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1 a 58
Libro I
DE LAS NORMAS GENERALES
(cc. 1 a 58) 1
C. 1: (Ámbito de aplicación)
Se aplica el código sólo a la Iglesia Latina, única destinataria.
A razón del rito, no del territorio.
La Iglesia Oriental se rige por el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium (CCEO) que
agrupa las 23 iglesias rituales autónomas “sui iuris”, dotadas de rito litúrgico, disciplina,
jerarquía y herencia teológica y espirituales propias. Este “codex” lo promulgó Juan
Pablo II en 1990.
Ambos códigos coinciden en lo sustancial, pero muestran importantes diferencias
derivadas de las particularidades litúrgicas, disciplinares y de organización jerárquica.
No son dos legislaciones complementarias, sino dos sistemas normativos superiores en
ámbitos distintos que forman parte de un mismo ordenamiento canónico, el cual encuentra
su unidad en una misma fe y bajo la potestad suprema del Romano Pontífice.
C. 2: (Regulación de las normas litúrgicas)
El código no determina los ritos en las celebraciones litúrgicas, acciones litúrgicas. Las
leyes litúrgicas siguen en vigencia, salvo que sean contrarias a los cánones del código.
El libro IV (cc. 834 a 1253) “contiene la naturaleza y régimen jurídico de las acciones
litúrgicas” (requisitos personales, de materia o forma necesarios para su licitud o validez).
El código no es el lugar donde se determinan ritos. Hay otros 11 cánones en congruencia
con el párrafo anterior.
El concepto “rito” empleado en este contexto no tiene, pues, el sentido de iglesia ritual del
c. 1, sino referido estrictamente a la liturgia.
Principio general: “las leyes litúrgicas vigentes hasta ahora conservan su fuerza, junto a la
excepción: salvo cuando alguna de ella sea contraria a los cánones del código”.
El c. 2 se rige por el c. 20: cesación.
C. 3: (Sobre los convenios con la Santa Sede)
Los cánones del código no “abrogan” o “derogan” los convenios de la Santa Sede con las
naciones u otras sociedades políticas, siempre y cuando no obsten en nada las
prescripciones contrarias a este código.
Derecho Canónico I
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Este canon recoge el principio del derecho internacional: “Pacta sunt servanda” (“los
pactos/contratos están para cumplirse” o “lo pactado obliga”) que prohíbe el
incumplimiento de los pactos/contratos por voluntad exclusiva de una sola de las partes,
principio que debe vincularse o entenderse ligado a la cláusula “rebus sic stantibus”
(estando así las cosas), que lo haría decaer si se diese un cambio sustancial de
circunstancias.
El código no puede suprimir, ni en todo (abrogar) ni en parte (derogar) esos convenios.
C. 4: (Sobre los derechos adquiridos) 2
Se refiere a los derechos y privilegios concedidos por la Sede Apostólica, tanto a personas
físicas como jurídicas, a no ser que sean “revocados expresamente” por lo cánones de este
código.
Derecho adquirido: situación consolidada que pertenece establemente al patrimonio
jurídico de una persona, adquirida como consecuencia de su actuación conforme a una
norma que le atribuya los efectos queridos por el sujeto.
Propiedades de un derecho adquirido:
Derecho subjetivo: pertenece a la persona (física o jurídica).
Reconocido por el derecho objetivo (ley).
No nace directamente de éste (sería un derecho innato) sino que lo permite por la
actividad de la persona conforme a la ley (vigente en el momento en que se realiza
esa actividad).
Se pueden revocar sólo por razón de justicia o de bien común.
El nuevo código no afecta con carácter general a situaciones jurídicas consolidadas y
estables. Ello es consecuencia del “principio de irretroactividad” de las leyes, según el
cual la ley es dada para hechos futuros y no se aplica a los pasados (ver c. 9).
El código no contiene ningún caso de revocación de derechos adquiridos, aunque sí de
privilegios que son gracias o favores (cf. 396 §2, 509 §1, 526 §2).
C. 5: (Sobre las costumbres universales y particulares)
Se refiere a las consecuencias de entrada en vigor de la nueva legislación sobre las
costumbres jurídicas antecodiciales vigentes. Las que son contrarias a estos cánones
vigentes quedan suprimidas y si se reprueban en los cánones de este código, no
perteneciéndoles que revivan en el futuro. A no ser que el código exprese otra cosa, sean
centenarias o milenarias, las cuales pueden tolerarse cuando, ponderadas las
circunstancias de los lugares y las personas, juzgue el Ordinario (el Obispo) que no es
posible suprimirlas.
