícita que causan
menoscabo en el patrimonio del particular.

En ese sentido, se ha declarado la responsabilidad del Estado en los siguientes


ámbitos:

Por los daños causados por la Administración cuando afecta el derecho de


propiedad del particular –de hecho- sin seguir el procedimiento establecido en
la ley para ello. Es la expropiación por vía de hecho carente de un título jurídico
que la justifique. Y es que el artículo 115 de la Constitución garantiza el
derecho de propiedad, señalando que sólo podrá ser afectado por razones de
utilidad pública o social previa sentencia firme y pago oportuno de justa
indemnización. En forma idéntica se pronuncia la Ley de Expropiación por
Causa de Utilidad Pública o Social con la acotación de que deberá existir una
disposición formal de declaratoria pública.

De allí que si la Administración no cumple con este marco normativo, bien


porque afectó la propiedad sin instaurar el debido juicio, o sin el pago del
justiprecio, estará obligada a indemnizar los daños causados por su actividad
ilícita. En estos casos la jurisprudencia ha dispuesto que los principios
indemnizatorios consagrados constitucional y legalmente no se restringen al
ámbito expropiatorio, antes y por el contrario son aplicables por extensión a
todos los supuestos de privación o limitación de la propiedad privada por
razones de utilidad o interés público, en las que el derecho patrimonial del
administrado cede frente al interés público.

b) En las servidumbres administrativas. Así, se ha establecido la


responsabilidad del Estado por la constitución de hecho de servidumbres de
conductores eléctricos, al señalarse que en estos casos existe responsabilidad
si la servidumbre limita en efecto la propiedad, pues si ésta no produce daños
no será indemnizable.

c) En materia de obras públicas por los daños causados por la negligencia del
Estado en el mantenimiento de inmuebles y obras cuya administración le
corresponde. Así, se determinó la responsabilidad en supuestos concretos
como el de la muerte de un menor que cayó al vacío por el mal estado de las
barandas de un edificio administrado por el Estado "por el hecho culposo de no
haber ofrecido a los habitantes del edificio en referencia, las seguridades que
exige la ley y el sentido común". O el de aquél que cayó por un ducto de
ascensor fuera de servicio que no estaba señalizado, en el que se estableció la
responsabilidad por no haber demostrado que adoptó las medidas necesarias
para evitar el daño, de lo que se desprendió "la actividad negligente del
organismo mencionado en observar las medidas más elementales de cautela
en relación con el ascensor, por cuanto el mismo aceptó que le correspondía
adoptar tales medidas. Además, no consta que hubiese advertido del peligro
que el mismo representaba a la comunidad ni que hubiese tomado medidas
para impedirlo". De igual forma se ha establecido la responsabilidad del Estado
por los daños causados por la caída de una valla de señalización vial con
fundamento en la responsabilidad objetiva por guarda de cosas prevista en el
artículo 1.193 del Código Civil.

En el caso concreto, determinada la condición de la República de custodio de


la valla que causó el daño, y probados los elementos generadores de la
responsabilidad, es decir, el daño y la relación de causalidad, la sentencia
dispuso que ello "hacía innecesaria la demostración de la culpa de ese
guardián. Por consiguiente, si esta conducta culposa quedó o no demostrada,
si la valla desprendida estaba o no en mal estado, si los tornillos de sus bases
estaban o no oxidados y partidos, son cuestiones de hecho que en nada
influyen para establecer la responsabilidad del guardián demandado, pues se
trata de una responsabilidad objetiva".

También se ha determinado esta responsabilidad con fundamento en la


responsabilidad objetiva regulada en el artículo 1193 del Código Civil, por los
daños derivados de líneas de alta tensión bajo la custodia de empresas del
Estado, o por los causados a la propiedad de un particular por las rupturas de
un tanque de agua propiedad de un Instituto Autónomo.

En estos casos, por lo general, la responsabilidad del Estado se determinó ante


su imposibilidad de demostrar la concurrencia de alguna de las causas
extrañas no imputables del Código Civil, a saber, la fuerza mayor, el caso
fortuito, la culpa de la víctima y el hecho del tercero. En sentencias de fecha 2
de mayo y 15 de junio de 2000 (Caso: Elecentro y Eleoriente,
respectivamente), el Tribunal Supremo, esta vez en aplicación de las
disposiciones constitucionales que regulan la materia y no de las normas del
derecho privado, declaró la responsabilidad del Estado por los daños físicos y
morales causados a particulares por las líneas de alta tensión a cargo de las
empresas demandadas.

d) En materia de obras públicas por daños derivados del establecimiento de


situaciones de riesgo objetivo. Se trata por lo general de supuestos de daños
accidentales ocasionados por obras públicas, pero en los que la jurisprudencia
ha considerado que la responsabilidad de la Administración se ve reforzada no
sólo por su carácter de custodio de la cosa generadora de la lesión, sino por la
situación de riesgo objetivo planteada por las mismas. De esta forma, se ha
establecido que "la responsabilidad del Estado, se hace aún más evidente
cuando se trata de cosas que representan un peligro objetivo del cual ese
guardián obtiene un beneficio. (...) Si se trata de una cosa peligrosa, dentro de
las cuales podemos incluir sin duda a la electricidad, y aun más la de alta
tensión, de la cual el guardián saca un provecho, resulta obvio que debe asumir
totalmente las consecuencias que deriven del riesgo que crea.(...).

La responsabilidad del Estado por su actividad lícita: La jurisprudencia en


Venezuela también ha reconocido la procedencia de la responsabilidad
patrimonial del Estado por sus actos o hechos lícitos que causen daños en la
esfera jurídica subjetiva del particular. Esta responsabilidad está referida a
actos que si bien carecen de vicios, desde que han sido emitidos de
conformidad con los requisitos exigidos por el ordenamiento jurídico, la propia
ley que los regula consagra la responsabilidad del Estado por el perjuicio
producido. En ese sentido, se reconoce la responsabilidad del Estado, entre
otros, en los siguientes supuestos:

Limitaciones generales al derecho de propiedad derivadas de la expropiación


por causa de utilidad pública o social, ocupaciones temporales, requisición de
bienes en tiempo de guerra la constitución de servidumbres administrativas y
las afectaciones urbanísticas. En este rubro nuestra jurisprudencia ha dejado
claramente establecido, haciendo una interpretación extensiva de la norma
constitucional que regula el derecho de propiedad y la expropiación, que su
aplicación no se limita sólo al supuesto de la expropiación, sino en general, a
cualquier supuesto de limitación al derecho de propiedad. Así, se ha
determinado que si bien el Estado está facultado para establecer limitaciones o
restricciones a la propiedad por razones urbanísticas, cuando tales limitaciones
desnaturalizan ese derecho se le crea un daño al particular que debe ser
indemnizado. Ello aplica en dos casos de nuestra jurisprudencia en los que la
Administración dictó ordenanzas que declaraban como "áreas verdes" los
inmuebles propiedad de los demandantes que eran utilizados con otro fin. En
ambos casos el Supremo Tribunal, estableció que el poder de restringir la
propiedad "tiene también un límite, más allá del cual las obligaciones de hacer,
de no hacer, o de dejar hacer en qué consisten las restricciones
constitucionales antes citadas, pueden afectar en sus elementos esenciales el
derecho de propiedad y constituir para el propietario de una limitación
razonable sino un intolerable sacrificio del interés individual al colectivo, cuya
reparación exige, por mandato del constituyente, una justa indemnización (...)".

En atención a este criterio el máximo tribunal concluyó que las ordenanzas en


cuestión constituían actos que comportaban un sacrificio o disminución de los
derechos del propietario que exceden "los límites de una restricción no
indemnizable", dado que ello equivaldría a una expropiación no consumada. En
un caso similar, en el que se demandó al Estado con el objeto de que fuera
obligado a expropiar los terrenos propiedad de la empresa demandante,
declarados mediante decreto como "Parque Nacional", la Corte Suprema de
Justicia precisó que el derecho de indemnización por la pérdida de la
propiedad, consagrado constitucionalmente en materia expropiatoria, es
exigible, con fundamento en el régimen de responsabilidad del Estado, aun
respecto de aquellas limitaciones al derecho de propiedad que impliquen una
lesión al patrimonio del particular.

