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LECCIÓN 3

EFICACIA DE LAS NORMAS JURÍDICAS

1. LA IGNORANCIA DE LAS NORMAS Y EL ERROR DE DERECHO

El Derecho ordena la realidad social, permitiendo, incentivando, desincentivando y


prohibiendo actividades, resultados y situaciones. Para ello es indispensable que todos
los ciudadanos y los poderes públicos estén sujetos a él (art. 9.1 CE).

De ahí que el art. 6.1 CC establezca que la ignorancia de las leyes no excusa de su
cumplimiento. Ello quiere decir que el cumplimiento del derecho, las consecuencias
jurídicas que el mismo prevé en cada caso, las sanciones jurídicas frente a los supuestos
de incumplimiento, no pueden depender del conocimiento de su existencia y contenido
por parte de los ciudadanos sometidos a aquél.

Semejante regla no es incompatible con que el error de derecho (art. 6.1, párr. 2º CC)
tenga relevancia jurídica para impugnar la validez y eficacia de aquellos actos jurídicos
en los que los ciudadanos han estado motivados por el desconocimiento o un mal
conocimiento de determinadas normas jurídicas. Para que esa relevancia del error de
derecho se produzca es necesario que sea esencial y excusable.

2. EL PRINCIPIO IURA NOVIT CURIA

Como ya se ha visto los ciudadanos no tienen obligación de conocer el Derecho. Sin


embargo semejante deber sí recae sobre personas al servicio de los poderes públicos,
sobre el personal de Administraciones Públicas, sobre los jueces y magistrados. Todos
ellos responderán por culpa de los daños causados como consecuencia de su ignorancia
del derecho que para ellos es inexcusable. El principio iura novit curia establece que los
tribunales deben conocer el derecho y deben aplicarlo, aunque el mismo no haya sido
alegado por las partes (art. 1.7 CC y 218.1 LEC). Semejante principio, no se extiende
lógicamente ni a la costumbre, ni al derecho extranjero, que deberán ser probados por
las partes cuando sean alegados en juicio (art. 1.º3 y 12.6 CC).

En el procedimiento civil los hechos deberán ser alegados y probados por las partes. El
conocimiento del derecho (iura novit curia) por los jueces les permite aplicar para la
solución del caso las normas que consideren adecuadas, aunque no hayan sido alegadas
por las partes. Ahora bien, se deberá respetar el principio de congruencia.

3. EL FRAUDE DE LEY

El Derecho debe imponerse no sólo frente a las contravenciones directas del mismo,
sino también frente a aquéllas que se producen de forma encubierta o indirecta. A
sancionar semejantes contravenciones contribuye la figura del fraude de ley, reconocida
en el art.6.º4 CC, que se ocupa de actos realizados al amparo de una norma (norma de
cobertura) que buscan un resultado prohibido por el ordenamiento jurídico. Se busca
artificialmente la protección de una norma no prevista en realidad para el caso en
cuestión, con el fin de contravenir otra norma (norma defraudada) que es la
verdaderamente aplicable.

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La coexistencia, tanto internacional como nacional, de diversos ordenamiento jurídicos
constituye uno de los campos más abonados para el fraude de ley. De ahí que el mismo
se encuentre expresamente previsto en caso de “utilización de una norma de conflicto
con el fin de eludir una ley imperativa” (arts. 12.4 y 16.1 CC).

La sanción prevista para semejantes actos o conductas es la de someterlos a la norma


que se hubiera tratado de eludir.

Es doctrina pacifica, a pesar de la equívoca redacción del art. 6.º4 CC, considerar que
no es requisito del fraude de ley la intención de defraudar. Ello es lógico, puesto que “la
ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento”. Por otra parte, en ocasiones será
difícil probar la existencia de esa intención de defraudar.

4. LA NULIDAD COMO SANCIÓN GENERAL EN MATERIA CIVIL

El Derecho reacciona frente a los incumplimientos de las normas con sanciones. La


sanción máxima en el ámbito del derecho privado es la nulidad de lo actuado en contra
del Derecho. Se trata de una sanción que opera con carácter general o supletorio como
forma de proteger el cumplimiento de las normas imperativas o prohibitivas. Así lo
establece el art. 6.º3 CC. De acuerdo con el mismo, para la aplicación de la sanción de
la nulidad es preciso que la norma infringida tenga como finalidad impedir la conducta
sancionada. Ésta ha de estar en clara y manifiesta contradicción con la norma infringida.
Se trata de un último remedio frente a la conducta indebida. Antes de proceder a su
aplicación, habrá que comprobar pues la improcedencia de cualquier otra sanción; lo
que remite necesariamente a una previa interpretación de la norma cuando la misma no
prevea expresamente otra sanción.