Tipos de costumbre:
Costumbres meramente contrarias: se suprimen en el momento de entrar en vigor
el CIC 1983, pero pueden revivir en el futuro.
Costumbres reprobadas: se suprimen hoy y para siempre (no pueden volver a
formarse, a ser costumbre).
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Título I
De las leyes eclesiásticas (cc. 7-22)
C. 7: (Promulgación)
Este título abarca los cánones del 7 al 22. En dichos cánones se regula la principal fuente
del derecho canónico, la ley eclesiástica.
La unidad y la actividad del gobierno en la iglesia se desempeña en virtud de la potestad
de régimen, derivada del principio constitucional de la “sacra potestas” en el Papa y los
Obispos en la que se reconocen 3 funciones: legislativa, ejecutiva y judicial.
El canon 7 nos dice que “la ley queda establecida cuando se promulga”. La promulgación
de la “ley es un acto formal, solemne y público”, que ordena la autoridad legislativa que
da la ley, mediante la cual se fija de modo auténtico y definitivo su texto, se manifiesta la
voluntad del legislador de intimarla a la comunidad y se determina su publicación.
Los fines de la promulgación son:
1) La dotación de autenticidad y certeza al tenor de la ley.
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Duda de hecho: es cuando siendo la ley cierta y clara se desconocen las circunstancias del
caso al que supuestamente debe aplicarse, de tal modo que no puede saberse con
seguridad si cae o no bajo la disposición de la norma. La ley urge, pero en atención a la
duda puede dispensarse según Derecho. Es una circunstancia subjetiva. Si hay duda de
hecho, la ley sí urge, porque su efectividad es objetiva, pero el Ordinario puede dispensar
Ad cautelam (ver cc. 86 y 87 sobre lo que puede o no dispensar). En las dudas de hecho,
los Ordinarios pueden dispensar, “con tal que”, tratándose de una dispensa reservada,
suela concederla la autoridad a quien se reserva.
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La duda de derecho se aplica cuando hay dudas de la propia ley. Las que ha habido en el
código, se han de resolver por el legislador (c. 16).
El principio latino: “Lex dubia lex nulla” (ley dudosa, ley nula). En ella no se tiene claro
las circunstancias del hecho.
C. 15: (Límites de eficacia en el sujeto)
§1 La ignorancia es la ausencia de conocimiento en un asunto. El error es el conocimiento
falso de una cosa o asunto.
Se sepa o no, la ley “no pierde su eficacia”, mientras no se establezca otra cosa (c. 142
§2).
§2 La presunción lo que hace es apoyar y no tener que demostrar lo que es así.
La ley es general y abstracta (para todos los supuestos).
Presunción:
Iuris et de iure (de propio derecho): Es una presunción de pleno y absoluto
derecho, que no admite prueba en contra.
Iuris tantum (de sólo derecho): es una presunción que establece la ley y que
admite prueba en contra, es decir, permite probar la inexistencia de un hecho o
derecho. Da una cosa por cierta hasta que se demuestre lo contrario. El que niega
es el que tiene que demostrar.
C. 16: (¿Quién hace la interpretación auténtica?)
Los cc. 16 y 17 nos hablan de cómo interpretar. El c. 17 nos dice cómo interpretarla.
El c. 16 ayuda a quitar las dudas de hecho y de derecho. El legislador o el delegado por él
es el que hace esa interpretación, entendida como oficio.
§1 Habla de la interpretación auténtica desde el punto de vista del que ha emitido la ley, el
autor. Es el que dice lo que es. El Papa delega en la actualidad esto al Pontificio Consejo
para la Interpretación de los Textos Legislativos.
§2 La interpretación auténtica (per modum legis) manifestada en forma de ley, tiene igual
de fuerza que la misma ley. Según el contenido de esa interpretación auténtica, hay varios
tipos:
1. Interpretaciones meramente declarativas: una ley debe entenderse como se viene
entendiendo (como se suele leer); "aclara palabras de la ley de por sí ciertas".
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pena, limitan derechos, una carga o un límite a la actuación de las personas, leyes que
contienen una excepción a la norma general).
No confundir:
Interpretación
Amplia (lata): sin desvirtuar, lo máximo que permita el Entender las palabras de la ley
en su sentido más común, sin
término. Respeto al sentido usual
salirnos de su significado. Se
mueven dentro del significado 8
normal de las palabras y de la
Estricta: sólo lo necesario, lo mínimo. Que no llegue a
mente del legislador.
restringir la ley.