La sentencia observó que las disposiciones constitucionales que contemplan el


deber de indemnizar por parte de la Administración, derivados de su
responsabilidad general, o por la actuación de sus funcionarios competentes,
permiten inferir la obligación de ésta de indemnizar los daños causados a los
particulares, aun por sus actos lícitos. Bajo este argumento, el máximo tribunal,
analizando la disposición contenida en el artículo 63 de la Ley Orgánica de
Ordenación Urbanística que contempla la responsabilidad del Estado por el
establecimiento de limitaciones urbanísticas que desnaturalicen el derecho de
propiedad, dispuso que las limitaciones impuestas a las actividades privadas
realizadas por el propietario en ejercicio de sus derechos de uso y disfrute de la
propiedad resultan indemnizables, "aunque no exista expropiación o pérdida de
la misma".

b. La revocatoria de actos administrativos efectuada por la Administración en


ejercicio de su poder de auto tutela, cuando la ley así lo permita.
c. El rescate o revocación del contrato de contratos administrativos por razones
de mérito o conveniencia, bien para asumir la Administración la prestación del
servicio en forma directa o para poner fin al mismo por estimar que no resulta
beneficioso para la colectividad. El rescate del contrato, al no estar vinculado al
incumplimiento del contratista, comporta el establecimiento una indemnización
integral a favor de éste pues el interés general que habilita a la Administración
para adoptar esta decisión no la faculta, sin embargo, para disponer de la
propiedad de los particulares.

En este sentido la Ley de Concesiones en Venezuela prevé que "las


concesiones podrán rescatarse anticipadamente por causa de utilidad o interés
público, mediante acto administrativo debidamente motivado del ente
concedente. En estos casos procederá la indemnización integral del
concesionario, incluyendo la retribución que dejare de percibir por el tiempo
que reste para la terminación de la concesión. En el pliego de condiciones se
establecerán los elementos o criterios que servirán para fijar el monto de la
indemnización que haya de cubrirse al concesionario. Si el concesionario
estuviese conforme con el monto de la indemnización, la cantidad que se
señale por este concepto tendrá carácter definitivo. Si no estuviere conforme, el
importe de la indemnización se determinará mediante alguno de los
mecanismos de solución de conflictos contemplados en este Decreto-Ley"
(artículo 53).

Así, se ha sostenido que la potestades de revocación unilateral del contrato


deben guardar el debido respeto al derecho del contratista a la intangibilidad de
la ecuación económica del contrato "en virtud de la cual una lesión a su
patrimonio derivada del incumplimiento por la Administración de las cláusulas
convenidas (rescisión por motivos supervinientes) es compensada con la
correspondiente indemnización al particular de los daños y perjuicios que
pudieren habérsele ocasionado". Como puede observarse, en Venezuela el
fundamento de la responsabilidad patrimonial del Estado ha variado en la
medida que nuestra jurisprudencia ha ido evolucionando en la materia. En una
primera fase, la responsabilidad del Estado tuvo su base en la responsabilidad
administrativa por hecho ilícito prevista en el artículo 1.185 del Código Civil,
que fue asimilada a la noción de "falta de servicio o funcionamiento anormal de
éste" derivada de los actos, hechos u omisiones de la Administración. En una
segunda fase, nuestra jurisprudencia adoptó el criterio de la responsabilidad
objetiva por guarda de cosas prevista en el artículo 1.193 del Código Civil con
el objeto de justificar la determinación de la responsabilidad del Estado sin falta
por situaciones de riesgo creado. En una tercera fase, la jurisprudencia aplicó
el principio de igualdad ante las cargas públicas con el fin de justificar la
responsabilidad del Estado por sacrificio particular por daños derivados por lo
general, de las limitaciones impuestas al derecho de propiedad en materia
urbanística. En la actualidad, el fundamento de la responsabilidad, según la
más reciente jurisprudencia, "descansa en el derecho del particular a la
integridad patrimonial, es decir, el derecho del particular a no soportar sin
indemnización el daño sufrido". En este orden de ideas, "no resulta relevante
que el autor de la lesión haya actuado en forma lícita o ilícita, sino que la
víctima que la sufre no tiene el deber jurídico de soportarla sin compensación".

Responsabilidad del Estado Juez La Constitución Venezolana en su artículo


49, ordinal 8, consagra la posibilidad de exigir al Estado la reparación de la
situación jurídica lesionada por error judicial o retardo u omisión injustificados.
Aun cuando no hay normas legales y jurisprudencia que orienten el asunto,
estimamos que debe tratarse de un error judicial grave, inaceptable, dado que
esta responsabilidad es de carácter excepcional, en razón del deber general
que tienen todos los administrados de asumir y acatar las decisiones judiciales
-aun desfavorables- que se dicten en los procesos judiciales a los cuales se
hayan sometido.

Esta responsabilidad abarca no sólo la actividad jurisdiccional del Estado


propiamente dicha derivada de sus sentencias erróneas, sino que se extiende a
las actividades que si bien estrictamente no son jurisdiccionales, están
vinculadas con la función de administrar justicia, como serían los supuestos
relacionados con la actividad de policía judicial y los problemas relativos a la
instrucción o pérdida de dinero, títulos y demás objetos que hubieren sido
consignados en los tribunales.

Responsabilidad del Estado Legislador La responsabilidad del Estado por la


aplicación de sus leyes es un tema cuyo reconocimiento por los distintos
ordenamientos jurídicos ha sido muy difícil. En muchos casos la propia ley
prevé cual será el régimen indemnizatorio aplicable a los daños que hubiere
causado su imposición. En el caso venezolano dentro de estas leyes cabe citar,
entre otras, la Ley de 28 de mayo de 1950 que estableció la obligación del
Estado de resarcir los daños causados a los acreedores por la aplicación de la
Ley de Espera y Quita de fecha 9 de abril de 1949 que previó una moratoria
para el pago de deudas vencidas y la Ley Orgánica que Reserva al Estado la
Industria y el Comercio de los Hidrocarburos del 29 de agosto de 1975. No
obstante, en otros casos, la ley puede negar de forma expresa o tácita todo
resarcimiento por los daños que su aplicación pudiere causar y es aquí donde
entra en juego la responsabilidad del Estado por sus actos legislativos y su
alcance reflejado en la posibilidad de los órganos jurisdiccionales de declarar la
procedencia de las reclamaciones de daños derivados de la aplicación de este
tipo de leyes.. Es necesario tener en cuenta que se inscriben dentro de este
tipo de responsabilidad aquella en la que incurra no sólo el órgano legislativo
nacional, sino también los órganos legislativos estadales y municipales.

Aspectos Procesales En Venezuela todas las reclamaciones relativas a obtener


la responsabilidad extra-contractual de la Administración pública nacional,
centralizada o descentralizada, institutos autónomos y empresas del estado
corresponden, en la primera y segunda instancia –repartido según la cuantía- a
la jurisdicción contencioso-administrativa. Conoce el Juez Administrativo pero,
sin embargo, el iterprocesal es el del juicio ordinario previsto en el Código de
Procedimiento Civil, con algunas limitaciones establecidas en la Ley de la Corte
relativas a la notificación del Procurador General de la República y a algunos
medios de prueba (juramento decisorio, inspección ocular y exhibición de
documento). Prevé la ley también que antes de instaurar la demanda de
responsabilidad contra la República debe iniciarse un procedimiento
administrativo previo para exponer concretamente las pretensiones del caso.