Los actos nulos son actos carentes en principio de toda eficacia jurídica desde un
principio. La resolución judicial que así lo establezca tiene carácter declarativo. La
declaración simplemente destruye la apariencia de validez. La nulidad puede ser
apreciada de oficio por los tribunales.

Esta sanción de nulidad, de carácter supletorio general, podrá ser compatible, en su


caso, con otras sanciones de naturaleza distinta, tales como las penas o las multas
administrativas.

5. LA VIGENCIA TEMPORAL DE LA LEY

De acuerdo con el art. 2.º1 CC, “Las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su
completa publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispone otra
cosa”. Se prevé pues una vacatio legis de veinte días y una entrada en vigor de la ley
simultánea en todo el territorio nacional y para todos sus destinatarios.

La propia ley puede prever plazos mayores o menores de vacatio legis, de acuerdo con
la complejidad, la finalidad o la posible necesidad de desarrollo reglamentario de
aquélla. Es frecuente que las leyes establezcan su entrada en vigor inmediata, en el
mismo instante de su publicación.

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El art. 2.º1 CC se aplica a leyes estatales, así como a las autonómicas si las CCAA no
han previsto otra cosa para su propio derecho.

Las leyes pierden vigencia sólo cuando transcurre el plazo expresamente previsto en
ellas para la misma, así como cuando desaparece la circunstancia para la que fueron
dictadas o por su derogación por otras leyes posteriores. Para que esta última derogación
tenga lugar, es preciso que la nueva sea del mismo rango o de rango superior y sea
dictada por un órgano con competencia normativa para producir esa derogación.

Esta derogación puede ser expresa (“tendrá el alcance que expresamente se disponga”) o
tácita. En todo caso en aquello en que la ley anterior sea incompatible con la ley
posterior: lex posterior derogat anterior.

Por la simple derogación de una ley no recobran vigencia las que ésta hubiera derogado
(art, 2.2 in fine CC)

6. EL DERECHO TRANSITORIO

Comenzada la vigencia de una nueva ley ésta se aplicará a todos los supuestos de hecho
a los que se refiere, que se produzcan a partir de ese momento. Pero el problema surge
con respecto a aquellos supuestos de hecho que comenzaron a producirse o se
produjeron antes de la entrada en vigor de la nueva ley y cuyos efectos jurídicos no se
hayan agotado totalmente.

De semejante problemática se ocupa el derecho transitorio. Según el art. 2.º3 CC, “Las
Leyes no tendrán efecto retroactivo si no dispusieren lo contrario”. No obstante, el
art.9.º3 CE, en aras de la seguridad jurídica, establece un límite a esa disposición en
contrario de las leyes: la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no
favorables o restrictivas de derechos individuales. La jurisprudencia constitucional ha
entendido que esos derechos individuales se refieren a los derechos fundamentales y a
las libertades públicas reconocidos en la CE.

De acuerdo con los resultados, cabe distinguir entre retroactividad de grado máximo, de
grado medio y de grado mínimo:

1º. Grado Máximo: cuando la ley se aplica a todos los efectos jurídicos.
2º. Grado Medio: cuando la nueva ley se aplica únicamente a algunos de los
efectos jurídicos ya producidos.
3º. Grado Mínimo: cuando la nueva ley se aplica únicamente a los efectos que
nazcan después de su entrada en vigor.

Aunque el art. 2.º3 CC requiere una disposición expresa de la ley para exceptuar el
principio de irretroactividad, la doctrina admite la posibilidad de una retroactividad
tácita sobre todo por lo que se refiere a la retroactividad de grado mínimo.

En ocasiones el legislador se ocupa expresamente de la problemática derivada de la


entrada en vigor de la nueva ley con respecto a las situaciones preexistentes mediante el
establecimiento de normas, denominadas disposiciones transitorias.

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El Código Civil vino a derogar “todos los cuerpos legales, usos y costumbres que
constituyen el Derecho civil común en todas las materias que son objeto” del mismo
(art. 1976 CC). De ahí que nuestros codificadores considerasen oportuno redactar unas
disposiciones transitorias para el Código, que son trece en total, y sirven para interpretar
el principio de irretroactividad.

Estas disposiciones transitorias parten expresamente de los siguientes principios:


1º. El respeto de los derechos adquiridos.
2º. Aplicación inmediata de los nuevos derechos reconocidos.
3º. Respeto de la validez y eficacia de los contratos realizados de acuerdo con la ley
anterior.
4º.Irretroactividad de las sanciones para los actos anteriores que carecían de sanción
bajo la ley anterior.

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