Las manda la ley en
determinados casos.
Restrictiva: restringe, disminuye lo que permite el término Ya no es el concepto en sí
(quitarle a la norma, quita contenidos). Que reduce su objeto. (nos desviamos), va más allá
Extensiva: aumenta, sobrepasa el margen de lo que permite de su sentido propio, se mueve
(agregarle a la norma). Que extiende el significado de la ley a fuera (contexto). Por ello hay
nuevos casos. que decirlo explícitamente.
Por tanto:
estricta ≠ restrictiva.
amplia ≠ extensiva.
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1. Revocación: nunca puede presumirse, por lo que si ésta no consta con claridad la ley ha
de tenerse por vigente.
2. Conciliación: intenta conciliar o armonizar la ley nueva con la antigua, interpretando la
posterior a la luz de la anterior y observándolas armónicamente en la medida de lo posible
y razonable.
C. 22: (Canonización de la ley civil)
Habla de la canonización de las leyes civiles, es decir, convertir las leyes civiles en
canónicas. Es incorporarlas, el derecho las incorpora, se convierte en auténtica ley para la 10
iglesia. Con los mismos efectos en el ordenamiento civil, “en cuanto no sean contrarias al
derecho divino”. La “buena fe” es lo que exige el derecho divino.
El c. 197 nos dice que la Iglesia está regulada en la legislación civil de la nación
respectiva.
La canonización de la ley civil no se puede hacer si:
Es contraria al Derecho divino.
Es contraria al Derecho Canónico vigente.
No dejan de ser civiles, por lo que han de observarse "con los mismos efectos" que en el
ordenamiento civil. Es decir, aplicables a contratos, prescripción, esponsales, tutela,
adopción, testamentos, muerte presunta, etc.
Título II
De la Costumbre (cc. 23 - 28)
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legislador. Parece que requiere un legislador, pero no es así porque debe estar conforme a
los cánones que siguen (cc. 24 a 28).
Tipos de costumbre:
1. Respecto al territorio: universales y particulares.
2. Respecto a la ley: Contrarias a la ley (contra legem) y extralegales (praeter legem).
C. 24: (Límites de la costumbre)
No todo lo que pide el pueblo puede ser costumbre. Este canon presenta unos criterios:
1. Si es contraria al derecho divino. 11
2. Si no es razonable (contrario a la moral, contraria a lo justo, incongruente con el
Derecho Divino, inmoral (o que conduce al pecado), imposible, claramente injusta,
excesivamente gravosa y expresamente reprobada).
Ha de ser razonable su uso con la intención de que adquiera fuerza de ley, es decir, recta,
necesaria, conveniente, útil para el bien común y de posible cumplimiento).
C. 25: (Requisitos de la costumbre)
Los requisitos son:
1. Con la intención de introducir derecho, obligatorio para ellos. Debe manifestarse
objetivamente.
2. Que sea realizada por una comunidad de fieles capaz de ser sujeto pasivo de la ley
(capaz de recibir ley). Lógicamente comunidad de fieles católicos.
C. 26: (Tipo de costumbre respecto a la ley. Requisitos de la costumbre contra ley y extralegal)
La costumbre contra ley o extralegal sólo alcanza fuerza de ley si se ha observado
legítimamente durante 30 años continuos y completos.
Pero hay una salvedad: “Pero, contra la ley canónica que contenga una cláusula por la que
se prohíbe futuras costumbres, sólo puede prevalecer una costumbre centenaria o
inmemorial”.
Sin embargo, la costumbre contraria a una ley que las prohíbe expresamente no puede
adquirir fuerza de ley más que si llegara a ser centenaria (≥ 100 años) o se considera
inmemorial (centenarias, no se tiene conciencia de cuándo comenzó).
Nunca podrán llegar a introducirse costumbres reprobadas (C. 24 §2).
C. 27: (Principio de la costumbre)
Es el Secundum legem que manifiesta la recepción práctica de la ley, deben considerarse
con tal función a las costumbres contrarias y extralegales con fuerza de ley.
“La costumbre es el mejor intérprete de las leyes”, es decir:
El uso social pone de manifiesto la aceptación.
La costumbre cae dentro del ámbito de la aplicación de las leyes: la vivencia de la
comunidad cristiana es la mejor manera de comprobarlo.