Ese procedimiento administrativo tiene una doble finalidad; de una parte, evitar
el juicio contra el Estado, pues en esa fase administrativa éste puede allanarse
total o parcialmente a las pretensiones del administrado y, de otro lado, sirve
también para que el Estado esté enterado con anticipación de la eventual
demanda y pueda así adelantar sus defensas. Sin embargo si la
responsabilidad se exige contra los Estados o Municipios, corresponde conocer
del pleito en primera instancia al Juez Civil y resultan aplicables aquí las
disposiciones del juicio civil ordinario sin ningún tipo de limitaciones. Las
apelaciones contra las decisiones dictadas por estos jueces civiles son
conocidas, aquí sí, por jueces administrativos.

No sólo evidencia lo anterior la urgente necesidad de una Ley del Contencioso


Administrativo en Venezuela, sino también la tendencia, ahora del legislador, a
socorrerse en este tema de la responsabilidad del Estado de las normas del
derecho común, en este caso las adjetivas, y, como se ha visto, hasta de los
jueces de la jurisdicción ordinaria. Otro aspecto de gran importancia en materia
de responsabilidad del Estado y relativo al ámbito de lo procesal es el referido a
la ejecución de los fallos. No puede hablarse de un verdadero sistema de
responsabilidad del Estado si no existe efectividad en la ejecución de las
decisiones judiciales que la establezcan.

En efecto, como bien lo expresa González Pérez, la prestación de justicia no


sería efectiva si el mandato de la sentencia no fuera cumplido. El derecho a la
tutela jurisdiccional efectiva que suelen reconocer todas las Constituciones
comprende no sólo la facultad para exigir y obtener una sentencia que decida si
la pretensión está o no fundada, sino que lo en ella resuelto sea llevado a
efecto, con o contra la voluntad del obligado. Los Tribunales han de juzgar y
hacer ejecutar lo juzgado».

De tal forma, que a través de la ejecución de la sentencia se concretiza el


derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el artículo 26 de la
Constitución. De allí que pueda señalarse que la ejecución se traduce en una
de las manifestaciones fundamentales de ese derecho. En efecto, tal como lo
estableció acertadamente la Corte Suprema de Justicia el derecho
constitucional de acceso a la justicia "no sólo se comprende la acción, como el
derecho subjetivo público y autónomo de acudir a los Tribunales, sino también
el de lograr la ejecución de los fallos que éstos dicten." Así, no es suficiente
que el particular pueda hacer valer sus derechos ante los Tribunales
competentes, ni que se produzca una decisión de fondo sobre el asunto
planteado, sino que será menester además que se cumpla con lo decidido por
el Tribunal para que efectivamente se materialice el derecho a la tutela judicial.
La potestad del juez de ejecutar sus sentencias tiene fundamento
constitucional, es en efecto manifestación de la tutela judicial efectiva y de la
efectividad del principio de responsabilidad del Estado. Hasta ahora esta base
constitucional ha permitido interpretaciones y aplicaciones supletorias que
tienden a mejorar este aspecto, talón de Aquiles del Contencioso.

Por otra parte, la ejecución efectiva de los fallos deriva no sólo de la facultad
restablecedora del juez contencioso, sino de la autonomía e independencia que
presupuesta el Poder Judicial como verdadera rama del Poder Público y
equilibrio frente a los otros poderes que está llamada a controlar. Ahora bien,
ocurre que en el ámbito del proceso contencioso-administrativo (general y
especial), la ejecución de las sentencias dictadas en contra de la
Administración se encuentra sujeta y limitada a dos principios contemplados
por el ordenamiento jurídico, en resguardo de los intereses de la
Administración. Uno de índole constitucional y otro de rango legal y cuya
nulidad por inconstitucionalidad se halla hoy día pendiente de decisión en el
Tribunal Supremo de Justicia. Estos dos principios son:

i. El principio de la legalidad presupuestaria, conforme al cual la Administración


no podrá hacer gasto o erogación alguna que no esté prevista en la Ley de
Presupuesto. En todo caso, sólo podrán decretarse créditos adicionales al
presupuesto para aquellos gastos que fuesen necesarios y que no estuviesen
previstos. Así, aquellos compromisos que tengan fundamento en una sentencia
judicial se pagarán con cargo a la partida de presupuesto que para tales fines
se disponga en cada ejercicio.

ii. El principio de la inembargabilidad de los bienes públicos con fundamento en


el cual los bienes, rentas, derechos o acciones de la República no pueden ser
objeto de embargos ejecutivos, sino que, en estos casos, los jueces que
conozcan de la ejecución de sentencias contra la República deben suspender
la causa y notificar al Procurador General de la República, para que se fije, por
quien corresponda, los términos en que habrá de cumplirse lo demandado.

Como puede deducirse de los principios aludidos, es la propia Administración y


no el poder judicial la que ejecuta sus sentencias. Ello, obviamente comporta el
riesgo de que la pretensión deducida por el actor quede ilusoria si la
Administración no la cumple voluntariamente y, por tanto, se viole su derecho a
obtener una tutela judicial efectiva. El principio de la Responsabilidad
Patrimonial de la Administración Pública, permiten afirmar, sin duda, la
posibilidad de ejecutar sentencias contra la Administración y obligarla a cumplir
con las condenas dinerarias que se hubieren acordado en su contra. Sin
embargo, en nuestro ordenamiento jurídico, sólo en materia municipal se han
establecido normas que hacen viable y procedente la ejecución de sentencias
condenatorias contra la Administración, en este caso, el Municipio. No
obstante, tales normas han servido de fundamento a una interpretación
jurisprudencial que ha tratado de ofrecer soluciones al asunto, aplicando por
analogía dicha disposición a otros entes de la Administración Pública,
incluyendo la República. En este sentido, la norma contempla un procedimiento
de ejecución que es como sigue:

• Se otorga un plazo prudencial a la Administración para que cumpla


voluntariamente, por lo general 10 días hábiles.

• Si no se cumple, se ordena la ejecución forzosa, permitiéndose aún a la


Administración indicar la forma en que cumplirá el fallo.

• Se le concede una oportunidad a la parte actora para oponerse a la propuesta


de cumplimiento formulada o para aceptarla. Si es rechazada se concederá
nuevo plazo para modificar la propuesta original.

• Si la propuesta no es presentada dentro del lapso o si es rechaza por la


actora otra vez, la Administración deberá incluir en la Ley de Presupuesto del
ejercicio fiscal siguiente el monto respectivo para el pago de la cantidad a la
que ha sido condenada. De no cumplir con tal orden se procederá a ejecutar el
fallo forzosamente, aun en contra de los bienes del ente público. Si la orden de
ejecución no fuere cumplida por la Administración o la partida de presupuesto
correspondiente no fuere ejecutada, el Tribunal a instancia de parte ejecutará la
sentencia con base al procedimiento ordinario previsto en el Código de
Procedimiento Civil, esto es, el embargo y posterior remate de los bienes de la
Administración salvo que se trate de bienes del dominio público.
La Sala Político-Administrativa en sentencia de fecha 20 de enero de 1998
(caso VINCLER, C.A. vs I.N.H.), ordenó: "A la administración demandada que
dentro de un lapso de diez (10) días de despacho contados a partir de su
notificación, proponga a la Corte la forma y oportunidad de dar cumplimiento a
lo ordenado en la sentencia. Una vez consignada la propuesta en el
expediente, se notificará a la parte actora –vencedora en el proceso- de tal
circunstancia para que, en un lapso de cinco (5) días de despacho, apruebe o
rechace la proposición.

En caso de rechazo, se fija un lapso de diez (10) días de despacho contados a


partir de que conste en autos la opinión negativa de la demandante para que el
demandado presente una nueva proposición, la cual deberá ser expresamente
aceptada o rechazada por la demandante dentro de un lapso de cinco días de
despacho. Si la nueva propuesta no fuere aprobada o si al vencimiento del
primero de los lapsos concedidos al vencido no hubiere presentado propuesta
alguna, el demandado incluirá en el proyecto de presupuesto del año 1998 la
cantidad necesaria para efectuar así el pago a que ha sido condenado por el
Máximo Tribunal de la República desde el 17 de octubre de 1996. Al efecto,
dispondrá de diez (10) días de despacho contados a partir del acaecimiento de
una de las dos circunstancias apuntadas –sin necesidad de nueva notificación-
para demostrar a la Sala el estricto cumplimiento de lo ordenado. De no cumplir
en el lapso concedido con la orden de ejecución que la ha sido impartida por la
instancia de parte, este tribunal ejecutará la sentencia conforme al
procedimiento ordinario pautado en el Código de Procedimiento Civil, con
fundamento en el cual, la Sala librará mandamiento de ejecución a cualquier
juez de la República para la ejecución forzosa". Así, ante el silencio de la ley
que no prevé ningún procedimiento por el cual pueda obligarse a la
Administración Pública a cumplir con la decisión judicial dictada en su contra y,
con la finalidad de evitar que la ejecución de las sentencias judiciales quede
sujeta al libre arbitrio de la Administración, la Sala Político-Administrativa de la
Corte Suprema de Justicia ha aplicado en forma reiterada por analogía el
procedimiento precedentemente transcrito contemplado en la Ley Orgánica de
Régimen Municipal. Como justificación de esta aplicación analógica de la
norma municipal el Tribunal Supremo ha señalado que frente a las
prerrogativas de ciertos entes estatales "no puede dejar de ejercer su plena
potestad jurisdiccional, garantizando la ejecución de sus fallos". En la ejecución
de sentencias se encuentra probablemente el mayor de los problemas que
tiene el administrado para procurar la efectividad del principio de
responsabilidad del Estado. Si la condena no puede ejecutarse se pierde el
efecto profiláctico o de perfeccionamiento del Estado de Derecho, pues
ninguna motivación tendrá la Administración para mejorar la prestación de los
servicios públicos o cesar en las faltas en que ha incurrido. Finalmente, el tema
de la responsabilidad del Estado coloca al juez frente a una situación política.
La responsabilidad es garantía al patrimonio del administrado, pero es sobre
todo control de la gestión de los servicios públicos y precio a pagar por su
deficiente prestación. De allí que la ausencia en Venezuela de una Ley que
regule de manera ordena la responsabilidad del Estado trae por consecuencia
que sea el juez, sin parámetro alguno, quien presupone el estándar de
prestación del servicio público. El juez, cuando condena a la Administración,
determina en su conciencia y de antemano para llegar a la conclusión de que
hubo o no funcionamiento anormal del servicio cómo debería marchar la
Administración, cuán diligente ésta habría de comportarse, presupone en su
fuero interno el mayor o menor estándar en la prestación del servicio. Así
entonces, si el juez parte de un estándar alto de calidad en el funcionamiento
medio de los servicios públicos, habrá mayores supuestos de responsabilidad.
Una convicción contraria y más laxa del juez, formulada sobre la base del
funcionamiento medio del servicio mediocre o muy bajo, exoneraría a la
administración en la mayoría de los casos. De allí que no sería absurdo pedir
parámetros en la ley "que señalen el nivel, la pauta, o la cota de calidad de los
servicios, es decir, elemento comparativo y de cotejo sobre cómo debe ser la
Administración". Un tratamiento autónomo y especial al tema de la
responsabilidad del Estado está en la conciencia de la mayoría de la doctrina
ius publicista en Venezuela. Sin embargo, legislación y jurisprudencia marchan
atrás en esta tendencia, lo que ha contribuido al menor control de los órganos
de poder.

3.- Responsabilidad Contractual. Al hablar de la responsabilidad contractual


hacemos alusión a la obligación de reparar los perjuicios provenientes del
incumplimiento, o del retraso en el cumplimiento, o del cumplimiento
defectuoso de una obligación pactada en un contrato. Para que exista esta
clase de responsabilidad es necesario que haya una relación anterior entre el
autor del daño y quien lo sufre y que el perjuicio sea causado con ocasión de
esa relación. Dentro del estudio de este tema se pueden observar claramente
dos grupos de teorías bien definidas: de una parte, aquellas que presentan la
responsabilidad contractual cuando se ha incumplido una obligación
proveniente de un contrato anteriormente celebrado; otras teorías sostienen
que se está en presencia de responsabilidad contractual cuando se ha
incumplido una obligación emanada no solamente de un contrato, sino cuando
se incumple obligación derivada de vínculo jurídico anterior o de la ley. Existe,
por tanto, un deber previamente pactado, una relación jurídica previa y el
sistema de responsabilidad derivado del contrato tiene como finalidad asegurar
al perjudicado la obtención del beneficio que se buscó con la obligación
pactada”.

4.- Responsabilidad Extra-Contractual. La responsabilidad extracontractual


de la Administración Pública es un sistema resarcitorio de daños causados a
los individuos producto de la actuación, lícita o ilícita, de la Administración
Pública. En épocas pasadas, se discutía si el régimen jurídico aplicable a la
responsabilidad extracontractual de la Administración Pública correspondía con
las normas civilistas, establecidas en el Código Civil o si, por el contrario, este
régimen estaba determinado por ciertas reglas especiales. En Venezuela, a
pesar de las divergencias doctrinarias encontradas al respecto, existen autores
quienes afirman que las bases normativas de la responsabilidad
extracontractual de la Administración Pública se encuentran determinadas en
su totalidad en el bloque de la constitucionalidad, del cual es posible extraer
normas matrices y secundarias al respecto. En este orden de ideas se plantea
que toda la problemática en materia del contencioso de la responsabilidad,
radica en señalar cuál conjunto normativo debe regir, si por un lado, el
sometimiento a las concepciones que rigen la relación particular – particular, o
si por el contrario, se deberá someter a sistemas amplios de responsabilidad
basados en principios de derecho público. La opinión dominante en este punto
es que el contencioso de la responsabilidad debe regularse bajo el amparo de
las normas de derecho público, siendo la preferible técnicamente. Contrario a lo
que sucede en el caso de la responsabilidad contractual, se habla o se está
frente a un problema de responsabilidad extracontractual en el evento en que
entre víctima y autor del daño no exista vínculo anterior alguno, o que aún así
exista tal vínculo, el daño que sufre la víctima no proviene de dicha relación
anterior sino de otra circunstancia. El autor del daño está obligado a indemnizar
a la víctima de un perjuicio que no proviene de un vínculo jurídico previo entre
las partes. Es decir, que nace para quien simple y llanamente ocasiona un
daño a otra persona con la cual no tiene ninguna relación jurídica anterior”

5.- Desarrollo Endógeno. Desarrollo endógeno es un modelo de desarrollo


que busca potenciar las capacidades internas de una región o comunidad local;
de modo que puedan ser utilizadas para fortalecer la sociedad y su economía
de adentro hacia afuera, para que sea sustentable y sostenible en el tiempo. Es
importante señalar que en el desarrollo endógeno el aspecto económico es
importante, pero no lo es más que el desarrollo integral del colectivo y del
individuo: en el ámbito moral, cultural, social, político, y tecnológico. Esto
permite convertir los recursos naturales en productos que se puedan consumir,
distribuir y exportar al mundo entero. En una organización de este tipo existen
individuos o recursos humanos idóneos en alguna rama del conocimiento y
están dispuestos a poner ese conocimiento al alcance de los otros miembros
de la organización, con el propósito de la transferencia tecnológica voluntaria
para el crecimiento de todos. Esto redunda en el fortalecimiento, amplitud,
integración y desarrollo de las capacidades individuales y en consecuencia la
formación natural de equipos multidisciplinarios de trabajo que cooperan para
el desarrollo armónico de la organización en un ambiente sistémico, simbiótico
y sinérgico.

6.- El desarrollo endógeno cómo proceso generador interno. A través del


desarrollo endógeno se le otorga poder a las comunidades organizadas para
que desarrollen sus potenciales agrícolas, industriales y turísticos de sus
regiones; se reintegran todas aquellas personas que fueron excluidas del
sistema educativo, económico y social por los gobiernos precedentes; se
construyen redes productivas donde los ciudadanos participen activamente en
igualdad de condiciones y disfruten un fácil acceso a la tecnología y el
conocimiento; se le ofrece a las comunidades y a la gente común la
infraestructura del Estado que había sido abandonada tales como los campos
industriales, maquinarias y tierras inactivas, con el objeto de generar bienes y
servicios por y para los mismos ciudadanos. Sustentado en las capacidades y
potencialidades locales, el desarrollo endógeno posibilita el control local, la
toma local de decisiones y la retención local de beneficios (culturales,
económicos, educativos, sociales...). De esta forma, es una ventana de
oportunidad para la generación de capacidades en las comunidades que van
mucho más allá de las económicas.