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Título III
De los decretos generales y de las instrucciones (cc. 29 - 34)
- Fuente escrita.
1. La Ley *
- Legislador.
(cc. 7 a 22)
FUENTES - General y abstracto.
GENERALES 2. La costumbre * - Fuente no escrita.
DEL (cc. 23 a 28) - Legislativo.
DERECHO
CANÓNICO 3. Decreto general * - Legislativo (propiamente leyes).
(hasta ahora vistas) (cc. 29 a 34) - Ejecutivo (gobierno ordinario).
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Características:
Determina más detalladamente cómo se ha de cumplir una ley.
Destinatarios: administración eclesiástica.
Les obliga para la ejecución y/o aplicación de las leyes.
Es dado por la potestad ejecutiva (dentro de su competencia).
No necesita promulgación, sólo intimación.
Título IV 14
De los actos administrativos singulares (cc. 35- 93)
Para los AAS se puede interponer “Recurso” para aquellos que se producen en el fuero
externo extrajudicial, excepto los emanados por el Romano Pontífice o del Concilio
Ecuménico (c. 1732).
Acto: actuación con consecuencia jurídica.
Administrativo: perteneciente al ámbito del poder ejecutivo, administrativo.
Singular: contrario a general o abstracto. Se refiere a una persona (física o jurídica) o
grupo concreto o bien a un caso particular, concreto.
Potestad ejecutiva: es la función propia de la potestad de régimen o gobierno de la Iglesia,
llamada también administrativa, dependiente del poder legislativo y encaminada a la
atención y resolución de todos aquellos asuntos propios de la organización eclesiástica.
Por exclusión, corresponde al poder ejecutivo todo aquello no reservado al legislativo o
propio del poder judicial.
C. 35: (Tipología del AAS)
El acto administrativo singular puede ser un decreto o rescripto dado por quien tiene
potestad jurídica dentro de los límites de su competencia (requisito de validez).
Tipos de AAS:
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2. Comisoria (Necesita ejecutor. Tiene un autor y un ejecutor que deberá rendir cuentas.
La ejecución es también un acto administrativo dado por escrito). Ver cc. 40 a 45.
C. 38: (Eficacia y límite del AAS)
Se refiere a la relación entre el legislativo y ejecutivo. Nos dice que todo acto
administrativo resulta inválido si su autoría o contenido no se ajusta a los límites legales
establecidos para una norma procedente del poder ejecutivo, siempre subordinado a la ley
y al legislador.
El acto administrativo contrario a la ley o al decreto general carece de eficacia en la 16
medida en que los afecte, es decir, en aquello que los lesione, no en lo demás.
El objetivo no es derogar, sino que el acto administrativo tenga valor.
Un Motu Proprio es una gracia concedida por iniciativa de la autoridad. No necesita
petición de parte (de otros u otros), es decir, que alguien lo pida.
Se establece un límite: en la medida en que lesione el derecho adquirido de un tercero o
sea contrario a la ley o a una costumbre, a no ser que la autoridad competente hubiera
añadido de manera expresa una cláusula derogatoria (manifestación de voluntad expresa
realizada en el AAS por la autoridad ejecutiva competente, mediante la cual se impide su
invalidez en caso de que resulte contrario a una ley, a una costumbre con fuerza de ley o a
un derecho adquirido.
C. 39: (El término o condición)
Un término o condición es un hecho futuro e incierto que tiene que verificarse para que
tenga efectividad otro acto del que hace depender la eficacia del AAS. En Derecho
Canónico el término puede usarse como sinónimo de plazo.
Sólo afecta la validez del acto administrativo aquellas condiciones esenciales que se
expresen en las partículas: “Si” (si), “A no ser que” (nisi) o “Con tal que” (dummodo).
Esto es para no dejar dudas sobre la necesidad de que se cumpla la condición para la
validez del acto mismo o para su efectividad.
Cuando se pone una condición puede hacer depender la producción de sus efectos.
C. 40: (Normas para la ejecución de un AAS)
El ejecutor:
1. Debe tener el documento en el que se le hace el encargo.
2. Reconocer el documento como íntegro y válido.
Es inválido si actúa antes de recibir el documento.
Ese “tener” en el que lo puede haber recibido o haber tenido noticia del documento.
C. 41: (¿Quién lo ejecuta?)
Se habla del ejecutor necesario. Ejecuta lo que se le ha encomendado. Se llama ejecutor
simple o necesario, cuando recibe el mandato. Sólo ejecuta, no decide.