Objetivos de un Proyecto de Desarrollo Endógeno.

Promover, garantizar y fomentar el desarrollo armónico y coherente de las


políticas, planes y proyectos del Ejecutivo Nacional, para el desarrollo
endógeno, la economía comunal,. Coordinar acciones con los demás
organismos del Poder Público, directa o indirectamente vinculados a los
objetivos del Fondo, en especial con aquellos cuyas competencias sean
necesarias para garantizar la profundización y consolidación del desarrollo
endógeno. Promover la formación y asistencia necesaria a las organizaciones
de la economía comunal y solidaria, para afianzar su desarrollo y consolidación
como base fundamental y primaria del sistema económico nacional. Promover
el uso eficiente y responsable de los recursos que se otorguen para el
financiamiento de planes y proyectos para el desarrollo endógeno. Promover y
contribuir con la capacitación y formación de las organizaciones de la
comunidad y de la economía solidaria, impulsando su participación
corresponsable en los planes y proyectos de desarrollo endógeno, así como en
la contraloría social responsable. Financiar planes y proyectos destinados a
fortalecer la estructura y la capacidad productiva nacional, a través de
organizaciones de la comunidad y de la economía comunal y solidaria, en
concordancia con las políticas y planes que dicte el Ejecutivo Nacional sobre la
materia.

7.-.Los Consejos Comunales en el marco del ejercicio constitucional de la


democracia participativa y protagónica, son instancias de participación,
articulación e integración entre las diversas organizaciones comunitarias,
grupos sociales y los ciudadanos y ciudadanas, que permiten al pueblo
organizado ejercer directamente la gestión de las políticas públicas y proyectos
orientados a responder las necesidades y aspiraciones de las comunidades en
la construcción de una sociedad de equidad y justicia social.

Comunidad es el conglomerado social de familias, ciudadanas y ciudadanos


que habitan en un área geográfica determinada, que comparten una historia e
intereses comunes, se relacionan entre sí, usan los mismos servicios públicos y
comparten necesidades y potencialidades.

La Asamblea de Ciudadanos es la máxima instancia primaria para el ejercicio


del poder, la participación y el protagonismo popular, cuyas decisiones son de
carácter vinculante para el consejo comunal respectivo. Es la máxima instancia
de decisión del Consejo Comunal, integrada por las y los habitantes de la
comunidad mayores de 15 años.

El Comité de Trabajo del Consejo Comunal es un colectivo o grupo de


personas organizadas para ejercer funciones especificas, atender necesidades
y desarrollar potencialidades de cada comunidad. Articulara y promoverá la
participación e integración de las organizaciones comunitarias, movimientos
sociales y habitantes de la comunidad. Las áreas de trabajo se constituyen en
relación con las particularidades y los problemas más relevantes de la
comunidad .El numero y contenido de las áreas de trabajo dependerá de la
realidad de cada comunidad. Las áreas de trabajo agrupan varios comités de
trabajo del Consejo Comunal.

Las Organizaciones que existen o pueden existir en las comunidades y que


agrupan a un conjunto de ciudadanos y ciudadanas con bases en objetivos e
intereses comunes, tales como: comité de agua, comité de salud, comité de
deporte, grupos culturales, organizaciones estudiantiles, organizaciones
juveniles, etc.

El Vocero o Vocera es la persona electa en asamblea de ciudadanos y


ciudadanas, para cada comité de trabajo, a fin de coordinar todo lo relacionado
al funcionamiento del consejo comunal, la instrumentación de las mismas.
El Órgano Ejecutivo es la instancia del consejo comunal encargada de
promover y articular la participación de las y los integrantes de la comunidad,
grupos sociales y organizaciones comunitarias en los diferentes comités de
trabajo. Planificar las decisiones de la asamblea de ciudadanos y ciudadanas,
conocer las actividades de cada uno de los comités de trabajo y de las áreas
de trabajo.

8.- Argumentación con la Ley los artículos principales que fundamentan


un Concejo Comunal. Por cuanto la Ley Orgánica de Consejos Comunales
tiene como objeto crear desarrollar y regular la conformación, integración,
organización y funcionamiento de los Consejos Comunales; y su relación con
los órganos del Estado, para la formulación, ejecución, control y evaluación de
las Políticas Públicas, se hace emergente informar a la ciudadanía sobre los
pasos a seguir para la conformación de esta formas de organización social.
Necesario es mencionar que la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas es la
instancia primaria para el ejercicio del poder, la participación y el protagonismo
popular. Sus decisiones serán vinculantes para el Consejo Comunal una vez
establecidos los reglamentos correspondientes. Las convocatorias a las
Asambleas de Ciudadanos y Ciudadanas de la comunidad deben ser públicas,
y se debe informar previamente la fecha, hora, lugar y motivo de dicha
convocatoria. Para conformar un Consejo Comunal los ciudadanos y
ciudadanas de un determinado sector deberán convocar una Asamblea
Constituyente Comunitaria a fin de elegir por primera vez a todos aquellos
voceros y voceras que conformarán los distintos comités de trabajo y demás
integrantes de los órganos económicos-financieros y de control del Consejo
Comunal. Esta Asamblea Constituyente Comunitaria se considerará
válidamente constituida con la participación mínima del veinte por ciento (20%)
de los habitantes de la comunidad mayores de quince (15) años. A los efectos
de la primera elección de los voceros y voceras de los comités de trabajo e
integrantes de los órganos contralor y económico-financiero, se debe organizar
una Comisión Promotora Provisional que tendrá como función organizar la
elección de la Comisión Promotora y de la Comisión Electoral. Dicha Comisión
Promotora Provisional estará integrada por ciudadanos y ciudadanas de la
comunidad que asuman esta iniciativa, con la participación de una o un
representante designado por la Comisión Presidencial del Poder Popular
respectivo, dejando constancia escrita en el acta que se levante para tal fin. En
un lapso no mayor a treinta (30) días se convocará a una Asamblea de
Ciudadanos y Ciudadanas para la elección de los integrantes de la Comisión
Promotora y la Comisión Electoral. La Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas
elegirá la Comisión Promotora y la Comisión Electoral con la participación
mínima del diez por ciento (10%) de la población mayor de quince (15) años de
la comunidad respectiva. La Comisión Promotora es la instancia encargada de
convocar, conducir y organizar la Asamblea Constituyente Comunitaria en un
lapso no mayor a noventa (90) días. Por su parte, la Comisión Electoral -
elegida en asamblea de ciudadanas y ciudadanos, con la participación mínima
del 10% de la población mayor de quince años de la comunidad respectiva-
estará integrada por cinco (5) habitantes de la comunidad y será la encargada
de organizar y conducir el proceso de elección de los voceros o voceras y
demás integrantes del Consejo Comunal. La asamblea de ciudadanos y
ciudadanas determina y elige el número de voceros o voceras de acuerdo a la
cantidad de Comités de Trabajo que se conformen en una determinada
comunidad. La Unidad de Gestión Financiera es un órgano integrado por cinco
(5) habitantes de la comunidad electos o electas por la Asamblea de
Ciudadanos y Ciudadanas. La Unidad de Contraloría Social es un órgano
conformado por cinco (5) habitantes de la comunidad, electos o electas por la
Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas. Luego de elegido el Consejo
Comunal, se deberá redactar el acta constitutiva del mismo reflejando la
siguiente información: nombre del Consejo Comunal, área geográfica que
ocupa, número de familias que lo integran, listado de asistentes a la Asamblea
especificando nombre, apellido y cédula de identidad, lugar, fecha y hora de la
Asamblea, acuerdos de la Asamblea, resultados de la elección de las y los
voceros, y demás integrantes de los órganos del Consejo Comunal. Los
Consejos Comunales serán registrados ante la Comisión Presidencial del
Poder Popular, para lo cual harán entrega de los estatutos y acta constitutiva
aprobados por la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas. Copia del registro
será consignada ante el Consejo Local de Planificación Pública
correspondiente, a los efectos de lograr la articulación con el Sistema Nacional
de Planificación Pública. Cabe destacar que, de acuerdo a lo establecido en el
artículo tercero de la Ley de los Consejos Comunales, la corresponsabilidad,
cooperación, solidaridad, transparencia, rendición de cuentas, honestidad,
eficacia, eficiencia, responsabilidad social, equidad, justicia e igualdad social y
de género serán los principios rectores de todo Consejo Comunal.

9.- Definiciones: La Autogestión, la Cogestión y el Cooperativismo.

La Autogestión. La autogestión (significando administración autónoma) en


organización es el uso de cualquier método, habilidad y estrategia a través de
las cuales los partícipes de una actividad puedan dirigirse hacia el logro de sus
objetivos con autonomía de gestión. Se realiza por medio del establecimiento
de metas, planificación, programación, seguimiento de tareas, autoevaluación,
auto intervención y autodesarrollo. También se conoce a la autogestión como
proceso ejecutivo (en el contexto de un proceso de ejecución autónomo). La
autogestión pretende el apoderamiento de los individuos para que cumplan
objetivos por sí mismos, como por ejemplo dentro de los departamentos de una
empresa. La autogestión abarca varios aspectos de la organización, como la
preparación personal para asumir competencias, el liderazgo y los equipos o
grupos de trabajo. La autogestión proviene del mundo de la administración de
empresas, y en la actualidad ha pasado a usarse en los campos de la
educación y la psicología.

La cogestión.

El Cooperativismo. Artículo 2° (Ley Especial De Asociaciones Cooperativas) .


Las cooperativas son asociaciones abiertas y flexibles, de hecho y derecho
cooperativo, de la Economía Social y Participativa, autónomas, de personas
que se unen mediante un proceso y acuerdo voluntario, para hacer frente a sus
necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, para
generar bienestar integral, colectivo y personal, por medio de procesos y
empresas de propiedad colectiva, gestionadas y controladas
democráticamente. 10.- Participación Protagónica y argumentada por la CRBV.
Participación y control ciudadano. En su artículo 6 (CRBV), establece el
Gobierno Participativo (con protagonismo vinculante de las poblaciones
organizadas). Y una de sus instituciones más simbólicas y emblemáticas, la
“Revocabilidad” de todos los cargos por elección popular, mediante plebiscito a
partir de la mitad del período en ejercicio. En su artículo 51 (CRBV), establece
con rango constitucional el derecho a petición a la autoridad pública con la
obligación de ésta de entregar respuesta. En su artículo 55 (CRBV), establece
la participación de la sociedad civil organizada en la administración de la
seguridad pública. En su artículo 62 (CRBV), establece la participación
vinculante de la sociedad civil organizada como deber obligatorio del Estado.

En su artículo 66 (CRBV), establece con rango constitucional la exigencia de


cuenta pública y cumplimiento del programa ofrecido en campaña a los cargos
elegidos por elección popular. En su artículo 70 (CRBV), establece con rango
constitucional el derecho a la participación protagónica, las asambleas
ciudadanas vinculantes, las cooperativas y otras formas de cogestión civil de lo
público.

En su artículo 72 (CRBV), establece la revocabilidad de todos los cargos


elegidos por votación popular, a partir de la mitad del período en funciones y
teniendo como requisito la solicitud de referéndum por el 20% de los electores.
En sus artículos 73 y 74 (CRBV), establece que las leyes serán aprobadas o
derogadas, plebiscitariamente, con el requisito de que así lo soliciten o dos
tercios de los legisladores o el 5% de los electores del país. En su artículo 141
(CRBV), establece el principio constitucional de participación en la
administración del Estado.

En sus artículos 158 a 185 (CRBV), establece la descentralización de los


Estados y municipalidades, con obligación de participación protagónica de la
sociedad civil organizada, artículo 184 (CRBV). Pueblos indígenas En su
artículo 9 (CRBV), establece rango constitucional de los idiomas indígenas. En
su Título III, Capítulo VIII, establece el reconocimiento a la existencia y los
derechos de los Pueblos Indígenas. En los artículos 19 y 20 (CRBV), reconoce
su propiedad sobre sus hábitats, ambientes y tierras.

En el 124 (CRBV), prohíbe expresamente toda patente sobre su biodiversidad.


En el 125 (CRBV) establece cuotas mínimas obligatorias de representación
política para los pueblos indígenas en las instituciones nacionales. En su
artículo 260 (CRBV), establece reconocimiento constitucional a la justicia
propia de los Pueblos Indígenas.
PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS

Procedimiento administrativo, se refiere a una serie de actos, o la cadena de


actos de distintos alcance y contenido – actos de tramite- en procura de la
obtención del último eslabón de aquel el acto final- en el que se contiene la
voluntad de la administración pública.

El procedimiento administrativo es manifestación de una función, por lo tanto


queda planteado tan pronto como se reconoce en el Estado la existencia de
una función administrativa. Esta función fija al Estado meta en su obrar y para
llegar a ellas, es necesario que determine los caminos, los cuales forman parte
del procedimiento. La función Pública no puede ser ejercida de manera
discrecional sino que está limitada a la constitución y las leyes, y éstas exigen
que en el ejercicio de sus atribuciones se realice conforme a unas formas
predeterminadas o de acuerdo a un procedimiento constitutivo.

De acuerdo a esta concepción, se entiende por procedimiento la serie de actos


que deben cumplirse para llegar a un fin determinado.

El procedimiento administrativo es de carácter administrativo, no jurisdiccional,


es funcional en cuanto a que es propia de la función administrativa, y es
también integral por que comprende toda la función administrativa de cualquier
órgano o ente público Estatal o no Estatal.

OBJETO DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.

Mediante el procedimiento administrativo se trata de conseguir dos finalidades


que no se excluyen ni colisionan una con la otra:

a) La garantía del interés público, concretada en la legalidad y en la


oportunidad o conveniencia de la función administrativa.

b) La garantía de los derechos e interés de los administrados

Así la eficacia de la administración pública exige un procedimiento rápido, ágil y


flexible, las garantías del administrado imponen una serie de trámites que le
permitan una adecuada defensa de sus derechos e intereses. Es por ello
necesario armonizar los principios que comprenden ambas garantías: La faz
garantistica-la faz eficacia .Ambas finalidades integradas en un único objeto
para así demostrar la existencia de un procedimiento administrativo
normalizado, asegurando el cumplimiento del principio de legalidad en toda su
extensión. El procedimiento administrativo es por tanto jurídico, en cuanto
implica el sometimiento al principio de legaliza.

Legalidad de los procedimientos administrativos

Todas las actuaciones de la administración en el Estado moderno, están


sujetas al principio de la legalidad, conforme al cual el acto administrativo, en
su fondo y en su forma, deben estar sujetos a las reglas jurídicas
preestablecidas, esto es elaborado con entera sujeción al conjunto de normas
previamente dictadas que conforman el bloque de la legalidad.

En Venezuela fue promulgada el primero de julio de 1981 la Ley orgánica de


procedimiento administrativo, (LOPA), entro en vigencia el primero de enero de
1982. Las disposiciones de dicha Ley rigen los actos administración pública
nacional, tanto central como la descentralizada, y a falta de disposiciones
especiales, en las administraciones de los Estado, municipios, la Contraloría
General de la Republica y la Fiscalía General de la República.

LOS PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS EN VENEZUELA.

La Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos contempla dos clases de


procedimientos, a saber:

I- PROCEDIMIENTOS DE PRIMER GRADO:

Son aquellos que tienen por finalidad, la formación del acto administrativo, el
cual contempla:

A- Procedimiento ordinario.