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elegido por sus cualidades personales y si es un laico sin oficio. En estos dos casos la
autoridad debe designar un nuevo ejecutor.
Sustituir: se refiere sólo a funciones, no al cargo.
C. 45:
Habla si se ha dado algún tipo de error, por lo que, le es lícito realizarlo de nuevo.
Cuando el ejecutor ha terminado la ejecución, pierde su autoridad. Pero si se percata de
errores materiales o de algún error (sustancial o accidental), el Derecho le habilita a 18
corregirlos (sin tener que volverlo a nombrar la autoridad, etc.). Esto agiliza los trámites.
Sin esta habilitación no podría actuar, ya que al finalizar la ejecución termina su
competencia, y tendría que acudir a la autoridad, con el retraso que ello comportaría.
C. 46: (Cesación)
El acto administrativo no cesa al extinguirse la potestad de quien lo hizo, sea decreto
principal o decreto de ejecución; a no ser que el decreto disponga expresamente otra cosa
(caso de excepción).
Un AAS está ligado al oficio y a su función, no a la persona física.
Excepción (si quien lo dio lo hizo de forma personal):
Si introdujo esa cláusula.
Si no consta documento legítimo (sólo se dio de palabra).
Si cesa la potestad del vicarios general y vicario episcopal al vacar la sede (c. 481
§1).
C. 47: (Revocación y cesación)
Nos dice el cómo se revoca un acto administrativo: por otro acto administrativo:
contrario, incompatible o sustitutivo.
De forma expresa (explícita o implícita, ver c. 10): cesa cuando la autoridad competente
decida revocarlo, también es necesario que el interesado sepa. Surte efecto en cuanto se
notifica a su destinatario, porque hasta entonces, actúa según el primer AAS.
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documento al destinatario ante notario o dos testigos, levantando acta que firmarán los
presentes.
Si el interesado se niega a firmar, se tomará nota de esta circunstancia y se dará por
realizada la notificación (cf. c. 56).
C. 56: (Notificación extraordinaria o forma excepcional de intimación)
La efectiva notificación no depende de la exclusiva voluntad de su destinatario, motivo
por el cual el canon determina que se tendrá por notificado a aquel que siendo convocado
debidamente para entregarle o leerle el decreto, según el caso (c. 55), no se presenta sin 21
una “causa justa” que lo justifique, no quiera recibir el documento o no quiera firmar el
acta tras su lectura o recepción.
Se levantará acta de todas las estas circunstancias y si el interesado está presente se le
dará una copia. Se le da por intimado.
La fecha de notificación será la que conste en el acta y, por lo tanto, a partir de ese
momento podrá urgirse el cumplimiento del decreto (c. 54 §2).
C. 57: (Obligación de dar decreto)
Establece los tiempos para el que legítimamente pida o recurra a la autoridad
administrativa para obtener un decreto. La ley impone al peticionario el deber de pedirlo y
el derecho de obtenerlo.
§1 Cuando la ley prescribe que se emita un decreto, la autoridad administrativa
competente debe proveer tres (03) meses que sigue a la recepción de la petición o recurso,
a no ser que la ley prescriba otro plazo.
§2 Es cuando la autoridad no ha dicho nada y se “presume” (presunción iuris tantum) la
respuesta negativa a efectos de la proposición de un posterior recurso. En la Iglesia el
silencio administrativo es negativo. Ver cc. 1732 a 1739. Es para que el interesado pueda
acudir a la autoridad jerárquica superior (conocido como el recurso jerárquico).
§3 Trata sobre la presunción de respuesta:
Si no la da: no exime a la autoridad de la obligación de emitir el decreto, e incluso
de reparar el daño que quizá haya causado (material, moral o espiritual), conforme
al c. 128, causado por la dilación o ausencia de respuesta. Se establece la
reparación de daños por el silencio administrativo si no da respuesta.
Si la da: (pasados los 3 meses) una vez ya iniciada la petición a la autoridad
superior y hay la obligación de la inferior de reparar el daño causado. En cuanto al
afectado: a) si te agrada: puede quedarse con la respuesta del inferior. b) si NO te
agrada: puede continuarse con el recurso.
No se habla de obligación de respuesta para otros actos administrativos tales como los
rescriptos (privilegio y dispensas), ni establece ningún tipo de criterio de tiempo para las
respuestas a pesar de que reconoce que en materia de dispensas puede originarse un daño
en la demora (c. 87 §2), pero lo resuelve con las facultades que concede al Ordinario.
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