B- Procedimiento sumario.

II- El procedimiento de segundo grado, tiene por finalidad, la revisión en vía


administrativa de los actos ya dictados.
Procedencia. Procede cuando no esté previsto otro expresamente en una ley
especial. (Art 47 LOPA).

El procedimiento por excelencia entre los de primer orden es el procedimiento


ordinario, que es el que normalmente se aplica, es el que rige, y que dejaran de
regir cuando hayan procedimientos establecidos en Leyes especiales.
Ejemplo, La Ley General Bancos y otras instituciones financieras, Ley de
empresas de seguros y reaseguros, Ley de arrendamientos inmobiliarios, entre
otras.

Iniciación. El procedimiento puede iniciarse de oficio o a instancia de parte


interesada. (Art 48 LOPA).

A.- El procedimiento puede comenzar de oficio:

La autoridad administrativa competente o uno de jerarquía superior pueden


ordenar la apertura y notificación a los particulares cuyos derechos o intereses
legítimos, personales y directos puedan resultar afectados, dándoles un plazo
de 10 días para que aleguen sus razones , y expongan sus pruebas.(Art 48).

B.- A instancia de parte interesada:

Cuando el procedimiento comienza a solicitud de parte interesada, se hará


mediante solicitud escrita. (Art 49).El escrito debe constar:

ü Organismo al cual está dirigida.

ü Identificación del interesado o del representante (Nombre y Apellidos,


domicilio, nacionalidad, estado civil, profesión y cedula de identidad o
pasaporte.)

ü Dirección del lugar donde se harán las notificaciones.

ü Hechos, razones y pedimentos.

ü Anexos.

ü Otras circunstancias que exija la ley.

ü Firmas de los interesados.


Si faltare algunos de los requisitos allí expresados, la autoridad lo notificara al
presentante, comunicándoosle de las omisiones o faltas y les dará un plazo de
15 días para subsanarlas. Si presenta el escrito con las correcciones exigidas,
y hubiere nueva objeción, el solicitante puede optar por intentar recurso
jerárquico contra esta, o hacer la nueva corrección. (Art 50).

C- Sustanciación:

c) Expediente, apertura, contenido, acumulación.

Se inicia el procedimiento, se abre el expediente correspondiente, allí se


recogerá toda la información pertinente al caso, inclusive copia de las
comunicaciones entre las oficinas públicas, de publicaciones y notificaciones.
(Art 51).

Cuando el asunto tenga relación intima con otro que este tramitando la misma
oficina, el jefe de la dependencia podrá, de oficio o a solicitud de la parte
interesada, ordenar ambos expedientes juntos para evitar decisiones
contradictorias. (Art 52)

b) Impulso del procedimiento. Es responsabilidad de la administración impulsar


el procedimiento en todos sus trámites, deberá cumplir de oficio o a instancia
del interesado, todas las actuaciones necesarias para el mejor conocimiento
del asunto. (Art 53).

c) Informes de otros organismos. La entidad a quien le corresponda la


tramitación del expediente, ya sea de oficio o a instancia del interesado,
solicitara a otras autoridades u organismos los documentos, informes o
antecedentes que estimen convenientes. (Art 54)

El plazo para evacuarlos es de 15 días, si se solicitan a los funcionarios del


mismo organismo, y de 20 días en los otros casos. Si el funcionario requerido
necesita más tiempo, así lo manifestara de inmediato al requirente, indicando el
tiempo necesario, el mismo no podrá exceder del doble de lo indicado. (Art 55).

La omisión de tales informes no suspenderá la tramitación, salvo a disposición


en contrario, sin perjuicio de la responsabilidad en que incurra al funcionario
por la omisión o demora. (Art 56).
Dichos informes, salvo disposición en contrario, no serán vinculantes para la
autoridad competente para decidir, (Art57)

d) Prueba de hechos. La prueba de hechos relevantes para la decisión se hará


por los medios establecidos en los códigos Civil, de procedimiento Civil y
enjuiciamiento criminal o en otras leyes (Art 58).

e) Acceso del interesado al expediente. Los interesados y sus representantes


tienen derecho en todo momento a revisar, leer, copiar, y pedir certificación de
cualquier documento del expediente. Solo se exceptúan los documentos
calificados como confidenciales, mediante acto motivado, por el superior
jerárquico, los mismos se archivaran en cuerpos separados del expediente. (Art
59)

Existen tres hechos que pueden poner término, al procedimiento, estos son:

a) Resolución. El plazo para la resolución del expediente es de 4 meses, salvo


que por la existencia de causas excepcionales se acuerde expresamente una
o más prorroga, que no podrá exceder de 2 meses en total (Art 60).

El plazo empieza a correr desde el día siguiente al recibo de la solicitud del


interesado, o de la notificación, si el procedimiento se inicio de oficio. (Art 61).

El acto que decida el asunto resolverá todas los asuntos que s hubieren
planteado desde que se inicio como durante la tramitación (Art 62).

b) Desistimiento. El procedimiento también puede terminarse por el


desistimiento del interesado, el cual debe ser formulado por auto escrito, por el
funcionario o autoridad que conozca del caso, ordenando archivar el
expediente. Cuando haya varios interesados, el desistimiento de uno no
afectara el de los otros (Art 63).

c), Perención. Si un procedimiento iniciado a instancia de un particular se


paraliza por 2 meses por causa imputable al interesado, se operara la
perención de procedimiento. El término correrá desde la notificación al
interesado. Vencido el plazo sin que este haya reactivado el procedimiento, el
funcionario o autoridad competente declarara la perención (Art 64).

Esta declaratoria no extingue los derechos y acciones del interesado, ni


interrumpe el lapso de prescripción (Art 65).

e), Continuación a pesar de desistimiento o perención. No obstante el


desistimiento o perención, la administración pública podrá continuar el
procedimiento, si existen razones de interés público que lo justifiquen (Art 66).

Recurso administrativo

El recurso administrativo es un medio o instrumento de impugnación, que se


promueve en el seno de la administración pública contra un acto de un órgano
de esta, a fin de que lo anule, lo modifique o sustituya, por considerarlo ilegal,
inoportuno o inconveniente; que lesiona un derecho subjetivo o un interés
calificado.

Lo que caracteriza al recurso administrativo es la circunstancia de que la


misma autoridad administrativa, que puede ser el autor o superior jerárquico,
que examine nuevamente el acto y dicha decisión. Es un medio específico, a
través del cual se promueve el control de la juridicidad (legalidad y oportunidad)
de un acto emanado de la propia administración pública. Lo esencial de este
recurso consiste en que se trata de un acto de impugnación de un acto
administrativo anterior, que da lugar a un nuevo procedimiento que posee
también carácter administrativo, desde el punto de vista material u objetivo.

Los recursos administrativos son de naturaleza distintos de los recursos


contenciosos; en los primeros la administración actúa en ejercicio de la
administrativo, y el pronunciamiento que dicta es siempre un acto
administrativo, en los segundo en los recursos contenciosos el órgano
competente actúa en función jurisdiccional y la resolución es una sentencia.

Conforme al Art. 85 de la ley orgánica de procedimiento administrativo, los


interesados podrán interponer los recursos administrativos contra todo acto
administrativo que ponga fin a un procedimiento, que haga imposible su
continuación, cause indefensión o lo prejuzgue como definitivo, cuando dicho
acto lesione los derechos subjetivos o los intereses íntimos, personales y
directos del recurrente.

No todo el mundo puede, interponer los recursos administrativo. La ley requiere


la condición subjetiva de ser el recurrente las personas interesadas. Solo el que
invoque un derecho subjetivo lesionado por el acto impugnado, o bien un
interés legitimo, personal y directos en los efectos de este acto, podrá
considerarse con legitimación suficiente para intentar los recursos
administrativos.

Estos recursos solo pueden ser intentados contra los actos administrativos. No
podrán ser intentados contra actos materiales, hechos u operaciones de la
administración. Tampoco son susceptibles de estos recursos, los contratos
celebrados por la administración. Solo existe la excepción la Ley orgánica del
sufragio y participación política en su artículo 228, que admite la posibilidad de
que se interponga el recurso jerárquico ante el Consejo Nacional Electoral, en
contra de hechos, actuaciones materiales o vías de hecho.

Únicamente puede ser intentado los recursos en aquellos actos administrativos


que se hallen en cualquiera de las condiciones ya descritas en párrafo anterior.

Todo recurso administrativo debe intentarse por escrito, según lo dispone la


ley, y constara de los siguientes requisitos:

ü Organismo al cual está dirigida.

ü Identificación del interesado o del representante (Nombre y Apellidos,


domicilio, nacionalidad, estado civil, profesión y cedula de identidad o
pasaporte.)

ü Dirección del lugar donde se harán las notificaciones.

ü Hechos, razones y pedimentos.

ü Anexos.

ü Otras circunstancias que exija la ley.

ü Firmas de los interesados.


RECURSOS ADMINISTRATIVOS CONSAGRADOS EN LA LEY.

La ley orgánica de procedimiento administrativo establece tres tipos de


recursos:

ü El recurso de reconsideración.

ü El recurso Jerárquico.

ü El recurso de revisión.

El recurso de reconsideración, solo es procedente:

En actos recurribles- contra actos de la administración de carácter particular.


Es decir las declaraciones productoras de efectos individuales (Art 49).

Lapso para interponerlo. La oportunidad para intentarlo es dentro de los 15 días


siguientes a la notificación del acto que se impugna (Art 94).

Órgano competente. El recurso debe ser propuesto ante el funcionario que lo


dicto (Art 94).

Lapso para decidir. Si el acto no pone fin a la vía administrativa, el órgano ante
quien se interpone el recurso deberá decidir dentro de los 15 días siguientes de
recibido el mismo. (Art 94). Si por el contrario, el acto pone fin a la vía
administrativa, la decisión deberá dentro de los 90 días a la fecha de
imposición.

Cuando quien deba decidir es el propio Ministro, el lapso será de 90 días (Art
91)

Exclusión de un nuevo recurso de reconsideración- Contra la decisión de un


recurso de este tipo no puede interponerse un nuevo recurso de
reconsideración (Art 94).
Recurso Jerárquico

Puede definirse como la reclamación que se promueve para que el superior


jerárquico del autor del acto que se cuestiona, examinando este acto, lo
modifique o lo extinga, siguiendo para ello el procedimiento expresamente
establecido en las normas vigentes.

Éste es un recurso meramente administrativo, es decir, que se plantea ante la


propia Administración para que ella misma reconsidere el caso, lo analice más
profundamente y decida teniendo en cuenta datos y argumentos que el
contribuyente aportará a lo largo del proceso.

No podrán los interesados intentar el recurso Jerárquico sin haber previamente


interpuesto el recurso de reconsideración. Solo se admitirá después de
resuelto desfavorablemente el recurso de reconsideración.

Procedencia- Este recurso procede cuando el órgano inferior decida no


modificar el acto que es el autor en la forma solicitada en el recurso de
reconsideración. (Art 95).

Lapso para interponerle.-Para la interposición del recurso jerárquico la ley fija


el plazo de 15 días siguientes a la negación del recurso de reconsideración.
(Art 95)

Órgano competente para decidir-.En esta oportunidad el interesado deberá


formular el recurso jerárquico directamente ante el Ministro (Art 95). También
contempla la ley el ejercicio del recurso jerárquico contra las decisiones de los
órganos subalternos de los institutos autónomos, ante los órganos superiores
de esas mismas entidades (Art 96). Esta grave disposición convierte en regla
general lo que debería ser la excepción, En efecto, según la doctrina, la tutela
administrativa sobre los institutos autónomos no existe, a menos que el
derecho positivo lo consagre.

Bajo el imperio de la ley orgánica de procedimiento administrativo, la regla


general consistirá en que puede ser intentado el recurso jerárquico contra los
actos emanados de los órganos superiores de los institutos autónomos para el
Ministro de adscripción. Por excepción no habrá recurso jerárquico, cuando la
ley expresamente lo niegue.

Lapso para decidir.- Dentro de los 90 días de su presentación (Art 91).

Recurso de Revisión

Procedencia.- Procede contra los actos administrativos firmes, en los siguientes


casos. (Art 97).

1. Cuando hubieren aparecido pruebas de valor esenciales para la


resolución del asunto, no disponibles para la época de la tramitación del
expediente.

2. Cuando en la resolución hubieren influido, en forma decisiva, documentos


o testimonios declarados falsos por sentencia judicial definitivamente firma.

3. Cuando la resolución hubiere sido adoptada por cohecho, violencia,


soborno u otra manifestación fraudulenta y ello hubiere quedado establecido en
sentencia judicial, definitivamente firme.

Órgano competente.-La ley orgánica de procedimiento administrativo establece


que el recurso de revisión contra los actos administrativos firmes podrán
intentarse ante el Ministerio respectivo.

El requisito de firmeza del acto para ser admisible el recurso de revisión, se


refiere a la vía administrativa y no a la procesal.

Lapso para interponerlo.- El recurso deberá ser intentado, dentro de los tres
meses siguientes a la fecha de la sentencia declarativa (Numerales 2 y 3 del
Art 97), de la falsedad de las pruebas que influyeron en decisión impugnada o
a la sentencia que haya declarado el fraude que haya originado el acto contra
el cual el cual se recurre, o de haberse tenido noticias de las pruebas de valor
para la resolución del asunto no disponibles al momento de dictado el acto
objeto de impugnación. (Art 98).

Lapso para decidir.- El recurso de revisión deberá ser decidido por el Ministro
dentro de los treinta días (30) hábiles siguientes a su presentación (Art 99). El
Ministro tiene en este caso amplios poderes de decisión, con vista a los nuevos
elementos de apreciación, podrá acoger o rechazar los recursos impuestos.,
revocar o modificar el acto impugnado, o bien convalidarlo, si a su juicio
solamente adoleciere de vicios subsanables.

El recurso contencioso-administrativo

El recurso contencioso administrativo es una actuación de los particulares o de


las entidades, corporaciones e instituciones de derecho público o de entidades
que ostenten la representación o defensa de intereses de carácter general o
corporativo, en la que se demanda de la Jurisdicción contencioso-
administrativa la declaración de no ser conforme a derecho, y, en su caso, la
anulación de los actos y disposiciones de las Administraciones Públicas.

Actividad administrativa impugnable

Las disposiciones de carácter general y los actos expresos y presuntos de la


Administración pública que pongan fin a la vía administrativa, ya sean
definitivos o de trámite, si estos últimos deciden directa o indirectamente el
fondo del asunto, determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento,
producen indefensión o perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos.

CONCLUSIONES

La actual constitución de 1999, desde su preámbulo de la una especial


significación al pueblo y son múltiples sus artículos que así lo consagran
es así como se pone de manifiesto que el estado está en función de la
sociedad y que es un estado de derecho solo por citar uno de sus
artículos mencionamos el “Art. 2. C.R.B.V Venezuela se constituye en un
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la
libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.” Para que exista un estado de derecho este debe
regirse por reglas claras contenidas en la Constitución y las Leyes, así
mismo los cinco poderes públicos existentes en la Republica tienen
normas claras de funcionamiento, atrás quedo el estado intocable, los
funcionarios públicos son y deben ser servidores púbicos y también
tienen normas concretas que le regulan es pues un sistema
perfectible pero es sin duda alguna uno de los mejores del mundo, el
primero que dio rango constitucional al referéndum revocatorio y el único
que le ha dado al pueblo el derecho de decidir si continua o no un
gobierno es pues una de esas manifestaciones de democracia que
nadie puede ocultar, que falta que hacer nadie a dicho lo contrario pero
sin duda el apoyo a la gestión pública por parte de la comunidad real
es decir la mayoría y no una elite es hoy por hoy una realidad en el
marco de la democracia participativa.

También podría gustarte